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"CRISTO, Miguel Angel s-Homicidio calif.

por el vínculo, con


ensañamiento y alevosía y LESCANO, Yanina Soledad s-Homicidio
calif. por el vínculo mediando circunstancias extraordinarias de
atenuación S/ RECURSO DE CASACION" - Legajo Nº 1582/20

SENTENCIA Nº 15
____________________________________________________________
En la Ciudad de Paraná, Capital de la Provincia de Entre Ríos, a los
catorce días del mes de marzo de dos mil veintidós, se reunieron
quienes componen la Cámara de Casación de Paraná, a saber: Dras.
MARCELA BADANO y MARCELA DAVITE, y Dr. HUGO PEROTTI, a los
fines de deliberar y dictar sentencia en la causa caratulada "CRISTO,
Miguel Angel s-Homicidio calif. por el vínculo, con ensañamiento y
alevosía y LESCANO, Yanina Soledad s-Homicidio calif. por el
vínculo mediando circunstancias extraordinarias de atenuación S/
RECURSO DE CASACION" - Legajo Nº 1582/20.
Habiendo sido oportunamente realizado el sorteo de ley, resultó que
los vocales debían emitir su voto en el siguiente orden: Dres. BADANO,
DAVITE y PEROTTI.
La Sra. Vocal, Dra. MARCELA BADANO dijo:
I- Por sentencia de fecha 14/05/2020 -cfr. fs. 206/376 vta.-, el
Tribunal de Juicio y Apelaciones de Paraná (integrado en la oportunidad por
los Dres. Gervasio Labriola, Alejandro Cánepa y Dra. María Carolina
Castagno) resolvió declarar a MIGUEL ÁNGEL CRISTO, autor material y
penalmente responsable del delito de HOMICIDIO CALIFICADO POR EL
VÍNCULO, CON ENSAÑAMIENTO Y ALEVOSÍA, y en consecuencia
CONDENARLO a la pena de PRISIÓN PERPETUA y accesorias legales (arts.
79, 80 inc. 1 y 2, 45 y 12 del Código Penal); DECLARAR a YANINA
SOLEDAD LESCANO, autora material y penalmente responsable del delito de
HOMICIDIO CALIFICADO POR EL VÍNCULO MEDIANDO CIRCUNSTANCIAS
EXTRAORDINARIAS DE ATENUACIÓN y en consecuencia CONDENARLA a la
pena de 16 AÑOS DE PRISIÓN y accesorias legales (arts. 79, 80 inc. 1 y
último párrafo, 45, 48 y 12 del Código Penal); y PRORROGAR LA PRISIÓN

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PREVENTIVA de los imputados hasta que la sentencia adquiera firmeza.
Se le atribuyó a Miguel Ángel Cristo el siguiente hecho: " que le dio
m uerte a su hija de dos (2) años de edad, N . L. C ., aprovechándose de la
nula capacidad de defensa de la niña. El óbito, se concretó el día 07 de
febrero de 2019, a las 22:30 horas aproxim adam ente, por una falla
generalizada de órganos. Ello, com o consecuencia que desde el m es de
agosto de 2018, le provocó sufrim ientos innecesarios, a través de
agresiones físicas y tratos inhum anos, consistentes en: golpes con
elem entos duros y rom os; quem aduras en la totalidad del cuerpo con
líquidos a altas tem peraturas y cigarrillos; y no sum inistrándole la
alim entación indispensable, lo que le provocó un estado de desnutrición
generalizado. Para ello, contó con el aporte en om isión de su concubina y
m adre sustituta de la niña, S oledad Yanina LES C A N O . H echo ocurrido en el
dom icilio que com partían C R IS TO y LES C A N O sito en ... de la ciudad de
Paraná, -calles ...-".
A Yanina Soledad Lescano, se le atribuyó: " que entre el m es agosto
de 2018 y el día 07 de febrero de 2019, no realizó com portam iento alguno
tendiente a evitar el deceso de la niña N . L. C ., teniendo la posibilidad y el
deber institucional de hacerlo en virtud de la posición de garante en la que
se encontraba producto de la convivencia y rol de m adre sustituta de la
niña, vínculo que com enzó cuando em pezaron a convivir en el dom icilio de
... de la ciudad de Paraná -calle ...- junto a la niña y al achacado C R IS TO .
Ello, pese a que tenía pleno conocim iento -por haberlo presenciado y
percibido con sus sentidos los resultados lesivos- de que su concubino
M iguel Á ngel C R IS TO , desde el m es de agosto de 2018, le provocó a la niña
sufrim ientos innecesarios, a través de agresiones físicas y tratos
inhum anos, consistentes en: golpes con elem entos duros y rom os;
quem aduras en la totalidad del cuerpo con líquidos a altas tem peraturas y
cigarrillos; y no sum inistrándole la alim entación indispensable, lo que le
provocó un estado de desnutrición generalizado".
II- a) Recurrieron en Casación, los Dres. Juan F. Malvasio y Santiago
Brugo, como representantes del Ministerio Público Fiscal (en fecha
05/06/2020, cfr. fs.389/397); los Dres. Miguel Cullen y Patricio Cozzi,

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defensores técnicos de la imputada Lescano (en fecha 09/06/2020, cfr.
fs.407/413); y el Dr. Carlos Daniel Antico, defensor técnico del imputado
Cristo (en fecha 08/06/2020).
II- b) Los Dres. Malvasio y Brugo, destacaron que el propio art. 80 in
fine veda la posibilidad de aplicación de las circunstancias extraordinarias,
como las impuestas a la condenada Lescano: de acuerdo a la norma, si
Lescano ejerció violencia contra la mujer, no es de aplicación la atenuante.
Aclararon que el MPF recién tomó conocimiento de ese evento, el día
que prestó declaración testimonial Rodríguez en la etapa plenaria; y al
tratarse de un hecho cometido por Lescano en forma aislada, cuando la
suerte de N. ya estaba echada, sin que esa acción haya sido el riesgo
prohibido que se materializó en el resultado muerte, no se amplió la
acusación en los términos del artículo 436 del CPP.
El Tribunal omite afirmar que la víctima era mujer; al analizar la
individualización de la pena, omite los actos de violencia reiterados y
sistemáticos, dispensados por Yanina Soledad Lescano a la única mujer
víctima, N. L. C., de dos años de edad. Rompe el principio de logicidad y
razón suficiente, toda vez que al vincularla subjetivamente el Tribunal a
Lescano, acredita todas y cada una de las proposiciones que le fueron
endilgadas. La Defensa alegada por la imputada, de haber sido víctima de
violencia de género, tampoco encuentra corroboración con las probanzas
rendidas, ni cumple con los criterios objetivos que debe reunir un relato de
estas características para ser tenido por verosímil y creíble (ausencia de
incredibilidad subjetiva, persistencia en la acusación, invariabilidad, mínima
corroboración con el resto de elementos objetivos).
Afirmaron que Lescano, en el contexto en el que acontecieron los
hechos, se encontraba en pleno conocimiento de la situación y además
tenía capacidad de acción, lo que significa que nadie le exigió que realice
ningún acto heroico, sino que realizara alguna de las conductas más
elementales que le eran debidas en función de su rol para salvar a la niña y
evitar el resultado fatal.
En la segunda cuestión, concluyen certeramente los Magistrados que
Lescano se encontraba, a la época de los hechos, en posición de garante de

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fuente legal, de manera previa y precisamente determinada, como
progenitor afín. La obvia derivación lógica, sería que también para ella rige
la prohibición de la atenuación del reproche de la parte final del art. 80 CP,
salvo que se deseche esta prohibición por inconstitucional, lo que no se ha
hecho.
En relación a las circunstancias extraordinarias que tomó el Tribunal
para excluir la aplicación del inc. 1º del art. 80 del CP, afirmaron que la
fundamentación es aparente, no se motivó ni en los hechos que
previamente se tuvieron por acreditados, ni en la forma en que se valoró la
prueba, ni tampoco se citó doctrina y/o jurisprudencia que abonen esa
tesitura. Los tribunales del país, son contestes en afirmar, que es una
condición sine qua non, de que la circunstancia atenuante debe concurrir o
se debe vincular con la producción del hecho; es decir, para que fuera de
aplicación en autos, debe relacionarse a circunstancias injustas, dolorosas,
reprochables, difíciles de asimilar o justificar, sufridas por el autor del
homicidio, vinculadas a la víctima.
Lescano no padeció ninguna de las acciones mencionadas; la sentencia
afirmó celosamente que en el núcleo de la familia Cristo / Lescano, la única
persona que fue martirizada y torturada hasta la muerte, fue N.. Por todo
ello, entendieron los recurrentes, la aplicación de la atenuante prevista en el
artículo 80 in fine del CP, no es de aplicación.
Como segundo agravio, plantearon una contradicción en el análisis de
la aplicación de las agravantes respecto a cada uno de los imputados,
advirtiendo diferencias con el temperamento que se adoptó sobre Cristo,
siendo el hecho endilgado absolutamente el mismo. Para ello, el Tribunal se
apartó de los hechos y la prueba que tuvo minuciosamente por probados al
tratar la primera cuestión; el hecho atribuido a la condenada Lescano, es
análogo al enrostrado a Cristo, mas a éste se le endilgó un hecho comisivo,
y a aquélla un hecho omisivo, en la modalidad impropia. Por ello, afirman la
arbitrariedad de los sentenciantes al descartar las agravantes del art. 80
inc. 2º del ordenamiento sustantivo respecto de Yanina Soledad Lescano.
Asimismo, advirtieron una flagrante contradicción, en que el Tribunal
descartara el planteo de la defensa de Lescano vinculado a la presunta

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indeterminación del hecho intimado, y a que su asistida se encontraba
inmersa en un contexto de violencia de género, pero luego se puso en crisis
el relato del hecho, para autolimitarse y no aplicar de manera correcta el ius
puniendi, con referencias abstractas y vacías de contenido, que tornan
arbitrario el decisorio.
De las circunstancias de modo, que fueron acordadas por las partes y
por lo tanto no estaban controvertidas, emergen los elementos de las
calificantes atribuidas a Lescano. Por ello, la sentencia es arbitaria cuando
afirma la existencia del valladar que impide una calificación penal más
gravosa respecto de la imputada, por cuanto las circunstancias
extraordinarias no son de aplicación en el sub exam ine, amén de que las
mismas no fueron ni alegadas, ni probadas por la Defensa; el Tribunal
receptó el comportamiento omisivo de Lescano, pero sin explicación alguna,
desechó las agravantes (ensañamiento y alevosía), alegando la imprecisión
de la plataforma fáctica.
En relación a la aplicación de la agravante por alevosía, el valladar u
óbice que encontró el Tribunal como límite al ius puniendi, se basó en que el
MPF no la consignó en el hecho enrostrado a Lescano. Aducen los
recurrentes que, si dicha circunstancia no se hubiese descripto en el factum
intimado a Cristo, no se hubiese descartado la agravante, toda vez que una
niña de dos años de edad tiene capacidad nula de defensa, motivo por el
cual esa afirmación efectuada por los sentenciantes, es una exigencia
sobreabundante, tautológica. La mentada imprecisión, invocada por el
tribunal, es una contradicción en sí misma (inclusive, el Tribunal enumera
los actos de salvamento deliberadamente omitidos por Lescano, como no
permitir visitas al inmueble de familiares y amigos, no solicitar ayuda, etc.).
Existía una relación directamente proporcional entre las agresiones y la
indefensión de N.. En efecto, a medida que las agresiones iban in
crescendo, el estado de indefensión iba aumentando, todo lo cual, como
afirmara el Tribunal, pudo ser posible en virtud del aporte omisivo de
Lescano. No explica en forma fundada la sentencia, el por qué se dan los
presupuestos de la alevosía en Cristo, y los descartan respecto de Lescano,
cuando el factum es exactamente el mismo (el primero, por comisión y el

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segundo, por omisión).
En cuanto a la aplicación del Ensañamiento, es aún más elocuente, en
cuanto a la fundamentación aparente y la contradicción con la propia
sentencia y los fundamentos dados para descartar el agravante de la
alevosía. Expresamente se menciona en la sentencia que N. se encontraba
en estado de indefensión por su corta edad; ergo, emerge claro que
Lescano no evitó su muerte, pese a que sabía del estado de indefensión de
la niña y de las torturas que le dispensaba Cristo. Esa vinculación subjetiva
probada respecto de Lescano con el hecho, no es otra que la vinculación
subjetiva de Cristo.
En los tipos calificados del art. 80 del CP -alevosía y ensañamiento-, se
encuentran los llamados "elementos subjetivos distintos del dolo", en su
fenomenología de "elementos del ánimo o motivo", es decir elementos que
en puridad pertenecerían a la culpabilidad, pero que por su enorme
gravedad, el legislador "adelanta"; ya en el ilícito, sin aguardar su reproche
en cada caso. La norma de conducta rezaría en su comunicación al
ciudadano: está prohibido matar, pero está calificado -agravado-, hacerlo
mediante un sufrimiento innecesario, o aprovechando la indefensión de la
víctima.
Entendieron que nada tiene que hacer en esta cuestión lo atinente a la
comunicabilidad de circunstancias del art. 48 CP, que se refiere a la
participación, y que en coherencia interpretativa con el principio de la
accesoriedad limitada que sigue la doctrina unánime, se traslada del autor
al partícipe en orden a su dolo, quedando entonces para esta regla lo
atinente a las situaciones personales que hacen a la culpabilidad y
punibilidad. Aquí estamos ante autorías individuales, en donde el propio
Tribunal ha descartado que hubiese exceso de Cristo no conocido por
Lescano, por lo que su afirmación ulterior para excluir las calificantes es
contradictoria con lo antes afirmado, en una especie de A y No A.
Por todo ello, solicitaron que se confirme el fallo en lo atinente a
Cristo, y se revoque parcialmente, en lo que respecta a Yanina Lescano, no
siendo necesario el reenvío, ya que se trata de una cuestión eminentemente
normativa. Solicitaron se la condene, conforme la pretensión fiscal, por

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considerarla autora penalmente responsable del delito de Homicidio
agravado por el vínculo, alevosía y ensañamiento; y en consecuencia, que
se la condene a la pena de prisión perpetua (Arts. 45; 80 inc. 1 y 2 del
C.P.).
II- c) En su escrito recursivo, los Dres. Miguel Cullen y Patricio Cozzi,
defensores técnicos de la imputada Lescano, entendieron que no se ha
logrado el grado de certeza necesario para quebrar el estado de inocencia
del que goza la Sra. Lescano, en tanto estaba inmersa en un contexto de
violencia de género, debiéndose aplicar una perspectiva de género, no
pudiendo el Estado exigirle que realice "tal" conducta, porque tiene
absolutamente disminuida su libertad de decisión.
Afirmaron que la sentencia se contradice en sus propios fundamentos,
siendo una sentencia inm otivada, basada en afirm aciones dogm áticas,
apodícticas o genéricas de hecho. Además, sostuvieron, la sentencia lesiona
manifiestamente el ejercicio del derecho de defensa, ya que advierte una
acusación deficitaria que no cumple con los requisitos mínimos para
resguardar tal garantía. Finalmente, concluyeron que el Tribunal omitió
aplicar correctamente la perspectiva de género, acorde lo viene
estableciendo la Corte IDH, como así también nuestro STJ; y que la
condena se basó en la elaboración del tipo omisivo no escrito a partir de
estructuras típicas activas, siendo esto inconstitucional, por implicar una
violación al principio de legalidad estricta (art. 18 C.N.) como consecuencia
de la aplicación analógica de la ley penal " in m alam partem ".
En cuanto a la Defensa en juicio y debido proceso, entendieron que ha
sido expresa su violación, por falta de comunicación previa y detallada de
los hechos imputados, junto a los derechos constitucionales que le asisten a
los acusados, de conformidad a lo establecido por los artículos 403 del CPP,
18 de la Constitución Nacional, 8 incisos 1.e y 2.b del Pacto de San José de
Costa Rica. Desde un primer momento se solicitó la nulidad del
requerimiento fiscal en la Etapa Intermedia (seguido por Recurso de
Apelación, y Queja por Apelación Denegada, la que fue rechazada), planteo
que se reeditó en el debate.
El hecho imputado, afirmaron, no cumple con los elementos básicos

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(403 CPP), por cuanto se circunscribe en un tiempo inusitado (desde agosto
hasta febrero, siendo que existían elementos para situarlo en los últimos 30
días -último mes de embarazo de riesgo-); se debería haber precisado la
conducta omitida, a los fines de poder ejercer el derecho de defensa en su
magnitud; y no se dieron a conocer las disposiciones legales respecto a la
calificación, acorde lo establece el art. 403 inc. 4°.
Destacaron que se omitió precisar en la imputación del hecho cuál era
la posición de garante y su fuente; ello tiene una relevancia decisiva porque
aún admitiendo la constitucionalidad de los denominados delitos de omisión
impropia no escritos, cabe reparar que la posición de garante constituye un
elemento típico descriptivo de carácter objetivo valorativo que, como tal,
debe ser intimado en la indagatoria para posibilitar un adecuado ejercicio
del derecho de defensa, circunstancia que no ocurrió. La descripción del
hecho en el escrito de acusación tiene que ser inequívoca de forma tal que
sea prácticamente imposible que diversos hechos cumplan con esa
descripción. La sentencia reconoce esa indeterminación, pero le quita
virtualidad a la nulidad, por haberlo conocido en la audiencia de remisión a
juicio; resolución ésta (de elevación a Juicio, por la Jueza de Garantías) que
fue apelada, recurrida luego en queja.
La indeterminación es lesiva del derecho de defensa en juicio (art. 18
de la Constitución Nacional) ya que se desconoce específicamente lo
atribuido y ello impide controlar la subsunción efectuada del hecho en el
tipo legal y producir prueba en sentido contrario. En definitiva, se cae
siempre en la misma trampa argumentativa. El órgano acusador no cumple
con su deber (cuyo incumplimiento lesiona el derecho de defensa y su
sanción es la mera nulidad), pero, como es costumbre, se subsana dicho
incumplimiento por el rol ejercido por la defensa. Según entendió el
Tribunal, sólo es "aconsejable" precisar el hecho, y así lo expresa cuando,
no obstante, la palmaria violación al Derecho de Defensa, de todos modos
recae una condena. A esta contradicción se suman la omisión de
circunscribir temporalmente la acusación, por una parte, y la expresión de
las disposiciones legales involucradas recién al momento de los alegatos
finales, por el otro.

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En relación a lo declarado por Lescano, no se tuvo en cuenta el
informe del art. 70 del CPP, en el que se establece que la misma al ser
entrevistada no logra incorporarse por la situación referida, encontrándose
dolorida por la cirugía; su estado emocional era de extrema vulnerabilidad,
por razones tanto físicas, psíquicas y contextuales.
Lo declarado por Lescano, que tiene asidero y se comprueba con el
resto de la prueba, es que Cristo obligaba a N. a caminar, que le vendaba
los pies para ell o, teniendo en cuenta que tenía los pies lastimados e
infectados. Si el padre la obligaba a la niña a que camine, una niña toda
lesionada y sin fuerzas, no refiere a " algún factor o causa de origen
accidental" como mencionó el tribunal. Todo esto, además, debió ser
analizado -si realmente hubieran querido aplicar una perspectiva de género-
en el contexto que se merece, que es de violencia, donde (como se explica
en las pericias) ella se sometía a la voluntad del hombre, o sea, Cristo.
Lescano dijo que ella le pedía a Cristo que lleve al médico a la nena, o
que se la lleve a los abuelos -según consta en la prueba-. De hecho, cuando
ella refiere a que le puso hielo, hace referencia a que la niña estaba más
lesionada, cada vez peor y que él no quería llevarla al médico. Hace
referencia a que cada vez era peor la situación y que, como lo dijo y consta
en la prueba, ella se quería ir y Cristo no la dejaba.
Destacaron otras contradicciones en la sentencia. Lescano hace alusión
a que Cristo cambió, " era otra persona" (violenta), que maltrataba a N., y
que Lescano se quería ir de la casa y él no lo permitía. La interpretación del
Tribunal que afirma una incriminación de Lescano hacia Ana, luego de
sopesar el relato descrito, es insólito. Lo único que dijo Lescano era que no
descartaba algunos golpes provenientes de Ana, pero que nunca la vio
causándolos.
Advirtieron que la transcripción que realiza el tribunal sobre la
declaración de la testigo Abraham está mal. Dice la transcripción: " C uando
la buscaban era Yanina quien iba a su casa", lo que es falso. Ante la
pregunta del Dr. Gerard : "¿C óm o la contactaban a ud para que vaya a
cuidarlos?". Abraham contesta "él iba a m i casa a buscarm e" (2:44:00 del
video del día dos del canal de YouTube del STJ). Entonces era Cristo quien

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la buscaba. Dice, también, la Sra. Abraham advertir la quemadura en los
pies de la niña N., y también dice que a veces ella se llevaba los niños a su
casa. Fue el propio Tribunal quien, acorde a las pericias, determinó la
quemadura de los pies aproximadamente 21 días antes del deceso de la
niña. Por ende, podemos afirmar que, después del 16 de enero de 2019, la
Sra. Abraham siguió concurriendo a la casa a cuidar a los niños -según sus
propias palabras- y que, a veces se los llevaba a su casa -en ese lapso
debería haber advertido más heridas, no solo la quemadura-. Es durante
ese período, y no otro, en que Lescano ubica la escalada de violencia de
Cristo hacia N. y, precisamente, a partir del episodio de la quemadura. Se
suman los propios dichos de la testigo que la sitúan, al menos, durante los
últimos 21 días antes del fallecimiento de la niña.
Los argumentos del Tribunal no están contextualizados ni han logrado
abordar el caso desde una perspectiva de género, cayendo en propias
contradicciones extremas. Refirieron los recurrentes al llamado "círculo de
la violencia", que en su primera fase, de acum ulación de tensión, la víctima
intenta por todos los medios satisfacer al agresor, a fin de evitar episodios
de violencia. Las testigos Serrano y Santana mencionan (según lo relatado
por J.) cómo Lescano se quería ir de la casa sin éxito. Menciona que
Lescano le pedía a Cristo que le deje de pegar e intentaba consolar a la
niña. Delavalle menciona que Silvia escuchaba que Lescano le decía a Cristo
que la nena estaba mal y le pedía que la lleve con sus abuelos.
En relación a los dichos del niño I., que refirió a "secretos" en la
primera entrevista del 08/02/2019; las especialistas no " constataron"
omisiones, como dice la sentencia. Si dichos secretos tenían que ver con el
hecho investigado, bien podrían haber sido expresados en las demás
entrevistas.
En otro pasaje, la presencia de Elizabeth Cristo en el domicilio de
Lescano, fue valorada en contra de la veracidad de los dichos de la
imputada, cuando la interpretación correcta sería que, lo declarado por
Lescano también fue corroborado por los dichos de la testigo Elizabeth
Cristo. Sin embargo, este extracto de la sentencia deja ver los esfuerzos del
Tribunal por colocar la versión de la imputada en una zona de dudas e

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inconsistencias, siempre valoradas en su contra. Al contar con el simple
elemento de que Lescano se quería ir y no podía, ya se advierte que no era
una decisión libre quedarse ahí con Cristo, pero el tribunal -llamativamente-
no lo valora. La representación del contexto que realiza el tribunal es
absurda.
Lescano hizo lo que pudo, lo que una mujer inmersa en ese contexto
violento pudo hacer: le pedía a Cristo que se lleve la niña N. con sus
abuelas porque la nena estaba mal; le pedía a Cristo que no le pegue a N.;
intentó irse sin éxito (no era libre de hacerlo); se escuchaban los gritos
desde la casa por lo que los vecinos llamaron reiteradamente, durante ese
lapso del 2019, a la policía, quienes llegaban y se excusaban que no podían
hacer nada por no tener orden del fiscal.
Lescano intentó -sin éxito- impedir la producción del resultado. Para
este tipo de delitos Impropios de Omisión, es necesario establecer que la
realización de la acción omitida hubiera evitado el resultado; esto no lo
sabremos, porque no lo precisó la acusación y tampoco lo indicó la
sentencia, violando cualquier intento de ejercicio del derecho de defensa.
Cuestionaron también, la valoración que el Tribunal hizo de la pericia
psicológica Psiquiátrica, que da cuenta de la vulnerabilidad de Lescano.
En cuanto a la inconstitucionalidad de los delitos de omisión impropia,
el Tribunal se contradice por cuanto al tratar la primera cuestión justamente
estableció la im precisión del hecho atribuido, atento a que no se
m encionaron expresam ente cuáles eran aquellas acciones tendientes a
evitar la m uerte de la niña N . que Lescano debió ejecutar. Además, se
advierte con sólo leer el hecho imputado que, no sólo que no se le intimó
cuál o cuáles eran esas conductas omitidas, sino que no se le dio a conocer
la posición de garante ni la fuente del deber de actuar.
En relación a la calificación legal, la misma es errónea respecto de
Lescano, porque en los Impropios Delitos de Omisión, la omisión del
garante es una autoría independiente, no hay coautoría. Por lo tanto, solo
cabría la aplicación del art. 79 CP y, no se aplicaría el art. 48 CP, no
pudiéndose aplicar -obviamente- las agravantes del homicidio. Por ende,
tampoco se aplicaría la atenuación establecida en el art. 80 in fine CP,

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además de decir que el propio homicidio simple ya tiene una pena de 8 a 25
años de prisión.
El efecto sobre quien es testigo de la tortura es un efecto de parálisis,
de inacción, el sujeto no puede hablar, no puede actuar, no puede vivir. Por
eso tenemos que comprender cuando Lescano, en su declaración del 12 de
febrero de 2019, dice: "… sentía que íbam os a term inar todos m al y m e
daba cuenta que esto era distinto él había cam biado la m irada, todos
m uertos pensé que íbam os a term inar". A esto hay que sumarle que
Lescano se encontraba con sus tres hijos menores, quienes, ante ese
contexto de violencia, también se encontraban en una situación de riesgo.
Es evidente que, frente a semejante contexto de violencia y coacción, desde
el punto de vista de la capacidad, Lescano sí se encontraba en condiciones
de realizar una conducta diferente, pero a riesgo de su propia vida y de la
de sus hijos y es por ello que el Estado no puede exigirle que realice "tal"
conducta, porque tiene absolutamente disminuida su libertad de decisión
(Estado de necesidad exculpante -art. 34, inc. 2º, C.P.-).
No se precisaron esa o esas conductas tendientes a evitar el resultado.
Lo que realiza el tribunal en este punto, es improvisar una serie de
supuestas conductas que Lescano hubiera podido haber realizado, pero que
nunca le fueron intimadas.
En relación a la posición de garante, destacan los recurrentes que el
CCyC impone un estatuto para los progenitores afines desde la simple
convivencia. Resulta una obviedad decir que tales deberes desaparecen
cuando termina esa convivencia: si partimos de la declaración de Serrano o
de Santana, surge claramente que si ella no hubiera estado inmersa en un
contexto de violencia de género y hubiera podido irse, no estaría en esta
situación en la cual le cabe este estatuto obligatorio del derecho civil. No
era libre de irse. También funda el Tribunal la posición de garante en el art.
16 de la CEDAW como fuente convencional, lo que resulta insólito, ya que
para intentar eliminar la discriminación contra la mujer sería necesario, por
ejemplo, que se aplique un enfoque de género en estos tipos de casos, cosa
que, obviamente, no sucedió (art 5.a).
Finalmente, refirieron a la autocontradicción que implica reconocer "…

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la nula o escasa im plicancia subjetiva de LES C A N O con los hechos por los
que ha sido acusada y su estado de perm anente indiferencia o
ajenidad… pues el conjunto de dichas circunstancias perm ite caracterizar el
contexto de vulnerabilidad extrem a en el que se desarrollaron las conductas
om isivas de atribuidas a LES C A N O ", y a la vez, que no entienda que
Lescano estaba inmersa en un contexto de violencia de género.
Solicitaron que se anule el fallo, asumiendo competencia positiva y
dictando la absolución de Yanina Soledad Lescano. En subsidio, se anule el
fallo y reenvíe para el dictado de una nueva sentencia que respete los
derechos y garantías emanadas de la Constitución Nacional.
II- d) Por último, el Dr. Carlos Daniel Antico, defensor técnico del
imputado Cristo, sostuvo que la Sentencia, al configurar la conducta de
Miguel Ángel Cristo en la calificación legal del delito de Homicidio Agravado
por el Vínculo y calificado por Alevosía y Ensañamiento, aplicó en forma
arbitraria y errónea la Ley Penal Sustantiva, no permitiendo el debate de la
cuestión de fondo y no considerando la autenticidad para llegar a la verdad
de elementos de prueba como testimoniales producidas en el juicio que
pudieron haber variado concluyentemente la resolución, probando que
Cristo no fue autor material de las lesiones que su hija N. tenía en su
pequeño cuerpo.
El Tribunal, afirmó, efectuó una construcción fáctica sustentada por las
testimoniales de una vecina y de Informes de situación remitidos por el
COPNAF, como así también, en relatos de L. J. L., una pequeña niña de
apenas cinco años. La Defensa objetó lo dicho en audiencia de debate por
Ana Abraham, quien dice que vio a Cristo pegarle a N. con una ojota.
Entendió que no le es aplicable la figura del art. 80 inc. 1 y 2 del CP a
Cristo, precisamente por no ser autor material de la muerte de su pequeña
hija. Estamos ante circunstancias dudosas, donde las principales sospechas
conducen a endilgarle el desgraciado y penoso suceso a su progenitora afín
Yanina Soledad Lescano. El Tribunal se encamina a justipreciar las
testimoniales que podrían ser de cargo para Cristo, colocándolas en la cima
de un postulado incriminatorio y descartando la prueba que podría
incriminar a Lescano, como lo serían las testimoniales de las profesionales

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de la psiquiatría (Dra. Jozami) y de la Psicología, con sus pericias a Lescano
y a Cristo, de Claudia Beatriz Rodríguez que hablando con I., hijo biológico
de Lescano, le dice: " m am á le m etía la cabeza adentro del lavarropas"
refiriéndose a N..
Otra clara demostración de la valoración de la prueba que observa en
el Fallo, surge de lo declarado en juicio por Jimena Serrano, psicóloga de
COPNAF quien en una reseña, cita a una mujer de apellido Miño ofrecida
como testigo del debate, y que a la postre es desistida porque conforme
surge del relato de Serrano, Miño habría sido asesorada por Lescano para
denunciar a su pareja supuestamente por hechos falsos.
El Tribunal sostuvo la calificación legal y la imputación de Cristo,
valorando evidencias probatorias donde el apuntado sería el imputado,
cuando en realidad la hipótesis incriminatoria debió apuntar a Lescano por
las circunstancias del hecho y las condiciones personales de la que en
verdad es autora de este desgraciado hecho. En cierto modo, el Tribunal
victimizó el pasado de Lescano para atenuar y disminuir la pena impuesta.
El Fallo se sustenta en una plataforma construida por testimoniales
que pudieron pasar por la manipulación de quien tenía el dominio de la
pareja.
La condena deviene arbitraria, toda vez que aplica una figura penal
imputando e imponiendo la pena más grave de nuestra legislación y que
sostiene con pruebas tasadas, que son dudosas por la manipulación que
podían contener, desvirtuando el valor probatorio de pruebas que se
asientan en valores de la ciencia, circunstancia que fue manifestada en el
debate, no recurriendo el Fallo a los presupuestos y requisitos exigidos por
el tipo penal para su configuración, que se cuestiona, violando de ésta
forma la Ley y la doctrina legal.
Tampoco tuvo en cuenta la Sentencia la conducta del acusado, quien
ha negado el hecho imputado, con una versión que se acerca más a la
verdad de los acontecimientos, la valoración de pericias únicas para probar
que Cristo no es violento ni perverso; sobrevalorando testimoniales como
única prueba para sostener el fallo. Sostener la acusación e imputación,
valiéndose la sentencia de testimonios que pudieron reñir con la verdad por

14
el contenido manipulador que pudo aportar Lescano, omitiendo y
desechando la valoración de pruebas periciales e imparciales con
certidumbre absoluta para la comprobación de la autoría material, hacen al
Fallo decididamente arbitrario y factible de impugnación.
El primer agravio que postula la Defensa es la imputación a Miguel
Ángel Cristo como autor material de dar muerte a su hija biológica, y la
equivocada apreciación que hace el Tribunal respecto a su falta de
sentimiento, aflicción, dolor, sensibilidad por el desgraciado suceso. Esto no
se corresponde con la actitud de Cristo frente a la familia conformada con
su anterior pareja Rocío, madre de N. y M..
El otro agravio, es la sobrevaloración de la testimonial de Ana
Abraham, que si bien ofreció testimonio sobre un acto de agresión de su
padre hacia N., ello no significa la imputación de todas y cada una de las
veintiocho o más lesiones que tenía la niña.
Estas otras lesiones, eran mucho más graves y provocadas con
elementos que seguramente usaba Lescano para venerar a su santo pagano
"San La Muerte": encendido de velas, cigarrillos y habanos. La testigo
manifiesta que bañaba y peinaba a la niña, debería haber observado la
presencia de lesiones sobre todo en los baños.
En relación a los dichos de la niña L. J. L., tomados por un Informe de
situación remitido por COPNAF en dos entrevistas posteriores al deceso de
N., los mismos pudieron pasar también por la manipulación de su madre,
con quien estuvo en esos días.
También lo agravia el sostenimiento de que Cristo no trabajaba, está
plenamente probado que lo hacía. No estaba prácticamente en la casa.
Agravia la apreciación contradictoria de la testigo Sargento Roldán, sobre el
estado de ánimo y postura de Cristo cuando ingresa al Hospital San Roque
con la niña (por un lado, lo coloca como que quería irse del lugar, y por otro
lado dice que le pide el teléfono policial para avisar a su actual esposa que
se quedaría en el hospital).
Agravia la escasa valoración que se le rindió al testimonio de Claudia
Beatriz Rodríguez, quien relató que I. -hijo biológico de Lescano- le narró
" m am á le m etía la cabeza adentro del lavarropas", refiriéndose a la niña N..

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Y alega decirle a Lescano " si a N . le pasa algo S ole, vos vas a ser culpable".
También agravia el escaso mérito al testimonio en juicio de la Psiquiatra
Carolina Jozami, que brindó una muy acabada exposición de conocimientos
de su ciencia y de los rasgos esenciales de la personalidad de la coimputada
Lescano.
Concluyó que se han violado normas sustanciales, porque se ha
aplicado erróneamente una ley y con ello también la aplicación de una
adecuada justicia. La sentencia, por lo tanto, es injusta y arbitraria porque
no se han tomado en cuenta requisitos sustanciales para configurar la figura
penal que se aplica, se basó en valorar la prueba que incriminaba al padre
de la niña restando mérito a las pruebas que confirmaban la incriminación a
la progenitora afín de la infante. La ausencia de pruebas claras, precisas y
concretas sobre la autoría del hecho investigado, hace impracticable
atribuirle a Cristo el delito de homicidio de su pequeña hija, toda vez que
sus rastros y secuelas no registraron vestigios de haber cometido tan
aberrante hecho. Los elementos colectados no son suficientes para sostener
la imputación y la condena a semejante pena impuesta.
Solicitó se haga lugar al recurso de casación interpuesto.
III- a) En la audiencia fijada oportunamente, intervinieron por el
Ministerio Público Fiscal, los Dres. Juan F. Malvasio y Santiago Brugo; por la
Defensa Técnica del imputado Miguel Ángel Cristo, el Dr. Carlos Daniel
Antico; y por la Defensa Técnica de la encartada Yanina Soledad Lescano,
los Dres. Miguel Cullen y Patricio Cozzi.
III - b) Con la palabra el Dr. Malvasio, ratificó el recurso interpuesto,
precisando que los agravios de la Fiscalía se concentran en lo que refiere a
la hoy condenada Lescano, por entender que el Tribunal de juicio, de
manera absolutamente arbitraria y en un total desapego a las reglas de la
sana crítica racional, desechó las agravantes por alevosía y ensañamiento;
y de manera aún más sorpresiva, de modo sesgado, aplica circunstancias
extraordinarias de atenuación, soslayando el art. 80 in fine del CP.
Afirmó que el Tribunal efectuó una valoración sesgada de los hechos y
de la prueba, por cuanto borra con el codo lo que escribe con la mano. Para
desechar el planteo defensivo, el contexto de género en que estaba

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Lescano, la vincula de manera subjetiva y le endosa todas las proposiciones
fácticas que le fueron endilgadas, todas las circunstancias de modo. Pero
luego, para imponer una pena temporal, borra lo que afirma en la primera
parte. A partir de fs. 332 comienzan las contradicciones. Para no hacerse
cargo de esa pena temporal, le atribuye una carencia formal a la Fiscalía,
que al momento del sustrato fáctico no concreta la alevosía, soslayando a
su vez los acuerdos probatorios del punto 3) de la remisión a juicio,
pactados por todas las partes.
En cuanto a las circunstancias extraordinarias de atenuación, su
aplicación es ilógica, porque se da de bruces con lo que previó el legislador.
El propio texto legal las prohíbe cuando la mujer previamente fue víctima de
violencia. A lo largo del plenario y la sentencia, se soslaya que la víctima,
además de niña, es una mujer. Sorprende, porque el MPF lo marcó y
remarcó en todo momento. Llama la atención la valoración que hace el
Tribunal para imponer circunstancias extraordinarias de atenuación; el
primer voto efectúa citas que nada tienen que ver con lo previsto por el
legislador, en cuanto a la relación entre las partes. No se advirtió ninguna
circunstancia entre Lescano y N. como para aplicar esas atenuantes.
Destacó que no tiene el Tribunal poder legislativo. El Tribunal partió
del resultado, y luego le dio andamiaje, sin ningún fundamento normativo.
Es tan absurdo que ni siquiera fue planteado subsidiariamente por los
defensores, quienes solicitaron sólo la absolución de Lescano. Por ello,
desde la Fiscalía solicitan que se corrija ello, sin reenvío, por ser una
errónea aplicación del Derecho.
Se agraviaron también por la forma en que se desecharon las
agravantes del inc. 2 del art. 80 CP. Se ven, de forma palmaria, las
contradicciones, a partir de fs. 332, con el argumento que vuelca de manera
unánime para vincularla a Lescano y desechar los planteos defensivos. La
argumentación es sui generis, porque comienza diciendo el Tribunal que
tiene un valladar que no puede soslayar, y que es cómo el MPF atribuyó el
hecho delictivo; que, a fin de garantizar el derecho de defensa, el MPF debió
mencionar los elementos subjetivos distintos del dolo.
Pero entienden los recurrentes que ello es tautológico, porque de los

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acuerdos probatorios surgen esos requisitos. El punto 3) del auto de
remisión a juicio muestra los acuerdos probatorios entre la totalidad de las
partes; lo que incluso el Tribunal tuvo por probado cuando vinculó a
Lescano con el hecho; y luego dice que no se les comunicaron esos
elementos distintos del dolo. El Vocal de primer voto, a fs. 318, dijo que N.
fue torturada por Cristo, y Lescano no hizo nada para velar por la integridad
física y psíquica de la niña; eso lo dice el Tribunal. Tiene por acreditado el
ensañamiento, como también cuando las partes acordaron que previo al
fallecimiento tuvo maltratos innecesarios.
Por la única razón de no querer aplicar una pena perpetua,
mencionaron la comunicabilidad de las agravantes del art. 80 inc 2; sobre el
vínculo no hay discusión, pero sobre esas sí. Pero la Fiscalía no le atribuyó
el delito comunicando las condiciones personales, sólo se comunica el
vínculo, por cómo se relató el hecho, en todo momento se le comunicó a
Lescano que no hizo lo que debía para evitar los padecimientos innecesarios
previos a la muerte de la niña. Es de Perogrullo que una niña de 2 años es
indefensa; y es obvio que ambos imputados se aprovecharon de esa
indefensión.
No entienden por qué el Tribunal, sin mayores razones y agregando
ese obiter dictum , no explica por qué el mismo hecho que se le atribuye a
Lescano por omisión impropia, se descarta en la forma imputada. Tampoco
la diferencia con la imputación activa de Cristo. A fs. 97 afirma que Cristo
actuó sin riesgo para sí; eso fue lo que no evitó Lescano, y por eso fue
acusada. Lescano tampoco corrió ningún riesgo. Por eso afirman que el
Tribunal ingresa en esa contradicción, palmaria, a partir de fs. 332 parece
que se está resolviendo otro caso distinto. Si el Tribunal pretendía no
aplicar la pena perpetua, hubiera echado mano al argumento de la
inconstitucionalidad de la pena.
Respecto del ensañamiento, a fs. 287 el Tribunal aduce que Lescano
sabía y era consciente de que Cristo torturaba a la niña. Ese es el elemento
subjetivo distinto del dolo que prevé el ensañamiento. Por eso no se
entiende por qué se lo descarta; esa tortura, además, formó parte del
acuerdo probatorio.

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Finalizó ratificando el escrito recursivo; interesaron la subsunción
correcta para Lescano, como Homicidio triplemente agravado, en la
modalidad de omisión impropia; se la condene a pena perpetua, y se
disponga la detención y traslado de la condenada, en virtud de los arts. 355
inc. 1 y 2, y 353 y 356 CPPER. Ello así, considerando la aplicación de la
pena máxima permitida, la prisión perpetua, y que Lescano está en prisión
domiciliaria porque no está firme, cuando adquiera firmeza va a querer
evitar su concreción, lo que infieren del temperamento de la imputada en la
IPP y en el juicio: banalizó una cuestión como la de género; pretendió en
connivencia con Cristo atribuirle el hecho a una tercera persona, y ese
temperamento lo va a mutar en este estadio del proceso, para evadirse y
evitar la aplicación de la pena. Destacó que en la víspera tomaron contacto
con la presidencia del Copnaf, a fin de conocer el estado de los hijos de
Lescano para acreditar o no el posible arraigo, y se les dijo informalmente
que los hijos de Lescano que convivían con Cristo y ella al momento del
hecho, se encuentran institucionalizados, próximos a ser adoptados, en
guarda pre adoptiva con un matrimonio de San Luis, y G. se encuentra a
cargo del Copnaf. Tampoco tiene trabajo, por lo que interesaron la
inmediata detención y traslado a la UP.
III- c) Con la palabra el Dr. Antico, sostuvo que mantiene el recurso
impetrado. Afirmó que disiente con el fallo recurrido, por cuanto Cristo no
ha sido autor material de los graves hechos que provocaron el deceso de su
hija. Lo sostuvo en el debate y en el recurso. El fallo ha invertido los roles
de ambos coimputados en los hechos que se les endilgan. La autora ha sido
Lescano; existieron pruebas importantes durante el curso del debate que
demuestran que Lescano golpeaba a la niña y la maltrataba. Solamente el
Tribunal sostuvo elementos probatorios que surgen de declaraciones de una
pequeña niña, y omitió tener en cuenta testimoniales que aseguran que
Lescano no solo la maltrataba físicamente, sino que en una oportunidad la
introdujo en un lavarropas.
Sostuvo que ha habido una excesiva arbitrariedad por parte del
Tribunal; que la sentencia es contradictoria, por no tenerse en cuenta la
sana crítica racional; y por lo tanto, solicitó la absolución de su defendido,

19
por entender que si ha incurrido en alguna culpa respecto a su actitud, no
fue precisamente la comisión de los hechos, de los golpes.
III- d) A su turno, el Dr. Cullen comenzó afirmando que coincide con
la Fiscalía, por otras razones, en que la sentencia contiene una
interpretación sesgada; es una sentencia ilógica, no resiste un análisis
lógico, es contradictoria. Para la Fiscalía, la sentencia tiene tantos vicios,
pero pretenden que se sostenga en la parte que les conviene. Es una
comunicación que tiene que entenderla Lescano, si es ilógica es ilógica. No
se puede decir que ataca la sana crítica y es contradictoria, pero mantener
el resultado; y que el Tribunal tome jurisdicción positiva y se condene a
Lescano a la pena máxima.
No se puede condenar a prisión perpetua a una persona, sin
escucharla, y mantener la sentencia viva a pesar de todos los vicios
denunciados. La solución es inviable, vulneraría todos y cada uno de los
principios constitucionales. Coinciden que es una sentencia que
jurídicamente debe morir, todas las partes están disconformes. En todo
caso correspondería anular; y volver a hacer el juicio. Da el ejemplo de una
usucapión; el derecho de propiedad se otorga, y se da una apelación
automática; tendría más protección la propiedad que la vida de Yanina
Lescano.
Se dice erróneamente que el Tribunal no argumentó de manera lógica,
las circunstancias extraordinarias de atenuación; la Fiscalía aduce que los
sorprendió la aplicación de las mismas. La sentencia cuestiona el referido
punto 3) del auto de remisión a juicio, le achaca a la Defensa haber
consentido eso. Lo único que no se discutía, era la muerte de la niña y la
necesidad de justicia. La Defensa apeló el auto de remisión, porque el eje
de la oposición era justamente que el hecho estaba mal imputado, y que
ese lapso de casi 6 meses, impedía el derecho de defensa. Esa apelación
fue desechada en el Juzgado de Garantías, porque es inapelable; y la queja
también se le rechazó. No hubo consentimiento. Hay indefensión porque se
plantearon los recursos, pero no fueron tratados. Se castigaría a los
defensores que apelan y cuestionan. No existe acuerdo en el famoso punto
3, fue lo que más se cuestionó, eso lo reconoce la sentencia. Es

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absolutamente inexacto sostener que existía acuerdo entre partes sobre la
participación de Lescano respecto de torturas. La sentencia sería nula
incluso por eso, porque sitúa los maltratos en el año 2019; o sea, se
condenaría por algo distinto.
La Fiscalía dice que no pueden aplicarse las condiciones extraordinarias
de atenuación; la Defensa no comparte lo sostenido por el Tribunal, pero su
conclusión está explicada, respecto de por qué consideraba que no tenía la
misma responsabilidad penal Lescano que Cristo. Hay un grado de reproche
menor.
Debe rechazarse el recurso fiscal, y también debe rechazarse la
petición de prisión preventiva efectiva, porque no se dio ningún argumento
para cambiar la situación de Lescano. Desde el primer día ha estado a
derecho, bajo todas las normas que se le han impuesto; la fuga es
imposible, tiene un hijo de un año, y no se puede variar una situación
perfectamente controlada, simplemente por una hipótesis; el carácter
cautelar debe enmarcarse en requisitos, que es obligación de probarlos por
parte de quien lo solicita. Existen otras alternativas a la prisión efectiva para
compeler cualquier riesgo; por el solo hecho de ser condenada, no puede
sostenerse el peligro de fuga, sería voluntarista, choca con la realidad,
Lescano no ha intentado fugarse.
III- e) A su turno, el Dr. Cozzi ratificó en un todo el recurso
interpuesto.
En relación a la imprecisión de la conducta endilgada, afirma que no se
precisaron cuáles serían las supuestas conductas debidas, no fueron
intimadas. En el juicio tuvieron que reeditar el planteo de imprecisión, en el
Juzgado de Garantías se lo rechazaron porque debía tratarse en juicio; lo
que acordó la Defensa es sólo la muerte de la niña, y la convivencia; no así
el plazo. El mismo Tribunal luego les da la razón, se hubieran ahorrado
buena parte del juicio, y realizar una defensa acorde. En ese planteo,
reeditado en el juicio, recién en la discusión final el MPF esboza algunas
acciones que hubiera debido hacer Lescano y omitió, que deberían ser parte
de la imputación.
Hay dos cuestiones que les llaman la atención: el Tribunal, lo primero

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que debería analizar, son las conductas supuestamente omitidas; luego la
calificación legal. La Defensa desplegó una batería de recursos para refutar
todas las posibles conductas de Lescano; los pone en una zona de grises,
respecto de cuándo hacer una defensa activa y cuándo no; eso les lleva a
justificar la imprecisión; la Defensa no tendría que haber hecho nada,
porque finalmente las defensa planteadas, parecen habilitar su condena. El
Tribunal concluye que sería "recomendable" que el MPF, en el futuro,
precise mejor el hecho. Con la sentencia recién se enteran de cuáles serían
las conductas omitidas.
Las conductas reprochadas no son tan lógicas, porque la Fiscalía
misma no las expresó. Al no estar intimadas, no pudieron interrogar o
contrainterrogar a testigos, porque se enteraron con la sentencia recién.
Respecto del plazo, parece que se termina determinando el hecho recién
con el juicio y la sentencia. Llamativamente, el derecho de defensa afectado
se subsana en la sentencia, a raíz de los recursos de la Defensa.
Respecto de la calificación legal, también debe ser comunicada al
imputar el hecho; no sabían de qué se tenían que defender. La Fiscalía
justifica la omisión en el art. 673 CC, deberes de los progenitores. Ese es un
sistema progresivo, que nace con la simple convivencia; eso significaría que
se termina cuando se termina la convivencia. Tenemos los dichos de J. y de
la trabajadora social, que Lescano le decía a Cristo que no le pegue a la
nena, y que se quería ir y no podía, Cristo no la dejaba. Si hubiera sido libre
de irse, ese estatuto no la alcanzaría. Debe analizarse el contexto en que
sucedieron los hechos. Se utilizan como datos hasta para justificar el dolo,
como los gritos que escuchaban los vecinos; ella no se podía ir y Cristo no
se iba, pero la condenan por el estatuto del CC.
El Tribunal intenta justificar, en varias páginas, cuál es el enfoque de
género que debe aplicar para analizar los dichos de Lescano, en base a las
pruebas y aplicación de Tratados. Lo aplica en la teoría, pero no en la
práctica. El análisis de los dichos de Lescano, son más de 80 páginas, de
modo contradictorio, recortando y poniendo en terreno de dudas lo dicho
por Lescano. Arranca estableciendo el contexto en que declara; que habían
transcurrido 5 días del hecho y 4 de dar a luz; que no estaba ya en contexto

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de violencia; ese día, se sitúa cómo estaba ese día, lo que se analiza previo
sería contradictorio con la responsabilidad estatal. También alegaron
violencia institucional, y el Tribunal tenía la obligación de pronunciarse
sobre eso. La propia acusación, el primer día, para justificar la preventiva,
14 veces dice que Lescano miente. Eso no respeta la debida diligencia. Se
optó por no creerle. No habla de mala fe, pero se advierten preguntas en el
juicio referidas a si mentía, si era manipuladora, su vestimenta, el cuidado
de sus hijos, etc.
Cuando se habla de escalada de violencia, posterior a la quemadura de
los pies, se fija en los 21 días previos a la muerte; se justifica con la
pericia; pero el Tribunal habla de contradicción porque se hablaba de
violencia anterior; no dimensiona que se habla no de cualquier violencia,
sino de la peor, de la escalada. La conclusión es absurda, porque no se
considera el daño hacia la mujer y el peligro para sus hijos. Si lo pensamos
respecto de cómo llevamos la vida, todos podríamos pensar que la conducta
nuestra sería otra; debe contextualizarse, para no caer en conclusiones
absurdas. Refiere a las supuestas contradicciones de los dichos de Lescano,
las que no son tales, según la Defensa. Lescano naturaliza la violencia y se
expone a los riesgos, eso lo corroboran las pericias. También respecto del
teléfono; en cualquier contexto, lamentablemente es común el control,
además hay 8 audios de Cristo con su voz desde el teléfono de Yanina, que
reflejan que manipulaba el teléfono de ella. No entienden cómo el Tribunal
llega a algunas conclusiones, como lo del cambio de foto de perfil de
Facebook.
El Tribunal dedica muchas páginas a que Lescano le habría endilgado la
responsabilidad a Ana, pero Lescano nunca le atribuyó el hecho a Ana, sino
que habló de una vez, un golpe, pero que aún así la niñera los trataba bien
según le decía I.. No descarta algún golpe de la niñera, pero no le endilga el
hecho. La única salida de todos juntos, es la salida para la compra de la
casa, no se entiende por qué hablan de la vida social; Yanina no salía sola,
tenía restringida la vida social. La única charla era con I. y con la hermana
de Cristo, estaba aislada por la relación con Cristo. En el video de Nunca es
Tarde, la vecina dice que llamaban a la policía por los gritos, que lo veían

23
salir a él, no a ella, al punto de que ni sabían que estaba embarazada, lo
que era notorio. El Tribunal no analiza eso. El Tribunal recorta los dichos de
Lescano al analizarlos. Se justifican muchas cosas en la sentencia,
analizando sólo que habría dicho " S i no te gusta andate". Termina siendo
todo insólito.
Respecto de los supuestos secretos de I., se tuvieron en cuenta lo
analizado por Asencio; pero justamente ésta habló de que en esas
cuestiones es donde juegan los estereotipos. Las pericias explican el
sentimiento de culpa, el reproche en Lescano. Las dos psiquiatras que la
peritaron hablaron del carácter manipulador, lo que no escribieron; la única
que fue coherente con lo que escribió y declaró, fue Ormache. En la pericia
de Cristo sí estaban escritos los rasgos manipuladores. También lo contó
Melina Vázquez, refleja los dichos respecto de la inacción, pero el Tribunal
no repara en que fue consultada si el reproche que se hacía Lescano
respecto de su incapacidad de actuar era consecuencia de la violencia de
género, y dijo que sí. Fue muy complejo ejercer el derecho de defensa en
su máxima plenitud, por lo voluminoso de la sentencia.
La situación de aislamiento es clara. Pide que se analicen las
contradicciones de la sentencia. La acusación viola los principios
constitucionales, y los convenios; se ha realizado un trato discriminatorio a
Lescano.
III- f) Nuevamente con la palabra el Dr. Cullen, destacó que uno de
los agravios es la falta de razonamiento del planteo de inconstitucionalidad
de los delitos de omisión.
El Tribunal rechaza los dos precedentes que citó la Defensa, porque
refieren al principio de congruencia. Discrepan con la interpretación del
Tribunal, sobre todo considerando el precedente Rosas y el voto de
Zaffaroni. No es un debate zanjado el de la constitucionalidad de los delitos
impropios de omisión. Más allá de las citas doctrinarias, no se entiende por
qué se sostiene la constitucionalidad; no se dio un tratamiento adecuado,
por eso insisten en el planteo. Viola el principio de legalidad, nuestro
derecho constitucional, mantienen la inconstitucionalidad de los impropios
de omisión.

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Debe revocarse el fallo, no conforma a nadie, debe eliminarse
jurídicamente. Sostienen la negativa a la perpetua sin reenvío, por violación
a la división de poderes; y estamos ante nuevo agravio del MPF, por pedido
de aplicación de pena perpetua sin oír a la imputada. Debe anularse el fallo,
y aunque está habilitado el Tribunal para la jurisdicción positiva, si así lo
entiende, se reenvíe para el dictado de un nuevo acto sentencial. Haciendo,
además, todas las reservas recursivas.
III- g) Finalmente, con la palabra el Dr. Brugo, solicitó el rechazo de
los recursos de las Defensas. Los agravios son una reedición de los alegatos
de clausura, son meros disconformismos con los argumentos de la
sentencia; no tuvieron acogida favorable por los sólidos argumentos
brindados en la sentencia. Ambas defensas cuestionaron la valoración de la
prueba, la Defensa de Lescano insiste con la imprecisión del sustrato
fáctico, y la inconstitucionalidad de la perpetua.
En respuesta a la Defensa de Cristo, el acto sentencial se
autoabastece, es completo y racional. A poco que se aborde la lectura, se
advierte que no merece reproche alguno respecto de las condenas, más allá
de que corresponda agravar la de Lescano. Pero el acto sentencial, cumple
con los requisitos legales de los arts. 456 y 457 CPP, está motivado y
correctamente fundado en la prueba incorporada. La defensa de Cristo
pretende poner en cabeza de Lescano la muerte por acción, pero con una
crítica parcializada de la prueba, sin alusión a la prueba alegada por el
Tribunal. No da precisiones ni mucho menos en qué pruebas se basa para
argumentar eso; insiste en responsabilizar a Lescano, pero sin precisar el
rol de Cristo, ni tampoco el de Lescano. Continúa la estrategia defensista
seguida por el propio Cristo, pero nunca se brindaron elementos; sólo se
basa en los dichos del imputado; jamás se estableció nada de lo que se
refería a cuestiones de brujería y demás, ni un solo testigo sostuvo eso.
Debe ser rechazado ese recurso.
En relación al recurso de la Defensa de Lescano, entiende que el
recurso del MPF en parte responde a lo alegado por el recurso defensivo.
Agrega que reiteran los defensores los alegatos de clausura, y el Tribunal
explicó suficientemente por qué rechazaba sus planteos. Se utilizó una

25
variada cantidad de citas para descartar la violencia de género alegada por
la Defensa. El Tribunal la descarta cotejando los falaces dichos de Lescano,
con el resto de la prueba, como las testimoniales y las comunicaciones de
whatsapp con la hermana de Cristo, que dan cuenta de que Lescano tenía
plena capacidad de acción.
Respecto de la forma de producción de las lesiones, más allá del
ámbito en que convivían, Lescano decía que las lesiones eran por caídas,
que la nena se golpeaba sola, y que inmediatamente de golpearse aparecían
los hematomas. Eso fue descartado por los médicos forenses, hicieron
mucho hincapié en la lesión de la nariz, que era imposible aún con una
caída frontal fortísima. También se analizaron los informes de Copnaf, que
desechan que haya sido víctima de violencia de género; dejan entrever la
personalidad manipuladora de Lescano, sobre todo cuando entrevistan a los
hijos. Londero dijo que Lescano tenía una capacidad de manipulación muy
superior a la de Cristo.
No se ofreció ningún otro tipo de prueba para valorar ese contexto; ni
siquiera se citó a la vecina que aparece en el video televisivo que se
menciona. El Tribunal aceptó incorporar prueba en un momento ulterior al
debido, a pesar de la oposición de la Fiscalía. También se descartó que
Lescano haya recibido amenazas de parte de la familia de Cristo, tampoco
se aportó prueba al respecto. De los dichos del Dr. Terra, que trataba a
Lescano durante su embarazo, dijo que era de riesgo pero que no tenía
indicado el reposo absoluto.
El planteo de la Defensa respecto de la imprecisión del hecho, es
contradictorio por cuanto fueron consentidas casi todas las proposiciones
fácticas, más allá de lo manifestado respecto del recurso ante la remisión a
juicio; eso es inapelable. Lescano cuestionó el hecho para mejorar su
situación procesal; los defensores, luego, realizaron una defensa minuciosa
sobre el hecho intimado, por lo que tanto al momento de interrogar y
contrainterrogar a las partes, en sus alegatos y en el recurso, se explayaron
sobre todas las proposiciones fácticas, incluso las acordadas en la etapa
intermedia. La Defensa habla de violación al debido proceso y al principio de
congruencia, pero ejercieron cabalmente el derecho de defensa, plantearon

26
todo lo que desearon. La intimación no afecta ningún principio; no
demostraron cómo se afectó el principio de congruencia, siendo que se
condenó por un hecho más recortado que el imputado. El hecho no había
que subsanarlo, el hecho por el que fue condenada Lescano es el mismo por
el que fue intimada, más allá del recorte temporal, que no es motivo de
agravio.
Respecto de la posición de garante, la misma puede no tener una
fuente formal, sino basada en la comunidad de vida, o en determinada
empresa. Esa imprecisión fue descartada por el Tribunal en la página 202;
es un reproche de carácter meramente formal. Comparten la conclusión de
que se comprendían cabalmente los alcances de la imputación, la conducta
omisiva, y las que debió realizar Lescano.
No se comprobó cómo la violencia sufrida por Lescano en su vida
paralizaría su accionar respecto de N.; refirió a que le quisieron enrostrar la
responsabilidad a una vecina y, al ver eso frustrado, cómo mutó la defensa
de Lescano a un llamado a Cristo cuando estaba en el San Roque, y hablaba
de Rocío; y luego, fue por la final estrategia de echarle la culpa a Cristo y
desligarse de su intervención omisiva en el hecho. Lescano mintió; por eso,
el Tribunal no le creyó, no por ser mujer. La perspectiva de género está
vinculada a la verosimilitud de los dichos, al mantenimiento de los mismos y
la coherencia; nada de lo que ocurre respecto de Lescano.
Respecto del trato discriminatorio dispensado a Lescano, no resiste
ningún análisis. Respecto de la inconstitucionalidad de los delitos de omisión
impropia, ha sido minuciosamente analizado por el Tribunal; la CSJN ha
receptado la constitucionalidad, lo hubiera tratado. Omitió la Defensa hablar
de la causa Barral y de los precedentes Roldán y Aguilar del STJER, que se
pronunció al respecto. Respecto a la división de poderes, sobre la pena
perpetua, no se viola el principio, no se impide a los jueces imponer una
pena, los jueces pueden condenar o no; pueden fijarla cuando se prevé la
pena temporal. Cuando un tipo de pena luce desproporcionada, pueden
apelar al control difuso de constitucionalidad; en la provincia no se ha
declarado inconstitucional nunca, tampoco lo ha hecho la CSJN.
Solicitó el rechazo de los recursos defensivos, que se confirme la

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condena a Cristo, y parcialmente la de Lescano, declarándosela autora por
omisión de homicidio triplemente calificado; y que se transforme la prisión
preventiva domiciliaria en efectiva.
IV- a) En estado de resolver, atento a los múltiples planteos
realizados por las partes, y en orden a la revisión que debe hacerse de la
sentencia, con la máxima amplitud respecto de lo revisable, conforme los
precedentes por todos conocidos, examinaré tanto la prueba producida
como el razonamiento probatorio realizado por el Tribunal de juicio, a la vez
que analizaré si la conclusión a la que llega, resulta una adecuada aplicación
del derecho.
Sabemos que la revisión de una sentencia a través del recurso de
Casación, debe ser amplia, y en primer lugar, debe atender a determinar si
su fundamentación es razonable; si la decisión judicial no tuviera asidero en
la prueba producida, si sus inferencias fueran incorrectas, si se soslayara la
prueba arrimada en el juicio, o si no apareciera la conclusión como el
producto de la aplicación de las reglas de la sana crítica racional, la
sentencia no sería válida.
Y si asumimos como válido que el sistema desea evitar las sentencias
arbitrarias -y por eso se dispone que sus decisiones sean fundamentadas-,
y que organiza su normativa para determinar con qué reglas debe analizar
un juzgador la prueba, ese primer examen de la sentencia es el que debe
hacerse en esta instancia; si, a la vez, la jurisprudencia de la Corte
Suprema determina que la revisión debe ser amplia, de toda la prueba
producida en un juicio, tenemos la clara conclusión que el margen de
tolerancia de sentencias arbitrarias o injustas debe ser mínimo.
En La decisión judicial, de Douglas Price -ed. Rubinzal Culzoni, Santa
Fe, 2012, p. 26/27-, se lee "... una teoría de la decisión judicial tiene que
abordar al m enos dos grandes grupos de problem as, el prim ero de ellos,
-frecuentem ente relegado-, es el problem a relativo a la constitución del
factum o del punto de partida de la decisión, y el segundo es el m ás clásico:
el de la interpretación de las norm as, problem as am bos que se vinculan al
problem a de la racionalidad o de la argum entación racional, desde que,
adem ás, todas las operaciones del sistem a se realizan bajo ese presupuesto

28
… cuando el sistem a del estado de D erecho reclam a que las sentencias sean
fundadas, reclam a- m ás allá de si esto puede ser alcanzado o no-una
argum entación de la decisión que responda a algún canon de racionalidad.
Preguntarse cuál sea ese canon, o si existe o no una lógica de las norm as, o
cuál sea el m étodo de interpretación, o si la construcción de la historia que
constituye el factum (que luego el juez supuestam ente subsum e en la
norm a) es controlable, y cuál sea la función de la argum entación en todo
ese proceso, son algunos de los principales problem as a m i entender, de
una teoría de la decisión judicial".
IV- b) Está probada (y se parte ya de ello, según se lee en la
sentencia), la convivencia de la pequeña víctima con niños y sólo con dos
adultos, Cristo y Lescano.
Para analizar el caso, el Vocal parte de aquello que, afirma, no fue
objeto de controversia, destacando que los extremos fácticos de los que
resultaría la muerte de N. Cristo, habían sido convenidos por las partes, lo
mismo que la materialidad del hecho; así, que los imputados convivían con
ella en el domicilio donde ocurrieron los hechos, que en el período que va
del 08/08/2018 hasta febrero de 2019, la niña sufrió lesiones físicas, tratos
inhumanos y fue privada de alimentación indispensable, lo que le provocó
un estado de desnutrición generalizado, y que falleció (el 07/02/2019) por
una falla generalizada de órganos, a consecuencia de los padecimientos
infligidos.
Aunque, respecto de ello, el Tribunal puntualizaría que, de las
probanzas producidas en el plenario, habría algunas cuestiones en esos
extremos fácticos que se podían advertir con mayor precisión, de las que
surgirían datos de relevancia para la resolución del caso.
Así, analiza lo que dan cuenta los oficiales de Comisaría 10ma, que
toman contacto directo con la niña al concurrir al domicilio de los
imputados; y habla del estado atroz en que se encontraba la niña, de lo que
dan cuenta estos oficiales. La niña es trasladada al Centro de salud
Corrales, y luego al Hospital materno infantil San Roque.
También tiene en cuenta el parte del Subcomisario Juan Molina, que
constata que ese 07/02/2019 se traslada a la menor, y en el camino,

29
advierte que tenía heridas varias en las extremidades superiores e
inferiores, en abdomen y manos. En ese parte, Molina consigna que Cristo
refería que las lesiones eran de vieja data, que la lesión en la nariz era por
un golpe en un escalón, y que todas habían sido ocasionadas en
circunstancias de estar siendo cuidada por la niñera, Ana, y desconocía lo
que le había pasado a su hija, ya que tanto él como su madre de crianza
pasaban mucho tiempo en el Hospital, ya que ésta (Yanina S. Lescano)
cursaba un embarazo de riesgo, de más de 8 meses.
Luego, el juzgador realiza una larga transcripción de los dichos de los
testigos que declararon en el juicio: Agueda Ester Roldán, oficial de la
división Minoridad y Violencia familiar, de guardia en el momento que llegó
Cristo al shockroom. Esta oficial de Minoridad, presente en el lugar, dijo que
cerró con llave el shockroom porque el señor se quería ir, y que vio las
heridas que presentaba la niña, que decía bajito " ayuda, ayuda". También
analiza lo que los médicos de guardia que la recibieron declararon, dando
cuenta de las múltiples lesiones que presentaba, de la falta de tabique, de
la distinta antigüedad de las heridas, del estado de desnutrición y
deshidratación generalizado -Dres. Luchetti y Ramírez-.
Apunta que Ramírez describió a N. muy pálida, con estado de mucho
deterioro; que no sabía si respiraba cuando llegó, al punto que se tuvo que
acercar y lo primero que constató fue un gran grado de desnutrición, muy
aguda, que databa de dos meses como mínimo; que no tenía tabique nasal,
estaba totalmente lastimado, y hematomas y golpes en todo el cuerpo,
quemaduras de cigarrillos y quemaduras arriba de los pies. Éstas, tenían
bastante evolución, según esta médica, ya que se veía parte de los
tendones, y una parte necrótica. Los hematomas parecían más recientes.
Destacó las escaras del cuerpo, que se producían por apoyo continuo, que
podrían haber tenido una evolución de tres a cuatro semanas, y que la
lesión de la nariz era imposible que pasara inadvertida para quien convivía
con la niña. Asimismo, en la punta de los dedos, presentaba necrosis por
falta de irrigación, lo que se produce luego de dos o tres semanas.
También valoró lo que dijo el médico Walter Luchetti, en sentido
coincidente con su colega.

30
Asimismo, valoró lo que aportó el médico forense Dr. Luis Moyano,
quien mencionó que no pudo tocar a la niña porque estaba muy mal; que le
llamó la atención la alopecia a nivel occipital, y que eran llamativas las
úlceras o escaras a nivel de las vértebras, por estar apoyada en la cama. El
médico también destacó, que las lesiones que tenía estaban infectadas, y
explicó que en el cuerpo tenemos bacterias que conviven con nosotros
( staphylos y aureus); y que una sola lesión a través de la que ingresa la
bacteria, puede producir la muerte, si no es desinfectado. También que el
edema se pudo haber producido por falta de proteínas, o por haber estado
atada; que estaba deshidratada, y que -en el estado en que estaba- los días
previos a la muerte le resultaba imposible ingerir alimentos; y que la
desnutrición habría comenzado al menos cinco meses antes. Estimó que la
lesión del tabique tendría más de un mes, porque tiene que pasar bastante
tiempo para que se caiga el tabique; y que en sus 42 años de médico,
nunca había visto algo tan atroz como esto. Asimismo, que era imposible
que un habitante de la casa no hubiera advertido la falta de alimentación, y
las lesiones que presentaba la niña, además de que debería haber habido
olor por el grado de infección.
El juzgador analizó también, largamente, el informe autópsico y el
informe médico complementario del Dr. Walter Aguirre. Allí, señala que
debía detenerse respecto del informe, porque advertía que el Dr. Aguirre
consignó que el diagnóstico inicial de SIRS se transformó en un shock
séptico, que tuvo su origen por ingreso por vía de las lesiones ulceradas del
cuerpo. A partir de allí, el juzgador entendió que había un nuevo elemento
que le permitiría precisar el momento en que se produjo el ingreso del
germen al organismo de N., y que las vías de ingreso serían las lesiones
ulceradas de la piel; y así, entiende que la fecha de inicio del proceso
infeccioso coincide con las lesiones ulcerosas más antiguas no cicatrizadas.
Determina así el juez, que esas lesiones son las que ocasionaron el deceso.
Si bien largamente analiza el Informe complementario de autopsia,
firmado por el Dr. Aguirre, que también obra en el Legajo, y luego tiene en
cuenta lo que dice el galeno en su testimonial, concluye que la evaluación
pormenorizada de las pruebas objetivas le permite circunscribir la data de

31
las lesiones ulcerosas que permiten el ingreso del germen, y la causa
inmediata del fallecimiento, determinando -a partir de distintas inferencias-
y descartando que el germen hubiera ingresado por lesiones de vieja data
(40 días antes), que el comienzo de los malos tratos infligidos a la víctima
con idoneidad suficiente como para causar la muerte se ubican dentro de la
primera quincena del mes de enero de 2019.
Ahora bien, lo que dice Aguirre -según lo que el mismo Vocal
consigna- es que la niña presentaba un cuadro de desnutrición severa; que
en el caso concreto, tendría un tiempo no menor a tres meses de evolución;
que ese cuadro sería visible para terceros; y que también consideró
acreditado que ese cuadro de desnutrición contribuyó a que la infección se
diseminara con mayor velocidad y agresividad hacia todo el organismo, ya
que la niña carecía de defensas necesarias para hacer frente a un shock
séptico. También el médico había declarado que había surgido que la niña
había sido agredida de muchas maneras, por un tiempo altamente
prolongado, que existía gran probabilidad de que las lesiones hayan sido
provocadas, y que -al igual que los otros médicos- había expresado que a lo
largo de sus años de experiencia, nunca había visto un cuerpo con tantas
lesiones.
Realizo todo este detalle, porque entiendo que correlacionado tanto el
Informe autópsico como la declaración de Aguirre, con la de Moyano, y los
dichos de los médicos que asisten a N. en el Hospital, no puede inferirse de
manera tajante la fecha de las lesiones que efectivamente le habrían
provocado el deceso, sin vincular ello con el -referido por todos los
profesionales intervinientes- avanzado grado de desnutrición que
presentaba la niña; y la conclusión de que el inicio de los malos tratos
infligidos a la niña, idóneos para provocar la muerte, tenían que ver con las
heridas por donde podría haber ingresado el germen que finalmente le
produjo la sepsis, lo que es una conclusión errada.
Así, se advierte que el juzgador efectúa una indebida vinculación
entre las conclusiones médicas, que le ilustran sobre la evolución de las
lesiones y las posibles consecuencias de las mismas (introducción del
germen, infección, etc.), con la conducta imputada a los incursos, infiriendo

32
la acción delictiva intimada, de las últimas lesiones constatadas en la niña y
su evolución.
Por eso, resulta equivocado afirmar -como se hace en la sentencia-
que el comienzo de los malos tratos coincide con la data de las últimas
lesiones no cicatrizadas.
Ese recorte temporal, entonces, no se compadece con la prueba que
valora, ni con las reglas de valoración de la prueba que debe seguir cuando
pondera los aportes de las ciencias auxiliares (en este caso, la información
que brindan los galenos, quienes no afirman que hay lesiones que
concluyentemente habrían provocado la muerte, sino que enumeran todas
las lesiones que constituyen un cuadro tal que desencadena en el deceso de
la niña). Por ende, el razonamiento deductivo que realiza, sorteando
premisas de modo lineal, de que el comienzo de los malos tratos coincide
con las penúltimas lesiones ulcerosas, está errado.
Uno de los puntos que se advierte como problemático, por ejemplo,
en el razonamiento que se hace, es precisamente la pregunta sobre el
estado de desnutrición que presentaba la niña, pues luego -y a pesar de-
escuchar a los médicos, se vira el eje sobre la posible causa de esa
desnutrición, afirmándose que no está probado que fuera por privación de
alimentación, y agregando otras posibles fuentes de la misma -como un
proceso infeccioso-; como si esa hubiera sido la pregunta del caso. Y así, se
colige que el estado de desnutrición no es dirimente para determinar la
fecha en la que comenzaron a infligirse los malos tratos a la víctima. Ese
razonamiento, olvida no sólo la definición misma de malos tratos, sino
también todo lo que se desprende de lo aportado por los médicos.
Así como no puede simplificarse, con la prueba que existe, el
razonamiento, afirmando que ni Cristo ni Lescano le habrían alcanzado a N.
un plato de comida durante meses, tampoco puede seguirse un camino
lineal contrario, para refutarlo, y decir que la desnutrición probablemente se
deba a una causa diversa. En realidad, el comienzo y las acciones -positivas
u omisivas- que condujeron a la desnutrición de N., no fueron objeto
específico de producción de prueba; ese estado, formó parte de lo que
aportaron los galenos viéndola en sus últimos momentos de vida, y luego

33
de fallecida.
De los aportes de los profesionales surge que, en distintos tiempos,
se le ocasionaron a N. múltiples y dolorosas lesiones; que probablemente
estuvo atada; que sufrió golpes estando acostada; que se la privó de
alimento (o no se aseguró, quien debía hacerlo, que pudiera ingerirlos); que
desapareció su tabique nasal por haber tenido una infección producida por
un golpe desde hacía mucho tiempo; y que las escaras y alopecia que
presentaba, indicaban también que había estado un prolongado tiempo
postrada en una misma posición. Ello, sumado al cuadro de desnutrición
severo, nos tiene que llevar a inferir que los malos tratos habían comenzado
antes del infundado recorte temporal que se hace en la sentencia.
El resto de la prueba que valora el juzgador, tiene relación con las
pericias psiquiátricas y psicológicas realizadas, sobre distintos puntos, a los
imputados (llevadas a cabo por las profesionales intervinientes: Aranzazú
Ormache, Janet Schaumburg, María Eugenia Londero, Carolina Jozami,
María Zelmira Barbagelata). También, se escuchó a las trabajadoras de
Copnaf (Santana y Serrano), a vecinos (Ana Raquel Abraham, Rosana
García, Ángel Rodríguez, Claudia Rodríguez), a una testigo experta (Raquel
Asencio), a las psicólogas Claudia Gómez Arpí y María Melina Vásquez, a las
funcionarias de Asistencia a la Víctima (Candela Acebal y Marcia López), al
padre y hermana de Cristo (Miguel y Elizabeth Cristo), a la testigo Tomasa
Fernandez, y a los funcionarios policiales Norberto Delavalle y Esteban
Alegrini.
V- a) Respecto de los agravios interpuestos por la Defensa Técnica
del encartado Miguel Cristo, el letrado enunció distintos aspectos, por los
que discrepa con la solución del Tribunal, en relación con la valoración de la
prueba que se realiza en la sentencia.
El recurrente plantea que el razonamiento seguido en la sentencia es
arbitrario, por cuanto se condena a Cristo en base a prueba insuficiente,
valorando de manera errónea la prueba pericial y la testimonial (no
atendiendo a la probable manipulación de ella por parte de Lescano),
apreciando de manera desigual la prueba que incriminaría a ambos
imputados, y sin aplicar -finalmente- la duda en favor de su pupilo.

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Todos los agravios planteados por la Defensa técnica de Cristo, así,
se pueden reconducir a distintos aspectos de la valoración de la prueba.
Así (y como ya expresara en la causa "YABRAN", sent. del 12/04/17),
en auxilio del razonamiento y de la revisión de una sentencia, lo que cabe
analizar es si los enunciados inferenciales que ha realizado el juzgador, se
han realizado conforme a los principios de argumentación racional, si se han
observado las leyes de pensamiento que deben seguirse en la valoración de
la prueba; además, si el análisis de la prueba se ha hecho de modo sesgado
o no, y si las inferencias se apoyan en enunciados que la sentencia no
explicita.
V- b) Al momento de analizar la vinculación subjetiva de Miguel
Ángel Cristo con el hecho imputado, la sentencia comienza destacando el
despliegue de la Defensa técnica del encartado, de una estrategia sostenida
en orden a responsabilizar a la niñera de la víctima -Ana Abrahan- en un
primer momento, para luego responsabilizar a la imputada Lescano como la
autora material de las lesiones que presentaba la niña; también, se
defendió el mismo Cristo refiriendo a causas sobrenaturales (brujerías) y
aún, a estar amenazado por Lescano -sosteniendo el Defensor Técnico en la
discusión final que Cristo era víctima de una relación de manipulación y
sometimiento a manos de Lescano-.
Seguidamente, el Vocal de primer voto analiza toda la prueba, para
concluir que, con ella, era posible acreditar de manera certera que Miguel
Ángel Cristo es el autor material y responsable del hecho atribuido.
Para ello, reseñó lo que la prueba indica qué ocurrió el día del hecho:
Sánchez, vecina lindante, es quien en primer lugar efectuó un llamado para
comunicar el hecho (el segundo lo realizaría Lescano); de acuerdo al Acta
de Procedimiento, Sánchez indicó que en horas del mediodía había
escuchado gritos desesperados del domicilio de sus vecinos, que ingresó a
la casa y observó a N. " en estado avanzado de desnutrición, deshidratada,
quem ada, y lastim ada en la cabeza, rostro y pies", siendo luego trasladada
al Hospital. La testigo, a su vez, expresó que escuchaba a diario gritos y
maltratos, los que siempre iban dirigidos a N..
El Tribunal valora dicho testimonio, por cuanto Sánchez era quien

35
habitaba en la vivienda más próxima al domicilio donde ocurrieron los
hechos; describe de manera muy gráfica el estado en que estaba la niña a
simple vista; y sus dichos corroboran lo relatado por los funcionarios
policiales Molina y Roldán, quienes también refirieron al estado ostensible
de la niña. Sánchez también expresó que escuchaba a Cristo gritarle a N.
para que se levantara, que caminara, que se bañe sola; escuchaba que
Cristo maltrataba mucho a la niña; que el día del hecho fue a la casa y salió
Cristo a pedirle que llamara a una ambulancia; que luego se encontró con
los padres de Cristo que estaban enojados con él, estaban muy mal; y que
ni Cristo ni Lescano trabajaban.
El Tribunal correlaciona este aporte, con los dichos del oficial
Delavalle (quien dio cuenta, en su informe, de cómo era el interior de la
vivienda; y que Sánchez le dijo que por estar pegadas las casas escuchaba
los maltratos verbales del padre para con la nena); con lo aportado por
Molina (quien trasladó a Cristo con N., ante la demora de la ambulancia, y
no sólo vio las múltiples lesiones que tenía la niña, sino que escuchó las
"explicaciones" que intentó dar Miguel Cristo, las que juzgó dudosas y de
muy pobre explicación); y de Roldán (que le facilitó el teléfono móvil policial
a Cristo, que ella solicitó que la atiendan de urgencia a la niña dado el grave
cuadro que presentaba, y que Cristo como que se quería ir, que no lloraba y
que sus explicaciones no eran coherentes). Ese temperamento evasivo,
errático y distante de Cristo también lo confirma el Tribunal, analizando los
dichos de la Dra. Evangelina Ramírez.
También se valoró el testimonio de Ana Abrahan, quien dio cuenta de
que conocía la casa, por haber cuidado a los chicos; ésta relató haber
presenciado un hecho de violencia física de Cristo contra N., cuando le
pegaba fuerte en la cola con una ojota -lo que, concluye, el Tribunal, resulta
ilustrativo de la dinámica familiar en el interior de la casa-; y explicó que,
después de eso, no fue más a la casa; que había advertido la quemadura de
los pies de N., le preguntó a Lescano por qué no la llevaba al dispensario y
ella le contestó que le estaban comprando crema.
El Tribunal, además, realiza adecuadas valoraciones respecto de la
veracidad de los dichos de esta vecina, porque los correlaciona con el Acta

36
de Procedimiento y con el Informe de Novedad, donde expresó lo mismo
que declaró; y valora que pudo recordar también, que cuando a N. se le
caía la comida, Cristo la agarraba fuerte de los brazos y la sacaba de la silla
para mandarla en penitencia mirando la pared. Concluyó el Tribunal que el
testimonio de Abrahan lucía objetivo, espontáneo y creíble; y que permitía
tomar contacto con la dinámica del grupo familiar, signada por malos tratos
a N. por parte de Cristo, en presencia de Lescano y de sus tres hijos
menores de edad. Escuchada la testigo en el soporte audiovisual, que
declara el 10/03/2020, efectivamente impresiona como creíble, y sin fisuras
en su relato.
También se descarta en la sentencia, la versión brindada por el
encartado Cristo, por no condecirse con la prueba rendida: la niña no
quedaba la mayor parte del tiempo al cuidado de Abrahan, por lo que
tampoco entiende probado que N. se haya quemado los pies con agua
caliente y lastimado la nariz al golpearse contra un escalón mientras estaba
al cuidado de la niñera.
Al valorar los Informes de situación del COPNAF, el Tribunal extrajo lo
que los mismos aportan, principalmente en orden a lo manifestado por los
niños convivientes: J. contó, espontáneamente, que Cristo le pegaba a N.,
fuerte, en todo el cuerpo -incluyendo los pies-, con la mano y con el cinto;
que a los demás no les pegaba, que la silla que usaba la niña tenía pis y
sangre, y que Cristo le tiraba de los pelos a la niña; también, que esas
situaciones eran vistas por su mamá y sus hermanos; y que las
profesionales advirtieron, en la niña, una naturalización de los hechos de
violencia. Todo ello fue ratificado y ampliado por Serrano y Santana, al
deponer en el juicio.
Concluyó el Tribunal, que las distintas probanzas son concordantes y
permiten acreditar de manera cierta que era Miguel Ángel Cristo el autor
material de las múltiples lesiones que provocaron la muerte de N.,
ejerciendo actos violentos de manera crónica y sistemática contra la
víctima; los que, habida cuenta de las reducidas dimensiones del domicilio,
ocurrían a la vista de todas las personas que habitaban allí.
Valoró el Tribunal, a su vez, las permanentes inconsistencias,

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manifestaciones erráticas, evasivas, del encartado; lo que se corresponde
con lo que las peritos informaron al momento de practicar la Pericia
Psicológica y Psiquiátrica del mismo, destacando precariedad a nivel de
recursos cognitivos a factores culturales, lenguaje acotado y elemental,
todo lo que entendieron como " un m odo intencional de actuar al que apela
el entrevistado para intentar m antener el control de la situación y de la
inform ación que brinda, actuando en este sentido de m odo evitativo",
predominando además rasgos de tipo psicopáticos, victimización,
manipulación, ausencia de empatía y nula implicancia subjetiva.
Finalmente, descartó que Cristo estuviera fuera de la casa la mayor
parte del tiempo por estar trabajando; que carece del más mínimo sustento
probatorio su versión de que estaba amenazado o coaccionado por Lescano
para que realizara actividades ilícitas; y tampoco, aquellas versiones
invocando cursos de acción "sobrenaturales" o místicos, o que Lescano le
hubiera coartado de alguna manera su libertad, capacidad de acción y su
autodeterminación.
Por todo ello, concluyó el Tribunal en afirmar la calidad de autor
material y responsable de Cristo, por la muerte de su hija biológica N..
V - c) Frente a esta argumentación, los agravios esbozados por la
Defensa técnica del encartado Cristo, no revisten entidad suficiente para
contradecir la conclusión a la que se arribó.
Esto así, por cuanto las alegaciones presentadas en el recurso, se
encuentran casi todas ellas tendientes a desgravar toda responsabilidad de
Cristo en el hecho, y correlativamente, adscribir toda responsabilidad en
cabeza de Lescano. Dicha estrategia, parece desconocer no sólo la
posibilidad misma de la intervención plural (esto es, parece requerirse la
imputación de un solo responsable del hecho, lo que -siguiendo el hilo de
interpretación- conduciría a descartar la intervención de otra persona en el
hecho), sino que también soslaya que la vinculación subjetiva de Cristo, en
la argumentación de la sentencia, de ninguna manera implica la falta de
intervención de Lescano (quien, luego, resulta condenada también por el
Tribunal). Sitúa así, hipotéticamente, a Cristo en un lugar de inexplicable
inacción ante el acometimiento atroz del que sería víctima su propia hija (lo

38
que importa desconocer, además, la imputación por omisión).
La Defensa pretende sostener la tesis de que Cristo no ejerció actos
de violencia contra N., desoyendo así los aportes que recién fueran
reseñados, y que correlaciona la sentencia para fundar su conclusión: para
ello, el recurrente pretende desmerecer los dichos de Sánchez -por ser
vecina- y de los niños que se expresaron ante las profesionales de Copnaf,
por la posibilidad de que esta información estuviera viciada, por
manipulación de Lescano.
Sin embargo, esto no va más allá del campo de la especulación: en
ningún elemento probatorio sustenta el recurrente esta posiblidad -más allá
de lo dicho por el pequeño I. y de la difusa situación referida por Serrano,
que daría cuenta de una posible falsa denuncia pergeñada por Lescano y
Miño, todo lo cual es luego analizado en la sentencia-; refiere a
circunstancias dudosas, sin ahondar mayormente en ellas; y concluye que
las principales sospechas conducen a Lescano, apenas reforzando dicha
conclusión, con referencias abstractas a las circunstancias del hecho y las
condiciones personales de Lescano, y hasta hipotetizando que las graves
lesiones que tenía N. en su cuerpo fueron provocadas " con elem entos que
seguram ente usaba Lescano para venerar a su santo pagano 'S an La
M uerte'".
Tampoco niega el Tribunal que Lescano pudo haber ejercido en
ocasiones violencia contra N., pero como destacan las profesionales de
Copnaf, no surgió de los testimonios de los niños, que ello ocurriera con la
intensidad ni con la periodicidad (cronicidad) que refirieron de parte de
Cristo.
No es cierto, tampoco, que el Tribunal no haya atendido a la versión
dada por el encartado, la que -según el recurrente- " se acerca m ás a la
verdad de los acontecim ientos": por el contrario, y como se advierte incluso
de la reseña efectuada, el Tribunal dedica buena parte de su argumentación
a explicar por qué encuentra totalmente inverosímiles las versiones
brindadas por Cristo, apelando para ello a comparar sus dichos con la
prueba, con lo aportado por los testigos -sobre todo por quienes
interactuaron con él el día del hecho- y hasta con lo que emerge de las

39
periciales que respecto de él se practicaron.
Por todo ello, no puede sostenerse la conclusión a la que arriba el
recurrente, según la cual los elementos colectados " no son suficientes para
sostener la im putación y la condena a sem ejante pena im puesta", estando
-por el contrario- adecuadamente fundamentada la adscripción del hecho al
actuar comisivo del encartado Miguel Cristo, y estando también
suficientemente fundado, a su respecto, tanto la calificación legal como la
pena impuesta, aspectos sobre los que la Defensa técnica, ningún agravio
planteó.
Así, no se avizora arbitrariedad en la argumentación desplegada
respecto de la autoría del encartado Cristo en el hecho, siendo pertinente
recordar (como hiciéramos, entre otras, en la causa "BULLOSA", sent. del
28/06/17) que la motivación " es la exteriorización de la justificación
razonada que perm ite llegar a una conclusión, la cual protege el derecho de
los ciudadanos a ser juzgados por las razones que el D erecho sum inistra, y
otorga credibilidad a las decisiones jurídicas en el m arco de una sociedad
dem ocrática" -CIDH, 21/11/2007, "Chaparro Álvarez y Lapo Íñiguez vs.
Ecuador", serie C, nro. 170, párr. 107; citado en GARGARELLA, R. y otro
(coord.). C om entarios de la C onstitución de la N ación A rgentina. Tomo II,
La Ley, Bs. As., 2016, p. 917-.
Por todo ello, corresponde rechazar el recurso interpuesto por la
Defensa Técnica del encartado Miguel Ángel Cristo, confirmando a su
respecto la sentencia recurrida.
VI- a) Con relación a la imputada Yanina Lescano, tomando en
cuenta los agravios de la defensa respecto de la valoración de la prueba y
de la conclusión del Tribunal, como así también los agravios formulados en
su recurso por el órgano acusador, se deben analizar varias situaciones.
VI- b) En relación al planteo de inconstitucionalidad de los delitos
impropios de omisión, los defensores técnicos de la imputada Lescano se
agraviaron por considerar que el Tribunal descartó erróneamente la
aplicación de precedentes que aportaron; que no es un debate zanjado el
de la constitucionalidad de los delitos impropios de omisión; y que,
entienden, son inconstitucionales, por violación del principio de legalidad.

40
La sentencia dedica un enjundioso apartado (2º, I) donde analizar la
cuestión: luego de resumir la postura respectiva de la Defensa en sus
alegatos (con mayor desarrollo que en esta instancia, refiriendo a la
equiparación del obrar omisivo y la conducta comisiva, la analogía in malam
partem que ello significaría, los precedentes que citan y a la ausencia en
nuestro ordenamiento jurídico de una cláusula de equivalencia), descartó la
aplicación al caso de los precedentes referidos, y puntualizó sus diferencias.
Así, descartó la aplicación del caso Antognazza (CSJN), porque el
voto en disidencia refiere al principio de congruencia, por variación de la
plataforma fáctica; de sus considerandos, dijo, no es lógico derivar
forzosamente que se haya sentado un posicionamiento en torno a la
constitucionalidad o no de los delitos de omisión impropia; destacó que, con
posterioridad, la CSJN debió expedirse sobre la cuestión específica ("R. R.
M. y otros s/ p.ss.aa. homicidio calificado" de fecha 20/08/2014),
confirmando por mayoría -con disidencia de Zaffaroni, quien admite
enrolarse en una posición doctrinaria minoritaria- la comisión por omisión
en un caso de homicidio (del hijo de la allí imputada).
También se ocupó el Tribunal de descartar la aplicación del
precedente "ALÍ", por cuanto la anulación de la sentencia impugnada tuvo
como único motivo la arbitrariedad en la valoración de la prueba, por no
haberse precisado la conducta omisiva (ni tampoco la posición de garante y
la fuente generadora del deber) en la hipótesis imputativa; admitiendo la
Suprema Corte santafesina parcialmente la queja, circunscribiendo la
materia recursiva a examinar en el recurso de inconstitucionalidad a la
cuestión referida a la arbitrariedad en la valoración de la prueba. Destacó
también, que en el voto de Erbetta -quien al sostener la
inconstitucionalidad, en dicho fallo, votó en disidencia, en soledad- se hace
hincapié en las diferencias ontológicas y valorativas entre la acción positiva
de matar y la omisiva de no evitar la muerte, y su incidencia -también en
ese caso- respecto del principio de congruencia, exclusivamente.
A diferencia de esos precedentes, sostiene el Tribunal que en este
caso, a Lescano se le intimó una conducta omisiva impropia, se le hizo
conocer tanto la posición de garante como la fuente del deber de actuar,

41
todo lo cual posibilitó el ejercicio irrestricto de su defensa material y
técnica.
Seguidamente, el Vocal efectuó un resumen de las posturas
doctrinarias y jurisprudenciales a las que adscribe, en pos de la admisión de
las figuras de omisión impropia, y la no vulneración del principio de
legalidad penal; precisó que seguía en ello a Gonzalo Molina, por tratarse de
un reconocido autor en la temática -argentino, para evitar las críticas de la
Defensa respecto de la "importación de teorías provenientes del derecho
comparado"; y efectúa un pormenorizado análisis de la cuestión, en base a
los aportes de dicho autor, incluyendo -finalmente- aportes de la doctrina
foránea.
Por último, destacó el Vocal de primer voto, que el STJER ha admitido
expresamente la figura de la omisión impropia, desechando de plano los
planteos de vulneración del principio de legalidad tanto respecto de los
delitos de omisión impropia como de las fuentes generadoras de la posición
de garante; por todo ello, concluyó en el rechazo de la pretensión
defensiva, que perseguía la declaración de inconstitucionalidad de las
figuras de omisión impropia por afectación del principio de legalidad penal.
La argumentación del Tribunal, aquí solo sucintamente reseñada,
muestra una exhaustividad notable, que contrasta con el desarrollo del
agravio defensivo en esta instancia: insistir aquí con la incompatibilidad de
los delitos de omisión impropia respecto del ordenamiento jurídico
argentino, o por vulneración de principios como el de legalidad, sin dar
cuenta de la respuesta que ya fuera brindada por el Tribunal de sentencia al
planteo, respuesta que fuera expresada largamente en la sentencia que se
recurre, no puede ser atendida de ningún modo.
En efecto, la reedición del cuestionamiento en esta instancia, por
parte de la Defensa, no sólo no agrega nada a la formulación que fuera
respondida (con suficiencia) en la sentencia, sino que sólo se ampara en
que la discusión al respecto no se encuentra zanjada en la doctrina,
apelando a precedentes y doctrina en franca minoría, lo que no puede
funcionar como agravio suficiente: enrolarse los letrados en una postura
diversa a la sostenida por el Tribunal, no implica per se arbitrariedad en la

42
respuesta jurisdiccional, mucho menos en supuestos en los que quien
analiza la cuestión, no sólo explicita los motivos por los cuales sostiene una
de las posturas posibles, sino que también da cuenta de por qué no sigue
posturas minoritarias (apelando, por último, incluso a precedentes
nacionales y provinciales, de los respectivos tribunales superiores, que se
pronunciaron por la constitucionalidad de los delitos en cuestión).
A fin de aportar a la cuestión, se puede también mencionar la
distinción que trae Gonzalo Molina, respecto de los autores que cuestionan
la constitucionalidad de los delitos de omisión impropia: aún cuando el
denominador común sea la afectación del mismo principio constitucional (el
principio de legalidad, como se desprende también del agravio de los aquí
recurrentes), no todos han utilizado los mismos fundamentos para llegar a
esa conclusión, distinción que no siempre parece advertirse en la
argumentación (ver MOLINA, G. "La constitucionalidad de los delitos de
omisión impropia en el código penal argentino", en R evista de D erecho
Penal -Consecuencias jurídicas del delito-, Rubinzal-Culzoni, 2009, RC D
3152/2012).
Éste destaca que, aunque pocos autores vinculan la cuestión con las
teorías sobre la posición de garante, la gran mayoría de los críticos señala la
falta de previsión escrita o ausencia de cláusula de equiparación (y la
consecuente afectación al subprincipio de ley previa, ley estricta y escrita).
Al respecto, Daniel Rafecas (en su reciente obra, D erecho Penal sobre
bases constitucionales, Didot, Bs. As., 2021), sostiene que la mayoría de los
casos de delitos de comisión por omisión (aunque no todos), se deducen del
núcleo típico, allí cuando su connotación abarque naturalmente tanto la
modalidad activa como la omisiva (impropia, es decir, no contemplada
específicamente como tal). Así, por ejemplo, dice, cuando el 144 tercero
criminaliza la imposición de cualquier clase de tortura, está claro que a ese
resultado lesivo se puede arribar tanto por acción (así, por ejemplo,
aplicarle a la víctima maniobras de ahogamiento), como por omisión (como
sería privarla deliberadamente de agua y comida una semana); y, en tales
casos, la realización del comportamiento omisivo (no hacer estando
obligado a actuar), equivaldrá a la producción activa del resultado, y

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afectará de igual modo el bien jurídico (la dignidad del detenido, en el
caso).
La doctrina y jurisprudencia dominante, dice el autor, " estim an que la
m ayoría de los delitos de com isión en cuyo tipo se incluye un resultado de
lesión o peligro pueden ser realizadas tam bién m ediante la no evitación del
resultado, siem pre que haya un deber jurídico de intervenir"; también allí
cuando un tipo penal empleare en su núcleo típico el verbo causare, como
es el caso del delito de incendio, art. 186 C.P., cuestión que llevó a realizar
un agudo análisis a la Casación Federal -en 2011, en el marco de la causa
Cromañon-, con interesante referencia a la posición de Silva Sánchez, en
tanto señala que los verbos típicos, como en general los predicados del
lenguaje ordinario, tienen un sentido mucho más adscriptivo que
descriptivo, es decir, adquieren sobre todo un significado de atribución de
responsabilidad y no de descripción de causalidad -cfr. obra citada, pag.
481/482-.
Lo expuesto me resulta suficiente para rechazar el agravio relativo a
la constitucionalidad de los delitos de omisión impropia, por cuanto la
solución sostenida en la sentencia a la cuestión, se muestra profusamente
fundamentada.
VI- c- i) En cuanto a la valoración de la prueba respecto de su
responsabilidad en el hecho, en primer lugar, debo referir que la Defensa se
posiciona terminantemente, en la hipótesis de que la imputada no tenía
libertad o la tenía claramente disminuida, como para realizar cualquier
acción, por lo cual el "Estado" no podía exigirle ninguna conducta.
VI- c- ii) En segundo lugar, indican que la sentencia es inmotivada,
que se basa en afirmaciones dogmáticas, y lesiona el derecho de defensa,
porque la acusación es deficitaria; que no respeta la perspectiva de género,
y se basa en la elaboración del tipo omisivo no escrito a partir de
estructuras típicas activas.
Además, que el tiempo que se le achaca es inusitado, y no se precisó
la conducta omitida, y por ello no se pudo ejercer acabadamente el derecho
de defensa.
VI- c- iii) A la vez, indican que los delitos de omisión impropia son

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inconstitucionales, y que no se precisó en el hecho la posición de garante y
la fuente de esa posición, y la sentencia reconoce esa indeterminación, pero
no anula la imputación; aspecto que ya fue analizado.
VI- c- iv) Entiendo que esta argumentación así planteada puede
comprenderse como subsidiaria, aunque no lo diga así la Defensa.
En efecto, se afirma por un lado que la imputada estaba sumida en
un contexto de violencia tal, en un círculo de violencia tan importante, que
no habría podido realizar ninguna acción.
Y se menciona en la audiencia que habría existido una parálisis,
común en víctimas de violencia de género, que la imputada vivía una suerte
de infierno, lo que entonces (si bien lo aducen sólo al pasar) sería una
situación similar a un estado de necesidad disculpante, obrando violentada
por una fuerza física irresistible, o amenazas de sufrir un mal grave o
inminente. Esto sería lo que le habría impedido realizar las acciones debidas
(pero, entonces, lógicamente ello implicaría que éstas eran conocidas, y
pasibles de ser consideradas por la defensa, material y técnica).
Por otro lado, se sostiene que no está claro cuál sería la conducta
omitida, que habría imprecisión, y su defendida no habría sabido de qué
debería defenderse.
VI- c- v) Sugieren que Lescano no estaba en condiciones de declarar
pero no lo plantean directamente, y refieren que lo que dice Lescano de
Cristo, que obligaba a N. a caminar, está comprobado; y que esto debió ser
analizado desde la perspectiva de género que el contexto merece, que es de
violencia, donde Lescano se sometía a la voluntad de Cristo.
VI- c- vi) Luego, marcan varios errores del Tribunal, en tanto en la
sentencia se afirma que Lescano quería incriminar a Ana Abrahan, cuando
en realidad lo único que dijo es que no descartaba que los golpes
provinieran de esta niñera, Ana.
Y también, indican que la transcripción que realiza el tribunal de lo
que declara la testigo Abrahan está mal, es falso, porque Abrahan dice que
Cristo la iba a buscar para que le cuidara los chicos, y que la Sra. Abrahan
dijo que advirtió la quemadura de los pies también. Y, señalan, fue el
tribunal el que determinó la quemadura de los pies 21 días antes del

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deceso, por lo que afirman que después del 16 de enero, la Sra. Abrahan
siguió yendo a la casa a cuidar los niños, período en que Lescano ubica la
escalada de violencia contra N..
VI- d) El tribunal, luego de tener en cuenta la literatura especial
sobre violencia de género, la normativa aplicable, y los parámetros dados
por los testigos expertos -que habla de "alarmas" en el caso, alarmas que
enumera el tribunal-, realiza un minucioso análisis de la prueba, y parte de
esas indicaciones; en ese sentido es que cita las herramientas conceptuales
y metodológicas aportadas por Laura Clérico (en "Derecho Constitucional y
derechos humanos, haciendo manejables los estereotipos", en R evista
D erechos en A cción, Vol. 5, Núm. 5, Primavera 2017, p. 206 y ss.), en el
sentido de mantener la alerta interpretativa a fin de no incurrir en
estereotipos, o a fin de desarmar los que se enmascaran en las
formalidades de las presentaciones jurídicas o en la naturalización de los
hechos del caso.
Así, analiza la caracterización de los estereotipos, e indica que
descartaría del razonamiento todas las circunstancias fácticas orientadas a
determinar porque la imputada no denunció ser víctima de violencia de
género; renunciaba a preguntarse por qué la imputada no lo amenazó con
un arma de fuego, ni cuestionaría las fotos subidas a las redes sociales,
como incompatibles como una víctima "ideal" o "estándar" de violencia de
género, a descartar circunstancias de personalidad, y a separar de su
razonamiento ideas basadas en lo que socialmente cabe esperar de una
"buena o mala madre".
Y así, tiene en cuenta lo que Yanina Lescano dijo en su indagatoria y
el contexto en el que presta su declaración.
Analiza los dichos de Lescano con respecto al comportamiento que
habría tenido Cristo con N., y la conversación que habría tenido con la
hermana, Elizabeth Cristo, de lo que surgía que tenía su propio celular, que
era un número y dispositivo distinto al que utilizaba Cristo, y que desde
diciembre, Cristo no tenía más su celular, dando minuciosos detalles de
porqué llega a esa conclusión.
Además, analiza la vida social que al menos hasta diciembre de 2018,

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tuvo el grupo familiar -por los testigos que los vieron en la entrega de
carpetas- y que concuerda con lo que dijo Ana Abrahan, que la vio antes de
las fiestas, re linda y re sanita, hasta que sucediera el episodio de la
violencia de Cristo golpeándole fuertemente a N., ante lo cual le recriminó y
Lescano la invitó a irse.
Coteja los dichos de Lescano -que todo habría comenzado cuando N.
se quemó los pies- con lo aportado por el médico forense Aguirre: N. tenía
un primer grupo de lesiones que ya estaban cicatrizadas de al menos 40
días antes al deceso -en la mano derecha y en la columna- También
contrasta lo que dijo Lescano, que la niña se sentaba con sus hijos a comer,
con lo que aportaron los médicos, que hacía tiempo, 2 o 3 semanas, que la
niña no podía ingerir alimento.
Además, descarta con los dichos de los médicos, las supuestas caídas
accidentales que hubiera tenido N., o que las lesiones ella misma se
provocara, rascándose, porque fueron muy claros los médicos en apuntar
que no había existido ningún tratamiento destinado a curar las heridas de la
niña.
También descarta, por su mismos dichos, el Tribunal, el argumento
de que Cristo no dejaba salir sola a Lescano a ningún lado- ella misma dijo
haber ido al hospital sola, cuando fue que llegó y que se encontró con el
cuadro de los pies quemados. El tribunal también descarta la inculpación a
la niñera Abrahan, que había hecho Cristo, indicando que se podía
reproducir en tanto Lescano sugería algo así con Abrahan, la que le pareció
al contrario, una testigo creíble. Respecto de este punto, indica el Tribunal
que es falso que Cristo fuera el que decidió buscar a Abrahan como niñera,
como señaló Lescano.
Al respecto, debo señalar, que a contrario de lo que esgrime la
defensa, se escucha a la Sra. Abrahan decir que ella también iba a buscarla
para que cuidara los chicos -ver minuto 2:28 de la audiencia del
10/3/2020; " una vuelta ella m e fue a buscar para que cuide los chicos" y
preguntada que fuera, dijo que antes de las fiestas-. Evidentemente, no es
falso lo que asevera el Tribunal en este ítem, aunque no se entiende bien a
qué apunta el agravio de la Defensa.

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Lo que es importante, es que el Tribunal tiene en cuenta esta testigo
como veraz, y que es sustancial lo que aporta; y en ese sentido analiza los
dichos de la hija biológica de Lescano, J., quien claramente expresa que
Cristo era el responsable de las más variadas lesiones que presentó N..
Asimismo, el Tribunal tiene en cuenta el informe del COPNAF sobre
las entrevistas realizadas a los niños, y la violencia extrema que habían
presenciado los niños, el maltrato intenso de Cristo a N.; tiene en cuenta
que las profesionales del COPNAF -Serrano y Santana-, no advirtieron
disociación en Lescano, como para que no pudiera valorar la situación de
N., que la misma Lescano dimensionaba la gravedad del cuadro, al punto
que le decía a Cristo que cerrara los ojos y la llevara al médico, y la propia
Abrahan ha dicho que le apuntó a Lescano el tema de los pies quemados de
N., a lo que le contestó que la estaban curando con una crema.
La Defensa insiste con el círculo de violencia que habría ignorado el
Tribunal, y afirma que los testigos Serrano y Santana mencionan como
Lescano se quería ir de la casa sin éxito.
Sin embargo, además de la valoración que realiza el juzgador, sobre
la testigo Serrano, y la exclusión de la situación de Lescano en una suerte
de "miedo insuperable" o de haberse encontrado en un estado de necesidad
exculpante, no puede atenderse ese señalamiento que realiza la Defensa
sobre que el Tribunal no advirtió el círculo de violencia en el que estaría
encerrada Yanina Lescano, que surgiría de los dichos de Serrano y Santana,
relatados por J..
Por el contrario, eso no surge de la escucha de lo que dice la testigo
Serrano, y por ello, tampoco contrasta con lo que el Tribunal ha inferido al
respecto. Así, se escucha a la testigo Serrano decir que en las distintas
entrevistas sí aparece alguna situación de golpe puntual, por Cristo o
Lescano hacia los niños, pero no con la sistematicidad que se observó hacia
N.. Se le pregunta expresamente ¿Los niños m encionaron haber estado
encerrados en algún m om ento? - ¿m encionaron algún tipo de violencia para
con Lescano?, y contesta que no. Y preguntada al respecto sobre si
mencionaron o no si eran libres para declarar, contestó que en la primera
entrevista, I. no quería aportar datos, que señalaba constantemente que

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había secretos, que había cosas que él no podía decir, que su mamá le
había dicho que él no tenía que confiar en personas como ellos. Y
preguntada quien había sido la más expresiva de los hijos de Lescano, para
relatar la situación de violencia que se vivía en el domicilio, señala que J., y
entonces se le puntualiza ¿qué relató J. con respecto a la violencia física y
con respecto a la violencia de género si hubo? a lo que la testigo Serrano le
pide si puede leer el informe. Serrano dice ...J. dice papá le pegaba a N .
porque se portaba m al, no le hacía caso, ella no lloraba se la aguantaba, a
m i no m e pegaba, a ella sí, le pegaba todo el día.
También agrega que la niña J. le dijo que N. tenía sangre, que
después se secaba, y después había sangre de nuevo. Y que N ahiara tenía
lastimados los pies porque él le pegó todo el día en los pies. N. no tenía
pelos, el papá se los tiraba; nosotros no podíamos sentarnos en la silla de
N., " la silla estaba con pis y sangre ... M am á se quería ir pero papá le decía
que se quede". Allí se le pregunta, expresamente, si había indagado un
poco más, cuando J. le dijo que Lescano se quería ir "pero el papá le decía
que se quede", si había una situación de violencia de género. La psicóloga
contestó que en realidad, ahí hay un punto y aparte en el informe, porque
son como dos partes de la entrevista, pero que tienen relación, y que ella lo
que decía es que a veces sus papás peleaban, ella entendía que "como
pelean los papás" La mamá quería irse, pero él le decía que se quedara, y
finalmente permanecían juntos. Se les pregunta si los niños estaban
encerrados, y contesta que se les preguntó para conocer la dinámica
familiar, si estaban privados de libertad, cuestión que ellas no percibieron.
Agregó la testigo Serrano el motivo por el cual en "La Posta", la
atendió a Lescano en diciembre de 2018, y que relató la entrevistó, por
aproximadamente 40 minutos: porque ella no quería que su madre, que
tenía una cuestión psiquiátrica importante, se acercara a sus hijos. Ellas le
dijeron que se enfocara en su embarazo, y en ningún momento hubo
referencia alguna a violencia.
El tribunal, por otra parte, valora también lo que apuntó el oficial
Delavalle, que había entrevistado a la vecina Silvia Sánchez, a la que
Lescano le había manifestado que le decía a Cristo que la llevara al médico

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sino quería que la niña se le muriera- respecto de lo que apunta ajenidad y
distancia- y detalla lo que Lescano pudo percibir en la niña: la herida de la
nariz, caracterizada por la ausencia de tabique nasal, cubierta de sangre y
sobreinfectada, con sustancia purulenta, las heridas de las orejas, las
lesiones ulcerosas encolumnadas en la espalda, las quemaduras en ambos
pies y las lesiones en los dedos de ambas manos; la niña tenía más de 28
lesiones, que debieron haber sido percibidas en las reducidas dimensiones
en las que vivían.
Asimismo, valora el Tribunal, adecuadamente, los dichos de la testigo
Tomasa Fernández, que le aportan que al menos a diciembre de 2018 no
se advertía un vínculo o relación desigual de poder.
Y la conversación que tiene Yanina con la testigo Claudia Beatriz
Rodríguez el día antes de la muerte de N., a la que hubiera podido pedirle
ayuda, aportando la testigo que se comunicaban cada semana, ella le
preguntaba por los chicos, por la panza, y que en los audios nunca notó
ningún cambio.
También descarta, dando razones, que la versión de Lescano sobre el
día que finalmente llevan a N. al hospital, fuera creíble. Porque la persona
que llama al 911 es Silvia Sánchez, también que era falso que la niña
estuviera comiendo pan y leche, lo que era incompatible con los resultados
de la autopsia, que era falso que Lescano en su llamado hubiera dicho que
se había ahogado, porque surge otra cosa del audio que envía -habla de un
ataque de hipotermia-; del contenido del audio que envía la imputada no
advierte la violencia ejercida que pretende Lescano, de la contradicción de
los dichos de Lescano con la vecina, respecto del supuesto encierro en la
que la tenía Cristo. También descarta que estuviera privada de libertad
porque es la misma Lescano la que cierra con llaves el domicilio, le entrega
el celular de Cristo a la vecina.
También el Tribunal coteja los dichos de Lescano con los de Elizabeth
Cristo, y lo que esta relata al respecto: toda la conversación que tuvo con
Lescano, que nunca le dijo que N. estaba mal, sólo que la habían llevado al
hospital porque se le había caído un termo de agua, y la asidua charla que
tenían entre las dos, en la que Elizabeth nunca la notó preocupada a

50
Lescano, ni nada le dijo. el tribunal considera que la testigo Cristo es veraz,
ya que toda la información que proporcionó está corroborada por las
conversaciones de whatsapp de su teléfono, que entregó voluntariamente.
Y detalladamente, transcribiendo las conversaciones que había
mantenido Lescano con Elizabeth Cristo, el juzgador descarta que Lescano
hubiera estado en una situación de encierro, de sometimiento, de privación
de libertad ambulatoria, de modo acertado; infiere que era Lescano la que
se comunicaba con Elizabeth Cristo, y hacía de intermediaria entre ambos
hermanos, y descarta, también con acierto, a partir de las conversaciones y
de las pruebas, lo afirmado por Lescano, de que Cristo había dejado su
celular y se comunicaba sólo con el de ella. También deja de lado la versión,
de modo correcto, de que él le habría sacado el celular, porque ella "podía
llegar a hablar" con la hermana; señala el tribunal, también con acierto, que
si la propia Lescano reconoce que en su casa pasaban cosas que había que
denunciar, es porque dimensionaba la gravedad del asunto.
Luego, a partir de la conversación que tiene Lescano con Cristo en el
Hospital, que reproduce, en la que Lescano reconoce haber ido a lo de
Abrahan, a la que le dio las llaves, y en la que le pregunta a Cristo si se
escapó, y si lo están escuchando, Lescano tiene un punto de inflexión, y
comienza a hablar a alucinaciones o apariciones de la que fuera su mujer.
Cristo le dice, a continuación, "bueno, no hables más" y ella le dice "no que
no voy a hablar yo le voy a decir a todos que vos estás mal".. o "mica,
escuchame lo que te voy a decir, deciles la verdad, decile de la Rocío que la
veías, habla con la verdad, .." etc.
Al respecto, debo señalar que en el transcurso de la declaración de la
oficial Roldán en el juicio, se escucha el audio de la conversación entre
Lescano y Cristo apenas había llegado este último al hospital, con la niña
moribunda. El cambio que nota el tribunal a partir de la confirmación de
Cristo a Lescano de que estaba con la oficial, de que lo estaban escuchando,
en el discurso de Lescano, es notorio.
Y de toda la conversación, el tribunal, también con acierto, dice que
no se advierte una dinámica del vínculo signada por la relación desigual de
poder, que mantuviera a la mujer en un estado de sumisión o

51
sometimiento, sino que se percibe un modo o intencionalidad imperativa,
audio que según las psiquiatras que llevaron a cabo la evaluación de
Lescano, confirmaba las apreciaciones que habían dado en su pericia.
Asimismo, valora el tribunal lo que aportó la testigo Claudia
Rodríguez, que le hizo un flete, a raíz de que ella la llama diciéndole que
Cristo estaba con N. en el hospital, y que buscara a su hermano; la testigo
habla con I., quien le relata que la madre le había dicho que no dijeran
nada porque sino la policía los iba a separar, y que la madre le metía la
cabeza adentro del lavarropas, ante la pregunta sobre qué le pasó a N..
Todo ese tiempo, que Lescano estuvo con Rodríguez, tuvo el celular, al
punto que se lo prestó, lo que también valora el tribunal, en tanto echa por
tierra sus dichos sobre que estaba incomunicada, que solo habían quedado
con un celular, que lo tenía Cristo, etc.-.
Además, se valora que ese mismo día Lescano llamó al 102, al
Copnaf, y luego se presentó personalmente, ante Serrano y Santana, y se
presentó como la ex pareja de Cristo, y que estaba siendo amenazada por
la familia de él, y que desde un celular, luego llamó a las funcionarias de
asistencia a la víctima, Marcia López y Candela Acebal, a quien les brindó
una versión acotada de los hechos.
Finalmente, el juzgador tiene en cuenta el relato que Lescano les
brinda a las psicólogas Vázquez y Gómez Arpí; infiere que tanto a las
anteriores funcionarias como a estas profesionales, Lescano les brindó un
relato por el que intentó acomodar su situación procesal, pero que no se
correlaciona con la prueba arrimada, y afirma que, no existió violencia física
de Cristo a Lescano, lo que ni siquiera fue mencionado por Lescano, además
de no tener lesiones visibles, las agresiones físicas fueron descartadas por
todos y cada uno de los vecinos con los que mantuvo contacto antes,
durante y después del hecho; igualmente, lo descartaron las vecinas,
Sánchez y Abrahan. También infiere, entiendo que razonablemente, que no
existió privación de libertad de Cristo hacia Lescano -tenía disponibilidad de
las llaves- están verificadas las salidas al exterior del domicilio realizadas
por la imputada, la testigo Sánchez -supuesta niñera al tanto de todo, al
decir de Lescano-, nunca dijo que vio o le refirió Lescano que hubiera

52
estado encerrada. Y los niños, los hijos, entrevistados por las profesionales
del Copnaf, nunca refieren la situación de cautiverio que habría señalado
Lescano: nunca dijeron haber estado encerrados ni mencionaron violencia
de Cristo hacia Lescano.
Asimismo, de las pericias al celular, surge que nunca estuvo
incomunicada; descarta razonablemente las amenazas que dice se le
profirieron, se contradicen con los elementos arrimados a la causa. No
fueron secuestradas armas de fuego, las vecinas nunca ven algo de ese
tenor, los hijos menores nada dicen al respecto, menos que Cristo
manipulara armas. El juzgador analiza cómo Lescano manipula medias
verdades, en especial, con relación a la historia del arma y de un robo que
habría sufrido Sánchez; descarta que existiera violencia económica, y que
hubiera estado de reposo absoluto, como surge del testimonio del médico y
de la historia clínica que se agregara.
El tribunal concluye así, entiendo razonablemente, que Lescano supo
de las variadas torturas a las que Cristo sometió a la niña, que era
consciente de ello, y que su relato es inverosímil, ya que de toda la prueba
extensa que analiza no surge que hubiera estado sometida a violencia por
parte de Cristo.
Y corrobora esa conclusión el aporte de las profesionales psiquiatras
que intervinieron en la pericia psicológica psiquiátrica.
VI- e) La defensa cita precedentes, que han tomado nota de la
situación de determinadas mujeres involucradas con un ilícito penal, que a
la vez, han sido víctimas de violencia de género, con posibilidades de
encontrarse el razonamiento que se ha hecho en su juzgamiento, permeado
por los estereotipos discriminatorios sobre las mujeres.
Así, en el precedente "Álvarez- Zapata" (STJER) se tuvo en cuenta la
situación de desamparo y sometimiento por el terror de que era víctima la
madre de los niños a la postre imputada, situación que se encontraba
ampliamente probada, y que la jueza de juicio, había fundamentado en su
sentencia, basándose en profusa prueba, testigos, psiquiatra, etc. ; se
comprendió su estado conforme a su historia de vida, con malos tratos en
su infancia, violaciones, su nulo grado de instrucción, era analfabeta, y su

53
personalidad sumisa y retraída, probándose que estuvo sometida a golpizas
por parte de su compañero, que castigaba a ella y a sus hijos con un
"nunchaku", les derramaba agua hirviendo en los genitales, los quemaba
con cigarrillos, les prendía fuego rociando los con alcohol, todo lo que le
provocó lesiones a la mujer, que fueron constatadas por el médico. La
mujer estuvo desamparada por los funcionarios del estado- su pareja la
lastimaba sistemáticamente a ella y a sus hijos- y no obtuvo respuesta de
parte de los organismos competentes- Copnaf, etc-.
En el fallo se citan autores que han desarrollado conceptos que nos
permiten comprender determinadas condiciones de la mujer golpeada,
"impotencia aprendida", "síntomas evitativos o de evitación consistentes en
depresión, negación, minimización y represión que llevan a la mujer al
aislamiento, como parte del síndrome de la mujer golpeada -Schoop,
Walker, todos citados a su vez en DI CORLETO, J. “Mujeres que matan.
Legítima defensa en el caso de mujeres golpeadas”, en R evista de derecho
penal y procesal penal, 5/2006, Lexis Nexis, Buenos Aires).
En "'Buena madre', 'buena esposa', 'buena mujer': abstracciones y
estereotipos en la imputación penal” (en DI CORLETO, J. -comp.-, G énero y
justicia penal, Ediciones Didot, Buenos Aires, 2017, p. 15-46), Cecilia Hopp
ubica mejor el problema, citando precedentes similares a "Álvarez /Zapata",
pero acertando en el análisis: no se trata de dejar de lado el estudio de la
teoría del delito y las normas que rigen la imputación de delitos y la
responsabilidad penal que tiende a lograr una aplicación racional y
previsible del derecho penal, sino en vigilar que en la determinación de
criterios de aplicación de derecho penal no se realicen tratamientos
discriminatorios a las mujeres, visibilizando que no haya estándares
diferenciados entre varones y mujeres, basados en estereotipos que fundan
expectativas de conductas al momento de enjuiciar una mujer. Así, presta
atención a la necesidad de una definición contextualizada del rol de garante
respecto del peligro que pueda amenazar a un niños y niñas, y a no ignorar
las muertes que pueden suceder dentro de un ámbito de violencia ejercida
contra la mujer también. Es decir, la violencia habitual, contra la mujer,
debe ser tenida en cuenta al definirlo, y el reproche por la omisión de

54
satisfacer las exigencias del rol de garante deben atender a que sea posible
la conducta exigida por la norma. Se trata de evaluar los niveles de
exigencia al momento de determinar bajo qué circunstancias una persona
tiene capacidad,- y eventualmente el deber- de evitar un peligro, pues
nadie sostiene en forma explícita la imposición de una responsabilidad
objetiva por el resultado.
Atiende a no reforzar el estereotipo así, conforme las exigencias
-realizar conductas heroicas, cumplir un rol de madre abnegada- que dejen
de lado los derechos de la mujer y sus efectivas. Así, debe atenderse a la
posibilidad de la mujer de impedir determinada situación (en el análisis del
caso que cita, Vega, el juez Zaffaroni impugna la constitucionalidad de la
mera omisión de evitar el daño, refiriendo que el caso encuadraría en
abandono de personas, y la autora señala que más allá de figura aplicable,
homicidio calificado cometido por omisión u abandono de persona, deben
analizarse los elementos constitutivos de la tipicidad de los delitos
omisivos).
Entiendo que en el caso, el Tribunal ha tenido especialmente en
cuenta la prueba sobre esa circunstancia, y la posibilidad cierta, bajos las
reales circunstancias de Lescano, de realizar actos de protección,
salvamento y mejora de la integridad física de la niña.
El análisis de la prueba que se hace al respecto es detallado,
contextualizado y racional, y elude los estereotipos sobre los que había
recibido alarma. Al contrario, en base a la prueba, determina que Lescano
se encontraba en capacidad actuar, no realizó la acción mandada, contando
con la posibilidad física y material de realizar la acción debida, de auxiliar a
la niña, trasladarla a un centro de salud, avisarles a las autoridades, a
terceras personas, con quienes, como surgió de la prueba que largamente
se detalló en la sentencia y se produjo en el plenario, mantuvo
comunicaciones y contactos tanto telefónica como personalmente, durante
la época en que se le produjeron malos tratos y torturas a N.. Las
conductas debidas, dice con acierto el tribunal, consistían en poner en
marcha algunos o todos los medios y herramientas que se encontraban a su
entera y libre disposición y a su alcance.

55
En "Carlino" (CCP Sala II, Concordia), con cita a Julieta Di corleto,
señalaba la necesidad de dejar claro que no se trata de tener otros
estándares probatorios, otras reglas de valoración para los casos en los que
pueda mediar violencia de género.
Decía allí, citando a la autora, que si el análisis de cualquier
testimonio deberá ser conforme a las reglas de experiencia, de la psicología
y de la lógica como en cualquier caso, la inclusión de la perspectiva de
género, de la asimetría entre mujeres y varones en esta sociedad, no
debería traer más dificultades, y por supuesto, no podría oponerse como
"vulnerador de las garantías de los imputados". Ello debería resultar claro.
Lo que no se podrá hacer, ni obviar, en ellas, es esa asimetría de poder, la
desigualdad estructural de la mujer con respecto al hombre, sobre todo en
el seno familiar, donde tiene asignado culturalmente un rol de sumisión, de
modo ancestral, y analizar los casos como si las partes -víctima y
victimario- estuvieran en una real igualdad de condiciones.
" M enos aún, se podrá partir de la negación de credibilidad de un
testim onio basado en la conducción de la vida privada de la m ujer; ella sólo
podría atenderse si tuviera relación directa con su supuesta falsía, o tuviera
atinencia con las circunstancias del caso que se investiga.
D e otro m odo, se entra en un peligroso terreno de prejuicios y
m andatos, y se perpetúa la discrim inación. La credibilidad o no de las
testigos, teniendo en cuenta la perspectiva de género, que no se traduce en
ningún estándar probatorio especial -sólo se indica la necesidad de tener en
cuenta la desigualdad estructural- debe realizarse conform e toda la prueba
que se produce, vigilando si es concordante, si es divergente, si el contexto
indicaba que los hechos pudieran haber sucedido o no, y, adem ás, no sólo
la personalidad de la víctim a, sino del victim ario. Las contradicciones que se
encuentren deben ser señaladas. En sum a, la decisión sobre la prueba, no
escapa a las reglas generales: debe ser m otivada, tenerse en consideración
todos los elem entos, y señalarse por qué se aceptan unos favorablem ente y
otros no. En ese com etido, la regla de experiencia, y de la psicología, tiene
que tener en cuenta el m odo en que la m ujer en general, desarrolla su
ám bito interpersonal".

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En el caso, la prueba, testimonial e instrumental, fue cotejada
debidamente, y se descartó, conforme a las reglas de la valoración,
conforme a todos los elementos, que Lescano hubiera estado disminuida,
encerrada, en su libertad, en su capacidad de acción, como pretende la
defensa; incomunicada, sin teléfono, sin contacto con el exterior, sin
posibilidades. Todo ello se desechó correctamente.
VI- f) En otro orden, debe recordarse que, en el caso, también debe
extremarse el celo en el juzgamiento atendiendo a la calidad de mujer de la
niña víctima, que pertenecía a un sector de extrema vulnerabilidad: mujer,
huérfana, originaria de una comunidad minoritaria, pobre y de corta edad.
Esto reclama, también, que se vea el caso incorporando la
perspectiva de género. Como destacamos en otros precedentes (ver
"GABAS", sent. del 30/05/18) la violencia contra la mujer no se vincula
exclusivamente con episodios aislados de violencia, sino que responde a
una forma de violencia estructural que atraviesa no sólo los distintos
aspectos de la vida social, sino también -como analiza Heise- las distintas
etapas de la vida de la mujer, destacando este autor la violencia en la etapa
prenatal -relativa al embarazo-, la primera infancia -infanticidio femenino,
maltratos, etc.-, infancia -mutilación genital, incesto, abuso sexual, etc.-,
adolescencia -noviazgos violentos, relaciones sexuales bajo coacción
económica, abusos y acoso en el trabajo, etc.- y etapa de procreación
-donde destaca los "malos tratos infringidos a las mujeres por sus
compañeros; violación en el matrimonio; malos tratos y asesinato
perpetrado por el compañero, malos tratos psicológicos; abuso sexual en el
lugar de trabajo; acoso sexual, violación"- y aún en la ancianidad -citado en
MORILLAS CUEVA, L. "Valoración de la violencia de género desde la
perspectiva del Derecho Penal", en R EC PC, 04-09 (2002)-.
VI- g) Hasta aquí, entiendo que el Tribunal en la sentencia realizó un
análisis racional de la prueba producida, y que respecto del condenado
Cristo la aplicación del derecho a su conducta ha sido correcta.
Sin embargo, entiendo que respecto de la autoría, de las agravantes,
de la calificación legal de la conducta de Lescano y de la aplicación de la
atenuante de las circunstancias extraordinarias de atenuación, la sentencia

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contiene yerros que indican la necesidad de anular parcialmente, por
aplicación errónea del derecho.
También estimo que dada la gravedad del hecho, la posibilidad de la
alta pena a aplicar, y la determinación de la participación de Lescano, el
caso amerita una reedición del juicio a su respecto.
En primer lugar, entiendo que es errónea la aplicación de la última
parte del art. 80 del C.P. respecto de Yanina Lescano; también es errada la
pretensión de la fiscalía de que se la declare autora de homicidio calificado
por el vínculo.
Yanina Soledad Lescano no posee la calidad especial que requiere el
inc. 1 del art. 80 del C.P., no era la madre de la niña muerta. Considerarla
autora es una extensión no autorizada del tipo penal, que exige una calidad
especial en el autor, el vínculo con su víctima. Si, en cambio, podrá ser
cómplice por comisión por omisión, de Cristo, quien tenía el vínculo con la
niña, y se le podrían comunicar las circunstancias agravantes, pues
positivamente, sabía que Cristo era el padre de N..
Así, la sentencia señala, equivocadamente, que considera que se
dieron los extremos típicos objetivos, subjetivos y normativos, en el caso de
Lescano, que exige la figura de Homicidio Calificado por el vínculo, aunque
excluye la calificante de alevosía y de ensañamiento.
Luego señala cuando habría tenido lugar la conducta generadora del
deber de actuar de Lescano (que resulta un tiempo menor que el imputado,
y por ello entiendo que no puede atenderse al "excesivo tiempo" del que se
queja la defensa), y si bien correctamente indica en qué consistiría la no
realización de la acción mandada, y habla de la posibilidad física o material
de realizar la acción debida, y la posición de garante de la imputada, (todo
lo que describe con demostración de conocimiento del estado de la
doctrina) a continuación, por aplicación de la regla del art. 48 del C.P., le
comunica la agravante del vínculo, como partícipe.
Pero luego, con cita a Jakobs, realiza una conclusión equivocada. Si
bien Cristo es autor del filicidio, y nunca será partícipe, la competencia de
Lescano es otra; su posición de garante no surge de su calidad de
progenitora. Al no evitar intervenir en el homicidio, actúa, en todo caso,

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como cómplice del homicidio calificado de Cristo.
Y la cita al precedente de esta casación "Rodríguez - Flores" (sent.
del 31/08/2016) sobre la comunicabilidad de las circunstancias agravantes
al partícipe, presupone la situación inversa. En aquel caso, quien ostentaba
el vínculo era la calificada como partícipe- aunque en el obiter dictum se
expresó que en realidad, cabía atribuir a aquella madre la calidad de
coautora.
Pero, como señalo, Lescano no puede ser autora del homicidio del
art. 80 inc. 1.
La cita de Jakobs es equivocada porque se fundamenta en una
lectura parcial de lo que el autor desarrolla respecto de los deberes en
virtud de responsabilidad institucional: allí explica los delitos de om isión en
los que se quebranta un deber en virtud de responsabilidad institucional son
delitos de infracción de deber … fundam ento de responsabilidad es la
vinculación institucional con el bien; esta vinculación es siem pre directa, o
sea, que su quebrantam iento se lleva a cabo siem pre en concepto de autor
( D erecho penal, Parte G eneral, Civitas, p.1027/1028). A esto debe
correlacionarse lo que el mismo autor explica (en la p. 993 de la misma
obra) respecto de los deberes en virtud de responsabilidad institucional.
Asimismo, en La im putación objetiva en D erecho penal (p. 72) explicita que
en los delitos consistentes en la infracción de un deber, "sólo puede haber
responsabilidad a título de participación cuando quien se halla obligado por
el deber específico carece de un elem ento especial de la autoría". Por ello,
la cita de la sentencia sería adecuada sólo en caso de que Lescano fuera la
progenitora de N..
Y no le serán aplicables, por ello, y sin duda, por la falta
precisamente del vínculo, las circunstancias extraordinarias de atenuación.
Ello constituye un yerro. Es, además, extraño a las constancias de la
causa, ya que no se advierten para nada sus extremos, aún en el caso
hipotético que pretendiera se le aplicaran a Cristo.
En efecto, la norma expresamente indica que la atenuación le cabe a
quien tenga el vínculo, y en términos generales se ha considerado que el
fundamento del menor castigo se erige en la presencia de motivos que

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determinan una razonable o comprensible disminución de los respetos hacia
el vínculo de sangre o la calidad de cónyuge que se origina fuera del propio
individuo -Laje Anaya-. Esta disminución tiene su origen, precisamente en
algo que haya resquebrajado los vínculos, o respetos entre las personas que
se los deben, y que se exigen para tales vínculos.
Por ello, se ha apelado a la disminución en casos como los de
"parricidio excepcional o extraordinario"; casos que requieren de un
elemento objetivo que es un hecho o situación que altere lo ordinario de la
realidad. Se dice que la disminución de la escala (de la máxima prevista en
el Código Penal) es por una menor culpabilidad del agente, basada en los
motivos que habrían determinado una comprensible disminución de los
respetos hacia el vínculo de sangre (por lo que abarcaría también, por
ejemplo, el homicidio llamado piadoso); o que es la contracara de la
agravante del vínculo, el reverso del motivo que cualifica el parricidio.
Con todo, es preciso el vínculo, y la circunstancia extraordinaria, que
lo debilite. Como se advierte, no pueden aplicarse a Lescano, que no posee
el vínculo con la niña, por lo mismo que no puede ser autora del filicidio-
amén que ni siquiera se podría aplicar a Cristo, por la expresa excepción de
la parte final de la norma.
VII- En la aplicación que hace el tribunal del derecho, existen
problemas también vinculados con las agravantes.
La sentencia excluye la agravante de la alevosía respecto de Yanina
Lescano, porque, señala, no han sido debidamente intimadas en el hecho
que conforma la plataforma fáctica. Se dice que se ha omitido hacer alusión
al aprovechamiento de la situación de indefensión de la víctima.-
Así, señala el tribunal, " el hecho de que no estuvieran en la
intim ación, opera com o un valladar infranqueable a la posibilidad de
avanzar en la consideración de tales calificantes para la subsunción de las
conductas atribuidas a la im putada Lescano. En efecto, el no haberle
form ulado de m anera expresa este extrem o al m om ento de realizar la
im putación im pide que LES C A N O sea condenada por esta figura calificada
pues no le han garantizado el cabal e irrestricto derecho de defensa, para
poder contrarrestar la atribución en lo que refiere específicam ente a estas

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circunstancias".
Lo mismo apunta la sentencia para el agravante por ensañamiento,
que no le fue debidamente comunicado.
Más allá de que por entender que se ha aplicado erróneamente el
derecho, propicio la anulación de la sentencia en lo que respecta a Lescano,
y la discusión respecto de si la cabe o no la agravante por alevosía y/o
ensañamiento se reanudará en el nuevo juicio que deberá realizarse, debo
atender a este punto, pues las sentencias tienen la virtualidad de fijar
baremos, en especial lo que hace a determinadas cuestiones sobre las que
ha trabajado el derecho procesal, que, cuando son arbitrarias, deben
señalarse para que no se instalen, a la vez que, operando la Casación como
juicio de la racionalidad del juicio, tengo el deber de señalarla.
La enunciación genérica de que como no están en el hecho descritas
las circunstancias calificantes, más allá de que las hubiera conocido, la
imputada no se pudo defender, es carente de sentido. Como apunta la
fiscalía, el hecho formó parte del acuerdo en la audiencia de remisión a
juicio que se realizara, y consistía en que N. C., de 2 años de edad murió
por una falla generalizada de órganos, consecuencia de los padecimientos
que le fueran infligidos desde el mes de agosto de 2018 en su domicilio,
donde convivían Cristo y Lescano; agresiones físicas y tratos inhumanos
consistentes en golpes con elementos duros y romos, quemaduras en la
totalidad del cuerpo con líquidos a altas temperaturas y cigarrillos, privación
de alimentación indispensable que le provocó un estado de desnutrición
generalizado.
En la misma audiencia, se le hizo saber que las calificantes formarían
parte de la acusación, como así también la pena que se solicitaría, y en qué
consistía su conducta -y la de Cristo-.
Lescano pudo plantear allí todas las cuestiones que harían a su
defensa.
Al ser la alevosía una circunstancia agravante, que incluye matar a
otro de modo traicionero, sin riesgo, y ante el estado de indefensión de la
víctima, la subsunción de la calificante era perfectamente posible y
conocida, sin sorpresa para la imputada. También el contenido del

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ensañamiento.
La reiteración de determinados formalismos, que extraen el sentido
de los conceptos que se desprenden del debido proceso, eran válidos para
el antiguo sistema de enjuiciamiento, donde el juez de instrucción le hacía
conocer los hechos- y aún allí era discutible si se le debían imputar las
calificaciones legales, cuyos presupuestos estaban ínsitos en los hechos-;
mucho se ha escrito en el pasado sobre lo importante, que era no
sorprender al acusado, en orden a no violentar su posible defensa.
Pero hoy, reformado el proceso, aquellas cuestiones se patentizan
más como ritualismos que entorpecen los tribunales y carecen de razones.
Señalo que se instala como baremo para litigios futuros y debe
indicarse la correcta interpretación, además de tenderse a la uniformidad al
respecto, pues ello atenta contra la seguridad jurídica y la economía de los
recursos del estado. Tiene razón el recurrente cuando apunta que idéntica
situación, respecto de la calificante por alevosía, no mereció el mismo
tratamiento por parte de la mayoría del mismo tribunal en la causa "ALEN
Cecilio Ramón - ARCE Andrés Exequiel S/ HOMICIDIO AGRAVADO EN
GRADO DE TENTATIVA" (Legajo Nº8005, sent. del 06/08/19), no contando
en el hecho el señalamiento del aprovechamiento, que surge, de la
descripción fáctica, (como en la presente); y, no existiendo disidencias al
respecto, los criterios no quedan claros. Por lo que una vez más, reitero la
necesidad de contar con una jurisprudencia organizada y sistematizada del
Tribunal de juicios de la ciudad de Paraná, en la que puedan leerse las
posturas de sus vocales tomadas en las sentencias, y sus eventuales
disidencias, garantía para el justiciable, de publicidad y seguridad.
VIII- Más allá de propiciar la anulación respecto de la situación de
Lescano, quisiera señalar algunas cuestiones, a modo de obiter dictum .
Con respecto a la posición de garante de Lescano, es claro que ella
surge de lo dispuesto normativamente en el Código civil, aunque con la
limitación de que no por ello le será extensivo el tipo penal del art. 80 inc. 1
del CP.
En la obra antes citada, Rafecas (p. 491 y ss.) ilustra que garante es la
persona que ocupa un lugar de protección de un bien jurídico contra

62
ataques que pudiera sufrir (por ejem plo, el funcionario de prisiones
respecto de la dignidad del detenido; los padres respecto de la integridad
física del hijo m enor) … En los delitos de com isión por om isión, al garante
se le im pone norm ativam ente el deber de evitar el resultado. S i este se
produce, form a parte del tipo, al igual que en los llam ados delitos de
resultado.. por ello, están construidos com o tipos abiertos -en donde el
legislador le encom ienda al órgano judicial, la tarea de colm ar los elem entos
típicos faltantes- ya que el ám bito de la autoría tiene que ser com pletado
con el criterio de la posición de garante, ello, debido a la dificultad de
plasm ar legalm ente tal condición en el tipo, con la am plitud y diversificación
de situaciones, que a tal fin deben ser consideradas".
Lescano, en el caso, está en la condición de guardadora (o, según el
CC, progenitora afín), y podrá debatirse, con mayor amplitud en el nuevo
plenario, si lo que se quiso es ponderar una menor punición en el tipo
omisivo (cfr. Rafecas, p. 505 y ss.; Sancinetti, Teoría del delito y disvalor de
acción, Hammurabi, Bs. as., p. 799), o el encuadramiento en otra figura
(como el abandono de persona seguido de muerte -ver propuesta de
Sancinetti, citado en MOLINA, G. "El delito de abandono de personas en el
Código penal argentino. Su relación como delito de peligro con los delitos de
lesión", en R evista de D erecho penal y procesal penal, 11/2006, Lexis
Nexis). Yanina Lescano sin duda era guardadora de la niña, debía protegerla
y cuidarla por su posición ante ella, y no abandonarla al acometimiento
extremadamente cruel de Cristo.
IX) En relación al pedido de modificación de la prisión domiciliaria para
la encartada Lescano, entiendo que dada la solución que se propicia en la
presente, y no habiendo cambiado las circunstancias de riesgo procesal
alegadas por la Fiscalía, no hay razón para modificar la situación de la
imputada respecto del arresto domiciliario oportunamente dispuesto.
Si bien no fue discutido por las partes, debe asimismo mantener la
prisión preventiva del imputado Miguel Ángel Cristo, hasta que la presente
adquiera firmeza.
Así voto.-
A la misma cuestión propuesta, la Señora Vocal, Dra. DAVITE y el Sr.

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Vocal Dr. PEROTTI, expresan su adhesión al voto de la Dra. BADANO, por
análogas consideraciones.-
Con lo que no siendo para más se dio por terminado el acto quedando
acordada -por los fundamentos que anteceden- la siguiente:
SENTENCIA:
I.- RECHAZAR el recurso interpuesto por el Dr. Carlos Daniel Antico,
defensor técnico del imputado Cristo (en fecha 08/06/2020), y en
consecuencia, CONFIRMAR la sentencia condenatoria recurrida, en relación
al encartado Miguel Ángel Cristo.
II- RECHAZAR el recurso interpuesto por los Dres. Miguel Cullen y
Patricio Cozzi, defensores técnicos de la imputada Lescano (en fecha
09/06/2020, cfr. fs.407/413).
III- HACER LUGAR PARCIALMENTE al recurso interpuesto por los
Dres. Juan F. Malvasio y Santiago Brugo, como representantes del
Ministerio Público Fiscal (en fecha 05/06/2020, cfr. fs.389/397); y en
consecuencia, ANULAR PARCIALMENTE la sentencia recurrida, sólo en
relación a la situación de la imputada Yanina Soledad Lescano, debiendo
REENVIARSE el legajo al Tribunal de Juicio, para que un Tribunal
debidamente conformado, reedite los actos pertinentes, y dicte sentencia
ajustada a Derecho.
IV- DECLARAR las costas a cargo de los recurrentes vencidos.-
V- MANTENER la prisión preventiva de ambos encartados, en las
condiciones en que actualmente se encuentran cumpliéndola, hasta que la
presente adquiera firmeza.
VI- Protocolícese, sirva la presente lectura de notificación válida para
las partes, a sus efectos, y en estado, bajen.-

HUGO D. PEROTTI MARCELA BADANO MARCELA DAVITE

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CONSTE: Que la SENTENCIA recaída en las presentes actuaciones,
incorporada al lex y pasada a estado procesal, fue dictada por los
integrantes del tribunal -Dres. Marcela BADANO, Marcela DAVITE y Hugo
Perotti-, ANTE MI QUE DOY FE. -LEY 10500 y Resolución STJER N° 28/20
del 12/04/2020, Anexo IV-.

SECRETARIA, 14 de marzo de 2022.-.

Claudia A. Geist
-Secretaria-

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