Marcelo Percia - Vivir Al Ras (Notas de Una Charla)
Marcelo Percia - Vivir Al Ras (Notas de Una Charla)
Marcelo Percia - Vivir Al Ras (Notas de Una Charla)
Junar al paciente
No hay peor encierro que estar encerrado en las expectativas del otro.
1 La experiencia se desarrolló en el Hospital José Esteves entre octubre de 1996 y junio de 1997. Impulsada por la
Directora Provincial de Capacitación para la Salud de la Provincia de Buenos Aires, el Director del Hospital Esteves
y Profesores de la Cátedra de Teoría y Técnica de Grupos de la Facultad de Psicología de la U. B.A.
1
La malicia, en las psicosis, es revelar que esos ideales sociales no valen
nada.
También puede implicar hacer la vista gorda: dejar que algo acontezca.
Permitir que ese modo de defensa opere.
Lo que nos proponíamos con esto era construir un puente entre la clínica de
la palabra y la reminiscencia y la clínica como inclinación sobre el cuerpo
del otro.
La leyenda Oliveros.
La cuestión del arrasamiento tiene que ver con intentar pensar en situaciones en donde
la existencia está arrasada. La memoria, las emociones, están al ras.
Los psicofármacos vienen a dar sosiego a esa violencia que desborda el cuerpo del
psicótico. Pero lo que construyen son cuerpos adormecidos, anestesiados.
2
La hipótesis es que hay algo así como una producción de criaturas arrasadas. Es decir,
de algo que responde a una serie de estímulos.
Lo que resulta evidente es que cambió el paisaje –el hábitat, el territorio- de las psicosis
Hoy la psicosis está entremezclada como nunca con el abandono. Es el mundo arrasado.
El arrasado es una criatura viva de la que podemos pensar que, si falta en el mundo, a
nadie le hace falta.
Es por ello que, necesariamente, la clínica de las psicosis tiene que tener un discurso
político.
La demanda absoluta es quedar a merced del capricho de un Otro poderoso. Ese Gran
Otro es de terror. No hay apelación, no existís. No sólo podés desaparecer sino –lo que
es peor- nunca haber desaparecido.
Ya no sabemos qué es Futuro. Presente es el lugar del que nos queremos ir. Pasado es
algo difuso que no nos interesa. Pero qué podría querer decir Futuro, ya no lo sabemos.
3
En nuestro trabajo en asambleas con los pacientes, hemos desarrollado la invención de
la figura del corresponsal. Los corresponsales recogen las palabras de los “participantes
externos” –pacientes que se sitúan a distancia de la asamblea pero en cierta relación
con ella- y las llevan al interior de la asamblea.
La psicosis es la experiencia del exceso: un cuerpo que no puede con tanta emoción.
Enunciados como “esto que me pasa es mucho para mí” intentan dar testimonio de ello.
También esos momentos en los que se dice que “la emoción te invade”. La emoción no
es (sólo) propia. Es la emoción del mundo.
El loco tradicionalmente fue descripto como un visionario. Alguien que poseería un ojo,
un oído, una piel de más. Pero a la vez un cuerpo que no soporta tanta intensidad.
La experiencia del arrasado es también una experiencia del no-lazo [de los n-lazos al
no-lazo: el hombre sin vínculos, que no puede no de producir de conexiones pero
tampoco puede desear producir otra cosa que conexiones precarias, lábiles, rápidamente
desmontables]
4
Es también una experiencia de proximidad. Porque los arrasados se juntan en
ranchadas. [¿Una proximidad a-social, que no hace lazo?]
Ser sujetos del lenguaje es ser sujetos de una intemperie. Porque el lenguaje no alcanza.
Pero se trata de una experiencia del desamparo completamente distinta a la de la
intemperie social, que es la del arrasado
Lo que se pone en juego aquí es la forma específica que toma la ambivalencia del lazo
en el mundo en que vivimos
Los Cortes en el cuerpo, ¿son para ver el espejo de la humanidad del otro en su
reacción? ¿son para ver si hay algo adentro? ¿Son respuestas ante la dificultad de existir
bajo la amenaza de lo insustancial?
[Hay cortes que, en su repetición, hacen textura sobre la piel, como si fueran un intento
de constituir la superficie corporal del arrasado] [En otras oportunidades, el corte puede
implicar un intento por sangrar de existencia, por encontrar en ese desborde de la sangre
una imagen para el desborde subjetivo que lo localice en un punto (corporal) acotable]