El Camino Kyokushin
El Camino Kyokushin
El Camino Kyokushin
I – Introducción ......................................................................................................................... 3
II – Las aspiraciones ................................................................................................................... 5
III – La asiduidad (La constancia) ............................................................................................... 9
IV – El coraje ............................................................................................................................ 14
V – El éxito solicita la cortesía ................................................................................................. 18
VI – Los padres ........................................................................................................................ 23
VII – La razón de combatir....................................................................................................... 27
VIII – El kárate y el Zen ............................................................................................................ 31
IX – El control de la respiración y del espíritu ......................................................................... 35
X – El amor y el matrimonio .................................................................................................... 40
XI – Dar al dinero su justo valor .............................................................................................. 44
XI – La liberación, la última verdad ......................................................................................... 48
XII – La importancia actual del kárate ..................................................................................... 52
Nota de traducción.................................................................................................................. 54
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I – Introducción
El kárate ha conquistado el corazón de los jóvenes por todo el Mundo. Estos jóvenes
han vuelto sus miradas hacia el kárate con la esperanza de realizar un sueño compartido por
todos, al menos por todos los hombres, ser fuertes. En esta época de guerra nuclear, de lucha
por ordenador y de guerras inducidas en las cuales unas pequeñas naciones hacen correr su
sangre por causas sostenidas por naciones más grandes, el género humano vuelve su mirada
sospechosa ante las operaciones militares de todo tipo. La lucha violenta entre los pueblos en
el siglo XX ha estimulado tal sofisticación en el armamento, que otro conflicto global, del orden
de los que ya se han producido dos veces, pondría en peligro de destrucción total a toda vida
animal y vegetal sobre la tierra. En esta época de súper-organización, es muy natural que los
jóvenes se vuelvan hacia las artes marciales Orientales, racionales, eficaces y místicas, para
encontrar una manera de proteger su vida y su morada solamente con sus manos desnudas.
Pero, además, las personas se vuelven hacia el kárate para encontrar una manera de protestar,
puede que sea, contra la organización excesiva de nuestro tiempo. Hoy en día las grandes
organizaciones determinan la suerte de la humanidad; las grandes naciones lo dirigen todo. En
tales condiciones, no es sorprendente que las gentes se dirijan hacia el sendero del kárate para
restaurar una cierta dignidad del ser humano.
La mayor parte de los diez libros que yo he escrito durante las tres últimas décadas han
tratado de las técnicas del kárate y del fortalecimiento del cuerpo. Naturalmente, dado que el
entrenamiento mental y espiritual es esencial para la obtención de la verdadera fuerza, yo
abordo estas cuestiones y las de la moralidad. Sin embargo, no puedo dejar de pensar que tal
vez los lectores de estos libros técnicos no han comprendido lo que yo les quería decir.
¿Cuáles son las grandes causas de sufrimiento en la vida humana? La muerte de los
padres, de los hermanos, de las hermanas, de los niños o de otros parientes o amigos,
provocan sufrimiento, tanto como la suerte trágica de la nación. La separación forzosa, como
resultado de la muerte u otras causas, de una persona amada de otro sexo es otra causa de un
sufrimiento inmenso. Pero una fuente psicológica de sufrimiento que produce tanto dolor
como la pena fundamental, instintiva, de la pérdida de un ser amado, es la traición entre
amigos o entre profesor y alumno.
La historia de la traición de Julio Cesar por su amigo bien amado y presunto sucesor,
Bruto, es conocida por todos. Cuando los asesinos volvieron sus espadas contra el gran
dictador, que quería tal vez ser rey, él intentó protegerse hasta que vio que Bruto estaba entre
ellos. Sus últimas y amargas palabras, “¿Tú también, hijo mío?”, reflejan la profunda tristeza
que él debió sentir al ser traicionado por el hombre que él había amado y protegido.
Yo escribo esto porque no es imposible que una persona parecida a Bruto pudiera
encontrarse entre las numerosas personas a las cuales yo he enseñado las técnicas y el espíritu
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del kárate. Yo no sé lo que yo haría en un caso parecido. Sin duda debería preguntarme por
qué yo amé, protegí y entrené a esa persona en el sendero del perfeccionamiento del kárate.
Es posible que fuera capaz de aplastar a esta persona. Pero yo no haría probablemente nada a
otro que me afligiera. Es vano perseguir a una persona que ha huido, y ¿qué bien puede hacer
destruir a otro ser humano?
La verdad es que nosotros vivimos todos en un cuerpo común unido por ataduras
psicológicas mutuas. El castigo, aunque sea puramente mental o impuesto por el entorno
social, caerá finalmente sobre una persona que traiciona al grupo con el cual ha elegido vivir.
Una de las tareas más difíciles a las cuales un ser humano debe hacer frente es la elección de
los compañeros que no le traicionarán. Una tarea igualmente difícil para algunas personas es
suprimir todo pensamiento traidor que él pudiera tener contra sus compañeros. El castigo
social atrapará a la persona que traicione al grupo. Una vez que el castigo ha sido asignado, es
generalmente demasiado tarde para remediar la situación. El carácter de una persona está a
menudo determinado por el tipo de compañía que tiene. Esto quiere decir que se debe poner
un gran cuidado en la elección de los amigos íntimos.
En este libro, yo ofrezco la filosofía que he adquirido con mi experiencia personal, con
la esperanza de que ella ayudará a mis lectores a evitar ciertas cosas desagradables que he
conocido, les ayudará a comprender al mismo tiempo las cosas que han dado un significado a
mi vida.
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II – Las aspiraciones
Cuando era niño, se nos enseñaba a vivir siempre de tal manera que jamás deberíamos
tener vergüenza delante de la familia, de los profesores o de los amigos. Nosotros
aprendíamos de corazón el poema chino que dice: “Si un hombre deja su casa con unas
aspiraciones, él no debe volver jamás, sin haberlas cumplido, incluso después de la muerte.
Hay lomas verdes por todas partes sobre tumbas a lo largo del camino de la vida humana”.
No se enseña este tipo de cosas a los jóvenes de hoy en día, y me pregunto qué hacen
ellos sin una dirección así. La educación moderna, que inclina demasiado en la dirección del
igualitarismo y no inculpa bastante al espíritu, ¿puede ella ayudar a los jóvenes a fijarse un
objetivo y decidir lo que ellos quieren ser?
Por supuesto, en una sociedad que se aprovecha de las bendiciones de la paz, una
educación así puede ser adecuada; un hombre joven puede continuar sin nada de otro. Él
puede encontrar trabajo, casarse y formar una familia. Pero, ¿esto es verdaderamente
suficiente? Una vida humana sin ideales, ¿es satisfactoria? En mi opinión, una vida así, carece
virtualmente de valor. La forma fácil, es decir, tener siempre lo que se desea, es el camino
hacia el derrumbamiento. La vida humana gana esplendor y fuerza solamente cuando ella está
pulida como una piedra y templada como el acero.
El ser humano va hacia el estado adulto utilizando su fuerza innata de vida. En ciertas
épocas, normalmente durante la adolescencia o la pubertad, a pesar del miedo y de la falta de
experiencia, el individualismo toma conciencia de su propia personalidad distinta. Él se da
cuenta de que tiene ideales propios y es capaz de elegir a una persona que simbolice estos
ideales. Él se vuelve prácticamente poseído por esta persona y se esfuerza en imitarla. La
conciencia de lucha con un objetivo preciso, la devoción total hacia el objetivo y las esperanzas
personales, es lo que yo entiendo por aspiraciones. Ellas deben nacer en el espíritu, no
obstante, para que así, por estas palabras, se pueda expresar algo de acabado y psicológico. En
este sentido, las aspiraciones son totalmente diferentes del tipo de adoración de las que se
satisfacen algunos adolescentes.
Un día, cuando yo tenía once o doce años, jugaba a la guerra con algunos de los niños
del vecindario. Yo arrojé una piedra y golpeó la pierna de una niña que pasaba por allí. Ésta era
la niña más bonita de la ciudad y, cuando ella me regañó, “Tú no deberías tirar piedras, tú
puedes herir a alguien”, mi espíritu malicioso se despertó. Yo era demasiado joven para sentir
un deseo psíquico por la niña, pero ella era tan bonita que mis propios hermanos y los otros
muchachos tenían la costumbre de mirarla y hablar de ella cuando estaba lejos. Mientras que
ella se iba, yo seguía imitando su forma de andar, de manera divertida. Luego, de repente, yo
la rodeé con mis brazos por detrás y la levanté. Ella gritó y todos mis amigos aplaudieron. A
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pesar de los aplausos, yo, todavía un niño, me enrojecí y salí corriendo como un conejo
asustado.
Más tarde, debí soportar un castigo mucho peor de lo que yo había previsto. Mi padre
se enteró del incidente por parte de la madre de la niña. Esa tarde, después de cenar, él golpeó
fuertemente mi cabeza con su larga pipa de cobre. Él ató mis brazos por detrás, me golpeó con
severidad y me encerró en un cobertizo. Yo aprendí todo de golpe, aunque no sabía nada
sobre la sexualidad, que tenía una relación entre la gravedad de mi delito y la severidad de mi
castigo. Mi padre me gritó: “A tu edad, ¿qué haces tú jugando con las niñas de esa manera?
Una marmota como tú, no llegará a nada bueno”.
Yo recuerdo que uno de los libros que causó una gran impresión en mi juventud, y una
impresión igualmente grande sobre otros muchos admiradores de este autor, fue una biografía
del canciller prusiano del Imperio Alemán, Otoo Von Bismarck ( 1815 – 1898 ) por el biógrafo
japonés Yusuke Tsurumi. Yo me acuerdo que este libro y otro sobre Benjamin Disraeli, el
famoso primer ministro inglés. Me afectaron tan profundamente que yo a veces lloré en
secreto y pensé más tarde en la noche en estos dos hombres. Así, el bien conocido, Bismarck,
nacido en las clases privilegiadas de los Junkers Militaristas, latifundistas, pasó a ser consejero
y amigo del Kaiser Guillermo I y, con la energía de una locomotora, unificó Alemania en el
corto espacio de dos o tres años para hacer una nación lo bastante poderosa como para
controlar casi toda Europa. En mi infancia, la opinión de Bismarck de que los problemas de
Alemania deberían ser arreglados por la sangre y el acero, sonaban muy fuertes.
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ambición. Las aspiraciones están a un nivel espiritual más elevado, más humano. En las
Analectas de Confucio, él dice que los hombres civilizados aspiran a unas virtudes ideales,
perfectas, no hacen nada contra estas virtudes, pero aceptan y dan su vida por éstas y por lo
que está en juego.
Como yo suelo decir, las aspiraciones deben ser puras y sin egoísmo. Esto no tiene
nada que ver con el deseo animal por la riqueza, el placer y la popularidad. Todas las personas,
naturalmente, tienen tales deseos. Pero el verdadero hombre civilizado, es un hombre que
sobre la base de un deseo fuerte que brota desde la profundidad de su alma, lucha por una
integridad perfecta. Las aspiraciones de una persona así, luchan contra los deseos superficiales
e intentan controlar las pasiones. Pasando revista a mi vida, veo que algunas veces yo he
dejado penetrar deseos superficiales. Pero no abandoné jamás totalmente mis aspiraciones.
En realidad, es porque yo las guardé y fui capaz de sentir vergüenza de mi propia imprudencia,
de mis caídas y de mi negligencia. Ascendiendo de las profundidades del alma, las aspiraciones
son solicitudes espirituales que penetran toda la vida humana volviéndose así una persona
capaz de morir por ellas.
Queriendo siempre ser el Bismarck de Oriente, yo dejé mi casa a la edad de trece años
y me fui a Tokio. Justo en el momento en que yo entré en la escuela de aviación, Japón estaba
al borde de la segunda guerra mundial. Yo decidí enrolarme en las fuerzas aéreas. Esto estaba
de acuerdo con mi deseo de ser como Bismarck, ya que él había sido un ardiente patriota.
Las aspiraciones dan un orden lógico a la vida y las personas que comparten
aspiraciones elevadas, comparten también una amistad verdadera. La mayor parte de mis
amigos tienen un rasgo común: ellos tienen personalidades magnánimas, a gran escala. Ellos
se sienten infelices en la mezquina sociedad japonesa moderna. Ellos se extravían porque
quieren extender sus alas. A ellos no les gusta aburrirse con cosas insignificantes. Todos sus
objetivos son grandes. Como el dragón Chino, ellos son difíciles de retener. Ellos están
emparentados por unos elementos espirituales y unas aspiraciones elevadas. Y yo creo que
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ellos ilustran la verdad según la cual, cuanto más grandes y elevadas son las aspiraciones de un
ser humano, éstas son más grandes y elevadas en sí mismas.
La suerte sonreirá a las personas que tienen aspiraciones desde el espíritu. Una
persona así, seguro debe tener buenos amigos. Sin jamás extraviarse ella misma, se dará
cuenta de que sus aspiraciones le dan coraje, que desarrolla la sabiduría y la buena salud.
Todos estos trazos le ponen en la posición tras la cual ella podrá dirigir a otras personas y les
impedirá extraviarse.
Una persona sin aspiraciones no puede hacerse amigo de una persona que las tiene. En
numerosas partes de mundo, hoy, falta de aspiraciones significa falta de amigos, soledad e
inseguridad. Una situación así, puede llevar solamente al desastre.
En un libro sobre Hojo Soun (1420 – 1519), una figura militar importante de la historia
japonesa, se encuentra un comentario sobre el hecho de que los amigos que conducen a
alguien a la degeneración, no son verdaderos amigos y que los verdaderos amigos deben ser
buscados entre los eruditos.
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III – La asiduidad (La constancia)
Yo tengo una personalidad muy fuerte, tal vez ésta sea la razón por la cual a la edad de
13 ó 14 años yo me entrenaba más duramente que los demás en los Dojos de kárate que
frecuentaba. Esto explica también por qué conseguí el ShoDan a los 15 años y el segundo Dan
a los 18. Yo era pequeño cuando era niño, pero mi talla aumentó mientras que continué mi
entrenamiento en el kárate. Yo llegué finalmente a una talla de 1.75 metros. Esto era
considerado muy alto en mi época, pero los jóvenes de hoy en día crecen más y más deprisa.
Entre los alumnos de nuestro Dojo, yo soy solamente de estatura mediana. Pienso que me
hubiera quedado pequeño, si no hubiera estudiado kárate. En esto, como en muchos otros
aspectos de la vida, yo he estado inspirado por el deseo de llegar a ser también fuerte y
valeroso como el famoso maestro en la espada Miyamoto Musashi. A pesar de esta ambición,
yo no tomé hasta los 20 años la decisión de consagrarme totalmente al kárate.
Cuando dejé mi casa para ir a la escuela de Tokio, tuve que trabajar para ganar dinero
y pagar mis gastos. Dado que perseguía un entrenamiento riguroso en el kárate, yo no podía
subsistir sin suficientes alimentos nutritivos y decidí trabajar en el comedor de estudiantes,
donde sabía que iba a tener suficiente para comer.
Yo trabajé muy duro, entre los quince y los dieciocho años. Creo que, los directores de
pequeñas y medianas empresas de hoy día, serían honrados, si pagaran un salario doble a
aquellos trabajadores que trabajen como yo lo hice. Desde las cinco de la mañana hasta las
ocho de la tarde, mi vida estaba llena por los cursos, el entrenamiento en el kárate y el trabajo
en el comedor donde intentaba hacer el trabajo de dos o tres personas, porque estaba
agradecido por la gentileza del hombre que me había contratado. hombre pesado, de más de
cincuenta años en aquella época, mi jefe tenía la costumbre de decir que él no había visto
jamás ningún trabajador tan duro como yo. “¡Tú vas a llegar lejos, Oyama!”.
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Cuando comencé a trabajar allí, el comedor estaba destrozado. Pero, rápidamente, lo
dejé como nuevo, limpiando y abrillantando todo: mesas, sillas, escalones, techos, cada curva y
grieta, incluso, los bordes de los cristales. Yo limpié los lugares donde mi jefe, su familia y otros
empleados vivían, incluidos los baños. Una vez, estuve demasiado diligente en la cocina. Nuevo
en la restauración, fregué todos los tarros y las cacerolas con polvos de fregar. No conociendo
que a los cocineros les gustaba que sus sartenes de freír estén cubiertas de una capa de aceite
negro, limpié estos utensilios también hasta que ellos brillaron como la plata. El jefe de cocina
estuvo tan descontento viendo esto que él me hubiera dado un buen golpe en la cabeza con
una cacerola. Después, nosotros nos reconciliamos. Yo ayudaba a menudo a preparar las
comidas, y finalmente, mi jefe me pidió si yo quería hacerme cargo del negocio.
Pero en este punto, debo tal vez explicar la serie de acontecimientos que me han
conducido a llegar a ser un karateka en la vida. En el mes inmediatamente seguido al fin de la
guerra, la falta de comida y otras mercaderías en Japón era tan grave, como los jóvenes de hoy
probablemente jamás podrán imaginar. Todo parecía ir al revés, y una de las mejores maneras
de tener suficiente dinero, comida y mujeres, era llegar a ser miembro de una banda.
Profundamente decepcionado por la derrota de la nación por la cual había jurado dar mi vida,
yo estaba en un estado desesperado. Pero era cuarto Dan en kárate. Y los hombres con mi
talento y mi fuerza, eran utilizados como guardaespaldas en las bandas. Yo tomé la decisión de
unirme a una banda. Pero no estaba orgulloso de mi elección. Aunque vivía una vida sibarita,
lujosa, estaba triste y sin alegría. Sin verdadera felicidad, corrí de placer en placer. Yo era el
vencedor de todos los combates, pero mi corazón estaba vacío. Tenía un gusto de ceniza en mi
boca.
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que no iba a tener jamás vergüenza. ¿Qué debía hacer? En la prisión americana, me acordé de
la humillación que había sentido años atrás cuando mi padre me había atado y encerrado en el
cobertizo. En el silencio de la noche, yo podía todavía escuchar sus palabras: “¡Nada bueno
saldrá de este muchacho! “
En una escena de este libro, suspendido de un viejo cedro, es amonestado por Tukuan
Soho que le dice al joven hombre que él debería intentar utilizar su fuerza para el bien de las
otras personas, así como por el de la nación entera. Él prosigue diciendo a Musashi que él
debería tener vergüenza si, naciendo ser humano, no hubiera vivido jamás como tal y se
hubiera comportado como animal salvaje. Por esta razón, según Takuan, Musashi, iba a
terminar probablemente de una forma honorable.
En prisión, comprendí totalmente lo que Musashi debió sentir. Yo simpaticé con esa
difícil posición y lloré leyendo este pasaje muchas veces. Yo estaba enfermo. Musashi lo había
leído cuando él estaba enfermo en el castillo Shirasagi, él tenía 21 años en esa época. Yo tenía
25. Muchas veces, expresé mi gratitud por el romancero de Eiji Yoshicawa que, aunque
nosotros no nos hubiéramos encontrado todavía, había hecho por mí lo que Takuan había
hecho por Miyamoto Musashi. Tras las palabras de Takuan, yo escuchaba a Yoshicawa
decirme: “Utiliza tu fuerza para el bien de los demás”.
Cuando Japón fue vencido, perdí los ideales patrióticos que me habían dirigido. En
prisión, después de la guerra, llegué a comprender que estos ideales no habían sido una parte
fundamental de mi ser. Comprendí que los ideales debían ser tan grandes y elevados como
fuera posible. Comprendí también que la perseverancia y el progreso paso a paso son las
únicas maneras de alcanzar un ideal por el camino elegido.
Mi problema era que yo no había elegido todavía un camino. Las emociones patrióticas
que había sentido en una época de crisis nacional, habían sido sinceras. Pero ahora una carrera
militar no era posible, y no tenía decidido el camino a seguir en mi vida.
Solo en una prisión americana donde podía apenas comunicarme con las personas que
me rodeaban, vi un rayo de luz. Mientras miraba por la ventana enrejada, juré que, en el
momento en el que fuera de nuevo libre, iba a consagrarme de todo corazón a un camino: el
kárate.
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El Japón, perdió tal vez la guerra, pero, el espíritu japonés, el espíritu de las artes
marciales, era libre. Yo me sentía en deuda con las personas que habían muerto en batalla
para preservar este espíritu.
Para entrenarse de esta manera, una persona debe renunciar a sus placeres habituales
y al recreo. Se debe tener un fuerte sentido de abnegación y una conciencia de ideal que te
vuelve capaz de luchar contra las tentaciones seductoras. En la introducción de la biografía de
Miyamoto Musashi, Eiji Yoshicawa dice que el ser humano Miyamoto, estaba constantemente
en guerra con los sufrimientos instintivos. El universo en el cual nosotros vivimos, es el de
sufrimientos ilimitados, decretados por el destino. La verdadera forma del alma de Miyamoto
era como una espada frágil y sola. La sabiduría que le había sacado del combate era, el camino
de Bouddha. Por “sufrimientos instintivos”, Yoshicawa entiende esos deseos carnales a los
cuales todos los individuos están sujetos por naturaleza. Cualquiera que sea el grado de
devoción, las seducciones instintivas son muy poderosas. Cuando se está en una región lejana,
el corazón languidece por falta de compañía. Sentir la falta de una persona con quien hablar,
es una de las experiencias más dolorosas que un ser humano puede conocer. Pero el
entrenamiento en la lucha contra tales tentaciones, produce inevitablemente unos resultados
importantes.
Pero, a veces, una devoción así, da a las personas extrañas reputaciones. Se creía raro
a Newton y extravagante porque, absorbido por sus estudios, olvidaba comer o dormir. Ponía
su reloj en el tarro de medicamentos e intentaba comer un huevo que él pensaba haber
cocinado cuando, de hecho, lo había tenido solamente en la mano. El sabio japonés Hideyo
Noguchi, pasaba día y noche en su laboratorio y guardaba algunos ratones en su bolsillo, con
los cuales hablaba a menudo. Él era, como los otros grandes inventores y descubridores,
considerado como loco. A mí también se me consideró raro cuando bajé de mi retiro de
entrenamiento en las montañas. Los niños me señalaban con el dedo y me llamaban loco.
Muchos de mis amigos me abandonaron. Ellos decían: “¿Qué es esa idea de quedarse allí
arriba a entrenarse día y noche? Yo lo podría comprender si él hubiera abierto un Dojo y
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hubiese tomado algunos alumnos. Pero, ¿cuál es su objetivo para actuar así?, él no gana un
céntimo!”
Yo redacté doce lemas, de los cuales, no hablé a mis alumnos de esa época. He aquí, el
segundo de la serie: “Estudiar las artes marciales es como subir un peñasco escarpado.
Continuar yendo hacia adelante sin descanso. El reposo no está permitido porque él os hace
retroceder hacia antiguas etapas de conocimiento. Perseverar a lo largo del día, mejora las
técnicas, pero descansar incluso un solo día, provoca defectos. Esto se debe impedir”.
Se debe intentar aumentar los límites cada día. Cada día, hacer un esfuerzo más que
ayer. Guardad unos apuntes. Y si un límite parece inalcanzable, intentad sobrepasarlo con
todas vuestras fuerzas. Éste es el significado del entrenamiento. Y cuando paséis ese límite,
una fuerza fresca, tanto mental como psíquica, se acumulará en vosotros. Vosotros os veréis
personas nuevas y diferentes.
Una persona que actúa de esta manera, encontrará de repente un día que es más
fuerte, más potente y más hábil en todas las técnicas de lo que él creía ser. El adversario que
tenía siempre el aire grande y fuerte, parece ahora pequeño y débil. Pero el hombre que
trabaja cinco veces o diez veces más que la persona media, será excepcional en dos años.
Pero, estar satisfecho de uno mismo, incluso con progresos eminentes, indica objetivos
poco elevados. Los buenos resultados son solamente una cima. Detrás de cada victoria, hay
nuevas cimas que conseguir. El objetivo último es un estado espiritual. La fama y las victorias
contra los adversarios hábiles son solamente límites a lo largo del camino.
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IV – El coraje
Sin embargo, el coraje es esencial. A nadie le gusta tener miedo. Yo estoy seguro que
las mujeres, tanto como los hombres, prefieren ser siempre valientes. El camino más rápido
para alcanzar el coraje es seguir el camino elegido y aceptar dar la vida por la justicia. Una
persona que sigue el camino, que une este camino con el de los otros y que no se interesa ni
por la fama ni por la fortuna no tiene nada que temer. Yo ya he citado la frase que dicen que,
el que es puro, es un dios de la energía. Esto significa que una persona no debe tener miedo a
nada si su espíritu es claro, si no tiene motivo para tener vergüenza y no tiene dudas a causa
del camino que él ha decidido seguir. Una persona así que ha puesto ya su vida al servicio de
los demás, está preparada, en consecuencia, para plantar cara a todo peligro con una sangre
fría total.
Sócrates ilustra mi punto de vista. Él ha sido el primero en ser citado por su valentía
cuando su armada y la armada enemiga se situaron bastante cerca una de la otra para que los
soldados pudieran verse. Sócrates deambula hacia las líneas enemigas, examina sin prisa la
situación, regresa, y vuelve sin miedo. Patriota, más tarde rehúsa intentar evadirse de la
prisión porque él era contrario a las leyes atenienses. Finalmente, con un gran coraje, él bebió
el veneno de su condenación. hombre que tenía un profundo espíritu de justicia, convencido
de la justicia de su propia filosofía, Sócrates no conocía el miedo. Unas convicciones
semejantes y la abnegación a la justicia pueden ayudarnos a todos a hacer frente con valor a
los resultados pequeños y grandes en el camino de la vida diaria.
Miyamoto Musashi dijo que él no sentía lo que había hecho. Si vosotros tenéis
confianza en vuestras propias palabras, aspiraciones, pensamientos y actos y hacéis todo lo
posible, no tendréis necesidad de lamentar el resultado de lo que hagáis. El miedo y los
escalofríos son el premio de las personas que, reduciendo el esfuerzo a la porción necesaria,
espera que todo se arregle precisamente como ellos quieren.
Yo recuerdo una época en la cual estaba asustado por el resultado de una competición
en la que debía participar en los Estados Unidos. Mis adversarios eran famosos boxeadores de
los pesos pesados, cuyos puñetazos podían ser mortales y podían usar su inmensa fuerza para
hacerme caer de cabeza y romperme el cuello. Todo es cuestión de negocios en los Estados
Unidos. Cinco mil dólares estaban en juego por el combate, y los boxeadores estaban muy
impacientes de afirmar su popularidad volviendo a poner a este pequeño karateka en su sitio,
dándose cuenta de que yo podía perder mi vida. Aunque mis intenciones no estuvieron
exentas del deseo de dinero y del deseo de esparcir la fama del kárate, estaba inspirado
fuertemente por el orgullo y la pasión por las artes marciales orientales. Yo estaba seguro de la
fuerza del kárate y tenía confianza en mi propia destreza técnica. Yo trabajaba en esta época
con un entrenador profesional y sentía que debía ganar por él. Incidentalmente, al principio,
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había hecho equipo de lucha con el gran Togo, pero, negándome a jugar sucio, y a perder
deliberadamente el combate, yo paré y comencé a hacer publicidad para luchar solamente en
exhibiciones de kárate. Esto era muy poco habitual en mi época. El gran Togo me había
invitado, así como Kokichi Endo, a los Estados Unidos como representante del kárate y del judo
japonés. Aunque se orientaba hacia el comercio, un atributo al que yo no ayudé, el gran Togo,
era un verdadero patriota japonés, y, respetando mis ideales, me trató muy bien. Con la
actitud crítica que tenía hacia él, yo no hubiera tenido lástima de mí, si me hubiera dejado
morir de hambre.
Yo debería ganar este combate con los boxeadores profesionales, pero muchas cosas
trastornaban mi entrenamiento habitualmente entusiasta. Primero, yo estaba en un país
extranjero y estaba obligado a prestar atención a algunas cosas que me parecían extrañas.
Segundo, yo plantaría cara a hombres inmensos, de fuerza colosal. Desde el día anterior hasta
el inicio de combate, vacilé entre el acceso del miedo y oraciones fervorosas, yo incluso
desarrollé una anemia. Mi estado no era mejorado por la complicación sentimental con una
bella mujer. Este género de cosas puede aportar dulzura y vitalidad a la vida; pero, en la época,
cuando una pureza total del espíritu y una consagración a mi labor eran extremadamente
importantes, esto era enloquecedor. Yo debía hacer frente a lo que podía ser un peligro para
mi vida, y yo no tenía tiempo para los romances.
Para mí, la absorción tranquila que los sacerdotes Zen encuentran en la meditación
sentada, es reemplazada por la absorción total en la cual yo realizo esta experiencia con el
entrenamiento extenuante en el kárate. Bañado de sudor, consagrado enteramente a lo que
hago, yo supero en las sesiones de entrenamiento tanto la vida como la muerte. De esta
manera, puedo superar la cobardía. Antes del combate, yo trabajé y trabajé hasta que el
espíritu y el cuerpo se volvieron flexibles y elásticos. Pues, cuando el combate comenzó, los
gritos y los clamores de la multitud no fueron más que débilmente percibidos. Yo no pensaba
en nada, ni en la derrota ni en la victoria, pero era capaz de evitar los ataques de mis
adversarios y de convertirme en atacante yo mismo.
El coraje es el hecho de estar totalmente absorbido. Una persona capaz de hacer esto,
puede manifestar totalmente su fuerza y, para un hombre que vive siguiendo el camino que él
ha elegido, esto es suficiente. La multitud irresponsable puede criticar sin pensar los resultados
accesorios como la victoria o la derrota. Pero el luchador que cree en la justicia de sus actos, es
indiferente tanto al elogio como a la censura. Y todos los hombres deben entrenarse con la
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idea de que ellos pueden ignorar las críticas vanas de los espectadores que no tienen idea de la
dificultad de seguir el camino con consagración y concentración.
Tanto como es posible ser indiferente a las opiniones de los ignorantes, es también
posible ser indiferente a la vida y a la muerte, a la riqueza y a la pobreza. Yo estoy apasionado
por el pasaje de Lie – Tseu, un escritor Neo-Taoísta clásico de la China del siglo tercero de la
era cristiana, que dice: “La vida tiene aire de la muerte, la riqueza tiene aire de la pobreza, el
ser humano tiene aire de un cerdo, y el yo tiene el aire del ser humano”.
Otros alumnos, aunque prometedores, no van a llegar lejos porque son tímidos para
participar con prontitud en los combates. Ellos son bastante fuertes pero evitan la
confrontación con los adversarios poderosos y no toman parte en competiciones por el título.
Si ellos tienen rivales, los evitan. Ellos se asocian solamente con otros estudiantes más
antiguos que lo quieran y lo protejan. Alrededor de ellos, se desarrolla una especie de Dojo en
el Dojo.
Esto puede ser una forma de vivir, pero yo no puedo aceptarla. Si una persona pierde
algunas veces, ella no debe de preocuparse. Soportar las heridas menores es solamente una
manera de volverse más fuertes. Y, cuando una persona pierde, ella debe encontrar el por qué
y entrenarse con todo su espíritu para corregir los defectos que le causan la derrota. Tal vez el
hombre que vacila, que no tomará parte en una competición cuando se le ha pedido, que no
hará el viaje solicitado a los Estados Unidos, atraerá algunos amigos por su modestia. Pero, en
algunos años, el será dejado atrás, por los alumnos más asiduos que ponen sus máximos
esfuerzos para volverse fuertes y más hábiles y que, en consecuencia, avanzan por la escala de
los niveles del kárate. Tanto como los otros avanzan con persistencia, el hombre modesto, en
vez de escalar, pena en su pequeño mundo personal. Para ciertas personas, un trabajo de
oficina, la pequeña casa en las afueras, la familia y un poco de felicidad, es suficiente. Pero yo
creo que un hombre debe buscar más batallas ardientes y debe intentar conseguir sus visiones
y aspiraciones más allá de su mundo suficiente y conservador.
Cada uno de nosotros tiene sus cobardías. Cada uno de nosotros tiene miedo a perder,
miedo a morir. Pero vacilar es la manera de quedarse un cobarde en la vida. La manera de
encontrar el coraje es buscarlo en el campo de batalla. Y el camino certero para la victoria es la
aceptación de arriesgar su vida.
Esta aceptación es más importante que la destreza y la fuerza, porque ella crea en el
espíritu un estado de urgencia que genera fuerzas asombrosas. Todas las personas han
escuchado historias sobre la forma en la cual, unos niños normalmente débiles, han realizado
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hazañas prodigiosas de fuerza durante una catástrofe. Esto llega porque el estado de urgencia
y el riesgo por vida generan un alcance inmenso.
Todo esto está ligado a la conciencia que transciende vida y muerte enseñado por el
budismo Zen y que se refleja en innumerables episodios de la vida de los grandes jefes y
héroes orientales. A riesgo de repetirme, sin embargo, debo decir que el camino hacia el
verdadero coraje no es el aislamiento del sacerdote sino la consagración a la causa del
bienestar de los demás.
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V – El éxito solicita la cortesía
Como ya he dicho, la vida del hombre que ha elegido el camino que seguirá y continúa
su carrera con asiduidad, puede ser aislada. Mi propia vida muestra que, a veces, los hombres
se retiran a las montañas aislados, entrenándose con una obstinación y en una soledad tal, que
otras personas los miran como locos. Ahora como en el pasado, la dedicación total es el único
camino para hacer cualquier cosa importante y duradera. Sin embargo, el kárate no debe ser
indiferente al destino y al estado de las otras personas. El camino que nosotros hemos elegido,
está unido a unas aspiraciones y objetivos elevados. Aunque la naturaleza de estos objetivos
varía según la persona, mi propia interpretación es la siguiente: Mi camino es el camino del
kárate, que es igualmente el camino de la humanidad y que, en consecuencia, está unido al
camino del cielo. Nosotros debemos seguir el camino de la humanidad, incluso si éste es
solitario. Tal vez convendría mejor decir que nosotros no debemos jamás separarnos. El
aislamiento no es bueno. Cuando yo estaba en prisión, cuando me entrenaba duramente solo
y cuando vivía en retiro en las montañas, la cosa más difícil para mí, era soportar la falta de
compañía.
El hombre no está hecho para estar solo, sino para compartir contactos, emociones y
amor con los demás. En el mundo animal existen verdaderos lobos solitarios, pero, por su
inteligencia y su don de palabra, el hombre no puede vivir separado de sus semejantes. Él
necesita un compañero para conversar, incluso consigo mismo.
Esto todavía es más verdadero para aquellos que han elegido el camino del kárate.
Nosotros hemos dado este paso para el bien de otros y de la sociedad entera, y no para la
riqueza personal, la fama o el placer. Sin embargo, nuestras vidas no son verdaderamente
preciosas hasta que estamos en contacto con los demás. Nosotros, debemos recordar ser
siempre amables y atentos y adaptarnos a las costumbres de la sociedad en la que vivimos.
Entre las cosas más importantes para preservar la armonía entre las personas y la
sociedad, se puede contar la cortesía y el respeto mutuo. El ritual y la cortesía, están a menudo
puestos en paralelo en el antiguo pensamiento oriental. Por ejemplo, en el Tso- Chuan, un
comentario sobre los anales de la primavera y del otoño, uno de los clásicos chinos más
famosos, se dice que el ritual es tacto del cielo, el asunto de la tierra y la actividad del pueblo.
Se entiende por esto, que los cuerpos celestes están mantenidos en su sitio y en movimiento
porque el cielo cumple justamente sus rituales. La tierra cumple sus rituales y controla las
montañas y los mares, inducen el crecimiento y la floración de las plantas y de los árboles.
Finalmente, el ritual bajo la forma de la cortesía mutua y del respeto, regula el mundo del
género humano. La cortesía debe estar presente en todos nuestros actos, en todas nuestras
palabras y en todos los aspectos de nuestra vida cotidiana. Pero yo no entiendo por cortesía
un formalismo rígido, frío. En el verdadero sentido del término, la cortesía es la inquietud
desinteresada por el bienestar y el confort psíquico y mental de las otras personas. Confucio,
aunque critica demasiado severamente los asuntos humanos, es popular por todas partes, y es
uno de los más grandes filósofos prácticos humanos de todos los tiempos, ha dicho que es la
cortesía y el respeto hacia los demás lo que permite a una civilización culta controlar a los
bárbaros. Él ha dicho también que una persona que no conoce los ritos y la cortesía no debe
esperar dirigirse por el mundo.
Confucio ha dicho otras muchas cosas muy importantes para el mundo de las artes
marciales. Un hombre valiente que no es cortés no es amado. El amor de la fuerza sin el amor
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enseña a conducir a la locura. El amor del coraje sin amor enseña a conducir al desorden. El
militar, o el hombre consagrado a las artes marciales, vive en un peligro constante y tiene
necesidad de coraje y de fuerza. Pero el mundo condena a las personas que dependen
totalmente de la fuerza y del coraje tratándolos de salvajes e intolerables.
Pero mis enseñanzas no tienen siempre el efecto que yo desearía. Por ejemplo, uno de
mis alumnos en Europa, un hombre inmenso de dos metros de altura y 120 kilos de peso, era
el karateka más fuerte que yo había visto jamás entre los alumnos no japoneses. Dirigente de
una sala de entrenamiento en su país natal, tenía la ambición de eclipsar todos los otros Dojos.
Esto era perfecto. Pero él se apoyó demasiado en su propia fuerza. Después él se volvió
demasiado goloso por la bebida y el sexo. Comenzó a tomar prestado dinero de sus alumnos y
se encontró incapaz de devolverlo. Su personalidad violenta pronto arruinó su popularidad y,
en poco tiempo, el perdió su sala a beneficio de sus antiguos alumnos. Finalmente, acabó
como guarda y hombre de confianza en un barrio de prostitutas. Su caso muestra que la
fuerza, por muy grande que ella sea, no puede aportar éxito sin la conciencia de la cortesía
normal de la vida.
Otro de mis alumnos, que vivía en Nueva York, intentó utilizar su gran destreza en el
kárate y su fuerza para enseñar en un Dojo que había abierto para él. Pero el primer día, él
comenzó a dejar inconscientes a la mayor parte de los nuevos alumnos para mostrar lo fuerte
que era. El segundo día, la mitad de los alumnos se habían retirado. El tercer día, sólo una
quinta parte de los inscritos originalmente volvieron. Finalmente, nadie volvió al Dojo e hizo
quiebra. Yo he ayudado a reabrirlo hasta dos veces, pero siempre con los mismos malos
resultados.
Así como estas dos historias lo prueban, en el kárate la fuerza sola no es suficiente.
Porque yo me di cuenta, he hecho famoso al kárate Kyokushin en el mundo entero, no
solamente por la potencia y el rigor de su sistema de entrenamiento, sino también por la
manera en la cual respeta la cortesía en la vida. Yo insisto en el hecho de que el instructor está
en una posición de autoridad absoluta, mientras que el kárate concierne, pero él debe de
respetar a sus alumnos si quiere que ellos le concedan la cortesía que requiere su posición.
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Yo pasé alrededor de la mitad de cada año viajando a una cincuentena de países,
donde, con numerosos instructores enviados de Japón, puse en marcha 500 Dojos. Durante
mis viajes, me ocupe de ser cortés, tanto hacia las personas como hacia la sociedad. Después
de un siglo o dos, los Estados Unidos, orgullosos de su riqueza económica y del hecho de no
haber sido jamás vencidos en una guerra, han sido elevados al rango de modelo de sociedad
civilizada. Pero debajo, en la vida diaria, nadie está tan perturbado mentalmente como los
americanos. El individualismo y la codicia han devastado completamente su espíritu. Todas las
parejas casadas se acuestan en la misma cama, pero cada uno se ocupa de sus propias
finanzas. Estas personas son excelentes ejemplos de hombres y mujeres que comparten la
misma cama, pero tienen sueños diferentes.
Los Estados Unidos, un país que está súper-desarrollado, basándose en sus propios
recursos naturales, parece incapaz de comprender lo que necesita para el verdadero éxito en
el mundo. Los chinos dicen que la cortesía es el camino hacia el éxito. ¿Qué desean los
americanos? Probablemente dinero. No solamente las parejas casadas sino los hermanos y
hermanas, los padres y los hijos, están aislados los unos de los otros. Los niños vueltos ricos,
no se preocupan de que sus padres puedan ser mendigos. América es grande, limpia y bonita.
Yo he estado invitado a menudo en casas americanas para conocer algunas familias y a
menudo he quedado horrorizado de lo que he visto.
En las calles pobres de Nueva York, no solamente por la noche, sino no también
durante el día, se encuentra droga, homosexuales y toda clase de crímenes. Incluso una
persona que conoce un poco el kárate, no está segura en la calle por la noche.
Es que una nación así, sin ley ni cortesía, ¿puede ser llamada civilizada?
Después de los Estados Unidos, el país más lamentable es Japón. Después del fin de la
segunda guerra mundial, a la vez que los recursos materiales, el Japón importó de los Estados
Unidos, el individualismo y la codicia. La americanización de las actitudes, tanto en los
problemas cotidianos como en la vida en general, han convertido la nación japonesa en
bárbara.
¿Dónde están los jóvenes de hoy en día que comprenden el significado de la cortesía?
Observando las conductas y comprendiendo las palabras de los jóvenes japoneses, yo estoy
horrorizado por la idea de que el Japón se vuelva como los Estados Unidos. Aunque los Estados
Unidos y el Japón parecen prosperar, ellos están de hecho en el tren de la regresión. Yo lo he
pensado siempre.
La codicia personal y el egoísmo son las cosas que hacen que los seres humanos
olviden el respeto a los otros y violen las leyes que han sido establecidas para la paz y la
amistad. Todos los animales, tienen instintos innatos, como la atracción por el alimento, la
sexualidad y la posesión, que están ligados a la verdadera fuente de la vida. Pero los seres
humanos no viven enteramente sobre los instintos. Mientras que los animales son guiados
solamente por los instintos, son mantenidos en equilibrio por las leyes de la naturaleza, el
hombre debe vivir en armonía siguiendo las leyes de su fuerza de razonar. Estas leyes son las
de la cortesía. Ya que ellas no permiten a las personas hacer siempre exactamente lo que
quieren, entran fuertemente en conflicto con los instintos. La persona que no puede
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controlarse y elevarse por encima de los instintos de la codicia, vive una vida privada de las
influencias civilizadoras de la cortesía y finalmente es rechazada por los demás.
Pero, así como ya he dicho, todos los seres humanos son sociales y necesitan de la
compañía de otros. Y esto es más verdadero para las personas muy egoístas. En consecuencia,
el deseo de vivir únicamente para los deseos egoístas es contradictorio en sí.
Aunque yo las he descrito como las leyes de la razón, la cortesía está basada en el
hecho de la necesidad humana emocional fundamental de la compañía. Dicho de otra manera,
la cortesía viene de la necesidad de respetar a los demás porque sólo el ser humano necesita
de otras personas. Pero, la persona que comprende solamente de manera imperfecta las
relaciones humanas y sociales, olvida que él no puede avanzar sin la compañía de los demás.
Su codicia egoísta aparece por el deseo de poseer más que otros y pasar un mejor momento
que los demás, donde él olvida estar agradecido por tener algunas personas que están a su
lado.
Los deseos egoístas son contrarios al sentido social, que es una parte importante de la
naturaleza humana. La cortesía os enseña cómo guardar los deseos personales y los instintos
con unas ataduras convenientes, para que todos los seres humanos puedan vivir de una
manera igualmente dichosa. Es imposible eliminar completamente los deseos instintivos, pero
cada ser humano está moralmente obligado a restringir sus deseos para el bienestar del
género humano en su totalidad.
El desinterés incumbe a las personas que desean vivir en paz en el mundo. Pero, para
alcanzar este estado, la persona debe comprender que ella está, así como dice Confucio,
basada en el sentido social humano fundamental. Entonces, el desinterés os conducirá a
respetar a los demás. Cuando se han planteado estas preguntas sobre la benevolencia humana
(Jin) Confucio ha dicho que consistía en la conquista del yo y la vuelta hacia los rituales. Esto
quiere decir que, sobrepasando sus propios deseos egoístas y siendo fiel a la cortesía, una
persona puede unirse a la sociedad. Las sociedades más avanzadas, Estados Unidos y Japón,
están basadas en la búsqueda de la riqueza y la fama dando campo libre al egoísmo humano.
Pero los avances de estas sociedades son buenos solamente para el lujo de un número
reducido de personas. Los abusos provocados por el estímulo de la codicia han hecho que
estas sociedades olviden la cortesía y han conducido la civilización a dos pasos del
derrumbamiento. Tanto tiempo como el egoísmo es la fuerza que dirige la sociedad, todos los
miembros buscarán cegadamente sus propias ventajas y su crecimiento. El espíritu de la
cortesía se perderá. El camino se perderá. La decencia en el comportamiento, será olvidada. La
sociedad se desviará. La violencia se desencadenará y la sociedad irá a la destrucción. Si rico es
la persona que lo es financieramente, si ella ha perdido la señal del camino, ella carecerá de
paz mental, la cual puede ser alcanzada solamente por la persecución desinteresada del
verdadero camino humano.
Las palabras enunciadas por Confucio hace 2.150 años, son la descripción exacta de la
sociedad americana y japonesa de hoy en día. Para aportar una cierta contribución al
amejoramiento de estas sociedades, yo intento cotidianamente influenciar a mis alumnos la
importancia de la cortesía. No estoy seguro del efecto de estas conversaciones. Yo sé siempre
que los alumnos que distinguen mejor mi sentido de la cortesía, son solamente los que
perseveran en el entrenamiento y, de una manera u otra, obtienen sus resultados. En la
selección de los karatekas que envío al extranjero como instructores, su actitud para la
cortesía y su respeto a los otros, han sido los criterios que han jugado más importancia que la
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fuerza y la destreza en el kárate. Aunque no he tenido todavía un alumno que sea perfecto a
ese nivel, pienso que la mayor parte de mis alumnos son mucho más corteses que la mayoría
de los otros jóvenes japoneses. La manera en la que ellos se comportan me convence, y yo
creo que convencerá a todos los observadores imparciales que esto es verdad. Además, los
instructores Kyokushin de otros países ganan generalmente el respeto por su actitud y por su
sentido de la decencia social, aunque la mayor parte, tengan alrededor de treinta años. Tanto
tiempo como ellos continúen viviendo de una manera decente, serán respetados y admirados
en cualquier lugar donde estén.
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VI – Los padres
Las pequeñas criaturas ovíparas como los pájaros, los peces y los reptiles, están
bastante bien desarrollados en el momento de la eclosión. Los recién nacidos de la mayor
parte de los mamíferos, están bien desarrollados y pueden moverse casi inmediatamente, con
una relativa libertad. A excepción de los marsupiales y de algunos casos especiales como el
panda, el hombre, el más desarrollado de los mamíferos, es el más débil al nacimiento y
necesita de un cuidado paternal intenso durante el período de crecimiento, desde la infancia
hasta el momento en el cual puede caminar y hablar.
Algunos miles de años han sido necesarios para que el hombre llegue a la etapa de
marcha vertical. El cambio de orientación de la columna vertebral, de horizontal a vertical,
supuestamente ha permitido el desarrollo del cerebro humano. El niño humano, debe pasar
por una transición similar, de gatear a andar en los dos o tres años. Es necesario todavía más
tiempo con los padres para enseñarles las cosas que los niños deben conocer para vivir felices
y seguros en la sociedad.
La duración de este período, de quince a veinte años, durante la cual los padres
humanos deben ocuparse de sus descendientes y protegerles, significa que las relaciones entre
padres e hijos son más profundas entre los seres humanos que entre los otros animales. A
pesar del cuidado intenso prodigado por ciertos animales a su progenitura, en el momento en
que el joven es bastante fuerte para vivir independiente, las ataduras familiares son rotas y
olvidadas. Por esta razón, es habitual para los animales el aparearse con sus propios
descendientes, un fenómeno relativamente raro entre los seres humanos.
Las relaciones humanas son muy complicadas, y cada individuo va hacia la madurez
gracias a la ayuda, o a veces a las interferencias nocivas, de innumerables personas que él
encuentra en su camino. Pero las relaciones más importantes y las más duraderas son
habitualmente entre padres e hijos. Después de todo, el bebé rojo, débil, gritando, es
generalmente un regalo del cielo para los padres que les encante serlo.
Mencius (372 – 289 antes de Cristo), que creía en la bondad innata de la humanidad,
dijo que la compasión es la finalidad de la benevolencia humana e intentó probar su
afirmación sosteniendo que no hay nadie que no intente proteger a un niño del peligro de
caerse a un pozo. Decir que esta verdad prueba la bondad innata del género humano es un
punto controvertido, pero la ilustración de Mencius indica la necesidad humana general de
proteger y de estar al cuidado de los más jóvenes. Generalmente, incluso cuando los niños
tienen la mala suerte de perder padre y madre a edad temprana, algunos de ellos toman el
lugar parental para ayudarlos hasta la edad adulta. En verdad, el sentimiento ampliamente
extendido que los padres deben sacrificar sus propios placeres y comodidades para sus hijos y
su educación es una de las ideas fundamentales sobre las cuales se apoya la sociedad humana.
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Pero, ¿cuál es la actitud de la progenitura hacia los padres? Evidentemente, ellas
varían según el caso. Ciertos niños desafían a sus padres; algunos experimentan un cariño
parental insuficiente. La mayoría de los niños, no obstante, están agradecidos, aunque algunos
estén corrompidos por demasiada atención e indulgencia.
Los padres dan y los niños toman. No se comprende el sufrimiento de los padres hasta
que uno tiene sus propios hijos. Aunque los niños olvidan a veces que son seres humanos con
necesidades y deseos propios, los padres aceptan sacrificar muchas cosas por sus hijos. Pero
los jóvenes no comprenden a menudo su deuda, hasta que ellos mismos lloran y atendiendo a
sus propios hijos enfermos ruegan para que les sea permitido a ellos tomar el lugar de su hijo
amenazado de muerte. Tristemente, a veces los niños no conciben la verdadera abnegación
filial hasta que es demasiado tarde y sus padres ya no están vivos. Según el célebre filósofo
taoísta Tchouang - Tseu (alrededor del 300 antes de Cristo), es fácil para los niños mostrar el
amor filial a través del respeto y difícil para ellos hacerlo a través del amor. Esto quiere decir
que los niños son incapaces de un amor proporcional al de sus padres.
Pero, como los filósofos orientales han puesto en evidencia, las personas que no
pueden manifestar el afecto y amor filial son incapaces de vivir felices en la sociedad humana.
Dicho de otra manera, si una persona no se da cuenta del amor y el afecto que le es dado por
sus padres, será incapaz de darse cuenta del amor y afecto de los unos hacia los otros. Ella
tomará siempre y jamás dará nada. Ella no se fundirá jamás en la sociedad. Los jóvenes de hoy
en día, que insisten sobre sus derechos e ignoran sus responsabilidades, se dirigen hacia este
estado.
Por otro lado, una persona que comprende el amor y el afecto de sus padres, lo
comparte con ellos y lo entrega más fuerte, estará agradecida por la presencia de otras
personas en torno ella y de la Sociedad en su totalidad. Así como ya he dicho y redicho, el
sentido social, es una característica del ser humano. Una persona que manifiesta el amor filial
llega a comprender esto muy rápido. En resumen, el reconocimiento afectuoso hacia sus
padres y sus acciones, pone de manifiesto que la gratitud es una llave importante para vivir en
grupo, forma que distingue ser humano.
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jamás algo que sus padres pudieran encontrar inadmisible. Las personas que quieren avanzar
en el kárate deben tener tanto la aceptación como el apoyo de sus padres.
En la época Han (del siglo 3º antes de Cristo, al siglo 3º después de Cristo) el “Clásico
de la piedad filial”, dice que uno que ama a sus padres no hará mal a nadie y uno que respeta a
sus padres no despreciará a nadie. Él dice también que una persona que da prueba de amor
filial será fiel a su soberano. El Hsiao–hsueh, que compila bajo las directrices del gran filósofo
neo-Confuciano de la época de Sung, Chu Hsi (1130 – 1200), dice que una persona que respeta
y ama a sus padres tendrá siempre sabiduría. Una persona que es siempre sabia estará
siempre alegre y una persona que está siempre alegre será siempre bella.
Ciertos alumnos cuestionan la relación entre el amor filial y el kárate y solicitan que yo
solamente les enseñe las técnicas del kárate y que les deje a ellos mismos ocuparse de la
moral y de la filosofía. Yo respondo siempre que el camino del kárate es el camino del amor
filial, de la cortesía y del orden social. Sin estas cosas, los intentos de perfeccionar en primer
lugar las técnicas y los golpes no tienen sentido. Sin una moral así, las artes marciales
conducen solamente a la violencia, al desorden social y a la miseria.
Los escritos clásicos chinos dan excelentes consejos sobre la manera efectiva de
mostrar el respeto y la abnegación a los padres. Por ejemplo, el Hsiao - Hsueh dice que no
deba alejarse demasiado del lugar de residencia de los padres, y si un viaje es inevitable, los
padres deben conocer el destino. “El libro de los ritos” dice que debe asumirse que los padres
tienen calor en el invierno y frescura durante el verano, y que se debe preocupar cada mañana
de su salud. La misma fuente nos aconseja proporcionar música placentera a los padres
enfermos. Mencius nos enseña que la dedicación y la preocupación por los padres son deberes
de la vida y añade que, si los padres no deben decidir siempre lo que es bueno para sus hijos,
es todavía peor para los hijos intentar enseñar a sus padres lo que está bien. Los comentarios
Kuliang sobre los anales de la primavera y del otoño insisten sobre el hecho de que es bueno
hablar de los méritos, pero no de las faltas de los padres. Pueden darse un gran número de
ejemplos de esta clase, pero el punto más importante de todos es que la preocupación y el
interés por los padres a lo largo de toda la vida son deberes humanos evidentes. Aparte de
asegurarles un confort psíquico y seguridad, el hijo debe luchar para convertirse en la clase de
persona cuyos padres puedan estar orgullosos y darles nietos para continuar la raza y tal vez
colmar las aspiraciones de los abuelos.
El “Libro de los ritos” hace una lista de deberes de los hijos hacia los padres, siguiendo
un orden significativo: el respeto, no hacer nada para traer la vergüenza sobre ellos y
finalmente, el confort psíquico y la seguridad. Es interesante destacar que el confort psíquico y
la seguridad viene después de la preocupación por el honor de los padres. De manera
deplorable, ciertos jóvenes de hoy en día, particularmente los que son engañados por
organizaciones terroristas, como la infame Armada Roja Japonesa, realizan actos tan
vergonzosos que algunos padres se han suicidado por no poder soportar la ignominia arrojada
sobre ellos por parte de sus descendientes. De todas maneras, los hijos deben de ser honestos
con sus padres, honestos con la sociedad y finalmente honestos consigo mismos, y de esta
manera, volverse miembros dignos de la comunidad que, por su conducta loable, reflejen las
altas normas morales de la educación que sus padres les han dado.
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pone sobre la creencia espiritual y mental, así como sobre la madurez. Mientras que un
aprendiz se vuelve más fuerte y más hábil técnicamente, desarrolla también una confianza en
sí mismo, que transforma sus relaciones personales. En muchas ocasiones, los padres han
dicho que sus hijos, antaño delincuentes, se han vuelto ciudadanos eminentes o afectivos
después del entrenamiento en el kárate. Yo considero esto como prueba de la contribución
importante que el kárate Kyokushinkai aporta al amejoramiento de la sociedad. Así como ya
he dicho, el amor filial es una de las exigencias que he formulado para aceptar personas como
aprendices en kárate Kyokushin.
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VII – La razón de combatir
Por otro lado, las victorias, consecuentemente, traen a veces críticas inesperadas. Mi
verdadera fuerza en el kárate ha sido criticada por las otras escuelas de kárate durante estos
últimos años. Por ejemplo, en la época del primer campeonato mundial, yo decidí realizar las
competiciones en la sala de artes marciales (Budo - Kan) de Tokio, porque ésta era la única, de
entre todas las innumerables disponibles, capaz de acoger a más de 10.000 espectadores que
nosotros sabíamos estaban dispuestos a asistir a las competiciones. En una ocasión, nosotros
habíamos tenido las competiciones en un gimnasio municipal con una capacidad de 1.300
personas. Éste se llenó, y alrededor de 5.000 personas fueron rechazadas en la puerta, por
falta de espacio.
Se nos informó, sin embargo, que el Budo-Kan no nos había sido alquilado. Yo me
apresuré a encontrar la razón y me enteré por parte de un joven empleado de alrededor de 30
años que el Budo-Kan había rechazado nuestra solicitud porque ellos pensaban que el kárate
Kyokusnikai no estaba verdaderamente legitimado. Cuando le pregunté al joven hombre qué
justificación tenía para esto, me dijo que el número de seguidores de una escuela de kárate
determina su legitimidad. El añadió que consideraba una determinada escuela como
verdaderamente legítima y se molestó cuando yo le hice la observación de que la asistencia
más grande que esa escuela podía convocar en los torneos del campeonato era alrededor de
3.000 personas, mientras que el kárate Kyokushin podía atraer más de 10.000 personas.
Viendo que el número de seguidores no podía justificar el rechazo del Budo-Kan, él me dijo
que ellos no podían alquilar la sala porque la sangre era derramada durante nuestros torneos.
Pero la sangre corría también en los combates de boxeo que el Budo-Kan no había jamás
vacilado a acoger.
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Más tarde se pudo comprobar que un dirigente poderoso de otra asociación de kárate
estaba detrás de este incidente. Algunos años antes, se nos había ofrecido una gran ayuda
financiera si nuestra organización se hacía miembro de esta asociación. Pero yo rehusé porque
sabía que volverse miembro de una asociación así limitaría nuestra búsqueda del kárate y
porque sentí que recibir dinero nos pondría en una categoría profesional. Yo pensaba que los
verdaderos adeptos a las artes marciales deberían quedarse amateurs.
El coraje es la llave de una resistencia así. El miedo a perder provoca las mayores
pérdidas, pero la pérdida del coraje es equivalente a la perdida de uno mismo.
Pero cerca de nosotros hay varias escuelas de kárate, todas independientes las unas de
las otras y todas rivales. Además, esto debe ser así. Yo estoy en contra de la unificación de
todas las organizaciones de kárate de la nación. Fue la rivalidad entre las dos principales
escuelas de judo, Kudokan, famosa por su habilidad en los lanzamientos y Butokukai, conocida
por la excelencia de sus técnicas de apresamiento lo que animó este arte marcial en Japón
antes de la segunda guerra mundial. En el período siguiente a la guerra, las dos organizaciones
se fusionaron y esto las llevó a un declive rápido.
Cuando en las artes marciales faltan adversarios para una lucha a muerte, degeneran
en algo parecido más bien a la danza. La política, en lugar de la verdadera fuerza, logra reinar
en el Dojo. Algo que carece de fuerza vital es vencido, y algo que es vencido, es destruido. Las
artes marciales están destinadas a patrocinar la victoria. Sin embargo, ellas necesitan rivalidad.
Pero poco importa la fuerza del adversario, lo justo vencerá siempre. Yo estoy
convencido de ello. En consecuencia, el kárate debe de ser solamente un arte marcial. Los
seres humanos dignos de serlo deben aceptar desafiar la perversidad con la justicia, incluso
hasta la muerte, si es necesario. Sin la aceptación de erguirse por la justicia de esta manera,
¿qué vale la vida? Una persona con un fuerte sentido de la justicia será comprendida tarde o
temprano por otras personas del mismo calibre. Una persona que cree en su propia justicia
tiene un coraje para luchar que sobrepasa la cuestión de la vida o la muerte. Es por lo que yo
insisto que lo justo vencerá siempre.
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Es posible que los seres humanos puedan volverse totalmente puros. Tan severa como
sea la práctica ascética donde la restricción de la dieta que una persona sigue, algo de comida
de un género u otro debe ser tomada para sostener la vida. La muerte conduce a un tipo de
pureza, pero precipitarla apenas puede ser llamado moral. Por esta razón, nosotros debemos
permitirnos las necesidades aceptadas en las leyes habituales del comportamiento moral:
comer convenientemente, abrigo y vestidos y la compañía de una esposa. Renunciar a esto
significa que la persona no es normal o desea ser deificada. Los seres humanos deben respetar
a los dioses, siendo conscientes de que no pueden igualarles. Confucio ha enseñado que una
persona que tiene suficiente comida y vestidos, comprende la cortesía. Pero esto no implica
que se debe buscar la comida y los vestidos para ellos mismos. Una persona siguiendo el
camino puede conocer el significado de la cortesía incluso no teniendo suficiente comida y
vestidos. Lo importante en circunstancias normales, es participar en las cosas necesarias de la
vida, dedicándose uno mismo al bienestar de los otros y de la sociedad entera. Es propio del
confucionismo ver las condiciones reales de la vida humana apoyando al mismo tiempo un
idealismo elevado y perfeccionado, que, de hecho, yo creo es la filosofía más eminente que el
hombre conoció.
La experiencia es otra buena razón para luchar y combatir. Durante mi juventud, en los
Estados Unidos y en otras partes del mundo, yo tomé parte en muchas manifestaciones que,
aun diferentes de la lucha por la vida, eran, sin embargo, peligrosas. Mi objetivo en actuar así,
era presentar las artes marciales a tantas personas como fuera posible. Yo era muy serio, pero
como todas estas manifestaciones no tenían impuesta la necesidad desesperada de justicia
que debería haber sido pedida, yo luché contra personas perversas listas para atentar contra
mi vida. Por otro lado, aunque estas competiciones no habían sido de hecho más que
comparaciones de habilidad y fuerza, yo podía haber sido gravemente herido o incluso
muerto.
Tal vez debería yo estar incomodado por haber arriesgado mi vida o mis miembros en
una tentativa sin gran importancia, pero, en esta época, habiendo dado mi intenso ardor por el
kárate y la reputación mundial de los japoneses, yo no tenía otra elección. Y yo creo que todas
las personas decididas a seguir el camino de las artes marciales deben tener una experiencia
de esta clase. Aunque la ley prohíbe el combate peligroso, un hombre no puede conocer la
verdadera peligrosidad de las artes marciales mientras él no haya tenido esta experiencia. Esto
que yo digo no se aplica a las personas ordinarias, pero los adeptos a las artes marciales que
no han luchado de esta manera no pueden pretender haber utilizado las artes marciales con el
objetivo que ellos se proponían.
Yo comprendo plenamente que esto que yo digo, va contra los buenos sentimientos de
las personas ordinarias, que viven una vida apacible, pero las artes marciales son
fundamentalmente militares. Ellas luchan por la paz última, pero hacen esto por medio de la
fuerza marcial y de las técnicas. Por esta razón, ellos ven como normal las luchas a muerte. A
los que argumentan que el mundo está en paz y por ello no es necesario la fuerza y las técnicas
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marciales, yo respondo: “mirad un mapa del mundo y contad los numerosos lugares donde las
operaciones de guerra se desarrollan en este mismo minuto”.
Sin embargo, aunque incluso en tiempos de una paz perfecta, nadie conoce cuándo
una guerra va a empezar, una preparación militar continua, es esencial. Esto quiere decir que
las personas ordinarias, así como los seguidores de las artes marciales, deben aprender las
técnicas de lucha. Por esto se necesitan instructores. Estos instructores deben tener una
verdadera experiencia en el combate, que ellos deben practicar con sus alumnos. Acumular
esta experiencia implica el peligro de una herida, e incluso de una minusvalía, pero éstas son
las cosas que no se pueden dominar solamente con una base teórica. Para merecer el nombre
de adepto a las artes marciales, una persona debe encontrar y superar el verdadero peligro.
La última cosa que se gana en las batallas sobre la línea de demarcación entre la vida y
la muerte es la justicia, la cortesía y el camino. El conocimiento de estas cosas proporciona una
victoria segura. En comparación, el dinero y la fama son insignificantes.
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VIII – El kárate y el Zen
El mundo entero reconoce ahora al kárate como el más potente de todas las artes
marciales. Yo he probado muchas veces que esto es verdad, en los combates victoriosos con
los principales representantes de otras escuelas de combate de muchos países. Se puede ver
una prueba más en el hecho de que yo pude romper los cuernos de un toro furioso con mis
manos desnudas. Para cumplir esta hazaña, debo estar en una condición extrema en términos
de velocidad, vigor y fuerza psicológica. Otras personas que han visto lo que podía hacer y que
han observado la innegable fuerza de muchos de los instructores de kárate, entrenados en
Japón y enviados al extranjero, han sido atraídos hacia este arte marcial asombroso. Una fama
mundial del kárate fue el resultado.
La fuerza del kárate no puede ser negada. Todos los cuerpos pasan a ser un arma
capaz de cosas que parecen imposibles a los no iniciados. Pero la fuerza no es todo en el
kárate. La potencia no es más que una parte, la punta del iceberg, de la profundidad ilimitada y
de la elevación del kárate.
Algunas filosofías y algunos sacerdotes han cometido un gran error poniendo delante
la idea de que el Zen es una enseñanza oscura, difícil e inaccesible a todos, salvo a los sabios. El
Zen existe alrededor de nosotros y en nosotros. Su verdadera grandeza es su accesibilidad. El
Zen es la completa unificación del cuerpo, de las intenciones y del espíritu. Esta unificación es
el único camino hacia la perfección humana y hacia la armonía con el universo. Esto es el Zen.
Un episodio de la vida del gran maestro japonés en la espada Yamaoka Tesshu, que
vivió en la primera mitad del siglo XIX, ilustra mis palabras. Tesshu, era famoso tanto por su
destreza con la espada como por su conocimiento del Zen. Un día, un funcionario
gubernamental de alto rango le llamó para aprender Zen. Él había leído mucho sobre el tema,
pero deseaba escuchar algunas enseñanzas de la boca del gran maestro. Tesshu, intentó
convencerle de ir a otra parte, pero el funcionario insistió. Finalmente, Tesshu aceptó.
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Tesshu le acompañó al salón y le dijo: “¿Qué piensas tú de mi Zen? Tú has visto cuánto he
estado totalmente absorbido por mi espada. Tú has leído mucho, pero el Zen no es algo que se
pueda aprender en los libros”.
Más tarde, Tesshu predijo exactamente la hora de su propia muerte. Cuando la hora se
estaba aproximando, él tomó la posición utilizada para la meditación Zen sentada y, hablando
y riendo con sus amigos y conocidos, murió apaciblemente.
El estado Zen de absorción no está limitado a las artes marciales, sino que puede
extenderse a todos los ámbitos del esfuerzo humano, incluido al arte. Una vez, hace mucho
tiempo, en el reino chino de Su, vivía un pintor que era tan famoso y tan hábil, que cada niño
pequeño sabía quién era él. Un día, el rey, llamó a uno de sus vasallos y le dijo: “llama al pintor
a palacio. Quiero ver qué clase de trabajo puede hacer un hombre tan famoso”. El vasallo hizo
como se le había ordenado, y, cuando el pintor apareció delante del rey, que le ordenó pintar
algo, él pidió un lugar tranquilo para trabajar. El rey le dio una habitación aislada, y el pintor
comenzó a manosear su pincel.
En esta época, la pintura china, estaba limitada a algunas categorías, tales como el
paisaje, que requerían una gran habilidad, pero no mucho tiempo. El pintor se quedó en la
habitación una semana, después dos semanas, y finalmente treinta días, sin producir nada.
El rey, curioso, volvió a la habitación del pintor y, quedándose delante de él, le dijo:
“¿Por qué te toma tanto tiempo?” El pintor no se volvió, ni respondió. Su silencio, irritó al
ayudante del rey, que quiso hacer azotar al artista insolente. Pero el rey, que era más
indulgente y generoso dijo: “Esperemos a ver lo que pinta. El castigo, si es necesario, puede
infligirse más tarde igual que ahora”.
Cuando pasaron 10 días, el pintor dijo al vasallo: “He aquí mi pintura, muéstrala a su
majestad”. La pintura no era un paisaje, sino la representación de un tigre. Cuando el rey la
vio, se asombró por su potencia y veracidad. “Ésta es la pintura más perfecta que yo he visto
jamás”, exclamó el rey, “El tigre está vivo. Pero dime, cuándo te hablé antes, ¿por qué te
quedaste callado? ¿Algo te desagradaba?”
El pintor replicó: “No, majestad, verá usted, cuando yo pinto algo, me convierto en la
cosa que yo estoy intentando pintar. En ese momento, yo era el tigre que usted ve sobre el
cuadro, y los tigres no comprenden ni hablan el lenguaje humano”. El rey comprendió y se
volvió amigo suyo para toda la vida y alumno del pintor. Esta anécdota revela los poderes
místicos que una persona que está mentalmente unificada en el estado Zen de absorción
puede alcanzar. Otros ejemplos pueden ser tomados de otra parte.
El pintor japonés Nagasawa Rosetsu (1755 – 1799) alumno de Matuyama Okyo (1733
– 1745), se identificaba completamente con el objeto que él pintaba. Un día, un amigo vino a
hacerle una visita. Del exterior, él vio sobre el fino papel blanco de la mampara de la ventana
la sombra de un águila. Cuando hizo deslizar la mampara, vio a Rosetsu en la habitación
trabajando. Lo interesante, es que Rosetsu pintaba en ese momento un águila.
Un pintor chino llamado Yü Kio era conocido por tomar una forma parecida a la de un
flexible y elegante bambú cuando él pintaba esta planta. El célebre calígrafo japonés
Nakabayashi Gochiku (1827 – 1913) estuvo durante mucho tiempo descontento de su toque.
Él se sumergía en sus esfuerzos, pero aparentemente no de buena manera, ya que todos los
caracteres que trazaba se le juntaban. Más tarde, aprendió que debía concentrarse e
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identificarse con ellos. Cuando comprendió esto, todos sus caracteres llegaron a producir
disposiciones del espíritu conformes con su significado. Su versión del carácter para la
primavera evoca el calor, la elegancia y la dulzura de esta estación. Su carácter para la palabra
dios inspira una profunda reverencia al que lo observa.
Pero al día siguiente, decidió volver sobre la escena de su aventura para ver qué clase
de tigre había matado. Tan atentamente como él buscó, no encontró ninguna bestia muerta.
Finalmente, se volvió para irse y vio que su flecha había penetrado en una gran piedra. Su
concentración había sido tan intensa que había sido dotado del poder asombroso de clavar
una flecha en la roca. Esta anécdota es la base de un proverbio que dice que un pensamiento
concentrado puede atravesar una piedra. Este proverbio ha sido muy popular de una punta a
otra de oriente durante muchos siglos.
Una vida de concentración y de unificación mental produce unos efectos que, incluso
la propia persona implicada, no puede comprender en un primer momento. Yo me acuerdo
que, una vez, uno de mis alumnos dio una paliza a unos bribones porque ellos molestaban a un
hombre viejo que tenía un tenderete de tallarines. Aunque yo participé en muchas
competiciones de diferentes clases, pues me he consagrado al kárate para toda la vida, no he
aprobado jamás las peleas en la calle y he prohibido a mis alumnos tomar parte en tales
escaramuzas. En castigo por su desobediencia, yo prohibí temporalmente a este joven hombre
venir al Dojo. Pero las cosas no acaban aquí. Los golfos y su banda presuponían que yo le
protegía. Un día, cuando yo iba por la calle, cinco o seis de ellos aparecieron delante de mí
decididos a provocar problemas. Yo, simplemente, me adelanté y les pregunté a ellos qué
querían. Alarmados por la simple mirada de mis ojos, uno por uno, los bribones
desaparecieron. Comprendí entonces que los largos años de entrenamiento, la lucha a muerte
y el altruismo de la consagración al kárate, las cosas que me han hecho ganar numerosas
competiciones en muchos países, debieron hacer notar en mis ojos un resplandor, que las
personas tales como estos golfos, reconocen sobre el terreno y no pueden soportar. Yo supe
entonces que esta fuerza interior, este kárate de la razón y del espíritu, puede ser aplicado a
todos los aspectos de la vida y que esto me permite vivir sin miedo a nada.
Pero para realizar tales cosas, es esencial una unificación mental. Una unificación así
no pide un templo o un lugar especial para meditar. Ella puede ser alcanzada por todos, en
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todas partes. Se debe solamente entregar enteramente a la actividad del momento, aunque
ésta sea trabajar en la oficina, comer, vender o una cita con su enamorado. La unificación
mental total en todas estas circunstancias significa un entrenamiento Zen constante, todo el
tiempo y en todas partes. El laboratorio para los científicos, la biblioteca para los sabios, el
astillero para los arquitectos, la escena para los actores y el tribunal para los abogados y para
los jueces.
Uno de los numerosos escritores y poetas que yo conozco ha dicho que el trabajo que
es satisfactorio para uno mismo no es jamás el resultado de una intención deliberada, sino que
parece venir en gran medida solo, cuando el autor está sumergido en el proceso creativo. Él ha
dicho que no consideraba su buen trabajo enteramente suyo, y que el trabajo que él producía
únicamente sobre la base de una intención deliberada triunfaba rara vez.
El escrito clásico sobre el tema, el Hagakure, no exagera cuando dice que el camino del
guerrero es el camino hacia el descubrimiento de la muerte. Esto quiere decir que los
guerreros del pasado eran insensibles al orgullo, la fama y la gloria, porque el contacto
habitual con la muerte los mantenía constante y totalmente absorbidos en el mundo de la
espada.
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IX – El control de la respiración y del espíritu
¿Qué es lo que convierte a las técnicas de golpes de puño y pies más fuertes que a las
de todos los otros sistemas de combate? En primer lugar, las técnicas son superiores en sí
mismas. Después, las manos y los pies, las armas del kárate, están entrenadas para ser fuertes
y rápidas. Las patadas y los golpes dirigidos contra blancos hechos de manojos de paja, son
antiguas maneras de fortalecer estas partes del cuerpo. Los boxeadores occidentales que se
entrenan sobre los Punching-ball, tienen los puños más débiles que los karatekas. Al llevar
guantes de boxeo para aumentar la superficie global de sus puños, les debilitan más bien sus
manos. Los huesos de los puños, de los pies, de las articulaciones y de los dedos deben ser
fuertes en los karatekas, porque las patadas y los golpes negligentes sobre los manojos de paja
pueden causar heridas. Pero el entrenamiento sobre manojos de paja puede retardar la
velocidad. Por esta razón, se debe tener cuidado en mantener un cierto nivel de velocidad. El
objetivo es desarrollar golpes y otras técnicas lo suficientemente eficaces para poder romper
cinco o seis tablas, o más de diez tejas, con el puño, triturar las piedras o arrancar los cuernos
de un toro.
El entrenamiento psíquico es una de las explicaciones de la fuerza del kárate, pero otra
explicación igualmente importante es la unificación psicológica. En todas las artes marciales
orientales, y en la mayor parte de los deportes practicados en Japón, se pone el acento sobre
los aspectos mentales y espirituales, sobre la perseverancia y la abnegación. Ciertos jóvenes de
hoy en día afirman que ellos no están interesados por tales cosas y desean que se les enseñe
solamente las técnicas. Esta actitud aparece probablemente porque ellos consideran los
aspectos mentales y espirituales como cosas abstractas. Dicho de otra manera, ellos no han
tenido la experiencia de los efectos que estos aspectos mentales pueden tener sobre el cuerpo
humano. Además, puede que estos jóvenes japoneses vean la enseñanza de los elementos
espirituales como una causa de la inferioridad imaginaria del entrenamiento oriental con
relación a los sistemas de entrenamiento occidentales.
Desde el lejano pasado, los sabios orientales han dicho que el centro mental del ser
humano está situado en la región abdominal. Cuando el centro de la razón se concentra allí, la
persona está en su mejor estado psicológico. Se cree que para fortalecer el espíritu es esencial
fortalecer el abdomen. Hay un ejemplo familiar, simple, de lo que eso significa, prácticamente
hablando. Cuando una persona desea levantar algo pesado, tensa el abdomen. Poniendo
fuerte esta parte del cuerpo, puede ejercer una fuerza mayor. La palabra japonesa para la
parte abdominal hipogástrica de la que hablamos, que es extremadamente importante para la
unificación mental y para la fuerza general del cuerpo es Tanden. El Tanden, es el centro de
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gravedad del cuerpo, los brazos y las piernas se mueven alrededor de él. Y en condiciones
ideales, toda la fuerza ejercida por el cuerpo viene de allí.
Los sistemas basados en esta filosofía suprimen las dualidades y las contradicciones.
Los seres humanos que han unificado su cuerpo y su espíritu no sienten ninguna diferencia
entre ellos mismos y el mundo exterior o entre el espíritu y la materia física. En resumen,
entrenar el espíritu pide entrenar también el cuerpo. Desgraciadamente, demasiados filósofos
orientales contemporáneos estudian y aprenden las doctrinas del Tao de Shakyamuni (el Buda
histórico) y de Bodhidharma (un gran misionero y patriarca budista) sin prestar atención al
entrenamiento físico que todos estos hombres y filósofos preconizaban. El hecho de no tener
en cuenta los dos aspectos de estas Filosofías pueden ser en parte responsable de los males
del hombre moderno.
En tanto que los sistemas de entrenamiento, las antiguas enseñanzas orientales han
alcanzado su formulación ideal en los sistemas de entrenamiento en el kárate, especialmente
en el del kárate Kyokhusin, el control de la respiración, los métodos importantes de unificación
espiritual y física, han sido durante mucho tiempo enseñados por el Yoga, el Tao, el Zen y las
otras sectas budistas.
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humano, ella ha motivado también los hábitos de respiración contra - natura, pues, cuando
alguien está fatigado, se inclina inmediatamente hacia delante. Esto reduce mucho la amplitud
de la respiración. Hace tres o cuatro mil años, el yoga concibió su sistema de respiración
profundo abdominal para compensar el defecto estructural que el hombre ha heredado en
contrapartida de su capacidad de mantenerse erguido y caminar de pie. Además, así como ya
ha sido dicho, este sistema fortifica el Tanden, induce la tranquilidad mental, estimulando los
nervios vagos (neumogástricos).
Como los métodos utilizados en el Zen, el Tao y el Yoga, todos los tipos de respiración
en el kárate implican al abdomen. Todos estos métodos fortalecen el Tanden para el beneficio
de la fuerza y la velocidad en los puñetazos y en las patadas. Cuando el Tanden está en buen
estado, el espíritu y el cuerpo están unificados, y tanto el cuerpo como la voluntad, son
fuertes.
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Los antiguos guerreros japoneses encontraban en el budismo Zen, importado de China
en el siglo XII, una religión que les enseñaba la confianza en sus propias fuerzas y les aportaba
algo absoluto, les volvía capaces de manifestar un gran coraje y de plantar cara a la muerte sin
lamentos. Según mi opinión, el entrenamiento de la manera marcial es un atajo hacia el último
estado Zen de iluminación.
Se dice que Budhidharma pasó nueve años practicando la meditación sentada. Esta es
una manera contra - natura y malsana de vivir. Es, sin embargo, muy significativo que, además
de la meditación sentada, él enseñaba un régimen de entrenamiento activo. Parece cierto que
preconizó las técnicas de lucha sin armas, para la autoprotección y el ejercicio. No es
conveniente para un religioso utilizar algún arma cualquiera que ésta sea, pero la protección,
el ejercicio y el trabajo, son esenciales para el bienestar. Sin embargo, con el paso del tiempo,
el Zen chino se ha alejado del entrenamiento en combate sin armas para apoyarse únicamente
en la meditación sentada o sobre los diálogos que recurren a lo que se llama el Koan, el
sistema de control de la respiración de la meditación Zen, muy precioso para el desarrollo de la
concentración mental. A propósito, largos períodos de lectura sentada de Sutras en voz alta,
actúan como ejercicios de control de la respiración. Utilizamos alguna cosa semejante, a
sabiendas, en los Dojos. Antes de cada sesión de entrenamiento, cada uno toma la posición
utilizada en la meditación Zen sentada y recita los preceptos del Dojo.
Los guerreros del camino marcial japonés adoptaron los sistemas de cultura psíquica y
Espiritual del Budismo Zen, pero ellos volvieron su mirada hacia el confucionismo por las
indicaciones en materia de cortesía y fidelidad a su soberano. Dicho de otra manera, en la
práctica religiosa, el entrenamiento psíquico y las posturas de lucha, el Zen era su guía, pero
ellos seguían los preceptos de Confucio en las relaciones sociales. Yo pienso que esto es
correcto. Si el confucionismo es tomado en defecto de la falta de técnicas de entrenamiento
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psíquico, el Zen se equivoca hoy, porque preconiza una vida de reclusión en templos solitarios.
Nosotros debemos de utilizar el Zen para el entrenamiento, sin retirarnos de la sociedad y
debemos seguir a Confucio para ayudarnos a vivir en sociedad de la mejor manera posible.
La mayor parte de las filosofías orientales adoptan la idea según la cual el espíritu y el
cuerpo son uno, y la educación de los dos debe hacerse simultáneamente. Éste es el
significado del control de la respiración, del fortalecimiento del Tanden y de la concentración
de la conciencia en el Tanden. Cuando se consigue esto, uno puede aceptar todas las cosas
para lo que ellas son. Las dualidades y las contradicciones dejan de existir. Derivar a este
estado psíquico y mental, es una parte del objetivo del kárate.
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X – El amor y el matrimonio
La mujer es al mismo tiempo la alegría más grande del hombre y su pena más grande.
Las mujeres dan al hombre la fuerza, la razón de vivir y de continuar luchando. Ellas dan
dulzura a la vida. Se dice que muchos hombres han muerto en batalla con la palabra “mamá”
en sus labios. Los hombres se pavonean y se alaban, pero esto no prueba que ellos son más
fuertes que las mujeres. En verdad, la mujer tiene un poder bastante grande para envolver la
fuerza y la actividad del hombre. La esposa se queda tranquilamente en casa, el esposo vuelve
cada día, después de todos sus contactos con el mundo del trabajo. Tal vez ningún otro animal
es tan fiel a su compañera. La mayor parte de los maridos se dan cuenta de que, sin que ellos
hayan sido conscientes del proceso, finalmente se encuentra bajo la influencia de su esposa.
Las mujeres son particularmente poderosas una vez que ellas han tenido niños.
El hombre encuentra habitualmente tres tipos de mujeres: las madres, las esposas y las
seductoras que son solamente un objeto de deseo sexual. La manera en la cual el hombre
reacciona a estas mujeres es uno de los elementos más importantes de su vida.
Las madres dan menos problemas que las otras dos. Los niños deben mostrarse
respetuosos hacia su madre, y el hombre cuya madre vive bastante tiempo para cuidarle y
preocuparse por él es muy afortunado. Pero la manera como el hombre se las arregla con
esposas y mujeres en calidad de objetos de deseo sexual determinan a menudo su éxito o su
fracaso. Particularmente, el hombre no debe dejarse subyugar por una mujer de la tercera
categoría. Idealmente, un hombre debe mirar a todas las mujeres, a parte de su esposa y su
madre, como hermanas. Pero la mayor parte de los hombreas no están a la altura en esta
tarea.
Yo conozco algunas personas que están muy poco influidas por el comportamiento
sexual y para las cuales esto que voy a decir en este capítulo no es importante. Tal vez estos
hombres son afortunados, pero la mayoría de nosotros encuentra a las mujeres tentadoras.
Para comprender esto que yo quiero decir, es suficiente mirar las sonrisas tontas sobre las
caras de los hombres que miran a una bella mujer andando por la calle. El problema es que la
mayor parte de nosotros no llegamos a sacudirnos la idiotez, y yo creo que algunos hombres
célebres, como Napoleón o el soberano militar japonés Toyotomi Hideyoshi no eran diferentes
a los otros a este respecto.
Hay mujeres que piensan que el deseo que los hombres sienten por ellas es impuro.
Ellas se equivocan. Tales deseos son una gran fuente de incitación y de actividad. Sin este
deseo, la mujer no sería mujer. Es inevitable que, en el transcurso de la vida, un hombre ame a
una o dos mujeres. Esto es normal, pero enamorarse no debe jamás ser el objeto principal del
hombre.
Amad a las mujeres, pero no dejéis que os controlen. Ningún hombre debería permitir
dejarse dominar por una mujer. Permitir esto quiere decir que el hombre está demasiado
unido a la casa y a la familia. Los hombres no deben buscar una paz y una seguridad de esta
clase. Un hombre debe buscar la aventura, debe disciplinarse y entrenar, debe combatir y
explorar. Él debe fijarse un objetivo y vivir para alcanzarlo. El hombre que se deja atrapar en
los deberes de un buen marido y padre acaba por perder el respeto de su esposa y de sus
hijos.
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Se dice a veces que el principal problema de las jóvenes generaciones actuales es la
manera en la cual han sido educados. Sus padres, que han sido educados durante la segunda
guerra Mundial, han perdido todos los puntos de referencia espiritual durante esta época
turbia. Al volverse excesivamente acostumbrados a la vida interior, ellos han echado a perder a
sus propios hijos. Como resultado, ellos han perdido toda pretensión de autoridad a los ojos de
sus hijos.
Yo creo que esto es muy triste. ¿Por qué los padres japoneses han debido ser vencidos
en el plano personal a causa de la derrota de su nación en la guerra? Ellos habrían podido
encontrar algo de nuevo para servirles de aspiración y de inspiración, entonces habrían podido
ir hacia delante hacia la realización de sus sueños. En el primer período después de la guerra,
la palabra frustración era muy utilizada. Esto fue un error. La palabra debería haber sido
evitada, así como el excesivo apresuramiento a tomar la actitud del vencido. El Japón no habría
debido abandonar a causa de la derrota.
Más tarde, el país entró en un periodo de desarrollo económico muy rápido e importó
muchas cosas de la cultura occidental. Yo no considero esto una verdadera recuperación
económica, ya que, en esta precipitación por copiar a los otros países, el Japón ha perdido su
Alma.
Después de haber vivido muchos meses con mi amiga, me fui a las montañas para
entrenarme en kárate; yo no volví a verla durante siete años, y no le envié ni siquiera una
tarjeta postal. Durante este tiempo, me fui a entrenar para proseguir mi carrera de karateka.
Cuando yo hube partido, ella dio a luz un niño. Dado que ella no tenía dinero y no podía llamar
a su familia, ella no tuvo la asistencia de una comadrona. Ella pensaba siempre que yo un día
volvería de nuevo.
Ella se convirtió en mi esposa, y yo sabía que ella era la persona ideal para mí. Pienso
que la imagen ideal de un hombre es la del aventurero errante, mientras que la imagen ideal
de una mujer es la de la esposa virtuosa, paciente, esperando, incluso hasta los ochenta años y
hasta que su cabeza esté coronada de cabellos blancos, el retorno del aventurero errante. Mi
ideal de mujer es Solveg Du Peer Gynt.
La sexualidad libre está muy en boga entre los jóvenes actuales. A menudo he hablado
con mis alumnos, que están la mayor parte a su favor, hasta que les pregunto si ellos prefieren
casarse con una virgen o con una mujer que ha practicado el amor libre con algunos hombres.
La mayor parte prefieren una virgen. Pero no es razonable preconizar la sexualidad libre para sí
y pedir que las mujeres sean virtuosas.
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Si la sexualidad no está acompañada por unas profundas relaciones humanas,
personales y emocionales, ello se sitúa solamente a un paso de la masturbación. Ya que la
sexualidad debe comprender el profundo teatro de la vida humana para tener un significado,
ella debe limitarse a una sola pareja. Ella no debe ser jamás un acto en el cual se cambia de
pareja tan banalmente como se desea.
En el acto sexual, cada persona muestra sus secretos psíquicos y sus deseos, su
debilidad más grande, a su pareja. Por esta razón, la relación ideal entre un hombre y una
mujer es una relación en la cual ellos se conocen bien y se respetan el uno al otro
profundamente. Los verdaderos amores nacen de tales relaciones. Una historia romántica es
dolorosamente importante porque esta persona, y solamente ella, es la única en el mundo que
le conviene.
El hombre que gana por esposa la mujer que piensa, es la única buena para él, es
afortunado. Pero, aunque un hombre pueda pensar que una mujer es la única que a él le
conviene, ella puede no compartir sus sentimientos. Muchos jóvenes tienen el corazón roto
porque no fueron capaces de ganarse a la muchacha que les convenía.
Esto llega porque ellos ponen el listón muy alto. Ellos intentan obtener muchachas que
merecen algo mejor que ellos. Pero es bueno para un hombre ser rechazado dos o tres veces.
Eso le muestra sus faltas y su debilidad y le ayuda a mejorar para ser digno finalmente de la
mujer apropiada cuando ella aparezca. La llegada del amor es un manantial que ayuda al
hombre a progresar en el camino que ha elegido. Los esfuerzos hechos en este camino
desarrollan tarde o temprano una personalidad atractiva, ganadora. Luego, sin tener
necesidad de elogiarse o de darse en espectáculo, las características atractivas de la persona se
manifiestan naturalmente. Dicho de otra manera, los esfuerzos en la buena dirección ponen a
la luz el verdadero valor del hombre, así como el de una mujer. El hombre que ha perdido el
amor se encuentra rodeado de admiradoras, entre las cuales podrá elegir como esposa a la
que le comprenderá y ayudará a seguir su camino.
Una esposa debe ser virtuosa. Ella debe ser una buena madre, ya que el 90% de la
educación de los niños se recibe a través de la madre. Una esposa debe unirse en cuerpo y
alma con su esposo. La mujer del General Maresuk Nogi, un gran mujeriego de Japón, le
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perdonó sus coqueteos y le siguió hasta la muerte cuando él se suicidó tras morir su amo, el
Emperador Meiji. La esposa del general Masaharu Honma, juzgada y ejecutada por la infamia
cometida a Bataan, dijo que, si ella volviera a nacer, desearía casarse con el mismo hombre de
nuevo. Todo hombre desearía tener una esposa tan leal. Y todo hombre querría tener una
mujer que quisiera casarse una segunda vez si ella volviera a nacer.
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XI – Dar al dinero su justo valor
Yo practiqué el kárate en un parking vacío donde los niños del vecindario y las amas de
casa venían para observarme: “Oyama que puede romper los cuernos de los toros”. Cada día,
una o dos personas me pedían que les aceptara como alumnos, pero yo rehusé siempre. Yo
respondía que me entrenaba e intentaba desarrollarme a mi manera, por mí mismo, y que no
quería ser un profesor. El gran maestro en la espada Miyamoto Musashi tuvo solamente dos o
tres alumnos durante su vida.
Pero los jóvenes que observaban mi entrenamiento eran obstinados. Algunos decían
que ellos estarían contentos si les permitía solamente mirar e imitar lo que yo hacía. Viendo su
celo, comprendí que no podía negarme. Sin darme cuenta, estaba a la cabeza de una especie
de Dojo, aunque se podía apenas llamar Dojo, ya que entrenábamos en un parking vacío cerca
de mi casa.
Los profesores de artes marciales del pasado no han hecho jamás un asunto comercial
de lo que hacían. Ellos seleccionaban celosamente a los alumnos que aceptaban, y tenían
cuidado, antes de aceptar un pago. Y es verdad que, en los clanes más grandes, ciertos
instructores se enriquecían por los feudos acordados por sus feudales. Pero los profesores que
vivían y trabajaban en las ciudades no concedían ningún pensamiento a la riqueza o a la fama.
Yo estaba decidido a seguir su ejemplo y no tenía la intención de aceptar dinero por las
lecciones de kárate. Pero, como el número de personas que deseaban entrenarse conmigo
había aumentado y el propietario del parking se impacientaba, se volvió esencial encontrar un
lugar para ejercitarse. Se tenía necesidad de una gran habitación con suelo de madera. Se
encontró en la escuela de ballet. Pero, ya que debía pagar el alquiler, acepté a disgusto
permitir a los alumnos soportar este gasto.
Durante los tres decenios pasados, mis intensos esfuerzos han ayudado a la
propagación del kárate a través del mundo. La Federación Internacional de kárate se
constituyó y tenemos actualmente más de 500 Dojos aceptados en 60 Países. Para dirigir esto,
se tiene necesidad de dinero. Por ejemplo, mantener solamente uno de los torneos del
campeonato del mundo de kárate implica un gasto de alrededor de cien millones de Yenes. Es
imposible para un solo karateka encontrar una suma tan importante. Desde luego, que hay
personas que estarían felices de comprar nuestra Asociación de kárate al precio que yo dijera.
Pero hacer esto sería contrario al camino de las artes marciales que yo he decidido seguir.
Durante los treinta últimos años, mi visión del dinero ha cambiado. Hoy, nuestra
organización de kárate se apoya sobre los servicios de un número inmenso de personas. Tanto
tiempo como esto dure, se tendrá necesidad de dinero para administrar esta organización. El
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dinero es una cristalización del trabajo humano. Al mismo tiempo, en calidad de convenio
entre seres humanos, es precioso. Yo trabajo apoyándome en este lema: “El dinero es
precioso, pero no se debe nunca uno atarse a él”.
El dinero no debe jamás ser un objetivo en sí. Es un sustituto abstracto del valor
humano. Él puede ser dado a cambio por cosas que tienen un valor intrínseco, pero no tiene
ningún valor en sí mismo. El camino que se ha elegido seguir es lo importante, el dinero es
solamente un medio. Por esta razón, yo creo que el avaro que atesora el dinero para sí mismo
es una persona extremadamente lastimosa.
Hoy día, todo el trabajo es valorado en términos financieros, pero no debería de ser
así. El hombre que trabaja sincera y seriamente para hacer un buen trabajo estará muy
decepcionado si piensa que sus esfuerzos no son más preciosos que una suma determinada de
dinero. El adepto a las artes marciales que se vende a la riqueza o a la influencia como
guardaespaldas no es más un verdadero adepto a las artes marciales. Yo tengo un amigo que
trabaja en una empresa comercial y que tiene talento para el comercio. Él gana fácilmente la
confianza de las personas con las cuales se pone en contacto. Se dice que la empresa depende
de su talento de gerente, aunque jamás ha terminado sus estudios. En 1947 y en 1948, cuando
mi amigo estaba errante y desarraigado, el presidente de la compañía le encontró, le dio
trabajo y le ayudo a desarrollar su talento.
Un día, mi amigo me llamó para pedirme consejo. Parecía que el índice de crecimiento
de su compañía había asombrado a otra gran empresa que trabajaba en el mismo ramo. Esta
compañía competidora intentaba corromper a mi amigo y echar a perder así este índice de
crecimiento rápido. Un agente se había puesto en contacto, y alguien le había enviado un
cheque de diez millones de yenes a su casa.
“¿Qué debo hacer, Oyama?“, me preguntó él. Tal y como las cosas están, no puedo ni
siquiera pagar mi casa. Pero, si cambio de compañía, ganaré dos veces más y podré comprar
una casa con los diez millones. Aunque, no veo cómo puedo traicionar a M. A. (el presidente
de la compañía en la cual él trabajaba).
Yo le dije que esta oferta podría ser su gran cambio y que el cambio significaba más
dinero para él, pero que, si cambiaba, muchas de las personas que le tenían confianza le
volverían la espalda porque había traicionado a M. A. Añadí que yo sería el primero en no
hablarle más.
Mi amigo inclinó la cabeza, me dio las gracias, y siguió mi consejo. Algunos años más
tarde, M. A. vino a pedir mi opinión con la idea de nombrar a mi viejo amigo presidente. M. A.
que había alcanzado la edad de jubilación, juzgaba bueno dejar de lado a sus propios hijos en
favor de mi amigo. Yo le dije que pensaba que era una idea excelente. Luego, puse las lágrimas
en sus ojos al contarle cómo mi amigo había sido fiel a la compañía a pesar de una gran
tentación. M.A. no tuvo que escuchar nada más. Más tarde, como presidente, mi amigo ha
dirigido la empresa hacia un gran desarrollo, tanto en el país como en el extranjero.
Cada mes, algunos cientos de personas vienen a pedir que se les acepte en nuestro
Dojo, y cada año, numerosos de nuestros aprendices han conquistado cinturones negros.
Recientemente, cada vez más karatekas cinturones negros experimentan el deseo de instalar
sus propios Dojos. Yo normalmente me sorprendo, porque ellos son demasiado jóvenes para
ser maestros de sí mismos, sin hablar de dominar las técnicas del kárate; no creo que estén en
posición de enseñar. No es que les quiera impedir dirigir Dojos. Al contrario, me gustaría ver
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tantos Dojos como fuera posible, tanto en nuestro país como en el extranjero. Yo me molesto
cada vez que tales jóvenes inexpertos pueden presentarse como profesores de algo que ellos
no comprenden. Hasta la edad de treinta y cinco años, yo no dirigí un Dojo. Fueron las
personas impacientes de ser mis alumnos las que me hicieron dar el paso decisivo.
Yo me pregunto qué concepto tienen los jóvenes del kárate y de las artes marciales si,
a los treinta y cinco o treinta y seis años, consiguen el tercer o cuarto Dan, ellos paran de
entrenarse y se instalan para enseñar, volviéndose gordos y perezosos. Yo estoy ahora a la
cabeza de una gran organización, pero no aconsejo a las personas más jóvenes intentar asumir
una responsabilidad similar hasta que hayan, al menos, pasado de los treinta, y,
preferentemente, más tarde. Antes de esta edad, deben continuar concentrándose en su
propio desarrollo psíquico y mental y no acordarse de pensar en la fama, la posición o la
seguridad.
Una cosa así habría sido increíble en el entrenamiento de las artes marciales de
tiempos pasados, cuando era necesario diez o incluso decenas de años para recibir un Dan de
un maestro. Los títulos de capacitación otorgados después de tan largo período no eran, en la
práctica, más que una hoja de papel blanco o algunas normas básicas simples. Esto no indica
una falta de significado último por parte de las artes marciales, sino el hecho de que tal
significado no puede ser expresado por palabras. No es necesario escribirlo: la persona que se
entrena asiduamente durante diez años o más hará de la parte de este último significado lo
más secreto de su ser. No hay lugar en una consagración así para el desarrollo inmediato y
para los títulos entregados con desenvoltura.
Pienso que la pasión por el éxito inmediato forma parte de una tendencia más amplia,
que comprende el interés excesivo por el dinero, el individualismo y el beneficio. El hombre
realmente consagrado a las artes marciales se entrega él mismo para ser útil. En el pasado, las
personas eran juzgadas en base a la personalidad, la inteligencia, la honradez y la seriedad. Yo
espero sinceramente que se vuelva a tales criterios de juicio. Si no está bien acumular dinero
para sí mismo o para volverse más poderoso de manera egoísta, es también malo acumularlo
como herencia para la progenitura. Los chinos dicen que una gran herencia priva un hijo sabio
de iniciativa y permite a un hijo bestia cometer más errores de los que hubiera cometido de
otro modo. Esto es absolutamente cierto.
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No tengo la intención de dejar mi gran Organización de kárate a mis hijos. Solamente
una persona que ha seguido el mismo camino de desarrollo que yo, puede asumir la dirección
de la misma manera que yo. La única herencia importante que he recibido fue el espíritu, el
entusiasmo, la honestidad, la humanidad y la compasión de grandes hombres del pasado, tales
como Miyamoto Musashi, Saigo Takamori, Bismark, Confucio y Shakyamuni. No dejaré riqueza
material a mi familia. Yo digo a menudo a mis alumnos que podrán escupir sobre mi tumba si
dejo tal herencia. Pero espero pasar a las generaciones futuras la antorcha de la esperanza, de
la fuerza de voluntad y del entusiasmo que ha alumbrado mi camino.
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XI – La liberación, la última verdad
Era un bonito lugar, con cedros muy altos y otros árboles, con un río que se precipitaba
a través de valles escarpados, acantilados puntiagudos y saltos de agua. Hacia la mitad del
camino a la cima se encontraba el templo Kiyosumi-dera. Yo viví en las ruinas de una cabaña
de guardia de los alrededores.
Suponía que prácticamente todos los que se consagran completamente a una causa
deben sufrir un período de entrenamiento solitario como yo, pero esto no es fácil. La peor cosa
es la soledad. En un retiro tranquilo, los instintos más bajos se vuelven fuertes. Hay solamente
dos maneras de combatir la soledad en tales casos: dejar el lugar o emplear la concentración
mental para ayudarte a cumplir el deseo que tú has elegido. Yo elegí la segunda manera. Tuve
que recurrir a toda clase de cosas para ayudarme. Por ejemplo, me afeité una ceja. Yo me
bañaba en las cascadas de agua helada. Yo medité a la manera Zen, sentado en el agua. Yo
observé la luna y las innumerables estrellas. A veces, incluso azoté mis piernas o golpeé mi
cabeza contra las piedras. Sin embargo, por la práctica y la meditación Zen sentada, durante
este período de dieciocho meses, entré por primera vez en el estado de concentración
desprovisto de pensamientos llamado Samadhi.
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Poco a poco yo conseguí profundizar en la unificación mental hasta que pasé de la
concentración a la distensión y después al estado de liberación desprovisto de pensamiento,
cuando yo era capaz de prever los movimientos de un adversario y reaccionar sobre el terreno
sin pensar. En este estado, una persona está preparada para reaccionar a todo ataque.
Cualquier movimiento que se utiliza, el cuerpo responde rápida y exactamente, sin
pensamiento consciente. Cuando alcancé este estado, comprendí que los seres humanos no
eran ya mis enemigos y decidí medir mi fuerza contra un toro. En las luchas con los toros y con
la gente que era dos o tres veces más pesados que yo, todavía no había estado en el estado de
liberación desprovisto de pensamientos. No obstante, estaba en este estado cuando vencí a
mis adversarios. Sin pensar y asustado por la derrota, utilicé ataques más fuertes de lo que era
necesario y provoqué heridas que necesitaron dos meses para curar.
Pero una de las heridas que causé casi me hizo renunciar al kárate. Una vez, fui
atacado por un bandido armado con un cuchillo y le golpeé con un Ryutoken (puño cabeza de
dragón) sobre el labio superior. El murió dejando una mujer y un niño. Yo no era culpable de
nada criminal puesto que fue en estado de legítima defensa, pero estaba profundamente
apenado con el kárate, que no habiendo querido nunca utilizar para hacer mal a nadie, había
causado una muerte. Tuve pesadillas con respecto a la suerte de la familia del muerto. Por
último, anunciando que abandonaba el kárate, me fui a una granja del distrito Kanto, donde
trabajé con cinco veces la fuerza y el entusiasmo de un trabajador ordinario para ganar dinero
destinado a ayudar a la mujer y el niño del muerto.
Sabía que había renunciado al kárate, pero eso no me afligía. Encontré el trabajo en la
granja más placentero que el entrenamiento al kárate. A lo largo de este año, aunque de vez
en cuando hice alguna repetición rápida de una técnica, no hice nada que hubiera podido ser
llamado entrenamiento al kárate.
Más tarde, no obstante, cuando alguien vino a hacerme la oferta de ir a los Estados
Unidos para ayudar a presentar el kárate al resto del mundo, mi gran sueño volvió de nuevo.
Además, la mujer y el niño del muerto me habían perdonado y me insistían en volver de nuevo
a mi vida anterior. El niño me deseo éxitos en mis luchas con los extranjeros.
Aunque había parado de entrenarme, por alguna razón cualquiera, haber abandonado
parecía haber vuelto mi kárate más potente. Poco a poco, yo me acercaba al estado en el cual
los puños actúan sin que se sea consciente. Pero no estaba orgulloso. Todo lo que yo quería
era juntar mis palmas para rezar en agradecimiento al kárate que lo había guiado. Mi kárate
no era más solamente mío. Era un kárate para muchos otros, un kárate que otras personas
comprendían y aceptaban. Comprendiendo esto, el entrenamiento se volvió menos controlado
por el pensamiento consciente y me quedé constantemente entre el estado de concentración
y el de distensión.
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En este sentido, es interesante observar la diferencia de madurez entre las personas
consagradas al kárate y a las otras artes marciales, de las personas consagradas a deportes
ordinarios. Porque solamente la buena forma y la fuerza son muy importantes para él, se
piensa que el deportista es generalmente mejor entre los veinte y los treinta años. Pero,
porque las artes marciales orientales están profundamente conectadas con la unificación
espiritual y a la madurez y porque, para ellos, el espíritu y el entrenamiento son más
importantes que sólo el talento, el karateca es mejor entre los cuarenta y los cincuenta años.
Ahora, cuando participo en los encuentros de kárate con personas más jóvenes, puedo
siempre prever lo que ellos van a hacer tan exactamente, que no tengo nunca necesidad de
utilizar golpes o patadas. Puedo dar un paso atrás del adversario o utilizar las técnicas Hikkate
ó Kawashi para hacerlo caer sin recurrir a métodos violentos. Pero no alcancé esta etapa antes
de haber estado sobre mis cuarenta años, consecuencia de treinta años de entrenamiento.
Entre las artes marciales, el kárate es el más parecido al Zen. Él abandonó la espada.
Esto quiere decir que la trascendencia de la idea de ganar o perder pasó a ser una forma de
pensar y vivir para muchos otros, de acuerdo con el camino del cielo. Sus significados, no
obstante, alcanzan los niveles más profundos del pensamiento humano.
Los maestros de las artes marciales del pasado dijeron que el maestro en espada debe
clarificar para sí mismo la verdad sobre la vida y la muerte. El kárate y todas las artes marciales
buscan la liberación con relación a las ideas de vida y muerte. Hace mucho tiempo, los
hombres ofrecían de buen grado su vida para sus soberanos. En la sociedad democrática de
hoy, debemos aceptar hacer lo mismo para el pueblo, pero solamente mientras el pueblo esté
desprovisto de corrupción. Cualquiera que sea el camino elegido, el hombre verdaderamente
digno de este nombre, está listo a volverse un mártir para la verdad en la cual cree. Él se
liberará del miedo a la muerte y no concederá pensamiento a su propia fama o fortuna.
El camino hacia la verdad es largo. Uno de mis lemas es: "Una persona es principiante
durante mil días; ella encontrará la verdad después de diez mil días de entrenamiento".
Las personas que estudiaban el combate sin armas en la antigua China, debían sufrir
para comenzar una serie de nueve años de entrenamiento: tres años para aprender cómo
permanecer de pie, tres años para aprender cómo marchar y tres años para aprender cómo
apretar convenientemente el puño. En la actualidad, en el Kyokushin-kai, enseñamos los tres
simultáneamente. Sin embargo, una persona de cada cien, puede ser de cada doscientos, los
domina y alcanza el grado ShoDan el primer año.
Pero los verdaderos esfuerzos comienzan una vez la etapa de principiante ha pasado.
Cuando el karateca no planta ya cara a los adversarios de su propio nivel. Él se enfrenta a
personas más viejas, que son adultas mental y técnicamente. Estas personas imponen unos
límites contra los cuales el más joven debe combatir cada día si él quiere progresar. Es en esta
fase difícil en la que nosotros perdemos a los hombres que encuentran imposible mantener el
ritmo de entrenamiento extenuante del Kyokushin-kai. Ellos se desalientan o se desvían por
muchas razones. Algunos no llegan simplemente a seguir. Otros tienen miedo del combate.
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Algunos hombres con talento y hábiles son atraídos por otras escuelas de kárate, donde ellos
tienen asegurado el estar indudablemente en cabeza si llegan al nivel Shodan o Nidan del
Kyokushin-kai. Otros caen más bajos. El entrenamiento al kárate fortifica y desarrolla el
cuerpo. Eso vuelve los karatekas atractivos para las mujeres y útiles como guardaespaldas. No
es extraño que hombres con cuerpos de adultos y espíritus no aún bastante desarrollados, se
conviertan en secuaces en el mundo fraudulento y terminen atrapados por la vida llamada
fácil: mujeres, bebida y juego.
Su fracaso es el más trágico entre todos, porque, en un tiempo, ellos progresaban por
el buen camino. Si hubieran persistido, si hubieran querido combatir para sobrepasar sus
limitaciones, un día, ellos también habrían alcanzado el estado de liberación desprovisto de
pensamiento que es la última verdad que buscamos, la verdad que da la perfección no
solamente en las técnicas del kárate, en el equilibrio mental y en la unificación, sino también
en el comportamiento moral.
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XII – La importancia actual del kárate
Antes de abordar este tema tan importante, debo decir unas palabras para clarificar la
naturaleza de la fama del kárate que se extiende por el mundo y explicar sus orígenes. La
suposición de que algunas películas estimularon el interés mundial por el kárate es ridícula. El
actor que interpretó estas películas era el alumno del alumno de uno de mis alumnos. Él no era
un verdadero karateca, sino un actor. Sin embargo, tenía un gran respeto por mí y por el
kárate Kyokushin y se decía que el guardaba en su habitación una gran fotografía mía.
La fama del kárate no comenzó con él, ni comenzó en Japón. De hecho, Japón estuvo
entre los últimos países del mundo en sentirse su influencia. Globalmente, la popularidad del
kárate comenzó cuando yo hice los torneos en los Estados Unidos, dando demostraciones de
una punta a otra del país. Poco a poco publiqué libros sobre este tema en inglés, francés,
alemán, holandés y en una decena de otras lenguas y abrí dojos de kárate en cincuenta y cinco
países. La fama del kárate Kyokushin tanto se extendió, que los jóvenes de otros países,
suponiendo que todos mis compatriotas eran expertos en kárate, contactaron a veces con
cualquier oriental pidiéndole enseñanzas de kárate. Desgraciadamente esta popularidad tuvo
un efecto desfavorable: numerosos falsos dojos han sido abiertos con mi nombre pero sin mi
permiso. Las personas implicadas en esto no habían hecho normalmente otra cosa que leer
mis libros. Como todo el mundo conoce, el kárate no puede ser aprendido en los libros.
Aunque haya matado toros con mis manos desnudas y hecho frente a todos los que
venían de la Asociación Nacional de kárate, exactamente después de la Segunda Guerra
Mundial, los adeptos a las artes marciales no estaban en gran estima en este país. Por esta
razón, yo viajé a otros países mostrando la fuerza del kárate y ganando así muchos alumnos y
amigos. No fue mucho más tarde que el kárate Kyokushi, es decir, el kárate global, entró en
Japón bajo una forma muy diferente a la de todas las escuelas japonesas de antes de la guerra.
Yo repito que es mi trabajo, y no las bufonerías popularizadas por un actor de cine, lo que ha
aportado al kárate su fama internacional y su popularidad.
Todos los jóvenes desean ser fuertes. Viendo lo que yo podía hacer, los jóvenes
americanos desearon imitar mi fuerza. Al principio, algunos pretendidos dojos de
entrenamiento al kárate fueron abiertos por judocas que habían leído mis libros o visto
algunas malas películas. Las personas se agolpaban allí, así como lo hicieron más tarde en los
verdaderos dojos dirigidos por mis alumnos. En poco tiempo, el número de alumnos de los
dojos de Judo disminuyeron considerablemente, mientras que los dojos de kárate se llenaban.
Alrededor de esta época publiqué dos libros en inglés: “¿Que es el kárate?" y “He aquí el
kárate“.
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había previsto. Cada vez más, se me pedía insistentemente hacer entrenamientos y enseñanza
en mi casa. Mucha gente llegaba directamente a mi casa para ser dirigido. Por otra parte,
encontré esencial entrenar correctamente a la gente que, sin conocimientos o capacidades y
sin mi permiso, había abierto dojos Mas Oyama en Japón. Nosotros habíamos abierto en Japón
una sede central para las operaciones internacionales, con sucursales en los Estados Unidos,
Inglaterra y en los Países Bajos.
Hay más que unos simples deseos de fuerza detrás de la admiración internacional y el
respeto por el kárate. Las personas que desean ser capaces de utilizar las manos desnudas
para protegerse, y los que los rodean, expresan su rechazo a las operaciones militares
armadas. Durante el largo desarrollo de la historia humana, las armas regularmente se vuelven
cada vez más monstruosas y destructivas, para alcanzar la cima del horror en las armas
nucleares actuales. En el pasado, los niños tenían como juguetes las espadas y los revólveres.
Se consideraban estas diversiones una instrucción conveniente para el carácter viril. En la
actualidad, los niños prefieren el kárate, y en ninguna parte se divierten con bombas de
hidrógeno.
El kárate es muy popular porque él representa una vuelta a la idea de la fuerza para la
protección y el bien de la humanidad, más que de fuerza de conquista y destrucción. Éste es el
significado más profundo de la actual fama del kárate. Los karatekas dicen al mundo que el
abandono de las armas es la más alta moral humana y social. Dicen que se debe ser fuerte,
pero no beligerante. Algunos padres están asustados por la consagración de sus hijos al kárate.
Pero yo insisto en que los hijos saben lo que hacen. Ellos nos muestran el camino para deponer
las armas y volver de nuevo a una mejor comprensión de la fuerza, sólo para la resistencia y la
protección. Éste es el significado más importante que el kárate tiene hoy.
El kárate tiene una calidad innegablemente mística. Esto fue evidente en mis
asombrosos éxitos contra todos los que me enfrenté en los Estados Unidos. Es evidente en las
asombrosas hazañas de los karatekas que pueden romper botellas, piedras, maderas apiladas
y montones de tejas con sus manos desnudas. Pero todo eso es el resultado de la
perseverancia y del entrenamiento. Él es abierto y sincero y no tiene nada que ver con los
escritos esotéricos secretos que algunas escuelas de kárate pretenden poseer. Pero si estos
libros existen, no son explicaciones prácticas de las técnicas y métodos del kárate, sino unas
explicaciones abstractas de las actitudes mentales. Por supuesto, las actitudes mentales
correctas son esenciales. En este sentido, los susodichos escritos esotéricos pueden ser útiles.
Pero ellos no explican las verdaderas cualidades místicas del kárate.
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Nota de traducción
Quiero dedicar la traducción de este libro a mi hija Judit para animarle a continuar en el
camino de las Artes marciales que estoy seguro le ayudará a ser más feliz.
Nota: Para ti, Sensei Javier, en agradecimiento por sus enseñanzas y por su paciencia.
J.M.A.
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