Poemas de Un Joven Que Quiso Ser Otro

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JOAQUÍN PASOS Nicaragua, 1914-1947

POEMAS DE UN JOVEN QUE QUISO SER OTRO

George Yúdice
Emory University

Se ha escrito poco sobre la obra de Joaquín Pasos así que lo que se


piensa de ella suele basarse en las opiniones de sus editores y escasos
comentaristas, especialmente Pablo Antonio Cuadra y Ernesto Cardenal.
Entre sus comentarios sobresalen dos características que se asocian
antonomásticamente con el nombre de Pasos: el humor y la risa; la esencia
india y telúrica.
Sin negar estas cualidades, enfocadas desde una perspectiva
nacionalista, - Cardenal, por ejemplo, nos dice que la poesía de Pasos «fue
alegre, como el pueblo nicaragüense (que), a pesar de lo que ha sufrido, es
también alegre.»1 Para Cuadra, «no se (ha) llegado, no sólo en Nicaragua, sino
en América, a un descubrimiento, mejor dicho, a una vivencia del misterio y
de la esencia india y telúrica como en estos (poemas)»2 - el análisis detenido
del conjunto de la obra demuestra que corresponden más bien a la búsqueda
poética de experimentar la alteridad. Muestra de ello es su uso del inglés en
los «Poemas de un joven que no sabe inglés.» En ellos se trata de captar - con
exiguos resultados-la atmósfera - mood - del idioma extraño.
Podría decirse, igualmente, que en los «Poemas de un joven que no ha
viajado nunca,» los «Poemas de un joven que no ha amado nunca,» y los
poemas del «Misterio indio,» Pasos procura recrear experiencias que no ha
tenido sino «soñado.» Su evocación de «la niña del pelo,» por ejemplo, se da
por medio del viaje onírico

Ahora busco el mar y no hay caminos;


sólo está el agua ciega que palpita
turbada por el paso de los sueños.
(«Imagen de la niña del pelo,» pág. 77)3
El carácter juvenil o infantil de la poesía de Pasos - por lo cual se le tilda
de cómica y alegre - tiene mucho más que ver con el sueño, espacio del deseo
y de todos los posibles. Digo «sueño» pero también podría decirse «mar,»
«madre,» o «ausencia» primordial. Para Pasos lajuventud no es sino la
potencialidad del ser solitario enfrentado a la ausencia matriz, potencialidad
del «primer ser que apareció del agua» y que experimenta la «soledad con
mar» (pág. 44). Ser joven, pues, es ser virgen como el mar:

He ahí el amor del mar, su pasión íntima,


su fuerte virginidad no derrotada, (pág. 45)

No en el sentido de una casta Diana sino en el de la virgen María que recibe y


abraza:

El mar recibe, al recibir abraza,


el mar nos ama en sordo sacrificio . . . (pág. 46)

Este espacio virgen, versión poética del inconsciente, admite todos los
posibles -

Porque usamos el mar como una meta,


el fin de nuestra tierra está en el mar,
porque al mar van rodando nuestras cosas,
las cosas que son mar y no son mar. (pág. 46)

- igual a la mirada infantil.


Es en este sentido que los poemas de viajes - en su mayoría poemas
humorosos donde se viaja a cualquier lugar posible, disparatado o no,
entroncan con tres rasgos importantes de la poesía de vanguardia en general.
En primer lugar, se manifiesta un activismo juvenil y explorador, típico del
genérico anti-academicismo y anti-burguesismo de la vanguardia:

Luego reímos porque no entendemos los discursos municipales,


porque nos retratamos en cuclillas en el mercado, porque
descubrimos en una taberna rusa a una pulga española a la cual
adoptamos y le ponemos el nombre de
Nanishka López (pág. 38)
En segundo, se asemejan a los poemas surrealistas y protosurrealistas de sus
antecesores cubistas, ultraístas y creacionistas que explotan lo maravilloso:

Voy a cazar estrellas con fusil,


a correr con los ojos, a mirar con las manos.
Conmigo sale la luna y se ahorca en un árbol
y el sol me sigue lamiéndome los pies. (pág. 39)

Por fin, se emplean juegos de palabras afínes a los del dadaísmo pero
derivados de la poesía bufa y los cantos populares:

Borda el barco en barlovento


bárbara, baranda, bar. (pág. 35),

juegos que - en los poemas de amor y los del misterio indio- se asemejan a los
ejercicios lúdicos de Huidobro y Girondo.
El humor y lo infantil coinciden en la poesía «chinfónica» donde
predomina la rima juguetona y arbitraria. Respecto de la «Chinfonía
burguesa,» escrita en colaboración con José Coronel Urtecho, Pasos dice:

Durante estos años (del movimiento de VANGUARDIA) hemos


buscado acuciosamente nuestro arte nacional entre los pequeños
vestigios de la poesía popular tradicional ( . . . ) el más breve
análisis nos dio los dos elementos que caracterizan nuestra pieza:
la rima en serie y el valor sugerente de la rima.
( . . . ) Es el estilo de la poesía bufa nicaragüense en la que se
ha condensado toda la alegre risa de atabales, trabalenguas y
bombas, sin faltarle la dulzura infantil de nuestras canciones de
cuna y rimas infantiles.4

No sólo se explotan recursos retóricos como la similicadencia, la


paronomasia, la derivación y el polípote:

y estira las cachazas de sus perezas


en las mesas de las terrazas del café. (pág. 63)

Más vives si estás soñando


que si soñaras viviendo.
Déjame dormir cantando,
déjame cantar durmiendo . . . (pág. 66)

sino que se emplea un tipo de humor escolar, de joven que deriva sus temas
yjuegos poéticos de lo aprendido en la escuela. En contraste con poetas de
erudición como Borges o Paz, Pasos recurre a conocimientos adquiridos en la
escuela y el periódico. Así pues, algunos de sus poemas de viajes rezan como
lecciones de geografía y geología:

Estuve pensando en las rocas traquíticas de la isla de San


Pedro, (al S.O. de Cerdeña)
y en el río Kuraji que desemboca en el Mar Muerto
________
y en el Elzenz, afluente del Neckar, en el pueblo de Mauer
(cerca de Heidelberg,)
en donde fue encontrada la mandíbula del Homo
Heidelbergensis,
atribuida a la edad chelense . . . (pág. 24)

Aun en sus poemas de amor se presenta como niño que juega - a la


pelota y a las palabras - con su amada:

Deja que la pelota de mi amor,


brinque en los peldaños de la escalera
y caiga en el agua de tu estanque.
Crece, crece, pompita de jabón,
Jocote en la punta de una rama madura,
botella del vidriero,
chimbomba de hule en la boca de un niño.
(«Grande poema del amor fuerte,» pág. 57)

El poeta re-crea a su amada con su «cajón de frases perdidas, urdidas tras un


viejo telón» (pág. 60):

Pero tu cabeza está tiesa con su moña ñoña


y siento en tus piernas tiernas y en tus pies al revés,
las perezas de las patas de las mesas
y las cosquillas de las ancas de las sillas.
________
Tus miradas cargadas de babosadas
ponen mi corazón acurrucado como un puño cerrado
mientras el tuyo está inquieto como un secreto.
(«Esto es la fotografía de una niña,» págg. 61)

Es como si esta volubilidad verbal pudiese compensar por la ausencia de


la amada o la madre:

Este gozo de alcoba, tan de lino, lleno de sábanas,


este palpitar de almohadas bajo las sienes dormidas,
este nuevo llegar hasta el corazón de la cama
y luego saber que el pie, la mano, lo que a uno le queda de
pecho, busca, dice, escribe, grita tu nombre
(_______)
Se ha perdido ya el hueco de tu cuerpo
que era la voz de tu carne desnuda hablándole intimamente a la
ropa planchada, diciéndole a qué horas el brazo serviría de
almohada y cómo el tibio vientre palpitaría como otra almohada viva,
funda de seda de nervios y de sangre.
(«Canción de cama,» págs. 58-59)

La mujer anhelada es «un vacío desnudo/en forma de una muchacha» (82),


una «ausencia (. . .) más sola que un milagro,» un «espacio puro» que el poeta
procura salvar por medio de sus propias construcciones poéticas, v.gr., el pelo
metafórico con el cual «pesca un amor» («Imagen de la niña del pelo,» 78), y
que le queda tras el naufragio de su deseo.
En otras palabras, el poeta pretende invocar esta ausencia amada,
«realidad vacía» (75) de la otredad absoluta, anegándose en el sinsentido no
obstante muy sentido y presentido del juego, del sueño o del silencio mismo,
todas aproximaciones a la plenitud prelingüística del niño:

pues la emoción de encontrarme aún no conoce las palabras,


tus oídos sin existencia no recogerán todavía estos versos
pero sabes que te espero en el puente de mi carne
alzando hacia ti mis brazos en llamas
con todo mi pequeño ser pidiendo tu realidad,
rogando la certeza de tu sueño, (pág. 76)
Este amor, nacido del vacío de la ausencia, «te esculpirá la carne tallándote
igual a ti.» La amada, pues, es construcción poética, poesía figurada en la
«plenitud, del vacío enamorada» («Ontología de la sombra,» pág. 140). Desde
ahí, la otredad intacta dicta al poeta en su lenguaje de silencio:

Porque este poema tuyo, desde lejos


lo dictas tú en silencio,
porque mis brazos se extienden hacia ti sin quererlo,
porque esto es demasiado para el sueño.
(«Construcción de tu cuerpo,» pág. 76)

Habiendo entrado en el tema de la relación entre el lenguaje y la


(expresión de la) otredad, cabe preguntarse qué buscaba Pasos al escribir
poesía en inglés. Sabemos que José Coronel Urtecho difundió poesía
angloamericana contemporánea en Nicaragua y que de ella, en parte, resulta su
poética exteriorista («poesía creada con las imágenes del mundo exterior (...)
poesía objetiva,» según la definición de Cardenal.5 Los poemas en inglés de
Pasos, sin embargo, tienen poco que ver con dicha poética. Es decir, a pesar de
unas remotas semejanzas con los tempranos poemas de Stevens, no hay nada
en Pasos que aproxime el «objetivismo» de Pound o Williams.
Otro poeta hispanoamericano, Vicente Huidobro, decía por esta época
que «se debe escribir en una lengua que no sea materna.» Huidobro, sin duda,
buscaba alejarse de los lugarse comunes - fatales para la poesía no «poética» -
fosilizados por el uso en la lengua materna. Paradójicamente, corría el riesgo
de encontrar las resonancias de una «lengua mojada en mares no nacidos» en
las «trampas» de lo desconocido o conocido a medias. En sus últimos poemas
Huidobro apela al silencio. Igualmente, Pasos reconoce que no hay lengua
«materna» que pueda conjurar la ausencia matriz;. En «Mutta parola» procura
deshacerse de las palabras para encontrar su propio lenguaje de silencio:

Here are the words and I want to be protected against them


Because everyone of them hides under its coat a dead child
______
Throw them away, and give to man the right to speak his own
language, yet unknown.
Take from me the whole lexico(n). Cut from my tongue any
tongue.
And, this afternoon, let me see the pictures of the white book
of Silence, (pág. 92)
Hay varias maneras de aproximar este «silencio.» En «Un ensayo de
poesía sinfónica,» Pasos ofrece la sugestividad de lo subconsciente, cuyo
«tono es sordo» 50 años de la vanguardia en Nicaragua, pág. 56). Ahora bien,
en su poesía se constata la producción de esa sugestividad sub- o inconsciente
en la evocación metafórica de la ausencia y en el juego lingüístico. De ahí,
pues, su abogacía por las «palabras sencillas» como «risas de niño.» La
expresión infantil, pues, es la que más se aproxima a su «cielo,» variante aquí
de la ausencia matriz:

Escribamos palabras sencillas,


De buen corazón,
y adornemos con azul del cielo
nuestra expresión.
(...)
Ciertos días me asomo al balcón de mi casa, y me
quedo extasiado con los ojos abiertos al mirar a las
niñas palabras de la plaza jugando a las canicas en los
labios desiertos.

Yo tengo una «pandilla de niños peligrosos»:


mis palabras Manteca, palabras Estornudo,
y palabra Farina . . .
(Las regalo a mi novia, y yo me quedo mudo.)
(...)
Llamad a los niños
de buen corazón,
y pongámosle calzones bombachos
a nuestra expresión.
(«Por, en sin, sobre, tras . . . la palabras,» págs. 113-114)

Cabe, por fin, comentar la serie temática de poemas que giran en torno
de otra alteridad, el indio, el «humus humano. » ¿Cómo comprender al indio,
ese otro, si, precisamente, lo otro es lo que rehuye ser comprendido? Pasos se
dirige a esta problemática en un poema de forma sencilla pero que expresa la
paradoja insoluble del intento de penetrar la otredad. Así como Cristo, el otro
por excelencia, es todos nosotros, el indio, para Pasos «Es un español todo
indio,/un indio todo español» («Villancico indio,» pág. 96):
Es un español o un indio?
Es un indio como yo,
español como todo indio,
tan español como vos.

Y si dudáis de su sangre española, mi


señor, ¡diga la Virgen de España si
ese indio es su hijo o no! (96)

Para Pasos la miserable condición del ser humano se expresa no en


abstracto sino a través del indio: «Estamos desamparados en el mundo
hediondo» («Nosotros,» pág. 100); «Muchacho baboso,//sobre todo,/
muchacho hediondo» («Muchacho,» pág. 101). En «India caída en el
mercado,» ese mundo miserable - «cuerpo flaco,» cuerpo sufrido,» «cuerpo
tronchado» - se cifra en el vacío que el hambre deja en el estómago, ausencia
que signa toda la poesía de Pasos:

Al lavarle el estómago los médicos


lo encontraron vacío, lleno de hambre,
de hambre y misterio, (pág. 102)

«Misterio» equivale aquí al aura que infunde toda expresión de ausencia.


El indio es misterioso porque cifra la ausencia matriz que atrae al poeta. En
«La verdulera,» el indio se transforma en ausencia generadora, matriz
genésica. De este ser «con los pies llenos de tierra,» que lleva chayóte, yuca y
yerbabuena y que «anda como palmera ( . . . ) cargada de cocos,» nace un
nuevo ser signado por la alteridad- la verdura nueva - asequible sólo a los
indios. Sólo los indios re-conocen al otro:

Con las verduras que lleva


lleva una verdura nueva.
Sólo los indios saben quién fue el que hizo la siembra.
Si es de ella.
Si la verdura es fresca. Si es la verdulera, (pág. 108)

Así como el ser casi arbóreo de la verdulera hace posible el acceso, para
el indio-otro, al misterio de la ausencia matriz, el símbolo del árbol, frecuente
en la obra de Pasos, arraiga al poeta - también un otro - en la otredad de la
naturaleza (el «terreno»):
Tal vez me atrae el parpadeo de tus hojas
o el torso firme de tu tallo, o el misterioso
agarre de tu raíz en la entraña del terreno.
(«Palo mudo,» pág. 117)

Por añadidura, el amor y el viaje se identifican en este símbolo-vehículo que


accede a la otredad. El árbol es, a la vez, caballo que monta el poeta para
volver a su punto de origen y misteriosa mujer amada (esfinge):

eres el bramadero de mis recuerdos


y a tu pie amarro mi caballo y mi esperanza.
(...)
Árbol, esfinge del sendero,
misterio crecido en el umbral, mi
mano entre tu fronda siente el
vértigo de los cabellos y tu tronco
es el cráneo. ¡Oh mujer amada!
(...)
voy lejos, entrando a la selva montado en este
árbol callado, (pág. 118)

No toda la poesía de Pasos es risueña y alegre. Su último poema, «Canto


de guerra de las cosas,» escrito durante la segunda guerra mundial, da
expresión a la experiencia de la muerte, esa vuelta al estado material de la
naturaleza, ese retorno a la otredad que, sin saberlo, se ha sido siempre.

Somos la tierra presente. Vegetal y podrida.


Pantano corrompido que burbujea mariposas y arco-iris.
Donde tu cascara se levanta están nuestros huesos llorosos,
nuestro dolor brillante en carne viva,
oh santa y hedionda tierra nuestra,
humus humanos, (pág. 151)

El poema, expresión de esta otredad, es la «cruel mudez que quiere cantar. »


Como el grito mudo del cuadro de Munch, el dolor de ser - de ser otro - se
expresa solamente en la mudez del vacío:

Es el dolor entero.
No pueden haber lágrimas ni duelo
ni palabras ni recuerdos,
pues nada cabe ya dentro del pecho.
(...)
Las vidas de los que quedan están con huecos,
tienen vacíos completos,
como si se hubieran sacado bocados de sus cuerpos.
Asómate a este boquete, a éste que tengo en el pecho,
para ver cielos e infiernos. ( . . . )
He aquí la ausencia del hombre, fuga de carne, de miedo,
días, cosas, almas, fuego.
Todo se quedó en el tiempo. Todo se quemó allá lejos,
(pág. 153)

La poesía de Pasos, pues, trasciende lo cómico y lo autóctono. Una


lectura cuidadosa de la obra demuestra que si el poeta decidió identificarse
como joven, ello se debía a que la juventud ofrecía una visión capaz no sólo de
presenciar sino de sentir al otro. Cardenal, concordando con Cuadra, dice que
aunque Pasos nunca conoció al indio, por ser poeta citadino, no obstante lo
conoció mejor que nadie, «y se hizo él mismo indio en su poesía para
descubrirnos al indio como es por dentro, en el misterio de su ser» (Introd.,
pág. 19). Pero más que hacerse indio, Pasos supo hacerse otro. Conoció no
sólo el misterio del indio sino también el del amor, del mundo (viajes), de la
juventud y de la naturaleza. Conocer, para Pasos, como para todo poeta, es
hacer brotar en forma de poema la falla irremediable que nos separa y auna al
otro.

NOTAS

1 Ver la introducción de Ernesto Cardenal a: Joaquín Pasos, Poemas de un


joven (México: Tezontle-FCE, 1962): pág. 17.
2 Ver la introducción a: Joaquin Pasos, Breve suma (Managua: Nuevos
Horizontes, 1945): pág. 7.
3 Todas las citas a los poemas de Pasos provienen de la edición de Tezontle, a
la cura de Ernesto Cardenal.
4 Véase «Presentación de la 'Chinfonía burguesa'» en 50 años del movimiento
de vanguardia de Nicaragua, 1928-29 - 1978-79, en «El Pez y la Serpiente,» 22/23
(invierno 1978-verano 1979): págs. 96-97.
5 Véase la introducción de Cardenal a: Poesía nicaragüense (La Habana: Casa
de las Americas, 1973): pág. VIII.
****

CANTO DE GUERRA DE LAS COSAS

Fratres: Existimoenium quod no sunt condignaepasiones hujas


temporis adfuturam gloriam, quae revelabitur in nobis. Nam
exspectatio creaturae revelationem Jïliorum Dei exspectat. Vanitati
enim creatura subjecta est non volens, sed propter eum, qui subjecit
cam in spe: quia et ipsa creatura liberabitur a servitute corruptionis in
libertatem gloriae filioruum Dei... Scimus enim quod omnis creaturae
ingemiscit, et parturit usque adhuc.
Paulus ad Rom. 8, 18-23

Cuando lleguéis a viejos, respetaréis la piedra,


si es que llegáis a viejos,
si es que entonces quedó alguna piedra,
Vuestros hijos amarán al viejo cobre,
al hierro fiel.
Recibiréis a los antiguos metales en el seno de vuestras familias,
trataréis al noble plomo con la decencia que corresponde a su carácter
dulce;
os reconciliaréis con el zinc dándole un suave nombre;
con el bronce considerándolo como hermano del oro,
porque el oro no fue a la guerra por vosotros,
el oro se quedó, por vosotros, haciendo el papel de niño mimado,
vestido de terciopelo, arropado, protegido por el resentido acero . . .
Cuando lleguéis a viejos, respetaréis al oro,
si es que llegáis a viejos,
si es que entonces quedó algún oro.

El agua es la única eternidad de la sangre.


Su fuerza, hecha sangre. Su inquietud, hecha sangre.
Su violento anhelo de viento y cielo,
hecho sangre.
Mañana dirán que la sangre se hizo polvo,
mañana estará seca la sangre.
Ni sudor, ni lágrimas, ni orina
podrán llenar el hueco del corazón vacío.
Mañana envidiarán la bomba hidráulica de un inodoro palpitante,
la constancia viva de un grifo, el grueso líquido.
El río se encargará de los ríñones destrozados
y en medio del desierto los huesos en cruz pedirán en vano que regrese el
agua a los cuerpos de los hombres.

Dadme un motor más fuerte que un corazón de hombre.


Dadme un cerebro de máquina que pueda ser agujereado sin dolor.
Dadme por fuera un cuerpo de metal y por dentro otro cuerpo de metal
igual al del soldado de plomo que no muere,
que no te pide, Señor, la gracia de no ser humillado por tus obras,
como el soldado de carne blanducha, nuestro débil orgullo,
que por tu día ofrecerá la luz de sus ojos,
que por tu metal admitirá una bala en su pecho,
que por tu agua devolverá su sangre.
Y que quiere ser como un cuchillo, al que no puede herir otro cuchillo.

Esta cal de mi sangre incorporada a mi vida


será la cal de mi tumba incorporada a mi muerte,
porque aquí está el futuro envuelto en papel de estaño,
aquí está la ración humana en forma de pequeños ataúdes,
y la ametralladora sigue ardiendo de deseos
y a través de los siglos sigue fiel el amor del cuchillo a la carne.
Y luego, decid si no ha sido abundante la cosecha de balas,
si los campos no están sembrados de bayonetas,
si no han reventado a su tiempo las granadas . . .
Decid si hay algún pozo, un hueco, un escondrijo
que no sea un fecundo nido de bombas robustas;
decid si este diluvio de fuego líquido
no es más hermoso y más terrible que el de Noé,
sin que haya un arca de acero que resista
ni un avión que regrese con la rama de olivo!

Vosotros, dominadores del cristal, he ahí vuestros vidrios fundidos.


Vuestras casas de procelana, vuestros trenes de mica,
vuestras lágrimas envueltas en celofán, vuestros corazones de bakelita,
vuestros risibles y hediondos pies de hule,
todo se funde y corre al llamado de guerra de las cosas,
como se funde y se escapa con rencor el acero que ha sostenido una
estatua.
Los marineros están un poco excitados. Algo les turba su viaje.
Se asoman a la borda y escudriñan el agua,
se asoman a la torre y escudriñan el aire.
Pero no hay nada.
No hay peces, ni olas, ni estrellas, ni pájaros.
Señor capitán, a dónde vamos?
Lo sabremos más tarde.
Cuando hayamos llegado.
Los marineros quieren lanzar el ancla,
los marineros quieren saber qué pasa.
Pero no es nada. Están un poco excitados.
El agua del mar tiene un sabor más amargo,
el viento del mar es demasiado pesado.
Y no camina el barco. Se quedó quieto en medio del viaje
los marineros se preguntan ¿qué pasa? con las manos,
han perdido el habla.
No pasa nada. Están un poco excitados.
Nunca volverá a pasar nada. Nunca lanzarán el ancla.

No había que buscarla en las cartas del naipe ni en los juegos de la cabala.
En todas las cartas estaba, hasta en las de amor y en las de navegar.
Todos los signos llevaban su signo.
Izaba su bandera sin color, fantasma de bandera para ser pintada con
colores de sangre de fantasma,
bandera que cuando flotaba al viento parecía que flotaba el viento.
Iba y venía, iba en el venir, venía en el yendo, como que si fuera viniendo.
Subía, y luego bajaba hasta en medio de la multidud y besaba a cada
hombre.
Acariciaba cada cosa con sus dedos suaves de sobadora de marfil.
Cuando pasaba un tranvía, ella pasaba en el tranvía;
cuando pasaba una locomotora, ella iba sentada en la trompa.
Pasaba ante el vidrio de todas las vitrinas,
sobre el río de todos los puentes,
por el cielo de todas las ventanas.

Era la misma vida que flota ciega en las calles como una niebla borracha.
Estaba de pie junto a todas las paredes como un ejército de mendigos,
era un diluvio en el aire.
Era tenaz, y también dulce, como el tiempo.

Con la opaca voz de un destrozado amor sin remedio,


con el hueco de un corazón fugitivo,
con la sombra del cuerpo
con la sombra del alma, apenas sombra de vidrio,
con el espacio vacío de una mano sin dueño,
con los labios heridos con los párpados sin sueño,
con el pedazo de pecho donde está sembrado el musgo del resentimiento
y el narciso,
con el hombro izquierdo
con el hombro que carga las flores y el vino,
con las uñas que aún están adentro
y no han salido,
con el porvenir sin premio
con el pasado sin castigo,
con el aliento,
con el silbido,
con el último bocado de tiempo, con el último sorbo de líquido
con el último verso del último libro.
Y con lo que será ajeno. Y con lo que fue mío.

Somos la orquídea del acero,


florecimos en la trinchera como el moho sobre el filo de la espada,
somos una vegetación de sangre,
somos flores de carne que chorrean sangre,
somos la muerte recién podada
que florecerá muertes y más muertes hasta hacer un inmenso jardín de
muertes.

Como la enredadera púrpura de filosa raíz,


que corta el corazón y se siembra en la fangosa sangre
y sube y baja según su peligrosa marea.
Así hemos inundado el pecho de los vivos,
somos la selva que avanza.

Somos la tierra presente. Vegetal y podrida.


Pantano corrompido que burbujea mariposas y arco-iris.
Donde tu cáscara se levanta están nuestros huesos llorosos, nuestro dolor
brillante en carne viva, oh santa y hedionda tierra nuestra, humus humanos.

Desde mi gris sube mi ávida mirada,


mi ojo viejo y tardo, ya encanecido,
desde el fondo de un vértigo lamoso
sin negro y sin color completamente ciego.
Asciendo como topo hacia un aire
que huele mi vista,
el ojo de mi olfato, y el murciélago
todo hecho de sonido.
Aquí la piedra es piedra, pero ni el tacto sordo
puede imaginar si vamos o venimos,
pero venimos, sí, desde mi fondo espeso,
pero vamos, ya lo sentimos, en los dedos podridos
y en esta cruel mudez que quiere cantar.

Como un súbito amanecer que la sangre dibuja


irrumpe el violento deseo de sufrir,
y luego el llanto fluyendo como la uña de la carne
y el rabioso corazón ladrando en la puerta.
Y en la puerta un cubo que se palpa
y un camino verde bajo los pies hasta el pozo,
hasta más hondo aún, hasta el agua,
y en el agua una palabra samaritana
hasta más hondo aún, hasta el beso.

Del mar opaco que me empuja


llevo en mi sangre el hueco de su ola,
el hueco de su huida,
un precipicio de sal aposentada.
Si algo traigo para decir, dispensadme,
en el bello camino lo he olvidado.
Por un descuido me comí la espuma,
perdonadme, que vengo enamorado.

Detrás de ti quedan ahora cosas despreocupadas, dulces.


Pájaros muertos, árboles sin riego.
Una hiedra marchita. Un olor de recuerdo.
No hay nada exacto, no hay nada malo ni bueno,
y parece que la vida se ha marchado hacia el país del trueno.
Tú, que viste en un jarrón de flores el golpe de esta fuerza,
tú, la invitada al viento en fiesta,
tú, la dueña de una cotorra y un coche de ágiles ruedas, sobre la verja
tú que miraste a un caballo del tiovivo
y quedar sobre la grama como esperando que lo montasen los niños de la
escuela,
asiste ahora, con ojos pálidos, a esta naturaleza muerta.

Los frutos no maduran en este aire dormido


sino lentamente, de tal suerte que parecen marchitos,
y hasta los insectos se equivocan en esta primavera sonámbula sin
sentido.
La naturaleza tiene ausente a su marido.
No tiene ni fuerzas suficientes para morir las semillas del cultivo
y su muerte se oye como el hilito de sangre que sale de la boca del hombre
herido.
Rosas solteronas, flores que parecen usadas en la fiesta del olvido,
débil olor de tumbas, de hierbas que mueren sobre mármoles inscritos.
Ni un solo grito. Ni siquiera la voz de un pájaro o de un niño
o el ruido de un bravo asesino con su cuchillo.

¡Qué dieras hoy por tener manchado de sangre el vestido!


¡Qué dieras por encontrar habitado algún nido!
¡Qué dieras porque sembraran en tu carne un hijo!

Por fin, Señor de los Ejércitos, he aquí el dolor supremo.


He aquí, sin lástimas, sin subterfugios, sin versos,
el dolor verdadero.
Por fin, Señor, he aquí frente a nosotros el dolor parado en seco.
No es un dolor por los heridos ni por los muertos,
ni por la sangre derramada ni por la tierra llena de lamentos
ni por las ciudades vacías de casas ni por los campos llenos de huérfanos.
Es el dolor entero.
No pueden haber lágrimas ni duelo
ni palabras ni recuerdos,
pues nada cabe ya dentro del pecho.
Todos los ruidos del mundo forman un gran silencio.
Todos los hombres del mundo forman un solo espectro.
En medio de este dolor, ¡soldado!, queda tu puesto
vacío o lleno.
Las vidas de los que quedan están con huecos,
tienen vacíos completos,
como si se hubieran sacado bocados de carne de sus cuerpos.
Asómate a este boquete, a éste que tengo en el pecho,
para ver cielos e infiernos.
Mira mi cabeza hendida por millares de agujeros:
a través brilla un sol blanco, a través un astro negro.
Toca mi mano, esta mano que ayer sostuvo un acero:
puedes pasar en el aire, a través de ella, tus dedos!
He aquí la ausencia del hombre, fuga de carne, de miedo,
días, cosas, almas, fuego.
Todo se quedó en el tiempo. Todo se quemó allá lejos.

DULCES SERES MONSTRUOSOS

Dulces seres monstruosos como el automóvil gimen por ti.


Cosas homogéneas y hasta purificadas como el carbón gimen por ti.
Desde la primera piedra que tiró tu compañero de escuela hasta la última
piedra que se arrojará contra ti, ¡oh futura adúltera!
gimen por ti.
Por la más escasa y suficiente razón de tu existencia como tu
pierna de quince años,
porque has aprendido a hablar y las cosas se han quedado asombradas
oyéndose repetidas en tu boca porque tu seno es un pequeño universo en
que podemos adorar la
redondez de Dios.

POEMA A PIE

Qué actitud, qué gallarda pose original se puede tomar ante la proximidad
de este poema?
Te lo pregunto a ti, ¡oh hábil diseñadora de nuevas sonrisas!, la única
que puede ofrecerme en un plan de cinco minutos la más conveniente
arquitectura de mi genio actual.
Decían los maestros chinos de la dulce poesía
que el poeta quedaba enfermo y ojeroso después del trance amargo;
pero yo te suplico, bondadosa musilla de ojos ingenuos que no hagas que mi
miel sea elaborada a costa de mi sangre, porque mucha sangre se ha
desperdiciado últimamente y andan escasos de leche los pechos de las madres.

Un poema que sale a pie, y como está inédito, yo le digo: Hasta que te vea te
creo,
pretendo primero, sacudirme de encima estas alas de ángel que me agobian,
a ver si botando toda esa pluma quedo con la ternura virginal del pollo o
siquiera con algo de ese equilibrio inestable de lo que da risa, tan lleno de
emoción y de lágrimas como el cristal que ya va a caer y no cae, pero que sabe
que ya va a caer.

CANCIÓN DE CAMA

Este gozo de alcoba, tan de lino, lleno de sábanas,


este palpitar de almohadas bajo las sienes dormidas,
este nuevo llegar hasta el corazón de la cama
y luego saber que el pie, la mano, lo que a uno le queda de pecho, busca,
dice, escribe, grita tu nombre,
y cualquiera siente el momento que se aproxima de morir acostado.
¿Qué es ésto si no la ausencia de tu sueño,
la pérdida de tu respiración a mi lado?
Se ha perdido ya el hueco de tu cuerpo
que era la voz de tu carne desnuda hablándole íntimamente a la ropa
planchada,

diciéndole a qué horas el brazo serviría de almohada


y cómo el tibio vientre palpitaría como otra almohada viva, funda de seda
de nervios y de sangre.

LOS INDIOS VIEJOS

Los hombres viejos, muy viejos, están sentados


junto a sus cabras, junto a sus pequeños animales mansos.
Los hombres viejos están sentados junto a un río
que siempre va despacio.
Ante ellos el aire detiene su marcha,
el viento pasa, contemplándolos,
los toca con cuidado
para no desbaratarles sus corazones de ceniza.

Los hombres viejos sacan al campo sus pecados,


éste es su único trabajo.
Los sueltan durante el día, pasan el día olvidando,
y en la tarde salen a lazarlos
para dormir con ellos calentándose.

PERRITO

Tomemos por ejemplo un animal doméstico cualquiera


con la condición de que pueda desatornillarse y adquiera
a voluntad diversas actitudes

Este perro está lleno de particularidades


desde la cruz hasta el rabo.
Su boca huele muy bien, y levantándole la lengua
se le encuentran unos finos tejidos epiteliales.
Y el nacimiento de las encías en donde están sembrados los dientes.
Y tiene rayado el cielo raso como las arenas del desierto o las huellas de las
olas.

En cuanto a los ojos, son vivos.


Nunca me he podido convencer de que las orejas de los animales sean
parte de su cuerpo, me parecen parásitos, aunque indiscutibles.
La cosa más curiosa que existe en el mundo es una cola,
sin embargo, Maruca, tú no tienes cola o por lo menos, no te la conozco.

- Una mujer con cola debe ser algo así como un perrito con naguas -
La nariz de este perro es tierna como un confite
y húmeda como la de un niño con catarro.

He puesto su cola en florero


y he tirado su cuerpo sobre mi sofá;
ha tomado una nueva actitud forzada.
Salgo pronto a la calle; me quedó viendo
y tengo miedo de que me sonría.
1931

SOLSTICIO

Un sol de paz
suspenso
mira pasar
a un sol de guerra.

Lo aplaude.
- pla, pla, pla, pla -.

Ambos se miran.
Sus sonrisas calladas
caen en los solares
con el silencio peculiar
de la luz.

El sol de paz
hincha sus cachetes
y el sol de guerra
saca la lengua.
- pla, pla, pla, pla -.

Sobre los campos de la tierra


los cadáveres sonrientes
toman el sol
en paz.
- pla, pla, pla, pla -.

PASIÓN Y MUERTE

Hispanoamérica, Colón puso el huevo,


cantó en voz alta la colonia;
al ingenuo don Miguel Larreynaga
le crecieron patillas de pura tontería,
luego.

Mr. Winchester y Mr. Colt


nos mandaron sus firmas de acero.

Todas las mañanas se desperezan en este ambiente estúpido


y se lavan con el agua sucia del mal,
y los hombres alquilan el sol
que hoy amaneció
conservador o liberal.

Está el campo con las manos en los bolsillos


y el camino, como siempre, como siempre.
Vino el con-con
las hormigas se escondieron
pon!
sólo los árboles y los hombres
con la muerte colgada de los ojos
pon!
la vida andaba corriendo
apredreada,
nuestras orejas de lejos nos llamaban,
Pancho cayó a mi lado, adiós.
Propiedad del fusil son las manos
pon!
Hace cinco minutos que empezaron las ametralladoras,
sí, general, sí coronel, ya vamos,
y ellos se van doblando uno por uno,
o de dos en dos.
Ustedes tienen que morir por su partido,
sí, coronel, ya vamos.

Primera vez que tiembla el árbol.


¡Todos estos muchachos
y aquéllos del otro lado!
La mañana se pringó de sangre
y a mí me duele el día, dentro de los pulmones . . .

Todos estos muchachos que se saludan antes de matarse,


con odio, con un odio que se vuelve rigidez en los dedos,
pero con una inmensa tristeza en los ojos,
tristes, mientras fluye la sangre,
una sangre tristísima y silenciosa como la
cosa más natural del mundo.
¡Todos estos muchachos y los del otro lado!
Hace media hora tabletean las ametralladoras,
sí, coronel, ya vamos.

PINTURA DE LA GUERRA SOBRE UN MURO

Nadie perturba ya la quietud de ese muro manchado,


sobre el cual quedarán pintados muchos pensamientos solitarios.
Como si la Historia fuera pintura de cal,
el muro chorrea historia despintada;
de pronto, de la línea sinuosa surge un nuevo aspecto
del viejo monstruo mil veces repetido:
en esa boca enorme veo mi pecado
y los pecados de mis amigos se agolpan en coro
cantando un canto negro.

No hay una sola línea recta, y en ese vacío lleno de curvas,


mi alma grita hacia tí, oh Dios abierto y perpendicular!

En esta suciedad abandonada,


en la sed de esta cal, en esta piedra muerta,
niños y mujeres, sobre todo ancianos
con barbas crecidas de arrugas,
vienen a organizar el retrato de mi castigo.
De nuestro castigo general, compañeros de muro!
De nuestra pena capital, oh fusilados de piedra!
Detrás de tu hombro, amigo, se levanta un árbol de hierro,
un bosque de hierro lleno de piedras blancas;
detrás de tu cabeza se alza el sol más rojo del mundo.
Hemos venido a presenciar lo peor, amigos míos,
amigos míos, más amigos aún de la fiesta que de mí. . .

REVOLUCIÓN POR EL DESCUBRIMIENTO DEL MAR

Varios pájaros han averiguado los secretos del sol


y se dedican a gritarlos en la sombra,
las flores de la ribera se inclinan en el río
diciendo algo muy bajo a la corriente,
todo el valle de veintidós kilómetros
siente pasar el viento de una revolución
cada diez años sucede lo mismo
dos o tres pájaros son los que comienzan el movimiento
que es apoyado por todos los pájaros de la comarca
y que termina siempre en un invierno copioso,
pero ahora la cosa es distinta, dicen los chocoyos,
las mariposas vuelan con alas prestadas
y las patas se suicidan dejándose caer del árbol,
he oído hablar de revoluciones en Nicaragua,
pero yo no sabía lo que era una revolución,
sólo supe que los liberales y los conservadores eran babosos,
pero aquí los pájaros están sobreexcitados
siempre han pedido a gritos la lluvia
como los chamorristas, el gobierno
y hoy algo nuevo ha llegado hasta lo más profundo del río,
porque con su ojo imbécil salen de punta los peces
y se asoman asustados como hicieron en el diluvio.

Los pájaros sajurines,


los que aclaran con sus gritos el porvenir de la mañana,
los que dirigen el tráfico aéreo de las pequeñas pipilachas biplanas
y de las grandes garzas de la « White Star Co.»
los pájaros sajurines averiguaron los secretos del sol,
los pájaros sajurines hicieron confesar a una gaviota perdida,
los pájaros sajurines recogieron en el río una alga marina,
que lleva uno de ellos en el pico en signo de guerra,
para oponerlo a la paloma del ramo de olivo,
los pájaros sajurines son ahora los que inquietan el viento
los que inquietan a las vacas llaneras cantándoles que hay vacas acuáticas
y a los caballos hablándoles de los hipocampos,
los que inquietan los árboles soñadores que tiemblan de emoción
pensádose islas,
los que inquietan también mi pobre corazón marino, mi rica sangre
viajera,
los que hicieron esta inútil revolución - inútil como todas las inútiles
revoluciones nicaragüenses -,
pero que estalla fuera y dentro de mí con la violencia de cien mil pájaros
migratorios
y que yo trato en vano de calmar mientras sonrío y me pongo a leer.
Agosto, 1937

PATIBULO

En el fondo de la noche contra la lluvia


tu cabeza que da vueltas,
de estrella en estrella tu cabeza loca,
detrás del monte, otra vez en el cielo
tu cabeza redonda.

En caminos oscuros llenos de medianoche


tu cabeza abandonada, rota. En árboles sin hojas, tu
cabeza otra vez inmóvil; y en el humo pintado en sangre, en
la herida de la noche
por fin, sin cuello, tu cabeza roja.

LIEBPOSTAL

Una casa, Un árbol. Un camino. Un perro.


La casa blanca. El árbol verde. El camino plomo. El perro negro.
El árbol verde junto al camino plomo. El perro negro junto a la
casa blanca.
El perro negro sobre el camino plomo. El árbol verde sobre la
casa blanca.
El camino plomo se aleja del árbol verde. El perro negro entra en la
casa blanca.
Sin perro negro, sin camino plomo.
Solos. Locos de gozo.
El árbol verde y la casa blanca.

CEMENTERIO

La tierra aburrida de los hombres que roncan


es aquella que habitan los pájaros pobres,
las gallinas que comen las piedras
las lechuzas que braman de noche.
Una jaula de arena, una urna de lodo
es la tierra aburrida de los hombres que roncan.
Una jicara negra, una seca tinaja,
un carbón, una mierda, una cascara.
En la tierra aburrida de los hombres que roncan
donde viven los pájaros tristes, los pájaros sordos,
los cultivos de piedras, los sembrados de escobas.
Protejan los escarabajos, cuiden los sapos
el tesoro de estiércol de los pájaros pobres.
Los pájaros enfermos, los vestidos de sombra,
los que habitan la tierra de los hombres que roncan.

Tengo un triste recuerdo de esta tierra sin horas,


la picada de pájaros, la que se desmorona.
Con murciélagos me persigue de noche
su horizonte de barro y su luna de broza.
En la tierra aburrida de los hombres que roncan
se hizo piedra mi sueño, y después se hizo polvo.

NOTA BIBLIOGRÁFICA

Breve suma. Managua, Editorial Nuevos Horizontes, 1947.


Poemas de un joven. [Edición y prólogo de Ernesto Cardenal]. México, D.F., Fondo de
Cultura Económica, 1962. (Colección Tezontle).
Poesías escogidas. Nota y selección por Julio Valle-Castillo. México, D.F.,
Comunidad Latinoamericana de Escritores, 1974.

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