Fenomelogia
Fenomelogia
La moral surge cuando el hombre deja atrás su naturaleza puramente instintiva y forma
parte de una colectividad. La moral requiere forzosamente que el hombre se halle en
relación con los demás y una conciencia de esa relación, con el fin de poder conducirse
de acuerdo con las normas o prescripciones que lo rigen. Pero esta relación hombre -
hombre, no puede desvincularse de la relación hombre - medio. Dicha vinculación se
expresa, ante todo en el uso y la fabricación de instrumentos, es decir, en el trabajo
humano, mediante el cual el hombre crea un puente entre el y la naturaleza, a la que trata
de poner a su servicio.
Ante esta nueva situación (el hombre pasa de ser un individuo a ser un ser social), se
hace necesario ajustar la conducta de cada miembro a la comunidad, determinándose de
esta manera que se considere como bueno o beneficioso todo aquello que contribuye a
reforzar la unión o actividad común, y se ve como malo lo que contribuye a debilitar dicha
unión. Se establece pues una división entre lo bueno y lo malo, así como una tabla de
“deberes” basada en lo que se considera bueno y beneficioso para la comunidad, perfilándose una moral
colectivista.
Hombre y su cultura
Hombre y su religión
Los hombres han buscado siempre dar una respuesta a las preguntas acuciantes sobre el
sentido de su existencia, del dolor y de la muerte, a la espera de una realidad
definitiva en que creen encontrar su salvación.
Existe una búsqueda implacable del sentido de la vida, fuertemente enraizada al hombre
que se manifiesta en múltiples sentidos y creencias.
Todas las culturas primitivas han manifestado esa inquietud humana por referirse a
alguien venerado como sagrado y en quien esperan respuesta definitiva a sus preguntas
sobre el sentido de su existencia.
Son manifestaciones muy arcaicas al principio, poco evolucionadas, pero cada vez mas
concretas a medida que progresa la historia.
La religión supone en el hombre una apertura del misterio, mas allá de las explicaciones
que allá en la razón y en la experiencia sensible; y un encuentro con Dios, que
desembocara necesariamente en un compromiso de vida, en un estilo peculiar de
relacionarse consigo mismo y con el mundo.
Si bien la propia iglesia reconoce los errores que, ya como institución humana, ya en
ciertos miembros destacados de ella, ha cometido, la realidad actual se aleja radicalmente
de esta visión ridiculizante de la actuación del clero.
Urge pues encontrar dentro del confusionismo ideológico que priva hoy en nuestra
sociedad, y a pesar del escándalo provocado por los mismos creyentes, la verdadera fe
de la identidad religiosa.