Conquista y Conciencia Cristiana
Conquista y Conciencia Cristiana
Conquista y Conciencia Cristiana
CRISTIANA
wDD
pitales",2 aportaciones a su biograffa,3 a la historia del famoso Colegio
de San Nicolás,a y desde luego biograffas, desde la más antigua como Ia
de Joseph Moreno,5 aparecida por primera vez en 1766, hasta las más
recientes.6
r0
texto conocido hasta nuestros dfas.7 Permanece la duda con relación al
importante texto De debellandis indis, aunque se haya podido de
todos modos hacer algunos estudios en tomo al mismo.8
1l
del único proyecto conquistador: el material y el espiritual.
t2
Iniciaremos con un estudio sobre las fuentes del pensamiento del
Lic. Vasco de Quiroga, retrocediéndonos en el tiempo hasta los Padres
de la lglesia, y a los filósofos y teólogos juristas que antecedieron a nues-
tro autor, hasta sus contemporáneos (cap. II). Nos detendremos luego en
conocer su propia maneÍa de ver a los pueblos indfgenas, lo que
llamaremos "indigenismo quiroguiano" (cap. III).
l3
Por esos motivos nos parece que, pese a los intentos de gran
importancia y proyección como el de Quiroga, la iglesia no fue capaz de
proponer, en ese momento de nuestra historia, un p¡oyecto polftico cohe-
rente con sus principios y realmente altemativo aI de la dominación colo-
nial, aunque muchas veces lo deseara. Este terminó finalmente por im-
ponerse no solo sin los obtáculos sino también con la venia de los reli-
giosos.
9
La concepción de una "primitiva, nueva y renaciente iglesia en el
nuevo mundo",9 es la utopfa evangélica de Don Vasco que se plasmará en
la construcción de una comunidad cristiana en los llamados "Hospitales
de Santa Fe". Este es el tema de nuestro cap. VI.
9 I.D., p. 198.
10 Nos ¡eferimos a la obra de Melchor Cano, De locis theologlcis, obra
clásica de mediados del siglo XVI sobre esta cuestión' Véase más delante el
cap. V sobre el método teológico.
t4
La fuentes más antiguas son, cronológicamente, los textos vetero
y neotestamentarios de la Biblia, seguidos por la patrfstica, los esco-
lásticos y los juristas.
Nos abocamos a esta tarea de estudiar a Don Vasco por una serie
de motivos. todos ellos conectados con el actual momento de la historia
que vivimos en América Latina, a pocos años decompletane el V
centenario de aquella gran invasión europea iniciada en 1492. La
búsqueda de modelos comunitarios como forma de contrarrestar las
actuales agresiones del neocolonialismo capitalista como antes lo fue el
colonialismo ibérico, nos hace releer, necesariamente, nuestra historia
pasada, con las mismas intenciones e intereses con que se relefa en el
siglo XVI la historia del cristianismo primitivo. Los cristianos tenfan,
entonces, la conciencia de que se encontraban en el umbral de una
"nueva" era (milenar) que se descortinaba con el "descubrimiento" de un
"nuevo mundo". Hoy dfa, después de una historia ya largamente marcada
por el colonialismo, la esclavitud y otras formas de explotación del trabajo
y dependencia económica de los centros imperiales, una "nueva era"
parece apuntar para América Latina y extensivamente para todo el tercer
mundo colonizado por los europeos, a partir de las luchas y orga-
nizaciones populares que surgen espontáneamente en todos los lugares,
desde una mayor conciencia de solidaridad de los pueblos oprimidos.
r5
En ese sentido, la autonomfa económica y administrativa tan
anhelada por Don Vasco para sus comunidades-pueblo de Santa Fe,
todavfa hoy es un reto y un anhelo que encuentra actualidad en la
esperanza de la gran mayorfa de los pueblos latinoamericanos, aunque no
de sus clases dominantes marcadas por la mentalidad colonialista. A nivel
eclesial, el entusiasmo misionero de la primera mit¿d del sigloXVl por
defender la vida de los indfgenas peÍnanentemente amenazada por los
9
conquistadores españoles, adquiere una dimensión no solo de fuerte
contestación social como lo fue entonces -en que se llegó, en algunos
casos, a niveles de dramáticas confrontaciones con encomenderos con-
quistadores y autoridades virreynales, con expulsiones, muertes y ame-
nazas de todo tipo- sino también del replanteamiento de la tarea evan-
gelizadora hacia formas más inculturadas.l l
r6
allá de la pura descricpción cronológica de hechosl2 o de una historia de
las ideas "por si mismas".
t7
acompíulada de equfvocos y contradicciones que lo expone fácilmente a
críticas t¿nto en su üempo como en el nuestro. Ya en ese entonces "optar
por el pobre" y estar contra la esclavitud era relativamente más fácil para
la iglesia que aceptar la cultura de un pueblo no europeo. La comparación
con otros pensadores que vivieron los mismos desaffos podrá ejem-
püficar ese conflico a nivel de las opciones teórico-prácücas posibles en
ese momento.
l8
Podrfamos nombrar todavfa, como un cuarto tipo de fuente, las
historias del pensamiento filosófico y teológico sobre la época,t6 y los
estudios de carácter más general, hechos en los últimos años sobre el
período que aquf nos interesa, como son las historias de México y más
directamente de la Iglesia y de los inicios de ia conquista y evangelización
de América Laúna.
l9
CAPITULO I
EL CONTEXTO HISTORICO
2l
Los países ibéricos jugaron un papel muy especffico en ese
proceso. A pesar de poseer la más importante flota de navfos una y
marina mercante desarrollada, la herencia de las formas medievales de
organización social era aún más fuerte en la penfnsula que en las otras
regiones del continente. Grandes riquezas arrancadas de las colonias
flufan hacia la metrópoli principalmente en oro y plata. Contradicto-
riamente, sin embargo, esas riquezas solo sirvieron para perpetuar la
ociosidad y el consumo desmedido de las clases dominantes, la nobleza,
la burocracia monárquica y la lglesia. El derroche de esas clases en la
penfnsula, impidió allf todo desanollo de las fuerzas productivas locales y
el nacimiento de una burguesfa suficientemente fuerte, capaz de hacer
frente a la competencia de las demás burguesfas europeas que avanzaban
rápidamente hacia el capitalismo industrial. Todo esto tiene como efecto la
concentración y el fortalecimiento del poder de la monarquía aunado al
recrudecimiento del control ideolócico de la sociedad.
Ios esrudios que se han hecho sobre la histor.ia económica, política y social
de América Latina en las últimas de¡adas. La "teoría de la dependencia"
elaborada en las obras de André Gunder Frank, Theotonio dos Santos, Vania
Bambirra, Agustín Cueva entre otros, pese a algunas reconocidas limi-
taciones teóricas como la de poner el acento en la esfera de la ckculación de
las mercancías y no tanto en el proceso productivo, ha sido muy útil para
Ieer nuestra hisroria como marcada por la dependencia externa, de los
intereses de las metrópolis coloniales e imperialistas, ibéricas primero,
después inglesa y actuaknente norteamericana. Véase también la obra de I.
Wallenstein, El Slstema Mundlal Moderno, y el excelente a¡tículo de
Steve J. Stern, "Feudalismo, capitalismo y el sistema mundial en la
perspectiva de América Latina y el Caribe", en Revlst¡ Mexlcan¡ de
Soclologfa (México) (311987), pp. 3-58.
Fernando Mires, En nombre de la cruz, op. ci¡., p. 18.
n
Muy pronto las propias empresas de conquista son financiadas por
capital extranjero, y la economfa española se hace cada vez más depen-
diente.
Esa situación la vive Don Vasco viendo crecer la miseria del pueblo
español, al tiempo que alrmentaba la sed de riquezas de las clases ociosas.
En el Nuevo Mundo son otms grupos de españoles, en su gran mayorfa
marginados en su patria, quienes, siguiendo el modelo de la metnópoli,
quieren hacene ricos de la noche al dfa a base del saqueo o de la ex-
plotación de la mano de obra indfgena.
23
Así,la unidad de la "sociedad perfecta" como requiere la ideologfa
de cristiandad, se encontraba resquebrajada por intereses polfticos y
económicos de una sociedad que de hecho era desigual. A nivel eurcpeo
el cristianismo no podía seguir identificándose sin más con la monarquía,
con todo lo que ello implicaba en comrpciones e inmoralidades, centra-
lismo polftico y religioso, despilfano económico, etc.. Se requerfa de
una ética religiosa diferente, más acorde a la situación de la nueva clase
social emergente -la burguesfa- pero que fuese también, como todo movi-
miento de renovación, más coherente con el espfritu de las comunidades
primitivas, de las Sagradas Escrituras, de los Santos Padres. Es decir, la
necesaria renovación cristiana debía de hacerse fundamentalmente desde
las bases mismas de la fe, desde una relectura de los orígenes históricos
del cristianismo, desde sus mismas "fuentes".
24
Dos tendencias se juntaron para dar lugar a una vía media. A la
de la pobreza, más radical, se une la casuística, de sesgo reformista,
formada por intelectuales maestros de las dos Univenidades modelo:
Parfs (Ieologfa) y Bolonia (Derecho). Estos últimos amplfan el Decreto
de Graciano, base del derecho canónico.7 Todos los problemas se plan-
tean en forma de casos a los que se deben dar distintas soluciones,
generalmente de carácter jurfdico pero justificado teológicamente.
25
pensado y correctamente expuesto sobre la asistencia pública, social, de
los pobres".9 Entró en contacto con Erasmo y Moro, y por su espfritu
profundamente cristiano, ejerció una muy grande influencia en la
orientación del humanismo español. l0
26
aprenden, a través de la "conversación", las de los demás. La semejanzas
del pensamiento de Vives con el de Quiroga en cuanto al papel que la
"ciudad" está destinada a tener en favor de los pobres, es aquf muy
sugerente.
27
La segunda Audiencia era esperada con ansiedad por cuantos
la "paz" y el
deseaban el establecimiento de un gobiemo que instaurara
"orden", luego de los desastres que habfan ocasionado las prolongadas
conquistas. Urgfa la organización de un sociedad nueva, por encima de
las ruinas de la anterior, derrotada implacablemente por un bando de
hombres cuyo principal interés era el saqueo y todo 1o que posibiütara un
enriquecimiento fácil e inmediato, sin importar los medios. La tarea de
"pacificación", "reconstrucción" y "normalización" implicaba, necesa-
riamente, eI reconocimiento de derechos y deberes -aunque de manera
formal- enüe los dos sectores de la sociedad, españoles e indfgenas,
m arcados por interese s radicalmente contrarios.
28
población indfgena, inclusive la de las llamadas "islas inúüles" (las
Bahamas), y casi "echando a perder todo" por la carencia crónica de mano
de obra, los llevaba a actuar con más precaución en el continente donde
este mismo recurso humano era abundante pero que ya empezaba a dar
señales de agotamiento en algunas regiones.
29
carácter "redentor" que transformaba la l$esia, unto la española como la
"naciente" en la Indias, en mera funcionaria de la corona.
30
Dos tendencias se habfan expresado en la forma de administración
del bautismo: una masiva por asperción, "rociándolos con hysopo" y sin
ninguna catequesis, la otra en forma individuat, luego de un
determinado perfodo de catecumenato. No es diffcil de concluir que la
primera forma era la más favorable a los encomenderos y cazadores de
indios con el único intento de esclavizarlos y traficar con ellos como lo
hacía el primer oidor, Nuño de Guzmán. En ese caso la marca de hierro
era el signo indeleble de que habfan sido bautizados, y ello era suficiente
en la mayor parte de los casos, para el "descargo de conciencia" del
conquistador cristiano y de su rey.
31
"Todos dijeron que no hay duda de haber capacidad y suficiencia en
los naturales y que aman mucho la doctrina de la fe y se ha hecho y
hace mucho fruto y son hábiles para todos los oficios mecánicos y
de agricultura; las mujeres son honestas y amigas de las cosas de
la fe y trabajadoras". l6
También afirman que el indio no solo es r¡n ser racional sino que su
poder de señorfo y sucesión no deben ser desrespetados por los españoles
ya que son capaces de autogobemarse.
32
Se preocupan también los religiosos por la forma en que se estaba
dando la ocupación de la üerra por los esparloles:
33
tarea de evangelización, en una región tan amplia y en continua expansión
como ésta. Se preocupaba también por la "permanencia de la idolatría", y
abogaban por la necesidad de formación de pueblos para que los
indfgenas pudieran aprender a vivir en "policfa hunana", como "camino o
medio de darles a conocer la [policfa] divina".2l Las ventajas de vivir
juntos, españoles e indfgenas, serfan mutuas, los "prelados podrfan tener
más entero conocimiento de las cosas de esos naturales, y verfan y
sabrfan la mejor manera que sobre ellos se podrfa tener para su bien e
doctrina, y ellos asimismo tenfan más aparejo para la poder wmar".22
De ese mismo año -1537- es la famosa carra del papa Paulo III, la
bula Sublimis Deus, en la que establece que los indios son seres
racionales, capaces de la cristianización y, por lo tanto, no pueden ser
privados de su libertad y propiedades "aunque estén fuera de la fe de
Jesu{hristo", ni ser hechos esclavos.23
2l Idem' p.96.
22 Iden, loc. clt.
23 El 10 de junio de 1537 el papa escribió la bula a "todos los fieles que de
estas letras tuvieren noticia" de vital importancia para el debate sobre la
capacidad humana de los indígenas y su esclavitud, y un apoyo a todos
aquellos que defendían la integridad y libertad del indio americano. Véase
Jorge Lujón Muñoz, Inlclos del dominio español en Indias,
Universidad San Carlos de Guatemala, Ciudad de Guatemala, 1969, pp. 20ó-
208.
v
los cuales 18 se refieren directamente a los problemas de la cristiani-
zación indfgena y los 7 restantes sobre otros aspectos de la vida cotidiana
ad intra de la iglesia novohispana.24 Se trata de la Junta más importante
en términos de organización de la iglesia y afirmación de la cenualidad de
los obispos como autoridad máxima y de unidad de criterios en la evange-
lización. Son ellos los que dictan a las órdenes religiosas "siertos
capftulos de estatutos, avisos e ordenanzas ..." .25
35
servicio. Jusühcan su posición por el hecho de que son cristianos y si se
les fía el bautismo, "que no es menor que el sacerdocio", se les deben fiar
también los demás sacramentos. Reglamentan sobre el bautismo de
adultos y niños, dando preferencia a los primeros, a paÍir de lo siete años
de edad cuando ya tienen uso de raz6n y puedan tener fe y deseo del
bautismo. Piden que se bauticen en el tiempo "legftimo y deputado" que
son en las fiestas de la Pascua v Pentecostés.
32 Idem, p. 169.
33 Idem, p. 175.
%
Esta junta expresa cómo se dio la recepción de las l-eyes Nuevas
por la iglesia novohispana. La larga lucha de importanrcs sectotes de esta
iglesia y
de todas las Indias, principalmente entre los religiosos
dominicos, estaba ñnalmente plasmada en ese conjunto de leyes
claramente favorables a la defensa de la libertad de los indfgenas. Sin
embargo, la resistencia de encomenderos y mineros para acatarlas hizo
senür su fuerza y determinación tan pronto se conocieron los motivos de
la venida del visitador. Se sentfan fuertes por conocer su importancia
económica, e inüspensables para la "defensa" de la tierra. La iglesia, por
otro lado, se sentfa débil e impotente para seguir adelante en oposición
abierta en contra de la encomienda y la esclavitud indfgena. No se
cuestionaba la bsclavitud negra que era aceptada como "natural". Hacia
esos años el mismo Las Casas pensaba introducir "dos docenas de
esclavos africanos en su obispado de Chiapa para sostener a los nuevos
pobladores españoles y a los religiosos".34 Desde la llegada de la
Segunda Audiencia a fines de 1531, fray Juan deZumárraga habfa dejado
de ser "protector de indios" y disminuido su intervención "en los
negocios del Estado" a pedido de la misma. La prohibición se había
extendido también a los religiosos, en una clara manifestación de que en
términos de "defensa del indígena" la corona solo necesitaba de
colaboradores, no de competidores.35 Era función de la Audiencia poner.
fin a los abusos de la encomienda y el herrar esclavos deberfa sei
controlado por "el obispo de la respectiva diócesis o la persona por él
34 Díficil culpar a una sola persona,y mucho menos a Bartolomé de Las Casas,
como responsable por la introducción de la esclavitud negra en el Nuevo
Mundo. Reconoce é1 mismo, sin embargo, su culpabilidad en conseguir la
licencia para traer esclavos negros a estas tierras, "no advirtiendo la
injusticia" con que los portugueses los tom¡ban, no encrontrmdo después
diferencia entre la m¡¡nera injusta de hacer esclavos a los negros como a los
indios. (Véase Bartolomé de Las Casas, Hlstorla de hs fndlas, t. III,
FCE, México, 1981, pp. 177 y 274-275. Véase también nuestro breve
trabajo sobre "[.os comienzos de la esclavitud negra en el C¿ribe y en el
Brasil", en Iglesias (México) 53, (1985), pp. 29-34.
35 Silvio Zavala, Temas Hlspanoamerlc¡nos en su qulnto
centenario, Pomía, México, 1986, p.,
l8l.
37
nombrada, y t...1 el justicia mayor de aquella provincia".36 Importantes
levantamientos indfgenas como de 1541 en Guadalajara y el de negros en
1537 en la ciudad de México, habfan sido sofocados por las autoddades
reales con la violencia de costumbre,37 5i¡
haber merecido ningún
comentario de cualquiermiembro de la iglesia.
38
La opción de los religiosos en esa ocasión por el sistema de
encomiendas no puede ser más claramente exprcsada. Sin ellas no podría
haber sistema colonial. Los españoles no se quedarfan en la tierra, no
sería posible la doctrina cristiana de los indios, y la corona no recibirfa los
tributos y quintos reales. Las encomiendas perpetuas serfan la única
solución. Los intereses económicos de los encomenderos -se olvida de
los mineros esclavistas- están encubiertos por intereses religiosos de
"servicio" a Dios, frustración de los que han recibido el sacramento del
matrimonio, imposibilidad del sustento de los frailes y detrimento de la
doctrina.
39
evitó -según Mariano Cuevas- la "revolución social y plftica" de ta
colonia, pese a que sus sugerencias no hayan sido inmediatrrmente acep-
tadas por la corona. Cuevas considera que "la Iglesia salvó entonces el
orden social y la nacionalidad mexicana",43 Triste situación en la que se
encontraba en esos momentos la iglesia novohispana, al concluir que para
predicar el evangelio de Cristo en estas tierras era necesario aceptar, sin
cualquier oposición, un orden impuesto por conquistadores, encomen-
deros y esclavistas. Pesado tributo el que tendrá que pagar por evitar la
"revolución social y polfüca" y salvar un "orden social" que no era otro
que el orden colonial, basado en la explotación del trabajo indígena y de la
esclavitud negra, tan distante de la libertad defendida por los primeros
misioneros y por el evangelio. La doctrina cristiana deberá acomodarse a
partir de ese momento a la realidad dominante, forzando e invirtiendo su
sentido para dar lugar a una justificación reügiosa del sistema colonial.
q
costumbres españolas: "questos indios sean bien instn¡idos y enseñados
en las cosas de Nuestra Santa Feé Cathólica y en las humanas y
políticas".46 Para ellos proponen como necesario la reducción en pueblos
de los indios desparranados y dispersos por sierras y montes. Afirman
que solo asf podrán beneficiarse tanto en lo espiritual como en 1o
temporal.
4l
En las juntas "extra-oficiales" o "paralelas" se elabora un formulario de
avisos y reglas para sacerdotes que van a ser publicado en 1552 y
conocido como el Manual de Confesores del padre de Las Casas, el
cual prevé la excomunión a los conquistadores que mantengan indios
esclavizados o encomendados y que la absolución sea dada solo después
de severamente examinados y corregidos en sus pecados prlblicos.
42
que los indios puedan recibir el sacramento del orden, cambiando la
decisión de la junta de 1539. El capftulo 73 insiste en la necesidad de "que
los indios se junten en pueblos, y vivan polfticamente", ! eü9 a ello "sean
persuadidos, y si menester fuere compelidos por la Justicia Real, con la
menos vexación que ser pueda".49 En ningin capftulo el Conciüo se
refiere a las relaciones injustas entre españoles e indfgenas.
43
intereses de los sectores económicos más fuertes: los mineros,
comerciantes, hacendados y obrajeros.
u
CAPITULO U
LAS FUENTES TEOLOGICAS Y FILOSOFICAS
45
teología.2 Esta, hasta el siglo XII se elaboraba exponiendo la Sagrada
Escritura, máxima autoridad en relación a la fe, en unidad con la razón
que la explicaba: lo mejor logrado cientfficamente por la conciencia
humana en un determinado momento histórico. Esa unidad se rompió con
la aplicación del concepto aristotélico de ciencia a la teologfa sistemática.
"Esta se separó de la exégesis [bfblica], olvidó en muchos casos las
fuentes y el objeto de la fe, se abrazó únicamente con la raz6n, y se hizo
inútil y nociva para la vida del espfritu".3
La solución a esa crisis a principios del siglo XVI, solo era posible
a partir de la aceptación de los aportes positivos del Humanismo y del
método escolástico. "Del humanismo se aceptan el retorno a las
fuentes, el conocimiento de las lenguas sacras y de sus respectivas
culturas, el valor de la historia, del buen estilo, de la orientación hacia el
hombre. Del método escolástico conservan la claridad, la precisión de
conceptos, la riqueza de doctrina y sistemas".a Asf el retorno a las
fuentes hace parte del método mismo del quehacer teológico, en el
contexto de un movimiento de renovación que existfa en ese tiempo, y
en el que las órdenes mendicantes participaban con su espiritualidad y
acción social en la lfnea de la "imitación de Cristo". Esas fuentes deberán
ser principalmente: la Sagrada Escritura, los Santos Padres, los Conciüos
generales y provinciales de la iglesia, la autoridad de los teológos y
filósofos escolásticos y juristas, etc.s
6
El movimiento de retomo a las fuentes era, además, interpretado
por los misioneros en el "Nugvo Mundo" como una oportunidad
concedida por Dios para renovar a toda la lglesia, a partir de la
evangelización de un pueblo que hasta entonces no habfa tenido noticia
aún del evangelio, repitiendo, de alguna manera, en la historia, la obra de
los apóstoles y de la comunidad cristiana primitiva.
La Sagrada Escritura
Las citas blblicas en la Información en Derecho son
abundantes.ó Sin lugar a dudas esta es la fuente de argumentación privi-
legiada también por don Vasco, pese a que haya escrito este texto cuando
aún era laico y un año antes de ser nombrado de Obispo Michoacán.
47
cuando se trata de una lglesia nueva que está en sus inicios como la de las
Indias. La vida de Cristo y la vida de la Iglesia tienen en comtin la figura
del pastor:
48
los ha creado a su imagen y semejanza,l3 que murió en la cruz para
recibir a todos, sin acepción de personas,l4 por 1o que ante é1 ya nadie
podrá alabarse a sf mismo.l5 Pero esa "imagen de Dios" lleva una marca
del hieno de la esclavitud en la cara; y no solo una sino muchas,
conforme son cambiados de dueños. El rostro del indfgena "se ha tomado
en esta tierra, por nuestros pecados, papel, no de necios, sino de codi-
ciosos, que son peores que ellos y más perjudiciales".16 Quirogai ,llama
peor que necios a los españoles codiciosos. Hay que tomar en cuenta
que la postura contraria, la que justifica teológicamente la esclavitud,
recurre a un texto del libro de Proverbios que dice: "El que es necio
servirá al sabio".l7 Quiroga rebate esa opinión con r¡n texto de San Pablo
-su cita bfbiica más larga en toda la Información en Derecho- en la
que hace ver que Dios elige precisamente a los "más desechados y
olvidados y en menos tenidos":
IJ Gn l, 26
1A Rm 2,11.
l5 I Cor 1,29
16 I.D., p. 1ó2.
t7 Juan Ginés de Sepúlveda, Trstado sobre las Justas causes de la
guerra contra los lndios, FCE, México, 2a. reimpr., 1987, p. 85.
18 L Cor 1,26-29, en fD, p. 215.
49
poderos¿rs o sabios entre los corintios. Eso mismo (rculTe en el Nuevo
Mundo, y asf se deberá leer aquf el texto bfbüco que se refiere al necio.
"Y si estos naturales por estas cosas, con mucha razón podrán
decir: Me han rodeado dolores de muerte, no con menor po-
dremos nosotros los españoles temer y también decir: los peli-
gros del infierno me han cercado. Asf que a los unos ni a
los otros aniendo la ganancia".22
r9 ID., p. 49.
20 Juan Ginés de Sepúlveda, op. clt, p. 87.
21 Idem, loc. clt.
22 Sl 1ló,3 en fD, p.183.
50
Los Santos Padres
Por Padres de la Iglesia se suelen entender las primera grandes
figuras del cristianismo primitivo, desde la generación inmediatamente
posterior a los apóstoles hasta más o menos el siglo V o VI cuando la
cristiandad latina se encontraba en pleno auge y habfa producido perso-
nalidades como un San Agustfn (354430), un San Jerónimo (+42O), erc.
Por su proximidad a los tesügos oculares del Jesús de Nazareth, y la
importancia que tienen en el establecimiento y consolidación de la iglesia
en todo el imperio romano, se les atribufa una autoridad como la de
verdaderos fundadores del cristianismo, solo inferiores a la de los textos
bíblicos.
Son principalmente cuatro los Padres que cita don Vasco: San
Ambrosio, San Antanasio, San Juan Crisóstomo y San Cirilo. Por razón
de espacio nos limitaremos a una breve presentación de la lectura que don
Vasco hace de algunos de ellos dando un mayor lugar al primero.
5l
pueblo, en cuyo bien estaban atendiendo como Jueces".24
52
b¡osio, quien por su vez concluye: "¿de dónde provienen en realidad los
collares de oro y las joyas que adquieres de un bárbaro; de dónde, los
vestidos de seda que tomas de un sardo; de dónde, los esclavos romanos?
Sabemos que todo ello es de nuestros paisanos, o conciudadanos. Así,
pues, es preciso que el ciudadano cristiano, si compró eso, lo devuel-
va".30 De ese sermón de Ambrosio, Quiroga comenta que "propiamente
parece que habla con los cristianos españoles desta tierra, como si viera
todo 1o que pasa en ella, porgue, en verdad, asf pasa..."l3l tal la
semejanza que el veía entre las dos situaciones.
53
En otro texto San Atainasio también le sirve a Quiroga para
justificar el uso de ta guerra para la "zujeción y paciñcación y sociego de
aquestos bárbaros" ¡)ero "no para su destrucción sino para su e-
dificación" como lo dice San Pablo (tr Cor 10,8).35
v
del mundo como un ermitaño. En otras palabras ¿habrfa que rcnunciar a la
vida poUtica para aspirar a la perfección cristiana, o, d contrario, son
compatibles las dos cosas a un solo tiempo? I-a respuesta de Quiroga va a
ser afirmativa, y aboga por la necesidad de un orden de policía mixta,
con su Majestad ala cabr,za, -ordenando "asf en lo temporal como en 1o
espiriüal". Para reforzar sus argr¡mentos hace entrar aquf a otro padre de
la iglesia, San Juan Crisóstomo Qa4?- O7):
"El gentil te va a plantear este problema: ¿En qué forma puedo estar
cierto que lo que Dios ha mandado es en verdad pracücable?" [...]
pues si es imposible que un hombre avecindado en el corazón
de la ciudad asuma la fe y la sabidurfa de Cristo, entonces habrá
que inculpar muy severamente esta vuestra cristiana sociedad; [...]
Asf, pues, os conjuro para que aquel amor de la sabidurfa que
se practica en lugares remonBdos, lo traigamos hacia nosotros,
al medio urbano; de modo que las ciudades y los lugares más
pobiados se perfeccionen por esa medida. Así los no creyentes
podrán convertirse y los obstáculos podrán removerse, [...] sin
causarles agravio y con ventaja de gran recompensa para ti".38
55
paxa que todos las aprendan, no se empeñen por imbui¡:se de ellos.
Algunos contestará: "¿Podrás exigir tal cosa de pn hombre ruáo y
bárbaro?" Ciertamente lo exigiré no solo del bárbaro y del cam-
pesino, sino de quien supuestÍrmente supera toda barabarie y fie-
reza. [...] cuando se trata de buscar al verdadero Dios, entonces me
sales con que aquel hombre no es suñcientemente sano ni discreto.
En verdad las cosas no son como tú piensas. No 1o son".39
56
En esa tarea dos tradiciones filosóñco-teológicas se confrontan: la
teologfa de las sentencias del siglo XII y la escolástica del siglo )ilI.41
4l Idem, p. 29.
42 Bartolomé de Las Casas refuta en su Tratado comprobatorio del
imperio soberano a Henrique de Susa (+ 1270), cardenal de Ostia'
quien, en su comentario a los Decretos de Gregorio fX había afirmado que
"todos los infieles fueron indignos e lncapaces por la venida o en la
venida de Cristo", como tesis errónea y formalmente herética.
43 Dr. Juan l.ópez de Palacios Rubios, De las Islas del mar Océano,
FCE, México, 1954, pp.3-2O9.
44 Fray Matíaz de Paz, OP., Del dominlo de los reyes de España
sobre los indios, FCE, México, 1954, pp. 213-259.
45 Tratado sobre la Justa causa de las guerras contra los indlos,
op. clt.
57
Cristianidad son superiorcs al propio derecho natural de los pueblos
infieles.
58
leyes del derecho romano-, a autores como Juan Gerson (1363-1429),
San Antonino de Florencia (1389-1459), los papas Inocencio III (1189-
l2l6),e Inocencio lV (1243'1254) y a sus contemporáneos como Tomás
Vfo Cayetano (1469-1534), Guillermo Budé (+1540), Santo Tomás
Moro (1478-1535) y otros.
59
La cuestión de la esclavitud indfgena plantea a nuestro autor un
problema teórico de definición de los justos tltulos en que ésta se deberfa
fundamentar. Para ellos el derecho romano, ejemplificado en el códice de
Alarico, le si¡rió a Quiroga para descalificar al menos el tftulo de
"trescate", utilizado por los españoles para hacerse de esclavos, ya que
ellos habfan distorcionado por completo el sentido propio de este con-
cepto.52 No podfa haber esclavos de "rescate" en el Nuevo Mundo
porlue, primero, no habfan esclavos indfgenas de la manera como se
entendfa por esclavo en Europa desde el tiempo de los romanos;53 se-
gundo, porque aunque fueran esclavos en el üempo de la "tiranla" indf-
gena -asf define Quiroga a la época anterior a la "llegada de los españoles-
esos deberfan ser ahora liberados:
60
su pontificado profesando el dualismo de poderes -espirinral y temporal-
"aceptando el principio de la independencia del Estado civil, si bien
reivindicando la potestad indirecta del papa in temporalibus".55 Sin
embargo, en el ardor de la lucha contra Federico II acaba proclamando la
teocracia en sentido pleno y reivindicando la plenitud potestatis en
todos los dominios. se proclama emperador espiritual de la cristiandad y
se hace llamar por el tftulo de Vicarius Dei.So La doctrina del poder
pontificio se desarrolla en la segunda mitad de ese siglo en las obras del
papa Inocencio IV (1243-1254), formado en derecho canónico por la
univenidad de Bolonia; en las del célebre cardenal de Hostia, el obispo
Enrique de Susa (+1270), conocido simplemenre por el Ostiense
(Hostiensis);57 s¡ las de Guillermo Durando (1237-1296); las de
Tolomeo de Lucca (+1326o27), etc.58
6l
La relación enu€ la Cristiandad y los infieles, de gran importancia
histórica en la Edad Media, aunada a la relación enüt los papas y los
prfncipes cristianos, fueron determinantes en la elaboración de una
concepción de I$esia centrada en el poder papal casi absolub y universal,
sobre fieles e ir¡fieles.
62
por la religión es digna de mayor favor".ó3
63
Juan Gerson (1363-L429), canciller de la Univenidad de Parfs y
uno de los más brillantes intelectuales de su época, es un gnm renovador
del pensamieno filosófico y teológico, y partidario de la unidad y reforma
de la Iglesia "en cabeza y miembros" (in capite et in membris). Es
teólogo de dos Concilios, el de Constanza (1415) y el de Basilea (1431),
en los que a la vez que se busca la unidad de 1a lglesia, compromeüda por
el gran cisma de 1378 a 1417, se desarrolla una concepción más abierta
de lglesia, no tari centrada en la potestad absoluta del papa sino a favor de
una autoridad compartida por el Concilio. En Constanza y Basilea se
repite la expresión: concilium universalem ecclesiam reprae-
sentans, "el concilio representa a la iglesia universal".69
g
autor, es una "verdadera información", y eso solo lo pueden hacer,
considerando las circunstancias y los intereses que se encuentran enjue-
go, apenas los "hombres discretos y pnrdentes", ! €sos son "rarfsimos",
agfega.
65
cuerpo moral".73 El poder del papa y de la I$esia es uno solo y procede
de Dios. Pero ese poder solo existe en relación a ur fin (sicut in fine)
práctico, que es la unidad de la misma lglesia. Por su mentalidad
abiertamente pró-monárquica, Quiroga aplica ese poder del papa y de la
Iglesia a la persona del rey convertido en "señor y apóstol deste Nuevo
Mundo [...]",74 para lograr la unidad del imperio. La teologfa paulina del
poder de Dios dado a la comunidad cristiana primitiva para su
"edificación" (aedificationem) y no en "destrucción" (destructio-
nem),75 es repetida por Don Vasco pero aplicada en el senüdo de
"edificar" la lglesia y la sociedad colonial en "policfa mixta".7ó
73 "Ecclesia est omnis homo fidelis, vel omnes homines fideles in mortali
corpore natr¡¡aliter vivenres" (Gersonll Opera I, p. 6óóc) Cfr. Y. Congar
"Eclesiología de San Agustín hasta nuestros días en M. Schmaus, A.
Grillmeier, L. Scheffczyk, Hlstorlg de los Dogmas, t. II, BAC
Enciclópedias, Madri{ 1976, p. 193, nota l.
74 I. D., m, 32, p. 82.
75 I. D., m, 26, p. 79 Véase la segunda carra de San Pablo a los Corintios
cap. 10,5.
76 Véase más adelanrc sob're este tema en el cap. VI de este estudio.
77 Milqui6des Andrés, op. cit. t. L, p. 350.
78 Idem., p. 369.
79 Idem., p. 375.
6
Palacios Rubios encuentran también en é1, argumentos para deducir su
teorfa teocráüca.8o
67
puede muy bien hacer [la guerra] y le sobran las fuerzas para ello, no para
destruirlos, como nosotros lo entendemos, sino para edificarlos como su
Majestad y el sumo Pontffice lo entienden, como parece por la bula e
instn¡cciones deüo [...]". 84
68
mendado todas las funciones de potestad a Pedro y a sus sucesores para
todo tiempo con las palabras: "gralsimo Pedro, todo lo que atares en la
tierra, también llevará ñrme cadena en los cielos y cuanto desligares o
desatarcs, eso mismo, oÉemelo, quedará desatado en el cielo". El em-
perador Constantino "acepf,ó y enalteció esa buena fe recibiendo la corona
y el imperio de un sucesor de Pedro. Entonces retomó el orden del le-
gftimo reinado. Entorrces Cristo comenzó a rcinar efectivameme y a ser la
cabeza de los hombres y de los que gobieman".E9 Segln Sebastián
Brandt, solo son verdaderos reyes y prfncipes los que recibieron de Pedro
-el papa- sus cetros. Hasta Constantino todos los reyes romanos
"robaton" ilfcitamente los reinos de Cristo. Concluye diciendo que "éste
es el orden las cosas; ésta es la jerarqula correcta suprema ley [. . . ]: que en
cualquier parte el inferior esté sujeto a su superior y quien contraviene o
resiste al poder desagrada a quien puso Dios, orden supremo".90
@
intérprete de Santo Tomás en el siglo XVI".93 Como maesro general de
laorden de los predicadores (dominicos) de 1508 a 1517, pudo familia-
rizane con los problemas del Nuevo Mundo a través de sus confrades de
la Española confiontados con los encomendercs y conquistadores de la
isla desde 1511, un año después de haberllegado aesas tienas.
70
conquistar el mundo.95 Esto último es también lo que piensa Quiroga. La
convenión de los indfgenas debe ser hecha por "preücadofes que siendo
santos varones, los conviertan a Dios con palabra y ejemplo; y no, que
los opriman, despojen, escandalicen, sometan y a la manera de los
fariseos los hagan doblemente hijos del infiemo",96 pues se trata no de
"enemigos del nombre cristiano, sino solamente de infieles que nunca
habfan tenido noücia de é1 lJesucristo], que no merlecen, por solo ser
infieles, ser guerreados por fuerza de armas ni violencias [...]".
7l
obra de algunos padrcs de la iglesia gdegos, entrc ellos San Basilio, de
cuya traducción cita Quiroga un texto sobre el modo de tratar a los
"salvajes" y penonas con malos hábi¡os" que nuestro obispo aplica,
obviamente, a los indfgenas. Quircga, alavez que argumenta en contra
de la esclavittd como método de conquisu y convenión d cristianismo,
recuerda una vez más los poderes del papa y del rey como vicarios de
Dios en lo espiritual y temporal, y al rey en especial quien, por efecto de
la bula e instrucciones, se ha convertido en el responsable principal en
"edificarlos, conseryarlos, convettirlos y pacificarlos, y no destruirlos ni
initarlos ni embravecerlos [...] sino amansándolos y rayéndolos con
mano blanda [...] 100 Dcja, asf, abierta la posibilidad de justificar juldica'
mente la guerra en algunos casos.
72
indfgenas de México y Michoacán.IO2
73
habrfa sido autor de las "leyes y ordenanzas y costumbrcs de aquella edad
dorada y gentes simplecfsimas", como lo hizo Luciano en su obra , sü /
intención -según Quiroga- habrfa sido "proponer alegar, fundar y probar
por razones las causas por que senda por muy fácil, útil, probable, y
necesaria la tal repúbüca enu€ una gente tal que fuese de la cualidad de
aquesta natural deste Nuevo Munrlo".106
10ó I. D.,Itr, 273 p. 216; Véase r¡mbién \II, U3-?44 245, pp. 199-200.
107 I. D., Itr, 274, p. 216.
i08 Véase más adelanre el cap. VI sobre la utopía_
74
CAPITULO Itr
EL INDIGENISMO QUIROGUIANO
75
polftic¿rs contrarias históricas que resultan diferentes maneras de ver al
indfgena, al igual que las limitaciones históricas del mismo indigenismo
quiroguiano.
La "Edad dorada"
76
porla civilización Poreso nada m¡ls contrario a esa "Edad de oru" que la
"Edad de hier¡o" en la que cstarfan viviendo los espafloles. por su
ambición, malicia, gran soberbia, codicia, corupción, etc.,loe espafloles
(y por ende el "viejo Mundo") hablan venido decayendo y estaban cada
vez más lejos, también, de los valores evangélicos y del modelo de la
Iglesia primitiva"2
"Y por eso, no sin mrrcha causa, éste se llama Nuevo Mundo,
poryue asf como estos naturales de é1, art¡r si estári a todo lo que en
ellos parece en la edad dorada de é1, asf ya nosotros habemos
venido decayendo della y de zu simplicidad y buena vohmtad, y
venido a parar en esta edad de hierro y a tener odas las cosas al
contrario de aquéllas de aquélla, y esto en todo extremo de malicia
y comrpción."3
TT
los eqpaloles es eI mejor y más eficienrc argumenfo en favor de la licirud
de la conquisüt y sumisión por las armas o cualquier otro medio, y
servirse de zu trabajo.
Mr 28, 19.
Jorge Lujón Muñón, Inlclos dcl do¡nlnlo csprñol en Indlas,
Universidad de San Ca¡los de Guatemala, Cd. Gu¡¡cm¡la, 3a. ed, aumentada,
L969, p.207.
78
causaba envidia al "demonio enemigo del género humano". El mismo
demonio habrfa inventado.
7 Id. Ibid.
8 I. D., trL 209, p. 181; III, 182, p. 166; etc.
79
A lo largo de todo el siglo XVI, las indagaciones que se hacen en
tomo a los orfgenes y al estatuto antropológico de la población de los
habitantes de este continente no previsto por la cosmograffa medieval,
son innumerables y contradictorias. Qué hacer con esa realidad "nueva" y
pnoblemática era r¡na cuestión fundamental no solo práctico-polftica sino
también teórico-teológica. La primera gran cuestión parecfa estar resuelta
con la añrmación por las autoridades competentes de que los indfgenas,
definitivamente hacfan parte de la misma naturaleza humana que los
europeos. Pero esto no era suficiente. Ellos podrfan haber "violado" los
preceptos de la ley nan¡ral a causa de su "idolatrfa" y otras costumbres
"inhumanas y bárbaras" como lo considera, por ejemplo, Juan Ginés de
Sepüveda. La mayor ofensa contra la naturaleza, y el pecado más grave
contra Dios es para él la idolatrfa. Como no habfa duda de que la religión
indfgena era idolátrica, luego todas sus prácticas religiosas eran ofensivas
a Dios y a la naturaleza humana. De ese razonamiento se preguntaba el
mismo Sepúlveda.
80
indfgenas de Nueva España a los habitantes de la Edad dorada de
Luciano. Sin embargo, ni aquellos ni estos eran crisianos, ni vivfan en
sociedades organizadas a la manera considerada "de cristianos", tal era la
identificación, -también en su pensamieruo- entre la fe cristiana y la
civilización eurcpea. En esto rlltimo no se disüngufa en mucho de Se-
púlveda, ni del pensamiento generalizado en la época, aunque parta de
premisas diferentes.
8l
prcceso original e inicio de otro que se cartctalizarla por tener su centro
de decisión polfüca, económica y religiosa fuera de la región pero
también, y en especial en Michoacán, por la rclativa autonomfa local
debido a la acción de su obispo. Por rlltimo harcmos una somera
comparación entre Ticátafne y vasco de Quiroga, dos figuras y dos
modelos poUtico-reügiosos en la historia de Michoacán.12
82
habrfan habido, conocidos después históricamente con el nombre de
"tarascos", derivado segrln nos dice Sahagrln de Taras, su dios
principal.ls
83
Ticftame inicia zu prcyecto de unificación en Naranjan, pueblo de
origen chichimeca que vivfa ya del cultivo del mafz, y el señor de ese
lugar prognostica el futuro de los tarascos @urépecha-guanaxeos) y su
dios que "con gran poder ha de conquistar (toda) la üerra". lE La alianza
que se establece entr€ esos purépechas c¡zadoles y rccolectores con los de
Naranjan, pueblo de agricultores, es simbolizada con el matrimonio de
Tic¿ita¡ne con Xupacata (Arco lris), probablemente hija del rcy Tirmziran-
camaro.
cultura que denen, sea a través de alianzas, sea asignrindoles tierras que por
su sola ubicación aisla¡on dos o más comunidades purépechas en conflicto.
18 Joaguín Estrada Cisneros, op. cit., p. 12.
19 Idem, p. 31.
u
Una embajada formada por cuatro sacerdotes purépechas y uno
a^eca es enviada aTzinE;t;littzan para proponer un pacüo con Tzacapu. Las
convivencias de esa alianza religiosa, polftica, económica y racial hacia la
formación de una sola "nación" purépecha poderosa y respetada, deben
de haber resultado convincentes, pues Ticátame pasará a vivir muy cerca
de Tzintzuntzan, y la integración de los cultos de Curicaueri y Xarátanga,
el primero de Tzacapu, la segunda máxima deidad michoacana, será
p¡onto un hecho.
85
por ejemplo Ticátarne con los náhoas; Tzitzinpandaquare con los oto-
mfes, etc., lo que demuestra ser esta una polftica común en toda la historia
Erasca.2o
"Todos lo oficos tenfan por sucesión y herencia los que los tenlan,
que muerto uno, quedaban en su lugar algln hijo suyo o hermano
puestos por mano del cazonci".22
86
Los sacerdotes conformaban otro grupo cenado como los
anteriores, ligado a ellos pero fuertemente jerarquizados. El sumo
sacerdote (petámuti) es también el delegado de cazonci para la
administración de la justicia.
87
Modelo "teocrótico" de Ticótante en la conquista michoacana del siglo
NI
Tomaremos aquf a Ticátame como prototipo del modelo que
llamarlamos "teocrático" de la conquista de Michoacán, iniciada, según el
estudio de J.E. Cisneros,25 aproximadamente a comierzos del siglo XII
(r I 15-r 130).
88
además de permitir que los pueblos continúen con sus costumbres y
creencias religiosas, propone que acepten formar un pacto de familia,
tomándose "hermanos de hecho y de derecho [...] sin lesionar su honor y
dignidad".26 La única condición que impone a los conquistados es la
reconocer en su persona, al dios Curicaueri como único dios supremo, y
proporcionar leña a los sacerdotes encargados de mantener a este dios en
latiena.2T
26 ldem, p. 24.
27 Idem, p. 13.
28 Idem, p. 24.
29 Idem, pp. 52-54.
30 Idem, p. 56.
89
Un sentimiento .de culpabilidad de ese asesinato, que es
prácücamente un teocidio, entra,a hacer parte del inconsciente colecüvo
del pueblo de Tzinuuntzan. De ese modo, la misma muerte de TicátaÍie
jugó un papel decisivo en la consecución de su obra conquistadora y
uniñcadora.
90
mundo" de los misioneros y conquistadores españoles, asf como la idea
del "juez justo" y del "monotefsmo" de Ticátame puede ser no mucho más
que la propia,concepción del Dios blbüco que los religiosos que entraron
en contacto con la cultura purÉpecha quisieron ver en ellos.
La "policía mixta"
La manera como el español ve al indfgena y éste al español, es
fruto de dos realidades históricas distintas anteriores a la invasión europea
de este continente iniciada en 1492, y destinada a tener efectos polfticos,
religiosos, económicos, en fin de todo orden, especialmente a nivel
práctico, en el nuevo sistema que aquf se implanta. Analizaremos en las
páginas siguientes la concepción quiroguiana de la "policfa mixta" tal
como la propone en la Información en Derecho, sin preocupamos
todavfa, por el momento, sobre el modo concreto que lo rcaliza.
9l
La "buena policfa mixta" es el "buen esüldo" que une lo "católico"
con lo que es "muy útil y provechoso", lo "espiritual" con lo "tem-
pora1".35 Se trata, pues, de un concepto de sociedad desde la "visión" del
mimo conquistador, del que decide cuál debe de ser el desüno del con-
quistado. Pero no es, desde yÍL un proyecto meramente de explotación
material intensiva de los recursos humanos y naturales, sin ningún
miramiento de otro orden. Eso llevarla a la "perdición de la tierra". Ni
tampoco el de preocuparse apenas por la racionalidad de esa explotación,
o sea, del rcspeto a su necesaria recomposición o reproducción dentro de
un tiempo determinado.
yz
Una buena administración no es solamente económica sino también
polfticamente ventajosa para la corona española. Se evitarfan los levan-
tamientos de resistencia indfgena y estos hasta se convertirfan en una
especie de agentes de la seguridad del mismo gobiemo, pues 1o reco-
nocerían como juso y mantenedor de la paz y del bien
Indfgenas y españoles son iguales ante Dios, pues para El "no hay
acepción de personas", ya que "también por ellos, como por nosotros,
murió y se puso en la cruz los brazos abiertos para recibir a todos".45
^a Ibtd.
43 Ibld.
44 I. D., IU, 190, p. 171.
45 I. D., Itr, l9l, p. 171.
yl
tro ¡ey como a nosotros mismos, y mejor, si mejor pudiésemos; y
junto con esto, a que la guarda y la defensa della sea de los
españoles, a quien ellos fios indfgenas] siempre han de acatar y
sustentar como a sus protec¡ores e instructores, por alguna buena
orden que se les dé, con que todos vivan contentos y satisfechos y
asosegados en mucho servicio de Dios y su Majestad; e ordenar las
cosas a este fin, de manera que estos se hagan grandes fieles
cristianos, y por ventura se rcforme en su humilde obeüencia y
paciencia granúe increfble, lo que ya en nuestra eobeñia mal se
podrfa reformar, y sean impuesos en el servicio de Dios y de su
Majestad y siempre conservados en ellos. Porque siendo fieles a
Dios, lo han de ser y sean de necesidad a su rey, dándoles artes y
policla mixta, como tengo dicho, para todo ello y para hacerlos
bastantes para sf e para todos, y para guardarlos y ampararlos de
todos inconvenientes que de otra manera padecen".46
95
apa¡ejada para se reformar en ella la lglesia de Dios, de cuantas se
han visto; ni pienso se verán, y no menos provechosa e importante
al se¡ricio de su Majestad".4'l
"Porque tengo por muy cierto para mf, que sin este recogimiento de
ciudades grandes que estén ordenadas y cumplidas de todo lo
y conforme a la manera de
necesario, en buena y catótica policfa
esto, ninguna buena conversión general ni aun casi particular ni
perpetuidad ni consenvación ni buen tratamiento ni ejecución de las
ordenanzas ni de justicia en esta tierra ni entre estos naturales, se
puede esperar ni haber [...]; porque cada dfa hallo más cierto y más
posible, y más probable e más necesario por la ex¡rriencia".48
96
centroamérica hablaban por sf solas de la necesidad de un mayor control
por parte de los oficiales de la corona en la organización y administnción
delajusticiay del gobiemo de estas nuevas üerras. Los abusos y malos
tratos a los indfgenas solo podrfan ser evitados remediados, y
"recogiéndose, como está dicho, en buena orden y poücfa de ciudades
grandes".50
50 Ibtd.
5l Pcnsamos aquí no solo en Tomás Moro sino también en Juan Luis Vives y
lo¡ demás "utópicos" renance¡rtistas. Véase p. e. La obra Utopfas del
ren¡clmiento, FCE. México, 1966.
52 I. D., m, 23, p. 77.
53 Ibld., (subrayado nuestro)
n
[ . . .] de nueya manera, conforme a Ia manera e condición e comple-
xiones e inclinaciones y usos y costumbres buenos de sus naturales,
donde no deberfa ser tenido por reprehensible si, según la diversidad y
variedad de las üerras y gente, se variasen y diversificasen también los
estatutos y ordenanzas humanas".54
98
impreso [... como] materia tan dispuesta y bien condicionada".57 Solo
este hecho ya le hace crelble la posibilidad de realización de su proyecto,
lo que no lo serfa si tuviera que contar apenas con españoles:
I
[Dios a la gente de esta üerra], y adaptado al final de la Iglesia
que envejece, para lo que el solo sabe, y imprimir en ella un
muy buen est¿do de república, y buena policfa mixta".61
1m
La misma cita recuerda la universalidad del mensaje evangélico que
no debe estar encerrado en un "estt€cho rincón de la tiena", sino que de
Cristo ya anunciaba el profeta: "Todos me han de conocer, desde el más
humilde hasta el más grande".65
65 Ibid.
66 I. D., IU, 263, pp. 210-211.
67 Lyon, 1510, par.2,14.
68 I. D., IU, 263, p. 2lL.
l0l
confundir a los sabios y Dios ha escogido la debilidad del mundo
para confusión de los fuertes".69
69 I. Cor l, 29.
70 I. D., IU, 270-271, pp. 214-215.
r02
Bartolomé de Las Casas, Juan del Valle, etc., nuestro obispo cree que,
paradójicamente, afirmando la "debilidad" del indfgena, o sea, su no pre-
disposición "natural" para la esclavitud propia de los pueblos "fuertes"
como querfan los defensores del esclavismo, los estarfa salvando de las
manos de los conquistadores y colonizadores españoles. De afirmaciones
como estas, que pasan del extremo de la idealización a las que favorecen
las tesis de la "inferioridad" de los indlgenas, nos muestran las pocas
altemativas que tenfan los que deseaban protegerlos.Tl
103
CAPITULO ry
LA CUESTION DE LA GUERRA JUSTA Y LA
ESCLAVITUD INDIGENA
105
cristiana ac&rca de la guerra, recuperando la tradición bfblica y patrfstica
que se remonta a los inicios del cristianismo. Para la escolástica, una
guera solo es justa si, primero, es declarada por una autoridad legftima
de un poder soberano; segundo, si tiene causa justa, o sea, en virtud de
culpa del enemigo y sí éste reusa reparar el daño causado por medios
pacíficos. En tercer lugar, se requiere la recta intención de parte de quien
hace la guerra, de manera que su frnalidad sea reparar injurias que ha
sufrido, y no robar o castigar desproporcionadamente a la injuria.2
r06
se terminara el problema de conciencia de que se esclavizaran a indfgenas
sin ninguna causa 'Justa".
r07
esterilidad del desierto de las conciencias de los españoles desta isla y la
seguedad en que vivfan":
"lo que habfa predicado aquel padre habfa sido de parecer, voluntad
y consentimiento suyo y de todos, después de muy bien mirado y
conferido entre ellos, y con mucho consejo y madura deliberación
se habfan determinado que se predicase como verdad evan-
gélica y cosa necesaria a la salvación de todos los espa-
ñoles y indios desta isla".S
l0B
toda la isla e inquieh¡d de las conciencias".6 Era urgente, püeS, que su
Alteza mandara "remediar" ese asunto restableciendo un discursos- de
carácter también religioso- que estuviera más de acuerdo a los intereses de
los colonizadores, y no pusiera ninguna duda respecto a la 'Justicia" de
sus acciones. Por su parte los dominicos deseaban que su Majestad
remediara, por medio de legislaciones y mayor control real, las ofensas y
"pecados" que los españoles cometfan en contra de los indfgenas. como
fruto de este primer debate resultaron también las primeras reglas que
pasaron a ser conocidas como Las Leyes de Burgos, de 1512, de las que
el mismo Las casas relata la historia a conünuación en esa misma obra.7
r09
conforme al derecho natural que todas gentes se sometan al imperio de
prfncipm y naciones más cultas y humanas...".8
ll0
La guerra y la esclavitud como "métodos" de la eyan-
'gelizacién indígena
t2 Este hecho inseparable de las "dos conquistas" han merecido la atención por
parte de algunos autores que dedicaron sus ob,ras a la "conquista espiritual"
cuando deseaban escribir la historia de la iglesia en el Nuevo Mundo. Así'
por ej., para la Nueva España encontramos la ob'ra de Robert Ricard, La
Conqulsta Esplrltual de Méxlco (México, 1947, 557 p.; versión en
español del original frsnces La Conquete Sptrltuelle du Mexlgue.
Essai sur les métodes mlssionnslres des Ordres Mendlants en
Nouvelle-Espagne de 1523-24 a 1572, Institute d'Etnologie, Paris,
1933, 4O4 p.) y para el cono sur, Antonio Ruiz Montoya, Conquista
esplritual felta pelos rellglosos da Compenhla de Jesus nas
Provincias do Paragual, Paraná, Urugual e Tape, Martins
Livreiro Editor, Porto Alegre, 1985.
llt
predominar la unidad ideológiea para que la unidad polftico-económica
fuera posible.
n2
La Guerra Justa
ll3
Academia de Historia en Madrid bajo el número 312.15
l14
encomienda que enfrentaba conquistadores y gobiemo. Su posición, co-
mo es sabido, es contraria a la de Las Casas en lo que se refiele a la ücitud
de la guena, aunque coincidan ambos, en lo fundamental, en cuanto a la
esclavitud.lT Se trataba aquf de demostrar los derechos de España en
América y que La Casas parecía negar. Nos parece bastante factible que
Quiroga haya hecho un gro en cuanto a la utilización de sus fuentes. Ya
conocemos su preferencia por Juan Gerson en la Información en
Derecho. En De Debellandis Indis la fuente más importante de
Quiroga parecer ser, en ca¡nbio, el Cardenal Enrique de Susa, conocido
por el Ostiense.
l15
españoles e indfgenas en una sociedad "mixta".18 De otra forma los
conflictos con los poderes locales hubieran sido mucho mayores de los
que tuvo y lo harfa acercarse a las posiciones de Las Casas.
lló
gueffa a los indios para zujetarlos a la corona real de Castilla para después
predicarles el evangelio, y que a eso están obligados el Papa y la Corcna
en virtud del mandato evangélico: "Ite in mundum universum et
praedicate"2l y por la Bula de donación de Alejandro VI.
Quizás éste pueda ser el indicio más seguro de que se está hablando
de un mismo texto. El interés de Don Vasco en escribir su De
Debellandis Indis lo expresa él mismo en la carta anexa del23 de abril
del mismo año. Con este "compendio" desea participar de la controversia
Las Casas-Sepúlveda que, a su manera de ver "altercavan los unos en ex-
tremo y los otros otro en proposiciones generales".22 Habfa sido infor-
mado de que se "desconfiaba ya de acertar en la verdad de Ql perplexidad
como estava metida", y se preocupaba por los resultados a que pudieran
llegar aquellas disputas en cuanto a no tenerse "aquello de las Indias y
Tierra Firme por los Reyes Cathólicos de Castilla con menos sancta y
justo únrlo dentro de su demarcación que los Reynos de Castilla".23
tt7
Nos resta estudiar, entonces, cuál serla ese aporte especffico que
Quiroga deseaba dar al problema, en el contexto de aquella cont¡oversia.
En sfntesis se preguntaba: ¿la guerra de conquista contra los indfgenas
debe ser considerada como justa y lfcita para sujetarlos a la corona de
Castilla y posteriormente predicarles el evangelio? En el caso de que no
fuese lfcita ni justa la guerra, ¿se seguirfa la tesis de que España habrfa
adquirido ilfcita e injustamente las tierras de las Indias y sujetas sus
gentes?
118
manera de los fariseos los hagan doblemente hijos del infiemo".27
119
justa de guerra.29 Como no son hostiles ni enemigos de los cristianos,
"no merecen, por solo ser infieles, ser guerreados por fuerza de armas ni
violencias [...] sino con buenos ejemplos de obras y persuasiones y
predicación de palabras, convidados y atrafdos como lo dice la autoridad
dicha".3o
sido dada toda potestad en el cielo y en la tierra, envió para la conquista del
mundo, no soldados con armamen¡o, sino predicadores santos, como ovejas
enlre lobos. Po¡ eso, ni siquiera en el Antiguo Testamento, cuando había
que tomar con mano armanda la tierra de infieles, en ninguna parte dice que
se haya decla¡ado la gucrra a alguien por el simple hecho de no scr creycnte.
Concluye Cayetano que, pecaríamos gravísimamente, si pretendiésemos
dilatar la fe de Cristo Jesús por este camino [el de la guerra]. No llegaríamos
a ser sus legítimos señores, sino que cometeríamos grandes larocinios y
quedaríamos obligados a la resriución, como responsables de una guera
injusta (Véase en I. D., ru, 10, pp. 69-71).
29 Véanse en los documentosde la controversia entre Bartolomé de LasCasas y
Juan Ginés de Sepúlved4 las tres primeras objeciones de Seprllveda con las
respectivas réplicas de Las Casas, en especial la tercera sobre la guerra a los
gentiles para después de sujetos se les pueda comodamente predicar el
Evangelio (Bartolomé de Las Casas, Tratados, t. I, FCE, México, la.
reimpresión 1974, pp. 293-295 y 351-355).
30 I. D., m, 5 p. 69.
r20
enemigos del nombre cristiano'l3l
r2l
distanciándose de esa manera de Cayetano, citando a Juan Gerson,
consideración décima tercera de su Tractatus de potestate eccle-
siastica et de origine iuris et legun.33 Gerson, por su parte, está
comentando en ese texto a Aristóteles34 cuando éste describe las res
maneras en que se dividen las "buenas" y las "malas" polfcias.
En seguida pone las otras tres policfas malas a las que se refiere
también Aristóteles a través de Gerson. La primera es la tiranía por la
cual preside uno que busca y pretende su solo bien y provecho y parti-
cular interés, y quiere y trabaja que los súMi¡os ni sepan ni entiendan ni
puedan, y siempre estén diversos y discordes entre sf. Por la segunda, la
r22
oligarquía, pocos presiden de la misma manera y condición sobre los
demás. Por último, en la democracia presiden una multitud mala y
desordenada, confusa y viciosa, donde cada cual busca y pretende para
sf y para su bien e interés propio particular y no para el comrln.35
t23
la de los "pocos malos" que son los "principalejos". Estos mantienen a
esta "pobre gente maceoal" someüdas y oprimidas, pues continúan ha-
ciendo lo que antes hacfan, como la recolección de tributos que "ahora" se
hace para su Majestad y para sus amos y encomenderos españoles".39
39 I. D., m, 2o p.76.
40 I. D., Itr, 22 pp.76-77.
r24
continúa, y de esta vez por culpa de los mismos españoles. Para Quiroga
es también necesario que se re@nozca, pues de 1o contrario serfa "grand
ceguera la nuestra si esto no vemos y si esto no remediamos", que si los
españoles libraron a los indfgenas del "tirano báttaro" que los someda,
no extermina¡on, en realidad, la tiranfa y barbarie en que estaban, "pues
parece que todo se les queda y se les deja estar en casa; e ya plugiese a
Dios que no fuese doblado y más acrecentado".4l Los españoles habfan
venido a quitar sus costumbres malas e fdolos, y resulta que al invés de
cumplir con el mandato de Dios y el Rey y sus insuucciones, y con la
bula de conceción de esta tierra, se atiende "solo a nuestno interese y
coMicia desenfrenada".42 La idolatria y las costumbrcs "bárbaras" o
poco humanas que dejaban sometidas a las mayorfas de los diferentes
pueblos del Nuevo Mundo, habfan sido los motivos por los cuales se
justificaba, a conciencia, el hecho de que esta tierra fuera concedida por el
Papa al Rey de Espafla, pero con la finalidad explfcita de realizar un acto
liberador y salvador, lo que no estaba sucediendo. En este contexto, y
con este razonamiento es que Quiroga manifiesta su deseo de trabajar por
construir esa comunidad perfecta e ideal, para lo que estarfa dispuesto a
"tomar a cuestas cualquier trabajo y experiencia que necesario para ello
fuese".43
t25
El tema de la guerra lo trae también a colación Quiroga en co-
nexión con la cuestión de los bárbaros. Habrfa tres géneros de guena
conforme dice San Atanasio en su comentario a la primera epfstola de San
Pablo a Timoteo:44 "el primero cuando peleamos contra los bárbados; el
segundo, que se nos hace por la alguna privada enemistad; el tercero que
es intestino y que alimentan a nuestro daño poblaciones bárbaras. Todo
ello se apacigua gracias al cuidado de los emperadores. Por nuestra paÍe,
es preciso que cuando ellos pelean, colaboremos con nuestros votos y
plegarias". Para este padre de la lglesia dos de los géneros de guerra se
hacen precisamente en contra de los "bárbaros". De ese modo, comenta
Quiroga por su parte, la Iglesia ruega por la sujeción y paciñcación de ta-
les bárbaros, bajo poder de plncipes católicos crisüanos para instruirlos,
no para destruirlos, sino para humiüarlos de su fuerza y bestialidad, y una
vez humillados convertirlos y traerlos al gremio de los misterios y al
verdadero conocimiento de su creador y de las cosas creadas.45
"Contra éstos tales y para este fin y efecto, cuando fuerzas hobiese,
porjusta, lfcita y santa, servatis servandis:(guardada la debida
proporción) temía yo la guerra, o, por mejor decir la pacificación o
compulsión de aquéstos, 'no para su destrucción sino para su
edificación"'.4ó
126
La autoridad del apóstol Pablo es evocada aquf cuando éste, en la
segunda carta a los Corfntios, defendicndose de las acusaciones falsas que
recibe, manifestaba su seguridad en el poder y en la fuerza que el Señor le
habfa dado "para establecerlos y no para destruirlos".47
"Advierte aquf que segin San Agustfn, donde hay autoridad debe
prohibirse que los inicuos hagan el mal y ha de obligárseles al bien
[...] pues si la volunt¿d maleada fuese dejada a su propio arbitrio,
¿por qué a Pablo no se dejó peniguiendo a la Iglesia? Más bien se
le denibó para deslumbrarlo y una vez deslumbrado, para trans-
formarlo y ya transformado para enviarlo. Fue enviado para que asf
como habfa cometido errores asf se entregara a la causa de la ver-
dad".48
47 tr Cor 10, 8.
48 La cita de San Antonino es de la Summa Theologica, parte 1a., tit. VI,
cap. II, par. 6, col. 446. En I. D., Itr, 29, p.79.
49 I. D.., ü, 27, p. 80. Nótese el uso que Quiroga hace aquí del citado texto
paulino, y al nuevo sentido que da a las palabras "destrucción" y
"edificación".
127
y dotó con su propia muerte.
esposa amadfsima, a quien fortaleció
Arrebatarle ese poder serfa impiedad sacrllega y mucho muy in_
digna".5o
r28
pacifrcar "para bien los instruir y ordenar".54 Más adelante dedica unas
páginas para probar, con ejemplos de su observación, de que entre los
indfgenas de Michoacán y muy probablemente en todo el Nuevo Mundo'
no habfa posesión legftima por la manera que se sucedfan en los mandos
que era por vfa de elección y no por "sucesión propia y legftima", como
ocurre donde hay reyes y señores legftimos:
"Asf que para mí, por lo que tengo visto y entendido de las cosas
destas tierras, cuasi por cierto que entre éstos no habfa reinado ni
señorfo ni subcesión ni posesión legftima ni razonable, sino tiranía;
y que lo que habfa, por la mayor parte era por vfa electiva, y asf
parece que no se les harfa agravio".56
r29
Antes de analizar cómo entiende nuestro oidor el poder que tiene su
Majestad para "ordenar" las cosas en el Nuevo Mundo, y los autores en
quienes se apoya, veamos los argumentos que Sebasüán Brmdt (1457-
lszt>,le da a Quiroga para su concepto de "poder legftimo".57
130
cualquier parte el inferior esté sujeto a su superior y quien contraviene o
resiste al poder desagrada a quien puso Dios, orden suprcmo".59
13l
deben quitárselos cuando los posean legftimamente" .62 Ya hemos visto
que Quiroga, distanciándose de Cayetano, cuestiona la legitimidad del
poder indfgena, y podrfamos decir entonces que su posición parecerfa
muy semejante a la de lnocencio. Pero la cita de ese papa que nuestro
oidor pone en la Información en Derecho reafirmarfa nuestra
hipótesis de que ya aquf, sin necesidad de tener en nuestras manos
todavfa el tratado De Debellandis Indis, es muy perceptible la
influencia del pensamiento del Ostiense más que la del mismo lnocencio
como vemos en la cita que sigue:
r32
comprensión. Esto os conviene, para que no os comportéis como
señores que dominan con temeridad, sino para que con temor seáis
serr¿idores del Señor de todos y os regocijéis bajo la muy cierta y
auténtica felicidad, discretos y atentos para no caer de ella por
soberbia".64
"y asf se podría cumplir con los que dicen que no se les pueden
quitar sus derechos, dominios y jurisdicciones, pues que
haciéndose conforme a mi parecer, o a otro semejante, no era qui-
társelo, sino ordenárselo, dárselo y confirmárselo, y trocárselo, y
conmutárselo todo en muy mejor, sin comparación, lo cual todo,
sin que nadie discrepe (nemine discrepante), tienen por
lfcito, justo, sancto e honesto; y asf podrla cesar todo escnúpulo y
darse la concordia de todo y con grand sobra para la sustentación
64 I. D., m, 55 p. 93.
65 En J. L. de Palacios Rubios, op. clt., p. ll5.
66 I. D., Itr, 55 pp. 92-93.
133
de españoles, conquistadores y pobladores, e con grand perpe-
tuidad e conse¡vación, y buena y general conversión para toda la
tierra e naturales della".67
r34
indios por la guerra, y le "sobran fuerzas para ello". No puede ser
ilegítima la apropiación de las posesiorrs indfgenas porque la jurisdicción
que ellos tienen,, en virn¡d de su idolatrfa, tiranfa e infidelidad, la
perdieron, o en realidad nunca la tuvieron propiamente. Nuevamente, en
el Manuscrito de la Academia de Madrid que comenta Silvio Tavala, eI
autor vuelve a rechazar la doctrina del Cardenal Cayetano para el caso
americano de que los nuevos pueblos nunca fueron ni son sujetos de los
prfncipes españoles ni de sus sucesores y que por lo tanto no serfa
legftimo someterlos. La respuesta a esta objeción de Cayetano la hace
Quiroga, una vez más, afirmando la incapacidad de los infieles del Nuevo
Mundo de tener jurisdicción, puesto que después del advenimiento de
Cristo todo poder legftimo debe provenir del Papa, como Vicario de
Cristo, de quien los Reyes de España recibieron el poder para realizar el
mandato evangélico. En 1535 Quiroga se servfa de la autoridad de
Sebastián Brandt, San Agustfn, San Antonino, Inocencio IV, Juan Ger-
son, etc.; en 1553 parece que bastaba con cifar especialmente al Ostiense
para rebatir a las mismas tesis de Cayetano.
La esclavitud indígena
Ya sabemos que la esclavitud indfgena es el tema central de la
Informacién en Derecho, escrita en la ciudad de México y firmada el
24 de jutio de 1535.70 Desde los primeros años de la conquista, la
actividad esclavista habfa sido intensa y en la mayor parte de los casos
impulsada por ta misma corona. El proyecto colonizador llevado a cabo
por particulares y cuyo principal objeüvo era la mayor ganancia inmediata
posible, la sed y hambre del oro y la "codicia desenfrenada" eran su
nomra de conducta.
135
Sin embargo, en la conciencia común de los cristianos ibéricos
hubo siempre una contradicción real entre su creencia' religiosa y el
sistema de esclavitud quc, aunque databa ya de anügua fecha en Europa,
con la apern¡ra del Océano Atlántico a la navegación y la posibilidad de
explotación de los recursos de inmensas regiones hasta entonces igno-
radas. va a tcner un desarrollo como nunca antes lo tuvo.
136
debieron sufrir algunas modificaciones. Si bien eran infieles, no se podfa
fácilmente defender la tesis de que eran enemigos de la cristiandad. Aquf
la práctica se va basar en dos principios fundamentales: a los naturales
que se obstinaban en no recibir a los españoles previo requerimiento, se
les podfa hacer la guerra y aplicar el derecho de cautiverio. No asf en
los casos en que voluntariamente aceptaban la soberanfa española y
permitfan la predicación, estancia, comercio, etc. Estos pasarfan a ser "li-
bres vasallos" de la corona. El otro tftulo ampliÍrmente usado y consi-
derado de iure era el llamado esclavo de rescate: se podfa comprar
(rescatar) a los esclavos que tenlan los caciques indfgenas.
r37
controlar los abusos, éstos continuaban, y los conflictos entre Juan de
Zwnflnaga al frente de la Iglesia novohispana y los miembros de la
Primera Audiencia con motivo de la violencia generalizada en que se vivfa
en detrimento de la población indfgena, eran crecientes. Por esos motivos
Carlos I firma una lnstrucción en octubre de 1530 en la que prohibe en
absoluto la esclavitudT2 y nombra una Segunda Audiencia que parte de
España con la dicha Instrucción y Real Céduta para aplicarla a zu llegada
en México-Tenochtitlan. A comienzos de febrero de 1531 esa Segunda
Audiencia ya iniciaba sus labo¡es con no pocas dificultades para restaurar
la conñabilidad de un gobiemo que se proponfa hacer justicia tanto a
indfgenas como a españoles. Como era de esperarse, la puesta en práctica
de esa Instrucción, pese a las precauciones de la Audiencia, causa un gran
descontento entre conquistadores y pobladores espafloles para quienes sin
indios esclavos no sería posible ninguna "granjerfa" en esta tierra, no
habrfa ningún provecho ni interés en salir a nuevas expediciones de
conquista, y todo resultaría en un gran fallido económico para los
emprendedores, 10 mismo que a la corona que recibfa los derechos que le
correspondfa del quinto en todo lo que se recaudaba. Tampoco -y éste era
un fuene argumento- podría su Majestad llevar a cabo la misión enco-
mendada por el Papa en su Bula de "reducir a la fe cristiana" las
multitudes de almas del Nuevas Mundo.
Por otro lado, los oidores en cana del 30 de marzo de 1531, hacen
notar que, aunque entre los indfgenas concurren grandes habilidades,
fácilmente serfan enseñados y hasta para esto se ofrecen gustosos, no
138
hallan oficiales que quieran recibirlos, "temiendo que después les quiten
ganancias". Al invés de aceptarlos como aprcndices de algún oficio, -lo
que les darfa la opornrnidad de desarrollar sus propias capacidades e
integrarse en una sociedad nueva compitiendo en igualdad de condi-
ciones- los españoles prefieren tenerlos "pery)enlos como esclavos".73
r39
Europa. Prohibfa, además, el traslado de los indios cautivos a otra parte
del continente para ser vendidos, a no ser que se cumplieran con los
mismos requisitos anteriores para declarar justa una guerra.
140
"Porque todo ello ha de ser la misma fuena y violencia, agnvio y
engaño: sin haber quien lo ose ni sepa hablar ni quejar ni resistir,
de parte de los herrados, asf forzados, engañados y opresos, en
quien ni quien lo pueda remediar por parte de los jueces ni quien
diga la verdad por falta de testigos ni quien lo sepa alegar de parte
de los abogados, pues tienen pocos o ningunos y por contrarios a
todos y a la coMicia desenfrenada que es la que ciega a todos".?8
14l
obras son tan contrarias a las palabras que se predican,8l viene a sumarse
la provisión nueva que resulta "ser colorada y aparente"82 ante los
intereses que hay de por medio. Antes de cualquier determinación de la
Audiencia, se declara tal guerra por justa por quienes en realidad son
" jvez, parte y testigo".83 De ese modo no se cumple aquf "con las con-
diciones y medios y ñnes que se mandan y permite por quien le da la
autoridad (para justificar la guerra), que es la bula de Papa, y las
provisiones e instrucciones de su Majestad que para ellos hay".84 La bula
y su Majestad no mandan otra guena que no sea "para pacifrcarlos e
instruirlos". Pero aquf se hace, se inventa y se finge guerra justa, "donde
ninguna causa ni razón ni justicia para ello haya".85 Llevados por la co-
dicia, y no por otro motivo, invent¿n que los indios se alzan y se rebelan,
cuando en verdad "no tienen otra para tantos agravios y fuerzas y daños
como reciben de los españoles, sino las armas del consejo, que es huir a
los montes y breñas, que va muy lejos de rebelión y levantamiento, que
nosotros les queremos imputar y levantar, haciendo de la defensa natural
rebelión".86
"[...] serfa justa, cuando este hier¡o fuese menos mal que perder la
vida, o perder la vida fuese mayor o peor que caer en manos deste
r42
hierro, como sea cierto que el herrado ha de ir de necesidad a parar
en la sepultura de las minas, donde solamente morirá una vez, y
esa muy en breve, pero siempre eso poco que durare, morirá
viviendo como los que están en las penas infernales".87
Como jurista que es, Don Vasco comienza por atacar principal-
mente este último como el punto más débil de todos y de que se puede
deshacer con argumentaciones jurfdicas, aunque basadas en su obser-
vación personal, de las diferencias entre las formas de trabajo existentes
en Europa y en el Nuevo Mundo, en especial en cuanto a la esclavitud.
España habfa heredado las leyes que regfan la esclavitud entre los
antiguos romanos, por las cuales los "esclavos que nosotros tenemos [... ]
pierden la libertad e ingenuidad, ciudad y familia"; los hijos de madre
esclava son igualmente esclavos y en poder de sus señores; no pueden
87 I. D., m, 74 p. 1O4.
r43
tener hacienda ni cosa alguna que sea suya, etc.88 "Pero la manera y
género de esclavos o servidores que por la mayor parte entre ellos yo he
visto y veo, es muy diferente de la nuestra, y de la que tenfan por sus
leyes los ciudadanos romanos".89 Según "ve" y "averigua" Vasco de
Quiroga, lo que existe entre los indfgenas que le vienen de diferentes
partes con "pleitos sobre sus libertades", no es propiamente esclavitud
como a los españoles les conviene llamar, sino solo "alquiler de obras a
perpetuidad por la vida del alquilado, que en derecho se llama alquiler
del trabajo a perpetuidad (locatio operarum in perpetuum)'
que usan mucho entre sf estos naturales para servirse unos de otros,
porque no tienen ni saben usar del alquiler de obras a tiempo, como no-
sotros; en el cual género no se pone ni asienta ni constituye la servi-
dumbre en la persona, sino solamente en las obras del que asf se alquila a
perpetuidad, ni se pierde por ellos libef¿d ni ingenuidad ni ciudad ni
familia".9o
88 I. D., m, 75 p. 105.
89 Ibid. (El subrayado es del texto).
90 I. D., trI, 7ó p. 105 (El subrayado es del texto).
91 I. D., m, 98 p. 117.
t44
en sus palabras, "las especies y diferencias de hombres libres que hay y
puedehaber".
92 I. D., m, 99 p. 119.
93 I. D., m, 174 p. 161.
94 I. D., Itr, 172 p. 160; m, 152, p. 146; trI, 147, p. 143.
r45
otra ley que el "catóüco Teodósio", "muy bien, justa y santamente" había
provefdo en favor de los que fueran esclavizados: no podrlan ser sacados
fuera de sus tienas para ser vendidos lejos de sus lugarcs de origen y en
el exfanjero. La ley decfa claramente que: "Si alguno presume ofrecer en
venfa tales personas a gente del extranjero o los destina en alguna forma a
ultramar, tenga presente que será multado con seis onzas de olo".95
95 I. D., Itr, 152 p. 146. La importancia que Quiroga concede a esa ley -
igualmente sacada del Codlcls Theodoslanl; bajo el título de De
parentlbus qul flllos suos per necessltatem dlstraxerunt, libro
XI, de la Lex Roman¡ Vislgotorum, p. 293 (P. C.) (Véase nota III,
132 de la edición de la I. D. que utilizamos)- se puede deduci¡ por la
insistencia con que la repite integramente en su texto (vé¡se nuestra nota
anterior n. 9a) (El subrayado es nuestro).
96 I. D., m, 175 p. 161.
t6
Bastaba con solo citar a San Ambrosio, "sin más", nos dice Qui-
roga, "para saber y conocer el estado de éstos después de venidos a
nuestro poder".97
t47
La cita de Ambrosio que Quiroga agrega a su texto es larga. Entre
otr¿x cosas pedfa también que el comprador averigUara la procedencia del
producto que compraba. Es muy fácil eludir el crimen de la codiCia
evocando que todo lo que posee ha sido comprado con su "propio"
dinero. La "compraventa", dice, no es justa "asf porque sf", o sea, el acto
de compra no es éticamente justo en sf mismo. "Es bueno comprar, pero
1o que se vende por su propia voluntad, tranquilamente, no lo que se
vende por pillaje".100
Para el esparlol el indio que osa quejane de los agravios que sufre
a la Audiencia del teniorio, esto es ya "grande desacato y señal de levan-
tamiento", cuando en realidad lo que pide -dice Quiroga- es "Ia justicia de
su injuria a los ministros de su rey".l03
Como cristianos que dicen ser los españoles que vienen a esta tierra
148
para cometer todo tipo de agravio, rcbo y maltrato a los indfgenas -y esto
1o hacen "casi todos"-, lo que menos "ven", ni quieren vgr, gs qug a lo
que vienen no es a "r€scatar" a ningrin esclavo como dicen, sino "todo lo
contrario". Aquf se esclavizan a hombres libres, sin otra justificación real
que la codicia, y "contra toda razón natural y divina y humana". Esos a
quienes se esclavizan son, como personas humanas, "templo espirinral de
Dios". La cita es de, esta vez de otro padre de la iglesia, San Juan Crisós-
tomo:
r49
de la imaginación de quienes se encuentran en España y no ven ni
conocen lo que aquf se practica. "Antes que cumplan los cinco años del
servicio que dice la ley [de Teodosio], y aun los dos, por maravilla es el
que queda vivo, o con la vida, cuanto más con la libert¿d a que ningrÍn
respeto se tiene. Ni hay memoria de tal ley ni facultad de libertarse aunque
sirvan Ciento". l06
Para Quiroga, una vez que esta tierra estaba sujeta a un "rey
cristiamsimo y tan católico" ella pasaba a ser desde entonces una tierra de
cristianos, "donde se publica y predica y recibe sin resistencia la palabra
y denunciación del Sancto Evangelio".l0T Los indígenas son ya
"fieles y cristianos por su mayor parte" y los que no lo son ya se
preparan para seilo, "sin resistencia ni molestia".l08
150
La fe cristiana es definiüvamente opuesta a la esclavitud a la que
someten los españoles a estos nuevos cristianos. Ser cristiano serfa
interpretado por los indfgenas -como lo estaba siendo en realidad- el ser
sacado de la libertad en que antes vivfan para ser convertidos por la vla
del hierro de rescate en esclavos de extranjeros invasores y depredadores
de cuanto vefan que podfa satisfacer su avidez insaciable de riquezas.
1 10 Id. Ibid.
l5l
CAPITULO V
EL METODO JURIDICO TEOLOGICO
153
y la misma Avila de Don Vasco,2 se desarrolla la enseñanza teológica a
través de grandes maestros que se disuibuirán por la península unos y
pasarán a América otros.
154
acreedor del mérito de ser nada menos el fundador del derecho inter-
nacional modemo.
156
Historia de la Iglesia (Vives). La defensa más tajante de los Santos Padres
como "lugar teológico" imprescindible, y del método escolástico basado
en la Sagrada Escritura la hace Melchor Cano.
r57
hombre en sf mismo era su punto de partida.g Para M. Andrés, entre la
mística española y el racionalismo cartesiano hay, a pesar de todo, no
pequeñas afinidades: el racionalismo se centra en el hombre que piensa,
mientras que los mfsticos no definen metaffsicamente las cosas, o sea, por
el género y la diferencia especffica, sino que describen una experiencia
de Dios en el hombre, que 10 entiende como imagen suya y que, a su vez
se transforma en É1. El punto común es, al fin, el hombre, que los
mfsticos conciben como totalidad de persona y espfritu. t0 Todo derecho
proviene de Dios. Por ser el hombre, por naturaleza, creado a imagen de
Dios, esa misma nafuraleza, es fuente de derecho. De ese modo,
dogmáticos, moralistas, espirituales y exégetas acercaron la teologla a la
vida y la metieron dentro de los problemas de los hombres. El valor de la
persona humana y la jerarqufa de los derechos constitufa la base de la
escuela teológico-jurfdica de Salamanca. I I
9 Idem, p.311
10 ldem, pp. 310-311
1l Idem, p. 337.
12 ldem, p. 342.
158
fueron escritos, de las respectivas culturas, del valor de la historia de los
pueblos, interpretada en el contexto de la historia de la salvación de toda
Ia humanidad cn la persona de Cristo, y de la orientación general hacia la
realidad humana como totalidad de naturaleza y espfritu, alma y cuerpo.
Gracias a eüo la exégesis bfblica y el estudio de la patrlstica tienen un
extraordinario desarrollo.
159
cuenta de su propia lógica de argumentación en vista a sus verdaderos
fines propuestos y/o velados.
160
toda obra buena"l4 produce la "ilusión" y la "fantasfa", " de manera que
viendo no vean y oyendo no entiendan".l5 La verdad para Quiroga no
está desvinculada de la práaica o de la "experiencia" de la "obra buena".
Pero además de quitarles la libertad, los informantes interesados en el
botfn de la conquista ya no pueden verni oir; se quedan ciegos y sordos
los que solo oyen a sus propios intereses y codicias.
l6l
Los errores provienen por no mirar bien las circunstancias, insiste.
Y también se engañan en eso los mismos naturales al üempo que los
hierran, "pensando que son esclavos, no sabiendo qué cosa sea serlo
entre nosotros".lS De no analizar, como se debe, la diferencia entre lo
que los españoles entienden poresclavitud y el "servicio alquilado" de los
indfgenas, se comete el error de herrar por esclavos a "millones", siendo
en verdad libres. Y esto porque "ni por guena ni por delito ni por otras
vfas, no sabemos que haya entre ellos esclavos verdaderos que se puedan
ni deban herrar, porque todos lo sacrificaban, y tampoco nuestra manera
de esclavos que es la que era entre los ciudadanos romanos.lg Este
método experimental le permite captar un hecho fundamental: no se puede
pensar la vida y las costumbres de esta tierra de la misma manera como se
piensa y se entiende en Europa. Asf, para la forma del uso del trabajo de
otras personas, como es el caso aquf de la esclavitud, es necesario tenerse
en cuenta que "nuestra nación española en manera de servicios y
servidumbres y costumbres es tan extraña y ajena y diferente de la suya,
que ninguna conformidad ni comparación ni conveniencia tiene con
ella".2o
r62
Coincide Quiroga con Luis Vives en la valoración de la experiencia
propia como "base de todo conocimiento".2l Para Vives y los mfsticos
que viven la vfa del recogimiento -de la cual también participa Juan
Gerson- "no se ocupan de la naturaleza del alma, sino de sus vivencias
inmediatas, suministradas por la experiencia cotidiana y enriquecidas con
la de otros, especialmente de un director espiritual experimenfado".22
Para ellos "no es larazón la que pone en contacto más estrecho con la
última verdad, sino la experiencia amorosa, por la cual el hombre se
transforma en Dios, que es la última verdad".23 La unidad entre sabidurla
y experiencia, conocimiento y práctica, escolástica y mfstica, es obra de
mfsticos españoles como Osuma, Santa Teresa y San Juan de la Cruz. La
experiencia ücne la primacfa en el ordenamiento mfstico, como fuente
segura de conocer y practicar. No enseñan los mfsticos sino 1o que
primero lo han experimentado. Se adelantan, en ese sentido, al espfritu
práctico tfpicamente modemo y al empirismo. Ciertamente las rafces de
esa filosofía y teología de la experiencia se encuentra en el realismo de
Aristóles y en Santo Tomás de Aquino (De veritate, q. 10 a.7 adZ) y en
la escuela mfstica del norte de Europa (irlandesa, holandesa y alemana).24
r63
lugar de alabar y conocer a Dios y ver y experimentar la bondad y
piedad cristiana, verán y experimentarán la crueldad de los malos y
cobdiciosos cristianos y deprcnderán a maldecir el dfa en que nacieron y
la leche que mamaron".26
ru
siglo XVI, a parte del hecho de que entonces entra a hacer parte del mis-
mo "método" del quehacer teológico entre los asf considerados "lugares
teológicos" de la teologfa hegemónica de la época.
165
Es notable observar en él la importancia que concede a los
escolásticos cuando alanzón humana en cuanto tal y a los filósofos deja
en último lugar y casi totalmente fuera del quehacer teológico.
b) Lugares probables:
l) El concilio provincial
2) La autoridad de los Santos padres
3) El consentimiento de los teólogos
c) Lugares ajenos:
1) La razón natural
2) La autoridad dc los filósofos".29
29 Ibid.
30 M. Andrés atribuye la renovación católica en España únicamente a los
l6ó
papel en la decisión de los "lugares teológicos" que deberfan ser incluidos
en su metodologfa. De todos modos su obra marca la cumbre evolutiva de
la renovación teológica que va del 1530 al 1570, pero que, por cierto, no
ha tenido ya ninguna influencia directa en nuestro obispo. Lo importante
para nosotros aquf es conocer la relevancia que adquiere el problema de
las fuentes para la teologfa católica en el siglo XVI, cuya influencia,
recuerda con razón M. Andrés, se dejará sentir prácticamente hasta 1962-
1965 en el Conciüo Vaticano II.
167
Véamos más detenidamente estas afirmaciones. Antes de todo,
decir que la Sagrada Escritura es la fuente básica de Don Vasco pareciera
no decirmucho, o decir lo obvio,'tratándose de un texto del siglo XVI
en el que se supone que la cultura cristiana es la dominante. Recordamos
que ello no habfa sido asf por siglos anteriores, en especial desde fines del
XII hasta fines del XV. Los movimientos de reforma, entre los cuales se
encontraban el eramismo y el luteranismo, reinvindicaban precisamente
eso: el retomo de las Sagradas Escrituras a su verdadero puesto de "lugar
teológico" privilegiado por excelencia de toda la reflexión cristiana. Pare-
ciera que la filosoffa escolástica, el nominalismo y el pensamiento
jurfdico, se imponfa por sobre la "irracionalidad" de la fe. El equilibrio
entre razón y fe logrado por Santo Tomás en el siglo XIII se encontraba
muy rápidamente deshecho. Sin embargo, ya lo dijimos más arriba, los
reformadores católicos, y aún más los erasmistas y luteranos, no crefan
en la posibilidad de una verdadera "rcnovación" o "reformación" de la
iglesia sin una auténtica "vuelta a las fuentes", especialmente bfblicas' La
importancia que recobran las Sagradas Escrituras a lo largo del siglo XVI,
lleva¡á a que por primera vez se definan, ya en las primeras sesiones del
Concilio de Trento, los libros que serán considerados canónicos por la
iglesia católica, la traducción latina conocida por la Vulgata hecha por
San Jerónimo Ga7420) como la única autorizada,3Z y el establecimiento
de cátedras de su enseñanza en las Universidades.33 La reforma
protestante por su parte hará una serie de traducciones vemáculas. Las más
famosas hasta nuestros.días es la del mismo Martín Lutero al alemán y la
del King James al inglés.
1ó8
Hemos visto más arriba que para Quiroga San Ambrosio pareciera
hablar a los cristianos españoles de esta tierra por la codicia que hace
cegar a los que la pracücan, incapacitándolos de ver la situación de
opresión y destrucción a que tienen sometidos los indfgenas.
t69
como lo acostr¡mbra a hacer, de los más desechados y olvidados y en
menos tenidos".40 Cita en seguida a ouo texto de San Pablo de la misma
primera carta a los Corinüos en la que confirma la predilección divina por
los que el mundo tiene por necio para confundir a los sabios y por los que
el mundo tiene por débil, para avergonzar a los fuertes.
170
El acento no está aquf en la acción de Dios, quien para euiroga es,
en última instancia, el que evangeliza, sino en la acción de unos
"apróstoles" que no úenen ya las mismas virn¡des que los de antes. Las
consecuencias de ello las tendrfan que padecer los que serán así
"obligados a practicar el bien", a convertirse y aceptar sin más resistencia
al "imperio de los cristianos".44
44 Idem, p. 145
45 Véase I. D. III, 171-173, pp. 159-160.
46 San Juan Crisóstomo en su comentario a la primera carta a los corintios del
apóstol Pablo, le da la opoñunidad a Quiroga para decir que aquí el
17r
La teología jurídica
Hemos indicado anteriomente la importancia que los argumentos
jurfdicos adquieren como "lugat teológico" para la gefrcración que realiza
la renovación de la teologfa en España uniendo el humanismo con la
escolástica.
r72
Derecho nuevo de profunda rafz teológica. Milqufades Andrés, por su
vez, prefiere incluir toda la cuestión de una teologfa jurfdica bajo los
términos de la teologfa moral, considerando el hecho de que el campo en
que acnian es el mismo y que su proceso de renovación cone paralelo.50
173
batalla campal, cuando los españoles no hacfan más que defenderse".55
¡La caridad cristiana deberfa, según su lógica, someterse a lo que los
españoles consideraran como "lfmites justos", sin importarse por la
muerte de "algunos" o "muchos" indios! Pensar la realidad de la
conquista únicamente a paÍir del "centro" de poder como lo hace Carro,
es correr el riesgo de falsificarla e invertirla. ¡Oprimidos y agraviados
terminan siendo los españoles, no los indfgenas!
55 Ibid., p. 23.
5ó M.Andrés, op. cit., p. 507.
r74
supuesta existencia del sistema eufopeo de esclavitud entre los habitantes
del Nuevo Mundo.
r75
ordenarzas, etc.); la guelra justa (por parte de los españoles); la guerra de
legltima,defensa natural (por parte de los indígenas) y la esclavitud.
Aunque sean todos temas ya tratados en capftulos anteriores volvamos un
poco a ellos para situarlos bajo la óptica del "método".
r76
es la problemática por que se enfrentan más tarde Las casas y sepúlveda
en 1550 en Valladolid. Ya conocemos la posición que asume nuestro
obispo en esa polémica. En la I. D. se apoya é1, explfcitamente, en Juan
Gerson en su obra De potestate ecclesiastica et origine juris. No
niega, entonces, que "entre infieles e injustos pecadores existe justamente
tal dominio (sus propios derechos, dignidades, leyes y jurisdicción),
porque no se funda en la caridad ni en la fe, y permanece en ellos,
guárdese o no la caridad; pues el dominio civil o polftico es un dominio
introducido con ocasión del pecado",60 es decir, es de orden natural e
histórico, no de orden divino,y sobrenatural. Pero, con el mismo jurista y
teólogo afirma el poder de la Iglesia en relación a la edificación de
otros pueblos, "mayomente de gente bárbara como ésta". Repite, citando
al mismo "doctor christianísimo", que "dicho poder es tan grande, cuanto
Cristo, legislador sapientfsimo, previo que bastarla para la continua
edifrcación de la lglesia, su esposa amadfsima, a quien fortaleció y dotó
con su propia muerte. Arrebatarle ese poder serfa impiedad sacrllega y
mucho muy indigna".61
El mismo Quiroga comenta este texto diciendo que este poder debe,
sin embargo, ser "refrenado" por la misma "Iglesia y cristiandad y
cabezas della", es decir, por el papa y sus ministros, la sociedad
cristiana en general y por sus "cabezas" (rey, funcionarios reales, etc.),
ya que se trata de un poder "dado por Dios para edificación de su Iglesia y
miembros della y no para destrución".62
177
Por eso, de no ordenar como se debe y segrin su parecer, el resultado será
la destrucción, no la edificación que es lo que pide la bula de
donación, los teólogos y la "conciencia" de los españoles.63
178
misterios della y al verdadero conocimiento de su criador y de las cosas
criadas".68 Ante el poder de la lglesia, todos los demás poderes se
declinan, ya que, en última instancia, el poder temporal debe subordinarse
al espiritual. Para Gerson la potestad eclesiástica tendrfa "cierto" do-
minio regitivo, etc.. Quiroga, convencido del poder de la cristiandad y
sus cabezas, parece fonar las mismas palabras de Gerson como si éste
dijera más bien que, para el orden y poücfa que é1 concibe para las Indias
"no podrfa a lo menos faltarel poder y dominio regitivo, regulativo,
etc".69
179
interesa.Tl Ante la complejidad de la realidad histórica de las lndias y de
la nueva situación en que se encuentran sus habitantes, el desconcierto de
nuestro obispo es grande. De atú el echa¡ mano de conientes teológicas
distintas, hasta encontrar en Tomás Moro, un jurista cristiano que en su
obra hace ya una crftica a la sociedad capitalista futura, la iluminación de
Dios de un ejemplo de sociedad que remediara todos los males del sistema
colonial que se instaura con la conquista y "pacificación" o
sometimiento de los disüntos pueblos y sus culturas.
?1
Hemos visto, a título de ejemplo, a lo largo de este nuestro estudio, la
utilización especial que hace Quiroga de Cayetano Vío y Gerson. Las
conclusiones que saca de esos autores en los comenta¡ios que teje en
seguida, van más allá de lo que los textos mismos querrían decir. Veremos
en nues¡ro próximo capítulo, esta misma apropiación del pensamiento de
Tomás Moro.
72 Véase P. Suess, op. clt., pp. 29-33. V. Carro, op. clt., pp. 152-156.
r80
Por otro iado, alejándose de la misma "experiencia", y dejándose
llevar por la legalidad dominante y dominadora vigente, Quiroga justifica,
como hemos visto, hasta la guerra 'Justa" de conquista, la destitución de
la legftima jurisdicción del señorfo indfgena y, por supuesto, el derecho
espaflol que le viene por ser cristiano y súMito de la corona, de derrotar
la "antiguaüranfa" yest¿blec€r un "orden y policfa" nuevos que uniera a
los intereses de "todos".
181
creemos que querer conciliar la conquista y el sistema colonial con el
mensaje esencialmente liberador del evangelio, no es r¡na tarea fácil, ni
mucho menos factible, -aún para los mejorcs y más bien intencionados
cristianos del siglo XVI- sin colrer el riesgo de crear una teologfa
metodológicamente frágil y ambigua.
182
CAPITULO VI
LA UTOPIA POLITICA.RELIGIOSA
UNA IGLESIA RENOVADA EN EL
NUEVO MUNDO
183
establecida, siendo capaz, por lo tanto, de pensarno solo la "totalidad" de
la realidad existente, sino también de imaginar un orden futuro distinto y
dirigir toda su acción hacia la construcción de ese orden nuevo como
históricamente posible aunque no plenamente realizable.
184
Silvio Zavalaen un estudio de 1937 titulado "La 'utopfa'de Tomás
Moro en la Nueva España",2 compara las ordenanzas3 de Don Vasco
de Quiroga con La Utopía de Tomás Moro, para concluir que la in-
fluencia del jurista inglés en el primer obispo de Michoacán es evidente.
En muchos de los puntos esenciales Quiroga prácticamente los copia de
Moro. Asf, por ejemplo, en lo relacionado a la propiedad comunal de los
bienes, de la organización del trabajo y de la distribución de los
productos, de las ceremonias y fiestas religiosas, de la estructura famiüar,
etc.4 Pero los tiene que adaptar a la realidad concreta que encuentra en
México y Michoacán.s
185
precisamente la concepción de una sociedad nueva posible, distinta de la
europea, una vez que existen condiciones materiales y espirituales
suficientes para ello, inclusive "en abundancia". T Don Vasco es "utópico"
no apenas porque sus Hospitales de Santa Fe y las Ordenanzas que los
rigen tengan muchas semejanzas con La Utopía, sino porque cree que
es posible construir una sociedad nueva en un lugar distinto consi-
derado también "nuevo" para los europeos, a partir de elementos hu-
manos tOdavía no contaminados por los "vigios" de una SOCiedad que ha
cambiado a su Dios por el oro, Y hecho del hombre sencillo destituido de
poder, objeto vil de explotación por otros hombres llevados por la
"codicia" y el deseo de enriquecerse fácilmente.8
Claro que para esto nuestro obispo tendrá sus inspiradores, y los
casos de Luciano y Moro son los que le parecen relacionarse más de cerca
a los problemas de una realidad "nueva" que tiene ante sus ojos. Con
Luciano dirá que ésta se asemeja a la "Edad de oro" descrita por aquél en
sus Saturniales. Moro, por su vez, le parecfa haber conocido perso-
nalmente las Indias y escrito 1o que mejor le convenfa como si hubiera
sido inspirado por el mismo Espfritu Santo.
186
niegan y lo desconogerl 9 Asf el "Nuevo Mundo" representa, en la mejor
de las intenciones europeas, la opornrnidad para realizarsuutopfa.10
187
texto, escrito en la ciudad de México en 1535, a escasos cuatro años de su
llegada a la Nueva España y aún actuando como oidor de la Segunda
Audiencia, pero suficientes, por su vasta experiencia, para elaborar e
intentar llevar a la práctica "la primera utopfa propiamente americana".
188
La cristiandad colonial novohispana y el proyecto
utópico quiroguiano
189
jerarqufa que regfa el universo partiendo del mismo Dios hasta alcanzar el
último hombre de la escala social: el esclavo negro y el indfgena -los
"casi-hombres"- y el conjunto de la naturaleza que, por supuesto'
pertenecen a los hombres "superiores", los que están más cerca de Dios,
o sea, el Papa y los cristianos.
13 E., Dussel, op. cit., loc. cit.. Nos referimos a la "totalidad" domi¡ante
y "exterior" a la misma, se encont¡aba
aunquet en realidad, mrás allá de ella
la gran mayoría de la población indígena, lo mismo que un creciente número
de esclavos negros, pese a que fueran ya formalmente bautizados antes de
embarca¡se.
190
En conformidad a esos datos que le daba a nuestro obispo su
"propia experiencia" de la vida novohispana, le era muy fácil predecir un
futuro nada alagador a estas tierras, y eso dentro de un perfodo de üempo
relaüvamente corto, a ejemplo de lo ya sucedido en las Antillas.
14 I. D., I, 4, p. 48.
15. Ibid.
16 I. D., Itr, 198, p. 175. El subrayado es del texto de Quiroga.
191
tierra y naturales, y preservativo de las injurias y fuerzas y agravios y
opresiones que se les hacen en ella [...] que no se consuman y acaben en
breve, como se han consumido y acabado los demás de Islas e Tiena
Firme".l7 A través de una "buena y recta administración de justicia" y
"todo conforme a su arte y manera de vivir y docilidad" de los habitantes
naturales de esta üerra, se lograrfa que, por un lado, ellos "no oyesen
nuestras palabras y no viesen la repugnacia de nuestra conversación y
obras contrarias a ellas", y por el otro, que los españoles sirvieran a Dios
"sin tanta solicitud y cobdicia" a la vez que cumplieran con las
obligaciones de la bula e instrucciones del papa y del rey en cuanto al
gobiemo, doctrina, instrucción y pacificación como "apóstoles" que
son. 18 La preocupación de Quiroga cuando propone su "parecer" o su
modelo de sociedad para Nueva España es, como vemos, lograr una ar-
monía y coherencia entre la predicación del evangelio ("nuestras pala-
bras") y la práctica de la justicia ("nuestras obras"). De lo contrario el
cristianismo no sería credible por estos nuevos convertidos y más bien
objeto de burla y "repugancia".
r92
Información. Las obras son las que más fácilmente establecen la
comunicación entre ambos "mundos". Las palabras, como acto segundo,
vendrfan a confirmar o contradecir los hechos concretos. En el primer
caso esas palabras cumplirfan con la finalidad considerada "principal" de
justificar la presencia de los españoles en el Nuevo Mundo, o sea, la
evangelización y "conversión" de los naturales a la fe cristiana. En el
segundo caso, en que las obras fueran confiarias a las palabras, la
espeñurza de la construcción de una "iglesia renovada" se vendrfa abajo y
todo se echarfa a perder, porque tampoco serfa posible la permanencia de
los españoles en estas üenas.
Sin embargo vemos que para nuestro obispo era necesario que la
evangeüzación del Nuevo Mundo estuviera mediada por una sociedad
colonial en que los intereses de Dios, de su Iglesia comandada por el
Papa, y de su Majestad, estuvieran en armonfa con los intereses de los
españoies e indfgenas ("pobladores y naturales"). El problema ético de la
conciencia que deberfa ser "descargada" para tranquilidad de "todos",
estaría finalmente resuelto, y ya no se volverfa más a cuestionar la
"justicia" de la acción conquistadora realizada por España cuando
desütuyó a los soberanos indígenas de su poder de jurisdicción y dominio
de sus propias tierras. En ese caso no se les estarfa más cometiendo un
"agravio". Lo que "perdfan" era menor en comparación con el bien que
en cambio recibirfan.
193
La comunidad, una utopía cristiana
r94
La comunidad, por lo tanto, no fue una "invensión" de Quiroga,
ni de ninguno de sus inspiradores inmediatos. El cristianismo como
religión de un pueblo oprimido de la periferia del imperio romano, habfa
contrapuesto la vida comunitaria, -"signo" de una praxis nueva en la
relación entre los hombres-, al egofsmo de la sociedad establecida. Era la
garantfa de que se trataba de un mensaje definitivamente nuevo y
bueno, principalmente para los pobres. A lo largo de la Edad Media ese
mismo cristianismo habfa perdido -ciertamente- mucho de la tradición
comunitaria de la práctica del mensaje evangélico. Al dejar de ser una
religión de perseguidos y sin poder, es, en cambio, en el siglo XVI, una
religión de perseguidores y de hombres poderosos; los que se jactan de
ser los portadores de la "civilización" a todos los demás "bárbaros" de las
tierras lejanas hasta entonces desconocidas por ellos. El cristianismo se
habfa "desviado" de sus orígenes. Para los movimientos reformadores era
urgente -ya lo hemos visto- el "letorno a las fuentes", y ese retomo no
deberfa quedarse en palabras, principalmente cuando se trataba de
convencer a quienes solo podrfan entender hechos. Pero en los orfgenes
del cristianismo estaba la comunidad. Era a través de ella que los
cristianos daban testimonio de su fe y los "gentiles" podfan entender
que se trataba de algo nuevo en las relaciones humanas, que inroducfa
una forma de igualdad y justicia entre sus miembros, lo que no era
conocido ni mucho menos llevado a la práctica por ninguna de las
reügiones incorporadas en el panteón del imperio. Más que las palabras,
era la práctica comunitaria lo que estaba por detrás de la exclamación:
"Vean como se amant'.
r95
Entre la "primitiva" y la "nueva" iglesia hace algunos paralelos
fundamentales que gustarfamos de resaltar. Ambas se hallan en el
momento del "nacimiento" de una realidad nueva en la historia. No es de
extrañarse que en el contexto del movimiento de "retomo a las fuentes",la
iglesia primitiva adquiera el papel de ejemplo paradigmático para el nuevo
proceso evangelizatorio. Pero, si bien haya algo fundamental en común
entre esos dos momentos históricos de la iglesia, en especial en cuanto al
contenido del proyecto a realizar, o sea, el de anticipar en este mundo el
Reino de Dios, sin embargo las condiciones reales son bastantes distintas.
25 Ibid..
26 I. D., III, 184, pp. 167-168,
196
Recuerda además, nuestro obispo, del efecto que la penecución
tenía para esas dos iglesias. Los perseguidores de la
iglesia primitiva
pensando que la destrufan con tanta sangre como' derramaban de los san-
tos mártires, más la edificaban. En cambio, "nosotros", viniendo a edi-
ficarla, con nuestros malos ejemplos y obras, peores que de infieles, así
la destrufmos.27 Paradójicamente los infieles que habfan perseguido la
iglesia primitiva le habían hecho mayor bien que lo que los cristianos
estaban haciendo a los neófitos de esta "nueva iglesia"!
r97
Quiroga tenfa suficiente conciencia de la diferencia entre las
situaciones históricas de la iglesia primitiva y la de su tiempo, pero ello no
le quitaba el tener un fondo común en cuanto a que ambas eran "pri-
mitivas", es decir, ubicadas en el inicio de un nuevo proceso histórico, y
el carácter de inspirador ejemplar que ejercfa la primera. De hecho la
iglesia primitiva es un ejemplo a tomarse en cuenta no solo cuando se
replantea el problema de la vida comunitaria de los cristianos, sino
también en cuanto a la actitud que ésta asume ante una cultura diferente al
judeocristianismo como la del mundo grecoromano. La iglesia primitiva
habfa sabido superar el condicionamiento cultural y religioso del judalsmo
en el que habfa nacido. El Concilio de Jerusalén, realizado entre los años
4849, había tomado como tema principal y único el de la relación entre
evangeüo y cultura.29 Los "gentiles" ya no tenían que ser circuncidados y
aceptar la ley de la Torá judfa para recibir el bautismo y ser cristianos. La
lfnea de la catoücidad y de la inculturación llevada adelante por Pablo,
BemaM y el mismo Pedro, se había impuesto al etnocentrismo judfo de
los cristianos de Jerusalén, reunidos principalmente en tomo a la figura de
Sanüago. El hecho de haber quedado dos versiones diferentes de las actas
ñnales de ese Concilio, el primero realizado en la historia de la iglesia,
-los textos de Hechos 15 y Gálatas 2- nos indica que la disputa no fue
sencilla de resolverse. La tesis universalista logró imponerse más por la
práctica (misionera) que por las discusiones teológicas.
r98
status muy diferente a la de sus inicios históricos, a punto de ya no
distinguirse en nada fe cristiana y cultura eurcpea occidental. En ese
contexto ya no habfa tampoco ninguna distinción enüe conquista armada
y conquista "espiritual" de ot¡os pueblos.
r99
facilidad cómo nuestro obispo puede conciliar pensamientos a primera
vista tan diferentes como los que hemos venido estudiando, especialmente
en cuanto a los problemas de la guena justa, la esclavitud, el derecho de
los espafroles y la corona de ejercer su dominio y de predicar una religión
extranjera a otros pueblos, de reorganizar su mundo en conformidad a
intereses ajenos, etc.
2N
la puesta en práctica de un proyecto polltico-religioso muy concrcto. Ese
proyecto consistía, ante todo, en una polftica de juntar en pueblos y
ciudades a los indfgenas que se encontraban "derramados por los
campos", que, según é1, "son casi todos, salvos éstos desta comarca en
derredorde México que están algo más juntos[...], donde se les puedan
dar ordenanzas buenas, que sepan y entiendan y en que vivan, y se pueda
tener cuenta y nzóncon ellos".37
20r
mismo Quiroga la hace, es la siguiente: ¿Qué es lo que le confiere derecho
a algunos españoles de decidir cuál es la mejor forma de sociedad y "lo
mejor para las Indias, sin que fuera agraviado ningrín natural en sus
derechos? Nos contesta nuestro autor que "por 10 que tengo visto y
entendido de las cosas destas tierras, cuase por cierto tengo que entre
éstos no habfa reinado ni señorfo ni subcesión ni posesión legftima
ni razonable, sino tiranía".43 Por ese motivo no se les estaría haciendo a
estos nan¡rales agravio en sus derechos si se les diera "la orden de mi
parecer u otra semejante".44
w2
La crltica de Quiroga, repetimos, no se dingfa a ese "derecho-
deber" de los españoles, sino al proyecto que se estaba imponiendo en el
Nuevo Mundo en ese momento de excesiva explotación de los recursos
naturales y humanos, guiados más por "nuestro interese y cobdicia
desenfrenada" que por lo que manda Dios, el Rey y sus instn¡cciones.
Por otro lado, el "remedio" que proponla nuestro obispo, tenfa como fin
el hacer posible un proyecto que él llamaba de "edificación" y no de
"destrucción" como el que se venfa practicando. Hacfa coincidir,
entonces, su proyecto utópico condensado en su "parecer", con las
mismas instn¡cciones de la Bula de donación del papa Alejandro VI y las
provisiones de su Majestad. El punto común que unfa esos proyectos era
el de la "edificación de la Iglesia".48 En otras palabras, lo que Quiroga
deseaba sería la puesta en la prácúca de los deseos más profundos del
Papa y de su Majestad.
203
distorsiones éücas individuales, sino expresión de la iniquidad inherente
al mismo sistema colonial.4g Por no encontrarse en una situación de
cristiandad, la iglesia primitiva era vfcüma, no parte del poder imperial.
Por eso la persecución evangelizaba y no era impedimento para la
edificación de la iglesia, mientras que en el siglo XVI era "gran escán-
dalo" y causa de la "destn¡cción" de que nuestro obispo era testigo.
2M
Los Hospitales de Santa Fe y el Colegio de San
Nicolás
205
nisacerdote secular, tuvo que recibir antes todas las ó¡denes mayores y
menores de una sola vez para poder acceder al episcopado.
26
de donación papal y las édulas reales; los esparloles se beneficiarlan de
sus "derechos" que les daba el haber derrotado a los "tiranos" indfgenas y
vencido y humillado a sus dioses e fdolos paganos. Sin embargo Quiroga
sabfa que lo que proponfa para toda la sociedad novohispana no se
llevarfa a cabo si no se comenzara a actuar inmediatamente con los recur-
sos económicos y políticos que tenía. - Para eso crea sus pequeñas
comunidades, los hospitales-pueblo de Santa Fe, con una estructura
suficientemente abierta como para poder expandirse 1o máximo posible.
De estos hospitales nos dice Charles Cibson que "aunque su historia
efectiva fue breve y su población pequeña, Santa Fe fue el más puro de
los esfuerzos por remodelar la vida indfgena en términos cristianos
humanistas como expresión práctica de la convicción intelectual y moral
de los primeros misioneros en México".57
2m
Antes de describir, aunque someramente, qué fueron histó-
ricamente esos hospitales-pueblo, sus realizaciones y dificultades, que-
remos intentar responder a algunas preguntas que se pueden hacer: ¿por
qué Quiroga funda "hospitales" y por qué un "colegio"? ¿En qué senüdo
aplica el término "hospital" a esas comunidades? ¿Cuáles son los
objetivos explfcitos dados por é1en fundarlos? ¿Qué es un hospital en el
contexto de la "civitas chrisüana" medieval?
60 Albert Houssiau, "L' Eglise dans la cité antique", artículo en mlmeo, sin
lugar ni fecha, p. 7.
61 Carmen Venagas Ramírez en su obra sobre el Régtmen Hospltatario
para indios en la Nueva España, SEP-INAH, México, 1973, p. 4O
considera que en general los hospitales en Ia Nueva España funcionaron
208
Para conocer las intenciones de Quiroga en fundar sus pueblo-
hospitales, los tipos de actividades que allf se realizaban, lo mismo que
los efectos que ellos producfan, son indispensables los siguientes
documentos: el Testimonio del proceso de residencia del Lic.
Quiroga (1536)62 y las Reglas y Ordenanzas (escritas después de
1534). En su Testamento Don Vasco se preocupa principalmente del
Colegio de San Nicolás. Aunque no se trate de una fuente propiamente
dicha, el libro de J. J. Moieno también ofrece informaciones valiosas
especialmente en cuanto al sistema educativo.
M
De Santa Fe de México dice que "allf también se curan los
enfermos, y se entierran a los muertos de la comarca; y se recogen los
perdidos t...1 y peregrinos indios, y se c¿rsan los huérfanos, y se bautizan
los infieles, y se doctrinan y enseñan los ignorantes". También ahf "se
excusan y remedian muchas fuerzas, robos e agravios, que se hacfan a los
que por allf pasan y concurren, de donde tarde, mal o nunca con-
curriemn muy voluntaria y devotamente a oir los sermones, misas y
oraciones y oficios divinos; y donde en fin se hacen y ejercitan todas las
obras de misericordia espirituales e corporales". Llevados por el mismo
buen ejemplo de vida cristiana que ahl se vive, al igual de lo que ocure en
Michoacán, los comarcanos "de su libre y agradable voluntad"
descubrieron sus fdolos que tenfan enterrados hasta entonces y los
entregaron a los moradores del Hospital donde se quemaron. Asf también
se han extirpado otras muchas idolatrfas y borracheras de toda aquella
tierra comarcana.64
64 Id. Ib¡d..
65 Idem, p. 149.
2ro
novohispana, inclusive del mismo arzobispo de México, Juan de
Zvnírraga, de religiosos que trabajaban en los hospitales, de algunos
intelectuales y, principalmente, de los mismos indfgenas que acudfan con
gusto a Santa Fe donde recibfan mejor cuidado y atención, solo podfa
preocupar a los que asistfan crecer ante sus ojos una forma diferente de
colonización que no buscaba provechos penonales del trabajo indfgena
sino el desarmllo de sus comunidades , al mismo tiempo que cumplfa a la
letra los objetivos ideológicos que justificaban la conquista y ocupación
española de estas tierras, haciendo de los naturales mejores súbditos de su
Majestad y mejores cristianos.
Más que un relato de cómo eran los Hospitales-pueblo de Santa Fe, las
Reglas y Ordenanzas son una "declaración y protestación de la
intensión (sic) del fundador" (R. O. en J. J. Moreno, op. cit., p. 25);
por lo que no se debe necesariamente deprender de que ellas hayan sido
llevadas literalmente a la práctica.
2tl
Principal y regidores ejercfan el gobiemo ordinario del hospital
siempre de acuerdo con el rector -éste generalmente un sacerdote-
reuniéndose cada Íes dfas.
A parte del trabajo en tierra común, cada familia podfa trabajar una
pieza de tierra o huerto cercano a sus casas, sobre la cual tenfa el
usufructo perpetuo mientras fueran moradores del hospital.
2r2
En las estancias del campo debfan criar aves de toda especie, tanto
de Castilla como de la tierra (pavos), ganados como ovejas, cameros,
cabras, vacas, puercos; y animales serviles entre los cuales recomendaba
los bueyes que podían aguantar trabajos pesados, eran menos costosos y
se les podfa aprovechar la came, el cuero, el sebo para satisfacer las
necesidades del hospital.
213
Recomendaba que en cuanto a la administración de la justicia entre
los moradores del hospital, incluyendo el rector y regidores, que se
solucionaran los pleitos y problemas entr€ sf, siendo todos partidarios de
la verdad y sin rrecesidad de buscar juez fuera, lo que serfa más costoso y
con poco resultado. Conclufa a este respecto que "haMis de ser en este
hospital todos hermanos en Jesucristo con vfnculo depaz, y caridad".
La edad legftima para casarse los varones era de catorce años hacia
arriba y las mujeres de doce. Debfan casarse preferiblemente entre las
mismas familias del Hospital o, en su defecto, "con hijas de los comar-
canos, pobres, y todo siempre segrin orden de la Santa Madre Iglesia de
Roma, y no clandestinamente sino si posible es con la voluntad de los
Padres, y Madres naturales y de su familia".
Los que quisieran salir del hospital 1o podrfan hacer con las debidas
licencias del rector y regidores; y hacia adonde fueran que llevaran sabido
y
la docuina y policfa sanas y católicas los oficios que hubieran
aprendido, y lo enseñaran a otros además de servirse a sf mismo de ellos.
214
No podrfamos dejar de referimos también aquf, aunque de manera
igualmente breve, a lo que fue el Colegio de San Nicolás en el contexto de
la obra quiroguiana y su utopfa.
215
clero que ordenará luego el Concilio de Trento. Sin embargo el proyecto
educativo de Quiroga iba más allá de las propuestas conciüares ya que se
trataba de un lugar de encuentro racial e intercultural.T0
216
CONCLUSIONES
217
atención de los estudiosos en las ríltimas décadas, ha sido el aspecto que
llamarfamos constn¡ctivo-material de la obra quiroguiana como fueron la
creación de los hospitales de santa Fe y del colegio de san Nicolás.
Infelizmente la imprcsión que se deprende de un buen número de esos
trabajos es la supuesta existencia de una coherencia a toda prueba, y una
ausencia de contradicciones tanto en la obra como en el pensamiento de
nuestro obispo. Nada más falso que eso.
218
El famoso debate Las Casas-Seprilveda reaüzado en 1550 en
Valladolid üene la virn¡d de indicamos la complejidad de la situación y la
imposibilidad de clasificar dos grupos claramente, distintos y anta-
gónicos en relación a las lndias, como si fueran dos bloques con sus
lfmites perfectamente establecidos y sin ninguna interferencia enue uno y
otro. En este caso ¿qué estarfa haciendo Quiroga en el grupo de los
encomenderos, en la defensa del sistema de encomienda y del de¡echo
"legftimo" de los españoles de conquistar y someter a las poblaciones
indfgenas bajo el poder de la corona, cuando éstos eran, en Nueva
Esparla, los principales enemigos de sus hospitales y responsables por la
práctica generalizada de esclavitud y todo üpo de "agravio" en contra de
los naturales?
2r9
primer obispo de Michoacán era a nivel merÍImente cultural y lingufstico.
En este sentido el Colegio de San Nicolás serfa la fundación quiroguiana
de mayor significado histórico, y lo que "lo hizo adelantarse a su época,
al intentar desde años tan tempranos la labor integradora de razas y
culturas que viene siendo el problema de un México múltiple".4
220
Por todo 1o que hasta aquf hemos dicho a propósito de la figura de
Don Vasco de Quiroga, reconocemos la riqueza y actualidad de su
pensamiento. No en vano se preocupan las generaciones de esta ríltima
parte del siglo XX en estudiarlo. Segin nuestra manera de ver, su
actualidad se debe a una serie de problemas que propuso a la
"conciencia occidental"y por las soluciones que a su manera procut'ó dar.
Entre los problemas hemos encontrado principalmente los relacionados a
la'Jusücia" de la guerra; el derecho español de someter a ot¡os pueblos
para la imposición de una cultura, religión y forma de gobierno
"superiores"; la incompatibilidad de la esclavifud y toda clase de explota-
ción del trabajo de aquellos a quienes, ya dominados, se les quiere prcdi-
car el evangelio (problema de la coherencia enre palabra y acción); la
posibilidad de la evangelización en libertad aún denuo del mismo sistema
colonial;etc..
22r
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247
INDICE
INTRODUCCION 9
CAPITULO I
EL CONTEXTO HISTORICO 21
CAPITULO il
LAS FUENTES TEOLOGICAS Y FILOSOFICAS 45
La Sagrada Escritura 47
Los Santos Padres 51
Los Teólogos y Filósofos juristas 56
CAPITULO ilI
EL INDIGENISMO QUIROGUIANO .. 75
La "Edad dorada" 76
Los tarascos michoacanos ... . 81
82
- Antcc edentes históric o-culturales
de la
- Estructu¡a socialy política al momento
conquista española en eI siglo XVI 85
24:9
- Modelo "teocrótico" de Ticáta¡ne en la conquista
michoacana del siglo XII 88
La "policfa mixta" 9r
CAPITULO IV
LA CUESTION DE LA ''CUERRA JUSTA'' Y LA
ESCLAVITUD INDICENA r05
CAPTTULO V
EL METODO JURIDICO TEOLOGICO . 1s3
CAPITULO VI
LA UTOPIA POLITICO-RELIGIOSA
TINA ICLESIA RENOVADA ENT EL NUEVO MUNDO 183
CONCLUSIONES 2r7
BIBLIOGRAFIA 223
2fi