Lectura Escritura Primer Ciclo
Lectura Escritura Primer Ciclo
Lectura Escritura Primer Ciclo
ESCUELA PRIMARIA
El documento que contiene la devolución de la ”Evaluación piloto autónoma de 1er año
de Educación Primaria - Lectura y Escritura” realizada en noviembre de 2007, permite
reflexionar acerca de posibles intervenciones docentes para mejorar los logros de
aprendizaje de todos los alumnos. A estos efectos desde la División Educación Primaria se
aportan algunos elementos para su análisis, en el entendido de que su contenido permite
planificar esas intervenciones docentes desde una perspectiva de las posibilidades de
aprendizaje de los alumnos. Serán los actores institucionales (Maestros del Primer Ciclo,
Maestros de Apoyo, Maestros Comunitarios, Profesores Especiales, Equipo Director,
Inspectores de las diferentes áreas), trabajando en forma colaborativa, quienes diseñarán un
modelo de gestión pedagógico-didáctica viable para atender las necesidades específicas de
cada alumno en un contexto situado.
1 LOMAS,Carlos, “Cómo enseñar a hacer cosas con las palabras”, Vol. I, Paidós, pág. 319
2 Ídem, pág. 332
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El aprendizaje de la lengua escrita comienza cuando el niño descubre el valor de la
lectura y de la escritura. Es a través de su intervención como el docente podrá conjugar la
sistematización de la enseñanza con el placer de leer y escribir. Como plantea Agustín
Ferreiro es necesario “que la escuela engendre el amor a la lectura. Cuando lean por su
propia voluntad sin que nadie los obligue, sólo por el placer que sienten en ello, la escuela
habrá cumplido fundamentalmente su misión”i
El atractivo que el niño sienta por la tarea de leer y de escribir estará en relación
directa con la satisfacción que esa acción le produzca. Y en esa atracción desempeña un rol
fundamental la intervención de todos los maestros y en particular de los del primer ciclo
escolar. Un niño que percibe que no es capaz de leer y de escribir se siente fracasado y esta
sensación de fracaso actúa como un obstáculo para poder aprender. Necesita disfrutar,
sentirse querido, progresar, sentir que los demás confían en su posibilidad de aprender. Es
pues necesario pensar la relación pedagógica construyendo sentidos en los encuentros
entre el educador y sus alumnos, entre los niños y “entre y con” las familias; entre las
intenciones de enseñar y de aprender, tejiendo entre todos la red vincular que habilita
espacios donde lo cognitivo y lo afectivo se complementan y se potencian.
Los docentes deben propiciar un encuentro adecuado entre los niños y los textos. Si
algunos de sus alumnos llegasen a ser escritores gracias a la intervención escolar, la misión
estará cumplida con creces. Pero, si esto no sucediera es deber ineludible de la escuela que
todos los que egresen de sus aulas sean personas que escriben lo que equivale a decir que
puedan valerse de la escritura cuando lo necesiten y lo hagan con adecuación, comodidad y
autonomía.”3
Kaufman, Ana María, “La escuela y los textos”, Santillana, Bs. As., 1996, pág. 11
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pedagógicos integrando actividades que atiendan la diversidad y permitan generar
aprendizajes en todos los alumnos. Al respecto se potenciará las bibliotecas escolares no
sólo a nivel del aula sino con actividades que trasciendan a los hogares.
3- Crear un ambiente de lectura implementando el aula con variado material para leer,
criteriosamente seleccionado. Habilitar distintos momentos para la lectura silenciosa, a
viva voz, individual, colectiva, por parte de los niños, el docente y otros referentes, en
contextos en que la lectura adquiera significado. El niño, cada día, debe tener numerosas
y variadas oportunidades de interactuar con los textos y cada una de esas instancias debe
ser placentera y productiva. Para ello deben planificarse cuidadosamente a los efectos de
que se considere las posibilidades, necesidades e intereses de todos los niños.
Con aquellos alumnos que requieran un mayor apoyo los docentes trabajarán en forma
individual o en pequeños grupos, ayudando en el aprendizaje de la lectura y la escritura,
destacando y registrando en todo momento los avances que se constatan.
4- Analizar que las actividades de escritura posean una finalidad y que se planteen en
entornos comunicativos. Así podrá ser motivo de lectura o de escritura una esquela
recibida, el texto de una adivinanza, etc.
Es muy difícil aprender a escribir si no se dan oportunidades frecuentes de hacerlo. Al
decir de Cassany, “la cocina de la escritura es el aula”. Se debería analizar, como lo
plantea este autor, qué oportunidades se brindan de:
¾ escribir en el aula,
¾ hacerlo cooperativamente,
¾ releer lo que se escribe y hablar de ello,
¾ que el maestro escriba con los niños,
¾ escribir “textos auténticos para lectores reales”,
¾ escribir en distintos soportes (el teléfono celular, la pizarra, la computadora, el
cuaderno),
¾ trabajar solos, en grupos, con la familia,
¾ escribir para aprender, crear, jugar y guardar lo escrito para posteriores
consultas.
En la evaluación autónoma realizada en 1er año se observa que en el mes de noviembre
supera el 30% el número de niños que no logran la segmentación convenconal de las
palabras. Frente a esta realidad corresponde intervenir desde la enseñanza en todo el
Primer Ciclo para ayudar a los niños a separar las palabras que escriben junto a otras. Es
frecuente que los niños unan palabras cuando escriben si no media la intervención
docente. Eso sucede porque al hablar, normalmente, no se separa una palabra de la
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anterior o la siguiente y se da fundamentalmente entre artículos y sustantivos. Así
escriben “lamesa” en lugar de “la mesa”. Corresponde designar los objetos sólo por su
nombre sin agregarle el artículo (teléfono, silla, ventana, niños) Si se jugara al “Veo, veo”
¿qué se podría elegir que empiece con “m”? Nombrar lo que se vea en el lugar que
comience con ese fonema cuidando no usar el artículo ayudará a los niños. Se dirá pues
“mano”, “mesa”, “Manuela”, “muebles”, y cuando se escribe corresponde insistir en que
a cada nombre le corresponde una palabra y que la escribimos separada de las demás.
Podrá en otro momento trabajar que delante de unas palabras se usa “el” o “los” y de
otras “la” o “las”. Si la maestra dice “Me olvidé de traer el …”, ¿qué podrá ser? ¿Podrá
ser “cartuchera”? ¿Podrá ser “peine”? Algo similar se debiera hacer para identificar
aquellas otras palabras que unen, ejemplo “micasa”, planificando actividades que brinden
la oportunidad de utilizar el adjetivo posesivo “mi” en distintas expresiones que deben
verlas escritas separadamente: “mi nariz”, “mi cuaderno”, etc.
El uso de la barra espaciadora y de la tecla de mayúscula en la computadora adquiere
una importancia fundamental al momento de identificar las palabras, separarlas y tomar
decisión acerca del empleo o no de la mayúscula.
El docente como profesional de la educación definirá el/los tipo/s de grafías a enseñar a
sus alumnos en función del sustento teórico de la propuesta pedagógico-didáctica, de los
conocimientos que poseen los niños, de las posibilidades de aprendizaje que posee cada
alumno, del proyecto curricular de la escuela.
Cada vez que el maestro escribe en el pizarrón debe hacerlo en forma legible (cuidando el
tamaño y trazado de las grafías) y oralizando lentamente lo que escribe para que todos
los niños puedan ir descubriendo los códigos particulares de la escritura (separación de
palabras, uso de mayúsculas y punto, de conectores, etc.).
5- Si el niño es capaz de descodificar ágilmente la escritura tiene más recursos para dedicar
a la comprensión. La identificación rápida y ajustada de las palabras contribuye
positivamente a la comprensión de lo leído. El niño debe conocer los fonemas que
corresponden a los distintos grafemas. Para ello es importante que, en contextos
significativos y lúdicos, se promueva el desarrollo de procesos cognitivos de análisis y de
síntesis necesarios para viabilizar esos mecanismos imprescindibles en todo acto de
lectura de textos verbales y fundamentalmente cuando se accede a palabras
desconocidas.
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no tener que descodificar letra a letra o sílaba a sílaba. La presencia del texto mientras se
verbaliza facilita el descubrir relaciones entre la escritura y su oralización. Su escritura en
grandes papelógrafos permite tenerlos en todo momento presentes.
Los poemas y la prosa, la literatura en general, debieran recuperar un espacio importante
en las aulas. Serán trabajados para disfrutar siendo su lectura el medio y no el fin. No
deben tener únicamente como fin trabajar un contenido de otra disciplina o recitar en un
acto de celebración de efemérides.
El rotafolio en las aulas del Primer Ciclo, donde se registra, con grandes grafías aquello
que es importante recordar, se constituye en un valiosísimo recurso, que permite volver
reiteradamente a los mismos textos con distintos objetivos mejorando en cada
frecuentación el dominio del texto. Los niños sienten placer por la relectura de los mismos
textos y esto debe ser aprovechado por la escuela porque les da seguridad, fortalece su
autoconcepto y por tanto su autoestima. El cambio permanente de textos que no tengan
relación con lo conocido genera mayor inseguridad en los alumnos con rendimiento
descendido.
Es valioso que diariamente el niño escuche y vea disfrutar al maestro leyendo cuentos,
poemas, canciones, rimas, etc. Si se pretende que los niños lean es importante que
tengan la posibilidad de ver a su maestro leer y disfrutar leyendo con una intencionalidad
determinada.
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actividades se desarrollan para ello y cómo se consideran los avances de aprendizaje de los
alumnos para ajustar y reorientar las propuestas de enseñanza.
Importa que cada maestro advierta que las sugerencias formuladas desde la División
Primaria se realizan en el marco de un proceso de permanente profesionalización en el que
todos somos “aprendices y enseñantes”. Muchos de los aportes propuestos están ya hoy
presentes en nuestras aulas, pues es desde ese espacio privilegiado de donde proceden y
desde donde llegan para ser compartidas con otros docentes.
Olga de las Heras Vilma Curti Yolanda Delgado Luis Belora Graciela Arámburu
Insp. General Insp. General Insp. General Insp. General Insp. Técnica
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FERREIRO, Agustín, “La enseñanza primaria en el medio rural”, Florensa y Lafón, Montevideo, 1960, pág. 65