Guión Teatral para Ser Leído Como Un Cuento Literario
Guión Teatral para Ser Leído Como Un Cuento Literario
Guión Teatral para Ser Leído Como Un Cuento Literario
Una iglesia pequeña de un pueblo cercano al mar. Planta circular, pintada de blanco,
hay una mesa sencilla recubierta con un paño de hilo blanco, y sobre ella, un crucifijo
tallado en madera con la figura de un Cristo esculpido en plata. Aunque la iglesia parece
vacía, ante el altar hay un sacerdote arrodillado. Viste una sotana negra y calza unas
sandalias de cuero. La piel de sus pies inmaculados se asoma a través de los espacios no
cubiertos por el cuero del calzado. Reza en voz baja, con fervor silencioso. Desde uno
El cura tiene unos veintiséis años, es un hombre joven, alto y delgado, de rasgos duros y
afilados y tez muy blanca; salmodia con énfasis uno de los sacramentos del matrimonio.
efigie de la virgen, montada sobre un pedestal de madera, lleva un traje largo, de color
negro y rosa, y su rostro parece contener una profunda tristeza. El cabello del cura –
JULIO-, empieza a escasear y unas ojeras marcan su cara. Muy nervioso, el sudor le
cubre el rostro y forma manchas de humedad en las axilas de la maltratada sotana que
lleva puesta. SARA, que así se llama la mujer, se vuelve hacia JULIO y le grita, con
excitación:
SARA: ¡Los anillos!
JULIO mira a SARA con miedo silencioso. Y, desde el altar, prosigue una especie de
ceremonia particular:
JULIO: Acepta, Señor, en tu bondad, esta ofrenda de tus siervos, JULIO y SARA,
JULIO alza con sus manos una hogaza de pan, que usa en lugar de la hostia, y se
estremece casi hasta el temblor. Pero un ruido lo obliga a voltear con sorpresa hacia la
zapatos de tacón resuenan en la iglesia vacía. JULIO mira a la mujer que ha entrado, y
banco cerca del altar. Lleva un vestido rojo, ceñido al cuerpo, el ruedo de la falda está
por encima de las rodillas. Sobre la cara lleva un velo claro que, al alzarlo, descubre un
rostro excesivamente maquillado. SARA se vuelve hacia JULIO, con angustia evidente,
JULIO: Intercede por nosotros; y ya que nos has concedido llegar hasta aquí el día de
infantil sorpresa. La sotana le queda grande, y aunque la arrastra por el piso, se le ven
los pies descalzos. Su cuerpo tiembla de susto, y su cara se contrae al no saber qué otra
cosa decir. No entiende aquello que ve. Luego de recobrarse, vuelve a entrar corriendo
en la sacristía, sin mirar a las tres figuras que se quedan, también, en estado de
consternación.
SARA reprime una mirada hacia JULIO, y otra hacia la MADRE, que saca un pañuelo
SARA: (a la MADRE:) Será mejor que te vayas. No quiero que seas testigo…
JULIO: Sara, me he preguntado muchas veces si tú... Si has pensado bien lo que vamos
a hacer.
papeles, lápices y algunos libros sobre él. También hay dos sillas de madera, con cojines
en sus asientos. En la pared, detrás del escritorio, cuelga un pequeño crucifijo dorado,
sin la imagen de Cristo. Una ventana, abierta de par en par, sin cortinas, deja entrar la
MONAGUILLO: (al teléfono:) ¡Tiene que venir pronto! ¡El cura se ha vuelto loco!
El MONAGUILLO tapa el auricular, y al dirigirse a JULIO, abre los ojos con horror.
la ventana, a la larga calle del pueblo, por la que un grupo de gente viene a paso firme y
apresurado hacia la iglesia, con lámparas en las manos. JULIO vuelve la mirada sobre el
JULIO: No he hecho nada de lo que tenga que avergonzarme ante los ojos de Dios.
gritando a todo pulmón, en dirección del grupo que se encamina hacia la iglesia.
Las manos de JULIO sostienen las de SARA, con unos anillos en las manos, y esta vez
JULIO: (apurado se dirige a SARA:) Lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre.
SARA mira con amor sus manos pequeñas enlazadas con las de JULIO. La MADRE,
tapa el sollozo en su cara con sus manos y sale de la iglesia. Camina con premura por el
pasillo que forma la hilera de bancos; luego corre como si huyera. Su vestido rojo se
PASO DE TIEMPO.
gente entra a la NAVE PRINCIPAL con estupor. Las lámparas en sus manos acentúan
PASO DE TIEMPO
Bajo la luz de los fluorescentes, en una celda de paredes desconchadas, SARA aparece
unos cincuenta años de edad, la limpia con una esponja empapada de jabón con cuidado
uniforme bien arreglado, se le podría haber tomado por el ama de llaves de alguna casa
de gente adinerada. SARA se deja lavar. Otra FUNCIONARIA más JOVEN cambia la
ropa de la cama de la celda. Esta es una mujer fea, alta, de aire militar. Los rasgos de su
JOVEN que le pasa una toalla. La echa por encima de SARA que sale de una ponchera
de peltre enorme.
FUNCIONARIA JOVEN: (Dirigiéndose a SARA) Debe esperar un poco a secarse;
estira, intentando ver algo al otro lado de la ventana. En ese momento, la puerta de la
SARA se dirige a la cama. Deja caer la toalla y coge la bata del uniforme de la cárcel.
chaqueta y extrae de ella una cajetilla de cigarrillos. Enciende uno. Da una larga calada,
y mientras detiene unos ojos grandes sobre la desnudez blanca del rostro de SARA, le
SARA, de nuevo, pone desafío en su mirada. Los ojos miran sin ver, y esta vez el tono
SARA: ¿No ha leído la confesión? Ésta es una vida de paso. Quien no castiga la carne
morirá en la eternidad.
CORTA A:
La calle está vacía. SARA corre hacia las puertas de la iglesia, que ahora están cerradas.