Albúm Infanatil

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ALBÚM INFANATIL

LEYENDAS

EL SOL Y LA LUNA

En los albores del tiempo fructificó el amor más bonito y fuerte que jamás se ha
contemplado, el del sol y la luna. Tanto se amaban, que siempre estaban juntos y
nunca se separaban.

Pero la princesa Afrodita, celosa y orgullosa, quiso arruinar su historia de amor


seduciendo al sol. Se presentó ante el astro rey desplegando toda su hermosura, pero
sorprendentemente el sol alabó su belleza diciéndole, sin embargo, que el amor de la
luna era más precisado que todo el oro del mundo.

Como castigo, Afrodita les separó para siempre, condenando al sol a salir por el día y
a la luna a salir por la noche. Tan tristes y desolados se quedaron, que el padre de
todos los dioses, Zeus, se apiadó de ellos, y le dijo el sol que si se esforzaba al
máximo podría iluminar con sus rayos el rostro de su amada luna.

Por eso, cuando algunas veces al atardecer puedes verlos a los dos, es que el sol
está iluminando a la luna para poder verla.

La princesa Donají 
El monarca zapoteco Cosijoeza tenía una hija, Donají, que al nacer los sacerdotes habían
visto en su destino la mancha de la fatalidad. En plena guerra de los zapotecos contra los
mixtecos, los enemigos secuestraron a la princesa Donají, que tras un ataque del rey
zapoteco para intentar liberarla fue decapitada por los mixtecos.
Dice la leyenda que mucho tiempo después un pastorcillo que conducía su rebaño por la
sierra de Oaxaca quiso arrancar un lirio silvestre de raíz, y debajo descubrió una cabeza
humana. Por sus riquezas, y porque se conservaba intacta, la identificaron como la cabeza
de la princesa Donají, que fue sepultada en el templo de Cuilapan donde descansa para
siempre. 

FABULAS

El Adivino

Instalado en la plaza pública, un adivino realizaba y se entregaba a su oficio. De repente


se le acercó un vecino, anunciándole que las puertas de su casa estaban abiertas y que
habían robado todo lo que había en su interior.

El adivino se levantó de un salto y salió corriendo hacia su casa, desencajado y


suspirando, para ver lo que había sucedido.

Uno de los que allí se encontraban, viéndole correr le dijo:

- Oye, amigo, tú que te vanidades de prever lo que ocurrirá a los otros, ¿por qué no has
previsto lo que te sucedería a ti?

El adivino no supo qué responder.

Moraleja: no hay que fiarse de aquellos que dicen que pueden adivinar el futuro de los
demás. Tan sólo pretenden estafarnos y quitarnos nuestro dinero. Pues el que no busca
resolver sus problemas no tienen el derecho a aconsejar o entrar en su vida.

El lobo con piel de oveja.

Un lobo hambriento caminaba por el bosque buscando algo para comer. Cuando
ya no podía más, se sentó y fue cuando tubo una idea. Pensó:

- Si como lobo no puedo agarrar ni una sola presa, entonces cambiaré mi


apariencia y con el engaño podré comer.

Y así fue lo que hizo el lobo para obtener su comida. Se metió en una piel de oveja
y se fue a pastar con el rebaño, despistando totalmente al pastor.
Pero su plan no ha salido como él esperaba.

Al atardecer, para su sorpresa, el lobo disfrazado de oveja fue llevado junto a las
demás ovejas a un encierro, quedando la puerta asegurada.

En la noche, buscando el pastor su provisión de carne para el día siguiente, tomó


al lobo creyendo que era un cordero y lo sacrificó al instante.

Moraleja: Según hagamos el engaño, así recibiremos el daño.

El niño y los dulces

Un niño metió su mano en un recipiente lleno de dulces. Y tomó lo más que pudo,
pero cuando trató de sacar la mano, el cuello del recipiente no le permitió hacerlo. 

Como tampoco quería perder aquellos dulces, lloraba amargamente su


desilusión. 

Un amigo que estaba cerca le dijo: - Confórmate solamente con la mitad y podrás
sacar la mano con los dulces-.

Moraleja: Nunca trates de abarcar más de lo debido, pues te frenarás.

CUENTOS

El árbol mágico

Hace mucho mucho tiempo, un niño paseaba por un prado en cuyo centro encontró un

árbol con un cartel que decía: soy un árbol encantado, si dices las palabras mágicas, lo

verás.

El niño trató de acertar el hechizo, y probó

con abracadabra, supercalifragilisticoespialidoso, tan-ta-ta-chán, y muchas otras, pero

nada. Rendido, se tiró suplicante, diciendo: "¡¡por favor, arbolito!!", y entonces, se abrió

una gran puerta en el árbol. Todo estaba oscuro, menos un cartel que decía: "sigue
haciendo magia". Entonces el niño dijo "¡¡Gracias, arbolito!!", y se encendió dentro del

árbol una luz que alumbraba un camino hacia una gran montaña de juguetes y

chocolate.

El niño pudo llevar a todos sus amigos a aquel árbol y tener la mejor fiesta del

mundo, y por eso se dice siempre que "por favor" y "gracias", son las palabras

mágicas

El Hada Fea

Había una vez una aprendiz de hada madrina, mágica y maravillosa, la más lista y

amable de las hadas. Pero era también una hada muy fea, y por mucho que se

esforzaba en mostrar sus muchas cualidades, parecía que todos estaban

empeñados en que lo más importante de una hada tenía que ser su belleza. En la

escuela de hadas no le hacían caso, y cada vez que volaba a una misión para

ayudar a un niño o cualquier otra persona en apuros, antes de poder abrir la boca,

ya la estaban chillando y gritando:

- ¡fea! ¡bicho!, ¡lárgate de aquí!.

Aunque pequeña, su magia era muy poderosa, y más de una vez había pensado

hacer un encantamiento para volverse bella; pero luego pensaba en lo que le

contaba su mamá de pequeña:

- tu eres como eres, con cada uno de tus granos y tus arrugas; y seguro que es así por

alguna razón especial...

Pero un día, las brujas del país vecino arrasaron el país, haciendo prisioneras a todas

las hadas y magos. Nuestra hada, poco antes de ser atacada, hechizó sus propios

vestidos, y ayudada por su fea cara, se hizo pasar por bruja. Así, pudo seguirlas hasta

su guarida, y una vez allí, con su magia preparó una gran fiesta para todas, adornando la
cueva con murciélagos, sapos y arañas, y música de lobos aullando.

Durante la fiesta, corrió a liberar a todas las hadas y magos, que con un gran hechizo

consiguieron encerrar a todas las brujas en la montaña durante los siguientes 100 años.

Y durante esos 100 años, y muchos más, todos recordaron la valentía y la inteligencia del

hada fea. Nunca más se volvió a considerar en aquel país la fealdad una desgracia, y

cada vez que nacía alguien feo, todos se llenaban de alegría sabiendo que tendría

grandes cosas por hacer.

Uga la Tortuga

- ¡Caramba, todo me sale mal!, se lamenta constantemente Uga, la tortuga.

Y es que no es para menos: siempre llega tarde, es la última en acabar sus tareas,
casi nunca consigue premios a la rapidez y, para colmo es una dormilona.

- ¡Esto tiene que cambiar!, se propuso un buen día, harta de que sus
compañeros del bosque le recriminaran por su poco esfuerzo al realizar sus
tareas.

Y es que había optado por no intentar siquiera realizar actividades tan sencillas


como amontonar hojitas secas caídas de los árboles en otoño, o quitar piedrecitas
de camino hacia la charca donde chapoteaban los calurosos días de verano.

- ¿Para qué preocuparme en hacer un trabajo que luego acaban haciendo mis
compañeros? Mejor es dedicarme a jugar y a descansar.

- No es una gran idea, dijo una hormiguita. Lo que verdaderamente cuenta no es


hacer el trabajo en un tiempo récord; lo importante es acabarlo realizándolo lo
mejor que sabes, pues siempre te quedará la recompensa de haberlo
conseguido.
No todos los trabajos necesitan de obreros rápidos. Hay labores que requieren
tiempo y esfuerzo. Si no lo intentas nunca sabrás lo que eres capaz de hacer, y
siempre te quedarás con la duda de si lo hubieras logrados alguna vez.

Por ello, es mejor intentarlo y no conseguirlo que no probar y vivir con la duda. La
constancia y la perseverancia son buenas aliadas para conseguir lo que nos
proponemos; por ello yo te aconsejo que lo intentes. Hasta te puede sorprender de
lo que eres capaz.

- ¡Caramba, hormiguita, me has tocado las fibras! Esto es lo que yo necesitaba:


alguien que me ayudara a comprender el valor del esfuerzo; te prometo que lo
intentaré.

Pasaron unos días y Uga la tortuga, se esforzaba en sus quehaceres.

Se sentía feliz consigo misma pues cada día conseguía lo poquito que se proponía


porque era consciente de que había hecho todo lo posible por lograrlo.

- He encontrado mi felicidad: lo que importa no es marcarse grandes e imposibles


metas, sino acabar todas las pequeñas tareas que contribuyen a lograr
grandes fines.

FIN

POEMAS
TRABALENUAS

PARABOLAS

un día muy caluroso un hombre salió de la ciudad de Jerusalén a la ciudad de Jericó,


para ello tenía que cruzar por el desierto. Empezó su travesía que en un inicio se
veía muy interesante pero luego que tenía horas de hacer el viaje en su camello,
empezó a preocuparse, ya se sentía muy agobiado por el inmenso calor y los fuertes
vientos.

¿Quien se iba a imaginar que en el desierto alguien se encontraría con delincuentes?


de pronto aparecieron unos malvados hombres que esperaban al primero que
pasara por allí, mientras ellos se escondían detrás de unas rocas. Al ver al hombre,
se le fueron encima con todo golpeándolo brutalmente hasta dejarlo mal herido. El
hombre tendido en el piso vio que se llevaban a su camello, sin poder hacer nada.

Luego paso un hombre, quien miro con indiferencia al hombre que se hallaba herido
y tendido en la arena caliente, quien pidiendo auxilio solo encontró el rechazo en
lugar de ayuda, aunque no por mucho tiempo. Pronto pasaría otro hombre que tenía
muchos conocimientos, quien al verlo parece que mas preocupado por sus cosas
prefirió también continuar su camino.

El sol quemaba demasiado y el herido ya no podía mas, sin embargo un Samaritano


que pasaba al verlo bajo de su camello y corrió a atenderlo muy compadecido, sabía
que debía ayudar, así que lo subió al camello y el continuo su camino pero a pie, de
rato en rato se aseguraba que su acompañante estuviera bien hasta que llegaran a
su destino. Al poco tiempo encontraron un lugar donde descansar y una vez que el
Samaritano se aseguro que el hombre herido estuviera bien, partió a su destino bajo
la promesa que regresaría a pagar más por los gastos ocasionados, cuando retornara
de su viaje.

Dios espera que todos ayudemos a nuestros semejantes y que no seamos


indiferentes a las necesidades y dolor ajenos sin importar quien sea la persona ni de
donde es.

DISCURSOS

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