Pequeños Cuentos, Que Nos Hacen Grandes
Pequeños Cuentos, Que Nos Hacen Grandes
Pequeños Cuentos, Que Nos Hacen Grandes
Emilia”
El Tocuyo – Lara.
Pequeños
cuentos
que
nos hacen
GRANDES
Una herramienta para
mejorar la lectura
y la escritura
Autores(as):
Duarte
Diciembre, Nicol
2023
Goicochea Jashley
Osal Juan Marcos
Pérez Moisés
Colaboradores:
Bastidas Irismar
Alvarado Leorennys
Pérez Johanna
Pérez Maguiz
Pérez Alejandra
Vásquez Karelys
Díaz Adriany
Agradecimientos:
Primeramente, gracias
a Dios por darnos la
inteligencia y sabiduría,
a nuestros padres por
la gran ayuda, al Hogar
Infantil “Madre Emilia”
porque allí
compartimos y lo más
importante, obtenemos
conocimientos
necesarios para ser en
un futuro buenos
profesionales, a la
profesora Eynelitza de
Arroyo, porque con su
amor y dedicación nos
ayuda a seguir
emprendiendo el viaje
en el maravilloso
mundo de la educación.
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Revisado por:
Profesora Eynelitza de
Arroyo
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Los
Centavitos
Frente a la puerta
de nuestro colegio,
sentada en el escalón de
un zaguán, con un gran
paño blanco sobre la
cabeza y hombros, y en
sus rodillas un amplio
azafate poblado de
polvorosas, suspiros,
yemas, melcochas y
coquitos que brillaban al
sol como piedras
preciosas, se instalaban
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todas las tardes una
vendedora de dulces.
Mamaíta, regálame
un centavo.
No sé si por
distracción o generosidad,
mamá no sólo me regaló
una moneda de cinco
centavos de plata.
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Un mediecito, la
cual, dado su pequeño
tamaño, despertó en mi
alma las zozobras de la
desconfianza.
Pero yo la tomé y
resolví guardarla con
cuidado y paciencia,
apuñada en mi mano, todo
el tiempo que hiciese falta.
Con la satisfacción
que da el deber cumplido y
con mis cinco centavos
siempre apuñados,
aprovechando una
ocasión, salí a escondidas
del aula, atravesé en
carrera el zaguán, acerca y
calle hasta llegar hasta
donde estaba la vendedora
de dulces.
Unos momentos
después regresé y
acercándome a un grupo
de niñitos les dije:
Me fui, me fui
enfrente, donde esta la
dulcera, cogí una
polvorosa, le di un centavo
y ella me regaló cuatro
centavos grandes, además
una polvorosa.
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¡Ya me la comí!
Teresa de la Parra
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Tres amigas
de la navidad
Aceituna, Pasa y
Alcaparras eran tres
amigas que se querían
mucho. Desde que
llegaron de España en un
barco, estaban
depositadas en un
supermercado.
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compras. Una señora
llamada Altagracia llegó
muy alegre y se dirigió al
estante donde estaban las
tres amigas. Cogió varias
cajas de Pasas y se las
llevó. Enseguida Alcaparra
y Aceituna comenzaron a
gritar:
- Señora,
queremos irnos también.
Ella es nuestra amiga.
Señora… no se la lleve.
Ella se devolvió y
les dijo:
Ustedes son muy
saladas y a Pasita la
necesito para una torta.
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Los días fueron
pasando. No habían visto
mas a la señora. Alcaparra
y Aceituna llegaban a
todas las casas, pero no
lograban ver a su amiga
querida.
Al llegar a la casa
había muchos platos sobre
la mesa. Estaba haciendo
hallacas…
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Y fue en aquel
momento cuando
brincando por encima de
los platos se apareció ella.
Un grito de alegría
y gran emoción se escapó
de Alcaparra y Aceituna:
- Amiga
querida, al fin te
encontramos. Es una
felicidad inmensa, cuanto
te extrañamos.
Y dando brincos
sobre los demás
ingredientes se abrazaron.
El tomate, la
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cebolla, el
pimentón, los
encurtidos y las
hojas se asomaron
curiosos para ver aquel
alboroto y la satisfacción
que expresaban. Desde
entonces Pasita, Alcaparra
y Aceituna siempre están
juntas en la hallaca
venezolana, manjar
delicioso y tradicional de la
navidad y año nuevo.
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Para una buena convivencia, se
debe tener tolerancia, respeto,
comunicación, solidaridad,
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Tía zorra y
los peces
Un día, muy de mañana,
tío Zorro andaba
paseando. Al pasar junto
a un río, vio una gran
cantidad de peces en
una poza.
Entusiasmado, se puso
a pescar y eran tantos
los peces que en muy
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poco tiempo pescó tres
hermosas guabinas.
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Zorra, relamiéndose de
gusto.
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tío Zorro. Freiré con
mucho esmero
las guabinas. ¡Quedarán
muy ricas, ve a invitar a
tío Tigre!
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Tigre.
Tía Zorra se puso a
preparar los pescados.
Cuando estuvieron
bien fritos, era tan
delicioso el olor que
murmuró:
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nada más, pues sería
muy feo si me
la como antes de que
llegue tío Zorro con el
invitado.
Comenzó a pellizcar el
pescado, y lo encontró
tan sabroso que
se olvidó de cuanto
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había dicho. En pocos
segundos el plato
quedó limpio.
-Estaba deliciosa. Es
necesario que pruebe la
de tío Zorro; él
es muy delicado y si la
guabina suya no está
bien frita, seguro
que se molestará.
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Se comió la cola
tostada, luego la aleta,
después la cabeza y,
cuando se dio cuenta,
toda la
guabina de tío Zorro
había desaparecido.
- ¡Dios mío, me la he
comido entera! –
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exclamó -. Pero el daño
ya está hecho; ya no
importa que me coma
también la última-. Y se
la comió también.
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- ¡Claro que sí! Las
tengo todavía puestas al
fuego para que no se
enfríen -mintió ella.
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– Indudablemente, tío
Zorro…
Con ese olorcito a
pescado frito que hay
aquí…
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Zorra llamó aparte a su
marido.
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Tío Zorro corrió al patio,
y a los pocos momentos
se empezó a
escuchar el ruido que
hacen los cuchillos
contra la piedra de afilar.
Tía Zorra se acercó a tío
Tigre y le dijo:
- ¿Escucha usted? Es
que mi marido está
afilando un
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cuchillo. Se ha vuelto
loco y tiene la manía de
querer comerse
las orejas suyas, tío
Tigre; para eso lo ha
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traído a usted
aquí. ¡Huya antes de
que regrese, por favor!
-Tío Tigre se llenó de
espanto y salió de la
casa a todo correr.
Entonces tía Zorra
comenzó a gritar:
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Tío Zorro, con un
cuchillo en cada mano,
echó a
correr detrás de
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tío Tigre.
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su casa.
La reinita y el
conejo
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Una reinita, muy
traviesa, se paró una
tarde en una rama y
comenzó a burlarse de
los animales que veía.
Cuando pasó el gavilán
la reinita dijo:
“Alla va el gavilán con
su cabeza de fruta e
‘pan”. Cuando pasó el
araguato, la reinita gritó:
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“Adiós, señor
araguato, que en un
manare bebe carato”.
El araguato
avergonzado, se fue sin
decir nada.
Después pasó un
conejito, y la reinita le
grito para burlarse:
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El conejito que no
era tonto como los
demás animales, le
contestó:
“Cierra ese pico reinita
que, si te agarro, te
dejo frita”.
Entonces la reinita no
halló que contestar y se
escondió en su casita
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Vera Zitman Roos
Tricolor
Vuelta a la
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patria
lo reconozco ahora.
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Son ellos,
son los mismos de mi
infancia.
y esas playas que, al sol
del mediodía,
brillan en la distancia
¡oh, inefable alegría!
son las riberas de la
patria mía.
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Juan Antonio Pérez
Bonalde
La vuelta a la
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escuela
Cual bandada de
palomas
que regresan de vergel,
ya volvemos a la
escuela,
anhelantes de saber.
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El verso es
cada una de
las líneas
que es el escritas que
grano conforman
intelectual. un poema.
El poema
son obras
Saludemos
escritas en
nuestra versos que
escuela buscan
con cariño y expresar las
gratitud, emociones
que ella o del autor. Ambos
guarda el se valen de
faro hermoso la belleza y
del lenguaje
que la mente
y es una
baña en luz.
forma de
expresar
Ni un emociones,
momento lo sentimiento
olvidemos s, ideas de
la
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imaginación
.
en los meses de solaz;
¡nunca olvide la paloma
su querido palomar!
Virgilio Dávila
Tricolor N.º 96
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La lectura a todos nos hace
inmigrantes, nos lleva lejos
de casa, pero lo más
importante es que nos
encuentra hogares en todas
partes.
Mateo: 22:37-39
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