Septima Clase de Geografía Tercer Año

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Séptima Clase de Geografía Tercer año 

Profesora:​ Genazzini Olmos Angela 

 
BIENVENIDOS  A  NUESTRA  SÉPTIMA  CLASE,  EN  ESTA 
OPORTUNIDAD  REALIZAREMOS  UN  TALLER  DE  ESI  (  Educación 
sexual  Integral),  EN  EL  CUAL  Y  CONTINUANDO  LA  LÍNEA  DE 
CONTENIDOS  QUE  VENIMOS  APRENDIENDO,VEREMOS  EL  ROL 
DE LA MUJER EN LA HISTORIA ARGENTINA. 
   
ANALIZAREMOS  UN  ARTÍCULO  PERIODÍSTICO  DE  LA  AUTORA  LARA  VELÁZQUEZ  , 
EN  EL  CUAL  SE  REFIERE  AL  ROL  DE  LA  MUJER  DURANTE  LA  ETAPA  DEL  MODELO 
AGROEXPORTADOR Y LA ETAPA DE SUSTITUCIÓN DE IMPORTACIONES…. 
 
 
 
 
 
El rol de la mujer argentina ama de casa, 
desde el imaginario social durante la primer 
presidencia de Hipólito Yrigoyen y durante 
la llamada "Etapa Peronista" 
Lara Velazquez 
 
 
Para comenzar, haré referencia al concepto de arbitrariedad cultural de
Bourdieu: selección y exclusión de determinadas significaciones,
representaciones y prácticas que resultan legítimas para los individuos
en una sociedad determinada. Sin embargo, dicha selección responde a
los intereses de la clase hegemónica y se vuelve legítima, ya que, el resto
de los grupos o clases sociales lo reproducen, aunque muchas veces de
manera sutil, ya que esa es la manera en que los mensajes instaurados
operan.

Me he servido de dicha definición para intentar determinar, cómo es que


los discursos (en este caso, político) hacen uso de esa arbitrariedad
cultural también en el caso del rol de la mujer ama de casa en la sociedad
argentina, particularmente.

“Un examen de la historia permite comprobar que las diferentes formas


utilizadas para representar a la mujer han respondido, de manera
dominante, a una fuerte voluntad por contener la sexualidad femenina y
regular su cuerpo. Ello está ineludiblemente ligado a factores de tipo
social, económico, político y cultural que permiten la interpretación de
estructuras más generales de valores y creencias vigentes en una
determinada cultura en un período dado.

La mujer constituye su subjetividad como entidad negativa: la define la


carencia de lo que el Hombre en tanto Sujeto es y tiene. Esta línea
argumental es parte de lo que se llama la visión androcéntrica, por la que
la construcción del “Otro” femenino está basada en una diferenciación
biológica y es el fundamento también para su subordinación al género
dominante, el Hombre. Respecto de la visión androcéntrica: “esta visión
del mundo, al estar organizada de acuerdo con la división en géneros
relacionales, masculino y femenino, puede instituir el falo, constituido
en símbolo de virilidad, y la diferencia entre los cuerpos biológicos en
fundamentos objetivos de la diferencia entre los sexos, en el sentido de
géneros construidos como dos esencias sociales jerarquizadas, más bien,
es una construcción social arbitraria de lo biológico, y en especial del
cuerpo, masculino y femenino, de sus costumbres y de sus funciones, en
particular de la reproducción biológica, que proporciona un fundamento
aparentemente natural a la visión androcéntrica de la división de la
actividad sexual y de la división sexual del trabajo y, a partir de ahí, de
todo el cosmos. La fuerza especial masculina procede de que acumula
dos operaciones: legitima una relación de dominación inscribiéndose en
una naturaleza biológica que es en sí misma una construcción social
naturalizada.”

Vamos a destacar, que lo que sucede entonces es que el orden social


funciona como una gran máquina simbólica sustentada en la división
sexual del trabajo con actividades determinadas para cada sexo, en un
determinado tiempo y espacio. Podemos ver cómo la relación sexual se
prolonga a lo social; lo femenino tiene que ver con lo pasivo y lo
masculino con lo activo, junto con la dominación, posesión, organización
y dirección del deseo etc. Aunque si la mujer nada reclama sobre esto y lo
recibe, justamente y (valga la redundancia) “pasivamente”, el hombre
también pasa a ser ‘víctima’ de la representación dominante, no natural,
pero construida por un largo trabajo de socialización.

Dicha introducción, como se ha podido apreciar, no se refiere


particularmente al rol de la mujer ama de casa, sino al rol de la mujer
social y simbólica, más allá del oficio, clase, social, etc.

Entre los años 1916 y 1930, fue un período de Democracia ampliada con
un discurso en el cual el humanismo, el vitalismo y raciovitalismo,
quedan reflejados en la valoración del sujeto a quien se considerará
responsable de sus actos, una idea de sujeto activo. El discurso está
altamente influenciado por la posguerra (de la primera guerra civil de
1914) y es por eso que las mujeres en las publicidades aparecen
positivamente y con algunas curvas; para ‘motivar’ a la gente, luego de la
depresión ocasionada por la guerra.

Como hemos mencionado previamente, en función de sus características


biológicas, la Mujer tenía –y tiene aún- el “deber natural y moral” de ser
madre para realizarse como ser, además de educar a sus hijos, como
transmisora de la educación y la moral.

En las creencias de la época, estaba, en gran medida, presente una


expectativa que era a veces una ilusión: la mujer en la casa y no en el
trabajo. Desde luego los hombres preferían esa alternativa para ellos
más “segura” y que además correspondía al rol que creían que tenía que
desempeñar la mujer. Es evidente que en esa sociedad de principios de
siglo domina la idea de la mujer en la casa y el hombre fuera de ella. Esa
idea que convierte a la mujer ama de casa en un estereotipo de madre y
esposa, era compartida por casi todos independientemente de sus
convicciones ideológicas, desde los socialistas hasta los católicos y
anarquistas. La sociedad atribuía roles y funciones.

En este sentido, el mercado laboral, en tanto espacio público y


extra-doméstico, era un espacio propiamente masculino. La división
sexual del trabajo instituida al interior de la estructura familiar –propia
de la sociedad patriarcal- definía al hombre como el productor (el
proveedor del sustento material del hogar), mientras que la mujer estaba
a cargo del trabajo doméstico, esto es, las tareas de reproducción del
hogar (cuidado y atención de marido e hijos, tareas propias del hogar, y
educación de sus hijos). Según los autores: “El modelo familiar reposaba
sobre el trabajo del varón y sólo en caso de necesidad del trabajo
asalariado de las mujeres al que se consideraba complementario. Pero
esa complementariedad no se daba entre sujetos considerados como
iguales sino que se basaba en la subordinación de uno (la mujer) al otro
(el varón).

“Los medios transmiten imágenes estereotipadas pero esas imágenes


encuentran resonancia en las experiencias y prácticas de los sujetos.
Mitos, estereotipos y creencias que no sólo transmiten los medios,
arbitrariamente, sino que ya existen en la sociedad. Es la sociedad la que
asigna a las mujeres la responsabilidad de la tarea doméstica, la crianza
de los hijos y la maternidad casi obligatoria.

A lo largo de su historia, la Sociedad fue instituyendo otros premios: “a


la madre que haya sufrido más” (1910), “al amor maternal” (1920), “a la
mujer que más abnegada y noblemente honre la maternidad” (1924), “a
una familia numerosa, compuesta de madre con varios hijos” (1923), “a
una madre abnegada que haya sabido formar una familia numerosa”, “a
las amas externas de la Casa de Expósitos que hayan cuidado mayor
número de niños de salud deficiente o defectuosos.

Las influencias higiénicas impulsan a las mujeres (de clases altas, por
ende, amas de casa) a garantizar la procreación y el cuidado de la casa.
Todas las mujeres eran madres en potencia y en el ámbito de la
beneficencia las mujeres se constituían también en madres de los
pobres, aunque con ciertos enfrentamientos con la asistencia médica y
los defensores de la salud pública. Se planteaba la índole moral, “propios
de su sexo” de los problemas que la beneficencia pretendía resolver, y
que hacía particularmente apta a la mujer. Para ejercer la beneficencia,
entonces, bastaba ser mujer, y poseer cualidades morales y de conducta
socialmente reconocidas como válidas. Si bien en la tarea benéfica las
mujeres reprodujeron sus roles tradicionales vinculados a la
maternidad, también ejercitaron formas de poder y prácticas de tipo
político. En este sentido, desarrollaron nuevas funciones que las
pusieron en contacto con los sectores de poder (aparato político, grandes
comerciantes y hacendados, la Iglesia) y con los pobres. En su relación
con estos últimos, decidían a quién, cómo y hasta cuántos socorrer;
generalmente, estos eran los más pobres, enfermos y enfermos
mentales, ancianos, niños y mujeres embarazadas.

La familia y la escuela, eran instituciones muy ligadas a la élite, en las


que la mujer tenía la función ya mencionada de la reproducción: la
familia es la base de la mujer y es quien tiene más influencia en sus hijos.
Debido a esto, son las familias mejores posicionadas las que podían
asegurar ese lugar para las mujeres.
Así fue como la feminidad quedó atada a la maternidad y a los trabajos
domésticos y la masculinidad al trabajo asalariado.

Hacia 1920 sólo algunas mujeres lograron votar en San Juan, Mendoza y
Santa Fe, ya que muchas veces era un asunto de interés para ciertos
sectores debido a que la mujer era considerada como apartada del
ámbito político y, por ende, con poco conocimiento del mismo.

A finales del 20, se provocó la primera remoción de la inferioridad


consagrada al ordenamiento civil y además, las batallas por la educación
habían dado lugar a un grupo de mujeres docentes, intelectuales,
escritoras y profesionales, quienes tenían en común las problemáticas de
la educación y el trabajo.

De todas maneras, llegando al golpe de Estado de 1930, las mujeres no


habían adquirido aún sus derechos políticos.

Ya para 1946, el escenario era otro; nuevamente nos encontrábamos con


un periodo de democracia ampliada, más que nunca, ya que es cuando
las masas proletarias son escuchadas. En cuanto a la medicina, volvió a
prevalecer el Vitalismo, Humanismo, la Reflexología y ahora aparecen
también, la Gestalt y el Psicoanálisis.

La característica de dicho período, para mi trabajo de investigación, es la


aparición de la figura Eva Perón, mujer de Juan Domingo Perón, y todos
las modificaciones que ella ha logrado (tanto en el plano social, como
educativo, sanitario, político, conyugal, etc) en torno a la mujer y sus
capacidades y oportunidades.
Desde una perspectiva reduccionista, podemos decir que el momento
bisagra de la mujer en la Argentina, es a partir de la obtención del voto
femenino, mediante de la sanción de la ley 13010, en septiembre de 1947,
la cual había sido alentada por el peronismo desde su campaña electoral
previa a las elecciones de 1946.

Cuando en 1916, la mujer comienza a ser considerada como un sujeto de


derechos humanos con aporte discursivo y conceptual y, cuando las
mujeres trabajadoras, logran reivindicaciones a principios del siglo
(XX), dieron lugar a que otras generaciones, más adelante, pudieran
seguir cuestionando el imaginario social y político de la mujer. Así la
mujer comienza a ponerse en tela de juicio como un sujeto autónomo,
considerándose dentro del proceso de construcción de la ciudadanía (en
el que, previamente, no tenía lugar).

Así fue como en 1949 se acordó una nueva constitución. La Ley 13.010
establecía la igualdad de derechos políticos entre hombres y mujeres. Es
importante destacar el artículo 37, especialmente el apartado 2 en el que
el Estado dice hacerse cargo de la protección del matrimonio, la igualdad
jurídica de los cónyuges y de la patria. Por otro lado, el Estado
privilegiará la atención y asistencia de la madre y el niño.

Se puede ver cómo el papel de la mujer adquiere cada vez más


importancia, emergiendo como una figura con iguales capacidades y
derechos que los hombres, a diferencia de épocas anteriores, para, más
adelante, llegar a plena capacidad civil (en 1968).

Como mencionamos previamente, en esta época las madres daban de


mamar a sus hijos ellas mismas (a diferencia de años atrás, en los que
otra mujer cumplía esta función). Eva resaltaba la lealtad al líder y el
abandono de las tareas domésticas. Aquí se ve cierta paradoja por parte
de Eva ya que ‘exigía’ la salida del hogar para el seguimiento del líder
pero, a la vez recordaba las sagradas funciones maternales, refiriéndose
al estereotipo femenino conservador. Esto dio como resultado dos tipos
de mujer: las domésticas y las empleadas industriales, en caso de que lo
necesitaran​, únicamente. Ya que todas las mujeres debían “reinar”, por
lo que una ayuda al ingreso económico del marido era el único
argumento para que una mujer se volviese obrera, ya que se creía que, de
esa manera, las obligaciones familiares pasarían a un lugar secundario,
atentando así contra la salud de la raza y la nación, ya que la capacidad
de reproducción de la mujer, era de un valor fundamental. Cualquier
mujer que no tenía capacidad de reproducirse, quedaba imposibilitada
para formar pareja, contraer matrimonio y no poder ejercer la
maternidad, lo cual era lo peor para ese entonces.

El feminismo se oponía a esto ya que consideraba que el tema de la


maternidad se había politizado para mantener el ‘statu os’ quo, dejando
que las mujeres se encargaran de criar a los hijos.

Así podemos ver que, de todas maneras, a pesar de todos los avances
logrados con el Peronismo –desde diferentes aspectos-, la noción de la
mujer ama de casa seguía siendo la misma; aquella que debía quedarse
en su casa, ocupándose de las tareas del hogar y de los hijos. Sin
embargo, las imágenes de la mujer se mostraban modernas,
trabajadoras, sofisticadas, pero realizando labores de servicio.

En esa época aparece la “Guía de la buena esposa y las 11 reglas para


mantener a tu marido feliz. Se la esposa que él siempre soñó (1950):
1.- ​Ten lista la cena, planea con tiempo una deliciosa cena para su
llegada. Esta es una forma de dejarle saber que has estado pensando en
él y que te preocupan sus necesidades. La mayoría de los hombres están
hambrientos cuando llegan a casa.

2.- Luce hermosa, descansa 5 minutos antes de su llegada para que te


encuentre fresca y reluciente. Retoca tu maquillaje, ponte un listón en
el cabello y luce lo mejor posible para él. Recuerda que ha tenido un día
duro y solo ha tratado con sus compañeros de trabajo.

3.- Se dulce e interesante, su aburrido día de trabajo quizá necesite


mejorar. Tú debes hacer todo lo posible por hacerlo. Una de tus
obligaciones es distraerlo.

4.- Arregla tu casa, debe lucir impecable. Haz una última ronda por las
principales áreas de la casa, justo antes de que tu marido llegue.
Levanta libros de escuela, juguetes, etc. Y limpia con un plumero las
mesas.

5.- Hazlo sentir en el paraíso, durante los meses más fríos del año debes
preparar la chimenea antes de su llegada. Tu marido sentirá que ha
llegado a un paraíso de descanso y orden, esto te levantará el ánimo a ti
también. Después de todo, cuidar de su comodidad te brindará una
enorme satisfacción personal.

6.- Prepara a los niños, cepillales el cabello, lava sus manos y cámbiales
la ropa en caso de ser necesario. Son tus pequeños tesoros y él los
querrá ver relucientes. Tomate unos minutos para arreglar a los niños.
7.- Minimiza el ruido, a la hora de su llegada apaga lavadora, secadora
y aspiradora e intenta que los niños estén callados. Piensa en todo el
ruido que él ha tenido que soportar durante su pesado día de oficina.

8.- Procura verte feliz, regálale una gran sonrisa y muestra sinceridad
en tu deseo de complacerlo. Tu felicidad es la recompensa por su
esfuerzo diario.

9.- Escúchalo, puede que tengas una docena de cosas importantes que
decirle, pero a su llegada no es el mejor momento para hablarlas.
Déjalo hablar antes, recuerda que sus temas son más importantes que
los tuyos.

10.- Ponte en sus zapatos, no te quejes si él llega tarde, si va a divertirse


sin ti o si no llega en toda la noche. Trata de entender su mundo de
compromisos. Trata de comprender su mundo de presión y
compromisos, y su verdadera necesidad de estar relajado en casa.

11.- ¡No te quejes! No lo satures con problemas insignificantes.


Cualquier problema tuyo es un pequeño detalle comparado con lo que él
tuvo que pasar.

Una buena esposa siempre sabe cuál es su lugar.

Extra..Hazlo sentir a sus anchas. Deja que se acomode en un sillón o se


recueste en la habitación. Ten una bebida caliente lista para él. Arregla
su almohada y ofrece quitarle sus zapatos. Habla con voz suave y
placentera”.
Dicha guía se publicó en 1953. Fue escrita, paradójicamente, por una
mujer española, Pilar Primo de Rivera (1907-1991). Pilar era hermana de
José Antonio Primo de Rivera, fundador de la Falange Española, partido
político de extrema derecha e hija de Miguel Primo de Rivera, dictador
español de la década de 1920. Además fue líder de la Sección Femenina
de la Falange.

Esta misma mujer adoctrinaba:

“Todos los días deberíamos de dar gracias a Dios por habernos privado a
la mayoría de las mujeres del don de la palabra, porque si lo tuviéramos,
quién sabe si caeríamos en la vanidad de exhibirlo en las plazas. Las
mujeres nunca descubren nada; les falta el talento creador reservado por
Dios para inteligencias varoniles. La vida de toda mujer, a pesar de
cuanto ella quiera simular – o disimular- no es más que un eterno deseo
de encontrar a quien someterse”.

Llegando a la actualidad, por suerte, hay una gran participación


femenina en el parlamento, con mujeres con buenos puestos y, además,
también hay varia movilización fuera del parlamento, en cuanto a
reclamos, ya sea por temas que aún están en debate, como por ejemplo,
la ley del aborto o la movilización “ni una menos” proclamando y
reclamando la violencia de género y los femicidios.

Hoy, se puede decir, que se yuxtaponen las dos tareas que la mujer ha
tenido en las diferentes épocas: somos trabajadoras y también somos
madres y amas de casa. Es una doble tarea en la sociedad y en el interior
de nuestros hogares. Ya la mujer aparece entonces como alguien
autosuficiente, independiente, que puede mantenerse sola y consumir
por placer, sin tener la obligación de ocuparse de la casa y sin apuro por
tener hijos, de hecho es algo cada vez más impostergable, ya que se
priorizan otros objetivos como alcanzar una profesión, un trabajo de la
misma, viajar, obtener una casa, un auto, etc.

Es así como vemos que los distintos discursos de cada época, producen
diferentes representaciones y subjetividades, en torno a una
construcción​, propia de cada momento.

Actividad 
1) Busca en el diccionario aquellas palabras que desconocen  
2) Realiza un resumen del rol de la mujer a través del la línea histórica 
que utiliza la autora 
3) Si  tuvieras  que  re-hacer  la  guia  de  la  buena  esposa,  que  cosas 
quitarías y que le agregarías? 
4) Si la guia fuera dirigida a los hombres… ¿Qué puntos pondrías? 
5) ¿Cuál  es  el  rol  de  la  mujer  en  la  actualidad?  Qué  cosas  cambiaron? 
¿Qué cosas siguen igual? 

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