Lecturas Infantiles Terminado El Libro de Cuentos

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® DERECHOS RESERVADOS
Hecho el Depósito Legal en la Biblioteca Nacional del Perú Nº 2009 -

® DERECHOS RESERVADOS DEL AUTOR


Prof. Marx Enzo Sánchez Galarza
Prof. Ángela Fabiola Rojas Espinoza
Prof. Liliana Nina Buendia

PRIMERA EDICIÓN
Huancayo Enero del 2009

IMPRESO EN EL PERÚ / PRINTED IN PERÚ

2
PRESENTACIÓN

El presente texto de “CUENTOS INFANTILES”, tiene una selección de


textos infantiles elaborados con la finalidad de ser utilizados por los alumnos
de Educación Primaria.
En la actualidad vivimos en una crisis educativa, donde se están perdiendo
los valores humanos. Lo que estamos viendo mayormente son anti-valores
como: la corrupción, la mentira, la drogadicción, el engaño, la estafa y el
maltrato a los seres vivos.
El presente instrumento de comunicación contiene lecturas cortas de
carácter literario que llevan mensajes de vivencia y de valores humanos con la
finalidad de ubicar al niño en su contexto social y despertar en él hábitos de
lectura.
Agradecemos a los alumnos por su apoyo incondicional en esta noble
tarea.

LOS AUTORES

3
LA ZAFACASA DE MI TIERRA

Cuando era niño vivía en un pueblo de la sierra donde aún conservan


las tradiciones y costumbres de nuestros antepasados.

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Al concluir las cosechas de papa, maíz y otros productos en el mes de
agosto, los pobladores que tienen casas a medio construir, avisan a sus
familiares y vecinos para que vayan a ganar “uyay” (apoyo el alguna cosa
para que luego te apoyen de la misma manera).

La zafacasa consiste en lo siguiente: Un albañil dirige los trabajos de la


construcción de la pared y al concluir el techado con tejas. El dueño hace la
fiesta de zafacasa, anticipadamente busca entre sus familiares o amistades
el masha o padrino con una madrina. El día de la zafacasa, los familiares y
amigos se encargan de techar la casa para lo cual nombra los directores de
trabajo y se distribuyen la tarea.
Suben al techo, ponen la cama con paja de trigo, encima el barro luego
las tejas; otros traen agua, pisan barro, alcanzan el barro y las tejas.

Durante el día tienen dos o tres descansos en el que reciben


atenciones del dueño, que les brinda la chicha de jora, coca, abundante
aguardiente y cerveza. Las mujeres ayudan en la cocina a preparar la
comida.

El masha o padrino ha mandado hacer una cruz de fierro o de madera


anticipadamente al día señalado, la adorna con telas, papeles de colores y
cintas, contrata una orquesta típica y se prepara para la zafacasa. Se
reúnen en su domicilio, acompañado de sus amigos y familiares a eso de las
cinco de la tarde bailando huaynos, mulizas, tunantadas y santiagos que
toca la orquesta típica. El padrino se dirige a la casa nueva llevando la cruz.
Una persona reparte chicha de jora y aguardiente a los bailarines.

Mientras tanto los trabajadores han dejado dos hileras de tejas


inconclusas y cuando llega el masha o padrino dos de ellos dejan de trabajar
y reciben la cruz y la colocan en la cumbre del techado.

En seguida el masha o padrino, y la madrina desde el tejado de la casa


arrojan vivas que consisten en: galletas, caramelos y monedas mientras que
el resto de personas se han congregado en el patio de la casa o en las partes
exteriores donde reciben las vivas. Luego el padrino y la madrina bajan las
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escaleras a cuyo pie le espera un moza que le brinda sendas copas de
cerveza, aguardiente, y las deliciosas comidas tradicionales como cuy
colorado, chicharrones, puchero y demás platos costumbristas de la zona.

La fiesta continúa toda la noche, al día siguiente, con acompañamiento


de la orquesta, el masha o padrino, amigos y familiares concluyen el techado
y continua el segundo día de zafa casa.

Y así en muchos pueblos de la sierra se observa que conservan sus


tradiciones que representan la solidaridad mutua.
Por ello todos debemos trabajar unidos por que la unión hace la fuerza
y un trabajo realizado en equipo es más rápido mejor y duradero.

Valor: La Solidaridad

EL ABUELO DE EVELYN

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En la comunidad de San Alejandro de Ubiriki, la niña Evelyn llegaba del

campo, alegre y muy entusiasmada como son los niños de hoy.

Salto a los brazos de su mamá, que muy preocupada estaba hablando

con el doctor, el cual salía de visitar al abuelito. En diez días puede suceder

un desenlacé familiar con tu padre, dijo el doctor. La madre muy afligida y

apenada dijo sollozando:

¡Virgen Santísima, no consientas que muera con sus pecados! Evelyn: sin

comprender las palabras de su madre y cubriéndola de besos y abrazos, le


dijo: Vamos a rezar por el abuelito. La Hermana me dicho que lo haga, y la

Virgen que es muy buena se lo llevará al cielo el día de la Asunción.

La madre y la hija rezaron un Avemaría. La mamá quedó muy

pensativa; Evelyn se fue saltando y brincando a la habitación del abuelito,

para darle los buenos días y distraerle con su alegre charla.

Dios mío, dijo el abuelito, ¿Cuándo saldré de esta cama? Usted no

saldrá de ahí, abuelito, dijo la pequeña con toda ingenuidad. ¿Qué estás

diciendo?

El doctor se lo acaba de decir a mamá. ¿Cómo es eso? Exclamo el

enfermo incorporándose. Sí, abuelito si, el doctor le ha dicho a mamá que

podía darle a Ud. cuanto quisiera, porque en diez días puede suceder un

desenlacé familiar. Con que ya verá Ud. si será cierto. ¿Pero voy a morir, hija

mía?

¿Pues tanta pena le a Ud. morirse? dijo la imprudente niña, secando las

lagrimas del enfermo, y acariciándolo con sus manos angelicales. ¡Si tú

supieras cuán triste es morir!

¡Triste! exclamó con asombro la niña. ¡Si va Ud. a ver a Dios en el trono de
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su gloria! Lo juzgará según sus méritos. Si siempre, como creo, ha sido Ud.

un hombre bueno, irá al cielo a sentarse para siempre al lado de un santo; si

tiene un pecadillo irá al purgatorio; pero no tenga Ud. pena por eso porque

yo rezaré mucho y no dejaré de rezar Hasta que la Virgen no se lo haya

llevado al cielo.

Más si tiene Ud. algún pecadote muy grande será cosa de ir al infierno

eternamente y esto sí que es un fastidio. Pero Evelyn ¿Quién te enseño esas


cosas? Me la enseñó la hermana, que también dice que antes de morir es

preciso confesarse y recibir los Santos Oleos.

¿Qué es eso de los Santos Oleos? ¿No sabe Ud.? Pues se lo voy a decir,

abuelito. Los Santos Oleos son un sacramento que ayuda a morirse

tranquilo y es un cura quién lo da.

Usted va a decirle a mamá que llame al señor cura.

Pero, ¿Será verdad que estoy para morir? Exclamo el anciano con espanto.

Ya ve Ud. cuando el doctor lo ha dicho...

Nada, nada, abuelito; llame Ud. al señor cura, y dígale todos sus

pecados, desde los más gordos hasta los más chiquitines, el señor cura le

dará la absolución y todos quedarán perdonados.

Evelyn, concluida su conversación se marchó, dejando al enfermo muy

pensativo. Después de comer Evelyn, el abuelo la mando a llamar y le dijo al

oído.

Dile a tú mamá que mande enseguida por un cura, porque el abuelito

quiere confesarse.

¿De veras? Exclamó la niña, saltando encima de la cama y abrazando y


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besando al abuelito.

Mire Ud., ya le he rezado a la Virgen para que se lo lleve al cielo el día

de la Asunción. ¿Cómo no ha de haberme oído, si sabe que Ud. la quiere

tanto?

Unos momentos después la niña hablaba con su madre, y le decía:

Mamá llame corriendo al señor cura, porque el abuelito quiere

confesarse.

Evelyn, ¿Qué me dices?, exclamó sorprendida la buena señora.


Qué el abuelito sabe que se muere.

Pero, ¿Quién se lo ha dicho?

¿Quién? ¡Yo! Contestó la niña asombrada. ¡Imprudente!

Pero, mamá. ¡Si la hermana me dice que es mejor ir asustado al cielo,

que al infierno sin susto!... Algunos días después, El abuelo agonizaba,

oprimiendo con amorosa confianza un crucifico sobre su corazón.

Evelyn, ¿Dónde estás?, pregunto con voz desmayada.

Aquí estoy, dijo la niña, acercándose a la cama y tomando una mano

que le extendió el moribundo. Dios te bendecirá, hija mía, por el bien que me

has hecho.

Tales fueron sus últimas palabras. Después de unos momentos el

abuelito dejaba de existir y la niña con su adorable inocencia decía:

Yo le he rogado a la Virgen que venga por el alma del abuelito, y como

escucha siempre las oraciones de las niñitas que la quieren mucho, se lo ha

llevado a la gloria para que celebre allí el aniversario de su coronación.

Valor: La Verdad
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LA LINTERNITA LINTERNINA Y
SOMBRERITO SOMBRERIN
En un pueblo de la sierra donde los vientos soplan sobre los pastizales,
Manuelito tiene una casa en la loma de un cerro.

En esa casa hay una misteriosa habitación. Llena de muebles viejos,


herramientas, percheros, revistas, periódicos, ropa usada y muchas cosas
más.

En una caja de cartón de color marrón estaba guardado un sombrerito


de paja, que de vez en cuando, se asomaba para ver si podía salir de la caja.

Cuando no había nadie en la casa, los muebles de la misteriosa y


oscura habitación salían a jugar.

Los muebles decían, al ver aparecer al sombrerito fuera de su caja.

¡El gran caballero Sombrerito! ¡El más elegante de la habitación


recóndita!

La habitación misteriosa, no tenía ventanas porque entraba mucho


viento, era un lugar oscuro.

De vez en cuando una pequeña linterna iluminaba la habitación oscura.


Se llamaba linternita linternina y era muy risueña y coqueta.

Se pasaba todo el día, iluminando de aquí para allá. Siempre siendo la


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protagonista. ¡Qué coqueta linternina!

Cuanto más la miraban más luz daba. Se hizo muy amiga del
Sombrerito. El pobre sombrerito, estaba enamorado de la linternita, pero
nunca se lo dijo.

Se consideraba muy poca cosa para ella. El sombrerito pensaba y decía:


¡Nunca se fijará en mí!

Un día hacía mucho frío, los muebles se pusieron a jugar como siempre,
-¡Querían entrar en calor! - ¡Estaban con mucho frío! Y no sabían cómo
calentarse.
A la linternita se le ocurrió una gran idea: -¡Ya sé dijo, los iluminaré con
toda mi fuerza y los calentaré!

Todos le dieron las gracias anticipadamente y aplaudieron su gran


gesto. ¡Espero que funcione, dijo ella riendo la risueña!, ¡Lucía, lucía y
seguía luciendo!, ¡Brillaba y brillaba!, ¡Y tanto brilló, que explosionó!, ¡Pobre
linternita, era tan linda y amistosa!

Manuelito bajó rápidamente al escuchar el ruido a la habitación


misteriosa y al intentar encender la linterna, se dio cuenta que el foquito de
la linterna estaba hecha mil pedazos.

Cogió un nuevo foquito y lo puso. También era brillante y hermosa, pero


todos se acordaban mucho de la linternita linternina por que había dejado
muchos recuerdos de grandes acciones en beneficio de los demás.

Cuando Manuelito se marchó. Todos miraron hacia el cielo y dijeron.


¡Adiós linternina! -¡Mucha suerte! -¡No te olvidaremos por siempre estarás
con nosotros!

Manuelito cerró la puerta de la habitación misteriosa y todos los


muebles se fueron a dormir.

Al día siguiente muebles viejos, herramientas, percheros, revistas,


periódicos, ropa usada que habían
11 en la habitación misteriosa hicieron una
promesa ¡Que siempre recordarían a la risueña y coqueta linternina quien
les dio una gran lección que comprendían que es mejor dar que recibir!

Valor: La Solidaridad
LA SEÑORA GALLINA LA LOMBRICES

En una granja, una mañana de sol radiante y cielo azul salieron la


señora gallina y sus pollitos a buscar comida.
Entraron al jardín allí cazaron mosquitos, grillos, arañas y cucarachas;
pero estos, no les bastaron para llenarles el buche; los pollitos comenzaron a
piar desesperadamente de hambre; entonces, la señora gallina les enseño a
escarbar la tierra.
Los pollitos empezaron a escarbar y encontraron gusanos grandes,
chicos y se los comían sin piedad.
La gallina cantando con mucha alegría contemplaba el trabajo de sus
hijos, de pronto ella también empezó a escarbar la tierra y enredada entre
sus garras saco una gran cantidad de gusanos.
Cuando iba a dar el primer picotazo una lombriz ensanchando su
cilindro cuerpo, irguió la cabeza para decir con voz enérgica:
¡Señora gallina tenga compasión
12 de mí y de los demás! Así como tú, yo
también tengo mis hijos. Ellos me necesitan. Yo no creo, que usted sólo
piense en su familia.
La gallina se sorprendió y se puso pálida sin poder contestar, después
de un momento llamo a sus pollitos y contó lo sucedido.
Los pollitos quietos pensaron un momento, uno de ellos dijo:
-¡Vámonos!, Dejemos en paz a las lombrices, a los mosquitos, a los
grillos y a las cucarachas. Ellos son como nosotros también tenemos derecho
a la vida.
¡Vamos, vamos a comer granos de maíz, cebada y otros granos !
Desde entonces comprendieron los pequeños pollitos que todos los animales
tenemos derecho a la vida.

Valor: La Igualdad

EL CONEJITO SALTARÍN

En el bosque cierta vez una coneja había perdido a su hijo que se


llamaba saltarín.
La pobre llorando buscaba a su conejito, locamente corría para acá,
para allá sin consuelo. En este ajetreo se encontró con una vaquita que iba
mugiendo después de haber comido el pasto verde en el bosque y haber
bebido agüita cristalina en el rio.
La coneja muy triste le preguntó:
-Vaquita-una preguntita ¡Por favor!– ¿has visto pasar por aquí a mi hijito el
conejito? 13
Contesto la vaquita –sí pasó por aquí velozmente un conejito con las orejitas
largas y el rabito blanco. A él le perseguía un perro negro y flaco.
La coneja al oír esto se desmayo pronunciando:
-¡Ese es mi conejitoooo…Saltaríííííín…!
La vaca se compadeció de la coneja y la ayudo a reponerse diciendo palabras
bonitas y secándole las lágrimas con un pañuelito blanco. Después entre las
dos se fueron a buscar al pequeño conejo Saltarín.
Encontraron al conejito llorando amargamente dentro de una jaula en
la cabaña de Thomas
Thomas era un niño juguetón había defendido al conejito cuando el perro
hambriento se lo iba a comer.
Entonces La vaca ayudó a sacar al conejito de su prisión pero con
permiso de Thomas.
La coneja muy contenta abrazo y le beso muchas veces a su hijito.
La coneja sonriente agradeció a la vaca y al niño Thomas y todos se
fueron contentos, felices pero la coneja recomendaba a Saltarín para que ya
no salgue solo al bosque porque era muy peligroso.

Valor: La Solidaridad

LA RANA RENATA Y EL GRILLO


GUILLERMÍN
CROC

¡FIU-FIU!

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En el mes de diciembre, caía la noche y un gran manto de nieve, cubría
todos los lugares de la ciudad. Este era un parque tranquilo, donde el ruido
dormía y sólo los murmullos de los animalitos se escuchaban en la
oscuridad.
Entonces, en la ventana de una casita hecha de hojas vivía la rana
Renata, era una ranita muy alegre, con grandes ojos y patitas cortas. Miraba
atónita como los copos de nieve bajaban lentamente como si estuvieran
bailando una danza en forma lenta.
En el parque también vivían otros animalitos, pero eran muy orgullosos
y presumidos, sólo el grillo Guillermín quería de verdad a la ranita.
Era un grillo negro, muy negro, pero muy educado y elegante, tenía un
bonito sombrero que sólo se ponía en las grandes ocasiones.
Llego el día que todos esperaban, la fiesta de Navidad, la rana y el grillo,
tenían muchos deseos de ver todos los adornos de la gran ciudad y
pensaban acercarse a ver un gran nacimiento del niño Jesús que iban a
colocar en la Plaza Central. Les gustaba mucho cantar villancicos. A veces
se ponían un poquito tristes de estar tan solitos, pero enseguida recordaban
dónde jugaban los niños, y disfrutaban de verlos correr y reír. ¡Todas las
penas se marchaban!
Renata y Guillermín se prepararon para ir a la ciudad. Renata se puso
su chaleco y su bufanda a cuadros y Guillermín su sombrero y una casaca
oscura.
Atravesaron el parque. Algunos animalitos se burlaron de ellos,
diciendo: ¡Mira que ropas llevan!, ¡Se creen muy finos y educados!
Pero los amigos no le dieron importancia y siguieron su camino. Al poco
tiempo oyeron gemidos y lamentos se preguntaron: ¿Qué será eso?
Cada vez lo oían más cerca. De pronto, descubrieron un pobre
saltamontes que estaba con mucho frío a punto de congelarse. ¡Pobrecito,
qué te pasa? Dijo Renata.
Estaba saltando, saltando y saltando no me di cuenta de la hora y ya
era de noche, me quedé tan helado que no podía moverme. Los animalitos
me vieron pero ninguno me ayudó. ¡Ves Guillermín! Dijo Renata.
Todos son muy orgullosos
15y vanidosos, pero no tienen corazón.
La ranita y el grillo, le prestaron sus ropas y le abrigaron, mimándolo
para que entrara en calor.
El saltamontes agradecido, les dijo: Conozco un lugar donde pueden
pasar la mejor navidad de sus vidas, además hay un nacimiento del niño
Jesús tan hermoso que no se olvidarán nunca.
Allí, fueron los tres amigos. Era cierto lo que les contó el saltamontes.
En una cunita de paja, había un niño tan bonito, y tenía una mirada
tan dulce que a la ranita se le escapó una lágrima. San José y la Virgen
María velaban al niño Jesús.
Se acercaron, despacito, dando saltitos y le susurraron al oído: Yo sé,
que eres Jesús, que amas mucho a los niños, nosotros también. Tal vez
juntos podamos luchar para que siempre sean felices y no lloren. ¡No
queremos que se odien! ¡Creamos entre todos un mundo mejor!
Sé que eres sólo un muñeco, y que los que nos miran pensaran que
somos una rana, un grillo y un saltamontes que no sabemos lo que
hacemos, pero nosotros sabemos que nos escuchas.
La ranita se dio la vuelta y de repente el grillo chilló: ¡Ranita, ranita, el
niño te ha sonreído!
Era verdad, una gran sonrisa iluminaba la cara del niño Jesús.
Tal vez el niño no sonrió, pero lo importante es que en nuestro corazón
tengamos tanto deseo de amor.
Los amigos volvieron a casa, y esa fue la Navidad más feliz de su vida
que pasaron los tres amigos pero comprendieron que siempre debemos
ayudar a nuestro semejante y es mejor cuando existe una desgracia.

Valor: La Amistad

CONDORIN EL SEÑOR CÓNDOR


En el valle de los
andes donde tienen
su reino las aves de gran
16 tamaño sucedió lo
siguiente. Cierta
noche. Condorín el
señor cóndor y sus
amigos asistieron a
una reunión, el señor Cóndor muy orgulloso y arrogante se puso a gritar en
la reunión delante sus de sus amigos:
“¡Yo soy él mas fuerte no tengo rival, mis alas son hachas de acero y mi
pico un puñal de hierro!”
...Y salió de la reunión gritando, gritando, se puso a danzar de pronto
dio un mal paso se resbalo y cayó al barranco donde se quedó desmayado.
Al día siguiente al despertarse solo, no podía caminar ni volar porque se
había roto una de sus alas y tenía una herida en una de las patas.
Fue en busca de sus amigos pero nadie quería ayudarle por que se
había comportado mal con todos ellos entonces sus amigos no quisieron
ayudarle, este se fue muy triste.
Ya no querían la amistad de Condorín el señor cóndor porque este era
muy vanidoso y presumido de sus acciones y hasta a veces hacia quedar mal
al que lo acompañaba.
Al señor Cóndor lo castigaron con el silencio o sea la ley de hielo, no le
hablaron ninguno de sus amigos.
Los amigos del señor cóndor decidieron darle una última oportunidad
pero eso fue después de un largo tiempo.
Para esto los amigos del cóndor planearon una reunión para festejar el
cumpleaños del águila y allí verificarían si era cierto que el cóndor había
cambiado su forma de comportarse.
Condorín el señor cóndor al llegar a la fiesta estaba muy sumiso en sus
diversas acciones entonces sus demás amigos le dijeron que se comporte sin
disimulos. Los demás amigos querían constatar que ya había cambiado sus
costumbres para que nuevamente ingrese al grupo.
Fue cierto entonces el cambio de conducta que el señor cóndor estaba
demostrando en la reunión y nuevamente lo aceptaron en el grupo de amigos
como un amigo más.
Entonces a partir de esa
17 oportunidad Condorín el señor cóndor solo
demuestra la vanidad en su vuelo cuando se eleva en la cordillera de los
andes

Valor: La Tolerancia
DANNY Y EL MONSTRUO EN LA COCINA

En una ciudad llena de luces y vehículos vivía la familia Gómez y como


es de costumbre a todos los niños les celebraban su cumpleaños entonces.
Cierto día la mamá de Danny quiso darle una sorpresa con este festejo a su
único hijo que cumplía seis años de edad. La mamá de Danny se levanto
muy temprano para arreglar la casa y preparar la torta.
La casa quedo adornada y la torta fue preparada en forma de un libro
abierto, cariñosamente decorada incluso en sus páginas centrales llevaba
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una inscripción que decía:
¡Feliz Cumpleaños Danny! ¡Querido y adorado Hijo!
Un día como hoy. Viste la luz del mundo.
La mamá contenta observa la torta, sorprendida dijo: ¡Está hermosa!
Vale el sacrificio. Después de esto la madre cogió la torta y la guardo con
sumo cuidado en el oscuro horno de la cocina para que nadie estuviera
tentado de probarla o comerla.
Al instante recordó que tenía que salir de casa para ir a comprar
diferentes cosas que iban a faltar para la ocasión como un regalo y reiterar
la invitación a los padrinos de Danny, así como también otras amistades
para que participen en la fiesta.
La mamá se arreglo graciosamente luego, llamó al pequeño para
advertir con voz imperativa: hijito no vayas a entrar a la cocina, no se te vaya
ocurrir abrir el horno ¿sabes qué? Esta mañana atrapé un monstruo. No
vayas a abrir el horno allí está encerrado. No te metas a ver, ni hacer nada
porque te puede comer. Ya sabes ¿Cómo es el monstruo? Come a todos los
niños mentirosos, desobedientes y llorones.
A Danny siempre que le hablaban del monstruo se ponía tímido y
callado, imaginando cosas terroríficas. Obedecía todo a ciegas.
Pero esta vez al pequeño se le dio por enfrentar al monstruo. Salió a la
calle llamo a todos sus amigos y contó lo ocurrido lo que decía su mamá. Los
niños al oír la historia se asustaron.
Danny hablo: Somos muchos todos nosotros derrotaremos al monstruo. Yo
no creo ¿Qué pueda comernos a todos? Hay que organizarnos así: Felipe,
Paulina, Milca, Freddy y yo, seremos los jefes, dirigiremos cada uno cinco
soldados armados con palos y piedras. Entraremos todos a la cocina.
Cuando yo abro la puerta del horno todos deben meter la mano para
agarrarlo y si el monstruo escapa, los otros tendrán que golpearlo hasta
matarlo.
Todos al mismo tiempo ¡Yaaa...! ¡Vamos...!
Llamemos a nuestros amigos, ellos serán los vigilantes si ellos nos
ayudaran. 19
Dentro de la cocina cada jefe y sus soldados se ubicaron
adecuadamente mirando con toda atención el horno negro.
Danny con mucho temor se acercaba al horno, pero el miedo le hacía
retroceder de un salto.
Entonces los jefes del grupo ordenaron alentar al pequeño, y todos en
coro gritaron.
¡Danny...! ¡Danny...! ¡Tú puedes! ¡Tú no eres cobarde! ¡Tú puedes abrir!
¡Danny ahora lo mataremos al monstruo! ¡Danny nosotros vamos a vencer!
¡Mira! Somos muchos, el monstruo está solo.
Danny al escuchar tantas voces de aliento retomó la valentía e ingresó
con paso firme.
Abrió el horno, todos al instante cerraron sus ojos y metieron la mano,
unos con intención de atrapar, otros chancando con la piedra y los demás
con los palos en alto, listos para golpear si se atrevía a escapar.
¡Sorpresa! ¡Sorpresa! ¡Sorpresa! El monstruo se transformo en una
torta. ¡Miren! ¡Miren esto! ¡Miren nuestras manos!
Danny lamió sus manos y dijo: ¡Gua! ¡Qué rico esta! ¡Ahora yo me lo
como a este monstruo! ¡Todos hay que comer! ¡Todos hay que acabar! Nada
debe quedar para que nunca más aparezca.
Los amigos de Danny, después de haber batallado tanto, dando muerte
al monstruo, cada cual marcharon con destino a su casa para contar a sus
padres, hermanos y otras personas lo acontecido.
Llegó la mamá en compañía de los invitados cargando la piñata, el
regalo, los caramelos, las galletas y otras cosas más.
Al encuentro salió Danny gritando con mucha alegría. ¡Mamita mamita!
Yo, y mis amiguitos acabamos con el monstruo.
El monstruo jamás volverá por aquí ya no vendrá aunque tú lo llames
para que me coma.
Mamita del monstruo no quedó nada.
La mamá se puso pálida y se cogió la cabeza con las dos manos, sin
pronunciar una sola palabra.
Entonces la mamá de Danny
20 dijo entre sí que la fiesta no puede
suspenderse porque ya estaba todo listo.
Llamo a la panadería más cercana para que trajeran una torta y que
debía tener la forma de la cara de un payaso para qué olvidara los malos
momentos sobre lo que había ocurrido en su casa y no exista el temor de
monstros en la cocina.

Valor: La Solidaridad
EL GRAN ROBLE, EL PÁJARO
CARPINTERO Y EL HONGO

En la selva hubo una vez un lindo pájaro


carpintero que hacía su nido en la copa de un gran roble. Todos los días el
bosque despertaba con sus maravillosos trinos.
La vida volvía a nacer entre sus ramas. Las hojas crecían y crecían.
También lo hacían los polluelos del pequeño pajarito. Su nido estaba hecho
de ramitas y hojas secas.
Algunas ardillas curiosas se acercaban para ver como los polluelos
picoteaban el cascarón hasta dejar un hueco en el que poder estirar su
cuello. Empujaban con fuerza y lograban salir hacia fuera.
21
Sus plumitas estaban húmedas. En unas cuantas horas se habrían
secado y los nuevos polluelos se sorprenderían de lo que les rodeaba.
El árbol estaba orgulloso de ellos. Él también era envidiado por los
demás árboles no sólo por tener al pájaro carpintero sino por la belleza de su
tronco y sus hojas. Era grandioso verlo en primavera.
Al llegar el otoño, las hojitas de los árboles volaban hacia el suelo. Con
gran tristeza caían, pero el viento las mimaba y las dejaba caer con
suavidad. Al pasar el tiempo éstas serían el abono para las nuevas plantas.
Al Pájaro Carpintero le gustaba jugar entre sus ramas entre sombra y
sombra. Revoloteaba haciendo piruetas, buscando la luz y cuando un rayo
de sol iluminaba sus plumas, unas lindas notas musicales acompañaban su
alegría y la de sus polluelos.
Un día un hongo fue a vivir, con en el roble. Ya lo conocía de antes se
llamaba Dadi, bueno, tenía un nombre muy raro, pero ellos le llamaban así.
El gran roble comenzó a sentirse mal, tenía muchos huequitos y su piel
se arrugaba por que el hongo le estaba causando una enfermedad.
De vez en cuando le corría un cosquilleo por el tronco grueso.
Estaba un poco descolorido, ni siquiera tenía ganas de que los ciempiés
jugaran alrededor de sus raíces.
Él hongo estaba celoso del árbol y de su amistad con el pájaro
carpintero y los otros animalitos
Pensó que si se enfermaba, el pájaro carpintero le haría más caso a él,
envidioso de su amor no le importó hacerle sufrir al gran roble.
Los demás animales convencieron al hongo para que abandonara al
gran roble. Así conseguiría, ser su amigo de todos los animalitos del bosque
pero nunca por la fuerza ni con malas intenciones.
A partir de aquel día siempre se juntaban para ver amanecer.
El hongo aprendió una gran lección, su poder y su fuerza debía
utilizarlas, para algo bueno, para crear, no para destruir. .
Valor: La Amistad

EL CAMALEÓN
Y EL 22
ARCO IRIS

En un valle lleno de hermosos paisajes. Vivía un camaleón vanidoso,


que se burlaba de los demás por qué no cambiaban de color como él. Pasaba
el día diciendo: ¡Qué bello soy! ¡Qué lindo soy! ¡Qué fantástico soy! ¡No hay
ningún animal tan hermoso como yo!
Todos admiraban sus colores, pero no su mal humor y su vanidad.
Un día, paseaba por el campo, cuando de repente, comenzó a llover. La
lluvia, dio paso al sol y éste a su vez al arco iris.
El camaleón alzó la vista y se quedó sorprendido al verlo, pero envidioso
dijo: ¡No es tan bello como yo!
Entonces al escuchar esto un pajarillo converso con el vanidoso para
saber quien tenía la razón.
¿No sabes admirar la belleza del arco iris?: Dijo un pequeño pajarillo
que estaba en la rama de un árbol cercano.
Si no sabes valorarlo, continuó, es difícil que conozcas las verdades que
te enseña la naturaleza.
¡Si quieres, yo puedo ayudarte a conocer algunas! ¡Está bien!: dijo el
camaleón.
Los colores del arco iris te enseñan a vivir, te muestran los sentimientos
y muchas cosas más.
El camaleón le contestó: ¡Mis colores sirven para camuflarme del
peligro, no necesito sentimientos para sobrevivir!
El pajarillo le dijo: ¡Si no tratas de descubrirlos, nunca sabrás lo que
puedes sentir a través de ellos!
Además puedes compartirlos con los demás como hace el arco iris con
su belleza. El pajarillo y el camaleón
23 se echaron en el campo.
Los colores del arco iris aparecieron sobre los dos, haciéndoles pensar
muchas cosas.
El primero fue el color rojo, y de repente pensaron en manzanos, rosas
rojas y anocheceres.
Luego apareció el color amarillo y pensaron en los girasoles y
margaritas de los campos.
Estaban sonrientes, alegres, bailaban y olían el aroma de las flores.
El amarillo dio paso al verde que se metió dentro de sus pensamientos.
El camaleón empezó a pensar en su futuro, sus ilusiones, sus sueños y
recordaba los amigos perdidos.
Al verde siguió el azul oscuro, el camaleón pensó en la profundidad del
mar, peces, delfines y corales.
Y apareció el color azul claro. Comenzaron a sentir una agradable sensación
de paz y bienestar.
Flotaban entre nubes y miraban el cielo.
Una nube dejó caer sus gotas de lluvia y se mojaron, pero estaban contentos
de sentir la frescura del agua.
Se miraron a los ojos y sonrieron. El color naranja se había colocado justo
delante de ellos.
Por primera vez, el camaleón sentía que compartía algo y comprendió la
amistad que le ofrecía el pajarillo.
Todo se iluminó de color naranja. Aparecieron árboles frutales y una
gran alfombra de flores.
Cuando estaban más relajados, apareció el color celeste, y de los ojos
del camaleón cayeron unas lagrimitas. Estaba arrepentido de haber sido tan
vanidoso, orgulloso y de no valorar aquello que era realmente hermoso.
Pidió perdón al pajarillo y a los demás animales y desde aquel día se
volvió más humilde ya que había comprendido que los colores que existen en
la naturaleza tienen una razón y un porqué.

Valor: El Respeto
24

HELENITA Y EL PALACIO DE LOS


AROMAS
A las afueras de la ciudad había una casita que estaba en el bosque,
vivía una familia, con tres hijos.
La hermana mayor, era una niña llamada Helenita, caprichosa y
egoísta, que sólo pensaba en ella. Nunca compartía sus juguetes, ni siquiera
sus deseos y sueños.
Un día, de repente se enfermó. Nadie sabía qué le ocurría o pasaba.
Vinieron varios doctores y hasta un anciano muy sabio para ver si
encontraban la causa de su mal. Pero todo fue inútil. No sabían cómo
curarla.
Sus hermanos menores lloraban sin consuelo. ¡Tenían que encontrar
un remedio!
Un día un leñador viejecito que pasaba por la casita, vio a los niños
llorando y les preguntó: ¿Por qué lloran? Los niños, le contaron lo sucedido.
El leñador escuchó atentamente y después de unos minutos dijo: La
enfermedad que tiene tu hermana Helenita no es del cuerpo, es una
25
enfermedad del alma.
Los niños se quedaron sorprendidos, pues no comprendían lo que
quería decirles el anciano leñador. ¿Qué significa eso de enfermedad del
alma?
El leñador respondió: Tu hermana Helenita se ha vuelto tan egoísta y
tan caprichosa, que nadie quiere jugar ni hablar con ella. Tus padres
soportan sus malos modales, porque es su hija, pero les gustaría que fuera
mejor. Ella no se da cuenta, del daño que hace. Pero ahora, el daño también
se lo está haciendo a ella, porque ve que los demás la rechazan y no se
siente a gusto consigo misma.
Por eso, empezó a comer poco, a no dormir hasta que se enfermó.
¿Tú tienes una solución para eso, preguntaron los niños al leñador?
Sí, pero no sólo se curará con eso, podremos ayudarla pero ella tiene
que dejarse ayudar y poner de su parte. ¡Lo intentaremos, dijeron los niños!
El Palacio de los aromas tiene la solución. Es un palacio que tiene los
aromas más bellos del mundo.
Cada aroma representa alguna cualidad buena de las personas: la
bondad, el amor, la generosidad y la humildad.
Deben ir allí. Necesito que me traigan en cuatro vasos de cristal, los
cuatro aromas. Yo los mezclaré y salvaremos a tu hermana Helenita.
Hay un problema, pero ella debe ir con ustedes. Por eso les digo que
funcionará, si ella los acompaña y quiere curarse.
Convencieron a su hermana, le fabricaron una camilla y la llevaron con
ellos rumbo al palacio.
Después de largos días de camino, llegaron al palacio.
El palacio, estaba rodeado de árboles, pero no daba un aspecto
misterioso, sino era tranquilo y apacible.
Llegaron hasta el puente elevadizo, que estaba abierto, cómo si alguien
les esperara.
Entraron en la gran sala y descubrieron cuatro puertas. ¡Aquí debe ser,
comentaron los niños! ¡Vamos a explorar la primera puerta!
Al pasar, un extraño aroma les recibió. De repente vieron un pequeño
pajarillo tendido en el suelo con un
26ala rota. ¡Pobrecillo, dijeron los niños!
La niña, lo miró y aunque se encontraba muy mal, le dio tanta pena que
dijo a sus hermanos: ¡Déjenme que yo la recogeré! Al tocarlo, un viento
suave sopló y llenó uno de los vasos de cristal que llevaban los pequeños.
Pasaron a otra puerta, pero la abrieron con tanta fuerza, que al entrar
dejaron caer un gran escudo que colgaba de la pared.
El escudo se cayó, encima del pié de uno de los niños y le hizo daño.
El otro hermano intentó ayudarle pero pesaba demasiado. La niña se
levantó como pudo de la camilla e intentó de nuevo quitar el escudo de
encima de la pierna de su hermano.
Con todo cariño lo levantó y sacaron la pierna herida. La niña rompió
su lindo vestido y lo vendó, para que pudiera andar.
Otro de los vasos se llenó. Ya sólo quedaban dos vacios.
Al llegar a la tercera puerta, comenzaron a sentir hambre, pues llevaban
ya mucho tiempo allí. Sólo tenían para comer dos trozos de pan.
La niña pidió uno para ella, y el otro repartido para sus dos hermanos.
Pero al ver, la carita del pequeño, que no tenía suficiente con el trocito
que le había tocado, le dio un trozo del suyo.
Vieron como el tercer vaso también se llenaba. Entusiasmados, llegaron
a la cuarta puerta.
Colgado de la pared había una gran pintura, pero no era un pintura
cualquiera. El dibujo que tenía representaba a un caballero que maltrataba
sus siervos y en otro lado el mismo caballero vencido y humillado por ellos.
La niña lo miró, en un principio no lo entendió, pero al observarlo
durante un buen rato, comprendió el significado y se echó a llorar.
¡Ya lo entiendo, exclamó!
¡Yo soy como el caballero, los he herido sin querer, no he disfrutado de
nuestros juegos, ni de nuestros sentimientos, ni del amor de mis padres!
¡Sólo he pensado egoístamente en mí, por eso, ahora me encuentro tan
triste!
El cuarto vaso se llenó y los niños regresaron a casa.
Cuando ya estaban cerca de la casita, de repente, la niña se levantó de
la camilla y empezó a caminar
27sola.
Al llegar a su casa, el anciano leñador, estaba esperándoles.
Sus padres sorprendidos de ver a la niña, lloraron de emoción.
El leñador le dijo a la niña: Espero que esto te haya servido de lección.
Ya estás curada.

A partir de entonces, la niña cambió y su corazón volvió a reír.


Se prometió a sí misma, también a sus familiares y amigos que
disfrutaría de la vida, de las pequeñas cosas de cada día y del amor que le
daban los suyos.
A partir de entonces comprendió que en el transcurso de la vida no se
puede vivir solo sino en compañía de las demás personas.

Valor: La Tolerancia

TOMMY EL CIEMPIÉS BAILARÍN


28

En un lugar del bosque, Tommy el ciempiés, vivía cerca de un


hormiguero. Su gran afición era bailar. Tenía unas patitas ágiles como las
plumas.
Le encantaba subirse encima del hormiguero y empezar a saltar.
Tommy cantaba: ¡Ya está aquí, el mejor, el más grande bailarín!
Era muy molesto oír tantos pies, retumbando y retumbando sobre el
techo del hormiguero. Las hormigas asustadas salían para ver lo que
ocurría.
El ciempiés bailarín seguía cantando: ¡Ya está aquí, el mejor, el más
grande bailarín!
¡Otra vez Tommy! Decía: la hormiga jefe.
¡No podemos trabajar, ni dormir!
¡No puedes irte a otro sitio a bailar!
La hormiga jefe ordenó a su tropa de hormigas que llevaran a Tommy a
otro lugar.
¡No, hormiga jefe! ¡Ya me voy! Dijo Tommy. Tommy se acercó a la casa
del señor topo. Se puso al lado del hoyo del topo y saltaba. Seguía con su
canción: ¡Ya está aquí, el mejor, el más grande bailarín!
El señor topo enfadado, salió y le dijo: ¡Tommy, estoy ciego pero no
sordo! ¿No puedes ir a otro sitio a bailar? Tommy estaba un poco triste,
porque en todas partes molestaba. Cogió sus maletas y se marchó de allí.
Empezó a caminar y caminar, hasta que estaba tan cansado que no
tuvo más remedio que descansar. Se quedó dormido bajo un árbol.
Cuando despertó al día siguiente, estaba en un campo lleno de flores.
¡Este será mi nuevo hogar! : dijo el ciempiés.
Tanto se entusiasmo Tommy, que no se dio cuenta que un gran cuervo
estaba justo encima de él, en el árbol.
Tommy se puso a saltar
29 con tanta alegría que llamó la atención del
cuervo. El cuervo inclinó el cuello y vio a Tommy saltando. ¡Pobre Tommy!
El pájaro se lanzó sobre él, con gran rapidez. Abrió su bocaza y cogió al
ciempiés. El ciempiés gritaba: ¡Socorro, socorro!
Un cazador, que andaba por allí, observo, al cuervo volando.
No le gustaban mucho los cuervos, pues él creía que le daban mala
suerte.
Hizo un disparo al aire para asustarlo. El cuervo soltó al ciempiés. Al
caer, el ciempiés se dio un gran golpe. Esto le sirvió de lección. Aprendió a
ser más responsable y fijarse bien dónde se ponía a bailar. Buscó un lugar
seguro donde no vivía nadie y allí danzaba y bailaba. No molestaba a nadie
ni a él, le molestaban.
Así fue como el ciempiés empezó a ser respetado por todos y cuando
querían ver a un buen bailarín solicitaban que venga Tommy el gran bailarín
a las diferentes reuniones.

Valor: Tolerancia

ALEJO EL ESCARABAJO CANTOR

En una granja vivía Alejo, el pequeño escarabajo,


vivía cerca del huerto de Doña gallina.
Siempre estaba solo. Paseaba por el huerto vestido con un chaleco gris
y un sombrero negro.
Su casita estaba hecha de cáscara de nuez y al lado de una fuerte roca
que le protegía del viento y la lluvia.
Al salir los primeros rayos del sol, abría la ventana y ensayaba con
30
canto.
¡Si, era el cantor! ¡Tararí, tarará, tararí! ¡Toronton! ¡Toronton!

Todas las mañanas, entonaba su canción.

Él, quería mucho a sus canciones, ¡Le había enseñado un viejo búho
que vivía en el bosque!
Llevaba años practicando y realmente era maravilloso oírle cantar.
Sus amigos soportaban sus ensayos con mucha paciencia.
Poco a poco creaba sus canciones, pues sus melodías sonaban cada vez
mejor.
¡Bailaban en el aire! ¡Qué ritmo! ¡Qué melodías!
Las melodías subían hasta las nubes y jugaban con ellas. Sus amigos:
la gallina, el saltamontes y el viejo búho, le animaban para que se
presentara a un concurso de canto que había en el bosque. Su canto llegó a
conocerse en otros bosques cercanos.
Todos los animalitos venían a oírle cantar. Llegó el día del concurso,
todos sus amigos se pusieron sus mejores ropas. ¡Qué guapos estaban!
Algunos animales eran envidiosos y desconfiados. No creían que Alejo el
escarabajo fuera tan buen cantor.
¿Cómo va a ser buen cantante un escarabajo? – Decían.
¡Es un poco feo y no vive en una casa elegante! –Comentaban otros.
Pero cambiaron de opinión enseguida al oírle cantar.
Sus canciones eran tan hermosas, sus melodías se escuchaban con
atención.
El concurso fue un gran éxito y todos aplaudieron entusiasmados.
Alejo el escarabajo, gano el concurso de canto y se hizo muy famoso,
pero siguió viviendo en su casita de cáscara de nuez y divirtiéndose con sus
amigos del bosque creando nuevas canciones y alegrando a todos los
animales del bosque.

Valor: La Perseverancia

31

LOBBY EL GLOBO SOÑADOR


A la ciudad había llegado un circo con muchos animales amaestrados,
malabaristas y payasos
Los payasos del circo vendían globos y es así que nace nuestro cuento:
Lobby era un globo fuerte y bonachón, pues lo habían llenado de mucho gas
de helio y tenía un maravilloso color azul.
Abrió su boquita para despertar de su sueño. Lobby el globo, se vio
rodeado de pequeñuelos y de un payaso.
Tanto quiso curiosear, que cuando el payaso fue a venderlo a un niño el
globo salió volando hacia el cielo.
El payaso no pudo hacer nada por evitarlo. Y el globo voló libre en
busca de aventuras.
Lobby, comenzó a dar vueltas, hasta que su hilo quedó atrapado en el
tejado de una casa. Intentó salir de allí, pero no pudo.
Cerca del tejado, había una gran ventana, llegó hasta ella, inclinándose
un poquito.
A través de ella, observó como unos niños jugaban. Estuvo horas y
horas viéndoles jugar, hasta que se quedó dormido.
Todos los días se repetía lo 32
mismo, él, los veía jugar y se sentía feliz,
pero le daba un poco de envidia no poder jugar con ellos.
Se movía de un lado para otro para llamar su atención, pero no
conseguía que los niños lo vieran.
Dormía y dormía, quería tener fuerzas para moverse más y más.
Por eso, siempre estaba dormido, se cansaba tanto, que cuando
descansaba seguía soñando despierto pensando que tal vez un día, los niños
lo verían.
Un día, hizo tanto esfuerzo para que lo vieran que se pinchó en un
clavito que había en la ventana.
Al pincharse, Lobby el globo salió disparado, el hilo se soltó con fuerza,
y se elevó muy deprisa, muy deprisa, hacia arriba.
Él, sabía que le quedaba muy poquito tiempo para quedarse sin aire,
entonces se elevó más y más como queriendo tocar las nubes.
Se elevó por encima de las casas y de la torre de la iglesia.
Se iba perdiendo en la lejanía y al cabo de un rato ya no volvió a
vérsele.
Se perdió para siempre en el atardecer, allí donde el sol, ya se oculta.
Seguro que está junto a las estrellas, y la luna lo está mimando o que
esta compartiendo momentos de alegría y felicidad con estrellas de un
mundo diferente.

Valor: La Fortaleza

EL PUEBLO Y EL PETRÓLEO

33

En el océano pacifico, cerca al Puerto de Ilo había un pequeño poblado


de gente muy trabajadora que se dedicaba a la pesca, una noche lluviosa,
caía una gran tormenta sobre el mar.
Las olas eran gigantes y la niebla era espesa.
Los barcos se mecían de un lado a otro como marionetas.
De repente, un crujido espantoso sonó en la oscuridad.
Una gran humareda se veía a lo lejos y un olor intenso se dejaba notar
en el aire.
Todos se preguntaban qué es lo que habría ocurrido.
Un barco se había acercado a la orilla, y había derramado parte del
petróleo que llevaba.
Una gran mancha negra se extendió por el agua, como un gran manto
negro que ponía de luto al mar.
El olor a petróleo era cada vez más fuerte, y se confundía con la
frescura que la brisa tenía cada anochecer.
Marcos y Alicia iban a contemplar las estrellas.
Cuando sentían esa libertad que sólo sienten los que aún no han
traicionado sus ideales.
Marcos y Alicia eran los hijos de un pescador y vivían en una humilde
casa blanca muy cerca del acantilado.
Los pescadores habían tenido últimamente problemas para pescar, la
pesca no era muy abundante por había una pesca industrial y ellos solo lo
hacían en forma artesanal.
Ahora con el derrame del petróleo, aun sería mucho peor, ya no habría
nada que pescar en mucho tiempo.
Ya no se vería a los pescadores traer el pescado al puerto.
Ni se podría despedirlos ¡Hasta pronto! como era habitual.

34

Ahora tendrían que marcharse lejos, para poder seguir viviendo y


asistiendo a su familia.
El pueblo se convirtió en un pueblo sin gente, un pueblo fantasma.
Apenas unas cuantas mujeres y niños pequeños quedaban allí.
Los hombres y los jóvenes partían en busca de trabajo y volvían de
tarde en tarde, para ver a los suyos.
Cada anochecer, apenas unas cuantas luces, devolvían la existencia al
pueblo.
Pero desde el acantilado, la vista no era la misma, parecía que hasta la
brisa había cambiado de lugar.
El aire olía a petróleo y la calma del mar, se había convertido en una
tremenda angustia de ver como toda la vida marina se destruía.
Los peces muertos flotaban y todo era desolador.
Los pocos que quedaron se reunieron y empezaron a reconstruir y
limpiar todo aquello que había sido dañado poco a poco.
Pasaron unos cuantos años, hasta que el pueblo volvió a la normalidad
pero con ayuda de los que quedaron.
Comenzaron a llegar algunos de los que se habían marchado quienes
ayudaban también, y las barcas volvieron al Puerto nuevamente.
Renacía de nuevo la esperanza de seguir viviendo, con el temor de que
algún día volviera a repetirse. Pero los pobladores empezaron a controlar la
zona para no vivir nuevamente una pesadilla que daña no solo al hombre
sino a todo ser vivo que habita el mar.

Valor: La Responsabilidad

35

LA ARDILLA Y EL RELOJ DORMILON


En una pradera del bosque donde los animales reciclan diferentes cosas
que las personas ya lo desechan, vivía la ardilla que era muy alegre y
trabajadora, nos cuenta lo que le sucedió.
Ya amanecía en la pradera y el reloj no marcaba la hora.
¡Otra vez se ha dormido este ocioso! Gritaba: la ardilla
¡Nunca llegaré a tiempo de recoger mis nueces! ¡Lo siento! Dijo: Ding
Dong. El reloj.
¡Hacía tanto frío afuera y yo estaba tan calientito aquí dentro que me
dormí sin preocupación!
Ding Dong era un pequeño reloj, que la ardilla compró en la Feria Anual
del Bosque; donde todos los animalitos venden y compran cientos de cosas
que los personas botaban. Ellos se encargan de arreglarlas.
Allí se encuentran: estufas, lámparas, relojes, percheros, ollas, mesas,
sillas y todo lo que puedas imaginar.
Fue allí, donde la ardilla encontró a Ding Dong el reloj.
En el camino a casa unas gotas de lluvia habían caído sobre el
asustado reloj y la nieve lo había vestido con un traje blanco le temblaban
las manecillas y estaba tiritando de frío.
La ardilla lo cogió en sus manitas, le quitó la nieve y se lo llevó a su
casita. 36
Lo arropó con una manta para calentarlo y le dio una tacita de café.
El reloj no funcionaba bien, siempre se atrasaba, pero la ardilla se
encariñó con él porque era su único acompañante.
De vez en cuando Ding Dong, le contaba historias de los personas a la
ardilla. Pero siempre terminaba diciendo que prefería estar con ella, pues
algunas veces era muy difícil entender a los hombres.
Ding Dong le decía: ¡Un día te quieren mucho!, ¡Otro día no te quieren
nada! ¡Sale un modelo nuevo y te dejan a un lado!
El reloj se acostumbró a vivir en el árbol de la ardilla pero la ardilla le
dijo que tiene que aprender a ser responsable con su trabajo ya que el
tiempo se va ya no regresa y así cumplían cada uno sus muchas
ocupaciones y fueron muy felices.

Valor: La Responsabilidad

MELESIO Y LOS DEMONIOS

En un paraje de la sierra hace mucho, mucho tiempo, vivía una pareja


de ancianos creyentes en Dios, quienes no tenían hijos pero eran muy felices
37mutuamente.
pues se amaban y respetaban
Un día el anciano salió al campo a recoger leña mientras que la anciana
fue al río para lavar ropa, en eso un enorme melocotón bajaba por el río,
flotando.
Ella lo recogió y se lo llevó a casa.
El anciano al llegar a casa se sorprendió al ver tan grande melocotón y
dijo: "¡Qué melocotón tan grande!, ¿lo cortamos? y la anciana contestó: "¡Sí,
vamos a cortarlo y lo comeremos!".
En ese momento el melocotón empezó a moverse y de su interior salió
un niño. Los ancianos se sorprendieron al ver a un niño salir de aquel
enorme melocotón, y a la vez, una gran alegría los embargó al ver en él al
hijo que no tenían. "¡Lo llamaremos Melesio! porque nació de un "melocotón"
Melesio comía mucho y creció fuerte y robusto. Nadie podía enfrentarse
con él, pero había algo que preocupaba a los ancianos, éste no pronunciaba
ni una sola palabra.
Por esos días unos demonios estaban causando alboroto y cometiendo
fechorías por todo el pueblo y se robaron el tesoro de la iglesia. Ante eso,
Melesio pensaba dentro de sí: "¡Esta situación no lo puedo tolerar ni
soportar!".
Un día, de repente comenzó a hablar y dijo a sus padres: "¡Voy a
dominar a los demonios! Por favor ayúdenme con los preparativos para mi
salida." Los ancianos se quedaron sorprendidos al escuchar por primera vez
la voz de Melesio. El anciano, luego de la sorpresa, se dirigió a Melesio
diciéndole: "Hijo, es mejor que no hagas cosas tan peligrosas".
Pero los ancianos al ver la decisión de Melesio, decidieron ayudarle en
lo posible con su cometido. Le entregaron ropas nuevas y de alimento, la
ancianita le había preparado diferentes comidas y frutas.
Melesio partió hacia la isla de los demonios. Los ancianos rezaban a
Dios para que su hijo se encontrara sano y salvo. Este se encontró en el
camino con un perro. El perro le dijo: "¡Oiga! Dame un "hueso" por favor. Si
me lo da le ayudo". Melesio le entregó un "hueso" y empezaron a caminar
juntos.
Momentos después se encontraron
38 con un mono, el cual pidió a Melesio
un plátano. Melesio tomó un "plátano" y se lo entregó, y los tres empezaron
la marcha nuevamente.
En el camino a la isla del demonio, encontraron a un águila, el cual
pidió semillas y se unió al grupo.
Pasaron unos días y llegaron por fin a la "isla de los demonios". El águila
realizó un vuelo de reconocimiento y al volver dijo:"Ahora todos los demonios
están tomando licor". Melesio pensó que era una buena ocasión y
dijo:"Vamos". Pero no podían entrar porque el portón estaba cerrado. En ese
momento el mono saltó el portón y abrió la cerradura.
Los cuatro entraron a la vez y los demonios quedaron sorprendidos al
verlos. El perro mordió a un demonio, el mono arañó a otro mientras que el
águila picoteaba a un tercero.
Melesio dio un cabezazo al jefe de los demonios y le dijo: "¡Ya no hagan
cosas malas!".
Los demonios contestaron: "¡Nunca más lo haremos!, ¡perdónanos!".
Melesio los perdonó y recobró el tesoro robado de la iglesia, volviendo a
casa sano y salvo con sus amigos.
Melesio estaba muy contento de haber derrotado a los demonios.
Entonces entre ellos comentaban que las cosas no se deben de hurtar.
Sino para tenerlas hay que trabajar y ganárselos con el sudor de nuestra
frente para no tener que avergonzarnos de nada ni de nadie.

Valor: La Honestidad

LA ABUELA MARGARITA Y LA ARAÑA


ANITA

39

En una aldea cerca a la casita que estaba, en lo alto de una montaña,


vivía hace tiempo una abuelita muy buena y cariñosa llamada Margarita.
Tenía el cabello blanco y la piel de su cara era tan clara como los rayos
del sol pues casi nunca salía de su casa.
Estaba muy sola y triste, porque nadie iba a visitarla.
Lo único que poseía era un viejo baúl y la compañía de una arañita muy
trabajadora, que siempre le acompañaba cuando tejía y hacía labores.
La pequeña arañita, conocía muy bien cuando la abuelita era feliz y
cuando estaba triste.
Desde muy pequeña la observaba y había aprendido tanto de ella que
pensó que sería buena idea intentar que bajara al pueblo para hablar con los
demás. Así aprenderían todo lo que ella podía enseñarles.
La abuelita Margarita les enseñaría a ser valientes cuando estén solos,
a ser fuertes para vencer los problemas de cada día y algo muy, muy
importante a crear ilusiones, sueños y fantasías.
Las horas pasaban junto a la chimenea y las dos se entretenían
bordando y haciendo tejidos hermosos.
La abuelita, apenas podía sostener las madejas y los hilos en sus
brazos.
¡Qué cansada me siento!, ¡Me pesan mucho estas agujas! Decía la
abuelita.
La arañita, la mimaba y la sonreía.
Un día, la araña, pensó que ya había llegado el momento de poner en
práctica su idea.
¿Sabes, lo que haremos? ¡Iremos al pueblo a vender nuestras labores!
¡Así, ganaremos dinero y podremos ver a otras personas y hablar con ellas!
La abuelita no estaba muy convencida.
¡Hace mucho tiempo que no hablo con nadie! Dijo: la abuelita.
¿Crees que puede importarle a alguien lo que yo le diga?
¡Claro que sí! ¡Verás cómo nos
40divertimos!
Se pusieron en marcha, bajaron despacito, muy despacio.
Iban mirando el paisaje, los árboles, las flores y los pequeños animalitos
que veían por el camino.
Llegaron al pueblo y extendieron sus bordados sobre una gran mesa.
Todo el mundo se paraba a mirarlos. ¡Eran tan bonitos!
La gente les compró todo lo que llevaban. ¡Además hicieron buenas
amistades!
En seguida, los demás, se dieron cuenta de la gran persona que era la
abuelita y le pedían consejos sobre sus problemas.
Al principio, le daba un poco de vergüenza que todo el mundo, la
preguntara cosas.
Pero poco a poco descubrió el gran valor que tienen las palabras y cómo
muchas veces una palabra ayuda a superar las tristezas. Palabras llenas de
cariño como: ¡Animo, adelante, puedes conseguirlo! ¡Confía en ti, cree en ti!
Ella también aprendió ese día, que las cosas que sentimos en el
corazón, debemos sacarlas fuera, quizá los otros puedan aprovecharlas para
su vida.
La arañita le decía a la abuelita: ¡Deja volar tus sentimientos, sé alegre,
espontánea, ofrece siempre lo mejor de ti!
La abuelita y la arañita partieron hacia su casita de la montaña.
Siguieron haciendo bordados y bordados.
Trabajaban mucho y cuando llegaba la noche la arañita se iba a su
rinconcito a dormir. La abuelita se despedía de ella y le decía: ¡Gracias por
ser mi amiga!
¡Un amigo, es más valioso que joyas y riquezas, llora y ríe contigo y
también sueña!
Mientras sentía estos pensamientos, la viejecita se iba quedando
dormida, sus ojos cansados se cerraron y la paz brilló en su cara.
A partir de ese momento la abuelita empezó a diferenciar entre lo que es
la soledad y la amistad y que uno no puede vivir solo siempre sino en
compañía. Además que debemos mostrarnos tal como somos porque cada
uno tenemos algo valioso que41
demostrar a los demás.

Valor: El Dialogo
LA BALANZA DE PLATA Y LOS NIÑOS

En el pueblo de San Jerónimo de Tunan, en el Valle del Mantaro


comienza este relato así: En la esquina de la calle hay un bazar de telas, que
está cerrada desde hace tiempo.
Un día, un grupo de niños, entraron en el bazar y encontraron una
balanza de plata, escondida tras un mostrador.
42
La balanza tenía un gran adorno en el centro, que era algo misterioso.
Pronto descubrieron que no era una balanza normal.
No pesaba manzanas, tomates, carne o pescado. Lo realmente
asombroso era que podía pesar las buenas o malas acciones u obras que las
personas hacían.
Los niños se dieron cuenta de esto, cuando uno de ellos, decidió tocar el
centro de ella. De repente la balanza se iluminó. El niño se mareó y cayó al
suelo.
Uno de los lados de la balanza se inclinó y comenzaron a salir de él,
estrellas, muchas estrellas. Aparecieron ante ellos todas las buenas obras
realizadas por el niño. Había sido bondadoso y comprensivo con los demás.
Al rato, el niño se levantó y comenzó a sentirse bien. Otro niño, quiso
intentarlo también. Puso su mano sobre el centro de la balanza de nuevo y
ésta volvió a iluminarse.
Esta vez, no salieron estrellas, sino espadas. Este niño no había sido
tan generoso como el otro, era un niño egoísta aunque, como era un niño,
todavía podía aprender a compartir y cambiar de actitud.
La balanza, les enseñaba lo bueno o malo que tenían en sus vidas y que
podrían mejorar.
Así pasaron los años. Los niños seguían consultando a la balanza
siempre que tenían dudas sobre cómo debían actuar o pensar en las cosas
que debían hacer en su vida.
Pero un día, la balanza dejó de iluminarse y los niños se hallaban un
poco desorientados y tristes.
¿Quién les guiaría a partir de ahora? ¿Por qué les había abandonado?
La balanza se iluminó por última vez, y les explicó por qué ya no podía
ayudarles más.
¡Ahora, deberían pensar por ustedes mismos! ¡Ya son mayores y lo
suficientemente inteligentes para hacerlo! ¡Les deseo mucha suerte! Al decir
esto la balanza se apagó.
Al principio, los jóvenes estaban muy apenados, pero con el paso del
tiempo se dieron cuenta que era lo mejor para ellos.
Aprendieron a ser responsables
43 por sí mismos, pero nunca olvidaron los
buenos consejos de la sabia balanza ya que en la vida uno tiene errores y
estos son para corregirlos y de esa manera llegar a cumplir un objetivo
trazado en bien personal.

Valor: La Verdad

PEPITO Y SUS AMIGOS DEL BARRIO


Pepito era un niño que tenía todo en su casa, pero para ir a estudiar
tenía que ir en autobús, camino al colegio.
Pepito paseaba todos los días cerca de una choza, que estaba al lado de
un viejo caserón. La choza estaba hecha de ladrillos viejos y maderas, con el
techo de aluminio y las ventanas de plástico.
Estaban sentados en la puerta, unos niños de corta edad, el pequeño
apenas balbuceaba dos palabras nada más.
Al ver a Pepito se quedaban sorprendidos viendo sus bonitas ropas y su
mochila nueva y entre ellos murmuraban: ¡Qué feliz será ese niño, con
tantas cositas bellas y una buena casaca que le calma del frío en el invierno!
¿Seguro que vivirá en una linda casita, rodeado de gente que le quiere,
tendrá juguetes y una cama dónde dormir?
Tendrá un colegio, una maestra, que le enseñará del mundo todo lo
más hermoso y le contará historias.
Aprenderá a hacer números y a leer muchos cuentos. Podría ir al
parque, al zoológico de animales, de excursión y paseo.
Tendrá unos amigos con los que jugará fútbol.
Pepito escuchaba sus voces infantiles y el balbuceo del más pequeño y
su cara inocente de niño tierno se llenaba de lágrimas y desconsuelo.
44
Pepito, hizo lo que pudo por ayudarles, les traía ropa y alimentos
muchas veces, pero eso no era todo lo que él quería, no era lo justo, que les
debía ofrecer la vida dijo Pepito. Los niños deberían tener derecho a que sus
sueños les hicieran crecer, a no pasar hambre, miserias ni sed.
Derecho a aprender todo sobre la libertad, a ser solidario y a saber
amar. Pepito volvió a aquella casita, un día un niño le dio en su mano, una
figura de madera que el mismo había tallado con un viejo cuchillo y muchas
horas de trabajo.
Era la figura de un niño que el mismo había pintado, era un niño de
cabellos rubios y pelo rizado. La cara llena de bondad, que refleja un alma
limpia. Al cogerlo Pepito lloró, al sentir la gratitud del niño. Hay cosas que
sólo se pagan con amor y llenan el alma de paz. Pepito siguió paseando por
allí, hasta que un día se hizo mayor, dejo el colegio y se marchó y nunca más
volvió.
Pero en su ropero de su habitación estaba guardado en un sitio muy
especial, un tesoro, un tesoro de amor que un día le talló un niño.
Es algo tan valioso para él, que en los momentos bajos de moral, lo mira
y empieza a tener la fuerza del recuerdo, que vuelve a sentirse ilusionado
casi sin darse cuenta.
Pepito ahora de mayor comprende que los niños tienen muchos
derechos y a la vez deberes y que nadie debe de ir en contra de eso.

Valor: La Igualdad

LEONARDITO Y LA JIRAFA

45

En la jungla donde la vida de los animales no vale nada y tienen que


luchar para sobrevivir. Una enorme jirafa se acercó a beber en un río.
Miró alrededor por si había cerca algún león. Tenía que tener cuidado,
ya que muchas veces los leones las atacaban cuando estaban bebiendo
agua.
Abrió sus patitas delanteras para poder bajar su largo cuello y se acercó
al agua.
Allí, vio una sombra y se asustó, enseguida observó que un pequeño
leoncito se escondía en un arbusto. Era Leonardito, un pequeño león que se
había perdido.
Leonardito, miró hacia el cuello de la gran jirafa que parecía no
acabarse nunca. Cuando al fin vio su cara, unos enormes ojos negros le
miraban.
El leoncito giró su cabeza y agachó las orejas: triste y asustado. Avanzó
la jirafa, a paso lento y tranquilo, hacia él, le tendió la patita.
El leoncito la acarició se hicieron amigos y ambos perdieron el miedo.
La jirafa le preguntó: - ¿Cómo estás tan lejos de tu casa?
Verás, le dijo el leoncito dijo: ¡Me perdí, por salir corriendo detrás de un
venado! ¡Sólo quería jugar! ¡Corrí muy veloz hasta quedar agotado! ¿Qué
ocurrió después?
El venado se espantó y yo me quede en este lugar.
Estaba muy asustado, pero soy un leoncito valiente, ¡no quería llorar!
¡Estoy tan cansado!, dijo el leoncito.
Ven, vamos hasta aquel árbol, - le dijo la jirafa – allí descansaremos. El
leoncito se acurrucó entre las patitas
46 de la jirafa y se quedó dormido junto a
ella. Juntitos muy juntitos para darse calor.
Pasaron largos días, la jirafa cuidaba de él, le alimentaba y le daba
cariño como si fuera su mamá.
Un día le explicó que tal vez, dentro de un tiempo tendría que volver con
los demás leones, pues era lo mejor para el leoncito.
Una mañana, el leoncito bebía en el río, cuando una manada de leones
se acercaron a él y entre ellos estaba su madre quien la abrazo y beso
cariñosamente.
La jirafa los observaba desde lo alto. Contempló como el leoncito había
encontrado nuevamente a su madre.
Entonces la señora jirafa entre sí dijo: ha llegado el momento de partir a
otro lugar. Pero el leoncito no quiso ser mal agradecido y pidió un momento
para poderse despedir de su amiga la jirafa ya que lo había tratado como
una madre. Y se hicieron la promesa de ayudarse y protegerse en los
momentos más difíciles.
La jirafa vio como se alejaba el leoncito para siempre, pero a pesar de
todo estaba feliz, porque el leoncito, había encontrado a su verdadera
familia.

Valor: La Lealtad

VALENTINA Y SUS AMIGOS


Era una hermosa
vaca que vivía en
el establo de Don
Goyo. Valentina se
llamaba así, es
una vaca alegre,
no le gusta la
lluvia, porque el día que llueve su dueño no le deja salir del establo a jugar
47
en el campo.
Su amigo el cerdo Musho le hace compañía en sus juegos y travesuras.
Valentina es muy coqueta, y nada más al despertar se peina el rabo y se
limpia las patitas y la cara con agua y jabón.
Ha salido el sol, Valentina mueve el rabo muy contenta y sale disparada
hacia el campo para oler la hierba fresca y echarse en ella.
Es una vaca inquieta, no puede estar parada. Hasta cuando le sacan
leche está moviéndose.
¡Valentina, preciosa no te muevas que vas a derramar la leche! dice: su
dueño Don Goyo.
Se pasea por la granja, moviéndose como si fuera una modelo. ¡Es tan
presumida!
Se baña en un pequeño riachuelo del río y después se mira en sus
aguas, para ver lo guapa que está.
Pero la pobre Valentina ha dado un tropezón y se ha caído de cabeza en
el pequeño riachuelo.
No puede salir y empieza a pedir ayuda a sus amigos.
¡Musho…, Musho…, ven por favor…., que me ahogo…!
Musho muy preocupado, llamó al caballo Lolo, que se había quedado en
la granja.
¡Ven pronto, ven pronto, Lolo, que la vaquita Valentina se está
ahogando! Lolo, corrió con sus ágiles patas, hasta llegar al río.
Con la ayuda de los dos amigos, Valentina pudo salir de allí.
¡Me he dado un buen susto, la próxima vez tendré más cuidado! Decía:
Valentina.
De vuelta en la granja, su dueño la vio mojada y dijo: ¡Valentina otra
vez has tenido una aventura, mañana seguro que estarás un poquito
resfriada!
Al día siguiente, la vaquita si, estaba resfriada, pero con el cariño y el
cuidado de todos sus amigos se curó rápidamente.
La promesa de la vaquita fue que nunca más sería muy traviesa y que
tendría cuidado en sus juegos y travesuras ya que uno debe medir las
consecuencias de sus actos para no
48 lastimarse ni lastimar a los demás.

Valor: La Responsabilidad
LA SEÑORA LIEBRE Y EL PICAFLOR

Allá por los bosques de arboles leñosos vivía la señora liebre donde
recogía las zanahorias de un huerto y las echaba en su canastita camino a
su madriguera.
Se encontró con Picaflor que era un pajarito de brillantes colores.
¡Buenos días Picaflor!, dijo a la señora liebre.
¡Si, si buenos días! Entonces el Picaflor se resbalo y dio un traspié, cayó
sobre la canastita de la liebre y se le quedó una zanahoria incrustada en la
nariz, parecía como si de repente se hubiera convertido en un pájaro
zanahoria.
Ja, ja, ja rió la señora liebre. ¿Qué raro estás? Pero el Picaflor se enfadó
un poco porque pensaba que se estaba riendo de él.
La señora liebre le explicó que no pretendía burlarse de él sino que era
muy divertido verlo con esa nariz tan grande que se le había puesto.
El Picaflor se miró y remiró y la verdad que a él también le hacía gracia
verse así. Se miraron los dos 49
y volvieron a reír.
El Picaflor ayudó a la señora liebre a recoger zanahorias después de
librarse de la que tenía en el pico. La acompañó hasta su madriguera y luego
se fue.
Al caer la tarde el Picaflor salió a dar un paseo por el bosque pues la
tarde era muy agradable y no hacía frío.
De repente vio que algo se movía entre los matorrales y se oían unos
gemidos extraños.
¡Me acercaré a ver! Se dijo: Vio dos enormes orejas sobresaliendo de la
maleza, y le resultaron conocidas, en efecto eran de la señora liebre, que
había resbalado y se había caído en una pequeña poza que había cerca de
un riachuelo. Tenía cubierta la cara con una espesa masa y parecía una
estatua de barro. Su lindo cuerpecito blanco estaba ahora cubierto por una
capa de lodo.
El Picaflor, empezó a reír, sin parar, ja, ja, ja.
¡Pues yo no veo la gracia, dijo la señora liebre! ¡Estás muy divertida!,
respondió el Picaflor.
¡No me estoy burlando de ti, no te enfades, me rio porque estás
graciosa!
¡No, no y no, se que te burlas de mí, no eres un buen amigo!
Esta mañana me dijiste que no me molestara y yo lo entendí y no me
molesté. Ahora tú debes hacer lo mismo. El Picaflor continuó diciendo:
Si haces bromas o te ríes con los demás, también debes saber reírte de
tus propias gracias.
La señora liebre después de quedarse un rato pensativa, se dio cuenta
de que el Picaflor tenía razón, hay que saber disfrutar de las bromas
graciosas de los demás y nuestras propias bromas pero siempre cuando se
hacen con buen corazón y no las bromas pesadas que pueden hacernos
daño.
Por ello siempre se debe de hacer bromas sin dañar la susceptibilidad
de los que nos rodean.

Valor: El Respeto

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EL ERIZO INQUIETO
En la selva de Chanchamayo cerca a un poblado. Había una vez un
animalito que se llamaba Púas, era un erizo pequeñito, de color marrón y
amarillo, un poco torpe y divertido. Tenía un hocico redondo negro, unas
patitas gordas.
Siempre se metía en líos, por culpa de sus púas pinchosas y erizadas.
Un día, estaba tejiendo Doña Gatita una ropita muy lindo para su bebé
gatito y Púas se acercó a curiosear.
Doña gata, había comprado en la tienda del pueblo, una gran canasta
de lanas de colores y quería hacerle la ropita cuanto antes, para que no
pasara frío.
Doña Gata, le decía a su pequeñín: ¡Qué guapo vas a estar!, ¡Eres el
gatito más lindo!
Púas, se había escondido detrás del sillón. Los colores de las madejas,
llamaron su atención y al inclinar la cabecita para verlas mejor, se cayó
51
dentro de la canasta.
Púas el erizo, se metió, entre las madejas y no podía salir. El hilo se
había enganchado en sus púas y lo había enredado todo.
¡Ay, Ay, mira lo que has hecho! Dijo la gata. ¡Ahora que voy a hacer!
Púas, se sintió muy avergonzado y pidió perdón a la gata, pero los hilos
estaban enredados y ya no servían para hacer la ropita.
Al llegar a su casa, Púas le contó a su mamá lo que había ocurrido.
Le pidió que ella, hiciera una ropita para el gatito. Su mamá le dijo: ¡No
te preocupes Púas, yo lo haré!
¡No tienes que ser tan travieso! ¡Tienes que tener más cuidado!
Púas no sabía remediarlo, era tan inquieto, que volvió a meterse en
problemas, bueno mejor dicho las púas.
Miró la madriguera de un conejo y quiso entrar en ella para curiosear.
Doña Coneja, acababa de tener crías. Estaban todas allí, muy juntitas.
Todavía eran demasiado pequeñas para salir.
Púas, consiguió meterse en la madriguera y llegar hasta las crías. Todo
estaba muy oscuro y no podía ver nada.
El erizo iba de un lado para otro, sin darse cuenta que según se movía
iba pinchando a las crías.
¡Fuera de aquí! Le dijo Doña Coneja, muy enfadada.
Púas el erizo, estaba, triste, el no quería hacer daño, pero siempre le
salía todo al revés.
Pensando y pensando, encontró la forma de hacer algo bueno y práctico
con sus púas.
¡Ya sé! ¡Limpiaré las alfombrillas de las casitas de los animales! Con mis
púas que son como escoba. Dijo Púas el erizo, convencido de que había
encontrado la solución a su problema.
¡Esta vez, tengo que hacerlo bien y estar preparado para trabajar! ¡No
volveré a equivocarme!
Comenzó a trabajar, como un verdadero experto. Se ponía su mascarilla
para el polvo, y limpiaba y limpiaba.

Los animales, estaban muy contentos de que por fin, hiciera algo que le
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gustara y no molestara a los demás.
Se convirtió en un gran limpiador de alfombras y todos estaban muy
orgullosos de él.
Púas el erizo, había encontrado una razón para ser feliz pues no
lastimaba a nadie y contribuía en el trabajo del hogar con la limpieza.

Valor: Responsabilidad y Perseverancia


EL GATO CARLONCHO

Hace mucho
tiempo existió una
ciudad de los
gatos en ella vivía
un gato llamado Carloncho.
Carloncho el gato se levantaba muy temprano, pues le gustaba ser muy
puntual en su trabajo diario. Pero antes de ir a su trabajo se bañaba en la
ducha con agua caliente, se peinaba, ayudaba a su mamá y tomaba su
desayuno: leche de vaca, huevos y panes.
El trabajo que realizaba Carloncho era el de cuidar una fabrica de
quesos y en esta había muchos ratones quienes trataban de distraerle para
entrar y robar los deliciosos quesos. Pero el gato Carloncho no los dejaba
entrar pues era muy agil, hábil y estaba siempre atento a lo que sucedía a su
alrededor.
53 ratones creyendo burlar la seguridad se
Pero un día los hábiles
disfrazaron de una gatita y le sonreían pero el hábil Carloncho se dio cuenta
del engaño pues la cola de un ratón pasaba el lujoso vestido de la gatita.
Carloncho le siguió la corriente, pues le dio quesos de distintas calidez
entonces cuando la gatita disfrazada quiso llevarse los quesos .El gato con
disimulo saco el vestido y descubrió a los ratones y les dijo que eso no se
debe hacer porque engañar o robar es de falta de valores, antes de robar o
querer engañar a alguien o con alguna cosa mejor es pedírselo y de esa
forma no habrían problemas.
Valor: La Honradez y El Dialogo

EL NIÑO DEL CAMPO Y EL NIÑO DE LA


CIUDAD

El niño Ricardo estaba pastando


54 sus ovejas por el campo, y de repente
encontró en un matorral del bosque a otro niño cansando, llorando y que
apenas podía conversar.
Entonces Ricardo le pregunto ¿Qué haces solo por aquí? Este le
contesto vine de paseo con mis padres y me perdí en este bosque ¿Cómo te
llamas? me llamo Juanito. Y tengo mucha hambre porque no he almorzado.
Ricardo el pastorcillo, sacó de su alforja pan y queso fresco, pero no
tenia agua entonces le dijo Ricardo para que vayan a un riachuelo cercano.
Después de beber le dijo te enseñaré el camino para salir del bosque.
-Eres un buen niño le dijo Juanito; me has salvado la vida, pues si
hubieras tardado unas horas más me hubieras encontrado muerto o
devorado por algún animal. Ahora te demostraré mi agradecimiento. Ven
conmigo a la ciudad, que mis padres tienen mucho dinero y te tratarán como
si fueras un hijo más.
No respondió Ricardo. No voy contigo a la ciudad, porque tengo madre
y padre, que son pobres, no los puedo abandonar, y los quiero mucho.
Pero tu casa es una triste choza cubierta de paja, replicó Juanito, y yo
vivo en una casa de muy bonita, tomarás agua en copas de cristal y comerás
deliciosos manjares en vajillas de plata.
Respondió Ricardo nuestra casita no es tan mísera como tu crees, está
rodeada de árboles frutales, tomamos el agua más fresca, y si en nuestra
casa no hay dinero, ni cristales, ni pinturas, en cambio, no nos faltan
hermosas flores del campo.
Ven conmigo Ricardo ya que has sido muy bueno conmigo y me salvaste
la vida dijo Juanito. También tengo flores en mi jardín, tengo una fuente por
donde brotan brillantes chorros de agua que al caer forman espuma en un
estanque de la piscina.

Ricardo dijo en el monte somos felices. Vemos a cada momento el vuelo


de palomas y otras aves. Del manantial vemos salir burbujas y nos
divertimos viendo caer el agua por entre las rocas o tirando piedrecitas en el
arroyo para escuchar los sonidos.
Me has convencido, Ricardo, estás contento ¡Quédate! Por que tus
55
padres te necesitan y ustedes son felices aquí y todo lo que hay aquí es más
sano, bello, no contamina. En cambio en la ciudad ya no existen cosas
naturales todo mayormente es artificial.
Entonces Juanito recordó que sus padres estarían preocupados
buscándolo y dijo me marchó y gracias por todo amigo del campo.

Valor: La Amistad y La Libertad


ÍNDICE
Pág.

La Linternita y Sombrerito 5

La Rana Renata y el Grillo Guillermín 8

La Lombriz y la Gallina 13

El Señor Cóndor 15

El Conejito Pirulín 18

Daygoro y el Monstruo 20

El Molle del Pájaro Carpintero 25

El Camaleón y el Arco Iris 28

La Lechuza Gafitas 32

56
El Palacio de los Olores 35

El Ciempiés Bailarín 42

El Escarabajo Cantor 46

El Globo Soñador 49

El Pueblo y el Petróleo 52

El Reloj Ocioso 56
"Melesio y los Demonios" 59

La Abuelita y la Arañita 63

Los Niños y la Balanza 68

Pepito y sus Amigos 72

Leonardín y la Jirafa 75

La Vaca Valentina 79

La Señora Coneja y Piolín 82

El Erizo Travieso. 86

El Loro Hablador Pochito 90

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Reflexionemos
La vida es una oportunidad` : Aprovéchala
La vida es belleza : Admírala
La vida es beatitud : Saboréala
La vida es un sueño : Hazlo Realidad
La vida es un reto : Afróntalo
La vida es un deber : Cúmplelo
La vida es preciosa : Cuídala
La vida es riqueza : Consérvala
La vida es amor : Gózala
La vida es un misterio : Desvélalo
La vida es promesa : Cúmplela
La vida es tristeza : Supérala
La vida es un himno : Cántalo
58
La vida es una tragedia : Renace
La vida es felicidad : Merécela
La vida es la vida : Defiéndela

Madre Teresa de Calcuta.


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