Llamada A Ser Dicipulos

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DOCUMENTO DE APARECIDA N.

276-277

6.2 El proceso de formación de los discípulos misioneros

276. La vocación y el compromiso de ser hoy discípulos y misioneros de Jesucristo en América


Latina y El Caribe, requieren una clara y decidida opción por la formación de los miembros de
nuestras comunidades, en bien de todos los bautizados, cualquiera sea la función que
desarrollen en la Iglesia.

Miramos a Jesús, el Maestro que formó personalmente a sus apóstoles y discípulos. Cristo nos
da el método: “Vengan y vean” (Jn 1, 39), “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida” (Jn 14, 6).
Con Él podemos desarrollar las potencialidades que están en las personas y formar discípulos
misioneros. Con perseverante paciencia y sabiduría Jesús invitó a todos a su seguimiento. A
quienes aceptaron seguirlo los introdujo en el misterio del Reino de Dios, y después de su
muerte y resurrección los envió a predicar la Buena Nueva en la fuerza de su Espíritu.

Su estilo se vuelve emblemático para los formadores y cobra especial relevancia cuando
pensamos en la paciente tarea formativa que la Iglesia debe emprender en el nuevo contexto
sociocultural de América Latina.

277. El itinerario formativo del seguidor de Jesús hunde sus raíces en la naturaleza dinámica de
la persona y en la invitación personal de Jesucristo, que llama a los suyos por su nombre, y
éstos lo siguen porque conocen su voz. El Señor despertaba las aspiraciones profundas de sus
discípulos y los atraía a sí, llenos de asombro. El seguimiento es fruto de una fascinación que
responde al deseo de realización humana, al deseo de vida plena. El discípulo es alguien
apasionado por Cristo a quien reconoce como el maestro que lo conduce y acompaña.

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INFORMA SOBRE ESTE ANUNCIO

enero 23, 2009 Posted by Simeón Reyes | DISCÍPULOS, IGLESIA | Discípulos y Misioneros,
DOCUMENTO DE APARECIDA, ENCUENTRO CON JESUCRISTO, Formación de los discípulos,
Itinerario de formación, la llamada a seguir a Jesucristo | Deja un comentario

DOCUMENTO DE APARECIDA N. 256-257

256. Jesús está presente en medio de una comunidad viva en la fe y en el amor fraterno. Allí Él
cumple su promesa: “Donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de
ellos” (Mt 18, 20). Está en todos los discípulos que procuran hacer suya la existencia de Jesús, y
vivir su propia vida escondida en la vida de Cristo (cf. Col 3, 3). Ellos experimentan la fuerza de
su resurrección hasta identificarse profundamente con Él: “Ya no vivo yo, sino que es Cristo
quien vive en mí” (Gal 2, 20).

Está en los Pastores, que representan a Cristo mismo (cf. Mt 10, 40; Lc 10, 16). “Los Obispos
han sucedido, por institución divina, a los Apóstoles como Pastores de la Iglesia, de modo que
quien los escucha, escucha a Cristo, y quien los desprecia, desprecia a Cristo y a quien le envío”
(Lumen Gentium, 20).

Está en los que dan testimonio de lucha por la justicia, por la paz y por el bien común, algunas
veces llegando a entregar la propia vida, en todos los acontecimientos de la vida de nuestros
pueblos, que nos invitan a buscar un mundo más justo y más fraterno, en toda realidad
humana, cuyos límites a veces nos duelen y agobian.

257. También lo encontramos de un modo especial en los pobres, afligidos y enfermos (cf. Mt
25, 3740), que reclaman nuestro compromiso y nos dan testimonio de fe, paciencia en el
sufrimiento y constante lucha para seguir viviendo. ¡Cuántas veces los pobres y los que sufren
realmente nos evangelizan! En el reconocimiento de esta presencia y cercanía, y en la defensa
de los derechos de los excluidos se juega la fidelidad de la Iglesia a Jesucristo.

El encuentro con Jesucristo en los pobres es una dimensión constitutiva de nuestra fe en


Jesucristo. De la contemplación de su rostro sufriente en ellos y del encuentro con Él en los
afligidos y marginados, cuya inmensa dignidad Él mismo nos revela, surge nuestra opción por
ellos. La misma adhesión a Jesucristo es la que nos hace amigos de los pobres y solidarios con
su destino.

noviembre 20, 2008 Posted by Simeón Reyes | DISCÍPULOS, IGLESIA | Comunión eclesial,
DOCUMENTO DE APARECIDA, la llamada a seguir a Jesucristo, Los discípulos misioneros,
Lugares de encuentro con Jesucristo | Deja un comentario

DOCUMENTO DE APARECIDA N. 243-245

6.1.1 El encuentro con Jesucristo

243. El acontecimiento de Cristo es, por lo tanto, el inicio de ese sujeto nuevo que surge en la
historia y al que llamamos discípulo: “No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o
una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un
nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva”.
Esto es justamente lo que, con presentaciones diferentes, nos han conservado todos los
evangelios como el inicio del cristianismo: un encuentro de fe con la persona de Jesús (cf. Jn. 1,
35-39).

244. La naturaleza misma del cristianismo consiste, por lo tanto, en reconocer la presencia de
Jesucristo y seguirlo. Ésa fue la hermosa experiencia de aquellos primeros discípulos que,
encontrando a Jesús, quedaron fascinados y llenos de estupor ante la excepcionalidad de
quien les hablaba, ante el modo cómo los trataba, correspondiendo al hambre y sed de vida
que había en sus corazones.

El evangelista Juan nos ha dejado plasmado el impacto que produjo la persona de Jesús en los
dos primeros discípulos que lo encontraron, Juan y Andrés. Todo comienza con una pregunta:
“¿qué buscan?” (Jn 1, 38). A esa pregunta siguió la invitación a vivir una experiencia: “vengan y
lo verán” (Jn 1, 39). Esta narración permanecerá en la historia como síntesis única del método
cristiano.

245. En el hoy de nuestro continente latinoamericano, se levanta la misma pregunta llena de


expectativa: “Maestro, ¿dónde vives?” (Jn 1, 38), ¿dónde te encontramos de manera adecuada
para “abrir un auténtico proceso de conversión, comunión y solidaridad?” ¿Cuáles son los
lugares, las personas, los dones que nos hablan de ti, nos ponen en comunión contigo y nos
permiten ser discípulos y misioneros tuyos?

octubre 15, 2008 Posted by Simeón Reyes | IGLESIA, MISIÓN | Anunciar a Jesucristo, Discípulos
y Misioneros, DOCUMENTO DE APARECIDA, ENCUENTRO CON JESUCRISTO, la llamada a seguir
a Jesucristo, Nueva Evangelización | Deja un comentario

Comentario n. 129-135

Las presentes consideraciones de Aparecida se centran en la vocación a la santidad de los


discípulos misioneros. Este es el marco amplio donde se sitúan aspectos esenciales de la vida
cristiana: la llamada al seguimiento de Jesucristo, la configuración con el Maestro, el envío
para anunciar el Evangelio y cómo todo esto es posible porque lo anima el Espíritu Santo.

Es de una centralidad enorme, la convicción que el discípulo de Jesucristo está llamado a la


santidad. Esta es la clave para entender todo lo demás, desde esta perspectiva se debe
entender el caminar cristiano. La meta a la que debe llegar es la santidad. En el Concilio
Vaticano II se resaltó esta dimensión: la llamada universal a la santidad. Más recientemente,
un documento programático de Juan Pablo II lo vuelve a proponer a toda la Iglesia, – Nuevo
Milenio Ineunte– caminar desde Cristo, «la perspectiva en la que debe situarse el camino
pastoral es el de la santidad» (n.30).
Una vez señalada la meta – la santidad- ahora se nos van a señalar los caminos para llegar a
ella. Esta gran llamada se compone de otras «llamadas», como lo veremos a continuación.

La primera afirmación que encontramos es: Dios Padre sale de sí para llamarnos a participar de
su vida y de su gloria. Todo el sentido del auto revelarse de Dios, la primera manifestación la
encontramos en la creación, luego en un pueblo determinado, y en la plenitud de los tiempos
en su Hijo Jesucristo, apunta a: poder participar de su vida y de su gloria. Por esto se afirma
que estamos llamados a la santidad, puesto que Dios es Santo, -el tres veces Santo, «mi Padre
es Santo»- participar de su vida, quiere decir participar de su santidad. Dios Padre no sólo ha
creado al hombre a su imagen y semejanza, también le quiere dar algo más; no sólo le dio un
espíritu para que sea un ser viviente, sino para que pueda estar en comunión con Él. Toda la
misión de Nuestro Señor se encamina a esto: que la Vida suya, la puedan tener también sus
discípulos.

Ya tendremos oportunidad para comentar más detenidamente este aspecto de la vida de los
discípulos con Cristo. De momento sólo quiero decir, que ser discípulo es entrar en la esfera,
en la vida del Señor. Y de ahora en adelante, podemos sustituir «discípulo» por nuestro
nombre.

junio 12, 2008 Posted by Simeón Reyes | DISCÍPULOS, IGLESIA | DOCUMENTO DE APARECIDA,
la llamada a seguir a Jesucristo, Llamada a la santidad, particilpar en la vida de Dios, vocación
del discípulo | 1 comentario

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