Ev 5558
Ev 5558
La formación policial en la
provincia de Buenos Aires. La
pastoral policial como núcleo de
identidad institucional
9 y 10 de diciembre de 2010
Cita sugerida:
Clavijo, A. G. (2010). La formación policial en la provincia de Buenos Aires. La pastoral
policial como núcleo de identidad institucional. VI Jornadas de Sociología de la UNLP, 9
y 10 de diciembre de 2010, La Plata, Argentina. En Memoria Académica. Disponible en:
http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/trab_eventos/ev.5457/ev.5457.pdf
1 Un dato interesante que de alguna manera refleja la escasa importancia dada a la formación, es el estado
y tipo de información. Todo el material esta desorganizado, sin clasificar, mezclado y recortado. Del
material obtenido en la Dirección de enseñanza de la Escuela Juan Vucetich, donde se archivan los planes
de estudio dictados, hemos podido relevar desde el año 1969 al 1972 solo el material que figuraba en los
analíticos de los cadetes registrados en los “Libros Mayores” numerados por períodos de uno o dos años.
Los más viejos datan del año 1969 y están registradas las materias correspondientes a cada curso vigentes
1
aparece ninguna asignatura denominada como derechos humanos. Sin embargo
realizando un repaso en los contenidos curriculares de diferentes asignaturas2 y en los
diversos materiales bibliográficos, se puede encontrar contenidos relacionados con
DDHH desde la perspectiva de la doctrina social de la Iglesia3. Es importante registrar
aquí la continuidad de dicha concepción desde 1972 hasta el año 1992.
A partir del año 2004 cambia el plan de estudios muy significativamente:
desaparece las asignaturas cuyos contenidos hacían referencia a filosofía o ética y, la
asignatura correspondiente a/con contenidos de derechos humanos pasa a denominarse
Derechos Humanos y función policial.
Otros contenidos que están en estrecha relación con los derechos humanos
desde la doctrina social de la iglesia, están entretejidos en diversas asignaturas de
diferentes maneras. Por ejemplo en la asignatura Formación Nacional esta
estrechamente unido al discurso de la dictadura militar que aparece con toda su
significación, constituyendo el sentido predominante en la formación profesional que
aún sigue vigente en los subsuelos de la formación y las conductas de mucho de sus
integrantes. A partir de estos materiales relevados en el trabajo de campo las preguntas
que surgieron fueron:
¿Por qué está presente en la formación policial la doctrina social de la iglesia? ¿Qué
valores, conceptos, sentidos imprime y estructura en las prácticas de los sujetos?
¿Cuál es el concepto y fundamento de derechos humanos que sustenta? ¿Qué
construcciones de la peligrosidad4 y amenazas están presentes en dicha concepción?
en el año, con sus asignaturas correspondientes. A partir del año 1972 la información es más completa y
detallada. Las diferentes asignaturas tienen detallados sus objetivos, diferentes módulos o bolillas y
escasa o ninguna bibliografía. Los periodos de tiempo corresponden con los cursos dictados durante los
años 1969/70/71/73/1974/76/80/84/85/87/89/92/99/2000/2001/2005.
2 El listado de asignaturas correspondientes con dichos años se organizaron en un cuadro para poder
realizar un análisis comparativo.
3
En anteriores trabajos desarrolle en profundidad la relación entre la Iglesia Católica y la formación
policial en la provincia de Buenos Aires.
4 . los diferentes exterminios de población es porque se inscribe el racismo en esa
pretendida continuidad biológica, en esas tecnologías del biopoder. En esta inscripción
de la diferencia racial unos son superiores y mejores que otros. Esto inscribe el racismo
en las teorías criminológicas del S XIX.
2
Foucault. Este autor hace un recorrido histórico a partir del cual se puede situar la
constitución de la policía en el proceso que denomina como gubernamentalización del
Estado moderno5. En palabras de Foucault: “La pastoral, la nueva técnica diplomático-
militar y, por último, la policía fueron a mi entender los tres grandes apoyos sobre
cuya base pudo producirse ese fenómeno fundamental de la historia de Occidente que
fue la gubernamentalización del Estado”.6
La idea de policía de la modernidad se refería, no a la agencia especializada
que emergió en el siglo XIX, sino más bien a un programa mucho más general de
regulación detallada aplicado por las autoridades de la ciudad en sus esfuerzos por crear
un marco ordenador para el intercambio y el comercio.
El objetivo de este tipo de “regulación policial” era promover la tranquilidad y
seguridad pública, asegurar el comercio y las comunicaciones en la ciudad y promover
la riqueza, la salud y la prosperidad de la población. Este cuerpo de regulaciones
policiales sólo estaba incidentalmente relacionado con el delito.
A lo largo de los siglos XVIII y XIX, la actividad policial, el enjuiciamiento y
el castigo de los delincuentes, fueron monopolizados por el Estado de manera
creciente. Paulatinamente la población se trasforma en objeto de gobierno y es así que
las disciplinas cobran vital importancia en cuanto al manejo de población desde el
detalle, y es ahí donde adquiere protagonismo la policía.
Más tarde con la expansión de la democracia en los siglos XIX y XX, este poder
soberano fue trasformándose en un poder público. Su ley se presentó como “voluntad
del pueblo” y sus representantes, como intérpretes que decían obrar en función del
“interés público”.
La actividad policial dejó de estar ampliamente dispersa en las manos de
amateurs y empleados privados y se convirtió, en cambio, en la misión de funcionarios
profesionales entrenados pertenecientes a una organización especializada que formaba
parte del Estado. La persecución de delincuentes dejó de ser una actividad privada y
pasó a ser tarea del gobierno. Los castigos gradualmente perdieron su carácter local y
comenzaron a estar regulados por las autoridades estatales. Se fue conformando de esta
manera lo que Foucault considera como gubernamentalización del Estado y de este
5Foucault, Michel, Seguridad, territorio, población, Buenos Aires, editorial Fondo de Cultura
Económica, 2006
6 Ibidem . p. 138
3
modo la justicia penal, las instituciones de la policía y del castigo, fueron adquiriendo
su distintiva forma moderna.
En palabras de Marcelo Saín "el gobierno de la seguridad pública ha sido
históricamente desarrollado por la policía, lo cual ha dado forma a una especie de
gobernabilidad policial de la seguridad pública."7
La pastoral policial
El poder pastoral conforma la institución policial y se hace visible en la historia
institucional como la Santa Hermandad
7 Sain, M.El leviatán azul. policía y política en la Argentina. Buenos Aires, Ed. Siglo XXI, 2008, p. 74
8
La disciplina es la economía política del detalle, produce individualizaciones pasibles de dominación, se
ejercen sobre los cuerpos: cuerpos domesticados para producir. La incluye dentro de otras técnicas como
las médicas, sicológicas, siquiátricas. Corresponden a la vigilancia, el diagnóstico y la transformación de
los individuos básicamente desde las instituciones.
4
reconocidas como los orígenes de la policía en los relatos de la propia institución. Este
reconocimiento, esta autoreferencia resulta sugerente, no en tanto continuidad histórica
de las hermandades [misma organización, estructura interna, formas de ingreso de sus
miembros etc.], sino más bien en cuanto potencial heurístico, clave de interpretación
acerca de la cultura institucional.
Cuando realizamos un recorrido por la historia de conformación de las policías
en América hispana podemos recuperar estos elementos conformadores de su identidad
institucional.
La alcaldía de la Santa Hermandad, mecanismo trasplantado por España a sus
colonias constituyeron formas embrionarias de organización militar y policial que
reaseguraban el orden al interior de los reinos españoles. Las mismas trajeron consigo
muchos de los elementos que las caracterizaban:
Las iconografías cristianas, signos y símbolos utilizados como referencias
identitarias que se expresaban en vestimentas, banderas, escudos, etc. La utilización de
protecciones frente a las amenazas como patronos protectores son las huellas de su
relación con la iglesia Católica, entre muchos otros elementos. En México, Colombia y
Argentina por ejemplo, vemos que tienen denominadores comunes construidos en su
relación colonial con España conformando uno de los mecanismos de control social.
Según Sotomayor M.9, el papel de las cofradías y hermandades religiosas
durante el S XVIII en Colombia, inicialmente fue el de actuar como elemento de
soporte de la evangelización, pero fue asumida y utilizada por el gobierno colonial
como un instrumento de control sobre las comunidades, como una sustracción del
poder político- social de la organización indígena. Plantea que las cofradías sirvieron a
las autoridades tradicionales para recuperar y reformular el papel de la sacralidad que
investía a los caciques Muiscas antes de la conquista.
En el mismo sentido Rodríguez-Sala10 plantea que La Santa Hermandad en
México funcionó durante los dos primeros siglos virreinales para el control de la
delincuencia en ciudades, poblados, caminos y despoblados una organización, que
5
desde luego, con bases similares a la metrópoli, asumió rasgos específicos que
provinieron de la naciente sociedad en la cual se desenvolvió:
“[…] los provinciales de la Santa Hermandad, personajes que fijaron el
funcionamiento de esta estructura social […] En la España de la Edad Media los
ciudadanos de cada municipio y conjunto de ellos se reunieron y organizaron para
mantener el orden público, la seguridad de los pobladores y la defensa frente a grupos
de salteadores de caminos. Pronto adquirieron fuerza y poder, actuaban
independientemente y hacia finales del siglo XIV ejercieron influencia especialmente
en el Norte de España. Durante el siglo XV Ios reyes de los diferentes Reinos se dieron
cuenta de que empezaban a interferir con su poder y decidieron unificarlas en una sola
organización, la Santa Hermandad y dotarla de ordenanzas y leyes […] Durante los
siguientes treinta a cuarenta años la Santa Hermandad se extendió por casi la
totalidad del territorio conocido del Reino.”
Concluye que: “La importancia de la Hermandad como instancia jurídica que
pavimentó el camino para una reorganización y fortalecimiento del sistema judicial a
lo largo y ancho del territorio novohispano fue fundamental”11.
En el caso de la Argentina la historia del origen de la policía redactada,
producida y legitimada por la propia institución12 es muy relevante respecto de la
construcción de la identidad institucional.
En Síntesis histórica de la Policía de la Provincia de Buenos Aires [1580 –
1980] Publicada por la Editorial Universidad en el año 1984, que tiene como autor a
Ovidio Pablo Riccheri13, General de Brigada Jefe de Policía de la Provincia de Buenos
Aires, podemos encontrar un reconocimiento del origen de la policía argentina. Este
texto es reconocido por docentes y personal como uno de los más importantes en la
formación de la policía bonaerense y circula en formato de texto y apuntes
fotocopiados, así como también en versión digital. :
“la labor cristiana y dignificante […] Muchos de estos hidalgos habían sido
allá, en las lejanas tierras natales, miembros de la Santa Hermandad, institución
surgida en plena época de la lucha contra el invasor del territorio hispano, alentada
por los reyes cristianos y auspiciada por la Iglesia. Era el bastión poderoso que se
11 Ibidem. P. 25.
12 Este relato histórico sobre el origen de la policía se puede encontrar en el Manual de conducción
policial, de Jorge V. Schoo y Hugo I. Silva. Primo Editora 1997.
13El brigadier Ovidio P. Riccheri fue sucesor de Ramon Camps desde el 15 de diciembre de 1977 al 15
de diciembre de 1980 en la policía de la provincia de Buenos Aires.
6
lazaba para proteger la ley y el orden,.[…] No resultaba insensato pretender
historiarla desde los Alcaldes de Hermandad hasta nuestros días […] La Hermandad o
Santa Hermandad era una entidad policial de profunda raigambre hispana. Había
nacido en los tiempos de la anarquía feudal, con el objeto de resistir los abusos de la
nobleza, colaborando con los reyes en el castigo de los crímenes o delito que se
cometían en despoblado, o cuando los malhechores abandonaban la ciudad
procurando ponerse a salvo en la campaña. […] Los Alcaldes Ordinarios distribuyen
justicia civil y criminal en primera instancia. Los de Hermandad instruyen los
sumarios en los crímenes ocurridos en el despoblado y tienen facultad de “ejecutar
justicia sumaria” [aplicar la muerte] librada a su exclusiva conciencia; más tarde se
les dio competencia en las “diferencias leves” entre los habitantes del poblado14”.
15
Roberto Di Stefano plantea que en el S XVIII en los reinos de España, la
Iglesia no representaba una institución ni una parte de la sociedad, sino a la sociedad
misma. A la Iglesia pertenecían todos los súbditos por definición. Lo denomina
“régimen de cristiandad”: “la diferencia entre sociedad e Iglesia era una abstracción,
porque las conformaban los mismos individuos, y las autoridades civiles y eclesiásticas
gobernaban la vida de todos ellos. Sociedad, Iglesia, poder civil, eran en buena medida
realidades indiferenciadas”16
Con respecto a la relación entre Estado e Iglesia durante el S XIX se sucede, un
paulatino proceso de diferenciación: “Jurídicamente se empezaban a separar las
órbitas del naciente Estado y de la iglesia, y el ciudadano de las nuevas repúblicas ya
no poseía una identidad religiosa definida, como el súbdito del antiguo régimen.
Lentamente se iría afirmando la idea de que el Estado no debía poseer identidad
confesional, que cada individuo debía profesar la religión que le dicte su conciencia, y
la iglesia pasará a conformar una parte de una realidad que la excede.”17
Esta supuesta separación resulta un encabalgamiento que según Foucault, se
produce en el proceso de gubernamentalización del Estado moderno: “El Estado
occidental moderno, ha integrado en una nueva forma política, una vieja técnica de
7
poder, que tiene su origen en las instituciones cristianas. Podemos llamar a esta
técnica de poder, poder pastoral. […]Esta función pastoral se ha diseminado y
multiplicado más allá de la institución eclesiástica”18
Mas adelante afirma que: “Alguna vez esta forma de poder fue ejercida por los
aparatos del Estado, o por una institución pública cualquiera, como la policía. […] En
cierto momento, el poder fue ejercido por iniciativas privadas, sociedades de bienestar,
benefactoras y filántropas. Incluso antiguas instituciones, como la familia, fueron
movilizadas para llevar adelante funciones pastorales. […] El poder pastoral, que
durante siglos, más de un milenio, ha Estado ligado a una institución religiosa
definida, a menudo diseminada por todo el cuerpo social y que encontró apoyo en una
multiplicidad de instituciones”.
Foucault define la relación, entre la iglesia [como poder pastoral cristiano] y el
Estado moderno, como un continnum que se desliza a través de diferentes soportes
disciplinares que van desde la medicina a la policía: “Como matriz de procedimiento de
gobierno de los hombres, recién comienza con el cristianismo […] la iglesia […] una
institución con pretensiones de gobierno de los hombres…gobierno cotidiano de los
hombres en su vida real con el pretexto de su salvación y a escala de la humanidad
[…] es innegable que fue desplazado, dislocado, transformado, integrado en diversas
formas, pero en el fondo jamás fue verdaderamente abolido […] algo de lo cual
todavía no nos hemos liberado […]”.19
En cierto sentido se puede plantear que la función pastoral coincide con ciertas
características de las hermandades y cofradías en tanto poder diciplinante de la
sociedad.
El proceso de subjetivación de la modernidad estuvo en cierta forma moldeado
por el poder pastoral y según Foucault presenta paradojas, en tanto que se ocupa de las
almas de los individuos pero también de sus bienes materiales. Muchos de los
elementos identitarios se ponen de manifiesto en los diferentes rituales institucionales
[ceremonias de graduación, aniversarios, desfiles, etc]. Diferentes símbolos son
utilizados en los mismos como por ejemplo el uniforme, las banderas, las imágenes
reconocidas como parte de la iconografía policial: El arcángel Miguel, diferentes
versiones de madres protectoras; etc. pueblan las paredes de la institución.
8
Otro elemento configurador son los discursos cerrados, murallas de silencio que
encierran y protegen al grupo como verdaderas sociedades del secreto estableciendo
redes de secreto y silencio. Gustavo González lo resume de la siguiente manera: “Los
miembros de la institución policial son socializados en el “arte del silencio” a través
de diversos recursos que van del entrenamiento al patrullaje y que pasan por reglas
formales e informales. El secreto aísla a los que saben de los que no saben,
constituyéndose en un excelente instrumento de individualización dentro del cuerpo
social. Se transforma en un elemento constitutivo de la identidad de los que lo
guardan. El secreto es un elemento constitutivo de la identidad policial”.20
20 Gonzalez, Gustavo. “Democracia y Policía. Notas sobre las reformas policiales en la Argentina o
hablando de las Estatuas de Naipaul. El caso de la Provincia de Santa Fe" FCJS-UNL. 2003 P. 2
9
“la identidad policial como un conjunto de atributos sociales, políticos y
culturales, con su debido respaldo jurídico, es la materia prima a partir de la cual se
configura el “espíritu de cuerpo” que no es solo una sensibilidad [forma de ver y
sentir] sino también una práctica , en cuya construcción tiene mucho que ver el
régimen disciplinario…el “espíritu de cuerpo” implica que el yo se reconozca en el
alter ego que comparte con el un tiempo, un espacio y determinados rasgos que lo
indican como un semejante y sobre esta base se construyan relaciones de
solidaridad…uno de los rasgos centrales de la identidad policial y fundador del
espíritu de cuerpo, es la calidad de héroe-mártir asociada al ser agente policial desde
la normativa, la organización y la cultura policial”21.
María Eugenia Bustamante, miembro del Comité de Ética y Profesora Escuela
de Investigaciones de Chile, define le espíritu de cuerpo como:
“El espíritu policial mide la vocación de servicio del policía. Se puede hablar
de un elemento policial común, el cual permite la participación en los valores de
entrega, audacia, lealtad y eficacia en los procedimientos en los cuales arriesgan sus
vidas los policías en pro del cumplimiento de su deber, para dar solución a conflictos y
resolver actos delictivos. Al hablar de “espíritu” a este respecto, se quiere significar el
involucramiento del policía como persona, con las actividades institucionales […] Hay
una unión policial que trasciende las técnicas y los conocimientos adquiridos que
moldea e imprime el quehacer de cada funcionario policial. El espíritu policial no se
estudia en un texto, sino que nace de lo más profundo del llamado que tuvo cada
profesional policial al convertirse en un servidor público. Ése es el llamado de su
conciencia que le lleva a acatar los mandatos de la ley […] nuestro lema, encarnando
los valores de Honor, Disciplina y Lealtad […] La Lealtad le muestra que debe tener
siempre presente la misión que la Institución le ha encomendado […]”22
Más significativo es lo expresado por de monseñor Antonio Juan Baseotto23,
obispo castrense:
21 Sozzo, Máximo. Policía, violencia, democracia. Ensayos sociológicos. Buenos Aires, Ediciones UNLS-
FCJS, 2005 p.105
22 Eugenia Bustamante O. Ma. El espíritu policial. Curso dictado on line en el año 2006 por el
Departamento de Actualización Académica y Especialización Policial [DAAEP]. resaltado es mío.
23 Carta pastoral Camaradería. Espíritu de cuerpo – comunión, redactada con motivo del Año del Rosario
correspondiente al mes de agosto de 2004. El resaltado es mío.
10
“.Al quitar la camaradería, el espíritu de cuerpo, el sentido de pertenencia a
una institución en la que vivo y por la que debo estar dispuesto a dar la vida, destruyo
la institución misma.[…] es la fusión de intereses e ideales en aras de un bien superior,
como es en el caso, el servicio a la patria”.
Y tal camaradería es una faceta del mandamiento de Cristo: “Ámense unos a
otros como yo los he amado”. Y “no hay amor más grande que dar la vida por la
persona que se ama”.Los párrafos que siguen son muy significativos al respecto:
“La camaradería no es algo funcional, sino vital. No mira los resultados, nace
del ideal mismo que anima al hombre de armas: servir a la comunidad.
Jesucristo como maestro creó ese espíritu de cuerpo entre sus discípulos, hasta
al enseñarles la oración que los identificaba como discípulos suyos, el “Padre
nuestro” [3º misterio luminoso]. Al poner como mandamiento propio el del amor, les
dio las características de esa camaradería [5º luminoso]. Al resucitar quiso
encontrarlos unidos para presentarse ante ellos [1º glorioso]. Vino a crear la unidad
donde existía la fragmentación y el individualismo. Por ello se encarnó [1º gozoso] y
por ello murió en cruz [5º doloroso]...
Si contemplamos los misterios en clave de unidad, de crear comunidad
entendemos qué significa camaradería en lenguaje cristiano: es fomentar la comunión,
vivir el espíritu de comunión […]
Una de las características de las instituciones policiales mencionadas en casi
todos los estudios acerca del tema se refieren al “modelo militarizado” que se expresa
en diferentes formas dentro de la institución policial, no solo desde su origen sino
centralmente desde la estrecha relación que se fue conformando al interior de la
organización del Estado-Nación.
11
− El concepto de orden es central en esta concepción: un orden trascendente que
tiene a Dios como principio ordenador por excelencia y como expresión
suprema el Estado.
− Esta concepción sostiene una legitimación mutua entre dos autoridades: Dios y
el Estado. En la libertad y la sociabilidad, expresión de la razón humana,
descansan los derechos y deberes humanos y tienen como meta el bien común
garantizado por el Estado.
− La vida en común requiere de oficios y tareas necesarias para su mantenimiento
y el reparto de las mismas está en relación a las capacidades naturales de cada
hombre.
− De lo anterior se deriva un ordenamiento natural de jerarquías, quienes mandan
y quienes obedecen, está regulado por leyes humanas en consonancia con leyes
naturales y divinas.
− Otro concepto central es el derecho a la propiedad privada como derecho
natural, a partir del cual se naturaliza su desigual distribución.
24 Herrera Flores, Joaquín, Los derechos humanos como productos culturales.Crítica del humanismo
abstracto. Madrid, Editorial Catarata. 2005, p.69
12
• Se naturaliza la conducción fundada en obediencia y subordinación selladas en un
espíritu común del cuerpo policial que legitima la práctica bajo la “Ley divina del
conductor”.
• La policía es concebida como agente moralizador cuya misión es custodiar valores
amenazados y combatir los males producto de la modernidad. El “orden” es
necesario para el goce del derecho natural a la propiedad. Se establece una conexión
“necesaria” entre derechos y deberes del hombre.
• Se construye una vocación de servicio que se expresa en la idea de “mártir de la
causa de las víctimas”. La criminalización/sospecha es un producto natural del
sentido común/intuición innata, conformado por el olfato policial y la mirada
expresadas como “golpe de vista”.
• Para establecer el orden y la obediencia, el conductor desde esta conducción
“pastoral policial”, debe tener una autoridad cuya legitimidad esté fundada en un
orden superior.
• Esta relación conductor/conducido tiene su expresión más acabada en la expresión
“espíritu de cuerpo”. Un cuerpo que se moldea, que se disciplina, que se entrega en
sacrificio para el mantenimiento del orden. Cuya misión fundamental es la lucha
contra el “desorden criminal”.
• Esta cultura policial está sostenida al interior por un orden cerrado, “una hermandad”
donde todos los integrantes deben obediencia y respeto a la jerarquía en tanto de ella
reciben protección aún cuando esto signifique violar la ley: “el principio mismo de la
obediencia cristiana…es ponerse por entero bajo la dependencia de alguien porque es
alguien. […] hay que obedecer aún cuando la orden sea contraria a todo lo que
puede considerarse dentro de la ley”25
Esto da cuenta de una congruencia institucional: Iglesia católica/policía dada
por su carácter autoritario y centralizado. La misma se expresa en el habitus
institucional y encuentra en el espíritu de cuerpo su mejor expresión.
En el mismo sentido que el habitus, Tyack y Tobin26 utilizan el concepto de
“gramática escolar” como una analogía que designa las estructuras profundas que
funcionan como núcleos duros de creencias, normas y costumbres que se comparten de
13
manera implícita y que organizan el sentido del trabajo escolar. Así como la gramática
de la lengua organiza el significado del habla, la gramática escolar organiza las
prácticas escolares. Esta noción hace referencia a las estructuras naturalizantes que
dentro del ámbito educativo otorgan un marco predecible y seguro para el desempeño
de los roles docente/alumno.
La formación conforma un habitus policial centrado en marcos basados en
vocación- disciplina- obediencia- orden moralizante- servicio, componentes alrededor
de los cuales adquiere sentido la función policial. Dicho habitus posee parámetros que
pueden homologar la vida policial, militar y religiosa, todos ellos espacios
institucionales no democráticos signados por elementos semejantes: servicio, misión,
vocación, orden cerrado, disciplina, obediencia debida, subordinación, jerarquía
piramidal.27.
Una de las características de las instituciones policiales mencionadas en casi
todos los estudios acerca del tema, se refieren al “modelo militarizado” que se expresa
en diferentes formas dentro de la institución policial, no solo desde su origen sino
centralmente desde la estrecha relación que se fue conformando al interior de la
organización del Estado nación.
La formación policial está estructurada sobre la base de la reproducción de un
modelo tradicional que se fue estructurando históricamente y sostiene una concepción
policialista de la seguridad pública con exaltación de la autonomía institucional y de
autogobierno que se puede leer en los alegatos contundentes de la doctrina policial
acerca de las capacidades de los conductores para ejercer dicha autonomía.
Es importante dar cuenta de la continuidad de la mayoría de estos contenidos
presentes en la formación de la policía bonaerense desde 1972 hasta el año 1992
aproximadamente. Esta continuidad marca una característica de la formación: es un
deslizamiento dictadura/democracia de significaciones que estructuran las prácticas
policiales. El discurso de la dictadura 1976/83 que aparece con toda su significación,
constituye el sentido predominante en la formación profesional que aún sigue vigente
en la base de la formación y las conductas de mucho de sus integrantes.
Los cambios curriculares producidos en la escuela con el comienzo de la
democracia produjeron un paulatino ocultamiento de ciertos contenidos en la formación
27 Dri, R. Proceso a la iglesia argentina. Las relaciones de la jerarquía eclesiástica y los gobiernos de
Alfonsín y Menem. Buenos Aires, Editorial Biblos 1997, p. 50.
14
policial. Este cambio en los planes de estudio se puede expresar como el pasaje de
curriculum explicito a implícito u oculto28, cambio en las apariencias, en la
denominación de las asignaturas pero que siguieron manteniendo los mismos
contenidos hasta el año 1995.
En el caso de la Escuela Vucetich, la gramática escolar militarizada y el habitus
policial funcionan como una matriz de reglas implícitas/explicitas que se expresan por
un lado, en los contenidos curriculares que funcionan no solo como totalidades de
formas de pensamiento, sentimiento y actuación, sino también como sistema de
creencias que tiene como presupuesto la doctrina social de la iglesia, y por otro, en un
ámbito institucional formateado por el autoritarismo militarizante donde las jerarquías
piramidales refuerzan aún más esos valores, sentidos y significados hegemónicos en
cada etapa histórica.
La cultura institucional con-formada desde la gramática escolar militarizada y
el habitus policial se inscribe en un marco más amplio: las prácticas de policiamiento
social que no están circunscriptas a la institución policial sino que forman parte de los
sentidos y significados vigentes en las relaciones sociales, y son encarnadas en los
agentes de seguridad como herramientas/técnicas de disciplinamiento y control.
En este sentido la doctrina social de la iglesia funciona como doctrina que
sostiene y legitima los fines justos de la violencia policial desde su concepción de
derechos y deberes de la persona humana sostenida en la formación policial.
El par de oposiciones conceptuales, filosofía aristotélico-tomista vs.
interpretación filosófica materialista/marxista, se puede rastrear a través de todos los
contenidos especificados en las asignaturas y va delineando un sentido que orienta la
construcción de la peligrosidad vigente fuertemente en la última dictadura en la
Argentina.
Como mencioné anteriormente, la lógica del discurso acusatorio es globalizante
y en ella se pone en cuestión la propia humanidad del acusado. El par de delincuente-
subversivo unificó un solo sentido dominante en toda la región.
El poder de control social de la policía se manifiesta particularmente con toda su
fuerza en esta acción de estigmatización criminalizante. La mayoría de sus acciones se
15
desarrollan desde esta capacidad discrecional configurando un dispositivo de control
dentro del sistema social.
Esta construcción compleja de la peligrosidad se actualiza constantemente desde
el sentido común en las categorías acusatorias que legitiman las visiones de mundo
hegemónicas explicando lo “inexplicable”, liando viejos y nuevos significados: los
“pobres no integrados” y los “jóvenes consumistas y sin valores ni creencias” Estas
categorías acusatorias configuran un individuo que no sólo está contra el orden
instituido, sino también contra la religión, la familia, la moral, la civilización,
volviéndose de esta manera un ser antisocial.
Es importante complejizar el proceso de criminalización incorporando las
prácticas y discursos presentes en los imaginarios sociales que operan desde el
“sentido común colectivo” construyendo los estereotipos disponibles para ser
criminalizados en cada contexto histórico, social y cultural.
En el contexto analizado si antes era el par “delincuente-subversivo”, hoy es
“joven-pobre-drogadicto”, y en general en tanto que los sectores sobre los que recae el
poder discrecional de la policía siguen siendo los sectores vulnerables sujetos a la
estigmatización criminalizante. En este sentido el delito es un producto social, cultural
e histórico. La peligrosidad es en consecuencia, un concepto ligado al proceso de
policiamiento social.
Otro aspecto importante es la diferencia entre la intervención directa de la
iglesia Católica como institución encarnada en la figura del “capellán” en la formación
policial y, su intervención en términos de modelo cultural reproducido a través de los
agentes educativos.
La iglesia Católica como institución en la formación se hace visible en la capilla
que ocupa en el predio de la escuela un lugar central; en los actos conmemoratorios de
la misma y en la presencia de la figura del capellán, cuya actuación aparece
mencionada en las entrevistas como “algunas charlas esporádicas fuera del programa
curricular anual, a cargo de los capellanes”. En los planes de estudio hasta el año 1984,
figura como Actividades prácticas [no calificables] la asignatura denominada
“Educación moral y religiosa”. Los contenidos de la misma son similares a las
asignaturas de filosofía y ética policial aunque más centrados en la “vocación”:
“Bolilla IV: la vocación, que significa, como se manifiesta. En definitiva es la
búsqueda de la felicidad. Incluye la familia, medio económico y social. Cuando no se
16
siente ya en el ejercicio de una profesión, se puede y se debe crear el ambiente interior
vocacional.
Bolilla V: la vocación policial: para ser verdad, se debe amar la institución, en
el orden del ideal. Ser protagonista […] es una vocación de servicio, al decidirse
entregarse a ella […] esta incluido el sí a todas las incomodidades y sacrificios […]”
Sin embargo el modelo de la cultura policial está más fuertemente sostenido
desde “afuera” por docentes cuidadosamente seleccionados, que lo fundamentan desde
un saber legitimado desde la academia.
Para finalizar es importante subrayar que la policía en la provincia de Buenos
Aires nunca se desligó del poder legitimante de la iglesia Católica en su conformación
institucional, lo que le confiere un poder disciplinador/moralizante que se expresa
fuertemente en la formación policial. Es por ello que la concepción de derechos
humanos fundada en la doctrina social de la iglesia constituye un eje estructurador en
tanto poder pastoral que impregna la formación policial.
La iglesia Católica forma parte de la cultura institucional policial no solo bajo la
forma de Vicariato Castrense, sino fundamentalmente su pastoral está profundamente
enraizada en la pedagogía disciplinante de la formación policial. La considero entonces
como una renovada forma de poder pastoral.
Restaría plantear algunos interrogantes: ¿es posible en la formación policial
producir o inaugurar un proceso de desubjetivación del habitus policial? ¿Qué
implicancias tendrían en él la formación en derechos humanos desde una perspectiva
crítica? Pero ellos serían el objeto de una nueva investigación.
MATERIALES Y FUENTES
− Aquino, Tomas. Suma Teológica. Versión digital.
− Arendt, Hanna. Imperialismo.Alianza editorial. Madrid, 2002.
− Arendt, Hanna. Sobre la violencia. España, Ed. Alianza, 2006.
− Barreneche, Osvaldo. La reforma policial del peronismo en la provincia de
Buenos Aires 1946- 1951. Revista Desarrollo Económico 2006.
− Barreneche, Osvaldo. Ponencia presentada en el marco del Congreso “La Policía
Siglo XXI”, en el Tercer Panel: “Ética Policial y Liderazgo”, Octubre de 2006.
− Bourdieu, Pierre. Poder, derecho y clases sociales. España, Ed. Desclee, 2001
17
− Briceño León, Roberto comp. Violencia, sociedad y justicia en América Latina.
Buenos Ares, CLACSO, 2002.
− Caravelos, Sofía. La judicialización de la protesta social. En La criminalización
de la protesta social. Buenos Aires, Agrupación HIJOS La Plata y Ediciones
Grupo la grieta, 2003.
− Gayol y Kessler Comp. Buenos Aires, Editorial Manantial UNGS 2002.
− De Alba, Alicia. Currículo: crisis, mito y perspectiva. Miño y Dávila Editores,
Buenos Aires, 1998.
− Deleuze, Gilles. Post-scriptum sobre las sociedades de control. En
Conversaciones 1972-1990 Ed. Pretextos, España 1999.
− Derrida, Jaques. Fuerza de ley. El fundamento mítico de la autoridad. Buenos
Aires, Ed. Tecnos, 2002.
− Dri, Ruben. Proceso a la iglesia argentina. Las relaciones de la jerarquía
eclesiástica y los gobiernos de Alfonsín y Menem. Buenos Aires, Editorial
Biblos 1997.
− Esquivel, Juan Cruz. Detrás de los muros. La iglesia católica durante Alfonsín y
Menem [1983-1999]. Buenos Aires, UNQUI 2004.
− Foucault, Michel. Defender la sociedad. Buenos Aires, Ed. Fondo de Cultura
Económica, 2006.
− Foucault, Michel. Hermenéutica del sujeto. Buenos Aires, Ed. Altamira, 1996.
− Foucault, Michel. La verdad y las formas jurídicas. Buenos Aires, Ed. Gedisa,
2003.
− Foucault, Michel. Seguridad, territorio, población. Buenos Aires, editorial
Fondo de Cultura Económica, 2006
− Foucault, Michel. Vigilar y castigar. Nacimiento de la prisión. Buenos Aires,
editorial Siglo XXI, 2002.
− Geertz, C. Conocimiento local. Ensayo sobre la interpretación de las culturas.
Buenos Aires Ed. Paidós, 1994.
− Giroux, Henry. Teoría y resistencia en educación. Una pedagogía para la
oposición. Editorial Siglo XXI, Buenos Aires 2004.
− Herrera Flores, Joaquín. Los derechos humanos en el contexto de la
globalización: tres precisiones conceptuales. Ponencia presentada en el marco
18
del Coloquio Internacional “Dereito e Justicia no Século XXI”. Coimbra Brasil
2003.
− Herrera Flores, Joaquín. Los derechos humanos como productos culturales.
Critica del humanismo abstracto. Madrid, Ed. Catarata, 2005.
− Herrera Flores, Joaquín. Los derechos humanos: una visión crítica. Mimeo.
− Jesús García López. Los derechos humanos en santo Tomas de Aquino. España
Ed. Universidad de Navarra. 1985.
− Kamisky, Gregorio. Tiempos inclementes. Culturas policiales y seguridad
ciudadana. Buenos Aires, Ediciones de la UNLA, 2005.
− Mignone, Emilio. Iglesia y Dictadura. Buenos Aires, Universidad Nacional de
Quilmes, 1999.
− Obregón, Martín. Entre la cruz y la espada. La Iglesia católica durante los
primeros años del “Proceso”. Buenos Aires, Ed. Universidad Nacional de
Quilmes, 2005.
− Raffin, Marcelo. La experiencia del horror. Buenos Aires, Editorial Editores del
puerto, Colección Tesis Doctoral, 2006.
− Saín, Marcelo. El Leviatán azul. Policía y política en la Argentina. Buenos
Aires, Ed. Siglo XXI, 2008.
− Salessi, Jorge. Médicos, maleantes y maricas. Buenos Aires, Ed. Beatriz
Viterbo, 2000.
− Salinas Fernández, D. Apuntes y aportes para la gestión curricular. Margarita
Poggi Compiladora Editorial Kapeluz, Buenos Aires 1999.
− Sozzo, Máximo, Policía, violencia, democracia Ensayos sociológicos. Buenos
Aires, Ediciones UNLS FCJS, 2005
− Tyack, D. & Tobin, W. The “Grammar” of schooling: Why Has it Been so Hard
to Change? American Educational Research Journal, 1994.
− Velho, Gilberto. Projeto e metamorfose. Antropología das Sociedades
Complexas. Río de Janeiro. Editorial Jorge Zahar 1994.
− Zanatta, Loris. Del Estado liberal a la nación católica. Buenos Aires. UNQUI
1996.
− Monseñor Baseotto Carta pastoral Camaradería. Espíritu de cuerpo –
comunión, redactada con motivo del Año del Rosario correspondiente al mes de
agosto de 2004.
19
− Carta Encíclica Pacem in terris Juan XXIII año1963. Sobre la paz entre todos
los pueblos que ha de fundarse en la verdad, la justicia, el amor y la libertad.
− Carta encíclica Rerum Novarum León XIII Sobre la situación de los obreros.
Roma San Pedro 1891
− Constitución Pastoral Gaudium et spes. sobre la iglesia en el mundo actual.
Proemio Roma, en San Pedro, 7 de diciembre de 1965.
− Carta encíclica Dignitatis humanae. Pablo VI. Roma, en San Pedro, 7 de
diciembre de 1965.
− Carta Encíclica Populorum Progressio. Pablo VI. Sobre el desarrollo de los
pueblos. Roma, 26 de marzo de 1967.
− Doctrina social de la iglesia. Identidad Teológica y Social. Volumen 1. DEPAS
– CELAM, Santa Fé de Bogotá, 1994. y Introducción a la Doctrina social de la
iglesia. DEPAS – CELAM, Santa Fé de Bogotá, 1996.
− Rouco Varela, A. M. Los fundamentos de los derechos humanos: Una cuestión
urgente. Discurso de ingreso en la Real Academia de Ciencias Morales y
Políticas, Madrid, 2004
− Schoo, J. y V.Silva, H. I. Manual de conducción policial y elementos de
Administración y Planificación institucional. Buenos Aires. Primo Editora,
1997.
− Declaración y Programa de Acción de Viena, A/CONF. 157/23, 12 de julio de
1993
− Nota de la Revista Policial de la Nación, noviembre 1937
− Eugenia Bustamante O. Ma. El espíritu policial. Curso dictado on line en el
año 2006 por el Departamento de Actualización Académica y Especialización
Policial [DAAEP].
− Riccheri, Pablo Ovidio. Síntesis histórica de la Policía de la Provincia de
Buenos Aires 1580-1980. Editorial Universidad S.R.L. Buenos Aires 1984.
− Programas de estudio de la Escuela de Policía Juan Vucetich correspondiente a
los años: 1976; 1978;1980;1884; 1985; 1987; 1989; 1992; 1999; 2000.
20