30 Antonello Da Messina

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Antonello di Giovanni d'Antonio llamado Antonello da Messina

Antonello di Giovanni d'Antonio llamado Antonello da Messina. (ca. 1430 en las inmediaciones de Mesina - 1479,
Mesina) fue un pintor cuatrocentista italiano. Nacido en Sicilia, está considerado como uno de los introductores de
las técnicas pictóricas con óleo en Italia. Integrante de una familia del gremio de artesanos cinceladores (mazoni),
muy tempranamente evolucionó hacia las bellas artes, destacándose como el pintor que reúne la cultura
luminística atmosférica de los pintores flamencos con la cultura monumental-perspectivista italiana.
Vida y obra

Antonello da Messina. Pintor italiano. Está considerado como uno de los introductores de las técnicas pictóricas
con óleo en Italia. Como retratista, demuestra un profundo sentido de la Psicología, evidente en la firmeza del trazo
y en lo acentuado del relieve

Nació en Sicilia, Italia en 1430. Su obra se caracteriza por las diversas influencias recibidas durante su formación en
Sicilia y en Nápoles, donde conoció la pintura flamenca, francesa, española e italiana. Integrante de una familia del
gremio de artesanos cinceladores (mazoni), muy tempranamente evolucionó hacia las bellas artes, destacándose
como el pintor que reúne la cultura luminística atmosférica de los pintores flamencos con la cultura monumental-
perspectivista italiana.
Trayectoria artística

Entre 1445-1446 realiza su aprendizaje más sistemático con Colantonio en Nápoles, tal aprendizaje con Colantonio
es atestiguado por una carta que Pietro Summonte envía a [Marcantonio Michiel] en 1524. De esta primera época
es el influjo -aún prerrenacentista- que recibe de la escuela llamada "ibérico-provenzal", caracterizada por la
importancia de la luz y la diafanidad.

En 1450 trabaja en Milán para los Sforza, tal hipótesis es casi una certeza ya que en las actas de los Sforza figuran
como pintores contratados "Antonellus Sicilianus" y "Peter Brugensis"; el segundo es Petrus Christus del cual se
tiene perfecta constancia respecto a su estancia en Milán y, más aún, del influjo que recibiera de Antonello da
Messina. En la obra de Antonello da Messina una de las cuestiones que más llaman la atención son sus finos
trabajos al óleo sobre tabla, con -muchas veces- un detallismo y un rigor típicos de los Primitivos Flamencos, es así
que sus estudios de la vegetación recuerdan a los de Jan van Eyck y a Roger van der Weyden, esta misma influencia
flamenca se percibe en la armonía de tonos y la delicadeza con que representa rostros de muy definidos rasgos.

En este año de 1460, su pintura se vuelve decididamente más italiana y plenamente renacentista, ya que comienza
a usar la perspectiva y dar más énfasis al claroscuro, es en tal período que se nota influido por Piero della
Francesca, influjo que le dota de un profundo entendimiento del sentido del espacio, de modo que las figuras que
representa se destacan por sus volúmenes nítidos llegando así a una logradísima síntesis del "particularismo" y
detallismo flamenco y los pierfrancescanos planteos espaciales, tal cual se nota en La Virgen y El Niño. En 1475 es
ya célebre como maestro en toda Italia, siendo contratado en Venecia, ciudad donde realiza su gran Retablo de San
Casiano, allí en Venecia es un precursor de la llamada "Escuela tonal véneta". Sintiéndose enfermo regresa a
Mesina en donde efectúa sus últimos trabajos "mal de cuerpo, aunque sano de alma".
Falleció en 1479 en Mesina, Italia.

Caracterización de su obra
Su obra se caracteriza por una gran sencillez aunada con un extraordinario talento para crear formas puras hasta
transfigurar la realidad tal como se percibe en La Virgen y El Niño, aunque más interesante es su coloratura llena de
luz, una luz que une delicadamente a los colores y da extraordinaria claridad a gran parte de sus cuadros. En sus
numerosos retratos (que incluyen autorretratos) se destaca un gran rigor formal y -sobre todo- una gran
penetración psicológica. Aprecio especial merece su Virgen de la Anunciación, guardada en el Museo de "Palazzo
Abatellis", en Palermo; en primer lugar, llaman la atención la disposición de las manos de la Virgen, como en un
plano de perspectiva distinto del conjunto, así las manos aparecen como adelantadas y suspendidas.
El rostro de la Virgen está representado de tal manera que se elude una idealización de carácter místico, es el
rostro de una bella siciliana real, tal realismo es obtenido casi imperceptiblemente con pequeños detalles (por
ejemplo, el pliegue del velo que cubre a la virgen, es un pliegue como de pieza de lencería recién sacada de un
cofre). Tal mujer se destaca por la piel contrastando con el velo azul, y, a su vez, el velo azul se destaca "sobre" un
fondo absolutamente obscuro. Dándonos una atmósfera recoleta e íntima.

Bien ha dicho en 1915 el crítico italiano Adolfo Venturi de Antonello da Messina:

"Clásico sin haber estudiado a los clásicos, minucioso, exacto como un maestro flamenco, luminoso como Piero
della Francesca"...

A pesar de las buenas relaciones entre España y Nápoles, la obra de Antonello da Messina nunca llegó a formar
parte de las colecciones reales españolas.

En la obra Vida de los más excelentes pintores, escultores y arquitectos de Giorgio Vasari, nos da a conocer un
extracto escrito en latín que dice: D. O. M. Antonius pictor, præcipuum Messanæ suæ el Siciliæ totius ornamentum,
hac humo contegitur. Non solum suis picturis, in quibus singulare artificium et venustas fuit, sed et quod coloribus
oleo miscendis splendorem et perpetuitatem primus italicæ picturæ contulit, summo semper artificum studio
celebratus.1

Sus influjos directos se observan en la obra del ya citado Petrus Christus, así como en las de Lorenzo Lotto, Zanetto
Bugatto, Pier Maria Pennacchi y Giovanni Bellini.

Retratista
Como retratista, demuestra un profundo sentido de la psicología, evidente en la firmeza del trazo y en lo acentuado
del relieve (Condottiero, 1474). En composiciones de mayor ambición (San Sebastián; Piedad), la luz contribuye a
crear una íntima armonía entre personaje, arquitectura y naturaleza. Otros lienzos notables son Ecce Homo,
Crucifixión y Virgen con el Niño. Su estilo dejó honda huella en muchos pintores del Quattrocento.
Se inicia con los modelos locales. Se atribuye a Antonello la Annunciata -o Virgen de la Anunciación- cuyo modelo
parece haber sido su vecina y amiga de la infancia, santa Eustochia Smeralda Calafato.

Antonello da Messina elaboró una síntesis perfecta entre la pintura flamenca, las experiencias italianas del
Quattrocento, la visión del color y la luz de la pintura veneciana, que causó un gran impacto y fue difícil de
encontrar algo similar en otros pintores del momento. Consiguió lograr esta gran síntesis con la visita al taller de
Giovanni Bellini en Venecia.

Retrato de hombre (Ritratto d'uomo)


Año: h. 1475
Técnica: Óleo sobre tabla
Tamaño: 35,6 × 25,4

Este es uno de los más conocidos cuadros del pintor italiano Antonello da
Messina con el nombre de Retrato de hombre (en italiano, Ritratto d'uomo).
Está realizado al óleo sobre tabla de álamo. Mide 35,6 cm de alto y 25,4 cm
de ancho. Fue pintado hacia 1475, encontrándose actualmente en la
National Gallery de Londres, Reino Unido, donde se exhibe con el título
inglés de Portrait of a Man.

Fue adquirido por la National Gallery en 1883. Se considera que este cuadro
es obra tardía de su autor. Probablemente existió originariamente un
pedestal en la base con la firma del autor, pero ahora ya no existe.
Se piensa a menudo que es un autorretrato, debido a la mirada directa del personaje, como si se hubiera pintado
mirando un espejo. No obstante, el análisis con rayos X revela que antes los ojos miraban hacia el otro lado, con lo
que se ha puesto en duda la teoría del autorretrato.

Antonello fue uno de los primeros artistas italianos que aprendieron del arte flamenco. La atención al detalle, como
la descripción de cada uno de los pelos de la barba, la atención a la textura de la piel, la intensidad expresiva de
este retrato lo asemejan a los retratos flamencos. Este detalle y realismo sólo se consiguen con una gran habilidad
en la pintura al óleo.

St. Sebastian (Antonello da Messina)


Año 1476–9
Tipo Óleo sobre lienzo transferido sobre mesa
Dimensiones 171 cm × 85 cm (67 pulg. × 33 pulg.)

San Sebastián es una pintura, una vez parte de un tríptico del


artista renacentista italiano Antonello da Messina,
completada en 1477-9. Se encuentra en la Gemäldegalerie
Alte Meister, Dresden, Alemania.

Historia
La visita del artista siciliano Antonello da Messina a Venecia
en 1475–6 se ha visto tradicionalmente como un punto de
inflexión en la historia de la pintura de la ciudad: Giorgio
Vasari le atribuye la introducción de la pintura al óleo en
Venecia. Antonello pintó dos retablos para las iglesias
venecianas, uno para la iglesia de San Cassiano, y el otro, del
que San Sebastián formó parte, para el altar de la Scuola di
San Rocca en la iglesia parroquial de San Giuliano. A menudo
se supone que se pintó en Venecia en 1476, pero es posible
que solo se haya pintado después del regreso de Antonello a
Sicilia en el otoño de ese año. [2] Una descripción de
Francesco Sansovino, que data de 1581, indica que el retablo
consistía en una estatua de madera de San Roche,
flanqueada por paneles pintados que muestran a San
Cristóbal y San Sebastián. Sansovino describe el panel de San
Cristóbal como de Antonello, y el de San Sebastián como
"Pino da Messina" (es decir, su hijo Jacobello o "Jacopino").
Sin embargo, los historiadores del arte generalmente han
aceptado la autoría de Antonello de San Sebastián. La
estatua y la pintura de San Cristóbal ahora están perdidas.
[3] [4]

Descripción
su imagen, dominada por la figura vertical del santo, muestra
una marcada influencia de Piero della Francesca: esto se
puede ver en particular en la perspectiva del piso y en la disposición "matemática" de los elementos figurativos.
Original de Antonello es la representación suave del cuerpo de San Sebastián (desafiando cualquier desglose
geométrico) y la pasión por los detalles del paisaje, visto por ejemplo en pintores de la escuela de Umbría como
Carlo Crivelli.

Los detalles famosos incluyen al hombre reclinado a la izquierda, las típicas chimeneas de estilo veneciano, las
columnas y el aspecto monumental de los edificios (probablemente inspirados en algunas de las obras de
Mantegna) y las parejas de hombres en el lado derecho, formando una mezcla interesante. de elementos del gótico
tardío con elementos venecianos, flamencos y renacentistas avanzados.

Virgen de la Anunciación.
Óleo sobre tabla, 1475
De acuerdo al Evangelio de San Lucas, el Arcángel
Gabriel se le apareció a la joven María para anunciarle
que sería la madre del salvador del mundo y ella,
manifestando sorpresa y aceptación quedó encinta
por gracia del Espíritu Santo. La iglesia conmemora
este hecho el 25 de marzo de cada año, coincidiendo
con la fecha en que nueve meses después nacería
Jesús. El tema de la Anunciación ha sido muchas
veces representado en la historia del arte desde la
Edad Media. Empezó siendo muy popular en el arte
bizantino, donde se representaba la escena de la
Virgen, el Arcángel y también el Espíritu Santo en las
entradas de las basílicas bajo el arco de entrada y
también en Europa occidental, donde comúnmente
se representaba en el reverso de los retablos. Ya a
fines de la Edad Media y comienzos del Renacimiento,
el tema de la anunciación se empezó a realizar
autónomamente sin depender de su ubicación en el
reverso de los retablos, apareciendo entonces como
tema central.

Son famosas varias de estas representaciones como


las de Fra Angélico, Guirlandaio y Leonardo da Vinci,
en las cuales la iconografía es siempre la misma: el
Arcángel se ubica a la izquierda y la Virgen, que está a
la derecha y sentada, está leyendo un libro piadoso sobre un atril y muestra una expresión de contenida sorpresa.
El contexto de la escena es variado, porque mientras Fra Angélico representa la escena en un jardín al igual que
Leonardo, en la pintura de Guirlandaio transcurre en el interior de una suntuosa residencia.

En el caso de la pintura que estamos comentando aquí, Antonello da Messina ha representado esta escena de una
forma muy diferente a la de los demás artistas y con ello dio muestra no solo de una gran originalidad, sino
también de una capacidad de penetración psicológica en el personaje de la Virgen y su relación con nosotros como
observadores, dejándonos con varias interrogantes que solo se resuelven analizando la sutileza de la
representación. Para empezar, la escena está ubicada en un contexto oscuro, sombrío, como si fuese el final de la
tarde o ya de noche, pero en todo caso transcurre en un interior, lo cual denota recogimiento. María lee un libro
que está colocado sobre un pequeño atril y parece que en este preciso momento ha levantado su mano derecha, la
cual sujetaba las páginas del libro y estas se están volteando, lo que indica sorpresa. Con la mano izquierda se
cierra apresuradamente el velo que la cubre, lo que señala también cierto sobresalto. Parece entonces que aquí se
está representando el momento preciso en el que el arcángel Gabriel se le ha presentado para anunciarle la gran
noticia, pero este personaje no está en la pintura. ¿Acaso es la luz que emana del arcángel la que baña la escena
lateralmente?

El contraste con el elemento que es la sorpresa se establece en el rostro de la Virgen, que está sereno y con los ojos
dirigidos ligeramente a su derecha y abajo. El rostro de la bella joven no denota conmoción alguna ni sobresalto, al
contrario, parece como si ya hubiera estado esperando la visita y en este momento solo se está confirmando lo que
ya sabía que pasaría. Una ligerísima sonrisa hace que su boca se mueva casi imperceptiblemente a su izquierda, lo
que podría hacernos pensar que ya conocía al personaje que se le ha aparecido. El diálogo entonces entre las
manos y el rostro es contrastante, aunque también ambiguo y a mi parecer no existe aquí ningún elemento que
denote piedad, aunque sí cierto trance místico.

También esta escena nos podría hacer pensar que lo que se está representando no es el momento en el que ha
aparecido el arcángel, sino al contrario, el momento en el que se acaba de ir y María, en su soledad y ante la noticia
recibida muestra sentimientos encontrados, pues mientras sus manos todavía están nerviosas, su rostro ha
alcanzado el estado de serenidad que este trance requiere. Esta interpretación se puede reforzar con el argumento
de que el Arcángel no aparece y de que la escena oscura implica el recogimiento de María en este momento único
y especial. Estas interpretaciones nos pueden hacer mucho más atractiva esta obra de arte la cual, al margen de su
gran calidad plástica, refleja la psicología del personaje como se dijo antes.

Cristo muerto sostenido por un ángel 1475 - 1476.


Técnica mixta sobre tabla, 74 x 51 cm.
Cristo muerto sostenido por un ángel es una de las pinturas más
relevantes de la última etapa del pintor italiano Antonello da
Messina (1430-1479). Está realizado en óleo y temple sobre tabla,
y fue pintado hacia 1475-76. Se exhibe actualmente en el Museo
del Prado de Madrid.

Historia
La pintura se fecha hacia 1470 y algunos expertos creen que
Antonello la terminó con ayuda de su hijo Jacobello. Hacia 1965,
la obra fue localizada en una colección particular de Irún (España),
y se propuso su compra al Museo del Prado (Madrid). Al ser obra
inédita, suscitó algunas dudas, pero posteriores estudios la han
situado entre las piezas magistrales del artista. Se había
conservado hasta 1881 en Monforte de Lemos (Galicia), a donde
pudo ser llevada desde Italia por un eclesiástico de alto rango.

Descripción de la obra
Ante un paisaje luminoso, de verdes prados y árboles de copas
redondas, un ángel lloroso sostiene a Cristo muerto. Las figuras
son proporcionadas, como pintura renacentista. Cristo está
representado de manera proporcionada, siguiendo la anatomía
clásica. El cuerpo está desnudo, cubierto por el paño de pudor y
se ve la herida del costado, de la que sale un rastro de sangre. En
la mano izquierda se ve la herida del clavo. No hay expresión de dolor en el rostro de Cristo, sino serenidad; pero sí
en el del ángel que lo sostiene, marcado su rostro infantil en una ligera expresión de llanto.

Esta dramática imagen del primer plano choca con el paisaje tranquilo del fondo. En el manso paisaje se observan
olivos verdes en segundo plano; pero, en contraste con este árbol, se distinguen calaveras y algún tronco seco
erguido que contrastan con el verde de sus alrededores y la ciudad al fondo. Éste es un claro simbolismo que
representa o alude al monte Calvario (del latín, o Gólgota en arameo y Κρανιου Τοπος en griego, cuyo significado es
siempre calavera).

Referencias
1 “Este techo cobija al pintor Antonio, ornato excelso de su ciudad, Mesina, y de toda Sicilia. No sólo por su pintura,
en cuyo arte fue maestro y una autoridad, sino porque con sus óleos logró ser el primero que alcanzó gloria
perpetua para la pintura italiana, siempre se le celebra como artista por su excelso trabajo”.
notas y referencias
2 Humfrey 1993, pp195–6
3 Humfrey 1993, p.198
4 Humfrey (p.199) sugiere que Sansovino confundió las atribuciones de los dos paneles, y que Jacobello completó
el retablo, pintando la representación de San Cristopher después de la muerte de su padre en febrero de 1479.

Fuentes:
Humfrey, Peter (1993). El retablo de la Venecia renacentista. New Haven y Londres: Yale University Press.
de Antonio, Trinidad; Riello, José (2012). Guía de visita. Museo del Prado. p. 10. ISBN 978-84-8480-137-5.
L. Cirlot (dir.), Museo del Prado II, Col. «Museos del Mundo», Tomo 7, Espasa, 2007. ISBN 978-84-674-3810-9, pág.
135

Otras lecturas:
Barbera, K, ed. (2005) Antonello da Messina: maestro renacentista de Sicilia. Nueva York: El Museo Metropolitano
de Arte.

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