Selección Teóricos Románticos

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LITERATURA GENERAL III 1

Prof. C.Brncić

SELECCIÓN DE FRAGMENTOS TEÓRICOS ROMÁNTICOS

August Wilhelm Schlegel “Poesía” (1801)

...”El medio de la poesía es, empero, cabalmente el mismo por cuyo medio logra el espíritu
humano el conocimiento y se apodera, combinándolas y expresándolas, de sus ideas: la lengua.
Tampoco está, por tanto, ligada a los objetos, sino que se crea los suyos propios; es la más extensa
de todas las artes, y, por así decirlo, el espíritu universal presente en todas ellas. En las
representaciones del resto de las artes se denomina poético a aquello que nos eleva por encima de
la realidad habitual, colocándonos en el mundo de la fantasía; poesía designa en este sentido, así
pues, ante todo la inventiva artística, el acto maravilloso por el que ésta enriquece la naturaleza;
como el mismo nombre indica: creación y producción verdaderas. Toda representación material
externa va precedida de otra interna en el espíritu del artista, a la cual se incorpora siempre el
lenguaje como mediador de la consciencia, y puede decirse, por ende, que aquélla proviene en todo
momento del seno de la poesía"...

A.W. Schegel “De la mitología”

La mitología es una creación esencial y voluntaria de la fantasía [...] El acto primigenio de la


fantasía es por excelencia, aquel mediante el cual nuestra propia existencia y todo el mundo
exterior consigue la condición de real para nosotros [...] La mitología otorga a sus productos una
realidad ideal, esto es, son reales para el espíritu aunque no puedan ser comprobadas en la
experiencia sensible

Friedrich Wilhelm Joseph Schelling “Forma simbólica de los dioses”

...”La mitología no es sino el universo en su atavío más elevado, en su figura absoluta, el universo
verdadero en sí, imagen de la vida y del maravilloso caos de la imaginación divina, poesía ya en sí
y, no obstante, también para sí nuevamente material y elemento de la poesía. Ella (la mitología) es
el mundo y, en cierto modo, el suelo en el que las excrecencias del arte pueden florecer y perdurar.
Sólo dentro de un mundo tal resultan posibles las figuraciones duraderas y concretas, y sólo por
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medio de éstas pueden ser expresados conceptos eternos. Las creaciones del arte han de contar con
la misma, incluso con una realidad más alta que la de la naturaleza, las formas de los dioses, que
tan necesaria y eternamente persisten como el género de los hombres o de las plantas, a la vez
individuos y especies, y que tan inmortales son como ésos”...
En la misma medida en que la poesía es lo formador del material, o el arte, en sentido restringido,
lo es de la forma, es la mitología la poesía absoluta, la poesía en masa, por así decirlo. Es la
materia eterna de la que surgen maravillosas y múltiples las formas todas.

Novalis Fragmentos escogidos “Sobre el poeta y la poesía”

 El auténtico poeta es todopoderoso, es un mundo real en miniatura. La poesía es la realidad


absoluta. Ese es el núcleo de mi filosofía. Cuanto más poético, más verdadero.
El artista se levanta sobre el hombre como la estatua sobre el pedestal.
La poesía es el gran arte de construir la salud trascendental. El poeta es, pues, el médico
trascendental.
La poesía dispone a su antojo del dolor y el cosquilleo, del placer y el displacer, del error y la
verdad, de la salud y la enfermedad. Lo mezcla todo para conseguir el fin de los fines, la elevación
del hombre sobre sí mismo.

 Romanticismo. La absolutización, universalización, clasificación del momento individual, de la


situación individual, etc. , es la verdadera esencia del romantizar. [...] Hay que romantizar el
mundo. Así se recupera el sentido primitivo. Romantizar no es más que una potencialización
cualitativa. En esta operación se identifica el yo inferior con un yo superior. De igual forma que
nosotros mismo somos una serie cualitativa de potencias. Esta operación es todavía ignorada por
completo. Dándole a lo corriente un sentido superior, a lo vulgar un aspecto misterioso, a lo
conocido la dignidad de lo desconocido, a lo finito una apariencia infinita, así es como lo
romantizo todo.
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Friedrich Schlegel

Fragmentos

“No a lo viejo y a lo antiguo, sino a lo que falsamente es erigido entre nosotros como antiquista, a
todo lo que sin amor interior imita artificialmente sólo la forma de los antiguos, se ha contrapuesto
lo romántico; así como, por otra parte a lo moderno, es decir, a aquello que busca falsamente
alcanzar influencia sobre la vida mediante la adhesión al presente, que reduce la realidad, y que
sucumbe inevitablemente al dominio de la moda y del tiempo limitado”.

Studium

“Lo bello en sentido estricto es la manifestación de una multiplicidad finita en una unidad
condicionada. En cambio, lo sublime es la manifestación de lo infinito: de plenitud infinita o de
armonía infinita. Tiene pues un contrario doble: infinita carencia e infinita desarmonía”.

“Pues, lo objetivo es invariable y constante; así que, si el arte y el gusto han de alcanzar alguna vez
objetividad, tendría que ser fijada a un tiempo la cultura estética. Un paro absoluto de la cultura
estética es absolutamente impensable. Así pues, la literatura moderna estará siempre cambiando”

“Épocas de la poesía” en Poesía y Filosofía

En la floración de la poesía homérica vemos en cierto modo el nacimiento de toda poesía; pero las
raíces se hurtan a la mirada, y las flores y las ramas de la planta surgen, insondablemente
hermosas, desde las tinieblas de la Antigüedad. Este caos encantadoramente formado es el germen
a partir del cual se organizó el mundo de la poesía antigua
Los maestros del estilo antiguo del arte moderno son estos tres, el experto debe comprender su
valor, pues a la sensibilidad del aficionado, la parte mejor y más característica de ellos permanece
difícil o incluso extraña. Nacido de tales fuentes, el río de la poesía italiana no podía ya secarse en
la privilegiada nación de los italianos. Es verdad que aquellos creadores no dejaron tras de sí
ninguna escuela, sino sólo imitadores; pero muy pronto un nuevo género nace, cuando la forma y
la cultura (Bildung) de la poesía, que ahora volvía a ser arte, fue aplicada a los temas de aventuras
de los libros de caballería.
La historia del arte de los españoles, que con la poesía de los italianos, tenía una gran familiaridad,
y la de los ingleses, de quienes era grande la sensibilidad para lo romántico, pero a quienes esta
poesía llegaba de tercera o cuarta mano, se compendia en el arte de dos hombres, Cervantes y
Shakespeare, que fueron tan grandes, que todo el resto al comparar parecen circunstancias
preparatorias, explicativas, integrantes. La riqueza de sus obras y el despliegue de su inmenso
espíritu proporcionaron, por sí solos, materia para una historia.
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“Fragmentos del Athenäum” (Fragmento 116)

“La poesía romántica es una poesía universal progresiva. Su fin no es sólo reunir todos los géneros
poéticos y poner en contacto a la poesía con la filosofía y retórica. Debe, y quiere, mezclar poesía y
prosa, genialidad y crítica, poesía de arte y poesía ingenua, hacer viva y social la poesía y poética
la vida y la sociedad, poetizar el espíritu (Witz), llenar y saturar las formas del arte con el más
variado material de cultura, y animarla con vibraciones de humor. Abraza todo lo que es poético,
desde el más grande sistema del arte (que a su vez contiene en sí otros sistemas) al suspiro, al beso
que el muchacho poetizante exhala en un canto espontáneo. Puede perderse de tal forma en el
objeto representado que puede creerse que caracterizar individuos poéticos de cualquier tipo sea
para ella el Uno y el Todo; y sin embargo no existe todavía una forma que se preste a expresar
perfectamente el espíritu del autor, hasta el punto que muchos artistas que querían escribir
simplemente una novela han acabado representando sin quererlo. Sólo ella puede, junto con el
epos, convertirse en un espejo del mundo, una imagen de la época. Y, sin embargo, puede librarse,
con las alas de reflexión poética, libre de todo interés real o ideal, entre el objeto de representación
y el sujeto representante, volver siempre a la reflexión y multiplicarla, como en una serie
interminable de espejos. Es capaz de la más elevada y universal cultura, no sólo del interior al
exterior, sino también del exterior al interior, en cuanto que organiza armónicamente todas las
partes de lo que en sus productos debe ser la unidad; por lo que se abre la perspectiva de un
clasicismo que crece ilimitadamente. La poesía romántica es entre las artes lo que la argucia es
para la filosofía, y lo que la sociedad, las relaciones, la amistad y el amor son para la vida. Hay
géneros finitos que pueden ser analizados. La poesía romántica está en devenir, más aún ésa es su
verdadera esencia: que puede llegar a ser, nunca ser. No puede agotarla ninguna teoría, y sólo una
crítica adivinatoria podría osar a caracterizar su ideal. Sólo ella es infinita y libre, y reconoce como
su ley primera que el arbitrio del poeta no se someta a ley alguna. El género romántico es el único
que es más que un género, es casi la poesía misma en cuanto que en cierto sentido, toda poesía es o
debería ser romántica”.
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Samuel Taylor Coleridge Biographia Literaria

Repetidas meditaciones me llevaron a sospechar que la fantasía y la imaginación son dos facultades
inconfundibles y muy diferentes en lugar de ser, según la creencia general, dos nombres con el
mismo sentido o, como máximo, los grados más alto y más bajo de la misma potencia.
Así, considero que la imaginación puede ser primaria o secundaria. La imaginación primaria es
para mí el Poder vital y el principal Agente de toda Percepción humana, una repetición en la mente
finita del acto eterno de creación en el e creación en el Yo soy. Estimo que la Imaginación
secundaria es como un eco de la precedente que coexiste con la voluntad consciente y sin embargo
idéntica a la primaria en cuanto a la especie de su acción, y distinta solamente en el grado y modo
de su funcionamiento. Disuelve, difunde, disipa para recrear o, incluso si esta acción es
imposibilitada, pugna aún por idealizar y unificar.
La Fantasía por el contrario, no puede jugar sino con lo fijo e indefinido. La Fantasía no es
ciertamente más que una modalidad de la Memoria emancipada del orden temporal y del espacial,
mezclada y modificada por ese fenómeno empírico de la voluntad que llamamos Elección. Al igual
que la memoria ordinaria, la Fantasía debe recibir todo sus materiales preparados ya por la ley de
asociación.
El poeta difunde un tono y un espíritu de unidad que las mezcla y (como si fuera) las funde una en
otra, gracias a ese poder sintético y mágico al que hemos dado en exclusiva el nombre de
Imaginación. Este poder, puesto primero en acción por la voluntad y el entendimiento, y retenido
bajo su incesante aunque suave e inadvertido control, se manifiesta en el equilibrio o reconciliación
de cualidades opuestas y discordantes: lo idéntico y lo diferente, lo general y lo concreto, la idea
con la imagen, lo individual con lo representativo, el sentimiento de novedad y frescura en objetos
viejos y conocidos

William Wordsworth Preface to Poems (1815)


La fantasía, a la vez que activa es una facultad creativa, regida por sus propias leyes y por su
propio espíritu. Es posible ejemplificar a partir de las composiciones de los escritores importantes
de qué manera la fantasía procura rivalizar con la imaginación y la imaginación se rebaja a trabajar
con los materiales de la fantasía.
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Percy Bysshe Shelley Defensa de la poesía


[…] Un poema es la imagen total de la vida expresada en su eterna verdad... un poema es la
creación de acciones, sujetas a las formas inmutables de la naturaleza humana, tales como existen
en la mente del creador[…]

[…] La poesía obra de manera distinta y más divina; despierta y ensancha el espíritu por el solo
hecho de convertirlo en receptáculo de mil combinaciones de pensamiento, antes no percibidas: la
poesía levanta el velo de la oculta hermosura del mundo y transforma los objetos familiares;
reproduce cuanto representa, y las personificaciones envueltas en su luz inmortal perduran de allí
en adelante en el espíritu [...]

Carta de Novalis a Friedrich Schlegel (07/11/1798)

Me escribes de tu proyecto de la Biblia y yo absorto en el estudio de las ciencias – a propósito de


su cuerpo, el libro- me convenzo cada vez más en la idea de la Biblia como el Ideal de cada libro.
La teoría de la Biblia desarrolla (despliega) y da a la teoría de la escritura o de la representación del
lenguaje la simultánea, simbólica e indirecta ciencia de la composición del espíritu. (...) Esto no
sería más que una crítica al proyecto de la Biblia, un intento de método universal de “biblizar”- ser
una introducción a la verdadera enciclopedia.

Carta de Friedrich Schlegel a Novalis (02/12/ 1798)

Estoy de acuerdo contigo en que la Biblia es la forma literaria nuclear y el Ideal de cada libro, pero
con cercanías y diferencias. El diario, la novela, el compendio, las cartas y el drama son también en
ese sentido Biblia, en lo que al nombre y al espíritu se refiere. (...)Mi proyecto bíblico no es
literario, sino bíblico, auténticamente religioso Pienso en inaugurar una nueva religión o ayudaré a
anunciarla.
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J.W.Goethe Werther

Carta del 10 de Mayo

Semejante a una de esas suaves mañanas de primavera que dilatan mi corazón, reina en mi
alma una admirable serenidad. Estoy solo, y gozo y me regocijo de vivir en estos lugares, creados
para almas como la mía. Me siento tan dichoso, amigo mío, estoy tan absorto en el sentimiento de
una plácida existencia, que hasta mi talento se resiente de su influencia. Mi pincel o mi lápiz no
podrían trazar hoy la menor línea, dibujar el menor rasgo, y sin embrago, jamás me he sentido tan
gran pintor como ahora. Cuando los vapores de mi querido valle suben hasta mí y me rodean, y el
sol, encumbrado, lanza sus abrazadores rayos sobre las cimas del bosque, obscuro e impenetrable,
y tan sólo algún dardo de fuego puede penetrar en el santuario, tendido cerca de la cascada del
arroyo, sobre el menudo y espeso césped, descubro otras mil hierbezuelas ignoradas y
desconocidas, cuando mi corazón siente más cerca ese numeroso y diminuto mundo que vive y se
desliza entre las plantas, ese hormigueo de seres, de gusanillos e insectos, de especies tan variadas
en formas y colores, siento la presencia del Omnipotente que nos creó a su imagen, y el hálito de
amor divino que nos sostiene, flotando en un océano de delicias eternas. ¡Oh amigo mío! Cuando
ante mis ojos aparece lo infinito, sintiendo el mundo reposar a mi alrededor, y tengo en mi corazón
el cielo, como la imagen de una mujer amada, entonces, dando un gran suspiro, exclama ¡Ah, si
pudiera expresar, estampar con un soplo en el papel lo que vive en ti con vida tan fuerte y ardiente!
¡si tu obra pudiese reflejar tu alma, como ésta es el espejo de un Dios infinito!... ¡ Pero, ay querido
amigo! .... Me pierdo, me extravío y sucumbo bajo la imponente majestad de esta visión.

Fragmento Carta del 26 de Mayo

... Esto me confirma en mi propósito de no atenerme en lo sucesivo más que a la Naturaleza misma,
porque ella sola es la que posee riquezas inagotables y la que forma los verdaderos artistas. Mucho
puede decirse en favor de las reglas y los preceptos del arte; y poco más o menos lo mismo que puede
decirse en alabanza de las leyes sociales. Un hombre que se conforma y se atiene estrictamente a ellas,
no produce nunca nada que sea absurdo o positivamente malo, lo mismo que el que se conduce con
arreglo a las leyes sociales, no será nunca un mal vecino, ni un insigne malvado; pero en cambio no
producirá nada notable, porque dígase lo que se quiera, toda regla, todo precepto, será una especie de
traba que sofocará el verdadero sentimiento de la Naturaleza, hará estéril el verdadero genio y le
quitará su verdadera expresión...
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Victor Hugo “Prólogo a Cromwell” (selección de extractos)


(…)
Si durante el desarrollo necesario de nuestras ideas, que aún pudieran profundizarse más, el hilo de
ellas no se ha roto en el espíritu del lector, debe haber comprendido con qué gran potencia lo
grotesco, ese germen de la comedia que ha recogido la musa moderna, ha debido crecer y
engrandecerse desde que se ha transportado a un terreno más propicio para él que el paganismo y la
epopeya. En efecto, en la poesía nueva, mientras que lo sublime representa el alma tal como ella es,
purificada por la moral cristiana, lo grotesco representa el papel de la humana estupidez. El primer
tipo, desprendido de toda liga impura, estará dotado de todos los encantos, de todas las gracias y de
todas las bellezas, y llegará un día en que cree a Julieta, a Desdémona y a Ofelia. El segundo tipo
representará todo lo ridículo, todo lo defectuoso y todo lo feo. En esta división de la humanidad y
de la creación, a él le corresponderán las pasiones, los vicios y los crímenes; será injurioso,
rastrero, glotón, avaro, pérfido, chismoso e hipócrita; será más tarde Yago, Tartufo, Basilio,
Poionio, Harpagón, Bartolo, Falstaff, Scapín y Fígaro. Lo bello no tiene más que un tipo, lo feo
tiene mil. Es porque lo bello, humanamente hablando, sólo es la forma considerada en su expresión
más simple, en su simetría más absoluta, en su armonía más íntima con nuestra organización; por
eso nos ofrece siempre conjunto completo, pero restringido. Lo que llamamos lo feo, por el
contrario, es un detalle de un gran conjunto que no podemos abarcar y que se armoniza, no con el
hombre, sino con la creación entera; por eso nos presenta sin cesar aspectos nuevos, pero
incompletos.
(…)
Resumiendo con rapidez los hechos que acabamos de observar hasta aquí, veremos que la poesía
cuenta tres edades, cada una correspondiente a una época de la sociedad, la oda, la epopeya y el
drama. Los tiempos primitivos son líricos, los tiempos antiguos épicos y los tiempos modernos
dramáticos. La oda canta la eternidad, la epopeya solemniza la historia y el drama retrata la vida.
El carácter de la primera poesía es la ingenuidad, el de la segunda es la sencillez, y el de la tercera
es la verdad. Los rapsodas marcan la transición de los poetas líricos a los poetas épicos, y los
romanceros la de los poetas épicos a los poetas dramáticos. Los historiadores nacen con la segunda
época, los cronistas y los críticos con la tercera. Los personajes de la oda son colosos, como Adán,
Caín y Noé; los de la epopeya son gigantes, como Aquiles, Atreo y Orestes; los del drama son
hombres, como Hamlet, Macbeth y Otelo. La oda vive de lo ideal, la epopeya de lo grandioso, el
drama de lo real. Esta triple poesía mana de estos tres grandes manantiales, la Biblia, Homero,
Shakespeare.
(…)
El drama es la poesía completa. La oda y la epopeya sólo lo contienen en germen, pero el drama
encierra a la una y a la otra en su desarrollo. El que dijo que los franceses no tienen la cabeza
épica fue justo y agudo, pero si hubiera añadido los modernos, su frase espiritual hubiera sido más
profunda. Es incontestable, sin embargo, que se ve el genio épico en la prodigiosa tragedia Athalia,
que es tan sencilla y tan grandiosamente sublime, que el siglo de Luis XIV no la pudo comprender.
Es cierto también que la serie de los dramas-crónicas de Shakespeare presenta un gran aspecto de
epopeya, pero la poesía lírica es la que mejor sienta al drama; nunca la estorba, se plega a todos sus
caprichos y desarrolla todas sus formas, y tan pronto es sublime, como en Ariel, como es grotesca,
como en Calibán. Nuestra época, que sobre todo es dramática, por esta razón es eminentemente
lírica, y es que hay siempre cierta relación entre el principio y el fin; la puesta de sol tiene algo de
la salida; el viejo vuelve a ser niño, pero la última infancia no se parece a la primera: es tan triste
como aquella alegre; lo mismo le sucede a la poesía lírica. Deslumbradora y llena de ilusiones
aparece en la aurora de los pueblos, pero reaparece triste, sombría y pensativa en el crepúsculo de
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la tarde de las naciones. La Biblia, que empieza risueña por el Génesis, termina amenazadora con
el Apocalipsis.
(…)
Una de las supremas bellezas del drama es lo grotesco; no es sólo conveniente, sino que con
frecuencia es necesario. Algunas veces se presentan estos tipos en masas homogéneas, por medio
de caracteres completos, como Daudin, Prusias, Trissotin, Bridoison, la nodriza de Julieta; algunas
veces inspirando terror, como Ricardo III, Begears, Tartufo y Mefistófeles; algunas veces
respirando gracia y alegría, como Fígaro, Osrick, Mercurio y Don Juan. Este tipo se infiltra por
todas partes, porque así como los seres vulgares tienen muchas veces accesos de lo sublime, los
seres más distinguidos pagan con frecuencia su tributo a lo trivial y a lo ridículo: por eso constante
e imperceptiblemente lo grotesco está presente en la escena hasta cuando calla, hasta cuando se
esconde, y merced a su influencia nos libra de impresiones monótonas. Ya lanza la risa, ya lanza el
horror en la tragedia. Consigue que el farmacéutico encuentre a Romeo, las tres brujas a Macbeth y
los enterradores a Hamlet; algunas veces, en fin, como en la escena del rey Lear y su bufón, mezcla
sin producir discordancia su voz chillona con las sublimes, lúgubres y fantásticas músicas del alma.
(…)
Véase, pues, cómo la arbitraria distinción de los géneros desaparece ante la razón y el buen gusto,
y con la misma facilidad desaparecerá también la falaz regla de las dos unidades. Decimos dos y no
tres unidades, porque la unidad de acción y no de conjunto, que es la única, verdadera y fundada,
está hace ya mucho tiempo fuera de toda discusión.
La existencia de la tercera unidad, la unidad de acción, es la única que todos admiten, porque
resulta de un hecho: el ojo y el espíritu humano sólo pueden abarcar un conjunto cada vez; la
unidad de acción es tan necesaria como las otras dos son inútiles; es la que marca el punto de vista
del drama y, por lo tanto, excluye a las otras dos. No puede haber tres unidades en un drama, como
no puede haber tres horizontes en un cuadro. Pero no hay que confundir la unidad con la sencillez
de la acción. La unidad del conjunto no rechaza de ningún modo las acciones secundarias en que
debe apoyarse la acción principal; sólo se necesita que estas partes, prudentemente subordinadas al
todo, graviten sin cesar hacia la acción central y se agrupen alrededor de ella en los diferentes
planos del drama. La unidad del conjunto es la ley de perspectiva del teatro.
(…)
Digámoslo en voz alta. Ha llegado el tiempo en que la libertad, como la luz, penetrando por todas
partes, penetra también en las regiones del pensamiento. Es preciso inutilizar por inservibles las
teorías, las poéticas y los sistemas. Hagamos caer la antigua capa de yeso que ensucia la fachada
del arte. No debe haber ya ni reglas ni modelos; o mejor dicho, no deben seguirse más que las
reglas generales de la naturaleza, que se ciernen sobre el arte, y las leyes especiales que cada
composición necesita, según las condiciones propias de cada asunto. Las primeras son interiores y
eternas, y deben seguirse siempre; las segundas son exteriores y variables, y sólo sirven una vez.
Las primeras son las vigas de carga que sostienen la casa, y las segundas son los andamios que
sirven para edificarla y que se hacen de nuevo para cada edificio; unas son el esqueleto y otras la
vestidura del drama. Estas reglas, sin embargo, no están escritas en los tratados de poética. El
genio, que adivina más que aprende, extrae para cada obra las primeras reglas del orden general de
las cosas, las segundas del conjunto aislado del asunto, que trata, no como el químico que enciende
el hornillo, sopla el fuego, calienta el crisol, analiza y destruye, sino como la abeja, que vuela con
alas de oro, se posa sobre las flores y extrae la miel, sin que los cálices pierdan su brillo ni las
corolas su perfume.
(…)
Debe copiarse la naturaleza y la verdad. Nosotros, con la idea de demostrar que en vez de demoler
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el arte las ideas nuevas sólo tratan de reconstruirle con más solidez y con mejores fundamentos,
vamos a indicar cuál es el límite infranqueable que, según nuestra opinión, separa la realidad según
el arte, de la realidad según la naturaleza. Sólo puede confundirlas el aturdido, como lo hacen
algunos partidarios moderados del romanticismo. La verdad en el arte no puede ser, como lo creen
muchos, la realidad absoluta. El arte no puede dar la cosa misma.
(…)
Debe, pues, reconocerse, so pena de caer en el absurdo, que el dominio del arte y de la naturaleza
son perfectamente distintos. La naturaleza y el arte son dos cosas diferentes, y si no lo fueran, la
una o la otra no existiría. El arte, además de su parte ideal, tiene una parte terrestre y positiva. Haga
lo que haga, está encerrado entre la gramática y la prosodia, y posee para sus creaciones más
caprichosas formas, medios de ejecución y todo un material que remover: para el genio, éstos son
los instrumentos; para la medianía, éstas son las herramientas.
(…)
Se ha dicho que el drama es un espejo que refleja la naturaleza; pero si este espejo es ordinario y
presenta la superficie plana y unida, sólo se verán en él los objetos como una imagen turbia y sin
relieve, fiel, pero descolorida, porque sabido es que el color de la luz pierde con la reflexión
simple. Es preciso, pues, que el drama sea un espejo de concentración que, en vez de debilitar,
recoja y condense los rayos colorantes, que de una claridad haga luz y de una luz llama. Entonces
sólo el drama será digno del arte.
(…)
El teatro es un punto de vista óptico. Todo lo que existe en el mundo, en la historia, en la vida y en
el hombre, debe y puede reflejarse en él, pero embellecido por la vara mágica del arte. El arte hojea
los siglos y la naturaleza, interroga a las crónicas, estudia para reproducir la realidad de los hechos,
sobre todo la de las costumbres y la de los caracteres; restaura lo que los analistas han truncado,
adivina sus omisiones y las repara, llena sus lagunas por medio de imaginaciones que tienen color
de época; agrupa lo que ellos han esparcido, reviste el todo con una forma poética y natural a la
vez, y le da la vida de verdad saliente que engendra la ilusión, el prestigio de realidad que apasiona
a los espectadores después de haber apasionado al poeta. De este modo el objeto del arte es casi
divino; consiste en resucitar si se trata de la historia, y en crear si se trata de la poesía.
(…)
Concíbese que para una obra de este género, si el poeta debe elegir entre los asuntos (y debe), no
debe escoger lo bello, sino lo característico. No porque le convenga dar, como se dice ahora, color
local, esto es, añadir algunos toques chillones aquí y allá, en un conjunto que continúe siendo falso
y convencional, sino porque no es en la superficie del drama donde debe estar el color local, sino
en el fondo, en el corazón mismo de la obra, desde el que se esparza por fuerza de ella natural e
igualmente y, por decirlo así, en todos los rincones del drama, como la savia que sube desde las
raíces a las hojas altas del árbol. El drama debe estar impregnado de color de época; debe aspirarse
en ella de tal modo, que nos apercibamos de que entrando y saliendo de él hemos cambiado de
siglo y de atmósfera. Se necesitan algunos estudios y bastante trabajo para conseguirlo, pero esto le
da más mérito. Es conveniente que obstruyan las avenidas del arte zarzas y espinos que hagan
retroceder a todos menos a las voluntades fuertes. Además, este estudio, cuando lo sostiene una
ardiente inspiración, garantizará al drama del defecto que le mata, el de ser común. Éste es el
defecto de los poetas de vista corta y de cortos alientos.

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