La Historia de Dios y La de Tu Comunidad

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Crecimiento y Desarrollo

de la iglesia

La historia de Dios y la de tu
comunidad

Alumno: Gerardo Ingunza

Profesor: Mg. Jonathan Hanegan

7 de junio de 2022
¿Cuál es la historia de Dios en su totalidad y cómo puede ayudar a mi
comunidad a entender su razón de existir, su vocación y su futuro?
Dentro de las iglesias de Cristo y más aún dentro de los predicadores existen frases que
si bien es cierto, no son de nuestra autoría, ejemplifican de buena manera los
pensamientos que como congregaciones tenemos. Una de estas frases dice así: “Un
texto fuera de su contexto, es un buen pretexto”, y como sabemos el énfasis de la frase
está en no tratar de entender un versículo fuera del bloque de versículos que lo rodea o
fuera del libro que lo contiene, porque de esa manera se puede caer en el error de
malinterpretarlo y darle un sentido equivocado. Pues de la misma manera se debe
realizar esta buena práctica con cada texto o libro de la biblia a la luz de la revelación
general de Dios. Pero, ¿Cuál es el propósito principal o general de Dios?
Actualmente dentro de la corriente sobre la “doctrina de la prosperidad” se manifiesta
que el propósito principal de Dios es el de bendecir al hombre y darle una vida de
abundancia, por lo cual consideran que toda la revelación manifestada en la biblia va
enfocado en eso.
También podemos creer que el deseo o el plan de Dios para la humanidad es la de
salvarla y creer que todo lo manifestado en la biblia gira en torno a eso. Y seguramente
podremos encontrar muchos versículos que apoyen dicho pensamiento, pero si
seguimos meditando nos podremos encontrar con una pregunta que nos lleve a un paso
de mayor profundidad en ese sentido. La pregunta es: ¿Por qué? Es decir, ¿Por qué Dios
desea salvar a la humanidad? De repente, alguna de las respuestas sería: Porque los
ama. Y con ello dar por terminado nuestra búsqueda, pero particularmente considero
que podemos tener otra respuesta ante tal pregunta y con ello entender algo más acerca
del deseo y de los planes de Dios.

En apocalipsis 21, en el penúltimo capítulo de la biblia, encontramos una revelación que


nos habla del tiempo final y es allí donde vemos como terminarrá la narrativa de la
salvación. Veamos lo que dice los versículos 1 al 4. “Entonces vi un cielo nuevo y una
tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra habían desaparecido y también
el mar. Y vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo desde la
presencia de Dios, como una novia hermosamente vestida para su esposo. Oí una fuerte
voz que salía del trono y decía: «¡Miren, el hogar de Dios ahora está entre su pueblo! Él
vivirá con ellos, y ellos serán su pueblo. Dios mismo estará con ellos. Él les secará toda
lágrima de los ojos, y no habrá más muerte ni tristeza ni llanto ni dolor. Todas esas cosas
ya no existirán más».

Enfoquémonos más en el versículo 3, “«¡Miren, el hogar de Dios ahora está entre su


pueblo! Él vivirá con ellos, y ellos serán su pueblo. Dios mismo estará con ellos.” Es decir,
al final de todo, Dios vivirá con los suyos, Dios mismo estará con ellos. Este resultado
final que podemos observar en la biblia, nos da claridad para observar que el deseo de
Dios siempre ha sido, es y será tener comunión con el ser humano, lo cual podemos ver
desde el inicio de la creación y de la revelación canónica.

Por ejemplo, en Génesis 2:8 vemos que Dios puso al hombre en el huerto que había
creado y en el 3:8 del mismo Génesis leemos que Dios era quien se “paseaba” por tal
huerto. Dios puso al hombre en un lugar en el cual iba a tener la posibilidad de tener
comunión con Él.

Todo esto se hace más evidente, cuando en Juan 17:24 Jesús mismo le pide al Padre en
oración que su deseo es que los suyos estén donde Él esté. Jesús está en los momentos
finales de su tiempo aquí en la tierra, está a punto de ser arrestado, maltratado y
crucificado, pero lo que llena su mente y su corazón es el deseo de que los suyos estén
con Él. ¿Se imagina? Dios mismo, el creador de los cielos y la tierra desea relacionarse
con usted y conmigo.

Ahora, ¿cómo puede ayudar esto a mi comunidad para que entienda su razón de existir,
su vocación y su futuro? Si el propósito principal de Dios es que tengamos comunión con
Él, entonces cada una de las cosas que pensemos, digamos o hagamos debe ir en ese
mismo sentido. Para que cada uno de nosotros podamos tener una mejor relación con
nuestro Padre Celestial y además para que eso se vea reflejado en las relaciones que
tenemos con las demás personas.

Existimos con ese propósito, tal como lo manifiesta 1 Pedro 2:9 “para que anunciéis las
virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable”. Para que aquellas
personas que se encuentran en el lugar donde estábamos usted y yo, puedan tener el
mismo privilegio y se puedan relacionar correctamente con Dios.
Nuestra vocación es alcanzar a los que se encuentran sin Dios, para que tengan una
relación con Él. Y esto es solamente posible cuando nosotros mismos tenemos una
relación buena con nuestro Padre celestial.
Nuestro futuro es disfrutar de una relación eterna con nuestro Padre celestial, junto a
la mayor cantidad de personas posibles.

¿Cómo puede la relación de Dios con su pueblo Israel arrojar luz sobre la
vida de mi iglesia?
Cuando leemos la biblia nos sorprendemos de aquellas cosas que acontecieron y que
tenían relación con otros acontecimientos que iban a suceder en el futuro. Es decir, tal
como dice Colosenses 2:17, que eran “sombra” de lo que había de venir. Aquellas cosas
no sucedían simplemente porque sí, sino más bien porque Dios tenía un plan y un
propósito para ellas.
De la misma manera el llamado de Dios al pueblo de Israel tenía un propósito. Dios
deseaba estar con el pueblo de Israel, que cada uno de ellos se pueda relacionar con Él,
para que por medio de esta relación ellos puedan ser diferentes a la vista de las demás
naciones. Con el propósito de que vengan y se relacionen también con Él. Eso lo
podemos ver en Deuteronomio 4:5-8 “»Mira, ahora te enseño decretos y ordenanzas tal
como me lo encargó el Señor mi Dios, para que los obedezcas en la tierra donde estás a
punto de entrar y que vas a poseer. Síguelos al pie de la letra y darás a conocer tu
sabiduría y tu inteligencia a las naciones vecinas. Cuando esas naciones se enteren de
todos estos decretos, exclamarán: “¡Qué sabio y prudente es el pueblo de esa gran
nación!”. Pues, ¿qué gran nación tiene un dios que esté tan cerca de ellos de la manera
que el Señor nuestro Dios está cerca de nosotros cada vez que lo invocamos? ¿Y qué
gran nación tiene decretos y ordenanzas tan justas e imparciales como este conjunto de
leyes que te entrego hoy?” De la misma manera para nosotros al día de hoy, tenemos la
oportunidad de ser instrumentos útiles para que aquellas personas que no están
relacionadas con Dios, lo puedan estar.
Es necesario acotar también que el pueblo de Israel no entendió completamente este
llamado y terminó enorgulleciéndose al creer que Dios los había escogido por ser únicos
y especiales. Aún a pesar de que Dios claramente les había manifestado que los escogió
no porque fueran el mejor pueblo o el más importante, sino más bien eran el más
pequeño e insignificante de los pueblos. Pero ese orgullo que generaron como “pueblo
de Dios”, los llevó al punto de ser muchas veces un obstáculo para que las demás
naciones llegaran a Dios. Ese error debe estar presente en nuestras mentes y corazones
para de la mano de Dios, evitar cometerlo.
Es interesante pensar que Dios desea que seamos parte de su plan para con la
humanidad. Es decir, nuestro llamado tiene un propósito que va más allá de nostros y
que está enfocado en los demás.

¿Cómo puede el ministerio de Jesús informar la praxis eclesial en mi


comunidad de fe?
El enfoque principal de Jesús fue darnos la posibilidad de relacionarnos nuevamente con
el Padre, y para ello nos dio ejemplo con su vida misma. Su vida de oración era
extraordinaria, al punto que sus discípulos que eran judíos y que tenían la oración como
una práctica dentro de sus vidas, le pidieron que les enseñara a orar.
A eso le podemos sumar, la constante apertura hacia los necesitados con el fin de
brindarles una oportunidad de volver a Dios. Tal como lo mencionó cuando se
encontraba en la sinagoga allá en Nazaret y dijo que había sido enviado por los pobres,
cautivos, ciegos y oprimidos.
De la misma manera ese sentir principal en la vida de Jesús debe guiar nuestra práctica
eclesial. No estamos dentro del reino de Jesucristo simplemente para “disfrutar” de las
bendiciones sino también, para ser “puentes” por medio de los cuales las personas
puedan llegar a Cristo Jesús.
Este nuevo sentir debe ser el que redirija cada una de nuestras prácticas
congregacionales. Es decir, todo debe estar enfocado en aquella persona que se
encuentra sin esperanza y sin Dios. Pero para poder realizar esto a “la manera de Jesús”,
es indispensable tener el amor y la misericordia con la cual Jesús trató a las personas
mientras estuvo aquí en la tierra. Muchas veces nuestras formas de evangelizar han sido
confrontativas, buscando que la persona inmediatamente reconozca que es pecadora y
que manifieste lo equivocada que está. Pero, ¿a qué persona le gusta reconocer que es
pecadora o que está equivocada? Más aún cuando la tendencia humana es la de buscar
culpables o justificarse. Pero si nuestro enfoque está más enfocado en que las personas
se empiecen a relacionar con Jesús, es mucho más probable que por medio de la
escritura misma y de manera natural puedan reconocer la necesidad de un Salvador.

¿Qué me dice la futura realidad de Dios acerca del quehacer de la iglesia


hoy?
Como ya vimos, al final Dios estará con los suyos y los suyos estarán con Él. Pero entorno
a esta manifestación en el mismo libro de apocalipsis encontramos algo que la
complemente. En apocalipsis 7:9 dice “Después de esto vi una enorme multitud de todo
pueblo y toda nación, tribu y lengua, que era tan numerosa que nadie podía contarla.
Estaban de pie delante del trono y delante del Cordero. Vestían túnicas blancas y tenían
en sus manos ramas de palmeras”. Es decir, los suyos son personas de todo pueblo,
nación, tribu y lengua. ¿Qué nos hace pensar esto? Que el llamado o la oportunidad
dada por Dios es absolutamente para todos. Se había manifestado que uno de los
errores del pueblo de Israel fue el enorgullecerse y creerse mejor que las demás
naciones y que eso fue un impedimento para cumplir el verdadero propósito que Dios
tenía para ellos. Al día de hoy, ese error lo podemos cometer, creyendo que somos
nosotros quienes vamos a definir quiénes son dignos y quiénes no del llamado de Dios.
Creyendo que predicarle tal o cual persona es una perdida de tiempo, porque
consideramos que no va a cambiar. Pero siendo realmente sinceros, si Dios nos ha
transformado a cada uno de nosotros, lo mismo puede hacer en las demás personas.
Muchas veces entre bromas a los hermanos les manifiesto: “Si Dios me ha podido
transformar a mí, los demás tienen esperanzas”.
La revelación de apocalipsis 21 y 7, nos debe motivar a como congregación y de manera
individual a relacionarnos con Dios para empezar a disfrutar de ese final de la historia,
pero también nos debe motivar a ir por aquellos que se encuentran alejados de Dios,
pero que en Cristo Jesús pueden tener la misma oportunidad que nosotros tuvimos.
Es por ellos que debemos buscar ser verdaderos instrumentos de Dios para expandir su
familia, entendiendo que cada uno de los seres humanos tiene la misma oportunidad
delante de Dios.

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