Componente Didactico Del Proceso de Enseñanza Aprendizaje

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Los Componentes del Proceso de Enseñanza Aprendizaje

El proceso de enseñanza aprendizaje escolarizado, es muy complejo e inciden en su


desarrollo una serie de componentes que deben interrelacionarse para que sus resultados
sean óptimos. No es posible lograr la optimización del proceso si estos componentes no se
desarrollan de manera óptima.

Estado actual de Proceso de Enseñanza Aprendizaje.

El estudio de un número considerable de investigaciones recientes y relacionadas con el


tema que aquí se aborda permite reconocer un amplio movimiento de las ideas de
diferentes autores hacia la búsqueda de una mayor profundización en el binomio enseñanza-
aprendizaje.

Pudieran ser muchos los factores que están incidiendo en la actualidad del tema, pero
sin duda alguna, en el fondo del mismo no podemos desconocer el cuerpo de
conocimientos que aporta la Psicología vigente en relación con el aprendizaje. Tampoco
podemos ignorar lo que dicho cuerpo teórico ha aportado para hacer un análisis más
profundo de nuestra práctica educativa, como una vía esencial para alcanzar una mayor
conceptualización o re conceptualización del proceso de enseñanza-aprendizaje.

A modo de ilustración de lo anterior, recordemos palabras de César Coll (1987), quien al


abordar lo concerniente a la "construcción del conocimiento y los mecanismos de influencia
educativa" plantea que por una serie de circunstancias vinculadas con el desarrollo
histórico de la Psicología, la concepción constructivista del aprendizaje ha prestado atención
a los procesos individuales, no así al hecho de que estos procesos tienen lugar en un
contexto interpersonal, y que, por lo tanto, no podremos llegar a ofrecer una explicación
detallada, fundamentada y útil de cómo aprenden los alumnos en la escuela si no
analizamos los procesos de aprendizaje en estrecho vínculo con los procesos de
enseñanza con los que están interconectados.

En estas ideas se observa la marcada intención del autor por realizar, dentro de la
concepción constructivista, la profundización en los "mecanismos de influencia educativa"
que deben tener lugar en el proceso de enseñanza-aprendizaje como proceso único donde
no centremos la atención en uno u otro de los aspectos que lo comprenden, sino en su
conjunto.
Por otro lado, si hacemos un análisis del estado actual de la práctica educativa en nuestras
escuelas identificamos problemas tales como:

• el educando tiende a aprender de forma reproductiva, observándose muy afectado el


desarrollo de habilidades para la reflexión crítica y autocrítica de los conocimientos
que aprende;
• se centran las acciones mayormente en el maestro y, en menor medida, en el
educando;
• tendencia a la separación de educación e instrucción.

Si analizamos los problemas que podemos encontrar en nuestra práctica educativa, no nos
queda duda que las posibilidades de su solución están en la profundización del cómo
aprenden los educandos y cómo ha de ser el proceso de enseñanza que conduce a su
aprendizaje. La solución de estos problemas nos permitirá operar de un modo efectivo con
la definición del concepto enseñanza-aprendizaje.

Este proceso ha sido históricamente caracterizado de formas diferentes, que van desde la
identificación como proceso de enseñanza con un marcado énfasis en el papel central del
maestro como transmisor de conocimientos, hasta las concepciones más actuales en la que
se concibe el proceso de enseñanza-aprendizaje como un todo integrado en el que se pone
de relieve el papel protagónico del educando.

En este último enfoque, consideramos como característica del mismo, la integración de lo


cognitivo y lo afectivo, de los instructivo y lo educativo, como requisitos psicológicos y
pedagógicos esenciales. No falta la interpretación de que el proceso de enseñanza y el de
aprendizaje son dos procesos diferentes que no necesariamente marchan juntos ni se
determinan.

El proceso de enseñanza-aprendizaje, en nuestra concepción, conforma una unidad que


tiene como propósito esencial contribuir a la formación integral de la personalidad del
estudiante. Esta tarea es una responsabilidad social en cualquier país. El proceso de
enseñanza-aprendizaje es la integración de lo instructivo y lo educativo. El primero es el
proceso y el resultado de formar hombres capaces e inteligentes. Aquí es necesario
identificar la unidad dialéctica entre ser capaz y ser inteligente. El hombre es capaz cuando
se puede enfrentar y resolver los problemas que se le presentan; para llegar a ser capaz
tiene que desarrollar su inteligencia y ésta se alcanza, señala Carlos Álvarez, si se le ha
formado mediante la utilización reiterada de la lógica de la actividad científica. Lo educativo
se logra con la formación de valores, sentimientos que identifican al hombre como ser
social, además, comprende el desarrollo de convicciones, de la voluntad y otros elementos
de la esfera volitiva y afectiva que junto con la cognitiva permiten hablar de un proceso de
enseñanza-aprendizaje que tiene por fin la formación multilateral de la personalidad del
hombre.

Consecuente con lo expresado, en nuestra propuesta entendemos la integralidad del


proceso de enseñanza-aprendizaje como respuesta a las exigencias del aprendizaje de
conocimientos, del desarrollo intelectual y físico del estudiante y como formación de
sentimientos, cualidades y valores, todo lo cual da cumplimiento, en sentido general, y en
particular, a los objetivos propuestos en cada nivel y tipo de institución docente.
Desde el presupuesto de que la enseñanza-aprendizaje conduce a la adquisición e
individualización de la experiencia histórico-social, interpretamos que el estudiante se
aproxima gradualmente, como proceso, al conocimiento, desde una posición
transformadora, con especial atención a las acciones colectivas que promueven la
solidaridad y el aprender a vivir en sociedad.

El proceso de enseñanza-aprendizaje es una unidad dialéctica entre la instrucción y la


educación; igual característica existe entre el enseñar y el aprender. Todo el proceso de
enseñanza-aprendizaje tiene una estructura y un funcionamiento sistémicos, es decir, está
conformado por elementos o componentes estrechamente interrelacionados. Este enfoque
conlleva a realizar un análisis de los distintos tipos de relaciones que operan en mayor o
menor medida en los componentes del proceso de enseñanza-aprendizaje.

Todo acto educativo obedece a determinados fines y propósitos de desarrollo social y


económico, en consecuencia, responde a determinados intereses sociales, se sustenta en
una filosofía de la educación, se adhiere a concepciones epistemológicas específicas, tiene
en cuenta los intereses institucionales y, por supuesto, depende en gran medida de las
características, intereses y posibilidades de los sujetos participantes, es decir, de
estudiantes, profesores, grupo y demás factores del proceso.

Para analizar los componentes del proceso de enseñanza-aprendizaje que interactúan con
los alumnos y maestros hay que partir del problema. La sociedad gesta instituciones para
resolver un problema de gran trascendencia, el que se denomina encargo social, y que
consiste en la necesidad de preparar a los ciudadanos de esa sociedad tanto en el plano
educativo como instructivo. En fin, la sociedad presenta problemas, necesidades sociales a
satisfacer que tienen un condicionamiento histórico-concreto, y a partir de esas necesidades
se proyecta el proceso de enseñanza aprendizaje.

PROBLEMA

SOCIEDAD
Contenidos Métodos
OBJETIVOS

Evaluación Estudiantes Medios

Profesor

FORMAS DE ORGANIZACIÓN

La identificación de estos componentes del proceso de enseñanza-aprendizaje no es


cuestión que siempre encuentra unidad en la teoría didáctica
Para que el proceso de enseñanza aprendizaje sea desarrollador y todos los componentes
tengan una interconexión, la comunicación interpersonal es condición imprescindible en el
logro de un ambiente de colaboración. La enseñanza debe proponerse construir significados
compartidos, por lo que el profesor, como dirigente del proceso de enseñanza-aprendizaje,
debe promover estrategias que susciten el diálogo y la reflexión, así como la solución
cooperada de problemas en el establecimiento de proyectos comunes no sólo del tema que
se discute sino de la forma en que transcurrió la relación interpersonal entre los partícipes del
proceso.

De esta manera se van adquiriendo, paralelamente, habilidades sociales que favorecen el


trabajo en colaboración.

Para el establecimiento de estrategias de enseñanza-aprendizaje que propicien un ambiente


colaborativo, debe definirse el rol que deben desempeñar profesores y alumnos, que
constituyen los componentes personales del proceso de enseñanza-aprendizaje.

Rol del Profesor y del Alumno en el Proceso de Enseñanza Aprendizaje.

¿Qué rol debe jugar el Profesor?

Para favorecer un ambiente colaborativo utilizar metodologías activas que propicien el


diálogo y reflexión entre los participantes del proceso, partiendo del conocimiento de las
características personales de cada uno de sus alumnos (fortalezas, debilidades, intereses), lo
cual apunta a ser capaz de conocer los ritmos de aprendizaje de un grupo de trabajo para
trazar la estrategia educativa a emplear.

Dicha estrategia debe promover la atención a la diversidad y el aporte de cada uno de los
miembros del grupo. Debe, además, propender a la generación de habilidades sociales que
permitirán a los alumnos interactuar exitosamente.

Algunas de ellas son:

• Escuchar atenta y respetuosamente, valorando el aporte y opinión de cada uno de sus


compañeros-alumnos.
• Tomar la palabra para opinar, exponer y argumentar en torno a un tema.
• Expresarse con claridad y eficacia.
• Fomentar el trabajo en equipo y la diversidad de roles, de manera que se compartan
las responsabilidades.
• Seleccionar y utilizar la estrategia de enseñanza que favorezca un ambiente
interactivo, creativo y colaborativo.
• Determinar y diseñar situaciones de enseñanza que estimulen el trabajo colaborativo.
• Cuidar que estas situaciones de enseñanza estén acordes con los intereses y
necesidades de los alumnos.
• Durante el desarrollo del proceso debe asumir un rol de acompañamiento, de guía, de
estimulación del desempeño de los alumnos.
• Debe crear situaciones problémicas, cuestionamientos, contradicciones, a fin de crear
la necesidad de ayuda.
• Entregar a los alumnos orientación e información oportuna, resaltando conceptos
relevantes, estimulando estilos y prácticas de interacción.
• Ayudar a los alumnos a realizar una reflexión metacognitiva del trabajo realizado.
• Generar espacios para la interacción de los alumnos con otros fuera del horario
docente.

A partir del papel del profesor, veamos qué papel debe desempeñar el alumno, teniendo en
cuenta que se debe enfatizar en la capacidad y habilidad para organizarse de forma que
todos los integrantes de un grupo puedan participar activamente, y en forma relativamente
equitativa.

¿Cuál es el rol de los Alumnos?

• Los alumnos deben trabajar en equipo para cumplir una tarea en común.
• Debe quedar claro el objetivo del grupo.
• Todos los estudiantes deben ser responsables de hacer una parte del trabajo, y de
poner a disposición de todos los miembros del grupo el material correspondiente, para
que así se tenga dominio de todo aquello que se va a aprender.
• Los alumnos deben interactuar cara a cara, por lo que es necesario un intercambio de
información, ideas, razonamientos, puntos de vista, para que exista retroalimentación
entre los miembros del grupo.
• Deben hacer uso apropiado de habilidades colaborativas, tales como distribuirse
responsabilidades, tomar decisiones, manejar correctamente las dificultades que se
presentan, para lo cual, deben establecer una adecuada comunicación interpersonal.
• Fortalecer el desarrollo de algunas competencias comunicativas necesarias para
emprender interacciones potentes en el trabajo colaborativo.

Variantes para el Desarrollo de la Competencias Comunicativas Orientadas a la


Comunicación Interpersonal en el trabajo en colaboración durante el proceso de Enseñanza
Aprendizaje
.
Ente las variantes que se proponen (V. Ojalvo., 1999) para el desarrollo de competencias
comunicativas orientadas al desarrollo de las relaciones interpersonales en el proceso de
enseñanza-aprendizaje escolarizado se encuentran las siguientes:

• Actitud positiva y constructiva por parte de los interlocutores. Esto supone hablar con
el ánimo sincero de contribuir al entendimiento y a la solución de problemas tratados.
• Deben querer entenderse. Esto supone: aportar la información suficiente y necesaria
para que se entiendan, expresar ideas y argumentos que se relacionen con lo que se
discute, no salirse del tema, no hablar sin saber lo que quiere decir, pensar con
anterioridad lo que desea expresar, no improvisar.
• Expresar sus ideas de un modo que los demás puedan comprenderlo, asegurarse de
que los demás entienden de igual modo a cómo usted lo está haciendo, percibir la
facilidad de comprensión de los demás respecto de lo que usted expresa y adaptarse
a sus requerimientos, nunca fingir ser sabio.
• Los interlocutores deben respetar la verdad. Según Sullivan (1995) el principio
colaborativo se caracteriza por: calidad, decir cosas veraces; cantidad, dar información
justa; relevancia, información oportuna, de modo pertinente, a fin de evitar la
oscuridad y ambigûedad en el diálogo. No debe decirse lo que no se sabe, lo que es
falso, o no afirmar tajantemente cosas sin pruebas.
• Deben respetarse mutuamente. Esto presupone evitar prepotencia, autoritarismo,
coerción. Se debe crear una situación de igualdad, en la que nadie acapare ni
centralice la palabra y se deje hablar a todos.
• Los interlocutores deben implicarse personalmente en el intercambio de opiniones y
razones, es decir, deben comprometerse constructivamente en el discurso dialógico,
considerando las razones ajenas, expresando las propias y modificándolas si es
necesario.
• En el proceso comunicativo es relevante el saber escuchar las ideas de los otros. En
ocasiones, cuando se ve trabajar a los alumnos en equipos, una de las mayores
dificultades y exigencias de los integrantes, es la correcta escucha o la escucha
atenta. La Dra. V. Ojalvo (1999) expresa que una buena escucha, implica:

• La capacidad de sentir, de percibir sensorialmente lo que transmite otra persona.


• La capacidad de interpretar, de comprender el mensaje captado. Este aspecto exige
tomar conciencia de las posibilidades de tergiversación de los mensajes, tratar de
diferenciar los hechos de las suposiciones y las opiniones.
• La capacidad de evaluar, de decidir la importancia y validez en determinado contexto
de lo escuchado.
• La capacidad de responder el mensaje del interlocutor. No ser el único que habla,
mostrar consideración y amabilidad hacia el interlocutor, tener voluntad de hacer que
la escucha sea parte activa del proceso de comunicación, interesarse en cualquier
tema que inicie la persona que habla, juzgar el contenido del mensaje y no su forma
de expresión, poner empeño en atender, evitar distracciones, mantener abierta y
flexible la mente, son actitudes que según algunos autores, ayudan a escuchar mejor.

El trabajo en colaboración puede verse afectado por una “escucha defensiva”, la cual
consiste en proteger nuestras posiciones, escuchar pero sin ser receptivos a lo que dice el
otro, querer influir en él, pero sin brindarle la posibilidad de que influya sobre nosotros. En
ella se considera al interlocutor como objeto de la comunicación.

Esta escucha defensiva se manifiesta generalmente mediante una comunicación no verbal:


movimientos de cabeza, gestos, interrupciones, etc., que no promueven la comprensión ni
hacen que el que habla se sienta comprendido.
Mostrar flexibilidad y tolerancia a partir del reconocimiento de que las personas no somos
perfectas y, que por lo mismo, solemos cometer errores, constituye otra de las exigencias de
comunicación para el trabajo en colaboración.

Una comunicación óptima requiere del establecimiento de un significado común en la


comprensión de los mensajes.
Se debe mostrar empatía, lo que permite estimular a la otra persona para que se exprese lo
más completa y libremente posible, al mostrarle que somos capaces de ponernos en su lugar
e intentar comprender el asunto desde su punto de vista.

Deben evitarse respuestas agresivas, polémicas inútiles, cuyo único origen puede estar en la
animadversión o prejuicio que se tiene respecto a algunos de los interlocutores. No buscar
dobles intenciones y pretensiones ocultas en lo que dicen los demás, y evitar decir cosas con
dobles intenciones y pretensiones. Debe dialogarse confiadamente.
La creación de un ambiente apropiado para la colaboración, exige el manejo inteligente de
situaciones conflictivas. En esta dirección hay que poner en práctica conductas específicas
tales como la responsabilidad compartida por el conflicto y el reconocimiento de la
imperfección y subjetividad de la percepción interpersonal.
V. Ojalvo (1999), recomienda, entre otros aspectos, los siguientes:
No atribuir toda la responsabilidad al otro.
Controlar estados emocionales y tratar de expresar en forma adecuada los sentimientos que
ha despertado la situación
Analizar con el interlocutor cuáles son las posibles causas del conflicto.
Buscar solución al conflicto, sugerir lo que puede hacer el interlocutor para ayudarlo a
eliminar los sentimientos negativos surgidos.
Retroalimentar al interlocutor no sólo sobre los aspectos que se valoran negativamente en él,
sino también sobre los que se consideran positivos.
En fin, no hacer lo que no queremos que nos hagan a nosotros en la interacción con los
demás.

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