Taller de Reflexión Escrita - Caso Malala

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Taller de reflexión escrita. Caso Malala.

Carolay Mercado Geliz

Ética, Servicios y Operaciones Microfinancieras (2455328), Servicio Nacional De Aprendizaje

Centro de la Industria, la Empresa y los Servicios Regional Huila.

Estudio de Caso: “Yo soy Malala”

Instructora. Diana Carolina Aldana Ticora

27 de feb. de 22
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Introducción

En esta época es de gran importancia reconocer el impacto que tienen las acciones humanas

sobre nuestro entorno y las personas que nos rodean, es sabido que hoy día estamos vivenciando

múltiples actos que vulneran nuestros derechos humanos, es por esto que analizaremos la historia de

Malala Yousafzai una joven de 16 años se había atrevido a levantar su voz para defender el derecho a la

educación de las niñas de Pakistán. En nuestro análisis realizaremos un contraste de la historia en

estudio, con las vivencias de nuestro entorno y nuestro país Colombia.


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Objetivos

Contrastar la historia de Malala Yousafzai con casos de violencia en Colombia que asemejen la

vulneración de la dignidad humana.

Reconocer el impacto que tienen las acciones humanas sobre nuestro entorno, y el respeto por

los derechos humanos universales desde el punto de vista analítico basado en las situaciones expuestas

en el anexo Yo soy Malala.

Identificar los actos que violentan los derechos humanos de las niñas y niños en nuestro entorno

para lograr reflexionar y lograr reflexionar sobre el valor del otro ser humano y de uno mismo.

Entender de qué forma podemos colaborar para lograr defender correctamente nuestros

derechos y de los demás seres humanos.


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Estudio de Caso: “Yo soy Malala”

La conmovedora historia de Malala Yousafzai una joven pakistaní, quien se negó a ser silenciada

y luchó por su derecho a la educación, con quince años de edad estuvo a punto de pagar con su vida el

precio de luchar por sus anhelos. Le dispararon en la cabeza cuando volvía a casa de la escuela, Malala

había empezado a ir en autobús a la escuela luego de un año de amenazas por pronunciarse

públicamente sobre su descontento hacia la prohibición de la educación de las niñas en su país por parte

de los talibanes, quienes piensan que las niñas no deben ir a la escuela y deben mantenerse ocultas.

Los talibanes un grupo terrorista que en el libro Malala describe sus disposiciones de la siguiente

forma; obligaban a los hombres a dejarse barbas tan largas como linternas y a las mujeres a llevar burka,

prohibían que las mujeres se rieran alto o que llevaran zapatos blancos, porque éste era «un color que

pertenecía a los hombres». Se las metía en la cárcel y se las golpeaba sólo por llevar las uñas pintadas,

también quemaban escuelas de niñas entre otras atrocidades.

En su relato Malala cuenta la historia de una mujer llamada Shahida que trabajaba para su

familia, tenía tres hijas pequeñas y que con sólo diez años su padre la había vendido a un hombre

anciano que ya tenía una esposa, pero quería otra más joven. Esta historia se parece a la de una amiga

de mi abuela, en su adolescencia fue prácticamente vendida a un hombre mayor de apellido Ibáñez, se

dice que a su padre se le entrego varias cabezas de ganado como pago por su hija. Esta misma historia

se repite hoy día en la alta guajira colombiana, donde aún se venden niñas o se arreglan matrimonios

forzados. En esos matrimonios forzados las obligan a parir, a trabajar como mulas, les niegan todo

acceso al dinero, a los elementos de cuidado personal, a la escuela, al gobierno comunitario, a alzar la

voz, y generalmente son golpeadas por su esposo. Aunque no nos demos cuenta en esta parte del país,

hay una pequeña semejanza con Pakistán.

Malala también nos cuenta que había una hermosa joven de quince años llamada Seema, que

estaba enamorada de un muchacho y que, por mirarlo coquetamente, fue envenenada por su familia, ya
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que era una vergüenza ser coqueta. Esa cualidad les pertenecía a los hombres, y para cubrir este acto

tan horrible dijeron que se había suicidado.

En mi comunidad se conoce la historia de Marciana, que en su juventud fue violada por su

padrastro, al llegar al matrimonio su esposo la devolvió después de la noche de bodas porque ya no era

virgen. Esta señora quien guardo silencio por miedo al que dirán y a las represalias que pudiera tener su

padre contra su padrastro. Como esta se conocen historias de niñas que han sido violadas, se han

suicidado y la familia no reacciona, dando a entender que todas estas acciones tienen un trasfondo

familiar bastante oscuro.

Malala y su familia me resultan personas muy valientes, luchar en un país extremadamente

peligroso, sobrevivir a todas las adversidades, el inicio del matrimonio de sus padres que fue bastante

triste. La fortaleza y perseverancia del señor Ziauddin Yousafzai, quien no se rindió y lucho por sus

sueños de construir una escuela, aunque fueron empañados por los Talibanes, me recuerda que debo

seguir esforzándome día a día para ser una mejor persona, una excelente profesional.

De mi personalidad destaco la fortaleza que he tenido desde mi niñez, desde antes de los 7 años

de edad empecé a crecer con una madre ausente por distintas épocas de mi vida. Mi madre quien es

declarada con un trastorno bipolar, trastorno esquizoafectivo, depresión, que en su estado de

inconciencia no se reconocía ni ella, ni las acciones que realizaba, mis dos hermanos y yo desde que

tenemos uso de razón la hemos visto así, recaer en su enfermedad año tras año, internada en distintos

hospitales psiquiátricos, salimos adelante a pesar de todas estas adversidades, a pesar de no tener casa,

de ir colegio sin merienda, a veces no tener para ir a sala de internet para realizar las actividades

escolares, pasar hambre y penas. Hoy día tenemos trabajo y la situación por fin ha mejorado, fuimos

buenos estudiantes en nuestra época de escuela, tal vez no pudimos acceder a la educación superior por

falta de oportunidades y estabilidad económica. Mi madre siempre lucho por sacarnos adelante, pero el

estrés de esas luchas hacia que entrara en acción su enfermedad. Nuestros familiares nos ayudaron a
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crecer a formarnos, ciertas personas que nos recibieron en la ciudad mientras estudiábamos (tíos,

madrinas, amigos).

Todas estas dificultades las superamos con valentía, con la ayuda de nuestros familiares y

amigos, a cada una de esas personas que se nos acercaron en el camino y nos brindaron una mano

amiga, a mí, a mis hermanos y a nuestros padres.

Que nos ayudaron con el derecho a la salud, a la educación, a una vida digna dentro de las

situaciones que ya estábamos viviendo, que nos brindaron seguridad.

Yo creo que para empezar hacer cumplir nuestros derechos en Colombia debemos optar por

crear políticas públicas que protejan la educación de los niños, es decir, en mi municipio Villanueva

Bolívar, hay a 2 colegios públicos que atraviesan la misma situación, aulas incompletas, no hay sillas,

bibliotecas con libros insuficientes, mal estado del plantel educativo. Tenemos un Megacolegio que

supuestamente ya está terminada la ejecución de su obra en los documentos legales, pero la realidad es

otra. No hay quien vigile este tipo de situación y los dineros de la presidencia se invierten en otros fines.

Si me dieran la palabra para expresar estas acciones resaltaría cada una de las falencias que

tiene mi municipio, el entorno donde vivo, en cuestiones de infraestructura, educación, salud y

economía principalmente.

En Colombia debemos crear un proyecto social con los organismos gubernamentales y

profesionales especializados que puedan ayudar a contribuir para tener más control de todas estas

comunidades indígenas que hoy día realizan tales atrocidades mencionadas anteriormente y que

prácticamente están abandonadas.

No está de más generalizar que en la mayor parte de nuestro país el sistema educativo público

es el que más falencias tiene, el nivel educativo es bajo, no tenemos las características, ni los elementos

necesarios para una educación digna.


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En Colombia también desaparecen niñas, las violan, las matan y nadie hace nada. Un caso cerca

de mi municipio la niña Alexandrita e 15 años, quien desapareció en zona rural del municipio de Bayunca

en compañía de un familiar quien la estaba enseñando a manejar moto y que relata que la niña

desapareció en el momento que el salió a realizar una necesidad fisiológica. Han pasado más de 6 meses

y aun no se sabe de su paradero.

Si pudiera alzar mi voz al mundo, haría saber que en Colombia en el marco del paro nacional se

registraron más 77 homicidios, de los cuales 34 fueron cometidos presuntamente por el accionar de la

fuerza pública, los demás fueron realizados por “civiles” sin identificar en el marco de la protesta social

pacífica, o no se tiene información clara sobre ello; 1.246 personas fueron heridas por el accionar

desproporcionado de la Policía Nacional y el ESMAD; 158 personas defensoras de derechos humanos,

667 mujeres han sido víctimas de violencias policiales, 2.808 personas han sido detenidas, muchas de

ellas de manera arbitraria aplicando de manera generalizada, indiscriminada y sin justa causa la figura

del traslado por protección, siendo sometidas en muchos casos a tortura, tratos crueles, inhumanos y

degradantes, 346 personas se encuentran desaparecidas; entre otras gravísimas violaciones a derechos

humanos.

De todo esto se puede concluir que en cuestión de violación de los anteriores derechos somos

semejantes a Pakistán, aunque somos más libres en Colombia.

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