Tesis de Licenciatura en Psicología UBA

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Carrera: Licenciatura en Psicología

Tesis de Licenciatura en Psicología

“Violencia en la tercera edad y el rol del


psicólogo”

Estudiante: Martinez Cisneros, Anabella Stephanie.


L.U.: 37969093-0
Tutora: Jaskilevich, Judith.
DNI: 14610317

Fecha de entrega: Abril 2021.


Tesis de Licenciatura en Psicología
Universidad de Buenos Aires

ÍNDICE

1. PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA 3

2. ESTADO DEL ARTE 5

3. MARCO TEÓRICO 11

3.1. Algunos conceptos claves 11

● Vejez 11

● Viejísmo implícito 11

● Adulto mayor 12

● Violencia a los adultos mayores 12

3.2. Maltrato a las personas mayores según el ámbito en que se

producen 12

● Maltrato a personas mayores en el ámbito doméstico 12

● Maltrato a personas mayores en el ámbito institucional 12

● Maltrato a personas mayores en el ámbito social 13

3.3. Tipos de violencia hacia las personas mayores 14

● Abuso o maltrato físico 14

● Abuso o maltrato psicológico, emocional o psicoafectivo 14

● Abuso económico o financiero 14

● Abuso sexual 14

● Negligencia, abandono y omisión de cuidados 15

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4. MARCO NORMATIVO 16

● A nivel mundial 16

● En Argentina 16

5. OBJETIVOS 19

6. METODOLOGÍA 20

7. DESARROLLO 21

7.1. Contextualización cultural e histórica de la violencia en la tercera

edad 21

7.2. Malos tratos y abusos en la tercera edad: escenarios posibles y

tipos de violencia 24

7.3. Intervenciones del psicólogo en casos de violencia a adultos

mayores 28

7.4. Dispositivo interdisciplinario de la Ciudad Autónoma de Buenos

Aires: PROTEGER 35

8. CONCLUSIONES 37

9. ALCANCES Y LIMITACIONES 40

10. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS 41

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1. Planteamiento del problema

La presente elaboración corresponde a la Tesis de Grado de la Licenciatura en


Psicología de la Universidad de Buenos Aires. La misma se sitúa dentro del Área
Social Comunitaria.
El tema que se ha elegido abordar es violencia en la tercera edad, una
problemática en salud pública. En relación con esto, se busca indagar la presencia de
violencia en esta franja etaria y poder dar cuenta de las intervenciones posibles del
psicólogo comunitario en este ámbito. Es decir que se espera mediante el análisis
sobre adultos mayores en situación de vulnerabilidad por sucesos de violencia,
establecer una relación con el posible rol del psicólogo comunitario en el trabajo
interdisciplinario en estos casos.
Por otro lado, en consonancia con la problemática planteada se pretende dar
cuenta de la importancia de generar estos dispositivos de asistencia y
acompañamiento, tanto para la promoción de la salud y la prevención de este tipo de
violencias infligidas a esta franja etaria, así como también para llevar a cabo diferentes
intervenciones cuando el abuso, el maltrato y/o la violencia ya ha ocurrido.
Se espera hacia el final de este trabajo, poder colegir sobre la presencia de
violencia en la tercera edad y el rol que el psicólogo puede llevar a cabo en estas
situaciones, apuntando en todo momento al desarrollo en un dispositivo
interdisciplinario.
El maltrato en las personas mayores es un problema social a nivel mundial de
larga data, si bien no se encuentra mayormente visibilizado. En este sentido, cabe
remarcar que es una problemática que afecta tanto a los derechos humanos como a
la salud de las personas mayores a lo largo de todo el mundo. Siendo de esta manera
una situación que merece vital atención, el siguiente trabajo pretende explicar las
cuestiones que se vislumbran al respecto y brindar un soporte de información para
aportar a la difusión y el conocimiento de esta problemática en salud pública.
La Organización Mundial de la Salud da cuenta que en el último año, alrededor
de 1 de cada 6 personas mayores sufrieron algún tipo de abuso en entornos
comunitarios (OMS, 2020).

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La violencia ejercida hacia las personas mayores tiende a darse mayormente


en forma de maltrato, por lo que muchas veces cuando esto sucede suele pasar
desapercibido o no distinguirse con claridad, a modo de una violencia invisible. Se
trata de causar un daño o sufrimiento a una persona de edad, que por lo general no
cuenta con los medios o herramientas necesarias para evitarlo. Este tipo de violencia
da cuenta de una violación de los derechos humanos e incluye el maltrato físico,
sexual, psicológico o emocional; así como también la violencia por razones
económicas o materiales; el abandono; la negligencia; y el daño severo sobre la
dignidad y la falta de respeto.
Paradójicamente, sucede que prevalecen estas situaciones en entornos de
confianza, instituciones o centros de atención para adultos mayores, comunidades
donde deberían abogar y preservar los derechos de esta franja etaria, así como
promover su calidad de vida y bienestar psicosocial.

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2. Estado del arte

Durante la exploración del fenómeno de interés, se llevó a cabo la tarea de


revisar escritos existentes sobre la temática a través de diferentes fuentes y recursos,
entre ellos: revistas académicas, artículos científicos, investigaciones, dispositivos de
intervención, etc.
En los últimos años, se puede observar que ha aumentado considerablemente
el interés por la psicología de la tercera edad y vejez, son cada vez más los
estudiantes y profesionales que deciden inclinarse hacia el desarrollo en esta
apasionante área social comunitaria. Dentro de este ámbito se presentan diferentes
situaciones que requieren la versatilidad y variabilidad del trabajo de psicólogo, si bien
es una profesión de la escucha y la palabra, también lo es del caso por caso.
Por otro lado, en las últimas décadas, de manera progresiva se fue poniendo
la atención social y científica en este tipo de violencias invisibles, en los años ochenta
más precisamente, aquella que tiene por víctimas a los adultos mayores. Con
frecuencia prevalece la idea de que los escenarios para la expresión del abuso y el
maltrato son otros que distan mucho de tener de protagonistas a personas de la
tercera edad.
Es entonces, sobre todo en el último tiempo que surgen publicaciones en el
mundo académico que trabajan sobre la violencia en la tercera edad, trabajos de
investigación que indagan y exploran dando un lugar en la agenda pública a este
problema social y de salud. Sin embargo, existen pocos antecedentes de exploración
sobre las intervenciones del psicólogo comunitario en estos casos.
El maltrato a las personas mayores se ha descrito por primera vez en el año
1975, por G. R. Burston en la revista The British Medical bajo el título traducido de
“abuela golpeada” (granny bashing), donde denunció los malos tratos a personas
mayores, específicamente el maltrato físico ejercido contra mujeres de la tercera
edad. En este momento se desarrolló en torno a una concepción que albergaba
únicamente la violencia ejercida por las instituciones y se han de observar ciertos
estereotipos establecidos con la época como el de la “abuelidad” por sólo ser una
persona mayor.

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La Organización Mundial de la Salud ha desarrollado una labor implacable de


impulso y concientización sobre la violencia infligida a los adultos mayores a lo largo
de todo el mundo. En su página web presenta algunos artículos de prensa sobre el
maltrato que se ejerce sobre las personas mayores, con detalles de datos, cifras y
factores de riesgo. Al mismo tiempo, información sobre campañas que promueven un
envejecimiento activo y apuntan al trabajo sobre mejorar la calidad de vida de este
colectivo poblacional.
En el 2020, la OMS publicó una nota descriptiva titulada “Maltrato de las
personas mayores” con el objetivo de brindar información sobre la magnitud del
problema y los factores de riesgo, y establecer su posicionamiento como entidad
internacional que aboga por los derechos humanos. En dicho escrito, ha enunciado
que las tasas de maltrato a personas mayores son altas en instituciones como
residencias de ancianos y centros de atención de larga duración: dos de cada tres
trabajadores de estas instituciones indican haber infligido malos tratos en el último
año. Asimismo, da cuenta de que el maltrato de las personas mayores puede
conllevar graves lesiones físicas y consecuencias psicológicas prolongadas (OMS,
2020).
Haciendo un análisis contextual y según la información recolectada, a nivel
mundial, se prevé que el número de casos de maltrato a personas mayores aumente,
ya que muchos países tienen poblaciones que envejecen rápidamente y cuyas
necesidades tal vez no se satisfagan plenamente debido a la escasez de recursos
(OMS, 2020).
Dentro de las investigaciones más importantes en la temática de malos tratos
en la vejez, se destaca la investigación pionera impulsada con fondos económicos del
Ministerio de Educación y Ciencia de España. En este marco se realizó una
investigación dirigida por la Dra. M. T. Bazo titulada “Negligencia y malos tratos a las
personas mayores en España”, en el año 2001, la cual fue publicada en la Revista
Española de Geriatría y Gerontología. Dicha labor se ha concentrado sobre
negligencia y malos tratos sufridos en el hogar por las personas ancianas de una
muestra de personas que reciben los servicios de ayuda a domicilio. Se llevó a cabo
la investigación mediante un estudio empírico realizado a partir de entrevistas
domiciliarias que ha detectado casos de maltrato. Por otro lado, dicha autora con sus

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escritos también ha aportado información considerable sobre los principales factores


de riesgo en cuestión de violencia en la tercera edad, entre ellos planteó situaciones
donde la persona cuidadora se encuentra sobrecargada y trae como consecuencia
hechos de maltrato, dando lugar a considerar necesario el trabajo con el entorno en
estos casos.
Asimismo, se han de considerar las múltiples investigaciones y trabajos
académicos que han culminado de ellas, llevados a cabo por la Dra. C. Touza Garma.
Dentro de ellos se ha considerado en la siguiente tesis, el artículo publicado en 2002
por la revista Intervención Psicosocial de España, titulado “Los malos tratos a las
personas mayores: una propuesta para trabajar desde los equipos de servicios
sociales de los municipios”, donde el objetivo fue elaborar planes de intervención
social para los profesionales que trabajan con situaciones de maltrato en adultos
mayores, así como el desarrollo de instancias de prevención. Mediante la pregunta
“¿por qué se produce el maltrato a las personas mayores?”, realiza un análisis sobre
los factores de riesgo para la aparición del maltrato doméstico, maltrato institucional
y comportamientos negligentes, lo cual permite desarrollar un plan de acción sobre
estas cuestiones a trabajar.
A su vez, en el Equipo de Intervención Socioeducativa (Área de Gerontología)
de la Universidad Cardenal Cisneros, en España, la Dra. Touza Garma comandó en
2001 la investigación titulada “El maltrato a las personas mayores: definición, factores
de riesgo y estrategias de intervención”. En este último, se revisan las definiciones de
maltrato a las personas mayores y los indicadores de detección de los diferentes tipos
de abusos. Sus contribuciones a la temática a partir de sus escritos e investigaciones
se han centrado en los malos tratos en la familia, logrando establecer y clarificar su
definición. Además, ha aportado información valiosa sobre los tipos de abuso,
maltrato y violencias que pueden darse en la tercera edad, así como los factores de
riesgo y las estrategias de intervención posibles.
De igual manera, se ha considerado el aporte llevado a cabo por la trabajadora
social, psicóloga y especialista en Gerontología Social, M. Tabueña Lafarga. En su
trabajo “Los malos tratos y vejez: un enfoque psicosocial” realizado en el 2006, en
España, con la finalidad de visibilizar una de las formas de violencia más oculta, la
infligida a las personas de edad avanzada, así como la necesidad de sensibilizar e

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informar para poder prevenir, diagnosticar e intervenir en dichas situaciones.


Asimismo, su investigación ha sido significativa para conocer los tipos de malos tratos,
el síndrome de la abuela esclava, los indicadores que ayudan a la detección de la
violencia en los adultos mayores y las consecuencias psicológicas, sociales y de salud
que conllevan estos malos tratos. También su investigación permitió explorar la
intervención en estos casos mediante el trabajo interdisciplinario.
A su vez, la Asesoría General de Seguridad Social de Montevideo, en Uruguay,
ha publicado un escrito titulado “Violencia, maltrato y abuso en la vejez: una realidad
oculta, una cuestión de derechos”, con autoría de Claudia Sirlin, en el año 2008. El
mismo con el objetivo de recorrer el tema de la violencia, el maltrato y el abuso en los
adultos mayores con el fin de constituir una base de investigación a ir profundizando,
pretendiendo motivar la formulación de políticas dando cuenta de la gravedad del
tema y la importancia que debería tener en la agenda pública. Su mirada es
significativa para pensar la violencia de los adultos mayores desde una perspectiva
de derechos. También es preciso destacar el recorrido que realiza sobre los tipos de
maltrato, los niveles en los que se desarrolla, la relación que se establece con los
derechos humanos y las formas de prevención posibles de este tipo de violencia.
Hernández Rodríguez et al. (2002), en el Policlínico Comunitario Docente
Carlos J. Finlay, en Cuba, realizaron un estudio descriptivo para conocer el
comportamiento de los actos de violencia sufridos por pacientes geriátricos. En el
mismo se concluyó que el 90% de los ancianos encuestados había sido víctima de
violencia en alguna de sus modalidades. Por otro lado, también aportó datos
significativos respecto de los abusos y malos tratos más frecuentes en este ámbito,
siendo estos el maltrato físico, psicológico o por negligencia. A su vez, dicho estudio
dio lugar a pensar a la violencia como un fenómeno complejo donde intervienen
múltiples factores, razón por la cual es preciso un abordaje acorde, multidisciplinario.
En esta misma línea, L. Giraldo Rodríguez y S. Torres Castro llevaron a cabo
una investigación y análisis de datos en el Instituto de Geriatría de México, en 2010.
Éste, titulado “Envejecimiento, vulnerabilidad y maltrato” tuvo por objetivo explicar la
situación de las personas adultas mayores y analizar la relación entre vulnerabilidad,
desigualdad, discriminación, abuso y maltrato, para comprender aspectos
problemáticos del envejecimiento y la vejez en nuestra sociedad.

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Por otro lado, y con base en lo anterior, en su investigación consideran muy


importante tener en cuenta la situación multidimensional en los casos de maltrato en
adultos mayores. En relación a esto las autoras plantean una idea muy interesante,
la vulnerabilidad no puede asociarse únicamente a las dimensiones más individuales
(las relacionadas con la edad o con los problemas de salud) de las personas mayores,
ya que en ella inciden diversos factores que tienen que ver con el ciclo de vida y con
las estructuras sociales e institucionales existentes que no les permiten desarrollar
sus capacidades en condiciones de igualdad, equidad e inclusión (Giraldo Rodríguez
& Torres Castro, 2010).
Asimismo, Rodríguez Giraldo, en el Instituto Nacional de Geriatría de México,
ha llevado a cabo un escrito académico en el 2010, titulado “Maltrato de personas
mayores”. Este tuvo como objetivo señalar, mediante una revisión documental, el
camino hacia una mejor comprensión de la naturaleza y el alcance de la problemática,
como condición necesaria para despertar la iniciativa de los profesionales en el
desarrollo de nuevos estudios que aporten información relevante sobre el tema de
maltrato en la tercera edad. También aporta información significativa, a la temática y
para el presente trabajo, sobre el contexto histórico, conceptos, definiciones y
tipologías, y factores de riesgo.
Por otra parte, Mielgo Casado, Ortiz Muñoz y Ramos Noesi (2001) han
publicado en la revista Intervención Psicosocial, un análisis realizado en España
titulado “El rol del psicólogo que trabaja con personas mayores. Definición y desarrollo
profesional” con el objetivo de hacer una aproximación al rol del psicólogo que trabaja
con adultos mayores en diferentes ámbitos. El mismo plantea la cuestión de que las
variaciones poblaciones conllevan un cambio sociocultural que genera problemas
nuevos, es decir ha trabajado sobre las novedades que trae el aumento de la
esperanza de vida y la necesidad de la intervención profesionales de la psicología
especializados en adultos mayores. Al mismo tiempo, ha proporcionado una base de
información significativa sobre programas de intervención, el trabajo con las familias
y el entorno.
Asimismo, Chulián Horrillo y Vicente Martínez, profesionales del Colegio de
Psicólogos de Madrid, han escrito en el 2017 un artículo titulado “Intervención
psicológica de un caso de maltrato al mayor en Madrid capital”. El mismo describe la

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intervención clínica en un caso de malos tratos a una persona mayor en Madrid, con
el objetivo de dar a conocer una propuesta, mediante un caso único, para la detección
y la intervención psicológica en los malos tratos hacia las personas mayores en el
ámbito doméstico, basada en la bibliografía y en la experiencia práctica llevada a cabo
en el Programa de malos tratos del Ayuntamiento de Madrid con la colaboración del
Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid.
En esta línea, el artículo mencionado ha dado cuenta de un abordaje eficaz
mediante la evaluación y el tratamiento de casos de violencia a personas mayores,
basándose en el Modelo Ecológico y el Modelo de Atención Integral Centrada en la
Persona, con una intervención de terapia cognitivo conductual (Chulián Horrillo y
Vicente Martínez, 2017).
Por último, en relación con las intervenciones, se han considerado trabajos
más amplios y generales de abordaje con el adulto mayor, debido a la escasa
información que hay sobre la intervención del psicólogo en casos de violencia en la
tercera edad. En 2010 en la Universidad del Norte en Barranquilla, Colombia, los
autores Rodríguez Uribe, Valderrama Orbegozo y Molina Linde publicaron un artículo
académico llamado “Intervención psicológica en adultos mayores” con el objetivo de
plantear una propuesta dirigida a adultos mayores institucionalizados y no
institucionalizados, mediante programas de intervención que pretendían mejorar la
calidad de vida del adulto mayor y abordarlo de manera integral.

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3. Marco teórico

3.1. Algunos conceptos claves

● Vejez
Es un concepto que se asocia al tramo final de la vida y supone una serie de
procesos psicológicos y biológicos propios de cada persona. Así mismo, tiene una
significación distinta en cada cultura, en la nuestra por lo general tiende a concebirse
como un momento de la vida donde se produce un corte en lo social y determina una
medida de la edad (Iacub, 2011).
En ocasiones como sinónimo, se utilizará el concepto de tercera edad para
referir esta franja etaria compuesta por individuos mayores de 60 años.

● Viejismo implícito
Se lo define como la alteración en los sentimientos, creencias o
comportamiento en respuesta a la edad cronológica percibida de un individuo o un
grupo de personas (Levy y Banaji, 2004).
Al mismo tiempo, dicho concepto está asociado con las creencias instauradas
social y culturalmente sobre las personas mayores concebidas como incapaces de
contribuir a la sociedad, por ende consideradas miembros prescindibles de la
comunidad (Levy y Banaji, 2004). Conjuntamente a estas actitudes hacia los adultos
mayores se desarrollan con frecuencia estereotipos viejistas negativos o “estereotipos
implícitos de la edad”.
Los estereotipos mencionados son naturalizados por la sociedad, a la vez que
no son reconocidos como tales, más bien son minimizados o no considerados, operan
de manera inadvertida.
Entonces, el viejismo está ligado a prejuicios y estereotipos sociales de
rechazo hacia la tercera edad que se presenta a modo de actitudes de disgusto,
distanciamiento, discriminación, etiquetamiento y marginalización hacia los adultos
mayores, entre muchas otras innumerables cuestiones.

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El edaísmo, es un concepto también muy utilizado, comprende tanto los


estereotipos implícitos de la edad como los prejuicios. Es importante destacar que el
edaísmo, se considera una forma de discriminación (Levy y Banaji, 2004).

● Adulto mayor
La referencia a persona o adulto mayor se basará en el criterio de la
Organización Mundial de la Salud (OMS) que estableció en el año 1984, el uso de
dicho término para referirse a las personas de 60 años o más, y también lo hizo la
Organización de las Naciones Unidas, conforme con la resolución 50/141 aprobada
por su Asamblea General.

● Violencia a los adultos mayores


La OMS define la violencia a los adultos mayores como “un acto único o
repetido que causa daño o sufrimiento a una persona de edad, o la falta de medidas
apropiadas para evitarlo, que se produce en una relación basada en la confianza”
(OMS, s.f).

3.2. Maltrato a personas mayores según el ámbito en que se producen

● Maltrato a personas mayores en el ámbito doméstico


Los malos tratos domésticos tienen que ver con la conocida violencia familiar.
Se manifiesta el maltrato en un escenario de relaciones íntimas y de confianza. Se
trata de cualquier forma de maltrato hacia una persona mayor ejercida por alguien
que tiene un vínculo especial con ella (ej. esposo, hijo, hermano, amigo, cuidador)
(Carmen Touza Garma, 2001).

● Maltrato a personas mayores en el ámbito institucional


Con respecto al maltrato o abuso institucional, se trata de formas de maltrato
que ocurren en instituciones que brindan asistencia y cuidados a personas mayores,
lugares como: centros de día, residencias para adultos mayores, hospitales, clínicas,
etc. Las personas que llevan a cabo este maltrato o abuso son aquellas que tienen

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una obligación contractual o legal de velar por la protección de esa persona mayor y
de proveerles cuidados (Carmen Touza Garma, 2001).
Según Kayser-Jones (Caballero, 2000), los tipos de maltrato en la institución
que se dan con mayor frecuencia son cuatro:
- Pérdida de la individualidad (despersonalización): brindar atención adecuada
a criterios generales, pero no a las necesidades particulares y singulares del
adulto mayor en cuestión;
- Infantilización: tratar al adulto mayor como a un niño;
- Pérdida de la intimidad (deshumanización): ignorar, despojar de la intimidad y
de la responsabilidad de su propia vida;
- Victimización: ataques sobre la integridad física y moral de los adultos
mayores, mediante amenazas, intimidación, agresión verbal, infligiendo
castigos.

● Maltrato a personas mayores en el ámbito social


En esta situación participan diversas entidades, organismos gubernamentales,
instituciones, actores sociales. Dentro del maltrato social se encuentran aspectos
como:
- la negligencia y abandono de los organismos públicos respecto de las
necesidades de las personas mayores;
- la falta de respeto hacia los mayores y prejuicios sobre el
envejecimiento, considerando que el viejismo implícito colabora
constantemente en nuestra sociedad para sostener tal situación;
- las actitudes de desprecio (aspecto psicológico) para con los adultos
mayores donde también los estereotipos viejistas hacen su parte;
- la desatención a la estabilidad y seguridad económica de las personas
mayores, a través de políticas de pensiones que sean congruentes con
la situación económica actual;
- falta de medidas de prevención primaria o secundaria para evitar el
deterioro o la pérdida de capacidades físicas, a fin de promover la
calidad de vida en la tercera edad;
- discriminación por edad, edaísmo.

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3.3. Tipos de violencia hacia personas mayores

● Abuso o maltrato físico


Se trata de agresión física intencionada que produce daños, en algunos casos
extremos la muerte. Es la imposición de la fuerza física y de manera intencionada de
acciones con resultado de daño, dolor o deterioro físico. Las lesiones agudas son las
más fácilmente detectables debido a que se manifiestan clínicamente; existen
también quejas somáticas y psicológicas llamadas lesiones subclínicas.

● Abuso o maltrato psicológico, emocional o psicoafectivo


Se trata del hecho de infligir sufrimiento psíquico. El maltrato psicológico es de
los más frecuentes tipos de abuso, sin embargo, es el más difícil de cuantificar. Son
conductas que producen daño psicológico, como manipulación, intimidación,
amenazas, humillaciones, desprecio o privación del poder de decisión, etc.

● Abuso económico o financiero


Se trata de la “utilización abusiva o ilegal de los bienes e inmuebles propiedad
de la persona mayor” (Tabueña Lafarga, 2006). Incluye casos de falsificación de
firmas, malversación de fondos, modificaciones forzadas de testamento, engaños,
fraudes, y cualquier otro tipo de acción que tenga por fin tomar ventaja, beneficio y/o
apropiación de los bienes de la persona mayor contra su voluntad y a favor de
terceros.

● Abuso sexual
Es el desarrollo de cualquier contacto íntimo o actividad de tipo sexual sin el
consentimiento de la otra persona (Wolf, 1998). Situaciones que involucran el
exhibicionismo, nudismo forzoso, la agresión sexual física, tocamientos indeseados,
violación, entre otros. Asimismo, el contacto sexual con una persona que no se
encuentra en condiciones de dar su consentimiento también se considerará abuso de
este tipo.

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● Negligencia, abandono y omisión de cuidados


Se trata de la suspensión reiterada de alguna ayuda o cuidado que la persona
mayor necesite para el desarrollo cotidiano, como el agua, los alimentos, el vestir, la
vivienda, la higiene personal, etc. También se incluye una mala provisión de cuidados
médicos o físicos necesarios para proporcionar niveles de salud y sociales adecuados
para las necesidades de la persona mayor.
Es un comportamiento nocivo por parte de una persona que está obligada a
cuidar a un adulto mayor.

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4. Marco Normativo

● A nivel mundial
En 1948, la Declaración Universal de Derechos Humanos establece derechos
fundamentales como el de la igualdad y la prohibición de discriminación por cualquier
condición, el derecho a la seguridad social y a condiciones de vida adecuadas, los
que son aplicables por extensión a las personas mayores y de importancia para el
desarrollo de las libertades en la vejez.
Asimismo, se establecen los Principios de Naciones Unidas a favor de las
personas mayores (Res. Naciones Unidas 46/91). Aquí se enuncian cinco principios
que tienen relación estrecha con los derechos consagrados en los instrumentos
internacionales: independencia, participación, cuidados, autorrealización y dignidad.
Por último, se han de considerar las recomendaciones de la II Asamblea
Mundial sobre el Envejecimiento, que mediante su Plan de Acción Mundial (abril,
2002) establece objetivos relacionados con la eliminación de toda forma de maltrato
hacia los adultos mayores. Lo ubica en el contexto de los Derechos Humanos
Universales y como una responsabilidad de toda sociedad.

● En Argentina
En 1994, se sanciona la Ley n°24417 de Protección contra la violencia familiar.
Se abre camino a considerar esta problemática y respaldarla con una normativa
vigente, es un primer acercamiento. En su artículo 2 dicha ley plantea “cuando los
damnificados fuesen menores o incapaces, ancianos o discapacitados, los hechos
deberán ser denunciados por sus representantes legales y/o el ministerio público.
También estarán obligados a efectuar la denuncia los servicios asistenciales sociales
o educativos, públicos o privados, los profesionales de la salud y todo funcionario
público en razón de su labor. El menor o incapaz puede directamente poner en
conocimiento de los hechos al ministerio público” (Ley N°24417, 1994).

En el 2000, se sanciona la Ley n°12569 de Violencia Familiar Provincia de


Buenos Aires. Asimismo, en el año 2013 se sanciona la Ley n°14509, que establece

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la modificación de dicha normativa. A continuación, se citan los artículos más


relevantes:
Artículo 1.- (Texto según Ley 14509) A los efectos de la aplicación de la
presente Ley se entenderá por violencia familiar, toda acción, omisión, abuso, que
afecte la vida, libertad, seguridad personal, dignidad, integridad física, psicológica,
sexual, económica o patrimonial, de una persona en el ámbito del grupo familiar,
aunque no configure delito.
Artículo 2.- Se entenderá por grupo familiar al originado en el matrimonio o en
las uniones de hecho, incluyendo a los ascendientes, descendientes, colaterales y/o
consanguíneos y a convivientes o descendientes directos de algunos de ellos. La
presente Ley también se aplicará cuando se ejerza violencia familiar sobre la persona
con quien tenga o haya tenido relación de noviazgo o pareja o con quien estuvo
vinculado por matrimonio o unión de hecho.
Artículo 4.- (Texto según Ley 14509) Cuando las víctimas fueran menores de
edad, incapaces, ancianos o discapacitados que se encuentren imposibilitadas de
accionar por sí mismas, estarán obligados a hacerlo sus representantes legales, los
obligados por alimentos y/o el Ministerio Público, como así también quienes se
desempeñan en organismos asistenciales, educativos, de salud y de justicia y en
general, quienes desde el ámbito público o privado tomen conocimiento de
situaciones de violencia familiar o tengan indicios de que puedan existir. La denuncia
deberá formularse inmediatamente. En caso de que las personas mencionadas
incumplan con la obligación establecida el Juez/a o Tribunal interviniente deberá
citarlos de oficio a la causa que eventualmente se abra con posterioridad por la misma
razón, podrá imponerles una multa y, en caso de corresponder, remitirá los
antecedentes al fuero penal. De igual modo procederá respecto del tercero o superior
jerárquico que por cualquier medio, obstaculice, impida o haya impedido la denuncia.

En el 2015 en nuestro país, la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos


Aires sanciona la Ley de Prevención y Protección Integral contra abuso y maltrato a
los adultos mayores (5420/15). La misma expone: “se entiende por abuso o maltrato
a los Adultos Mayores a toda acción u omisión que provoque un daño a los mismos,
sea esta intencional o consecuencia de un obrar negligente y que atente contra su

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bienestar general, vulnerando derechos.” Al mismo tiempo, describe los diferentes


tipos de abuso y maltrato, que comprenden: físico; psicológico; sexual;
económico/patrimonial; ambiental; institucional y/o estructural;
simbólico/discriminación; abandono y hostigamiento.

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5. Objetivos

Objetivo general

- Explicitar las situaciones de violencia a las que están expuestos los adultos
mayores y las posibles intervenciones del rol del psicólogo comunitario.

Objetivos específicos

- Explorar el contexto histórico de la violencia en la tercera edad.


- Investigar sobre los diferentes tipos de violencia en adultos mayores.
- Analizar la importancia de un dispositivo de asistencia y acompañamiento en
sucesos de violencia en adultos mayores.
- Abordar el rol del psicólogo comunitario en el trabajo interdisciplinario en
situaciones de adultos mayores que sufren violencia.

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6. Metodología

Esta tesis es un trabajo de revisión bibliográfica. Para su abordaje en primer


lugar, se realizará una revisión bibliográfica de artículos científicos que plantean la
temática de violencia en la tercera edad, mediante la lectura de diferentes autores.
Luego, se pretende una breve exploración e indagación del dispositivo de
intervención interdisciplinaria de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Proteger,
brindado a adultos mayores víctimas de distintos tipos de violencia.
Al mismo tiempo, se pretende analizar bibliografía científica sobre el rol del
psicólogo y sus posibles intervenciones en la temática desarrollada.
De esta manera se realizará una lectura de diferentes autores, trabajando
sobre la violencia en la vejez, el rol del psicólogo y sus posibles intervenciones en
estos casos. Se pretende dar a conocer la implicancia que tiene el psicólogo en el
atravesamiento de este tipo de situaciones y la necesidad de llevar a cabo esta labor
mediante un dispositivo interdisciplinario.

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7. Desarrollo

7.1. Contextualización cultural e histórica de la violencia en la tercera edad

En uno de los documentos preparados para la II Asamblea Mundial del


Envejecimiento1 llevada a cabo en el 2002, por la Organización Mundial de la Salud
(OMS) y la Red Internacional para la Prevención del Maltrato (INPEA), se señala que
el maltrato a las personas mayores empieza a cobrar interés en los últimos veinte
años.
Es en los inicios de la década de los ochenta, que comienzan a surgir el interés
y la preocupación por los malos tratos hacia los adultos mayores en varios países
industrializados como Estados Unidos, Japón, Australia, Canadá, China, Noruega,
Suecia y Argentina, entre algunos otros, adquiriendo así el tema relevancia mundial,
mediante artículos, encuestas, investigaciones, etc. (Tabueña Lafarga, 2006).
Los investigadores en el tema dan cuenta de que los abusos y malos tratos a
las personas mayores es un problema que ha existido siempre, en todas las
sociedades y culturas, lo novedoso es su inscripción en la agenda social y pública, el
hecho de considerar que los adultos mayores también son una población susceptible
de sufrir violencia.
A nivel internacional, aún se ha de recorrer un largo camino en el tema, hay
escasas investigaciones e información. Lo cual no implica que la violencia en los
adultos mayores no exista, más bien se produce, pero no se reconoce fácilmente, así
como tampoco se proporcionan las medidas para evitarla.
La sociedad demuestra estar hoy en día más interesada en las necesidades e
inquietudes de las personas mayores, esto es efecto de diferentes factores sociales
y del contexto cultural e histórico.
Este interés se relaciona con cuestiones que tienen que ver con el desarrollo
de una mejor calidad de vida, avances científicos y tecnológicos que acompañan a la
evolución de la medicina, diferentes factores que impactan desde hace unos años
significativamente en la salud de las personas. De tal manera, es que se da el proceso

1
“Voces ausentes.Opiniones de Personas Mayores sobre abuso y maltrato al mayor”, publicado en la
Revista de Geriatría y Gerontología, 2002, 36 (6), pp. 319-331.

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de envejecimiento de la población donde aumentan consecuentemente las


necesidades de los adultos mayores, quienes años atrás no alcanzaban dicha
esperanza de vida.
También hay fenómenos psicológicos que inciden en la sobrevida de los
sujetos, se trata de la cantidad de relaciones sociales de las que una persona dispone
y de los apoyos que reciba de esta red social. En referencia a esto, para María Teresa
Bazo (1998)2 la calidad de vida en la vejez “tiene que ver con la seguridad económica
y con la inclusión social que se asegura por medio de infraestructuras de apoyo y
redes sociales”.
Se producen situaciones de maltrato y abuso como consecuencia del
envejecimiento, al ser la esperanza de vida mayor, por ende, la población de personas
mayores aumenta dando lugar a estos escenarios donde se manifiestan este tipo de
violencias hacia los adultos mayores. Son diversos los factores de riesgo para la
aparición y el desarrollo de maltrato hacia los adultos mayores, los cuales no serán
abordados en el presente trabajo por limitaciones en extensión y recorte del tema, sin
embargo, tiene relación estrecha con lo expuesto por tanto en ocasiones se harán
menciones al respecto.
Siguiendo con lo anterior, este tipo de violencia hacia los adultos mayores
existe a nivel mundial, como se ha mencionado, y muchas veces no se denuncia, en
realidad son más las veces que se pasan por alto estos acontecimientos.
Asimismo, se considera que la violencia en la tercera edad acarrea costos
económicos y humanos. Los costos directos se asocian con la prevención e
intervención como la prestación de servicios mediante programas sociales,
educativos, investigación, etc. Los costos indirectos son la menor productividad, el
desmejoramiento de la calidad de vida, el dolor, el sufrimiento emocional, la pérdida
de confianza y autoestima, discapacidades y muerte (García Araneda, 2006).
La sociedad en esta línea muestra una actitud contradictoria respecto de las
personas mayores, ya que considera una conquista haber aumentado la esperanza
de vida, sin embargo, se enfrenta con el hecho de que las personas de la tercera edad
constituyen una preocupación desde la salud, la protección social, las dimensiones
políticas y económicas, etc.

2
T. Bazo (1998): Vejez dependiente, políticas y calidad de vida, p. 145, en Papers n°56, pp. 143-161.

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Por otro lado, la vejez es una etapa del desarrollo humano que se asocia al
tramo final de la vida y produce una serie de cambios y transformaciones en diferentes
áreas de funcionamiento. Es un fenómeno disruptivo y heterogéneo, ya que produce
cambios significativos en la vida de la persona y al mismo tiempo la propia trayectoria
imprime las características del envejecimiento en cada uno, es decir que es singular
y propio de cada sujeto.
Estos cambios mencionados, en lo social, en la economía, en la autonomía,
han demostrado impactar en la necesidad de atención personal de los adultos
mayores, situación que en ocasiones conlleva a que sean pensados como una carga,
siendo destinatarios de comportamientos violentos y malos tratos, propensos a
convertirse en objetos de explotación y abusos.
Es importante destacar que los malos tratos hacia las personas mayores están
sostenidos por estereotipos viejistas establecidos socialmente, donde los adultos
mayores son concebidos como vulnerables, faltos de autonomía o capacidad, frágiles,
dependientes y diversas características peyorativas que excluyen a estas personas
por el grupo etario al que pertenecen.
El hecho de que la violencia en la tercera edad esté estrechamente relacionada
con estereotipos impuestos y no cuestionados socialmente, conlleva de alguna
manera a rever, repensar y dar cuenta de que el maltrato constituye un problema
social y que no forma parte de la vida privada.
A muchas personas les resulta difícil concebir que el maltrato o violencia hacia
las personas mayores pueda ocurrir, y cuando es admitido como posible suele ser
atribuido exclusivamente a las instituciones, rechazando la idea de que este también
pueda darse en el ámbito doméstico, familiar, o en el ámbito social.
Sucede que este fenómeno no es de fácil detección, lo cual se relaciona con
la idea de pensarlo como algo correspondiente al ámbito de la vida privada de la
persona.
Por otro lado, el hecho de que haya escasa información sobre la temática
consecuentemente lleva a que no se reconozcan determinados actos como sucesos
de violencia.
En ocasiones estos sucesos son escondidos por sus propios protagonistas: el
agresor y la persona agredida. Diferentes sentimientos como ser el miedo, la

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vergüenza, la culpa, la angustia colaboran en el hecho de no denunciar la situación y


terminan por normalizar estos malos tratos.

7.2. Malos tratos y abusos en la tercera edad: escenarios posibles y tipos de


violencia.

La violencia que se manifiesta en la sociedad en la que vivimos, es producto


de la crisis que afecta a diversos sectores sociales e incluye aspectos políticos,
económicos y sociales. Los adultos mayores en este contexto forman parte de un
sector vulnerable que es objeto de exclusión, sufriendo lo que se denomina violencia
social (Sirlin, 2008).
El trabajo desarrollado por la Red Internacional de Prevención de Abuso y
Maltrato de la Vejez y la dedicación puesta por la Organización Mundial de la Salud
en la prevención del maltrato de las personas mayores han contribuido
significativamente a elevar la toma de conciencia mundial. En este sentido, en 2002,
se elaboró la Declaración de Toronto para la Prevención Global del Maltrato a las
Personas Adultas Mayores, en la que se definió el maltrato como “la acción única o
repetida, o la falta de respuesta apropiada, que ocurre dentro de cualquier relación
donde exista una expectativa de confianza y la cual produzca daño o angustia a una
persona anciana”.
Por otro lado, es preciso mencionar que de acuerdo a las diversas
investigaciones que se han llevado a cabo, se ha establecido que el maltrato puede
tener lugar en cualquier contexto, es posible de darse en el ámbito familiar, el
institucional (centros de día, hospitales y residencias), y en lugares públicos que sean
considerados seguros (Tabueña Lafarga, 2006).
De igual manera, se han identificado diferentes formas de abuso o maltrato
hacia los adultos mayores, dentro de las más frecuentes se encuentran: el abuso
físico, abuso sexual, abuso psicológico (también conocido como emocional o
psicoafectivo), abuso financiero/económico, abandono y negligencia.
El maltrato a las personas mayores se manifiesta en el ámbito social mediante
la negligencia y el abandono de los organismos públicos con respecto a las

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necesidades de los adultos mayores. Con frecuencia, sucede que los derechos de
estas personas no son garantizados en materia de salud, el acceso no suele ser
equitativo, tiene la característica de ser engorroso y poco efectivo a las necesidades
de los adultos mayores.
Dentro de este ámbito se dan situaciones de falta de respeto a las personas
mayores y prejuicios sobre el envejecimiento, como ya se ha mencionado en este
trabajo, se dan diferentes estereotipos viejistas sostenidos socialmente que colocan
al adulto mayor en una posición de vulnerabilidad y socavamiento.
Actitudes de desprecio forman parte de la violencia ejercida sobre la vejez, al
igual que la discriminación por la edad, edaísmo, e ideas que tildan a los adultos
mayores de incapaces de realizar determinadas actividades por pertenecer a esta
franja etaria.
Con relación a esto último, ha de observarse al hablar de la erótica en la vejez,
como muchos individuos conciben que, a partir de determinada edad, en este caso
los sesenta años, una persona deja de ser activa en varias áreas de funcionamiento
de la vida, desde lo laboral hasta cuestiones que tienen que ver con el placer.
Hay un convencimiento en el imaginario social y actitudes altamente moralistas
impregnadas en la sociedad sobre la idea de que las personas de edad se vuelven
asexuadas como resultado de los cambios biológicos producidos por la edad. Esta
situación constituye una de las principales formas de maltrato porque implica robarle
a la persona mayor su derecho al disfrute de la sexualidad y de sus relaciones más
íntimas.
Siguiendo esta línea, y avanzando hacia el ámbito institucional en donde
también se desarrollan situaciones de violencia hacia los adultos mayores, suele
suceder que una de las formas más comunes en las que se manifieste sea la falta de
respeto a la intimidad y el derecho a su autonomía. Al concebir a la vejez como una
etapa de la vida en la que se atribuyen determinadas características viejistas y
peyorativas, se tiende a asumir erróneamente que no precisan de intimidad, cayendo
las personas de la tercera edad en la posición de objetos y despojándolos de sus
derechos.
Los geriátricos sostienen el estigma de la asexualidad en la vejez, perdiendo
los ancianos sus derechos sexuales dentro de la institución (Iacub, 2006).

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Situaciones de negligencia, abandono, maltrato sobre la persona mayor se han


presentado en instituciones como hospitales, clínicas, residencias, centros de día,
escenarios dedicados paradójicamente al cuidado de los adultos mayores. También
existe el abuso físico, el abuso psicológico y el abuso sexual dentro de estos lugares.
El maltrato dentro de la institución se puede manifestar de diversas maneras.
Estas incluyen no administrar la medicación adecuadamente, en relación a esto existe
la muy frecuente sobremedicalización y también la tendencia a recurrir a los fármacos
como único tratamiento posible para los adultos mayores, sin tener en cuenta su salud
mental y la integralidad de esta. También se manifiestan al no proporcionar las
condiciones ambientales adecuadas; mediante comentarios hirientes; al no permitir la
intimidad; al no promocionar el ocio, lecturas, distracciones, actividades (Rueda
Estrada et al., 2008).
En estudios realizados sobre violencia en pacientes geriátricos los empujones,
las malas contestaciones y restarles importancia a sus problemas, fueron unas de las
principales expresiones de maltrato físico, psicológico o por negligencia.
Por otro lado, una de las razones por las cuales comienza a visibilizarse con
mayor ímpetu este tipo de violencia es por su reconocimiento en ámbitos familiares o
domésticos.
El Síndrome de la Abuela Esclava (SAE) ha aportado a esta labor de
reconocimiento de violencia familiar ya que se ha detectado con frecuencia mediante
los profesionales. Se trata de una enfermedad que afecta a mujeres mayores con
responsabilidades excesivas de ama de casa y el cuidado de los nietos. Se produce
por un agotamiento excesivo o sobreesfuerzo físico y emocional crónicos, estos
conllevan una situación de estrés que nace al querer cumplir esa obligación y tener el
reconocimiento de los suyos.
Por otro lado, según una investigación realizada para la asesoría general en
seguridad social (Sirlin, 2008), se considera que el deterioro en las relaciones
familiares es uno de los motivos que originan el maltrato hacia los adultos mayores.
De igual manera, se destaca el estrés del cuidador como factor que puede derivar en
abuso, especialmente cuando se trata de una persona enferma y dependiente que
constituye una carga para la persona y cuando es escaso o de difícil acceso el apoyo
por parte de la comunidad.

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Situaciones donde se impide que el anciano participe en las decisiones del


hogar, de restar importancia a sus opiniones, también han resultado ser parte de las
principales modalidades del maltrato familiar.
Por último, se presentan en el ámbito doméstico situaciones de violencia hacia
adultos mayores relacionadas con el abuso económico. Mediante la utilización
abusiva o ilegal de los bienes e inmuebles propiedad de la persona mayor,
manipulación de documentos, engaños o prácticas fraudulentas, por lo general son
escenarios en donde la persona de confianza pretende tomar provecho del adulto
mayor en cuestión.
Como se ha de observar, el problema de la violencia hacia los adultos mayores
está presente en diferentes contextos. El hecho de que se desarrolle depende de la
manera en la que se den las relaciones del entorno con el sujeto, la posición que este
tenga en la sociedad, y las propias características contextuales.
No será lo mismo envejecer en un contexto donde se valora al anciano y se le
atribuye sabiduría y experiencia, que en un contexto donde se iguala la vejez con la
enfermedad (Iacub, 2014).
Con relación a todos los ámbitos de violencia presentados, el abandono es una
de las más crueles manifestaciones hacia los adultos mayores. Abarca dimensiones
políticas, económicas y psicológicas. Sucede con la falta de políticas públicas y el
poco cumplimiento o recursos que hay para abordar aquellas normativas vigentes que
existen para los adultos mayores. También, se manifiesta a nivel más subjetivo en
adultos mayores que no reciben el cuidado y atención que precisan al no contar con
redes de apoyo, lo cual conlleva a un empeoramiento en la calidad de vida y un fuerte
impacto en su salud mental.
Este análisis general sobre una de las formas de violencia más oculta, infligida
a las personas de edad avanzada, conlleva a establecer una prioridad a saber
estratégica. La de conocer las dimensiones del problema a fin de poder elaborar
modelos de intervención y dirigir los recursos disponibles, así como para conocer
indicadores sobre la etiología de los malos tratos en la vejez (Tabueña Lafarga, 2006).
Asimismo, es fundamental la actuación entre diferentes sectores y disciplinas
para el abordaje de situaciones de abuso y maltrato, siendo fundamental el
conocimiento de sus posibles manifestaciones (Sirlin, 2008).

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7.3. Intervenciones del psicólogo en casos de violencia a personas mayores

Se ha de conocer que el campo de intervención de un psicólogo es amplio.


Este profesional puede desenvolverse en las áreas: clínica, educativa, investigación,
socio-comunitaria, laboral, etc. En los últimos años la psicología ha investigado y
propuesto intervenciones posibles en el ámbito de las personas mayores, con
acciones que inciden directamente en la calidad de vida de este colectivo (Mielgo
Casado et al., 2001).
En el caso de la psicología, se pretende que los psicólogos contribuyan con el
diseño de medidas fiables que permitan una evaluación y seguimiento de los
programas de intervención y que se preocupen por emplear estrategias que
contribuyan al cambio conductual y a la promoción de la salud y prevención de la
enfermedad, optimizando el proceso de adaptación con intervenciones que apunten
a necesidades propias de la población y del contexto familiar y social que lo rodea
(Colegio Oficial de Psicólogos, 2002).
La complejidad de la violencia en sus distintas manifestaciones obviamente
requiere de enfoques multifacéticos para enfrentarlos, que deben ir desde lo más
general hasta aquellas acciones más puntuales y específicas: desde acciones que le
corresponde asumir al Estado y a la sociedad hasta aquellas que involucran a la
comunidad, la familia y el individuo (Hernandez Rodriguez et al., 2002).
Al ser un escenario de investigación reciente es escasa la información con la
que se dispone sobre las intervenciones posibles, los estudios hasta el momento se
han dedicado más a identificar los tipos de malos tratos, sus escenarios posibles y
aquellos factores de riesgo que inciden en la violencia en la tercera edad. Sin
embargo, son pertinentes y han de considerarse aquellas intervenciones que refieren
al rol del psicólogo en el trabajo socio-comunitario por las características propias de
la problemática en cuestión.
Como ya se ha planteado, al ser la violencia un fenómeno complejo requiere
de un abordaje interdisciplinario para mejorar en la comprensión del problema y
principalmente porque son diversos los escenarios, ámbitos, en los que se puede
manifestar. Al mismo tiempo se trata de una cuestión difícil de detectar ya que no
siempre se manifiesta físicamente, sino también como se ha visto puede presentarse,

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por ejemplo, como abuso emocional con consecuencias psicológicas muy graves para
la persona que ha sufrido la situación de violencia.
En este sentido, es necesario y preciso el trabajo interdisciplinario, ya que el
caso puede llegar al psicólogo de diferentes maneras. Se puede tratar de un paciente
que sea derivado por el área de emergencia de un hospital donde llega un adulto
mayor con lesiones físicas considerables a ser tenidas en cuenta como señal de
alerta. También puede llegar un paciente al consultorio psicológico acompañado por
algún familiar que nota que el adulto mayor presenta ciertas características como
depresión, ansiedad, temor, que pueden ser producto de una situación de abuso o
maltrato subyacente.
Además, el trabajo interdisciplinario es necesario para el abordaje integral del
caso, son diversos los factores y las aristas que puede presentar la situación de
violencia y es acorde al rol profesional cubrirlas todas, desde la salud física y mental,
la asesoría legal, la intervención social para indagar sobre las características
habitacionales, etc.
Principalmente, a la hora de intervenir es preciso considerar las diferencias
individuales, no caer sesgadamente en la generalización, no estandarizar y
sistematizar las intervenciones, poder dar cuenta de las características y necesidades
particulares de cada caso, que ameritan la puesta en marcha del rol del psicólogo
como profesional de la salud.
El abordaje de una situación de maltrato a una persona mayor se hace desde
los servicios sociales o servicios de salud de atención primaria, actuando sobre
situaciones de riesgo (prevención primaria), sobre situaciones confirmadas
(prevención secundaria), o bien sobre las consecuencias del maltrato (prevención
terciaria).
Otra forma en la cual pueden identificarse y/o categorizarse intervenciones
posibles del psicólogo en la problemática, es mediante diferentes niveles de acción.
Por un lado, se encuentran aquellas intervenciones a realizar en conjunto con la
persona y el entorno de esta, acciones más puntuales y específicas. Por otro lado, se
ubican las intervenciones que apuntan a lo social en tanto medidas a aplicar con la
finalidad de mejorar la sensibilidad colectiva en la temática o hacia el desarrollo de
políticas públicas para los adultos mayores, que son más globales.

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Con relación a las acciones más puntuales y específicas, las distintas


intervenciones van a depender del estudio exhaustivo de la persona y del entorno en
el cual se va a trabajar.
Entre las principales tareas del rol del psicólogo, se encuentran la evaluación
psicológica, la planificación y desarrollo de programas de intervención. Por otro lado,
implicar al contexto también es muy importante, que el trabajo no sea únicamente con
el adulto mayor, las fuentes de apoyo son esenciales y, por lo tanto, deben ser
consideradas.
Los psicólogos participan activamente en la evaluación psicológica, la
evaluación de riesgos y el apoyo a los adultos mayores víctimas de violencia.
En aquellos casos en los que la violencia ya ha sido ejercida, el rol del
psicólogo en principio puede apuntar a la clínica. La tarea que tiene aquí es de
contención, escucha, va a depender mucho de la singularidad del caso, pero se trata
de hacer una primera evaluación acerca del estado en el que llega el paciente a partir
de la situación de violencia a la que ha estado expuesto.
Es tarea del profesional de psicología dar lugar al padecimiento del sujeto en
cuestión, hacer posible que este logre poner en palabras lo vivido y la manera en la
que lo ha percibo, es fundamental para el procesamiento psíquico y tramitar al menos
algo de lo traumático puesto en juego.
De esta manera, el psicólogo deberá escuchar, investigar, evaluar e intervenir
de acuerdo con las necesidades que presente el caso del adulto mayor violentado y
lograr producir cambios que mejoren su calidad de vida. Su labor profesional será
trabajar sobre el estado en el que el adulto mayor llega, también sobre sus vínculos,
las relaciones y el entorno.
Dentro de las intervenciones que el psicólogo puede llevar a cabo también se
encuentran aquellas relacionadas al trabajo en conjunto con el entorno, cuidadores
y/o familiares. Mediante el entrenamiento en habilidades para el cuidado del paciente,
la prevención del síndrome de Burnout (cabeza quemada), desarrollar una
comunicación asertiva entre el cuidador y el adulto mayor, y proporcionar información
sobre el envejecimiento, la vejez, los cambios disruptivos que se presentan en esta
edad y que deben considerarse para un mejor manejo del tema.

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En relación con esto último, sucede muchas veces que dentro de las causas
que subyacen al fenómeno de violencia hacia los adultos mayores se encuentran: la
sobrecarga del cuidador, el desconocimiento y la falta de información sobre los
cuidados o el proceso que atraviesa la persona a su cuidado. El psicólogo puede
trabajar con el cuidador y el adulto mayor para lograr conocer si existen algunas de
estas características que se manifiestan en lo cotidiano, no son reconocidas como
factores que llevan a la violencia, pero es evidente que sí influyen en su desarrollo.
Puede en ocasiones suceder, en el ámbito doméstico, que el cuidado del adulto
mayor esté únicamente a cargo del familiar conviviente, sobrecargando a la persona,
siendo esta una situación sobre la cual se puede trabajar buscando otras alternativas,
o dando estrategias desde una mirada objetiva, pero sobre la particularidad del caso.
Por ejemplo, llevar a cabo un plan de acción donde se pida ayuda a otros familiares,
establecer turnos, o en el caso de que sea posible contratar a alguien que ayude con
los cuidados o tareas de la casa para descomprimir un poco al cuidador y evitar
situaciones de colapso en la problemática familiar.
Además, dentro de las intervenciones del psicólogo estará la labor de indagar
sobre la novela familiar, dar cuenta de la forma de vincularse que tienen dentro de la
familia, si sus sistemas de creencias influyen negativa o positivamente sobre esta
situación para trabajar sobre ellos, etc. Establecer una buena alianza terapéutica
permitirá que estas cosas sucedan y el tratamiento se vaya desarrollando
exitosamente.
En las últimas décadas, a partir de las investigaciones realizadas y de las
evaluaciones de intervenciones que se han hecho, se reunió una importante evidencia
del impacto positivo del apoyo social tanto formal como informal, produciendo
bienestar integral (Arias, 2009). Por esta razón, como profesionales de la salud es
parte de la tarea del psicólogo trabajar sobre las redes con las que cuentan los adultos
mayores.
Hacia las acciones más globales, considerando la escasa o casi nula
información que hay sobre el maltrato y abuso hacia las personas mayores son de
vital importancia aquellas intervenciones que pueda realizar el psicólogo para trabajar
sobre la promoción de la salud y la prevención de este tipo de violencias.

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Las estrategias preventivas tienen por objetivo reducir los factores de riesgo
para el abuso y abandono. La educación y el conocimiento son los elementos clave
para su comprensión (Sirlin, 2008).
Como se ha desarrollado, los estereotipos sociales sobre la vejez, concebida
como una etapa de vulnerabilidad, de pasividad, de declive en diferentes áreas,
impactan de manera notable en la calidad de vida de los adultos mayores y propician
a que se desarrollen situaciones de maltrato y abuso hacia la tercera edad.
Esto permite dar cuenta de lo indispensable que es el trabajo con la sociedad
tanto para su visibilización, así como para su erradicación. Es labor del psicólogo
trabajar sobre la mirada sesgada, prejuiciosa y estigmatizante de la vejez,
promoviendo acciones que impulsen un cambio de paradigma donde las nuevas
generaciones puedan erradicar la mirada peyorativa sobre la vejez.
El psicólogo también puede llevar a cabo las tareas de promoción de la salud
y prevención de situaciones de violencia en la tercera edad mediante campañas de
sensibilización sobre la temática, para dar a conocer la existencia de esta e involucrar
a la sociedad. Aquí el rol del psicólogo se desempeña como agente de cambio donde
la focalización de su labor está puesta en la comunidad.
Es preciso mencionar, que la promoción de la salud está ligada con el concepto
de autonomía, de tener el poder, la posibilidad de ejercer su autonomía eligiendo a
partir del conocimiento.
También, el psicólogo interviene con un rol más comunitario mediante su
participación en el desarrollo de programas de educación hacia el mayor donde se
disponga de información sobre el envejecimiento, la salud, sus derechos, etc. Son
pocos los espacios de esta índole con los que se cuenta y sin embargo muy
esenciales; fundamentales para lograr fomentar su autonomía y que la sociedad y los
mismos adultos mayores se conciban como sujetos de derecho.
Otra intervención posible del psicólogo puede ser la de establecer espacios de
consejería, por ejemplo, en el primer nivel de atención del sistema de salud. Se trata
de abrir un espacio donde las personas mayores puedan pedir información, recibirla,
ser atendidas y tratadas de acuerdo con su singularidad, un espacio de confianza y
confidencialidad. Es preciso que puedan recibir información sobre los tipos de
violencia para poder reconocerla, al mismo tiempo lograr fomentar un espacio donde

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puedan recuperar la confianza deteriorada a partir de la situación de maltrato a la que


pueden haber sido expuestos, en el que puedan expresarse sin sentirse juzgados.
Asimismo, promover la participación, es decir, mediante el trabajo con el adulto
mayor lograr que este pueda adquirir un rol social más activo. Esto es posible, a través
de la capacitación de personas mayores que visiten a otros o se asistan mutuamente
telefónicamente, con grupos de apoyo a las víctimas, programas comunitarios para
fomentar la interacción social, construir redes sociales y unidades habitacionales,
elaborar con las personas mayores planes de autoayuda.
Siempre es necesario realizar una evaluación integral, abordar la singularidad
del caso en un espacio donde se cuente con un equipo interdisciplinario capacitado
en adultos mayores, profesionales que puedan dar cuenta del estado de salud física
y mental del adulto mayor, su realidad social, etc. De esta manera, mediante el
posicionamiento desde el trabajo en conjunto se aborda al sujeto en su contexto y no
aislado de él, promoviendo intervenciones que sostengan la calidad de vida del adulto
mayor en el tiempo.
La colaboración interdisciplinaria y los diferentes sectores intervinientes
pueden contribuir a reducir el maltrato a las personas mayores. El sector de servicios
sociales mediante la prestación de apoyo jurídico, financiero y domiciliario; el sector
de la educación mediante campañas de sensibilización y educación del público; el
sector de la salud mediante la detección y el tratamiento de las víctimas por el
personal de atención primaria de salud.
Las intervenciones tenderán a ser más efectivas en la medida en que se
abarque al adulto mayor desde su integralidad, trabajando junto con otras disciplinas
y teniendo un amplio conocimiento y contextualización sobre estas personas; un
programa de intervención debe estar basado en indicadores biológicos, económicos,
psicológicos y sociales ya que las inconsistencias se deben a miradas subjetivas del
adulto mayor (OMS, 2006).
En relación con las posibles intervenciones de violencia en el ámbito doméstico
y siguiendo esta línea de desarrollo, cabe mencionar que el tratamiento psicológico
más eficaz en casos de malos tratos, tanto en el tratamiento de las víctimas como de
responsables, de violencia de género y en malos tratos a mayores, ha sido el
tratamiento con orientación cognitivo conductual, en un medio comunitario, y con

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intervención de otros servicios y disciplinas (Chulián Horrillo y Vicente Martínez,


2017).
La intervención del psicólogo, así como el momento en el que esta se lleve a
cabo, también va a depender del grado de urgencia que presente la situación de
violencia de la persona mayor. Es decir, es necesario valorar si se puede dar lugar en
primera instancia a la evaluación psicológica del adulto mayor, víctima de violencia, o
en realidad es necesaria con carácter de urgencia la intervención judicial porque se
encuentra en riesgo inminente su vida.
Es labor del psicólogo realizar la evaluación psicológica para arribar a un
diagnóstico y poner en marcha el tratamiento adecuado. Siguiendo el abordaje
cognitivo conductual, en principio esto va a ser posible mediante la aplicación de
cuestionarios por parte del profesional en cuestión para la valoración de los malos
tratos, la valoración de la víctima y la valoración del responsable. De esta manera, el
psicólogo logrará identificar las diferentes conductas problemas que han dado paso a
la aparición de la situación de los malos tratos y a su mantenimiento, determinado por
las características de la víctima y del responsable, así como por los reforzadores, para
poder trabajar sobre ellas.
Se debe fomentar la expresión emocional, tanto de la víctima como del
responsable acerca de la detección de malos tratos, y dar soporte emocional y apoyo
a ambos, sobre todo en casos donde los malos tratos no tienen un carácter
intencional, sino que están sostenidos por desinformación, falta de entendimiento,
sobrecarga del cuidador, etc. De esta manera el psicólogo pretende evitar efectos
emocionales que pudiesen afectar la conducta del responsable de los cuidados (por
ejemplo, claudicación de los cuidados) o la aparición de algún problema emocional o
psicológico (por ejemplo, depresión) (Chulián Horrillo y Vicente Martínez, 2017).
Asimismo, en el ámbito institucional, por ejemplo, en las residencias de la
tercera edad, se podría trabajar en programas de defensa de los derechos de los
residentes. En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires se lleva a cabo el programa
“CEPAM” (Control en Establecimientos Privados para Adultos Mayores) mediante el
cual se realizan verificaciones evaluando las áreas psicosociales y control del
cumplimiento de sus derechos. Las evaluaciones son llevadas a cabo por equipos
interdisciplinarios, el rol del psicólogo consiste en colaborar con el desarrollo de

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acciones orientadas a mejorar la calidad de vida de las personas mayores que asisten
o residen en dichas instituciones e identificar situaciones de incumplimiento de sus
derechos. También, mediante su labor profesional logra identificar situaciones en las
que se producen malos tratos en estas instituciones, comportamientos de negligencia
hacia los adultos mayores por parte de sus cuidadores y diferentes tipos de abuso.
En el trabajo interdisciplinario, el psicólogo en principio se encarga de
identificar las causas que conllevaron o influyeron a que se desarrolle la situación de
violencia, y a partir de eso se analizan estos problemas para poder establecer
objetivos y un plan de acción con el equipo de trabajo. Se pueden buscar alternativas
viables según cada caso, trabajar sobre la mejora en las condiciones de la vivienda y
las ayudas técnicas necesarias, también sobre involucrar al entorno familiar.
Una situación en común se presenta entre todos los ámbitos de intervención,
el hecho fundamental de no estandarizar las intervenciones, sino que, por el contrario,
poder pensarlas según cada caso en particular. De allí que la labor del psicólogo sea
tan amplia y versátil, en estos y otros casos de evidente complejidad.

7.4. Dispositivo interdisciplinario de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires:


PROTEGER

Para finalizar, a modo de ejemplificación se ha tomado como referencia un


dispositivo interdisciplinario llevado a cabo en la Capital Federal de nuestro país.
Actualmente, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, se desarrolla el
Programa PROTEGER, impulsado por la normativa vigente, que depende del
Ministerio de Desarrollo Humano y Hábitat. El mismo está destinado a la atención de
personas mayores de 60 años, víctimas de abuso o maltrato, residentes de CABA.
Dicho dispositivo cuenta, por un lado, con un área de asistencia y protección
de los derechos humanos, por otro lado, un área de prevención y capacitación.
Asimismo, posee una línea telefónica abierta las 24 horas, para realizar las denuncias
correspondientes.
Se trata de un dispositivo que se encarga de la asistencia a adultos mayores
víctimas de abuso, maltrato y violencia en sus diversas formas. El mismo ofrece,

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asistencia psicosocial, apoyo emocional, asesoramiento legal, acceso a la protección


judicial y un lugar habitacional seguro en los casos en que la seguridad o la vida de
la víctima se hallen en riesgo. La tarea se halla a cargo de un equipo interdisciplinario,
altamente capacitado, constituido por psicólogos, trabajadores sociales y abogados.
De esta manera, se da cuenta de la importancia de un trabajo interdisciplinario
y de intervención en red. Mediante entrevistas domiciliarias, evaluación de la situación
y valoración de riesgo, asesoramiento e intervención legal, acompañamiento de la
persona mayor y concreción de denuncias, plan de protección, plan de seguimiento
del caso.
El programa brinda al mismo tiempo cursos para defensores comunitarios con
la finalidad de sensibilizar sobre la problemática del abuso, el maltrato, la violencia y
la discriminación hacia las personas mayores, desnaturalizando las conductas
prejuiciosas que la ocasionan.
Dichos cursos son tomados por adultos mayores, promoviendo la adquisición
de un rol social más activo y el conocimiento y la apropiación de sus derechos,
dándole un lugar al adulto mayor en el trabajo que se está realizando. Esta cuestión,
como se ha mencionado más arriba, es sumamente importante a la hora de intervenir
en situaciones de violencia hacia adultos mayores, promover su autonomía, la
difusión de sus derechos y trabajar sobre el envejecimiento activo y las redes de
apoyo.
Sin embargo, se ha dado cuenta a lo largo de los años que lleva en vigencia el
programa, de la manifestación de diferentes obstáculos a la hora de intervención.
Entre ellos: deficiencia en la articulación entre los Organismos; desconocimiento de
la salud acerca de los efectos que se dan a partir de la violencia; mitos y prejuicios
instalados en torno a la vejez.

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8. Conclusiones

A lo largo del presente escrito se ha realizado un recorrido por el complejo


fenómeno de violencia en la tercera edad, las formas en que se manifiesta y las
intervenciones posibles del psicólogo en este ámbito, con la finalidad de poder cumplir
con los objetivos general y específicos propuestos.
Como se ha mencionado, la violencia hacia los adultos mayores no es un
fenómeno nuevo, pero la magnitud del problema ha ido aumentando en la medida en
que la población ha alcanzado una mayor esperanza de vida.
El crecimiento de la población de la tercera edad en el mundo ha impulsado la
necesidad de preparar profesionales en el campo de adultos mayores, circunstancia
que ha abierto un amplio campo laboral para el desempeño del psicólogo.
Los profesionales de la salud deben estar alerta para poder detectar indicios
de situaciones o escenarios de malos tratos en la vejez, proceder a la intervención
necesaria con prudencia y diligencia cualquiera sea el ámbito donde ésta se presente.
Ha sido mediante los avances en la protección y los derechos humanos de las
personas durante los últimos años que se ha logrado tomar conciencia de la existencia
de situaciones de violencia en adultos mayores. También a través de esto se ha
podido dar cuenta del impacto significativo que estas tienen en su calidad de vida. Sin
embargo, es necesario seguir trabajando a nivel mundial sobre esta problemática
incipientemente visibilizada.
El aumento de servicios y espacios, públicos y privados, para atender las
necesidades y demandas de las personas, la mejor formación y el mayor
conocimiento profesional, los cambios sociales en tanto valores y reconocimientos de
derechos contribuyeron a garantizar mejor calidad de vida y relaciones sociales, por
lo tanto, tuvieron un impacto en el trato hacia las personas mayores. Debido a esto,
también se ha generado un nivel de conciencia social más amplio hacia las
situaciones de maltrato, abuso o negligencia sobre varios colectivos sociales,
especialmente en las personas mayores.
Los malos tratos y abusos a las personas mayores pueden darse en diferentes
situaciones personales, familiares, institucionales y sociales.

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Existen diferentes escenarios en donde los malos tratos y/o abusos hacia los
adultos mayores pueden manifestarse. Algunos tienden a percibirse más fácilmente,
como se ha mencionado es frecuente que se asocie a las instituciones como las
principales agresoras hacia los adultos mayores. Otros tipos y escenarios suelen ser
desapercibidos y no reconocidos por la sociedad como la violencia en el ámbito social
donde con frecuencia se sostienen acciones en detrimento de los adultos mayores.
En referencia a esto, la falta de información y conocimiento que tiene la
sociedad sobre la temática da cuenta de que es un trabajo arduo pero necesario el
de continuar con la investigación y promoviendo espacios de difusión.
Por lo tanto, el interés y la investigación en esta problemática son necesarios
para seguir en el camino de adquirir mayor conciencia sobre los riesgos y
consecuencias que muchos de los comportamientos y estereotipos que mantenemos
en las relaciones con los adultos mayores impactan en su calidad de vida.
Desde la psicología, es preciso trabajar con la sociedad y el entorno cultural
para resignificar los estereotipos viejistas sostenidos, los comportamientos y valores
con el fin de adquirir mayor sensibilidad hacia el respeto y atención a las personas
mayores.
Por otro lado, el rol del psicólogo es fundamental como catalizador de los
cambios de conducta y hábitos para poder generar una transformación social. Su
labor no es en vano, y es motivada por la necesidad imperiosa de adquirir una
perspectiva de la vejez y el envejecimiento sin prejuicios, apuntando a una
perspectiva de derechos y fomentando la autonomía de las personas.
Hay que destacar que es muy importante apuntar hacia una perspectiva de
derechos ya que esto permite paliar las inequidades y desigualdades existentes en
este colectivo, al mismo tiempo permite construir un rol y una posición a partir del
conocimiento.
Es una responsabilidad profesional y ética garantizar que se respeten los
derechos y libertades de las personas, abogando siempre por el derecho a la
autonomía de la persona, su capacidad de decidir y la libre expresión.
Los dispositivos de intervención son precisos y demuestran que es
fundamental un abordaje integral del adulto mayor, es decir que el trabajo
interdisciplinario es clave en estos casos. El psicólogo debe tomar el caso por caso,

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teniendo en cuenta el contexto, la cultura, el momento histórico en el cual se está


trabajando.
Asimismo, las intervenciones no sólo deben involucrar al adulto mayor sino
también a su entorno, familiares y cuidadores, contextualizando la situación de
violencia y trabajando sobre ella. Abordar el caso de manera individualizada implica
una falla grave y puede ser crucial y determinante para que la situación de violencia
vuelva a ocurrir.
Dentro de los puntos estratégicos para avanzar en esta problemática, es
importante el rol del psicólogo para: trabajar sobre los vínculos, sobre los modos de
encontrarse con el otro, las modalidades de comunicación, construir recursos y revisar
estereotipos viejistas. De esta manera se pretende lograr un cambio en la mirada que
se tiene sobre la vejez y el envejecimiento, generar un cambio social hacia una visión
positiva y activa sobre ella ya que esto permitirá cambios favorables con relación a
las situaciones de violencia en la tercera edad.
Por último, me parece imprescindible permitir espacios de reflexión dentro de
los equipos para buscar acciones que favorezcan y enriquezcan la salud de la
población. Hay que tener en cuenta que los mismos profesionales muchas veces
pueden estar atravesados por estos estereotipos y prejuicios sostenidos o
concepciones que inciden en la presencia de violencia en la tercera edad.
Por el recorrido bibliográfico realizado, quedaría demostrada la presencia de
violencia en la tercera edad y la influencia del rol del psicólogo mediante sus
intervenciones en estos casos, donde el trabajo interdisciplinario es clave.

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9. Alcances y limitaciones

La presente tesis de grado se basó en una revisión bibliográfica orientada a


identificar las situaciones de violencia en la tercera edad y el rol que el psicólogo
puede desempeñar como profesional en estos casos. Asimismo, investigar los
diferentes tipos de violencia y analizar la importancia de un dispositivo
interdisciplinario de asistencia y acompañamiento.
A fines de los alcances de este proyecto, se pudieron obtener resultados
suficientes para responder en torno a los objetivos que fueron planteados, sin
embargo, es necesario tener en cuenta que los resultados no son generalizables ni
concluyentes, dada la limitación que presenta la extensión de esta tesis de grado.
Por otro lado, entre las limitaciones, se encuentra la situación de crisis mundial
actual que se atraviesa debido a la pandemia por COVID-19. En un principio se tenían
planeados entrevistas y encuentros con personas del dispositivo “Proteger”,
profesionales y adultos mayores, pero lamentablemente no pudieron realizarse al
estar los primeros abocados a tareas esenciales y los segundos ser personas de
riesgo por edad.
En relación con lo anterior, otra limitación que es importante destacar es la
escasez de escritos, investigaciones, información, sobre estudios que dieran cuenta
del rol específico del psicólogo en situaciones de violencia en la tercera edad.

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10. Referencias bibliográficas

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