Género, Hombres y Colectivo Lgtbi+

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 17

GÉNERO, HOMBRES Y COLECTIVO LGTBI+

1. HOMBRES, GÉNERO Y MASCULINIDADES

En este apartado vamos a desarrollar las características más relevantes del movimiento,
principalmente académico y teórico, que analiza el concepto hombre, en tanto construcción
social hegemónica occidental y colonial, aunque atravesada por afectaciones que impone el
género. Así, los hombres gozan de privilegios que otorga el sistema de género, clase y raza, y
al mismo tiempo, los padecen. Revisaremos algunas propuestas de los estudios de género de
los hombres o de masculinidades, procesos de construcción de identidad, y los conflictos y
crisis que se han presentado en este trayecto.

1.1 APROXIMACIONES A LOS ESTUDIOS DE MASCULINIDADES

Desde los avances de la teoría feminista y los estudios de la mujer, el concepto de Hombre
Universal estaba siendo cuestionado; el hombre, ya no sería más el Hombre, como sujeto único
y universal, al contrario, se trataría de un sujeto particular y diverso.

Desde fines de la década de los setenta, a medida que aumentaba la producción de los
estudios de la mujer, se instalaba la necesidad de generar investigaciones cuyo foco central
fuera las masculinidades. Para algunas autoras esto era un vacío producto de las mismas
construcciones de género implícitas en la investigación social:

Este vacío estuvo relacionado a nuestro juicio con un doble movimiento: por un lado, por el
hecho de que las teorías sobre La Mujer habían reificado una imagen de Hombre dada por el
uso del concepto de patriarcado como sistema universal y omnipresente, dibujando una silueta
masculina estereotipada e idéntica para todas las sociedades; por el otro, el hecho de que
desde muchas disciplinas como el psicoanálisis, la propia filosofía, la historia, “el hombre”
aparecía como un sujeto incuestionable.(Montecino y Acuña, 1996)

A lo largo de la década del ochenta se producen, fundamentalmente en los países


anglosajones, una serie de trabajos sobre la construcción social de la masculinidad, realizados
en su mayoría por hombres que afirman sus vínculos con el movimiento feminista y con los
desarrollos de la problemática de género. Estos “men’s studies”, surgieron en buena medida
como resultado del avance de la teoría feminista, de la constatación por parte de numerosos/as
autores/as de la invisibilidad en las ciencias sociales del varón como dotado de género, y de los
cuestionamientos al privilegio sobre las mujeres como sujeto de investigación, provenientes de
los mismos movimientos feministas. Entre sus objetivos principales se encontraban indagar en
las características identitarias de los varones; reconocer su participación y afectación por orden
patriarcal; abrir la posibilidad de redefinir las formas de asumir sus roles y de resituar su

1
participación social en los ámbito público y privado; y plantear la necesidad de promover nuevas
formas de relación consigo mismo y con los/as otros/as.

Esta reflexión se realiza desde distintas disciplinas y enfoques teóricos y presenta una gran
amplitud de los hechos o procesos pertinentes para hablar de la masculinidad: escolarización,
paternidad, autoritarismo, etnicidad, entre otros. Algunos estudios son más teóricos, otros
empíricos y biográficos. Por Estudios de Masculinidades entenderemos todas aquellas
investigaciones que, desde una mirada de género, se interesan principalmente en los hombres
como sujeto de estudio. Los Estudios de Masculinidades forman parte de los Estudios de
Género, lo que implica que el abordaje teórico de las masculinidades hará referencia a las
teorías de género y a lo femenino en términos relacionales con la masculinidad.

El término de “masculinidad” dentro de los Estudios de Género y de las reflexiones de las


Ciencias Sociales y Humanísticas no tiene un significado unívoco, de ahí que según las teorías
utilizadas para abordar su estudio se proponga una amplia diversidad de definiciones y
enfoques metodológicos: lo que nos muestra que el concepto en cuestión es una construcción
cultural e histórica pues tanto sus características, roles, identidades y posiciones dentro de las
relaciones sociales son específicas de una cultura y una sociedad.

¿Qué se entiende por Masculinidad(es)?

 Un esfuerzo intelectual por identificar un «objeto de estudio», caracterizado por la íntima


relación con su opuesto: la feminidad (Viveros, 2002).

 La masculinidad como una posición simbólica relativa al poder y al control. Según esta
visión, la masculinidad sería uno de los pilares de las relaciones de poder de las
sociedades occidentales-patriarcales. Aquí debemos tener cuidado con el uso de
términos etnocéntricos en el sentido de ser construcciones occidentales tanto de la
masculinidad, como de poder y control (Díaz y Gómez, 1998).

 La masculinidad como la identidad de quienes dominan a otros/as situando la noción de


poder como elemento central en la definición de identidad.

 La “manera de ser” par cular de los hombres, en que se hace referencia a las relaciones
que los hombres establecen con las mujeres y entre ellos, y a los caminos que se deben
recorrer para lograr la masculinidad, así como los costos y beneficios de ella. En este
enfoque, el contexto cultural específico es esencial pues tanto los atributos, como los
valores, funciones y conductas que se suponen esenciales a los varones deben ser
referidos a una sociedad determinada y no en general (De Keijzer, 2001).

Si bien, los mayores avances en los Estudios de Masculinidades se han dado recientemente,
éstos forman parte de una preocupación más larga que se inició en los países del primer
mundo. Al igual como sucede con los Estudios de la Mujer y posteriormente de Género, el
estudio de las masculinidades ha tenido un desarrollo paulatino que ha llevado a
investigadores/as de todo el mundo a observar sus realidades históricas y culturales
particulares, descubriendo nuevos elementos y complejizando sus análisis.

2
Uno de los primeros autores que destacó la importancia de estudiar específicamente a los
hombres fue Lionel Tiger, quien en su trabajo Men in Groups, sitúa a los hombres y su
comportamiento grupal como un sujeto social específico (Tiger, 1969). También podemos
destacar a Andrew Tolson (1977), quien señaló que la masculinidad es un código incorporado a
la organización de una sociedad y que forma parte de sus estructuras. Este código asocia
frecuentemente ciertos atributos a lo masculino tal como la autoridad, la seguridad, la
competitividad, la agresión, la fuerza física, todos como una imagen que se debe cultivar e
imprimir en el entorno. Por su lado, Joseph Pleck, psicólogo norteamericano, en su obra The
myth of Masculinity, propuso un abandono de la noción de papeles sexuales con los cuales los
individuos deben conformarse para funcionar en sociedad, y subrayó la necesidad de centrarse
en la diversidad de opciones y reacciones humanas ante las situaciones que se presentan. Vio
en la masculinidad un modo de ser, cuya definición y redefinición constante acompaña a la
evolución humana y, en este sentido, los distintos estados propiamente masculinos adquieren
especial importancia en las relaciones con las mujeres, con los niños, entre hombres, en el
trabajo, en la sociedad (Pleck, 1981).

Infaltable es Michael Kimmel (1992), quién estableció dos aproximaciones distintas en los
Estudios de Masculinidades. La primera de ellas se vincula al feminismo, que se reconoce como
fundamento para los estudios sobre masculinidades y plantea que los hombres deben
confrontar su participación en el poder social. La segunda se estaría alejando del feminismo y
reivindica una forma autónoma de estudiar la masculinidad buscando incluso recuperar las
virtudes masculinas, fortaleciendo a los hombres que se sienten desprovistos de poder.

Robert Connell (1997) revisa a Freud y otros/as autores/as, como Margaret Mead, para señalar
que lo masculino es inconcebible sin un femenino respecto al cual se define. Por otra parte, la
masculinidad se cruza con otros factores como la etnicidad, clase y generación, lo que nos
indica la emergencia de múltiples masculinidades, las que es necesario comprender también en
sus interrelaciones. En 1995 este autor planteó la existencia de cuatro aproximaciones teóricas
en la definición de la Masculinidad:

 Esencialista: su definición de la masculinidad recoge usualmente un rasgo definitorio


del núcleo de lo masculino en torno al cual agregará una serie de rasgos de la vida de
los hombres. Por ejemplo, para Freud ese núcleo estaba en la actividad masculina frente
a la pasividad femenina. Otro autor que se encuentra en esta línea es Lionel Tiger quien
señala el compromiso masculino y la guerra, como los rasgos de la verdadera hombría.
La principal crítica que se le hace al esencialismo surge del cuestionamiento del
supuesto núcleo de la masculinidad, cuya elección aparece como arbitraria.

 Positivista: define a la masculinidad simplemente como lo que los hombres realmente


son, lo que significa que la masculinidad es una realidad completamente aprehensible.
Desde esta línea se fundamentan las escalas de masculinidad/feminidad en psicología.
Esta posición será cuestionada al mismo tiempo que lo ha sido una supuesta
neutralidad.

 Normativismo: define la masculinidad como lo que los hombres debieran ser,


concibiéndola como una norma social para la conducta de los hombres. Esta

3
aproximación se centra en los roles sexuales, donde el cumplimiento de la norma
permitirá diversos grados de acercamiento a la misma. Generalmente se tenderán a
mezclar el normativismo con ideas esencialistas para la definición de los roles. Esta
línea ha sido utilizada en numerosos estudios sobre comunicaciones. Las principales
críticas emergen del cuestionamiento sobre qué tan fuerte es una norma que
efectivamente muy pocos hombres (o ninguno) cumple. Por otro lado, se plantea que
una definición puramente normativa nada dice sobre la masculinidad a nivel de la
personalidad, lo que dificultará mucho la aproximación a la identidad masculina, ya que
roles e identidad no se corresponden.

 Semióticos: abandonan el nivel de la personalidad y definen la masculinidad siguiendo


la fórmula lingüística estructural: entendiéndola a partir de un sistema de diferenciación
simbólica en que se contrastan los lugares masculino y femenino, siendo la
masculinidad definida como no-feminidad. Lo más relevante de esta postura es que
entenderá a la masculinidad a partir de un principio de conexión lo que permite captar
que ninguna masculinidad surge si no es dentro de un sistema de relaciones de género.
Esta definición de la masculinidad ha sido muy fértil en los estudios y análisis culturales,
ya que escapa a la arbitrariedad del esencialismo y de las definiciones positivistas y
normativas.

1.1.1 Construcción de las identidades masculinas

En las Ciencias Sociales hay una abundante reflexión teórica en torno a lo que se en ende por
identidad, desde la segunda mitad del siglo XX encontramos importantes trabajos que
provienen de distintas disciplinas, de la psicología como el de Erikson, con Infancia y Sociedad
(1950), de la sociología, Erving Goffman con Estigma: la identidad deteriorada (1963), y desde
la antropología, al estar íntimamente relacionada identidad con la cultura, se viene pensando
más tempranamente, con autoras/es como Ruth Benedict, Margaret Mead, Ralph Linton, por
nombrar sólo algunos. De esta prolífica producción ha resultado una amplia variedad de
definiciones y posicionamientos, por lo que no existe a la fecha un concepto unívoco, más bien,
diferencias bastante marcadas en torno a lo que es la identidad, lo que afectará al concepto de
identidad de género. De manera sintética, las discusiones se centran principalmente en el
carácter individual o colectivo, personal o social, y en el esencialismo o constructivismo, que
caracterizarían al proceso de construcción de identidad.

En general, se acepta que la identidad es contrario a lo natural. No es un dato estable ni dado,


derivado de ciertas cualidades fijas del sujeto, sino que se recrea permanentemente, siendo por
tanto una construcción histórica que se va redefiniendo de acuerdo con cada momento del ciclo
vital, las condiciones materiales de vida y el contexto sociocultural.

En cuanto a la identidad de género Marcela Lagarde dice:

Las referencias y los contenidos genéricos son hitos primarios de la conformación de los
sujetos de su identidad. Sobre ellos se organizan y con ellos se conjugan otros
elementos de identidad, como los derivados de la pertenencia real y subjetiva a la clase,

4
al mundo urbano o rural, a una comunidad étnica, nacional, lingüística, religiosa o
política. La identidad se nutre también de la adscripción a grupos definidos por el ámbito
de interés, por el tipo de actividad, por la edad, por el periodo del ciclo de vida, y por
todo lo que agrupa o separa a los sujetos en la afinidad y en la diferencia.(Lagarde,
1990, p.1)

Para referirnos a la construcción de las identidades masculinas es necesario comprender


primero, que existe una norma modelo para la identidad masculina, denominada por diversos/as
autores/as como Masculinidad Hegemónica que se erige como referente para los hombres y
sujetos masculinizados. Los contenidos de este modelo son, al igual que las construcciones de
género, edificaciones histórico-sociales susceptibles de cambiar. Actualmente, el modelo de
masculinidad hegemónica en gran parte de occidente corresponde a varones heterosexuales,
sexualmente activos, racionales, vinculados al mundo público y proveedores económicos de sus
hogares, entre otros aspectos. Alcanzar este modelo implica una acumulación, a lo largo del
ciclo vital, de símbolos culturales y de prácticas que denotan masculinidad, los mismos que
excluyen a las mujeres de la vida pública y los unen a otros hombres en la preservación y
reclamo de la virilidad.

Así, algunos/as autores plantean que la construcción de la identidad masculina es una


construcción, un trabajo, un esfuerzo, una carrera “dramática”, puesto que requiere de una
lucha constante de diferenciación con lo femenino. De este modo mientras en las mujeres la
feminidad aparecería como natural, los hombres deberían dar pruebas de su masculinidad.
Para estos/as autores/as los varones deben enfrentar tres luchas básicas: no soy mujer, no soy
bebé, no soy homosexual (Badinter, 1992). Así, la masculinidad se construye con relación a:

 La huida de todo rasgo definido culturalmente como femenino.


 La homofobia, reprimiendo todo deseo homoerótico, el temor a la homosexualidad y a
ser signado como tal.
 La homosociabilidad, ya que la validación de la masculinidad se da en el grupo de pares.

En la socialización y crianza de los niños existen ciertos factores que refuerzan la construcción
de la masculinidad hegemónica. Debido a la escasez de modelos alterna vos para la
construcción de la identidad masculina, niños y adolescentes no tienen referentes claros para
construir su identidad, siendo una primera y fundante carencia la existencia de un modelo de
“padre ausente” (Montecino, 1991). Los tiempos compartidos y afectos son limitados, ya sea
por el trabajo de los padres o por la poca vinculación que establecen con el espacio doméstico.
Existe una separación física y emocional entre los hombres que les dificulta el aprendizaje de
los significados de la masculinidad pues se les reprime y niega la expresión de ciertos valores
como la solidaridad y la sensibilidad, potenciándose otros como la agresividad y la competencia
configurando así, un panorama “destructivo” en el que los hombres deberán cimentar su
masculinidad.

El modelo de masculinidad hegemónica de nuestra sociedad es altamente estereotipado,


distorsionado y limita las posibilidades de otras formas de ser hombre. Las instituciones sociales
se convierten en mecanismos estructurales en los cuáles se generan distintas categorías de
prácticas sexuales diferenciadas y excluyentes dentro de las que destaca la heterosexualidad

5
como criterio de normalidad en la constitución del varón. Entre los agentes de socialización más
importantes se encuentra la familia, la iglesia, la escuela, el Estado, los medios de
comunicación y el grupo de pares.

Sin embargo, la masculinidad hegemónica contiene tantas normas y preceptos que se convierte
en un modelo difícil de cumplir. En la mayoría de los casos se trata más de una tendencia que
de una identidad que se materialice íntegramente en distintos sujetos, lo que, junto a otros
procesos sociales, permite la coexistencia de diversas masculinidades (sin ellas el modelo de
masculinidad hegemónica debería ser nombrado modelo de masculinidad única). Existen, por
ende, distintas masculinidades que conviven en tensiones, conflictos y resistencias, las que
estarían definidas por distintas condicionantes (clase, etnicidad, edad, etc.), abriendo un
abanico de posibles combinaciones de masculinidad, por lo que se hace necesario no sólo
analizarlas independientemente, sino que atender a las relaciones que se establecen entre
ellas.

1.2 CONSTRUCCIONES CRÍTICAS DE GÉNERO EN HOMBRES: CRISIS DE LA


MASCULINIDAD Y PROPUESTAS EN AMÉRICA LATINA

Las reflexiones aportadas por los estudios de género de los hombres han inspirado en la región
latinoamericana diversas crisis sobre qué es el ser hombre y cómo cambiar su identificación con
la dominación y la violencia, dando origen a grupos de hombres o de nuevas masculinidades
que intentan concretar a nivel cotidiano lo que implican estos cambios.

1.2.1 Crisis de la masculinidad

¿Por qué se habla de una crisis de la Masculinidad? Históricamente han existido tres factores,
que en su actuar tanto diferenciado como conjunto, han sido detonantes de crisis en los
modelos masculinos.

a. Las demandas feministas tuvieron un gran impacto en los hombres, no solo por la
multiplicidad de materias a las que apuntaron, sino también por la enorme profundidad
de las transformaciones exigidas. Es evidente que gran parte de la crítica afectó a los
hombres, ya sea directamente –cuando por ejemplo se les exigió una mayor
responsabilidad en el cuidado de los hijos- o indirectamente –cuando se criticó el modelo
hegemónico patriarcal como responsable de muchas de las formas existentes de
discriminación-. En cualquier caso, es innegable que el feminismo ha generado en
muchos hombres la necesidad de replantear y replantearse muchos elementos
constitutivos de la masculinidad.

b. Procesos macrosociales que indicaron que el lugar asignado socialmente a las mujeres
estaba modificándose lo que implicó que se modificará también el lugar del varón, ante
las mujeres, ante los otros hombres y ante sí mismo. Destaca aquí, la creciente
incorporación de mujeres al trabajo remunerado (espacio tradicionalmente masculino)

6
que cuestiona el lugar central que el mundo laboral ha ocupado en la construcción de la
identidad masculina.

c. El planteamiento de que para los hombres el constituirse como tales no era tan “natural”
como parecía, sino que requería de grandes esfuerzos. El avance de los estudios de
Masculinidades ha develado las enormes dificultades que para los varones significa
alcanzar la hombría. Es una tarea que se inicia en la temprana infancia y que no
acabará nunca, pues deberá demostrar permanentemente que “es un hombre hecho y
derecho”. Estos planteamientos convergen en un punto que nos llevan a cuestionar
críticamente el concepto tradicional de masculinidad.

Elizabeth Badinter (1992), señala la existencia de anteriores “crisis” de la masculinidad en la


historia occidental, pero que a diferencia de la actual tendrían un carácter socialmente limitado.
La primera, en el siglo XVII, Francia, impulsada por Las Preciosas, mujeres pertenecientes a
clases sociales altas, liberadas de las obligaciones del cuidado maternal, criticaban al
matrimonio como institución falocentrica, reivindicaban el derecho al placer y un prototipo de
hombre más dulce y femenino. Este movimiento tuvo una acotada influencia en el
comportamiento de los hombres de su clase y en la estética masculina. La segunda, ocurre a
finales del siglo XIX y principios del XX en Estados Unidos y en Europa, en el contexto de una
amplia industrialización y consolidación de la ideología republicana, las mujeres exigen igualdad
de derechos frente a sus colegas hombres proclamando “A igual trabajo, igual salario”, lo cual
genera una fuerte resistencia.

Al estudiar y evaluar las crisis de la masculinidad, es necesario dimensionar constantemente su


magnitud. Podría pensarse que la crisis de la masculinidad es un proceso que opera a nivel de
las identidades individuales de los hombres, lo que significaría que estos estarían tratando de
responder la pregunta ¿quién soy? O ¿soy realmente un hombre? Evidentemente esta es una
pregunta que muchos hombres se realizan, sobre todo en etapas cruciales del ciclo vital en que
se están definiendo ciertos aspectos claves de la identidad masculina (por ejemplo, durante la
adolescencia). Sin embargo, no es posible hablar de una crisis de la masculinidad, al menos en
términos generales, a partir del cuestionamiento de la identidad individual de unos pocos
hombres. Si la crisis no se explica a un nivel de las identidades individuales, se podría proponer
una explicación en el ámbito de la identidad social de los varones, sin embargo, nuevamente
nos encontramos frente a la dificultad de sostener esta afirmación puesto que tampoco existe
un cuestionamiento colectivo de lo que se espera socialmente de los hombres.

La crisis puede ser pensada al menos en dos sentidos. El primero, en los modelos de
masculinidad, debido a que no existe una certeza sobre la legitimidad del modelo tradicional de
masculinidad, enfrentándonos a un escenario social y cultural en el que compiten distintos
modelos masculinos. Y en un segundo sentido, los provocados por el peso de las demandas de
los movimientos feministas que han hecho cambiar el significado y posición de lo femenino en la
relación femenino-masculino, así si uno de los polos cambia también debe haber
transformaciones en el otro.

7
1.2.2 Masculinidades en América Latina y Chile

En América Latina, los Estudios de Masculinidades han cobrado importancia en fechas


recientes debido a los cambios en las condiciones de vida de las personas, que han hecho
surgir la pregunta por lo femenino y lo masculino. A diferencia del mundo anglosajón, en
Latinoamérica las primeras reflexiones han sido llevadas a cabo por académicas e
investigadoras feministas, sumándose los varones sólo en etapas posteriores.

Asumir una perspectiva teórica y metodológica que insista en que el concepto de hombre es
una categoría sexuada y que la masculinidad es una construcción cultural e histórica representa
un gran desafío, debido a que, sobre los hombres se ha hablado de una manera universal.
Cada vez que se ha estudiado sobre la vida de las mujeres; el ejercicio de los derechos por
parte de las mujeres; el modo en que se construyen las relaciones sociales de etnicidad; las
relaciones de poder, entre otros, se ha estado hablando también de los hombres. Algunas
veces ha sido de manera directa y otras de manera indirecta, sin llegar a construir la categoría
analítica correspondiente.

Los estudios acerca de masculinidades publicados en América Latina a fines de la década del
80 y en los años 90, pueden ordenarse de acuerdo con ciertos ejes temáticos que han
orientado el desarrollo del campo de investigación. Estos ejes temáticos se agrupan en tres
grandes secciones (Viveros, 2002):

a) Identidades Masculinas. Este eje reúne los trabajos relacionados con:

 Los significados de la masculinidad. Estas investigaciones se han enfrentado al desafío


de conocer y analizar qué significa ser varón y qué consecuencias acarrea el serlo en el
contexto latinoamericano.
 Los efectos del contexto social en las identidades masculinas. Desde esta perspectiva
ha abordado el estudio de las identidades masculinas prestando especial atención a los
efectos del contexto económico, político, social y cultural sobre ellas.
 Las identidades masculinas en el mundo del trabajo. Estas investigaciones se han
abocado al ámbito laboral en tanto espacio que genera identidades socialmente
reconocidas y en el cual inciden las relaciones de género, introduciendo diferencias e
inequidades en las ocupaciones realizadas, en la distribución de los ingresos, en las
modalidades laborales y en las evaluaciones de las actividades realizadas por hombres
y mujeres.
 Las masculinidades y las clases sociales. Los trabajos reunidos bajo este subtema
presentan reflexiones conceptuales y resultados de investigaciones empíricas que
resaltan las interrelaciones del género con estructuras como la clase social.
 Las masculinidades y las identidades étnico-raciales. Estos estudios han profundizado
conceptualizando a las sociedades latinoamericanas como pluriétnicas y multiculturales
e indagando en las distintas formas en que se construyen las identidades masculinas en
los diferentes grupos étnicos y complejos socioculturales.

8
b) Masculinidades en el ámbito privado. Los trabajos realizados sobre este eje temático
hacen referencia a:

 Investigaciones relacionadas con las representaciones y prácticas en torno a la


paternidad. En estas investigaciones surge como tema preponderante la cuestión del
padre, la constante asociación entre masculinidad, paternidad y responsabilidad,
señalando la paternidad como el ámbito al que se le adscribe en forma privilegiada el
ejercicio de la responsabilidad y como la forma más acabada de la masculinidad.
 Estudios sobre salud sexual y reproductiva. Son estudios que intentan colmar el vacío
de información sobre los papeles masculinos en los campos de la salud reproductiva y la
sexualidad.
 Las fronteras de la sexualidad masculina. En forma paralela al surgimiento de
movimientos homosexuales, se publican una serie de estudios que han buscado
reconstruir los modelos masculinos en la esfera sexual.

c) Violencias y homosociabilidad masculina. Las investigaciones que corresponden a este


eje plantean reflexiones sobre:

 Las distintas violencias ejercidas por los varones. Uno de los temas ineludibles en
relación con la masculinidad en América Latina es el de las múltiples relaciones que se
pueden establecer entre las masculinidades y las diversas violencias.
 Los espacios de sociabilidad exclusiva o predominantemente masculina. Los trabajos
realizados sobre este tema abordan las relaciones que entablan los varones entre sí en
los espacios públicos, los espacios simbólicos del poder (del que las mujeres no han
formado parte tradicionalmente) y los espacios exclusivamente masculinos.

En la actualidad conviven modelos tradicionales de identidades masculinas y femeninas, con


modelos más igualitarios que conciben a los seres humanos como individuos libres. Los
cambios que han experimentado las sociedades latinoamericanas en los últimos años producto
de la globalización de la economía, de las nuevas formas de empleo, las reformas neoliberales
del Estado, el surgimiento de los discursos sobre los derechos individuales y colectivos de las
personas, y los procesos de guerra, dictaduras y democratización han afectado el modo en que
se construyen tanto la masculinidad como la feminidad.

El desafío de los Estudios de Masculinidades en América Latina es reflexionar y dar cuenta de


estos cambios, describir las nuevas configuraciones genéricas reconociendo las
particularidades culturales. Esto implica, por una parte, conocer los modos en que
históricamente se han construido determinadas formas de actuar y de ser de las personas, así
como sus significados. Y por otra, reconocer que las relaciones sociales e identidades se
encuentran marcadas por distintas variables como son el género, la raza, la clase, la edad.

9
2. IDENTIDADES DE GÉNERO Y MOVIMIENTO LGTB+

2.1 Antecedentes generales

La problematización que los estudios de género han aportado a la compresión de las


estructuras de poder y dominación, la sexualidad y el género, los efectos de la patologización,
es una discusión que han abierto la academia, el movimiento feminista y de la disidencia sexual,
junto con levantar reivindicaciones de los derechos sociales, sexuales y políticos de la población
no heterosexual.

Como sucede con las teorías que se ocupan de la condición de las mujeres, que emergen en el
seno de movimientos políticos, lo mismo pasa con la construcción de conocimiento que se
ocupa de personas que se desmarcan de la heterosexualidad obligatoria. Así, encontraremos
que las teorías que hoy se ubican en la diversidad o disidencia sexual, tiene un origen en el
movimiento lésbico feminista y en el movimiento homosexual, el cual comienza con toda su
fuerza en la década del 70 en el mundo occidental y en muchos territorios del sur global.

Uno de los hitos que simbolizan los inicios del movimiento LGTB+ fue el hecho conocido como
disturbios en Stonewall. En uno de sus aniversarios, Karla Jay, activista lesbo feminista,
fundadora de Frente de liberación Gay (1969), plantea:

Sin duda hemos progresado de manera increíble, no íbamos a luchar por un cambio
progresivo y esperar que algún día la sociedad heterosexual nos permitiese trabajar o
recibir una educación. Personalmente me parecía que debíamos forzar ese cambio,
nuestro mensaje al mundo es que no se necesita un enorme grupo de personas para
cambiar algo, solo se necesita la voluntad y el coraje para hacerlo. (DW Español, 2019)

El concepto de disidencia sexual1, se ha impuesto actualmente a diversidad y queer, ambos


nacidos del movimiento homosexual/gay. El término alude siempre a una normalidad –
podríamos decir a una política sexual, de acuerdo a Kate Millet- a la que se opone, la cual, será
distinta para cada contexto espaciotemporal. El concepto se podría entender como
aglutinamiento de múltiples movimientos de resistencia ante el mandato heterosexual
obligatorio y binario con diferentes enfoques dependiendo de los contextos geopolíticos en
donde se desarrollan. En este sentido, lo que tienen en común, es la transformación social
mediante acciones políticas colectivas, accionando desde las artes, la política y la escritura en
dimensiones tanto legales, sociales como culturales en espacios tanto públicos como privados,
con el propósito de erradicar las desigualdades de clase, género, raza, etnia y sexo; entre otras
intersecciones. Si bien, disidencia sexual es un concepto que ha sido adoptado ampliamente en
las políticas de identidad, es importante mencionar que hay cuestionamientos que provienen del
lesbofeminismo.

No existe disidencia sexual sin un quehacer y accionar crítico, puesto que otro objetivo es
ampliar los imaginarios psíquicos y simbólicos de la sexualidad (Henríquez, 2019). Un
1
En este texto se ocupará principalmente el término disidencias sexuales por ser el que se acepta más ampliamente,
aclarando que existen críticas que provienen de sectores que no se identifican con el término.

10
antecedente histórico de lo que se considera la piedra angular de la resistencia LGBT en el
mundo es lo que se conoce como “disturbios” o "insurrección urbana" ocurrida en Stonewall,
19692 . Durante los meses posteriores se conformaron las primeras agrupaciones y colectivos
LGBT3, quienes organizaron la primera marcha del orgullo de la historia 4, siendo un hito que
hasta hoy se conmemora en los diversos países del mundo, y las activistas Silvia Rivera,
Marsha P. Johnson crean Street Transvestite Action Revolutionaries (STAR) en 1970 5, un
colectivo cuyo propósito era luchar por los derechos de las personas travestis, transgénero y
transexuales de la época. Por vez primera, la comunidad que se reivindicaba Queer 6, se
revelaron en contra un sistema legal, cultural y social, que les excluía de toda participación
social, legal y política (Armstrong, 2006).

Por su parte, el movimiento lésbico feminista se desarrollará vinculado estrechamente tanto


ideológica como organizativamente con otros 2 movimientos: el movimiento feminista de la
"segunda ola" y el movimiento homosexual gatillado a partir de Stonewall, de los que más
adelante busca independizarse, debido a la misoginia presente en espacios homosexuales y al
no reconocimiento de la especificidad lésbica dentro del movimiento feminista (Falquet, 2004).
En Latinoamérica, sin embargo, el nicho original del movimiento lésbico habría sido el
movimiento feminista (Yaoyólotl Castro, 2004), donde encontramos grupos pioneros como
Oikabeth, México, 1977; Colectivo Ayuquelén, Chile, 1984; las Entendidas, Costa Rica, 1986;
entre otras, las cuales establecen articulación internacional, siendo uno de los espacios
regionales, los encuentros lésbico-feministas latinoamericanos y del Caribe (Falquet, 2004).

2.2 Aportes conceptuales sobre la noción de género desde el movimiento LGTB+

Gracias a los aportes de los estudios de género realizados principalmente en siglo XX,
podemos entender más críticamente la construcción de las nociones de género y la sexualidad
humana, antes percibidas como patologías que podían ser corregidas mediante terapias de
conversión, las que incluían la internalización de la religión como única forma de entender el
mundo y la sexualidad, aprender roles y deberes bajo el canon binario femenino o masculino.
Quienes no respondían conforme a la terapia, eran torturados con terapias de shock eléctrico,
ingerir líquidos a base de detergentes y generar violaciones de tipo correctivos entre hombre y

2
La noche del 28 de junio de 1969 en el local/bar Stonewall Inn, Manhattan, Estados Unidos, las fuerzas de
represión policiaca de Nueva York, realizaron una de las múltiples redadas al local, con el objetivo de arrestar a
clientes afro descendientes, gays, lesbianas, y travestis que se encontraban al interior del bar. Al día siguiente, las
comunidades de residentes del barrio liberal Greenwish Village, coordinaron manifestaciones alrededor del local.

3
Frente de liberación Gay la cual fue reemplazada por la Alianza de activistas Gay, ambas en 1969.

4
La primera marcha del Orgullo LGBT se desarrolló el 28 de junio en 1970 en conmemoración a los disturbios
ocurridos en Stonewall.

5
Travestis Callejeras Revolucionarias.

6
Termino que se utilizaba de forma despectiva para hablar de minorías sexuales y otras categorías no heterosexuales,
el termino Queer, en su traducción al español, significaría; raro o torcido.

11
mujeres con argumentaciones basadas en la continuidad de la familia como objetivo otorgado
por Dios.

En el recorrido por dar visibilidad a las distintas expresiones sexogenericas no heterosexuales


se crea un acrónimo, que comienza con las cuatro letras LGTB y se extiende progresivamente a
LGBTTTIQPNA+7. La base de esta nomenclatura es el concepto de binariedad sexogénerico, el
cual se entiende como un sistema binario, de polos excluyentes y complementarios (hombre y
mujer), en donde solo se validan corporalidades biológicas (macho y hembra) y se
performativizan las expresiones de género (masculina y femenina), con prácticas sexoafectivas
atribuidas a las orientaciones sexuales (heterosexualidad y homosexualidad) (Butler, 1999).

La proliferación de identidades de género y de propuestas que cuestionan la correspondencia


sexo/género con biología/cultura, ha originado una batería de categorías de identificación, que
va creciendo conforme avanza el reconocimiento social de las identidades y se desconoce la
validez del cuerpo como materialidad con significado político. A continuación, se mencionan
algunos términos utilizados en la jerga de género actual:

 Trans: Este término incluye a las personas transgénero, transexuales y travestis.

 Transgénero: Personas que se identifican con el género opuesto, pero que no


necesariamente cuestionan el ordenamiento de género. Por ejemplo, hombres
biológicos que se identifican con lo femenino (mujeres trans) o mujeres biológicas que
identifican con lo masculino (hombres trans).

 Transexual: Personas que buscan una transformación física (hormonal y/o quirúrgica)
debido a una incongruencia de su sexo con el género. Estas personas son
diagnosticadas con disforia de género.

 Travesti: Se asocia más bien con una transformación momentánea (ropa y maquillaje),
generalmente por parte de hombres homosexuales (gays).

 Cisgénero: Término utilizado por el movimiento trans para referirse a quienes no lo son,
es decir, en general, las personas heterosexuales, y alude a una supuesta coincidencia
entre identidad de género y sexo asignado al nacer. Algunas críticas feministas plantean
que el término tiene una connotación negativa, pues una persona Cis respondería a los
mandatos hegemónicos de la construcción del género, pero en el contexto patriarcal, las
mujeres siempre se han rebelado a éstos y a la cultura misógina que contienen
(Franulic, 2016).

 No Binario: El término no binario hace una referencia a las personas cuyas identidades
no corresponden al arquetipo de los géneros predominantes en una determinada cultura,
proponiendo tránsitos o nuevas interpretaciones del género.

7
Se intenta contener las categorías identitarias y orientaciones sexuales clasificadas como lesbianas, gays,
bisexuales, travestis, transexuales, transgénero, intersexuales, queer, pansexuales, no binarios y asexuales, entre
otras.

12
 Género Fluido: Personas que transitan entre los géneros femeninos y masculinos. Esta
categoría identitaria nos plantea un posicionamiento político, que busca problematizar la
noción fijación identitaria, planteando que la identidad, no es proceso estático e
inamovible, evidenciando las prácticas de género es un relato dinámico que fluye y
deconstruye constantemente a medida que nos desarrollamos a lo largo de la vida.

 Intersex: Personas que nacen con discrepancias entre los genitales internos y externos
(los testículos y los ovarios) (Medline plus, s/f). Antiguamente se les llamaba
hermafroditas. Tiene que ver con el sexo biológico, no con la identidad de género y está
considerado como un trastorno del desarrollo sexual de origen genético.

Estudios etnográficos y sociológicos han contribuido a la problematización de lo que es ser


hombre o mujer, de las formas de organización sexual, de las expectativas y normativas de
género, que varían histórica y culturalmente desde que existe humanidad. Un ejemplo
contemporáneo son las Muxes de la localidad de Juchitan, México (Mirandé, 2017), según su
tradición, Muxe se nace: “Yo no quiero ocupar el lugar de la mujer ni del hombre. Me siento bien
como soy, diferente: en el medio, ni acá ni allá” (Jaramillo, 2012, p.51). En esta misma línea
podemos situar a las Hijras (India), quienes, según su cultura, se les categoriza como un tercer
género, intermedio en los géneros masculinos y femeninos (Agrawal, 1997); a las Fa´afafine
(Samoa), con roles de género distintos a los hombres y mujeres, y las Bugi (Indonesia), cultura
que cuenta con un total de cinco géneros, diferenciados (Abboud, 2013).

La gran variabilidad cultural de los arreglos a la diada sexo/género existente en el mundo nos
ofrece la distancia necesaria para desestimar modelos que se presentan como universales y
ampliar el imaginario hacia otras formas de ser hombres y mujeres. Lo que conocemos como
femenino y masculino, firmemente anclado en la diferencia sexual, no es la regla, sin embargo,
esto no implica ausencia de estratificaciones y desigualdades entre los sexos. Tal como lo
plantean varias autoras, (Rita Segato, Lorena Cabnal, entre otras) la subordinación de las
mujeres o la desigualdad de poder/valor entre hombres y mujeres, es universal en nuestros
tiempos y lo ha sido por miles de años, pero las formas en que ello se expresa no puede leerse
desde parámetros coloniales.

2.3 Disidencias sexuales y patologización – La identidad de género como Derecho


Fundamental

Las disidencias sexuales en su lucha histórica han denunciado las sistemáticas violaciones a
los derechos humanos, a través de determinados mecanismos de control de los cuerpos.
Basándose en lo postulado por Foucault, Fernández (2012) señala que estas formas de
opresión de las expresiones definidas como “anormales” se configuran en torno al dispositivo
del hacer “psi”8, cuyos campos de acción han sido la criminología y la psicopatología. Desde
esta perspectiva, el autor precisa que, en el caso de las personas gay, lo que antes se
entendían como prácticas sexuales “sodomitas” desde una moral judeocristiana, posteriormente
8
Según Daniel Férnández (2012) el "hacer psi", constituye para Foucault un dispositivo con un carácter
específico, cuya función consiste en hacer actuar la realidad como poder siempre que sea necesario.

13
la psiquiatría lo incluiría dentro de la lista de trastornos mentales bajo el nombre de
homosexualidad, estableciendo así el dominio médico de la patologización de la sexualidad
situada fuera de la norma. Esto develó una manera de estratificar sexualmente los cuerpos con
el objetivo de controlar y ejercer autoridad –policial, estatal y médica- sobre las voluntades de
hombres y mujeres, y también sobre aquellos cuerpos que estaban en el lugar de lo insurrecto
(Rubin, 1984). Esta organización sexogénerica continuará rigiendo gran parte del siglo XX.

Luego que en 1973 la homosexualidad dejara de formar parte del Manual Diagnóstico y
Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM) de la Asociación Americana de Psiquiatría, siguió
siendo considerada como enfermedad mental por la Organización Mundial de la Salud (OMS)
hasta 1990. Mientras que en Chile el artículo 365 que penalizaba la sodomía fue eliminado de la
legislación el año 1999 (Yañez, 2019). En el caso de las corporalidades trans, en 2018 la OMS
elimina de la Clasificación internacional de enfermedades (CIE-11) la "incongruencia de género"
o transexualidad de la clasificación de trastornos mentales, dejándola en la categoría de
disfunción sexual, argumentando que no se puede eliminar completamente ya que las personas
transexuales necesitan procedimientos médicos (Sepúlveda, Yáñez y Silva, 2018). Sin
embargo, la disforia de género9, continúa siendo considerada un trastorno de identidad en la
DSM-5 (Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders), de la Asociación Psiquiátrica de
los Estados Unidos.

Este diagnóstico psiquiátrico es necesario actualmente para que las personas trans puedan
acceder al tratamiento de hormonización en los sistemas de salud, situación que ha generado
duros conflictos con la institucionalidad médica debido a que patologiza y reduce la expresión
de las identidades (Mas Grau, 2017). Para Miquel Missé (2018), el dominio de la medicina sobre
las realidades trans refuerza la idea del “cuerpo equivocado” que domina las explicaciones
sobre las identidades transgénero y transexual.

Los movimientos sociales en torno a identidades sexo genéricas han tenido disputas históricas,
algunas de ellas con resultados favorables. La comunidad gay, lésbica y trans ha logrado
algunos avances en materia de políticas públicas y cambios culturales a partir de la
visibilización de las identidades no heterosexuales, y las personas que se reconocen como no
binarias, han problematizado aún más el debate en torno a la configuración del género en
nuestra sociedad, levantando nuevas interrogantes respecto a la existencia del género como
mecanismo de organización social10.

2.4 Reconocimiento de derechos de la comunidad LGTB+

Las personas trans forman parte de una de las poblaciones con mayor tasa de muerte,
principalmente en la población trans femenina, con un promedio de vida que llega hasta los 35
años o menos por motivos de discriminación y violencia (Comisión Interamericana de Derechos
9
La disforia de género se caracteriza por “una identificación potente y persistente con el otro sexo
asociada con ansiedad, depresión, irritabilidad y a menudo deseos de vivir con un género diferente del
asignado al nacer” (Brown, 2019).

10
En 2019, se declaró el 14 de julio como Día Internacional de la Visibilidad No Binaria.

14
humanos, 2015). La discriminación inicia generalmente en la familia desde donde se les
expulsa, quedando sin redes de apoyo, en situación de calle, sin la posibilidad de poder
estudiar y teniendo que ejercer el trabajo sexual como única fuente económica de subsistencia,
en donde los consumidores/clientes son los principales culpables de estos crímenes, llamados
contemporáneamente Travesticidio (Notimérica, 2015).

Las leyes que reconocen el derecho a la identidad de género, no son un fenómeno legal
aislado, vienen imponiéndose en el marco de avances en derechos sociales y sexuales
alrededor del mundo (Red Lactrans, 2017). Un ejemplo pionero es Suecia, primer país del
mundo en tener una ley de cambio de nombre y género registral para la comunidad Trans en
1972, la cual tenía requisitos patologizantes como el test de vida real y la obligatoriedad de
realizarse modificaciones corporales acordes a la hegemonía binaria médica 11, no estar
casado(a) o en su defecto divorciarse. El 1 de julio del 2013, el gobierno sueco rectificó la ley,
permitiendo transitar sin vulnerar los derechos humanos de las personas trans, y en 2017, el
gobierno legisló una ley de reparación, la cual contempla una indemnización económica a más
de 800 personas trans, transexuales y travestis (Rosati, 2017).

En América Latina, las luchas Transfeministas han ganado derechos significativos en Argentina,
consiguiendo la ley de identidad de género en 2012, la cual establece el reconocimiento de la
identidad autopercibida, sin requisitos de modificaciones genitales para el cambio de datos en el
DNI. La ley también ordena que la terapia de reemplazo hormonal y cirugías de modificación
corporal formen parte de los derechos a la salud financiados por el Estado en las prestaciones
públicas y privadas, para la persona que lo solicite sin requisitos previos como certificados
médicos y psicológicos (Ministerio de Justicia y de los Derechos Humanos, 2012). Esta ley, a
diferencia de otras, ejecuta el cambio de nombre y género registral sin la necesidad de recurrir
a abogados/as que establezcan una demanda. En el año 2015 la provincia de Buenos Aires
aprobó la Ley Nº 14.783 Diana Sacayán (Presentes, 2018), la cual establece que el que el 1%
de la administración pública sea ocupado por personas Trans/Travestis. Por último, Shanick
Lucián Sosa Battisti, activista no binaria, logró una resolución legal favorable luego de
interponer un recurso de amparo para la protección de su identidad de género, permitiéndole
obtener su documentación con género no binario/igualitario (Info Bae, 2019).

En Chile, existe una larga lucha por cambiar leyes y políticas altamente discriminatorias, cuyos
antecedentes se remontan al artículo 365 del Código Penal promulgado en 1874 que
penalizaba con cárcel las prácticas homosexuales concebidas bajo la categoría de sodomía 12;
en la mitad del siglo XX, año 1954, durante el gobierno de Carlos Ibáñez del Campo, las
personas disidentes fueron tratadas como delincuentes tras la promulgación de la Ley sobre
Estados Antisociales; durante el régimen pinochetista, son muchos los registros de testimonios
de humillaciones físicas, torturas, tratos vejatorios y asesinatos de travestis, lesbianas y
homosexuales a lo largo del país; por nombrar sólo algunos hitos históricos.

11
En el año 2009 el Consejo Europeo solicitó a los países miembros detener la esterilización forzada por
cambios en el documento nacional de identidad “DNI), lo que afectó a una suma no menor de 63.000
personas trans de la época (Consulado Europeo, 2009).

12
Este artículo aún está vigente en Chile, identificando como víctimas a menores de 18 años en el caso
de relaciones homosexuales.

15
La resistencia de la comunidad LGTB+ ha sido motor de importantes logros en materia de
derechos humanos. Algunos de sus frutos más recientes en el ámbito legal, es la Ley 20.609
(2012) que establece medidas contra la discriminación y la Ley 21.120 (2018), que reconoce y
da proyección al derecho a la identidad de género. Esta última, entró en vigencia el 27 de
diciembre de 2019 y tiene como principales objetivos garantizar la no discriminación por
identidad de género y regular el cambio de nombre y sexo legal para personas mayores de 14
años.

Respecto al proceso médico de transición de género, se cuenta con atención en el sistema


público de salud, donde para la adecuación hormonal se exige mayoría de edad de 18 años –
que puede excepcionalmente reducirse a 16 años con una autorización médica- y estar
previamente en intervención en salud mental mínimo 3 meses. En la actualidad, hay 3 recintos
médicos especializados en cirugías de readecuación corporal: el Hospital Carlos Van Buren de
Valparaíso, el Hospital San Juan de Dios de La Serena, el Hospital Las Higueras de Talcahuano
y el Hospital Sótero del Río, de Santiago. La readecuación corporal es cubierta por Fonasa,
aunque no cubre todas las etapas del proceso, lo que implica costos de bolsillo para las
personas trans (Movilh, s/f).

Sobre el proceso de transición hormonal y corporal existen actualmente debates que alertan
sobre posibles consecuencias perjudiciales para la salud física y mental de las personas que se
someten a este tipo de procedimientos, especialmente si son menores de edad, lo que se
expresa en los desistimientos de niños/as que han sido sometidos a tratamientos de
adecuación hormonal y corporal una vez que han terminado la pubertad, lo que afecta con
mayor frecuencia a niñas que transicionan a niños 13. Por otro lado, el debate se extiende a las
leyes que actualmente se han aprobado o están en proceso de ser aprobadas a nivel mundial,
donde los cuestionamientos de un sector del movimiento feminista apuntan a develar los
retrocesos que supondría para las mujeres en materia de derechos, y los efectos negativos que
tendría para el desarrollo integral de niños, niñas y adolescentes14.

En cuanto al movimiento lésbico, en las últimas décadas se ha centrado en la visibilización de


las lesbianas en la sociedad en general y al interior de los movimientos sociales de los cuales
ha sido parte, a lo que obedece la declaración del 9 de julio como día de la visibilidad lésbica y
bisexual, en memoria de Mónica Briones, lesbiana asesinada en 1984, en pleno centro de
Santiago y contexto dictatorial (Diario UChile, 2019) y la creación de la primera revista digital
para lesbianas “RSmagazine”, que partió en su formato impreso el año 2002 (El Mostrador,
2008) con la conducción de Erika Montecinos, fundadora de la agrupación lésbica Rompiendo
el Silencio. Esta misma organización ha impulsado campañas y acciones educativas sobre
salud de las lesbianas, particularmente, salud sexual, salud mental, derechos sexuales y
reproductivos, de denuncia de la violencia lesbofobica y desarrolló la primera investigación
social enfocada a la población lésbica del país, “Ser lesbiana en Chile”, donde el 75% de las
lesbianas en Chile reconoce haber sido acosada por su orientación sexual (Quiroga, 2020).
13
Para mayor información sobre la experiencia de la transición, ver el video del colectivo “Detransición
Chile”, recuperado de https://www.youtube.com/watch?v=PpQUW0tc2Wo

14
Para mayor información, ver video “Análisis de la "ley trans" desde una perspectiva feminista” de
España https://www.mujeresenred.net/spip.php?ar%20cle2384

16
Además, han trabajado intensamente por el reconocimiento de la filiación lesbomaternal,
recurriendo a procesos judiciales que sienten precedentes y de esa manera presionar para que
en un futuro exista una ley que reconozca la filiación para todas las familias. En noviembre de
2021 se logró un nuevo reconocimiento judicial en esta materia (Agrupación lésbica rompiendo
el silencio, s/f).

En las últimas décadas son significativos los avances que como sociedad se han hecho en
función del reconocimiento de la diferencia sexual y genérica, y junto con ello, son profundos los
desmoronamientos de ideas antes consideradas verdades en torno a la sexualidad, al sexo, a la
naturaleza, la cultura, entre otras dimensiones socioculturales. Los estudios y movimientos
sociales y políticos en torno a estos temas han sido actores principales.

17

También podría gustarte