LIBRO LA PARROQUIA QUE REQUIEREN LOS NUEVOS TIEMPOS 30 de Diciembre 6

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SIGLAS DE DOCUMENTOS ECLESIALES

AA Apostolicam Actuositatem: Decreto sobre el apostolado de los laicos

AG Ad Gente: Decreto del Concilio Vaticano II sobre la actividad


misionera de la Iglesia.

Codex Código de Derecho canónigo año 1983

ChL Christifideles Laici: Exhortación Apostólica Postsinodal de Juan


Pablo II

ChD Christus Dominus: Decreto sobre el ministerio pastoral de los obispos

DA Aparecida: Documento de la V Conferencia General del Episcopado


Latino-americano.

DGC Directorio General para la Catequesis: Documento editado por la


congregación para el clero, año 1997.

DP Documento de Puebla: III Conferencia General del Episcopado


Latinoamericano.

DM Documento de Medellín: Documento de la II Conferencia General del


Episcopado Latinoamericano.

DV Dei Verbum: Constitución del Concilio Vaticano II sobre la divina


Revelación.

EA Ecclesia in América: Exhortación Apostólica Postsinodal de Juan


Pablo II.

EN Evangelii Nuntiandi: Exhortación Apostólica Postsinodal de Pablo


VI.

GES Guiados por el Espíritu Santo: Carta Pastoral Colectiva de CEV de


1998.

GS Gaudium et Spes: Constitución Concilio Vaticano II sobre la Iglesia


en el mundo de hoy.

LG Lumen Gentium: Constitución Concilio Vaticano II sobre la Iglesia.

NMI Novo Millennio Ineunte: Carta Apostólica de Juan Pablo II en el


advenimiento del nuevo milenio.

OT Optatam Totius: Decreto del Concilio Vaticano II sobre la formación


sacerdotal.

2
PO: Presbyterorum Ordinis: Decreto Concilio Vaticano II sobre el
ministerio y la vida sacerdotal.

SD Santo Domingo: Documento de la IV Conferencia General del


Episcopado Latinoamericano.

UR Unitatis Redintegratio: Decreto del Concilio Vaticano II sobre el


Ecumenismo

CPV Concilio plenario de Venezuela. Tiene 16 documentos y son


identificados con números romanos.

COIC Carta a los obispos de la Iglesia Católica: Emitida por la Congregación


para la Doctrina de la Fe sobre algunos aspectos de la iglesia
considerada como comunión 1992.

CCCS CEV, Carta Pastoral Colectiva Con Cristo hacia la Comunión y la


Solidaridad 2000.

OTRAS SIGLAS

CEV Conferencia Episcopal Venezolana

MMM Movimiento por un Mundo Mejor

3
INDICE GENERAL

SIGLAS DE DOCUMENTOS ECLESIALES 2


INDICE GENERAL 4
PROLOGO 7
INTRODUCCIÓN 11

CAPÍTULO I: EXPERIENCIAS DE UNA PASTORAL INCLUYENTE EN DOS 15


PARROQUIAS POPULARES DE VENEZUELA

1. LECTURA PASTORAL DE LA REALIDAD DE DOS PARROQUIAS 20


2. EL DESPLAZAMIENTO URBANO EN AMERICA LATINA Y VENEZUELA 22
3. UBICACIÓN Y ORIGEN DE LA PARROQUIA SAN FRANCISCO DE SALES 28
3.1. Desarrollo histórico de los barrios de La Dolorita y Filas de Mariches 29
3.2 . Presencia eclesial en los barrios de La Dolorita y Filas de Mariches 33
3.3. Principales acciones pastorales de los salesianos 34
3.4. Puesta en marcha del proyecto pastoral 38
4. UBICACIÓN Y ORIGEN DE LA PARROQUIA SAN JUAN BOSCO 44
4.1 Desarrollo histórico de los barrios del sur de Valencia 44
4.2. Presencia eclesial en los barrios del sur de Valencia 46
4.3. Principales acciones pastorales realizadas en la zona 48
4.4. Puesta en marcha del proyecto pastoral 51

5. APORTES Y DESAFÍOS DE ESTA EXPERIENCIA PASTORAL 58

5.1. Acercamiento de los agentes externos al compromiso pastoral 58


5.2. Sistematización de los principales problemas que impiden que la
62
corresponsabilidad en las parroquias y determinar los desafíos que implican
5.3. La necesidad de profundizar y fundamentar una pastoral incluyente y generadora
64
de corresponsabilidad
5.4. Conveniencia de socializar la experiencia pastoral 64

CAPÍTULO II: FUNDAMENTACIÓN BÍBLICA - ECLESIOLÓGICA 66

1. FUNDAMENTACIÓN BÍBLICO-TEOLÓGICA 67
1.1 Dios nos crea a su imagen y semejanza 67
1.2. Dios convoca a un pueblo de «iguales en dignidad» 71
1.3. Dios, en las injusticias, se pone de parte “del más débil” 77
1.4. Dios en Jesús nos muestra el camino que permite recuperar la dignidad
80
perdida
1.5. Dios trinitario, fuente y meta de la comunión 86

4
2.- FUNDAMENTACIÓN ECLESIOLÓGICA 89
2.1. La Iglesia convocada por Dios para ser, expresar y activar la fraternidad 90
2.2.- Opción por los pobres: Aportes de la Iglesia Latinoamericana 97
2.3.- La corresponsabilidad en los documentos de la Iglesia de Venezuela 105
3.- CONCLUSIÓN 114

CAPITULO III: TEOLOGÍA, METODOLOGÍA Y PEDAGOGÍA


115
DE UNA PASTORAL COMUNITARIA

1. ASPECTOS REFERENTES A LA TEOLOGÍA PASTORAL 115


1.1. Giro antropológico 117
1.2. Primado de la praxis 118
1.3. Características de la Teología Pastoral 119
2.- ASPECTOS REFERENTES A LA METODOLOGÍA PASTORAL 122
2.1. Razones que justifican la necesidad de los método 122
2.2. Método de la teología Práctica 128
2.3 Método de la praxis pastoral 131
3. ASPECTOS REFERENTES A LA PEDAGOGÍA PASTORAL 132
3.1. Rasgos de la pedagogía pastoral 132
3.2 Mediaciones pedagógicas pastorales 138
3.3. Medios pedagógicos generadores de corresponsabilidad en la misión 146
4. PRINCIPALES APORTES DE UNA PASTORAL ORGÁNICA Y SISTEMÁTICA A
162
LA PASTORAL PARROQUIAL
4.1. Superar la tentación de una pastoral “de emergencia” 162
4.2. Herramientas organizacionales actuales en función del Reino de Dios. 163
4.3. Itinerario para el conjunto de los parroquianos 164
4.4. Estructuras que permitan involucrar a todos los parroquianos 165
4.5. Modo factible de realizar la evangelización “desde los últimos”. 165
4.6. Valoración de las expresiones de religiosidad popular 166
4.7. Recuperar la identidad misionera de la parroquia 167
4.8. La parroquia muestra la factibilidad de una sociedad participativa 168
4.9. La parroquia un camino para consolidar la santidad colectiva 168

APENDICE: LA PROPUESTA PASTORAL DEL MOVIMIENTO POR UN


171
MUNDO MEJOR

1. ANTECEDENTES HISTÓRICOS 173


1.1. Algunos datos 173
5
1.2. Convicciones pastorales 175
1.3. Primera publicación de la propuesta 176
2. DESAFÍOS A LOS QUE RESPONDE LA PROPUESTA PASTORAL DEL MMM 178
2.1. Desafíos que propone el mundo 179
2.2. Respuestas de la Iglesia a los desafíos del mundo 186
3. ESPIRITUALIDAD COMUNITARIA 188
3.1. Espiritualidad de comunión 188
3.2. Componentes esenciales de la espiritualidad de comunión 190
3.3. Características de la espiritualidad de comunión 192
4. LA PASTORAL COMUNITARIA 197
4.1. Concepto de pastoral 197
4.2. Afirmaciones y aplicaciones pastorales 198
5. EL PLAN PASTORAL 204
5.1. Elementos fundamentales del plan pastoral 204
5.2. Criterios del plan pastoral 206
5.3. Opciones pastorales 208
5.4. Metodología 211
5.5. Pasos para la implementación del plan pastoral 216

6
PROLOGO

Cuando un obispo le entrega una parroquia a un sacerdote, le da la encomienda de

pastorear a todos los bautizados que viven dentro del territorio parroquial. Se

quedaría corto el párroco y le haría un flaco servicio a esa comunidad si se

contentara con atender sólo a los fieles que acuden a las misas feriales y

dominicales, a los socios de grupos apostólicos, a aquellos que se acercan al

templo a solicitar diversos servicios religiosos o a cumplir con devociones

tradicionales. En términos generales, esos practicantes corresponden al 4 o 5 % de

la totalidad de la población. ¿Y qué pasa con los demás?

Llegar a todos los bautizados, es sin duda la primera gran meta de la labor pastoral

de todo pastor (Cf EG 23). Pero esto no es suficiente. No basta llegar a todos, de

cualquier manera, sino de forma tal que el mayor número de esos evangelizados

salgan de su zona de comodidad, de su pasividad e indiferencia, dejen de ser

meros consumidores de servicios religiosos y sacramentales, se integren en

pequeñas comunidades sectoriales y se transformen en sujetos corresponsables y

participativos de la acción evangelizadora de la Iglesia. Además debe procurar

que esos bautizados no se queden encapsulados dentro de la parroquia, sino que

entren en comunión orgánica y sinérgica con las demás parroquias de su zona

pastoral (arciprestazgo, decanato) y con todas las demás instancias y realidades

diocesanas (Cf EG 29) y desde ellas, promuevan la santidad comunitaria, se

proyecten como discípulos misioneros hacia los territorios extra diocesanos y

fermenten las realidades de su entorno y del mundo con los valores y principios

del evangelio.

Estas intuiciones y líneas de acción inspiradas por el Espíritu Santo, son

traducciones pastorales de la eclesiología de comunión del Concilio Vaticano II,

7
del luminoso magisterio del Beato Paulo VI contenido sobre todo en su

Exhortación “Anunciando el Evangelio” (EN, 1975) y que San Juan Pablo II

recogió en la fórmula de “Nueva Evangelización, nueva en su ardor, en sus

métodos y expresiones”. Todas ellas trasladadas luego al contexto

latinoamericano y caribeño, por las Conferencias Generales de Medellín (1969),

Puebla (1979), Santo Domingo (1992) y Aparecida (2007).

La aplicación al contexto venezolano se produjo en el Concilio Plenario de

Venezuela (2000-2006), al inicio del siglo XXI. Este magno acontecimiento

eclesial nos hizo tomar conciencia de la urgente necesidad de asumir esta

conversión eclesiológica y pastoral, y de ponernos en camino todos juntos hacia

una Iglesia, casa y escuela de comunión misionera y solidaria, pobre y de los

pobres; ya que, de lo contrario, esas grandes mayorías, que hasta ahora se han

declarado católicas, se alejarían más y más, emigrarían hacia otras agrupaciones

religiosas, serían pasto fácil de ofertas sincretistas, como el New Age, de cultos

naturales desmovilizadores, del secularismo consumista o de los manipuladores

ideológicos de la religión.

Necesitamos ejemplos inspiradores. El libro del padre Pablo Modesto González -

hoy Obispo de la recién creada diócesis llanera de Guasdualito- que tengo la honra

y la alegría de presentarles, es uno de ellos. Es posible llevar a la práctica lo que

nos pide el Buen Pastor, el Magisterio contemporáneo de la Iglesia universal,

latinoamericana y venezolana, si se cuenta con un proyecto pastoral y éste se lleva

a cabo de manera procesual y consistente. Hoy existen varias propuestas de

pastoral orgánica, planificada y de conjunto. Pablo Modesto se ha apoyado en uno

de ellos: el modelo elaborado por el P. Juan Bautista Capellaro y diversos equipos

latinoamericanos pertenecientes al Movimiento Por Un Mundo Mejor (MMM),

8
fundado en Italia después de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), por el

sacerdote jesuita Ricardo Lombardi (1908-1979).

Los invito a adentrarse en la lectura de este texto y compartir con el autor sus

experiencias pastorales vividas, a finales del siglo XX e inicios del XXI, junto con

otros padres salesianos y un gran número de agentes pastorales, en dos parroquias

populares venezolanas, ubicadas una en el este de Caracas y la otra en el sur de

Valencia. Hoy en día son muchas las parroquias y diócesis en Venezuela,

América y el mundo aplican este modelo pastoral. Yo mismo tuve la dicha de

encontrarme con el joven padre Pablo al inicio de esta bella historia pastoral, a

finales de los ochenta, cuando era vicario episcopal del suroeste de Caracas.

Desde entonces ambos nos internamos por esos caminos, manteniendo un

contacto amistoso y fraterno. El Señor me dio la gracia más delante de aplicar este

mismo modelo de renovación eclesial y pastoral primero como Obispo de Ciudad

Guayana (1991-2000) y actualmente desde la Arquidiócesis de Maracaibo.

Le agradezco a este buen hermano y amigo me haya dado la oportunidad de

presentar esta obra. A medida que he ido escribiendo estas líneas he tomado

mayor consciencia del don que Dios nos ha hecho al permitirnos conocer y aplicar

esta herramienta de renovación pastoral y he valorado más aún la belleza del

camino recorrido junto con un gran número de obispos, sacerdotes, diáconos y

laicos. Con Pablo Modesto y todos estos hermanos, he descubierto el gusto

espiritual de ser miembro del Pueblo de Dios y de ponerme a su servicio desde mi

condición de presbítero y de obispo (EG 268-274), he experimentado la urgencia

de una permanente conversión personal, eclesial y pastoral, he crecido en

fraternidad, solidaridad eclesial. Finalmente, he valorado y he iniciado la vivencia

de las palabras de la primera carta de Pedro: “También ustedes participan como

9
piedras vivas en la construcción de un templo espiritual para ejercer un sacerdocio

santo que por mediación de Jesucristo, ofrezca sacrificios espirituales agradables a

Dios (…) Ustedes son linaje elegido, sacerdocio real, nación santa, pueblo

adquirido para anunciar las grandezas del que los llamó de las tinieblas a su luz

maravillosa. Los que en un tiempo no eran pueblo, ahora son pueblo de Dios; los

que antes no eran compadecidos ahora son compadecidos” (1 Pe 2,5-6.9-10)

Maracaibo 27 de abril de 2016

+Ubaldo R Santana Sequera FMI


Arzobispo de Maracaibo

10
INTRODUCCIÓN
Una de las realidades que inquieta a los responsables de las parroquias en su

acción pastoral, es el progresivo alejamiento de la gran mayoría de sus integrantes

de la vida de la Iglesia. Esta situación puede ser interpretada como un problema de

la gente, que no le interesa la oferta de la parroquia o también, que la parroquia no

está acertando con las estrategias adecuadas para impulsar en los cristianos su

condición de sujetos, como miembros activos y copartícipes de la misión de la

Iglesia.

Otra constatación preocupante es la distancia que hay entre los documentos

y directrices eclesiales y la praxis de nuestras parroquias en relación a la

corresponsabilidad eclesial. Se observa en la mayoría de las parroquias que “son

muchos los que hacen poco y pocos los que hacen mucho”. Basta acercarse a ellas

para verificar que es un pequeño grupo el que, con el párroco y sus allegados, las

hacen marchar a través de grandes esfuerzos. Esta situación, que es causa de

desaliento y cansancio para los más comprometidos, además favorece, el

sectarismo y des-compromiso con los alejados.

Son pocas las parroquias que generan soluciones exitosas para hacer que

cambie tal situación. Surgen entonces las preguntas: El motivo de la falta de

compromiso en las parroquias: ¿Será porque la gente no quiere asumir

responsabilidades? ¿Acaso será la fuerte influencia de la cultura actual, la que

auspicia el egoísmo y el des-compromiso de los creyentes? ¿Será que no se han

difundido suficientemente los documentos eclesiales que sostienen que, por el

bautismo, todos somos corresponsables de la misión de Jesús? ¿El

desconocimiento y la falta de empatía con la gente y su realidad, será lo que nos

impide llegar hasta ella y asumir sus expectativas y demandas?

11
Para dar respuesta a estos interrogantes, conviene revisar la actitud con la

que la Iglesia los asume. Pudiera creerse que el problema está fuera, y eximirse así

de la responsabilidad de buscar soluciones. Pero nos preguntamos, por ejemplo:

¿Se estará cultivando en las parroquias el Espíritu de Jesús que compromete a sus

seguidores con la causa de Reino de Dios? ¿Se estarán empleando las estrategias y

las estructuras adecuadas que permitan a los cristianos asumir su condición de

sujeto comprometido en la transformación de la realidad, a la luz de la causa de

Jesús?

Muchos documentos de la Iglesia insisten en que “el sacerdocio común de

los fieles”1 por el bautismo, nos compromete a ser partícipes de la misión de

Jesús, condición que por demás, es inherente a nuestra dignidad de ser creados por

un Dios que nos ha hecho a su imagen y semejanza2, reconociendo la dignidad y

respeto de cada persona y su responsabilidad de contribuir y participar en el

desarrollo de su obra creadora.

La experiencia pastoral desarrollada por más de treinta años en comunidades

populares de Venezuela, nos permite inferir que el problema principal no es que la

gente esté reacia al compromiso, sino que, como Iglesia no se está acertando en

las estrategias adecuadas para activar en los cristianos su condición de sujetos, de

tal manera que asuman con sentido de pertenencia, los retos y desafíos que

reclaman los nuevos tiempos, a la Iglesia en Venezuela.

Para sistematizar esta propuesta se utilizará la conocida metodología de la

práctica pastoral de las Comunidades Eclesiales de Base heredada de la Acción

1 Cf. LG 9, 10, 11, 31,34,62; PO 2; SC 14; AG 15; AA 10


2
“Y creó Dios a los hombres a su imagen; a imagen de Dios los creó; varón y hembra los creó. Y
los bendijo Dios diciendo: Creced y multiplicaos, llenad la tierra y sometedla.... Vió Dios todo lo
que había hecho , y todo era muy bueno” Gn 1,27.31
12
Católica de Joseph Cardjin: VER, JUZGAR, ACTUAR3, que no consiste solo en

un método sino que es un modo de ser, de estar y de incidir en la realidad para

transformarla.

Este trabajo está estructurado en tres capítulos y el apéndice. En el primero

(VER), se contextualiza la realidad sociocultural, económica y política de dos

sectores populares de Venezuela, para después sistematizar la experiencia pastoral

realizada en ellos, aplicando la metodología que propicie la inclusión y la

corresponsabilidad de todos los bautizados, la cual está inspirada en la propuesta

del Movimiento por un Mundo Mejor (MMM)4. Luego se presentan algunos

logros y desafíos significativos, en cuanto a la organización de procesos

sistemáticos y en cuanto a la participación progresiva y corresponsable de los

parroquianos.

En el segundo capítulo (JUZGAR), se profundizará la fundamentación

bíblica-teológica y eclesiológica, que justifica una renovación pastoral, en lo que

toca a la corresponsabilidad de los bautizados en la misión de la Iglesia.

En el tercer capítulo (ACTUAR), se perfilarán los principales elementos de

teología, metodología y pedagogía pastoral requeridos para activar la

corresponsabilidad fraterna en las parroquias populares, además se sistematizarán

los aportes que las experiencias referidas, ofrecen para impulsar una pastoral de

inclusión y la participación.

3 Coordinación continental JOC, El cambio es el camino. Historia de la JOC América


(JOC, Perú,2009) 54
4
Movimiento por un Mundo Mejor (MMM). Fundado por el Padre Ricardo Lombardi SJ
en 1938 que promueve una serie estrategias para la renovación de la Iglesia y de su
compromiso con el mundo, lo que más tarde Juan Pablo II llamará “Espiritualidad de la
comunión”. Este movimiento diseñó varios proyectos con el objeto de intervenir
significativamente en la sociedad. El proyecto aplicado a la pastoral parroquial se llama
Nueva Imagen de Parroquia (NIP). En:
http://www.porunmundomejor.com/wordpress/?page_id=106. (28/08/2011).

13
Ofrecemos al final de este trabajo un apartado en el que se presenta a modo

de síntesis, la propuesta pastoral del Movimiento por un Mundo Mejor, debido a

su importancia como un modelo que logra concretar los lineamientos que el

Concilio Vaticano II y los distintos documentos que la Iglesia ha promulgado

sobre necesidad de renovar la pastoral de la Iglesia en el campo parroquial.

Como la propuesta del MMM ha sido inspiración y manual de referencia

para la aplicación de los proyectos en las dos experiencias parroquiales

presentadas, tenemos la convicción que los elementos aquí expuestos pueden

servir de estímulo y apoyo para la implementación de propuestas similares en

otros contextos.

14
CAPÍTULO I

EXPERIENCIAS DE UNA PASTORAL


INCLUYENTE EN DOS PARROQUIAS
POPULARES DE VENEZUELA

En búsqueda de caminos

para la participación corresponsable

15
LA HISTORIA: LUGAR TEOLÓGICO

Érase una vez una mujer muy devota que solía ir a misa todos los días.
Por el camino le acosaban los niños y los mendigos, pero ella iba tan
absorta en sus devociones que ni siquiera los veía. Un buen día llegó a
la capilla en el preciso momento en que iba a comenzar la misa. Empujó
la puerta, pero ésta no se abrió. Volvió a empujar, ésta vez con más
fuerza, y comprobó que la puerta estaba cerrada con llave. Afligida,
decide regresar a casa, pero antes de irse alcanzó a mirar hacia
arriba… y justamente allí, frente a sus ojos, vio una nota clavada
sobre la puerta que decía: Estoy ahí fuera, detrás de ti.5.

5
Parábola recopilada porWilliam Abril Avella en:
http://es.scribd.com/doc/235014473/Parabolas#scribd
16
El más importante principio que define al Dios cristiano es el de la
encarnación. No creemos en un Dios desvinculado de la historia, creemos en un
Dios quien no sólo es Creador, sino que es Salvador-Liberador, por tanto, un Dios
al que le interesa lo que le sucede a los seres humanos, a tal punto que se hace
humano, se hace historia. Este principio está en la base de la mutua exigencia que
debe tener para el cristiano, la realidad-la historia y Dios.

La Constitución Apostólica Gaudium et Spes emplea una expresión que


refleja el importante lugar que ocupa la realidad en el quehacer teológico del
cristiano. Se trata de la expresión «los signos de los tiempos», fórmula que ya
había sido empleada por Juan XXIII en la encíclica Pacem in Terris y por Pablo
VI en la encíclica Ecclesiam suam. Esta expresión recoge el conocimiento y la
comprensión del mundo en el que vivimos con sus esperanzas, aspiraciones y el
sesgo dramático que con frecuencia le caracteriza, lugar en el que Dios se
manifiesta para animarnos, cuestionarnos y desafiarnos.

El documento sostiene que «los signos de los tiempos» son un «lugar


teológico», es decir: coloca la realidad junto a la Biblia o el Magisterio como
fuente de reflexión teologal.

El Pueblo de Dios, movido por la fe, que le impulsa a creer que quien lo
conduce es el Espíritu del Señor, que llena el universo, procura discernir en los
acontecimientos, exigencias y deseos, de los cuáles participa juntamente con sus
contemporáneos, los signos verdaderos de la presencia o de los planes de
Dios6.Esto quiere decir que la forma ordinaria en que Dios se nos manifiesta, es en
la historia, en su complejidad, y por tanto, si no le prestamos atención, nos
colocaríamos de espaldas al Señor, que nos muestra su voluntad en ella.

A lo largo de este capítulo, trataré de reconocer en la realidad de la


experiencia pastoral vivida en dos comunidades concretas, a un Dios que anima,
cuestiona, desafía y se revela convocando a toda la comunidad cristiana a la
participación y a la corresponsabilidad fraterna.

6
GS 4, 11, 44
17
1. LECTURA PASTORAL DE LA REALIDAD SOCIAL DE DOS
PARROQUIAS

La experiencia pastoral a la que nos vamos a referir se ha desarrollado


mayoritariamente en dos parroquias urbanas populares ubicadas en la periferia de
dos grandes ciudades de Venezuela: la parroquia San Francisco de Sales, con su
sede en el barrio La Dolorita - Caracas y la parroquia San Juan Bosco, con su sede
en el barrio7 El Concejo - Valencia.

Han sido 25 años vividos en plenitud, compartiendo la vida con personas


humildes de comunidades populares, en las que constatamos siempre un gran
espíritu de lucha y una constante búsqueda para encontrar caminos de
dignificación y participación.

También han servido estos años de convivencia fraterna con la gente para
aprender a valorar su gran generosidad y capacidad de acogida, su disponibilidad
para servir, su disposición para sobreponerse a las dificultades, su espontánea
alegría que sonríe aún en medio de la calamidad, su simplicidad ante la vida y sus
desafíos, y su gran fe en un Dios Providente en el que confían aun sin entender.

Resulta interesante observar que, a pesar de la distancia que separa las dos
parroquias, son muchas las similitudes que existen entre las mismas, así como
también, los elementos específicos y originales de cada una de ellas. Todo esto
invita a realizar una lectura global de la realidad social de estas comunidades de
ofrecer pistas de iluminación para otras experiencias similares.

Al querer describir la situación social de estas dos parroquias, resuenan de


una manera especial las palabras pronunciadas por representantes de los cristianos
de América Latina en el documento de Puebla: Al tratar los problemas sociales,
económicos y políticos, no lo hacemos como maestros en esta materia, como
científicos, sino en perspectiva pastoral en calidad de intérpretes de nuestros
pueblos, confidentes de sus anhelos, especialmente de los más humildes, la gran
mayoría de la sociedad latinoamericana8.

7
Barrio es el término que se emplea en Venezuela para nombrar las zonas populares que en su
mayoría constituyen los cinturones de marginalidad y pobreza de la periferia de grandes ciudades
del país.
8
DP 3
18
A continuación, intentaremos hacer una lectura pastoral de la realidad,
vinculándola con aportes ofrecidos por los análisis pastorales de la Iglesia
latinoamericana y venezolana.

El éxodo de campesinos a las ciudades y la conformación de grandes


barrios en sus periferias, favorece verdaderos cinturones de miseria que atentan
contra el deseo de Dios de que sus hijos tengan vida en abundancia9. Las dos
parroquias a las que hacemos referencia, son asentamientos urbanos conformados
por una serie de barrios ubicados en la periferia de dos grandes ciudades: Caracas
y Valencia10. Las dos coinciden en su fecha de inicio, a finales de los años 50,
época en la que Venezuela entera comienza a tener un importante desarrollo
demográfico.

La pobreza, flagelo que iguala a todos los pueblos latinoamericanos

La situación social que se vive en el interior de estos barrios, coincide con la


realidad de muchos suburbios latinoamericanos denunciados en Puebla con los
siguientes términos: Comprobamos, pues, como el más devastador y humillante
flagelo, la situación de inhumana pobreza en que viven millones de
latinoamericanos expresada, por ejemplo, en mortalidad infantil, falta de
vivienda adecuada, problemas de salud, salarios de hambre, desempleo y
subempleo, desnutrición, inestabilidad laboral, migraciones masivas, forzadas y
desamparadas11.

La convivencia con habitantes de estas dos parroquias permitió palpar y


vivir de cerca los estigmas con que la pobreza marca sus vidas, lo que el
documento de Puebla llama los rasgos sufrientes de Cristo, el Señor, que nos
cuestionan e interpelan12.

Interpela el constatar que la mayoría de los niños pasan los días solos,
porque su madre o sus padres tenían que trabajar para poder sobre vivir, niños que
desertan de las escuelas, exponiéndose a ser atrapados y vinculados a las bandas

9
Cf. Puebla nº 71
10
S. HERNANDEZ CABALLERO, Gran Enciclopedia de Venezuela (Globe, Venezuela 1998).
V.1, p. 384. “A partir de 1945, el Distrito Federal y los estados Aragua, Carabobo y Miranda,
que sólo comprenden el 2,36% de la superficie nacional, han concentrado más del 25% del
número de habitantes”.
11
DP 29
12
DP.II, 31
19
delictivas o a los abusos y explotación sexual. Rostros de niños golpeados por la
pobreza desde antes de nacer los niños vagos y muchas veces explotados13.

Cuántos jóvenes participando en pandillas como «azotes de barrio».


Jóvenes, que como decía Don Bosco: “Si hubieran tenido un amigo a tiempo”, no
habrían terminado así. Jóvenes vinculados a la droga, a la prostitución, al robo ya
las distintas formas de violencia. Jóvenes sin estudio, sin destrezas para trabajar,
sin futuro, alienados por una sociedad de consumo que los adormece con sus
apetencias. Jóvenes víctimas de muertes prematuras. Rostros de jóvenes
desorientados por no encontrar su lugar en la sociedad; frustrados, sobre todo en
zonas rurales y urbanas marginales, por falta de oportunidades de capacitación y
ocupación14.

Innumerables son los modos en los que se igualan los pobres

La realidad campesina que subyace en la vida de los moradores de estas


comunidades, es obnubilada por la nueva realidad urbana, la cual, los obliga a
renegar de sus raíces genuinas, de su cultura, tradiciones, despreciando de esta
manera valores de capital importancia para su vida, obligándolos a vivir en
situación de exclusión. Rostros de campesinos, que, como grupo social, viven
relegados.15.

Muchas son las personas sin empleo, resignadas a realizar pequeñas ventas
en el mercado informal, sin ninguna seguridad y dependiendo de la suerte de la
pequeña venta que le permite sobrevivir. Otros son víctimas de despedidos
injustificados, desprovistos de la posibilidad de ningún tipo de defensa. Rostros de
subempleados y desempleados, despedidos…16.

Nuestras ciudades están rodeadas de cinturones de ranchos17 en los que


viven hacinadas familias completas pasando penurias y dificultades. Víctimas del
consumismo expresado en el hecho de preferir pasar hambre a no tener para la
moda, el licor, la televisión o para los artefactos superfluos que impone el

13
DP.II, 32
14
DP. II, 33
15
DP.II, 35
16
DP. II, 37
17
Ranchos son las viviendas pobres que suelen edificarse en los suburbios con materiales de muy
baja calidad. En general, no reúnen las condiciones mínimas para poder vivir en ellas. Equivale a
lo que en otros países se llama chabolas o favelas.
20
comercio. Rostros de marginados y hacinados urbanos, con el doble impacto de
la carencia de bienes materiales, frente a la ostentación de la riqueza de otros
sectores sociales18.

La vejez o la enfermedad en estas comunidades, son doblemente penosas a


causa del mal funcionamiento de la seguridad social y por falta de recursos al no
haber podido acumular un fondo mínimo para solventar ni la ancianidad ni las
emergencias, a pesar de haber trabajado fuertemente toda la vida. Rostros de
ancianos, cada día más numerosos, frecuentemente marginados de la sociedad
del progreso que prescinde de las personas que no producen19.

Dios detrás del rostro maltratado de los pobres

La ausencia de Dios en estas comunidades se constata en el rostro de tantos


«asalariados» que se acercan a los barrios con intereses egoístas para ilusionar y
engañar. ¡Cuánta demagogia y promesas falsas de parte de políticos buscadores de
votos!20.Los atropellos por parte de las autoridades policiales a jóvenes y a
comunidades completas, por el solo hecho de vivir en la zona. La imagen de la
realidad de estas comunidades, de la que sólo se habla para dar a conocer sus
malas noticias, llega distorsionada al resto de la ciudadanía, la cual les rehúye y
condena.

Como parte de toda esta realidad surgen las falsas imágenes de Dios,
auténticos fetiches religiosos, que han sido sembrados en el corazón de mucha
gente sencilla de estas comunidades, debido a una frágil evangelización y a una
instrumentalización de lo religioso que se manifiesta en la resignación y
conformidad ante las injusticias, por creer que es voluntad de Dios. Muchas son
las devociones y prácticas religiosas movidas por la imagen de un Dios juez
castigador antes que por la de un Dios misericordioso y cercano21.

Signos de vida

Por otra parte, es alentador que, en contraste con los rasgos del Cristo
sufriente, en estos ambientes se constata que en medio de la pobreza, el dolor y las

18
DP. II, 38
19
DP.II, 39
20
Cf. DP. II, 44
21
Cf. CPEC Nº 40; DM Evangelización y crecimiento en la fe Nº 2,3,4
21
injusticias, que se han constituido el hábitat de estas comunidades, surgen signos
de vida, lucha e ilusión como distintivos característicos de nuestro pueblo. Para
sorpresa de todos, la violencia y la muerte conviven con la acogida, la solidaridad
y la alegría, como flores en el desierto.

Son innumerables los signos de solidaridad que se pueden contemplar en la


vida cotidiana de estas comunidades. Muchas familias, aun teniendo poco, son
capaces de empobrecerse aún más, para echarle una mano a algún vecino o
familiar que pasa por un momento difícil. En estos hechos es fácil ver, lo que
Puebla considera los rasgos característicos de los habitantes de este continente: El
hombre latinoamericano posee una tendencia innata para acoger a las personas;
para compartir lo que tiene, para la caridad fraterna y el desprendimiento22.

Es siempre motivador y fuente de esperanza el constatar la capacidad de


sobreponerse a la adversidad de la gente de nuestros pueblos lo que hoy la
sicología moderna llama “resiliencia”. Son incontables los testimonios de familias
golpeadas por la violencia, la enfermedad, los desastres ambientales e
innumerables situaciones de dolor que, de manera admirable, se sobreponen
mostrando una gran capacidad de lucha y de constancia en la superación.

Además de describir la realidad de estas comunidades con los ojos de


pastores que se duelen de la situación sus hijos, también ofreceremos algunos
datos de los efectos de la creciente brecha de injusticias que se constata en
Venezuela y en toda Latinoamericana.

2. EL DESPLAZAMIENTO URBANO EN AMÉRICA LATINA Y


VENEZUELA.

Un fenómeno que ha marcado la realidad de vida de los pueblos


latinoamericanos en la segunda mitad del siglo XX, lo constituye el
desplazamiento de muchas personas, del mundo rural a las zonas urbanas, lo que
ha generado los grandes cinturones de miseria que rodean a las urbes del
continente. Su origen tiene muchas causas, pudiendo destacar de un modo
especial, el problema de la pobreza.

22
P. II,17
22
La pobreza, a principios de siglo, en América Latina era, principalmente, un
problema social, de naturaleza rural, condición en la que vivía la mayoría de sus
pobladores. En casi todos sus países se podía apreciar, en la realidad rural, un
nivel de vida muy bajo con un elevado índice de mortalidad y desnutrición, que se
atribuía a la existencia y práctica de formas arcaicas de organización social y
económica.

El desplazamiento urbano en Venezuela

En el caso de Venezuela, sin dejar de reconocer la influencia de los


fenómenos antes descritos, el auge de la industria del petróleo, constituye el más
importante reactivo global que provocó el desplazamiento de un gran número de
pobladores rurales a zonas urbanas. Pero visto desde el campesino, las principales
razones que lo llevan a decidir desarraigarse de su terruño para aventurarse a vivir
en tierras desconocidas, son las siguientes: la situación de abandono y
marginación en la que se encuentra el campo, la ilusión y el mito de que en la
ciudad se vive mejor y la seguridad de un trabajo con mayores fuentes de ingreso.

En realidad, Venezuela, al inicio del siglo XX, era un país muy pobre,
endeudado y atrasado. En 1936 la población venezolana era un total de 3.467.839
habitantes, de los cuales 2.808.949 vivían en el campo, lo que significaba que,
aproximadamente, el 81% de la población era rural. La mayoría de los
cultivadores del campo eran conuqueros de multicultivos que básicamente
dedicaban sus esfuerzos a subsistir23

Los grandes productores de cacao y café, así como los latifundistas,


concentraban inmensas extensiones de tierras de muy baja productividad,
explotadas por peones y mano de obra mal pagada. Hasta el inicio del s. XX es el
café la principal fuente de ingreso en divisas para el erario nacional, pues el
cultivo del tabaco, el trigo y la ganadería lo habían sido en los siglos XVI al XVII
y el cacao lo fue hasta principios del siglo XVIII.

23
Cf. Chi-Yi, Chen, y Picouet, M. Migraciones Internacionales en Venezuela: Evolución y
Características Socio-Demográficas. Migraciones Internacionales en las Américas (CEPAM,
Caracas 1980) 41-62.

23
A partir de 1920, el cultivo del café comienza a sufrir fuertes ascensos y
descensos en su producción y comercialización, debido a la superproducción
cafetera en Brasil y a los bajos precios del mercado mundial por influencia directa
de las dos guerras mundiales. Esta situación produjo un estancamiento de la
actividad productiva del país, lo que condenó a la mayoría del campesinado a una
vida de miseria. La esperanza de vida de los venezolanos para esa época era de 45
años, las tasas de mortalidad y morbilidad estaban entre las más altas del mundo
y, además, el analfabetismo se ubicaba en el 82%.

Relación entre la industrialización y los desplazamientos urbanos

Es este contexto llegaron las primeras compañías extranjeras con la


intención de explotar petróleo. La actividad petrolera resultó la tabla de salvación
para del país. En poco tiempo se activó la economía nacional y se despertó en la
población importantes deseos de superación y de mejoras. Las exportaciones
generaron gran cantidad de divisas, lo que propició el crecimiento del Estado, que
amplió sus servicios y aumentó la burocracia.

La actividad petrolera también tuvo fuertes repercusiones en el sector


industrial que creció abundantemente, gracias a las facilidades que ofrecía el
Estado y a la osadía y creatividad de venezolanos e inmigrantes extranjeros que,
arriesgando en campos que no conocían, activaron este sector con muy buenos
resultados. También se realizan fuertes inversiones de capital en obras de
infraestructura para las ciudades más importantes del país.

El crecimiento de la burocracia, el empleo petrolero y el avance de las


industrias de la construcción y la manufactura ofrecían ingresos atractivos que
estimulaban el desplazamiento del campo a los centros de mayor dinamismo
económico. El sector terciario experimentó un crecimiento mucho más acelerado
que el sector secundario, lo que produjo una sustancial concentración de
empleados, y trabajadores dependientes del Estado, sostenidos con la renta
petrolera. El Estado se convirtió así en el principal empleador de mano de obra y
en el primer contratador de bienes y servicios con la empresa privada.

La aparición del petróleo significó una forma de riqueza fortuita, que


impactó a la sociedad en general. Los ingresos del fisco por concepto de
exportaciones petroleras, en 1936 triplican a los provenientes de las exportaciones
24
agrícolas. En el lapso de 1936-1958 el ingreso petrolero, en términos de valor de
producción, creció 39,7%, el sector manufacturero 57,8%; el sector primario de la
minería 69%; y el agrícola, solo 24,2%. Estos datos indican que el sector petrolero
creció a un promedio anual de 18%, el manufacturero 2,6%, el minero primario
3,1% y el agrícola apenas 1,1%24.

A partir de la década de 1920, con el apoyo de las compañías petroleras, el


gobierno nacional comienza a solventar los graves problemas de salubridad, como
el paludismo, la viruela, las pestes, la tuberculosis y la sífilis, el sarampión y
otros. Hace frente a éstos problemas higiénicos construyendo centros sanitarios,
acueductos, y carreteras, para llegar a los lugares más distantes de los centros
urbanos. A medida que se fue dando respuesta a los problemas sanitarios se logró
la disminución de la mortalidad y el aumento de la natalidad, como se reflejan en
los siguientes cuadros.

Redistribución geográfica de la población

Otro elemento que implicó grandes cambios en la realidad nacional lo


constituye la redistribución geográfica de la población. Venezuela, que era un país
eminentemente rural, en muy poco tiempo se convierte en un país altamente
urbanizado. Observemos el siguiente gráfico:

En solo 65 años la población rural desciende de un 61.7 % (1936) a un


11.59% (2001), mientras la población urbana asciende de un 38.3% (1936) a un
88.41% (2001). A partir de la década de los 50 es fácil observar un fuerte

24
Datos ofrecido por el Instituto Agrario Nacional de la República Bolivariana de Venezuela
(IAN):http://www.ian.gov.ve/revolucion_agricola_13.html:(23.05.2010).
25
pronunciamiento de la curva de crecimiento que revela el fuerte desarrollo urbano
que vivió el país por esta fecha.

De los años 50 a los 70 es cuando se realiza la más grande movilización


poblacional del campo a las ciudades. Para los años 50 la población es de
5.034.038 y el 74 % de sus habitantes se concentra especialmente en los 11
estados de más relevancia (Distrito federal, Anzoátegui, Carabobo, Falcón, Lara,
Mérida, Miranda, Sucre, Táchira, Trujillo, Zulia) que ocupan una extensión
territorial de 207.130 km2 aproximadamente, lo que no representa ni el 40% de la
extensión territorial total de país. La zona más poblada y de menos extensión es
Distrito Federal que representa un 14% de la población y le sigue el Estado Zulia
con el 12%. Es interesante hacer notar que, antes de los 50, los dos polos más
importantes de inmigración lo constituyen Caracas que, siendo la capital, ofrece
muchas fuentes de trabajo, la mayoría generados por el Estado y Maracaibo, lugar
donde se ubican las principales petroleras. La mayor parte del país se encuentra
prácticamente sin población.

Para los años 70 la población había aumentado el doble,


aproximadamente10.721.552 de habitantes, y se dieron grandes cambios en la
distribución de su población. El Distrito Federal sigue a la cabeza con una
población de 1.860.637, seguido muy de cerca por Zulia con 1.299.030; un poco
más atrás se encuentra Miranda con 858.272, y Lara con 671.410; muy cerca se
encuentra Carabobo con 659.339 y Aragua con 543.170 h. y un poco más atrás se
encuentra Táchira con 511.346, y en último lugar tenemos a Sucre con 469.00425.

Resulta interesante destacar que los estados con mayor densidad


demográfica se encuentran ubicados en el norte del país. Hay una disminución de
los estados más poblados: de 11 que eran en el año 50, a 8 en la actualidad, que
ocupan una superficie de 126.406 km2con el 64.02% del total de la población,
mientras que el resto de estados, teniendo una superficie de 790.039 km2, cuentan
sólo con el 36.08% del total de la población.

25
Cf. Federico, BRITO FIGUEROA, Historia Económica y Social de Venezuela. T.III, Colección
Historia (UCV, Caracas 1996) 816.

26
La anarquía, característica que prevalece en la nueva realidad urbana

El arrollador desplazamiento poblacional que se ubicó sin planificación en


las periferias de las ciudades del país, la incapacidad de gobiernos populistas y los
muchos condicionamientos históricos, ambientales y organizativos, hicieron que
la realidad urbana se desarrollara de manera desordenada y anárquica,
acrecentando una fuerte conciencia parasitaria e improductiva y generando
condiciones de difícil sociabilidad.

Aunque las grandes urbes crecieron desordenadamente, proporcionaban a


esa población, venida del campo, algunas ventajas que éstos no podían encontrar
en sus lugares de origen signados por la miseria y el atraso. Las pequeñas mejoras
que obtenían al acercarse a las grandes urbes seguirían siendo pequeñas migajas
de la gran tarta de la riqueza petrolera que se distribuía de manera injusta, entre
las grandes mayorías empobrecidas y las pequeñas minorías burocráticas y
privilegiadas.

Bajo este modelo rentista y paternalista, el presupuesto social del Estado


creció más rápido que el gasto de inversión. Se realizó un proceso de masificación
educativa mal planificada, con grandes improvisaciones. Es verdad que se
posibilitó la incorporación de un porcentaje muy alto de niños, jóvenes y adultos a
los beneficios de la educación formal, pero no se orientó nunca a la formación de
profesionales productivos, creativos y comprometidos con el desarrollo, a pesar
del inmenso gasto que ha representado.

El estado, incapaz de responder a los nuevos retos de la realidad urbana

En relación a la vivienda, el Estado venezolano pretendió diseñar políticas


urbanísticas y de vivienda a través del Banco Obrero (INAVI), y programas
nacionales de vivienda rural intentando mejorar las condiciones de vida del
campesinado; sin embargo, este esfuerzo ha sido insuficiente para la gran
demanda del crecimiento y el despliegue masivo de personas a las zonas urbanas.

La incapacidad del Estado de responder a las demandas de vivienda, junto


con el oportunismo de los partidos en busca de votos, explican la tolerancia y el
apoyo que los entes del Estado ofrecen a las invasiones que se realizan en las
periferias de las grandes ciudades.

27
Son muchas las carencias que tienen que soportar estos nuevos ocupantes de
los terrenos invadidos. En un primer momento, los desalojos de la Guardia
Nacional, luego, el tener que vivir sin los mínimos servicios de agua, luz, cloacas,
transporte, educación, etc. Pero la constancia permite que paulatinamente se
legitime su presencia en la zona, hasta que algún contacto político destine una
partida gubernamental que posibilite su existencia y abre las puertas a la
consolidación del barrio y al logro de ciertos servicios básicos que proporcionen
una mejor vida que la que tenían en el campo.

Entre los años 1950 y 1980 se dio el mayor y significativo crecimiento de


barrios en el área metropolitana de Caracas, como producto del proceso
migratorio rural–urbano. Los bajos ingresos de la población, el alto costo del
transporte urbano y el no-acceso al mercado formal de tierras en la periferia de las
ciudades ha traído como consecuencia que los pobres busquen una solución
alternativa para adquirir su propia vivienda, a través de la invasión y ocupación de
áreas urbanas de propiedad pública y, en menor medida, de propiedad privada en
zonas de la propia ciudad y en su periferia urbana.

Lo antes expuesto contextualiza la realidad de las dos parroquias a las que


hacemos referencia, no como realidades aislada, sino como signo de una realidad
nacional y latinoamericana en la que las mayorías empobrecidas se acercan a las
grandes metrópolis con la esperanza de que, alrededor de ellas, «por lo menos la
pobreza es más divertida».

3.- UBICACIÓN Y ORIGEN DE LA PARROQUIA SAN FRANCISCO


DE SALES.

Seguidamente realizaremos un breve análisis sobre el origen, el desarrollo y


la consolidación de la parroquia San Francisco de Sales, ubicada en una de las
más numerosas barriadas de la capital de Venezuela.

En el primer punto de este apartado ubicaremos la acción pastoral de la


parroquia San Francisco de Sales describiendo el origen y el desarrollo histórico
de ese conglomerado humano. En el segundo punto, referiremos la presencia de la
Iglesia, ya desde sus orígenes, tanto en los bautizados con sus costumbres y
expresiones religiosas típicas de una cultura cristiana, como en la presencia de

28
representantes de la jerarquía eclesial. En el tercer punto, la consolidación de la
organización eclesial hasta que fue erigida la parroquia eclesiástica a cargo de la
comunidad salesiana. Finalmente presentaremos la organización e
implementación de un plan pastoral para articular la acción evangelizadora en la
zona.

3.1 Desarrollo histórico de los barrios de La Dolorita y Filas de Mariches

La actual Parroquia San Francisco de Sales La Dolorita-Mariches, a


mediados del siglo XX, no era más que un conjunto de haciendas de café ubicadas
en la fila de un grupo de hermosas montañas que conforman la cordillera central,
en las afueras de la ciudad de Caracas. Es en esta época en la que se construye la
carretera nacional que vinculará la ciudad de Caracas con los pueblos de los
llamados «Valles del Tuy»26.

Esta zona casi despoblada, la cual en tiempos prehispánicos alojó a los


aguerridos indios Mariches, sale del anonimato por la instalación del vertedero de
basura de la ciudad de Caracas y, un poco más tarde, la creación de una
importante alfarería. El lugar de la zona donde se dan estos eventos es la hacienda
llamada «La Dolorita». Todo ello favorece el desplazamiento de importantes
grupos humanos hacia la zona.

Pero es en el año 1958, con la paralización de la alfarería y el desbarajuste


ocasionado por la caída de la dictadura, cuando un grupo de personas comienzan a
incursionar en la zona con la idea de invadir ciertos terrenos de haciendas en
desuso27.Los primeros que llegaron tuvieron que realizar muchos esfuerzos y
superar las grandes calamidades debido a la falta recursos básicos, además de las
lluvias, los vientos, los deslizamientos de terrenos, y hasta el maltrato y el
encarcelamiento por parte de la Guardia Nacional.

Testimonio vivo de una de las primeras personas llegadas a la zona dicen:


Esto era una especie de hacienda, todo era puro monte. Había pocas familias. La
adquisición de terrenos se hizo a través del Consejo Municipal… El agua se

26
Cf. P.M. GONZÁLEZ PÉREZ, Los aportes educativos de la presencia salesiana en el barrio
“La Dolorita” (Tesis de grado en Educación, UNSR, Venezuela 1992) (inédita).
27
S. M. GÓMEZ CASTILLO, De la hacienda de la Dolorita a la Metropolis caraqueña. Historia
de una exclusión. (Revista Mañongo, Nº 28, volumen XV enero junio 2008) 169. “Relato de
Priscila Castillo, 40 años viviendo en la zona”. Entrevista realizada el 8 de enero de 2001
29
cargaba de los bloques que están cerca (Lira), la electricidad era robada de los
postes a través de cables improvisados, el gas lo llevaba un camión los jueves, no
teníamos cloacas, había letrinas…había conucos de maíz, de yuca y
caraotas…Donde está el Liceo era la fábrica de Bloques…Los nuevos habitantes,
llegábamos por la noche, picábamos el terreno y construíamos ranchos y por la
mañana llegaba la Guardia Nacional y nos lo tumbaba todo y el día siguiente, se
volvía a empezar. No fue algo organizado, lo hacíamos por necesidad y nos
corríamos la voz entre familiares y amigos, de que había terrenos disponibles
para uno levantar su casa28.

El testimonio de la señora Carmen Martínez pone en evidencia lo


contradictorio de los inicios de estas invasiones 29. Por una parte, dice que
adquieren el terreno a través del Consejo Municipal y por otro manifiesta que la
Guardia Nacional los agredía y les destruía los ranchos. En esa ambigüedad se
realizan todas las invasiones del país, se conjuga la ineficacia y el clientelismo del
Estado con la constancia, la tenacidad y necesidad de los vecinos, que, sin
recursos, requieren viviendas al desplazarse desde los campos a las urbes.

Se consolidan con o sin el apoyo de los entes gubernamentales

A principios de los años 60 se comenzó la construcción de la Cota Mil y de


la Autopista Francisco Fajardo30 y algunos de los pisatarios que vivían en terrenos
por donde pasaría las vías públicas cuentan que el gobierno les dio una pequeña
indemnización por sus ranchos y les posibilitó tomar pequeñas parcelas en «La
Dolorita». También por la misma fecha fue enviado por el Consejo Municipal, un
grupo de damnificados del Rio Guaire a unas barracas construidas
provisionalmente debajo de los techos de la alfarería que permanecía cerrada
desde hacía varios años en la zona.

El apoyo tácito que dan algunos entes del Estado a las invasiones en la zona,
da pie a que los vecinos se unan para emprender una importante lucha para lograr

28
Carmen MARTÍNEZ, “Relato”: CONHISREMI, Revista Universitaria de Investigación y
Diálogo Académico, 1(2007) 177
29
Invasiones son las prácticas de ocupación y apropiación de suelos urbanos en la periferia de las
ciudades. Constituyen el recurso más efectivo de los grupos sociales de mediano y bajo ingreso
para resolver el problema de vivienda en varios países latinoamericanos. Este fenómeno que
data desde finales de los años 50 en Venezuela no se ha interrumpido todavía porque las
políticas urbanas no resuelven las demandas de viviendas que los más pobres requieren.
30
Dos importantes autopistas de la ciudad de Caracas.
30
mejoras para las incipientes comunidades, que se aprovechan de las ofertas
electorales para lograr que los grupos políticos les hagan promesas que luego
serán solicitadas con vehemencia. Con las luchas se logra progresivamente: el
tendido eléctrico, acueducto de aguas blancas, canalización de aguas negras, el
transporte, las escuelas públicas y otros.

Mientras los vecinos logran mejoras, algunos dueños de haciendas logran


parcelar sus tierras para la construcción de fábricas; así se desarrolla
contemporáneamente con los barrios, una zona industrial, que ofrece fuentes de
trabajo las cuáles a su vez, auspician el crecimiento poblacional. De esta manera,
para finales de los años 70, se habla de alrededor de 70.000 habitantes.

«El Bote» estigma que dificulta la vida de sus habitantes

El desarrollo de la zona y de sus habitantes con sus respectivos logros y


mejoras es ensombrecido por un estigma que dificulta la vida de sus habitantes, se
trata del vertedero de basura de Caracas llamado coloquialmente por los vecinos
como «El Bote». Constituye una realidad nefasta para todos, es causa de grandes
atascos para los que entran o salen de la zona; es fuente de grandes epidemias e
infecciones; sus malos olores contaminan y hacen insalubre el ambiente en
general.

Las muchas denuncias y luchas asumidas colectivamente por los vecinos,


empresas, fábricas y fuerzas vivas de la comunidad, con el fin de lograr que el
gobierno reubicase «El Bote», se ven recompensadas cuando, en el año 1980, por
orden directa del Presidente de la República, «El Bote» fue eliminado del sector.

Esta buena noticia, que constituyó el culmen de las mejoras alcanzadas por
las comunidades hasta el momento, se convirtió en el inicio de una serie de
nuevos problemas. La eliminación de «El Bote», propició que muchas empresas e
industrias se ubicaran en la zona, lo cual supuso la oferta de nuevas fuentes de
empleo y esto, a su vez, favoreció el crecimiento de la población en la zona. Esta
realidad unida a la coyuntura nacional que favoreció el desplazamiento de muchas
personas del campo a la ciudad, provocó algo insólito en la zona: en menos de 15
años se triplicó la población. La llegada de tantas personas en tan poco tiempo, sin
previa planificación y de manera caótica, hizo colapsar todos los logros

31
alcanzados hasta el momento en cuanto a servicios de aguas blancas y negras, luz,
educación, trasporte, vías públicas y otros.

La superación de algunos obstáculos inspira nuevos desafíos

Los años 1980 y 1990 tuvieron una gran carga de luchas de reivindicación
para recuperar servicios que ya habían sido alcanzados anteriormente. Aunque
estos esfuerzos permitieron el logro de ciertas mejoras, no dieron con las
soluciones reales debido, por una parte, a la configuración de los terrenos, pero
sobre todo por provenir de políticas oportunistas y populistas sin planificación por
parte de los entes del Estado, que causaron el desorden y la multiplicación de
nuevas problemáticas que afectaron la vida digna de sus habitantes.

En estos años la mayoría de los ranchos, construidos con material de


desecho, se convirtieron en casas de bloque, construidas con el ingenio de sus
mismos habitantes, quienes, sin cálculos ni previsiones antisísmicas, realizaron
construcciones de varios pisos en empinados desniveles, lo que hace que las
nuevas viviendas sean catalogadas de alta peligrosidad, dado que Caracas es
considerada zona de alto riesgo sísmico.

Las mejoras estructurales no siempre coinciden con las mejoras en la


socialización de sus habitantes. Las fuertes inmigraciones, la convivencia en
espacios reducidos, la promiscuidad, las drogas y las bandas distribuidoras de las
mismas, la deserción escolar, el deterioro familiar, la falta de empleo y tantos
otros males, son medios propicios para envilecer el corazón de muchas personas y
familias. Al peso de tener que realizar grandes esfuerzos para sobrevivir
económicamente, se añade: la inseguridad, influencia negativa de vecinos de mal
vivir, el pésimo funcionamiento de las escuelas y de las instituciones públicas en
general y la ausencia de muchos servicios básicos.

Los logros y dificultades de este pueblo noble y luchador se convierten en el


espacio donde Dios nos reta a intervenir con una fe que genere esperanza en
medio de la desesperanza, que fundamente lo importante de buscar soluciones
colectivas que comprometa a tomar las riendas de la historia y encauzarla hacia
tiempos mejores, sin acostumbrarse o resignarse a las cosas como están.

32
4.2.- Presencia eclesial en los barrios de La Dolorita y Filas de Mariches

La presencia eclesial en la zona se da desde los inicios (1958), porque la


mayoría de los que invadían estos terrenos eran bautizados y se consideraban
cristianos. En un primer momento, los habitantes de la zona, si querían participar
en celebraciones religiosas o necesitaban al sacerdote, debían ir a Petare, localidad
ubicada a unos 20 km. Ya en el año 1961 comienza hacer presencia en la zona un
sacerdote, que junto a las hermanas Lauritas31, visitaban dominicalmente las
barracas e invasiones de La Dolorita, ofreciendo catequesis para los niños y
celebrando la misa. Al poco tiempo, comenzaron las hermanas a ofrecer algunos
cursos de capacitación, especialmente para las mujeres (calzado artesanal, pintura
sobre tela, tarjetería). En el año 1968 las hermanas deciden vivir en el lugar y el
Arzobispo de Caracas, les asigna la atención pastoral de la zona con una vicaría
llamada “Nuestra señora de los Dolores”.

Los salesianos hacen presencia en la zona

En el año 1973 un grupo de salesianos y jóvenes seminaristas, se


trasladaban semanalmente desde la ciudad de Los Teques, fuera de la capital y
comienzan a apoyar esta acción pastoral en la catequesis sacramental y en algunas
iniciativas sobre todo para los jóvenes. Su presencia posibilitó abrir nuevos frentes
de atención a las comunidades de la zona; para el año 1977 ya eran 7 los centros
que se atendían, con la misa dominical y la catequesis de iniciación.

En 1979 fue erigida canónicamente la parroquia San Francisco de Sales por


Mons. Alí Lebrún Moratino que abarcaría la zona de La Dolorita – Mariches,
encargando su animación a los salesianos que la asumen con el compromiso de
continuar apoyando la Vicaría Cristo Rey. La importante y osada labor pastoral
realizada por las hermanas en estas comunidades, se prolonga hasta el 2002
cuando el Arzobispo Mons. Ignacio Velasco erige la parroquia Cristo Rey y las
hermanas se trasladan para una zona de la parroquia San Francisco de Sales
llamada La Lagunita – El Winche, donde actualmente animan una nueva vicaría.

31
Modo popular como se nombra a las Misioneras de María Inmaculada y Santa Catalina de Siena
fundada por la Beata Laura Montoya en Colombia:servidor-
opsu.tach.ula.ve/alum/pd_4/.../lau.html: 28.08.2011.
33
3.3 Principales acciones pastorales de los salesianos.

La comunidad salesiana, formada por dos sacerdotes y un hermano


coadjutor, en el año 1978, comienza a hacer presencia estable en la zona contando
también con el apoyo de los seminaristas el domingo y la colaboración algunos
sacerdotes pertenecientes a las obras salesianas de Caracas. Después de observar
la situación, el equipo se propuso, básicamente, cuatro objetivos:

a. Identificarse con la gente de la zona acompañándolos en la animación


sacramental y en la búsqueda de soluciones a sus problemas.

b. Motivar a los feligreses a sentirse parte de la parroquia, construir el


templo sede parroquial y capillas en los sectores.

c. Abrir espacios de participación para la población juvenil de la zona


(Grupos juveniles, Planes Vacacionales, Asociación Civil y otros).

d. Introducir progresivamente elementos característicos de la Espiritualidad


Salesiana (Don Bosco, María Auxiliadora, Sistema Preventivo y otros).

Como resultados de estos objetivos se logró poner en funcionamiento 12


centros de evangelización, especialmente la sede parroquial que involucró muchas
personas y empresas de la zona, se participó efectivamente en la solución del
problema del Bote, hubo una importante intervención para mejorar la calidad
educativa del liceo de la zona y en la escuela nocturna. Se logró motivar a un buen
grupo de jóvenes para la participación en actividades, especialmente en el área
cultural: grupos musicales y de danzas folklóricas. Además, se iniciaron
experiencias de asociacionismo juvenil en algunas de las zonas de la parroquia y,
sobre todo, se promovieron actividades de recreación para jóvenes y niños,
especialmente en períodos vacacionales.

Interés por responder a las grandes necesidades

Estos primeros años fueron muy fructíferos, se vivía en un ambiente de


mucha cercanía entre los salesianos y las comunidades y, aunque los que
participaban no eran muchos en proporción a la cantidad de habitantes, a todas las
comunidades les llegaba la influencia de lo que se proponía desde la parroquia, de
forma directa o indirecta. Muchos, a través de estas experiencias, pudieron

34
descubrir una manera diferente de ser cristiano que implicaba ir más allá de
cumplir con rúbricas y sacramentos.

Realizando un análisis a posteriori tendríamos que decir que estos años, en


los que prevaleció la dimensión carismática de presencia testimonial y cercana,
adoleció de suficiente reflexión y de proyección de la meta a la que se quería
llegar. El responder a las necesidades que iban surgiendo dificultaba una
proyección a mediano plazo y a largo plazo. Los colaboradores externos venían
con buena voluntad, los movía la solidaridad, la compasión y la sensibilidad por la
situación de marginalidad en la que vivía esta vasta población, pero no tenían
herramientas para ir más allá de ofrecer los sacramentos y, en algunos casos,
expresaban su solidaridad con los necesitados a través de visitas dominicales.
Frecuentemente se organizaron actividades que respondían a situaciones de
emergencia, sin proyectos sociales de mediano o largo alcance.

Consolidación de respuestas a las demandas de la realidad

En el año1986 hubo un cambio en la comunidad salesiana y el nuevo equipo


ve la necesidad de dar continuidad al gran esfuerzo realizado hasta los momentos.
Sin embargo, se reconoce la importancia de ahondar en dos aspectos
fundamentales:

a) Profundizar y consolidar las respuestas que requerían las demandas de las


grandes masas juveniles de la parroquia.

b) Convocar y coordinar las fuerzas vivas que actuaban en la parroquia, con


objeto de elaborar un proyecto a mediano y largo plazo, que posibilitara la
integración de esfuerzos y le diera proyección y continuidad al trabajo
pastoral.

En relación al primer objetivo: «Profundizar y consolidar las respuestas que


requerían las demandas de las grandes masas juveniles de la parroquia», se le
dio continuidad a la importante labor que se había hecho al contactar con una
buena parte de la juventud de la parroquia. Desde este objetivo se pretendía
acentuar las características carismáticas de nuestra presencia salesiana en la zona.
Una primera tarea fue acompañar la consolidación de varias experiencias.

35
Por ejemplo, en el área cultural, había varios grupos musicales y de danza
en la parroquia, que fueron apoyados hasta constituirse en una asociación civil
cultural, que sigue funcionando hasta nuestros días en estrecha colaboración con
la parroquia. Igualmente, un grupo de escultismo que funcionaba en la sede
parroquial se proyectó a la comunidad como una asociación de defensa civil que
sigue ofreciendo apoyo y asistencia a las comunidades las 24 horas del día de
forma altruista.

Otros jóvenes se proyectaron socialmente y configuraron una asociación


civil sin fines de lucro llamada «Pueblo en Marcha», que ofreció durante 15 años,
conjuntamente con la parroquia, un importante apoyo a la promoción de
comunidades de base en varios sectores de la localidad, logrando impulsar tres
experiencias de cooperativas.

Además, lograron promover una serie de cursos de capacitación y apoyo a


jóvenes convirtiéndolos en microempresarios con el apoyo de pequeños créditos.
Esta organización también sirvió de plataforma para ofrecer experiencias de
asociacionismo juvenil en la comunidad parroquial, originando actividades para
jóvenes y niños durante el año y de un modo especial en las vacaciones.

Además de apoyar y consolidar lo que ya existía, se vio la necesidad de


ofrecer canales de apoyo a los desafíos planteados por las problemáticas juveniles
de la parroquia. Por eso se organiza la escuela nocturna y el liceo sabatino con el
apoyo del Instituto Radiofónico de Fe y Alegría 32como respuesta a la situación de
los jóvenes que no pudiendo terminar los estudios básicos, quedaban excluidos y
sin posibilidad de insertarse en el mercado de trabajo. Este centro sigue aún
funcionando con el voluntariado de muchas personas.

Pero seguía habiendo un gran vacío en la realidad juvenil. El


funcionamiento de la escuela nocturna daba posibilidades de promoción
académica, pero no los capacitaba para el trabajo. Desde la parroquia surgió la
necesidad de convertir los cursos de capacitación artesanal que habían promovido
las hermanas, en un espacio de formación para el trabajo destinado a jóvenes que
no tenían las mínimas herramientas para desempeñarse en ningún oficio. De esta

32
Red de escuelas populares fundadas por los Jesuitas en Venezuela y extendidas por toda
América Latina

36
manera surge el Centro de Capacitación Don Bosco que actualmente atiende a
más de 600 jóvenes en cursos, entre otros de mecánica industrial, electricidad,
carpintería, plástico industrial, secretariado comercial.

Necesidad de articular los esfuerzos dentro de un plan pastoral

En relación al segundo objetivo: Convocar y coordinar las fuerzas vivas que


actuaban en la parroquia, con objeto de elaborar un proyecto a mediano y largo
plazo, que posibilitara la integración de esfuerzos y le diera proyección y
continuidad al trabajo pastoral. La preocupación se concentró en coordinar las
acciones que se realizaban en todas las zonas de la parroquia convocando a todos
los colaboradores para establecer pautas comunes en el trabajo. De esos esfuerzos
de coordinación surgieron los siguientes criterios33 para el trabajo en la zona:

a) El anuncio de Cristo debe estar en continua confrontación con la realidad.


b) Realizar la acción pastoral desde una conciencia de enviados.
c) Los agentes no somos protagonistas, sino que desatamos y acompañamos
procesos.
d) Mantener una actitud de acogida y fraternidad.
e) No al paternalismo, evitar, en lo posible, acciones asistencialistas.
f) Integralidad en nuestra intervención pastoral entre la gente.
g) Atender con especial cuidado a los jóvenes y a las familias.
h) Generar participación.
i) Descentralizar funciones, tareas y competencias.
j) Partir desde los más alejados y necesitados.
k) Encarnación y sentido de pertenencia a las comunidades de La Dolorita –
Mariches.
l) Privilegiar la formación de agentes multiplicadores.
m) Apoyar y auspiciar toda organización que vaya al servicio de la
comunidad.
La atención pastoral de esta gran parroquia asignada a los salesianos exigió
solicitar apoyo de otros agentes pastorales de otras comunidades. Estos
colaboradores, después de un tiempo comenzaron a presentar dificultades para
organizarse y trabajar de manera coordinada; por esta razón el grupo coordinador

33Cf. Programación de la parroquia San Francisco de Sales – La Dolorita, año 1987 (inédita).

37
vio la necesidad de impulsar un equipo parroquial con representantes laicos de
cada una de las zonas que se atendían. Con ellos se logró coordinar más bien
actividades generales, sobretodo, fiestas patronales, catequesis y pastoral juvenil.

3.4 Puesta en marcha del plan pastoral

Búsqueda de un método

Después de muchos intentos de coordinar la pastoral parroquial integrando


las fuerzas vivas internas y externas, en el año 1989, la comunidad salesiana tomó
la decisión de impulsar un proyecto pastoral en la parroquia. Lo que pretendía la
comunidad salesiana era poner en marcha un plan orgánico que permitiera una
proyección pastoral a corto, mediano y largo plazo, superando de esta manera una
“pastoral de reacción” que se ocupa de responder a las urgencias del momento y a
las exigencias propias de los tiempos litúrgicos.

La búsqueda de un método apropiado para que la parroquia encauzara sus


esfuerzos dentro de un plan orgánico, encontró respuesta en la sugerencia de uno
de los obispos auxiliares de Caracas, Mons. Ubaldo Santana quien nos invitó a
participar en un taller que se ofrecía a parroquias del oeste de la ciudad de
Caracas, cuyo objetivo era presentar la propuesta NIP «Nueva Imagen de
Parroquia», proyecto pastoral auspiciado por el MMM34.

Una vez conocida esta propuesta y reconociéndola como un buen


instrumento para poner en marcha nuestras intuiciones pastorales, nos dispusimos,
con otras ocho parroquias, a iniciar su implementación.

Aplicación del método prospectivo a la pastoral

El Padre Fernando Zapata35, facilitador del taller, ofreció su asesoramiento


en la elaboración de un proyecto pastoral para cada una de las ocho parroquias
interesadas; lo que requería la elaboración de cuatro modelos36que son exigencia

34
Movimiento por un Mundo Mejor: Movimiento eclesial fundado por el P. Lombardi en 1952 a
partir del mensaje de Pio XII conocido como «Proclama para un Mundo Mejor», que fue un
llamado a la Iglesia a renovarse, a abrirse al mundo y a concentrar todas sus energías, personales
e institucionales, en «rehacer el mundo desde sus cimientos y transformarlo de salvaje en
humano, de humano en divino, según el corazón de Dios»
35
Sacerdote mexicano coordinador del MMM quien presentó y acompañó la propuesta de la Nueva
Imagen de Parroquias (NIP) en varias Diócesis del país durante los años 90.
36
La propuesta pastoral del MMM implica la elaboración de cuatro modelos: El modelo de
realidad es el acercamiento a la realidad desde una perspectiva pastoral. El modelo ideal es
38
fundamental para la aplicación del método. La duración de su aplicación sería de
tres años, en los cuales se haría un trabajo de concientización y de incorporación
progresiva de los laicos en cada una de las citadas parroquias.

El primer año se dedicaría a la elaboración del Modelo de Realidad; se


aclaró que no se trataba sólo de conocer la realidad desde el punto de vista
sociológico, se trataba de mirar con los ojos de Dios, que ve con misericordia la
situación de su pueblo. En el fondo, era un trabajo de evangelización, porque se
trataba de activar la com-pasión de los bautizados.

Como ejercicio inicial, en los días del taller, se nos encomendó un trabajo de
campo que consistió en reunir al mayor número de colaboradores de la parroquia,
para consultar su parecer acerca de los principales problemas de:
 La gente de la parroquia.
 Los servicios que la parroquia le ofrece.
 Los agentes con los que cuenta la parroquia y finalmente.
 Las estructuras con las que cuenta la parroquia (física u
organizativa).

El producto de esta tarea fue la formulación de una primera aproximación a


lo que pudiera ser el problema fundamental de la parroquia. Algo similar a lo que
realiza un médico cuando hace su primera entrevista a un paciente, le hace un
chequeo general que le permita hacer un primer diagnóstico, que le servirá de base
para realizar exámenes específicos, según las necesidades observadas.

El primer abordaje de la realidad parroquial nos permitió constatar las


principales problemáticas de la parroquia San Francisco de Sales en La Dolorita,
las cuales pudimos sistematizar, en aquel momento, de la siguiente manera: Los
habitantes de La Dolorita afectados por la inseguridad y por la falta de identidad
producida por su condición de inmigrantes, agravado por el mal funcionamiento
de los servicios públicos, los escasos recursos económicos, la influencia de una
mentalidad consumista, los medios de comunicación social y la desconfianza en
las instituciones existentes, retan a unos servicios pastorales ubicados en una

socializar las aspiraciones de futuro del pueblo, iluminándolo bíblicamente y con documentos
eclesiales. El modelo diagnóstico es la formulación del problema fundamental analizando la
realidad descubierta desde la perspectiva del ideal aspirado. El modelo operativo es la definición
del itinerario requerido para que la realidad se desplace hacia el ideal aspirado.
39
parroquia con dimensiones muy grandes, sin un proyecto global claramente
definido, y con agentes pastorales no suficientemente preparados, en una
población con tendencia a creer en la superstición, con una forma de concebir la
vida cristiana que no ayuda a la acción pastoral por ser generalmente des-
comprometida37.

Esta primera aproximación fue causa de reflexión con el resto de la


comunidad, con el equipo pastoral de La Dolorita38 y con otros colaboradores
externos que apoyaban pastoralmente.

Para completar el estudio de la realidad se nos entregó un formulario


elaborado por el MMM para que cada parroquia trabajara durante el año en curso,
de manera de completar el «Modelo de Realidad» de la parroquia.

Dificultades para implementar el plan

La puesta en marcha del plan se encontró con varios obstáculos:

1. La dificultad para motivar a un cambio de mentalidad y de


metodología en la praxis pastoral dentro de la propia parroquia.

2. La deserción progresiva de las 10 parroquias que se habían


comprometido, en un primer momento, a implementar el proyecto.

3. Las exigencias económicas y logística que implicaban la aplicación


del proyecto debieron ser asumidas por nuestra parroquia que
contaba con pocos recursos económicos.

Durante el segundo año el trabajo debía girar alrededor del tema de la


iluminación eclesiológica que nos permitiría realizar el «Modelo Ideal». Se trataba
de profundizar en los sueños de parroquia que queríamos, teniendo como
referencia la eclesiología del Vaticano II y los documentos de las conferencias
episcopales latinoamericanas.

37
Cf. “Modelo de realidad del proyecto pastoral de la parroquia San Francisco de Sales”, en:
Programación de la parroquia San Francisco de Sales - La Dolorita – Mariches, año 1987
(inédita).
38
La parroquia estaba conformada por varias presencias y en cada presencia se conformaba un
equipo de apoyo para coordinar las principales actividades que se realizaban en la zona. En La
Dolorita este equipo estaba formado por representantes de la catequesis, pastoral juvenil, pastoral
social, legión de María y algunos invitados por el párroco.

40
Ver la realidad desde el futuro deseado, permite hacer un diagnóstico

Al final del tercer año, con el apoyo del facilitador y con la coordinación del
Equipo Promotor que distribuyó las tareas a muchas personas, se logró la
elaboración definitiva del «Modelo de Realidad», «el Modelo ideal», «el Modelo
Diagnóstico» y «el Modelo Operativo».

Para tener una idea de la razón de ser del proyecto pastoral, seguidamente se
expone lo que el Modelo Diagnóstico consideró era el problema fundamental de la
parroquia:

La comunidad de La Dolorita se muestra con un débil sentido de


pertenencia que, agravado con el bajo nivel educativo y la falta de educación a la
participación, se expone a ser presa fácil del consumo y del inmediatismo
propiciado crudamente por los mass media. La marginación de que es víctima
tiene expresiones concretas en la ausencia y mal estado de los servicios públicos,
como el hacinamiento, la escasez y la mala administración de los recursos
económicos, los cuales propician el sentimiento de entrar en un círculo vicioso
del cual no se puede salir.

La familia, por su parte, se encuentra en situación preocupante, debido al


progresivo deterioro que sufre, tanto en sus valores como en sus tradiciones. Las
instituciones de la zona tienen poca credibilidad debido a los continuos engaños y
a la corrupción. Tal situación auspicia en la gente el arribismo y la relativización
de los valores.

En el campo religioso notamos, una marcada tendencia al sincretismo y a


la superstición, al mismo tiempo que una progresiva extinción de las antiguas
tradiciones religiosas. Su escaso sentido de pertenencia a la Iglesia se expresa en
la poca participación en los sacramentos y celebraciones litúrgicas y en la poca
corresponsabilidad en las actividades parroquiales. Los servicios parroquiales
llegan a un porcentaje muy pequeño de destinatarios por contar con pocos
agentes de pastoral, en su mayoría, impreparados, inconstantes, dependientes de
los pastores, desvinculados entre sí y, además, saturados de tareas 39.

39
Cf. “Modelo de realidad del proyecto pastoral de la parroquia San Francisco de Sales” en:
Programación de la parroquia San Francisco de Sales – La Dolorita - Mariches, año 1987
(inédita).
41
Elaboración de un plan a largo, mediano y corto plazo

Este problema pedía respuestas que implicaran progresivamente a todos los


parroquianos, con acciones articuladas y progresivas. El «Modelo Operativo»
definió el itinerario que debía hacer la parroquia durante los próximos treinta
años, los cuales se dividieron en tres grandes etapas: la primera etapa pretendería
sensibilizar al conjunto de los vecinos y a cada uno, en lo importante de «vivir en
comunidad»; la segunda etapa insistiría en las exigencias de «vivir como
comunidades de fe» y en la tercera etapa se profundizaría en lo que implica ser
una «comunidad signo-sacramento de comunión».

La primera etapa que tendría una duración de 9 años comprende tres fases:
La primera de sensibilización a «la dignidad de cada persona»; la segunda de
sensibilización a «la fraternidad» y la tercera de sensibilización a «la unidad en la
diversidad».

Para orientar a toda la parroquia en clave de proyecto y comenzar estas


fases, se realizó una programación que posibilitara una progresiva incorporación
de los parroquianos a las propuestas de evangelización que conlleva la
implementación del proyecto. Esta primera programación concretó su acción
primordialmente en poner marcha cinco estructuras fundamentales:
a) La sectorización. Es el instrumento con el cual la parroquia inicia la
‘desmasificación’ de los parroquianos de la zona donde se realizaría el
plan piloto. Esta requiere organizar la parroquia en sectores de más o
menos 200 familias. En cada sector se debe realizar una asamblea en la
que deben estar invitados personalmente todos los vecinos con el objeto de
escuchar sus inquietudes acerca del funcionamiento de la parroquia.

b) La comunicación. La sectorización implica el funcionamiento de la «red


de mensajeros» que lo constituye un grupo de vecinos voluntarios que
ofrecen su disponibilidad de colaborar con la parroquia para hacerle llegar
mensualmente, a todos los vecinos una carta informativa, a través de la
cual se publican las novedades parroquiales y sus propuestas
evangelizadoras. También es fundamental conformar el equipo que elabore
la carta mensualmente.

42
c) Las celebraciones multitudinarias. Son momentos fuertes a los que todos
los habitantes de la parroquia son convocados en ocasión de las fiestas de
mayor arraigo popular. Su objetivo fundamental es el de fortalecer la
pertenencia parroquial (pueblo que camina) y el de hacerles sentir que
todos están convocados y son importantes. Los contenidos se organizan en
sintonía con la consigna del año según la fase que se está viviendo.

d) La pastoral ministerial. Se trata de proporcionar, a través de un equipo,


una significativa atención a los agentes parroquiales. Su objetivo consiste
en fortalecer en los agentes la conciencia de estar sirviendo a Dios en el
pueblo. Se ofrecen actividades y experiencias formativas que animen a los
agentes en la realización de su tarea y que favorezcan la integración y la
conciencia de estar trabajando todos en función de una causa común.

e) La coordinación de los servicios. Se crea una instancia formada por


representantes de los distintos servicios que ofrece la parroquia
(catequesis, liturgia, pastoral juvenil, pastoral social y otros) para
coordinar el trabajo entre ellos y para apoyar, desde esas áreas, la consigna
anual que impulsa el proyecto parroquial.

Con la potenciación de estas cinco estructuras dimos un importante paso que


nos permitió pasar de una pastoral reactiva a una pastoral propositiva, o sea,
encaminamos nuestras acciones en función de una causa esperada o del futuro
deseado. El horizonte es que cada bautizado se sienta participe y animado a
activar su condición de sujeto de la misión que los cristianos tenemos como
miembros de la iglesia en la parroquia San Francisco de Sales de La Dolorita.

43
4. UBICACIÓN Y ORIGEN DE LA PARROQUIA SAN JUAN BOSCO

En este apartado realizaremos el mismo recorrido que en el anterior, pero


ahora con la parroquia San Juan Bosco de Valencia. Describiremos el origen
histórico de sus habitantes, la presencia de la Iglesia y el nombramiento de la
parroquia eclesiástica, las distintas acciones impulsadas por un equipo pastoral
con representantes de varias congregaciones y finalmente la puesta en marcha del
proyecto pastoral.

4.1. Desarrollo histórico de los barrios del sur de Valencia

A finales de los años 50, lo que ahora es la parroquia San Juan Bosco de
Valencia, eran unas explanadas, mayormente deshabitadas, antigua haciendas de
potreros y sembradíos, ubicados a las afueras del Valencia, capital del Estado
Carabobo. En este período, tanto el gobierno regional, como el gobierno nacional,
favorecieron la instalación de industrias nacionales e internacionales en la zona
por lo cual, se constituyó la ciudad de Valencia, como la primera ciudad industrial
del país40.

El desarrollo industrial, que caracterizó a esta ciudad, favoreció importantes


ofertas de empleo, lo que la convirtió en punto neurálgico de fuerte inmigración.
Como consta en la siguiente gráfica, Carabobo constituye uno de los estados con
más alto nivel de crecimiento demográfico durante muchos años41.

40Cf. http://www.notitarde.com/portadas/ediciones/aniver/aniver2004/industrial.html
41
El estado Carabobo que contaba con una población de un poco más de 500.000 a finales de 1950
habitantes, actualmente (2008) cuenta con casi los 2.500.000 habitantes (Ibíd.)
44
A principios de la década de los 60, con el objeto de responder al gran
crecimiento de esta ciudad, se proyectan un conjunto de complejos habitacionales,
pudiendo señalar entre otros: San Blas, La Isabelica (Urb. Obrera) y la Fundación
Mendoza. Aunque se pensó en la zona sur, como lugar de expansión de la ciudad,
se descartó su elección por ser zona inundable, debido a que todas las aguas de la
ciudad desembocaban allá.

Es en esta zona sur, desechada por el urbanismo estatal, donde se comienzan


a realizar las primeras invasiones de la ciudad de Valencia. Personas de estratos
humildes, que llegaban en busca de trabajo y sin contar con recursos para adquirir
viviendas del Estado, desafiando a la naturaleza y a las autoridades locales,
plantan sus ranchos en esta zona de alto riesgo.

Como por arte de magia, en muy poco tiempo, miles de personas toman sus
parcelas y construyen sus ranchos de zinc y madera en las grandes explanadas del
sur. Muchos son los problemas que deben afrontar estos aguerridos y osados
primeros habitantes de la zona: la falta de aguas blancas y de canalización de
aguas negras, falta de luz y transporte, la falta de escuelas para los niños y con
otro factor, las inundaciones continuas que agravan los problemas.

Una característica que diferencia estas invasiones a las de La Dolorita-


Mariches, es que las de Valencia han sido realizadas con cierta organización y
proyección. En general se trazaban las calles, se distribuían las parcelas por
cuadras y hasta se apartaban espacios colectivos como, por ejemplo: canchas,
escuelas y hasta para templos, en algunos barrios. Todo esto permitió que más
tarde, pudieran ser consolidados, convirtiéndose en lugares vivibles.

En los barrios de Caracas, en cambio, cada quien invade su terreno


pensando solamente en asegurar su espacio, no se piensa en previsión de calles o
servicios y menos de escuela, áreas de esparcimiento o espacios comunes. El
resultado es un apilamiento caótico de viviendas en forma anárquica que dificulta
su desarrollo en el tiempo.

Los momentos fueron difíciles pero llenos de vida y de ilusión

Cuentan moradores antiguos de la zona que los primeros tiempos de los


barrios del sur fueron tiempos muy difíciles: Hubo que soportar grandes

45
calamidades y sacrificios, pero se vivían con gran espíritu de solidaridad y apoyo
entre los vecinos. Durante la semana se trabajaba en las fábricas y durante los
fines de semana nos juntábamos los vecinos para colocar juntos las cloacas, el
tendido eléctrico, colocar las tuberías de aguas blancas, tapar los huecos de las
calles y otros. Son años recordados con nostalgia por lo que implicó el construir
lo nuestro42.

Estos recuerdos nostálgicos no están exentos de problemas que iban más


allá del alcance de las personas de buena voluntad. No faltaron los inadaptados
que se mudaban a la zona, huyendo de la justicia y, que encontraron en ella, un
espacio de dominio y sometimiento con las drogas y el mal vivir. En algunos
lugares, se cuenta de comunidades enteras, que le hicieron frente, expulsaron y
hasta eliminaron a estas personas que entorpecían la convivencia. Pero en muchas
comunidades fueron tolerados y llegaron a someterlas, teniendo que asumir
consecuencias muy lamentables que repercutieron negativamente, sobre todo, en
el mundo juvenil.

Con todo, a pesar de las muchas dificultades que debieron afrontar los
moradores de estos nuevos barrios, siguieron aumentando las invasiones hacia la
zona sur. En la década de los años 70 ya se hablaba de que eran más de 40.000 los
habitantes en la zona; para principios de la década de los años 80 se hablaba de
80.000 habitantes, pero la fecha de mayor crecimiento fue en la década de los 90
cuando al final se hablaba de más de 200.000 habitantes43.

4.2.- Presencia eclesial en los barrios del sur de Valencia

La presencia de la Iglesia en esta zona se remonta a las primeras invasiones,


cuando prácticamente todos los nuevos pobladores, habiendo internalizado el ser
cristiano como un ingrediente más de su idiosincrasia, junto a sus cacerolas y
mínimos enseres de sobrevivencia, llevaban la imagen de algún santo que le
remite a un Dios que está por encima de todo, quien les infunde protección,
devoción y respeto, y a quien complacen con prácticas y oraciones.

42
Anexo al “Modelo de realidad del proyecto pastoral de la parroquia San Juan Bosco” en:
Programación de la parroquia San Juan Bosco – Valencia, año 1995 (inédita).
43
Cf. http://www.notitarde.com/portadas/ediciones/aniver/aniver2004/industrial.html
46
Las primeras experiencias de la Iglesia institucional en la zona, se remontan
a principios de los años 60, cuando el Padre Emilio Rodríguez, salesiano que vivía
en el colegio Don Bosco de Valencia, habiendo sido solicitado para visitar un
enfermo en la zona, siente compasión por aquellas familias pobres llenas de niños
sin ninguna orientación, y comienza a visitarlas.

Es entonces cuando él comienza a organizar la catequesis para los niños y se


percata de que éstos no saben leer. Por esta razón organiza a un grupo de
voluntarios del colegio, para darles clase los fines de semana. Para ello solicita el
apoyo del colegio Don Bosco quien acepta funcionar con un aula externa en el
barrio, así los niños pueden obtener su certificado de educación primaria. De esta
manera, muchos niños recibieron clases en el barrio y eran inscritos en el colegio
Don Bosco.

La genialidad de un apóstol de Don Bosco

El Padre Emilio viendo la cantidad de muchachos sin estudios construye


unos salones para darles clases. Al poco tiempo entra en contacto con el
Ministerio de Educación y funda la escuela dedicada al tío de dos de sus grandes
colaboradoras. La nueva escuela se llamó Monseñor Arocha para recordar a uno
de los ilustres sacerdotes venezolanos que gestionó la venida de los salesianos a
Venezuela.

Pero la acción del Padre Emilio no se redujo a responder a las necesidades


educativas: Todos los fines de semana llegaba el Padre Emilio con un Jeep lleno
de gente. Desde que entraba al barrio venía tocando corneta. Tropeles de niños
corrían detrás del Jeep hasta los mangos, lugar en el que el Padre reunía a los
niños para darles catecismo con el apoyo de los colaboradores que venían con él,
desde el colegio Don Bosco, luego la misa y la merienda. Eran famosas las
tunjas44 con jugo o el cambur con pan45.

Padre Emilio no solo quería atender a los niños a través de la catequesis y la


escuela, necesitaba encontrar otros caminos que le vincularan con el mundo
adulto, sobre todo, al de los hombres que poco se interesaban en las cosas de la
Iglesia. Por eso, aprovechándose de su condición de atleta y conociendo la gran
44La tunja en el léxico popular de Venezuela es un pan dulce típico
45
Entrevista realizada por un equipo de la parroquia a vecinos fundadores para la elaboración del
Plan Pastoral parroquial del año 1995.
47
afición que tenía la gente por la lucha libre, Ingenioso, instaló un Rin de Lucha
Libre que estaba muy de moda en ese entonces y que sirvió de punto de
atracción46.

Una comunidad que no tenía modo de recreación, era convocada por el


«cura Emilio», como le decían, que hacía de presentador de los grandes
luchadores, algunos con los mismos disfraces de los que aparecían en la
televisión. Primero la misa y luego el juego y la diversión, insistía el cura. Este
carismático fundador de la presencia salesiana en la zona, mostró a la gente un
rostro moderno de la Iglesia, una Iglesia identificada con sus problemas y
necesidades, y detrás, la imagen de un Dios cercano, que inspiraba a sus
seguidores a dejar la comodidad del gran colegio Don Bosco para venirse a «batir
el cobre con los pobres»47.

La valiente labor del Padre Emilio entusiasma a la comunidad salesiana, no


sólo del colegio Don Bosco sino, también, a la otra obra de los salesianos en
Valencia, la escuela Agronómica de Naguanagua, ubicada en el extremo norte de
las afuera de la ciudad; por eso, hacia el año 1967 otro salesiano, comienza a
hacer presencia en la zona con un grupo de jóvenes de dicha escuela.

4.3 Principales acciones pastorales realizadas en la zona

Teniendo como referencia el trabajo pastoral de fines de semana que venían


impulsando las dos presencias salesianas de Valencia, el 22 de noviembre de
1969, Monseñor Eduardo Henríquez, Arzobispo de Valencia, erige canónicamente
la nueva parroquia San Juan Bosco, que atendería todas las barriadas de la zona
sur de la ciudad. Como primer párroco es nombrado el director del colegio Don
Bosco, quien delega al Padre Emilio Rodríguez y a otros salesianos para que
apoyen la pastoral de la zona que, prácticamente, se reduce al oratorio48de fines de
semana y a la escuela «Monseñor Arocha», que funciona durante la semana.

46
VICENTE GRAMCKO, “Un rin de lucha libre”: Boletín salesiano de Venezuela 2 (2001) 27-28
47
Expresión típica del refranero popular venezolano que alude al esfuerzo y a la lucha por lograr
un objetivo involucrándose activamente.
48
En el ámbito salesiano se llama Oratorio a la experiencia pastoral que tiene como objetivo reunir
a niños y jóvenes alrededor de tres motivaciones principales: instrucción religiosa, oración y
recreación. Fue una intuición del genio apostólico de San Felipe Neri que en siglo XXVIII Don
Bosco asume y populariza como estrategia para aplicar su aplicar su pedagogía pastoral.
48
Como respuesta a la opción hecha por los salesianos en el Capítulo
Provincial de1972, de dirigirse de una manera más explícita a las zonas populares
se conforma la primera comunidad salesiana que va a vivir al sur de Valencia,
como signo de presencia permanente entre los más pobres.

Tres son los salesianos que comienzan a vivir en el barrio y a proyectarse


pastoralmente en la zona. Uno se dedicaba más a la escuela, otro a la visita de
hogares y actividades parroquiales, y otro se dedica a atender a los niños y jóvenes
de la zona, a través del centro juvenil, desde el que promovía distintas disciplinas
deportivas para la ocupación del tiempo libre. Este importante trabajo logró que
en corto tiempo surgiera una escuela de fútbol y otra de béisbol con gran alcance y
reconocimiento a nivel estatal y nacional.

Presencia de varias congregaciones religiosas en la zona

Estimuladas con la presencia de los salesianos en la zona sur, varias


comunidades religiosas se hacen presentes con obras de distintas índoles: las
Salesianas con cursos de capacitación, apoyo a la escuela, catequesis y visita a los
nuevos barrios.

Las Hijas de los Sagrados Corazones de Jesús y María, con tareas pastorales
tales como: visitas a los enfermos, catequesis, atención a hogares de cuidados
diarios para apoyar a los padres que debían trabajar. Y las hermanas de San José
de Tarbes que decidieron abrir una escuela popular en la zona sur.

Parroquia en la que convergen diversos carismas

Todas estas comunidades religiosas que se desplazaron a la zona sur se


comprometieron, no solo a ofrecer servicios asistenciales desde los colegios u
obras, sino que mostraron gran interés en apoyar la acción pastoral impulsada por
la parroquia, participando con gusto en las invitaciones que ésta les hacía para
coordinar el trabajo.

Si comparamos esta experiencia con la de La Dolorita - Mariches, podemos


constatar una actitud muy diferente en estos agentes pastorales. En ellos se nota
una mayor identificación con la gente y una concepción diferente de lo que era
hacer pastoral. No se trataba sólo de ofrecerles servicios, sino de coordinar

49
acciones pastorales desde una experiencia testimonial de comunión que implicaba
a vivir con y desde la gente.

La década de los 70 fueron años de ubicación de la presencia eclesial en la


zona, se organizaron los servicios y vinieron a vivir varias comunidades religiosas
en el sector. Los años 80, en cambio, fueron años de consolidación y coordinación
del equipo pastoral. Fue la época en la que, con el apoyo del equipo de
coordinación pastoral formado por todos los religiosos que participaban en el
trabajo parroquial, se definieron criterios comunes, se organizó el
acompañamiento de las comunidades y de las áreas de servicios de catequesis,
pastoral educativa, pastoral de enfermos, pastoral juvenil y otros más.

El logro más importante de la década de los 80, lo constituyó sin duda, el


testimonio de trabajo en equipo de las distintas comunidades religiosas de la
parroquia. Todos se sentían enviados por un equipo empeñado en velar por la
evangelización del territorio parroquial.

Una vez al mes había una jornada que servía para encontrarse en oración,
realizar estudios y profundizaciones pastorales y organizar y hacer a los equipos
de trabajo y a las actividades conjuntas. Anualmente se evaluaba el trabajo
conjunto y el grado de acierto de nuestras respuestas a las necesidades de la
parroquia, además, se programaban los retiros y momentos de esparcimiento del
equipo de coordinación.

Todo esto favoreció un espíritu de familia enriquecido por las diferencias


carismáticas, que con el correr del tiempo, dio espacio a la incorporación de
algunos laicos que participaban en igualdad de condiciones en el trabajo pastoral.

Acercamiento a la propuesta del MMM.

A finales de los 80 y principios de los 90 se dan una serie de cambios, que


dificultaron el funcionamiento del equipo de coordinación pastoral. Se observa un
progresivo retraimiento de cada congregación en la zona donde trabajaba,
disminuye la comunicación entre los agentes y se delega mayoritariamente la
atención de la parroquia a la comunidad de los salesianos.

Mientras se vivía esta situación en la parroquia San Juan Bosco de Valencia,


desde el equipo coordinador de parroquia a nivel central, se estudia la posibilidad
50
de asumir el método de pastoral aplicado en la experiencia de La Dolorita, que
contaba con el asesoramiento del MMM y que parecía ofrecer herramientas que
posibilitaban una mejor calidad en el trabajo pastoral de las parroquias.

En el año 1992 el párroco de la parroquia San Juan Bosco de Valencia


mostró interés hacer conocer a sus parroquianos la propuesta que pastoral que se
estaba implementando en La Dolorita y para esto invitó al P. Fernando Zapata y
representes del equipo promotor de La Dolorita.

La experiencia compartida resultó de mucho interés para todos, de un modo


especial para los laicos que llevaban más tiempo trabajando en la parroquia.
Debido al cambio de párroco, la implementación del proyecto fue pospuesta.

A finales del año 1995 la conducción de la parroquia es confiada a mi


persona, debido a mi experiencia en la implementación del proyecto pastoral en
La Dolorita y porque, además, conocía la realidad de la parroquia San Juan Bosco
de Valencia por haber estado allí en años anteriores.

4.4. Puesta en marcha del proyecto pastoral

Una de las convicciones que me habían quedado en claro de la experiencia


de La Dolorita era el partir de la premisa de que, “todos los bautizados son sujetos
de la misión de la Iglesia”, por lo tanto, la implementación del proyecto pastoral
debía respetar lo que se estaba haciendo, pero inyectándole iniciativas que
posibilitaran una progresiva conciencia de participación en los bautizados para
que éstos se sintieran, no solo colaboradores de la pastoral de la parroquia sino
corresponsables de su misión en esa zona.

Para mí como párroco estaba claro que toda novedad que se propusiese
debía anclarse sobre lo que ya existía. Se trataba de dar continuidad a un hermoso
camino de Iglesia, en el que un buen grupo de agentes, desde un trabajo
mancomunado, había activado en muchas personas el compromiso por los demás
y la esperanza de un mundo mejor, desde una experiencia de fe.

Pero, ¿cómo operativizar estos aportes, sin atropellar lo que se venía


haciendo? ¿Cómo lograr una progresiva conciencia de corresponsabilidad de los
bautizados de la parroquia en el acontecer eclesial en la zona? ¿Por dónde
comenzar?
51
A pesar de la urgencia de poner en marcha la nueva propuesta de
organización parroquial, entendí que había que aprender a escuchar y saber
esperar. En consecuencia, hice la opción de no iniciar la implementación de la
misma en el primer año. Tenía claro que debíamos esperar el tiempo Dios, esto
implicaba realizar un discernimiento de su voluntad, logrando consenso con los
parroquianos para que la propuesta no se convirtiera en moda que buscara la
novedad por la novedad.

El primer objetivo fue conocer bien, tanto la comunidad salesiana y las otras
comunidades religiosas que trabajaban en la zona, como la comunidad parroquial
en general: Su funcionamiento, su territorio, sus necesidades, las comunidades y
grupos que existían y su vinculación con la pastoral parroquial. Para lograr este
objetivo se propuso una primera actividad: realizar una asamblea por zonas a la
que se invitó el mayor número de persona posible. Para aquel momento eran ocho
zonas, lo que implicó realizar ocho asambleas.

Con esto pretendía que las personas que participaban en las comunidades,
dieran sus aportes sobre cuatro aspectos de la realidad parroquial: 1) La situación
de la gente. 2) La situación de los servicios que la parroquia le ofrece a la gente.
3) La situación de los agentes con los que contaba la parroquia. 4) La situación de
las estructuras físicas y organizativas de la parroquia. En cada uno de estos
aspectos, se trataba de ver lo positivo y los principales problemas.

Primera aproximación al problema de la parroquia

Los datos obtenidos en las asambleas realizadas más la propia observación,


fueron sistematizados con el apoyo de algunos agentes, a esto se le llamó la
primera aproximación al problema de la realidad parroquial y se presentó con
siguiente redacción:

Quienes viven en la Parroquia San Juan Bosco (en su mayoría) son cristianos
creyentes, pero con una fe poco vinculada a un cambio social y mezclada con
muchos elementos no-cristianos. Su identidad, como conjunto humano e incluso
como personas, es inestable y su sentido de pertenencia se haya muy debilitado.
En los jóvenes se acentúa aún más este problema por la fragilidad típica de su
edad que es reforzada por la realidad de inseguridad a todos los niveles.

52
Realizan su vida social y familiar en un ambiente de inseguridades económicas,
políticas, sociales y también religiosas. Hay poca credibilidad en las
instituciones. Los servicios públicos, en general, y los educativos, en particular,
son de poca calidad.

Todo esto lo enfrentan con criterios de sociedad de consumo y desde una des-
jerarquización de sus necesidades y valores.

Las familias se encuentran desvinculadas e impotentes ante la situación general y


ante su propia problemática de convivencia diaria.

Por su parte la acción pastoral no ha dado con la respuesta acertada y eficaz, es


decir: los servicios parroquiales no llegan a las mayorías; los agentes son
escasos y su actual preparación no les permite comprender y responder a la
situación de la comunidad. Es notoria la ausencia de un plan parroquial que
ayude a asumir planteamientos y respuestas globales a la problemática pastoral
en un proceso pedagógico que ponga al pueblo en posibilidades de salir
paulatinamente de sus situaciones49.

Esta síntesis pude compartirla y enriquecerla con el aporte de la comunidad


salesiana, los religiosos que trabajaban en la parroquia, el Consejo Parroquial, los
Consejos Zonales50, los catequistas, la pastoral juvenil y los profesores de las tres
escuelas católicas de la parroquia. Esto permitió conocer de cerca las distintas
zonas con sus fuerzas vivas y además, sensibilizar a los agentes sobre la necesidad
de que los servicios respondan a las necesidades y problemática reales de la
población a la que los agentes y servicios deben responder.

Sensibilización y diligencias necesarias para poner en marcha el plan

En el primer año también se aprovechó para propiciar en los agentes y


servicios parroquiales, una reflexión sobre la necesidad de criterios comunes para

49
Los siguientes aportes son tomadas del “Modelo de realidad del proyecto pastoral de la parroquia
San Juan Bosco” en: Programación de la parroquia San Juan Bosco – Valencia, año 1995
(inédita).
50
Los Consejos Zonales están formados por representantes de los servicios, en las zonas y personas
que muestren interés en participar en los mismos. Su función es coordinar las actividades
pastorales que se realiza en la zona, según de las directrices que se ofrecen desde el consejo
parroquial. El Consejo Parroquial está formado por un delegado de cada consejo zonal, un
delegado de cada servicio que esté coordinado parroquialmente, un delegado de cada
comunidad religiosa que trabaja en la parroquia y los salesianos. Su función es coordinar el
funcionamiento pastoral de la parroquia.
53
que la pastoral fuese orgánica y orquestada. Con el respaldo de los aportes de la
Provincia salesiana, reflexionamos sobre los criterios pastorales que ofrece el
MMM, los cuales habían sido asumidos como líneas provinciales para las
parroquias a nuestro cargo.

En este primer año creímos oportuno informar a Monseñor Jorge Urosa,


Arzobispo de Valencia, acerca de la intención de organizar el trabajo parroquial
según las pautas de un proyecto pastoral orgánico con el asesoramiento del MMM
y los pasos que esto implicaba.

El obispo por su parte, manifestó su beneplácito ante la propuesta y


confirmó su intención de erigir una nueva parroquia en nuestro territorio que, para
el momento, albergaba una población de alrededor de 150.000 habitantes.

 Primeros pasos en la organización de la parroquia

Con la aprobación del obispo, nos propusimos dos bloques de estrategias


para organizar la acción pastoral de la parroquia en clave de proyecto. En un
primer bloque, que comprendía la nueva parroquia que se iba erigir, nos
propusimos fortalecer y hacer un seguimiento esmerado de los principales
colaboradores, de manera que el nuevo párroco tuviera un buen equipo para
iniciar su trabajo. El segundo bloque, que comprendía la parte de la parroquia que
iba a quedar a nuestro cargo, nos propusimos la reorganización de la atención
parroquial, precisando las zonas pastorales desde las que se atendería a la
población, y se darían los pasos necesarios para la implementación del proyecto
pastoral.

El Consejo Parroquial era convocado mensualmente con el objeto de


informar y coordinar los servicios pastorales que se ofrecían en las zonas, para
organizar las actividades conjuntas y recibir e implementarlas orientaciones que
ofrecía la comunidad salesiana, especialmente en los momentos litúrgicos fuertes.

Desde el Consejo Parroquial se comenzó a generar una consulta sobre cómo


reorganizar las zonas de manera que la población pudiera tener una mejor
atención. Después de la consulta se reorganizó la parroquia en seis zonas de la
siguiente manera: Zona María Auxiliadora (Sede El Concejo), Zona Don Bosco
(Sede La Bocaína), Zona Virgen del Valle (Sede Los Naranjos), Zona Virgen de

54
la Paz (Sede El Canaima), Zona Virgen de Fátima (Sede Ruiz Pineda II) y Zona
Jesús Buen Pastor (Sede Los Caobos).

Conocer otras experiencias e iniciar el plan con el apoyo del MMM

Con el objeto de motivar a los agentes de la parroquia, se invitó a


representantes de La Dolorita para que compartieran su experiencia en la
implementación del proyecto. A partir de esta visita surgió la necesidad de crear
un equipo promotor del proyecto a nivel parroquial, contando con personas que
dispusieran de suficiente tiempo para realizar esta tarea.

El consejo parroquial aprobó la existencia de este equipo. El nuevo equipo,


una vez aprobado por el consejo parroquial, estableció los pasos necesarios para
poner en marcha el proyecto, el cual implicaba la elaboración de cuatro modelos:
Modelo de Realidad, Modelo Ideal, Modelo Diagnóstico y Modelo
Operativo51.También propuso entre las primeras tareas, la elaboración y difusión
de una oración por el éxito del proyecto. Se trataba de sensibilizar al mayor
número de parroquianos sobre la necesidad de pedir a Dios que nos acompañara
en esta hermosa aventura de revitalizar nuestra parroquia.

Este equipo funcionaba como apoyo en la puesta en marcha del proyecto,


pero no tenía autoridad deliberativa sobre la parroquia, por eso debía mantener
informado al Consejo Parroquial acerca de las actividades que implementaba.

A mediados de 1996, invitamos al Padre Zapata para continuar la asesoría


en la metodología del proyecto. Es a partir de entonces cuando iniciamos la
ejecución de estrategias propias del proyecto Nueva Imagen de Parroquia: la
sectorización de cada una de las zonas, lo que posibilitó el contacto directo con la
gente en su propio ambiente; la realización de las asambleas en los sectores y la
puesta en circulación de la carta de los cristianos. También se dio inicio a las
celebraciones multitudinarias, para fortalecer el sentido de pertenencia parroquial.
Por otra parte, se comenzó la elaboración del análisis de la realidad, según el
guión que ofrece el MMM.

51
Según las directrices de la propuesta del MMM que serán desarrollados en otro apartado.
55
Todas estas iniciativas, fueron configurando el perfil de una nueva parroquia
en la que progresivamente todos los vecinos se sentían convocados, informados,
escuchados y tomados en cuenta.

Tareas del equipo promotor en el segundo y tercer año de


funcionamiento

El equipo promotor hizo un plan de trabajo que se llevó a cabo fraccionando


el año en dos partes. En la primera parte, se profundizó en las razones de fe que
nos obligaban a conocer nuestra propia realidad en fidelidad a un Dios que se
encarnó y le importó nuestra realidad hasta hacerse hombre para salvarnos. La
Navidad sirvió para motivar esta primera parte del año. En la segunda parte, se
hizo el esfuerzo de conocer la realidad de la Iglesia en los servicios que ofrece en
la parroquia, en la Arquidiócesis, en Venezuela, en América Latina y en el mundo.

Con todo el material recogido por el equipo promotor y la participación de


unas 80 personas, representantes de las distintas zonas de la parroquia, a mediados
de 1997, se elaboró el modelo de realidad de la parroquia. En este encuentro se
definieron como tareas generales para el tercer año: continuar la sectorización de
las zonas de la parroquia, profundizar sobre la parroquia que queremos, continuar
la elaboración mensual de la Carta de los Cristianos para los sectores organizados
e implementar tres celebraciones multitudinarias.

Durante este año se continuó la sectorización y se profundizó en grupos y


por zonas, el estudio de temas eclesiológicos. Además, se socializaron las
aspiraciones de los parroquianos en cuanto a los servicios pastorales, estructuras y
perfiles de los agentes, para lograr la parroquia que soñábamos en la zona sur de
Valencia. El esfuerzo realizado durante el año fue recogido en una semana de
trabajo intenso que comprendía dos momentos: tres días de trabajo con un grupo
ampliado de 70 a 80 personas y tres días de trabajo intenso con un equipo de 15
personas que ayudaron a sistematizar los aportes obtenidos.

Al final del encuentro contábamos con el Modelo de Realidad revisado y


con el esquema fundamental del Modelo Ideal, con el compromiso de completarlo
durante el año.

56
Se definieron las tareas para el tercer año que consistían en: continuar la
elaboración del Modelo Ideal, completar la sectorización, difundir más
ampliamente la Carta de los Cristianos, continuarlas celebraciones multitudinarias
y sensibilizar a los agentes en cuanto a su dimensión ministerial.

Al finalizar el tercer año (1997) se realizó un encuentro en el que


participaron alrededor de cien personas con tres objetivos: Primero, revisar e
informar sobre el camino hecho hasta el momento en relación al plan pastoral, que
consistieron en: la culminación del Modelo de realidad y del Modelo Ideal.
Segundo, la elaboración del Modelo Diagnóstico y Modelo Operativo y Tercero,
la primera programación anual de la parroquia a la luz del proyecto.

El lanzamiento oficial del plan pastoral

El inicio formal del proyecto pastoral en la parroquia se visualizó con una


fuerte campaña que trató de abarcar los setenta sectores con que contaba la
parroquia para ese momento. Se propuso a cada sector la pintura de un mural de,
aproximadamente dos por dos metros, en el que se representaría la misma figura
de un Jesús que abrazaba a una persona. Se llamó la campaña del saludo. Una
manera de sensibilizar a todos los vecinos a que se reconocieran y se valoren unos
a otros con un pequeño signo: el saludo. Esta campaña fue celebrada y motivada
con la primera celebración multitudinaria que fue al abrazo en familia, un evento
propiciado por la Conferencia Episcopal Venezolana a la cual le dimos una
connotación especial en la parroquia para favorecer la identificación de los
parroquianos. Aunque no todos los sectores hicieron su tarea, llegamos a
contabilizar más de cincuenta murales.

Como se puede ver, uno de los elementos centrales del proyecto es el de


unificar una línea de incidencia pastoral sencilla, que coloree las acciones
pastorales que se realizan en las distintas zonas de la parroquia, en sus servicios y
en las otras organizaciones de Iglesia en el territorio parroquial. Para lograr esto
nos ayudó la Carta de los Cristianos y las celebraciones multitudinarias que se
realizaban mensualmente.

Todo esto posibilitó la multiplicación y diversificación de espacios de


participación, lo cual generó en los bautizados el crecimiento de una conciencia
corresponsable en la gestión de la parroquia. Esta nueva mentalidad desafió a la
57
parroquia a ofrecer un acompañamiento formativo diversificado y continuo, como
exigencia para que sus agentes pudieran crecer en conciencia cristiana y
compromiso de la nueva propuesta parroquial.

5. APORTES Y DESAFÍOS DE ESTA EXPERIENCIA PASTORAL

Las dos experiencias pastorales, antes descritas, nos muestran la génesis de


una Iglesia-comunidad que, interpelada por la cruda realidad urbana popular,
decide expresar su fraternidad solidaria, desplazándose hacia ella.

Su presencia en este ambiente, desde el primer momento, es confesional:


son cristianos que sintiéndose reclamados por la situación de hermanos
desposeídos, deciden ir hacia ellos, teniendo que realizar un camino que le exige
serios cambios, no solo en las actividades que realizan, sino también en las
motivaciones y en la manera cómo se realizan.

5.1. Acercamiento de agentes externos al compromiso pastoral

Las dos experiencias descritas muestran el camino de un grupo de religiosos


y laicos que, al desplazarse a las comunidades populares pasan por una serie de
momentos. Destacamos que, aunque los lugares son diversos y distantes, los
procesos que se dan, tienen importantes similitudes que a continuación
describimos:

Primer momento: Compasión y sensibilidad por los pobres. Las dos


experiencias inician cuando un grupo de voluntarios cristianos decide hacer
presencia en barriadas pobres de Caracas y de Valencia realizando visitas a
las familias y ofreciendo servicios de evangelización y catequesis. Mientras
van conociendo las grandes necesidades de la gente y les brindan pequeños
servicios que van más allá de la oferta religiosa: se ponen en funcionamiento
roperos populares, se ofrecen clases de catequesis, alfabetización,
lectoescritura, cursos de capacitación, juegos y actividades de recreación
para los niños y jóvenes.

Pudiéramos decir que este primer momento exigió de los agentes una
primera conversión: de ser cristianos con sensibilidad hacia los pobres a
ser cristianos que realizan acciones por o para los pobres. Esta fase está
marcada por la compasión y la sensibilidad, pues implicó un importante
58
cambio en la vida y en la praxis de estos agentes que, teniendo que
desplazarse semanalmente hacia estas comunidades, tuvieron que
renunciar a horas de descanso y de convivencia familiar, para ir a
compartir con personas que vivían en situaciones muy difíciles, que le
interpelaban fuertemente.

El contacto con los pobres y sus grandes necesidades genera en los


agentes externos la toma de conciencia de haber sido privilegiados en la
vida y surge en ellos la necesidad de dar de lo mucho que han recibido.
Caen en la cuenta de que ellos tienen mucho para dar y los pobres, mucho
que recibir: En el fondo, una conciencia «paternalista».

a) Segundo momento: Convivir y asumir en serio la realidad de los pobres

Las continuas visitas que estos agentes de Iglesia realizan en estas barriadas
populares generan un cambio de actitud en buena parte de ellos. Lo que, en un
primer momento, respondía a la corazonada y a la generosidad de cristianos
comprometidos interesados en paliar la lamentable situación de las barriadas
pobres, con el pasar del tiempo, adquiere un nuevo matiz que resulta mucho
más comprometedor. Para ellos, los pobres dejan de ser una realidad difusa e
impersonal que provoca lástima y se convierten en personas con rostros
concretos con los que han compartido, que les interpelan personalmente y les
desinstalan.

Esta experiencia les permite comprender que, para poner en práctica la


caridad cristiana, no es suficiente ofrecer dádivas. Si se quiere ejercitar la
«com-pasión» que Jesús tuvo con los más pobres, es necesario realizar una
segunda conversión. Se trata de asumir en serio la realidad de los pobres,
tener un mayor compromiso con ellos. En el fondo, se trata de echar la
suerte por ellos y con ellos. Identificarse con los más pobres y con su causa
al estilo de Jesús, implica «vivir con» y «vivir desde» ellos. Es esto lo que
permite ver y entender las cosas desde otra perspectiva, una nueva postura
frente a la realidad del pobre.

Desplazarse físicamente al lugar donde viven los pobres constituye un


elemento muy importante porque permite ver de cerca el porqué de muchas
situaciones que sólo se entienden desde dentro. Varias comunidades
59
religiosas, decidieron desplazarse a vivir en los mismos barrios,
pretendiendo responder de una manera más contundente y estable a las
necesidades que saltaban a la vista en el contacto tenido a través de las
acciones implementadas desde fuera.

Por otra parte, también les permitió constatar lo poco eficaz que
pueden resultar estas acciones, ante lo grave de los problemas y las nuevas e
innumerables demandas que surgen en el interior de cada una de estas
comunidades populares. El compartir la vida con los pobres permite que
muchos agentes se identifiquen y establezcan nexos de empatía, cosa que les
lleva a ver la realidad de otra manera. Muchos comportamientos y
situaciones, aun cuando no puedan ser justificados, llegan a ser
comprendidos sin formular juicios. Esto no significa transigencia con los
propios principios y valores evangélicos, sino que la empatía hace
prevalecer la misericordia antes que el juicio.

En este segundo momento, prevalece una postura vertical de parte de


los agentes. En el fondo, ellos consideran que el tener una mejor cultura y
contar con mayores recursos, les da la potestad de poder detectar las
verdaderas necesidades e impulsar las acciones que generen los cambios
para que los pobres tengan una vida más digna. En esta postura, los sujetos
de la misión de la Iglesia siguen siendo los agentes, por eso, lo fundamental
de la pastoral en este momento, es la coordinación de los agentes y la
captación y formación de nuevos agentes autóctonos.

Tercer momento: Ser verdadero discípulo de Jesús. Si en el segundo


momento decíamos que era muy importante el desplazamiento físico hacia
donde vivían los pobres para poner en práctica la com-pasión que tuvo Jesús
con ellos, la experiencia nos demuestra que no es suficiente. Se puede vivir
entre los pobres y seguir considerándolos como destinatarios, como objetos
de la acción de los agentes. Si nos confrontamos con la realidad de Jesús,
podemos reconocer que la encarnación adquirió el verdadero significado en
la resurrección, cuando los apóstoles, sintiéndose ungidos por el Espíritu,
toman conciencia que ellos podían y debían hacer lo mismo que hizo Jesús.

60
Aplicando esto a nuestra realidad pastoral, podemos decir que, el
esfuerzo de encarnación que realizaron los agentes que se desplazaron a
vivir en estas comunidades populares se hubiera quedado a medias, sin dar
el paso a, lo que pudiéramos llamar, una tercera conversión. Se trata de
que los agentes renuncien al protagonismo de considerarse “los sujetos” de
la evangelización de la Iglesia para reconocerse miembros de una Iglesia
en la que “todos pueden y deben ser sujetos” de la evangelización. No
significa que los agentes deben renunciar a lo que saben, se trata de que
recuperen su condición de discípulos y se pongan al servicio de la
evangelización, cada uno con sus propios dones, pero sin asumir actitudes
prepotentes que impidan reconocer lo poco o mucho que pueden ofrecer
todos los bautizados.

Reconocer que todo bautizado es sujeto de la misión de la Iglesia, a


pesar de que teóricamente es aceptado por los documentos eclesiales, en la
práctica, constituye un gran desafío no fácilmente aplicable, porque se
corre el riesgo de manipularlo poniéndolo al servicio de una postura
vertical que pospone la responsabilidad compartida de los bautizados a
causa de la no madurez de la fe de la mayoría. Todo esto justifica que la
mayoría de los bautizados sean tratados como destinatarios y no como
corresponsables de su misión.

Poner en marcha una pastoral desde una postura horizontal en la que


se parta de que todo bautizado es corresponsable de la misión de la Iglesia,
implica abrir los ojos para ver y valorar los signos del reino presentes en
los más pobres y “desde ellos” y “con ellos”, buscar caminos de
dignificación para todos y cada uno. Asumir esta actitud requiere que haya
un plan que permita incorporar progresivamente a todos los bautizados en
las intervenciones pastorales de la Iglesia, no solo en la realización de
actividades sino, también, en las tomas de decisiones y en la elaboración e
implementación de planes y proyectos, como respuestas a realidades
concretas.

61
5.2 Sistematización de los principales problemas que impiden la
corresponsabilidad fraterna en las parroquias y determinar los desafíos
que implican

La puesta en marcha de una pastoral orgánica en estas dos parroquias parte


de una realidad en la que se detectan graves problemas que, al ser convertidos y
asumidos como desafíos, posibilitan el crecimiento de la corresponsabilidad
fraterna. A continuación, señalamos los más significativos:

a) Una pastoral que no ofrece procesos globales ni sistemáticos. Como lo


reconoce el Concilio Plenario de Venezuela 52, la pastoral parroquial de
Venezuela se caracteriza por ofrecer actividades y servicios inconexos y
dispersos que dan respuesta a situaciones eventuales y a demandas
circunstanciales.

Desafío: Organizar un plan pastoral que, partiendo de la realidad, asegure


itinerarios personales y comunitarios, a corto, mediano y largo
plazo.

b) Gran cantidad de población desatendida. Los diagnósticos pastorales de las


dos parroquias describen a una gran población de personas que, en su
mayoría, se profesan cristianos creyentes, aunque con una fe poco vinculada
a los cambios sociales y con muchas manifestaciones sincretistas. Son
personas que por su distinta proveniencia y escaso tiempo en la zona se
muestran desarraigados y con un débil sentido de pertenencia. Además, se
encuentran en un progresivo deterioro económico, político y social, por lo
que no se sienten escuchados y manifiestan poca credibilidad a las
instituciones en general53.

Desafío: Favorecer y apoyar iniciativas de solidaridad y organización que


permita involucrar a la gran cantidad de población desatendida en
la asunción y solución de sus propios problemas.

52
Cfr. CPV. Instancias de Comunión, nº 70-75.
53
Cfr. CPV. Proclamación Profética, nº 43-47.
62
c) Los bautizados no son sujeto de la misión de la Iglesia en el territorio
parroquial. Desde hace mucho tiempo, diversos documentos eclesiales han
venido sosteniendo que todos los bautizados son corresponsables de la
misión de la Iglesia54; sin embargo, en la praxis, se sigue manteniendo
actitudes poco evangélicas que propician diferencias de trato, por ejemplo,
entre clérigos-ministros y laicos, entre hombres y mujeres, entre agentes
pastorales y cristianos comunes. El privilegiar a unos sobre otros, nos alejan
del «iguales en dignidad» y del «corresponsables en la misión» que sostiene
el magisterio eclesial.

Desafío: Incorporar progresivamente a todos los parroquianos en la


elaboración, ejecución y evaluación del plan, de manera que todos
se sientan sujetos de la misión que Jesús propone a la Iglesia en el
mundo actual.

d) Existen pocas estructuras y espacios diversificados que permitan el mayor


número de participación posible. Es bastante frecuente entre los párrocos la
queja de que la gente prefiere mantenerse como espectadora en las
parroquias y que son pocos los que realmente asumen los compromisos
parroquiales. Si queremos que la Iglesia sea sacramento de comunión, no
basta con reunirse semanalmente para tener experiencias religiosas que
favorezcan la vida espiritual de los feligreses, sin ningún compromiso
comunitario; es necesario participar comunitariamente dentro de una serie
de experiencias que permitan generar identidad cristiana desde la praxis.

Desafío: Las parroquias deben promover y generar múltiples y


diversificados espacios y estructuras que posibiliten asumir
sencillos compromisos, a la medida de las posibilidades y los
carismas de las personas.

e) Insuficientes espacios de acogida, diálogo y acompañamiento en nuestras


comunidades parroquiales. Es doloroso constatar que muchas parroquias se

54
Cf. LG 10 y 11 Sacerdocio común de los fieles
63
han convertido en un gran servicio público de lo religioso 55favoreciendo
relaciones formales y poco cálidas entre sus miembros. Otra situación que se
verifica en nuestras comunidades parroquiales es la masificación de sus
miembros que impide un acompañamiento personalizado y diversificado.

Desafíos: Generar en las parroquias un ambiente que propicie entre todos


los bautizados, relaciones cálidas, fraternas y respetuosas que, la
convierta en un lugar de encuentro y diálogo a todo nivel:
familias, vecinos, miembros de otras iglesias, autoridades civiles
y otros.

5.3.-La necesidad de profundizar y fundamentar una pastoral incluyente y


generadora de corresponsabilidad

El esfuerzo de sistematización de la experiencia vivida por más de


veinticinco años en estas dos parroquias nos llevaron a tomar conciencia de los
muchos nutrientes que nos ha ofrecido el trabajar con la gente de las parroquias,
del MMM y de las distintas Diócesis que se han sumado en la aventura de
impulsar una pastoral incluyente y generadora de corresponsabilidad fraterna, sin
embargo, a este punto consideramos de vital importancia realizar una
sistematización de los fundamentos doctrinales que iluminen una nueva forma de
hacer pastoral en la que se pretende recuperar la condición de sujeto de cada
bautizado.

5.4.-La conveniencia de socializar esta experiencia con seminarista y


sacerdotes jóvenes, comunidades parroquiales.

El tomar conciencia del camino recorrido constatando logros obtenidos y la


sintonía de ellos con las inquietudes del Concilio Plenario de Venezuela y del
documento de Aparecida, nos invita a establecer estrategias de socialización de
esta experiencia, como aporte eclesial que permitirá ofrecer herramientas para la
formación en las convicciones de base que fundamenten la pastoral incluyente y
generadora de corresponsabilidad fraterna que exige el Concilio Plenario así como
su implementación concreta, pues a pesar de que todos reconocemos que los

55
Cf. Alphonse, BORRAS, & Guilles, ROUTHIER, La nueva parroquia (Sal terrae, Santander
2009) 58-66
64
aportes del Concilio son muy importantes, no siempre se han ofrecido causes de
aplicación efectivos para los mismos.

65
CAPÍTULO II

FUNDAMENTACIÓN

BÍBLICA - ECLESIOLÓGICA

Iluminación para una pastoral incluyente


y generadora de corresponsabilidad fraterna

66
En el primer capítulo se han presentado las experiencias de dos
parroquias populares en las que se ha puesto en marcha una propuesta pastoral
incluyente, generadora de participación y corresponsabilidad; en este segundo
capítulo, se trata de ofrecer la fundamentación doctrinal en la que la esa propuesta
asienta sus bases bíblicas, teológicas y eclesiológicas.

1. FUNDAMENTACIÓN BÍBLICO-TEOLÓGICA

Conscientes de que, para nosotros, como para los israelitas y todos los
demás pueblos, el problema no es si creer o no creer en Dios, sino en qué dios
creer; en esta primera parte del capítulo intentaremos hacer un recorrido por el
Antiguo y Nuevo Testamento para destacar las distintas facetas de la progresiva
revelación que Dios ha hecho al pueblo de Israel, y en él, a toda la humanidad.

1.1.- Dios nos crea a su imagen y semejanza

Los aportes de la exégesis bíblica nos han hecho ver que la reflexión
veterotestamentaria sobre la creación es casi toda exílica y postexílica, lo que
quiere decir que su contenido formal-doctrinal no se inserta al principio del
desarrollo teológico del pueblo de Israel, sino en medio de él. Como dice Bárbara
Andrade “La confesión de la actuación salvífica de Yahvé en la historia es
netamente más importante en el AT que la fe en Dios creador que ocupa un lugar
histórica y teológicamente, secundario” 56.

Por tanto, cuando los israelitas hablan del Dios Creador, proyectan la
experiencia de absolutez de un Dios, que los escogió y los protegió para que se
constituyeran en un pueblo. La concepción de Dios creador es inseparable de la de
Dios Salvador-Liberador: ”En la base del relato de la creación, está la compresión
soteriológica, que une creación e historia, en la voluntad salvífica de Dios”57.

La verdad que se perfila detrás de los relatos de la creación es la certeza de


que el universo, con todas sus maravillas y misterios, fue creado por un único
Dios. Por eso los textos bíblicos, después de cada obra de la creación, afirman: “Y
vio Dios que era bueno"58. Pero lo más importante a destacar es que, al culminar la

56
Bárbara ANDRADE, Encuentro con Dios en la historia (Sígueme, Salamanca 1985) 148; Cf. E.
JACOB, Teología del Antiguo Testamento (Sígueme, Madrid 1969) 132-133.
57
Cf. G. von RAD, Teología del Antiguo Testamento 1(Sígueme, Salamanca 1982) 187
58
Cf. Gn 1,10.21.25.
67
creación toda, concluye diciendo: "Y vio entonces Dios todo lo que había hecho, y
todo era muy bueno"59.

Estas primeras afirmaciones nos ofrecen una importante novedad de la


cosmovisión judía, en relación a otras muchas culturas de su tiempo. En estos
textos se nos muestran la creación, vista en positivo, desde una perspectiva
optimista, o sea, todo lo creado por Dios es bueno en su esencia última. Esta pre-
comprensión de lo creado, marca una importante diferencia con otras culturas, que
la veían con ojos de sospecha y, en algunos casos, hasta de rechazo; acentúan lo
negativo e inconsistente de las creaturas, llegándolas a definir como
degeneraciones de los dioses60.

La perspectiva teocéntrica judía reconoce, en el cosmos; la naturaleza, los


seres vivientes y la permanente intervención de Dios en ella. De ahí proviene su
esencial bondad, que le imprime dignidad y respeto. La complacencia de Dios al
contemplar lo creado en general constituye una invitación a valorar y reconocer la
dignidad de cada una de las criaturas en particular.

Pero, la complacencia de Dios al contemplar todo lo creado, el texto bíblico


lo eleva al grado superlativo. Lo que quiere decir que, si cada cosa creada es
buena, el conjunto de lo creado es muy bueno. Con la acentuación al conjunto de
lo creado, el texto veterotestamentario nos invita a prestar una especial atención a
ver la creación, no sólo en sus partes, sino en su conjunto, o sea: desde la
globalidad de lo creado; porque cada obra de la creación encuentra un sentido
verdadero no sólo en sí misma, sino dentro de la armonía del conjunto querido por
Dios.

Estas intuiciones ofrecen las claves desde donde el pueblo de Israel


fundamenta el importante equilibrio que debe haber entre lo particular y lo
comunitario. Se trata de fundamentar teocéntricamente el valor y el respeto que se
merece cada obra creada y, a su vez, el conjunto. Aplicándolo a las personas, el
valor inalienable de cada persona y el del bien común, que está por encima del
bien personal, aunque no puede prescindir de él ni debe menospreciarlo.

59
Gn. 1,1-30.
60
Ejemplos concretos los constituyen los relatos mitológicos de la tradición Mesopotámica y
Griega.
68
a. Concepción antropológica que se deriva de los textos veterotestamentarios

Otro aporte importante del teocentrismo hebreo lo constituye la concepción


antropológica que revelan los textos veterotestamentarios. En ellos, los seres
humanos ocupan un lugar privilegiado en relación con el resto de lo creado. Por
eso al referirse a su creación, dicen: “los creó a su imagen y semejanza; a imagen
de Dios los creo: varón y hembra los creó”61.

Todo lo creado, por el hecho de ser obra de Dios, es esencialmente bueno,


pero al añadirle que el hombre fue hecho a su imagen y semejanza, se pretende
realzar su importancia, frente al resto de lo creado, confiriéndole así una especial
dignidad, que los iguala entre sí en su condición de varón y hembra, sin que eso
atente contra la autonomía y capacidad que cada uno tiene para realizarse.

Son imagen por su parecido a Dios, así lo dice de forma audaz el salmo 8,
los hiciste poco menos que un Dios. Son imágenes, porque reflejan y actualizan el
ser de Dios sobre la tierra: llevan su aliento vital 62. Son imágenes porque son los
únicos que pueden dialogar con Dios, los que pueden hablar de igual a igual, con
los que se puede realizar el camino de la alianza. Solo con aquel que es semejante
puede establecer Dios un tratado de amistad que implique las dos partes.

Pero la mayor manifestación de su semejanza con Dios se evidencia cuando


los comprometió a participar activamente en la continuación de su obra. Por eso
les dice: “Creced y multiplicaos, llenad la tierra y sometedla: dominad sobre los
peces del mar, las aves del cielo y todos los animales que se mueven por la
tierra”63.

b. La semejanza con Dios constituye a los seres humanos en co-creadores

Su semejanza los convierte en co-creadores, los compromete a participar


activamente en la continuación de la obra iniciada por Dios. Por eso dice Xabier
Pikaza refiriéndose al tema: “Dios ha encargado al hombre el dominio sobre la
creación como participación en la obra creadora divina" (Gen 1, 28-30)64; pero
cabe entender en diferentes dimensiones lo que significa este dominio que brota

61
Gn 1,27.
62
Cf. Gn 2,7.
63
Gn 1,27-28.
64
Cf. LG 4, 8, 13-15, 18, 21, 24-25; DV 10; GS 32; UR 2-4. 14-15. 17-19. 22.
69
de la relación privilegiada del hombre con Dios” 65. Si la referencia que tiene el
hombre para ejercer su «dominio» sobre el resto de la creación es semejante a la
que Dios tiene para con su creación, no se trata de un «dominio» hegemónico,
sino de un «dominio» generativo, dignificador, provocador y prolongador de la
vida.
El poder de co-participar en la creación no justifica relaciones de dominio,
sino de reciprocidad. No basta realizar cosas para participar en el plan creador de
Dios: es fundamental cuidar la manera como se participa. Por eso la reciprocidad
masculino-femenina, que es una de las maneras como se muestra la condición de
ser creados a imagen y semejanza de Dios, constituye un llamado a vivir desde la
comunión: este sí es hueso de mis huesos y carne de mi carne 66.

El hombre y la mujer, ya desde su origen, están llamados a prolongar la


acción creadora de Dios, desde una experiencia de unidad en la diversidad: “se
une el hombre a su mujer, y los dos se hacen uno solo” 67. Pero, como dice Xabier
Pikaza, “Esta es la grandeza de Dios, es su misterio: no quiere seres esclavos, ni
vivientes sometidos; no, productos inertes que dependen siempre del cuidado de
sus manos. Quiere hombres erguidos, que han brotado del dolor de la creación del
mundo y desde el mismo centro de este mundo pueden levantarse ante Dios para
alabarle o rechazarle”68.

c. El plan de Dios es tergiversado por las personas y los pueblos

Los diversos personajes que en los textos bíblicos se van sucediendo –Adán
y Eva, Caín y sus descendientes, la Torre de Babel y otros, representan
arquetípicamente a la humanidad entera que violenta el plan de armonía y
fraternidad propuesto por Dios, pretendiendo hacer prevalecer los propios
intereses. Esta pretensión, en lugar de convertir a los seres humanos en dueños de
sus propios destinos, los hace entrar en el mundo del sufrimiento y de la muerte,
rompiendo, de esta manera, sus lazos fraternales y provocando la dispersión.

65
Ibid., 167; “El hombre actúa como Dios en virtud de la palabra y pensamiento. Por ella se
separa de las cosas, vuelve sobre sí y encuentra su verdad y autonomía, de tal forma que puede
realizarse como humano, dirigiendo las cosas de la tierra” Xabier PIKAZA, Para leer la
historia del Pueblo de Dios (Verbo Divino, España 1988) 40.
66
Gn 2,23.
67
Gn 2,24.
68
Xabier PIKAZA, Para leer la historia del Pueblo de Dios (Verbo Divino, España 1988) 48.
70
El fratricidio de Caín69, constituye la muestra de la máxima consecuencia a
la que puede llevar la no aceptación del trato «entre iguales» como modo de vida
entre las personas. Muchos y graves son los peligros que acechan la convivencia
humana: la rivalidad, la envidia, la eliminación del diferente. A pesar de reconocer
provenir de la misma fuente, los seres humanos están continuamente tentados a
mantenerse indiferentes unos de otros. Esto lo recoge bien el Génesis con la
respuesta que le ofrece Caín a Dios, cuando Éste le pregunta: “¿Dónde está tu
hermano? Y él le responde: ¡No sé! ¿Soy yo acaso el guardián de mi hermano?” 70.

El diluvio71 muestra de manera antropomórfica la frustración que padece


Dios ante el modo de relaciones injustas y no fraternas que prevalecen, entre los
hombres. De ahí se explica la interpretación que muchos autores hacen de esta
narración: a través del agua Dios no pretende destruir, sino recrear su plan inicial
de armonía con su obra de creación72. También el mito de la Torre de Babel73 pone
en evidencia la manera inadecuada como se tratan los seres humanos, haciendo
prevalecer el orgullo y la soberbia que constituye la raíz de la imposición de unas
culturas sobre otras, cosa que atenta contra las peculiaridades y el deseo de Dios
de lograr la unidad en la diversidad.

1.2.- Dios convoca a un pueblo de «iguales en dignidad»

a. La historia del pueblo comienza cuando asume su destino

En el principio de una historia es necesario un pueblo y una tierra, y es eso


lo que le falta a los patriarcas bíblicos, que son los personajes con los que
comienza la historia sagrada. Los patriarcas son personas errantes, que caminan en
grupos pequeños y no poseen tierra, no han encontrado su identidad, ni tienen
pertenencia ni arraigo, pero en su búsqueda, cuentan con la voz de Dios que les
inquieta y les dirige hacia un futuro prometedor. “Mi padre era un arameo errante.
Bajó a Egipto y se estableció allí como emigrante con un puñado de gente; allí se
convirtió en una nación grande, fuerte y numerosa”74.

69
Cf. Gn 4,8.
70
Gn 4,9.
71
Cf. Gn 6-7.
72
Cf. Xabier PIKAZA, Para leer la historia del Pueblo de Dios (Verbo Divino, España 1988)
155-156.
73
Cf. Gn 11,1-9.
74
Dt 26,5.
71
Sostiene Pikaza, que las narraciones de los patriarcas constituyen la
prehistoria del pueblo de Israel porque, según él, antes de la liberación del Éxodo,
no había historia: “Podía haber promesas, entendidas como esperanza, anhelo de
algo mejor. También podía haber esclavitud, situación contraria a los derechos de
las personas, a la verdad y a la dignidad de grupos de personas: Pero solamente
comienza a haber historia, cuando el pueblo asume su destino y, superando las
dificultades, se encamina hacia su propia libertad”75.

Desde esta lógica, el pueblo de Israel comienza a hacer historia, cuando


obedece a la llamada que le hace el «Dios de sus padres»: salir de Egipto bajo la
guía de Moisés, con la promesa de alcanzar una tierra espaciosa y en libertad.
Según el autor, lo que hace posible que este pueblo comience a construir su
historia, no es el hecho de ser todos de una misma raza, ni de que haya
confluencias de factores culturales o económicos; sino el que hayan puesto en
común sus padecimientos y hayan asumido, de forma compartida, el riesgo de una
vida en libertad, manteniéndose abiertos al futuro de Dios y al de la propia
plenitud humana76.

Si para algo sirvió a los hebreos su experiencia en Egipto, fue para tomar
conciencia de su igualdad en el desamparo y en la calamidad: todos sentían de una
u otra forma el peso de un sistema que los oprimía y los sometía, impidiéndoles
ser libres. Ese sentimiento de igualdad en la pobreza les permite estrechar lazos de
solidaridad y de identificación que, seguramente, les ayudó a superar viejas
rivalidades, rencillas y diferencias que anteriormente los mantenía distantes entre
sí.
Un importante aspecto que favoreció esta integración es el hecho de que,
estando en Egipto, con una cultura muy distinta, se dan cuenta de las muchas
coincidencias que tienen en sus creencias religiosas. Por eso, cuando Dios aparece
ante Moisés, se identifica diciendo: “Yo soy el Dios de tu padre, el Dios Abraham,
el Dios de Isaac, el Dios de Jacob”77, que eran grandes patriarcas a los que hacían
referencia las distintas tribus hebreas que se habían instalado en Egipto y que
adoraban a ese mismo Dios.

75
Cf. Xabier PIKAZA, Para leer la historia del Pueblo de Dios (Verbo Divino, España 1988) 70.
76
Cf. Ibid., 77.
77
Ex 3,6.
72
De esta manera Dios se ubica como el tronco desde donde era posible
comenzar a construir una historia en común. Es esta la razón por la que Moisés,
cuando regresa a Egipto para llevarle el mensaje de Dios a los israelitas, les dice:
“El Señor, el Dios de vuestros antepasados, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac,
el Dios de Jacob, me envía a vosotros” 78. También lo hace cuando, junto con
Aarón, se presenta al Faraón para hacerle saber el deseo de libertad que Dios tiene
para con su pueblo: “El Dios de los hebreos se nos ha manifestado y nos
envía…”79.

Lo que convence a los hebreos de aventurarse a salir de Egipto, bajo la guía


de Moisés y Aarón, con todos los riesgos y dificultades que suponía, no es su
liderazgo, ni la fuerza de la indignación ante los atropellos e injusticias a la que
son sometidos, sino la seguridad de que el «Dios de sus padres» está en
desacuerdo con lo que les sucede; y que, además, está de su parte para ayudarlos a
salir de ahí.

b. La opresión como problema teológico

La novedad de la visión veterotestamentaria sobre la historia del pueblo de


Israel consiste en ver la opresión que padece el pueblo, no solo como un problema
sociológico, sino como problema teológico. En los hebreos existe la convicción de
que el «Dios de sus padres» está siendo afectado por lo que a ellos les sucede;
pudiéramos decir que la salida de Egipto pone en marcha una experiencia
religiosa: el pueblo oprimido se aventura a caminar con Dios, con la promesa y la
certeza de que llegarán algún día a una tierra de libertad y prosperidad.

La experiencia religiosa que les impulsa a salir de Egipto choca con la de los
egipcios. Un pueblo también religioso, que ofrecía sacrificios a sus dioses y se
sentía protegido por ellos para dominar la tierra y oprimir a los pueblos más
débiles, cosa que consideraban como un deber sagrado y que debían hacer por
motivos de conciencia.

Pues esta realidad genera un conflicto con bases religiosas, se trata de


discernir a qué Dios seguir ¿Será a los dioses de Egipto que justifican la opresión
de éste sobre los pueblos más débiles, entre los que se encuentra Israel o será el

78
Ex 3,15.
79
Ex 5, 3.
73
Dios de los hebreos que está en desacuerdo con lo que le sucede a Israel y les
impulsa a conquistar su libertad?

c. Yahvé es verdadero Dios por ser portador de justicia y libertad

Los textos bíblicos muestran progresivamente el por qué el Dios de Israel es


el verdadero Dios, el por qué está por encima de los dioses egipcios. Lo que lo
hace más verdadero, no es que sea el más poderoso, sino que sea portador de
justicia y libertad. El Éxodo lo presenta con el siguiente texto: “He visto la
aflicción de mi pueblo en Egipto, he oído el clamor que le arrancan sus opresores
y conozco sus angustias” 80. O sea que lo que lo hace verdadero es que vele por lo
que sucede a las personas y, en caso de injusticia, que interceda por el más débil,
para que sea reconocida su dignidad. Esta es la tarjeta de presentación del «Dios
de sus padres», a quien deberían honrar, no sólo los hebreos, sino también los
egipcios.

En el caso concreto de Egipto, el hecho de que los israelitas optaran por


escuchar el llamado del «Dios de sus padres» que los motivaba a salir de la
situación de opresión, produce un conflicto, porque su decisión con inspiración
religiosa, choca con la conciencia religiosa de los egipcios que creían tener el
derecho de sumisión de los hebreos por mandato divino; por eso el Faraón se
ensaña contra Moisés y Aarón, que están influyendo para que el pueblo salga de
su resignación: “El Rey de Egipto les dijo: Vosotros, Moisés y Aarón, estáis
apartando al pueblo de sus trabajos. Id a vuestras obligaciones. Y añadió: Ahora
que el pueblo es numeroso, ¿queréis que abandone sus tareas?” 81.

La fraternidad que Dios quiere para sus criaturas no se sostiene en la


pasividad de quien deja que las cosas sigan como están para no ocasionar
conflictos. Por eso los hebreos, al recuperar la conciencia de la dignidad perdida,
dejan la actitud sumisa y conformista, y asumen posturas de resistencia frente a
los opresores egipcios. Esta situación agudiza el conflicto: “Los capitanes del
faraón golpeaban a los encargados israelitas que habían nombrado, diciéndoles
¿por qué ni ayer ni hoy habéis completado la tarea de ladrillos como antes? 82.
Pero la obediencia al «Dios de sus padres», no solo repercute en su relación con

80
Ex 3,7.
81
Ex 5,4.14.
82
Ex 5,14.
74
los egipcios, sino que también crecen los conflictos en el interior de las propias
filas: se agudizan las diferencias, la rivalidad y las acusaciones entre ellos
mismos: “Vosotros habéis sido culpables del odio del faraón y sus
consejeros…”83.

El crecimiento de la conciencia de no haber sido creados por Dios para ser


esclavos, conciencia de dignidad, y la certeza de que Dios los acompañaría en el
camino hacia una mejor situación, es el impulso con el que cuentan los hebreos
para encaminarse hacia la libertad, aun sabiendo que tienen que afrontar el
desierto y sus muchas inclemencias: ”Moisés hizo partir a Israel del mar de las
cañas. Salieron hacia el desierto del sur y caminaron tres días sin encontrar
agua”84.

Pero la conquista de la libertad supuso realizar grandes esfuerzos y asumir


fuertes riesgos que, con frecuencia, le llevaban a renegar de Moisés, de Aarón y
hasta del propio Dios: ”La comunidad de los israelitas comenzó a murmurar
contra Moisés y Aarón diciendo. ¡Ojalá el Señor nos hubiera hecho morir en
Egipto, cuando nos sentábamos junto a las ollas de carne y nos hartábamos de
pan! Pero vosotros nos habéis traído a este desierto para hacer morir de hambre a
toda esta muchedumbre” 85.

Sin embargo, Dios se hace sentir en la adversidad y le reconforta en el


camino: “Mirad, voy a hacer llover del cielo pan para vosotros. El pueblo saldrá
todos los días a recoger la ración diaria”86.

El sistema de opresión y dominio en el que ha vivido el pueblo deja


secuelas, no sólo en el victimario sino también en las víctimas, quienes, con
frecuencia, oscilan entre la resignación y la prepotencia. Ese pueblo que había
clamado al «Dios de sus padres» por las injusticias a las que era sometido, quería
volver otra vez atrás, no solo geográficamente, sino, sobre todo, religiosamente,
adorando a los dioses egipcios, con lo que quería justificar el trato desigual entre
iguales: “Viendo el pueblo que Moisés tardaba en bajar del monte, se congregó

83
Ex 5,21.
84
Ex15, 22.
85
Ex 16, 2-3.
86
Ex 16,4.
75
ante Aarón y le pidió: Anda, haznos una divinidad que nos guíe, porque no
sabemos qué ha sido de ese Moisés que nos sacó del país de Egipto” 87.

d. La figura de Moisés simiente de un liderazgo compartido

En la conformación del pueblo de Israel resulta interesante analizar el


liderazgo que propone Dios para la realización de su propuesta de salvación. Visto
desde la perspectiva de Rafael de Sivatte, en la figura histórica concreta de
Moisés, que en el tiempo recibe una progresiva idealización y enriquecimiento, lo
que interesa, no es tanto el papel que desempeñó como personaje histórico en el
momento de la salida de Egipto, sino el papel siempre nuevo que siguió
desempeñando en cada época de la vida del pueblo.

Dicho de otra manera: es muy posible que históricamente existieran muchos


personajes que tuvieron una gran importancia en la configuración del pueblo, pero
todos ellos quedaron simplificados en uno solo: en el narrado por el Éxodo. Lo
que resulta claro es que lo importante de su figura, no es tanto el personaje en sí
mismo, cuanto lo que significa para la fe del pueblo. Cada generación luchará por
ser fiel a Yahvé Salvador y concretará esta fidelidad en las palabras de Moisés y
en su actuación88.

En la línea del liderazgo compartido, en el Éxodo hay una escena que ofrece
una manera concreta de poner en marcha el principio de este liderazgo
compartido. Estando Moisés en el desierto con su pueblo, se le acerca su suegro
Jetró que, al verlo atareado todo el día tratando de dirimir los pleitos y diferencias
del pueblo, le hace ver que no era ese el modo adecuado de atender al pueblo y le
ofrece el siguiente consejo:

“Tú serás el mediador del pueblo y el embajador de sus asuntos ante Dios.
Instruirás al pueblo en los preceptos y leyes, y les enseñarás cómo deben
comportarse y lo que deben hacer. Pero escógete de entre el pueblo hombres
capaces, temerosos de Dios, hombres íntegros e insobornables, y nómbralos jefe
de mil, o de cien, de cincuenta y de diez, para que sean los jueces ordinarios del

87
Ex 32,1.
88
Cf. Rafael de SIVATTE, Dios camina con su pueblo. Introducción al Antiguo Testamento
(UCA, El Salvador 1985) 14-20.
76
pueblo. Que a ti te lleven únicamente los asuntos más importantes; los demás, que
lo juzguen ellos” 89.

Este texto, además fundamentar el liderazgo compartido en el Pueblo de


Dios, ofrece pautas que iluminan la aplicación del principio de corresponsabilidad
y de subsidiaridad que garantizan la participación de todos en la construcción de
un destino común, respetando los diferentes aportes que pueda dar cada uno.

1.3.- Dios, en las injusticias, se pone de parte “del más débil90

Entre los contenidos que recogen las normas formuladas en la alianza entre
Dios y el pueblo, encontramos textos altamente éticos, pudiendo señalar, entre
otros, el siguiente:

“No molestes ni oprimas al forastero, porque vosotros fuisteis forasteros en


Egipto. No maltratéis a la viuda y al huérfano si lo maltratáis, clamarán a mí yo
escucharé su clamor; mi ira se encenderá y os haré morir a espada; entonces
vuestras mujeres quedarán viudas y huérfanos vuestros hijos. Si prestáis dinero a
alguno de mi pueblo, o a un pobre vecino tuyo, no te portes con él como un
usurero, exigiéndole intereses. Si tomas en prenda el manto de tu prójimo, se lo
devolverás antes de la puesta del sol, porque es lo único que tiene para cubrir su
cuerpo. Si no ¿Con qué va a dormir? Si recurre a mi yo lo escucharé porque soy
misericordioso. No blasfemes contra ni maldigas al jefe de tu pueblo” 91.

En este texto podemos ver que, en la aplicación de las normas, Dios se


muestra a sí mismo, como el defensor de todos aquellos que no tienen ni garantías
ni protección legales. Así lo dicen los Proverbios: “No despojes al débil, porque
es débil, y no aplastes al desdichado en la puerta (lugar a la salida de la ciudad en
que se administraba justicia), porque Yahvé defenderá su causa y despojará de la
vida a los despojadores”92.

Después de todo, fue por su condición de indefensión por lo que Dios los
ayudó a salir de Egipto y esto lo deben recordar los israelitas al consolidarse como

89
Ex 18,17-22.
90
Cf. Dionisio BYLER, Como un grano de mostaza (CLIE, Barcelona 1988) 77-81.
91
Ex 22,22-25.
92
Pr 22,22-23. Esta misma idea la podemos ver desarrollada en otros textos bíblicos, por ejemplo
en los salmos: “Padre de los huérfanos y defensor de las viudas es Dios desde su santa morada:
Dios prepara casa a los desvalidos, saca con bien a los cautivos” (Sal 68,6-7).
77
pueblo. Si Dios ha sido su defensor cuando eran forasteros, ¿por qué habían de
dejar de hacer lo mismo que hicieron con él, ahora que se habían constituido como
pueblo libre? Las personas que pertenecían a las minorías: los forasteros, aquellos
de cuya lealtad se podría dudar, los marginados por cualquier razón, tienen acceso
directo al oído de Dios.

Y esto es porque son ellos, muchas veces, los que sufren discriminación a la
hora de aplicárseles la justicia. Dios no comparte prejuicios raciales ni culturales
por imposición de las mayorías o de los más poderosos: esto tenían que saberlo
muy bien los miembros del pueblo, puesto que ellos lo habían comprobado
históricamente en Egipto, en beneficio propio.

a. Dios un recurso inapelable ante las grandes injusticias

Dios rechaza toda opresión política, social o económica: no soporta ver que
haya privilegiados que se aprovechan abiertamente de los que tienen menos
posibilidades o influencias. En las sociedades antiguas del Medio Oriente los
huérfanos y las viudas constituían uno de estos grupos desprotegidos. Ellos, y
cualquier otra persona que no se veía amparada y protegida por las leyes, tenían
un recurso inapelable: cuando veían que se los oprimía, que eran objeto de malos
tratos por parte de personas influyentes que se aprovechaban de ellos con
impunidad, podían reclamar su causa delante de Dios y así lo expresaban, por
ejemplo, en los salmos:

“Hazme justicia, oh Dios, defiéndeme contra gente despiadada, líbrame del


hombre traidor y malvado” 93 Y Dios se comprometía a escuchar sus quejas con la
máxima atención, eso también, lo proclamaba el pueblo en sus salmos: “Dios
mantiene su fidelidad. El hace justicia a los oprimidos, y da pan a los
hambrientos. El Señor da libertad a los cautivos, el Señor abre los ojos al ciego, el
Señor levanta a los humillados, el Señor ama a los justos; El Señor protege a los
emigrantes, sostiene al huérfano y a la viuda” 94.

Los profetas serán instrumentos claros para recordar con insistencia, que el
conocimiento de Dios está directamente vinculado a la práctica de la justicia y a la

93
Sal 43,1.
94
Sal 146,6-9.
78
defensa de los intereses del pobre. También son ellos, quienes reprochan y
advierten la insensibilidad ante las injusticias, que sufren los más frágiles del
pueblo95. Quien oprime a las viudas y a los desamparados, ¿acaso piensa que no
tendrá que dar cuentas de su ingratitud? ¡Ya sabrá Dios hacer justicia! Que nadie
piense que va a ser de otro modo.

Esta es parte de cualquier definición legítima de Dios que podamos


formular. Dios es el Dios de los desamparados, y su furia arde contra los
poderosos y aprovechados. Por eso el salmista pone en boca de Dios palabras
como ésta: “¿Hasta cuándo defenderás la injusticia poniéndote a favor de los
malvados? ¡Defended al desvalido y al pobre, libradlo de las manos del
malvado!”96.

A las personas económica y socialmente miserables, Dios los llama «mi


pueblo»: “Lo único que le mandé fue esto: «Si obedecéis mi voz, yo seré vuestro
Dios y vosotros seréis mi pueblo; seguid fielmente el camino que os he prescrito
para que seáis felices»”97. Este es el verdadero Pueblo de Dios, defínanse a sí
mismos como israelitas o no; pero los que sacan provecho de la pobreza ajena, por
el mismo criterio, han dejado de ser Pueblo de Dios.

b. Inflexibilidad de Dios ante quien no le rinde culto en los más pobres

Pero el Señor de Israel se muestra inflexible hacia la apostasía de quien


quiere servir a otros dioses. “El que ofrezca sacrificios” –o sea el que honra, rinde
culto- a otros dioses distintos del Señor, “será exterminado”. No se trata de que
Dios quiera para él la hegemonía del poder, ni que tenga celos de los otros dioses.
Lo que detesta es que se le dé cabida a fetiches que sirven para legitimar la
supremacía y el despotismo de los poderosos sobre los oprimidos.

95
Este tema lo desarrolla abundantemente José L. Sicre en un libro donde plasma sus estudios
sobre la justicia social en los profetas de Israel, cuyo título es «Con los pobres de la tierra». En
la introducción, además de insistir en que los profetas no pretendían que los estudiásemos sino
que escuchásemos su voz y la pusiéramos en práctica, reconoce que la justicia es un tema de
gran importancia para todos los profetas y manifiesta su identificación con autores como I.
Mattuck y H. Wildberger quienes sostienen que la justicia para los profetas es velar por los
derechos las necesidades de los hombres, especialmente por los miembros más débiles de la
sociedad. Cf. J.L. SICRE, Con los pobres de la tierra. La justicia social en los profetas de Israel
(Cristiandad, Madrid 1984) 13-15.
96
Sal 82,2-4. Cf. Dt 10,18; 27,19; Ex 22,23; Nm 10,32.
97
Jer 7,23.
79
El Dios de Israel es un Dios vinculado y comprometido con lo que le sucede
a las personas, especialmente a los más frágiles. Es un Dios que continúa siendo
nómada a pesar de lo sedentario que puede ser su pueblo, es un Dios que no
acepta la menor manipulación98. También los profetas expresan drásticamente el
rechazo de Dios al culto desvinculado del trato preferencial con los más frágiles,
así lo dice Isaías:

“Estoy harto de holocaustos de carneros y de grasas de becerros; detesto la


sangre de novillos, corderos y machos cabríos. Nadie os pide que vengáis hasta
mí, a pisar los atrios de mi templo, trayendo ofrendas vacías, cuya humareda me
resultan insoportables... Lavaos, purificaos; apartad de mi vista vuestras malas
acciones. Dejad de hacer el mal, aprended a hacer el bien. Buscad el derecho,
proteged al oprimido, socorred al huérfano, defender a la viuda”99.

1.4.- Dios en Jesús nos muestra el camino que permite recuperar la dignidad
perdida

Como era de esperar, el anuncio-testimonio que Jesús hace del Reinado de


Dios, no deja indiferente a sus oyentes: unos se encuentran interpretados y tenidos
en cuenta; otros en cambio se sienten interpelados y atacados en sus genuinos
intereses, y otros se mantienen indiferentes por desinterés o por temor a asumir
sus implicaciones. Tres pudieran ser las actitudes con las que Jesús, desde su vida,
hace posible que el reinado de Dios se haga realidad en un tiempo y un espacio
concreto: la libertad, la obediencia al Padre y la fidelidad.

 Jesús se muestra como un hombre libre

Jesús se muestra como un hombre libre frente a todo y frente a todos los que
puedan obstaculizar su misión. Este es el dato primero y mejor confirmado, tanto
por la oposición que muestran sus adversarios, como por la admiración del pueblo
y la adhesión de sus seguidores. Jesús se muestra libre frente a sus familiares que
tratan de apartarle de su vida peregrinante “¿Quiénes son mi madre y mis
hermanos?

98
Rafael de SIVATTE, Dios camina con su pueblo. Introducción al Antiguo Testamento (UCA ,
El Salvador 1985) 6.
99
Is 1,10-13.16-17.
80
El que cumple la voluntad de Dios, ese es mi hermano, mi hermana y mi
madre” 100; y también frente al círculo de sus amigos, que quieren decirle lo que
tiene que hacer, con el riesgo de ir en contra de la voluntad del Padre: “Entonces
Pedro lo tomó aparte y se puso a increparlo. Pero Jesús se volvió y, mirando a sus
discípulos, reprendió a Pedro, diciéndole: ¡Ponte detrás de mí, Satanás!, porque
tus pensamientos nos son los de Dios, sino lo de los hombres”101.

Jesús se atreve a enfrentar y a criticar con libertad a los escribas y a las


clases cultas de la sociedad judía: “En cátedra de Moisés se han sentado los
maestros de la ley y los fariseos. Obedecedles y haced lo que os digan; pero no
imitéis su ejemplo, porque no hacen lo que dicen” 102.

Por otra parte se muestra libre, también, ante la presión social ejercida por
las clases dominantes, de manera especial, por los grupos fariseos que retienen
indebidamente el poder de interpretar la Ley: “Los maestros de la ley del partido
de los fariseos, al ver que Jesús comía con los pecadores y publicanos, decían a
sus discípulos: ¿Por qué come con publicanos y pecadores?” 103.

Se muestra libre ante el poder político de las autoridades romanas sin caer
en cálculos políticos y juegos diplomáticos: “Se acercaron unos fariseos y le
dijeron: Sal, márchate de aquí, porque Herodes quiere matarte. Jesús les dijo: Id a
decir a ese zorro: Sábete que expulso demonios y realizo curaciones hoy y
mañana, y al tercer día acabaré. Por lo demás, hoy, mañana y pasado tengo que
continuar mi viaje, porque es impensable que un profeta pueda morir fuera de
Jerusalén”104.

De igual manera, se enfrenta con entera libertad a los dirigentes religiosos


del sanedrín judío: “Los jefes de los sacerdotes y todo el sanedrín buscaban una
acusación contra Jesús para darle muerte, pero no la encontraban… Jesús callaba
y no respondía nada”105.

100
Mc 3,33.
101
Mc 8,33.
102
Mt 23,2-3.
103
Mc 2,16.
104
Lc 13, 31-32; Cf. Mt 20,25-28.
105
Mc 14,55.61-62.
81
Jesús no se deja arrastrar por la estrategia de las fuerzas de resistencia a los
ocupantes romanos, defraudando así ilusiones de algunos que esperaban un reino
judío mesiánico, dominador del mundo entero “Jesús se dio cuenta de que
pretendían hacerlo rey. Entonces se retiró de nuevo al monte, él solo” 106.

Tampoco se deja esclavizar por ciertas tradiciones antiguas que alejaban a


los judíos de la verdadera voluntad de Dios: “¿Por qué tus discípulos no proceden
conforme a la tradición de los antepasados, sino que comen con manos impuras?
Jesús les contestó: Bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas, según está escrito:
Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de Mí”107.

Se manifiesta libre ante los ritos, prescripciones y leyes litúrgicas que han
quedado vacías de significación dejando de estar al servicio de las personas “El
sábado ha sido hecho para el hombre, y no el hombre para el sábado” 108
. La
libertad que muestra de Jesús, tanto en su palabra como en su actuación, irrita a
los defensores del sistema legal judío, que desean asegurar su modo de interpretar
la ley y ven que las palabras de Jesús despiertan las esperanzas del pueblo, que
comienza a descubrir un sentido nuevo a la vida.

 Jesús se mantiene obediente al Padre109

Hay una constante, bien clara en la vida de Jesús: su fe sin límites y su


obediencia radical al Padre; y desde esa experiencia, se muestra totalmente
libre, porque vive entregado enteramente a cumplir la Voluntad de un Dios a
quien llama «Abbá», como muestra de su gran identificación con Él. Esta
estrecha relación, alimenta y da sentido a su vida. Por eso, San Juan pone en
boca de Jesús la siguiente frase: “Mi alimento es hacer la voluntad del que me
envió y llevar a cabo su obra”110.

Jesús descubre que el objetivo último de su vida, es impulsar a las personas


hacia una gran esperanza que le anima a Él mismo desde dentro: hay salvación
para todos; hay futuro. A Dios le interesa lo que nos sucede y quiere hospedarse

106
Jn. 6,15.
107
Mc 7,1-12.
108
Mc 3,27.
109
Este tema lo desarrollan varios autores, entre otros pudiéramos señalar J.I. GONZALEZ FAUS,
Acceso a Jesús (Sígueme, Salamanca3 1980) 69-74; Cf. Ibid., 88.
110
Jn 4,34.
82
en nuestras vidas para hacer posible nuestra verdadera liberación. Toda su vida
está orientada a anunciar a la humanidad la Buena Noticia, la mejor que podíamos
escuchar:

“El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar la
Buenas Nueva a los pobres. Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón,
a pregonar la libertad a los cautivos y dar vista a los ciegos; liberar a los
oprimidos, a predicar el año de gracia del Señor” 111.

El Dios verdadero, el Dios que merece que le obedezcamos, el que quiere


instaurar su Reino, no es un tirano, ni un dictador, ni un señor vengativo o
caprichoso que busca su propio interés. Es un Dios liberador, que busca la
recuperación de los extraviados y excluidos, y Jesús lo visualiza con la parábola
de la oveja perdida112; es un Dios que se preocupa de los últimos: recordemos la
parábola de los trabajadores de la viña 113; es un Padre que sabe acoger y perdonar:
parábola del hijo pródigo114; es un Señor que llama a una gran fiesta a todos por
muy pobres, desgraciados y perdidos que se encuentren, parábola del banquete de
bodas115.

 Jesús mantiene su fidelidad al Padre y asume sus consecuencias

La obediencia que Jesús profesa al Padre se convierte en fidelidad, cuando


Él, sin tener claro el futuro de su vida y de su causa, habiendo podido cambiar de
ruta, decide «quemar los barcos»116 y obedecer hasta el final, aun cuando esto
implicase hasta perder lo más sagrado e importante que puede poseer un ser
humano: su propia vida. La fidelidad de Jesús conlleva dos aspectos
fundamentales: la entrega de su vida y el mantener viva la esperanza del éxito de
la lógica del Padre.

111
Lc 4,18-19.
112
Cf. Lc 15,4-7.
113
Cf. Mt 20,1-16.
114
Cf. Lc 15,11-32.
115
Cf. Mt 22, 1-14.
116
“Quemar las barcas” es una frase muy empleada en América Latina para expresar el entregarse
a una causa o a un lugar en cuerpo y alma; sin miedo a perderlo todo. Hace referencia a Hernán
Cortés que viendo que algunos de sus compañeros se querían volver, mandó quemar las barcas.
83
 La entrega de su vida

La fidelidad al Padre, o sea al Dios que se parcializa por los más débiles,
genera en Jesús fuertes conflictos con el sistema socio-político-religioso del
tiempo. Mientras la acción dignificadora de Jesús con su pueblo se mantuvo en el
campo individual: darle vista al ciego, sanar leprosos, expulsar demonios y otros,
no hubo dificultades especiales en el desarrollo de su misión.

El problema comenzó cuando Jesús llevó más allá del campo individual su
acción dignificadora; cuando comenzó a denunciar, por ejemplo, la interpretación
de la ley de Moisés que hacían las autoridades religiosas de su tiempo,
convirtiéndola en un instrumento justificador del sistema injusto reinante y
convirtiéndolo en una carga legalista y moralizante que encontraba razón en sí
misma. Jesús, fiel a las exigencias del Padre pone como absoluto, por encima de
todas las leyes y tradiciones, no la Ley, sino el Amor.

Su fidelidad a la absolutez del Amor, le lleva a tener que asumir serios


conflictos con el sistema imperante en el momento, cosa que le permitirá prever
su muerte, como una consecuencia a las opciones asumidas por su fidelidad al
Padre. Ante la inminencia de su muerte, siente gran decepción y temor “Comenzó
a tener pavor y angustia; y les dijo: Siento una tristeza mortal” 117. Su muerte no es
apacible, como debería ser la del justo, sino que es cruenta, como la de muchos
pobres que deben morir antes de tiempo:

“El morir de Jesús, es una respuesta también con respecto a la muerte de los
que mueren “sin morir”. Jesús murió desconsolado y desamparado, sin el calor de
unas palabras de cariño y de esperanza, sin poder llevar a cabo internamente su
vida y su obra...Dios puso de manifiesto que él también asiste a la muerte de todos
aquellos que, sin haber logrado su madurez y perfección en la vida, tienen que
sufrir la trivial, casual y absurda muerte repentina”118

117
Mc 14, 34.
C. GRESHAKE, Hacia una teología del morir en Concilium 94 (1974) 94. Tamayo-Acosta
118

comentando sobre la muerte injusta dice algo impactante al respecto: “Los pobres no
mueren colmados de años como los viejos patriarcas bíblicos, sino en la infancia, en la flor de la
vida”. J.L. TAMAYO-ACOSTA, Para comprender la Escatología Cristiana (Verbo Divino,
Estella 1993) 188. Mc 14, 34.
84
Jesús se mantiene fiel hasta el final: “¡Abba, Padre! Todo es posible. Aparta
de mí esta copa de amargura. Pero no se haga como Yo quiero, sino como quieres
Tú”119. Porque sabe que de esa manera es fiel al Padre, a sí mismo y a su misión.
Como afirma Sobrino: “La cruz de Jesús es el argumento más claro para mostrar
que Jesús hizo una opción por los pobres y el carácter conflictivo de la opción”120

 El mantener viva la esperanza del éxito de la lógica del Padre

La fidelidad al Padre lleva a Jesús a dar todo, hasta la vida, con la seguridad
de que, en el Padre, adquiría sentido lo que había hecho, aun sin haberlo entendido
todo. Y eso es lo que celebramos los cristianos cuando, en la resurrección de
Jesús, reconocemos el éxito de la lógica del Padre que es la base de nuestra
esperanza.

La resurrección, para los cristianos, no es un volver a la vida anterior como


lo pudo ser el caso de Lázaro. Jesús no regresa a la vida, sino que entra en la vida
definitiva de Dios: “Sabemos que Cristo, una vez resucitado entre los muertos, no
vuelve a morir, la muerte no tiene dominio sobre Él. Porque cuando murió, murió
al pecado de una vez para siempre; su vivir, en cambio es un vivir para Dios” 121.

Tampoco se explica su resurrección como la supervivencia de su alma


inmortal: no es un fantasma; es un hombre completo que ha sido liberado de la
muerte de manera integral; no se trata de una resurrección en el recuerdo. La
Resurrección de Jesús supone una intervención resucitadora de Dios Padre: “Jesús
ha sido resucitado por Dios.122.

Jesús realmente ha sido liberado de la muerte y ha alcanzado la vida


definitiva: esta es la certeza que celebramos los cristianos con la Resurrección. Es
un acontecimiento que desborda la experiencia que, normalmente tenemos, por
eso no la podemos ni abordar ni constatar de la misma manera que otros hechos
que suceden en nuestra vida, lo que no quiere decir que no sea un acontecimiento
real; más aún, para los creyentes, es el acontecimiento más real, importante y
decisivo que ha sucedido en la historia de la humanidad.

119
Mc 14, 36.
120 J. SOBRINO, Opción por los pobres en Conceptos fundamentales del Cristianismo (Trotta,
Madrid 1993) 891.
121
Rm 6,9-10.
122
Hch 2,14; 3,15.
85
José Luis Caravias al referirse a este acontecimiento dice: “El amor
incondicional de Dios se afirma y se confirma en la Resurrección. Decir que Jesús
ha resucitado equivale a decir que Jesús tenía razón. Esto es, Dios es como Jesús
dijo que era, como Jesús lo reveló. Y nosotros nos tenemos que relacionar con
Dios como Jesús dijo. Y nos debemos relacionar entre nosotros como Jesús se
relacionó con nosotros, entregando su vida por amor”123.

En Jesús Resucitado adquiere sentido nuestra vida porque hay esperanza.


Afirmar su resurrección equivale a decir que estamos aquí para vivir, morir y
resucitar como Él. Cristo nos ha salvado, porque ha hecho posible que nosotros
reproduzcamos la imagen de Dios que es Él mismo. Si Jesús tenía razón, Jesús es
hombre como Dios quiere que sea el hombre. Ser hombre es ser como Jesús. Así
hay que relacionarse con Dios y con los otros. Esto es ser creyente; eso es ser
hombre y, por tanto, el sentido de nuestra vida y de nuestra historia es hacerlo
realidad.

La experiencia de la resurrección produce esperanza para los sufridos, no


porque revive a Jesús para que siga poniendo en marcha los planes reivindicativos
que Dios tiene para con todos, sobre todo para con los sufridos, sino porque la
fuerza del Espíritu impregna y activa en sus seguidores y, en los mismos sufridos,
la posibilidad de hacer lo mismo, obteniendo el mismo triunfo, aunque también
tengan que pasar por el dolor y la muerte como Jesús. El resucitado congrega a
sus seguidores: “Ahora id a decir a sus discípulos y a Pedro: El va delante de
vosotros a Galilea; allí lo veréis, tal como os dijo”124.

1.5.- Dios trinitario, fuente y meta de la comunión

La reflexión hecha hasta este momento nos ha ayudado a visualizar a un


Dios accesible, preocupado e implicado en su obra de creación, especialmente por
el sistema de relaciones que las personas establecen entre ellas. Hemos podido
entrar en contacto con la historia de un pueblo que se ha sentido acompañado por
un Dios que valora a cada uno de sus miembros, pero sin olvidar que son parte de
una realidad más amplia: la familia, el pueblo. Un Dios que crea al hombre -varón
y mujer- a su imagen y semejanza, realidad que muestra que es posible la unidad

123
José Luis, CARAVIAS, El Dios de Jesús (Don Bosco, Quito 1985) 118.
124
Mc 16,7.
86
en la diversidad y que el ideal hacia el que está llamada la condición humana no
es la soledad, sino la vida en comunidad.

Un Dios misericordioso, que no es indiferente ante las injusticias que surgen


entre los hombres, sino que es parcial con aquellos que se muestran más frágiles y
vulnerables. Un Dios que se identifica tanto con la condición humana, que se hace
hombre para activar, desde su abajamiento, la recuperación de su dignidad
personal y comunitaria. Desde esta realidad podemos decir que Jesús es la
revelación de Dios Padre: “Muchas veces y de muchos modos habló Dios en el
pasado a nuestros Padres por medio de los Profetas; en estos últimos tiempos nos
ha hablado por medio del Hijo”125.

Aunque Dios se había mostrado más accesible al pueblo de Israel que los
dioses de otros pueblos, Israel conserva cierta distancia con su Dios, como una
manera de reconocer su omnipotencia. En Jesús, el Dios inaccesible
(trascendente) se hace accesible. Desde los evangelios podemos constatar que la
manera de relacionarse con el Padre era única: con toda propiedad y sencillez
llama a Dios Abbá126, expresión que dispone a establecer una relación cercana y
afectiva con Dios, que no choca con el respeto y el reconocimiento de su
grandeza.

La identificación de Jesús con el Padre, que se expresa en el gran ímpetu


con el que asume el anuncio de su reinado, muestra a un Dios que,
definitivamente, no es un solitario. Por eso las primeras comunidades cristianas,
que tienen la suerte de poder ver desde la globalidad que les proporciona la
resurrección de Jesús, ponen de manifiesto una imagen de Dios con características
trinitarias. El Dios Creador encarnado en Jesús sigue actuando en el acontecer de
la Iglesia a través de su Espíritu. Desde esta síntesis se explica que los
evangelistas nos muestren, en diversos textos de los evangelios, la auto-
comprensión de Jesús como Dios Uno y Trino.

Jesús, a través de una serie de afirmaciones, muestra su estrecha vinculación


con el Padre: declara que Él y el Padre son Uno; que el Padre está en Él; y Él, en
el Padre; que todo lo que tiene el Padre es del Hijo; que el Padre Celestial es

125
Heb 1,1.
126
Cf. Mc 14,36; Mt 23,9.
87
bueno con todos; que el Hijo nos invita a ser perfectos como el Padre Celestial;
que es un Padre providente que sabe lo que necesitamos aún antes de que se lo
pidamos; que para orar basta llamarle Padre; que si queremos obtener su perdón
por nuestros pecados, hemos de perdonar; que porque el Padre es compasivo,
nosotros debemos ser compasivos con los demás; que cumplir su voluntad es
requisito para entrar en el Reino de los cielos127.

Pero, el Hijo y el Padre no están tan solos, Jesús anuncia que cuando llegue
el momento de dar testimonio de él ante los hombres, el Espíritu de nuestro Padre
hablará por nosotros; en ese momento no hablaremos nosotros, sino el Espíritu
hablará por nosotros128; ese Espíritu es la promesa del Padre; si antes, para entrar
en el Reino de Dios, había que cumplir la voluntad del Padre, ahora es preciso
nacer del Espíritu; el Espíritu es llamado por el Hijo, Paráclito; es enviado por el
Hijo de junto al Padre y procede del Padre; así como el Padre envió al Hijo, Éste
envía a los discípulos, y soplando sobre ellos, les da el Espíritu; el Espíritu es la
fuerza para ser testigo.

Es lo que consuela y mueve a profetizar; somos hijos porque Dios, el Padre,


ha enviado a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo129. La importancia de que
Dios sea Uno y Trino es expresada brillantemente por Leonardo Boff en el
siguiente texto:

“Si hubiese solamente uno, habría soledad y la incomunicación. Si hubiese


dos, habría separación (uno es distinto del otro) y exclusión (uno no es el otro), y
la relación entre ambos sería un frente-a-frente, en una contemplación narcisista.
Al haber tres, surge lo diferente, lo abierto, la posibilidad de que los dos miren
hacia fuera de sí en dirección a un tercero. El tres evita la soledad, supera la
separación y sobrepasa la exclusión. El tres afirma la identidad (el Padre), se abre
a la diferencia (el Hijo) y permite la comunión (el Espíritu)”130.

Si Dios significa tres personas divinas en eterna comunión entre sí, entonces
tenemos que decir que el ser humano en sus múltiples diversidades ha sido hecho

127
Cf. Jn 10, 30.16, 15; Mt 5, 45.48.6,8.9; Mc 11, 25; Lc 6,36.
128
Cf. Mt 7,2.10, 29; Mc 13,11; Lc 24,49.
129
Cf. Jn 3,5. 15,26. 20,21; Hc 1,8. 9,31; Ga 4,6.
130
Leonardo BOFF, San José, padre de Jesús en una sociedad sin padre (SAL TERRAE,
Santander 2007).
88
a imagen y semejanza de la Trinidad, por eso está llamados a construir la
comunión, que no es sólo estar juntos bajo un mismo techo o en un mismo grupo
o estar afectivamente unidos. La verdadera comunión requiere unidad, no
uniformidad, respetando, posibilitando y auspiciando la riqueza de la diversidad.
Las palabras de Juan Pablo II en la apertura del CELAM refuerzan, a través de
una imagen, el misterio de la Santísima Trinidad, cuyo reconocimiento tiene tanta
significación en la realidad del que se profesa creyente:

“Se ha dicho, de forma bella y profunda, que nuestro Dios, en su misterio


más íntimo, no es una soledad, sino una familia, puesto que lleva en sí mismo
paternidad, filiación y la esencia de la familia, que es el amor. Este amor, en la
familia divina, es el Espíritu Santo”131.

La Santísima Trinidad es la mejor comunidad, proclamaban las


comunidades eclesiales de base en Brasil hace unos años. Esta afirmación, que
recoge la sabiduría sencilla del pueblo, nos ayuda a valorar lo importante que es la
imagen que se tiene de Dios como fundamento del proceder humano. El Dios Uno
y Trino es fuente, exigencia y término de toda verdadera comunidad: “La Iglesia
de Jesús, o es trinitaria o no es cristiana”132. La espiritualidad cristiana, en la
Iglesia y en el mundo, tiene la vocación de hacer presente el misterio de la
Trinidad dentro de los vaivenes y esperanzas de la historia humana.

2.- FUNDAMENTACIÓN ECLESIOLÓGICA

Después de haber ahondado en la revelación del Dios cristiano que nos crea
a su imagen y semejanza, nos convoca a ser un pueblo que vive «entre iguales en
dignidad», que manifiesta su parcialidad por los más débiles, que interpela la
indiferencia con el hermano y que manifiesta el ideal de humanidad mostrándose
humilde, libre y obediente al plan de vida digna para todos, en el siguiente
apartado profundizaremos en la eclesiología del Vaticano II que, haciendo un
viraje en la concepción del ser humano y en las realidades del mundo, concibe a la
Iglesia como Misterio, Pueblo de Dios y servidora de la humanidad.

131
Juan Pablo II en Puebla, el 28 de enero de 1979, hablando a la Asamblea del CELAM.
132
Cf. Leonardo BOFF y Alfonso ORTIZ GARCIA, La Trinidad es la mejor comunidad
(Paulinas, Madrid 1990) 87-88.
89
También profundizaremos en los aportes que ofrece la Iglesia
latinoamericana, desde sus marcadas situaciones de injusticia y su compromiso
con los más pobres, finalmente abordaremos la corresponsabilidad de los
bautizados en los documentos del Concilio Plenario de Venezuela.

2.1. La Iglesia convocada por Dios para ser, expresar y activar la fraternidad

Con el Vaticano II se dio una revolución copernicana en la concepción de


Iglesia. Siendo la Trinidad el origen y el destino de la comunidad eclesial, todos
los cristianos tenemos la misma dignidad por los sacramentos de iniciación y por
la diversidad de ministerios y funciones, que son expresión de la unidad y la
corresponsabilidad compartida.

El Concilio en el momento de definir a la Iglesia, en lugar de partir de la


jerarquía, pone al Pueblo de Dios como base y este nuevo enfoque lleva a superar
la imagen de «pastor/rebaño» y de «cura de almas» que tanto ha marcado la
pastoral de la Iglesia hasta el momento.

El concilio redefine la identidad de la Iglesia desarrollando su eclesiología a


través de imágenes reveladoras de una nueva auto comprensión que conlleva
serias implicaciones y exigencias. A continuación, presentamos algunas de ellas:

a. Iglesia Misterio

Una de las nociones que refleja la novedad del Concilio, respecto a la auto
comprensión que la Iglesia tiene en el proyecto de cristiandad, es la noción
«Iglesia misterio». Que la Iglesia se defina como «misterio» significa que
encuentra su origen y su razón de ser, en el proyecto salvador que Dios realiza en
la historia de la humanidad.

Tal afirmación desplaza el protagonismo de la Iglesia a la voluntad salvífica


de Dios y le obliga a renunciar a toda manifestación de prepotencia y
autosuficiencia133. Tal como lo dice «Lumen Gentium»: “Todos los hombres son

133
En otras palabras, creemos en Dios y sólo en Dios, y no en la Iglesia como si constituyera una
cuarta dimensión del misterio trinitario. Cf. J.A. ESTRADA, Del misterio de la Iglesia al
pueblo de Dios (Sígueme, Salamanca 1988); S. MADRIGAL, “Iglesia”, en J.J. Tamayo, Nuevo
Diccionario de Teología, (Trotta, Madrid 2005) 456-465; S. PIÉ-NINOT, Eclesiología. La
sacramentalidad de la comunidad cristiana (Sígueme, Salamanca 2007) 75-98.
90
llamados a esta unión con Cristo, Luz del mundo, de quien procedemos, por quien
vivimos y hacia quien caminamos” 134.

La condición «Iglesia misterio», le identifica con un Dios que “se despojó


de su rango y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos” 135, se hace
hombre y de esa manera manifiesta su interés por la humanidad, por eso viene a
su encuentro, para hacerles a todos, hijos y hermanos, iguales en dignidad, y
llamarlos a la santidad: “Ante Cristo y ante la Iglesia no existe desigualdad alguna
en razón de estirpe o nacimiento, condición social o sexo, porque no hay judío ni
griego, no hay siervo ni libre, no hay varón ni mujer. Pues todos vosotros sois uno
en Cristo Jesús”136.

La significación de la Iglesia en el mundo, no está en la cantidad de sus miembros,


ni el poder que alcance; su fundamento está en la vitalidad que le comunica
Cristo, quien le insta a mantenerse en sintonía con el Espíritu137, y a ser
consciente, al mismo tiempo, de que está siempre necesitada de purificación138. El
asumir la noción Iglesia misterio obliga a identificarse con Dios Uno y Trino,
atalaya que le desafía a lograr la unidad en la diversidad.

A nivel interno: valorando los diversos carismas, ministerios y servicios,


que siendo obra del mismo Espíritu, deben ser respetados, valorados y puestos al
servicio de todos139 y a nivel externo: asumiendo una actitud de servicio y de
diálogo con el mundo y con todas sus expresiones sociales, culturales y religiosas.

b. Iglesia Pueblo de Dios

La noción «Pueblo de Dios», no es una expresión más de las que emplean


los documentos de la Iglesia, sino que es también, un punto de partida de la nueva
auto comprensión con la que el Concilio desafía a la Iglesia. Por ser un
señalamiento del que dependen muchas otras innovaciones concretas, hay quien
sostiene que es una de las mayores originalidades, tanto de la Constitución Lumen
Gentium como del Concilio.

134
LG 3.
135
Fil 2,6-8.
136
LG 32; Cf. Gal 3,28; Cf. Col 3,11.
137
Cf. LG 2.
138
Cf. LG 8.
139
Cf. LG 18.24.28.29.32
91
Afirma Antonio María Calero: “La noción de Iglesia como «Pueblo de
Dios», frente a la de «sociedad perfecta» e incluso frente a la de «cuerpo de
Cristo», revalorizada particularmente por Pío XII, hizo posible el
redescubrimiento de una amplia gama de la riqueza que encierra en sí la realidad
Iglesia: la dimensión histórica de la Iglesia, la categoría bíblica de la Alianza, la
continuidad y discontinuidad de la Iglesia respecto a Israel, la relación de los
bautizados dentro de la comunidad eclesial, la igualdad fundamental y la dignidad
de todos ellos en cuanto bautizados, la distinción entre Iglesia y Reino de Dios, la
naturaleza esencial escatológica de la Iglesia y el compromiso de la Iglesia en la
historia del hombre”140.

Desde el punto de vista histórico la denominación «Pueblo de Dios» era un


texto característico de los santos Padres, con él expresaban, tanto la relación de
Iglesia con Israel, como la catolicidad de la Iglesia: pueblo formado por personas
de todas las naciones. Esta denominación entró en desuso a partir de la Reforma,
cuando la acentuación protestante hizo énfasis en la Iglesia como hecho
comunitario, mientras la reacción católica, refuerza los aspectos jerárquicos o
institucionales, dejando a un segundo plano lo comunitario.

Esta situación justifica el distanciamiento que sufrió la Iglesia de sus fuentes


originarias, haciendo que la Iglesia se mostrase como una sociedad desigual,
formada por pastores y rebaños que tendía a identificar el sacerdocio de Cristo,
con el de los ordenados, y, a los laicos, como el pueblo 141.

Esta eclesiología que ponía en primer plano lo que diferencia a los


cristianos, comienza a evolucionar bajo el influjo de la renovación patrística hasta
llegar al Vaticano II, que representa el término del proceso y el punto de partida

140
Antonio María CALERO, La Iglesia misterio, comunión y misión (CCS, Madrid 2001) 243; Jon
Sobrino afirma que la noción Pueblo de Dios “Sirvió para contrarrestar el excesivo peso de una
eclesiología de cuerpo «místico», devolviendo historicidad a este cuerpo; sirvió para
contrarrestar la concepción jerarcológica de la Iglesia, devolviendo a la base universal de la
Iglesia la primacía sobre su vértice; sirvió para desmonopolizar la fe, encontrándola en primer
lugar en «todo el pueblo»” Jon SOBRINO, Resurrección de la verdadera Iglesia. Los pobres
lugar teológico de la eclesiología, (SAL TERAE, Santander 21984).
141
Este es el sentido de la mayoría de los textos magisteriales, de los teólogos e incluso de los
catecismos hasta 1917. Cf. Y. CONGAR, Ministerio y comunión eclesial (Fax, Madrid1973) 9-
30.
92
para la revalorización de la comunidad y del pueblo como elemento característico
de la Iglesia142.

El hecho de que el Concilio anteponga el capítulo «Pueblo de Dios» al de


Jerarquía de la Iglesia, quiere expresar su intención de anteponer lo que es común
a todos los miembros143, antes de hablar de diferencias. La Iglesia es un pueblo y
todos somos miembros de él; en este sentido, todos somos laicos. Y porque la
Iglesia es un pueblo, todos los cristianos necesitan de la comunidad cristiana, no
hay un cristianismo a-eclesial144.

Muchos teólogos coinciden en admitir que, una de las principales


consecuencias de entender a la Iglesia como Pueblo es que, desde el Papa hasta el
último miembro de la Iglesia, todos son iguales ante Dios y todos participan de
una misma condición y dignidad145.

La igualdad existencial y ontológica es anterior a la diversidad de


funciones, carismas y estructuras o ministerios 146. Esta afirmación excluye
también el individualismo eclesial; no hay Cristo sin Iglesia, ni cristianismo sin
comunidad; al relacionarnos con Cristo, automáticamente comenzamos a formar
parte de la comunidad cristiana, aunque sea de distintas maneras.

En la constitución Lumen Gentium los miembros del Concilio sostienen que


en la Iglesia hay dos realidades: la sustantiva y las relativas. La realidad
sustantiva es aquella en la que todos coincidimos como creyentes en Jesús que
somos, es la experiencia de nuestra fe, o el sentir de nuestra fe; aquello por lo que
todos estamos llamados a ser cristianos sin más, como empezaron a llamarse los
discípulos de Jesús en la ciudad de Antioquía147. Esta realidad es la que llamamos
teológicamente el «sacerdocio común de los fieles»148. Al respecto, comenta
Estrada lo siguiente:

142
Cf. Juan ESTRADA, La Iglesia: identidad y cambio. El concepto de Iglesia del Vaticano I a
nuestros días (Cristiandad, Madrid 1985) 80-83.
143
R. VELASCO, La Iglesia ante el tercer milenio (Nueva Utopía, Madrid 2002) 125.
144
Cf. Y. CONGAR, La Iglesia como Pueblo de Dios: «Concilium» 1 (1965) 11-21; R.
SCHNACKENBURG / J. DUPONT, La Iglesia como Pueblo de Dios: «Concilium» 1 (1965)
105-113; LG 9.
145
Ricardo BLÁZQUEZ, La Iglesia del Vaticano II (Sígueme, Salamanca 1988) 41.
146
Cf. LG 9.
147
Cf. Hch 11,26.
148
Cf. LG 10-12.
93
“Frente a un sacerdocio proveniente de una casta o tribu sacerdotal,
heredada, restringida a algunos varones, el sacerdocio del nuevo «Pueblo de Dios»
participa del sacerdocio de Cristo, en cuanto que son todos los miembros de ese
pueblo el sujeto del sacerdocio. Es todo el pueblo el que tiene que ser en su vida y
desde su vida, alabanza a Dios, oblación santa, grata y aceptable a Dios
ofreciéndole un culto en espíritu y verdad” 149.

Se trata de un sacerdocio proveniente del Espíritu, que no está restringido a


algunos miembros del pueblo, sino que está dirigido a todos los bautizados sin
distingos; un sacerdocio que consiste, no en ofrecer dones más o menos preciados,
pero que, en definitiva, son exteriores; sino en ofrecerse a sí mismos como
oblación santa, como sacrificio espiritual de olor agradable y completamente
acepto a Dios150.

Cuando se dice que el Pueblo de Dios es un Pueblo profético y


carismático151, se trata de devolverle al Pueblo el Espíritu Santo: que todos y cada
uno de sus miembros, pasen de una actitud pasiva y receptiva a ser sujetos activos,
donde nadie actúe, en principio, desde la sumisión, sino desde la creatividad de la
fe y desde la libertad de los hijos de Dios.

Desde las bases de una Iglesia conformada por personas ontológicamente


iguales, se puede y se debe hablar de la diversidad en la Iglesia. Estas son las
realidades relativas, aquellas en la que nos diferenciamos unos de otros. El
apóstol San Pablo dice que diversas son las vocaciones, los carismas, las gracias,
las funciones y los ministerios; pero toda esa rica diversidad de sus miembros,
brota de un único Espíritu, por lo tanto, tienen que servir, no al antagonismo, sino
al enriquecimiento mutuo del cuerpo eclesial.

Ser obispo, presbítero, religioso o laico, son servicios distintos dentro de la


Iglesia para su buen funcionamiento. Todos deben asumirse con espíritu de
servicio y de comunión, de tal manera que, siempre, lo más importante en la

149
Juan ESTRADA, La Iglesia: identidad y cambio. El concepto de Iglesia del Vaticano I a
nuestros días (Cristiandad, Madrid 1985) 252.
150
Cf. Rom 12,1; Ef 5,1.
151
Cf. LG 12.
94
Iglesia es su realidad sustantiva, aquello que está por debajo de nuestras
diferencias: el ser “cristianos” 152.

La construcción de la comunidad eclesial es tarea de todos los bautizados;


todos ellos son corresponsables, cada uno desde la peculiaridad de la vocación que
Dios le ha concedido. El modo de vivir y organizar la comunidad eclesial tiene
mucho que ver con la transformación evangélica del mundo.

La comunión eclesial es condición imprescindible de la misión. No se trata


de inventar nada nuevo, sino de recuperar la novedad original de la Iglesia,
consolidando la experiencia de los diversos ministerios laicales y las necesidades
actuales de la humanidad y de la misma Iglesia153.

La unidad católica exige la pluralidad que es lo más opuesto a la


uniformidad. La inculturación del cristianismo al occidente no puede ser la
medida ni la rémora para su inculturación con otras culturas. La referencia de la
Iglesia a la totalidad y al mundo, es lo que la diferencia, entre otras características,
de una secta: “Pero como el Reino de Cristo “no es de este mundo” (Jn., 18,36), la
Iglesia, o Pueblo de Dios, introduciendo este Reino no arrebata a ningún pueblo
sus bienes temporales, sino al contrario, todas las facultades, riquezas y
costumbres que revelan la idiosincrasia de cada pueblo, en lo que tienen de bueno,
las favorece y asume; pero al recibirlas las purifica, las fortalece y las eleva” 154.

c. Iglesia servidora155

Si hay algo que está claro a los teólogos y exégetas sobre el origen de la
Iglesia es que no fue fundada por Jesús para servirse a sí misma. Jesús convocó a
un grupo de discípulos, no para instruirlos y constituir un grupo o un movimiento
de salvación sectario, sino que los convocó para hacerlos participar con Él, en la
misión que el Padre le había confiado: la puesta en marcha del Reino de Dios.

En la mayoría de los modelos eclesiológicos, la Iglesia tiene una condición


de privilegio con respecto al mundo. Por ejemplo, en los modelos institucionales
preconciliares, la Iglesia oficial: enseña, santifica y regula con la autoridad de
152
Cf. St 2,7.
153
Cf. EN 3.
154
LG 13.
155
En el desarrollo de esta noción de Iglesia me inspiro en el desarrollo que hace Avery DULLES,
Modelos de la Iglesia. Estudio crítico sobre la Iglesia en todos sus aspectos (SAL TERRAE,
Santander 1975) 40 – 46.
95
Cristo; en los modelos de comunión conciliares: la Iglesia es vista como el Pueblo
de Dios o el Cuerpo de Cristo que avanza hacia la perfección final del Reino; en la
eclesiología sacramental: la Iglesia es entendida como la manifestación visible de
la gracia de Cristo en la comunidad humana.

En estos modelos, la Iglesia es vista como un sujeto activo y el mundo


como el objeto pasivo sobre el que la Iglesia actúa o influye. La Iglesia depende
directamente de Dios y se presenta como una especie de mediadora entre Dios y el
mundo. Dios viene al mundo a través de la Iglesia, y lo mismo sucede con el
mundo, que viene a Dios a través de la Iglesia; en la medida en que el hombre
cree en la Iglesia, se junta a ella y obedece sus enseñanzas.

Estos modelos generan ruptura y rechazo del mundo civil, que ha ido
siendo cada vez más activo e independiente ante la Iglesia. La Iglesia, por su
parte, da consejos al mundo, pero acostumbrada a ser la última palabra, siente que
no le prestan atención y asume posturas de condena y distanciamiento156.

El Papa Juan XXIII y el Concilio Vaticano II, plantearon un importante


cambio de actitud, por eso en la convocación al Vaticano II, hace las siguientes
afirmaciones: “Las almas neuróticas ven solamente oscuridades que anegan la faz
de la Tierra. Nosotros, sin embargo, preferimos reafirmar nuestra confianza en
nuestro Salvador, que no ha abandonado al mundo que ha redimido”157.

El Concilio asume un nuevo método teológico en la Eclesiología y que es


muy diferente del empleado hasta entonces. Muchos dicen que pudiera llamarse
diálogo-secular: diálogo, porque pretende operar en la frontera entre el mundo
contemporáneo y la tradición cristiana (incluida la Biblia), más que simplemente
en aplicar la última como medida del primero; y secular, porque la Iglesia toma al
mundo como un espacio teológico apropiado donde busca discernir los signos de
los tiempos.

156
Especialmente a partir de la segunda mitad del siglo XIX, la Iglesia no pierde la oportunidad de
dejar asentado que el mundo estaba teniendo serias dificultades, por buscar su desarrollo sin
tener en cuenta las normas de la Iglesia. Las encíclicas papales desde Gregorio XVI (1831-46)
a Pío XII (1939-58) deploran continuamente los errores modernos. En 1907 la Iglesia condenó
el modernismo, un movimiento que había comenzado como un esfuerzo de los católicos por
hacer a la Iglesia próxima a sus tiempos. Mucho más tarde ya, cuando estaba a punto de
estallar la Segunda Guerra Mundial, el Papa Pío XII publicó su primera encíclica Summi
Pontificatus (20 octubre 1939), que refleja el alto grado de anti modernismo que había en su
mente.
157
W. M. ABOTT, The Document of Vaticano II (América Press, Nueva York 1966) 704.
96
La imagen de la Iglesia que mejor armoniza con esta nueva actitud es la de
servidora. El nuevo enfoque eclesiológico fue preparado a través de una serie de
teólogos del siglo XX, entre los cuales, destacan dos: Teilhard de Chardin y
Dietrich Bonhoeffer. Según estos autores, la Iglesia debe despojarse de las
estructuras que pueden serle de obstáculo para su misión; y, para llevar a cabo su
tarea de servicio, debe trabajar dentro de las estructuras del mundo, más bien que
dedicarse a construir estructuras paralelas: “La casa de Dios no es la Iglesia, sino
el mundo. La Iglesia es la servidora y la primera característica del servidor es que
vive no en su propia casa, sino en casa ajena”158.

Pablo VI haciendo un balance del Concilio reconoce la acción del Espíritu


Santo que inquieta y desafía a la Iglesia a comprender, servir y evangelizar a la
humanidad sobre todo en el rostro de los que sufren en el que debemos reconocer
a Cristo:

“Quizás nunca como durante este Concilio se había sentido la Iglesia tan
impulsada a acercarse a la humanidad que la rodea, para comprenderla, servirla y
evangelizarla en sus mismas rápidas transformaciones. Y en el rostro de cada ser
humano, sobre todo si se ha hecho transparente por sus lágrimas y dolores,
podemos y debemos reconocer el rostro de Cristo”159.

Solo desde el testimonio podemos ser signos creíbles de lo que anunciamos,


por eso la Gaudium et Spes nos dice: “Los cristianos recordando la palabra del
Señor: «En esto conocerán todos que sois mis discípulos, en el amor mutuo que os
tengáis» (Jn 13,35), no pueden tener otro anhelo mayor que el de servir con
creciente generosidad y con suma eficacia a los hombres de hoy” 160.

2.2.- Opción por los pobres: Aportes de la Iglesia Latinoamericana

La corresponsabilidad de todos los bautizados en la misión de la Iglesia


adquiere una perspectiva muy importante, a partir de su opción por los pobres en
América Latina, que es la expresión de su fidelidad al Concilio en el que se
concibe a sí misma, como «servidora de la humanidad», y por lo tanto,

158
I. A. T. ROBINSON, The New Reformation? (Westminster Press, Filadelfia 1965) 92.
159
Pablo VI en la apertura de la segunda sesión del Concilio, en Concilio Vaticano II (BAC 252,
Madrid 1966) 490-493; Cf. Mt 25,40.
160
GS 93.
97
comprometida a poner su fe en Dios al servicio de la dignificación de las mayorías
empobrecidas de América Latina.

Trataremos de hacer una relectura del Concilio desde América Latina,


intentando reconocer en él, las semillas de la Iglesia de los pobres cuyo
compromiso se consolida en una opción con claras exigencias proféticas que le
obligan a ir más allá de la caridad y sensibilidad que siempre ha tenido la Iglesia
con los pobres.

a) Relectura del Concilio Vaticano II desde América Latina.

El desarrollo que el Concilio hace de la noción «Pueblo de Dios», constituye


un punto de partida para que la Iglesia adquiera una nueva auto comprensión de sí
misma, germen de una auténtica desclericalización, de una democratización en las
formas de ejercer la autoridad y de un redescubrimiento del papel de los diversos
carismas que el Espíritu da a todos sus miembros.

El que la Iglesia deje de centrarse en sí misma e intente ver al pueblo, o sea,


a la gente sencilla, a la gente común -yendo más allá de sus integrantes- genera el
interés y la necesidad de reconocer y de valorar la realidad y su contexto. Resulta
muy interesante constatar el gran entusiasmo que genera el Concilio en muchos
obispos, especialmente latinoamericanos.

Recordemos, por ejemplo, lo que Mons. Manuel Larraín, presidente de


CELAM, confiaba a sus compañeros y amigos, viendo acercarse la clausura del
Concilio: "Lo que hemos vivido es impresionante, pero, si en América Latina no
estamos muy atentos a nuestros propios signos de los tiempos, el Concilio pasará
al lado de nuestra Iglesia, y quién sabe lo que vendrá después"161.

Como respuesta inmediata al Concilio, surgió la necesidad de proponer su


aplicación en los diferentes contextos mundiales, procurando de esa manera,
desarrollar la colegialidad de la Iglesia e impulsar la aplicación de sus
orientaciones en las diversas realidades culturales. Fieles a las orientaciones del

161
G. GUTIÉRREZ, “La recepción del Vaticano II en Latinoamérica", en G. Alberigo/J. P. Jossua,
La recepción del Vaticano II (Cristiandad, Madrid 1987) 227.
98
Concilio, se realizaron conferencias continentales de obispos, en América latina
(1968), en África (1969) y en Asia (1970).

Sin embargo, la Conferencia del Episcopado latinoamericano realizada en


Medellín, no se quiso limitar a aplicar las líneas del Concilio a la región, sino que
propuso más bien, hacer una relectura del Concilio desde América Latina,
intentando aplicar la doctrina de los signos de los tiempos. El título que dieron a la
Conferencia es bastante sugerente: La Iglesia en la actual transformación de
América Latina a la luz del Concilio. Muchos teólogos, consideran que este
acontecimiento funda la Iglesia de una nueva época. Según ellos, a partir de aquí,
se puede hablar legítimamente de una Iglesia, de una pastoral y de una teología
latinoamericana.

Así lo afirma Clodovis Boff: “Los Documentos de Medellín representan el


"acto de fundación" de la Iglesia de América Latina a partir y en función de sus
pueblos y de sus culturas. Esos textos constituyen la "Carta magna" de la Iglesia
del Continente”162.

La aplicación de la doctrina de los signos de los tiempos en el contexto de la


Iglesia latinoamericana, lleva a los obispos a pronunciarse al final de la
Conferencia de Medellín, no en función de juntar esfuerzos para constituir una
Iglesia más fuerte, sino en función de poner la fe del pueblo latinoamericano, en
su mayoría católico, al servicio de la búsqueda de soluciones a los múltiples
problemas que padece el pueblo, y en la promoción integral de sus habitantes y de
las comunidades del continente, por eso dicen:

“Como pastores, con una responsabilidad común, queremos


comprometernos con la vida de todos nuestros pueblos en la búsqueda angustiosa
de soluciones adecuadas para sus múltiples problemas. Nuestra misión es
contribuir a la promoción integral del hombre y de las comunidades del
continente”163.

162 Clodovis BOFF, “La originalidad histórica de Medellín ” en: Revista electrónica
latinoamericana de teología (RELAT) 203.
http://www.servicioskoinonia.org/relat/203.htm.
163
Mensaje de los obispos a los pueblos de América Latina, al final de la Segunda Conferencia
General del Episcopado Latinoamericano, Medellín, septiembre de1968.
http://www.archivochile.com/Mov_sociales/iglesia_popular/MSiglepopu0022.pdf.
99
Este pronunciamiento colectivo corrobora el surgimiento de una Iglesia, más
interesada en las personas y en los contextos que le posibiliten una vida más
digna, que de consolidarse doctrinal o estructuralmente. Este nuevo perfil de
Iglesia, es lo que hace que teólogos, como Jon Sobrino, llamen a este momento
que vive la Iglesia latinoamericana, “la resurrección de la Iglesia de los pobres”164.

b) La Iglesia de los pobres.

Muchas son las muestras de que la carismática intuición de Juan XXIII de


proponer un Concilio ecuménico, no respondía sólo a la necesidad de poner a la
Iglesia al día en el diálogo con el mundo (las ciencias, la filosofía y otros) y las
distintas religiones; o la de modernizar su liturgia; sino que respondía a su interés
de hacer que la Iglesia volviese a su raíz más genuina de ser Iglesia de los pobres.

El 11 de septiembre de 1962, cuando hacían maletas para viajar a Roma los


obispos latinoamericanos, oyeron al Papa Juan XXIII hablar por la radio, de
algunos llamados «puntos luminosos» en vistas al Concilio. Y decía: “La Iglesia
siente el deber de hacer honor a sus responsabilidades frente a las exigencias y
necesidades actuales de los pueblos. Y también, frente a los países
subdesarrollados, la Iglesia se presenta tal como es, y quiere ser la Iglesia de
todos; pero, particularmente, la Iglesia de los pobres” 165.

El último punto luminoso señalado por Juan XXIII, suscitó muchos


comentarios dentro y fuera del aula conciliar, a tal punto que motivó que se
hiciera en la ciudad de Roma, un «Foro sobre la Iglesia de los pobres», a cuyas
sesiones participaron muchos obispos, cardenales, peritos y teólogos, con gran
interés y asidua presencia latinoamericana.

Del corazón de estas reflexiones, que se daban fuera de las aulas conciliares,
tiene explicación la profética intervención del cardenal Giacomo Lercaro,
arzobispo de Bolonia (Italia), en la que reclamó que al Concilio le faltaba «un
principio vivificador y unificante» de todos sus temas. Y propuso uno con estas

164
Jon SOBRINO, Resurrección de la verdadera Iglesia. Los pobres lugar teológico de la
eclesiología, (Sal Terae, Santander 21984) 99.
165
Un comentario de Gustavo Gutiérrez a ese punto luminoso de Juan XXIII, en G. GUTIÉRREZ,
"La recepción del Vaticano II en Latinoamérica", en G. ALBERIGO & J. P. JOSSUA, La
recepción del Vaticano II (Cristiandad, Madrid 1987) 221-225.
100
tres dimensiones: El Misterio de Cristo en los pobres, la eminente dignidad de los
pobres en el Reino de Dios y en la Iglesia, y el anuncio del evangelio a los pobres.

Y lo razonó teologal, eclesial e históricamente, recordando que esta era la


hora de los pobres, de los millones de pobres que estaban por toda la tierra; pero
que también, era la hora del Misterio de la Iglesia, Madre de los pobres y del
Misterio de Cristo en el pobre, por eso pidió a la asamblea que definiera como
centro articulador de todas las temáticas: «El Misterio de Cristo en los pobres de
la tierra y el Misterio de la Iglesia Madre de los pobres».

Pero, aunque en el Concilio Vaticano II surgieron voces proféticas como


esta, que pretendían que en la Iglesia se diera una conversión radical a los más
pobres del mundo, el pensar mayoritario del Concilio estaba centrado, sobre todo,
en el mundo moderno centroeuropeo, que vivía buscando y anhelando su «estado
de bienestar».

Contrario a esto, la realidad latinoamericana, en ese momento, estaba


viviendo fuertes procesos de toma de conciencia generalizada, ante las injusticias,
dependencias, miserias y opresiones, lo cual hacía imposible que sus pastores no
escuchasen el clamor de los millones de empobrecidos que irrumpían en la
sociedad y en la Iglesia reclamando salir de su «estado de malvivir».

Este impulso vivencial, asumido por muchos carismáticos pastores que


vibraban con el dolor, las angustias e injusticias de sus pueblos, alimentado con su
socialización con otros obispos que vivían sus mismos padecimientos, favoreció
que “en Medellín se diera la irrupción histórica de los pobres como un apremio
del Espíritu a las Iglesias del continente” 166.

Conviene señalar como un signo del Espíritu Santo, las palabras de Pablo
VI167 con motivo del décimo aniversario de la creación del CELAM el 24 de
noviembre de 1965, dos semanas antes de la clausura del Vaticano II que,
habiendo reunido a la directiva y equipos del CELAM y a todos los obispos
latinoamericanos participantes del Concilio, los exhortó a:

166
Manuel García CASTELLÓN, Guamán Poma de Ayala. Pionero de la teología de la liberación
(Pliegos, Madrid 1992) 67.
167
Cf. Pablo VI en la apertura de la segunda sesión del Concilio Vaticano II, en Concilio Vaticano
II (BAC 252, Madrid 1966) 851-862.
101
 Asumir el desafío de una sociedad en movimiento, sujeta a cambios rápidos
y profundos, donde defender lo que existe ya no basta, porque la masa de la
población cobra conciencia cada vez mayor de sus difíciles condiciones de
vida, y cultiva un deseo irrefrenable y bien justificado de cambios
satisfactorios.
 Lamentó el hecho de que algunos permanecieran cerrados al soplo
renovador de los tiempos y les reclama la falta de sensibilidad humana y de
visión crítica ante los problemas que se agitan a su alrededor. También les
insistió en que la fe del pueblo latinoamericano debe alcanzar una mayor
madurez, por lo que les animó a orientar la evangelización, a transformar las
parroquias en verdaderas y auténticas comunidades eclesiales en las que
nadie se sienta extraño y de las que todos sean parte integrante.
 Finalmente, les urgió a pasar a acciones sociales concretas, recordándoles
que la súplica dolorosa de tantos que viven en condiciones indignas de seres
humanos, no pueden dejar de afectarnos ni pueden dejarnos inactivos como
Iglesia, ya que éstas no pueden, ni deben quedar desoídas e insatisfecha.

Toda esta realidad descrita obliga a los obispos a iniciar esta segunda
conferencia episcopal de Medellín, realizando un serio estudio sobre la realidad
latinoamericana, cuya interpretación se muestra en la introducción del documento,
de la siguiente manera:

“Estamos en el umbral de una nueva época histórica de nuestro continente,


llena de un anhelo de emancipación total, de liberación de toda servidumbre, de
maduración personal y de integración colectiva. Percibimos aquí los preanuncios
en la dolorosa gestación de una nueva civilización. No podemos dejar de
interpretar este gigantesco esfuerzo por una rápida transformación y desarrollo,
como un evidente signo del Espíritu que conduce la historia de los hombres y de
los pueblos hacia su vocación”168.

Pero esta realidad despierta en los obispos su corazón de pastores que


entienden que la pastoral comienza y termina en prójimos concretos que requieren
de la solidaridad comprometida de la Iglesia:

168
DM 4.
102
“El Episcopado Latinoamericano no puede quedar indiferente ante las
tremendas injusticias sociales existentes en América Latina, que mantienen a la
mayoría de nuestros pueblos en una dolorosa pobreza cercana, en muchísimos
casos a la inhumana miseria. Un sordo clamor brota de millones de hombres,
pidiendo a sus pastores una liberación que no les llega de ninguna parte” 169.

c. La Opción por los pobres.

La desafiante realidad latinoamericana en la que la pobreza reclamaba


respuestas concretas, encontró en el entusiasmo de muchos obispos y en el
compromiso de mucha gente de base, el ámbito propicio para que se oficializara la
«opción por los pobres» como orientación y exigencia para toda la Iglesia
latinoamericana.

Con este signo, la Iglesia de este continente, muestra que toma en serio las
directrices del Concilio y la interpelante realidad de desigualdad y de injusticia en
la que viven la mayoría de sus habitantes.

Esta opción ya había sido asumida anteriormente por muchos cristianos de


base y de la jerarquía, quienes, desde días inmemorables, se habían identificado,
solidarizado y comprometido con los pobres y sus causas. Medellín primero, y
luego muchos otros documentos de la Iglesia a nivel general, continental,
nacional, de Iglesia particular, en parroquias y pequeñas comunidades, socializan
las conversiones y exigencias que supone tal opción.

Siendo una opción de la Iglesia, es una opción de fe que tiene sus


fundamentos, en el Dios de Jesús y en el reconocer a los pobres como víctimas de
un sistema injusto que exige acciones efectivas del creyente. El Dios de Jesús es el
de Israel, el que crea la humanidad a su imagen y semejanza, el que se parcializa
por el pueblo débil y sometido y asume nuestra historia procurando caminos de
verdadera liberación.

La opción por los pobres es el nuevo modo de poner en práctica la «caridad»


que, ante determinadas situaciones históricas de pobreza, exige una opción a su
favor, a través de una toma de posición social, a través de una elección histórica

169
DM 14,1-2.
103
que, si quiere ser auténtica, exige a la Iglesia un cambio de lugar social, o sea, que
se desplace a la acera de enfrente, a la de los pobres; que se alíe con sus intereses,
que confíe en ellos; que apoye sus proyectos, para, de esa manera, participar
activamente con ellos en la construcción de esa nueva sociedad que tiene como
horizonte el Reino de Dios.

Así lo reafirma José María Vigil: “Optar por los pobres no es optar por sus
personas, sino optar por su causa, por su perspectiva, por sus intereses, por su
forma de ver la sociedad, por hacerse solidario con ellos, por participar en sus
luchas, por compartir la utopía que les anima en su compromiso liberador. Por
tanto, optar por los pobres significa -esto sí- excluir la perspectiva de los ricos,
excluir sus intereses de clase, su forma de ver la sociedad, sus intereses privados y
privatizantes, sus proyectos de consolidación del actual sistema que les favorece a
base de explotar a los pobres”170.

La opción por los pobres es amor preferencial, sí, pero, consciente, crítico,
comprometido, solidario, político y geopolítico; redescubierto, desde el Evangelio
del Dios de los pobres y desde el anuncio de su Reino. Esto supone para la Iglesia,
romper alianzas con el poder y con los poderosos.

Siempre se debe ayudar a los pobres, pero se debe estar atento para no
hacerlo aliándose con el poder que oprime, que pretende siempre blanquear su
imagen valiéndose, muchas veces de la Iglesia, para legitimar su sistema de
injusticia171.

“La opción por los pobres significa una importante novedad en la


determinación de la misión de la Iglesia; su novedad e importancia, sin embargo,

170
J.M. VIGIL, “Opción por los pobres, ¿preferencial y no excluyente?”, en Sobre la opción por
los pobres (Sal Terrae, Santander 1991) 32-33.
171
Al respecto se han hecho muchas reflexiones sobre la opción por los pobres que es opción por
la justicia y que no es preferencial. Sobrino en el libro «Resurrección de la Verdadera Iglesia»,
desarrolla un apartado sobre la fe y la justicia pero sobre todo José María Virgil ha desarrollado
un importante reflexión al respecto en su libro Sobre «la opción de los pobres» donde alerta
acerca de que “Algunos autores suavizaron su discurso sobre la opción de los pobres,
prefiriendo abandonar la perspectiva del Amor-Justicia y sustituyéndola casi completamente
por la de la «gratuidad» de Dios como fundamento de la opción por los pobres. En este nuevo
planteamiento, Dios, simplemente «pre f i e re» a los pobres, tiene una «debilidad»
misericordiosa, una «ternura» incontenible hacia ellos, y a este hecho no habría que buscarle
muchas razones, precisamente por ser «gratuito»”. J.M., VIGIL, “Opción por los pobres,
¿preferencial y no excluyente?”, en Sobre la opción por los pobres (Sal Terrae, Santander
1991) 4.
104
van más allá de lo misionero-pastoral. La determinación del destinatario
preferencial de la misión de la Iglesia desencadena una lógica y un dinamismo que
lo permea todo, de modo que la opción por los pobres no se reduce a determinar el
destinatario de la misión, sino que configura todo el hacer y ser de la Iglesia, su fe,
esperanza y caridad; se presenta incluso como una forma de vivir y actuar en este
mundo y de ser simplemente un ser humano”172.

La opción por los pobres será un imperativo ético que deberá desafiar a
todas las sociedades, que por muy desarrolladas y reconciliadas que se quieran
mostrar, participan de un sistema global que progresivamente desecha a más de
las tres cuartas partes de la humanidad, condenándola a vivir en la miseria y en la
injusticia.

Pero además de ser un imperativo ético es un imperativo evangélico: “La


opción por los pobres es un imperativo evangélico antes que una exigencia
histórica. Como ha dicho H. de Lubac, el que opta por una ideología (p.e. el
socialismo), nunca está seguro de no haberse engañado; el que opta por los pobres
está seguro de haber hecho una buena opción, porque ha optado como optó Jesús
y ha optado por Jesús”173.

2.3.- La corresponsabilidad en los documentos de la Iglesia de Venezuela

Uno de los grandes logros del Concilio Plenario es su esfuerzo por hacer
aplicable las conclusiones de sus documentos, meta que pretende alcanzar con el
método, ya empleado en otras asambleas latinoamericanas, «ver, juzgar y actuar».
Este método ofrece la oportunidad de: tener una visión general de la realidad
pastoral analizada desde los distintos enfoques que ofrecen los diecisiete temas
abordados por el Concilio174; refrescar las orientaciones doctrinales de los últimos
documentos de la Iglesia al respecto de cada uno de los temas abordados; y

172
Jon Sobrino, “Opción por los pobres” en: Revista electrónica latinoamericana de teología
(RELAT) 251 http://www.servicioskoinonia.org/relat/251.htm.
173
Cl. BOFF, “Opción por los pobres – Teología moral”.
http://www.mercaba.org/DicTM/TM_opcion_por_los_pobres.htm.
174
Los diecisiete temas abordados en el Concilio Plenario de Venezuela son los siguientes: La
proclamación del evangelio en Venezuela, la comunión en la vida de la Iglesia, la contribución
en la gestación de una nueva sociedad, la catequesis, la vida consagrada, la familia, el laicado,
los jóvenes, los ministros ordenados, la liturgia y las instancias de participación y comunión, la
educación, la evangelización de la cultura, los medios de comunicación social, el ecumenismo,
el diálogo interreligioso, y las sectas y otros movimientos religiosos.
105
finalmente, ver las líneas de acción que permitirán una nueva praxis y que, desde
cada bautizado o instancia eclesial, respondan a los retos que emergen de la
realidad venezolana actual.

Este trabajo consistirá, en primer lugar, en ofrecer algunas apreciaciones


generales que hacen ver que el Concilio, ya de por sí, es signo de una Iglesia
interesada en renovarse e incorporar al mayor número de personas, en la misión
corresponsable de los bautizados. En segundo lugar, señalar algunas líneas de
acción de los documentos del Concilio Plenario, donde se exprese el compromiso
asumido por la Iglesia venezolana a favorecer la corresponsabilidad de los
bautizados.

a. Apreciaciones generales del Concilio Plenario

 El Concilio, además de la sensibilización colectiva y los documentos que


produjo, con sus logros y limitaciones, constituye una señal de algo nuevo
que está naciendo en la Iglesia Venezolana: la necesidad de generar criterios
comunes en cuanto a la pastoral entre las diócesis de Venezuela. El interés
por favorecer una pastoral de conjunto constituye un importante signo de la
voluntad de poner en marcha de la corresponsabilidad eclesial a nivel
nacional.

 La consulta al pueblo de Dios, previa a las sesiones del Concilio, ofreció


una importante iluminación para la selección y enfoque de los temas
desarrollados a lo largo del mismo, pero también constituyó, por una parte,
en muchas parroquias, comunidades religiosas, grupos apostólicos y
diócesis, una verdadera experiencia de comunión eclesial que permitió que
muchos bautizados se sintieran tomados en cuenta y se pudieran expresar.
Por otra parte, una oportunidad desaprovechada en muchos casos, por el
desinterés de algunos, y hasta el rechazo de agentes responsables y
miembros de bases cristianas.

 En las seis sesiones del Concilio estuvieron representadas todas las


instancias y sectores eclesiales: obispos, sacerdotes diocesanos y religiosos,
rectores de seminarios, religiosas y miembros de institutos seculares,
movimientos de apostolado seglar, laicos asociados y no asociados. Esto,

106
que constituye una experiencia eclesial sin precedentes en Venezuela,
permitió que se superasen prejuicios y hasta hostilidades entre las distintas
expresiones de Iglesia presentes, gracias al trato directo de la convivencia
diaria y a las responsabilidades compartidas, en las sesiones y fuera de ellas.

 Entre los participantes a las sesiones, había gente sencilla y popular,


indígenas, y profesionales: médicos, abogados, comunicadores sociales,
ingenieros, educadores, rectores de universidades, sacerdotes, religiosos,
obispos... El Concilio ha sido un reflejo de la universalidad de nuestra
Iglesia. Personas muy diferentes, no sólo por su vocación, sino también por
su edad, espiritualidad, mentalidad y formación, participaron del
discernimiento de una iglesia que, reconociendo sus debilidades, comparte
los sueños de una mayor fidelidad a Dios en el contexto venezolano; todo,
en un clima de respeto, libertad e igualdad de participación175.

 Las sesiones constituyeron verdaderas experiencias de discernimiento


espiritual en la que se sintió la presencia del Espíritu que interpela a la
Iglesia Venezolana en sus diversos modos de exclusión y en la necesidad de
generar modos de inclusión.

 Tomar como línea teológico-pastoral la «Comunión y Solidaridad»,


constituye un importante signo de sensibilidad e identificación con una
Iglesia comprometida en generar fraternidad y justicia, desde relaciones
igualitarias y corresponsables entre sus miembros.

 El haber asumido como ejes transversales para el enfoque de todos los temas
desarrollados: «la situación del país y de la Iglesia, la familia, los laicos, la
educación, la juventud y la cultura», ponen de manifiesto el compromiso
que tiene la Iglesia de participar activamente junto con la sociedad civil en
la construcción de la Venezuela que requieren los nuevos tiempos, para
poder vivir en paz, justicia y armonía.

175
Cf. Raúl BIORD CASTILLO, Conociendo nuestro Concilio, (Trípode,Caracas 2007) 9.
107
b. Principales líneas de acción que refuerzan la corresponsabilidad de los
bautizados

 Todo cristiano por el bautismo es «sujeto» de la misión de la Iglesia176

Este, que es uno de los aportes más importantes de la eclesiología conciliar,


constituye unos de los desafíos fundamentales que tiene la Iglesia en los actuales
momentos, por eso el Concilio Plenario sostiene que “será necesario impulsar en
los fieles laicos una mayor conciencia de su compromiso bautismal en la línea de
una conversión personal y comunitaria para lograr un mayor protagonismo laical
especialmente en la animación e inculturación de los valores del Evangelio en las
áreas económica, social, política y cultural” 177.

Insiste en que es urgente reconocer y fortalecer la participación y la


corresponsabilidad en las comunidades cristianas, superando prejuicios y cualquier
tipo de discriminación178; además, motiva que las comunidades, parroquias, zonas
pastorales o arciprestazgos y diócesis, convoquen asambleas, como instancias de
participación y proyección de la acción pastoral179; también insiste en que se
multipliquen formas de participación eclesial, de acuerdo a las necesidades y los
carismas de cada persona, para que aumenten los bautizados que se sientan
corresponsables en la misión de la Iglesia en un determinado lugar 180.

 «La Iglesia signo de comunión para el mundo»

La realidad venezolana marcada por la acentuación de las diferencias y por


la polarización entre las personas debido a la situación política y a las diferencias
sociales, desafía a la Iglesia a ser signo de comunión, siguiendo las orientaciones
de la exhortación post-sinodal «Ecclesia in América», que presenta la
comunión, como el proyecto de Dios para la humanidad y para la Iglesia 181.

176
CPV 07,17.
177
CPV I3,127.
178
Cf. CPV 1,115.
179
Cf. CPV 11,155.
180
Cf. CPV 1,143.
181
“Ante un mundo roto y deseoso de unidad es necesario proclamar, con gozo y fe firme, que
Dios es comunión, Padre, Hijo y Espíritu Santo, unidad en la distinción, el cual llama a los
hombres a que participen de la misma comunión trinitaria. Es necesario proclamar que esta
comunión es el proyecto magnífico de Dios (Padre); que Jesucristo, que se hizo hombre, es
el punto central de la misma comunión; y que el Espíritu Santo trabaja constantemente
para crear la comunión y restaurarla cuando se hubiere roto. Es necesario proclamar que la
108
El Concilio Plenario, invita a los creyentes a hacerse servidores de la
inclusión y del entendimiento entre las diversidades: “de modo que se supere el
escándalo de un país de mayorías cristianas que marginan a la mayor parte de
sus habitantes”182. Pero, para lograr este objetivo, no ve otro camino que:
“Incentivar un proceso de conversión que permita comprender y reconocer a toda
la Iglesia como servidora de la humanidad (GS 3), impulsando un diálogo
fraterno entre las personas inmersas en diversas culturas y situaciones del país,
trabajando por el entendimiento entre todos los sectores de la sociedad y
promoviendo la reconciliación en todos los niveles” 183.

Sin duda que un medio que posibilitará tal conversión desde el corazón, es
el internalizar la espiritualidad de comunión, por eso invita a “Impulsar la
Espiritualidad de la Comunión que se fundamenta en el Misterio Trinitario y se
abre a las dimensiones de una responsabilidad cada vez mayor por las personas,
en particular los más pobres y necesitados”184.

 La opción por los pobres

El Concilio reafirma esta opción ya hecha por la Iglesia latinoamericana,


comprometiéndose a denunciar proféticamente las injusticias y toda situación que
sea contraria al plan salvífico de Dios, por eso dice que es necesario “asumir la
causa de los excluidos, haciendo oír la voz profética de la Iglesia en su defensa, y
favoreciendo actividades y proyectos en que los excluidos se constituyan, personal
y comunitariamente, en sujetos sociales, culturales y eclesiales” 185.

Pero, para que esta opción se haga realidad es importante fortalecer


organizaciones de base que luchen por la reivindicación y defensa de sus
derechos186. También advierte que es importante asumir la vida, como una
vocación para servir dentro y fuera de la comunidad cristiana, desde los criterios
de Jesús, cosa que invierte los criterios que mayoritariamente rigen a la sociedad
actual. Por eso insiste el Concilio en, “desde la opción preferencial por los pobres,

Iglesia es signo e instrumento de la comunión querida por Dios, iniciada en el tiempo y


dirigida a su perfección en la plenitud del Reino” (CCCS 21; EA 33).
182
Cf. CPV 11,163.
183
CPV 2,63.
184
CPV 2,67; cf CPV 11,155; CPV 11,168; CPV 9,112; CPV 9,114-125; CPV 11,128.
185
CPV 11, 122.
186
Cf. CPV 1,122-127.
109
ejercer un influjo real de transformación hacia un sistema económico más justo,
más solidario y más propicio al desarrollo integral de todos y cada uno de los
habitantes de Venezuela”187.

 Una Iglesia misionera

La convicción de contar con una Buena Noticia que ofrecer y la conciencia


de projimidad con todos los seres humanos inspira en los cristianos la necesidad
de autodefinirse como Iglesia misionera. Dice el Concilio: “La Iglesia o es
misionera o no es Iglesia. Todo bautizado debe ser misionero. Lo que realmente se
comunica y refuerza es que a todos debe alcanzar la vocación misionera de la
Iglesia. El Decreto Conciliar «Ad Gentes» lo confirma: «La Iglesia peregrinante
es, por su propia naturaleza, misionera» (AG 2)”188.

Su propia naturaleza le obliga a ir a todos; sobre todo, hacia los que no


vienen, no tienen y no saben. Por eso insiste en la necesidad de “reforzar la
conciencia misionera de toda la Iglesia: anunciar el evangelio, con la palabra y
con el ejemplo, es un deber de todo bautizado” 189.

 Desplazamiento hacia los más pobres

Para que la Iglesia no se quede en simples elucubraciones teóricas, el


Concilio exhorta a: “propiciar y apoyar presencias y proyectos pastorales de
desplazamiento e inserción en sectores populares (barrios, campesinos, indígenas,
frontera), para una mayor relación con los que tienen menores posibilidades” 190.
Es urgente que la Iglesia se acerque a la gente, en especial, a los alejados y les
haga ver que es posible y necesario vivir en comunidad.

Por eso sostiene que es fundamental “Crear y acompañar comunidades


cristianas y comunidades eclesiales de base en las que se anuncie el Evangelio de
forma más personalizada, para que su influjo sea más incisivo y sus participantes
tengan mayores oportunidades de conocerse, tratarse como hermanos, orar con la
Palabra de Dios (lectura orante), compartir bienes, dificultades y compromisos,
luchar por una vida más digna, comunicarse con otras comunidades y proyectarse

187
CPV 1, 122; Cf. CPV 1,123-127; CPV 3,130.
188
CPV 1,97.
189
CPV 1,112.
190
CPV 1,138.
110
hacia los demás. Promover la evangelización casa por casa con el fin de atraer o
convocar al cristiano alejado para que se incorpore a ellas”191.

 Renovar y reorganizar las estructuras

El Concilio entiende que los cambios que los nuevos tiempos exigen a la
Iglesia no se pueden dar, si no se renuevan y reorganizan las estructuras que
permitan una participación progresiva de todos, no solo en la ejecución, sino
también en la programación y en la evaluación de la pastoral de la Iglesia. Por eso
el Concilio pide:

“Crear canales de participación para que los fieles laicos sean y se sientan
sujetos y protagonistas en la proclamación del Evangelio y no simples receptores
o instrumentos pasivos. Obispos, sacerdotes y consagrados deben animar,
estimular, acompañar y valorar el trabajo de los fieles laicos en el anuncio del
Evangelio”192.

Por ejemplo, en las parroquias se ve la necesidad de organizar sectores para


llegar a todos, promover una mayor participación de los que asiduamente asisten a
la vida cristiana de las comunidades parroquiales y generar nuevas estrategias y
respuestas evangelizadoras que permitan llegar sistemáticamente a los alejados193.

 Valorar y respetar las distintas culturas

Esta es una exigencia que tiene sus fundamentos en el respeto y dignidad


que merece cada ser humano y cada pueblo. A este respecto el Concilio exhorta en
la necesidad de “Incentivar el conocimiento de las diferentes culturas presentes en
Venezuela, por medio de una investigación sistemática que permita descubrir los
valores y limitaciones que se viven en ellas y anunciar el Evangelio en las
categorías y expresiones que le llegan a la gente, permiten su comprensión y
favorecen su adhesión”194.

Y también insiste en la importancia de: “propiciar y apoyar experiencias


concretas de inculturación del anuncio del evangelio en la liturgia, en la

191
CPV 1,143; cf. CPV 1,138-145. 191; CPV 11,180.186.
192
CPV 1,115.
193
Cf. CPV 1,140.165.
194
CPV 1,129.
111
catequesis, en las formas de agrupación y asociacionismo, etc., que tengan como
base las características de las culturas de nuestro país y sus constantes
transformaciones”195.

 Una formación progresiva y sistemática

Para fortalecer la corresponsabilidad de los bautizados, es esencial


consolidar su arraigo en la fe y su pertenencia eclesial. El Concilio sostiene que
esto será posible, si en las distintas instancias eclesiales se ofrece una formación
sistemática y progresiva. Sugiere reforzar la formación específica de los agentes
pastorales en las diversas comunidades, para que, desde una experiencia y
vivencia interior, junto con una formación doctrinal y su inserción en la vida del
pueblo, se vaya fraguando una verdadera inculturación del evangelio en los
propios ambientes. Se habla de lo importante de generar espacios de reflexión y
escuelas de formación diversificadas, según la situación de cada agente y según
las necesidades a las que éstas respondan196.

 Pastoral orgánica, planificada y participativa

Entre los principales objetivos del Concilio, cabe destacar el responder a la


exhortación que le hace Juan Pablo II a los obispos del mundo en la encíclica
«Novo Millenio Ineunte»: “Ayudados por la participación de los diversos sectores
del Pueblo de Dios, señalen las etapas del camino futuro, sintonizando las
opciones de cada Comunidad diocesana con las de las Iglesias colindantes y con
las de la Iglesia universal”197.

Con la IV Conferencia del Episcopado Latinoamericano, podríamos afirmar


que: “La acción pastoral planificada es la respuesta específica, consciente e
intencional a las necesidades de la Evangelización. Deberá realizarse en un
proceso de participación, a todos los niveles, de las comunidades y personas
interesadas, educándolas en la metodología del análisis de la realidad, para la
reflexión sobre dicha realidad a partir del Evangelio; en la opción por los

195
CPV 1,132.
196
Cf. CPV 1,123-132.170.
197
NMI 29.
112
objetivos y los medios más aptos y su uso más racional para la acción
evangelizadora” 198.

Esto es sólo posible promoviendo una pastoral orgánica, planificada y


participativa que consolide a la Iglesia en la unidad y le proyecte en el tiempo,
involucrando progresivamente el mayor número de personas en el ejercicio de su
misión. Esto exige que cada Iglesia local elabore su plan pastoral, que luego se
debe poner en marcha a través de actividades generales, a nivel diocesano, zonal,
parroquial, de pequeñas comunidades hasta aterrizar en la familia «Iglesia
doméstica». El Concilio propone cursos de planificación199: que los Consejos y
equipos Pastorales diocesanos, parroquiales, zonales, sectoriales y de grupos,
movimientos y otros, proyecten sus acciones ubicándose desde la perspectiva
diocesana200.

 Itinerarios, proceso en el acompañamiento

El Concilio destaca, en varios de sus documentos, la necesidad de poner en


marcha procesos de acompañamiento sistemático para la formación, tanto de los
que tienen responsabilidades (aunque sean muy pequeñas), como para todos los
bautizados. En el documento primero sobre «la proclamación del evangelio de
Jesucristo», una de las líneas de acción, es la de formar agentes, insistiendo en la
importancia de poner en marchas procesos y no reducirse a realizar sólo
actividades201.

El documento segundo sobre la comunión de vida en la Iglesia, sostiene


que, sólo un proceso de conversión, posibilita el hacernos signos de comunión202.
El documento tercero sobre «la catequesis», plantea como una de sus prioridades,
el proceso de iniciación y maduración de la fe, no sólo de los niños sino también
de los adultos y de los agentes203; también en el documento décimo primero sobre
«las instancias de participación», uno de sus desafíos es desarrollar programas
permanentes de formación de todos los miembros del Pueblo de Dios, que

198
DP 1307.
199
Cf. CPV 11,170.
200
Cf. CPV 11,2387-244.
201
Cf. CPV 1,169-172.
202
Cf. CPV 2, 63.
203
Cf. CPV 3,109-118.
113
permitan asumir los desafíos que se presentan a la acción evangelizadora de la
Iglesia204.

3.- CONCLUSIÓN

Como síntesis podemos subrayar algunas ideas-fuerza que surgen del


recorrido a través de la fundamentación bíblica-teológica-eclesial que hemos
expuesto a largo de este capítulo:

El Dios Uno y Trino en el que se armoniza la unidad en la diversidad, nos


ha hecho a su imagen y semejanza y nos convoca a constituirnos en un pueblo
donde se vive entre «iguales en dignidad». Un Dios que, a través de los profetas,
en la injusticia, manifiesta su parcialidad por los más pobres y débiles,
interpelando continuamente a su pueblo a una conversión de corazón hacia la
justicia, la fraternidad y la misericordia.

A través de la encarnación, Dios revela en Jesús su ideal de humanidad que


se expresa en la libertad ante todos los condicionamientos que atentan contra la
dignidad de las personas, la obediencia a la voluntad del Padre que quiere que
todos tengan vida en abundancia y la fidelidad que implica entregar todo, hasta la
propia vida, con la certeza y la esperanza en la victoria de la lógica de Dios.

Estas certezas teológicas son la que fundamentan la eclesiología del


Concilio Vaticano II que, dando un giro hacia el hombre y las realidades del
mundo, considera la Iglesia Servidora, Pueblo de Dios en marcha, en la que todos
los bautizados somos iguales en dignidad y sujetos corresponsables de la misión
encomendada por Jesús a sus seguidores: participar en la construcción de un
mundo más justo y fraterno.

Una Iglesia que toma parte por los desfavorecidos, los alejados y los que no
cuentan y, desde ellos, se piensa, define sus opciones y se organiza, elaborando
planes a corto, mediano y largo plazo, favoreciendo la máxima participación y
asegurando, de esta manera, la continuidad, gradualidad y globalidad de sus
objetivos. Estos rasgos constituyen el horizonte que inspira la reflexión y las
respuestas que ofrece el Concilio Plenario de Venezuela.

204
Cf. CPV 11,166-170.
114
CAPITULO III

TEOLOGÍA, METODOLOGÍA Y PEDAGOGÍA

DE UNA PASTORAL COMUNITARIA

Una pastoral que ofrece posibilidades y mediaciones


para activar la corresponsabilidad fraterna en
parroquias populares

115
Con este último capítulo pretendemos conceptualizar algunos aportes
para una propuesta pastoral que creemos pueda servir de estímulo y orientación
para el trabajo parroquial, especialmente en zonas populares. Se trata de
profundizar en las exigencias de la teología de comunión, en lo que respecta al
rescate de la dignidad de cada bautizado y en la urgente tarea de convertirlo
progresivamente, en sujeto de la misión de la Iglesia, dentro de una realidad
ansiosa de respuestas “redentoras”.

Dichas exigencias deben ser aterrizadas a través de un serio y sistemático


acompañamiento personal y comunitario que, desde una identificación con el Dios
de Jesús, posibilite que los bautizados paulatinamente asuman un cambio de
actitud ante la realidad y reconozcan su condición de ser sujeto y objeto de los
cambios que ella requiere, para transitar por los caminos del Reino de Dios.

El logro de este objetivo es posible si se aplica el método y la pedagogía


adecuada para que, a través de un itinerario que permita la progresividad en los
cambios, se dé la participación de todos de manera corresponsable.

1. ASPECTOS REFERENTES A LA TEOLOGÍA PASTORAL

El Concilio Vaticano II auspició un nuevo modo de hacer teología, que


Geffré denominó “el paso de la teología dogmática a la teología hermenéutica”205.
Se trata de un nuevo modo de llegar a la verdad. Antes, para hacer teología, se
partía del principio general, del dogma y luego se aplicaba o se justificaba en la
realidad. Una visión pre-científica típica de una cosmovisión rural que tiene como
matriz la naturaleza misma y que se rige por leyes que se asumen sin razonar. En
esta postura, el sujeto se insertaba en una tradición, sin tomar distancia de ella y
sin mirarla como objeto de análisis.

El nuevo modo de hacer teología conlleva tres elementos importantes para


acercarnos a la verdad: el científico, el histórico (tiempo) y el espacial (lugar).
Hacer teología no puede prescindir de ninguno de estos tres elementos: implicará
tener en cuenta la realidad (cuándo, dónde y por qué) en la que se manifiesta Dios,
para llegar a la verdad (el dogma). Esto requiere la aplicación de un método de

205
Cf. Cl.GEFFRÉ, Croire et interpréter. Le tournant herméneutique de la théologie (Paris, Cerf,
2001).
116
análisis, teniendo en cuenta el contexto histórico y la circunstancia concreta en el
que se produce la reflexión teológica.

Esta nueva manera de hacer teología carece de toda prepotencia ante la


realidad y sus cuestionamientos; requiere del teólogo una gran humildad para
discernir, lo que el Concilio llama «los signos de los tiempos»206 , que no es otra
cosa que la voz de Dios que habla en la historia para interpelar y provocar el
quehacer histórico de los creyentes. Iluminadoras al respecto, pueden resultar las
palabras de Calvo, al respecto de la teología pastoral:

“El objeto material de la teología pastoral es toda la vida de la Iglesia. La


Iglesia en el mundo aparece tanto como sujeto cuanto como objeto de la acción
salvífica… El objeto formal queda marcado por la situación actual. Frente a la
eclesiología, que tiene por tema, sobre todo, la esencia permanente de la Iglesia, la
teología pastoral trata más el carácter dinámico de la Iglesia, estructurado
socialmente y sujeto a cambios históricos”207.

Dos aspectos consideramos de gran importancia como premisa para


entender este nuevo modo de hacer teología, con sus respectivas consecuencias
pastorales: el llamado «giro antropológico» y el primado de la «praxis».

1.1. Giro antropológico208

El viraje antropológico realizado por el Vaticano II exige que la Iglesia


reconozca que ella no es el centro de la acción pastoral, sino las personas y el
mundo que le rodea. Esta nueva situación la obliga a redefinir su misión en la
sociedad. En el documento «Gaudium et Spes» la Iglesia se autodefine, como
«servidora de la humanidad»209; tal definición, refleja una nueva actitud ante las
personas y ante el mundo, que requiere que su mensaje se adecue a los tiempos
modernos, que sean enmendados los errores del pasado y que sean afrontados los
nuevos problemas de la humanidad: políticos, económicos y sociales.

206
Cf. GS. 4.
207
F. J. CALVO, Teología pastoral/Teología práctica (NDP, San Pablo 2002) 1467.
208
Cf. Carlos AYALA RAMÍREZ, “La Buena Noticia del cristianismo según el Vaticano II,
Medellín, Puebla Santo Domingo”: PROCONCIL, Fundación para el diálogo y la
conciliaridad social y religiosa (2006):
http://www.hechoreligioso.net/Proyectos/VCELAM/docuVCELAM/AYALA3.pdf:
28.08.2011.
209
GS, 40-43.
117
Pero, para conseguir estos objetivos ya no es suficiente una teología
preocupada por desarrollar sólo formulación de contenidos de fe sin atender a su
carácter existencial e histórico. Es necesario una nueva manera de hacer teología
donde el destinatario de la oferta salvífica de Dios, según el espíritu del Concilio,
es todo ser humano que viene a este mundo. En otras palabras: se pasa del objeto
(Dios) al sujeto (hombre-mujer). El ser humano, interlocutor de Dios, constituye
ahora la «idea madre» de los temas teológicos. Esta forma «situacional», abre un
camino metodológico que conecta con el mundo en el que se quiere insertar y así
lo confirma el texto del Concilio:

“Para llevar a cabo esta misión, es deber de la Iglesia investigar en todo


momento los signos de los tiempos, e interpretarlos a la luz del Evangelio, para
que así pueda responder, de modo adaptado en cada generación, a las eternas
preguntas de los hombres acerca del sentido de la vida presente y de la futura y de
la relación entre ambas”210.

Esta nueva concepción teológica permite y obliga al Concilio a descubrir


nuevos campos y nuevos objetos de reflexión. Antes del Concilio, la tradición
teológica había sistematizado, las definiciones teológicas: Dios, Jesucristo, la
revelación, la salvación en el Hijo, los sacramentos, la escatología. El nuevo
desafío que se presenta consiste en pensar teológicamente determinadas realidades
que, de por sí, no se presentan como teológicas: nos referimos a la política, el
trabajo, la economía, la tecnología, la pobreza, la propiedad, la verdad, la libertad,
la justicia y otras muchas.

Juan XXIII no sólo favorece esta tendencia teológica, sino que él mismo,
elabora dos encíclicas al respecto: «Mater et Magistra», publicada en 1961 donde
resalta las desigualdades existentes entre los distintos sectores económicos, entre
los países y las regiones, al tiempo que propone las bases de un orden económico
centrado en los valores del ser humano (entendimiento, justicia, bien común) y en
la atención de sus necesidades fundamentales. «Pacem in terris», publicada en
1963, ante el peligro de una nueva guerra nuclear, hace un llamamiento urgente a
construir la paz, basada en el respeto de las exigencias éticas que deben regir las
relaciones entre los seres humanos y entre los Estados.

210
GS, 4.
118
Dos documentos de Pablo VI tendrán una particular incidencia en la
renovación de la pastoral eclesial y a su apertura al diálogo con la sociedad
emergente: la encíclica programática «Ecclesiam Suam», publicada en 1964, que
planteará la necesidad del dialogo dentro de la Iglesia y con el mundo, y la
encíclica, «Populorum Progressio», que habiendo sido publicada en 1967 aborda
la problemática del desarrollo humano e integral.

1.2. Primado de la praxis

Otro aspecto de gran importancia para entender el nuevo modo de hacer


teología lo constituye la búsqueda de solución al dilema de, si darle prevalencia a
lo teórico o a lo práctico. Sostiene Floristán211, que en el siglo de las luces, surge
una nueva relación entre teoría y práctica, debido al auge de las ciencias.

Sostiene que Marx considera la praxis como la categoría fundamental del


conocimiento moderno y la define como acción o actividad práctica económico-
social con un efecto de transformación. Para él, la praxis no se explicaría por las
ideas, sino que serían éstas las que surgirían de la praxis material. La crítica
teórica no produce transformaciones, solo la praxis material, la revolución
económico-social, puede transformar la historia.

El marxismo establece que “el conocimiento es praxis social e histórica, la


realidad es captada en tanto praxis, la realidad histórica se cambia por la praxis y
la praxis es fundamento y fin de la teoría”212. Después de Marx, la praxis es
definida como, «práctica social» o actividad humana que busca el cambio social.
La praxis sería entonces actividad social conscientemente dirigida a un fin. La
teología latinoamericana ha adoptado este concepto de praxis, sin que esto
suponga una apropiación de la visión global marxista. C. Boff, define la praxis
como “un conjunto de prácticas que tienden a la transformación de la sociedad o a
la producción de la historia”213. En este sentido, la praxis cobra una dimensión
política.

211
Cf. C. FLORISTÁN, Teología Práctica: teoría y praxis de la acción pastoral (Salamanca,
Sígueme 1993) 175ss.
212
Cf. C. BOFF, Teología de lo político. Sus mediaciones, Sígueme, Salamanca 1980, 38-44.
213
Ibid., 45.
119
Muchos pensadores sostienen que la praxis presenta dos caras: la acción, o
sea, la actividad de las personas en el mundo, y la teoría, que es el marco de ideas
por las cuales se percibe el mundo. Según C. Boff, la praxis implica siempre una
teoría; ambas se incluyen, y esto permite la existencia de una teoría de la praxis y
de una praxis de la teoría.

Para no caer en un pragmatismo es necesario que no haya un excesivo


empleo de la praxis en detrimento de la teoría. Igualmente, si no queremos caer en
el idealismo, tenemos que tener cuidado de que no haya un exagerado interés por
la teoría, en detrimento de la praxis. No se debe reducir la teoría a la praxis, ni
tampoco pretender que la praxis sea la teoría. Así como existen múltiples teorías,
existen también múltiples prácticas, aunque para algunos, la práctica política es la
prototípica.

1.3. Características de la Teología Pastoral

Como hemos señalado anteriormente, la renovación de la teología pastoral


se sitúa en el marco de la renovación teológica conciliar que desarrolló intuiciones
y logros que, hasta ese momento, eran intentos parciales. Según J. Sastre, esa
nueva visión teológica, en el Concilio, es influida de manera determinante por “la
realidad de las comunidades cristianas como lugar teológico, la reflexión teológica
que busca la realización de las comunidades cristianas en el amor y la esperanza
escatológica, y la dimensión socio-política de la fe desde la óptica del Reino”214.

La teología pastoral constituye la reflexión teológica sobre las acciones. Se


parte de la realidad existente para llegar a la realidad tal y como debería ser, según
la propuesta evangélica. Para tener datos de la realidad creíbles y propiciar
soluciones integrales que se prolonguen en el lugar y en el tiempo, la teología
pastoral requiere necesariamente de la ayuda de las ciencias humanas.

Por otra parte, es importante recordar que las acciones pastorales por ser
experiencias de fe dentro de una experiencia eclesial, constituyen la proyección de
la praxis de Jesús de Nazaret actualizadas a través de los creyentes y de las
comunidades cristianas. La teología, como momento segundo, reflexiona sobre la

214
Cf. V. Ma PEDROSA Ma NAVARRO, R. LÁZARO, J. SASTRE, (dirs), Nuevo Diccionario de
Catequesis, vol. II (San Pablo, Madrid 1999) 2155-2173.
120
revelación y actuación de Dios en lo humano a través de Jesucristo y de la Iglesia.
Antes de la reflexión teológica existe la vida cristiana; la confesión de fe es previa
a la reflexión sobre la fe, por eso Floristán afirma:

“La teología que no es práctica, que no parte de la praxis para encaminarse a


ella de un modo próximo o remoto es irrelevante. Por el contrario, toda teología
básicamente referida a la praxis transformadora de la realidad será, a nuestro
entender, teología pastoral o teología práctica. La teología de la liberación, por
ejemplo, es hoy básicamente teología práctica fundamental“ 215.

La teología pastoral no sólo intenta interpretar la realidad, su razón de ser es


transformarla. Por esto, lo propio de la reflexión teológica es la vida de la Iglesia,
la relación de la teología con la vida debe ser algo constitutivo a ella misma. El
teólogo, por su parte, debe iluminar desde Dios la realidad, para transformarla. De
esta manera la fe se constituye en un impulso específico en la construcción de la
nueva humanidad; y para que esto sea realidad, la praxis de los cristianos debe
tener en cuenta a la persona y a las personas (pueblo) de manera integral.

Al hacer teología pastoral en América Latina, es imprescindible tener en


cuenta la realidad estructural de injusticia en la que vive la mayoría de sus
habitantes, que constituyen un rechazo al Dios de la justicia. Si se quiere que la
teología pastoral nutra la praxis cristiana de manera integral y auténtica, debe
propiciar respuestas comprometidas con la trasformación y liberación, que será la
única manera de incluir a Dios. Como dice G. Gutiérrez: “A Dios se le contempla
y se le practica, y sólo después se le piensa”; o también: “desde el terreno de la
mística y de la práctica es posible elaborar un discurso auténtico y respetuoso
acerca de Dios”216.

La novedad que plantea este nuevo modo de hacer teología-práctica es


concretizado, en nuestro continente, a través de la aplicación del método ver-
juzgar-actuar, que más que un método, es un modo de estar en la situación
concreta, que asume como punto de partida el análisis de la realidad, la situación

215
C. FLORISTÁN, Teología práctica (Sígueme, Salamanca 1991) 1155-1173.
216
G, GUTIÉRREZ, Hablar de Dios desde el sufrimiento del inocente. Una reflexión sobre el
libro de Job (CEP Lima: 2004) 16-17.
121
vivida, la praxis217; un modo responsable, esto es, estar listo y dispuesto a dar
repuesta a los problemas sociales, económicos, políticos, religiosos y culturales
que imposibilitan una vida humana digna.

2.- ASPECTOS REFERENTES A LA METODOLOGÍA PASTORAL 218

Cappellaro sostiene que el “método es un conjunto sucesivo y ordenado de


acciones que el ser humano dispone y aplica para alcanzar un fin”219. Los seres
humanos se pueden proponer muchos fines a través de sus actividades, por eso los
métodos pueden ser tantos cuantos sean los fines que las personas persigan, los
momentos de sus procesos espirituales o las materias a las que aquellos se aplican.

Según Cappellaro, muchos especialistas en metodología advierten que para


construir un método lógico, es necesario: tener claro desde el principio (aunque
sea de manera esbozada) lo que se quiere conseguir al final, la voluntad de
alcanzarlo, la sucesión de actos inmediatos conectados entre sí y conducentes al
fin y la coordinación intrínseca de estos actos en una lógica interna, a partir de una
idea directiva que los unifica en conformidad y conveniencia con el fin.

También advierte, que un método por sí mismo no es ni bueno ni malo. Es


el andamiaje, el entramado inevitable en toda actividad humana. La bondad
relativa del método depende de la intencionalidad del sujeto, de la naturaleza y
cualidad del fin u objeto perseguido y de los valores que se ponen en juego.

2.1. Razones que justifican la necesidad de los métodos

A continuación intentaremos exponer una síntesis de los motivos que


fundamentan la imperante necesidad del uso de los métodos, según las intuiciones
que han logrado sistematizar los distintos equipos del MMM que han trabajado
durante más de veinticinco años bajo la tutoría del P. Juan B. Cappellaro220.

217
Cf. José CASTAÑO COLOMER, La JOC en España 1946-1970 (Sígueme, Salamanca 1978);
Casiano FLORISTÁN, Teología práctica, Teoría y praxis de la acción pastoral (Sígueme,
Salamanca, 42002) 379-380.
218
Cf. Juan Bautista CAPPELLARO, Planificación Pastoral. Método prospectiva (Paulinas,
México 2001) 16 – 23.
219
Ibid., 16.
220
Cf. J. B. CAPPELLARO, Edificándonos como Pueblo de Dios, c.1 (CELAM, Bogotá 2001)
122
a. De tipo antropológicas

Una primera legitimación del método proviene de la misma naturaleza


humana, porque no se puede actuar fuera de la lógica de los métodos. No emplear
un método es condenarse a la irracionalidad, al desorden, a la dispersión y al caos;
sin duda, el prescindir de un método sería el peor de los métodos. El ser humano
define su existencia por los fines que en ella se propone y por una coherente
organización de los medios y de los métodos adecuados para conseguirlos. El
empleo de un método exige siempre una disciplina cuyo primer gesto es la
decisión misma de alcanzar una finalidad de acuerdo a unos valores.

Cuando alguien afirma, por ejemplo, que quiere promover la difusión del
valor de la unidad sin determinar un método para conseguirlo, entonces esa
afirmación se reduce a un buen deseo, a una vana ilusión. En la elaboración de
métodos y en su uso inteligente, crítico y creativo, el ser humano tiene la
oportunidad de ejercer su dignidad y su libertad. Al utilizar un método, la persona
acepta los límites de su existencia y, a la vez, trasciende los condicionamientos de
su ser temporal, abriéndose al futuro, para afrontar con humildad y disciplina los
nuevos desafíos que le ofrece la vida.

b. De tipo histórico

Es reciente el ingreso de la humanidad en una fase dinámica y acelerada de


la vida y de la historia. Venimos de una realidad estática en la que los distintos
niveles de la convivencia: cultural, económico, jurídico y organizativo se
expresaban a través de estructuras, métodos e interacciones previamente
establecidos por pequeñas élites. Hemos entrado en una nueva época que
constituye una realidad dinámica y participativa que se construye y se transforma
con estructuras, métodos y procesos dinámicos y participativos.

Anteriormente, adherirse a una idea o a una costumbre, se obtenía


pacíficamente asumiendo reglas previamente establecidas que no se necesitaban
razonar porque la tradición y la costumbre las apoyaban; ahora, en cambio, hay la
necesidad de que la adhesión pase por mediaciones críticas, lo que da origen al
consenso de personas libres que fundamentan sus acciones en motivaciones serias
y en firmes convicciones.

123
El desarrollo de ciencias, tecnologías y distintas disciplinas ha posibilitado a
la humanidad el tener un gran dominio sobre importantes aspectos de la
naturaleza. Muchos son los logros al respecto, aunque también muchos los
fracasos; y sin duda, es necesario reconocer en el trasfondo de estos logros y
fracasos, la omnipresencia de métodos científicos con su rigor, metodicidad,
lógica y disciplina.

Ni el reconocer las limitaciones en los logros, ni su absolutización y mal


uso, por parte de algunos, pueden ser razón que justifique el rechazo de la
dimensión programática en el acontecer humano. Hoy más que nunca es necesario
desarrollar la dimensión programática: como señal de no rendición ante las
dificultades, como posibilidad de prever el camino a realizar socializándolo
previamente y como posibilidad de tomar lección de fallos e insuficiencias en sus
logros.

Como dicen los textos conciliares, la realidad representa un reto que


"estimula a análisis y síntesis nuevas"221 y constituye un nuevo horizonte para la
vocación humana en cuanto tal. Como dice el Concilio: "Somos testigos de que
está naciendo un nuevo humanismo en el que el hombre queda definido
principalmente por la responsabilidad hacia sus hermanos y ante la historia"222.

c. De tipo teológico-espiritual

La aplicación de un método pastoral tiene su fundamento también, en la idea


que se tiene de Dios y de las necesarias exigencias que se desprenden de asumirlo
como el absoluto de la propia vida:

 La encarnación

Dios entra en la historia para asumirla y actuar en ella. Quien está de


acuerdo con esta afirmación tendrá que aceptar que para un cristiano es
insostenible la opinión según la cual "los métodos sofocan el Espíritu". Esta
afirmación es insostenible porque contradice la lógica divina de la encarnación.

En la práctica, no puede darse acción histórica sin un método. Afirmar lo


contrario significa ignorar u ocultar la capacidad del Espíritu de soplar donde

221
GS 5.
222
GS 55.
124
quiere. Si el Espíritu Santo es principio de vida y es el alma de la Iglesia, es, a la
vez, el "Sujeto" que se encarna en los creyentes para hacer la voluntad de Dios,
vivir y testimoniar su plan, y realizar progresivamente su fin último, que no es
otra cosa, que el proyecto salvífico universal de Dios.

El Espíritu es la fuente en que se alimentan los métodos. Es el primero en


provocar, suscitar y sostener nuevas mediaciones históricas, "nuevos tiempos de
evangelización"223. Por su acción santificadora toma forma en el hoy histórico, el
hoy eterno de Dios.

El sólo empleo de un método no nos permite reivindicar automáticamente la


garantía del Espíritu; pero pensar que se actúa según el Espíritu, sin buscar,
humilde y pacientemente, los métodos adecuados, es un grave error. Se corre el
peligro de justificar la propia pereza en razones espirituales, o de promover un
espiritualismo desencarnado.

 La com-pasión

La vivencia de la caridad no puede reducirse a un simple sentimiento, sino


que tiene que concretizarse a través de signos tangibles. Es el caso del samaritano
en el evangelio que, no solo tuvo lástima del necesitado, sino que dejándose tocar
por su situación, se «aprojimó» con él de manera tangible y eficaz.

Esta situación descrita ha sido reflexionada por muchos, surgiendo una


importante inquietud: ¿Cómo hacer para que el impulso generoso hacia el
necesitado no sea una acción espasmódica de un momento y vaya más allá de la
atención inmediata del prójimo?

Si no se aplica un buen método para analizar la realidad y constatar el


alcance del acto de misericordia, las acciones pueden ser paños calientes que no
colaboran con la solución del problema, sino que más bien, sostienen y justifican
el sistema injusto que multiplica los maltratados.

Pero si no se es capaz de poner en marcha una metodología que involucre


progresivamente a más gente para responder asertivamente al problema de fondo

223
Cf. EN 2.
125
(en el caso del samaritano: que no sigan robando en aquel paraje), de poco sirve
ubicar el verdadero problema.

La compasión auténtica muestra una predisposición permanente y natural a


facilitar nuevos caminos y hallar nuevas ocasiones para derramar aquel amor de
Dios que la constituye y la solicita. De otro modo reducimos la caridad a un mero
activismo, a una pasividad inoperante, a una rutina cansona o a una retórica de
buenos sentimientos.

Creemos en la fuerza creativa de la caridad-compasión y en la eficacia


histórica del Espíritu. Quien está en sintonía con su impulso dinámico e
innovador, muestra la fecundidad de sus frutos: "amor, alegría, paz, paciencia,
benevolencia, bondad, fidelidad, dulzura, dominio de sí"224. Quien está en el
Espíritu está en la lógica de la producción creativa, en la lógica de la pesca
milagrosa, de la multiplicación de los panes, del céntuplo por uno, que anuncia el
Evangelio.

 La ascesis

La espiritualidad tradicional ha acentuado la dimensión individualista con


claras consecuencias en la ascética. Muchos cristianos eran capaces de hacer
grandes sacrificios para lograr su salvación y no tanto para la salvación de los
hermanos. La influencia de esta espiritualidad convirtió las más grandes
manifestaciones de altruismo, como pudieran ser el dar la vida por otro en una
experiencia de egoísmo porque, en el fondo lo que quería el oferente, era su
salvación personal a toda costa.

El redescubrimiento de la espiritualidad comunitaria le ha dado otra


orientación a la misma ascesis, sin que eso signifique el prescindir de la
dimensión personal; se hace necesario recuperar la dimensión comunitaria para
que todo sea visto desde ahí. Desde esta perspectiva adquiere un sentido nuevo las
exigencias ascéticas. Por ejemplo, se valora la ascesis que exige ponerse de
acuerdo para caminar unidos en una comunidad conformada con personas con
marcadas diferencias.

224
Gal, 5,22.
126
Otro ejemplo pudiera ser el asumir el sacrificio que implica renunciar a
soñar un mejor futuro individual para mantenerse abiertos a un futuro mejor, pero
de manera colectiva, yendo más allá de sufrimientos y desilusiones y dispuestos a
superar imprevistos del camino.

También se pudiera destacar la ascesis de renunciar al propio parecer para


adoptar nuevas formulaciones, cada vez más adecuadas, de los fines y objetivos, o
sea de elegir juntos los mejores métodos y los mejores medios para su actuación.

d. De tipo teológico-pastoral

La pastoral es el medio con el que cuenta la Iglesia para hacer llegar el


amor de Dios al pueblo ubicado en un lugar concreto y en un momento histórico.
Esta acción requiere emplear mediaciones instrumentales para planificar la acción
pastoral en términos dinámicos y orgánicos.

Al echar una mirada a la realidad pastoral de la Iglesia se puede observar la


producción de abundantes documentos del Magisterio, ricos en indicaciones sobre
el «qué» hacer; sin embargo, da la impresión de que estuviéramos desprovistos de
métodos para el «cómo hacer».

En el mundo actual, marcado por continuos, profundos y rápidos cambios,


no es posible aplicar seriamente una pastoral de conjunto, sin elegir y utilizar
métodos adecuados. Sólo el uso adecuado de los métodos, permitirá traducir la
doctrina en una acción colectiva, orgánica, dinámica y planificada. Esta es la
voluntad de Dios que se desprende de la historia y sus signos, de la Palabra viva y
de las indicaciones del Magisterio.

Los métodos no se «deducen» del Evangelio sino de las ciencias humanas y


a estas pertenece su contenido. La utilización de métodos debe ser objeto de
discernimiento por parte de todos, como sucede con otras realidades que la Iglesia
asume. Una comunidad cristiana abierta al cambio, a la escucha del paso de Dios,
en búsqueda selectiva de su voluntad y pronta a actuarla en la historia, integra en
su experiencia y estilo de vida espiritual, la elaboración de métodos y el uso
apropiado de los mismos.

127
En la historia de la Iglesia se ha dado una atención constante y diligente al
tema de las mediaciones técnicas. En este tema que hoy se propone con urgente
prioridad, se juega el replanteamiento de la misión histórica de la misma Iglesia.

2.2. Método de la teología Práctica225

Casiano Floristán en el libro Teología Práctica: teoría y praxis de la acción


pastoral, ofrece algunas importantes acotaciones sobre el método de la teología
pastoral o el método de la praxis pastoral. Seguidamente presentaremos algunos
de los aportes más significativos.

Al definir la teología práctica, Floristán, dice dos cosas226: Primero, que es


«hermenéutica», porque interpreta la vida humana actual según la dinámica de la
fe cristiana; y segundo, que es un saber «confesional», porque está en relación
con la fe que propone una determinada orientación de la vida según la
cosmovisión cristiana.

Llegados a este punto sobre la teología práctica constatamos que se pueden


producir innumerables sistematizaciones ancladas en la conciencia de los equipos
que reflexionan sobre su práctica concreta con la intención de transformarla. Esto
ha generado en la Iglesia múltiples aplicaciones metodológicas que tienen en
común los mismos presupuestos: Presentamos algunas de ellas:

a. El método inductivo de revisión de vida

Este método parte de hechos concretos y comprende, metodológicamente,


tres momentos fundamentales: El «ver», que es el análisis de la realidad, examen
de los signos de los tiempos, responde al ¿qué sucede?: el «juzgar», que es la fase
interpretativa de iluminación y reflexión, juicio cristiano en el cual se ve la
realidad a la luz de la fe, responde a ¿qué nos dice Dios por medio de lo que
sucede?; y el «actuar», que es la etapa para transformar la realidad. La teología
práctica parte de una praxis para llegar a otra praxis, dentro de un ámbito de fe,
responde al ¿qué debemos hacer?

225
A partir de 1974 en el que se celebra en Viena el congreso de teólogos dedicados a la teología
pastoral, comienzan a designarse en el ámbito católico a la teología pastoral con la expresión
teología práctica.
226
Cf. Casiano FLORISTAN, Teología Práctica: teoría y praxis de la acción pastoral (Sígueme,
Salamanca 1993) 203-204.
128
b. El método empírico y crítico

Es desarrollado por el italiano M. Midali227 que comprende tres fases: la


fase kairológica que parte del estudio de los signos de los tiempos en actitud de
discernimiento; este es el supuesto para que la comunidad se abra y acoja la
acción del Espíritu Santo en ella; la fase proyectiva, en la que el ideal del creyente
y de la comunidad ilumina la formulación de objetivos para conseguir una «praxis
renovada»; la fase estratégica, es el conjunto de elementos y factores necesarios
para poder avanzar desde la situación en que estamos a la que consideramos
como meta ideal y posible. Es aquí donde tiene lugar la programación pastoral.

Inspirado en el método empírico y crítico, el sínodo de Bogotá (1998)


organiza en una lógica específica y coherente, el diálogo de tres perspectivas: la
perspectiva normativa, la perspectiva crítica, la perspectiva estratégico-
proyectiva. La perspectiva normativa es la re-comprensión y formulación de la
existencia cristiana con relación a las concretas situaciones históricas, es lo que
pudiéramos llamar «soteriología en situación»; la perspectiva crítica que busca,
desde la pre-comprensión de la perspectiva normativa y mediante aproximaciones
antropológicas, recoger imperativos pastorales poniendo bajo juicio las
realizaciones carentes, es lo que pudiéramos llamar «análisis de la situación»; y
finalmente la perspectiva estratégico-proyectiva que elabora, también desde la
pre-comprensión normativa y el recurso a las ciencias proyectivas, un proyecto
pastoral.

De esta manera, este método parte de la realidad, que interpretada desde


una «mirada de fe» recoge los desafíos por los cuales sentirse interpelados y los
signos positivos a potenciar, en vista de proyectos nuevos 228

c. El método Prospectivo229

227
M. MIDALI, Teologia pastorale o pratica. Cammino storico di una riflessione fondante e
scientifica, 2(LAS, Roma 21991) 576-595.
228
Germán, MEDINA ACOSTA, Sentidos y procedimientos de la teología en el cambio de época:
En: http://seminariobogota.org/Temas_estudio/ponencia_Gmedina.htm: 27/08/2011.
129
Como veíamos en el anterior capítulo, también este método habla de tres
momentos:

 La actitud prospectiva

Su punto de partida es el presente en el que se busca que de las actuales


insatisfacciones surjan expectativas y aspiraciones que al facilitar su eclosión sitúe
en un futuro mejor. El impulso del pasado es sustituido, ahora, por la atracción del
porvenir. Por un acto de anticipación y mediante la ayuda de la imaginación se le
da formas nuevas a realidades todavía inexistentes. Es lo que se llama modelo
ideal en el que se plasma el futuro deseable y el futuro querido.

 La reflexión prospectiva

Esta supone dos momentos: 1) Recoger los datos que la realidad ofrece,
proyectando en ella la configuración futura con la mayor objetividad posible:
modelo de realidad. 2) Desde la atalaya imaginaria: modelo Ideal, se examina,
critica y cuestiona la realidad presente, proyectándola hacia el pasado para tener
una mejor visión del futuro elegido.

Es un análisis funcional y valorativo que nos permite evaluar las


dificultades, descubrir las potencialidades, destacar los recursos e identificar los
obstáculos para lograr los fines propuestos: modelo diagnóstico.

 La programación prospectiva

Consiste en elaborar el programa de acción cuyos contenidos surgen del


contraste entre el modelo ideal, entendido como tesis, y el modelo de diagnóstico
entendido como antítesis. El proceso de la acción es una síntesis dinámica, distinta
en cada momento, que genera energía para conducir el presente hacia el futuro
esperado. El presente queda así orientado al futuro y potenciado por el futuro.

La programación consiste en diseñar los objetivos intermedios, precisando


su posibilidad para alcanzar los fines. Estos objetivos se colocan gradualmente en
el tiempo, empezando por los más lejanos hasta llegar a los más cercanos. Una
vez precisado el conjunto de los objetivos, se define, a la luz del diagnóstico, la

229
Cf. CAPELLARO, Planificación pastoral. Método prospectiva (Paulinas, México 2001) 63-
87.
130
marcha hacia su consecución a través de etapas. Los grandes tramos de realización
se gradúan distinguiendo entre corto, mediano y largo plazo.

2.3 Método de la praxis pastoral

Casiano Floristán230, así como observa un método para la teología práctica,


también ofrece pistas, que considera fundamentales para la realización de la
praxis pastoral:

a. La observación pastoral

Requiere una actitud de empatía, apertura, cercanía, escucha y


confrontación. Comprende tres momentos: un primer momento de observación
espontánea que corresponde a la experiencia común; un segundo momento de
observación guiada más complejo, donde se utilizan técnicas apropiadas o
instrumentos de análisis, teniendo en cuenta sistemas de comunicación y
estructuras de poder; y un tercer momento de observación crítica, que
corresponde a la experiencia de observar valores, símbolos, cultura, mentalidad e
ideologías imperantes en el sistema231.

b. La observación de una experiencia pastoral

Exige de antemano una rejilla de análisis, que lleva consigo cierta reflexión
teórica. Se observa el enclave de la experiencia y el momento, el grupo de
participantes y sus responsables, la experiencia concreta, objetivos y la
evaluación.

c. La interpretación pastoral

Consiste en un diagnóstico de la experiencia observada, lo cual conlleva un


análisis de contenidos y deducción de un sentido. A veces por la ausencia de una
teología más inductiva, no comprendemos bien que la teología práctica es una
teología de la praxis de los cristianos, su punto de partida no es el enunciado
teológico, sino la experiencia de fe y de vida cristiana232.

230
Cf. Casiano FLORISTAN, Teología Práctica: teoría y praxis de la acción pastoral (Sígueme,
Salamanca 1993) 210ss.
231
Cf. Ibid., 204.
232
Cf. Ibid., 205-206.
131
d. La planificación en pastoral

Es pensar en algo que queremos lograr. Para ello hay que pensar en los
pasos o tareas que debemos realizar, organizar nuestra actividad es un proceso
evangelizador, que lleva a cabo la Iglesia mediante el diseño de un programa
operativo en conformidad con los objetivos propuestos.

La planificación incluye analizar socio-religiosamente la realidad social,


fijar los objetivos de la acción pastoral, coordinar el papel de los agentes
pastorales, encarnar la acción pastoral en la realidad humana y evaluar la acción
pastoral.

3. ASPECTOS REFERENTES A LA PEDAGOGÍA PASTORAL

Desarrollaremos los rasgos de la pedagogía pastoral teniendo como base los


aportes del CELAM para la elaboración del plan de pastoral juvenil
latinoamericano: Civilización del Amor. Tarea y Esperanza233.

3.1. Rasgos de la pedagogía pastoral

Al querer definir los rasgos de la pedagogía pastoral en clave comunitaria,


nada mejor que fijarnos en la pedagogía que empleó el propio Jesús, quien
mantuvo una permanente invitación a participar de los valores el Reino, viviendo
la plena dignidad de los Hijos de Dios en relaciones de fraternidad y de acogida,
y, participando en hacer del mundo un lugar para todos. A continuación
señalaremos algunos rasgos que pudieran servir de inspiración para la aplicación
pedagógica de la presente propuesta:

a. Una pedagogía pastoral experiencial de confrontación fe-vida

Si la evangelización no es simplemente transmitir contenidos sino


comunicar una experiencia de fe que incluye la trasmisión de ciertos contenidos,
entonces se requiere la aplicación de un método coherente que permita el logro del
objetivo deseado.

233
CELAM, Civilización del amor. Tarea y esperanza. Orientaciones para una Pastoral Juvenil
Latinoamericana (Celam, Santa fe de Bogotá 1996) 186-190.
132
El método instructivo que transmite conceptos, el deductivo que deduce de
principios y el magisterial que establece la relación maestro-discípulo, no parecen
los más adecuados para la comunicación de experiencias. Si se tratase sólo de
transmitir los contenidos de fe en forma sistemática y orgánica, como si fuera una
escuela, entonces sí serían los más adecuados; pero hay que recordar que la
evangelización no depende sólo del conocimiento que se tenga del Evangelio, sino
del amor con que se viva o con el que se trate de vivir, en conformidad con la
propia fe.

Por el contrario, el método de confrontación fe-vida, de interpretación de la


vida a la luz de la fe, de comunicación del significado de vivir en coherencia con
la fe, parece el método más apto para evangelizar. Así actuó Jesús con la
Samaritana y con los discípulos de Emaús: parte de la situación concreta, hace el
anuncio y llama a la conversión.

En una sociedad que no quiere «ni padres, ni maestros, ni tutores» sino


«testigos», es determinante el que la transmisión de la fe se haga con métodos que
faciliten la aceptación de la misma. Más aún, este método de confrontación fe-
vida es el adecuado a una evangelización hecha por los sencillos, por los
cristianos comunes, por aquellos que viven sin ser «expertos» en la doctrina.

La evangelización tiene que hacerse vitalmente, partiendo de las


experiencias de vida y procurando reelaborarlas a la luz del Evangelio. No se trata
sólo de partir de la experiencia como motivo o pretexto para comunicar
conocimientos abstractos, ni de inducir o provocar «vivencias fuertes» por medio
de técnicas que tocan y sacuden lo emocional.

El encuentro con el «Dios de la Vida», don del Padre que transforma la


misma experiencia en fuente de agua viva que salta hasta la vida eterna234, se
produce en lo más profundo de la experiencia de la persona. El Dios que salva y
libera, no está ausente de las propias situaciones que se viven, porque Dios es
Señor del mundo, y desde allí llama al cambio y a la conversión.

Por eta Cappellaro insiste en que “todos los agentes de pastoral deben
utilizar la pedagogía de concientización (confrontación fe-vida). Esto implica el

234
Jn. 4,14.
133
que ellos mismos entren en una mentalidad y en un proceso de formación en la
acción. Sólo así no serán teóricos que pretenden en la práctica conseguir lo que
dicen sin tener en cuenta la lógica de la transformación progresiva de realidad, la
lógica de la vida, de la experiencia humana. Esto exige capacitar a los
colaboradores para la acción inmediata, de modo que se sientan seguros del paso a
dar sin pretender necesariamente un bagaje doctrinal y pastoral previo. Al mismo
tiempo, ese bagaje se va dando en dosis pequeñas en forma de justificaciones
doctrinales y como motivaciones espirituales”235.

Este punto de partida ayudará a que la fe sea percibida como una


profundización de la propia experiencia de vida y no como una huida de ella. Al
mismo tiempo, permitirá la revisión profunda de los criterios de juicio, los valores
determinantes, los puntos de interés, las líneas de pensamiento, las fuentes
inspiradoras, los modelos de vida, en una palabra, de la «visión del mundo», que
es lo que interesa a la evangelización.

b. Una pedagogía pastoral transformadora y liberadora

La Exhortación Apostólica «Evangelii Nuntiandi» y muchas reflexiones de


la Iglesia Latinoamericana plasmadas en distintos documentos, nos hacen ver que
la evangelización es una buena noticia que libera e invita a vivir la plena dignidad
de los hijos de Dios, que crea nuevas formas de relaciones fundadas en la
fraternidad y en la acogida y que promueve la participación de todos en la
construcción de una nueva sociedad.

Para poner en marcha esta buena noticia, conviene identificar la


evangelización con la educación liberadora que en América Latina ha desarrollado
toda una pedagogía y cuyo principal exponente es Pablo Freire236. La
evangelización como la educación, debe comenzar por superar la contradicción
evangelizador-evangelizando. Debe basarse en una concepción abarcadora de los
dos polos en una línea integradora, de manera que ambos se hagan a la vez
"evangelizadores y evangelizandos".

El evangelizador debe tener una profunda fe en la persona y en su poder


creador y transformador de la realidad, debe hacerse un compañero del

235
J.B. CAPPELLARO, Edificándonos como Pueblo de Dios, c. 4 (CELAM, Bogotá 2001) 161.
236
Cf. Paulo FREIRE, Pedagogía del oprimido (Tierra Nueva, Montevideo 1970).
134
evangelizando, debe comprender que la vida humana sólo tiene sentido en la
comunión y que su pensamiento sólo gana credibilidad y autenticidad, en la
medida en la que se traduzca en una praxis dignificadora de las personas y de las
comunidades.

La evangelización, al igual que la educación, no puede ser el acto de


depositar, de narrar o de transferir conocimientos y valores al evangelizando,
acción que aplicada al campo educativo, Freire reconoce como educación
"bancaria"237. La evangelización es un encuentro entre iguales, que enriquece a
ambas partes -evangelizador y evangelizando- en la adhesión a Jesús, fuente de
compromiso y liberación.

Como la evangelización pretende una liberación integral conviene estar


atento a no generar en el oprimido la necesidad de liberación, creyendo que se
trata de un problema individual y no de un problema colectivo: liberación de un
sistema generador de injusticias. Por eso resulta interesante aplicar a la
evangelización los aportes que Freire hace a la educación.

Él sostiene que el oprimido tiene que liberarse psicológica o interiormente


para no convertirse en opresor: “Su lucha sólo tiene sentido cuando los oprimidos
no se transforman en opresores de sus opresores, sino en restauradores de la
humanidad de ambos”238. Y como ejemplo concreto menciona el caso de los
oprimidos que quieren la reforma agraria, “no para liberarse, sino para poseer
tierras y, con éstas, transformarse en propietarios, o, en forma más precisa, en
patrones de nuevos empleados”239.

También resulta iluminadora la alerta que hace Freire acerca de acciones


que aparentan ser buenas y que sin embargo constituyen legitimadoras de un
sistema injusto. Dice que lo que la sociedad piensa que son actos de generosidad
hacia los oprimidos, muchas veces no lo son: “La pedagogía que, partiendo de los
intereses egoístas de los opresores, egoísmo camuflado de falsa generosidad, hace

237
Ibid., 54.
238
Ibid., 33.
239
Ibid., 36.
135
de los oprimidos, objeto de su humanitarismo, mantiene y encarna la propia
opresión. Es el instrumento de la deshumanización”240.

c. Una pedagogía pastoral comunitaria

Dios quiso salvarnos no de manera aislada, sino formando un pueblo. Así lo


confirma Jesús cuando hace el llamado a los apóstoles y los acompaña en su
crecimiento en la fe con hechos y palabras dentro de una experiencia comunitaria.
No es posible vivir la fe sin la comunidad: en ella se reside, en ella se celebra,
desde ella se es enviado a la misión.

La relación pedagógica pasa, pues, por la comunidad eclesial. La


transformación personal y social requiere una experiencia comunitaria como lugar
donde se pueda gestar experiencias nuevas de relación, encuentro y fraternidad.
En tal sentido, la comunidad refuerza y confirma la verdad de la transformación
que se ha realizado, estimula la creatividad para transformaciones más amplias y
profundas y es expresión y fruto de las nuevas actitudes y valores asumidos en
libertad.

d. Una pedagogía pastoral coherente y testimonial

Si algo caracteriza el ministerio de Jesús, fue la coherencia entre lo que dijo


y lo que hizo241. En la pedagogía pastoral no debería haber diferencia entre lo que
se aprende -la experiencia del amor del Padre, la presencia de Jesús, el dinamismo
del Espíritu- y la forma como se aprende: viviendo relaciones fraternas en la
comunidad.

El medio se identifica con el mensaje242. El anuncio es un mensaje que se


acoge por la coherencia que existe entre el contenido que se anuncia y el modo de
anunciarlo, entre lo que se ha visto y lo que se ha oído; de lo contrario, la
evangelización se hace incoherente e inconsecuente.

240
Ibid., 47.
241
Cf. Jn 10,36-38.
242
De la célebre expresión acuñada por Mc Luhan en la década de los años 60:
www.infoamerica.org/teoria/mcluhan1.htm: (24.08.2011).
136
e. Una pedagogía pastoral participativa

El principio de que “es mejor que muchos hagan poco y no, que pocos
hagan mucho” no es sólo respuesta a la exigencia de una mayor eficacia, sino se
fundamenta de manera especial, en el hecho de que la en acción pedagógica
evangelizadora todos participan y todos son evangelizados.

La evangelización es fruto de la acción del Espíritu y no obra del


evangelizador, por eso no se puede establecer una relación en la que se entiende
que el evangelizador es el que sabe, habla y manda, y el evangelizando es el que
aprende, escucha y obedece.

La relación entre el evangelizador y evangelizando lleva consigo un


enriquecimiento mutuo en el que ambos viven una experiencia fraterna que
evangeliza a los dos. En realidad, ambos son evangelizados por el mismo Espíritu,
cada uno participando del proceso de fe desde su propia experiencia, aportando y
recibiendo el testimonio del Evangelio que despierta la semilla del Reino que está
en lo más íntimo de cada ser.

La pedagogía participativa genera la capacidad reflexiva y creativa, estimula


el intercambio, promueve el uso de la palabra y las acciones en conjunto, educa en
la capacidad de pensar y tomar decisiones, valora el punto de vista de cada uno y
no solamente el de la autoridad y expresa la convicción de que la verdad surge de
la búsqueda común y de que todos tienen posibilidad de acceder a ella.

La participación no anula la autoridad: la entiende como guía, orientación y


servicio, especialmente cuando es experiencia de vida que el evangelizador
comparte con el evangelizando. Este rasgo de la pedagogía pastoral se fundamenta
en una eclesiología de comunión y participación que reconoce a los jóvenes como
responsables y protagonistas del proceso de su propia evangelización y quiere que
asuman un real protagonismo dentro de la Iglesia.

f. Una pedagogía pastoral personalizante y personalizada

Otra característica típica de Jesús en el desempeño de su misión fue el


personalizase e integrarse en la vida de las personas con las que entraba en
contacto. Centra su atención en aquel a quien se dirige o en aquellos que le
137
buscan: los escucha y les habla, se adapta a su realidad, los hace sentirse únicos e
irrepetibles243, los hace salir de sí mismos244, escruta los corazones y las
intenciones245, es capaz de ponerse en el lugar del otro y sufrir con él246. Todas sus
actitudes y gestos hacen experimentar a cada uno, de diversos modos, el amor de
Dios.

La pedagogía pastoral asume al ser humano procurando su crecimiento


integral como persona y como cristiano. Responde especialmente a sus
necesidades de maduración afectiva 247; reconoce y estimula el descubrimiento,
desarrollo y utilización de sus cualidades. Acompaña el discernimiento de su
propia vocación en el seguimiento de Jesús, ubicado en su realidad y
comprometido con la Iglesia y con la sociedad.

3.2 Mediaciones pedagógicas pastorales

Como hemos dicho anteriormente, los medios pedagógicos revisten una


gran importancia para el logro de los objetivos propuesto; sin embargo, su sola
existencia no garantiza su eficacia. Es necesaria la formación de mediadores
pedagógicos imbuidos de los criterios y opciones de este modelo pastoral para
asegurar su implementación y continuidad.

a. Procesos personales y comunitarios que permitan la identificación con Jesús y


con la causa del Reino

Está claro que toda acción pastoral realizada por la Iglesia en su conjunto o
por cualquiera de sus miembros, debería estar inspirada en la identificación con el
Dios hecho hombre: con Jesucristo. Pero suponer que esto siempre es así parece
una ingenuidad. Si algo caracterizó a los cristianos de los primeros tiempos, fue el
cuidado especial que tuvieron del catecumenado, que era un proceso
personalizado y a la vez integrado dentro del proceso comunitario, en el que se
acompañaba al catecúmeno a madurar en la propia fe hasta manifestar
públicamente su identificación con Jesucristo y el Reino.

243
Cf. Jn 4,1-42.
244
Cf. Jn 21,20.
245
Cf. Jn 8,40.
246
Cf. Jn 11,35.
247
Cf. SD 115.
138
El que crea que don la sola recepción de los sacramentos ya se hace
cristiano, sin un adecuado acompañamiento personalizado dentro de una
experiencia comunitaria, está ofreciendo un perfil de creyente poco identificado
con Jesús y sus exigencias. Si a esto añadimos las muchas apetencias que distraen
al creyente dificultándole ubicarse desde su propia identidad, la interculturalidad y
su riesgo a difuminar las creencias en un collage de muchas cosas y al final de
nada, concluiremos que la Iglesia debe plantearse la urgencia de consolidar su
propia identidad en diálogo con toda esta realidad que la rodea.

En muchos documentos, el Magisterio de la Iglesia ha manifestado esta


inquietud, insistiendo en lo importante de generar procesos en la catequesis de
iniciación de los sacramentos y en la formación de los cristianos que posibilitaran
que los cristianos llegaran a ser adultos en la fe248. También Juan Pablo II, en
vísperas del nuevo milenio, desafió a América Latina, y desde ella a la Iglesia en
general, a poner en marcha lo que llamó, una «Nueva Evangelización»: “Nueva en
sus métodos, en sus expresiones y en su ardor”249, para responder a las grandes
necesidades de nuestro tiempo y para formar adultos en la fe.

El desafío de provocar en el creyente un encuentro personal con Jesús para


generar testigos, es uno de los más importantes aportes de la última Conferencia
Episcopal Latinoamericana de Aparecida, y así lo manifiesta: “¡Necesitamos un
nuevo Pentecostés! ¡Necesitamos salir al encuentro de las personas, las familias,
las comunidades y los pueblos para comunicarles y compartir el don del encuentro
con Cristo, que ha llenado nuestras vidas de “sentido”, de verdad y amor, de
alegría y de esperanza!“250.

Y ese mismo espíritu lo vemos reflejado en otro parágrafo, donde leemos


que: “Todos los bautizados estamos llamados a “recomenzar desde Cristo”, a
reconocer y seguir su Presencia con la misma realidad y novedad, el mismo poder
de afecto, persuasión y esperanza, que tuvo su encuentro con los primeros
discípulos a las orillas del Jordán, hace 2000 años, y con los «Juan Diego» del
Nuevo Mundo. Sólo gracias a ese encuentro y seguimiento, que se convierte en

248
Cf. DGC 48-52. 143; CPV 1,56-61.
249
Cf. Discurso de Juan Pablo II a obispos del CELAM, 9/3/1983:
http://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/speeches/1983/march/documents/hf_jp-
ii_spe_19830309_assemblea-celam_sp.html: 29.08.2011.
250
DA 548.
139
familiaridad y comunión, por desborde de gratitud y alegría, somos rescatados de
nuestra conciencia aislada y salimos a comunicar a todos la vida verdadera, la
felicidad y esperanza que nos ha sido dado experimentar y gozar” 251.

La parroquia que requiere los nuevos tiempos, debe generar procesos


formativos diversificados, contemporáneamente en dos direcciones: A nivel
personal y a nivel comunitario.

 A nivel personal

Debe lograr que las intervenciones que realice en función de la preparación


a los sacramentos de iniciación, respondan a un plan global de formación, que
pretende acompañar a los creyentes en una progresiva identificación con
Jesucristo, que les permitirá definirse personalmente como cristiano en la
comunidad y madurar lentamente hasta hacerse adulto en la fe252.

 A nivel comunitario

La madurez en la fe no es sólo un proceso de identificación personal con


Jesús, es también un proceso de identificación comunitario con Jesús y su causa
en una comunidad.

Estos dos niveles deben darse contemporáneamente, no se pueden separar


uno del otro, aunque se pueda acentuar alguno según el nivel desde donde se
enfoque y del momento del proceso. El nivel comunitario a su vez, también
incluye en dos vertientes: las experiencias grupales o de pequeñas comunidades y
el conjunto de los bautizados.

b. Pastoral Ministerial

Los documentos de la Iglesia en general y los documentos


Latinoamericanos coinciden en reconocer que la Iglesia ha fallado en ofrecer un
adecuado y diversificado acompañamiento formativo a sus agentes pastorales, o

251
DA 549.
252
Vista la realidad de muchos cristianos que han recibido los sacramentos por tradición y sin
haber tenido un encuentro personal con Jesús, son muchos los pastoralistas que insisten en que
las parroquias deben propiciar y ofrecer experiencias diversificadas de acompañamiento de
adultos que posibiliten un encuentro personal con Jesús que revitalice la fe y el compromiso
público de vivir el seguimiento a Jesucristo en la Iglesia. Cf. Alphonse BORRAS & Guilles
ROUTHIER, La nueva parroquia (Sal terrae, Santander 2009) 198-199.
140
sea, a todos los bautizados253. De aquí el interés y la preocupación por establecer
itinerarios diversificados de iniciación para las personas y la definición de
itinerarios y procesos comunitarios.

En las parroquias es necesario crear espacios de participación que aseguren


el acompañamiento diversificado y sistemático de formación, a todos los agentes
pastorales: los potenciales, los que tienen pequeñas tareas y los que tienen una
mayor formación y compromiso.

Desde este nivel se debe promover la formación a la «ministerialidad»,


teniendo en cuenta el grado de formación y el carisma o la destreza que requiera
cada servicio. La parroquia ofrece momentos y experiencias que favorezcan que
sus agentes se impliquen y se sientan parte de una realidad más amplia y para esto
es necesario conjugar la atención personal y grupal, así como la atención del
conjunto de las personas que colaboran en los distintos niveles. Desde aquí se
promueve la unidad en la diversidad.

Lo típico de este nivel de participación es, el sensibilizar a la condición


ministerial que supone cualquier acción pastoral que se realice. Ante la adversa e
interesada tendencia a la búsqueda del poder que prevalece en la sociedad actual,
este nivel debe procurar insistentemente una verdadera conversión desde el
corazón de todos los agentes para favorecer el trato entre iguales, entre la
diversidad de carismas que ofrece la parroquia.

Las acciones que se realicen desde este nivel deberían tener en cuenta los
siguientes criterios254:

 Los temas de formación «deben llegar a todos» aunque de manera diferenciada,


en cuanto a los tiempos y a la densidad con la que se profundiza. Es
fundamental superar la distancia que existente entre el clero, los religiosos y
los laicos, especialmente los no integrados en grupos apostólicos. La unidad se
hace principalmente mediante una espiritualidad común, es decir, un modo de
ver, de ser y de actuar fundamentalmente común.

253
Cf. SD 59.

254
Cf. CAPPELLARO, Edificándonos como Pueblo de Dios, c. 5 (CELAM, Bogotá 2001) 200 –
201.
141
 Es conveniente que haya momentos de formación conjunta en los que estén
presbíteros, religiosos/as y laicos, de forma que las diversas categorías se
ayudan mutuamente a superar los propios límites y el encerramiento en su
categoría. Además, se crea una experiencia de igualdad espiritual que facilita la
superación de todo el clericalismo imperante en la Iglesia.

 Los contenidos de formación se fundamentan en la Palabra de Dios


actualizada por el magisterio de la Iglesia y en las necesidades del hombre
actual y concretamente de la propia cultura. La lectura de los signos de los
tiempos es lo que permite la comprensión de las aspiraciones del pueblo y su
interpretación, de modo que todo converja al servicio propio de cada
ministerio.

 Los encuentros deben ofrecer experiencias que permitan realizar e internalizar


los valores que se quieren profundizar. Vivimos en una cultura que es
particularmente sensible a lo experiencial, por lo demás, tanto la espiritualidad
como la pastoral son realidades no teóricas sino de vida, aunque se puedan y
deban explicitar doctrinalmente.

 Las temáticas que se desarrollen con los agentes deben estar en


correspondencia con el camino catecumenal que se propone «al pueblo como
conjunto». La formación espiritual y pastoral que se le ofrece a todos los que
desarrollan un servicio ministerial debe ser un modo de vivir en profundidad lo
que, de hecho, se pide a todo el pueblo y a cada uno según su medida.

c. Celebraciones multitudinarias

La Iglesia Latinoamericana en distintas oportunidades ha manifestado su


inquietud por consolidar la primera evangelización que, a pesar de los escándalos
y contradicciones en las que se dio, dejó un importante estrato de fe manifiesta en
expresiones de «religiosidad popular» que constituye la síntesis de lo que el
pueblo internalizó del cristianismo y de la influencia de la religiosidad de los
nativos y de los africanos.

Antes del Vaticano II la Iglesia rechazaba cualquier indicio de influencia de


estas culturas, sin embargo, a partir de éste, los documentos eclesiales hablan de la

142
necesidad de valorar y respetar estas expresiones religiosas, sometiéndolas a la
debida purificación, desde la inspiración del evangelio.

A este respecto sostiene el documento de Santo Domingo que: “La


evangelización de la cultura requiere un importante esfuerzo por comprender las
mentalidades y las actitudes del mundo actual para iluminarlas desde el
Evangelio. Se trata de de llegar a todos los niveles de la vida humana para hacerla
más digna y este esfuerzo de comprensión e iluminación debe estar siempre
acompañado del anuncio de la Buena Nueva, de tal manera que la penetración del
Evangelio en las culturas no sea una simple adaptación externa, sino un proceso
profundo y global que abarque tanto el mensaje cristiano, como la reflexión y la
praxis de la Iglesia, respetando siempre las características y la integridad de la
fe”255.

La Iglesia Latinoamericana, además de establecer un diálogo enriquecedor


con la «religiosidad popular»256 manifiesta una gran preocupación por llegar a
todos. Por eso dice: “Grandes mayorías de nuestros pueblos, padecen condiciones
dramáticas en sus vidas. Así lo hemos comprobado en las diarias tareas pastorales,
y lo hemos expresado con claridad en muchos documentos. Así cuando sus
dolores nos apremian, resuena en nuestros oídos la palabra que dijo Dios a
Moisés: He visto la aflicción de mi pueblo, he oído sus gritos de dolor. Conozco
muy bien sus sufrimientos. Por eso he bajado para hacerlo subir a la tierra
espaciosa y fértil (Ex 3,7-8) “257.

No se puede renunciar al mandato evangélico de Jesús, que encomienda a


sus seguidores: “Vayan por todo el mundo y anuncien la Buena Nueva a toda la
creación”258 Los creyentes, convencidos de «haber encontrado el tesoro»
(Jesucristo y su causa), no descansamos de proponerlo como inspiración de vida
para todos, por eso el documento de Puebla cuando define la misión de la Iglesia
en América Latina dice: “Somos enviados para llevar la Buena Nueva a todos los
hermanos, especialmente a los pobres y olvidados. Esta tarea evangelizadora nos

255
SD 22; Cf. RM 46. 52.
256
La religiosidad popular, sobre todo en sus prácticas comunitarias, es la expresión de la cultura
cristiana del pueblo en formas religiosas mágico-míticas que van cambiando externamente con el
paso del tiempo pero que constituyen el punto de partida de la Nueva Evangelización, que si bien
es tarea impostergable en nuestra época, también es derecho de cada uno de los bautizados.
257
SD 7.
258
Mc 16,15.
143
conduce a la plena conversión y comunión con Cristo en la Iglesia; impregnará
nuestra cultura; nos llevará a la auténtica promoción de nuestras comunidades y a
una presencia crítica y orientadora ante las ideologías y políticas que condicionan
la suerte de nuestras naciones” 259

Para hacer frente a los retos que se desprenden de esta realidad, de manera
sistemática, conviene que en las parroquias se encausen las expresiones de
religiosidad popular de significación dignificadora y con poder identificación
colectiva, dentro de un proceso que le permita purificarse y consolidarse en el
corazón del pueblo. Este proceso lo llama el MMM «Pastoral de Multitudes».

La Pastoral de Multitudes son acciones que pretenden integrar el conjunto


de los bautizados y la gente de buena voluntad de las parroquias o diócesis, como
porción del pueblo de Dios, en un camino común de evangelización permanente.
Se planifican las acciones que tienden por sí mismas a movilizar al conjunto en
cuanto tal, en términos de evangelización de la cultura260 y de la religiosidad
popular en sus manifestaciones multitudinarias261.

Con estas celebraciones se ofrece un servicio: a la Nueva Evangelización en


las prácticas religiosas comunitarias del pueblo cristiano, que ubicadas dentro de
un proceso, se convierten en oportunidades de salvación, a la cultura cristiana y
al desarrollo de sus valores y peculiaridades, como aporte a la calidad de la
comunión de las diversidades y a la promoción humana de las personas y del
pueblo en cuanto a que le sirve a la toma de conciencia de que su fe y sus
prácticas religiosas los promueven en su dignidad personal y como pueblos,
capacitándolos para responder con más coherencia a la vocación a la santidad
como desafío personal y comunitario.

La pastoral de multitudes tiene como uno de sus principales objetivos sacar


a las grandes mayorías de la indiferencia y del aislamiento, posibilitando
relaciones y contactos con las personas (el pueblo) y con Dios, de esta manera se
responde a los desafíos de la realidad actual que exige calificadas y sistemáticas
experiencias comunitarias de todos en el conjunto y del conjunto de todos.

259
DP 164.
260
Cf. EN 19-20; DP 407, 413-414 y 436-438.
261
Cf. DP. 447-450, 457-459 y 469.
144
Son actividades sencillas y dinámicas cargadas de experiencias de fe y de
comunidad. Se programan cuidadosa, dosificada y concatenadamente, de tal
manera que al desarrollarlas se recorra un camino-proceso evangelizador. Cada
paso de esta pastoral es una experiencia evangelizadora conectada con la
precedente y anunciando la siguiente. Es un proceso en el que el pueblo no sólo se
desplaza hacia adelante sino que cada vez sube de nivel en la calidad de los
encuentros.

A través de muchos medios y utilizando todas las estructuras de


participación comunitaria con las que se cuenta, se convoca a todos, si alguno de
los parroquianos no participa, será por libre elección, no por falta de invitación o
de información.

La realización de estas actividades-experiencias deben ser realizadas


partiendo de los más pobres, o sea, los que no vienen, los que no tienen, los que
no saben, esto implica que no se les ofrece lo que no pueden percibir y no se les
pide lo que no pueden dar. Estas actividades están dirigida a todos y cada uno de
los parroquianos: los que participan activamente, los espectadores pasivos,
también los que ni siquiera son espectadores porque no asisten pero les llega la
noticia. Cada celebración multitudinaria debe provocar un pronunciamiento de
opinión pública.

La experiencia ha enseñado que debería ser una actividad que se realice más
o menos una por mes. Si se hacen con lapsos más grandes entre uno y otro se
pierde la memoria y la concatenación; si se hacen con más frecuencia, se
banalizan y pierden novedad. Es conveniente cuidar que el día y la hora sean
cómodos para la mayoría.

Cuando la fiesta incluye la Eucaristía, en día de precepto, se recomienda que


esa celebración sea la única, para que signifique lo dice ser: la más importante
experiencia comunitaria a la que nadie debe faltar. Cuando son concentraciones,
los espacios deben ser amplios, donde puedan caber y participar activamente
todos para que nadie se sienta incómodo o deje de ir por ese motivo.

Al final de este capítulo podemos evidenciar que la teología pastoral que


sustenta el Concilio, al ubicar al mundo y al hombre como el centro de su praxis-

145
reflexion, obliga a una nueva forma de hacer pastoral que a su vez, requiere una
nueva metodología.

Ante los prejuicios, falta de conocimiento y el frecuente trabajo empírico


que prevalece en la praxis pastoral hemos visto conveniente fundamentar, desde
distintas perspectivas la necesidad imperiosa de escoger un método acorde a las
exigencias del trabajo pastoral. Entre los caminos metodológicos señalamos varias
alternativas deteniéndonos específicamente en el método prospectivo, empleado
en las dos experiencias presentadas en el primer capítulo.

Esta metodología constituye la base de un intinerario personal y comunitario


que implica acercarse a la realidad asumida como “signo de los tiempos”. Estos,
leídos a la luz de Dios, se convierten en retos y compromiso para la
transformación de la realidad según los criterios del Reino, lo que constituye un
acto evangelizador en el que todos se convierten en evagelizandos-
evangelizadores.

Esta pedagogía, a su vez, para poder traducirse en una propuesta pastoral


coherente, requiere concretarse en acciones pastorales que orienten todos los
esfuerzos hacia el logro de la corresponsabilidad en la misión. Estas acciones
pastorales han sido formuladas a través de una serie medios estructurales y
mediaciones humanas.

3.3. Medios pedagógicos generadores de corresponsabilidad en la misión

Esta pedagogía para poder traducirse en una propuesta pastoral coherente,


requiere concretarse en acciones pastorales dentro de un proceso orgánico, que
articule y oriente todos los esfuerzos hacia el logro de la corresponsabilidad en la
misión.

a. Un plan pastoral parroquial

El Concilio Vaticano II en «Gaudium et Spes» reconoce que en este tiempo


histórico se valora más la participación como la expresión de la identidad y libertad
del hombre262. Las personas hoy quieren sentir que son tomadas en cuenta, necesitan
estar presentes en la vida de la comunidad, son acentuadamente más sensibles a la
instrumentalización; el estar como simples espectadores ya no les llena.

262
Cf. GS 1-10.
146
Estas legítimas aspiraciones tienen que ser satisfechas por la Iglesia263. “La
parroquia es la Iglesia que se encuentra entre las casas de los hombres”264, es la que
está más cerca de la vida ordinaria de los bautizados. Si ahí no se satisfacen esas
expectativas, sucede que la vida religiosa del pueblo, o muere, o se desarrolla al
margen de la Iglesia Institución.

En otras palabras, si al pueblo sólo le quedan sus manifestaciones de


religiosidad popular, poco a poco, o es presa fácil de cualquier ideología alienante o
cae en las redes del proselitismo de sectas fundamentalistas que disuelven la
limpieza de su fe y lo llevan a expresiones y prácticas cada vez más extrañas a su
propia cultura y una fe auténtica.

Todo esto hace que sea cada vez más urgente que la acción pastoral edifique
una Iglesia que sea reconocida como Sacramento Universal de Salvación, que se
exprese como un pueblo que vive misteriosamente en comunión. El futuro de la
Iglesia, su misión y la vocación de nuestros pueblos latinoamericanos están en juego.
Es indiscutible que la realidad, los documentos de la Iglesia y la Palabra de Dios nos
están exigiendo una respuesta pastoral.

El Concilio Vaticano II lleva más de cinco décadas pidiendo ser puesto en


práctica. Muchos de los documentos eclesiales, como hemos visto en los capítulos
anteriores, han profundizado e insistido en la necesidad de que haya coherencia entre
doctrina y orientaciones pastorales, y las acciones concretas que se desprendan de
ella.

Por ejemplo, el documento de Puebla presenta la parroquia como centro de


comunión265 y participación; el de Santo Domingo266, como Comunidad Eclesial viva
y dinámica y el de Aparecida, como centro de irradiación misionera con necesidad
de abandonar estructuras caducas que no favorezcan la transmisión de la fe267. Pero,

263
Cf. SD 54b. 58ª. Juan XXIII había llamado a la parroquia: La "fuente de la aldea", que no era
solamente una imagen bella, serena y en cierto sentido idílica, sino que con ella quería recordar
que la parroquia tiene capacidad para convertir el espacio humano en el que está inserta, en
espacio agradable y fecundo, favoreciendo el máximo de apertura y disponibilidad para quien
quiera recorrer sus caminos, aunque sea de paso y por períodos breves.
264
ChL. 27.
265
Cf. DP 644.650.
266
Cf. SD 54-64.
267
Cf. DA 304-306; Vista la realidad de muchos cristianos que han recibido los sacramentos por
tradición y sin haber tenido un encuentro personal con Jesús, son muchos los pastoralistas que
insisten en que las parroquias deben propiciar y ofrecer experiencias diversificadas de
147
¿qué pasos son necesarios dar para que las parroquias asuman ese perfil? Los tres
documentos insisten en la necesidad de hacer opciones y planes coherentes y
responsables en cada Iglesia particular; y esta necesidad no es optativa, es
vinculante268.

La comunión y participación son posibles en la vida ordinaria si se organiza la


vida parroquial, de acuerdo al modelo «Iglesia Misterio de Comunión», lo que
exigiría que las parroquias sean fuente de comunión orgánica y dinámica de todas las
comunidades (vecinales o parroquiales) que viven en la Iglesia local. En este sentido,
la parroquia es una porción de la diócesis, que Santo Domingo llama: "comunión
orgánica y misionera, una red de comunidades, conducida por el párroco en nombre
del Obispo"269.

Muchos son los documentos que sostienen que, en la realidad actual, para que
la pastoral genere comunión orgánica y misionera, es fundamental un proyecto, que
partiendo de la realidad, nazca de las opciones teológicas de la Iglesia
latinoamericana, las traduzca a la vida práctica de las parroquias y les obligue a
asumir sus consecuencias. Este instrumento pretende que haya coherencia entre lo
que se cree, lo que se opta y lo que se hace: aspectos que se tienden a separar en la
pastoral y cuya cohesión es fundamental para generar una praxis creíble. Conviene
aclarar que no todos los métodos permiten lograr esta cohesión. Es necesario escoger
métodos que conduzcan a planes globales.

Por ejemplo, el método de proceder por «prioridades» o urgencias, de por sí,


no es ni puede conducir a un plan global. Cuando se habla de «prioridades» se
abarcan algunos campos del hacer pastoral que, por una razón o por otra, se
consideran urgentes. Por lo mismo son métodos que no son adecuados y no sirven
a la pastoral de conjunto. Esta requiere que el conjunto de las acciones y el
conjunto de las personas de una parroquia o Iglesia local sean coordinadas,
organizadas y dirigidas a objetivos globales y específicos que abarquen y
armonicen el todo, tanto en su situación ideal cuanto en su realización progresiva.

acompañamiento de adultos que posibiliten un encuentro personal con Jesús que revitalice la fe
y el compromiso público de vivir el seguimiento a Jesucristo en la Iglesia. Cf. Alphonse
BORRAS & ROUTHIER Guilles, La nueva parroquia (Sal terrae, Santander 2009) 198-199.
268
Cf. CPV 11,142; DP 650, 703, 1222; EA 36.
269
DP 1306, 1307; SD 253. 271.286.
148
Entrar en mentalidad de proyecto exige una seria conversión personal y
comunitaria, que reclama una nueva manera de ser párroco, de conducir la pastoral,
de vivir la condición de hijos de Dios. Esto exige un nuevo modo de
interrelacionarse, de vivir la fraternidad, de responder todos y juntos, al
mandamiento del amor. En el fondo, se trata de una nueva conciencia de estar en el
mundo y de ser solidario en su construcción.

Elaborar y poner en marcha un proyecto pastoral supone un «querer juntos»,


que no es una nueva forma de poner en marcha un uniformismo pastoral, sino que
se trata de querer aquello que unifica y diversifica, aquello que respeta la
identidad de cada realidad y al mismo tiempo las hace converger en ese paso que
es común a todos. Este es el sentido de la pastoral de conjunto: integrar un
conjunto de acciones y personas, que, en forma orgánica, es decir,
interdependiente y complementaria, crecen juntas en la unidad y diversidad, como
cuerpo de Cristo.

El proyecto pastoral no es sólo la aplicación de un plan metodológico que se


reduce a técnicas; además de aplicarlas y contar con los recursos adecuados, se trata
de armonizar todo desde una perspectiva de fe, o sea, desde la identificación con
Jesús.

Principales exigencias de la puesta en marcha de un proyecto pastoral:

 El proyecto pastoral parroquial, debe realizarse en sintonía con las opciones


de comunidad diocesana, las Iglesias colindantes y la Iglesia Universal270.

 Sus destinatarios son todos los habitantes del territorio parroquial los cuales
deben estar organizados en bloques territoriales y poblacionales que
posibiliten la desmasificación y el seguimiento cercano y continuo.

 El proyecto debe ser diseñado, implementado y evaluado, con la


participación del mayor número posible de parroquianos.

 Debe procurar la participación en todos los niveles, educando en el empleo


de la metodología «ver, juzgar y actuar», que conlleva el análisis de la
realidad, su reflexión a partir del Evangelio, documentos eclesiales y

270
Cf. NMI 29.
149
praxis eclesial, y la puesta en marcha de acciones dignificantes y
redentoras271.

 El proyecto pastoral parroquial, debe ser respuesta específica, consciente e


intencional a las necesidades de la realidad, las cuales coinciden con las
de la evangelización272.

 Se deben emplear los objetivos y los medios más aptos para hacer más
eficaz la acción evangelizadora, siempre con un uso racional, que evite el
absolutizarlos y negarle espacio a la gratuidad de Dios273.

 Todos los bautizados son corresponsables de su implementación, aunque


en distintos niveles y proporciones.

 Debe ofrecer un itinerario de evangelización que asegure proceso al conjunto


de los parroquianos y a cada uno, determinando etapas a corto, mediano y
largo plazo para su aplicación.

b. La sectorización de la parroquia

Una de las características típicas de la mayoría de nuestras parroquias es la


gran extensión numérica de sus miembros, por eso, diversos documentos
eclesiales insisten en desmasificarlas, para favorecer relaciones cercanas entre sus
miembros y lograr el crecimiento de la corresponsabilidad. Cuando hablamos de
sectorizar estamos haciendo referencia a la dimensión territorial geográfica. Se
trata del esfuerzo que debe hacer toda parroquia de organizarse o estructurarse
dentro de una realidad geográfica274.

Esta estrategia posibilita que, desde la parroquia, se aborde y se ofrezca


apoyo a la solución de un gran problema que afecta cada vez más a las sociedades
modernas: el desarraigo y el débil sentido de pertenencia. La gran movilidad de
las personas por los trabajos y lugares de estudios, centros lúdicos, añadido a lo
reciente de muchos centros poblados y a la presencia de muchos factores
dispersivos, han debilitado fuertemente la sociabilidad entre los vecinos de un
mismo territorio, disminuyen los motivos y razones para encontrarse y esto
271
Cf. DP 1307.
272
Cf. DP 1307.
273
Cf. DP 1307.
274
Cf. SD 58-60.
150
produce un desarraigo cultural y afectivo con nefastas consecuencias entre las que
destacan el desinterés hacia los próximos, hacia los «los prójimos».

Sin quererse imponer, respetando el ritmo de cada persona, familia o grupo,


la parroquia puede ser una plataforma que favorezca la vinculación y progresiva
integración de los vecinos. Para lograr una mejor convivencia entre todos, desde
ella, se pueden favorecer campañas de sensibilización al interés de unos por los
otros. Esta sería una manera concreta de poner en marcha el mandato que Jesús
hace a sus seguidores de vivir la buena noticia del evangelio generando vida en
abundancia.

La propia experiencia y los aportes de la sociología nos hacen ver que para
establecer relaciones de primer grado entre vecinos, no debería haber más de 1000
personas. Por eso se propone que la parroquia se organice en sectores de,
aproximadamente, 200 familias. Por supuesto, esto dependerá de muchos factores
y condicionamientos que la misma realidad puede ofrecer. Lo procedente es
aprovechar aquellos elementos que favorecen su cohesión y apoyar todo lo que
vaya en beneficio de todos, desde las propias motivaciones de fe.

El objetivo de cada sector es tener un espacio comunitario-geográfico en el


que los cristianos deben crecer y hacer crecer la «projimidad», el compromiso de
unos por los otros, sobre todo, con los más necesitados. En cada sector se debería
organizar la vida de fe en comunión con toda la parroquia: preparación de los
sacramentos, oferta de experiencias litúrgicas y celebraciones de la Palabra,
sensibilización y compromiso con los más necesitados (Past. Social), actividades
en función de la familia (Past. Familiar), con los niños (Past. Infantil), con los
jóvenes (Past. Juvenil), con los ancianos (Past. de la tercera edad) y otros.

La idea es que los vecinos entiendan que la profesión de la fe cristiana va


unida al compromiso de que todos vivamos de una manera más digna. Con la
sectorización la parroquia deja de ser «centrípeta» para comenzar a ser
«centrífuga», o sea, en lugar de dedicar sus mayores fuerzas a generar cohesión
alrededor del templo, dedica sus mayores energías a generar cohesión y
fraternidad entre las personas allí donde viven y desde allí descubrir los consuelos
y exigencias de un Dios compasivo y misericordioso.

151
La sectorización permite que los servicios pastorales que ofrece la
parroquia, se organicen y coordinen desde la sede parroquial, pero para que
funcionen en los sectores. El templo seguirá siendo importante, como punto de
referencia, lugar de convocación y celebración del conjunto de todos los sectores.
Todo esto nos lleva a la conclusión de que el sector es un signo tangible de una
parroquia que se concibe a sí misma como «comunidad de comunidades».

La sectorización permite visualizar la formulación de Santo Domingo que


dice que la parroquia ”es la Iglesia que se encuentra entre las casas de los
hombres” 275. A través de este medio se podrá generar circularidad de información
entre las comunidades vecinales, otro servicio que pueden hacer los cristianos a
los habitantes del sector. Podemos decir que la puesta en marcha del nuevo
modelo de ser Iglesia tiene su punta de lanza en la sectorización. Es ella la que
muestra a los cristianos conviviendo y participando con sus vecinos, procurando
que fluyan los valores del Reino, desde el testimonio y el compromiso cotidiano.

c. Organización de las pequeñas comunidades

Pablo VI, en 1975, en la exhortación apostólica «Evangelii Nuntiandi», al


presentar la evangelización como el más importante desafío de la Iglesia, presenta
las «comunidades eclesiales de base» como uno de sus importantes destinatarios,
justificando su existencia con las siguientes palabras:

“Nacen de la necesidad de vivir todavía con más intensidad la vida de la


Iglesia; o del deseo y de la búsqueda de una dimensión más humana que
difícilmente pueden ofrecer las comunidades eclesiales más grandes, sobre todo
en las metrópolis urbanas contemporáneas que favorecen a la vez la vida de masa
y el anonimato. Pero igualmente pueden prolongar a nivel espiritual y religioso —
culto, cultivo de una fe más profunda, caridad fraterna, oración, comunión con los
Pastores— la pequeña comunidad sociológica, el pueblo, etc. O también quieren
reunirse para escuchar y meditar la Palabra, para los sacramentos y el vínculo del
Ágape, grupos homogéneos por la edad, la cultura, el estado civil o la situación
social, como parejas, jóvenes, profesionales, etc., personas éstas que la vida
misma encuentra ya unidas en la lucha por la justicia, la ayuda fraterna a los
pobres, la promoción humana, etc. O, en fin, reúnen a los cristianos donde la

275
ChL. 27.
152
penuria de sacerdotes no favorece la vida normal de una comunidad parroquial.
Todo esto, por supuesto, al interior de las comunidades constituidas por la Iglesia,
sobre todo de las Iglesias particulares y de las parroquias”276.

En este documento, Pablo VI plasma lo que es un hecho en la Iglesia y se


está promoviendo a través de los documentos Conciliares y de la reflexión
latinoamericana: el surgimiento de comunidades más pequeñas, al estilo de las
primeras comunidades, para activar una mayoría cristiana acostumbrada a
permanecer como espectadora, no solo en lo que toca a las celebraciones
litúrgicas, sino a todo lo que hace referencia a la Iglesia.

De ahí la necesidad de auspiciar el surgimiento de comunidades de talla


humana que permitan el mutuo conocimiento y aceptación entre sus miembros,
pudiéndose reconocer y compartir la fe de manera profunda y vivencial, haciendo
posibles experiencias de una comunión viva y cálida donde se sienten de manera
real y efectiva como parte del Pueblo de Dios, de la Iglesia de Cristo.

La Iglesia necesita de comunidades en las que se pueda vivir la experiencia


de comunión, donde pueda haber una aproximación entre el ser de la Iglesia y la
vida de las personas, haciendo que cada una encuentre su sentido en la otra, de
manera que la Iglesia sin las preocupaciones, aspiraciones y realidades de la vida
de las personas carece de sentido y, a su vez, la vida encuentre su pleno sentido y
su expresión máxima en la Iglesia, «realidad humana invadida del amor divino».

A pesar de lo importante que son las pequeñas comunidades para perfilar la


imagen de la verdadera Iglesia de Jesucristo, el documento de Aparecida al
referirse a ellas nos alerta diciendo:

“Medellín reconoció en ellas una célula inicial de estructuración eclesial y


foco de fe y evangelización. Puebla constató que las pequeñas comunidades, sobre
todo las comunidades eclesiales de base, permitieron al pueblo acceder a un
conocimiento mayor de la Palabra de Dios, al compromiso social en nombre del
Evangelio, al surgimiento de nuevos servicios laicales y a la educación de la fe de
los adultos, sin embargo, también constató que no han faltado miembros de

276
EN 58.
153
comunidad o comunidades enteras que, atraídos por instituciones puramente laicas
o radicalizadas ideológicamente, fueron perdiendo el sentido eclesial” 277.

Ésta llamada de atención del documento eclesial constituye una invitación a


tomar conciencia del cuidado especial que merece esta instancia que ofrece a los
cristianos una nueva manera de nutrir y expresar su fe. Respondiendo a este
llamado trataremos de hacer un esfuerzo por sistematizar algunos criterios y
orientaciones que definan el modo de concebirlas y el modo de promoverlas. Así
que, inspirado en aportes elaborados por el MMM278 formulamos algunas
orientaciones que nos permitan concretar el modelo de comunidades que se quiere
y el camino a seguir para suscitarlas y formarlas.

 Deben ser grupos en los que se viven las diversas facetas del ser de la Iglesia

La Iglesia necesita crear espacios en los que los bautizados y la gente de


buena voluntad puedan vivir la experiencia de ser Iglesia, con todas las
dimensiones -de fe, de culto y de misión/servicio- que ello comporta, y este
intento existe ya en distintas partes del mundo con nombres diversos «Pequeñas
Comunidades Parroquiales», «Comunidades Eclesiales o Cristianas de Base»,
«Grupos de Escucha», «Grupos de vida cristiana» y otros que, por diversas
razones, o no siempre se han comprendido rectamente o a veces se han promovido
en forma incoherente o inadecuada, provocando confusiones que han creado cierta
desconfianza e incluso rechazo.

Se les ha llamado «pequeñas comunidades parroquiales», porque se ha


llegado al consenso de que este nombre ayuda a la recta e inmediata comprensión:
por ellas se entiende aquellos grupos de dimensiones humanas que permiten,
facilitan y promueven las relaciones interpersonales auténticas, es decir, el diálogo
con todas sus exigencias. Por lo mismo, se trata de pequeños grupos de
aproximadamente unas veinte personas adultas y jóvenes, mejor si son familias,
que se reúnen periódicamente (al menos una vez por mes), en las propias casas, en
nombre de la fe y para vivir el misterio de la Iglesia en sus diversas dimensiones:
oración, lectura bíblica, reflexión, celebración.

277
DA 178.
278
Tomado de material sin publicar del Padre Fernando Zapata, 2003.
154
Estos grupos son llamados «comunidades», no porque hayan alcanzado la
madurez como comunidades eclesiales, cosa que supone un largo camino, sino
porque, aún desde el comienzo, suponen una voluntad común de encuentro por
motivos de fe y en función de profundizarla en una experiencia comunitaria. Y
son «parroquiales» no sólo porque forman parte de la parroquia; sino, sobre todo,
porque expresan la comunidad eclesial, en el nivel más próximo a las personas.

Con esto no se quiere disminuir la importancia y la necesidad de que


existan, y de que incluso, deban aumentar los grupos apostólicos cuya razón de ser
responde a un don o carisma peculiar o a un determinado ministerio. En realidad,
el misterio de la Iglesia, del que se participa en virtud de la presencia del Espíritu
Santo, pide a todos vivir con la misma intensidad y generosidad las dos realidades
cuyo origen está en el mismo Espíritu: la experiencia de la unidad, entendida
como espacio de integración de las diversidades, y la de la peculiaridad de las
propias originalidades según los dones de cada quién.

Sólo así todos los bautizados pueden tener una real experiencia del Espíritu,
principio al mismo tiempo de unidad y de diversidad. De lo contrario es una
experiencia pobre, limitada, hasta el punto de llegar a ser inauténtica. La Iglesia
debe poder expresarse concretamente como comunidad de fe, de esperanza y de
caridad, espiritual y visible al mismo tiempo279.

La falta de este tipo de «pequeñas comunidades parroquiales» crea la


dificultad de que las personas que se reúnen en nombre de un don o un carisma
propio, no encuentran el espacio donde comunicar con los otros bautizados su
experiencia y, de este modo, colaborar, por vía de la intercomunicación de la
experiencia de Dios, en la edificación de la «Iglesia comunión».

La Iglesia necesita esta experiencia de comunión allí donde se vive la vida


cotidiana -las familias y la «pequeñas comunidades parroquiales»- y no sólo en
ámbitos más amplios y universales.

 Deben ser grupos que integran las diversidades existentes en el propio


ambiente: comunidades heterogéneas

279
Cf. LG 8.
155
Existen diversos tipos de grupos. Los grupos «obligados o impuestos» como
son las cárceles o los grupos que se componen libremente. De estos, algunos se
reúnen por amistad; otros en razón de intereses determinados y otros en razón de
valores comunes.

Ciertamente la Iglesia no es un grupo de personas que se eligen en razón de


amistad, menos aún un grupo que se forma entorno a intereses comunes, sean de
tipo político, económico o cultural.

La Iglesia se reúne en razón de valores y por lo mismo no se eligen los unos


a los otros, sino que se encuentran en razón de los mismos valores de vida. Por lo
mismo un grupo que quiera expresar la naturaleza de la Iglesia debe reunirse en
torno a los valores que la definen. Así las «pequeñas comunidades parroquiales»
son grupos que se constituyen libremente y a partir de los valores comunes,
conscientes o intuidos del hecho de ser cristiano, de ser Iglesia.

Por ello, estos grupos deben expresar las diversidades existentes en el


ambiente y en la misma Iglesia. Un grupo que esté compuesto sólo de amigos o
sólo por quienes tienen intereses comunes, una misma edad o profesión u otros
factores, no expresaría la naturaleza fundamental de la Iglesia. Dios convoca a
todos sin distinción ni discriminación alguna a participar al misterio de su vida y
de su amor: a ricos y pobres, a cultos e incultos, a sanos y enfermos, a fuertes y
débiles.

Aquellos que por la fe y el bautismo responden a esta convocatoria, forman


la Iglesia de Cristo. Es Dios quien nos reúne en la «asamblea de los creyentes».
Por esto, las «pequeñas comunidades parroquiales» deben ser grupos que expresen
las diversidades existentes en el propio ambiente y en la misma Iglesia.

 Que todo el pueblo cristiano sea convocado, y en la medida de lo posible, se


integre y forme parte de estas «pequeñas comunidades parroquiales».

En teoría es evidente que lo mejor sería que todo el pueblo cristiano se


integrase en estas pequeñas comunidades, pero ¿es ello posible? Muchos agentes
de pastoral han intentado crear este tipo de grupos, pero sin lograr lo que
pretendían.

156
En la pastoral tradicional, se logra con alguna facilidad reunir grupos en
forma ocasional, por ejemplo, en una misión; o de forma permanente con gente ya
sensibilizada o comprometida, pero es difícil constituirlos con gente «alejada», y
mucho más, mantenerlos en forma permanente. En general, las personas que
responden a estas propuestas son casi siempre las mismas, las que ya tienen
alguna sensibilidad de Iglesia.

Precisamente por ello para implementar una pastoral parroquial renovada, es


necesario poner en marcha estrategias precedentes que dispongan, sensibilicen y
ofrezcan progresivas experiencias en función de estas «pequeñas comunidades
parroquiales».

La creación de un sistema de comunicación y participación parroquial que


llegue sistemáticamente a todos (por ejemplo, la Carta de los cristianos) y de
«Asambleas Familiares» entendidas como ámbitos de «conversación en la fe»
que, sin darles un carácter de grupo estable, pudieran muy bien ayudar a crear una
mentalidad comunitaria. Sin embargo, muchas pueden ser las iniciativas que
ayuden a gentes de buena voluntad que, por diversas razones, se sienten al margen
de la Iglesia, a vivir la fe desde el nutriente de los pequeños grupos.

El horizonte de que todo el pueblo cristiano forme parte de las «pequeñas


comunidades parroquiales», exige que se mantenga viva la intención de invitar a
todos los bautizados y gente de buena voluntad a participar en experiencias cada
vez más intensas en la vida y la misión de la Iglesia. Dios convoca a todos a la
santidad en un Pueblo, y eso no es posible sin un espacio de
comunión/comunicación real, que la Iglesia debe ofrecer a todos.

Como la integración a estos grupos debe ser progresiva en razón de las leyes
psicológicas de la dinámica de los grupos humanos, una vez sensibilizados y
habiendo vivido significativas experiencias no sistemáticas de pequeños grupos de
fe, conviene coronar el proceso de sensibilización con un paso más en orden al
compromiso de fe y de experiencia comunitaria, ofreciendo la posibilidad de
conformar «pequeñas comunidades parroquiales» por sectores.

157
 Subrayar, desde una visión global, la pertenencia eclesial de las «pequeñas
comunidades parroquiales”

Generalmente, las pequeñas comunidades se van formando, mientras que la


mayoría no se integra a ellas, esto puede ocasionar fracturas en la parroquia, en el
sentido de correr el peligro de propiciar que surjan distintas clases: los cristianos
de primera -los de las pequeñas comunidades- y los de segunda -la gran mayoría-.

Para evitar este riesgo conviene, por una parte, crear instancias que
mantengan viva la conciencia de que todos pertenecen a una misma Iglesia, y por
otra, que los miembros de las nuevas comunidades, concienticen que este nuevo
modo de pertenecer a la parroquia, los compromete con los «alejados» y no los
convierte en una casta especial.

En los participantes a estas «pequeñas comunidades parroquiales» debe


mantenerse viva la sensibilidad eclesial que los hace impulsar, crecer y
desarrollarse como comunidad que se debe a la parroquia, diócesis e Iglesia
universal. Eclesiológicamente, la pequeña comunidad parroquial no se debe a sí
misma, como tampoco la parroquia; tanto la una como la otra se deben a la
diócesis, desde la que se hace presente el mismo Cristo en un tiempo y en un
espacio concreto.

d. Implementación de estructuras de participación y corresponsabilidad

Entre los criterios más importantes que se desprenden de la teología y


espiritualidad comunitaria están, el de participación y el de corresponsabilidad. El
Dios de Jesucristo, cuenta con nosotros y nos insta a que actuemos y sintamos,
como cosa nuestra, su propuesta de salvación para la humanidad y para toda la
creación.

Muchos son los documentos eclesiales en los que se ha profundizado y


fundamentado estas afirmaciones, sin embargo, en la praxis, la Iglesia sigue
siendo un lugar en el que, lamentablemente, prevalece el esquema de que «pocos
hacen mucho y muchos hacen poco», esquema que se inspira en una concepción
piramidal que, prácticamente, reduce el protagonismo eclesial a clérigos y
religiosos, relegando a los laicos a simples colaboradores, en el mejor de los
casos; y a simples espectadores, la mayoría de las veces.

158
Este modo de proceder, que ha prevalecido en la Iglesia por más de mil
años, deja profundas secuelas en la praxis eclesial. Avanzar en esta praxis en el
ámbito parroquial supone una seria conversión por parte de todos los agentes
parroquiales.

Se trata de eliminar cualquier indicio de prepotencia, rechazo,


discriminación o subvaloración, por parte del párroco, sacerdotes, religiosos o
agentes más comprometidos hacia el resto de los laicos. Esto incluye superar la
visión de que los laicos son simples colaboradores y de que las responsabilidades
jerárquicas son instancias de poder y distinción.

También debe superarse todo sentimiento de inferioridad, rechazo o


prepotencia de parte de todos los laicos en su relación con el párroco, obispo,
sacerdotes, religiosos y agentes comprometidos con la parroquia. Se trata de
reconocer y desarrollar los propios y potencialidades para ponerlos al servicio de
la comunidad.

Conscientes de las secuelas que ha dejado, tanto en unos como en otros,


miles de años de funcionamiento inadecuado, la parroquia, el espacio más cercano
al cristiano común, debe ser el lugar privilegiado para propiciar un trato «entre
iguales» en sus miembros, no solo en el trato afable, cercano y acogedor que debe
caracterizarla, sino en el modo de conducir y desarrollar la pastoral, en un tiempo
y un espacio concreto.

Para hacer realidad la participación y corresponsabilidad en la parroquia es


necesario, en segundo lugar, crear y re-crear estructuras que permitan, por una
parte, la progresiva incorporación de los cristianos en el quehacer de la Iglesia, y
por otra, el aumento de espacios de participación y corresponsabilidad, donde no
sólo se participe en la realización de actividades, sino también, y sobre todo, se
participe en la toma de decisiones, en el diseño de las respuestas más adecuadas,
en su implementación y evaluación; todo lo cual permitirá que las acciones
pastorales desaten procesos dinámicos que posibiliten respuestas más acordes a
las necesidades y más efectivas en función de las metas aspiradas.

Al hablar de estructuras debemos estar claros de que son medios que deben
posibilitar la comunión orgánica, es decir, que en la parroquia haya una
organización que articule la presencia de personas, grupos e instituciones, de
159
dones, carismas y ministerios, así como de diversos organismos de elaboración,
decisión, ejecución-actuación, que, bajo la coordinación del párroco, ponga en
marcha la consecución de los objetivos y fines que como Iglesia se plantea en un
tiempo y en un lugar concreto.

Las estructuras hay que entenderlas en su doble realidad de límite, y a la


vez, de oportunidad. Por una parte, son límites por ser relativas a un tiempo y un
espacio; su existencia en la parroquia no asegura automáticamente que se dé la
corresponsabilidad y la participación. Pero por otra parte son oportunidad, porque
posibilitan distintos modos de organización, comunicación y expresión. Sin
estructuras no se podría dar la participación y la corresponsabilidad.

Consciente de que la renovación parroquial exige conjugar la conversión de


corazón con el crear o re-crear estructuras que la posibiliten describimos algunas
de esas estructuras parroquiales fundamentales para que los cristianos recuperen
su condición de «sujetos en la misión de la Iglesia», deber y derecho adquirido por
el bautismo:

 Estructuras de decisión

Si queremos que la participación y la corresponsabilidad no se reduzcan a la


realización de actividades puntuales y efímeras, que responden a la idea de que los
parroquianos son colaboradores de la jerarquía eclesial, es fundamental que exista
una estructura que permita una progresiva incorporación de todos los
parroquianos en las grandes de decisiones que realiza la parroquia. Esta estructura
no consiste sólo en un equipo con representación de todos los sectores de la
parroquia, se trata de una estructura que genere una dinámica de funcionamiento,
que posibilite que las grandes decisiones parroquiales, sean realizadas en consenso
con todos los parroquianos.

Sabemos que generar esa dinámica en la parroquia no se hace por decreto,


es necesario un proceso lento que ofrezca confianza, espacios de consulta y
estímulo a la participación. El funcionamiento de esta instancia debe estar
concatenado con el funcionamiento de otras estructuras a nivel sectorial y a nivel
parroquial. En un primer momento, la propuesta que hacemos para generar
corresponsabilidad y participación en la toma de las grandes decisiones, es que el

160
Consejo Parroquial280, animado por el párroco, proponga debatir a nivel parroquial
por sectores, ciertos temas de interés general que luego serán consensuados y
concretados en decisiones globales para la parroquia.

Este método presupone un camino de consolidación de los sectores, en los


cuales deben haberse realizado asambleas abiertas en las que se convocan los
participantes de los servicios que se ofrecen en el sector, las pequeñas
comunidades y la gente de buena voluntad que tenga interés en participar. El
resultado de este trabajo es base esencial para la toma decisión que será devuelta a
los sectores en líneas que orientarán la planificación general y la planificación por
sector.

 Estructuras de elaboración:

Su función es fundamental dentro de esta propuesta pastoral. Aunque no


participa en la toma de decisiones, le atañen varias tareas importantes: Aplicar la
metodología de evaluación y programación favoreciendo la implicación del mayor
número de personas, ofrecer iniciativas y mecanismos que permitan que los
distintos servicios y sus estructuras vibren al unísono con la propuesta de la
parroquia.

Sus miembros deben estar empapados del proyecto global y conviene tenga
destrezas en el manejo de planificación y programación. Desde esta estructura se
deben ofrecer recursos de apoyo para que los servicios y diversas pastorales
parroquiales orienten su trabajo, desde la perspectiva global de la parroquia.

 Estructuras de conducción

Conviene crear conciencia entre los parroquianos de la diferencia que hay


entre decidir e implementar. A esta estructura pertenecen todas las instancias
responsables de poner en práctica las programaciones. A «nivel sectorial», por
ejemplo, pudiéramos señalar el equipo coordinador del sector, lugar en el que
también pudiera haber un equipo responsable de aplicar la programación del
trabajo con jóvenes, la catequesis y otros.

280
Convendría aclarar que entendemos por Consejo Pastoral el conformado por representantes de
los servicios pastorales que ofrece la parroquia y Consejo Parroquial está conformado por
representante de todos los sectores de la parroquia.
161
A «nivel parroquial» el consejo pastoral tiene responsabilidad de asegurar el
funcionamiento de los distintos equipos de animación y coordinación de los
servicios o las distintas pastorales a nivel parroquial.

 Estructuras de comunicación

Conscientes de que uno de los principales aspectos que condiciona la


participación lo constituye la comunicación, la parroquia debe cuidar con
esmerada dedicación el funcionamiento de una estructura o equipo que,
sintiéndose orgánicamente integrados, favorezca la información y motivación
sistemática de las principales acontecimientos y tareas parroquiales, haciéndolas
llegar al mayor número posible de sus miembros, teniendo un especial cuidado
con los que no vienen, no tienen o no saben.

Desde este equipo se puede organizar una red de personas que se preocupen
de que lleguen, de manera sistemática, las principales informaciones del plan
pastoral a los todos los parroquianos. Para esto será necesario poner en marcha la
mayor creatividad posible, en lo que toca a la comunicación escrita, oral, murales,
internet, redes sociales… Este equipo tendrá también como misión, el concientizar
a todos los parroquianos acerca de lo importante de mantenerse en permanente
comunicación, no sólo en el interior de la parroquia, sino con otras instancias
eclesiales y con la sociedad civil en general.

4.- PRINCIPALES APORTES DE UNA PASTORAL ORGÁNICA Y


SISTEMÁTICA A LA PASTORAL PARROQUIAL

Para concluir este capítulo se presenta una síntesis de los principales aportes
que una pastoral orgánica y sistemática ofrece al logro de la inclusión y
corresponsabilidad de los bautizados en la misión de la Iglesia:

4.1. Superar la tentación de una pastoral “de emergencia”

La Iglesia venezolana en el Concilio Plenario reconoce, entre otras sombras,


el hecho de que “Muchas obras y buenas iniciativas de la Iglesia no responden a
plan alguno, y algunas sólo a metas particulares y a corto plazo” 281 La pastoral
que, mayoritariamente, se realiza en las parroquias tiende a ser de reacción y de

281
CPIP 72.
162
respuesta a las múltiples dificultades y necesidades que se presentan en el día a
día.

En muchos párrocos hay resistencia a proyectar la acción pastoral a mediano


y largo plazo, prefieren realizar sin programar y, en el mejor de los casos, realizan
programaciones a corto plazo, convirtiendo la pastoral en una secuencia de
acciones que superponen una actividad tras otra, sin una visión global que permita
prever hacia donde dirigen las mismas a la comunidad parroquial.

Esta realidad la constata el Concilio Plenario de Venezuela cuando reconoce


que: “Las experiencias de planificación pastoral son, en la mayor parte de los
casos, a corto plazo. Se suele responder a coyunturas y campañas. No existen
muchos proyectos comunes de mediano o largo plazo, con continuidad espacial y
temporal” 282.

Esta misma realidad se constata en esta otra cita: “No tenemos un plan
pastoral orgánico, que incluya una acción permanente y consistente para llevar la
Buena Noticia de la salvación a los que están lejos y responda a los desafíos que
plantea la multiplicación de los movimientos religiosos” 283

La presente propuesta pastoral parte de la convicción de que la Iglesia debe


realizar una renovación cuya eficacia se hará realidad en la medida en que se
integre a todos los bautizados y sus líderes en un proceso orgánico de
concientización. Y esto será imposible sin un plan pastoral.

Desde estas premisas, para superar una pastoral de emergencia en una


parroquia, no es suficiente organizar previamente las actividades antes de
realizarlas, es necesario involucrar progresivamente al mayor número de
bautizados para comprometerlos empáticamente en un camino en el que todos y
cada uno, desde el don que puedan ofrecer, se sumen a construir el futuro querido
por Dios.

4.2. Herramientas organizacionales actuales en función del Reino de Dios.

Mientras las ciencias organizacionales, sicológicas y sociológicas han


realizado grandes adelantos que son aprovechados por el mundo del mercado y la
tecnología para el logro de sus cometidos; es lamentable constatar que la Iglesia,

282
CPIP 74.
283
CPIP 44.
163
en sus estructuras parroquiales, manifiesta poco interés en los mismos,
ocupándose muchas veces, en mantener las estructuras físicas y organizativas,
empleando herramientas obsoletas que hacen ineficaces los esfuerzos por
responder a las necesidades a las que los nuevos tiempos los retan desde la fe.
Existe cierta sospecha y hasta rechazo a la aplicación de los aportes de las ciencias
sociales a la pastoral, especialmente en lo que respecta a los métodos de
planificación.

Conscientes de que la renovación de las parroquias requiere, antes que nada,


una conversión del corazón y conscientes también de la no absolutez de las
ciencias humanas, la nueva praxis pastoral propone ensamblar una síntesis
interdisciplinar que conjugue las ciencias humanas y sociales, para emplearla al
servicio de la Iglesia, a través de una propuesta pastoral de trabajo con las
parroquias.

4.3. Itinerario para el conjunto de los parroquianos

La Iglesia ha insistido desde hace mucho tiempo en la necesidad de llevar a


cabo itinerarios o procesos en las actividades pastorales. Un ejemplo concreto es
la exhortación que hace Juan Pablo II a los obispos en su carta apostólica Novo
Millennio Ineunte: “Exhorto ardientemente a los Pastores de las Iglesias
particulares a que, ayudados por la participación de los diversos sectores del
Pueblo de Dios, señalen las etapas del camino futuro, sintonizando las opciones de
cada comunidad diocesana con las de las Iglesias colindantes y con las de la
Iglesia universal” 284.

Pero estas recomendaciones y exhortaciones no siempre son asumidas en la


praxis pastoral de la Iglesia, sino que, en el mejor de los casos, se ofrecen
itinerarios para las personas o los pequeños grupos, sin hacer un diseño para el
conjunto.

La nueva pastoral parroquial contempla que se elabore un itinerario de


formación para el conjunto de los parroquianos. Partiendo de las directrices
diocesanas establece un itinerario para el conjunto, el cual constituye el marco de

284
NMI 29.
164
referencia para los itinerarios personales, de los pequeños grupos y de los
servicios parroquiales.

4.4. Estructuras que permitan involucrar a todos los parroquianos

Una de las debilidades que tiene la actual pastoral parroquial es la poca


capacidad de involucrar a los parroquianos en la realización de sus actividades,
sobre todo, en los momentos de las decisiones y las programaciones. En la
mayoría de los casos se acude a los más cercanos de la parroquia como apoyo para
que realicen actividades. En general hay poco interés en auspiciar una progresiva
corresponsabilidad de los mismos.

Ya el Concilio Plenario de Venezuela lo propone cuando dice: “Demasiado


acostumbrados a un mundo piramidal de jefes y subalternos, cada instancia u
organismo eclesial debe hacer suya, desde cada realidad, la convicción de que la
tarea evangelizadora es de todos, con todos, y para todos. Es necesario cambiar la
visión de una acción pastoral entendida como responsabilidad y manejo de unos
pocos. Para ello, el primer paso es la conversión de la mente hacia la
corresponsabilidad y la participación”285.

La nueva pastoral parte de la convicción de que la Iglesia debe realizar una


renovación cuya eficacia se hará realidad en la medida en que integre a todos los
bautizados y sus líderes en un proceso orgánico de concientización. No basta
reconocer en teoría la dignidad de cada bautizado, es necesario generar nuevas
estructuras orgánicas de comunicación y participación que permitan que cada
parroquiano se involucre y asuma progresivamente la misión de la Iglesia en el
mundo286.

4.5. Modo factible de realizar la evangelización “desde los últimos”.

La iglesia, sobre todo en AL, se ha pronunciado en muchas ocasiones sobre


la exigencia evangélica de optar por los pobres. En una realidad con tan marcada
distancia entre los muchos que tienen pocos y los pocos que tienen mucho, los
obispos latinoamericanos dicen: “Afirmamos la necesidad de conversión de toda

285
Cf. CPIP 85; LG 32; CIC 204.
286
Cf. J. B. CAPPELLARO, Edificándonos como Pueblo de Dios. c.1 (CELAM, Bogotá
2001) 26-27
165
la Iglesia para una opción preferencial por los pobres, con miras a su liberación
integra” 287..

Optar por los pobres implica ver la realidad desde los desposeídos para
generar en ellos caminos evangélicos de dignificación. Ya lo dice Puebla: “La
opción preferencial por los pobres tiene como objetivo el anuncio de Cristo
Salvador, que los iluminará sobre su dignidad, los ayudará en sus esfuerzos de
liberación de todas las carencias y los llevará a la comunión con el Padre y los
hermanos”288. Sin embargo, no siempre se ha logrado explicitar este enunciado con
propuestas orgánicas que vayan más allá de acciones solidarias por y con los
pobres.

Una nueva pastoral requiere diseñar nuevas respuestas organizativas que,


teniendo presente el mayor número posible de parroquianos desde el principio,
impulse un proceso global de progresiva dignificación personal y comunitaria
para todos.

4.6. Valoración de las expresiones de religiosidad popular

Son muchos los documentos de la Iglesia que hablan del respeto a la cultura
y a las expresiones de religiosidad de los pueblos. Ya Pablo VI, en la exhortación
apostólica Evangelii Nuntiandi, dice: “La religiosidad popular, cuando está bien
orientada, sobre todo mediante una pedagogía de evangelización, contiene muchos
valores. Refleja una sed de Dios que solamente los pobres y sencillos pueden
conocer. Hace capaz de generosidad y sacrificio hasta el heroísmo, cuando se trata
de manifestar la fe” 289.

Lo mismo dijo el Concilio Vaticano II en el decreto Ad Gentes, cuando


ofrece recomendaciones a los misioneros que van a territorios de culturas y
religiones distintas al cristianismo: “Para que los mismos fieles puedan dar
fructuosamente este testimonio de Cristo, reúnanse con aquellos hombres por el
aprecio y la caridad, reconózcanse como miembros del grupo humano en que
viven y tomen parte en la vida cultural y social por medio de las diversas
relaciones y negocios de la vida humana; estén familiarizados con sus tradiciones

287
DP 1134; 30.
288
DP 1153.
289
EN 48.
166
nacionales y religiosas. Descubran con gozo y respeto las semillas de la Palabra
que en ellas laten” 290.

En muchos otros documentos eclesiales, también se ha valorado la


religiosidad del pueblo, pero en la praxis, hay mucha resistencia y sospecha a la
misma y se han dado pocos pasos para integrarlos dentro de un proceso de
evangelización integral. También el Concilio Plenario de Venezuela dice: “Hay
agentes pastorales que rechazan la religiosidad popular. Se la considera como algo
superficial y hasta contrapuesto a la fe. Hay quienes la ven como evasión de la
realidad” 291.

La pastoral parroquial tiene el reto de ofrecer un itinerario de formación


para el conjunto de los bautizados que les ayude a descubrir las semillas del
evangelio presentes en las principales expresiones de religiosidad popular que
caracterizan a cada comunidad parroquial. Las celebraciones multitudinarias son
espacios privilegiados para estas manifestaciones de fe popular.

4.7. Recuperar la identidad misionera de la parroquia

Uno de los grandes peligros que tiene la parroquia es convertirse en un


servicio público de lo religioso292 centrando su acción en el templo parroquial y en
los que vienen. Así lo denuncia el Concilio Plenario: “Constatamos que la
comunidad cristiana es poco misionera. En general no es significativo el impulso
misionero de las organizaciones de Iglesia. La pastoral está muy centrada en el
templo: se espera que los fieles acudan a él, en vez de ir a su encuentro. Las
formas tradicionales de acción pastoral no son suficientes para llegar a todo el
Pueblo de Dios” 293.

Existen muchas circunstancias e intereses que justifican este hecho. Sin


embargo, creemos que sigue siendo actual el desafío que Jesús deja a sus
discípulos: “Pónganse, pues, en camino, hagan discípulos a todos los pueblos y
bautícenlos para consagrarlos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, enseñándoles a
poner por obra todo lo que les he mandado. Y sepan que estoy con ustedes todos

290
AG 11.
291
CPPP 39.
292
Cf. A. BORRAS, La nueva parroquia (SAL TERRAE, Santander 2009) 58-66.
293
CCPP 44.
167
los días hasta el final de este mundo” 294
. Y el papa Francisco lo repite con
frecuencia: “Que la iglesia salga afuera, que la Iglesia salga a la calle… He
hablado de Iglesia en salida, de una Iglesia misionera que no puede dejar de estar
en salida” 295.

La pastoral no sólo debe pretender que los bautizados realicen acciones


misioneras, sino que todo el proceso que se active debe procurar convertir
paulatinamente a todos y cada uno de los bautizados en misioneros responsables
de hacer llegar a todos los habitantes de la parroquia, especialmente a los más
necesitados, la Buena Noticia de Jesús.

4.8. La parroquia muestra la factibilidad de una sociedad participativa

Un logro de los tiempos actuales es la aceptación de la democracia como


parámetro ideal de lo que debiera ser la organización de los pueblos, sin embargo,
mientras se consolida esta doctrina en los documentos, en la vida real, aparecen
múltiples nuevos subterfugios para camuflar sistemas autocráticos que aparentan
ser democráticos porque cumplen con requisitos formales que lo legitiman. Se
necesitan signos que muestren la factibilidad de poner en marcha una sociedad
participativa.

La acción pastoral de la Iglesia debe llevar adelante un trabajo comunitario


poniendo en práctica los principios y los métodos que dicha propuesta se fija para
su implementación, con la intención de involucrar progresivamente a todos los
bautizados como sujetos de la misión de la Iglesia. Si esto se llevara adelante
como está diseñado, pudiera la Iglesia mostrar una manera de organización que
tendría mucho que decirle a la sociedad civil.

4.9. La parroquia un camino para consolidar la santidad colectiva

La Iglesia desde sus orígenes ha auspiciado la santidad como el estado ideal


al que debe aspirar todo bautizado. Lo insiste Juan Pablo II en la exhortación
apostólica post-sinodal Christifideles Laici, cuando dice: “La dignidad de los
fieles laicos se nos revela en plenitud cuando consideramos esa primera y

294
Mt 28,19-20.
295
Conferencia a los participantes de la IV Congreso misionero nacional promovido por la CEI,
noviembre 2014
168
fundamental vocación, que el Padre dirige a todos ellos en Jesucristo por medio
del Espíritu: la vocación a la santidad, o sea a la perfección de la caridad. El santo
es el testimonio más espléndido de la dignidad conferida al discípulo de Cristo “296.

Sin embargo, la Iglesia, durante muchos años propició este estado, como un
ideal individual que se le proponía a cada persona, descuidando su dimensión
colectiva. El Vaticano II en el documento Lumen Gentium, yendo a las fuentes
veterotestamentarias, recuerda que el actuar de Dios en la historia de Israel no era
así: “Quiso, sin embargo, Dios santificar y salvar a los hombres no
individualmente y aislados entre sí, sino constituirlos en un pueblo que le
conociera en la verdad y le sirviera santamente. Eligió como pueblo suyo el
pueblo de Israel, con quien estableció una alianza, y a quien instruyó
gradualmente manifestándole a sí mismo y sus divinos designios a través de su
historia, y santificándolo para sí” 297.

En esta línea iban las intuiciones que había desarrollado el Padre Lombardi
en las Ejercitaciones por un Mundo Mejor, en las que sostenía que Dios: “Ahora
quiere un estilo esencialmente comunitario de santidad en la Iglesia, un tejido de
santos: ayuda mutua, sufrimiento recíproco; el pueblo que forma comunidad. Es la
santidad de las relaciones, es la espiritualidad comunitaria…”298.

Estas intuiciones, luego son profundizadas en la carta apostólica Novo


Milenio Ineunte de Juan Pablo II en la que desarrolla el tema de la espiritualidad
de comunión299.

La propuesta pastoral debe tener como trasfondo la espiritualidad de


comunión que acentúa la dimensión colectiva de la santidad, que, sin excluir la
dimensión personal, la integra dentro de un camino de crecimiento conjunto que
deben hacer las comunidades cristianas, para ser signo–sacramento de comunión o
de santidad.

296
ChL 16.
297
LG 9.
298
En: Por un mundo mejor. Relaciones humanas, cultura y espiritualidad:
wwwblogs.21rs.es/mundomejor/un-poco-de-historia/: 28/08/2011.
299
NMI 43-45.
169
170
APENDICE

LA PROPUESTA PASTORAL

DEL MOVIMIENTO POR UN


MUNDO MEJOR

Una respuesta eclesial a los desafíos de

corresponsabilidad

que exigen los tiempos actuales

171
La gran preocupación que tenían los equipos pastorales de La Dolorita y de
Valencia de responder a las necesidades de su realidad, teniendo en cuenta los
lineamientos pastorales de la eclesiología Conciliar y de los documentos del
magisterio latinoamericano, encontraron en la propuesta del MMM, un cauce que
permitió poner en marcha una pastoral de conjunto que, no sólo ayudó a potenciar
las parroquias estudiadas en el primer capítulo, sino que sirvió como punto de
apoyo para organizar los planes de gestión de las veintiún parroquias a cargo de
los salesianos en Venezuela y se constituyó en referencia para las nueve diócesis
de Venezuela que elaboraran sus propios proyectos pastorales bajo el
asesoramiento del MMM.

Para mejor entender lo que se pretende con esta propuesta pastoral,


considero oportuno iniciar con las palabras con las que Cappellaro300 la justifica:

“Todo ha surgido de dos preocupaciones constantes. La primera: cómo traducir a


la práctica la doctrina del Concilio Vaticano II y cómo expresar, en un modelo
histórico de Iglesia, la visión que de ella nos ofreció el mismo Concilio. La
segunda: cómo llegar y evangelizar a los cristianos marginales, a los así llamados
«alejados», y a las personas de buena voluntad… Sin embargo, la razón última de
esta preocupación pastoral ha sido la convicción de que mientras que la Iglesia no
se presente al mundo como testigo de la unidad no tendrá la eficacia apostólica
que Cristo quiere (Cf. LG 1). Jesús nos ha dicho que el mundo creerá en él, si el
conjunto de la Iglesia revela la unidad del Padre, del Hijo y del Espíritu (Jn
17,20ss). Esta es la convicción que ha motivado permanentemente el proceso de
búsqueda, de elaboración y de actuación del presente proyecto”301.

Con el objeto de ampliar el conocimiento de esta propuesta pastoral, en este


apartado presentaré sus antecedentes, los desafíos a los que responde, la
espiritualidad que la envuelve, los criterios desde los que actúa, la metodología
que propone que posibilita su puesta en marcha.

300
Juan Bautista Cappellaro (Roma + 1929 – 2008) sacerdote al MMM que se constituyó el
principal artífice de la sistematización de esta propuesta pastoral aplicada a las parroquias y a las
diócesis.
301
Cf. J. B. CAPPELLARO, Edificándonos como Pueblo de Dios, c.1 (CELAM, Bogotá 2001) 23.
172
1. ANTECEDENTES HISTÓRICOS

Se ofrecen algunos datos que nos ayudan a entender el contexto en el que


surge esta propuesta, luego las convicciones que la justifican y finalmente, la
descripción del modo cómo se socializó y se expandió esta propuesta por los
distintos continentes.

1.1. Algunos datos

Esta propuesta pastoral no se puede desvincular del origen del MMM. En el


año 1952, Pío XII hizo una importante llamada a la Iglesia, a través de un mensaje
radiofónico conocido como Proclama para un Mundo Mejor, que fue un discurso
de gran resonancia mundial, en el que el Papa hace una llamada a la Iglesia a
renovarse, a abrirse al mundo y a concentrar todas sus energías, personales e
institucionales, en “rehacer el mundo desde sus cimientos y transformarlo de
salvaje en humano, de humano en divino, según el corazón de Dios302.

Las predicaciones realizadas por el P. Lombardi 303, que se venían dando


desde el año 1943, y que dieron origen a las «Ejercitaciones para un Mundo
Mejor», constituyeron la plataforma para que un grupo de personas, encabezadas
por el mismo Lombardi, intuyeran la necesidad de fundar un movimiento
constituido por las distintas manifestaciones eclesiales (laicos, sacerdotes,
religiosos), al que se dio el nombre de «Movimiento por un Mundo Mejor».

Sostiene Lombardi que, así como Dios ha suscitado a lo largo de la historia


santos que, siendo personalmente muy diversos, se distinguieron en diferentes
estados y servicios de la Iglesia, “Ahora quiere un estilo esencialmente
comunitario de santidad en la Iglesia, un tejido de santos: ayuda mutua,
sufrimiento recíproco; el pueblo que forma comunidad. Es la santidad de las
relaciones, es la espiritualidad comunitaria…”304.

302
Exhortación de S.S. Pío XII a los fieles de Roma [y al mundo] del 10 de febrero de 1952:
http://multimedios.org/docs/d000286/: 28.08.2011.
303
Sacerdote Jesuita italiano, que nace en Nápoles en 1908 y muere en 1975. Se ordenó de
sacerdote en Roma, 1926, trabajando en el colegio de escritores de la revista Civiltá Cattolica.
Por años se dedicó dar conferencias apologéticas en las universidades italianas, y desde el MMM
auspició la espiritualidad de comunión y la generación de proyectos de aplicación de las
principales directrices del Concilio Vaticano II.
304
Por un mundo mejor. Relaciones humanas, cultura y espiritualidad, P. Lombardi, 26/I/1962:
wwwblogs.21rs.es/mundomejor/un-poco-de-historia/: 28/08/2011.
173
El MMM es un espacio en el que se integran, con carácter provisional o
temporal, diversas vocaciones eclesiales para promover un movimiento ascético,
de espiritualidad y santidad comunitaria, que se concretiza en proyectos de
renovación comunitaria a nivel diocesano, parroquial, familiar o de otros aspectos
del vivir cotidiano del cristiano.

Miembros del MMM, intentando responder en Brasil a parroquias rurales de


gran magnitud, que no contaban con la presencia fija de sacerdotes, elaboraron un
plan de renovación pastoral en el que propusieron conformar comunidades
eclesiales de base (CEBs) como medio de descentralización y de posibilitar la
incorporación del pueblo en su propia evangelización. Ese plan, propuesto en
1960, fue asumido en el año 1964 por el Episcopado brasileño y desde allí se
propuso a la Iglesia Universal.

A finales de la década del 60, el MMM, mientras promueve estas


experiencias, se siente urgido a profundizar en temas fundamentales para asegurar
la vigencia de las CEBs. Entre otros pudiéramos señalar: el número de sus
integrantes, su distinción de los otros grupos ya existentes, el itinerario que le
conviene seguir, la conveniencia de que sean o no muchas en una misma
parroquia, los modos de acompañamiento y de coordinación, y sobre todo, el qué
hacer en las parroquias con los que no están dentro de las mismas. Todos estos
temas, unidos a la creciente conciencia de una pastoral de conjunto, originan la
necesidad de generar una nueva imagen de parroquia que, en un principio, se
entendió como comunión de comunidades.

El Concilio Vaticano II ofreció importantes retos de renovación a todos los


cristianos. El MMM, por su parte, entendió que tales retos no se podían reducir
solo a renovar las reflexiones teológicas, las praxis pastorales y las estructuras,
sino que era necesario que se impulsara en la Iglesia una renovación de la mente,
desde el corazón. Y esto es solo posible, si se da una conversión. Y se preguntaba:
¿Cómo servir a esa conversión de modo que todos estén en condiciones de
aceptarla libremente y pueda llegar a todos? ¿Cómo hacer para que el Concilio
pase a ser vida de la Iglesia, su estilo de vida? En el fondo, ¿qué Iglesia se debería
edificar en estos tiempos para ser fieles a las líneas del Concilio y a su
compromiso evangelizador?

174
El camino de solución que encontró, después de un largo discernimiento,
fue el de auspiciar «modelos» o «experiencias tipo», que probaran la posibilidad
real de vivir y poner en práctica la visión conciliar de la Iglesia, evidenciando su
consecuente conversión-renovación.

Para darle consistencia a estas «experiencias tipo», durante años, el MMM


ha favorecido estudios que, con el apoyo de especialistas interdisciplinares
(teólogos, biblistas, psicólogos y sociólogos), ha podido profundizar y socializar
temas como: Los signos de los tiempos (1969 y 1993), Diálogo (1970),
Secularización (1971), Liberación (1972), Discernimiento (1974), El mundo y el
Reino de Dios (1975), Hacia qué imagen de Iglesia (1978), Participación (1980),
La justicia cuyo fruto es la paz (1984).

1.2. Convicciones pastorales

Este camino colectivo dejó como saldo dos grandes convicciones pastorales:

 La renovación de la Iglesia será real en la medida que integre a todos


sus miembros, para lo cual es necesario una pastoral de conjunto, global
(todos y todo) y planificada.

 Es necesario crear estructuras orgánicas de comunicación y


participación, que permitan que todos los bautizados y personas de
buena voluntad se sientan protagonistas del cambio, participando según
sus posibilidades.

La realización de estas reflexiones no se dio antes de comenzar a trabajar,


sino mientras se realizaban experiencias en distintos lugares. En 1970 se inició la
primera experiencia de renovación parroquial en Italia, una parroquia pequeña y,
al mismo tiempo, sumamente compleja que representaba elementos esenciales de
la problemática social y eclesial del momento.

Esta primera experiencia, más otras dos que se sumaron en los años
siguientes, permitieron superar la imagen de parroquia concebida como
«comunión de comunidades», para pasar a concebirla como «un pueblo en
comunión de comunidades»305. La novedad de este aporte constituye un

305
Cf. J. B. CAPPELLARO, Edificándonos como Pueblo de Dios, c.1 (CELAM, Bogotá 2001) 27.

175
importante avance en la manera de concebir la pastoral, se trata de superar la
praxis de que el pueblo sea destinatario del apostolado del clero y de los agentes
comprometidos. Se trata de que el conjunto de los bautizados, pueblo y clero, sean
al mismo tiempo, sujeto y destinatario de la acción pastoral, cada uno según sus
posibilidades y capacidades.

Este avance en cuanto al concepto de parroquia estuvo unido a la


clarificación de que la evangelización no constituye un área o campo de acción
específico de la pastoral, sino que atraviesa toda acción de la Iglesia, por tanto,
toda acción eclesial debe ser evangelizadora. De aquí lo importante de precisar los
campos de acción pastoral de acuerdo con la finalidad de cada uno, además de
definir las diversas categorías de acción, para distinguir y coordinar el desarrollo
de las mismas y, también, el pasar de categorías teológicas que definen a la
Iglesia, a categorías operativas de acción orgánica.

Siete años de experiencia permitieron que en 1977 los responsables del


MMM de América Latina, reunidos en Lima, después de un intenso trabajo,
esbozaran el primer proyecto-propuesta de un modo de Iglesia a nivel parroquial,
con sus diversas partes: planteamiento del problema, esbozo del modelo ideal,
guía para el análisis y diagnóstico, y “el proceso tipo” para transformar el presente
en el ideal deseado.

Este logro permitió que en 1978 se extendiera, lo que se llamó la propuesta


pastoral «Nueva Imagen de Parroquia» o «NIP», a grupos de agentes interesados
de América Latina y Europa occidental, experiencia que los preparó para poner en
marcha el «proyecto-propuesta» que más tarde fue asumido por todos los grupos
del MMM.

1.3. Primera publicación de la propuesta

Un 1979 es realizada la primera publicación de esta propuesta a través de un


libro que se tituló: “Comunión de comunidades; parroquia 1990” (en italiano y
español). Tres años más tarde se publicó el libro «De masa a pueblo de Dios», que
desarrolla algunos tópicos del libro anterior y recoge las experiencias de las dos
primeras parroquias. Este se constituyó en el manual de base para la comprensión
y puesta en marcha del proyecto de renovación parroquial.

176
El soporte escrito y los aprendizajes del camino recorrido favorecen que se
vaya extendiendo esta propuesta en los distintos continentes, siendo considerada
por muchos, un instrumento válido para aplicar las directrices del Concilio en la
realidad parroquial. En varios casos, el presbiterio y los agentes de ciertas
diócesis, decidieron en bloque iniciar la puesta en marcha del proyecto de
renovación en cada una de sus parroquias.

El derrumbe de algunas experiencias significativas por el solo hecho de


cambiar al párroco, constituyó un importante elemento de revisión del camino
realizado. Así como la profundización de la eclesiología conciliar, que ofrece un
concepto de parroquia que se entiende a sí misma, a partir de la Iglesia local 306,
rechazando cualquier tentación autonómica. Las diócesis, en cambio, se
entienden, no como parte de la Iglesia, sino como una “porción” de la Iglesia, lo
que quiere decir que no se puede desgajar, separar, ni yuxtaponer a la misma.

Este esfuerzo colectivo confrontado con la realidad, con sus logros y


fracasos, permite dar un paso más en la búsqueda por hacer operativas las líneas
del Concilio. Se toma conciencia de que, más que seguir impulsando la
renovación pastoral de las parroquias, dependientes de las directrices de la
diócesis, es necesario impulsar proyectos de renovación pastoral a nivel
diocesano, cosa que posibilita una mayor estabilidad y refuerza el sentido de
globalidad que implica la Iglesia local presidida por el obispo.

En los años 1986-1988 se elabora el primer multicopiado de notas para el


proyecto diocesano de renovación y evangelización (PDR/E), teniendo como base
algunos elementos del NIP y las nuevas exigencias que implica el asumir una
realidad más amplia y compleja.

Las exigencias metodológicas y pedagógicas que implican el hacer


operativa esta propuesta, desafía a sus agentes a no perder de vista su inspiración

306
El decreto Apostolicam Actuositatem llama a la parroquia “célula de la diócesis”, e invita a los
laicos a que “cultiven sin cesar el afecto a la diócesis, de la que la parroquia es como una célula,
siempre pronta a aplicar también sus esfuerzos en las obras diocesanas ante la invitación de su
pastor. Más aún, para responder a las necesidades de las ciudades y de los sectores rurales, no
limiten su cooperación dentro de los límites de la parroquia o de la diócesis, procuren más bien
extenderla a campos interparroquiales, interdiocesanos, nacionales o internacionales, sobre todo
porque, al aumentar cada vez más la emigración de los pueblos, el incremento de las relaciones
mutuas y la facilidad de las comunicaciones, no permiten que esté cerrada en sí ninguna parte de
la sociedad” (AA 10).

177
genuina que es la espiritualidad de comunión, por esta razón el MMM ofrece
múltiples espacios de acompañamiento y formación que posibiliten la
internalización de estas premisas que son inherentes a la renovación o
reordenación de la realidad diocesana-parroquial para que no se quede en una
mera reforma.

En 1989, tanto en Europa como en América Latiana, se inicia la difusión del


Proyecto Diocesano (PDR/E), lo que implicó capacitar y organizar equipos que lo
lleven adelante. En 1993 se editan los libros «Planificación Pastoral, Método
Prospectivo y Servir al pueblo desde la diócesis», publicaciones que,
complementadas por los múltiples materiales generados en los distintos equipos
locales, permiten un acompañamiento serio y sereno de las nuevas experiencias de
diócesis que manifiestan interés en realizar un camino renovación pastoral desde
la espiritualidad de comunión.

Para 1998 ya hay, aproximadamente, ochenta diócesis que ponen en práctica


este método en los cinco continentes. En Venezuela, actualmente, hay nueve
diócesis, un arciprestazgo y las veintiún parroquias a cargo de los salesianos en
Venezuela que están trabajando teniendo a este proyecto como modelo de
inspiración.

2. DESAFÍOS A LOS QUE RESPONDE LA PROPUESTA PASTORAL


DEL MMM

Sin duda que el aporte eclesiológico más significativo que el Concilio


Vaticano II ofrece, lo constituye el concebir la Iglesia, no como un fin “en sí
misma”, sino que existe “para el mundo”. Por eso para una pastoral que se quiera
regir por estas premisas, es de fundamental importancia lo que el Concilio llama,
la lectura de “los signos de los tiempos”. Que como el mismo Concilio dice: “Son
preguntas que plantea el mundo actual, a las que hay que buscar respuestas a la
luz del evangelio, y que nos ayudan a tener un mejor acercamiento a los designios
profundos del corazón de Dios” 307..

Se trata pues, no de responder a los desafíos de la Iglesia, sino a los desafíos


que el mundo plantea a la Iglesia. Como dice Capellaro: “Interesan aquellos
fenómenos o conjunto de hechos que, en una situación global, ponen en evidencia

307
GS 2.
178
la situación-límite, los puntos críticos, las situaciones en las que el mundo de hoy
corre el mayor peligro de frustración y de bloqueo, es decir, allí donde se juega la
vida o la muerte de futuros mejores” 308..

2.1 Desafíos que propone el mundo

El mundo, realidad de ineludible consulta para un mejor acercamiento a los


designios profundos del corazón de Dios, visto desde América Latina a través de
las reflexiones socializadas por el MMM, nos ofrece cinco importantes desafíos o
realidades globales que evidencian situaciones-límite: la democratización del
poder mundial, la unidad y diversidad, la ecología, la necesidad de una ética
común y la necesidad de una espiritualidad de las relaciones309.

En cada una de estas realidades partiremos de situaciones constatables,


luego señalaremos exigencias que se derivan de las mismas y finalmente
plantearemos los desafíos que nos proponen.

a. La democratización del poder mundial

Constataciones:

 Que los grandes poderes del mundo están concentrados en pocas


manos, lo que auspicia nuevas formas de dependencia y explotación
en todos los ámbitos del proceder humano.
 Que la prevalencia del poder económico sobre el poder político es la
principal causa por la que crece la brecha mundial entre los pocos que
tienen mucho y los muchos que tienen poco.
 Que los estados son incapaces de responder a los clamores de
condiciones justas para las grandes mayorías empobrecidas.
 Que, a pesar de todas las injusticias en que viven sumidas las
mayorías empobrecidas, permanece viva la esperanza de que la
situación puede y debe cambiar.

308
Cf. J. B. CAPPELLARO, Edificándonos como Pueblo de Dios, c.1 (CELAM, Bogotá 2001) 39.
309
Cf. J. B. CAPPELLARO, Edificándonos como Pueblo de Dios, c.1 (CELAM, Bogotá 2001)
40ss.
179
Esto exige:

 La democratización de lo económico y lo político a nivel mundial y a


nivel nacional.
 La supremacía de lo político sobre lo económico.
 Una autoridad mundial representativa que sea reconocida por todos.
 Estructuras y organizaciones de ese gobierno a nivel mundial y
nacional.

Desafíos:

 ¿Es posible que los que concentran el poder económico (potentados


individuales o colectivos) quieran compartirlos con otros?
 ¿Los potentados serán capaces de renunciar a los beneficios que le
genera la existencia de las grandes diferencias mundiales?
 ¿Hasta cuándo soportarán las grandes mayorías empobrecidas las
migajas que los grandes de este mundo le conceden por su trabajo?

b. La unidad y diversidad

Constataciones:

 Que el mundo está en una creciente interdependencia y unificación


que toca a todo lo que tiene que ver con la vida y sus relaciones. Hoy,
como nunca, el mundo se ha convertido en una gran aldea global.
 Que los medios de comunicación han adquirido un impredecible
poder, desde el que se dictan parámetros de conducta y de
comportamientos que generan criterios de vida.
 Que, en contraposición a la nivelación universal, surgen movimientos
en defensa de las minorías étnicas, culturales, sociales y religiosas, a
nivel local y nacional, que tienden a asumir actitudes radicales e
intransigentes para defender sus propios derechos.
 Que la humanidad está descubriendo a la mujer como compañera del
hombre en todos los campos de la vida y del quehacer humano.

180
Esto exige:

 El asumir la interculturalidad como una realidad de la que es


imposible prescindir en un mundo globalizado.
 El crecimiento de una conciencia crítica ante los medios de
comunicación social y su influencia en los parámetros de conducta y
comportamientos que generan criterios de vida.
 Que las estructuras políticas a nivel local, regional, nacional y mundial
velen por las minorías étnicas, culturales, sociales y religiosas,
favoreciendo a la vez, un diálogo con las mayorías dominantes.
 Que tanto los individuos como los colectivos descubran el valor de la
complementariedad, aceptando con humildad y realismo las
limitaciones en la aceptación de la diversidad y superando la tentación
de ver al otro (diverso y original) como una posible amenaza
desestabilizadora o un potencial enemigo.

Desafíos:

 ¿Las minorías, en su afán de ser aceptadas, no terminarán por aceptar


sumisamente su situación con tal de poder sobrevivir?
 ¿Las mayorías que consideran a las minorías como una amenaza, no
terminarán con nuevas formas de exclusión?
 ¿Las mujeres serán capaces de conservar su identidad femenina
expresándola en la sociedad actual sin caer en los mismos errores que
condena del machismo?
 ¿Existe voluntad política para que las minorías encuentren, en la
actual sociedad, un lugar donde su convivencia social se desarrolle en
términos de igualdad de derechos y deberes, al igual que los otros
ciudadanos?

c. La ecología

Constataciones:

 Que la realidad ecológica mundial afronta graves problemas que


ponen en peligro el presente y el futuro, hasta de la propia
supervivencia.
181
 Que el ostentoso modelo de desarrollo propiciado por los países ricos
atenta directamente a la ecología mundial.
 Que los países ricos se benefician del desarrollo económico
descontrolado, mientras exigen control a los países pobres.
 Que las ciencias y las tecnologías constituyen una realidad ambigua
que, si bien pueden favorecer la conservación ambiental, muchas
veces, se convierten en instrumentos nefastos contra la ecología
mundial.

Esto exige:
 La integración de todas las fuerzas políticas y sociales, de los estados
y los gobiernos, de los empresarios y los sindicatos, y del conjunto de
la población, para hacer frente a lo ecológico como problema
primario.
 El cambio sustancial de un modelo de desarrollo consumista y
mercantilista a uno inspirado en una mayor sobriedad y austeridad.
 La creciente conciencia de una sensibilidad ecológica de todos los
habitantes del planeta.
 La articulación de todas las estructuras de la sociedad (económica,
políticas, sociales, culturales, religiosas) a nivel local, regional,
nacional y mundial, para comprometerse a generar, velar y aplicar
políticas ecológicas que permitan preservar y mejorar el medio
ambiente.

Desafíos:
 ¿Los habitantes de los países desarrollados estarán dispuestos a
sacrificar su estándar de vida después de haber sido bombardeados por
el consumismo que les ha generado múltiples necesidades de confort?
 ¿Cómo generar una opinión pública que favorezca los sacrificios que
la ecología exige?
 ¿Los políticos de los países desarrollados estarán en condiciones y
tendrán voluntad política para pedir sacrificios a sus pueblos?
 ¿Cómo emplear los medios de comunicación social para generar
conciencia ecológica si éstos son dominados por los poderes
económicos que son los principales causantes del deterioro ecológico?
182
 ¿Cómo reaccionará la naturaleza si las cosas siguen como están?

d. La necesidad de una ética común

Constataciones:

 Que, ante hechos como el calentamiento global, las catástrofes


mundiales atribuidas al mal uso de la naturaleza, los avances de
tecnológicos y genéticos, y tantos otros temas que generan
incertidumbre mundial, muchos se preguntan sobre el futuro de la vida
en el planeta.
 Que muchas personas permanecen indiferentes a lo que sucede y
sucederá en el planeta, imbuidos en un inmediatismo que ofrece
experiencias y sensaciones momentáneas que les impide asumir, con
responsabilidad, la vida propia y la del planeta, atendiendo las
generaciones que están por venir.
 Que los medios de comunicación se presentan como una realidad
ambigua: así como pueden ayudar a mejorar la comunicación entre las
personas, los grupos humanos y la relación de las personas con la
naturaleza, también pueden limitar sus relaciones con manipulaciones
y tergiversaciones, movidas por intereses de distinta índole.
 Que hay una tendencia a imponer la ley de la jungla, en la que
prevalece la sobrevivencia de los más fuertes, la búsqueda y defensa
de los propios intereses y una competitividad cuyo único objetivo es el
tener a toda costa.
 Que hay personas y grupos humanos de distinta índole, que ven el
definir principios éticos comunes, como la única vía que permitirá una
supervivencia digna en el planeta.

Esto exige:

 El superar un concepto de «desarrollo» reducido a lo económico. Es


necesario pasar a un «desarrollo humano», que integre todas las
dimensiones de la existencia humana (biopsíquica, intelectual,
volitiva) y satisfaga todas sus necesidades materiales, culturales,
espirituales y religiosas.

183
 El generar una opinión pública mundial que alertando de la
posibilidad de un futuro nefasto para el planeta, proponga la necesidad
de establecer principios éticos comunes, que deben ser respetados por
todos, para poder sobrevivir.
 Una nueva conciencia de corresponsabilidad mundial que implica, en
todos y cada uno: austeridad y sobriedad; justicia social y
redistribución equitativa de los bienes materiales de espíritu
comunitario, para una convivencia orientada al bien común; para una
educación cívica en la corresponsabilidad planetaria.

Desafíos:

 ¿Cómo evitar que se imponga en el planeta la ley de la jungla, cuando


hay tantos medios e intereses que la justifican y la impulsan?
 ¿Cómo se pueden definir principios éticos comunes, cuando la opinión
pública mundial está en manos de los grandes poderes económicos
que pretenden defender sus propios intereses y el sistema que los
sustenta?
 ¿Será posible reorientar el rumbo que lleva la sociedad actual con
todos los intereses que se juegan?
 ¿Si se llegaran a definir unos principios éticos comunes, quién tendría
poder para hacerlos cumplir en la vida cotidiana de los habitantes del
mundo?

e. La necesidad de una espiritualidad de las relaciones

Constataciones:

 Que la sociedad actual cuenta con medios que posibilitan múltiples


modos insospechados de relaciones entre las personas, los grupos
humanos, y las personas y la naturaleza, rompiendo barreras de
tiempos y espacios, que hace muy poco tiempo eran impensables e
irrealizables.
 Que las personas y los grupos humanos se mantienen en continua
búsqueda de nuevas formas de relacionarse mostrando, muchas veces,
insatisfacción por los logros obtenidos.

184
 Que el problema radical de la humanidad está en la espiritualidad, es
decir, en las opciones fundamentales y en los modos de ver, de ser y
de actuar, que esas opciones conllevan.
 Que la humanidad está urgida de realizar una opción fundamental por
una nueva objetivización de desarrollo integral y de motivaciones
últimas que den sentido a la vida, a la convivencia humana y a una
relación contemplativa de la naturaleza.

Esto exige:

 Una espiritualidad ecológica que considera la naturaleza no solo como


un recurso para explotar, sino como creación y entorno humano, razón
para contemplarla y servirla. Esta espiritualidad conlleva una actitud
de pobre: austeridad y de sencillez de vida que permita reconocer, en
la creación, su valor objetivo y su remisión a Dios.
 Una espiritualidad «dialógica» que no ve al «otro» como contrincante
o enemigo, sino como complementariedad enriquecedora que merece
respeto y aceptación en su diversidad y originalidad.
 Una espiritualidad «solidaria» que posibilite la comunicación de
bienes materiales, espirituales y culturales, de manera que la
convivencia humana sea un medio que propicie el crecimiento de las
personas, teniendo como horizonte la unidad del género humano en la
universalidad de los tiempos, razas y culturas.
 Una espiritualidad comunional que permite la identificación y
participación en un mismo sentido de vida; que integra los deseos
íntimos y profundos de cada persona en las relaciones de equidad y
respeto con las otras personas y la naturaleza, que remiten al «todo
otro»: Dios.
 Una espiritualidad «universal», que permita que personas, grupos y
naciones, se abran a la mundialidad, entendida como actitud de
armonización y síntesis de lo diverso que posibilita un compromiso
por crear en lo particular una respuesta a lo universal, como dimensión
normal de la vida personal y colectiva.

185
Desafíos:

 ¿Las religiones serán capaces de ofrecer y transmitir una espiritualidad


que dé sentido a las distintas formas de relación que se dan en el
planeta?
 ¿Qué deben hacer las religiones para superar las divisiones internas y
externas en las que, en muchas oportunidades, se dan signos
concretos de intolerancia que contradicen su misma razón de ser?
 ¿Será posible que todas las religiones converjan en una espiritualidad
común que nutra las motivaciones de consenso, único camino que
posibilite la supervivencia en un planeta convertido en una aldea
global en la que dependemos unos de otros?

2.2 Respuestas de la Iglesia a los desafíos del mundo

Los desafíos que propone la realidad mundial antes descrita alertan acerca
del gran riesgo que corre la humanidad si no cambia de rumbo. Ante esta realidad
la Iglesia no puede permanecer indiferente porque se juega el sentido de su propia
existencia. Los textos conciliares recuerdan que la razón de ser de la Iglesia es:
“ofrecer al género humano una sincera colaboración para lograr la fraternidad
universal” (GS 3) y es esto lo que está en cuestión: el presente y el futuro de la
vida, la convivencia en el planeta.

La reflexión realizada por las distintas instancias del MMM a cerca de los
grandes desafíos del mundo actual permite concluir que la Iglesia, teniendo en
cuenta la realidad del mundo - convertido en una pequeña aldea, necesita
fundamentar un nuevo tipo de relación «entre las personas y, entre las personas y
la naturaleza»; además, es urgente implicar a la comunidad cristiana, como sujeto
corresponsable de las requeridas respuestas, cosa que no será posible llevar a cabo
sin una pastoral encarnada y planificada.

a. Ahondar en su propia identidad

Si la Iglesia está llamada a contribuir, según sus posibilidades, a ofrecer


soluciones positivas a los desafíos que el mundo propone, nada mejor que la

186
puesta en marcha de su misma naturaleza de “misterio de comunión 310”, que le
compromete a: rechazar toda búsqueda de poder para dominar a los demás,
valorar la plenitud de la diversidad en la plenitud de la unidad, dar a la naturaleza
y al cosmos plenitud de sentido en la armonía de todo lo creado, y generar
relaciones de igualdad y participación, de reciprocidad y corresponsabilidad, y de
solidaridad y amor, actitudes que deben fundamentar una ética común que
posibilite relaciones interpersonales, interinstitucionales, internacionales y
planetarias, justas y fraternas.

Otro aporte fundamental del ser de la Iglesia «misterio de comunión», lo


constituye la vocación de todo el pueblo de Dios a edificarse en la unidad del Dios
Uno y Trino, siendo para el mundo signo y sacramento de unidad salvífica
universal. La Iglesia está llamada a ofrecer al mundo una espiritualidad o sea un
modo de ver, de ser y de juzgar que haga de todas las relaciones humanas un símil
de las relaciones trinitarias311.

Si la Iglesia lleva en sí misma el germen de una respuesta a los desafíos que


el mundo plantea, se trata de realizar con la mayor coherencia posible lo que ella
esencialmente es.

b. Una pastoral encarnada desde la perspectiva de proyecto

Si no queremos que la pastoral se reduzca a un conglomerado de actividades


sobrepuestas unas con otras y si queremos una pastoral que desde la globalidad
desate procesos integrales asumidos con conciencia de ser sujetos de una Iglesia
que quiere caminar con el mundo hacia mejores realizaciones, es fundamental la
implementación de planes o proyectos que posibiliten una pastoral de conjunto,
orgánica y planificada.

Pero para responder a los desafíos del mundo actual y satisfacer a las
exigencias del nuevo paradigma que parte desde la eclesiología del Vaticano II, no
basta con hacer planes pastorales que respondan a «urgencias», ni bastan planes

310
La Iglesia es “el germen firmísimo de unidad, de esperanza y de salvación para todo el género
humano. Constituido por Cristo en orden a la comunión de vida, de caridad y de verdad, es
empleada también por El como instrumento de la redención universal y es enviada a todo el
mundo como luz del mundo y sal de la tierra (cf. Mt., 5,13-16)” (LG 9).
311
“El Señor, cuando ruega al Padre que todos sean uno, como nosotros también somos uno (Jn
17,21-22), abriendo perspectivas cerradas a la razón humana, sugiere una cierta semejanza
entre la unión de las personas divinas y la unión de los hijos de Dios en la verdad y en la
caridad” (GS 24).
187
que piden concentrar las energías en un campo de acción por un determinado
tiempo, como dice Cappellaro y el equipo de apoyo del MMM:“La Iglesia debe
optar por una planificación global que tome toda la vida de la Iglesia y la
proyecte hacia su plenitud en la santidad-unidad y en la misión-expansión del
reino de Dios en el mundo”312.

Una pastoral con estas características permitirá que la Iglesia, desde una
renovada autoconciencia, ponga en marcha un nuevo modelo histórico de Iglesia -
comunión; y, al mismo tiempo, una nueva forma de evangelización permanente
que moverá a los agentes pastorales a encontrar una nueva coherencia entre la
doctrina y el estilo de vida, recuperando de esa manera la ilusión y la esperanza,
característica fundamental de una forma de vida que quiere ser fermento y
estímulo creíble de una nueva sociedad fundada en valores de fraternidad, libertad
y justicia.

3. ESPIRITUALIDAD COMUNITARIA

Como podemos recordar, la propuesta pastoral del MMM surge inspirada en


la corriente de renovación espiritual comunitaria impulsada por el Padre Lombardi
en la década de los 40, que ofrece un camino espiritual-metodológico que permita
poner en marcha las exigencias que tiene para el creyente profesar la fe en un Dios
Trinitario.

Como la propuesta pastoral parte de las exigencias de una conversión en las


actitudes espirituales y desde ahí, poner en marcha caminos pedagógicos-
metodológicos de renovación, a continuación, presento los componentes y
características esenciales de esta nueva espiritualidad, que llamamos
«espiritualidad comunitaria o espiritualidad de comunión», para luego
profundizar, con nuevas exigencias metodológicas, la puesta en práctica de la
dimensión comunitaria en la espiritualidad.

3.1 Espiritualidad de comunión

El haber sido creados «a imagen y semejanza de Dios»313. adquiere un matiz


especial cuando se acentúa la dimensión comunitaria de Aquel de quien se es
imagen, por tanto, ser creyente en Dios -Uno y Trino-, implica identificarse, en el

312
J. B. CAPPELLARO, Edificándonos como Pueblo de Dios, c.1 (CELAM, Bogotá 2001) 60.
313
Gn 1,27.
188
obrar y en el sentir, con lo que Él representa: unidad en la diversidad = Comunión.
De esta manera, ser creyente no es sólo una adhesión ideológica a Dios, sino que
implica identificarse integralmente en el ser y el actuar de Dios, sabiendo integrar
la dimensión personal–colectiva en Dios, como si fueran dos caras de una misma
moneda.

Bíblicamente hablando, se señala esta identificación cuando el creyente dice


«sentirse ungido por Dios», o sea, sentir que Dios actúa en él. San Pablo lo
describe claramente cuando dice: “... y ya no vivo yo, sino que es Cristo quien
vive en mí” 314. Así pues, lo que envuelve el actuar del creyente, que es fruto de su
identificación con Dios, es lo que llamamos su espiritualidad.

Y nos podemos preguntar: Si la espiritualidad es la identificación con Dios


Uno y Trino, ¿por qué la Iglesia en el Vaticano II ha optado por acentuar la
dimensión comunitaria de Dios, si de esta manera se corre el riesgo de deformar al
Dios Uno y Trino?

Esta acentuación no pretende negar la dimensión individual o personal. Se


trata de aceptar, como punto de partida, la realidad de una Iglesia que, por siglos,
ha favorecido la dimensión individual, en detrimento de la dimensión comunitaria
y global del actuar del cristiano. Con esta acentuación, la Iglesia pretende
propiciar una renovación que rescate la dimensión comunitaria que ha sido
relegada en muchos aspectos en la eclesiología y espiritualidad preconciliar y que,
si vamos a las fuentes neo testamentarias, es claramente detectable su importancia
en los orígenes del cristianismo.

El más importante desafío asumido por el Concilio Vaticano II consistió en


profundizar en la auto comprensión de la Iglesia: Cómo definirse a sí misma y
cuál es su misión en la sociedad actual. El concepto de Iglesia «Misterio de
Comunión»315 permite dar inicio a un modo peculiar de ver, de ser y de actuar, que
influye en el fuero interno de la Iglesia y en su relación con el mundo.

Con la afirmación de que la Iglesia es «misterio», se concretiza el


encuentro entre el don de Dios, que quiere que los seres humanos participen de su
vida por la santidad, y la respuesta humana, que asume y practica las virtudes de

314
Gal 2,20.
315
Cf. LG 4, 8, 13-15, 18, 21, 24-25; DV 10; GS 32; UR 2-4, 14-15, 17-19, 22.
189
fe, esperanza y caridad que ésta implica. El concepto de «comunión», como dice
la Congregación para la Doctrina de la Fe en su carta a los obispos: “Está en el
corazón del autoconocimiento de la Iglesia, en cuanto misterio de la unión
personal de cada hombre con la Trinidad Divina y con los otros hombres, iniciada
por la fe, y orientada a la plenitud escatológica en la Iglesia celestial, aun siendo
ya una realidad incoada en la Iglesia sobre la tierra”316.

Esta visión trinitaria da lugar a una nueva manera de hacer frente a las
relaciones interpersonales y sociales a partir de esa única, original y originante
«comunidad de amor», que es la Santísima Trinidad. La creación, la salvación y la
santificación que tienen al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo como agentes y
protagonistas de la historia, han marcado todo lo humano con un sello
comunitario y al mismo tiempo dinámico. Todo esto hace que el adjetivo
«comunitario», constituya la esencia de la espiritualidad cristiana que implica:
relaciones de amor entre iguales, tener como fin común el realizar la voluntad del
Padre y adhesión afectiva y efectiva a una Iglesia de mutua cooperación y
organización ministerial317.

3.2 Componentes esenciales de la espiritualidad de comunión.

Cappellaro señala seis componentes esenciales de la espiritualidad de


comunión318 cuyos principales aportes los resumo a continuación:
a. El Dios Uno y Trino – «Misterio de Comunión», expresa su amor en la
creación de la humanidad a través de la cual se comunica y llama a una
santidad como la suya, que se expresa en la comunión, estandarte insoslayable
de los que lo acogen319.

b. La respuesta de las personas, que implica hacerse progresivamente más


comunidad-pueblo, familia de Dios y de esa manera concretizar la llamada a la
santidad320.

316
.COIC 3.
317
Cf. J. B. CAPPELLARO, Edificándonos como Pueblo de Dios, c.1 (CELAM, Bogotá 2001) 64-
65.
318
Ibid., 65-68.
319
Cf. LG 2-5; DV 2-5; UR 2.
320
Cf. LG 9; GS 24; Ef 4,1-16; 1P 2,1-10.
190
c. La relación de diálogo con Dios y entre los seres humanos en Dios, integrando
toda la creación y la historia, son elementos fundamentales para la realización
del discernimiento de la voluntad de Dios en las situaciones concretas321.

d. La maduración de la Iglesia en Cristo, que implica la conciencia de constituir


un cuerpo en el que se integran las diferencias, en un camino de tensión hacia
una mayor perfección y eficacia, dentro de una comunidad que vive la
comunión de fe-esperanza-caridad.

e. La identificación como Iglesia peregrina en el mundo, que se configura en


Cristo, reconociendo sus fallas y renovándose permanentemente en sus
personas, grupos e instituciones, como un todo en camino de perfección.

f. En el horizonte de la vocación de la humanidad toda, constituye una llamada a


ser la familia de los hijos de Dios por la realización del Reino, con la
implicación y el compromiso militante de la Iglesia 322.

Juan Pablo II en el documento Novo Millenio Ineunte, en el Nº 43, insiste en


que es urgente que la Iglesia se haga «casa y escuela de comunión», si quiere
permanecer fiel al designio de Dios y a las esperanzas del mundo. Propone que
antes de poner en marcha cualquier iniciativa pastoral, es fundamental promover
la espiritualidad de la comunión como principio educativo que inspire el actuar
cristiano en todas sus manifestaciones.

Para él, «espiritualidad de la comunión» significa tener una mirada desde el


corazón hacia el misterio de la Trinidad presente en cada persona, reconociéndolo
como hermano, por tanto, como alguien ante el cual no se puede permanecer
indiferente, alguien que interpela la indiferencia, con el que se debe compartir
alegrías y sufrimientos, intuir sus deseos y atender a sus necesidades, en el fondo,
ofrecerle una verdadera y profunda amistad.

En el hermano hay que ver todo lo que en hay de positivo y acogerlo y


valorarlo como regalo de Dios, como don para mí para los demás. Termina
insistiendo el Papa en que la puesta en marcha de esta espiritualidad, implica, no
solo saber dar espacio al otro como hermano, sino también saber llevar
mutuamente la carga de los otros, rechazando las tentaciones egoístas que acechan

321
Cf. Co 8- 9; Flp 1.3-11; y 2,1-11; Col 3,5.
322
Cf. LG 7. 9. 32.41; GS 24,92; EN 14,18-20; AA 4,8.
191
y generan competitividad, afán de hacer carrera, desconfianza y envidias.

3.3 Características de la espiritualidad de comunión

Hemos dicho anteriormente que la espiritualidad de comunión es como un


matiz que impregna todo, pero para poder ubicarla y que no se quede en principios
etéreos es necesario visualizar una serie de valores, sin los cuales la comunión
sería imposible. Son características que contienen valores fundamentales que el
cristiano y la Iglesia está llamada a vivir. Aunque pudieran ser muchas más, el
Padre Cappellaro y sus equipos de reflexión hablan de seis características de la
espiritualidad de comunión que inspiran el dinamismo de crecimiento de la misma
comunidad eclesial.

a. La esperanza

Es una característica típicamente cristiana, adquiere un sentido peculiar


dentro de la espiritualidad de comunión convirtiéndose en impulso y aliento para
la realización del querer de Dios. En palabras de Cappellaro: “Esperar es creer en
la promesa de Dios, en su fidelidad, por la que lleva a cumplimiento todo cuanto
ha prometido e iniciado en nosotros al hacernos hijos suyos”323.

La esperanza, que identificamos con el anhelo de plenitud o del futuro


querido por Dios para la humanidad, dentro de la espiritualidad de comunión,
adquiere una connotación típica, porque el futuro querido por Dios es una realidad
comunitaria «para todos», no solo para algunos, como pudiera alentar una
espiritualidad individualista.

Dentro de esta óptica, la esperanza es cristiana, se convierte en impulso y


aliento de un pueblo que quiere asemejarse a Dios, participando en la construcción
del mundo justo, fraterno y armónico querido por Él.

b. La participación. Si no queremos que la esperanza se quede en una ilusión


etérea o en una ilusión alcanzable sólo por algunos, es necesario
complementarla con otro importante valor cristiano: la participación, que debe
ser entendida como el llamado o la exigencia de toda persona o colectividad de
sentirse responsable de la construcción de un futuro querido.

323
CAPPELLARO, Edificándonos como Pueblo de Dios, c.1 (CELAM, Bogotá 2001) 72.
192
Participar, dentro de la espiritualidad de comunión, implica «sentirse parte y
hacerse parte» de un proyecto de humanidad que depende de todos y cada uno,
pero que a la vez no se agota con lo que se pueda hacer en tiempos y espacios
concretos.

Como dice Cappellaro: “Dios ha querido llamar a toda persona humana y a la


misma humanidad en su conjunto, a colaborar en su obra creativa pero, más
aún, ha querido comunicar y participar su propia vida – comunidad de amor – a
todos los creyentes en Cristo y así convocarlos en la Iglesia”324.

c. «La reconciliación – conversión – renovación comunitaria». Un


presupuesto importante de toda espiritualidad lo constituye el aceptar la
fragilidad de la condición humana y de todas las instituciones que pueda
generar su entramado de relaciones. La Iglesia, como parte de ese
entramado, al definirse a sí misma, lo hace reconociéndose santa y
necesitada de purificación325. Santa por ser iniciativa de Dios, pero por ser
una institución terrena y humana, necesitada de permanente renovación y
reforma.

La necesidad de purificarse a través del camino penitencial y de la renovación


implican un doble camino que debe hacer la Iglesia: el camino personal
que debe hacer cada uno de sus miembros, y también el camino que debe
hacer la Iglesia como conjunto.

Con todas las secuelas que ha dejado la prevalencia de una espiritualidad con
tendencia individualista e intimista, la Iglesia debe propiciar una reforma
en sus estructuras organizativas. No se trata sólo de generar nuevas
estructuras, se trata de una nueva forma de gestionar las estructuras: las
existentes y las nuevas que se pudieran generar. Es un cambio de
perspectiva, donde la sensibilidad por la inclusión, la corresponsabilidad y
la participación, constituyen elementos fundamentales de revisión y de
enmienda. Cappellaro lo expresa de la siguiente manera: “Es así como la
renovación exige una reforma de todo aquello que a lo largo del tiempo y
por distintas circunstancias se ha deteriorado, sea en las costumbres o en la

324
Ibid., 73.
325
Cf. LG 8.
193
disciplina eclesiástica o en el modo de exponer la doctrina, para que todo
sea renovado según el orden debido” 326.

d. El diálogo. El diálogo al igual que palabras como el amor, la libertad, la


justicia y muchas otras, por el mucho uso y las distintas formas en que es
instrumentalizado, corre el peligro de vaciarse de contenido.

Para que haya un verdadero diálogo es necesario conjugar el silencio y la palabra.


Silencio que no se reduce a lo sólo externo, es un silencio que toca hasta las
propias pasiones y facultades. Hablamos de un silencio de sí. Sólo ahí, hay
espacio para que la escucha y la acogida, permitan que la palabra del otro penetre
en nosotros, o mejor, que la Palabra de Dios penetre en nosotros a través del otro.

Es un silencio que implica anonadamiento de sí, para permitir que fluya lo que
Dios quiere comunicar. Silencio que genera la comunión y la palabra que
construye. Silencio-soledad que edifica, interpreta y educa a todo «otro». También
tiene que ser palabra. Una palabra que surge en un corazón pacificado, no como
fruto del impulso y de las tendencias naturales, sino como expresión del señorío
del espíritu sobre el ser humano. Desde donde emerge la originalidad del espíritu
para edificar comunidad. “Silencio y palabra, expresión de libertad oblativa de los
hijos de Dios, fuente de comunión y amistad”327.

f. El discernimiento comunitario. El discernimiento constituye una característica


fundamental de la espiritualidad de comunión, porque a través de él, se busca
conjuntamente la voluntad de Dios. En el discernimiento se realiza un diálogo
entre la realidad en la que se actúa o se quiere actuar, el análisis de las diversas
alternativas de intervención y la identificación de los medios o modos de
actuar, para poner en práctica la voluntad de Dios.

Cappellaro propone los siguientes pasos para realizar el discernimiento:


 Ponderar los diversos factores que intervienen en una situación
concreta: «identificación» de los varios elementos presentes (atentos a
sus modos de vinculación), «purificación» de los esquemas
preestablecidos, (posiciones adoptadas, prejuicios e intereses

326
CAPPELLARO, Edificándonos como Pueblo de Dios, c.1 (CELAM, Bogotá 2001) 76.
327
Ibid., 78.
194
particulares), abiertos a lo que se nos muestra, a la luz de la Palabra de
Dios y de las situaciones concretas, como lo mejor posible.

 Capacidad de resolución – exigencia de escoger. Se trata de pasar de


la búsqueda a la elección. Se trata de escoger una dirección o una
alternativa entre muchas. Esto implica salir de la perplejidad y
reconocer que es necesario optar aunque no se tenga todo claro.

 Compromiso coherente. Que permite el usar los medios y formas más


idóneos para llevar a cabo las opciones realizadas. Esto implica
tenacidad, paciencia y constancia para llevar a buen fin lo decidido,
sin dejarse desviar por otros intereses.

Concluye Cappellaro insistiendo que para la aplicación de los señalados pasos


es fundamental la honestidad, virtud que posibilita la búsqueda de razones que
justifiquen distintas alternativas y la necesidad de purificar las intenciones y
motivos que impulsen el realizar opciones determinadas. La purificación
comunitaria requiere silencio, oración, comunicación espiritual y diálogo,
superando de esa manera la tentación de buscar la verdad en el solo nivel del
debate, la discusión o la «conversación de café».

“El discernimiento se convierte entonces en auténtico señorío del espíritu,


ejercicio de libertad, amor verdadero, porque es una opción hecha en común y
para el crecimiento común”328.

g. Comunicación de bienes. En una sociedad fracturada por grandes injusticias,


manifiestas, entre otras cosas, por la desigualdad de posibilidad en la
adquisición de bienes, es imposible hablar de espiritualidad de comunión, sin
hablar de comunicación de bienes. La globalización ha convertido al mundo en
una aldea global en la que el afán del lucro ha puesto en peligro la
supervivencia.

Ese inminente peligro está haciendo crecer la necesidad de alimentar la utopía


del logro de la justicia, la paz, la equidad, la solidaridad y la caridad, realidades
que no serán posible sin que las relaciones humanas se orienten, consciente y

328
Ibid., 80.
195
libremente, al bien común universal; y sin que haya una sincera y efectiva
comunicación de bienes espirituales, culturales y materiales.

Para Cappellaro, la comunicación de bienes implica la aceptación de tres


principios fundamentales: «El principio de reciprocidad» que tiene que ver con
la superación de privilegios y la creación de igualdad de oportunidades. «El
principio de solidaridad» que exige dar a cada persona según sus necesidades,
lo que no es posible, sin múltiples estructuras de redistribución de bienes y
servicios al alcance de los más pobres y excluidos. «El principio de la caridad»
que exige la disponibilidad y el compromiso por el bien común, local y
universal, por la libre y gratuita comunicación de bienes en pro de la
fraternidad universal.

La comunicación de bienes, por tanto, no es otra cosa que la expresión


histórica de la comunión eclesial y de la vocación de la humanidad a la
fraternidad universal. Es la participación de todos –personas, grupos y
pueblo- en los bienes naturales y en aquellos que son frutos del trabajo de la
humanidad para que todos puedan disfrutarlos con dignidad y libertad329.

h. La oración y la liturgia. La espiritualidad de comunión se fundamenta en la fe


en «Dios–Uno y Trino» lo que supone que en la esencia de la misma fe existe
la necesidad de medios que posibiliten la relación entre las tres Personas que
constituyen un único Dios. La oración y la liturgia constituyen medios a través
de los cuales los creyentes, de manera personal y comunitaria, en comunión
con toda la creación, expresan y celebran su identificación con el único Dios en
el que ponen su fe y su razón de existir.

La liturgia constituye la fuente y la cumbre de la espiritualidad comunitaria


cuya expresión máxima es la Eucaristía, la que hace y edifica a la Iglesia en el
sacrificio de la acción de gracias y de la alabanza en el que ésta se sabe salvada
y necesitada, a la vez que instrumento de salvación para los demás.

La liturgia celebra y actualiza el sacrificio de Cristo al que va unido el


sacrificio de la Iglesia. Es celebración del Cristo Total, del dinamismo de

329
Ibid., 82.
196
integración en Cristo de toda la realidad humana y cósmica, de la cual la
misma Iglesia es el signo330.

4. LA PASTORAL COMUNITARIA

En este apartado se desarrollará el concepto de pastoral definido por el


MMM y se sistematizará en ocho afirmaciones la novedad de una praxis en la que
se quiere reivindicar la condición de sujeto de todos y de cada uno de los
bautizados, en la misión confiada por Jesús a la Iglesia.

4.1 Concepto de pastoral

El concepto de pastoral que maneja el MMM es el siguiente: “Es el servicio


propio de la iglesia a las personas y a la comunidad-pueblo de un tiempo (época)
y de un lugar (cultura) para que respondan progresivamente, como personas y
como comunidad-pueblo, a su vocación a la comunión con Dios, a la santidad, y
alcancen la salvación-liberación en Cristo y acontezca y se dilate el reino de
Dios”331.
Entender la pastoral como un «servicio» supone partir del concepto de
siervo que es aquel que hace lo que otro decide, lo cual presupone a un señor que
tiene el poder y a otro que, se siente obligado a obedecerle. Un siervo es más
eficiente en cuanto sea más dócil y disponible a hacer lo que el Señor le mande; y
es más fiel, en cuanto más se identifique con los deseos y el sentir de su señor.

Se puede ser siervo por haber sido sometido por alguien que se convierte en
su dueño; también puede ser, por necesidad laboral, por ejemplo, cuando alguien
se pone al servicio de un empleador; pero también se puede ser siervo, por amor,
es decir, alguien que libremente elige ponerse al servicio de la persona amada.
Bíblicamente nos suena conocida la imagen del Siervo de Yhavé, la del Buen
Pastor o la de María, que se autoproclama sierva de Yhavé para que en ella se
realice el misterio del amor del Padre.

Servicio es aquello que realiza el siervo, pero también se dice de la actitud


con la que alguien hace una tarea, razón por la que se le se puede calificar a una
persona de servicial. Por tanto, cuando se dice que la pastoral es un servicio, se

330
Ibid., 83.
331 Ibid., 112.
197
trata, de hacer lo que Dios quiere, no lo que la Jerarquía o lo que los agentes de
pastoral quieren. Sólo Dios es el Señor y ha manifestado su voluntad a través de
su Palabra-Cristo, vivida en la Iglesia, cuyo Magisterio se mantiene en
discernimiento de Espíritu en el aquí y ahora de la historia.

4.2 Afirmaciones y aplicaciones pastorales

En el libro “De masa a Pueblo de Dios”, el MMM, a través de ocho


afirmaciones, recoge los principales contenidos e implicaciones de la pastoral
comunitaria. Los presento a continuación reconociendo que en ellos está la
síntesis de sus principales aportes332:

Primera afirmación: La pastoral es, ante todo, un acto de fe en la presencia


operante de Dios en la historia.

Aplicaciones: Se trata de profesar la fe en un Dios que no sólo es trascendente


sino también encarnado, por lo tanto, es fe también en el mundo en cuanto que
está bajo la soberanía de Dios, movido desde dentro de sí mismo por la fuerza de
su Espíritu. Es una fe que cree en que las semillas del Verbo están presentes en
este mundo, en sus culturas y en su religiosidad.

Que cree, busca y crea oportunidades para que el Evangelio sea anunciado y
acogido. Que confía en un presente abierto, no sólo a la acción de Dios, sino
también a la acogida del hombre y por ello es una fe que se hace paciencia
histórica, espera de la hora de Dios, creatividad renovada, constancia en la
insistencia, renovación permanente para dar con la palabra y el gesto que anuncia
al Señor a la medida de la posibilidad de la respuesta del pueblo.

Segunda afirmación: La pastoral debe partir de la lectura de los signos de la


presencia de Dios en la historia.

Aplicaciones: Se trata de penetrar en la realidad más allá de sus aspectos


fenomenológicos para descubrir su significado histórico más en profundidad, su
sentido en Cristo. Se trata de descubrir, en el conjunto de la historia o en un grupo
humano determinado, cuál es el movimiento, la dirección, el ritmo que el Espíritu
produce, cómo se desarrolla el plan de Dios en este aquí y ahora. Esto exige

332
Cf. J. B. CAPPELLARO, De masa a Pueblo de Dios (PPC, Madrid 1982) 1 – 19.
198
ponerse frente a la realidad y mirarla desde el Evangelio, con los ojos y los
corazones renovados con la caridad de Dios.

La pastoral es, ante todo, una mirada en profundidad, una interpretación, un


discernimiento de la realidad histórica desde el misterio de salvación universal de
Dios, es el ejercicio de conocer la realidad con visión profética, es la
contemplación del Dios presente en la historia y de ésta en su camino hacia la
plenitud de Dios, que la trasciende.

Tercera afirmación: La pastoral es un servicio a Dios en el hombre y al hombre


en su relación con Dios.

Aplicaciones: La pastoral no es un servicio que la Iglesia realiza en nombre


propio o sintiéndose dueña, sino que es el instrumento con el que la Iglesia sirve a
las personas de un tiempo y de un lugar, para que acojan el Evangelio como
camino que les posibilita el logro de sus más profundos anhelos.

La pastoral es un ejercicio constante de discernimiento del momento histórico,


como «momento de salvación», para que acontezca y se manifieste lo que Dios
mismo opera desde la intimidad de la humanidad. En la pastoral, la Iglesia no
debe dar lo que ella tiene o sabe, sino sólo lo que sirve a la persona, en el aquí y
ahora, para dar su respuesta libre a Dios. A esto deben subordinarse el lenguaje,
los gestos y las estructuras pastorales.

Cuarta afirmación: La finalidad de la pastoral es que la persona (a nivel


personal, grupal o como pueblo) dé su respuesta libre a la Buena Nueva y
alcance su plenitud personal y comunitaria.

Aplicación: Esta afirmación, junto a la anterior, constituye el núcleo central de las


afirmaciones porque recogen el horizonte último de la pastoral. Es notorio el
hecho de que, para muchos, la evangelización es una oferta que se hace sólo a los
interesados, entrando de esta manera en una pastoral de conservación, de defensa,
de pequeño grupo, con la consecuente pérdida del carácter misionero y católico de
la vocación cristiana.

La dimensión misionera de la Iglesia exige que el anuncio llegue a todos, no para


que tengan una simple noticia, sino para que crean, es decir, para que todos acojan
la Buena Nueva de la salvación, reconozcan al Señor Jesús y se adhieran a Él. Por
199
supuesto, la pastoral debe suscitar, motivar y animar a dar una respuesta libre. Se
dirige a la conciencia de la persona, allí donde se decide el propio destino. Se trata
de poner a cada persona, grupo o pueblo, frente a su propia responsabilidad de
optar o no por Dios, de acoger o no el don de Dios.

La finalidad de la pastoral no es hacer adeptos, integrar nuevos miembros a la


comunidad, ni siquiera, «convertir» a la gente, como si nosotros pudiéramos
hacerlo. La finalidad es poner a las personas, grupos y pueblos frente a su
vocación definitiva, para que éstos opten consciente y libremente.

Cabe subrayar que el llamado a la santidad no es sólo para los individuos sino
para las personas en cuanto se realizan «juntos con y para» los demás. La voluntad
de Dios ha sido la de santificar y salvar a toda la humanidad333.

Quinta afirmación: El servicio de la pastoral es propio no sólo de la jerarquía o


de un pequeño grupo sino de todo el Pueblo de Dios, según los propios
ministerios, dones y carismas.

Aplicación: Aunque esta afirmación es obvia desde el punto de vista doctrinal, en


general la praxis pastoral se realiza, desde un pequeño grupo que llamamos
agentes de pastoral. Es una pequeña élite que actúa en favor del resto del pueblo
de Dios. Si afirmamos que el sujeto de la pastoral es «todo» el pueblo de Dios,
cabe preguntarse honestamente ¿qué organización de la Iglesia es la que permite
que esto sea realidad?

Si por el bautismo todos los cristianos nos hacemos corresponsables de la misión


de la Iglesia en el mundo, significa que la pastoral de la Iglesia no es auténtica
mientras la acción del conjunto del pueblo bautizado no visibilice históricamente
la participación de todos en la misma y única vida de Dios. Y esto exige la
creación de estructuras de participación que canalicen y faciliten la igualdad
fundamental de todos los bautizados.

Estructuras que posibiliten el discernimiento de la Voluntad de Dios en la historia


o la lectura profética de los signos de los tiempos, la participación en la acción
litúrgica y en las opciones históricas que miran a la vida, acción y organización de
la Iglesia en la realización de su misión. En toda la realidad de la Iglesia todos

“Quiso Dios santificar y salvar a los hombres no individualmente y aislados entre sí, sino
constituirlos en un pueblo que le conociera en la verdad y le sirviera santamente" LG 9333.
200
tienen el derecho a tener voz, y esta debe contar con los canales que le permitan
expresarse.

Pero esta única misión, de la que todos son responsables, cada uno la realiza en
forma diferenciada y específica, es decir, según los ministerios, dones y carismas
dados a cada uno por el mismo Espíritu. Pero si todos los bautizados son
responsables del Evangelio para todo el mundo, sin duda la pastoral debe suscitar,
dar lugar y asumir orgánicamente el servicio para que cada uno tenga un lugar
preciso y definido, y no quede nadie sin la posibilidad de ejercer la caridad.

Para canalizar los aportes de cada uno y del conjunto del pueblo se requiere una
estructura de coordinación (Plan pastoral) que desde el discernimiento y el
consenso ponga en marcha la voluntad de Dios para una realidad concreta, a
través de una metodología desde la que se establezcan objetivos y metas que
visualicen y permitan verificar el camino a realizar.

Sexta afirmación: El servicio de la Pastoral se realiza mediante la Palabra, la


Liturgia, la Oración y la Fraternidad, instrumentos de la pastoral que deben ser
valorados y aprovechados en su capacidad pedagógica para la creación
progresiva de la comunidad eclesial.

Aplicaciones: El constatar que la «Palabra», la liturgia, la oración y la fraternidad


frecuentemente no nutren ni forman la comunidad eclesial, nos obliga a ir más allá
del enunciado y realizar algunas puntualizaciones.

Para que la «Palabra» sea eficaz, la catequesis debe ser permanente y debe
conducir a la progresiva inserción en el misterio de Cristo y en la comunidad
eclesial. Presupone la comunidad creyente y al mismo tiempo conduce a ella,
siendo esta la razón por la que la pastoral debe crear las condiciones para que la
comunidad se ponga en camino por un proceso catecumenal que permita progresar
en su auto-comprensión y en su vida de fe.

Una catequesis de niños y adolescentes sin el marco de una comunidad toda ella
en proceso catecumenal, no puede producir verdaderos frutos, porque le faltaría el
marco de autenticidad experiencial que se necesita para que tal catequesis no
degenere en instrucción y adoctrinamiento.

201
También la Palabra se hace eficaz en los medios de comunicación social, cuando
educan con una actitud crítica y con un lenguaje actualizado, concreto, directo,
claro y a la vez cuidadoso. Se necesitan crear y usar canales de comunicación que
estén al alcance de la gente común, que lleguen a todos, con un lenguaje sencillo,
sin que ello signifique banalizar los contenidos y las formas.

De la misma manera se debe reflejar el modo de reflexionar propio del pueblo: no


por argumentos demostrativos sino por la veracidad intrínseca de lo que se afirma,
imitando el proceder que Jesús empleó con su pueblo. Esto exige una mediación
cultural por parte de los agentes pastorales para traducir a un lenguaje asequible al
pueblo, la doctrina de la Iglesia.

La Liturgia debe ser el momento privilegiado de la comunión y participación, para


una evangelización que conduzca a una liberación cristiana auténtica. Por ello hay
que subrayar la capacidad pedagógica para la formación de la comunidad,
discerniendo las expresiones de religiosidad popular que, con su gran riqueza
simbólica y expresiva, puede proporcionar a la liturgia un dinamismo creador y
puede servir para encarnar más y mejor la oración universal de la Iglesia en la
propia cultura.

En cuanto a la fraternidad como medio pastoral para la formación de la


comunidad, todo se reduce a la capacidad de testimoniar con los más pobres y esto
nos pone ante un problema pastoral. ¿Cómo hacer que los pobres -los que no tiene
o no pueden o no saben- no sean simplemente los destinatarios y beneficiarios de
la acción pastoral? ¿Cómo hacer para que ellos sean agentes de pastoral y, más
aún, sean agentes privilegiados, por ser los portadores de la esperanza, en quienes
el Espíritu puede revelar las expectativas mesiánicas de un futuro mejor?

Son ellos los que por no tener nada que perder, todo lo deben esperar, y por lo
mismo, es desde ellos y en ellos donde hay que leer la presencia significativa de
Dios en la historia, desde la cual llamar a conversión a toda la comunidad y a ellos
mismos en la misma comunidad.

Séptima afirmación: La pastoral debe ser orgánica y planificada. La autenticidad


de la pastoral exige, como condición indispensable, estructuras de comunión y
participación, métodos de reflexión y análisis que posibiliten el discernimiento, la
planificación y la evaluación.
202
Aplicaciones: Es fácil constatar en la actual pastoral grandes carencias de
estructuras de participación de todo el pueblo, y de conocimiento y uso de
métodos de planificación. A ello se añade, por parte de muchos agentes de Iglesia,
una desconfianza casi instintiva de las estructuras, dadas la experiencia de un
pasado no muy remoto en que muchas de ellas llegaron a ser realmente opresivas.

Las estructuras, en nuestro caso, las entendemos como el modo concreto de


organizar la vida y las relaciones eclesiales, de acuerdo a ciertos valores. Nacen de
la conciencia humana, que tiene necesidad de un medio histórico concreto para
expresarse. Por ello, su falta provoca angustia, y su exceso puede sofocar.

Las estructuras son para el hombre, y como «medios» que son, constituyen un
límite y una posibilidad: valen tanto en cuanto sirven a las personas para
expresarse, para vivir y con-vivir. Son intrínsecamente relativas y al mismo
tiempo necesarias. De aquí que sus características deban ser: la autenticidad, la
funcionalidad y la flexibilidad.

La autoconciencia que la Iglesia tiene de ser «Pueblo de Dios y Sacramento de la


Comunión», con todo lo que ello implica, exige crear las estructuras de comunión
y participación de todo el pueblo bautizado y, en alguna medida, de todos las
personas de buena voluntad. Pero éstas no nos las ofrece la fe, hay que buscarlas
en las ciencias humanas, principalmente la psicología, la sociología y la ciencia de
las relaciones humanas; por esto tendremos que acudir a ellas y asumirlas desde
una perspectiva teológica y en espíritu evangélico.

Los métodos, sean de reflexión y análisis o sean de planificación y evaluación, se


deben encuadrar dentro de un proceso más general de discernimiento de la
voluntad de Dios, en orden a la elección de lo que aquí y ahora parece lo mejor
posible. Entonces planificar y llevar a la práctica lo planificado constituyen un
estilo de vida evangélica que, si a lo largo de los siglos lo hemos dicho de la
persona, hoy debemos afirmarlo de la comunidad.334.

Octava afirmación: La pastoral es un profundo acto de fe en que «este» y todo


momento histórico es «momento de salvación» y se traduce en una acción que
hace posible su revelación, su actualización y su celebración festiva.

334
Cf. DP 1306 -1307.
203
Aplicaciones: El cristiano nunca puede decir «no se puede». Dios nos deja
siempre un espacio para algo mejor. Si alguna vez no vemos inmediatamente lo
que creemos debería ser, esto no quiere decir que sea el fin. No existe persona o
grupo humano en los que no se puedan descubrir los signos de la presencia de
Dios, como no existe situación histórica que no contenga tales signos. Para la
persona de fe siempre hay lugar para la esperanza de un futuro mejor.

Evangelizar es estar al servicio de la revelación de Dios que actúa en el interior de


cada persona o colectivo para que cada uno acepte su acción salvífica y entre en el
dinamismo de la comunión. La revelación se actualiza plenamente en los
sacramentos -palabra y gestos - de salvación y en los que se celebra el encuentro
filial con el Padre, en Cristo por el Espíritu. La Pastoral es el "sí" de la Iglesia de
palabra y de obra, para poner en práctica, en el aquí y ahora, la Voluntad
Salvífica de Dios.

5. EL PLAN PASTORAL

El documento de Santo Domingo sostiene que: “El camino práctico para


realizar concretamente las opciones pastorales fundamentales de la evangelización
es el de una pastoral planificada” 335.

En este apartado definiremos los elementos fundamentales del plan pastoral,


sus criterios, sus principales opciones, su metodología y los principales pasos para
su implementación.

5.1 Elementos fundamentales del plan pastoral

Intentaremos profundizar en la condición y el sentido de cada uno de los


elementos implicados dentro de un plan pastoral: los responsables; los
destinatarios, los medios y el fin último de un plan pastoral.

a. Sujeto o agente: Es fácil responder que la responsable de la implementación


del plan pastoral es la Iglesia, pero conviene aclarar a quiénes nos referimos
cuando hablamos de Iglesia. Aunque la tendencia natural sea referirse a la
jerarquía o a los que tienen alguna tarea pastoral o, incluso, a los

335
Cf. SD 1306.
204
practicantes, si no queremos negar el valor teológico del bautismo336,
debemos decir que el conjunto de los bautizados es el sujeto responsable de
la pastoral de la Iglesia.

No en manera indiscriminada, sino de acuerdo a la triple ley, intrínseca a la


naturaleza de la Iglesia, es decir: el conjunto de los bautizados 337, de acuerdo
a sus propios dones, carismas y ministerios338, y en unidad orgánica339.

Si aceptamos que los responsables de la pastoral de la Iglesia son todos y


cada uno de los bautizados, es necesario realizar la pastoral de manera que
todos los cristianos, aun los más débiles y alejados, se sientan responsables
de la misión evangelizadora de la Iglesia. Esto significa una profunda
conversión en las actitudes y en la organización de la pastoral. Como muy
bien lo dice Cappellaro: ”Hay que pasar de una pastoral concebida y
organizada por los agentes de pastoral «para» los bautizados, sean
practicantes o no, a una pastoral realizada «con» todos los bautizados (en la
que todos ellos sean tenidos en cuenta) y al servicio de todos”340.

Y aun más, no solo se trata de realizar una pastoral «con» los bautizados,
sino también «desde» su condición cultural, para, desde ella, realizar un
camino que permita, al mismo tiempo, la purificación de la cultura y la
inculturación de la fe.

b. Destinatarios: Son las personas que no conocen a Cristo, las que


conociéndolo se han alejado de la fe y las que profesando la fe tienen
necesidad de renovarla de acuerdo a los actuales desafíos. Pero es
importante acotar que estas personas no son consideradas
individualmente, sino en cuanto, personas relacionadas con un modo de
ver, ser y actuar colectivo, o sea, una cultura.

336
”Y si es cierto que algunos, por voluntad de Cristo, han sido constituidos para los demás como
doctores, dispensadores de los misterios y pastores, sin embargo, se da una verdadera igualdad
entre todos en lo referente a la dignidad y a la acción común de todos los fieles para la
edificación del Cuerpo de Cristo” (LG 32).
337
Cf. LG 17-20; 28-29; 30, 33; AA 1-3.
338
Cf. LG 5, 10, 11, 13, 18, 22, 28, 30-32, 37.
339
Cf. LG 7, 12, 22, 23, 28, 30, 32, 37; GS 43; ChD 3-7; PO 2, 7-9; AA 2, 3, 10, 18-20, 23-27.
340
Cf. J. B. CAPPELLARO, Edificándonos como Pueblo de Dios, c.1 (CELAM, Bogotá 2001)
117.
205
Por esta razón es por la que se dice que la pastoral va dirigida a las
personas y a la comunidad-pueblo, es decir, a un conjunto de personas
que coinciden en una misma conciencia e identidad y participan de un
común sentido y destino de vida. Es también por esto por lo que se puede
afirmar que la pastoral tiende a transformar, tanto la cultura de un pueblo
-su modo de pensar, sus criterios de vida, sus actitudes, su jerarquía de
valores, sus modos de actuar-, como las diversas culturas existentes en
ese mismo pueblo341.

c. Medios: La Palabra de Dios, la Eucaristía, los Sacramentos y la


fraternidad eclesial, que fueron los medios que Jesús empleó para poner
en marcha la salvación-santificación del mundo en su tiempo, constituyen
los medios fundamentales con los que la pastoral puede contribuir a la
puesta en marcha de la voluntad de Dios en la realidad actual.

d. Fin último: El fin último de la pastoral es que las personas y la


comunidad-pueblo respondan a su vocación de comunión con Dios en
santidad, constituyéndose en Pueblo de Dios. En otras palabras, que:
“Participen de la vida de Dios, entren en comunión con Él, por Cristo y,
aunados por el único Espíritu, compartan esa misma vida con todos
aquellos que se reconocen en Cristo y forman su Cuerpo, la Iglesia” 342.

5.2 Criterios del plan pastoral


Un requisito indispensable para llevar adelante un plan pastoral es el de
establecer unos criterios generales que posibiliten articular el esfuerzo para un fin
común. Los principales criterios que el MMM ha definido, inspirado en las
opciones de la Iglesia y los desafíos pastorales son.

a. Convocar a todos de forma sistemática, constante y organizada. Se parte de la


convicción de que Dios está presente en su pueblo, su Espíritu actúa en él y lo
conduce al evangelio. La acción pastoral de la parroquia, por tanto, debe partir
siempre desde todos los fieles. Se debe convocar a todos y de manera
sistemática, si alguno se cierra al mensaje, será por voluntad propia, no por
falta de oportunidad.

341
Cf. EN 18-20, GS 44.
342
J. B. CAPPELLARO, Edificándonos como Pueblo de Dios, c.1 (CELAM, Bogotá 2001) 118.
206
b. Partir de los signos de la presencia de Dios para ofrecer al pueblo lo que
puede acoger, lo que está a la medida de su crecimiento. Se parte de la
convicción de que cada momento de la historia es oportuno para la acción
salvadora de Dios. La Iglesia, por su parte, debe ayudar a las personas a
reconocer a Dios Liberador en los acontecimientos de la vida. Por eso la acción
pastoral no debe partir de lo que nosotros creemos que es bueno para el pueblo,
sino de los signos de la presencia de Dios en medio de la gente y ofrecer lo que
pueda acoger, de acuerdo a la medida de su crecimiento. En conclusión: hay
que dosificar la acción pastoral.

c. La acción pastoral debe partir de los pobres o sea, los que no tienen, no saben,
no practican, no responden; los que no vienen, a los que nunca les llega el
mensaje. Jesucristo en su acción y en su mensaje hace una clara opción por los
pobres y su propuesta de vida tiene en sí misma una gran fuerza de
convocación. La acción pastoral, en consecuencia, debe partir de los excluidos.
Mientras los pobres no sean evangelizados, no podemos decir que el plan
pastoral es auténtico. Los pobres deben llegar a ser los protagonistas del plan
pastoral.

d. No hay que destruir nada de lo que existe, sino orientarlo todo hacia lo que se
quiere lograr, hacia la meta. Lo que ha nacido en la comunidad cristiana y es
fruto de la buena voluntad es signo de la presencia del Espíritu Santo y digno
de respeto. Si algo desaparece no debe ser por una decisión autoritaria, sino
como consecuencia de un proceso de crecimiento. No hay que destruir nada de
lo que existe, sino orientar todo hacia la meta común que queremos alcanzar.

e. Hay que distribuir el mayor número de responsabilidades entre el mayor


número de personas. En nuestras comunidades hay muchas personas dispuestas
a colaborar, si se le pide lo que está en su medida y en sus posibilidades. Nadie
es tan pobre que no tenga nada que ofrecer. Por tanto, hay que distribuir el
mayor número posible de responsabilidades entre el mayor número de
personas. Es mejor que muchos hagan poco y no que pocos hagan mucho.

f. El proceso que se propone es lento, progresivo y global. Ningún ser nace y


crece de golpe. Todo el pueblo de Dios está llamado a crecer progresivamente
en la caridad. Se trata de un proceso lento, ya que el ritmo lo marca el pueblo
207
mismo; progresivo, porque se camina hacia una vida más humana y siempre
más coherente con la fe; global, en cuanto que envuelve a todos los fieles de la
comunidad parroquial e integra todas las acciones pastorales que se realizan.

g. Construir el plan pastoral sobre el futuro deseado y querido: trabajar para


que acontezca la promesa, para establecer el Reino. Es compromiso de todo
cristiano contribuir para que acontezca el Reino de Dios. Esto debe ser nuestra
meta más inmediata y urgente. Los grandes ideales son los que suscitan y
atraen el deseo de metas superiores. Por eso la construcción del plan pastoral
de la parroquia se debe hacer, no sobre el pasado, ni sobre los problemas que
impone el presente, sino sobre el futuro deseado y querido.

5.3 Opciones pastorales

La Iglesia, a pesar de reconocerse «Misterio de Comunión», en la praxis con


frecuencia se niega a sí misma, por eso los equipos de reflexión del MMM ven
necesario establecer algunas opciones estratégicas que permitan transformar lo
que queda del viejo modelo de Iglesia-sociedad, para dar forma a una nueva
imagen histórica, en sintonía con la perspectiva del Concilio. Se trata de opciones
necesarias para que la Iglesia sea un auténtico signo y sacramento de la unidad del
mundo.

El MMM habla de tres opciones: la globalidad como óptica desde la que se


interviene, una espiritualidad de comunión -la comunidad como sujeto- y una
pastoral encarnada desde la perspectiva de proyecto.

a. Opción por la globalidad. El claro camino hacia la unidad y la


interdependencia planetaria, no necesariamente está generando una visión
global del mundo. Mientras existen medios que pudieran ayudar a ver la
realidad de manera global, el ciudadano común y muchas instituciones, entre
ellas la Iglesia, siguen dominados por una visión parcial, localista e
inmediatista sin proyección en el tiempo y en el espacio.

Si la Iglesia quiere responder a los desafíos que el mundo le propone, es


necesario realizar la opción por la globalidad lo que le implica un importante y
determinante cambio de óptica, de visión y de mentalidad. Se trata de partir del
conjunto para ir a lo particular. “Ya decía Aristóteles que el “todo” no es igual

208
a la “suma” de sus partes. Y toda la teología de la Iglesia como Cuerpo de
Cristo y de la Iglesia-Comunión, orgánica y dinámica, exige la globalidad
como enfoque de todo lo particular. Dicho de otro modo: toda realidad
particular es comprensible sólo en la realidad global y solo desde ésta es
posible dar una respuesta adecuada. De lo contrario se multiplican los
esfuerzos sin fin, que no darán los frutos deseados, como de hecho acontece”343.

La no existencia de una visión global en muchos agentes pastorales de la


Iglesia, es la principal causa de que no se vea la proyección, densidad y
transcendencia de los cambios que Dios pide a la Iglesia en los actuales
momentos, con las consecuencias de todo tipo que a esos cambios le siguen.
También es importante señalar que, mientras no se asuma una visión global, no
podrá la Iglesia liberarse del peso del pasado, aunque conceptualmente se
hayan aceptado palabras y conceptos de una teología renovada.

Finalmente es importante destacar, que la falta de una visión global del mundo,
impide que se pueda ver la trascendencia de vida y de acción que nuestra visión
teológica implica, haciendo que la doctrina teológica se quede a nivel teórico y
no práctico.

b. Opción por la espiritualidad de comunión. Ante el peligro de que se


consoliden sistemas de relaciones perjudiciales, que hasta pueden llegar a
poner en peligro la supervivencia en el planeta, y ante la creciente necesidad de
fundamentar nuevas relaciones “entre las personas” y “entre las personas y la
naturaleza”, la Iglesia no puede permanecer indiferente. Desde su propia
naturaleza de ser Misterio de Comunión, debe optar por una espiritualidad de
comunión.

Como dicen los aportes del MMM, se trata de una “Espiritualidad que no es
sólo interioridad sino estilo de vida, sino modo de ver, de ser y de actuar; que
tiene su núcleo catalizador en la comunión con Dios, con los otros en Dios y
que integra en la misma toda la creación. Espiritualidad que responde al
conjunto de los desafíos y a sus características antes mencionadas. Así, la
visión global se convertirá en comunión universal, con sus métodos y

343
Cf. J. B. CAPPELLARO, Edificándonos como Pueblo de Dios, c.1 (CELAM, Bogotá 2001) 55.
209
estructuras apropiadas, por la que se estará en condiciones de comprometerse
por los valores del reino de Dios”344.

La Iglesia debe ser consciente de que la espiritualidad actual está muy


influenciada por un individualismo que filtra toda doctrina conciliar, haciendo
que las mejores visiones teológicas se reduzcan a simples teorías, si no se
asumen desde la espiritualidad de comunión.

c. Opción por la comunidad como sujeto. Los desafíos que propone el mundo,
deben ser asumidos por la Iglesia que no debe quedarse en lamentaciones sin
respuestas. Su reto es evidenciar que el ser discípula de Cristo y asumir su
misión implica caminar con el mundo hacia mejores realizaciones. La
comunidad cristiana debe ser convertida en sujeto de la misión de Cristo, o sea,
responsable desde su esencia, de activar el Reino de Dios, que identificamos
con los anhelos de mejores realizaciones para el mundo, aunque sin reducirlos
a ellos.

Pero el aporte principal de esta opción es, como dice Cappellaro y el equipo de
reflexión del MMM es “hacer de todos los bautizados –pastores y fieles,
cristianos débiles o fuertes, niños o adultos, pecadores o santos– el sujeto
colectivo comunitario de la evangelización y de su continuo peregrinar hacia
la madurez de Cristo”345.

Esta opción exige un cambio de mentalidad pues, en la actualidad, mucho de


los esfuerzos de evangelización están minado por la mentalidad de una parte
de la Iglesia, que no genera caminos para que todos los bautizados ejerzan
su derecho-deber de participar corresponsablemente en la misión de la
Iglesia.

Los pobres o sea los que no tienen, los que no vienen, los que no saben, que
son la óptica desde la que Jesús ejerce su ministerio, están alejados y se
están alejando cada vez más de la Iglesia; y no por falta de fe, sino por ser
excluidos progresivamente por los que dicen estar más cerca.

Mientras los pobres no sean también sujetos de evangelización, los


esfuerzos de los pastores carecen de veracidad evangélica. Cada quien debe

344
Ibid., 56.
345
Ibid., 57.
210
hacerlo, según el don, el carisma o ministerio recibido del Espíritu. La idea
es que cada bautizado concientice que tiene algo que ofrecer, pero también,
que tienen algo que recibir.

Lo que no nos debe dejar indiferentes es que el común de los cristianos, que
consideramos alejados, no tenga lugar en la Iglesia. Ellos también están
marcados por el Espíritu. La acción pastoral debe estar atenta para no
mantener ni ampliar la brecha con los alejados, haciendo ineficaz el
potencial evangelizador que poseen por ser bautizados.

5.4 Metodología

Con una clara conciencia de que “el camino práctico para realizar
concretamente las opciones pastorales fundamentales de evangelización es el de
una pastoral planificada”346, el MMM eligió el Método Prospectivo, entre los
distintos métodos de programación disponibles, después de haber experimentado
en distintos cursos, actividades y proyectos, su intrínseca carga de creatividad y de
esperanza.

Este método tiene su fundamento en la psicología social y parte de la


convicción de que el ser humano lleva, en sí mismo, un germen de futuro del cual
es responsable. Su objetivo es ayudar a desarrollar este germen y a darle
organicidad operativa. Con su mediación, la persona expresa el «señorío» sobre la
presente realidad, destinada a transformarse en el futuro deseado y querido.

Al asumir el método como estrategia pastoral, pretendemos que el futuro


coincida con la «Voluntad de Dios» y su búsqueda es la tarea a cumplir y realizar
en el tiempo. El método no se apoya en el pasado, ni en un presente cargado de
problemas y urgencias heredados del pasado. Se apoya en un futuro ya presente en
los deseos, aspiraciones y anhelos que pugnan por realizarse. Este es el terreno de
la esperanza cristiana. Es la opción por la que el ser humano pone toda su
seguridad en el poder de Dios, seguro que Él llevará a cumplimiento la obra
iniciada.

346
DP 1306.
211
a. Metodología prospectiva347. La prospectiva consiste en situarse mentalmente
en el futuro deseado por un acto de anticipación, y desde allí reflexionar
sobre el presente, actuando en él de modo tal, que se acelere el proceso de
cambio y se camine hacia el futuro al que se aspira. No se trata de adivinar
el futuro probable, sino de preparar el futuro deseable. Este modelo supone
una nueva actitud mental que, con su correspondiente metodología, procura
por todos los medios aptos y con el esfuerzo conjugado de las nuevas
técnicas e instrumentos, hacer desde ahora probable el futuro objetivado
como deseable.

Al entenderla como una forma conjugada de pensamiento y acción, desde la


prospectiva se ve necesario realizar tres pasos metodológicos: la actitud
prospectiva, la reflexión prospectiva y la programación prospectiva. Junto a
estos pasos conviene señalar dos requisitos fundamentales para asegurar su
viabilidad: la factibilidad y la aceptabilidad.

b. Pasos metodológicos de la metodología prospectiva:


 La actitud prospectiva. El punto de partida es el presente, cargado de
expectativas, deseos y aspiraciones profundas: latencias. Al centrarnos
en el presente, y no en el pasado, buscamos que de las actuales
insatisfacciones surjan expectativas y aspiraciones; de tal manera que
al facilitar su eclosión, nos eleven sobre las rutinas cotidianas y nos
sitúen en la proyección de un futuro mejor.

Es el salto propio de la creatividad. Nos despegamos de la órbita del


presente para situarnos en el futuro más lejano posible. El impulso del
pasado es sustituido, ahora, por la atracción del porvenir. Por un acto
de anticipación y mediante la ayuda de la imaginación, vamos dando
ser y formas nuevas a realidades todavía inexistentes. Es lo que
llamamos modelo ideal en el que se plasma el futuro deseable y el
futuro querido.

 La reflexión prospectiva: Esta supone dos momentos: el primero exige


recoger los datos que ofrece la realidad proyectando en ella la

347
Cf. CAPPELLARO, Planificación pastoral. Método prospectiva (Paulinas, México 2001) 63-
87.
212
configuración futura y esto con la mayor objetividad posible: modelo
de realidad. El segundo implica que desde la atalaya imaginaria:
modelo Ideal, se examine, critique y cuestione la realidad presente
proyectándola hacia el pasado para que nos ayude a tener una mejor
visión del futuro elegido.

Es un análisis funcional y valorativo que nos permite evaluar las


dificultades, descubrir las potencialidades, destacar los recursos e
identificar los obstáculos para lograr los fines propuestos: modelo
diagnóstico. Es importante destacar que una misma realidad, analizada
en el presente, puede dar lugar a diferentes modelos de diagnóstico,
según sea el polo de futuro desde el cual es evaluado.

 La programación prospectiva: El tercer paso consiste en elaborar el


programa de acción. Este surge del contraste entre el modelo ideal,
entendido como tesis, y el modelo de diagnóstico, entendido como
antítesis. El proceso de la acción es una síntesis dinámica, distinta en
cada momento, que genera energía para conducir el presente hacia
adelante. El presente queda así orientado al futuro y potenciado por el
futuro.

En el modelo prospectivo quedaron ya perfilados los fines y el objetivo


último. En este tercer paso de programación se trata de diseñar los
objetivos intermedios, precisando su posibilidad para alcanzar los
fines. Estos objetivos se colocan gradualmente en el tiempo,
empezando por los más lejanos hasta llegar a los más cercanos. Una
vez precisado el conjunto de los objetivos, se define, a la luz del
diagnóstico, la marcha hacia su consecución a través de etapas. Los
grandes tramos de realización se gradúan distinguiendo entre corto,
mediano y largo plazo.

Cuando ponemos plazo al cumplimiento de los objetivos, estos se


convierten en metas. Una meta es, por lo tanto, todo objetivo situado
tentativamente en el tiempo, como un hito prefijado que incitará
nuestra marcha.

213
Antes de iniciar el desarrollo temporal de las distintas fases de un
proyecto hay que saber con qué recursos se cuenta. Para ello hay que
hacer inventario de recursos y medios, para luego ordenarlos y
conjugarlos de tal modo que nos permitan lograr los objetivos. Dada la
limitación de los recursos, es necesario establecer entre los objetivos
un orden de prioridad, lo que significa postergar o acelerar ciertos
cometidos. La razón de ser de un proyecto es, en el fondo, conseguir
una utilización óptima de unos medios limitados, en vista a lograr unos
objetivos propuestos.

Cuando se define un plan como el conjunto de decisiones que hacen


producir el avance hacia el objetivo es necesario aclarar que esas
decisiones no pueden ser establecidas a priori o rígidamente, como se
creía la primera época de la planificación; por el contrario, las
decisiones deben ser tomadas, muchas veces, al instante y bajo la
presión de circunstancias cambiantes. Por eso mismo, la programación
prospectiva perfila continuamente las metas y modifica los cursos de
acción según estas circunstancias.

Con una actitud de constante revisión se logra precisar la combinación


y conjugación de los factores que intervienen en la programación. De
este modo se consigue dar el sentido apropiado y obtener el grado
óptimo de realización a la secuencia de movimientos que se pueden y
deben efectuar para lograr lo propuesto. El fruto de este tercer paso es
el: modelo operacional.

c. Los requisitos fundamentales de viabilidad.

 La factibilidad: La factibilidad verifica cuán viables son técnicamente


las operaciones programadas, y evalúa las condiciones financieras para
su implantación. Para la verificación de factibilidad se analiza la
coherencia de los factores que se manejan para encontrar el grado
máximo de equilibrio entre ellos y en su relación con el objetivo
previsto.

Antes de proponer formalmente un plan hay que probar su factibilidad.


Esta verificación previa, evitará suscitar expectativas imposibles, que
214
generan frustraciones y desánimo. La evaluación financiera pretende
constatar la posibilidad de real actuación del plan y para ello analiza el
presupuesto estimado y lo compara con los recursos económicos y
financieros disponibles.

 La aceptabilidad: Sopesa permanentemente el entusiasmo o rechazo


hacia el proceso por parte de las personas que tienen que ver con él.
Ambas actitudes, entusiasmo o rechazo provienen, tanto de la
configuración del futuro deseable, como de las operaciones previstas
para alcanzarlo. La aceptación del plan propuesto es otro elemento
indispensable para su implantación.

Interesa, ante todo, un consenso general sobre los fines y, luego, sobre
los procesos a seguir. Para obtener la comprensión del plan y asegurar
su aceptabilidad es necesario ofrecer mucha información y mantener
siempre abierta y viva la comunicación en ambas direcciones.

d. Niveles de un plan.

Todo plan es una síntesis racional cuya intención es proyectar una acción.
Respondiendo a fines didácticos, distinguiremos tres momentos en su
elaboración:

 Planteamiento: Es el momento en el que se realizan los grandes


lineamientos, en los que se perfilan los fines y se explicitan los
objetivos. Se detectan las aspiraciones y necesidades de la comunidad
y se eligen los objetivos generales que les dan respuesta. Es
conveniente que estos grandes pasos de la realización del plan sean
conocidos por toda la comunidad para, desde ahí, situar las pequeñas
metas y actividades.

 Planificación: Consiste, a la luz de los fines, en jerarquizar los


objetivos, determinar los medios para su logro, evaluar los recursos,
ordenar los procesos y configurar los órganos de acción. Se trata de
estructurar la acción en secuencia temporal según prioridades.

 Programación: Es la concreción de las medidas instrumentales


prácticas para realizar los objetivos en el orden fijado por las
215
prioridades. Se trata de una tarea de instrumentalización concreta que
implica: elaborar los modelos operacionales, los procedimientos,
diagramar la organización, preparar los instrumentos y las técnicas,
formular la concatenación de los programas y estructurar la evaluación
de los resultados.

5.5 Pasos para la implementación del plan pastoral

Aunque ya en el primer capítulo se describe la manera de poner en marcha


el plan en una parroquia, a continuación, de una manera general, desde la
experiencia se describe lo que pudieran ser los pasos para su implementación:

Fase previa. Esta primera fase puede durar dos o tres años, según la
situación y el modo de organizarse como parroquia. Es de crucial importancia,
asegurar los pasos previos para que luego pueda implementarse el plan de manera
adecuada. La premura por querer poner en marcha el plan, puede comprometer el
éxito del mismo, por eso sugerimos los siguientes pasos que garantizan mayor
estabilidad y viabilidad a la propuesta:

 Contactos previos: Para implementar esta propuesta pastoral y para asegurar su


aceptabilidad y continuidad, es fundamental consultar e informarle al obispo, por
ser el primer responsable de la pastoral en la diócesis, y en caso, de ser religioso,
al superior provincial.

 Curso inicial informativo parroquial: El mayor número de parroquianos posible


debe ser informado, motivado y consultado acerca de la intención que se tiene, de
organizar la pastoral parroquial dentro de un plan a corto, mediano y largo plazo.
Deben conocer más o menos la metodología, los alcances que tiene y, sobre todo,
lo importante de que se sientan corresponsables de su elaboración para luego
poderse sentir involucrados en su implementación.

 Formación del equipo inicial de coordinación parroquial: Una vez informado el


mayor número de parroquianos, es necesario conformar un equipo que profundice
en el modo de aplicar el método y coordine la puesta en marcha del mismo.

 Tareas a llevar a cabo en esta fase:


- Sectorización: Con la intención de desmasificar la parroquia se requiere delimitar
el territorio parroquial en sectores de, aproximadamente, 200 familias, sin
216
importar que sean cristianos o no. En cada uno de estos sectores, será necesario
organizarse para llevar adelante ciertas tareas que serán propuestas, según las
características o carismas de sus miembros.

- Red de mensajeros: Es necesario conformar equipos de voluntarios en cada sector


para que, una vez al mes, hagan llegar a cada familia una carta realizada desde la
parroquia. También deben conformarse los «equipos de sector» que son dos o tres
personas que sirvan de referencia para informar y coordinar las actividades.

- Carta de los cristianos: A nivel parroquial debe conformarse un pequeño equipo


que elabore mensualmente una carta de información y motivación a todos los
vecinos acerca del funcionamiento del plan pastoral y de los acontecimientos
parroquiales.

- Pastoral de multitudes: En el funcionamiento regular del proyecto se ofrece la


oportunidad mensual a todos los parroquianos y personas de buena voluntad para
que expresen su fe y se sientan parte de una comunidad. a través de una
convocación a todos los habitantes del territorio parroquial.

- Pastoral ministerial: Se debe crear una instancia en la que se convoque y se


acompañe a los que participan en cualquier tarea parroquial, para que se integren
y se formen para realizar cada vez mejor su tarea y acrecienten su conciencia de
ser parte de una comunidad de servidores.

- Elaboración de los modelos de realidad, ideal, diagnóstico y operativo: Mientras


se van conformando las estructuras que permitirán una mayor participación, se
comienza la elaboración de los modelos. De esta manera se da inicio a la
concientización. Esta supone: leer la realidad con sus obstáculos y
potencialidades como el lugar donde Dios se manifiesta: «modelo de realidad»;
vislumbrar el horizonte hacia donde se aspira llegar: «modelo ideal»; confrontar
desde ese horizonte la realidad, para definir el problema fundamental que impide
lograr el ideal: «modelo diagnóstico»; y finalmente, establecer los objetivos o
pasos a largo, mediano y corto plazo: «modelo operativo». Este último modelo es
la base desde donde se realizarán las programaciones que harán posible que el
pueblo se ponga en camino de crecimiento global y progresivo.

217
Fase de implementación del proyecto pastoral. La fase previa termina con la
primera programación con el que inicia la fase de implementación del proyecto
pastoral. En la primera programación se definen las metas que se pretenden alcanzar
durante el primer año, teniendo como base la planeación, que ubica el horizonte a
largo plazo y la planificación a mediano plazo. Las parroquias deben tener en
cuenta el incluir progresivamente al mayor número de bautizados sabiendo que la
meta es, que todos los parroquianos se sientan corresponsables de la misión de la
Iglesia en el territorio parroquial.

Para hacer realidad este ideal el MMM propone crear y potenciar las siguientes
pastorales y estructuras de participación:

 La Pastoral Comunitaria: Son las acciones que va dirigidas a la promoción de las


personas en sus relaciones y del pueblo como tal, desde tres perspectivas:

- La pastoral de multitudes, es la que organiza las expresiones multitudinarias


del pueblo, o sea, del conjunto de los bautizados y personas de buena voluntad.
Ella comprende la evangelización de la cultura, conforme lo expresa el
documento de Puebla348. Desde ahí se impulsa la religiosidad popular en sus
expresiones multitudinarias349. Es importante que estas expresiones
religiosas se realicen fuera del templo, así se podrá disociar la imagen de la
Iglesia-Templo para crear la imagen de la Iglesia-Vida o Iglesia que se
realiza en el encuentro de los hombres que creen en Cristo. Se trata de
aproximar la Iglesia a la vida de la gente.

- La pastoral de las pequeñas comunidades, está relacionada con lo que


comúnmente llaman Comunidades Eclesiales de Base. Dentro de la propuesta
pastoral hay un momento del proceso donde se le propone a los sectores que se
organicen en pequeños grupos de vida, mientras no se llega a esa etapa, se
deben acompañar las experiencias de vida eclesial que funcionan como grupos
de vida, en clave de comunidad de comunidades.

 La pastoral para la familia, acompaña a todas las familias a hacer de su vida un


itinerario de fe. O sea que, desde la parroquia, se debe impulsar un proceso de

348
Cf. DP 407, 413-414, 436-438.
349
Cf. DP 447-450, 457-459.
218
formación permanente que permita que todas las familias se conviertan
progresivamente en espacio de crecimiento como Iglesia doméstica. Desde esta
instancia, se crea un movimiento general de todas las familias.

 La Pastoral Sectorial: Desde esta instancia se aborda los problemas específicos


que tiene la gente en razón de pertenecer a ciertos grupos sociales: de edad
(niños adolescentes y jóvenes); del rol que cumplen en la sociedad (obreros,
comerciantes, profesionales, militares, empresarios, políticos, profesores...); de
grupos religiosos (ecumenismo). No se trata aquí de los problemas que la gente
tiene en general por su condición social, o relacionados con la promoción
humana o asistencia social; esto se trata en otro nivel.

Un criterio fundamental de esta instancia es crear movimientos que no se


cierren sobre sí mismos sino que generen procesos formativos integrales y de
compromiso con la propuesta comunitaria impulsada por la parroquia. Su
método fundamental será el de los signos de los tiempos y su pedagogía es la
relación dialéctica entre reflexión y acción, es decir, de formación en la praxis.
Todos los procedimientos deben tener en cuenta el plan global y a todos lo que
él abarca.

 Los Servicios Pastorales: Son los recursos con los que cuenta la parroquia para
llevar adelante su responsabilidad pastoral. Su finalidad directa e inmediata es la
evangelización y la catequesis, la liturgia y la oración, la ayuda fraterna y la
misión «ad intra» o «ad extra», el ecumenismo y otros. Cada uno de estos
servicios tiene objetivos y contenidos propios pero realizados de tal modo que
sirvan al proceso general y global de pueblo.

 La Pastoral Ministerial: Es la que se preocupa de la formación doctrinal,


espiritual, pastoral y metodológica de los agentes de pastoral en lo que es común
a todos ellos y, diversificadamente, en lo que corresponde a los tres tipos de
agentes: ordenados, consagrados(as) y laicos(as). La formación del conjunto de
las personas que colaboran en los distintos niveles y que promueven los
diversos servicios y movimientos. Las personas que promueven movimientos
correspondientes a carismas, también se incluyen aquí, pues su servicio se
convierte en ministerio, al ser asumidas orgánicamente en la vida de la
parroquia.
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 Las Estructuras de Comunión y Participación: Con el objeto de generar la
corresponsabilidad y actuación orgánica en todos los frentes de la parroquia,
deben favorecerse y potenciarse estructuras que posibiliten la incorporación
progresiva del mayor número posible de parroquianos. Se trata de las
infraestructuras de comunicación, economía y servicios técnicos. Su orden es
de gran importancia en función de la creación de la comunidad. Al mismo
tiempo son elementos logísticos indispensables para la realización de todos los
otros niveles.

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