Recensión La Aventura de Ser Maestro Por J.M.estevez

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La obra reseñada es de

recomendable lectura,
especialmente para futuros
docentes que tienen la
incertidumbre de como será su
vida una vez formen parte de
esta disciplina. En estas cinco
páginas se condensa una
trayectoria de nada más y
nada menos que veinticinco
años de profesión. Desde la
incertidumbre del comienzo,
pasando por las dificultades que
entraña el proceso intermedio
hasta llegar al
resultado final, que es un
orgullo inmenso por transmitir
la cultura a las generaciones
de jóvenes de este país. Este
artículo es significativo porque
a pesar de no aportar
información académica, nos
sitúa en la piel de muchas de las
personas que pasaron
por la profesión a la cual nos
queremos dedicar en un futuro:
la enseñanza.
En estas cinco páginas se
condensa una trayectoria de
nada más y
nada menos que veinticinco
años de profesión. Desde la
incertidumbre del comienzo,
pasando por las dificultades que
entraña el proceso intermedio
hasta llegar al
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resultado final, que es un
orgullo inmenso por transmitir
la cultura a las generaciones
de jóvenes de este país. Este
artículo es significativo p

Facultad de Ciencias de la Educación

Máster Universitario en Profesorado de ESO, Bachillerato, FP y enseñanza de Idiomas

Materia: Educación, Sociedad y Política Educativa

Recensión “La aventura de ser


maestro” por J.M. Esteve

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Alumno:

Año académico:

Profesor:

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La tarea del docente es una de esas labores que todos, en nuestro fuero
interno, sabemos que puede mover el futuro, avivar las mentes y dar vida a los
corazones. Sin embargo, solemos creer que todo eso es lo que el profesor
podría aportar al alumnado, sin darnos cuenta de que esos regalos pueden
viajar en ambas direcciones. José Manuel Esteve Zarazaga nos muestra en el
artículo La aventura de ser maestro, publicado por primera vez en la revista
mensual Cuadernos de Pedagogía en febrero del año 1993, parte de sus
deducciones, experiencias y creencias respecto a lo maravilloso, enriquecedor
y a veces complicado que puede llegar a ser la profesión docente. En tan solo
cinco páginas en las que se pueden observar también unas cuatro fotografías
relacionadas con el sistema educativo, el autor consigue, en un lenguaje
sencillo apto para todos los públicos, resumir las distintas dificultades que
puede encontrarse el profesor novato, consiguiendo hacerle ver que todos los
buenos docentes llegaron a serlo tras mucho ensayo y error.

Catedrático en Teoría de la Educación, comienza a ejercer como profesor de la


Universidad de Málaga en 1980, realizando durante toda su vida profesional
distintas investigaciones y publicaciones. Podríamos considerar la obra objeto
de esta recensión como un ensayo literario, pues el autor busca conectar con el
lector a través de la transmisión de los conocimientos que su experiencia como
docente, a lo largo de veinticinco años, le ha otorgado.

Encabezado por una pequeña introducción, el artículo se desarrolla a través de


tres capítulos, estando el segundo de ellos subdividido en cuatro más;
ordenando a través de los mismos su perspectiva sobre lo que supone
sumergirse en la profesión docente.

En la primera lectura lo primero que te atrapa es su primera confesión “yo me


inicié en la enseñanza con altas dosis de ansiedad” (p46), lo que directamente
te lleva a centrar todos los sentidos en sus siguientes palabras, sobre todo si
esperas poder ejercer esta profesión en un futuro. Y es que tal y como indica
“nadie nos enseña a ser profesores y tenemos que aprenderlo nosotros
mismos por ensayo y error” (p46). Esteve nos abre los ojos, mostrándonos que
todo se puede, que con ganas, mucho esfuerzo y sin rendirse, los profesores
novatos pueden llegar a ser antorchas que guíen y calienten las mentes del
futuro.
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En el primero de los capítulos nos comparte una cita de Unamuno y nos regala
su interpretación de la misma, así como nos enseña cómo poder llevarlo a la
práctica, y es que es tan sencillo, o tan complicado, como pensar y sentir.
Llevarnos al punto de partida de todo descubrimiento, teniendo en cuenta la
realidad que nos rodea, la que envuelve y afecta al alumnado y encontrar ese
momento mágico en el que profesor y alumno conectan.

En el capítulo dedicado a las dificultades, las organiza en cuatro grandes


bloques, siendo el primero de todos la identidad profesional. Estevez diferencia
entre la problemática que suelen encontrar los maestros y con los que lidian los
profesores de secundaria y universidad. Los primeros deben desarraigar la
idealización del modelo idóneo que les enseñaron en la facultad, pasar del
“deber ser” al “soy”. En cuanto a los segundos, el problema tiende a ir unido
con el aspecto investigador al que ha ido unido su formación, pudiendo llegar a
sentir algo de frustración al no poder llevar al alumnado, con la extensión que
les gustaría, temas que les apasionan, o incluso viéndose obligados a enseñar
asignaturas que no consideran su especialidad.

La segunda dificultad que mencionada es el papel de interlocutor, y es que


tener un conocimiento extenso en el área de especialización no es suficiente
para hacer pensar y sentir a una clase de treinta alumnos. Se requiere de
muchas pruebas de ensayo y error, así como de esfuerzo, comprensión, y
hasta de un poco de suerte, pero finalmente “conseguimos ser dueños de
nuestra forma de estar en clase, conseguimos comunicar lo que exactamente
queremos decir, y logramos mantener una corriente de empatía con nuestros
alumnos” (p50).

En cuanto a la dificultad de la disciplina, la relaciona con una función de poner


límites, algo que resulta complicado sobre todo los primeros años en los que se
da clase. No habla sólo de conseguir que se mantenga el orden en el aula, sino
de no caer en las triquiñuelas que el alumnado puede intentar utilizar, o
conseguir que la clase trabaje de manera eficaz.

Por último, habla de la dificultad que más me atrae como futuro docente y
menos me asusta, la referida a contenidos y niveles. Se trata de aquel escalón
con el que nos encontramos al intentar enseñar un tema en el que el alumnado

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no tiene lo conocimientos previos esperados, y debemos, lo más humanamente
posible y buscando la eficiencia sobre la eficacia, encauzarlos hacia el
entendimiento, buscando motivarles y enseñándoles que sí se puede. Y es que
como afirma el autor “o los enganchas en el deseo de saber, o los vas dejando
tirados conforme avanzas en tus explicaciones” (p50).

Esteves finaliza el artículo expresando el orgullo que siente por su propia


trayectoria profesional, habiéndonos comentado en un principio que no todos
los docentes nacen con una vocación y que precisamente ese había sido su
caso. Sin embargo, finaliza su escrito transmitiéndonos su plenitud,
asegurándonos que existen otros docentes que como él, luchan por ser
maestros de humanidad.

El artículo nos regala los consejos, experiencias y la visión que un docente con
más de veinticinco años de experiencia puede dar a las futuras generaciones.
Mostrándonos en todo momento que lo más importante de esta profesión es el
hacer pensar y sentir en un camino en el que como docente nunca dejes de
hacerlo. Nos menciona las distintas dificultades pero también nos anima
mostrándonos que sí se puede, advirtiéndonos en parte también de los peligros
que puede llevar el malestar en la profesión. Referente a esto, en la literatura
se destaca que uno de los problemas más serios y menos tomados en cuenta
en la educación es el fenómeno de la idealización de la imagen del docente.
Muestra de ello son las renovaciones pedagógicas, las cuales suelen ser
basadas en el “deber ser” del docente y no en lo que “es”. De este modo, se
potencia la visión del maestro como un modelo de enseñanza, en vez de
reconocer que es una persona que pretende educar (Morales M. S., 1998).

La idealización también puede provenir de la visión del propio estudiante de


magisterio, pudiendo considerar que la profesión va ligado a determinado
prestigio social (Sánchez Lissen E., 2009a, 2009b). Sin embargo, es trabajo del
propio futuro docente el desarraigar esa concepción, desmontar las creencias
con los hechos que vea en el aula y buscar, de la manera más humana y
empática, crecer como docente disfrutando de cada descubrimiento que el
alumnado haga en las clases.

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Referencias bibliográficas:

Morales Hernández, M. S. (1998). Un acercamiento al fenómeno de la


idealización docente. Revista de Educación Nueva Época.

Sánchez Lissen, E. (2009a). Mitos y realidades en la carrera docente. Revista


de Educación, 348, 465-488.

Sánchez Lissen, E. (2009b). Dos caras de la carrera docente: satisfacción y


desmotivación. Revista Interuniversitaria de Pedagogía Social, 16, 135-
148.

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