Lutereau, Luciano (2019) - La Vergüenza, Goce de La Mirada

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XI Congreso Internacional de Investigación y Práctica Profesional en Psicología.

XXVI
Jornadas de Investigación. XV Encuentro de Investigadores en Psicología del MERCOSUR. I
Encuentro de Investigación de Terapia Ocupacional. I Encuentro de Musicoterapia.
Facultad de Psicología - Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires, 2019.

La vergüenza, goce de la
mirada.

Lutereau, Luciano.

Cita:
Lutereau, Luciano (2019). La vergüenza, goce de la mirada. XI Congreso
Internacional de Investigación y Práctica Profesional en Psicología. XXVI
Jornadas de Investigación. XV Encuentro de Investigadores en Psicología
del MERCOSUR. I Encuentro de Investigación de Terapia Ocupacional. I
Encuentro de Musicoterapia. Facultad de Psicología - Universidad de
Buenos Aires, Buenos Aires.

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TRABAJO LIBRE

LA VERGÜENZA, GOCE DE LA MIRADA


Lutereau, Luciano
Universidad de Buenos Aires. Argentina

RESUMEN de este lineamiento fundamental y divergente, ambos trabajos


El presente trabajo se enmarca en un proyecto de investigación apuntan –a través del estudio clínico de “casos paradigmáti-
en torno al concepto de goce y considera el fenómeno de la ver- cos” o “trayectos de vida”– a complejizar la noción, intentando
güenza. En un primer momento, realiza un rastreo bibliográfico precisar distintas aristas intrínsecas a su consolidación. De este
en torno a la cuestión de la vergüenza, para luego hacer distin- modo, de Gaulejac distingue formas de la vergüenza en función
ciones clínicas con la culpa, el pudor y la timidez. En el aparta- de la condición existencial del sujeto: corporal (relacionada con
do siguiente desarrolla la elaboración lacaniana del tema en El la fealdad), sexual (relativa a la intimidad), psíquica (respecto de
reverso del psicoanálisis. Finalmente, hace una distinción con la la estima de sí), moral (propia de la hipocresía, la mentira, etc.),
concepción sartreana de la vergüenza, como goce de la mirada, social (en los casos de estigmatización a causa de una identi-
para dejar abiertas algunas preguntas para futuros trabajos. dad, raza, etc.), ontológica (en la que el sujeto está confrontado
a lo inhumano como espectador), etc. En este punto, su trabajo
Palabras clave se encuentra próximo de ciertas referencias filosóficas clásicas,
Psicoanálisis - Vergüenza - Goce - Mirada entre las que cabría considerar a M. Heidegger (y la “vergüenza
de ser”) y, más recientemente, el tercer capítulo de Lo que que-
ABSTRACT da de Auschwitz (1998), de G. Agamben, titulado “La vergüenza,
THE EMBARRASSMENT, ENJOYMENT OF THE GAZE o del sujeto” –y que estudia este afecto, desde una perspectiva
The present work is part of a research project around the con- no psicológica, en los sobrevivientes–. También cabría observar
cept of enjoyment, and considers the phenomenon of shame. que aquí la cuestión de la vergüenza se cruza con el motivo de la
At the beginning, it performs a bibliographic search around the culpabilidad (también analizada por Heidegger y Agamben). Un
question of shame, to then make clinical distinctions with guilt, libro reciente que retoma este aspecto es Vergüenza, culpabili-
modesty and shyness. In the following section it develops the dad y traumatismo (2007) de A. Ciccone y A. Ferrant.
Lacanian elaboration of the theme, as we find in The reverse of Dos observaciones pueden desprenderse de este apretado re-
psychoanalysis. Finally, it makes a distinction with the Sartrean pertorio bibliográfico: por un lado, el campo de estudios sobre la
conception of shame, as the enjoyment of the gaze, to leave vergüenza desborda la perspectiva psicoanalítica, e incluso en
some questions open for future works. este último territorio dista de tratarse de un afecto que pueda
ser definido unívocamente; por otro lado, es preciso partir de
Key words distinguir la vergüenza de otros afectos para poder realizar una
Psychoanalysis - Embarrassment - Enjoyment - Gaze primera aproximación.

Estado de la cuestión Vergüenza, culpa, pudor y timidez


En los últimos años distintas publicaciones han comenzado a Esta última orientación fue llevada a cabo por C. Soler en su
ocuparse de la cuestión de la vergüenza. Si bien el término no libro Los afectos lacanianos (2011):
cobra en Freud (quizá sí en Lacan) el estatuto de un concep- “La vergüenza es un afecto más complejo, más sutil que la có-
to, estas recientes publicaciones avanzan en la vía de delimitar lera y también más ligado al inconsciente. Es difícil de delimitar.
formas y variantes de su estructura. De hecho, podría decirse […] el dominio del fastidio y la pesadumbre en nuestro discurso
que este criterio es el que permite distinguir los trabajos que se actual hace eco a la falta en gozar, del goce que hay o que no
aproximan al tema con alguna gravedad, y afán sistemático, de hay; la tristeza o el gay saber inscriben el rechazo del saber o
aquellos que permanecen en una mera paráfrasis descriptiva o sus límites intrínsecos; la cólera ratifica las inadecuaciones de
un breve comentario de citas. lo real a lo simbólico. Por lo que se refiere a la vergüenza […]
Por ejemplo, podrían mencionarse los trabajos contemporáneos Lacan habló de la vergüenza a menudo, pero sus desarrollos
de S. Tisseron, La vergüenza. Psicoanálisis de un lazo social más consistentes y, sobre todo, más novedosos sobre este sen-
(1992), y V. de Gaulejac, La fuentes de la vergüenza (1996), que timiento se encuentran hacia el final del seminario El revés del
–propuestos desde una perspectiva psico-sociológica– vinculan psicoanálisis…” (Soler, 2011, 89)
la vergüenza, el primero, con el objeto materno, y el segundo con
el desfallecimiento de la imagen del padre. No obstante, a pesar Entonces, es importante distinguir la vergüenza en el contexto

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de otros afectos (como la cólera, la tristeza, el fastidio, etc.), para ¿Cuáles son las coordenadas estructurales de la vergüenza, la
luego detenerse en su especificidad; y, como sostiene Soler, es el timidez y el pudor? En sus Tres ensayos de teoría sexual, Freud
seminario 17, en apenas una de sus lecciones, donde se encuen- se refiere en diversas ocasiones a la vergüenza, como una de
tran desarrollos importantes de Lacan sobre este tema. las resistencias ante la pulsión, esto es, como uno de los diques
Asimismo, en una publicación reciente –Livre compagnon de psíquicos que se constituyen en el período de latencia y que
«L’envers de la psychanalyse» (2007)– dedicada a una lectura inhiben la sexualidad, al punto de calificar a la vergüenza como
del seminario 17, y que consta de varios análisis de esta clase una formación reactiva. Vergüenza, asco y escrúpulos morales
mencionada, Anne Oldenhove-Calberg, distingue la vergüenza son el saldo de este modo de sublimación –aunque puede ha-
de la culpabilidad en los siguientes términos: ber sublimación por otras vías no reactivas–; y, entonces, cabe
“Me parece importante distinguir la culpabilidad de la vergüenza: preguntarse si acaso el asco no indica una referencia indirecta
en efecto, si la culpabilidad surge cuando el sujeto no estaría en al pudor, es decir, la violencia ejercida contra el pudor suele
orden con el ideal paterno, la vergüenza vendría más bien a testi- producir ese efecto: con estas coordenadas podría considerarse
moniar del momento en que algo del goce privado hace irrupción el síntoma del asco en el caso Dora, cuando el Sr. K. le solicita
en el espacio público.” (Oldenhove-Calberg, 2007, 229) que lo espere junto a la puerta que daba a la escalera y, a al
pasar, junta su cuerpo contra el de ella y le estampa un beso que
De acuerdo con la perspectiva de esta autora, cabe añadir a la produce, en la joven muchacha, un “violento asco” (Freud, 1905,
distinción entre vergüenza y culpa, distintas formas de la ver- 26). Podría pensarse que esta escena demuestra que el pudor
güenza en la vida amorosa: por ejemplo, la vergüenza de ser –al igual que la vergüenza– también requiere de la participación
rechazado –ser visto como alguien que no fue amado, lo que del otro, pero sus coordenadas serían distintas. Si en la ver-
eventualmente lleva al acting out de la destreza de la seducción güenza, la barra recae sobre el avergonzado de modo directo,
compulsiva en el hombre, o al deseo prevenido que interac- frente al sentimiento de sentirse mirado, en el pudor es precisa
túa en condiciones de anonimato (como en las redes sociales una condición suplementaria: que el otro actúe una forma de
y otros modos de virtualidad), o la inhibición ocasional en la transgresión (incluso cuando dicho acto no sea más que la rea-
mujer– y la vergüenza que se puede sentir frente a la iniciati- lización de un deseo). En estos términos puede entenderse una
va de otro –ocasionalmente vinculada a la “vergüenza ajena” referencia de Lacan en “Kant con Sade” (1962), cuando sostiene
o al impudor del partenaire–. No obstante, dado su carácter de el carácter amboceptivo del pudor, que para ser violentado en
breve comentario de una clase de Lacan, ciertas distinciones uno no necesita más que un acto en el otro:
quedan solapadas o apenas introducidas. En este punto, sería “…el pudor es ambo­ceptivo de las coyunturas del ser: entre
aconsejable, antes de detenerse en un análisis de la estructura dos, el impudor de uno basta para constituir la violación del
de la vergüenza en la vida amorosa, deslindar el alcance de tres pudor del otro.” (Lacan, 1962, 751)
conceptos que suelen superponerse: vergüenza, pudor, timidez.
Ahora bien, la vergüenza es un afecto crucial en la práctica ana- De este modo, el asco –el ataque al pudor– es un efecto de la
lítica. En principio, porque es un indicador prístino de la división presencia ante un modo de satisfacción en el otro, un supuesto
subjetiva, al punto de que el sujeto avergonzado vacila en la goce en el Otro, que no puede reconocerse como propio. En la
situación de sentirse descubierto y, eventualmente, se detiene vergüenza, en cambio, la división del sujeto tiene la dimensión
en su decir y calla. Por lo tanto, a primera vista, la vergüenza de lo in fraganti, de una revelación súbita de la intimidad, en la
pareciera una especie de obstáculo concreto para el cumpli- que es sorprendido un goce escondido o un deseo inesperado.
miento de la regla fundamental del psicoanálisis, la asociación Por último, respecto de la timidez, cabría añadir que se trata de
libre, ya que facilitaría cierto “disimulo” por parte del analizante. una posición subjetiva que prácticamente no ha sido estudia-
En estos términos lo entendía Freud cuando se refería a la “in- da en psicoanálisis, con la excepción de unos pocos artículos,
sinceridad consciente” que puede estar a la base del carácter entre ellos, uno de Winnicott, quien distingue una timidez nor-
fragmentario y reticente del discurso del neurótico: mal (ligada, eventualmente, a la retracción de un duelo) y una
“En efecto, esa falla [la incapacidad para dar una exposición patológica, o sintomática, vinculada a cuestiones persecutorias
ordenada de la propia biografía] reconoce los siguiente funda- (Cf. Winnicott, 1938). En este último caso, la timidez responde a
mentos: En primer lugar, el enfermo, por los motivos todavía no temores de ser perseguido –nuevamente, es la dimensión om-
superados de la timidez y la vergüenza (o la discreción, cuando nipresente de la mirada la que se pone en juego–.
entran en cuenta otras personas)…” (Freud, 1905, 17)
Vergonzontología
No obstante, cabría preguntarse si acaso la timidez y la vergüen- En la clase del 17 de junio de 1970, en el seminario 17, La-
za realizan la misma contribución, cuando podría pensarse que can presenta la idea de una “vergonzontología”, neologismo
no son idénticas entre sí. Asimismo, podría añadirse un tercer que juega en francés con los términos “vergüenza” (honte) y
elemento en la consideración y pensar, por ejemplo, en el pudor. “ontología” (ontologie). Para el psicoanálisis, la ontología se de-

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frauda en la vergüenza, en la medida en que el estudio del ser del pudor, del prestigio, del temor particular engendrado por la
del sujeto siempre queda confrontado con la falta, dado que el mirada” (Lacan, 1953-54, 314). En este contexto, el referente
significante no puede decir su ser íntimo, aquella satisfacción a específico para dar cuenta de la cuestión es J.-P. Sartre y el
la que está fijado y, ocasionalmente, desconoce. apartado “La mirada” de El ser y la nada (1943).
En este seminario, Lacan articula la vergüenza con el discurso No obstante, antes de este apartado específico, la cuestión de
universitario. En términos generales, el discurso universitario la vergüenza se plantea en desde el inicio de la tercera parte
puede ser definido a partir de la imposición del trabajo de tener del El ser y la nada, dedicada al problema de la existencia del
que develar las coordenadas que un saber encubre. No obstante, otro. Contra la posición idealista, para la cual el solipsismo es
y esto es lo que diferencia esta estructura del discurso del Amo un punto de partida, y que requiere demostrar la existencia del
–en el que el saber se encuentra expuesto–, lo que se produce prójimo a través de la presentación de su cuerpo como un objeto
en el discurso universitario es la división subjetiva de aquel que, más del mundo, la fenomenología sartreana encuentra en el ser
en posición de objeto, no hace más que verificar su falta respecto para otro un punto de partida, una estructura que no puede ser
de este saber. El que quiere saber –o, mejor dicho, quien debe deducida. La vergüenza se inscribe en el tipo de experiencias
saber–, todo el tiempo descubre, como su verdad, que no sabe que exponen esta situación radical:
(tanto como lo esperado). Y esto también obedece a motivos es- “… aunque ciertas formas complejas y derivadas de la ver-
tructurales, ya que el discurso universitario tiene como agente la güenza puedan aparecer en el plano reflexivo, la vergüenza no
represión de las coordenadas del saber en cuestión. es originariamente un fenómeno de reflexión. En efecto, cua-
Este modo de discurso, que articula una relación específica en- lesquiera que fueren los resultados que puedan obtenerse en la
tre el saber y la verdad, podría otorgar títulos aproximados a las soledad por la práctica religiosa de la vergüenza, la vergüenza,
formas de sensibilidad que, esporádicamente, pueden represen- en su estructura primera, es vergüenza ante alguien.” (Sartre,
tarlo. Al agente del saber se lo suele llamar “profesor”, del que 1943, 250-51)
Lacan sostenía que se caracteriza por “enseñar sobre enseñan-
zas” y, por lo tanto, es incapaz de producir una enseñanza pro- Por un lado, esta observación introduce la noción de que la
pia. Al esclavo que acompaña esta partida Lacan le concedió el presencia del otro no necesariamente requiere de su presencia
nombre de “astudé”, neologismo que condensa una referencia a física. Podríamos pensar, por ejemplo, que dicha injerencia se
la palabra “estudiante” aunque también a la palabra “estúpido” efectúa eventualmente a través de la participación de ideales
–por lo tanto, se trata de aquel que sólo verifica, una y otra vez, desde los cuales, sólo secundariamente, alguien reflexiona (se
su estupidez frente a un saber respecto del cual está en falta–. ve a sí mismo). Por otro lado, la vergüenza requiere una forma
Asimismo, en el seminario 17 Lacan introduce la idea de una específica de manifestación ante alguien: la mirada. Para Sartre,
vergüenza “propia” del discurso universitario de esa época, que “soy como el prójimo me ve” (Sartre, 1943, 251), donde el én-
denomina “vergüenza por vivir” y que marca “una degeneración fasis puesto en el ser indica que el sujeto se reduce a un objeto
del significante amo”. Esta vergüenza estaría asociada a ciertas para la mirada del otro, esto es, queda fijado en alguna actitud
coordenadas que pueden resumirse en la expresión “morirse de “evidente”. Asimismo, cabe aquí una aclaración, para matizar la
vergüenza” (Lacan, 1960-70, 195), es decir, la situación en que idea de que esta fijación deba toda su responsabilidad al Otro:
alguien preferiría la muerte a quedar expuesto a la revelación “…este nuevo ser que aparece para otro no reside en el otro: yo
de su división –en nuestro idioma, nos referimos a esta posi- soy responsable de él, como lo muestra a las claras el sistema
bilidad cuando decimos “que me trague la tierra”–. Para Lacan educativo consistente en ‘avergonzar’ a los niños de lo que son.
existió una época, ya pasada, en que al rebajamiento de los Así, la vergüenza es vergüenza de sí ante otro; estas dos estruc-
ideales se prefería la muerte. Pero, según Lacan, los tiempos turas son inseparables.” (Sartre, 1943, 251)
han cambiado. Desde la perspectiva Lacan, la vergüenza hoy en
día se convirtió en una “vergüenza por vivir tan finamente” (La- De este modo, el sujeto no deja de ser responsable de su ser
can, 1969-70, 198). Actualmente, lo que avergüenza es vivir una para el otro. Y la vergüenza, para el caso, es un índice de que en
vida que nunca merece la muerte, dado que falta su inscripción esa objetivación se compromete algo de su intimidad. Podría-
en la genealogía de un S1. Todo se reduce a lo trivial, al vacío, lo mos añadir, entonces, que en la vergüenza se realiza ese trasla-
que se suele llamar “tiempo líquidos”. do de lo íntimo a lo privado que no se corresponde estrictamen-
te con la mirada de una persona concreta, sino con una posición
Vergüenza y mirada subjetiva –porque, así como la mirada puede manifestarse en
No obstante, esta perspectiva no permite avanzar respecto de soledad, también podemos imaginar situaciones en las que al-
la articulación entre mirada y vergüenza, a pesar de que la re- guien no se sienta aludido por los semejantes a su alrededor (y,
lación entre vergüenza y mirada es presentada por Lacan desde por ejemplo, se sentiría tocado ante la imagen de una fotografía
el comienzo de su enseñanza. Así, por ejemplo, en el semina- de su amada ausente)–. Sartre expresa estas distinciones en los
rio 1 se afirma la idea de una “fenomenología de la vergüenza, siguientes términos:

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“…si aprehendo la mirada, dejo de percibir los ojos […]. La En un artículo como “El creador literario y el fantaseo” (1908)
mirada del otro enmascara sus ojos, parece ir por delante de Freud ya se había referido al paseante que camina por la calle
ellos.” (Sartre, 1943, 286) envuelto en sus ensoñaciones, con una sonrisa dibujada en el
rostro. Se trata de una situación harto conocida, a la que cabría
Esta última indicación permite apreciar que la mirada no se con- añadir el detalle de que estos fantaseadores suelen esconder
funde con la visión –cuestión que, como fue desarrollado, habría sus gestos al caminar (miran para abajo, desvían la mirada,
de retomar Lacan en el seminario 11–. Para tomar el ejemplo etc.). Ahora imaginemos la posibilidad de que uno de ellos sea
paradigmático de Sartre, podría considerarse el caso del celoso sorprendido e interrogado por alguien que le dijera: “¡Qué bonito
que espía detrás de una puerta hasta que siente unos pasos en reírse de esas cosas!”. El efecto no se dejaría esperar: la más
la escalera. No es necesario que sea visto por unos ojos, porque inclemente vergüenza inundaría el rostro del sujeto. Esta inter-
–por decirlo así– ya fue visto por la mirada; en esta situación, vención, que se yergue como una referencia a un saber supues-
el sujeto queda asumido como celoso, objetivado incluso para sí to en el Otro, restituye el goce de la mirada. En todo caso, podría
mismo, confundido “con este ser que yo soy que la vergüenza decirse que si el goce de la visión consiste en la metonimia de
me descubre” (Sartre, 1943, 289). En este punto, la vergüenza apuntar a lo que no se ve –a través de un develamiento conti-
es un indicador de la presencia del sujeto, de que ese cuerpo nuo–, la mirada –en este caso, a través de la vergüenza– es una
es “habitado”, como lo demuestran el rubor, bajar la mirada, en forma de restitución del objeto perdido:
definitiva, no saber detrás de qué esconderse, cuando el sujeto “La mirada es ese objeto perdido y, de pronto, re-encontrado,
se siente mirado desde todos lados. en la conflagración de la vergüenza […]. Hasta ese momento
El “ser descubierto” de la mirada es sólo un modo de respues- ¿qué busca ver el sujeto? Busca, sépase bien, al objeto como
ta ante la mirada del otro; también podría haberse pensado en ausencia. […] Busca, no el falo, como dicen, sino justamente
el orgullo –y así lo propone Sartre, junto con la posibilidad del su ausencia, y a eso se debe la preeminencia de ciertas formas
miedo–, como una forma de responder a la división subjetiva como objetos de su búsqueda.” (Lacan, 1964, 189)
de la mirada. De hecho, desde la perspectiva psicoanalítica, es
conocida la inflación narcisista –aquello que Lacan llamara “in- Conclusión
fatuación”– como un modo de encubrir la angustia–. Para concluir este trabajo, que se continuará en investigaciones
Resumamos, entonces, el planteo sartreano de la estructura de posteriores, cabría explicitar la corroboración de los elementos
la mirada, con una nueva consideración: esclarecidos (el deseo, el saber, el goce) en la interpretación que
“… la mirada, como lo hemos mostrado, aparece sobre fon- realiza Lacan de la concepción de la mirada en el seminario 11:
do de destrucción del objeto que la pone de manifiesto. Si ese “La mirada se ve –precisamente, la mirada de la que habla Sar-
transeúnte gordo y feo que avanza hacia mí con paso saltarín tre, la mirada que me sorprende y me reduce a la vergüenza ya
de pronto me mira, adiós su fealdad, su obesidad y sus saltitos: que éste es el sentimiento que él más recalca. […] Si leen su
durante el tiempo que me siento mirado, es pura libertad media- texto verán que no habla en absoluto de la entrada en escena de
dora entre yo y yo mismo.” (Sartre, 1943, 304) la mirada como algo que atañe al órgano de la vista […]. Una
mirada lo sorprende haciendo de mirón, lo desconcierta, lo hace
La vergüenza es un modo de respuesta ante la mirada del Otro. zozobrar, y lo reduce a un sentimiento de vergüenza. […]. ¿No
No obstante, la mirada no es la visión de un semejante concre- queda claro que la mirada sólo se interpone en la medida en que
to, sino que plantea una trascendencia respecto del partenaire el que se siente sorprendido no es el sujeto anonadante, corre-
especular y supone una nueva dimensión: el otro como objeto lativo del mundo de la objetividad, sino el sujeto que se sostiene
de semejanza, o de eventual agresividad, queda suspendido, en una función de deseo?” (Lacan, 1964, 92)
entre paréntesis –como lo demuestra la referencia anterior–, Junto con la referencia anteriormente citada, esta indicación de
y el sujeto queda reducido a un objeto para alguien que no es varios motivos, confirma la continuidad entre el análisis sartrea-
o, mejor dicho, para Otro que es “pura libertad”, como la que no de la mirada y la perspectiva de Lacan, en una enumeración
tiene la mantis religiosa en el ejemplo propuesto por Lacan en de cuatro puntos: a) la articulación entre mirada y vergüenza; b)
el seminario 10 para hablar de la angustia (Cf. Lacan, 1962-63, la mirada no es la visión; c) la mirada se expresa en la sorpresa,
14). En este punto, podría decirse que la vergüenza supone un en la sensación de sentirse descubierto; d) lo que se descubre
pasaje por la angustia, propio de la división subjetiva, pero tam- es una posición deseante del sujeto.
bién es una respuesta a esta última, en la medida en que hace En nuestra exposición hemos ampliado una consideración acer-
consistir un modo de satisfacción en que el sujeto se reconoce ca del matiz de este descubrimiento del deseo del sujeto a tra-
como descubierto. En última instancia, lo que cabría añadir es vés de una referencia al saber que se supone en juego. En este
que dicho “dar a ver” se realiza ante una forma indeterminada punto, no se trataría de una mirada ciega, sino una mirada om-
del Otro. “¿Qué va a pensar de mí?”, suele preguntarse el aver- nisciente a cuya merced el sujeto se supone indefenso.
gonzado.

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TRABAJO LIBRE

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