C-143-15 Delito de Tortura
C-143-15 Delito de Tortura
C-143-15 Delito de Tortura
TORTURA-Definiciones relevantes
TORTURA-Modalidades
PENA-Función y finalidad
TORTURA-Tipificación
TORTURA-Configuración y fines
Magistrado Ponente:
LUIS ERNESTO VARGAS SILVA
I. ANTECEDENTES
III. LA DEMANDA
El señor Joao Alejandro Saavedra García considera que el artículo 178, inciso
final (parcial) de la Ley 599 de 2000 “Por la cual se expide el Código Penal”
infringe la Constitución Política, porque en su criterio se vulneran los
mandatos constitucionales en sus artículos 1, 2, 5, 6, 12, 13 y 93 CP. Para
sustentar la demanda expone los siguientes argumentos:
Afirma que bajo esta exclusión pueden alegar los agentes del Estado, que han
vulnerado la dignidad humana, que incurrieron en esa conducta por ser algo
inherente a una pena lícita, dejando sin piso al Estado para que se les
investigue y sancione.
2. Señala que la violación del art. 5 CP, se presenta porque un reo no puede ser
despojado de su condición humana y por lo mismo no pierde sus derechos
fundamentales, razón por la cual es inaceptable que se le permita al Estado,
por medio de la norma demandada, vulnerar los derechos fundamentales de las
personas en esta situación, ya que los servidores públicos encargados de hacer
cumplir las resoluciones judiciales pueden llegar a usar métodos poco
ortodoxos para controlarlos y escudarse en la norma para justificar la acción
realizada.
6. Por otra parte, el actor hace mención del Conjunto de Principios para la
protección de todas las personas sometidas a cualquier forma de detención o
prisión, que se adoptó en la Asamblea General de la ONU, mediante la
Resolución 43/173 de 1998, especialmente de los principios 1, 6 y 7.1. Con
estos instrumentos internacionales mencionados por el actor, concluye que los
mismos buscan acabar la tortura y los tratos crueles inhumanos o degradantes.
Afirma que Colombia no puede desconocer esto permitiendo que las
autoridades públicas cometan estas conductas atroces, por lo que la Corte
Constitucional debe hacer valer la dignidad humana y evitar que se
desconozcan los derechos inalienables de las personas, y por otro lado debe
hacer que se cumplan las normas internacionales y las obligaciones que
adquirió el Estado para erradicar este tipo de conductas “que por su gravedad
generan afectaciones directas a los seres humanos”.
Considera que se debe hacer uso del principio pro homine para acoplar este
ordenamiento a las normas internas al ser más benévolo con los derechos
humanos imponiéndoles a las autoridades públicas mayores limitaciones y por
lo tanto se les brinda más garantías a “las personas que tienen una relación de
especial sujeción con el Estado”
IV. INTERVENCIONES
(ii) Aduce que con base en lo expuesto los cargos del actor no son
procedentes, lo cual implica que se declare la constitucionalidad del inciso 3º
del art. 178 de la Ley 599 de 2000 entendiéndose que su alcance y contenido
real se debe interpretar teniendo en cuenta que lo consagrado en la
Convención Interamericana para prevenir y sancionar la tortura son un criterio
de interpretación constitucional obligatorio.
(i) Afirma que se debe hablar de qué es una sanción, la cual es “la aplicación
de un castigo, pena o correctivo sobre un individuo, como consecuencia de
una conducta y comportamiento inapropiado o ilegal”, estas sanciones están
fijadas por la ley la cual identifica el hecho ilegal cometido y le da la pena
acordada en el ordenamiento jurídico al infractor, siendo de menor a mayor
trascendencia según el delito cometido; y la sanción que se le impone atiende
a la “gravedad del delito o la afectación que con este se cause al bien jurídico
tutelado”.
(iii) Señala que las sanciones que se le imparten a las personas que han sido
condenadas a la privación de su libertad se encuentran taxativamente
determinadas en el Estatuto Penitenciario Ley 65 de 1993 en los arts. 123, 125
y 126.
(iv) Considera que la Ley 65 de 1993 tiene unos principios rectores y normas
9
que buscan que no se incurra, por parte de los agentes del Estado, en
arbitrariedades limitándoseles su actuar o función resocializadora, e indica que
“prevalecerá el respeto al principio de legalidad e igualdad, y el respeto a la
dignidad humana, a las garantías constitucionales y a los derechos humanos
universalmente reconocidos” , también se prohíbe toda forma de violencia
síquica, física o moral, o la imposición de restricciones que vayan más allá de
criterio de necesidad y proporcionalidad el cual es estricto y es exigido para el
cumplimiento de la finalidad impuesta.
Así las cosas, determinan que el tipo objetivo en este delito consiste en aplicar
sobre el individuo cualquier tipo de sufrimiento o de dolor, ya sea físico o
10
psíquico, con el fin de obtener alguna confesión, castigarla, intimidarla o
presionarla, o con cualquier otra finalidad, igualmente el tipo subjetivo no
observa calificación alguna del sujeto activo del delito, así que cualquier
persona puede ser responsable plenamente por el delito de tortura. El inciso
demandado tiene una excepción a esta conducta cuando dichos dolores sean
derivados de sanciones licitas o que sean consecuencia normal e inherente a
ellas.
11
cumplir la ley5, estas normas que contribuyen para que se proteja la dignidad y
derechos de los presos debe ser respetada por los Estados.
Indica que entre todas hay diferencias por lo que se han tejido teorías que
autorizan la tortura en determinadas circunstancias: 1. Tortura de rescate, al
ser un método de investigación para salvar a inocentes; 2. Doctrina de la
necesidad, ante el amparo de los DD de los agentes estatales no son
5
Res. 34/169, Asamblea Gral de la ONU
12
penalmente responsables por cometer tortura; 3. Derecho penal del enemigo,
que pone en duda la dignidad humana de quienes delinquen.
5. Universidad Libre
(iii) Advierte, con base en lo anterior, que la norma demandada “no considera
que se configure el tipo penal de tortura cuando el dolor o sufrimiento se
derive únicamente de sanciones licitas, consecuencia legal del propio delito,
lo cual ratifica que bajo ningún entendido los tratos crueles, inhumanos y
degradantes, pueden considerarse como consecuencias legales de una
conducta punible”, igualmente no se protege ningún abuso de la fuerza por
parte de las autoridades del Estado, por cuanto eso es motivo de reproche legal
y quien lo haga debe quedar sujeto a las “responsabilidades a que haya
lugar”.
(iv) Afirma, que de este tema en la sentencia C-582 de 2002 se hace referencia
que cuando el Estado es quien viola los derechos fundamentales “Por tanto
una violación de los Derechos Constitucionales proveniente del instrumento
creado precisamente para que esas violaciones no ocurran [es decir el
Estado], reviste una gravedad suprema que a hace acreedora de una
responsabilidad mayor”.
14
(v) Sostiene, que cuando se evidencie del uso arbitrario de la fuerza o
extralimitación realizada por alguna autoridad del Estado, ésta queda sujeta a
las responsabilidades a que haya lugar, lo cual implica que lo que se indica en
el artículo demandado no es una herramienta que facilite el “ejercicio
arbitrario y brutal de la fuerza del Estado por sus agentes”.
(i) Afirma que lo argumentado por el actor carece de certeza porque expone
solo sus propias especulaciones que no corresponden al auténtico contenido
normativo de la disposición acusada y considera que la demanda sub examine
no formula un cargo verdadero de inconstitucionalidad por lo que la Corte no
puede efectuar su estudio. De esta manera, encuentra que es un yerro del
demandante equiparar “la sanción penal impuesta al sancionado con las
demás actuaciones posteriores llevadas a cabo por las autoridades estatales”.
(iii) Por tanto, considera que los funcionarios pueden ser investigados en caso
de extralimitación o violación de algún derecho, y determinar si cometió el
delito de tortura, o incurrió en penas o tratos crueles inhumanos o degradantes.
(iv) Para la Vista Fiscal el Estado tiene legitimidad para sancionar mediante
penas y su connatural sufrimiento legítimo, y para ello el Congreso tiene una
15
amplia facultad de imponer penas al ser titular del ius puniendi.
1. Competencia de la Corte
La Corte debe resolver si el artículo 178 de la Ley 599 de 2000 vulnera los
mandatos constitucionales contenidos en los artículos 1, 2, 5, 6, 12 13 y 93 de
la Carta Política al establecer dicha disposición que no se entenderá por tortura
el dolor o los sufrimientos que se deriven únicamente de sanciones lícitas o
que sean consecuencia normal o inherente a ellas.
6
Ver Sentencia T-645 de 1996.
7
Consultar Kant Emmanuel, Fundamentación de la Metafísica de las Costumbres, Traducción de Manuel
García Morente.
17
bienes no patrimoniales, integridad física y moral, en otras palabras vivir sin
humillaciones.8
De otro lado, para esta Corporación la dignidad humana tiene una triple
naturaleza de valor, principio y derecho: (i) como derecho fundamental que
implica la correlatividad entre la facultad de exigir su realización en los
ámbitos a los que atañe y el deber de propiciarlos; (ii) como principio puede
entenderse como una de los fundamentos que dieron origen a la aparición del
Estado colombiano de hoy, así como un mandato de optimización, cuya
realización se debe propender en la mayor medida posible; (iii) como valor, la
dignidad representa un ideal de corrección al que tiende el Estado y que le
corresponde preservar”.9
8
Ver Sentencias T-881 de 2002 y T-436 de 2012
9
Sentencia T-940 de 2012 y ver Sentencia T-881/02
10
Ver Sentencia T-1134 de 2004.
11
Sentencia T-401 de 1992.
18
En punto al tema de la dignidad humana, tan central para el entendimiento de
nuestro paradigma constitucional, esta Corte ha afirmado que "El hombre es
un fin en sí mismo. Su dignidad depende de la posibilidad de
autodeterminarse (CP art. 16). Las autoridades están precisamente
instituidas para proteger a toda persona en su vida, entendida en un sentido
amplio como "vida plena". La integridad física, psíquica y espiritual, la salud,
el mínimo de condiciones materiales necesarias para la existencia digna, son
elementos constitutivos de una vida íntegra y presupuesto necesario para la
autorrealización individual y social. Una administración burocratizada,
insensible a las necesidades de los ciudadanos, o de sus mismos empleados,
no se compadece con los fines esenciales del Estado, sino que al contrario,
cosifica al individuo y traiciona los valores fundantes del Estado Social de
Derecho (CP art. 1°)”.12 (Negrillas fuera de texto)
12
Sentencia T-499 de 1992, reiterado en muchas otras.
Ver Sentencia T-702 de 2001.
13
Consultar la Sentencia T-1030 de 2003.
19
pactos y convenciones a nivel internacional, los cuales se encuentran
encaminados a la garantía y protección del derecho a la integridad personal de
los individuos sin diferenciar el origen étnico, de género, cultural o territorial
de los mismos.14 Algunos de los más importantes instrumentos internacionales
que consagran esta garantía son:
14
Ver Sentencia C-587de 1992.
20
3. La pena no puede trascender de la persona del delincuente.
4. Los procesados deben estar separados de los condenados, salvo en
circunstancias excepcionales, y serán sometidos a un tratamiento adecuado a
su condición de personas no condenadas.
5. Cuando los menores puedan ser procesados, deben ser separados de los
adultos y llevados ante tribunales especializados, con la mayor celeridad
posible, para su tratamiento
6. Las penas privativas de la libertad tendrán como finalidad esencial la
reforma y readaptación social de los condenados". (Resaltado de la Corte)
Tras la lectura de estos artículos, es evidente que una de las más importantes
preocupaciones de la comunidad internacional para la protección de los
Derechos Humanos ha sido la protección del derecho a la integridad personal
de todos los individuos, consagrando de manera universal el derecho de todas
las personas, sin excepción o acepción alguna, a no ser sometidos a cualquier
clase o tipo de tortura, bien sea física, emocional o psicológica, ni a ser objeto
de tratos o penas crueles inhumanas o degradantes.
21
tortura, o puedan ser calificados de crueles, inhumanos o degradantes frente a
la dignidad del ser humano.
Estas normas específicas para los casos relativos a las personas privadas de la
libertad se les otorga una especial relevancia porque es en estas circunstancias
o situaciones fácticas y jurídicas en donde se evidencia más la posibilidad de
que se presente tortura, penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes, y
porque estas garantías en el ambiente jurídico de los Derechos Humanos se
han desplegado como un conjunto de limitaciones frente al ius puniendi del
Estado. Por lo tanto, esta prohibición universal constituye una norma de
derecho internacional que todo Estado tiene la obligación de respetar, a pesar
de las circunstancias particulares que se puedan presentar internamente, tales
como el conflicto interno armado y la proliferación de grupos armados al
margen de la ley, como en el caso específico de Colombia. 17 Lo anterior, no
significa que este tipo de delito de tortura, imposición de penas o tratos crueles
inhumanos o degradantes no puedan ser cometidos por otras personas
particulares, verbigracia en el seno de las familias, o como en el caso especial
de Colombia, por los numerosos grupos al margen de la ley.
22
persona a instigación suya, inflija intencionalmente a una persona penas o
sufrimientos graves, ya sean físicos o mentales, con el fin de obtener de ella
o de un tercero información o una confesión, de castigarla por un acto que
haya cometido o se sospeche que ha cometido, o de intimidar a esa persona
o a otras. No se considerarán tortura las penas o sufrimientos que sean
consecuencia únicamente de la privación legítima de la libertad, o sean
inherentes o incidentales a ésta, en la medida en que estén en consonancia
con las Reglas Mínimas para el Tratamiento de los Reclusos.” (Negrillas de
la Corte)
23
(i) El Comité de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, en la
Observación General No. 20 de 1992 establece que “la finalidad de las
disposiciones del artículo 7 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos es proteger la dignidad y la integridad física y mental de la
persona”18, y que “la prohibición enunciada en el artículo 7 se refiere no
solamente a los actos que causan a la víctima dolor físico, sino tambien a los
que causan sufrimiento moral”19. (Resalta la Corte)
18
Comité de Derechos Humanos, Observación General No. 20: “La prohibición de la tortura y los tratos o
penas crueles”, 1992.
19
Ibidem.
20
Sentencia T-741 de 2004.
21
Ibídem
24
degradantes, garantía que es elevada a derecho fundamental.
En este orden de ideas, la Carta Política de 1991 prohíbe la tortura, los tratos
crueles, inhumanos o degradantes; los cuales guardan una relación intrínseca
entre sí, y es necesario recordar que las autoridades colombianas se han
instituido para que se protejan a todos los residentes del país en sus vidas,
honra y bienes, así como para que se aseguren del cumplimiento de los
deberes sociales tanto del Estado como de los particulares.22
Es decir que con la aprobación del texto del art. 12 Constitucional quedó
plasmada la prohibición categórica, entre otras cosas, de la tortura, y de las
penas y los tratos crueles, inhumanos o degradantes, tanto por parte del Estado
como de los particulares, constituyendo un derecho fundamental de todos los
ciudadanos.
22
Ver Sentencia No. C-587 de 1992.
23
Ibídem.
24
Ibídem.
25
Así, la jurisprudencia constitucional ha sostenido que la tortura es un delito
que atenta contra la dignidad humana para obtener resultados variados como
información, castigos o coacciones; usando métodos que producen grave
dolor, sufrimientos o aflicción en las víctimas, sometiendo su voluntad a la
del torturador. No obstante lo anterior, también ha expresado, que los dolores
o sufrimientos que son consecuencia de sanciones legítimas o inherentes a
éstas quedan excluidos del concepto de tortura.25 Esto se debe entender en el
sentido de que las penas, dolores o sufrimientos que sean única y
exclusivamente consecuencia o inherentes por naturaleza a las sanciones
legítimas que están estipuladas por la ley, no se considerarán tortura, siempre
y cuando su aplicación no incluya la realización de los actos o la aplicación de
los métodos considerados como tal. De esta manera, es claro, que las penas,
sufrimientos o dolores que quedan excluidos del concepto de tortura, son
aquellos que no quedan comprendidos dentro de esta definición, tales como
aquellos dolores o sufrimientos naturales que se derivan o son inherentes a las
penas principales o accesorias, relativas a la privación de la libertad del
ciudadano, las multas o las inhabilidades civiles y políticas.
"El que someta a otro a tortura física o moral, incurrirá en prisión de uno a
tres años, siempre que el hecho no constituya delito sancionado con pena
mayor"
Esta norma fue reiterada en el Decreto Ley 180 de 1988, art. 24, pero con una
pena mayor y fue adoptada como legislación permanente en el D.E. 2266 de
1991, artículo 4:
El artículo 279 del Código Penal fue nuevamente modificado en el año 2000
por la Ley 589 en su art. 6:
26
ARTICULO 279. Tortura. El que inflija a una persona dolores o sufrimientos
graves, físicos o psíquicos, con el fin de obtener de ella o de un tercero
información o confesión, de castigarla por un acto por ella cometido o que se
sospeche que ha cometido o de intimidarla o coaccionarla por cualquier
razón que comporte algún tipo de discriminación incurrirá en prisión de ocho
a quince años, multa de ochocientos (800) a dos mil (2.000) salarios mínimos
legales vigentes, e inhabilitación para el ejercicio de derechos y funciones
públicas por el mismo término de la pena privativa de la libertad.
En la misma pena incurrirá el que cometa la conducta con fines distintos a los
descritos en el inciso anterior.
27
En relación con las torturas, penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes
para los reclusos, el Pacto de Derechos Civiles y Políticos, art. 10, se consagra
el respeto a la dignidad humana de los reclusos: “toda persona privada de la
libertad será tratada humanamente y con el respeto debido a la dignidad
inherente al ser humano”. Este principio interpretado en la Observación
General No. 21 del Comité de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, es
sintetizado por esta Corporación así: “(i) todas las personas privadas de la
libertad deberán ser tratadas en forma humana y digna, independientemente
del tipo de detención al cual estén sujetas, del tipo de institución en la cual
estén recluidas; (ii) los Estados adquieren obligaciones positivas en virtud del
artículo 10-1 del Pacto, en el sentido de propugnar por que no se someta a
las personas privadas de la libertad a mayores penurias o limitaciones de sus
derechos que las legítimamente derivadas de la medida de detención
correspondiente; y (iii) por tratarse de una “norma fundamental de
aplicación universal”, la obligación de tratar a los detenidos con humanidad
y dignidad no puede estar sujeta, en su cumplimiento, a la disponibilidad de
recursos materiales, ni a distinciones de ningún tipo”.27 (Énfasis de la Sala)
Por lo anterior, las Naciones Unidas ha consagrado “las Reglas Mínimas para
el tratamiento de reclusos28, el Conjunto de Principios para la Protección de
Todas las Personas Sometidas a Cualquier Forma de Detención o Prisión 29, el
Código de Conducta para funcionarios encargados de hacer cumplir la ley30,
y los Principios de ética médica aplicables a la función del personal de salud,
especialmente los médicos, en la protección de personas presas y detenidas,
contra la tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes 31,
que la Observación General 21 de la Comisión de Derechos Humanos”. 32 Por
estas normas internacionales y las libertades que reconoce la Carta Política a
todos los asociados, la Corte se ha referido a los derechos de los presos.
28
ropa de cama correspondiente en condiciones higiénicas 33, y (v) el derecho
de los reclusos a contar con alimentación y agua potable suficientes y
adecuadas.”34 (Resalta la Sala)
29
Estado Social de Derecho, le genera al Estado el deber de garantizarle a los
reos condiciones de vida digna, creándose una relación de sujeción entre los
individuos y el gobierno.40
40
Ver Sentencias T-848 y T-1069 de 2005.
41
Ver sentencia T-153 de 1998.
42
Ver Sentencias T-714 de 1996 y T-153 de 1998.
43
Ver Sentencia T-522 de 1992.
44
Ver sentencia T-153 de 1998.
45
Sentencia T-687 de 2003.
30
fuego por la espalda en el sitio de reclusión"; "amenaza de traer a sus
familiares para torturarlos en su presencia"; "contemplación de las torturas a
otra persona"; ..."
31
Por lo tanto, el Estado puede exigir al detenido que se someta a las
condiciones y reglas de conducta que se direccionen a mantener el orden y la
seguridad de los establecimientos carcelarios, teniendo como base que estas
medidas se ajusten a los principios de proporcionalidad y razonabilidad47;
por su parte, reitera este Tribunal, que el Estado les debe garantizar a las
personas privadas de la libertad el pleno ejercicio de los derechos que no les
han sido suspendidos y parcialmente el disfrute de los que les han
restringido.48
47
Sentencia T-1030 de 2003.
48
Ver Sentencia T-684 de 2005.
49
Sentencia T-269 de 2002: “(…) el derecho a la dignidad humana de los internos, el cual tiene connotación
de fundamental y por tanto inherente a la persona humana debe ser respetado no sometiéndoseles a
condiciones de hacinamiento y no realizándoseles requisas que por sus características vulneren la dignidad
humana del privado de la libertad y se constituyan a su vez en tratos crueles inhumanos y degradantes,
proscritos por la Carta Política (art. 12 Constitución Política).”
50
Ver Sentencia T-684 de 2005.
51
Ver Sentencia T-857 de 2013.
32
y penitenciarias deben abstenerse de lesionar la dignidad de los internos, pues
esa es la conclusión que se desprende de la lectura del artículo señalado.52
33
física, la cual se manifiesta en “maltratamientos de obra entre sus miembros,
la privación consciente de alimentos, los abusos sexuales, las constricciones
indebidas, los incumplimientos graves e injustificados de los deberes de
auxilio mutuo, la vida licenciosa, la embriaguez habitual, el uso de sustancias
alucinógenas o estupefacientes o las diversas formas de abandono, siempre
que inflijan un sufrimiento excesivo”55. De otra parte, la tortura a nivel
psicológico se evidencia en los ultrajes, el trato cruel y la manipulación de los
regímenes de visitas a los hijos menores de edad para los cónyuges separados,
entre otros. Es importante mencionar en este aparte que el art. 44 Superior se
indica que la tortura puede darse entre particulares al indicar la protección que
se brinda a los niños contra el abandono en todas sus formas, la violencia
física o moral, el secuestro, el abuso sexual y el trabajo riesgoso.56
1. La demanda
El accionante considera que el inciso final del art. 178 de la Ley 599 de 2000
vulnera los arts. 1, 2, 5, 6, 12, 13 y 93 Superiores, pues la dignidad humana se
ve amenazada para los reclusos, al permitir que se les inflijan dolores o
sufrimientos por parte de los servidores públicos que hacen cumplir las
sentencias judiciales, con lo cual se rompe la filosofía del Estado Social de
55
Sentencia C-587de 1992.
56
Ver Sentencia C-587de 1992.
34
Derecho fundado en el respeto de la dignidad del individuo.
2. Intervenciones
De conformidad con todo lo expuesto hasta aquí, la Corte constata que a partir
de una interpretación sistemática del enunciado normativo acusado con el
valor, principio y derecho de la dignidad humana como fundamento
iusfilosófico de la prohibición de la tortura, de los tratos crueles, inhumanos o
degradantes, con los instrumentos internacionales que consagran estas
prohibiciones, con los mandatos superiores de la Constitución Política, y con
el propio contenido del precepto demando y demás normas de carácter legal
pertinentes y concordantes, se concluye claramente que el inciso final del
artículo 178 del Código Penal no vulnera los artículos constitucionales 1, 2, 5,
6, 12 13 y 93 de la Carta Política. Lo anterior por las siguientes razones:
5.2 En segundo lugar, para la Sala es claro que el artículo 178 del Código
Penal se debe interpretar de manera sistemática en consonancia con los
instrumentos internacionales que prohíben de manera universal la práctica de
la tortura, y la imposición de penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes,
tales como la Declaración Universal de Derechos Humanos, el Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos, la Convención Americana sobre
Derechos Humanos.
En este sentido, este Tribunal colige que el artículo 178 del Código Penal y
particularmente el inciso final de esta norma, que ahora se analiza, se
encuentra en plena armonía con las definiciones de instrumentos
internacionales más relevantes sobre la tortura.
(i) Por una parte, estas normas definen la tortura como todo acto realizado
intencionalmente, mediante el cual un funcionario público u otra persona en el
ejercicio de funciones públicas, o por instigación suya, con su consentimiento,
inflija a una persona dolores, sufrimientos o penas de carácter físico o mental,
con fines de investigación criminal o como método para obtener de ella o de
un tercero, información o confesión, o con el objetivo de castigarla por algún
38
acto que haya cometido o que se sospeche que ha cometido, o como medida
preventiva, con el propósito de intimidarla o coaccionarla, o con el fin de
discriminarla, o como pena, o con cualquier otro fin. Se entiende igualmente
como tortura la aplicación sobre una persona de métodos tendientes a anular la
personalidad de la víctima o a disminuir su capacidad física o mental, aunque
no causen dolor o angustia física.
(ii) De otra parte, las normas plantean una salvedad frente a esta definición de
tortura, consagrando que no se considera como tortura o que no se entenderán
comprendidos en el concepto de tortura, las penas, los dolores, y sufrimientos
físicos o mentales que constituyan única y exclusivamente una consecuencia
de sanciones legítimas, de medidas legales, o que sean inherentes a éstas,
siempre y cuando que no incluyan la realización de los actos o la aplicación de
los métodos descritos por estas mismos preceptos como tortura.
Así las cosas, para la Sala es evidente que el artículo 178 del Código Penal, y
particularmente el inciso final demandado, constituye una reproducción
material prácticamente literal del contenido normativo de las disposiciones de
los instrumentos internacionales mencionados.
En este sentido, la Sala constata que el artículo 178 del Código Penal
colombiano toma y reproduce para la determinación del tipo penal de tortura,
los elementos y aspectos esenciales de las definiciones contenidas tanto en la
Declaración, como en la Convención contra la Tortura y otros Tratos o Penas
Crueles, Inhumanas o Degradantes, como de la Convención Interamericana
para Prevenir y Sancionar la Tortura, en donde se consagra que la tortura
constituye (i) todo acto realizado intencionalmente; (ii) por cualquiera -
funcionario público u otra persona-; (iii) mediante el cual se inflija a una
persona dolores, sufrimientos o penas de carácter físico o mental; (iv) con la
finalidad de: (a) obtener de ella o de un tercero, información o confesión, (b)
castigarla por algún acto que haya cometido o que se sospeche que ha
cometido, (c) con el propósito de intimidarla o coaccionarla, (d) o con el fin de
discriminarla, (d) o con cualquier otro fin.
39
Es de resaltar, que el inciso final del artículo 178 del Código Penal ahora
demandado, constituye una reproducción del contenido material de carácter
prácticamente literal de las definiciones mencionadas. Este inciso prevé que
“No se entenderá por tortura el dolor o los sufrimientos que se deriven
únicamente de sanciones lícitas o que sean consecuencia normal o
inherente a ellas.” (Negrillas fuera de texto)
A partir de esta comparación, la Sala constata que el inciso final del artículo
178 del Código Penal reproduce los elementos y aspectos esenciales para
determinar las conductas que se entienden excluidas del concepto de tortura,
esto es (i) aquellas penas, dolores o sufrimientos, (ii) que constituyan única y
exclusivamente una consecuencia de sanciones legítimas o legales, o que sean
inherentes o incidentales a éstas, (iii) siempre y cuando no incluyan la
realización de los actos o la aplicación de los métodos comprendidos dentro de
la definición de tortura, que en el artículo 178 del Código Penal, como se
analizó, se encuentra definido en los incisos primero y segundo de dicha
normativa.
Así las cosas, es necesario concluir que el inciso final acusado tiene el mismo
sentido y finalidad de las normas internacionales y debe por tanto interpretarse
de forma sistemática, coherente y armónica con estas normas de carácter
internacional.
5.3 En tercer lugar, la Sala colige que el inciso final del artículo 178 del
Código Penal debe ser interpretado de manera sistemática con el artículo 12 de
la Constitución Política de Colombia, que en su artículo 12 consagra: “Nadie
será sometido a desaparición forzada, a torturas ni a tratos o penas crueles,
40
inhumanos o degradantes”, así como con los artículos constitucionales 1, 2, 5,
6, 13 y 93 que el actor considera vulnerados.
De esta manera, es claro para este Tribunal que el inciso demandado que se
refiere a los dolores y sufrimientos que quedan excluidos del entendimiento de
tortura, que son aquellos que se derivan únicamente de sanciones lícitas o que
sean consecuencia normal o inherente a ellas, debe interpretarse en el sentido
(i) de excluir de manera absoluta aquellos actos o actuaciones que constituyan
tortura, de conformidad con el artículo 12 CP y de acuerdo con la definición y
tipificación previamente establecida por los incisos 1 y 2 del mismo artículo
178 de la Ley 599 de 2000; (ii) de los principios que fundan el Estado Social
de Derecho, muy especialmente del respeto de la dignidad humana, como lo
establece el artículo 1 CP; (iii) de los fines esenciales del Estado,
particularmente la garantía de la efectividad de los principios, derechos y
deberes consagrados en la Constitución y el aseguramiento de la vigencia de
un orden justo, como lo establece el artículo 2 CP; (iv) de la primacía de los
derechos inalienables de la persona, en armonía con el artículo 5 CP,
particularmente la garantía de la prohibición de no ser objeto de torturas,
penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes, en concordancia con el
artículo 12 CP; (v) de la responsabilidad de todas las personas ante las
autoridades por infringir la Constitución Política y las leyes, y de los
servidores públicos por la misma causa y por omisión o extralimitación en el
ejercicio de sus funciones, tal como lo establece el artículo 6 CP, de manera
que es claro que queda incólume la responsabilidad ante las autoridades
competentes por cualquier acto de tortura, imposición de penas crueles,
inhumanas o degradantes; (vi) de la protección especial y medidas afirmativas
respecto de personas que constituyan grupos discriminados o marginados, o
que se encuentren en circunstancias de debilidad o de vulnerabilidad, respecto
de los cuales el Estado sancionará los abusos o maltratos que contra ellas se
cometan, de conformidad con lo consagrado en el artículo 13 CP,
particularmente en el caso que nos ocupa, contra la población carcelaria del
país; y (vii) del bloque de constitucionalidad del que se deriva que los tratados
y convenios internacionales ratificados por el Congreso, que reconocen los
Derechos Humanos y prohíben su limitación en los estados de excepción,
prevalecen en el orden interno, y de conformidad con el principio de
interpretación conforme con los tratados sobre Derechos Humanos ratificados
por Colombia, como se deriva del artículo 93 CP.
42
disciplinaria y penal que se pueda derivar de conductas que se tipifiquen como
tortura o trato cruel, inhumano o degradante, que vulneren el principio de
dignidad humana, o los derechos fundamentales, de manera que no se afecta el
régimen constitucional de responsabilidad de los servidores públicos y menos
aún se afecta la prohibición categórica de la tortura, de los tratos o penas
crueles, inhumanas o degradantes.
De otra parte, las sanciones que se le impongan a las personas que han sido
condenadas a la privación de su libertad se encuentran taxativamente
determinadas en el Estatuto Penitenciario Ley 65 de 1993 en los arts. 123, 125
y 126. Así las cosas, la Ley 65 de 1993 tiene unos principios rectores y
normas que buscan que no se incurra, por parte de los agentes del Estado, en
arbitrariedades limitándoseles su actuar o función resocializadora, de manera
que debe prevalecer el respeto del principio de legalidad e igualdad, y el
respeto a la dignidad humana, a las garantías constitucionales y a los derechos
humanos universalmente reconocidos, de forma que también se prohíbe toda
43
clase de violencia síquica, física o moral, o la imposición de restricciones que
vayan más allá de criterio de necesidad y proporcionalidad el cual es estricto y
es exigido para el cumplimiento de la finalidad impuesta.
Esto implica, que la excepción prevista por el inciso final del artículo 178 del
Código Penal se debe comprender, en primer lugar, en el sentido de que
existen una serie de sanciones –como la privación de la libertad- que se
encuentran aceptadas internacional e internamente, y que en tal sentido no
pueden ser entendidas como tortura, y de las cuales se deriva un dolor o
sufrimiento que es consecuencia de ellas o inherentes a ellas. No obstante lo
anterior, es de reiterar que la licitud o legitimidad de la aplicación de estas
sanciones depende única y exclusivamente de su estricto apego a los
estándares internacionales de Derechos Humanos, a la Constitución, a la ley, a
la jurisprudencia de esta Corte, con el fin de evitar que su imposición y
ejecución puedan a llegar a configurar actos de tortura, o penas y tratos
crueles, inhumanos o degradantes, como se desprende de la preocupación
planteada por el actor, actuaciones por las que en todo caso deben responder
administrativa, disciplinaria y penalmente los agentes del Estado.
6. Conclusión
La Corte debía resolver si el contenido del inciso final del artículo 178 de la
Ley 599 de 2000 vulneraba los mandatos constitucionales contenidos en los
artículos 1, 2, 5, 6, 12, 13 y 93 de la Carta Política al establecer que no se
entenderá por tortura el dolor o los sufrimientos que se deriven únicamente de
sanciones lícitas o que sean consecuencia normal o inherente a ellas. A este
respecto, la Sala Plena de esta Corporación concluyó la constitucionalidad del
inciso demando por los cargos analizados en la presente providencia, por no
desconocer los estándares internacionales en la materia, ni las normas
44
constitucionales que se consideraban vulneradas. Por tal razón, la Sala decidió
la exequibilidad del inciso final del artículo 178 de la Ley 599 de 2000, por los
cargos analizados en el presente estudio de constitucionalidad, y así lo
declarará en la parte resolutiva de esta providencia.
VII. DECISIÓN
RESUELVE
46
ACLARACIÓN DE VOTO DEL MAGISTRADO
JORGE IVÁN PALACIO PALACIO
A LA SENTENCIA C-143/15
Magistrado Ponente:
Luis Ernesto Vargas Silva
47
Con el respeto acostumbrado por las decisiones que toma esta Corporación,
me permito hacer explícitas las consideraciones que me llevaron a aclarar el
voto en la sentencia C-143 de 2015.
El actor plantea que el inciso final del art. 178 de la Ley 599 de 2000 vulnera
los artículos 1, 2, 5, 6, 12, 13 y 93 Superiores, toda vez que la dignidad
humana se ve amenazada para los reclusos, al permitir que se les inflijan
dolores o sufrimientos por parte de los servidores públicos que hacen cumplir
las sentencias judiciales, con lo cual se rompe la filosofía del Estado Social de
Derecho fundado en el respeto de todos los individuos.
La Corte determinó que el inciso final del artículo 178 no desconocía los
presupuestos constitucionales señalados, en la medida que se encontraba
ajustados a los estándares internacionales en la materia, así como al concepto
de dignidad humana y la Constitución. En este punto se desarrollaron cuatro
aspectos fundamentales, a saber:
(ii) El artículo 178 del Código Penal se debe interpretar en consonancia con
los instrumentos internacionales que prohiben de manera universal la práctica
de la tortura y la imposición de penas o tratos crueles, inhumanos o
degradantes58 y el artículo 12 de la Constitución, que consagra: "Nadie será
sometido a desaparición forzada, a torturas ni a tratos o penas crueles,
inhumanos o degradantes ".
58
La Declaración Universal de Derechos Humanos, el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, la
Convención Americana sobre Derechos Humanos.
48
refiriendo a los castigos ilegales, la intimidación, la confesión, la coacción, la
discriminación u otros similares.
59
La Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre; a que deben ser tratados humanamente
y con el respeto debido a la dignidad inherente al ser humano, como lo determina el Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos y la Convención Americana sobre Derechos Humanos; y a que la finalidad
esencial del régimen penitenciario y de las penas privativas de la libertad debe ser la reforma y la
readaptación social de los penados, tal como lo exige el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y
la Convención Americana sobre Derechos Humanos, como quedó expuesto ampliamente en esta sentencia.
60
Res. 45/111, Asamblea Gral de la ONU
61
Res. 43/173, Asamblea Gral de la ONU
62
Res. 45/113, Asamblea Gral de la ONU
63
Res. 25/229, Asamblea Gral de la ONU
64
Res. 34/169, Asamblea Gral de la ONU
49
tortura y su excepción, que debió incluir un condicionamiento expreso que
hiciera referencia al respeto de los derechos humanos, debido a que los únicos
dolores y sufrimientos que podrían estar justificados en el ordenamiento
jurídico en un Estado Social de Derecho y una sociedad democrática, son los
que provienen de sanciones que tengan una correspondencia con los
estándares internacionales de DDHH, especialmente de las leyes que se
dirigen a la protección de los individuos privados de su libertad.
Esto evitaría excesos por parte de los funcionarios del Estado con ocasión de
la eventual privación de la libertad de cualquiera de sus asociados, situación
que terminaría por desconocer la dignidad humana e inclusive la seguridad y
de orden público. A su vez se evitaría llegar a flexibilizar la prohibición
absoluta de la tortura, de penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes en el
contexto de un Estado democrático y de derecho.
Fecha ut supra,
50
ACLARACIÓN DE VOTO DE LA MAGISTRADA
MARÍA VICTORIA CALLE CORREA
A LA SENTENCIA C-143/15
Expediente D-10400
Demanda de inconstitucionalidad, contra el
artículo 178, inciso final (parcial) de la Ley
599 de 2000
Magistrado Ponente:
LUIS ERNESTO VARGAS SILVA
Aclaro el voto, con el debido respeto por las decisiones de la Corte, toda vez
que en mi concepto debió condicionarse la exequibilidad del inciso final del
artículo 178 de la Ley 599 de 2000 a la incorporación de la previsión prevista
en el inciso 2° del artículo 2° de la Convención Interamericana para prevenir y
sancionar la tortura65. En efecto, tal y como lo afirma la sentencia C-143 de
2015, la norma acusada se ajusta a los estándares internacionales y a las
normas constitucionales que se invocaron como vulneradas, pero si se hubiese
condicionado la disposición, la interpretación resultaría más garantista, en
términos de protección de derechos fundamentales, con base en el principio
pro homine; y, se cumpliría de mejor manera el mandato constitucional de la
exclusión absoluta de la tortura.
51
Penal (norma demandada) prevenir y sancionar la tortura.
Artículo 2º, inciso 2º.
No se entenderá por tortura el dolor No estarán comprendidos en el
o los sufrimientos que se deriven concepto de tortura las penas o
únicamente de sanciones lícitas o sufrimientos físicos o mentales que
que sean consecuencia normal o sean únicamente consecuencia de
inherente a ellas. medidas legales o inherentes a éstas,
siempre que no incluyan la
realización de los actos o la
aplicación de los métodos a que se
refiere el presente artículo.
Dejo en estos términos expresados los motivos por los cuales aclaré el voto.
Fecha ut supra,
52