Dunbar, R' Odisea de La Humanidad-1

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odisea de la humanidad

I
I

Drakontos
Director:
José Manuel Sánchez R.on
T
J^
Í*
f* tr-a odlsea de la humearuidad
l-
J- lJna nueva histolia
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l- de la evotrución detr hombre

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1Í-
Robin Dunbar

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Tr¿Lducción castollana de
N atal i a Fernández h4atienzo

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f* CRITICA
ll;lrttrlonlr
Visiones en piedra

§{ a luz cle La lámpara de sebo parpadeó cc¡n La cc¡rriente de ttire: el


!,L-¿homb¡'e ¡terdió la concent¡"ación 1t se detuvr¡ ttn tnr¡mento Dora exa-
minar su c¡bra" Recctgió el tazón de piedra talluda qtte utiliz,aba conxa
lám¡tara y lo levctntó hacia la pared de rrtcct pctrtt pocler ver bien ctande
lutbía estado trabajando. A su alrededo¡' ¡tctrecían lnoverse imágenes
d-e animales que la lwz, ten'tblorosa, devolvía ct la vida como pr¡r ttrte de
rnctgia. Una confusión de bisontes, ciervos y cabalLos caía en cctscada por
un espacio atemporal. Aquí, uno de los animaLes parecíct inmortaliza.-
dr¡ en un instante de sorpresa. Más allá, wn bisonle desc:ansabct .ga!¡re stt..s'
r. uartos tra,seros con la cabez,a vuelta hacia atrás, como 'ti t ¡'lttt'it t, t

(rl(n!octc:u.al,qwierinvasióninjwstificadaque pudierrt ¡tt'11 trrltrrr ,\'tt\ l,('tl


,s't t t t i t' n t ¡ s; ¡n.ient ras yac ía rumiando f rttncl u i I u rn c r t I t'
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l"l ltt¡tttltx'reanurlóswtaretlcttnel t'añrt fittttt itlt) l'(t¡ f ttt t'ttt t ¡ttltt


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l,tl.ittl,,t. tttt ltt.r¡trt ,l,,tt,l, ltt\ ttttttttttlt s ltt ttlt ttl¡(ltt ltt't lt's l't¡stltt¡"s t¡
¡ttt,s'lttltrttt,'n l,,s t ltlt¡.: lt¡ tl¡ttstt,s, t ttltf ,t,s lrttlt¡,,s tttttlt'tult¡,s ¡tttt ltt ltl.'l d.t:1.
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ltt ( u('t'(t t'tt ¡tt irrrt¡t(ru, ('t.ttuttlo la licrrtt c.s'fal.lflba (on nue\)o vidú,
F
10 Lo odisea de La hu¡nctni¿lctd F Visiones en piedra II

para Crear Supl.opiavida imaginariaen ltt ntt'tt. il t',',, ¡ ttt tt,lttt .,,1 f, Echó un vistazo al sol que colgaba sc¡bre el horiz.rtnte occidentul y

F
,

olras veces', acolrlpañado, pero siempre l.c ulttttttlnt t'l tttt¡ttt,t 1tl,¡, ¡¡1,, comprobó que pronto anochecería. Apagó lct mecha de la látnpctru tlt
primero, emprenderlaexpedición,y, más tunlc, tt',tii,ttrttt l,tutt \tt utl,tt sebo, la colocó dentro de unpeqweño nicho en la pared de pieclra de la att-
la memoria de sus viaj es, caplar los paisaj es q uc h t t l t r t t'(, u l (' n l l t t l t' l t t',
r t t t
é traclay, safisfecho de .su día de trabajo, regresó por entre los ítrboles hucitt
emocionesquehabíasentidoalaventurarseporl.ul¡ttt(',\t),\t utt'\ \ ttntt
nudo pelig rctsos en excursiones cuyo desenlace e ru,s i t' t t ¡ r t t' i t u l t t' t l,, t l' 1, F su campamento, situado a unos kilómetros río abaio, alfondo delvalla.

F
t ¡

Sabía cuándct llegaba ese momento, aunqu( tt() ,\i('tt,l,t(' l)tttlt, t,t
preverlo, porque e ra e s curridizo como los cie rvo.s q uc t t t.l t l u t t' u t' l l',, ¡
que. A pesar de qwe había salido de expedición muchas v(('(',\', t'l ,r¡r, ttr tt rt ciento ochenta siglos después, en 1879, N4aría,la hija pequeña de doll
Marcelino Sanz de Sautuola, miró distraídamente hacia el techo de l¿r

rt
rt.,

terioconsistíaenquelarutasiempreparecíasercliferentt.,\ttlt,,'l f ttt,tl cueva sobre sü cabeza mientras su padre se afanaba buscando objeltls
era el mismo, trayendo consigo ese sentimiento de llagudtt rt ttrt lrr,t¡,rt prehistóricos en el suelo. Bajo el débil briilo de la lámpara de aceite cluc
áon Marcelino había colocado detrás de é1, tra visión que tuvo ia niña la
familiaa de alivic¡ teñido de agotamiento por La tliJicultutl tlcl t'tttttttt,,
recorrido, de los peligros sorteados con éxito wna vez. rn.ú.s. J4 t'tizo agarrarse al abrigo de su padre: bisontes y caballos parecían surgir'
Y ahora, como clespués de cada trc;esía, regresaba u lil r'ttt't'r t ¡tt t t , r I de 1a roca, galopando hacia ella desde la penumbra. Don Marceling sc
dejar testimonio de sus experiencias y de todo lo que habíu t,i,stt¡. ( it tt volvió para reprendertra, irritado por la intemrpción, pero, por la carit¿t lc-
ductlmente Lafigura del bisonte eru la que trabcjabaJúe f onttttttltt ltt 1 vantada de la niña con los ojos fijos en algo situado Sobre sus cabezas y lrt
forma que había contemplado tan de ceyca qwe, cuando el uttirtrttl ;1r
raba la cabeza y le dirigía su mirada bovina, el hombre senlftt (ltt(', tt F lioca abierta de sorpresa, comprendió de inmediato que sucedía algo cx-
traordinario. Levantó la vista lentamente, buscando en la oscuridatl. Al
canz|lalámparade aceite, la sostuvo sobre su cabeza para ver ntc.ior y
través de aquel enorme portal líquidct, la bestia le escuadriñulrut tl ¡t'rr
samiento. Ahora el ojo volvía a mirarlofijamente desde el muro ('on ( tt lu(
af, soltó un grito ahogado. Por encima de é1, el bisonte, los ciervos y los crt-
lla miradavidriosa suya. Podía recrear en su mente ese instant(' tlt ,sttt
presa, de miedo, que siempre acompañaba a la incertiduntltn' tlt' ttt,
afl hallos giraban y, amontonados unos sobre otros, se movían y luchiltrlrlt
¡rrrr el espacio o yacíanrumiando, exactamente
como SuS Cre¿t(lol'cs los
saber cómo reaccionaría lct enorme bestia. Aveces, si se adentntlttt t'tt Jfl habían dejado dieciocho mil años atrás.
Para don Marcelino fue un descubrimiento incornpitritlrlt'. l',ttltt
la oscuridad de la cueva y regresaba de inmediato
improviso con una pintura ctnterior que había olvidado-, potlfur c t, ¡tt'
-o
si se trt¡xtltt rlt'
ar. si¿rsrnado e impresionado por las estatuillas tallatl¿rs y lrts ¡rlitt'rts tlt'
rimentar la misma tensión dwrante un instante.
Tan enfrascado estaba en sw labor que, transcurrien¡n variu.s ltot tt,¡'
a) ltrlrr.l'il descubiertas hacía unos años en unas o[lcvils ¡lrt'lrislrir it':ts rlt'l
su tlc lrrancia, se había dedicado a recorrer l its ctlcvi¡ s ('('l ('i r l l¡ lri ; t S ; t t
r.
¡

sin qwe se diera cuenta, pero.finalmente el cansancio en los hnt:.,t.t v ú- l:¡trl¡l'c9n la esperanza de deSCUbrir su ¡lrtt¡-lio ltrstll'tl tlt' :tllt' ¡ltt'lti:'
Iol it.r¡. l)(:ro sus esfuerzos habían resultaclo itlll'tlclttosrls. Y. itlttll ll. l('('( )
los retortijones de hambre cada vez más fuertes lo foryaron u da.jttt' ,:'tt.t
materiale,s de dibujo y re7resar por el largo y tortuoso pasadiz.o ltut'iu afl ¡ rr.rr«¡r ltr r:¡cva deAltarnira, acab¿rba clc tlcscttbl'i t' l)ol'('itrill:llitl:ttl ttltlts
t'sl:tll:t
¡ri¡lurirs ¡rrr:lristóricas más que espcctitcttl¿trcs. §1¡ ¡¡:¡lttlltt'irilt
Iu lxx'u tle kt cuattu, tlcsde lu que emergió a lafuerte luz.del crt,¡tti,st'ttltt
afl ;rilr'¡,,r¡;rtl;r: r'icos y fámOSOS, especialistits y colccciollislits tlc lrrrlilt,iit'
Ntttltt t'tt ltt t'tttnultt, t¡rtt't¡tr«ktlxt.fhertt dc lu vi,skt, oculta cn.ln, ltt,s' ntt'tt,¡
y t'l lt,t\',',1t,, itttlir'ttlut t'l ttttttttilo rlt' lrt
¡irulrt t¡ttt lutbfut tl<:trú:;, tti tlt' ltt,¡' a) r¡rt¡.s lrt.rrrlil'í¿¡l cn tromba a su cuev¿l y hortr:tríittt stt l'igttt'it (:ll lilsi llliis
¡¡nlx)t l:urlt.s t'cuniones científicaS dc los ¿tñtls vcllitlt:lrrs.
lttt,t't,\ \'t.'lt,tt ttltt,¡ t'ttiltlllt'1t,,\ tlnt'(t I't't'(',\'lutltút tlil(,f(('trfr(,t tt'¡tltttttltt,
tlt tlt' ltt\ t tt,tlttttt\ ttltt¡t't'tltltltt,\ tlltt'lrtlti'. ltln ,\'ll( t'tlt't,s't',s'itt .tt'tllitltt tt ltt aa Sirr t.rrrlriull(), don Marcelino morirí¿r clcsortgltit:ttltt. I'its:ttlit l:t t'xltl
tlo liló¡locittlt't'l¡trlt
Ittt t'tt tlt'l tuut'l .t tltt. \t' ttltt lttu t, ttutl,t¡¡' ltttltt.t' ('(uttt, t1,('ittltt.s t'it,.t,tt,s.
afl t:rr.iprr irrit.i:rl, los colcccionistas clc antigiictl¿ttlc:s

ala

l2 La odisea de La humanidad .r Visiones en piedru I ;
ron que tras pinturas eran demasiado complejas con¡() l)lu ;r r;('r .l,r ,t ,1, Jf, tro del contorno y transportarse a través de los milenios para rozar a cs('
un hombre primitivo; debía,n de haber sido pintaclirs ¡.lor :rl1'r,',',, ,,", niño. Un roce delicado e indeciso, como la caricia que se dedicaría a u rr

hubiera visitado la cueva unos cuatro años atrás.... lirl v«'2, r'l r¡ur,rt¡ amante reciente. Es imposible no sentir la magia en el aire. ¿Quién serírr
don Marce lino. Y, aunque nunca lo acusaron direct¿rurcrrtc r lt' llrlr, r I r, ,
ción, esa sospecha parecía impregnar el aire fétido do lit c:ttt'v:r th' ,'\
r
aÁ él o ella? ¿Cómo le llamarían? ¿Y qué fue de é1o ella? ¿Creció, tuvo hi-
jos y, en su vejez, cuando etaya un respetado miembro de su comuui-

I

tamira. Don Marcelino se retiró a sus propiedades y muriti, l'r'trslr ¡tr lr ¡ t dad, de blancos cabellos, recordó eIdíaquizáprimaveral en el que le llc
aroargado, nueve años más tarde. Hasta 1902no se reconociti t¡ttt'r'rttr
auténticas pinturas prehistóricas y, rnás tarde, exploraciotlcs ttt;r:i l)r ( l
F varon a través de los reiorcidos túneles, bajo la débil luz de una lámparl
de sebo, hasta una cítmara remota, donde le hicieron presionar su mano
fundas revelaron que la cueva era una sucesión de galerías tlt'¡rittlrr F contra la fría pared de la cueva mientras alguno de los hombres lelany,¿t-
ras, bosquejos y dibujos a lo largo de más de doscientos motros tlt' lrt
dera. Fero, para enLonces don Marcelino llevaba casi veinte ¿tños l¡lut'tlr r F ba pintura para dibujarla? ¿O, por el contrario, por enfermedad, por ac-
cidente o presa de un depredador furtivo, murió siendo niño, y así se tru n-
y enterrado, y su hija, ya adulta, tenía otras cosas de que ocupat's(:, :tl):tr
te de ias pinturas que tanto ia habían asustado de niña aquella rt t¿t ñru t¿r r lr' F có para siempre, en los albores de la infancia, una vida en una de tantas
pequeñas tragedias en la vida de su madre. cuyos gritos rotos por aqLtc-
verano.
Y hoy en día la cuestión de quién pudo haber pintado etclut:llits t'r
k4 lla pena inconsolable lamentarían su breve su paso por la vida?
Lo que sabemos es que quienes dibujaron aquellas figuras esthb¿rn
traordinarias visiones, y por qué, sigue siendo un misterio. Jñ comprometidos con la vida con tanta vitalidad que aún hoy podemos
Hoy sabemos que la cueva de Altamira no es la rinica: hety it¡ rt o r t
madamente ciento cincuenta lugares conocidos de cuevas dc ¿tt'lt' ¡ tt añ percibirla. El arte rupestre supone el florecimiento definitivo de Lln no-
table desarrollo en la historia evolutiva de la humanidad, un t-enómcno
pestro en Europa. Atrnque se han descubierto cuevas semajantcs ctt tit'
ri:as tan le.janas como los montes Urales en Rusia y, recientetncltlc, t'lt
Añ que los arqueólogos consideran la revolución del Paleolítico Superior, r¡rc
comenzó aproximadamente cincuenta mil años atrás con la repentillr
Inglaterra, la mayoría se concentra en el sur de Francia y en la pcltíttstt
la Ibérica. Las cuevas de esta zonao los asentamientos humanos c¡uc lir
Jñ aparición de utensilios de piedra, hueso y madera
zuelos y puntas delanza y flecha- mucho más-agujas,
punzones, ¿ut-
complejos. Aproxirnl
poblaron hace de veinticinco mil a doce mil años atrás debieron clo cortr Jt damente desde hace treinta mil años, a aquel estallido de utensilios It.
partir alguna peculiaridad que les hiciera capaces de crear tan exl-l'¿to¡'tli'
na.rio arte rupestre. Ei dibujo mismo es casi exquisito. En la oscuritlirrl añ sucedió una verdadera explosión de arte rupestre cuya función y¿r n()
tcnía nada que ver con la supervivencia diaria, pues su finalidad nr:ís
de estas cuevas, resulta fácil perderse en el misterio de tan bellas f igrr
ras que alguna mano desconocida bosquejó tanto tiempo atrás. Pct so
at bion parecía ser meramente decorativa. Existen fíbulas, botones l¿rllrr
tlos, nruñecas, animales de juguete y, quizá lo más espectacular dc totlo,
nas de todas las edades lloran de emoción al contemplarlas.
,{quí, en la esquina de una antigua galería, alguien lanzó pintul'u ¡rot
at f igru'illas, como las famosas Venus del sur y el centro de Europa. lislrrs

iltrslrcs sclroritas «michelín» pareccn haber sido las pin-up,s dc su ti¡r«r


l¿¡ boc¿r sotrrc la mano de un niño para dibujar así su forma. Si ltls gulr' at c¿r. l)c:urchirs cadcr¿rs y enormcs traseros, con el cabello much¿rs vo(.(.s
bollanlcrrtc lrcrrz,zulo, estas est¿rtuillas de marfil y piedra (a veccs incluso
« lirrs r lc l¿¡ t'ut:vir lo ¡lcrrrt ilicr'¿rn, ' u no poclría colocar su propia m¿rn«r tlt:n
Jt dc arcilla cocitla) segurantente son los objetos mhs sorprenclontos rlr.l
I I lrr, l¡,,r,1, , l rIr, lor ,l l,¡'. ln,r,,( rr", rI l.r', ¡r.rrcrh ', rlt'lrts ('lt('v;ts cslli t'sltir'llr at
ilr,trtr Irr,lrrl,r,l,, \ rrIr' lr,r,l,rrItrrt',lrtr rr¡ill,trlillt,ttl,tr¡rr, l;rlr;r1iil¡littltttltsCtk",
l,r,l,ll,r,r \'l¡' lr lrrrrl,,tt, , ¡,,trll,r'rr llt' tltrlrrl lt¡,ltt'.,rl.ttr",¡ltltrlot¡tlclo',
rrrtl, ,lr ,l ll.lrl¡ ,lrr, lr,tttll,tr,r,l,,l,t ,rt,,,t rlttt,tttl, I'r ,l,,,trl,t',lro',lcttot(', t,,tl
at pritner tlcsoubritnienLo ha sido suficiente para introducir bacl-erias (luo c()nrcnziul)n ir
deteriorar la pintura. Muchas cuevas están hoy cerradas at público, quc tlchc ( ()nf (.n

añ tarsc con vcr réplicas en los alredcdorcs.

6
t-

t4 [tt ¡tdi.sctt tlt: lu ltumun.idu¿l aá Visir,¡nes en ¡tietlnr l'¡
Paleolítico superior. Posteriormente, vcinlc lrril ;urr,, ,rrr,r , ,rr, , é
Irios a encontrar indicios de entierros cie libcr.¿rrl()s. ,rrr,r( ,r sotros mismos y nuestras relaciones con el mundo circundante l'¿rrlit'rr
lectual. Las pinturas de Altamira, Lascarx, (.lrrvt.r,,. ,, ,,,,',,'t11,''',',1',',, Já la verdadera diferencia entre el género humano y el resto de la crc¿rcirirr.
Nuestros atributos físicos y gran parte de nuestro comportarnicnlo lrrr
grutas, refugios y cavernas a lo largo del sLrr rlc Iir,i)l);r y ,r;r..
,rlr,r .,,rr Jf, son excepcionales, incluso dentro de los patrones de cualquier c'spt.cit.
sólo [a guinda de tan magnífico pastel a tístic.. .1,,r,,,, .t. lrrlr,r \ r ,r,,
nada igual en la historia de la evolución human¿r. lirlt'r r;rr ¡ r:, , ,rr r.ll,r de priinates. En realidad, 1o que nos distingue es, sobre todo, nucstrrr
yacen los cimientos de la cultura humana rrrvsvr¡¡1.'\¡u')\r\
Jñ actividad mental, la capacidad de inraginar. A pesar de lo obvio quc l)r.r(.
moderna, rlcstlt. r'|rlr rrr\
lilt.r;rrrrrrr'rrr'r
rtru r lr.
, r

talareligióneinclusolaciencia. da parecer, sólo muy recientemente hemos podido señalar con exactilur
Já I

He aqurí una manifestación de artesanía que nos lr¿rlrl:¡ rr rr:rrr . rlr cuáles son las cualidades mentales que nos hacen distintos. Muchosr tlr.
los milenios. Esa gente no era en realidad tan distirrl¿r tlc lrosotrrr, rrr,.
A nuestros comportamientos son seme.jantes a las conductas que se l)u(.
mos: lo que ahora a nosotros nos parece hermoso, a cll«rs lr.s rt.r;rrlr;rlr.r
- den ohservar en nuestnos primos simios y monos. sr¡ inventiva c irrlt.
herinoso entonces. Aquí, encapsuiada en un breve nrorlcr)r' rlt.l r rt.rrr
añ Iigencia, sus intensas formas de vida social, inclurso su considcr'¿rblt,
po, reside la esencia de lo que nos hizo ser I r que sornos, l. c¡rrc éxito evolutivo como grupo. Sin embargo, estamos muy alejaclos tlt.
,i,,,,',,,,.,, aÁ etrlos, distanciados por el universo mental indeflnible que reivinrlit.rr
[e produjo al ser humano tal como lo conocemos hoy cn rlí
el floreciiniento rle la culrura que nos hace, ae una manor.,, ;,l,llli,l,l,i, ' f, rrlos corTlo proplo.
pero muy cierta, completamente distintos de cualquier.otr¿r es¡x.r.i(. Fara explorar este mundo tendremos que servirnos de cienc[ris rli
\,r\,r Añ versas, cada una de las cuales nos proporcionará sólo respueslas ¡lrr
y, en realidad, de cualquier especie que nos haya prececliclo
c, lrr lrrr,,;r - ciaies. Durante las últimas décadas hemos sido testigos dc asorrrl»o
historia de la vida en la Tierra 4 sos avances en muchas disciplinas, desde la genética y los e stLrdios tlt'l
Pero ¿quiénes somos nosotros, esta especie de artist¿rs y
r)o(.rlr:, , , cornportamiento hasta la psicología. Todavía estamos digiricrrrlo srrs
¿cómo llegamos hasra aquí? ¿cómo es que esros pinror., añ
las cuevas rlel sur de Europa demostraron en aqueilas gru ";,i;l;:,;;i. clescubrimientos y aceptando sus implicaciones. Las cie nci¿rs h¿ul rr'vo
trezahaceranro riempo? ¿De dónde procedían?
¿y por orutl],I'i iil,, af, lucionado tanto y de fbrmas tan distintas nuestra cornprcnsit'rrr rlr.t¡rrit.
nes somos, que la imagen que tenemos de nosotros nlisnros, lrsi't'ol¡ ro ll¡
de todas las especies que han existido, tuvieron 1a iapacidaci clc
t¡. jirr Jf,
sudelicadaimprontatrasdesí?ylo uélohicit.lrrI
que tenemos de las otras especies con las que comp¿lrl ilrros t'l ¡lrirrrlo y
Esre libro es una odisea, un viaj cl l'uturo, se ha vuelto confusa. Sólo trenzando cslos ltilos rlis¡rrrr.ri ¡r.,
*.;;;;;;r;;,. a-
lx*:ffii'*,:#ff"L::::üÍJ'"3,",xJ:il,3"T:til;Hlliil,I;:
de todas las otras especies con las que compartimos elplaneta?
Dacl6 c¡tre
r- tlromos adquirirunacomprensión cabal de clLlL< ('s lo r¡trc nor lr:rr,. .,,.r
lrl r¡uc somos.
Ntlestrahistoriaha sido larga. En cicrto st'lrlirlr). ( ()rr('trlo lrr, , ',,
nuestro origen fue similar al origen de cualqui". ot u forma dc aA
-
s('rtl¡l y cinco millones de años, cuarttlo los rlilrr)iiiurrol r('( o¡rrrrr 1,,,
virl¿r. lro:lr¡ttcs tropicales de Europa y Arrrtír'ir';r tlt'l No¡lt.r.rr :;u llrtlr,,r rrlrrlo
¿,c(rrrrr nos cliferenciamos del resto de las
¿En qué moment, tltl JA rlolttitriotlcl planeta.Nuestrosprinrcrrrslurer'slr()ii,;rlx'lirsr('(()ro, llrlt,,
nu('slrir lrislorirr cvolulivu irparccieron estas "rp".i",
difererrcias qr", ('()nr()¡r'i lttittos,brincabanporlosítrh«tlcsy los:rrlrrrsl()s('()nrolrrll;rr l:r,,
r.rr rlt' l:rs rlt'rri:; t'r i¡rrrrrrrs'/ y, r¡rrizri r:r pr.t:gunrr ¡rírs sugesr,r""i:lilXilii. JA
aa
rrrrlill¡rs rltr lroy en día. Más tarde, ck:s¡rrrés tlc ltr t'xlirrt'iorr rlt' lo:; rlrro:r;rrr
'""llf i':,,:.:1:"';:;.: l:::;."': ;i:::::,1'll:,:::i;:lf::,1::]:,1:,,I.,ij,,111iii,1,,,,,,,,,,,, r ros, t'slos lluuttíl'eros primitivos somojarrlcs il :rllilllrs st'rlivcrsrlrr';r¡orr

rltlt;ullt'si¡ilosycv«tlucionaronconstittrycrrtlounll,r'r.rlx)tlt'irrrirrr;rlt'srrrrry
' Ilr ilf lr t l, rrr' ''r,'ilrlrr,r'.r I lttutr,ttt,r rrr'rrr't¡rrr,, ( ()nrr)tr.¡ttrt.r ¡lt¡t.srrts
Il,rrl'r Ir' illr I'rr r |'rilil' rrrr r ¡¡ l,r , ¡rrr,r, trl,rrrrrr'¡r.rrr.rrr¡¡t:il sorlrt.n. aa ¡rtris¡tt'to. Sc: coltvirtioron en los antellitslclos tk: los nlolr()ri y los sirrriol

J- r¡rrc lroy r¡os l't:sr¡lt¿ul t¿ru fantiliares.

J-

16 La odisea de La humanidad .r
Mucho después, de seis a siete millones clc ¿rños ¿¡lrirs, rurr¡ rlt, ,,rr,, ar 2
numerosos descendientes comenzó a desarrollar nucv¡ls t'u¡rlirl¡rrh',, \'.
lenia pero persistentemente, su linaje empezó a dil'crcr¡r.ilu'sr.rlr.l lrr a1
familia de los otros simios africanos, los chimpancós y los ¡iorrlrrs Al
principio, estas innovaciones evolutivas se limitaban a s«il«r un()ri ('lln
Jñ El simio erguido
tos rasgos casi carentes de interés relacionados sobre totlo t:orrcl ¡rr»,u
a la postura bípeda, pero finalmente comenzaforr a aparocot't-'t¡¡i¡r'lt,l tr,

ticas genuinamente novedosas dentro del linaje: un cerebnr c¿ul¿r vcu ruir:. JÁ
grande, el manejo de herramientas, el lenguaje y la cultura. Illl riltil¡rir
instancia, el resultado de este linaje es nuestro artista de la cucvir y, ntits
a^
tatde, nosotros mismos, los humanos modernos. El camino quc nos ('on
dujo seis millones de años atrás desde nuestro común antepasirtlo, t,l

simio africano, hasta nuestra especie fue un camino incierto, nlullr¿rtlr r
por el azat y las catástrofes que nos condujeron hacia pautas cvoluliv:rs =q
J^ §n medio de la bochoruLosa calidez, de la sctbana africana, diminu-
inesperadas. No trubo una secuencia de cambios determinaclzl c¡uc: lros r-¿ tos diablillos de polvo corretecLban nerviosos por el paisaje,'ic-
lievara inexorablemente de simios a humanos con divina t'atalidirrl. Lr r
añ vueltos por unos vientos ligeros y efímeros que parecíctn originar,sc tla
que ha habido siempre es el eterno caos.
añ la nada. Más alLá, el volcán que luego sería conocido como setrlirnrjn
se alzabasobre la planicie, lanzando rugidos interunitentes. l)c futbcr

Así que tratemos de imaginarnos en el desconocido entorno de las ¡rl;r añ prestado más atención, esa docena de siluetas que marchaba a trut,t;,t.
del llano en dirección a la arboleda que había al pie de la ntontuñu ,s.t,
nicies boscosas del este deÁfrica, aproximadamente hace tres millorrcs
y medio de años... Está cayendo la tarde, el sol empieza su gradual tlcs añ Itubiera pensado dos veces pasar la mañana al aire libre. pcrut tl tlftt
había empezado como cualqwier otro y ellos estabctn uto.s'lurttl¡ftttlrt,y tt
censo hacia el horizonte. En la distancia, una brillante nube de c¿rlor' Jrn la irritante cantinela de gruñido.s irregulare,g de lu ntottlui'ttt, tt.\t (lu(,
se condensa sobre un número de formas pseudohumanas que dealrrhrr
lan por el paisaje boscoso. añ continuaban su camino, sin sospechar lo qu.e ucr¡nlt,t.t,t.ítt tlt,ttn tnt,
ruento a otro.

añ Entonces, desde las profundidades de kt tt¡rlt':,tt li,t.tt,,t'ln'. lntt t,,tttt


me burbuja de ócido caliente se desprentliri tlt l(t,\' (,nlt tttttt,¡ tlt,l t,ttlt tttt
an y explotó, vomitando en la atmósfcru rttttt ttttltt, tlt' ('t,ilt..tt, t,.tl,t,tt,\ \,

añ lava. El penacho de humo y r:enizlt,r (ltt(' .\'(' t,lt,t,tt tlt,t't,tttt,\' tlt, tttilt,¡ tlt,
metros volvió a precipitrtrse u liarrrt (il ('u(',\'li()tt rlr, ,t'r',r¡ttntlt,,\, l.,t nttut

Jtt dt¡ unalluviade polvo nagro qut t'ubriti utttt'ltos' liiltitttt'lnt,t'tt ltt t¡,tltttttltt
Iil pequeño corte.jose datuvo ('()ttt() tut ,solt¡ ltotnltt't'tt olt,¡'¡,¡'1,,tt'ltt tttt)tt
JA Iuñu a lravé,s dc lu lLanura.
ltt:; c,:le rk¡rc,s y la,,s ¡trecipit.ttt:iont:; r'r¡nlittu(tt'()n tlttt'ttttlt, ltttrtt ltt
añ Ittnlt. ()tttlu ex¡tlosión cn el inle rir¡r tlcl. wtlctítt, t'utlu t,s'tttllitltt tlt't.t,tti

añ i.tt t'tt llttmrt:; t¡ut brolaba a travé,s del crúter, c«du tle,st.ttr,qtt tlt' ltn,tt r¡trt,

E--- aÑ
-f-
I B Lct ct¿li.sect cle la humaniduct aá El ,'imio ergwido l9
vertíctlengua,sdefuegoporlalad.erade lct.ntr¡ntttñtt ¡tt'ttrltrt t(yt lttttt,\t\ añ urru LLwvicL ligera qwe rápidamente h.umedeci(t la alfombra de cenjzl,t,s
mos d.e pánico entre lctfauna de la planicie qu( ,\(, ltttllttl¡tt tlt'1,,t1,, l t,t
noche.fue especialruente angusÍiosa ¡tara el gru¡to, (lu(, ,\.t, tnut'ntt'ntt añ sobre lct que caminaban.

para dormir.robre las ramas bajas de unos árboLe,¡', (ilttt(lilt' ltt ilttt\tt
ría no pudo conciliar el sueño debido a los Jbbriles brutttitltt,s tlr, lt t n tt ttt
aÁ Entonces la montaña ktnzó una serie de violentos estallidos qut
rtrrojaron enormes torrentes de lava, ceniz.as y vapores. El inesper«kt
cslru.endo los sobrecogió y uno de ellos se detuvo para ver qué ocurrírt.
taña. Y los que a pesar de todo lo consigt Lieron se rlespt'rlttlx ut t t tn tt u nt t
mente por los gimoteos de los más jóvenes.
JÁ una manada de caballos de una es¡tecie hoy extinta {ttravesó en estuttt-
pkb el camino clue el grupo venía siguiendo, r¡terroriTados por la.s t't,
cwanclo despuntó et día observaron el paiscje a rrr^,ti,s'trt' rtt tt,,, F plo,tiones del volcán. Una densa nwbe de gases descendió por la Laclent
neblina que lo envolvía para decidir qué debían hctt:er l)t,,s'tlr, ,1,,tt,1,. da lct montaña, cubriéndolo todo a su paso. El trío aceleró lct marchtt,
se encontraban, su ruta cotidiana los hubiera conducitltt (l¡tl,t't(uut tt

rrtii,s npremiado aítn pttr alejarse de aqcLel sitio.
te al pie del peñasco, hacia una zona cle higueras cuyos J'r'ut(),\' t,,\'rtu ttut
J^
eru¡lez,clndoamadurar,peroelinsólitoComportamienkldal(lltl(,ttttt
ña no tes iffindía demasiada confianla en cuanto a seguir ,,,,',',,','t' ,' ,i,i,i,i,:, aÁ l)cro nunca lo consiguieron. Atrapados en ia asfixiante nube de polvo
no. Cuando eL sol comenzó a calentar el terreno fueron clt,,st t,tttlit,tttl, y gases calientes que había arrojado una explosión especialmentc vio-
uno a uno de sus refwgios nocturnos. Muchos de ellos ,st l)u,\tt,tttn tt -ñ lcnta, perecieron bajo el furor de la montaña. Sus cuerpos y sus hucll:rs,
recolectar los pequeños frutos verdes que cwbrían los arbu.tlos tlt, lt t¡
alrededores. otros se agacharon en el suelo para mirar.fijtuttt,tttt' lttt
añ l'i-iadas pof un baño de lluvia, fueron cubiertos por capas y czr¡-ras rlc
ccniza que la montaña arrojó durante días en cada una de sus lcrriblcs
cia la montaña. Algunos recogieron piTcas del polvo giii qu, t'ttl¡rtt af,

nlanil'estaciones.
(lasi cuatro millones de años después, una rnañana clo :rgost, tle
x:":;::i"';",:;:,U",i!!!;,1áÍ'ff:';,';;l:i:;,:,;;::;':i,,:;i::,:: ',:,',, l()7t1, la cazadorade fósiles Mary Leakey descubriría csas rlisrn¿rs lruc
decisión. La atmósféra se estaba volviendo densa por el ¡xtlrut rt,t.f i lllrs al quitar las capas superficiales de la tierra en busca clc li'rs i lcs cll r r r
xiante y un acre regusto a quemado les inundaba la boca, lo ¡4tu.,r.¡ttrtrtt af, r

Irtgar hoy conocido como Laetoli, en el norte de Tanz,alti¿r. Iillrr .y sus ;rylr
y la.s fosas nasales cada vez que inspiraban. El aire se eslctba vt¡lt,it,¡ af, tl¿tlttcs fueron desprendiendo con crecientc ¿rsonrhlrr lrrs t'ir¡rirs rk. l;rvlr
do irrespirable.
Finalrnente, dos ancianos comenzaron a caminar en dirt,t.t.ititt af, volc¿inica enclurecida hasta comprob¿rr r¡rrt: lirs ¡ris:rrl;rs rlt'srr¡r;rrr.t'ritrr
lltislct'ios¿tlrtente bajo el borde de l¿r cxcirvlrc'irill. l)t'st'r¡lrr it'rolr r';¡r,l t ¡lt
opuesta a la montaña. El resto del grupo los siguió, internánckts(, t.()n
recelo en el polvo que cubría gran parte del paisaje. Al principio utttt. af, t'ut:ltlrr rrcll'os clc huellas conservacl¿rs llirjr» lttlt ('irplt rh.t.r.r¡¡z;r
Altot'lt rtos tnaravillamos dcl r:s¡lcr'llit'rrlo y n():l l)rt.¡,urrliunt),,;r( (.t( ¡r
chaban en orden, esforzóndose por huir de la opresiva atmós.fbrut dt, lrr
mctntañq pero enseguida cornenzaron a disgregarse en pequeños gt.u
af, rlt: los st:rt's:tllti¡lil-l-los (luc tlo.iirtrrn cs;ts llrtt'll;r:l llrrlo lrt'ltr¡ro;tlr;r,,. nur.tr

¡xt,r, continuamente retrasados por los más pequeños. A media muñttutt


It¡tlttvftt ¡xulftt di,sf in.quirse u lr¡ le.jo,s a dos adultos y un niño quc t.ttttti
a- It':tsn's¡tititllit¡lcl itirovir:ilrrkrtlt':rt¡rrcllll;rrr¡lrr',;rlt,¡irrr,t.:l lorrr,o,,'li¡rlrr
Itl t¡ttt: ¡xrrlt'tttrls s¡tllt'l t's (lu('('sirs t'¡lrlulrs llrlnt;u'r)il l,;ul(.rlc lrur.:,llrr

ttttl,tttt t'tttt lt'ttlilutl: lo,s tttlttlltt,s,s't,,qttfttrt cuidutlo,samente fut,s hualfu,y tlc


It,\ ttlt.,¡ r't'l tttttt'lt,t,'1t,, t'tttttittttltt tt tttt ltttltt, ut't,n.útt¿lt¡,gc u tt(t.t,.t tt ttl
Ja iirlxll ¡',t'ttt'ltlrl¡1it'tl, l)r'r() rrtnr('ir ¡rrxln'rrrrls t'sl:rr st'¡irrtrrr; rlt';r (ltr(.('rip(.('r(.
¡rcl'lt:ttt't:it:lr¡r tri si sr: t:nr:ucnlt'lIt ('n lllrr.lr rlirt.t.llr t.¡lll't. lrr¡soltos y lo:;

,t:tttttt tlt' ,'lltt¡ \'rtlt'lrltlrltt¡t' llt',t!tt Ittltl t tttlitttt, tlt'tt.ti.l (.()t¡() ('()t.tl,,\ilr(,1
Jñ lll()ll()s tl si. ¡xll't'l t'olllt':¡r'io, t'onstiltry()r'(,n unl t':lut:t s(.('lutrltu ur t¡trt' st.

,ll,l,t tttt tttt ttttt I r r¡lr


'tllttttt\ l,r, \r, lt,tl,lrltt ttt tt\lunll)nttltttt lt¡,¡.<,,¡.lt,t
Ittt¡ t rlt ltt tltrtr)lttlltl I l, t ¡,tt tlrtl¡tfit ltt tttt\ ttlt.ttt tttl ('t¡t¡t,1...t,tl..tl(,t.
añ cxlittgtriri lllttt;lto:utlcs tlc t¡ttcl tturrslrrrs irrrlc¡rirsltkrs:rtk¡rrilit.l:rrr lir ir¡r:r
t'iclrci¿r tlc l«rs sirrri«rs.


---- _ Ja
20 Lct odiset de La humanidad
.L
.) El simio erguido 2l

La anatomía de una diferencia .á biólogos, la evolución constituía un hecho lineal: pensaban que podía-
.á mos medir las edades relativas de las diferentes especies, simplementc,
Los humanos somos clasificadores por naturaleza. A lo largo do lrr lri:, comparando su grado de complejidad. La raza humana, por mucho l¿t
toria, nuestros antepasados clasificaron con facilidad las especics rlt' Jf, más compleja, debía de haber existido desde mucho antes que cuttl-
plantas y animales que fueron encontrando a su paso cuando cazabirrr y
recolectaban en los trosques y las florestas de los cinco continentcs rlt'l
mundo. Estas clasificaciones naturales se basaban, como hoy en día. t'n
rá quier otra, ya que tuvo que disponer de mucho tiempo paraavanzar pc,r
la gran cadena del ser desde sus etapas más primitivas (presuntamentc,
formas virales) hasta su pináculo final (la deidad misrna).
la semejanzafísica. Se asume que las especies parecidas están ern¡rir Jñ La situación cambió dramáticamente en 1859, cuando el biólog«l
rentadas de algún modo, un razonamiento natural que aplica la dedut'
ción en nuestra experiencia cotidiana: los retoños suelen a pareccrsie
Jt Charles Darwin publicó su obra señera, El origen de las especie,s. Lit
opinión de Darwin se distinguía radicalmente de la visión de sus predc-
a sus progenitores, sean éstos humanos, animales o plantas. En funciírrr Jñ cesores porque argumentaba que la evolución no era lineal y progrc-
de esas semejanzas, quizá fue inevitable que los humanos nos cor)
sideráramos radicalmente distintos del resto de los animales. De hechr r
aÁ siva sino que más bien avanzaba mediante bifurcaciones' Además, cl
cambio en la apariencia de una especie (y,en última instancia, la evo-
compartimos similitudes inconfundibles con los simios y los monos.
que innegatrlemente fueron nuestros primos zoológicos, pero esa sirn i
Jñ lución de una especie completamente nueva) se debe, según Darwin, it
tuna selección natural sobre los rasgos ¡'ansmitidos de los progenitorcs
litud se detuvo en un punto, pues las diferencias entre nosotros y ellos sc
revelaron cadavez más marcadas. Nosotros fuimos privilegiados cor)
Jñ a la descendencia. Al cambiar su entorno, las especies se vieron l'<¡rt;t-
clas a adaptarse y tuvieron que adecuar su fisiología y comportamicntrr
cerebros voluminosos y una gran inteligencia técnica: hemos fundaclo JÁ ¿r las nuevas condiciones de vida. Las especies que no lograron adaptrtr'
ciudades y naciones, hemos construido templos y presas, hemos cruz;t- se se extinguieron y sus linajes se perdieron para siempre.
do los mares en canoa y en barco y hemos descubierto las más podero- .Á Una sorprendente consecuencia de esta nueva perspectiva [uc t¡ttt'
sas armas de destrucción que el mundo haya visto jamás; poseemos
lenguaje y cultura, hemos escrito obras de teatro y hemos hablado de los
JA Ios humanos no constituían, por tanto, la cima de la evolución: totllts llts
cs¡'rccies supervivientes eran en principio igualmente <<buctl¿ts», l)lr('s
dioses y de la idea del bien. Además, obviamente, hay diferencias físic¿rs: .Á yl su mera existencia implicaba que Se habían adaptado hiorl l l¿t t'ort
caminamos erguidos, mientras que los simios y los rnonos corren cn tliciones actuales o, al menos, alas recientes. Incltlso lirl'ltllts tk'virllr
cuatro patas como proverbiales bestias silvestres; no somos tan pelLrdos JÁ (lu(r ya se han extinguido deben ser consideradas cxil«rs¡rs ('n lt:t tttttto"
y gozamos de una coordinación que nos permite arrojar arpones o pic
dras con una precisión intencionada.
af, t'voIr¡tivos. Los dinOsaurios, porejemplo, lejos dc scr tII¡tlt'sltslIt'r'voItI
livo. constitUyerOn, en realidad, Un éXito: vivit'lrtl¡ tltll;tltlt' ltttlt ltr¡
Estas diferencias entre nuestra especie y el resto de la creación filc-
ron, por supuesto, reforzadas por la tradición judeocristiana (si bien no
at rruis lit.rrr¡-lo que el que hemos pasado los sc:¡'cs l)uttt:tnos t'olt:'lt lt'l;tttt lr r
rros t'l ¡rt:rk:stal de la creación.
cn todas las tradiciones religiosas) partiendo de la creencia de quc los Jt L¡r collsccucncia más decepcionanlc ¡lrt':t l:t rtutlit'ltt'lt vtt'loI t;ttt¡t r lt'
Irurniulos tíriun«ls, cn cicrlo nlodo, más amados por la divinidad, pucs
Iutllr;urtos sirkr lrt'rt«lecirkrs colt ult ¿tlltt:r iltsuflarla cn nuestro cucrpo l)or ai l)rlwilt lirc irctrs<l la afirmación dc c¡uc los lltutuutos ri()nlos sittt¡rlctttt'tt
Ic llr srrllcs¡lt:r:ic: tle un linaje en el gran dcsf ilc tlc lit vitltr. l,¡t t'slll lx' lll¡r:,
rrrrir rrri,otrrl;tl¡lr'¡r( ( r()rl rlrvrrrrr llll l;rs ¡rr:is;ulli¡,rlrs lc:orílrs l-riolr'rp,it'rrs
rlr'l '.r¡,lo \ \ lll \' l)t ntr tlrro,, rlt'l :,t¡,lo tt\ ,,('( ()ni,t(lt.r'trll:r r¡ut: l¡r t:volt¡r'irill
Jñ ('('t('lnit it llos«ltros pareCía Ser la dC l<ts ¡'ll'itttlttcs y, clllll't'llrls, los sl
Ini«rs t:l'tul llucslros parientes más pr(lxirn<ls, clc nl¿¡llol'l¡ (llt('llo trltttttos
r t¡t lrtul,¡ t\ it \ rlttr lu', lrrrrrr,rrtu,. r ll.,ltlul;ut clt'r,ll:tlo iltntt.rlittl;ilnr.lt
lr iltlr ilrrt 't 1il, rtill'r l, ,,,1lr.,illrr t,r,l,,,, lrilt I)til,, l,lt¡;t t.:;ltll; l)ill|t(.t1 )S
Jt t.ltlr¡lrt:cs, conlo habíamos creído durantc sigl<ls, cl protlttcto tlt' lttt:t t'l t':t
cirin tlivillir cspccii,rl. Sólo éramos otra clase tlc silnio. Nttcsll'it ltislot'i¡t
Jt
\-
Jt
22 [,a oclisea de k¡ ,n¿*anidad afl
-E
EL simio erguitltt
tenía que estar íntirnaütente retracionada con las histrri¿rs tlc ,l,rs t.:,¡r,. Jrf,
cres emPai-eníadas. Chimpancé
Fese a las implicaciones derivadas de esta nueva corccl)(.r()r, I()r, Jf,
clasificadores zoológicos (o taxonomistas) decimonónicos conlir¡u¿uor
t Jf, Bonobo
situándonos en una rama aparte en el árbol de la evolución clr: Irs ,r.i
mates, desde la que ocupábamos una posición de n,,ri,,l,:¡, , ;fl
entre los monos (figura 1.a). Esta perspectiva r. "upt"ro", Gorila
-untruo
re Lina década.sin embargo, ta verdadera imporrancia de *
mía fue ":ffi,|jli;lli
ieoría de la evolu< ''
iecc <te anrepasado
] f, Orangután
siini Ap ""*il"l,11il,l;
os evidentemente *ar"g.or_ ff,
des, re i clasificadores una
clave entre los humanos y nuestros primos simios: n""r,o'J.'fil".nn.o,,] Jf,

Humano
"r
;il#J§,TI":H1fi:iIIM- Chimpancé
chimpancés comunes y ff,
-los
Ios bonobos-, el gorila y er orangután) compartían un esiilo de loco-
moción cuadrúpeda upoopiudu priiciparm3nre para trepar i;;ñ;, f, Bonobo

f::i ;:,:T:ü::TJ1": j:""3"n#J,i:"J',JJ":fl1"j[:;:::ilJ"3i::


"
rn Humano

i¿tffir"?*tr
La conclusión inevirable es que el ,írú;:T:::pasado común
los humanos y los linajes de grandes simios fue anterio r ara s
de los o.ungrt*"s y los otros grandes simios africanos ("r
especies de chimpancés, el chimpancé común y el bonoüo
enrre Jf,
r""i:?i1t:::
=
Jf,
o.úi*pun- Jf,
cé pigmeo). como el ancestro del orangutánapareceen l¡t«;Ultlrl. Nuestrarelaci(¡nconlossirrios.(:t)1,:rt'ol¡r't'l)(r()trlt:trltrtolt,tlr¡tt,
los registros fó-
siles asiáticos hace aproximadamente quince milrones o" roSrl*
ár- fr ¡lrcvaleció aproximadamentc h¿rstrr l()lJO: cl lirrrrit'ltrrtrrrrno t'sl¡t rlt:'lltrtlr'tttr'tt
tt'l'cl¿rcionado con las tltt'lts cLliltll) t'sPt't'it's tlt'¡',¡¡¡¡¡111'r tiillllo\', rlt' lo" t llltlr"'
comú"
,I :',","',il;ii:']l,ll"lif,ff,[ffi1lJ.::;:':,:'timo
L:r lilirrr:r ¡lrr¡t.sll.r ulltr fllrnili:r ttc siruio
antepasado
rn rrrrtrs[ros ancestros sL scpanlron llrrcc t¡rtos r¡ttint t' lllillotrt's tlt'lttto:, (lr) Llr lrrtr'
vlr t'r»rtccpcirinircc¡ttuclaapirrtirtlc I()tl0: losst'¡'t'sllt¡¡¡t¡tt¡ost':;l:tr¡tosttt¡t\(",
llt.r'lrirnrctrtc crrrpirrontaclos con cl clritttJltucri, t'l r'tl¿tl, jttttlo t'ott t'l liot illt, r'ott
¡t", lr;r,;l;rrrlr. rlllt.lr.lrt r;ltlos; ll:tr.t. r.ltltt. r¡ttinr.
lor r urr t.l ¡lru ¡xl tL: grirnclcs sirnios ¿rl ric¿utos t¡trc: tlio ot'i1¡ctt it los lt't's Iir rlt it's lr:rt't'
ttt;t rlr r'll¡r,, lut¡tllt(.nlr.rlr.r lvo cn l;r:, (.u;tlt()
t.lrlrr.t'ilrt'o y sictc rnilloltcs clc ¿rños. ljl ourrt¡ltrti'irl sc st:plttti tlt' los ()l t1)s ittl
l¡tl r llllll 1,t,,, uiltrr I lllt,,, ltr,\.llllr.llltit,, (lll(.
('('slr()ri rlr'r'slc gru¡ro hitcc: ttltt-ls t¡ttiltct,: rllillolttts tlt: ¿titos.

A-
21 La c¡rlisea cle la hwrnunictact
Ip
T* El si¡nio erguitlo .t'l
*
fr
de una serie de especies hoy extintas, hasta rarazahumana. qcrrótico de los años cincuenta condujeron a la idea de que el ADN
etrt.t.r *. -'csils
gistro fósil esté completamente desprovisto de homínidos rt:torcidas e inmortales cadenas químicas contenidas en cada célul¿r viv:r
crtrc .sl¡rs;
(lr.rc poseen la información necesaria para la conformación de n¡-tcvos

* r'uorpos- debía ser considerado como una especie de relo.j biok'rgic«r.


Esta idea surgió del reconocimiento de que la estructura deI critli
* go genético puede cambiar a través del tiempo. Esto ocume cuanckr st'

*+ ¡rroduce una imperfección en la replicación del aoN


c¡ue
-las
moléculirs
constituyen el código genético- durante el proceso de replir:ir
citin (un proceso al que llamamos, en ese caso, <<rrlutación»). En muclrirs
ñ
#
Jfr
ocersiones, aunque no siempre. estos cambios no afectan a las funcio
ncs del cuerpo y estas pequeñas diferencias genéticas individualcs sc
¿rcumulan durante generaciones como una suerte debagaje genólico.l
C'omo la fiecuencia con la que se producen estos carnbios invisiblos cs

Jf, c¿rsi constante con el paso del tiempo, las diferencias entre dos inclivi
rluos cualesquiera representan una medida bastante fiable del.ticrrr¡ro
Jf, c¡ue hace desde que tuvieran un antepasado común. Esto contrasta, ¡ll
srrpuesto, con 1o que sucede con un trozo de ADN que codifica Llna l)iu'
Jf, tc clcl cuerpo: en este caso, el nivel de éxito con el que funciona esa ¡rirrlt'
tlclcuerpo afectarádirectamente a si ese gen específico pasaráo no lr llr
Jf, ¡tcrrcración siguiente. Como resultado, la selección natural
-cl ¡¡rirrr
.f, nrccanismo darwiniano qr-re lleva al cambio evolutivo- puedc firrziu' :rl
r:rurrhio. Si están bajo selección, las frecuencias genéticas ¡-rucrlcn vir
Jf, ri:rr ruuy rápidamente cuestión de unas pocas gencracioltcs
-en
.F
Un imprevisto genético rt I ('rrsi todo nuestro material genético constituye una espccic tlt: lrrrlirri,' irrlr:r',
{ ('n(l('nl(' tle I pasado. El genoma humano (la sr-rma total de toclo cl AtrN tlt' nr(':,lro,,
.',1 ¡r;rrt'stlt'tromosomas)contieneelequivalenteamilmillolrcstlc¡it'rrt's, lx'r()r,()lo
Esta teoría no fue desafiada hasta
* ,rIr( )x u r;r( l;lrrrt'nlc treinta mil participan en Ia producción dcl cucr'¡xr lrru nru ro y lor lr r',
r

sese nta. ',rr', ;rlrlrulos lil rcsto -- conocidos en la jergabioiógicaconro <<AoN lrrsurr,, l)iur'
t:u¿rndo clos gcnetistas californiano
ftrvicrxr * r r' ',r'r rnl t orrrllinircir'ln de elementos estructurales y virus quc se ltirrr irrt'or¡ror rrrlr,:r
llr osrrrlí;r rlt. srr1lr:l-i r.(lltc nu(:stro ¿u nur'',lro /\t)N (llrlurlc r:l ittnremorial tiempo transcurrido desclc cl srlgirrrit'nlo nrr;nr(,
ios viviri

h
* rlr'l,r vrrlrr l',slt'.,¡lrN bitst¡r¿t» pcl't1lat1eceinadvertidocnsu guirritlir trrolt'tuliu, rr'
r orr('l(l(, lr;rlrrjosrurrorrtc su camino a través del tiempo cvolutivo gltt irrs tr l:t t rr

¡r;rr rrlrrrl rt'¡rorlrrr'livlr tlc su huós¡led. Como la mayorpartc(lc cslc lillo (l('At)N r() lr('
l(' r('l)('r( usi()nr'r; l)irrir cl cucrpo, no se ve afectado por la sr:lcct:irin rr¿rlur:rl, rlc nrotlo
* (lrr' \()l() irliur('l los ¡troccsos clo mr-rtaci(rn internc¡s. Es éstc cl scgnrcnlo tlc AtrN t¡rrt'

,+- ',rcrrl:r llrs llrst's ¡rirrir cl rcloi lnolccul¿tr.

r!t-
2ó Lu o¿lis'ecL de Lct ht¿¡na¡id¿td
fr
+
.F
El simio e.rguído )/
mientras que, ctrando Lrn gen es neutral a estos eloclor; y n() (". r,,lr' l,r ¡rrr listc haliazgo echó por tierra io que creía¡nos saber sobre la taxonottlí:t
siónclelaselecciónn¿xtural,susf,recuenciascarnbil¡rrsofrlrrr'rrlr',r¡r,rrtrr rlt: l«rs primates y sobre nuestros propios orígenes. Le.ios de constilttil
de las gradLlales acumulaciones de sus mutacioncs. *
uli¿r rarrla aislada con una larga historia evoiutiva propia, el linajc Irtr
Precisamente este proceso de lenta acumulaciritr (lc (]r.t or t's, rl,' r, ¡rlr
ca fue lo que Sarich y Wilson pensaron que podí¿r provc('r rrt,:- rlt un;r
Jf, rrurno estaba en realidad prof'undainente integrado a la familia de los grittt-
rles simios. Más aún: fue específicamente dentro de la familia dc los
suerte de reloj molecular posible de ser utilizado para t(rr'on:rtrurr lo' Jf, ¡tnrndes simios africanos donde los irumanos pudieron desarrollltt'sc
tiempos de separación de lina.jes vivos y próximan'ientc orlrl)irt rrtrrr l.r, (l'igura l, b). Las pruebas moleculares demuestran de manera inequívrr
Lo que desalentó a la comuniclad científica especialista r,lr cvolut r,rr Jf, (';t que los forasteros en el banquete familiar fueron los orangutancs, Il()
humana fue que la fecha de la separación enire los sinrios y lo:; lrrrrrrrr
nos que sugerían los análisis nioleculares era de tan sóir¡ trcs rrrillorrr',,
Jf, rrosotros. Fueron los orangutanes los que tuvieron una larga historilr
cvolutiva independiente, aislada en tierras asiáticas durante unos qtritt-
de años atrás. Fara aquellos que habían creído durantc clécaci¿rs (lu('('rit:r .F cc rnillones de años, lejos de las poblaciones ancestrales de grandcs si-
f-echa se situaba entre hace quince y veinte millones de años, (()nr() :,(
reÍ1eja en el registro fósil, esta nueva f'echa increíblernerlte ccrcluur lr' .fr rrrios africanos, de Ias que también ellos provenían.
Esta inquietante conclusión originó tanto una reescritura de Ia cl¿rsi
sultat-ra absurda. Tan absurda, de hecho, que se sentían inctriuatkrs ir rlt'l
preciar la validez de ia tecnología genética moderria. Obvi¿rnrrlttt', rto af, lrcación zoológica de los simios como unadrásticareevaluación de ttttcs
t¡'lrs relaciones con ellos. En realiclad, la relación entre ios humanos'y l«rs
vaNíala pena desperdiciar quírnicos en algo que arrojatra resu lt¿ulos trrr
dispares de lo que reflejaba el registro fósil. 0 el reloj sencill¿tnrcnlc n()
r
Jt t'hirrpancés era tan cercana (cou u.na coincidencia del 98,5 por l(X) tlcl

funcionaba o el calibre estaba equivocado.


Al final tal vez inevitablemente- resultó que los genc[istirs tt.
.F n »N, según afirman los extensos estudios que se han llevado a caho) tltte

¡lrrccía que en realidad los hutnanos éramos tan sólo Ltn¿t siLlor[t: (l('
-y
nían razón. La original idea de Sarich y Wilson fue conf-irmacla: cl r'«:lo j af, t'lrirripancé llevado al extremo. Lejos de ser nuestros primos, los chittt¡r:rlt'
t'tís constituyen, taxonómicarnente hablando, nuestr-a especie hc:t'ltllttl;1.
molecuiar parece funcionar y puede ser utilizado para determin¿rr lrr i'
cha de divergencia entre dos linajes. Los humanos actuales y los gnrn
f

JA
des simios tienen, en efecto, un origen ¡nucho más reciente dc lo r¡rrt'
nadie había irnaginado. Y, aunque la estirnación de tres :-nillt¡nr.rs; rlt.
F El rnosaico de la evonución
años para el úitimo antepasado cornún entre chirnpancés y hun-lzu-urs; trr';r
inexacta, realmente se trataba de una fockra mucho más próxilna clc lo
af, Si los hurnanos fuéramos tan sólo chimpancós rttucltrt rtuis tlt'srtnollrt

que podía inferirse a partir de los fósiles. Las mejores estirnacioncs :r(. J4 rlos r¡rrc cor-npartiéramos un antepasado corrttin t'on los t lttttt¡r;rtt,,",
rrtlulllr's,¿,cómodeberíamosconsiderar¿uLr('slr'onur:;;tltli1,¡¡1¡;¡¡¡1 1',1¡rr
tuales para este antepasado común sugieren que tuvo qr-le haber vivitlo
hace entre cinco y siete rniilones de años. Cuantos más segn'len[os rlc 7at lo:;il, t'l rrrrslralopiteco (o <<mono del sLrr»), ('tty()s tlt's¡ro¡r,rl ltltlt :,lrh,,lr'
r,r'nlt'lrrtlos clt muchas regiones dcl sutltrslc tk'Allir'lt t'lt,'l lr¡rrr:,, trr:,,,
crontosolll¿ls se analizaron, más tendían a converger las estimnci()llr's
t'n t'slt' ¡rt:l'íorkr crtrcial. En términos geológicos, por supuest«r, Lltl l)(.
a4 rlt l ullirrro siqlo'/ Los primeros c.jcln¡rlitlcs tlt cslrts ('sl)('( t("r tlt';ttttlrrll,r
r()r l)or lrr srrh¿rnlt africana hacc irprrlxilrurrllurrt'nlt't'urrl¡o rrtlllottt", rlt'
ttotlo ltilt ('s ('()ttt() tlt ¡lt'sl:tiir'o. l)r:sJrutls tlo lorlo, l«ts primaLc:s h¿ul t.xis J4 ;ur()r, y los rrlliruos se extinguicron llitcc lll)('nils I,.1 rrrillolt's tlt';tttt,:,
Itrlo t ottto r",lx'( t('(ltll;utlr rrt;rs rlr's('s('nlit y cilrt'o lnill«ltcs tlrt:ritos.
l'r ll l,t r {rltr lll'.1¡tt ttt,t',,t',olt¡lrtr,',;r rrl tcl,¡rlt lr) lu('(1il('llrs ltilltuUtos a4 '
r lrllr tllt,' lll't r tttl,t¡ ttl,r(lr,', (, .r!r r ll,lr nl,il¡t()', tttt;tttlr'¡r;[;;trlotolttult
lll'l lrrlrlllr lrr,¡¡l¡, ,l¡¡¡¡¡¡,¡¡¡,, rIl rllt,l,,,lll.to,ottt.l olltttl',Ul;til
a4 y r'rr lo,
lo.,tt'tit'¡llr'srloscubrimient«rsliisilcsccreltlel l;t.go('lrttlt'lrt'lot'slr'rlt'Al¡lt:r
nr()nl( s'l'tr1,r.'',, c¡l Kenia, han cl¿ttkl it e()n()c('t- lo t¡trt' llrl vt'u lt'st¡llt tl scl los
rnrr¡nlrosrrrrs¡rr rrrrilivosrlccstltf iunilia,tltrhircrrunr¡sst'isrtlillorrcstlc:trtos
J4
L Jt
28 La odisea de la humctnidacl
r#
ür El simio erguido 29
La sabiduría popular ha distinguido siempre a estas especies de los
otros simios que poblaron los bosques africanos en la mism aépoca.La
Fo tenecieron a un grupo más grande, el resto de cuyos miembros no debí¿r
de hallarse demasiado lejos.
clara diferencia entre los australopitecos y los simios corrientes radica *, Pero lo importante es que podemos ver la clara impronta de unas pi-
en que los primeros solían ser bípedos. En otras palabras, caminaban
erguidos sobre sus dos piernas exactamente como nosotros. Debe ad- :t sadas muy similares a las humanas
-con
el pulgar al lado de los otros
mitirse que sus caderas no estaban tan bien adaptadas como las nues-
tras al modo de caminar que caracteriza a los humanos modernos (ca-
an dedos en el extremo del pie- que no
simio, más parecida a una mano
-con
se asemeja en nada a la pata dc urr
el pulgar desplazado hacia ol
racterística que no se daría hasta la aparición del primer miembro de F talón-. Nuestro pie alargado, con el pulgar unido a los otros dedos,
nos permite dar pasos más largos y firmes porque nos proporciona un¿r
nuestro género, el Homo erectLts, que no se dejaría ver hasta hace apro-
ximadamente dos millones de años), por lo que tendería a arrastrar los Jf plataforma que permite darnos más impulso al caminar. La presencia
de estas huellas sugiere que la postura bípeda antecedió al menos v¿t-
pies más que a caminar en sentido estricto. Esta modalidad quizá cleri-
vara de su vida mucho más aérea y de su extraordinaria habilidad para
IF rios millones de años a los más remotos comienzos del desarrollo dcl
trepar a los árboles. En todo caso, con toda seguridad no eran cuadrúpe-
dos habituales como los otros grandes simios.
at tamaño del cerebro y la utilización de utensilios complejos que condu-
jeron en última instancia a los humanos modernos. Este descubrimicn-

Todo esto quedó de manifiesto cuando Mary Leakey descubrió en ;f to fue en sí mismo una sorpresa, ya que las teorías anteriores sobre los
orígenes humanos solían considerar que el aumento de la masaccrc-
1978 aquel sendero de huellas enterrado bajo la superficie de la tierra
en Laetoli. Allíestaba la prueba inconfundible, congelada en el tiempo e Jt bral, la postura bípeda, la caza y el desarrollo tecnológico formaban
ignorada durante casi cuatro millones de años, del paso a las especies
bípedas. Estas huellas no reflejan los inestables bamboleos de un simio
I parte del mismo complejo adaptativo. Lateoríatradicional suponía quc
Ia postura erguida facilitaba acciones tales como arrojar con ef iciclr-

cuadrúpedo que caminara distancias cortas sobre sus patas posteriores 1' cia las lanzas y los proyectiles de piedra que nuestros grandes cerehros
habían ideado paÍacazaL De hecho, las pruebas indican que todos cstos
a causa de haberse quemado las delanteras con lava. Este animal esta-
ba acostumbrado a caminar sobre dos pies. Las pisadas no muestran fl rasgos fueron desarrollándose poco a poco en un período de v¿rrios lrri-
llones de años.
ningún signo de prisa o inestabilidad, sino que siguen un camino a tra-
vés de la planicie, un camino atravesado por las huellas de una especie
J,f, Con mucha diferencia, el primer rasgo que se desarrollti lirc lir ¡los
tura bípeda. Además de las huellas de Laetoli, conl¿ur)os con l«rs rl¡rlos
de caballos hoy extinta, iluminando por un instante en el áspero relam-
pagueo de un antiguo volcán el paso de uno de los homínidos bípedos
J4 del tamaño y la forma de la pelvis y de los huesos dc las ¡'ricrrrirs tlt. krs li'r

más primitivos. Aquí, uno de ellos se gira para ver lo que debió ser una .f, siles más antiguos de los australopitecos quo vivic¡rrn ¡tlx.rr¡ts rrl¡lrrrros
cientos de años después que los indivicluos tlc l.¡rcloli. l,os sil¡¡ios t'ot¡r
especialmente v iolenta o fal v ezpara vigilar el
e aproximaba y que,llevados por su propio te-
Jf, parfían con los monos cuadrúrped<)s r¡t-tit ¡rclvis lirrliir y l'irrrr r¡rrt. l)t(,lxl'
cionaba puntos de anclaje a unos c:t-r¿rrlos lrirst'ros ¡rn'¡l:rrrrr k rs ¡lrrl'rr lr r.¡rrrr
s aplasta. Uno de los adultos pisa con cuidado
sobre las huellas que lo preceden, de modo que a veces sólo se pueden
át a los árboles y correr a cualro pitlirs. Li¡ lirnrr¿r irltrrliirtlir ltrs rl¡rll¡r ¡t slt v(./

vcr dos ti pos dc pisadas, una grande y otra más peq ueña, quizá deun ni ño; Ja unejeparasostencrlastri¡-rits. l)orclcr¡nlr'¡u'io,lit¡rt:lvistlcloslrunr¡uros
lnodernos, y la de toclos nucstros iurccslr'os liisilcs, irrcluirkrs los ¡rrrsl¡'¡r
J4 lopitccos, ticnc una lbr¡na ¿rhucc¿ul¿r prc¡lrrltll ¡larl scrvir tlc ¡llirlirlix'rr rir
cst¿rblc ¿r l-in clc cc¡uilibrar el pcso clcl lrorrco, y un¿l conLravitl¡rtl t¡rrc sil'.
Ja vc l)¿lr¿t protcgcr l¿ts vísccras, cluc clc otro nrrxkl so rlcrranr¿u'íiur ltaciir ¿ttlt:
litttlc: y h¿tcia las rodill¿rs (unit inr:rgon realrncnlc clolorr¡s¿r clr c:l c:irso
,;
Gl
30 Lo odisea cJe La humanidqd
+
ü El simic¡ erg,ttidct .i I

de aquellos individuos cuyas tripas sobrepasan tal cerncavidacl). Estos añ ron origen a los chimpancés y a los gorilas perrnanecieron bien instala-
rasgos están rnuy asociados la cualidacl bípeda. La pelvis alargacla y ilr:l-
gada de los monos y los simios no proporciona uua base suficicntemenl_e
estable para el peso del tronco. Además, la partc de la pelvis que sobre-
añ dos en Ios boso,ues y apenas tenían necesidad de recorrer distancias so-
bre el sueXo.
á En ocasiones puede conternplarse a los bonobos r¿tt,it
sale por detrás de las piernas obstruye el rnovimiento cuando se yergue de sirnios que guarda mayor semejanza con los [¡11¡¿¡6s- recorrcr'
-qutzála
el cuerpo. En la forma cóncava de la pelvis de ios humanos modernos, Añ grandes distancias erguidos sobre el suelo del bosque, a veces llevanclo
las uniones de la cadera están mucho más separadas y no hay nada que
pueda entorpecer el movimiento de los muslos al c¿rminar. añ larnas en una mano. Parecen tan increíblemente humanos cuando reali-
zandichatarea qLle es difícil no cl'eer que se trate de un grupo de austra-
Los simios, como especie, también se caracteriz¿tnp<:r tene[ Llnos
muslos muy desarrollados que permiten gue ia masa clel cuerpo se aA lopitecos. De hecho, uno de ios rasgos que hacen que los bonobos sc
parezcar, tanto a los humanos es que tienen las piernas mucho más l¿rr'-
pegue a los troncos de los árboles cuando trepan por ellos. Dr: hecho,
sirviéndose de los fuertes músculos de sus hor¡bros para elevarse y
añ gas que las de los otros dos grandes simios africanos, sus especies hcr-
rnanas, el chirnpancé común y el gorila; este rasgo los hace pareccr'
abrazando el árbol con las piernas, los simios se apoyan sobre slls cuar- rnucho míis ágiles y dan la impresión de ser más pequeños que los chinr-

tos traseros para escalar. se trata de un diseño muy eficiente que les
permrte tepar por troncos verticales a una velociclad considerable. No- añ pancés cornunes, que en comparación parecen mucho más macizos
y rechonchos. Otro rasgo iinporiante que diferencia a los bonobos clcl
sotros también podemos hacerlo, pero no col] su clestreza, ya qLle nues-
tros huesos largos y f,nos hacen que nuestro centro cle graveciacl perma-
añ lcsto de Ios simios es su capacidad para bloquear las rodilias. iV[ientr¿rs
r¡uc tros otros simios las doblan un poco al caminar sobre dos piernas,
nezca siempre bastante apartado dcl tronco del árbol y no podemos .ñ los bonobos son capaces de enderezarlas totalmente, lo que les pernti-
ejercer la suficiente presión con los pies sobre el tronco como para quc lc rnantener la postura bípeda durante n-rás tiempo.
éstos soporten nüestro peso. (Debemos recurnr entonces a atarnos un .ñ Pero el paso definitivo hacia la cualidad bípeda que caracteriz¿r rr
trozo de cuerda alrededor de los pies para que estos pueclan ejercer Ia
presión necesaria sobre el tronco del árbol.) Ei primero de estc¡s problc- .t Ios hulnanos modernos estaba todavía lejos: su primera aparición t: n los
r cgislros fósiles data de los primeros miembros de nuestra propia cs¡rc-

mas se poire de manifiesto cuando intentarnos agacharnos con Ias plan-


.f, t'it:, cl l{omo erectLts, hace aproximadamente dos millones de años.'lir-
tas de los pies totalmente apoyadas en el suelo: la longituci de nuest¡.os
muslos hace que nuestro cuelpo quede demasi¿rdo atrás con respecLo .a tl¿rvíu sc requerirían algunas modificaciones en la estructura an¿rlrinri
t'ir. lirr los seres humanos, los huesos de los muslos se juntan h:rt'irr
a los pies, haciendo que perclamos fácilrnente el equilibrio o gu9 nos
duelan ias espinillas por la tensión cle los múrsculos al intentar manlc-
ner el cuerpo en esa posición. Los simios, al tener lo,s muslos más cor-
a ;rrlt'rrlrr tltr l.n¿rnetra qlle es posible unir ias rodillas. En los silt.rios, t'r¡
t';unlrio. Ios hucsos de los rnuslos se encuentran siturados vertic¿rlnlt:¡l
lr' ¡ror r lt'lr:rjo tlc su punto de conexión con la cadera, de modo (lLtc cuiut
tos, no experimentan ninguna complicación al hacer este ejercicio.
á r lo r'¡rrrri nrrrr t'r'lirr irlcls se les tuerce el cuerpo de un lado a otr<l ¿r lir llrit

[-os australopitecos tenían muslos más rargos y brazos más cortos


c¡uc Ios sinrios, señal de que, aun no haciéndolo tan bien como los ho
f, Itcrrtlt'r¡n rr;ltint'¡'o ¿rl dar los primeros pasos entierrafirme . lilr cl r';rso
rlt' los :rnu()s, sirr crrrbargo, cstc barnboleo responde al hecho tlc r¡trr: l:rs
l¡líllitLrs ltl¿is l¿¡l'tl í«rs, csl¿th¿rn más ¿rcostumbr¿rclos a caminar erquirlos.
I lll;t rlt' l;ts l:lzr)tl('s (llt(' l):l('('c llrht'r'¡r:rr',ir c:sllr nlor)or r:llcicltci¿r cs (l¡(:
f, l)r('rril\ y los ¡rit's sc cllt:t-rcrlll'¿rn a los lados del eje central dcl cr¡rrl'po,
¡ror lo r ¡rrt' r'l ;l r i lr ur l r:sl li ohl igackr a inclinarlo a cada paso par¿l l lcviu' t.l
lrr',;lllr,ll;tlo¡rtlr'r't):. irtttr lt'rtt¡rn u¡¡ t'slilo tlt'virlrr ¡xrtt.ilrlllrc:lllc:tt¡l.r:e, l«r á t t'n lr o r lt' 1ir ;rvt't llr« l sohl'c ol ¡-ric qLle apoya para evitar c¿lcrsc. N ucsllr rs
r tt¡tl lu', lt,tr l;t lrttt,t¡llr|', l);tt;r l;t vrrl;rctrl;r ,,rrllrrn:r( onrot'lt lr¡s lrost¡ttcsr¡rtt:
l¡¡', ¡url, ,ttt l',rt , I r rrillt¡il trl. 1,t,, r ,,1)r,, tr.,, lr,.lttt:ll;lt (lu(. il¡:ts lturlt: tlic,
3t tttl¡slos ('ur.v()s lurr:r:n r¡rrc ntrcstros pics cstén uno-junto al ollrr r:rr lrr¡:,lrr'
rlt'st'¡xtt'lt«lr)s l)()r'l¿t lttcrlitla clc: l¿r cadera, asíc¡ue al cantin¿¡r sírlo lr¿rcr:
\f,
rf,
32 LcL c¡disea de la hwmctnidud
P
f' l'.'l .sitttitt t't.t¡rritl't i i

falta una suave oscilación del cuerpo para mantonct'cl ccltlto rlt' 1' ¡ ,¡1 , ¿
dad equilibrado sobre un pie mientras elevamos cl o1r'o ¡r:tt:t tlrtt cl ',t
gurente paso. ¿
E,sta inusual estructura nos permite recorrer grairdcs tlislrutt't¡r', r'tt
posición erguida sin ejercer demasiada presión sobre las ¡rit't'rrlts y lr,',
¿
músculos del estómago que sostienen el peso del cuerpo. IJstlt ¡rt'r¡ttctr;r ft
pero muy significativa variación del diseño anatómico coincitliri ¡rr olr;r
blemente con un cambio en los hábitos de aprovisionamiento, ¡r:tsrtttrlo
de jornadas cortas dentro de un territorio reducido alrededor dcl rrst'¡rlrr
tJ
miento, en las forestas que rodean el bosque, a un estilo de vicllr rttuclto
¿
más nómada, basado en migraciones más iargas hacia áreas clc rccolt'r'
¿
ción más alejadas. Esta transformación del estilo de vida parecc coirtt'r
a)
dir con la dramática inestabilidad climática que tuvo lugar hacc cclt'rt rk'
dos millones de años, que hizo que el clima africano se volvicut nur',
frío y seco. Como consecuencia, la superficie boscosa se redujo y lor.
simios que vivían en los bosques, así conro los austraiopitecos tlr-rc o('u
t
¿
paban las forestas, debieron expandirse hacia las planicies. Parcct: st'r
que, bajo la presión que produjo en ellos el cambio del entorno, ztl¡r,tt
nos australopitecos aprovecharon la ventaja de su adaptación parciitl rr
a-t cu¿rnto 1a criatura pudiera sobrevivir fuera del
útero materno, termln¿tll
Aun así, el f'cttr
'

rlo el crecimiento del cerebro después del nacimiento.


la postura bípedapara explotar los hábitats abiertos con más eficicrrcirr ¿
aún. Por el contrario, las demás especies de grandes simios se retrolri¡
jeron aún más dentro de los bosques, limitando sus espacios geogriil'i- ¿
cos al tiempo que éstos se reducían.
¿
La singular concavidad de nuestra pelvis constituye un doloroso
recordatorio de que la evolución es un proceso gradual. La mayoría rlt: ¿
los primates dan a luz de rrranera relativamente fácil y ráprda. Para los
humanos, en carnbio, el parto exige un verdadero esfuerzo. Esto suc:rr- ¿
de porque, en nuestro caso, la cabeza del bebé (de un tamaño consi-
derablemente grande en comparación con la de un primate) debe salir'
¿
a través de un canal vaginal extremadamente pequeño para un printalc ¿
de nuestro tamaño. Éste es el infortunado resultado del hecho de c1uc,
cu¡rrrtlo nucstra ¡lelvis se curva para actuar de base para el torso y la c:ir- ¿
lrt'zrr, los lrut'sos r¡trtr rorlcirrr t:l clur:rl tlcl ¡rirrto (cl ori ['icio por el t¡rrc
rk'lrr'¡r:rs¡rr r'l rtiiro rrl n:r('('r, silulrtLr t'rt l;r ¡lult' llottl¿rl tlc Ia ¡rclvis) ¡trlr' ¿
Irrr'rz;r ',t'¡rrnl;rtr l'.r,lr¡ rrr) ('rir un ¡rrolrlcrnlr ¡lrrr;r los ituslritlo¡lilccos
Iorlltt(' llr',,,r1r,'z,r', rlr' ',u'. r,r( lr,tu,,r, nr) ('r:rr lrttt l,rttttlt's ('()ilr() llts tlc
tt
¿
JF
-14 ltt t¡di,st'tt tlt lu ltttntttnitl¡ttl I',' I si tttit¡ t' t,r¡tritlo
-)
nacerhastaquecumplenclprirnerañoclovitla.'lirrlrbirinr:spol r'slor¡rlr' .) I ¿u'lt¿trio del cerebro
un nacimiento prematuro es causa de tant¿rs ¡trcoc'u¡r:rci()ncs y cuirlir
dos: los bebés humanos que nacen al final del pcríorkr nonrrirl tlt'¡r,t'r;tlr .)
ción sólo están aptos para sobrevivir; los que naccu al)tos csl¿ill t'('¿rl
mente al frlo entre la vida y la muerte.
.fl 't600

400
Ni el tamaño del cerebro ni la forma de vida de los austrirlo¡rilt' .)
1

cos parecen ser tan distintos de los de sus primos los chirnpiulcris. Su
capacidad cerebral se encuentra dentro de los parámetros dc l«rs ¡iori .fl 1200

Xas y los chimpancés. La evolución del tamaño del cerebro cn cl lirrir


je de los homínidos ha ocurrido mucho más farde, con la aparicirin tle J,T 1 000

los primeros rniembros de la farnilia Horno, hace cerca de dos rnillo


nes de años. Aun así, no empezó a haber un rápido crecimiento haslir
Jf, 800

la aparición de nuestra especie, el Homo sapiens, hace aproxiltracl¿r- Jfl 600

mente medio millón de años. Las tasas del crecimiento del cerebro sc
elevan exponencialmente a medida que pasamos de las últimas poblir-
ciones del llomo erectus (la última especie prehumana) a las más arcai-
atn 400

cas del Homo sapiens.Aunque hay quedecir que el tarnaño del cerebro
J'.
na a\canza su apogeo con nosotros, pues, paradójicarriente, alcanz.(¡ Jrt 0.0 0.5 1.0 1.5 2.0 2.5 3'0 3'5
su máximo volumen entre los despreciados neandertales, hoy extin-
tos (figura 2). aF Hace millones de años

Entretanto, el registro arqueológico parece seguir un patrón mucho


rnás discontinuo. Las herramientas de piedra asociadas con los austra- -rtt Iilt;Una de Ia evolución del tamaño del cerebro en cl lina.ic tlc los
2. El pair'ón
llqrníniclos. El volumen estimado del cerebro de los fósiles dc ¡rblaciorlLrs c()ll
lopitecos no son muy impresionantes y sobre todo consisten en piedras
tan poco talladas que no está claro si se trata de herramientas confec-
.f, cl'ctas de homínidos se re laciona con las épocas en las c¡ttc vivicrotl . Los ¡ttls

cionadas intencionadamente o pedazos de roca quebrados para algún


propósito particular y luego abandonados. Estos supuestos utensilios
at tr.llopitecos más antiguos tenían un tamaño cerebral tlclllro tlt:l t'ittt¡¡o tlt' los
grancles simios actuales (la línea horizontal muestra cl litlllitñrl tlcl t't'rr'lrlo rlt'l
cltimpancé). El cerebro más voluminoso de todtts l'uc c,l tlc los ttt'¡¡t¡tlt't'l¡tk's
no son muy distintos de las herramientas de piedra que utilizan hoy en ú)
a-
(lirrcnte : Aiello y Dunbar, 1993.)
día los chirnpancés de los bosques Tai en Nueva Guinea, en África oc-
cidental, que usan piedras a modo de martillo para abrir cocos. Esta cla-
se de herramientas refleja un modo de vida basado sobre todo en la re-
a) No encontramos ningún indicio de dcsarrollo clt lit v¿tt'it:tl:trl y lit t'-it
litiacl de estas herramientas hasta la aparición tlcl Ilt¡ttttt az'r'lrr,t, ltitt't'
colección de vegetatres comestibles, en la mejor tradición de todos los
sirnios y los monos. La diferencia parece radicar tan sólo en que por lo r+. Ir¡rroximadamente dos millones de años. Con cl Itt»tttt trcclt,t,s ¿ll)ill'(:('L:ll
nrL:nos irlgunos australopitecos lo hací¿rn en hábitats mucho más abier-
los, tlorttlc los fl-ulos sucttlc¡llos cr¿ur nronos cornur.tcs y se utilizabern rt- Iurc:h¿rs de mano deliberadamente confeccionadas, pcro antcs cstas llt:
t'r'iuuiontas de piedra no cambiaron durante dos millones dc ¿tñtls, ¿tttlt-
lu¡rs l'r rtlos st't'os y lirs rtulrilivl¡s nrír:cs srrblcl'r¿ilrc¿rs clc plantas adapta-
rl¡ts rr lt¡rllillrls t'slirt'irllrirlcs.
ap t¡rrc cl tamaño del cerebro se hubiera duplicado en el mismo pcrí<xl«1. lil
t'rul¡[rio rnás significativo en la producción de herramientas de picclrl

,F
"+.
)r
36 La odi,yea de lct humctnidarl
E,l simio erguido .i t
tuvo lugar más o menos recientemente, hace cincue nta lltil ¿rrios, r,ol¡ llr
así llamada revolución del Paleolítico Superion, aproxim¿ul¿rnle rrtt. t.it.r¡ nuestra raza,talcoilio Ia conocemos hoy, ha surgido hace muy ptlco tk'
mil años antes de que el cerebro humano alcanzatasu tam¿rño r)rork.r.lrr cste lina..ie relal ivamenle aniiguo.
tsL Homt¡ erectus fue eX primer rniembro verdadero de nuestro ¡¡cittt'
r

El cambio fue muy repentlno: poreso se considera una revolrcirir. A¡r


ro género Homo- y apareció por primera vezhace unos dos tlli
tes teníamos herramientas útiles, pero más bien rudas; después, lriry -el
rrrr;r
profusión de utensilios de hechura mucho más clelicada (ob.ictrs llones de años. En el millón de años sutrsiguiente se expandió sohl'c cl
¡,:r*.
cidos a cuchillos, perforadores, puntas de flecha) y artefactos crrrt.t.lri Viejo Munclo, desde su Áfoica natal tanto ai este como al norclcslc tlt'
(lhina, en lo que después fue conocido como las islas del archipiólir¡1rr
dos para otras funciones distintas del aprovisionamiento de conrirlir: t¡rr.t.
unos veinte mil años aparecen los anzuelos, las agujas, las f-íbul¿rs y l:rs tlc lndonesra, y al norte de Europa. Es la especie de homínidos t¡ttc lrlr
figurillas Venus. sobrevivido durante más tiempo, y durante el largo período de su cxis
tencia ha conservado, en su mayor parte, un alto grado de estabilitllrtl
En resumen, estos rasgos (la postura bípeda, el clesarrollo del t¿,,ir.
ño del cerebro y el uso de herramientas) que se han considerado rrr¿rr. cn su lornla y estilo de vida, que duró un millón y medio de años. Illl t'l
cadores clave de la humanidad parecen proceder de períodos de ticnr¡,r
basiante distintos. Lejos de aparecer de una vez enuna suefte de su¡rcr.. F lr'¿rrlscurso de tan largo período se produjeron, por supuesto, algttttos
carnbios
-por
e.jemplo, el incrernento gradual del tamaño clcl cctr'
l».o , pero la mayoría de ellos fueron pequeños ajustes en los l'¿lsl.',()s
mutación masiva, fueron surgiendo poco a poco a lo largo de toda nuos-
ü) yu cxistentes y no cambios realmente significativos.
tra historia evolutiva, comenzando más o menos cuando nuestros ¿ur
cestros se separaron de los otros simios. No hay ningún momcnf. JF I lacc aproximadamente rnedio millón de años, una dc las po['rlitcirt
¡rcs ¿rll-ic¿rnas clel Hc¡mc¡ erectus comenzó a sufrir un rápidtl clcs¿trnlllrr
determinado en el que podamos exclamar «¡Aquí ro, .ánr"rtimos crr
humanos!». El momento en el que formulemos dicha exclamación clc- >1 rlt.t t¿un¿tito clel cereitro y ur-ra disminución en el tamaño de su cttcrpo. litr
rlr ¡rcrríoclo rlc tietnpo relativamentc breve, estos catnbios sc oxtclttlit'
pende totalmente del rasgo que queramos considerar <<especialmenrc
humano>>. Tal vez deberíamos ver ra historia de nuestra eipecie
conro
Jf, rol l)or cl colttincnte y hacia Europa y el Oriente Próxi¡no, rcctttplitzlttl
rlo :r lirs pohllcioncs dc Ílorno (rectus c¡ue hasta cntonccs hithíttlt vivitlrl
el desarrollo de grados cadavezmayores de humanidaa que firialmen-
te se reunieron hace sólo cincuenta mil años, con la revoiución del pa_
Jfl ;rllí. llrrbílt llc¡iaclo ll cs¡'rccic cle los llomo ,stt¡tictt:;, ilutt(lttL: llrtlitvíit lt'
leolítico Superior. J1 nlr ltrut'l)os tlc los t'itsqos ltrirrtitivos tlc los Ilt»tto t'tt't'ltt.t,('ottt() llt trrlltls
It'z lísit':r,, illIr l'l'r'lrlt'¡lroilrincnlc y urt t't'rt'lll'0 hllt;l;tt¡lt'tttlis ¡rt'r¡ttt'ttrr
J.4 r¡rrt. t.l rlt. los lrurrr;utos lrrr¡«le l'nos. l'ltl'lt tlisl ittl'ttit t':;lo:i lttl¡tt:ltt()\ llt('l
¡rtr.trlr.,, rlr'ilor-ollo:l l¡tisluos st'suclt'llrtlrl;rl tt llrtttttt \tllttt'tt \;ll(,ll(
()',
Los caprichos de la historia f, 0il¡r'1il,;rr,,r'lt',ttllt;t Vr'r'r'sr'l ttotltltlr'(l('llllll(':,lI'(1t",('l)¡llll(l¡t.lr,', lltttlttt
x sin embargo, los humanos rnodernos sonlos rnuy distintos de nucs- <, It,'t,1,'11,,'t r'¡'l,\l\ (ll¡rl¡rltrlo:,;¡',1 cll llottol ,l llt, llltl,lll;ll('lll;lll,t rlt'llr'trlr'l
lrlt¡'. r'rt ( u\,r', r r'r(;rtrt¡r', lttr'tott lt¡tllltrlrr', l.,', ¡r¡tttt( tu', r'¡r'ttt¡,1;rtr", lt¡',1
tras especies hermanas de simios.
¿por qué?
La respuesta es bastante sencilla. En un sentido, la diferencia cs <t 1r.,,) Nllr ttlt,r,, l,It1il, t'l ll,tttt,tt'tt t lilr r ilttltilttrr \lIll'lIlilr'llt\',t,r,rlrrltrlr'
r¡trr rlu lllrr, ,lr l,r,,rtr¡¡rr lr'nr t,r,l,'l¡t lttlr'\,r (",llr'( lr'V rlrllttlr",t,lrlt'!'lVl,'
rn:ís :r¡raronro c¡uc real: se trata dc una ilusión generacla por
t¡ttt' ltls ltt¡l¡t:tllos lltotlcllros s()n un¿r r:sl)ccrc t¡trc h:r ,:voiuci«rnacl6
el hecho rlc
nr¡y
fl It,r,,l¡t lr¡tr I llilil,,',r',r ill,t l¡il1 ,ttt(|',. r rllllrl(, l.r', ¡rl llllr'1il'. lttlllllllto:, llltr
Ilr',lilil',, ¿rlr,llr'r lr'lIrll llrtl ¡tllt rlt .'rlr't'l ot",lr'
It't'lt'ltlt'ltlr'ttlt'. ('litt() (ltt(' :tl¡ittttos rlt' ltut'sllrls t'ls,.l()s, c:()t)lo la p1¡slt¡.ir
lrt¡x'rllr, sott;tltll,illo'i, v ¡rlolr;rlrk'nrcr¡lc rt'f lt.¡rrrrrrrr¡rt.lírxftr«lc:
f, [Vlrr'r¡lr,r', l;rtrlu, r'tt r\ll lt ;t, l;t ttlt('v¡t ('\lx'( l(' stlll t:t olt:t l:¡l-t'rlt' llt¡lt
i¡lclrs¿r sc
lr.l t llrll rlr' lr,, r)llIrr trtll ('l,,iltrl¡r iltil\, lr.¡trrto r.¡r rrrrr,slr¡t ltisll¡¡.itt.
I)t.l.o JF rl¡r,.r,rllt, tolr ('r'lr;r rlr'tlost'lr'rrlos rttil:tttos ltlt¡tli, ltttit vitt¡:tltlt'lltttt'llrl
rrr,r,,,r¡1rl Y r',,lrllzlrrltr rlt'llr ltz,¡r lrrt¡ruut;r t'orttt'ltzri it tlt'srtltolltttst't'lt:tl
*
1-
.i,\ I tt tttlist't,t tlt, ltt lttutt¿tttitltttl
-+
--- l',1 ¡itttit, ('t.t:ttt(ltt ;t)

stc) y l'inirlnl('n[(. t.(.(.ntl)l;r/(, ;t l:r, ¡ro


Cuerpo voIUlililloso. ('«rrlrlt.lrlos t,r.trr.
--1 r()l)('().j, ;¡s;l;ilrt'or;, lirtsll';tli¿¡l9s y ttrttcl'ic:trtos), trsí t'otno trtt ;',rtr¡ro rlrr,
l)('rs() (lrr('vivcll t'tt los nl¿il'r-tclros sut'tlcl Sah¿u'lr, soll tntrt'lro urilri p;u('
icament«: tltorlLrl'n()ri» (o .,¡ ¡,1nr,, ). t.:lllr
--- ( t(llts ('tl lr:l'ttli¡ll¡s (l('Al)N r¡trc cl I'cst<l rlc los ¿rll'icirrtos. l,os t:rrrrr:rsl;rltt'or,
razase extendió con una velocidad sorprendelltc: cn cicnlo r.irrt.rrt.r¡l;r
mil años reemplazaton totalmente a las poblaciones dc hrrlr¿¡r()s llr(.i¡ f, y los:tttsttrr;tltlcl'ir'¿¡rtos so[1los una subraza rlcl ltrrgo tlc: vru'iirt'irirr t'n
t r»ttllrtllr,',, Áll'ir.',,, y nucs[11) zrntcpasaclo colnrirr cuyos tlttsct'ltrlir.lr
cos de todaÁfrica, a través del estrecho entreÁfrica y llLrr.asiir, l)i¡¡r
entrar en oriente Medio (aquel eterno cruce de caminos clllr-e Alrit.;r,
f, t(:; r.('(:xl)iurrlic¡'ou Itirr:ia cl rcsto del ntunclo- viviri clt Ál'r'ic;l lrlrsl,lr
Europa y Asia) hace aproximadamente setenta mil años. Dcsrlc rrllí. t.s
tos cazadores nómadas y muy organizados se <lesplazarana lr-¿rvús rlt.l
f, lr;tr't'nt;is () nlcr)()s; sclcntil nrilaños, c¿tsi con scguritl:rrl cn lrl¿¡rrlur tt'¡r,i,,',
tlr'l llolrlt,:sle.
li:; t'stc cxtt'itol'tlinltriurncntc rccicntc anccslr«t rlc lris htntuuros llro
sur de Asia, cruzando las vías fluviaies que separan Asia clc Ausrl.lrlir¡
-.J tlt'rttos t'l r¡uc ttos iiyucla lr cxpl icar por c¡ué [cncnlos urrir tr¡lirrit'rrt'irr l;ur
hace sesenta mil años y regresando a Europa cuarenta mil años ¿rlr-:ís.
Hace quince mil años cruzaron el estrecho de Bering, que sep;rra Asiir a.{ rlrslirr(rt rlc l¿t tlc Ios otr-os sitnicls. Los sirnios ¿rll-iciuros clc Iroy t'll tlíl¡ sor¡

de América del Norte, durante un período en el que el bajo nivcl tlcl


mar dejaba al descubierto un pasadizo a través del estrecho. Hace ckrcc
.f, t'l ¡rt'orlttclo tlc sictc rnilloncs clc añcls clo cvoluci(llt ;cont() l:urrlritilt lo
sott l:ts rkls es¡x'r'ic:s rlc chirn¡lrncós c¡uc sc scplu'¿rron tlc l¿rs ol l':rs rkrs rrri

mil años, bajaron por el continente americano para colonizar los bos- a.l llortt's tk'rtños itll'¿is. l)orcl conlrario, lodos los sc:rcs llulnlrnos rrt'lulrlt's
r lt't ir,;¡tt rlt' ulr ¿lrtccstt'o c¡trc vivió h¿rcc apcnirs rklscicnlos lnil luios. llslo
ques amazónicos y las pampas de la patagonia, haciendo desapareccr
a su paso grandes especies de animales de América del Norte v Amó- f, t'r¡tlit'it ¡rot'r¡tttí llt¿¡s ¿tllÍ tlc l¿rs poc¡Lrcñas tlilcrcnci¿rs str¡re rl'it'ilrlr':r
( ( )n r( ) t'l colol'r lt' lir
¡ricl y lirs pnl¡lorcioncs tlcl cucr¡lr lcncrnos lrur ¡lo
rica del Sur.
Esta expansión masiva por todo er globo debe haber ocurrido con
a.f, , rrs; rlili'tt'ucirts crtlle nosoltrrs. No s()nlori oll'¿r r:«rs¿t r¡rrc los lrclrris rlt'l lir'

f, lx rl l',r'ttt'rtlri;1it'o tlt' los lit-lttttlcs sintios, los t'lricos nr.rcvos tk'l l»u'r'io. I il
ltct l¡o tlt't¡tlt'lotlas l;ts r's¡'tt'c'it's t¡uc trtttlro t:nll't'l)osolrrrs y rrrrt'slros ¡lr i

f, rr¡ol, los sir¡rios lurylrttrlcslt¡llttccitlrl llrl lutt't'olt';t r'osrr t¡ut.r'x;t¡,t.ltt llr.;


tlilcrt'ltt'llrs. Si lr»s ttt'ltllrlt'r'lrrlcs o los llttttttt t'tt't'lu,¡ lorllrvllr vtvir't;u¡
f, los ¡rt inr('r()s vivit'lot¡ lr;rsl;l ll;tt'r' vt'illlirlclro l¡¡il:uro:, , l;r lrrt't'lr;r r'lr
l¡r'1():; l¡tiltl;ttt()l; y l0S 0lt()s 1,[iltrlt':; liil¡rto:,,,('tlit ilt('||(l,, r't'¡rlr'ltlr'
años atrás. Este grupo ancestral debió de haber viviclo en África, por-
que es allí donde encontramos la mayor varieclad de aou de humano
-.1
moderno que en el resto del mundo. Todas las razas no africanas (eu- ¿ l ,l llrr:,llr to lut;rl
3. El eorv que nos hace
¿
ser lo que somos contiene 2 as alo_ l'lrl, 'l,il ttilill,rt r l,r ¡r,r¡lr rlr tiltr ,,lt,r lrt,,luil¡t ,,ilt r1, , tt ,tl¡,,,,,r,
l,r I't, tr l¡
.jados en el núcleo de cada célula; a excepción del
heredado por los machos únicamente a través de sus
peq
p
que es
f, I'1, 1,, lrr ,tltrlr tl,rlr ilil,,,1, ln, tuiltIr r ,¡lrr z,t,,,ttllilr,rrl,,¡,t,,,,, 1tt,t,,,1ilt,r

f,
, estos rl' r,, \ r \ rr, ,rrl,tr I ,1,t, rlln,,r t,rz,t rl,'ltilltt,ilt,,., lt¡tlltlo l,ttto¡r,t rl, ,.rlr
cr()nlosom¿ls represertan material genético heredado ell igual grado por
ambos progc_
llilol'cs. Sitt cttthltt¡o, tlrrnhión J)oriccnros pcqucñas canficlaclcs clc aoru en las
tlr t:ts, ¡rt't¡ttt'ttos ot¡';iltttlos t¡uc l'lolrrrr t'rr t'l Iír¡rrirlo t't'lult¡l lut'r.r¡
st'los. lrs rrtirot'orlrllr:rs s()l l¡r'rt'rlrrrl:rs solo;r
miLgco¡-
tlcl nricleo. Un antbos
.t- lrt ¡r, ¡¡¡¡¡'rtl,r ll,, tl,,t ,tlo,',lr'lt,t',l,t llzlr,'l't,,l,ttt¡to¡ ¡'11',,¡,.r'll.rlr,r'ltA,,l:r
I r ltltu rr, r ¡rlr rrl,rl,,ltll;tttlt'r,t:,t llr",r tr'ltlo:, iltll¡ttlr]i,, ('ll (l('( il, (;ilit n¡it:,
llr tttlrr,,l, lrrr¡tt,'llt t';t t'tt,rrlo lttltl lrur¡r;trur lttorlt'llr:t. lltt tcrtlirl;trl, r'l
¡xrrrir rlt.l;t rt¡rrtlrt'; t.l AIIN ltrifocon<lri¿rl,
#
+
;r',1,Itoltotr tonlt lilt t(.f 't:,lto rh.l llrrtr¡t.nt;tlr.t¡ro (ll(.n() t.sllt r.oltl:ul)ilt;ttlo
¡tot lltst.ollt. tr l't',ltu lo',tl ,l, los ltt'lttt«lt'll;tlr's t's urto tlt' los tttt'.ior('s (lu(' lt:ltt'llros,
l,l¡, ,t, t,,¡¡, ', tlr' l;l tr,l[illlilr r toll ,,(.\il;tl
r r)n rr ',1(,', rlt'rurts tlt'rkrscir:rtl():i sctcr)tit irrrlivitluos
I
¡rrocr:tlcrrlcs tlt't'¡rsi
J)i\.lirrr)rlii;/ tir I lr;i'i¡lr

a1- /,lJl()i: )¡lÁ l¡l 1'lrl ill ¡,


q)r§Arrl)i:iJ l,r! t:! ,' {ll ¡r , )¡/ll1
\Jr)ii:ji--l'll)Fl §! r'lI'l r\:
I
40 La otli,st,¿t de lu hurnunitlttd
h
--J l'.'l ,sitttio t't.1:ttt(l(t l l

setenta lugares distintos. Estáclaro qLre no cr-¿llr un llrulx) l)()( () ( ()rrrl


Sin ernbargo, desaparecieron repentinalncnlc dut'lutlc rrrr ¡rcnorlrr rlr
--, rrrotlt'r'nos rlcclinó cn el transcurso de una clécad¿r. l)oslrrriol'lrrt'rrlr'. l;1,

tiempo relativamente breve, hace unos treinta nril ¿rños. Qur. r.slrr r [.,,,r¡,,r J-, ¡rr rrt'lxrs gcnóiicirs moleculares resolvieron la cucstiírn y y'rrrsicrr r ¡ lir¡. r lt'
unir vcz y para sicmpre , a este rompecabezas intclcctu¿rl.
rición coincidiera con la llegada a Europa descle Áfi'i.,r rlc Ios lrru¡rur,,,,
anatómicamente modernos (un grupo conocido como <<cr'ontiur()n(.,,., ), --J lrl cnfoquc tradicional había considerado que las ciil'crcnlcs r':r/,irr
rlt' Ios humanos modernos evolucionaron de las poblzrcioncs locrrlcs rlt'l
hace unos cuarenta mil años, siempre resultó sospechoso...
¿Quiénes eran los neandertales y qué estaban hacicltckr crr lirrro¡r;r''
J¿ lltttttr¡ erecfus, con los neandertales como un eslabón intcrntctlio tlt' l¡r
¿ evolutiva europea. La prueba molecular den-lostrt'r (lr.r(r ('stl
sct:r-¡cl-rci¿i
Los neandertales eran físicamente bastante diferentcs tk, los lru
Ir'or'ía era insostenible, ya que implicaba que todas las razas tlc llu¡rur
manos modernos. En contraste con la graciiidad de nuestro lísir.o. lo:,
neandertales compartían con los humanos más arcaicos de hacc lrllt.tlr, J¿ rros rnodernos habían evolucionado mucho después de cluc lits ¡lohlrr
t'ioncs arcaicas tle Homo sctpiens hubieran desapareciclo dc Áll'icrr. sirr
dor de quinientos miI años una construcción corporal bastan(c nrlrrr:rl¡¡
En especial en los neandertales más recientes, esto se refle-iaha cn ur(,s
+J irrr¡rortar que las poblaciones de llomo erectus se habían pro¡ll,¡¡lrrlo

miembros de múscuios cortos y compactos; adernás tenían cl l'oslro a) nrucho antes hacia los rincones más alejados de Eurasia.
Pero, si todos los humanos modernos era africanos encuhicl'los.
protuberante pero sin mentón,lanariz grande, la frente muy pronurrr.ilr
da por sobre los ojos, el cráneo alargado y abovedado con un bulto cn lr¡ r) ¿,tlírnde se situaban los neandertales? La respuesta la encontriu'írurro:;
('n slr ADN, pero pesar de lo que se diga en Parque jurá.sit'o ll in
a,,'
r
parte posterior de la cabeza y un pecho característico en forrna clc lr:r
¡r«rs;ibilidad de -a
extraer muestras de aoN de huesos fosilizados convit'r'
rril. A pesar de que estos rasgos son suficientes como para haccr irrcotr
l(' oste análisis crucial en una cuesfión bastante complicada. A ¡lr:sru'tlt'
fundibles la mayoría de sus fósiles, probablemente un neandertal hie rr
Iorlo, como los fósiies de los neandertales no son tan antiguosi, t¡ vr'('('s
trajeado apenas llamaría la atención en un entorno urbano moclcnro. =--
Estamos suficientemente acostumbrados a ver individuos macizos y ,-aJ cs posible encontrar fragmentos de hueso o cartílago int¿tcl«rs ¡lot't'l
l)r1)ceso de fbsiiización. Así fue que en los años noventa el gcrrct islrr f irr
corpulentos como para no prestar atención a la distintiva forma dcl cni
neo de un neandertal oculta bajo una rnata de pelo.
,-J lrnclés Svante Páábo y su equipo fueron capaces de extr¿tcr itlllutrts «'t'
Irrlas de la capa superior del húmero del espécimen origirrirl t'nt'onll;rr lr r
Este parecido subyacente en el aspecto físico quizá haya sido cirrr- ¡ t'rr Neander. Se descubrió que el eoN de este ncaltrk:l'lirl rt() ('n(':ri;rlrr crr
sa de que la relación entre los neandertales y nuestros propios anccs-
Ios rangos de variación observados en el ADN clo los st'r't's lrrrrr;rros nrr
J-,
r

tros, los hombres de cromañón, haya resultado difícil de dilucidar..


tlcrnos; portanto, los neandertales no podí:ur hlllt'r'sitkr;rrrlt'¡r;r'r;rrlo', rI'
Cuando se encontraron los primeros fósiles de neandertal en una cucvir
del valle Neander, cerca de Düsseldorf, Alemania, en 1856, al princi¡rio -.J Irls europeos actuales, aunque ia comparltcitill t't¡r¡ t'l ,,tlrtl rlt' lo:, , lurtt
¡r;tncés demostrara que pertenecían intlutl¿thlt'lltr'¡llr' :tl ¡u lrol ¡','lr,',,,,,
se pensó que los restos pertenecían a un humano degenerado (con los
huesos de las piernas demasiado curvados, presumiblemente por rac¡ui- -.J ltico de los humanos. De hecho. l¿rs tlili'r'r'nt'irts t'rtlrc cl ttrN tll l.',
irr.r¿rndertales y el de los sercs htrrt.liurr¡s nrorlt'r lros ir¡rlrr';rlr¡rtr r¡rrc lr;rlrl;rtr
tismo) y robusto. Sin embargo, con el descubrimiento de cada vez mÍs ¿ It-rriclo un ancestro común h¿rcc tutos t¡ttirtit'nlos nril ¡uros y rtlrr;rlr¡rr¡ ,r
especímenes por toda Europa occidental y oriente Medio, se hizo cvi-
¿ t'slc antepasado cerc¿rde lii raí2, ¿urcc:sf nrl tlcl rirlrol l¡rruilirr tlcl llttttttt
tlt:nlc: rluc l«rs nc¿rnrlcrtalc:s f'r¡cron una r¿rza bastante extendida. Entonccs
,stt¡tiens. Se han hecho análisis sittrilaros c()n ()l r1)s cs¡rt'r'ítttt'nt's tlt' ttt'ru¡
st'¡lt'ttsti t¡ttt'litt'rrlt ltls ltltlt'¡rirsirrkrs rlt'los cul'()l)Lx)ri lnodernos, cl¿¡lrlo
¿ rlcrl¿rIes relativarnente recientes, y sicn'rpr-c c()n los lnisnros l't'sull:r
l);tri() ttt;rri l¡ttrk';t l:t cvolur'rri¡r rk'los ('t()nriut()n('s. Aiios tlcs¡luós, olros
rkrs: los genes de los neandertales son suficientemenlc clif'crcnlcs ('()nr()
',()',ltt\'t('tuttrltt(' lrr', rrr'.utrlltl;rlr", lltlrr;rrr ',rrlo un;r lrnt:r t.volulivit cxtiltl:t ¿ ¡rrrr';r cstablecer que quedaban fuera del linaje de todos los ltuntiulos
I l¡t r tr lllr tlt ll, r¡tt,'lt¡tlrl¡¡r ,,trlrr lrt.,,rtrlr'p,r,,;rrlo,, rl¡r.t.l6s t[.]¡s (:¡t1)l)¡.()S
a) lr rot lt:t'ltos.

a4
Y ?
tl
aa]
42 La r¡clisea de la humanidad .fl El simio erguidrt 'l i
tr-a perspectiva actuai es que los neandertales descienden de Lr¡i¿r r¡i fl espectral sospecha de un exterminio racial. Después de todo, nosoll os
gración temprana del Homo sapiens arcaica descle África haci¿r lrurrr
pa. se encontraron en Europa muchos especírnenes fósiles de hunr¿r- .fl *iorr.o hen-¡os sido responsables de extinciones similares a Io litrlt,rr
cle toda nuestra historia como especie; no hay más que recordar
un p:tt'tlt'
nos arcaicos del período comprendido entre quinientos mil y trescicntos ¡4 tristes ejemplos recien[es: ia extinción de los aborígenes australiittl«rs
y
mil años iduos se la exlinción de los indios americanos a manos de los conquista«lttt't's
poco de I os del m I cLrropeos. En ocasiones la extinción ha sido deliberada, como en cl cltstt
distintas subsaha
sentan ras gos típicamente nean dertales (robu s te z, fr emte protuberante), fl tlc los nativq¡s cle Tasmania y de Colonia del Cabo (los hotentotes), t¡trt'
lilcron tnasacradoS haSta el exterminlo por los colOnoS, pero, en oll'its
la hipótesis de que los neanclertales fueron los descendientes de aque-
llas poblaciones humanas arcaicas que evolucioriaron por su cuenta en
af, ot;¿isiones, la extinción de las poblaciones nativas fue un desafortutl¿ttlrr
cf ccto eolater¿rl de la llegada de los inmigrantes europeos. EI int¡-trtcltr
Europa parece razonable.
Y para terminar, por supuesto, tros neandertaies rerativarnente más
a1 tlcvastador Cre 1o que para los inmigÍantes y los misioneros del Vicjo
('orr

recientes revelaron tener una serie de rasgos anatómicos muy distinti- at tiltertte eran apenas enfermedades infantiles como el sarampióll sobrt'
lrrs tribus indígenas de América del Sur ha sido documentado por 'l:rt't'rl
vos. Algunos cle ellos son accidentes indr¡dables del camtrio genético
que sufrieron estas poblaciones al evolucionar a través de tros miienios, sin af, l)il¡nonrl en su libro Guns, Germs and SteeL.'t EstaS enlcrtltctllltlt's
( ontinúan siendc¡ una posible explicación para la desapilricitin tlt' los
tener ningún contacto con los descendientes africanos de los humanos ar-
caicos. otros rasgos (los miembros cofios, el cuerpo macizo y rechoncho
fl rrt.rurrlcrt¿ties, sobre todo si consideramos que los cálidos y húttlctkrs lrrr
ConstltLlycll lll) vt'l
¡rit'os trl'rir:til'los de los que provenían los cromañones
y, posiblemente, el gran tamaño de la naríz) pueden constituir adapta- fl rl;rrlt'r'o t'¿rlclo cle cultivo para este tipo de inf'ecciones'
ciones al fiío clc,los clirnas de la Eciad de {-Iielo en Europa. tr-os huma-
nos modernos cllrc vivicl'on en cntornos fríos, como los esquiinales (o af, lrs ¡rosilrle cluc el lactor climático tambión haya tcnitlo quc vct" Mrr
r lt'l¡s r.lirl ¡i I ictrs rlct¿rllaclos clcl período críLictl tltlc v¿l
ontl'c los cictt lllil
inuit, el nombrc rrhs upr.¡riado con que se ros conoce hoy en día), pre-
sentan proporcioncs corpor¿lcs nluy parccidas; las razas de humanos
.f, y l.ls lrgillt¡ ltril lrilos atnis strgicrolr cluo lits cxtc:ltsiolltls lt:l't'i tot'iitlt's rlt'
I¡:r rrt.l¡rtlt.tlrrlt's r.sllrt"¡¡l lilttitittl¿ts ltitcilt ttl ttot'lt'¡lot'l:ts lt'ltt¡lt'r'ltlttt¡ts
modernos que han vivido cn hihitals tlc artas ratitudes, incl¡"lso por po- .f, ¡ryt r ¡lrlt.s A ¡lt'strrtlt'srr lrtlir¡rlirt'irill l'ísit';t lt l;ts lllti:ts lcttr¡rt'titltttlts' ¡llt
r('(,(. \(.r (llr(. 1():i rrt.rurrlt'r'lttlt's tro ¡'ttttlictolt :tlloltl;tt t'l t i¡'r,t tlt'l lttvlt'l ltrr
cas decenas de rniles de años, con[r-as[¿rn cn su apariencia física con ias
poblaciones de constitución delgarla y clc nrlcrntrros largos, cuyos an- fl ¡r,,r rlt.lr¡¡¡o rlr.urr rrrvr'l t'rílit'o. A ntt'tlitl;r r¡rtt'l;r
l',rl:rrl rll lltt'lo,lYllll/rl
cestros colonizaron los hábitats cálidos y abicrf.os cle los trópicos. Los '.¡1';¡¡¡¡r'll
lr.r ¡,rrr l,r¡,,¡r:r, 1r,., ttt';tl¡tlt'll¡tlt'rl tlt'lrit'l()ll t \l¡;tlt,lll',, Ilol'lr
miembros cortos, diseñados para reducir la pérdida de calor corporal, .)
lr lr,rrr,r,l,ut ,rtl,tt',,,t rlr'lt'ltllol lo',ttt;t',,,tlt,lr'',r'ttl,t¡r'tttlt"ttl't llttIt''t
son característicos de la rnayoría de los mamíferos de altas latitudes.
sin embargo, al final los neandertales se extinguieron. Resulta creí-
fl ,ll,rlr,r Lr ,lutr.,lt,t .rlr rot lt't;t,,tl, lrt,'1,)llo', lrtrl,tttr¡rr, l,r'.llltt¡rr t,t
l¡t,t 1,1,,1,,r1, ,lul,rt¡lr ' ,lr ¡r'tltlrlrr r ,¡lttlrl,tlt,ttt ttttl, l¡,¡ tlr'llll,l,l,, ,t,l,t ,l
ble pensar que hace apenas veintiocho mil años
rnil generaciones atrás- nuestros ancestros se transformaban -aproximadamente
fl rrlt,r rlr rttilrlrrtlll( '.¡r,,.¡lrl, r¡ttr lil', ll(,lllrlrtl,tl' "'' (ll{rllllt'tt'tlt "ltl't
l'lrlr'llrlrl'r
en especies de neandertales sobre el paisaje europeo. pensarlo así nos
poco a poco
fl \, nl,t rlt,r¡,,trlr, 'llllllllll',ll \ ttttllrllllru((¡tll\t",trlt'"
trrtr ltlrr I' rtll.tttlr ,l' lrlo rlt ¡rottr't 't lorl't'' l'r" ' "¡lt t lt"' l)'ll() llll¡l lll( "1()ll
los acerca casi tanto como para pocler alc¿tnzarlos y tocarlos.
que causó que una especie lan cxilos¿r sc cxlingrricr¿r súhil¿rmcnte'?
¿eué fuc lo

La asociación entrc llr llcgirtl:r lt l'.unr¡llr rlt'rrucslrrrs:rr)ccsl¡1¡s clr-


fl rlr ¡rrrJ,r,rlr, ,r,,,ll'.ltl, l.tlrlr',lt l,r r¡rt¡ t'l;r rltllt tl lt t tllx'lillr'('

* , ll,rt lr,trl¡r, ¡rrrr.r,,lr.ll:rrr:t I t)llUrtol¡rl, Atttttt.¡,,t:t'ntt('tlt'\\'tttttt, ltt\t,tt('tlttt,


mañones y la desapal'ici«ill t[' los nr';u¡rlt'r lirlt's sit'rrr¡l't. llir suscilirrl«r lir Itttttt,ttt,t r r//\ ¡/r r/tl¡,,t. I )r'lr:llt , ll:tlt t'lolt:t, l()()l'i (N rl'' ltt I )
*
*
44 La c¡cli.sert da La humanidad
El simio er3;uitlrt 'l'¡
Porel contrario, los cromañoiles no rlebieron vcr-s(i cxlr'('nurrl;urt.rr af,
f,
fl
fl Irircc apenas clieciocho mil años y puede tener algún tipo de relaciírlt t'ort
los cuántos folclóricos modernos de algunas regiones que hablzrn tlc ¡rt'
fl r¡rreños habitantes de los bosques.
La peculiaridad de los tiempos recientes ha tendido a exagerar rltlcs
fl tlr ¿rparente excepcionalidad y tal vez ha sido responsable de crcitl'llos
rlur itlc¿r falsa de nuestra irnportancia. Como si fuéramos hi.ios úrrit'os
fl ( l(.
l);l(lrcs ya mayores, los seres humanos hemos
dado más de un clolol'tlt'

f, t ;rlr¡z¿t a nuestros vetustos parientes. Invariablemente asutnilllos


:;()nros nrerecedores de una atención especial.
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I l'l r¡',o r o¡ltol,rrIrrlr,l lrlr ¡,¡ ¡r.¡¡¡,, . rl;rl,u rlr. l:r,, r¡lllrl;¡s *
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¡rolrlltt.iortcs dt, Ilonto
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Wtagia de la ffIente

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nasadizos de la cuevu'
Se dctu
'ro!Prin'averttl'
rarse
tvieian a aco stumb
que e
con Punta de sílex
ma
a levantó con una
siemPre que la cogía'
1nn.ra
Paclre' L't 'ida enmás cle una oca-
en
Y era szt s cavernas' I-anzo
'sión' más
al ras desde la Parte
su
rnano, emPrendió
cilta clel valle hacia .t,llegti (t urt ¡lttt¡ r'tt lt¡
Transcurrid'awna ('('tt(t (ltt('lt'ttitt tlt'lttttlt''
t¡rilltt'se dctuvounra st'ttltttltt'lttlltttttlt¡ltt tttt'
l't¡t ttllí t ('r('(t s( t'(ítltt
¡'t'l ltttlttlttt'
l"l ttt ltsttt \t' tlt t'l''t¡ tl"l
tlt'ttttlt("\tl(''(l('l('ltit;tttlttst'rll'r'(r"\'l)tt''(l(l(t'ltttllttttllttr'tit'ltrttlrtr¡ttt'lrt
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ttttttlt't¿l ,\r'rr'\r'l1'l "1"'
ttlttt'tltlttttttt't'tlltt's' lilt's-
'stttttit)ttttttt\lttttlt'tttttit¡tlt¡'lt'l'i''ttt't'tti'lttlittttl¡it'ttltttl¡ttttlttstttrl'¡t'tt"s'
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¡l'ttl t ¡: t

Ittl' ttttt tttt isittttt'\


48 [,u odi.sctt dc ltt hutnunidttrl
Mtt,riitr tlt ltt tttt'ttlt, ltl
Jaldas que confeccionaran con elLa se ra,s'gctrían en,.scguitltt. lint't »tlu t¡ ttt tt t
buena piel no era tanfácil como para ser negLigenrc en ,;u clulxtntt'ititt.
d ft'rtrtt'r'cl ,scltt¡ unte el pensarn.iento de lo que podría.sut'ctlt,rlr tt ltt ttitttt
t'tt los uñ.o.s venideros.
A pocos metros de las mujeres había dos niñas muy cott((ttrnttltt,t' é
en un monloncito de piel vieja" Unct de ellas sostenía el bulut (tt unu
mano con lanto cuidado como el que hubiera tenido unct madrc ('on ,\tt
f,
recién nacido; la otra acercaba el borde de un pedazo de piet vic.itt ttl f, llc muy sencillo que se puede poner en práctica colr cr¡irl
ac¡uí un test
r¡rricr niño. Sally y Ann son dos niñas. Sally tiene una pelota; l¿r cscorr
extremo de una ramita que a.somaba por debctjo del mr¡ntoncito da pia-
les, haciendo ruiditos como si e.stuviera succionando. Sumergíu t,l .1 rlc rlcbajo del cojín de una silla y abandona la habitación. Micntras Sirlly
r:sl¿i ausente, Ann coge la pelota de debajo del cojín y la esconrlc c:n t,:l
borde de la piel en un recipiente de madera lleno de aguay vr¡lvíu ct
acercarlo a laforma inerte que asomaba bcjo las pieles. Las dos niña.s f, clitin de los juguetes, al otro lado de la estancia. Más tarde, Sally rc¿11.c
gorjeaban como para animar a comer a lct supuesta criatura y ob,ser-
van atentamente su tesoro. El líquiclo se deslizaba sobre la superJicie
f, srr u la habitación. ¿Dónde cree Sally que está la pelota?
Aproximadamente hasta la edad de cuatro años, cualquicr niñr¡ cli-

de la rama cuando la niñct exprimía la pieL mojada para verter ag,ua .f, rírr: «Sally cree que ia pelota está en el cajón de los juguetcs». [_Jn ¡riilo

allí donde estaría la boca. La niña se rió y retrocedió. su compañeru


también se rió y cubrió la maderifct con. el borde de la piel. .r tlc esa edad todavía no es capaz de distinguir entre su propio coltot:i-
rrricnto del mundo y el conocimiento que otros individuos ticncn tlc lrr
lc¿rlidad. Fero entre los cuatro y los cuatro años y medio el niñt¡ atravic
,4poyado en. su lan«t, el a.rtistct se paró a observarlas. La mós pe-
queña era su hija, la otra era su prima. Se maravilló con sws juegos y
f, srr Lrna rápida fase de comprensión. Más o menos a partir dc los cur¡tro

pensó qLte esos delicados montoncitos de carne y hueso que chillaban f, irños y medio, respondería alapregunta diciendo que Sally crcc r¡uc lir
¡rclota está debajo del cojín, aunque él sepa que no es así. E,n cstc ¡'rrrlt-
y berreaban con tanto entusiasruo aL nacer pronto se convertirían en pe-
queñas imitaciones,de mujeres adultas. No parecía que hubieran trans- .F trr, cl niño es capaz de reconocer que otros individuos pueden tcncr un:r
crccncia sobre el mundo distinta de la suya propia; una crccllciir t¡rrc.
currido tantas primaveras desde que naciera su hija, cada una cJe ellas
marcacl.a por sus anuales visit¿ts a la cueva donde el artista pintaba el f, slrbe (o, al menos, que considera) faisa. Es entonces cuando sc clicr: t¡rrt: cl

mundo de su imaginación. ¿cinco prim(tveras, tal vez seis? Na tenía im-


f, rriño l-ra adquirido una <<teoría de la mente»: instintiv¿urenlo c:orrr¡lrt:rrtlc
t¡Lrc los dernás tienen mentes propias. no muy distilrl¿rs rlc lo r¡ut.t(l t.x
portancia... ['o que realmente lmbía t:ontado para él era la milagrosa
aparición de aquel montoncito con apariencia de muñeca de las entra- ¡f, ¡tcrimenta como su propia mente. Esa forma de cnlolttlillrir:lllo, llltrn¡r
a veces <<lectura de la mente>> o <<mentalismo», consl ilrryc un r'ír,i,lo n( )

.t
tl¿r
ñas de su mwjer. Había sido testigo de su tenaz desarrollo de bebé a niña
tirble y crucial de la psicología humana.
pequeña, de niña pequeña a casi unajovencita que parecía una versión
en miniatura de su madre y que, a su vez, jugaba a ser madre de un iner-
te trozo de madera.
¡F A este tipo de test se los llarna pruchas clc «lirls¡r t'r't.crrt.i¡r,, lx)t,(lu(,
I)¿1ra superarlos el niño tiene que comprcnclcr t¡rrc olro ilrrlivirlrro ¡rrrr.
tlc tener una creencia falsa (una crecncia r¡rrc cl rr iiio st:¡llr (lu(. (.s lrrlslr o,
En otros ocho o nueve años le encontraría un compañero. {Jn hom- .¡ Itl tnenos, una creencia distinta dc lo c¡ur: r:l rriiio consitlt'l'tr vcnlirrlt.rrr¡.
bre.joven y fuerte de otra tribu. .luntos le darían un nieto que él podría I lay rnuchos test semejantes. Otro se Ilanr¿t ol «tost rlc los Slnlrr'lit.s". ltr¡
ilt(('(r (il ,\tl,\ rtxlil.lu!¡ y que le alegraríct la ve.jez. pero el camino estaba .¡ cstc test se le muestra a un niño un tubo de conlitcs Slnal'lics y st: lt: ¡rr.t.
llt'tto tlt' ittttrtitlutttlrft's .y ri(.\,go.t, pcn.,sri c()n. un suspiro. euién sabe qué
l,t'ttt'lut,¡' \, lt ilutlttt'ittttt',¡' ltt (',\'1,(,r(ttt, r¡tttí ltttit.irttt(ru,\ ntíc:e,r puedenhA-
rJI gunta: «¿Qué crees que hay en el tubo?». La rospuost¿r ilrovil¿rhlr: t.s

r].
«t:on f i tes>>. Entonces se quita la tapa del tubo y se le mucstra al n i ño r¡ rrc
t t'tltt ltit¡tt','tn t'tt t'l t'tttttitttt. tlut'1,(li,\nt,¡'lttttt.t't,ltttn t,n lo,t lenebro,sos
t'rr rcalidad contiene lápices. Después de volver a poner la tapa so lc tlicc
lt¡trt¡llt'\ lnt lt,\ t utllt't ltt t'ttltt t'\lir,ntlt',t'tt,¡,¡'t,tttlt,kt,¡... Ilntt ttrru¡4u lc rrl niño: «Ahora voy a llamar a tu amigo Jim. ¿Qué crees quc dirá .li¡¡r

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50 La orlisect de la hümanidctd fl Magia de lct ntentt \ I


que hay en el tubo?». Hasta los cuatro años, la respuesta que darír cl n irrr » afl r, ci:eer, pensar, querer, desear, esperar, proponerse algo, etcótcl':t.
l-rt:
será invariabler-nente «lápices», porque no podrá cliferenciar s[r cqrror.i
miento de la sitLlación del conocimiento de otra persona, pero pasados ail listá relacionado con el hecho de ser consciente de los conteniclos tlt'
la propia mente. La intencionalidad puede ser concebida como ull¿l s('
los cuatro años y medio, cada vez rnás convencido, dirá: «smafiies».
Los test de este tipo se han convertido en verdaderos indicadorcs
f, rie de estados de creencia jerárquicamente organizada. Siguienclo cstt'
csquerna, 1os ordenadores son entidades intencionales de gradtl t:cl o:
detr desarrollo de la capacidad de un niño para deducir estados menta-
les de otros individuos. R.epresentan un hito en el proceso de clesan-ollo
f, no Sorl conscientes del contenido de SuS <<mentes». También algrtttos
organismos vivos, como las bacterias (y qutzá algunos insectos), srttt
del niño, ya que seiialan el momento en el que éste empieza a conectar á scres de grado intencional cero. La mayoría de los organismos qtrc lic
con un rnundo imaginario que no está físicamente presente. A partir de
este momento, el niño empieza a incorporar las for¡nas de juego que f, ncn algún tipo de cerebro probablemente son conscientes de los cort
tcnidos cte sus mentes: <<sabgn>> que tienen hambre o <<creen>> quc h:ry
de
viv
ejemplo, f, run depredador dobajo de aquel arbusto. Se dice que estos organistttos

nP ingiendo
que la tetera vacía realmente contiene té para servir en las tazas y que
rapo o de
f, tienen un primer grado de intencionalidad. Tener una creencia ltccl'cit
ilc una creencia (o intención) de un tercero constituye un scgtttttltr
eilos misn-ros pueden l¡eber té «real» de las tazas vacías. Jñ grado de intencionalidad y constiiuye el criterio para la teoría tlc lrr
n)cnte. .Iane cree que Sally piensa que la pelota está deLra.jo del coiírr.
,Aquí yace el gran misterio del desa.rrollo del niño, ya que los niños
no nacen con estas capacidades lnentaies. I-os niños más pequeños JF .lune tiene dos estados de creencia en rnente (el suyo y el de Sally), rlt'
rnoclo que la teoría de la mente es equivalente al segundo grado tlc irr
se relacionan con el mundo con'ro si éste fuera exactamente como
ellos lo experimentan. No pueden imaginar que podría ser diferente
tt Icncionalidad.
Los humanos, de todas formas, podemos ir más alláde este scgttlttk r
de como lo perciben. No tienen todavía la capacidad de imaginar. y, corno
no pueden imaginar que el inundo sea de una manera distinta a como ellos
GI rrivcl. L,a I'igura 3 ilustra un ejemplo de la vida cotidiana en el quc lt't':;

lo conocen, no pueden suponer que otro individuo o adulto-


1f, ltrlrrltos toman parte de sucesivos niveles de intencionalidad. En cslt'

?
('i('r) f l)lo concreto, ia esposa actttaenun primer grado, el desconocitk I t'tt
-niño no pueden
crea algo que etrlos saben quc no es cierto. como resultado,
urr sc¡lurrrl«r y clrnarido en un tercer grado de intencionalidad.
hacer algo que es de algúln modo el sello de la vida adulta: explotar el
I l:rcicrrrk¡ Ia cquivalencia, Peter quiere que Jane suponga quc Slrlly
punto de vista que otro indivicluo tiene del mundo para engañarlo o su-
gestionarlo.
af, ( t(.(. (lu(' lrr ¡tclota cstá todavía bajo el cojín. Sally está en el pl'itllct'ol

Jf, rlcrr tlt' irrlt'nt'ionltliclacl,.lanc en el scgttttclo, y l)ctcr, cn cl tcrccrtl. Lit slt


lrrrlrrrr;r ¡ro¡rrrl;u'sciltrlrr c¡rrc: l<ls htt¡tuulos ittlullos cxp«:rintcntiul ttlt ll

El arte de leer la rnente JF ltllt. t¡t;t\nn() lrlrsr¡lulo ('n ulr t¡ttittto o st:xto 1ll'lttltl con rcspccltl it lor;
nr\r'lr '.,1,' rrrlt'trr'ir»rtttlitlltrl t¡ttt'¡lrltlcttttls ¡ll:ttllcltt'tttls:
Llcgados ¿r este punto, es necesario introducir un término técnico.
llircr: irlgrrn¿rs tlóc¿rcl¿rs, Ios I'ilrisofos qLre se interesaban por Ia natur¿r_
It'z:t rlt' ltts lttt'lllt's rtt'ttit¡u'on cl ltír'nririo «inlcllcioll¿rliclad» para reflcrir-
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f 'r'tlr , r,, I llt¡rrt'.1:rrrc ltit'tt,sttl.). 1«¡rrc ,\ttllvt¡ttirrt'l3lt¡trc: I)clt't ,r'rr

ltt,ttt:tt I I I r¡rrr. l;ttr. ¡,¡,'¡,'¡¡rlr' I f ¡ t¡rrt',\irl/t' t'tt'tt l6l t¡ttc ltt polottr t:sl;t tlt'
lr,r¡,, rlr'lr olltt
l.lr,,,r't rlr:urt'sr csl;r or :rt'rrin lt'llrt ot'ltsitlll:ttltl ttl'l ¡-tct¡ttrrt)o r'oltt¡rr;rr
'.t'lt l;l r'lltst'rlr'r'sl;¡rkrs ¡ltt'rtl¡tlt's r¡rrt't'x¡rt'r'intt.ltl:rnlos cu¿tnclo sot¡()ti
I oll'.( lr'lll(', rlr lt'l¡r'l ;tl¡'tttt lt¡lo rk'('r('('n( t;t. tl«.sr.o o ilrtc¡cililt.
ljl fól--
lltlltil lt¡r, r'tr'lr t( Ir tl (lr'ttr;ltr.¡it ¡r,.,,,.,¡tl ;t r.sl;trlos lltr.lllttle:s C()t1l() Sil h
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Irrlrrl,rl lrruv l)()('()ri rrtlullos ¡rttt'tlt'tt stt¡lttit'ltr líllcit tlc t¡ttti ('()sit l)t('lt\¡t
,,rrl,r lrrr)l)()t(lu('.r'llrlt'lilrilivlr,luryrlc:ttt:tsilttlrsgt'ittl«rstlcitttt'ltt'ioltltli
,lrrrl(lrurlt'rrrlos y st'rurlitrlr»s ¡tot'los vc:l'ltos t:lt ctll'sivlt)cotttrl I)ittit tt(r

h
52 La odiseu tle ltt humani¿latl Mu,qitt tlc ltt utt'tttt' 'r I

¡rrlrr lu ca¡raciclacl [rumana en este ámbito. Todos los tcsl so h:ul ct.ltll'¡¡
rlo cn l¿r tcoría clc la mente (el segundo grado de intenciotralitlirrl)y lir
¡¡Creo que piensa
que soy rrr;ryoríit sc h¿rn llevado a cabo con niños de una edacl ccrc¿ur:r al ¡trrrrlo
muy atractivo!! tle lr'¿rnsición en el que adquieren la teoría de la mente. Para invcstig:rr'
¡¡Sospecho que
cree que qutere l;r t'a¡rercidad de Ios adultos normales hemos inventado siLu¿rciolros tlc
fugarse con él!!
O It'orí¿r de la mente que contienen hasta seis grados de intencit¡lralirlittl,
Mc gustaría poder decir que establecimos la intencionalid¿ul tlc
st'xlo grado como límite de estas situaciones debido a alguna r'¿'/,(rn
t'icrrf íl'ica increíblemente compleja. Pero, ¡ay!, lo cierto es quc nlo r(.-
srrltti imposible escribir una situación de teoríade la mente do sictc lti-
vclcs que fuera creíble... Las historias estaban dispuestas en viñotas rlc
unas doscientas palabras relativas a la vida cotidiana: un hornbre r¡uc
Esposa Desconocido t¡tricre invitar a salir a una chica que él cree que sale con otro o un¿r l¡tu-
Marido jc:r que quiere convencer a su jefe de que le dé un aumento l)ngicrrrlo
t¡uc le han hecho una propuesta de trabajo en otro sitio. Cualquricr siluir-
Ftcune 3. Intencionalidad para principiantes. En una fiesta, el marido ve a la citin de más de seis grados de intencionalidad resultaba tan tortuiisu r¡uc
esposa en animada conversación con un desconocido. La esposa está en un
primer grado de intencionalidad (ella sabe lo que piensa); el desconocido está
yo mismo acabé completamente confundido. Una botella dc whil;ky
nrírs tarde y ya bien entrada la madrugada, me rendí y terminé por con-
en un segundo grado (piensa que la esposa cree algo); el marido, entre tanto,
cree que el desconocido se ha hecho una idea equivocada acercade las in- lirrmarme con situaciones de seis niveles.
tenciones de Ia esposa. El desconocido manifiesta indicios de un estado Realizamos el test a unos ciento veinte estudiantes univcrsitari«rs.
formalmente conocido como <(teoría cie la mente» (o lectura de la mente), So le s leía la historia y se les pedíaque respondieran a una scric tlc prc:-
porque tiene una falsa creencia sobre el estado de la mente de oúa persona guntas sobre quién pensaba qué cosas. Entre el 80 y cl 90 p«rr l(X) tlc: krs
(algo que es posible sólo en un segundo graclo de intencionalidad). sLrjetos contestaron correctamente hasta el quinto grado tlc inlc:rrcion¡r.
(Dibujado porArran Dunbar; reproducido por gentileza de los editores de Ba- liclad, lo cual parecía muy razonable, pero su aptitud rlcsccrlrtliri rlt: ltr¿r
rrett et a|.,2002.) rrcra considerable con las preguntas del sexto nivcl: stilo cl ¿10 pol' l(X),
aproximadamente, pudo contestarlas bien, corrro sc ltrucsll'ir t.rr l¡r l'i
gLrra 4. Este hecho constituye un fallo importanlc y re ¡rcntirro t.rr lo r¡rrr.
perderse. La mayor parte de las situaciones de la vida diaria no requie- It¿tsta ese punto había sido una aptitud bast¿rnlc corrr¡rr:lt:rrlc ('n un¡t llt'¡l¡
re más que un segundo grado de intencionalidad y, enraprácticareal, la lnuestra de adultos con un coef,ciente inleloclual rrrr:tlio. llslos lt'sull¡r
tltts parecen ser bastante creíbles, dado c¡uc l'uoron conl'il'rrrirrkrs irl¡irln
licmpo después por Jamie Stiller en un scgundo cslurlio t¡uo int'lrrfir
situaciones de hasta nueve niveles.
Sabemos que el fallo repentino en el quinto grado clc intorrciolt¿rli-
(-ir¿rcias ¿r l«rs losr t¡trc hcn-ros lorn¿rclo pzrru evaluar
la capacidad de tlad no es simplemente un problema de memoria, ya que tarnbión clllrt:
ulr lrt¡lrr¡uro ¿rtlullo ¡rrrrrrrctlio, sirl-rcr'¡los quc at¡uí est¿i el Iímite. Cuando lirs preguntas de teoría de la mente intercalamos otras acerca dcl colr-
It'¡¡liz¡tt¡los t'slits ¡rl'ttclt¡¡s lurrlit' s¡rhíir rr:irltrrcllto cu¿íles eran los límites lcrriclo factual de las historias y los sujetos no tenían problemas: torlos
Jn
54 Lo o¿liseu ¿lc kt hu,mtutidtttl J) Mtt,r;itt tlt' ltt tttt'ttlt' 'r'¡

Respuestas correctas (por 100) ar{ llorrtliír c:«rrt'cclatnentc y pudo scguir la c<lncatclt¿rciírn tlc sc't'ut'l¡t'irr,,
¿ r'lrus¿rlcs hasta un séptimo grado («Al sucederA ocurriri li, t¡rrt. llt.vo
rl ( ', l«r cual rcsultó en D, que desencadenó E, que causri l'i c¡ur: ltizo r¡rrt'

afl ocurricra G»), de modo que e1problema parece tener algo cluc ve t'('()n
lir rcf'lexión soL¡re los estados mentales más que con Ias socLlcnci:rs c:ru
J-{ sirlcs de por sí.
Es importante recordar que no todos los humanos adultos ¡rrrctlcrr
Í{ rrspirar a niveles tan altos. Existe un gran interés sobre la posibilitlltl tlt'

afl t¡rrc los esquizofrénicos (y talvez incluso aquellos individuos (luc sr.r-
ll'e n desórdenes bipolares depresivos) obtengan puntuaciones rniis llt-
Jfl j:rs en las pruebas de teoría de la rnente. En estos casos, el déficil cll l¿r

afl tcoría de la rnente puede ser agudo más que crónico, es decir, la incir
paciclad para superar las pruebas del tipo teoría de la mente pueclc c:stru'

1234567 af, limitada a los períodos en que la enfermedad se encuentra en su lirsr.


clínica. Durante esta fase, tanto los esquizofrénicos como los cleprosi-
Nivel
Jfl vos pueden experimentar una extrema dificultad para hacer juicios co
rrcctos sobre las intenciones y las creencias de la gente con la quc inlc,
FtcuRR 4. I-os humanos paxecen estar limitados, en general, a un quinto grirtkr
de intencionalidad. Cuando se enfrentan a situaciones cotidianas cortas sobre ¿rc-
Jf, racfúan, aunque rnanifiesten habilidades de lectura de ia mente norm¿llL:s
ciones y creencias (signos bien fundameirtados, situaciones de teoría de la mcll-
te), la mayoría de los'individuos puede deducir correctamente hasta un quinto ni-
Jf, cuanclo la enfermedad rernite. Esto puede explicar por qué la paranoiir
cs, generalmente, un componente importante de la esquizofrenia: los cs-
vel de estados intencionales (A cree que B piensa que C quiere que D suponga
que E imagina...), pero sólo una minoría puede resolver situaciones de seis gra-
Jfl c¡uizofrénicos malinterpretan las intenciones de la gente con la que in
tcractúan y a causa de ello creen, equivocadamente, que estos individuos
dos. tsl hecho de que en cambio puedan resolver fácilmente pruebas de ra'zct- .) rntrigan en su contra. Es como si sus patrones de lectura de la mente trir-
namiento causal hasta un nivei de siete grados (A causa B, que tiene influencia bajaran horas extra sin el beneficio de que la parte rnás racional dc srr
en C, que a su vez dispara D, que causa E, que lleva a F, que causa G, que final-
mente da como resultado F{: signos abiertos, situaciones <<causales>>) sugierc
.fl rnente actúe como freno de las deducciones rnás descabelladas que lrir-
cen sobre la base de los más sutiles indicios.
que esto tiene que ver con los estados mentales. (Kinderman et a\.,1998.) J) F{ay otro grupo de seres humanos que también puntúan bajo en lrrs

a) pruebas de teoría de la mente: las personas que comúnmente llanr¿r


rrros ¿rrrtist¿rs. El autismo es una enfermedad mental caracterizada p«rr l:r
recordatr¡an los acontecirnientos más importantes de cada una. También ¿ ¡.lasividad y la enajenación y que, si bien afortunadamente es bastanlc
les prescntamos una situación factual simple que detallara una secuen-
¿ ¡roco fi'ccucntc cn la población, afecta más a los niños que a las niñas crr
ciir tlc c:rt¡s:rlitllrl rlc uconlccirnicnlos relacionados sobre un anciano una pr'oporcirin cle tres a uno. Su rasgo más definitorio es lafaltade t«:o-
(lu(' s(' ¡rtttttlt' lirt'¡io ir sí nrisrno ¡ror r¡trcclarsc rl«lrntido fumando. Esta
silu:tt'irilt ('()nrl);ulc l:t nrisr¡lrr t'slluclulrr .jclrilt¡rricir c¡tro Ias situaciones
,fl r'íl tlc lu lrrcnte, aunque hay muchos otros síntomas asociados a enl'cl'-
n rr:rl:ulcs n-rcntales consideradas autismo (por ejemplo, variaciones en cl
rl.' l¡r lt'ol r;r rlt' l;r rrrcrrlt'(A t'rr¡slr ll. r¡rrt'('¡ruriir (', t:lt't!lcrit). Casi ningún
',rlr'lu lttlo ¡ltolrlr'lt;r,, ( on (',,1;t lrr,lollr:t.ltllr.t.l t)0 y e l t)-5 ¡t<tr 100 rcs-
,fl t'ot'l'icicntc intelectual, lacapacidad lingüística y otras habilidades cog
rritivas). En un extremo del espectro (conocido como <<síndrome de As-
,fl
cJ
5ó La odiseo de lct humanidad Magia cle la rncntt' ', ,'

perger>>), los individuios pueden presentar un coef icicntc irrtt.lt.t.trr;rl r¡segura lapuerta» puede ser interpretada en su significado estrict¿ur¡t.r¡
normal e incluso más alto de lo normal;en el otro extremo, los irrtl¡r,r rc literal: «,{l salir, llévate ia puerta contigo».'* E,sta interpretzrci«in r¡r r

duos autistas pueden presentar dificultades de aprendizzr.ic sr:vt.r;r:r 1, sc nos pasa por Lacabezaporque estamos acostumbrados a usar lus
¡r:r
crónicas e incluso pueden carecer delacapacidad lingüístic¿r. sin t.rrr l¿rbras ensentido metafórico dependiendo dei contexto. Sabenros irrs
bargo, lo que unifica este arnplio rango de la enfermeclad más c¡uc rrirr¡,,rr lintivamente, gracias al contexto, si el hablante quiere que arr¿ln(llr(.
na otra cosa es el hecho de que todos estos individuos fallan en lrrs rnos la pLlerta de sus goznes y nos la ileveinos o si sencillamentc r¡u ir.r.t.
¡rrrrt.
bas de falsa creencia: carecen de teoría de la mente. r¡ue la cerremos. Hay ocasiones en las que podría realmente qucr,(.1
En este contexio, los individuos con síndrome deAsperger s()n l)¿u' orclenar la primera opción y ocasiones en las que ordena la scgurrrlir:
iicularmente interesantes ya que en general tienen coeficientcs rror. aprendemos a interpretar sus intenciones (su estado mental) en f'unr:irin
males o incluso superiores a la media. Muchos de ellos son brillantcs crr clc ias claves contextuales apropiadas y también, sin cluda, de cicrl¿r cirn
matemáticas e informática. Ei precro que pagan es que no pueden irr- tidad de deducciones acertadás.
teractuar adecuadamente en el mundo socializado en el que toclos, ¡ror. La falta de teoría de la mente tiene devastadoras implicacioncs (.n
fuerza, estamos obligaclos a vivir. ldo entienden las motivaciones y lls lzr. capacidad iirdividual de un autista para el manejo cle las relaciorrt,s

reacciones de la gente e invariablemente escandalizan a amigos y con()- sociales. Senciltramente, no comprenden córno utlltzar e intc:r.pr-clru.
cidos y se distancian de e{los por su manera de interactuar desinhibirl:r l¿rs sutilezas de los discursos sociales de la vida cotidiana. lncluso cn l;r

y dernasiado directa. En otras palabras, no comprenclen las sutilezas clc vida adulta siguen cometiendo errores y les resulta difícil manlcnc¡. rt.
la interacción sociai normal: la apreciación intuitiva que tenemos p¿u.¿r laciones a través de los sutiles acuerdos recíprocos que la mayor-írr tlt.
darnos cuenta de hasta dónde debemos llevar las cosas, cuáles son los
matices apropiados que expresarán lo que queremos decir sin tener quc
af, rrosotros utiliza sin ningún esfuerzo aparente.
Si la mitad de vosotros tiene la más ligera sospecha do cluc: c¡l lrr
clecirlo, cómo hacer una indirecta sutii que no nos coffrprometerá cle- Jñ vicla real se ha topado con este tipo de comportamiento más a nrc:lrrrrkr
tlc lo que hubiera querido, no debe de estar equivocado. El psictil,g« r s i
masiado si es rechazada o cóino declinar una invitación con tanta cclr-
Jñ rnon Baron-Cohen ha argumentado que, en realidacl, el atrl isnro t.s rnr

f,
tesía que el receptor pueda retirarse eiegantemente sin sentirse pública-
mente humillado. síllclrome normal de los machos de nuestra especie, llcv¿rrkr ll t.xlrr.nro
Esta incapacidad de superar pruebas de teoría de la mente incluso ()ll urlos pocos individuos desafortunados, pero suhy:rct.rrlr. lrrjo l;r sil
en la edad adulta tiene muchas implicaciones en la vida social de los in- Jt ¡rc:rl'iciedelaestructurarnentaldetodosellos.Flayllrur.lror¡rrt.tlt.r,ir :-r,
dividuos autistas. Al no tener teoría de la mente, los niños autistas no
mienten (o, como mínimo, no pueden mentir de manera convincente) y at ll'c csta perspectiva. Que las mujeres son más scrrsilrlt's ;r lrs :,r¡,rr,:, 1,
llltlcltO más hábiles para manejar situacioncs soci;rlt's (llr(. l(ls lrorrrlrrr.,,
no captan los juegos de imaginación. INo entienden lo que significa fin- lrr¡r'ssr'llounlugarcomúndelasabiduríapoptrlirr',sirror¡rrt.,rrrlt.rl;r,,, lr;r\
á
gir que una muñeca está viva y que puede tener hambre o estar triste.
Interpretan el mundo tal y como se les presenta: las cosas animadas son
¿rnirnadas y lzrs cosas inanimadas son inanimadas, eso es todo. En la
:t r,,
I St'lnrtl,alparecer,deuncasovcrírlicol.cllrllrtlo¡ror
rr'ololi;r I ;l ¿urccsca Happé.
l:¡ ¡¡¡¡¡,¡,,.(h. ln;ltlt,,t,t ir l,t

fl
¡

lf'.1 irrt'¡iotk:palabrasfuncionatttc.jorcrrirr¡¡lris: /'ll/lltt,tl,t¡t 1,,'ltitttl \tt)y¡,1t.,1


rltislll;t lí¡tclt, ctuu.ttkl r[:slrrxrll¿rn lrr cit¡'rircidad lingtiístic a,uttlizan las pa- |tttt,t't't,ttlsip,rril'icitliteralmente<<Cargalzr¡ltrcrlitlr ltrst.s¡l:tlrlrrsirl slrll,. llllr,ltrrr,rr
litlrl;ts stilo t'lt sll sil,ttilir';trkr lilt'l.al. Nr¡ t'rrlit:nrlc¡l lo r¡trc es unA b«tr¡l¿r
tri sorr (';rl);r('(':, rlt'u.,:lr l;ll ¡r;rllrlrrirs r,n sr.nlirlo nlt.lrrliirico. Iln consio-
afl lo " l'1'11r.'¡it o y ('atalina» de los hcrtltalros (irinrn, (':rltrlirr¡r int'ult' rurir v ()trir v(./
('ll ('\l('Ii¡ro rlc cotrt¡r<trtzttniento y ap¿rrccc tanrhiólt ¡:l ¡:jcrrr¡rlo tk,lir
( llr'll('ltl,ltitV r¡tlt ',r'l t tlt.'ltt¡trllnrltrl('( nt(llrrlo:.o;tl lt:tlll:u'c()n ¡¡ lt¡lis-
l,t lr'lrrtn.tt¡ttt l,r ¡r,rlrrlrl,r ,rl lrr,.,l, l,r lr.lr,r Iltr;r otrlr.ll t.or¡to
r{ ¡rrrt.rllt (,,¡,1)ontlt.
rlr:r r¡r.sl,u ¡rriis strlltrr.a cluecon nosotros, Fcclcrico,/», cs l¿r clirttlitllt r(,sl)lr(.sl:r tlt.(,:rl;r
llrr :r lrrs l)r()lcritls tlo su marid<l). (N. dc lu l.)
"Al s¿rlir.,
I

*
Mtt,qirt tlc ltt tttt'ttlt' \t)
58 Lo r,¡¿lis'ea de la hu¡nonidud .)
muchas pruebas que sustentan este punto de vist¿r. LJn¿t ittvcsti¡',itt'tott tlt' ¡.4 tlcl tlltlltrltr
Clrcer que otros animales o incluso objetos inanillt¿tcftrs
t' illo'
ticncn estados mentales Como los nuestros resulta convclliclllc
una de mis alumnas, Rebecca Swarbrick, demostró quc ltts ttttl.itrtt's sttll
estadísticamente mejores que los hombres a la hora dc rcstllvcl'¡rt'ttt'lrttr'
¡4 l'cnsivo en nuestra vida diaria, pero también puedc conclttcit'ltos
it

de segundo y tercer grado de teoría de la mente. Por supuosto, l¿ts ltitlri rJ ct.lor cuando se trata de comprender cómo funciona
rcallltclttc
I¡undo. Si nos empeñamos en adscritlir intenciones httln¿tll¿ts
cl
¿t l¡s
lidades de los dos sexos se solapan a menudo y algunos holtlbl't's srllt
ll'cntc ¿t stts
mejores que algunas mujeres, pero como media, ias mujercs sc lll¿lll(' )) volcanes, por ejemplo, nos engañamos al pretender hacer
cn ltrgar tlc
jan mucho mejor en este tipo de situaciones. Y sólo basta con ollst:l'v¡ll' ost-ragos ocasiónatás mediante sacrificios apaciguadores,
que en rcaliclacl los
ejemplos en la vida diaria: pensemos en cuán intensas son las rclitcirr é intenlar comprender y controlar las fuerzas físicas
rnueven. En-vez de intentar aprender a predecir sus
erupciollcs Pc-
nes sociales de una preadolescente. Fara una chica, estas relaciot.tcs r,i()tt
.) serviles. En cl llltlll'
tan fuertes e intensas que no ser invitada a la fiesta de Penélope pucclo tr' riódicas, acudimos a inútiles plegarias y a ruegos
do de los cazadores-recolecior"s, ese comportamiento
no tctltlríit
sultar casi el fin del rnundo. Para los chicos de esa misma edatl, tl¡l¡t
é nada para prevonlr sc-
relación implica durante mucho tiempo patear una pelota calle arl'ibir y rrlayores consecuenclas, pues no podían hacer
quiz.ii httstit
calle abajo..., y una pared funcionaría casi tan bien como otro chico, )) rncjantes desastres naturáles. En todo caso, las plegarias
(luc tll)()
f,
pues hacen
siempre y cuando éste la devolviera para poder seguir pateándola. pr"dun servir de ayuda para enfrentar la situación'
capa'.' clo clt-
,ionta que domina la siiuación y, en consecuencia' más
l'r.ontarse a ias incertidumbres del mundo. Ahora
bien, hoy en día,,tl¿ttltr
«Saber cótno>> y «saber quér, é c¡uecasitodoloquehacemosestáinterrelacionadoydepencl«:tlclir
f, tocnoiogía, las plegarias sólo complicarían más las cosas
al distraorttos
rlc lo que realmente podemos y debernos hacer. Los ordenadoros,
clcs-
Esta apreciación sobre la naturaleza particularmente compleja de nucs-
tra vida. rnental ineyitablemente nos lleva preguntarnos: ¿la teoría dc la f, ¡xrós dL todo, son seres intencionales de grado cero y'
por muchos intctl-
lll-
mente es algo específico de los seres humanos o acaso se trata de un
rasgo más general de la psicología animal?, ¿estamos solos en este ex- afl i,,, qu"
lcllctones.
se hagan al respecto, son incapaces de entender
nucstras

La cuestión del antropomorfismo es muy importantc. Si


t¡ttot't:tltos
traordinario universo mental en el que vivimos?
tienen habilitl¿ltlc:s tttt:l'tlll
Esta simple pregunta ha resultado ser bastante difícil de respondcr. á cst¿rr totalmente seguros de que los animales
Una de las dificultades radica en que estamos tan inmersos en nuestr«-r fl lcs parecidaS a laS nuestras tenemos que SometerlOs ¿t tcst
(ltl() llo c:ptlll'¿¡

propio mundo r¡rental que atribuimos naturalmente las mismas habilida-


des al resto del mundo animal. De hecho, interpretar el comportamien-
to de otros organismos de este modo nos resulta tan natural que incluso
#
lrr
tligrrn lo que los psicólogos han dado en llamar «cl'cclo Kltt,t¡t'
Kit 14r, Gisto) flans
".u
siglo p¿sado cuya principal atracción era Su habili<l¡rtl ¡rltt'lt t'ottlrtl'
I
llttttl¡" '
,, caballo de la Alernani¿t tlc ¡rlirrt'i¡rios rlt'l
Stt

o, un ri"¡o aristócrata ruso-germ¿ltto y prg l csor l'c l i t


i tt t, W il
atribuirnos estados mentaies a objetos del mundo inanimado. Creemos ¡,,:,,¡., i
que los árboles o las fuentes de agua son (o tienen) espíritus. Nuestrtr 2rrl ,,,n Osten, recorrió todaAlemania para oxhihil'lo' l)ttt'itlttt't's
i,.lin "t,,.i
Iost:s¡lgclliculos,VonOstenpreguntabaalc¿tb¿ültt: <<llttrt:;,¿,cttiittkrt:slt't's
propio lenguaje está impregnado con descripciónes mentalistas del
mundcl l-ísico: hablamos de «nubes amenazadoras>>, de <<mares embrave- ¡j' rrriis rjrrirlro"lr>. Hans comenzaba a dar golpcs con l¿r
pttta, tttiorlll'its Vltt
citkrs», tlcl «vicnto clr,rc so cucla por las rcndi.ias», clc «furiosas tormen-
lirs»... t,*,,, 1,'¡¡rlt:nt'i:r irl iulltrr¡xltttor'l'isltto lilnltit tut:t parte tan imp<lrtan- rfl ( )slt.l lr lrrs c.,ntaba. IJno, dos, tres, cuatro... y, clcspués dcl só¡llirrto gol-

¡rr,. //r,,r,r, sc rlctenía. El


público quedaba fascinado. No import:thit a c¡ttÚ
It.rlt. lrrrt.slrir ¡rsit'okr¡iÍ¡r (llr('(l('lx'rttos lontiu'st't'iits ¡rrocitttci«ltrcs ctlntra
r'lltt r'tllrtrhr utlt'rrl¡urros ('onrl)rt'rrrlt't t'l lttt¡ltrlo t'tt cl t¡ttr: vivinlos.
¡JI rrriilr,.r.,, lrirhía c¡ue llegar', Élans siempre daba la respuesta corrccta'
Vr rr r ( )sl t:,, I I u ns eruina prueba para validar su
propia teoría de cd ucit -
Pitri¡

-+.
r,1'
aF
60 Ltt t¡tli,¡t'u tlt ltt lttuttttttitltttl

ción de mascotas y así I'uc como prcgortti las hlrbilitl¿rtles tlt'l t'rrlr¡rllo
.r
.)
Mtt,tiitt tlt ltt tttt'tttt'

l¿rs insll'trccio¡.lcs cluc lcs d¿rtra un cuidaclor quc huhicl'tt csl¿ttlo l)t(':;('tt
(t I

por todo el país con la esperanza de prornovcrlu. lc cu¿rntlo sc osco¡rdía la coltticla y a ignorar las su¡¡ot'cltci:ls t¡ttt'tlit'tlt
Al igual que su audiencia, Von Osten csL¿tb¿r courplctlrrrrr'nlt' t'ol .4 otl'o ctrirlador quc no hurbiera cstado en la habitaciti¡t on itt¡ttcl tttotttt'tt
vencido de que su caballo podía contar, de modo quc :rnsiithlr lx)n(,t ¡r
su protégé en manos de tra ciencia. Finalmente, despuós clc unir lirrll;r rit' .f, l() (y rluc, por tanto, tenía que adivinar dónde estaba I¿t cotrtitllt). l'or t'l
r.orrtrario, los monos rhesus no prosperaban con estas prucbits, lo t¡ttt: stt
rie de meticulosos experimentos, resultó que Hans no era cn irlrsolulo
¡f¡. ¡,.c:r'íir c¡ue talvez sólo los simios, y no los monos,
son capaccs tlc iltlt:l'
capaz de contar, sino que captaba señales muy sutiles de su dur¡lio. M¡r
nipulando cuidadosamente lo qae Hans veía y con quién estaba cn l¿r l r¿r
bitación, los investigadores fueron capaces de mostrar que, cuantkr t'l
caballo datra el último golpe, Von Ostern hacía un pequeño m«rvinliclr
# ¡rrctar correctamente estados de conocimiento e ignoranciit.
Sin embargo, Povinelli continúa siendo escéptico sobrc si illclt¡sr¡
los silnios son capaces de hacer algo más que sólo aprendcr rít¡ritlittttctt'
tc cu¿il es la señal más fiable, sin entender el estado mental tlcl ctlitlir
to con la cabeza, como para decir «Deténte>>. Hans captaba es¿r scht I y rlor. Una observación que apunta a su escepticismo es quc lcls cltittt¡rittt-
se detenía. Von Ostern no lo hacía intencionadamente, sino que cra r¡nil ccs no mejOraron Su marca cuando vOlvieron a someterlos al tcst tlos
reacción naturai que experimenta cualquiera que, por ejemplo, ct-toll Irñ«rs más tarde: parecíaque habían aprendido de memoria la cl:tvc ¡ritl'it
ta despacio con un crío. Pero el caballo había aprendido que sicnt¡lrr' rcsolver el problema y luego la habían olvidado, lo que implica cltlc ll()
que se detuviera ante aquella señal sería recompensado. Lo que votnos ticncn una habilidad natural para comprender estados mentalcs a.icttos
no siempre es 1o que parece. El fantasmade Kluge Hans continúa at«l' Ir cllos, pero quizá, de manera parecida a las personas con síndrolllc tlt'
mentando a los psicólogos hasta el día de hoy. Asperger, pueden aprender a resolver problemas utilizando scñaics rrtiis
- En los últimos aiios se han hecho muchos intentos para inventar' supcrl'iciales. Como cada problema es único, las soluciones so lcs olvi '
pruebas infalibles de falsa creencia para ser utilizadas con animalcs, tlarr pronto. Por el contrario, la teoría de la mente proporciona unit rcgllt
aunque de hecho sólo se han aplicado a delfines y chimpancés. AIgu- ¡tcncral de más alto nivel que permite resolver diferentes tipos clc situit-
nos de estos test han sido concebidos para determinar si los animalcs ciones sociales utilizando los mismos principios básicos.
pueden discrirninar estados de conocimienio de estados de ignorancia l)e cualquier forma, el conocimiento y los problemzrs clc «vcr y sit
en otro individuo: en otras palabras, para saber si comprender que lo hcr'» no pueden equipararse con las pruebas de falsa crconci¿t. l':tztitt ¡rot'
que ven implica algún tipo de conocirniento. Danny Povinelli, un psi- llr cual los psicólogos han utilizado estas últimas cor-r'ro intlic¡ttkrlr:s tlr'
cólogo de la Universidad de Luisiana, Estados Unidos, ofreció a un It:oría de la mente en los niños. Las pruebas de firls¿r crccrllc:iit stilo ¡rttt'
grupo de chirnpancés y monos rhesus la oportunidad de escoger entrc tlclr scr resueltas cofrectamente utilizando la teoría tlc lit lltr:lllt'. ¿,( 'riltttr
cuidadores bien informados y cuidadores ignorantes o entre cuidado- ¡nrrrlúan los animales en este tipo de test?
res amables y cuidadores deliberada o accidentalmente desagradables .loscp Call y Mike Tomasello sometieron a ult cltittt¡ritttt'ri ¡t ut¡ lcsl
(por ejemplo, que demarnaran la bebida destinada al animal). Los chim- sirrr¡llc clc f alsa creencia en el que el animal toltíit t¡ttc t:scoll('t t'ltll't' tttt
pancés aprendieron pronto a pedir sus premios de comida a un cuida- ¡»rr rlc cirias, en una de las cuales había sido coltrc¿ulrt ut¡it piczlt tlt' l't'tt
dor que estuviera frente a ellos en lugar de a uno que estuviera de es- lir rlt.tl'¡ís dc una pantalla. La única pista quc tcníir cl cltittt¡tiutcú L:t'it (ltt('
palclas, pero er¿ln mcnos f iables a la hora de distinguir entre uno que urr:r olrscrv¿ldora humanahabía presenciado en c¡uó cit jit sc coltrcitlllt l¡t
cslrrvicr'¿r ll'cltlc a cllos y otlo quc tuviera la cabcz¿r tapada con una bol- Ilrrtir y lc ilrrlicaba cuál debía escoger golpeanclo la carja corros¡rotttlic:tt
sit tlt'¡rit¡rt'1. llrt olto t'x¡lcl'irtrt'lrlo, trn cuicl¿rclrlr tcnía que decirle a un It' ¡rrlcs tk: c¡ue se levantara la pantalla. El chimpancé aprcntlit'r it coll'
t'ltittt¡ritttct'r'rtt'u¡ilrlt'tk¡s ltr¡i:rrts ¡xrsilrlt's t'sl¿rllir cscorrdida su c<lmida li¡u t.lr llr obscrvadora como en un agente de bolsa honrad<1. En ctlaltltt
tlt' ¡ltt'tttto I o'. t'lttttt¡rnn( (':, ¡rl)rcrtrlir'l'ort ll¿rsl¡u¡lt: rii¡litl«l ¿t h¿tcorcASo ¿t t,l t'lrirrr¡rirncó dcmostró frabilidad en esta prueba, se añadió un elcllloll-

\
62 !tt t¡tli,st'tt tlt ltt lttttttttttitltttl A,ltt.t:itt tlt ltt tttt ttlt

to nucvo. Después de quc sc colocara lit ll'tlt¿t (-'t) lttt;t rlt' l;¡s,'lt¡,t'., l,t ,,lr rlu¡rurlr' nrttclto tic:l¡tpo sc Ir¿r croíclo c¡rrc ¡'ltrctlcn cor)rl)r(:n(lt:r'(-y ¡rlt'rrrro:,
servadora abandonaba la habitación; tltictlll'¿ts cslltl¡tt lttt'tlt, t'l r r¡r,'tt :,oslrrvic¡'on c¡ttc irtcluso ul-ilizar) e I lcnguaic. Hcrnos so¡rrt'tirk):r un Jir lr
mentadorcambiallalaposicióndelascajas. I)uritscr'('¿rl)¡rz,rlt'tcr,olt,'t r'l ¡ro rlt'rlcll'i ncs a t¡na versión del experirnenl,o clc tlos c:ir.j:rs t¡rrc lr;rllrrrr
problema, ei chimpancétenía que comprendcr clttc, ctlitlltlo llt olr:,t lr',t rrltliz,irrlo Call y Tomascllo. En la primera serie de I cxpt:r'inrcrrlo (llt'
dora volvía y golpeaba lacaja, en realidad ella tcnía ur¡a lrtlslt ('l('('n( rr r,;rrlo ¿r c¿rbo cn Durban, Sudáfrica, porAlTschudin), los rc:sultirrk»; f rrt'
porque¡rohaliíavistoquelashabíancambiadodesrtro. lil:rrrirnrl l¡ulrtr' r()n nrrry esperanzadores. Los delfines parecían cap¿rccs rlc srr¡rt'r'rr
ra tenido que escoger la caja contraria a la que la obsorv¿rckrr¿t sclt¡tlitlrit prtrcl-rárs de falsa creencia con sorprendente facilidad, Sirr crnlrirr'¡1o.
En cambio, si los chimpancés no tienen teoríade la mcntc y soll t'¿ll)il('(':, n()s l)rcocupabala posibilidad de una suerte de efecto Kluga llrttt,s". tn
de aprender solamente pautas de comportamiento («Ellgc sicttt¡rt't' lit t rrirlucloso análisis de las cintas de vídeo de algunos de Ios cx¡rclirrrt'rr
caja que indica ei humano>>), seguiría eligiendo la caja que scñttlltrrt l¿t olr tos sLrgirió que los delfines podían estar utilizando para resolvcr lrrs
servadora «confundida>>. En este experimento, un grupo dc niiios ¡rt' ¡rrtrcbits señales que el experimentador les había dado sin darsc cur:lrlll.
queños superó el test sin problemas, pero los chimpancés falla¡'orl. I rrrnl-rién estaba claro que los delfines muchas veces presionan ¿r los t:x

En otro estuclio, Sanjida O'Connell entonces una dc rllis trs ¡rt'r'irnentadores cubriendo sus apuestas e intentando señalar lls tlos
-por
tudiantes de doctorado, ahora productora de televisión y pronliatllr t'rriirs a Ia vez: señalan una caja con la nariz como se les ha peclirkr r ¡rrt'
novelista- sometió a un grupo de chimpancés a un experimento sillti- Irrl¡rrt y luego giran la cabeza hacia la otra caja, intentando enguiiirr rrl
iar, esta vez con cuatro cajas, que había sido considerado un mejor irt ('xl)crimentador para que les dé el beneficio de la duda sobre qud cir.jrr
dicador que el test de los Smarties en niños de cuatro a seis años tlc Irirrr c¡uerido señalar. Los delfines, por supuesto, son animaies extrcnur
edad. Aunque los chimpancés superaron el ni"¡el del azar en esta pruc- rlrurronte inteligentes, pero lo más importante en este caso concretlr e s
ba, no se acercaron al nivel de un niño de cinco o seis años. Lo hací¿tll
más o menos tan bier-r como un niño de cuatro años; en otras palabras,
como un niño a punto de adquirir teoría de la mente. De cualquier modt¡,
#
*+
r¡rrc los anirnales que tomaron parte en el experimento estaban acos
Iu nrbrados a trabajar con entrenadores en espectáculos públicos. Cu¿ut
r k r sc repitió la prueba con un grupo de delfines más ingenuos (est¿l vcz,

qutzá el hallazgo más interesante fue que los chimpancés pasaton la t'rr lrlorida), un nuevo grupo de experimentadores (Elainie Madscrr y
prueba mucho rnejor que un adulto autista.
En consecuencia, tenemos un punto a favor y un punto en contra clc
la posibilidad de que Ios chimpancés comprendan las pruebas de falsa
7+
Jts
I l«'idi Feld) y un procedimiento experirnental más riguroso que desctr-
l rr iti las señales del efecto Kluge Hans y las dobles apuestas, los del l iltes

no sltperaron la prueba.
creencia. La conclusión más razonablees que quizáno podemos juzgar Una posible causa de estos resultados no concluyentes en anilll¿rlr:s
si tienen o no teoría de la mente, pero parece que, en el mejor de los ca- JF ¡rrrcclo radicar en que las pruebas son demasiado artiL-rciales tanto ¡'rirrrr
Ios chimpancés como para los delfines. Quizá no se trata de que no l)lrc
sos, sólo pueden aspirar a un segundo grado de intencionalidad: el nivel
de un niño de cuatro años, tres niveles por debajo de los que puede ma- rlirrr superar pruebas de teoría de la mente, sino de que no pueden cntr)n
nejar un humano adulto normal. rlcr a c1ué apuntan estos juegos, más allá de si requieren o no teoría rlc l:r
Los delfines tienen un cerebro excepcionalmente grande, con gran rrrcrltc para resolverlos. Todas estas pruebas de falsas creencias licltt:rr
c¿ull irlatl rlc surcos superficiales que lo hacen mucho más parecido a un t'n r:omún dos rasgos que pueden resultar de difícil comprensión p¿rrir
«'r'n'hr o lrun r¿rnrl r¡rrc cl ccrchro rlc un slmio, así que pafecen ser los me- sinrios y delfines. El primer rasgo es que las pruebas incluyen la colir-
l()r('s ( :rrrrlirl;rlos t'nllt' lorl:ts Ilts t's¡lrrcics t¡ut: ¡trxlt'í¿lt) tener capacidad lror-;rciírn enl-re el sujeto y el experimentador. A los animales quo n()
rlc lrr lru;r rlt' l;r rrrt'rrlr' l)r' lrct'lro, srr,lrt'r¡tos (lu('su colttptlrtattticnttl s.';rrr cs¡rccialmente colaboradores les puede resultar difícil partici¡xrr'
',ilr l,rl r". tilil\'r ()trrIlt'¡il Sr' ;rliiltl):rlr ( ()1il() l()s llt()¡ttls y lrls sirttitls y ('n un:r prucba de colaboración con otro individuo si ésta tiene quc vcr',

L
61 Lu odi,seu d<, la hL.tmunitlud
-+
r+. Mtt.q,itt tl<' ltt tttt'tttt' (t't

por ejemplo, con obtener alimento, ya que ellos norn-ralnrc¡llc conrl)r )) rl¿rrl considerable de pruebas circunstanciales señal¿ln (ltlt) lto ltts stt¡rt'
ten por é1. Una prueba más competitiva podría ser más natural l)u ir un
rai- r.l¡'í¿rn. Dorothy Cheney y Robert Seyfarth estudiaron clur¿ttltc ¿tüos los
animal y, en consecuencia, quízá más fácil de comprendcr. El scgrttrtkr
rasgo común problemático, por supuesto, es que todas estas prucbus irr
cluyen interacciones con humanos. Los delfines y los simios ¡-ructlcrr
encontrar mucho más difícil intentar entender una mente humana t¡uc
+
I
¡fonos vervet del Parque Nacional de Amboseli, en Kcni¿r. [.llr tlíit vit'
t'()n que el macho dominante del grupo que estudiaban sc tnoslrithit itt
r¡uicto por la presencia de un macho extraño que merodeab¿t cltll'c lits
t'lul)¿rs de una arboleda cercana. Estaba claro que el macho firr¿tslcro t's
la mente de otro delfín u otro simio. tirha intentando unirse al grupo; si tenía éxito, el macho domittittllc ¡lr
El psicólogo de Harvard Brian Hare tomó en cuenta estas leccioncs Ji tlríu ser degradado y, en consecuencia, perdería el privilegio dc a¡lilt'citr'-
e ideó una prueba mucho más «simiocéntrica>>. La prueba consistía cn
poner un premio comestibie (una fruta, por ejemplo) entre dos jaulas JF sc con las hembras en la época de celo. Esta perspectiva no clchí¿r tlc
Ilrcerle mucha gracia al macho, y puso en práctica un plan nltty iltgc
ocupadas respectivamente por un chimpancé dominante y uno más dó-
bil. Cuando se soltaba a los dos animales, el chirnpancé subordinado
JF nioso: cadavezque el forastero bajaba de los árboles para intentztr ¿tlr¿¡-
vcs¿rr el claro que lo separaba del grupo, el macho dominante enlitíl los
JF
solía retroceder para permitir que el dominante cogiera el premio. Sin
embargo, cuando la fruta era colocada detrás de una pantalla opaca de
modo que sólo uno de ellos podía ver la fruta se obtenían resultados
muy diferentes. Si la fruta era colocad?paraque el animal subordinado
.+
11)
gritos de alarma que los vervet utilizan para advertir de la prescncirt tlc
rrrr leopardo.Losvervet, al igual que muchas otras especies, tiencn tlis-
tintos gritos de alarma para distintas clases de depredadores. Est¿ts sc-
llirlcs identifican la fuente de peligro y el resto de la rnanada reacciotl¿t
tolnando las medidas apropiadas en cuanto las oyen (por ejernplo, sc
pudiera verla y el otro no, el primero se aproximaba rápidamente a ella
y se la comía. Parecía comprender que él podía ver algo que el animal do- r+. l¿rnzan hacia el árbol más cercano cuando oyen la señal de <<leoparclor,,
minante no veía, de modo que podía coger ventaja sobre el dominante
antes de que este último se diera cuenta de lo que estaba pasando. No ,+ sitltan del refugio del árbol cuando oyen la de «águila» y se deticncrl
¡rirra escudriñar la hierba al oír el grito de
<<serpiente>>). Cada vez quc cl
es exactamente lo mismo que pasar una prueba de falsa creencia, pero
la capacidad de tener en cuenta la perspectiva del otro consti[uye un
gran paso en esa dirección. Unavez más, aquellos resultados parecían
#
*.
r r¿rcho dominante de esta manada lanzaba la señal de
I
«leopardo>>, el ot rt I
lrrrcía justo lo que tenía que hacer y se replegaba ala seguridad clc str
¡rnrpia arboleda.
sugerir que los simios (o por 1o menos los chimpancés, ya que todavía Todo marchaba bien hasta que el macho dominante cometió el crrol'
no se han hecho pruebas con gorilas u orangutanes) sobrevuelan el 1í- * tlo lanzar lavoz de alarma mientras avanzaba despreocupadamctrlc
mite crucial de la teoría de la mente. ¡xrr el claro. El jueguecito terminó ahí. Incluso
para el más mono nl¿is
Pero, aun haciendo 1a interpretación más benevolente, una cosa pa- * cstúpido era evidente que por allí no había ningún leopardo, ya quc, si
rece clara: ni los chimpancés ni los delf,rnes obtienen resultados que se lrubiera habido alguno, el macho de la manada no se habríadispucslo ir
*
l)lscar con tanta tranquilidad. La situación se parcce a la de un niñtl tlc
acerquen a los resultados de los niños de seis años, que, en su mayoría,
sí tienen teoría de la mente. Y, por mucho que los simios puedan hacer,
sencillamente no están en la misma escala que un humano adulto en
r¡ f rcs ¿rños que insiste en que no se ha comido los bombones que est¿th¿tll

cn l¿r nevera, pues sabe por otras experiencias que, si lo afirma con lit
f érrninos dc la habilidad de resolución de problemas de un cuarto o ¡¡ coltvicción suficiente, seguramente los adultos le creerán. Pero un niiltr
t¡trirrlo grarkr tlo irrtcnc:ion¿rlidad. rlc lros ¿rños no tiene teoría de la mente: no Se da cuenta de que los acltll-
Sirr t'ttrhirrlio. lotkr r:l rrrunrkr pitrocc cst¿¡r clc acucrdo en una cues- * Ir¡s sc dejan convencer sólo porque quieren darle al ladronzuelo el l-rc:-
lior¡: los tur)ros. ¡t rlilctcttt'ii¡ rlt' los sintios, rro irplicirn lc<lría do la men-
ll Attttr¡ttr lorlrrvl¡r lcttrlr l¡ttt r¡tttl ttrrliz,iu'sc lt'sl t'orrt'lrrycnlcs, una c¿rnti-
11. rrcf ici<t de la duda..., a pesar de que no Sea muy razonable si el rriiirr

,f
lit'nc la cara y las manos cubiertas de chocoiate.
*
66 [,¿t otlisect de l.o- huntc¡ni.d.ad Mctgia cle Lo mcttlt' (, i'

Como explican Cheney y Seyfarth, la dif-erencia entrc los nrorror. 1,


los sinrios podría ser la mjsrna que hay entre un buen etólogo y trrr lrrrt.rr
Jfl rlc relacionarse con otro macho del clan. El zoólogo sl-iizo Hans Kttlttrl tt'1.
l c¡uien debemos la mayor parte del trabajo que se ha realizado sohl'c t'sllt
psicólogo. I-os etólogos estudian el comportamiento y son buclros in
terpreiando sus significados y significaciones, al menos en cu¿utlo ir l;r
af, cspecie en estado salvaje, observó una vez a una hembra joven quc lltt'tkr
veinte minutos en desplazarse poco a poco en dirección a una grall 11)('rl
predicción cle lo que es n-iás probabie que ocurra. Los monos s()lt cal):r Jf, t¡rientras su unidad familiar estaba ocupada comienclo. Detrlts tlt' l;r
r«.-tcayacíaun joven macho adulto que no tenía hembras propias- Yrr tlt'
ces de utiiiza¡-este tipo de conocimiento tanto para predecir c¡uó cs lo
que van a hacer otros individuos como para manipularlos, pero no conl-
Jf, trás de la roca, la hembra comenzó a mimar y cicalar al macho, ¡'rt't'tt.
prenden la mente que subyace bajo el comportamiento: no leen la ntcll-
te y, en consencuencia, cometell errores cruciales, ya que no entientlcll
Jf, según Kummer, parecía que procuraba que su propia cabez.a c¡ttt:tlittlt
por encima del nivel de la roca y bien visible para su propio mztcho, tlttt'
por qué el otro animal actúa así. Los psicólogos, por el contrario, sc in, Jf, se alimentaba a una clocena de metros de distancia. Era como si ¡rcttsrr
ra: <<Mientras el vejete vea mi cabeza sobresaliendo de la roca pollsill'il
teresan en la mente quc hay detrás del comportamiento. por lo que plrc-
den investigar ocasiones de engaño mucho más complejas. Se trata clo Jf, c¡ue estoy sentada aquí inocentemente>>.
una vieja distinción que los filósofos de la mente establecieron entre el
saber qué y e[ saber cómo. Puedo saber que ha ocurrido algo sin sabcr
Jf, Por muy intrigantes que sean estas observaciones, la mayoríit tlc e s
tos ejemplos quedan abiertos a interpretaciones alternativas.
(lottsitlt'
cómo fue que se produjo. Jfl rcmos el caso de la hembra papión sagrado. A primera vista, ¡.rltl'et't't t:r
clue ia hembra tiene en mente la idea de que mientras su propi(r ltt;tt'llr
Jf, vea que su cabeza asoma por encima de la roca supondrá c¡uc clllt st
El arte del embustero
É4, c:stá comportando bien: piensa que ei macho creeráque ella est¿i cotl tit'tt
tlo como una buena chica. Esto parece indicar un segunclo grittlo tlt' itt
tcncionalidad, 1o cual bastaría para atribuir teoría de la mcntc ¿t los tl ¡< I

#
Los monos son verdaderos expertos en manipular a sus congéneres, tan *
hábiles como los humanos y los simios. Dick Byrne y Andy Whiten, de n()S, pero no podemos estar Seguros de que en realidacl sL'¿l L'so ltl t¡ttt
la Universidad de SaintAndrews, conf'eccionaron una gran base de datos r:lla está pensando. Quizá sencillamente se está comptlrl ¿ttltlt I ('( )ll l( ) t tl r;
huena etóloga, pues ya tiene aprendido por las m¿tl¿ts t¡ttt'si tto llll¡t¡lit'
de ejemplos de engaños extraídos de la literatura científica sobre prima-
tes. Todos los casos se referían a un individuo que intentaba manipular el
comportarniento de otro. Como supuestamente lo hacíanmanipulan-
-+.
-+ Irc cl contacto visual con el macho éste la castigat'li.
(.)rrizri t'll tt';tli.l:t,
t)() comprende por qué el macho actúa de esa firl'ltllt. ¡lt'to lit'ltr' :;t tl tt lt'l l
tc infbrmación como para apreciar que la tttc'iot lllilll('lll tlt'r't'tl;tl "r'
^
do el conocimiento que el otro individuo tenía de ia situación, Byrne y
Irt¿tc¿rda eS mantenerse a la vista. O quizli, sittr¡rlt'rltcttlt" l)l('ll"ir
(lllr'
Whiten se refirieron a este tipo de fenómenos como «engaños lácticos». * "
Se observó un ejernplo de este tipo de comportamiento en un clan dc lll¡lltiene al macho vigilado podrá advt:rlil't'l :tlltr¡ttt' ;tttlr", th lllr' "t' IlI I
(

papiones sagracios, una especie que habita en ios áridos desiertos dcl * tluzc¿t y escapar a un lugar segur().
norcieste de Etiopía. Estos monos viven en grupos de cerca de ochent¿r 'l'cnemos dos explicacioltcs igulrlrttt'ttlr' ¡rllttt:;ilrlt", ¡r:rt;r lr | (¡lt' oI rr
inrlividuos clistribuidos a lo largo delamaleza espinosa que crece en ol
* ¡.t.y irmbas explicarían porr¡trt! l¿t llt'rnlltil s('('()tttpotllt;tst I ;rr'r¡rltt ,r
línritc tlcl rlcsir:rto. l)cnlro clc cada clan pueden distinguirse unidacics * t.irilt l¡iis gcncrosa ¿lsuntc r¡rrrr l:r ltt'nllll':t lt¡llit':t lcot l¡trlt' l;t lll('lll(' \'(lllr
tttlol ttt;t
tn;rfi l)('(lu('tuts, r'rttlrr urt:t rlt' lirs cr¡irlcs srilo const¿r tlc un lnacho activo y ¡l¡etlc cttgltñitr ¿rl macho clclibe:r¿rtlrutlt'lllt' l)t'()l)()t t'trllllllttlt¡lt'
tlor, o l¡r''; llctl¡lr¡;t.'.;rrlt'nris rlt'lrrrlcst't'nrlt'nt'irr. l,os llutchos protcgctt lir * r.iti¡ lirlsir; l¿r urírs precavicla ¿lsun)c t¡ttc llt ltt'lttlrl.lt. siltt¡rlctttt'ltlt'. sltlrr
tttlr'1't lrl,r,l rlt'',ll', l)( (llt('tt()', ( tt( tt/o:; r'on lr;rsllrrrlt'li'nrt'itlirtl. cltsligitrrrl«r t.villr¡sc ¡trrtltlclnas sin saber c(')nto ni ¡tot't¡tttí lilttt'iotllt lltll lrit'lt ('\;l ('\
,rl,r', lt,'lttltt,t ,'.t ,r '.rlr,tt,rttrl,'l¡,rrr¡r()(|',t nrrrr':.ltlltl;r l¡llislt.vr'iltlttltci1l¡t * Ir:rlt.1,,ilr. A ¡lrrtirclcl compollamicntodc lrt ltclttlrt lt t'll sí lttislttu ll() l)(r

*
+-
ltt t¡tli.¡t,tt tlc ltt ltttutttnitltttl
Mtt,qitt tlt ltt tttt'ttlt' (tt)
demos deterrninar cuál es la expr icación correct¿r,
por.o I, rcs¡.rucsrir sc_
ría f-Lrndamental para comprender la mente Pertsarniento profundo
de los rnonos.
sep tados mentales es, para cualquicr.
animal, er a evitar castigos. Si un arr ilrr¿rl lln0 tlc los rasgos más sobresalientes de nuestro mundo tttc:llllll t's t'l
aprende n determinadas situaliones (por c.iorrr_ rrtorlo cn que consideramos lo que nos disponemos a h¿rcor. ljslo ttttl
plo, que ciertas consecuencias generalmente
." a"rp.".,á"n de cicrt.s ,.lr1s vcces implica una ret'lexión explícita de opciones altcrtlativits,
l¿t

acontecimientos o señales), re será difícil evitar


ser castigado si accicrcn_ t.v:rlu¿rción de sus posibles resultados y, una vez que hemos csco¿¡itlrr
talmente se encuentra en el lugar equivocado
rnnr, lneditar cuál es la mejor manera de llevarla a cabo. Eslc
proccrstr
en er momJnto equivocatr.
en una ocasión futura. su vida será una
larga serie de castigos que dirí_ r.slii tan presente en nuestra vida mental que apenas Caemos en la cttclt
ciimente podrá predecir o controlar. por otro
lado, si puede apricar teo_ lir, pcro qutzános proporcione [a ciave que estamos buscando'
ría de al problerna podrá deducir qué tipo de situaciones Ijste tipo de ensayo mental es, en realidad, una tarea bastantc collt-
]a -m9nte, colr_
vocarán la ira de otro animal (o de otros animalesl que éntraña un gran número de capacidades cognitiv¿5 6livc:rsits'
porque comprenderá ¡rlc.it
qué es lo que resurta moresto de su comportamientó
(en el caso de la pa- i',,i-,,o ,nínimo incluye la capacidad de razonamiento causal (para sc
pión sagrado, seguramente que su propio
macho tiene miedo de perderra gtrir la secuencia que va cle una causa a su posible efecto), dc raztlltlt
a manos de otro macho). será entonces
más eficiente a la hora de antici_ rrricnto analógico (reconocer que A es a B lo que X es aY), la capacitlirtl
par problemas futuros y, por tanto, capazde
hacer algo pa.a prevenirlos. tlc rrranejar dif'erentes situaciones alavezy, finalmente, hacer toclo t:sltr
Éste es, por lo menos para nosotros, un (:n una amplia franja de tiempo hacia el futuro'
modo natuial de manejarse
en el entorno sociar. Nuestro cerebro tiene El razonamiento analógico puede ser la oveja negra de este [crrtit.
la capacidad de hacer todos
los cálculos necesarios. pero esto no significa tlc
que todos ros animales Lcr¿r Boroditsky ha señalado recientemente que utilizamos este tiptl
tengan las mismas habilidades. parece glás que un senticltr
obvio que at menos argunos ani_ rirzonamiento para desarroliar un sentido temporal
males se manejan en el mundo bastante bien
sin necesidad de recurrir a cs¡racial. El tiernpo, después de todo, es algo que sólo podernos imagi-
,,,,,., ,-,o podemos tocarlo o experimentarlo directamenie. En lugar tlc
este tipo de gimnasia mental. Los insectos
son el ejempro más craro, así
como los peces y los reptiles; los ratones y
las ratas poárían incluirse en cll9,lo reflejamos en nuestras crónicas de circunstancias pasadas, clttc
un estadio algo más cercano ar nuestro. Todas el estado actual del mundo, deduciendo así quc cl
estas especies, por su- conlparamoi
puesto, viven en entornos sociales mucho
más simpler'qu" ro, de ros
"o,
ticr¡po ha transcurrido. Por el contrario, sí que tenemos una experictt-
monos y los simios, de modo que la cuestión ci¿r scnsorial directa del mundo del espacio físico á través de la
vista y
radicá .i ro, monos y
los simios necesitan teoría de Ia mente para "n con
manejarse más efica_ rlcl l-acto. Boroditsky mostró que, cuando se presenta en primer lugttr it
cia en las sociedades e.n ras que viven.
¿ia crase a*.o-pte¡dad que se rrn sujeto una afirmación sobre la disposición espacial de un ob.i«:lrr
aprecia en las sociedades de monos o ri,'io, («La flor está frente a mí»), el sujeto interpretará probablemente ullil
sóro es poriüt" si estos ani_
males tienen teoría de la mente, o acaso las
reraciones de ros humanos rrl'ilnación ambigua sobre la disposición temporal de un acontoci-
son fan abismalmente más complejas que
las suyas? rnicnto («La reunión del próximo rniércoles ha sido postergada tltts
Pero c¡uizzÍ estemos olvidando atgo. tlí¡s; ¿,cn qué clía cae ahora?») de una manera compatible con la clis-
eue nos estemos centrando en
lir tc.r'í¿r tfc l¿r rrcnrc pucde csf ar ocuñandó previamente. Sin embargo, ttttit
argo más importante para er ¡Xrsici(rn espacial que se le ha dado
t',ttt¡r,l'lltttlit'lll, llt¡l¡l:ttl,. ()rrizií l¿r lcrlrí¿r ttc l¿r lnontc :rl'irrn¿rciólt accrca de un acontecimiento temporal no provoca el ntis-
sí misma
tlltlt t'ltl;tt'lt'l'lslit'¡t t'lttt't1lt'ttlt'rlc urr;r ",
¡ll..r¡licrlirtl r¡¡ch6 nlíts"nl,undamen- Irrrl cl'octo en la interpretación de una afirmación ambigua sobrc ttltit
l¡rl rh.l I rrrr.tr ),rt r,(.al( ) rh. tir r rrr.r¡f t. l,ir,,¡,t,,,r. que desan-ollamos n ucsl r¡ t
r I i s ¡ros i c i tin temporal. Boroditsky sostiene

¡rt.rt.t:Pcitin clel tlempo por analogía con la percepción del espacio, kr


70 La odi.¡eu rle lo h.wmani¿lcttl
#
¿,
Mtt,u,itt tlt' ltt tttt'ttl,' / I

que explica que utilicemos numerosas metáforas espaciales cu:ultk»


nos referimos al tiempo. Las cosas suceden una detrás de otra; r-nira-
*+
f,
Incntlu-sc clc ntancra dirccta. Sin embargo, se han hccho itllcttlos 1l:ttit
gx¿r¡linar las capacidacles de los grandes simios en ¿tl lt'lctlos tltls tlt' los
otrOS prOCeSOS, llamados <<razonamientO cauSal>> y <<enS¿lyo lllcttl¿tl,'.

f,
mos hacia atrás (hacia elpasado) o hacia adelante (hacia el futuro); llc-
gamos fuera de horario... El test que utilizamos para evaluar su comprensión de la c¿rtlsitlitlittl
El razonamiento analógico puede jugar un papel crucial en la his-
toria de la mente humana porque nos proporciona una base para enten-
der Ias otras mentes. Utilizamos la experiencia de nuestros propios pro-
cesos mentales para imaginar cómo funcionan las mentes de los demás.
#
Ti-l
cs el mismo que hemos usado con niños muy pequeños, inclus«:r coll lrt'
bós de seis meses de edad. El esquema es relativamente sencillo: l)()l'
c.icmplo, se le muestra a un sujeto (ser humano o de otra espcc ic ) tttl v Í-
tlco de un objeto que choca con otro, provocando así su desplazatltictt-
Por ejemplo, podemos comprender el disgusto de otra persona cuand<r
el cajero automático se ha tragado su tarjeta de débito tanto como nues- tf lo. La secuencia se repite una y otra vez hasta que el niño se acosttlllt-
hra (deja de prestar atención); entonces se pasa otro vídeo en el c¡ttc sc
tro propio dolor cuando nos golpeamos un pie. Este fenómeno'se vuel-
H ¡rnxluce el movimiento a pesar de que los objetos no se
tocan (no colisio-
ve aún más importante cuando entra en contacto con el mundo de las
relaciones. Podemos experimentar directamente las interacciones entre
un par de animales: las vemos antes que nuestros propios ojos e inclu-
#,
#
rran). Si el niño (o el primate) presta atención lepentinamente, constitttyc
rrrrit prueba de que se ha dado cuenta de que ha sucedido algo extritito tr
Iucra de lo normal (al menos, en el caso de que se pueda demostrar t¡ttc
¡o reacciona del mismo modo ante un mero cambio de escena). listir

#
so podemos experimentarlas a través del tacto o el oído, pero, cuando se
trata de comprender la naturaleza de.la relación entre dos individuos, l'cucción Se toma como prueba de una comprensión intuitiva de'la c¿ttt-
nos enfrentamos a algo que no podemos experimentar directamente.
Como señaló el etólogo Robert Hinde hace más de treinta años, abstrae-
mos las relaciones a partir de la observación que hacemos de las interac- # salidad. Incluso los bebés de seis meses superan este test y, al parccct'.
tarnbién 1o hacen los chimpancés, aunque no los monos. La psic(rlogir
it¿rliana Elizabeta Visalberghi y sus colaboradores han obtenido cll
ciones entre individuos. Las relaciones son algo que sucede sólo en un
mundo virtual y tenemos que ser capaces de movernos adelante y atrás -F
#
I{oma resultados bastante parecidos utilizando dif'erentes tipos de pruc-
ll¿rs de razonamiento causal.
Examinamos la capacidad de los simios de desarrollar el ensayr

if
en el mundo físico de las interacciones (los acontecimientos reales) y en
nlcntal comparando el tiempo que les toma abrir una caja de puzlcs

tr
el mundo virtual en el que estos acontecimientos se constituyen en re-
laciones para ser capaces de comprender cuál es o puede ser el signifi- -clespués de haberles permitido observar durante un día distintas
citiirr
cado de una acción concreta o cómo influyen dos relaciones entre sí. tlc puzles- con el que tardan si no se les concede este tiempo de ens¿t'
Examinar la capacidad de los animales para desarrollar un fazona-
f, y0. Los chimpancés, los orangutanes y los niños pequeños (de cntrt

H
miento analógico no es tarea fácil. Muchos intentos para explorar estc cirroo y siete años) realizaron la prueba con resultados mucho mejorct
fenómeno se han centrado en la cuestión más simple de si entienden las cuando se les daba un tiempo para reflexionar sobre la caja que cuitlltlt
analogías entre categorías («El grifo es al agua 1o que la llave a [la cerra-
dura?l»). Esto no es exactamente lo mismo que ser capaz de explotar
Ia analogía entre cómo funciona una mente y utrlizarla como modelo
rlc t:ornporta¡niento para otra. o como tomar un proceso social y usarlo
#
l.'1,
sc lcs presentaba lacajasin más, pero con diferencias muy signif ictrti
virs; incluso los niños más pequeños resolvían la prueba mucho más I'ii
¡ritlo c¡ue cualquiera de los grandes simios.
Estos resultados indican que estas capacidades básicas deben clc cs
('()nl() nr0tlcl0 rlc rrrr ¡lrocoso físic<t, o vicevcrsa. Hasta ahora, todos los
J-{' llu'h¿rslantc extendidas, al menos entre los simios. Sin embargo, est¿i olit
t'sltttlios sohlt'r'slr' li'nrintcno st' lliur r:clrlrirrlo cn l:r silnilitud pcrccptivir
lllltfi ( lll(' t'rr lir siIrtilitttt l t'ottt't'¡tltrrrlI Ilsl¡r rill iln:r ¡rrrt:rlt: scr ln¿ís intporlirn-
lr. tlt'r'¡tl¡t ttl tttttltrlo \o('t¡tl, ¡tttt'slrl r¡ttt' lirs n'lt¡t'ioltt.s rro ¡lrrcrlcrr cxpcri- w
l{.
t1) (lLtc, por buenos que sean los simios en este tipo de pruebas, los tti
l¡os huln¿u.t<ls están cualitativamente mucho más capacitados, inclust
Ios rn¿is pequeños. En este sentido, se deben destacar dos cuestitlttcs

7',t'?
72 La ct¿!isect de la humanidctd
Magia de La ntcntt i ;

En primer lugar, para conseguir la verdadera congrricirirr sot.irl lrnrrrr


¿rlumnos de psicología que continúan estudiando los principales Ir'¿tzos
na, las cu.atro capacidades deben desar:rollarse en conjunlo:
¡rosr.t.r r¡¡r cle la historia de su vida un siglo y rnedio después de su muertc.
sola puede ser úiil, pero no permite desarrollar los tipos clc
¡rcrrsrrrrrrt.rr Phineas era el capataz de tnacuadriila que trabajaba en ia cortslr ttt'
to complejo que llegan al cuarto o quinto grado de intencioir¿rlitl¡rrl I lrr
ción de las vías para una nueva línea de ferrocarril cerca de Cavcrtclislr.
segundo Iugar, el grado en que pueden desplegarse estas h¿rhilirLrtlt.:,
Vermont, en el nordeste de Estados Unidos. Tenía un buen equi¡ro. t¡ttt'
sc ajustaba a una firme disciplina y que rendía muchísimo gracitts rt stt
c¿rrisma y a su facilidad para persuadir y ganarse simpatías, una h¿rb il i
tl¿rd nada desdeñable, pues su cuadrilla estaba compuesta en su ntity()
ría por personas de los estratos sociales más bajos y marginados. LJrt tlírr
reserva para mantener en funcionamiento el resto del cuerpo). I zr ¡rlrr- l)rf.al de septiembre de 1848, cuando preparaba una carga de explosivos
niflcación cuidadosa puede ser especialmente importante én .,,,-,- para dinamitar una roca, la pólvora explotó accidentalmentc rttic¡t
"rt"
lras la apisonaba en un hueco de la roca con una barra de hierrtt dc ll lt'
tlio metro de longitud.Lafircrza de la explosión impulsó la b¿rrrrr rlt'
lricrro directamente hacia la parte frontal de su cráneo y le destrozt'r 1,11';ttt
¡rarte de lacorteza.T
parecen ser capaces de darse cuenta de
Que, a veces, contener las emo_ Milagrosamente, Gage sobrevivió al accidente, pero, cu¿tltcltl sc t't'
ciones instantáneas puede permitirles mejorar a iargo plazo.
cuperó, su personalidad había cambiado por conrpleto. Aqr-rcl (lrrc irrr
La capacidad de apartarse de la inmediatez del mundo puecle ser cru-
tcs había sido el competente capataz de una cuadrilla de trabit.iittlort'r';
ciai para poder examinar las consecuencias de diferentes vías de acción.
rrrclos y bebedores ya no era capaz de mantener relaciones socirtlcs cli't'
Después de todo, la i consiste en la capacidad de tomar Jf, livas ni de hacer bien su trabajo. Se había vuelto impreclccihlc y tlt's
distancia de una exp I e imaginar que el mundo podría
sbr distinto de lo que puede tener falsas creencias acer- Jfl considerado, no paraba de insultar y se comportaba clc In¿tltct'tt ittt¡rrr
t'icnte, obstinada y caprichosa. Según algunos relaf os (rtttttt¡tlt' lltl vt'z
ca de ó1. Las diferencias que se observan en las especies en lo que res-
a
pecta dade ué los manclriles y los
)F scarr apócrifos), doce años después de su accidentc ttlt¡l'iri sill tlrtt'r'rtl;t
vo on una institución de caridad, debido a una clcsltlt'st¡ttttl:t itt¡',t'sl;t rlt'
grande soci los niños autistas no, Jfl ;¡lcohol.
siendo aces sa creencia.

4
J.l-
l,tr irnportanciadelcasodeGageen lahistorilrtlt'l¡r ¡¡t'u¡o¡r,tt olo¡'t;t
urtlictr cn lo que nos dice su infortunaclo accirlcnl('¡r('('rt ¡r rk' l;r:, llttr lo
ncs rlt' l¿r corteza frontal, la capa extcri«lr tlt'l t't'rt'lrro r¡ttr' :,('('n( l('llt,r
Una historia del cerebro
h rlt'lr:rs tlc los ojos y que, agrandes rasg,os, st't'xlit'lttlt'lt;tt'ltr l¿tr' {tt( lit',

Fhineas Gage disfruta de la inusual distinción de haber alcanzado la in-


ruortrrlitlrrrl. Por dcsgrzrcia, no debe de ser la inmort¿rlidad que él hubic-
lll rlt'st'lt«lo. si ltl¡itltttt vcz lx'nsi(') r:rt cllir. Yt no sc clrcuclth'¿t entrc ltos()-
Itos. tti ('\ l('('oltl;trlo ¡lot l:ts rl;rr';rvillosrts sinfirri.rrs (lu(.c()n)l)usicr.¿t ¡i
+
JF
S;rlrt'rrros (plees ahídonderadica la h¿tsc tlt'lr¡ :tclivitllrrltttcttl;tlr ort',
r r('nl(' y (luc cs la parte del ccrcbro r¡uc cstri ínlirnrrlttt'ttlc lt'l;tr'tonlt,l;r

| ('onto srrt'riilteo
rlrr., { ()nrl)ul;uiz:rrkls
se conscrv(l dcspLrós rlc su rlttrrlt', lttt' ¡rosilrlr'tlltllz:tt lttt'lrr
l¡odcrnos paraconf ccciot¡itt'tttt lltotlt'lo tlt'llt ltrtyct lol tlt tlt' l:t
¡rot l;t', t'rr¡tlt',ll;t'; ¡rtttlttt:t:, (ltt('l)rorlrr¡t't;r, ln'tl)('ol¡lilrtill sit.t¡tftl
r,r"o', llt;r', l,r¡tro',r,', rlr'l,r ¡r.¡rol],,tr r)l(,1,1¡r y lttttt.lr;ts
¡lt9t¡'l9s
r,(.¡(.t.:l(,i(),(.s (l(, -+.
+ ;rIrsonrtr k rrir i¡ [ravós dc su cerebro, lo cual rtos ln ¡tr:r u tif itlo tlt'l«'l rt¡itt:tt ('\:r( l;r
l,, rr r ,r
nrrntc rlu(' Ir:r1'¡¡¡¡¡',1,x dc la corteza fr«rnt¿rl l'ucr«lrl tlcstrttitlos y t'rrtilt's rro.
74 La odisea de la humaniclad
Magia de iq ruatttc /'
con todas las actividades inteligentes que asociamos con los humanos.
mo el 50 por 100 (en los prosimios) , y l\ega hasta un B0 por 100 dcl vo
lumen total del cerebro en los humanos. Para decirlo de manera sencillir
el neocórtex es la parte pensante del cerebro y los neocórtex grandcs sor
Ia especialidad de los primates.
Es importante resaltar que, en el transcurso de la evolución clc lrlr
primates, ei cerebro se ha expandido desde su parte posterior hacia l¿
anterior, de modo que la porción que más se ha desarrollado en los hu
manos modernos es el lóbulo frontal. Las regiones posteriores y lalcrir
últimos años de su vida, aunque los demás no se mostraran demasiado
les del cerebro están dedicadas en su mayor parte a la visión y a otr(x
aspectos de la percepción sensorial, la integración sensorial y la ntclrro
ria. El desarrollo del tamaño de los lóbulos frontales es el fhctor rcs
ponsable de la mayor inteligencia que se observa en los simios y los hu
manos en comparación con otras especies. Por supuesto, esto s(rlo cr
La triste hist ge nos recuerda que gran parte de lo
una parte de la historia, ya que en realidad el cerebro es un órgano con ur
que hacemos en son actos equilibrados que penden
zrlto grado de integración, que presenta complejas interconexióncs tirlr
precariamente a e social. eue la mayoría de los hu_
to entre distintas partes del neocórtex como entre éste y algunas dc llr
manos podamos mantenernos del lado de la cohesión social se debe a
partes más primitivas del cerebro (sobre todo con algunas partes clcl sis
lacorteza frontal de nuestros cerebros. Cualesquiera que sean los pro-
tcma límbico, que se encarga de las emociones y responde a soñ¿rlcr
cesos psicológicos involucrados, tienen que ser consecuencia de lá ac-
cmotivas). Sin embargo, este esquema simplificado nos proporcion¿r ulti
tividad cerebral. La conciencia, tal como la experimentamos, no es más
base bastante buena para comprender algunas de las dif'erencias cogrri
que una propiedad emergente de la actividad eléctrica del cerebro
de tivas clave entre los humanos y otros pnmates.
Existe una correlación entre la dimensión de los grupos soc:i¿rlcs rlt
Ios primates y el volumen del neocórtex que presentan (luc scirlltr t¡rrt
l'Lrc la necesidad de afrontar el complejo mundo social cn ol t¡rrt' vivÍ¡u
l«r quc los llevó a desarrollar cerebros más granclcs.t La cr¡csliírrr l'rlrrrl¡r
nlontal es que los humanos encajamos en la misrna cscirlir t¡rrt' los olrr rr
¡rrirttates. La dimensión de los grupos humanos cs ir¡rlrlx irrrirtl¡urrcr¡lt' rlr
cir.:lllo cincuenta: éste es el número de pers«lr-rits r¡ttc t'irtlir ilrtlivirlrlo t'o
n()('o l)crsonalmente y con las que tiene algrin li¡xr tlc ¡'r:lrrc'irirr si¡¡rril'it'rr
livrr, cxcluyendo a la gente que conocs dc vist¿r o ir l¿rs l)cr'si()nils con l¡r:
t¡trt' lit:nc una relación estrictamentc prolbsir¡naI o c¿rsu¡rL l ,os c:lrirrrllirlt,
t'tis vivcn cn comunidades que tiencn una clilncnsión proltrctlio rk: r:in
t'ut'rrl:r ir 5-5 y su neocórtex es proporcionalnrcntc mírs ¡rcc¡ucño.
tlcl ccrcbr«r ¡rrilltilivo tlc rcptil quc conrp¿trlcn l<xkrs los vcrlcbr¿rdgs. En
los r¡r:uDílcnrs, r:slir ¡lrrr'iírn r:oncspontrc ¡r cnrrc cl l0 y cl 40
¡lr 100 clel
volltlltt'l¡ lrll¡tl rlcl t't'l't'lur¡. l)('l'o (:n los ¡rrirrritlcs r:olrsliluyc cst¡g lllíni- l. I Ie ¿rrraliz.ado este tema y sus implicaciones para Ia cvolucitiu rlcl le ttgttiric t'or
lrrtslrtttf t'tlcttllc cn rni libro Grooming, Gossip and lhc [ivolul.it¡n ol'Itm¡¡rut,qt
76 L¿t odiseu de la hLtmanidad Magia de la menlc 7',

sin embargo, parece ser que las distintas partes del net¡crlrlcx u() s(.
cerebro, por lo que el flujo sanguíneo hacia esa parte del cerebro au
desarrollaron en la misma proporción que el tamaño del ccrcbro ttr¡r.irrr
menta. El torrente sanguíneo que recorre pequeñas partes del ccrobn
te la evolución de los primates. Las áreas de procesos sensorialcs ttcl lrcrl
puede ser medido indirectamente a partir de los cambios que product
córtex parecen haber aumentado de tamaño más lentamente c¡uc los
esa actividad cerebral en los campos magnéticos que rodean al cercbrr
componentes no sensoriales del lóbulo frontal. Esto se debe princi¡rirl-
o de la frecuencia con la cual se emiten electrones, datos ambos que puc
mente a que tener un procesador que analice estímulos sensorialcs (lir
den ser recogidos por poderosas herramientas de grabación. Estudior
información que obtenemos a través de la vista, el oído, el olfato, ctcd-
sobre el cerebro en actividad indican que diversas áreas supeJiorcs <lt
tera) que sea mayor que el mínimo necesario paradar sentido a Ias soña-
la corteza frontal se encuentran particularmente activas cuando csl¿it
les de los órganos relevantes no constituye una ventaja. Dado que el nco-
resolviendo pruebas de cognición social, como el test de Sally-Arrrr
córtex en su totalidad aumenta de tamaño con mucha más rapidez, va
pero no cuando están dedicadas a tareas más sencillas como el recono
dejando más espacio libre para las cuestiones de la inteligencia que ani-
cimiento de formas o la lectura.
dan en el extremo superior delaparte frontal otras palabris, para
-en En conjunto, estos resultados señalan que, como tanto el tarnair«
habilidades sociales tales como la teoría de la mente-, mientras que el del cerebro del mono como el del humano han evolucionado, la capaci
tamaño del cerebro se incrernenta hasta la capacidad que hallamos en
dad extra se ha agregado en su mayor parte en lazorafrontal, dondo sr
monos, simios y humanos. La cantidad de espacio libre sobre el total de
pueden ir desarrollando habilidades de cognición social más'porlcro
capacidad que tiene un mono comienzaa mostrar un incremento impor-
sas. Finalmente, en algún punto de la evolución de los homínidos, h
tante cuando nos acercamos al tamaño cerebral de los grandes simios
clisponibilidad de poder de procesamiento extra fue suficientc conrr
(lo que puede explicar por qué estos últimos son casi capaces de supe-
paramarcar la transición crucial hacia la reflexión cognitiva que nos por
rar pruebas de teoría de la mente y los monos no), pero es más de cua-
mitió afrontar análisis intencionales de segundo y tercer grado dcl rnun
tro veces mayor en el caso de los humanos modernos, y el coehciente
do en que vivimos.
de crecimiento parece ser exponencial.
lnevitablemente, la pregunta obvia en este punto es ést¿r: ¿,culrrtk
Hoy en díahay muchas pruebas clínicas para defender la hipótesis
dieron nuestros ancestros el paso a partir del cual fucron posihlcs li
de que el lóbulo frontal del cerebro debe jugar el papel crucial en la lec-
tcoría de la mente y grados más altos de intencionalid¿rd'? l,:r rcrspuosl¡
tura de la mente. Pacientes que han sufrido lesiones enla corteza fron-
lZrcil, por supuesto, es que se trata de un punto muy dif'fcil dc rlclcnr¡i
tal como resultado de golpes o accidentes, por ejemplo, pierden inva-
n¿lr, ya que ni el cerebro ni el comportamiento, dc.ian«kr tlc l¡rtkr los t's
riablemente sus habilidades sociales. En algunos casos, sencillamente
l¿rd<ls mentales, son capaces de fosilizarse. Sin cnthitrgo. ¡totlt:tttos lttt
carecen de la capacidad de utilizar los códigos sociales más corrientes
ccrnos una idea relacionando las clases dc halllzgos (lu(' ltt'l¡tor
y se comportan como personas con síndrome de Asperger, pisoteando
¡urlliz,ado más arriba sobre los cambios dcl l¿r¡rt¡tño tlcl ccrr:lltr¡ t'rr t'l li
inconscientemente la sensibilidad social de los demás sin veigüenza al-
rrir.ic rlc los homínidos (f,rgura 2, p.35). Y r¡sto r:s ¡rosihk: ytr t¡ttt', si t's
guna; en otros casos, como en el del desdichado phineas Gage, su per-
t'¡rlirr¡urs las relaciones en el cerebro, su volu¡nort lolirl rros tlrr urtrr itlr'¡
sonalidad cambia por completo y se vuelven más agresiuo, y menos
nrzor¡lhlo tle los tamaños relativos dc las p¿rrlcs corrsliltryonlcs,
c«rnsiderados con los intereses de los demás.
lii lr¿rccrnos un esquema de los nivclcs clc inlcrrcionnlitl¡rtl tk: lor
Las nuevas tccnologías nos han perrniticlo rccicntcmente echar un
nronos (r:n cl primero), los simios (tan sólo crt r.ul scgurttlo rtivcl) y tlt
visl¿tz,tl al corchrtl clt I'uttcion¿urio¡lto. t.a lccnologíir rlc¡rcnclc «lo la ra-
krs llunr¿ulos ¡nodernos (en un quinto nivel) dc acucrdo c«rrt krs l¿urt¡¡
zonithle: srr¡losit.iílrr tlc t¡trt: lus ¡litr.lcs tlcl t:t:l.cllro t¡rrc c:sliirr trabajan«kr
ikrs rcl¿rtivos de sus lóbulos frontales, obtencmos, sorprcndonl0nrortlc
t'tt l¡t l't'soltlt'iírll tlt' tttt ¡ttrlltlcttt¡r ('r)nr{unt(,tr rrtrls oxlgt:no (lltc cl rcsf s dol
rur¡r rcl¿rcit'ln bastante lineal. Utilizando esta rclación prxlonros dcscu
lVltt,t,itr tlt' !tt tttt'ttlt' /t)
7¿t Lu orli.,seu tlt lu huntuttitlud
h¿tbcr hcrccl¿ttltl tlc Itls httlllitltos ¿trciticos
t¡ttt'lltttltr
(cl nivcl t¡uc rlcbctt
brir que el tamaño del neocórtex se contpararía colt cl lcl'ccl'gt'ittlo tk' colllo ¿ttlccstt'tl ctltlltitt )'
ltoSolroS Cotlto loS nCanClertales ctlt-t-¡1-lartittltls
intencionalidad, y así descubriríamos cuándo aparcciír cl l¿tlttaito ct't't' y lotlos los cotlt
llllconsocuencia, el quinto grado de intencionalitlacl,
bral equivalente en el registro fósil humano. Como un¿t clc lits cosits t¡ttt' que de é1 depen6e., no zrparccicr,tt [taslit t¡ttt'
se pueden determinar bastante bien a partir de los espccítrlottos ltisile s
¡rlcjos l'enómenos social"s
propia subos¡rccic)e rr
l.s humanos anatómicamente modernos (nuestra
es el tamaño del cerebro (el cráneo, al ser especialmcnte cluro, stlclc atrás'
traron en escena apenas doscientos mil años
preservarse rnejor que el resto de los huesos), debería ser posiblc tr¿tzitl'
en la historia de la evolución de los homínidos el esquema de ttn ¡'rittrtilt
de camLrio en las habilidades mentales cruciales.
La conclusión que hemos esbozado en este
capítulo es que, a pcsur tlc
Trazu el esquema de esta relación en el gráfico de los ceunbios clol t¿r- de importantes hahili-
clue simios y humanos comparten gran número
maño del cerebro en el linaje de los homínidos que se muestra en [a ligtr- en un aspecto clave: el gratltr
¿ades cognitivas avanrudas,-ie diferencian
ra2,haciendo los ajustes necesarios para obtener una relación fiable cll-
enelqueloshumanospuedentomardistanciadelmundoalexpcritlrctt-
tre ei volumen total del cerebro y el volumen del lóbulo frontal, nos da cl
tarlo.Estolespermitereflexionarsobreelmundoamedidaqucltlcrl-
resultado que se muestra en la figura 6 (p. i 83). Esto sugiere que el ter- Por el contrario' los
nocen y preguntarse si podría ser de otro modo'
cer grado de intencionalidad apareció por primera vez en el Homo erec- tienen una expcilcl'l-
simios (y" erireaiidad, todos los demás animales)
tus,hace unos dos millones de años. El cuarto grado de intencionali- se aferran a la realiclacl'
cia del mundo mucho más directa. Sus sentidos
dad, sin embargo, no debió de aparecer hasta hace aproxirnadamente importantes implictr-
En el próximo capítulo, veremos que esto tiene
quinientos mil años, cuando el arcaico Homo sapiens (nuestra propia más propio clc
ciones para algunos de los aspectos del comportamiento
especie) entró en escena. Como el tamaño del cerebro continuó cre-
ciendo considerablemente en el linaje humano, el quinto grado de inten-
at los humanos.

cionalidad debió de haber surgido bastante rápido. Vale la pena advertir


que tanto los neandertales, como los cromañones, como los humanos F
conternporáneos, tenían cerebros de un tamaño suficiente como paraal-
bergar un quinto grado de intencionalidad. Al parecer, los neandertáles F
no han tenido una capacidad intelectual tan pobre corno se suele creer.
Parece ser que, aunque el primer paso hacia niveles mentales más al-
J-
tos se produjo más bien temprano, los niveles más altos de intenciona- JJ..
lidad que nos distinguieron radicalmente de nuestros primos los simios
se dieron mucho más tarde: como mínimo, con la aparición del l{omo fl
sapiens. Si los neandertales compartieron con nosotros estas habilida-
des depende de si su cerebro estaba organizado exactamente de la mis-
ma manera que el nuestro. El famoso chichón del neandertal (la parte
f
;)
del cráneo que les sobresale por detrás) indica que tuvieron un campo vi-
sual mucho más amplio que el nuestro (algo que queda confirmado por f,
cl rnayor tanraño rclativo de sus ojos); si cs así, es posible que tuvieran
nlonos volr¡lnou clcl ncoc(rrtcx cn ol l(lhulo frontal, limitando por tanto
sus hirhilirl¿rtlcs strcialcs cognitivas a un cuarto grado dc intcncionalidad
fl
*.

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