Educación Secundaria y Tecnologías - Clase 2

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Actualización Académica en Educación y Tecnologías Digitales para el nivel secundario

Clase 2: Reinventar la clase

Segundo tramo – Reinventar la clase

The Truman Show (1998)

En el pasaje del siglo XX al XXI el mundo empezó a cambiar profundamente. La Galaxia


Internet hizo lo suyo, pero no es la única transformación que experimentamos hasta llegar en
2020 a la indudable mutación (Berardi, 2020) impulsada por la pandemia de Covid-19. Si
todo cambia, ¿cómo podríamos seguir enseñando igual?

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Un punto de partida
Este punto de partida es un reconocimiento a que lo que sigue predominando en nuestras
prácticas de la enseñanza, las marcas dominantes, esas que la inclusión de tecnologías no
puede resolver. El tiempo de la explicación domina lo que sucede en las aulas y suele estar
acompañado por la aplicación y la verificación. Si bien en muchos casos hay cierto tiempo
“conquistado” por las actividades individuales o grupales pero, lamentablemente, se trata
también de casos de aplicación y/o verificación que no hacen más que destacar el peso
puesto en la explicación de esa teoría acabada, la cual ya está desarrollada en los libros. En
gran parte las actividades están al servicio de la consolidación de unas explicaciones que ya
desde hace tiempo están disponibles a toda hora y en todo lugar en cualquier dispositivo
tecnológico. Aun en aquellos casos en los que hay un apego epistemológico a las
explicaciones sería interesante debatir seriamente en cada materia cuáles son aquellas que
vale la pena recordar de memoria antes de insistir sobre ellas, especialmente a la hora de
evaluar.

Para todas las explicaciones que siguen dominando la escena de las clases, las tendencias
culturales indican que lo mejor que les puede pasar es ser “enlatadas” y distribuidas en los
formatos elegidos, en un momento particular, por las comunidades académicas para difundir
el conocimiento o por los y las jóvenes a la hora de socializar, entretenerse y/o estudiar.
Videos, audios, podcasts o presentaciones multimedia transmitidas por canales diversos son
solamente algunas alternativas que irán ampliándose o mutando. Lo que parece haber
cambiado de manera irreversible es que la explicación de lo acabado, tema por tema, ya no
necesita el marco de la clase para ser.

Les proponemos un ejercicio. Pensemos en nuestras clases en cualquiera de las áreas o


materias que dictamos. Analicemos todo aquello que configura una explicación acabada, de
esas que conducen al punto final epistémico convergente propio la enseñanza (Burbules,
1993), y hagamos el ejercicio reflexivo de quitarlo de las clases. Eso no quiere decir que nos
resignemos a no enseñar los contenidos de esas explicaciones. En principio, podríamos
desarrollarlos en un guión y producirlos para ser entregado en las formas on demand
características de la cultura contemporánea, a partir de los criterios más profesionales
posibles que garanticen su calidad. Muchos podrían discutir esta opción alegando que
implica más trabajo. En ese caso, contestaré, con ironía, que no lo es si consideramos que

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nos evitaremos seguir repitiendo la misma explicación a lo largo de los años. Los y las
docentes más preocupados y preocupadas por la interacción con los estudiantes resaltarán
el valor del diálogo en tiempo real, un valor que por supuesto comparto. Pero en este caso la
pregunta obligada es: ¿con cuántos estudiantes se da ese diálogo en cada curso y en cada
clase? Y la respuesta es muy dura: casi siempre es con unos/as pocos/as, a los y las que se
suele denominar “los que siguen el ritmo”, “los que están al día con la lectura”, “los
aplicados”, “los que prestan atención”, “los que están interesados en el tema”, entre otras
frases hechas. La mala noticia es que, si sumamos a todos/as estos/as, siguen siendo una
minoría. ¿La misma que dejaría comentarios en un video publicado en YouTube? No lo
sabemos con certeza, pero vale la pena señalar que este es el tipo de preguntas que
deberíamos empezar a hacernos. Hay otro dato de la realidad que debe tomarse como alerta
de manera urgente: en el amplio mundo hay otros individuos y organizaciones, docentes e
instituciones, educativas o no, que ya están produciendo esos materiales y compartiéndolos
de diversas formas en Internet. Podemos comprobarlo tomando una noción que nos interese
particularmente y realizando una búsqueda a través de cualquier motor. Las explicaciones ya
están disponibles, o lo estarán muy pronto. Los y las estudiantes las esperan con los celulares
en la palma de la mano (Serres, 2013) y es posible que hasta con cierto entusiasmo, dado
que significaría un reconocimiento a su modo de vincularse con el conocimiento.

Ahora bien, una vez que hayamos concluido el ejercicio de determinar todo el tiempo que
usamos explicando lo que ya dicen los libros –mejor que nosotros en clase– y de la eventual
producción de estas explicaciones para ser puestas a disposición en otro formato, tenemos
que preguntarnos qué es lo que nos queda afuera. Tal vez mucho, lo cual sería una gran
noticia; tal vez nada, lo que sería una enorme oportunidad. En ambos casos, el diagnóstico
nos puede abrir una puerta para una experiencia distinta para nosotros/as, como docentes, y
también para los estudiantes, una que nos permita romper, de una vez por todas, con un
modelo clásico sino agotado.

¿Qué hacemos entonces? Lo primero es alegrarnos por el tiempo liberado de la explicación.


Frente a nuestra constante queja por la carrera contra el tiempo, ahora podemos reconocer
que el tiempo puede no solo ser suficiente sino incluso sobrarnos, algo que considero
positivo aunque sé la ansiedad que esto puede llegar a generarnos a los docentes. Lo
segundo es reconocer y agradecer la enorme pista que Serres (2013) nos entrega al

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preguntarse por qué Pulgarcita habla y genera un murmullo creciente en las aulas. Y su
respuesta es taxativa:

“Porque ese saber anunciado ya lo tiene todo el mundo. Íntegro. A disposición. Al


alcance de la mano. Accesible por la Web, Wikipedia, el celular, en cualquier portal.
Explicado, documentado e ilustrado sin más errores que en las mejores enciclopedias.
Ya nadie necesita los portavoces de antaño, salvo si uno, original y raro, inventa”
(Serres, 2013, pág. 47-48).

Una rememoración
Pensemos por un momento en todas aquellas veces en las que nos dimos cuenta que lo que
estábamos haciendo en clase perdía sentido a medida que lo hablábamos; en todas las otras
en las que advertíamos que nuestros esfuerzos para conectar con el estudiantado eran en
vano; y en aquellas en las que una propuesta que había funcionado muy bien en el pasado
ahora lucía desteñida y hasta a nosotros nos aburría. El mundo cambia, los modos en que se
construye y difunde el conocimiento se transforman, nosotros no somos ya los mismos y ni
hablar de nuestros/as estudiantes que nos resultan absolutos desconocidos. ¿Por qué pensar
que esas prácticas de la enseñanza clásicas iban a ayudarnos hoy a acercarnos a nuestras
finalidades de enseñanza?

Resaltemos que esto va más allá de si les ponemos o no algún desarrollo tecnológico. Lo que
hay que revisar es la matriz que las sostiene de naturaleza fundamentalmente didáctica. Esto
es volver a pensar casi todo… sí, es así. Es un camino trabajoso pero la buena noticia es que
puede llevarnos a un lugar mucho más apasionante que el que estamos. Esa es la búsqueda
en este nuevo tramo.

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Una zambullida conceptual

Nos detendremos en la idea de reinvención (Maggio, 2018) y


en sus alcances para abordar nuestras clases de aquí en más
porque creemos que lo que queda es inventar: reinventarnos
como docentes, pero también reinventar las organizaciones en
las que trabajamos, las materias que damos y, mientras lo
hacemos, inventar en cada clase. Suena complejo, y sin duda
lo es, pero no solamente es necesario: también es urgente. No
hacerlo conlleva el riesgo tanto de vaciar y hacer que pierdan
sentido nuestras instituciones como, mucho peor, de crear
condiciones para el fracaso y la expulsión de los y las estudiantes del sistema formal de
educación superior, que es el único en el que, por el momento, podemos seguir aspirando a
cierta igualdad de oportunidades.

No solo es posible inventar en clase; es posible hacerlo en todas las clases. Si no se puede, y
volviendo al punto de partida, es más práctico grabar un video y subirlo a YouTube. Podría
decirse que las y los estudiantes estarán en las aulas esperando que uno/a asista y dicte una
clase, pero todos/as tenemos claro que a los pocos minutos de iniciada descubrirán el
simulacro y estarán allí solamente si la presencialidad es una exigencia para conservar la
condición de regulares y cuando ya hayan utilizado las faltas permitidas. Inventar lleva más
tiempo que repetir la clase que ya hemos dado. Implica poner el cuerpo en la clase, sabiendo
que saldremos agotados/as y tomar riesgos. Hacerlo con otros/as docentes, trabajando en
equipo, supone abrir negociaciones muy diferentes de aquellas que se tienen cuando lo que
se enseña ya está definido. Requiere comprender más profundamente que ya no habrá dos
clases iguales. Lo interesante es que no siempre la invención tendrá el mismo carácter.
Recorreremos aquí algunas alternativas.

● Inventar conocimiento

Nos referimos aquí al conocimiento que, cuando se crea, enriquece, expande o


profundiza el campo disciplinar en algún sentido. Una objeción a este planteo es que

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hay docentes que no ejercen la docencia en el ámbito de la universidad y/o que
existen instituciones de nivel superior donde no se realizan actividades de
investigación. Se trata de una objeción válida, pero que tiene una solución sencilla. En
esos casos, necesitamos generar articulaciones funcionales con investigadores/as de
la misma casa de estudios o de otras, o de centros de investigación, cercanos o
lejanos, y pedirles que compartan sus procesos de invención en el ámbito de nuestras
clases. Siempre será un desafío encontrar los conceptos más relevantes para los
contenidos de nuestras materias o cursos. La buena noticia es que las oportunidades
que en este sentido ofrecen las tecnologías de la información y la comunicación son
múltiples e incluyen desde una simple conexión en línea para la participación remota
en la discusión de un grupo de investigación hasta el seguimiento diario del trabajo
de documentación y análisis de un proyecto colectivo a través de plataformas de
colaboración.

● Promover la invención en todas sus formas

Varias décadas de prolíficos desarrollos de psicología cognitiva para la educación han


llevado a que los y las docentes hablemos de la construcción de conocimiento como
algo corriente, lo que no quiere decir que necesariamente generemos propuestas que
la favorezcan de modo consistente. Aquí buscamos ir más allá y poner en juego lo
mejor de nuestra comprensión acerca de los procesos cognitivos para que lo que se
cree sea algo nuevo y original. En esta línea, sería muy poderoso que los y las
estudiantes crearan en clase conocimiento original para un determinado momento de
los desarrollos teóricos de un campo disciplinar, pero ello conlleva dificultades y
tiempos inherentes a los procesos investigativos y no siempre será posible ver
emerger una categoría nueva debido a las restricciones propias de los calendarios
académicos. Pero aún nos quedan otras múltiples alternativas para el desarrollo de
construcciones originales por parte de los y las estudiantes. Una de ellas es el diseño
de inserciones sociales a partir del abordaje de los problemas reales de la comunidad.

El pensamiento de diseño, considerado desde hace ya años como una línea de trabajo
potente para la pedagogía contemporánea ofrece un marco metodológico que

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sostiene de modo más que interesante esta perspectiva de invención. Su imbricación
en las prácticas de la enseñanza da lugar a atractivas construcciones que van desde la
elaboración de prototipos hasta la realización de intervenciones en instituciones que
están más allá del aula.

● Inventar la propuesta de enseñanza

La invención de la propuesta convierte la clase o la serie de clases en la creación de


algo que, hasta entonces, no existía. Evidentemente sabemos de qué tratará nuestra
clase y las finalidades que la orientarán. Todo lo demás está por crearse. ¿Ocurrirá en
el aula física? ¿Nos conectaremos de alguna manera con el afuera de la clase? ¿Cómo
será el momento de inicio? ¿Será necesario hacer una reconstrucción de una clase o
de una serie de clases anteriores? ¿Habrá invitados/as? ¿Tendrá segmentos distintos?
Y, si es así, ¿qué le dará sentido a cada uno de esos segmentos? ¿Habrá momentos de
explicación? ¿Cuándo tendrán lugar? ¿Las darán los/as docentes, los/as invitados/a
y/o los/as estudiantes? ¿Habrá momentos de diálogo? ¿Podrá preguntarse
libremente? ¿Se incentivarán o se limitarán las preguntas abiertas o generales? ¿Se
usarán materiales específicos? ¿Se trabajará con la bibliografía o se hará referencia a
ella? ¿Habrá tiempos libres? ¿Crearemos situaciones en las que acompañaremos
cercanamente a estudiantes, individuos o grupos? ¿Se realizarán trabajos escritos,
producciones multimedias o performances? ¿Deberán terminarse y/o entregarse
antes de que la clase concluya? ¿Serán presentadas a otros dentro o fuera de la
clase? ¿Habrá situaciones evaluativas y momentos de metaanálisis o reconstrucción
de lo sucedido? ¿Esos momentos ocuparán el cierre de la clase? ¿La experiencia
quedará documentada de algún modo? ¿Quién la documentará y cómo la
compartirá? Estas, que parecen muchas, son solamente algunas de las preguntas que
nos podemos hacer cuando estamos anticipando y/o viviendo una clase. Casi
podríamos afirmar que, en su devenir, cada clase es un invento. Pero lo haríamos
solamente para negarlo. Yo diría, a modo de planteo general, que las propuestas en
las que se pone en juego la invención son aquellas en las que las decisiones no son las
esperadas en función de nuestra historia como estudiantes y/o docentes. Y
especialmente deberían resultarnos originales a nosotros/as mismos/as en los

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recorridos que hemos hecho en el ejercicio de la docencia. Estos son algunas de las
líneas de indagación que podríamos seguir:

¿Ya dimos una clase idéntica? ¿Casi igual? ¿Similar? Si las respuestas a estas
preguntas son afirmativas, es un buen momento para empezar a pensar en todas las
razones sencillas que tenemos para hacerla de otra manera. Nosotros/as, como
personas y como docentes, somos distintos/as. Este último no es un tema menor.
Acumulamos los aprendizajes de las otras clases dadas sobre el mismo tema.

¿Cómo nos había ido en nuestras otras clases sobre temas semejantes? ¿Nos
habíamos sentido tan magníficamente como para no querer cambiarlas? Muy de vez
en cuando nos pasa eso y es tan esporádico que me parece mejor descartarlo como
opción.

¿Qué cambió en el tratamiento del tema? ¿Cuáles son las búsquedas o debates
actuales acerca de él? Si no cambió nada en absoluto, tal vez valga la pena considerar
integrarlo en un capítulo acerca de la historia del campo. Con ese cambio de
perspectiva, la propuesta de la clase también debería ser re-inventada para dar
cuenta en su formulación de un contenido que se trata por su relevancia histórica.

¿Qué pasa en la realidad mientras nuestra clase tiene lugar? ¿Qué temas se debaten
en los medios de comunicación? ¿Y en las redes sociales? ¿Cuáles conectan cercana o
lejanamente con los temas de nuestra enseñanza? Aquí aparece, en conexión con la
excursión que propusimos en el tramo anterior, el amplio alcance de muchos
materiales que desde las redes pueden entrar en diálogo con aquello que
enseñamos. Están a una búsqueda en Internet de distancia, búsqueda que muchos de
nuestros estudiantes estarán realizando a medida que hablamos. Una alternativa es
anticiparla como parte de la preparación de la clase. Otra es favorecerla en su
transcurso, lo cual implica diseñarla dando lugar a que lo que emerja como relevante
sea distinto a lo que nosotros hayamos anticipado.

● Inventar la teoría acerca de la propuesta


La invención de la teoría es posible en la medida en que seamos capaces de
documentar cada práctica original que implementemos. La construcción de

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conocimiento acerca de estas prácticas de la enseñanza originales requiere una base
empírica, es decir, las propias clases. Conformar esta base es posible gracias a las
múltiples alternativas tecnológicas con las que contamos en la actualidad. No hay
razones para que una clase no pueda ser filmada, grabada o fotografiada con los
dispositivos disponibles, empezando por los teléfonos celulares. De hecho, ya están
siendo registradas por los y las estudiantes, aunque, como no estamos ofreciendo
consideraciones metodológicas u orientaciones pedagógicas que encuadren esas
acciones, el material generado no se recolecta en forma sistemática para su análisis.

La invención de la propuesta de clase como trama original da lugar a la construcción


de conocimiento didáctico original o, lo que es lo mismo, a la invención de teoría. Una
teoría que tiene fuerza para interpretar prácticas contemporáneas distintas de todo
aquello que hemos conocido y repetido hasta aquí. De la implementación compleja,
diremos que hay dos condiciones para ponerla en juego: la invención de la práctica y
su documentación. Lo que sigue, es decir, el análisis, es un camino arduo que se ve
facilitado por la acción colectiva. La sola idea de los y las docentes como un colectivo
enorme construyendo teoría sobre prácticas originales que se hacen y se comparten
en las redes y, por qué no, haciendo de ese acto un ejercicio público también, puede
dar lugar a un movimiento de renovación que no han tenido jamás no solamente la
didáctica como campo disciplinar sino la educación como práctica social.

¿Por dónde comenzar? Una didáctica en vivo y el reconocimiento de los cambios


culturales
Una didáctica en vivo es una idea que surge a partir del reconocimiento de los cambios
culturales que se producen en la sociedad contemporánea, atravesados por las
tecnologías de la información y la comunicación. Los identificamos, los comprendemos y
los abrazamos en nuestras propuestas. Estas invenciones son documentadas y analizadas
para construir nuevo conocimiento didáctico. Sin embargo, sabemos que al hacerlo las
tendencias seguirán cambiando, en un ciclo que debe realimentarse en las reinvenciones
sucesivas.

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Compartimos aquí el reconocimiento de dos tendencias culturales actuales, que atraviesan
nuestras experiencias con objetos culturales contemporáneos tales como las series de
televisión o los videojuegos y cuya comprensión puede inspirar múltiples reinvenciones para
nuestras prácticas de la enseñanza.

La inmersión y las formas alteradas


La noción de “inmersión” de Rose (2011), ofrece una
perspectiva interesante para dar cuenta de
fenómenos que alcanzan a millones de personas al
mismo tiempo. Rose señala que la tecnología –y en
especial Internet, a la que define como un
“camaleón” que puede actuar como todos los
medios a la vez– está cambiando los modos de
narrar. Internet es no lineal gracias a la
hipertextualidad y no solo es interactiva sino
intrínsecamente participativa e inmersiva. La
inmersión es un rasgo que atraviesa las series de
televisión y otras expresiones de la literatura y el cine
contemporáneos, la publicidad y los juegos en línea.
Como experiencia, señala Rose, combina el impacto emocional de las historias –volver a
contar la historia, habitarla, ir a un nivel de profundidad mayor– y el involucramiento en
línea y en primera persona de los juegos. Rose, quien toma Lost como uno de sus ejemplos,
sostiene que las personas quisieron habitar las historias desde siempre y que hoy la
tecnología se lo permite. La inmersión es reconocida y capturada como rasgo cultural de
época por las nuevas modalidades en las que se ponen a disposición las series televisivas,
tales como el lanzamiento de temporadas completas. La existencia de gigantes como Netflix,
que toman estas decisiones de cara a la audiencia, da cuenta de un profundo
reconocimiento de los nuevos modos de consumo.

Mientras tanto, sabemos que estos fenómenos en las aulas no se reconocen y, lo que es
peor, la pasión solo se desata muy ocasionalmente. Que en las clases la explicación siga
siendo hegemónica las hace ver como series televisivas viejas y aleccionadoras; cada vez

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están más alejadas tanto de la impronta de la narrativa propia de la construcción de las
disciplinas contemporáneas como de la complejidad de las tramas culturales inmersivas
actuales. La consecuencia es simple: dejamos de vivir grandes historias cuando entramos a
clase.

Además, los nuevos formatos están poniendo en jaque otro pilar de la didáctica clásica,
aquel que Litwin (1997) magistralmente identificó en su estudio sobre las configuraciones
didácticas, al que denominó “secuencia progresiva lineal”. Durante las explicaciones en clase,
un tema conduce a otro y así sucesivamente en una linealidad que es solidaria del currículum
concebido como mera acumulación. Se trata de una solidaridad que se puede intuir desde el
momento en que se revisa el programa de cualquier materia: grandes listados de temas
desagregados y especificados –al punto de oler a rancio conductismo– se alinean a la
perfección con clases predominantemente explicativas y de secuencia progresiva lineal. La
tormenta perfecta, la triste cadencia de la secuencia didáctica clásica que no para de sonar.
La didáctica clásica no solo sostuvo nuestra formación y, desde ahí, apuntala nuestro modo
de enseñar; además está plasmada en los programas, en las estructuras departamentales, en
las grillas horarias, en el diseño arquitectónico de las aulas y, fatalmente, en la evaluación.

Hubo un momento en el que advertimos que, para enfrentar este problema, lo que nos
traían las nuevas series televisivas y los video juegos a las clases podía ser algo más que el
reencuentro con los grandes relatos y la inmersión como fenómeno: la posibilidad de volver
a pensarlas en términos didácticos, de manera de crear una propuesta cuya trama sí
importa, y de encontrar los modos de abordar el contenido que comprendan a este
profundamente y que, por ello, no pueden ser lineales, porque rara vez las tramas del
contenido lo son cuando se capturan en su complejidad y provisionalidad. Las formas
alteradas emergen como la posibilidad de pensar que no hay un único camino para desplegar
las propuestas y que lo que es mejor para uno/a no necesariamente lo es para otros/as.

La integración de opciones tecnológicas de distinto tipo –incluso las aplicaciones más simples
de los teléfonos celulares– nos ayuda a quebrar la homogeneidad de las propuestas en la
que todos/as tienen que hacer prácticamente lo mismo y al mismo tiempo. No hay un solo
camino para el aprendizaje. Las propuestas didácticas tienen que favorecer recorridos
diversos que puedan ser vividos por las y los estudiantes a partir de elecciones que tienen
que ver con sus historias, sus gustos, sus estilos y sus posibilidades.

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Puesto en términos muy sencillos, ciertos conceptos centrales para una materia pueden
quedar a disposición on demand a través de la lectura de un texto original. Pero al mismo
tiempo es posible ofrecer otros caminos:

● un video con una explicación de esos contenidos elaborado por un especialista en la


materia, incluido el propio docente;
● un podcast debatiendo las ideas, producido por docentes del área de la escuela;
● interacciones con el/la o los/as autores/as del texto, directas o a través de las redes;
● publicaciones generadas por los/as propios/as estudiantes en la red social que
prefieran –entendiendo que en cada una hay desafíos específicos que van desde la
producción textual breve a la producción audiovisual– con ciertas etiquetas a medida
que avanzan en la lectura, individual o grupalmente, y
● comentarios a esas producciones complementando los conceptos desarrollados.

Sabemos que algunos/as pocos/as estudiantes pueden resolver la lectura solos, bien y rápido
y a otros/as les lleva mucho más tiempo y necesitan ayuda. De cara al diagnóstico reiterado y
un poco superficial –“No leen y, si leen, no entienden”–, las propuestas que se pueden llevar
adelante son múltiples. Las que planteamos son solo algunas de las más evidentes.

¿Cuántas veces les damos a las y los estudiantes la posibilidad de que frente a un desafío
cognitivo sean ellos o ellas quienes elijan el camino a seguir? Reconozcamos las experiencias
culturales que esta generación de niños, niñas y jóvenes viven a partir de los mundos
inmersivos que les ofrecen los juegos en línea, las series de televisión y las redes sociales. A
los jugadores en línea les pedimos no solo que dejen de jugar por unas horas, sino que
salgan de un mundo interactivo y visual para volver a lo que para ellos/as es gris y
anacrónico, aunque se lo presentemos a través de un campus virtual. ¿Por qué no
preguntarles qué podrían aportar para crear una experiencia diferente? ¿Por qué no dejar
que nos sorprendan?

La construcción de caminos alternativos también puede verse favorecida por el trabajo


docente concebido colectivamente. Las y los docentes de un área en una escuela pueden
trabajar juntos la propuesta on demand para todos los grados o años y generar materiales de
acuerdo con sus trayectorias y fortalezas, incluso potenciando las diferencias generacionales,
por ejemplo, en el menor o mayor manejo de las narrativas textuales, audiovisuales o

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transmedia. La nueva pregunta es: ¿desde dónde puedo aportar a una trama solidaria? Es
evidente que esto no solo redundará en beneficio de la experiencia estudiantil. Se abren
perspectivas para mejores articulaciones en sentido amplio. Se empiezan a conocer los
aportes de los/as colegas, se comprenden perspectivas, se debaten temas y posiciones, y se
fortalecen los enfoques críticos. La mejora va desde el desarrollo de materiales hacia otros
aspectos de la labor educativa en la institución.

En los ejemplos anteriores nos enfocamos solo en el desarrollo de materiales para que
queden a disposición. Si además nos movemos en el sentido de los horizontes y los
proyectos de transformación, el potencial para generar formas alteradas es inmenso. Ahora
que el rediseño de los grupos de estudiantes de los cursos es un tema de agenda en relación
con las orientaciones para la prevención de contagios, si un grupo se divide en dos esa
podría ser una definición pedagógica que vaya mucho más allá de quiénes concurren
presencialmente a la escuela y qué días. Los grupos se podrían organizar en función de dos
proyectos de transformación distintos, a los que se acceda incluso por decisión propia. Cada
proyecto podría tener a su vez variadas ramificaciones en función de propósitos comunes. En
un ritmo a definir, los dos grupos podrían encontrarse física o virtualmente para compartir
sus avances y aprendizajes, incluso realizando exposiciones que requieran preparación y
tengan su propio valor formativo.

Las condiciones que requiere explotar las formas alteradas enfrentan el desafío que significa
un cierto modo de entender el tiempo escolar. La alteración es respecto del tiempo lineal y
estandarizado. Se abren tiempos paralelos, distintos ritmos y compases de espera.
Seguramente también habrá avances a toda marcha y mesetas de las que no será fácil salir.
Podría estar haciendo este planteo para referirme a la experiencia dentro de un videojuego,
¿no? Es así porque abrir estas posibilidades nos permite encontrarnos con las prácticas de
enseñanza como un objeto cultural, cuya creación y diseño son actos de imaginación.

Las series de televisión que rompen con las narraciones de formato clásico nos fascinan.
Aprendemos de ellas nuevas maneras de narrar que nos ayudan a imaginar otros recorridos
en las clases. No se trata de una sofisticación pedagógica sino de aproximarnos, desde
nuestras propuestas, a esos objetos culturales complejos que atrapan a nuestros/as
estudiantes en la vida cotidiana. Es decir, acercarnos a las y los estudiantes para que quieran

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dejar de jugar o de mirar series y venir corriendo a aprender y hacer que encuentren en
nuestras propuestas eso que desean y que saben que los y las va a apasionar.

Consideremos este este ejemplo adaptado de la experiencia llevada adelante por la maestra
Susana Baca en escuelas de Ecuador.

Susana es docente de una escuela rural. Decide que el trabajo en el área de Ciencias
Naturales debe tener un sentido claramente vinculado con los problemas reales de su
comunidad. Identifica un problema que aqueja a las familias agricultoras de sus
estudiantes: una plaga se extiende contaminando los cultivos y perjudicando la
economía local. Susana propone abordarlo hasta resolverlo. Junto con sus estudiantes
trabajan arduamente en la indagación de lo que sucede. Todos investigan en
diferentes fuentes y realizando consultas a una diversidad de actores. Se abren
alternativas que se recorren en algunos casos individualmente, en otras en grupos
pequeños y también, cuando es necesario, en el grupo total. Esta etapa lleva a que los
estudiantes interactúen con equipos de investigación de otros países y con
horticultores que vivieron la misma situación, que comparten sus soluciones.

Los resultados se consolidan, se evalúan alternativas que los diferentes grupos van
testeando y finalmente se encuentra la esperada solución: se requiere usar un aceite
que recubre las semillas y evita la contaminación. Una prevención de bajo costo que
las familias pueden implementar sin problemas. Los estudiantes en grupos programan
y realizan talleres con la comunidad para comunicar este recorrido y trabajar
conjuntamente en la implementación de esta solución que mejorará la vida de las
familias y las de los propios estudiantes.

Este es un ejemplo de invención a partir de la simple pero compleja creación de una gran
historia. Esa historia enmarca todo el trabajo realizado por los y las estudiantes en Ciencias
Naturales durante arduos meses de trabajo. El foco está puesto en protagonizar esa historia
como agentes de cambio, hasta encontrar una solución. La docente deja de pensar en la
evaluación porque sabe que sus estudiantes no solo están aprendiendo los contenidos de las
materias, sino que les están encontrando sentido mientras se educan como sujetos críticos y
transformadores. Las tecnologías juegan un lugar clave a la hora de indagar y como condición
de posibilidad para el diálogo con otros que se encuentran en otras realidades e incluso en

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otras franjas horarias. También a la hora de documentar los hallazgos, sistematizarlos para
analizarlos y generar los materiales que se necesitan para encarar el dispositivo de formación
de las familias. Pero el centro no está puesto en su uso. Este se integra de modo
transparente al abordaje de este problema relevante. Veamos algunas dimensiones que
permiten comprender este caso y abordar otros de este enorme valor pedagógico.

● Motores creativos como interpretaciones curriculares

Frente al persistente predominio de versiones curriculares del tipo colección de


temas, que en la práctica siguen implicando una carrera contra el tiempo para cubrir
lo que básicamente es una lista extensa y fragmentaria, proponemos trabajar sobre
interpretaciones curriculares generando consensos colectivos provisorios que lleven a
elegir algunos temas en cada tiempo y lugar desde una perspectiva social y cultural.
Estos consensos podrán ser acompañados por el diseño de grandes motores creativos
que atrapen los relatos relevantes para una cultura en un momento dado y que
constituyan el marco para el desarrollo de proyectos. Se espera que esos motores
generen oportunidades de intervención en la realidad y puedan dar lugar, a través de
su complejidad, al desarrollo de los temas curriculares bajo la órbita de marcos que
les otorgan sentido y relevancia.

● Producciones colectivas como articulaciones funcionales

Resulta necesario diseñar articulaciones concebidas como búsquedas provisionales


para propósitos definidos y durante tiempos acotados hasta su evaluación y rediseño.
Puede tratarse de trabajos llevados a cabo entre cursos de un mismo año, entre
cursos de años diferentes, entre materias o grupos de materias, entre instituciones
académicas y organizaciones de la comunidad. Las articulaciones funcionales
sostienen producciones colectivas que reflejan los distintos intereses de los y las
participantes en caso de corresponder a grupos etarios, comunidades u
organizaciones diferentes. Se intenta privilegiar la producción de colectivos que se
reconozcan en lo diverso y creen a partir de la heterogeneidad.

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● Intervenciones comunitarias como modo de expansión del aula

Las producciones colectivas realizadas a partir de motores creativos configuran


intervenciones en la comunidad: ofrecen soluciones a problemas de la realidad;
analizan críticamente aspectos que requieren mejoras y las desarrollan; expanden la
conciencia sobre cuestiones controversiales y generan alternativas; despliegan
creaciones que amplían el universo social y cultural, y anticipan escenarios de
conflicto e imaginan acciones preventivas. Son constructos que atraviesan las paredes
del aula y se ubican fuera de ella, dotando de relevancia toda la tarea educativa. Se
aprende a la vez que se generan intervenciones que impactan en la vida de la
comunidad.

● Inserciones sociales y culturales como evaluaciones ecológicas

En el marco de estas propuestas, la evaluación recupera su validez ecológica


(Gardner, 1997) teniendo lugar en el momento adecuado con referencia a la
producción o la intervención, ya sea a través de modalidades individuales, que
reconocen los aportes personales, o grupales, que valoran la producción colectiva. No
se trata de la introducción de una evaluación para la calificación, sino de
calificaciones obtenidas a partir de criterios explícitos que juzgan un aprendizaje
hecho en contexto y pleno de sentido.

Una exploración
La zambullida conceptual establece una posición y en este caso una profunda crítica de los
modos habituales de hacer las cosas marcados por la tradición heredada. La buena noticia es
que todo está por revisar para lo cual ofrecemos diferentes alternativas para ampliar y seguir
indagando.

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Artículos
● Maggio, M. (2015) Clases fuera de serie. Revista Digital "Aprender para Educar
con Tecnología". Departamento de Extensión Universitaria del Profesorado de la
Universidad Tecnológica Nacional. N°11. Mayo de 2015. Revista "Aprender para
Educar con Tecnología" - Número 11 by Cristina Velazquez - Issuu
Libros
● Maggio, M. (2021) Coord. Clases fuera de serie. Buenos Aires: Fundación
Telefónica. Disponible en:
https://www.fundaciontelefonica.com.ar/cultura-digital/publicaciones/clases-fu
era-de-serie/729/
● Maggio, M. (2018) Reinventar la clase en la universidad. Buenos Aires: Paidós.
Videos
● Mariana Maggio sobre la didáctica en vivo (2018):
https://www.youtube.com/watch?v=8TDBmUT-ndI
● Mariana Maggio sobre la reinvención de la clase (2015):
https://www.youtube.com/watch?v=D_GPO5dR7gI&feature=emb_imp_woyt
● Mariana Maggio sobre las clases fuera de serie (2021):
https://www.youtube.com/watch?v=hBS3jlz3Mlk

Una excursión
Es tiempo de volver a entregarnos a la aventura. Aquí, como corresponde a lo que venimos
proponiendo, los caminos son variados. Estas son algunas opciones que les proponemos para
experimentar. Siempre vale la pena compartirlas con colegas y también con estudiantes.

✔ Elegir con nuestros/as estudiantes un videojuego que narre una historia y cree

experiencias a partir de la elección de rutas alternativas. Uno que les interese mucho.
Entregarse a jugarlo o, al menos, acompañarlos/as mientras lo juegan para
comprender qué les anima a jugar durante horas y qué les interesa. En el ejercicio
esperamos que puedan ir analizando la estructura detrás del juego y las decisiones
que habilita hasta elaborar un diagrama que permita comprender el recorrido detrás
del juego. Otra posibilidad es jugar un videojuego de manera autónoma, que
sepamos que es relevante y que juegan nuestros estudiantes.

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✔ Mirar o volver a mirar algunos capítulos de una serie de televisión que ofrezca una

estructura temporal compleja, por ejemplo, Lost o Dark. Ir a la vez estudiando los
esfuerzos realizados en las redes para comprender el desarrollo de los contenidos.
Hacer nuestro propio esfuerzo de diagramación de modo tal de apropiarnos de la
complejidad del relato tanto en la inmersión en el mundo de la serie como en la
ruptura de la linealidad.

✔ Interactuar con el capítulo Bandersnatch (2018) de la serie televisiva Black Mirror

estudiando el mapa de posibilidades que subyace a las decisiones que en diferentes


momentos nos invitan a tomar. Trabajar sobre esas decisiones y estudiar sus alcances.

En las tres alternativas los diagramas pueden construirse a mano alzada o usando
aplicaciones tales como https://miro.com/

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Se trata de que construyan un diagrama que permita visualizar la trama narrativa del objeto
elegido. Aquí compartimos un ejemplo de la serie Lost
http://www.aeromental.com/2009/01/22/cronologia-de-los-eventos-de-lost-de-1800-al-2008/

Ahora viene lo mejor: les proponemos que como ejercicio individual y con ese diagrama a
modo de inspiración aborden un tema central para la enseñanza de su área o materia
movidos/as por la intención de reinventar en un sentido contemporáneo. Trabajen en la
construcción de un motor narrativo: una historia que tanto ustedes como sus estudiantes
deseen vivir. Con esa historia en mano creen caminos diferentes para recorrerla, que
permitan elegir alternativas, ir hacia adelante y retroceder las veces que haga falta, sabiendo
que no todos/as tienen que hacer necesariamente lo mismo al mismo tiempo.

Una vez que hayan creado su propuesta compartanla en Exhibición de propuestas alteradas
con otros/as colegas para que les den retroalimentación Sería una enorme alegría que a
futuro las implementen. De ser así, recuerden documentarlas y seguir aprendiendo de la
experiencia y empezando a transitar el camino de la didáctica en vivo.

Una ensoñación
Cerremos los ojos y pensemos que hay otras prácticas de la enseñanza posibles. Unas que
cobran sentido a través de la reinvención pero que van consolidándose en dimensiones
didácticas que pueden sostener nuestra cotidianeidad de otro modo. Claro que necesitan
que revisemos otras cuestiones. Frente al persistente predominio de versiones curriculares
del tipo colección de temas, que en la práctica siguen implicando una carrera contra el
tiempo para cubrir lo que básicamente es una lista extensa y fragmentaria, proponemos
trabajar sobre interpretaciones curriculares generando consensos colectivos provisorios que
lleven a elegir algunos temas en cada tiempo y lugar desde una perspectiva social y cultural.

Estos consensos podrán ser acompañados por el diseño de grandes motores creativos que
atrapen los relatos relevantes para una cultura en un momento dado y puedan ser
abordados desde propuestas didácticas que reconozcan las tendencias culturales y las
abracen.

Cuando sueñan en estos términos: ¿qué interpretaciones curriculares harían? ¿Qué grandes
temas elegirían? ¿Qué grandes relatos crearían para inspirar a sus estudiantes y a ustedes
mismos? ¿Cuáles son las tendencias culturales que más interesan a sus estudiantes? ¿Las

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conocen o tendrían que trabajar mucho para identificarlas y comprenderlas? ¿Qué camino
podrían construir para hacer de este sueño una realidad de enseñanza reinventada?

Aquí finaliza este tramo, pero no este sueño. Seguimos…

Bibliografía de referencia
Burbules, N. (1993). El diálogo en la enseñanza: teoría y práctica. Buenos Aires: Amorrortu.

Litwin, E. (1997). Las configuraciones didácticas. Una nueva agenda para la


enseñanza.Buenos Aires: Paidós.

Maggio, M. (2015). Clases fuera de serie. Revista Digital Aprender para Educar con
Tecnología. Departamento de Extensión Universitaria del Profesorado de la Universidad
Tecnológica Nacional. N°11. Mayo de 2015. Revista "Aprender para Educar con Tecnología" -
Número 11 by Cristina Velazquez - Issuu

Maggio, M. (2018). Reinventar la clase en la universidad. Buenos Aires: Paidós.

Maggio, M. (2021). Coord. Clases fuera de serie. Buenos Aires: Fundación Telefónica.
Disponible en:
https://www.fundaciontelefonica.com.ar/cultura-digital/publicaciones/clases-fuera-de-serie/
729/

Rose, F. (2011). The Art of Immersion: How the Digital Generation Is Remaking Hollywood,
Madison Avenue, and the Way We Tell Stories. Nueva York, Estados Unidos: W. W. Norton &
Company.

Serres, M. (2013). Pulgarcita. Buenos Aires, Argentina: Fondo de Cultura Económica.


superior. Buenos Aires: Paidós.

Créditos 
Autores: Mariana Maggio

Cómo citar este texto: 


Maggio, Mariana (2022). Clase Nro 2: Reinventar la clase. Actualización Académica en Educación y
tecnologías digitales para el nivel secundario. Buenos Aires: Ministerio de Educación de la Nación. 

 
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