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Este documento discute las diferencias entre el lenguaje humano y la comunicación animal. Señala que el lenguaje humano no tiene una base instintiva, es aprendido socialmente a través de una lengua cultural específica, y puede referirse a objetos y cosas más allá de estados emocionales. También tiene una doble articulación que permite una flexibilidad y capacidad de adaptación mayor que la comunicación animal.

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Este documento discute las diferencias entre el lenguaje humano y la comunicación animal. Señala que el lenguaje humano no tiene una base instintiva, es aprendido socialmente a través de una lengua cultural específica, y puede referirse a objetos y cosas más allá de estados emocionales. También tiene una doble articulación que permite una flexibilidad y capacidad de adaptación mayor que la comunicación animal.

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FRANCISCO CONESA

JAIME NUBIOLA

Filosofía del
Lenguaje

Herder
1. EL LENGUAJE COMO HECHO HUMANO

El lenguaje constituye una de las más complejas encrucijadas del saber en que
convergen ciencias muy diversas. Antes de adentrarnos en el estudio de la filosofía
del lenguaje propiamente dicha, conviene que prestemos atención a algunas
observaciones sobre el lenguaje de la antropología, la psicología y la sociología.

1.1. El hombre, ser que habla

Cuando Aristóteles definió al hombre como un «ser vivo que tiene logos», zoon
logos ejon, estaba apuntando no sólo al hecho de que el ser humano se distingue del
resto de los animales por tener una razón, sino al hecho mismo de tener lenguaje. En
efecto, el ser humano, a diferencia de los animales, es un ser que tiene lenguaje, un
ser que habla: «El hombre es el único ser vivo que tiene palabra»2.

1.1.1. Lenguaje humano y «lenguaje» animal

¿Pueden hablar los animales?, ¿habla castellano el loro que dice «buenos días
a todos»? Cuando un gato maúlla para que le demos leche, ¿sabemos realmente lo
que quiere? Nadie puede dudar de que hay comunicación animal tanto entre los
animales como entre éstos y los seres humanos3. Desde los años 60 se han
desarrollado numerosos intentos de enseñar el lenguaje a algunos chimpancés4. En
los primeros experimentos —protagonizados por Beatrice y Alan Gardner— se usó
con este fin el lenguaje de los sordomudos. Una chimpancé llamada Washoe llegó a
usar hasta 132 de estos signos y algunos de un modo espontáneo, sin necesidad de
inducción directa. Mayores progresos obtuvo R Patterson, quien, enseñando este
lenguaje desde la infancia, consiguió que una gorila llamada Koko llegara a usar 300
2
ARISTÓTELES, Política, I, 2, 1253ª,10; cfr. Ethic. Nic., 2, 8, 1098a 4. Heidegger explica que «la posterior interpretación
del hombre en el sentido de animal rationale, "ser viviente racional", sin duda no es «falsa», pero no cubre todo el campo
de fenómenos a los que se refiere esta definición del «ser ahí» (el hombre)» (M. HEIDEGGER, El ser y el tiempo, FCE, México
1962, § 34, p. 184).
3
Cfr. Sobre esta cuestión C. RIBAS, <<La comunicación en el reino animal>>, en M. MARTÍN - M. SIGUÁN (eds.),
Comunicación y lenguaje, Alhambra, Madrid, 1991, pp. 349-390; A PERINAT, Comunicación animal, comunicación humana,
Siglo XXI, Madrid 1993.
4
Cfr. sobre el tema J. L. GUMPERTZ - A. BENNET, Lenguaje y cultura, Anagrama, Barcelona 1981, pp. 11 ss.; M. HARRIS,
4
Introducción a la antropología general, Alianza, Madrid 1983 , pp. 462-464; S. L. WlLLLAMS - S. SAVAGE-RUMBAUGH - D. M.
RUMBAUGH, «Apes and Language», en R. ASHER (ed.), The Encyclopedia of Language and Linguistics, Pergamon Press, Oxford
1994, vol. 1, pp. 139-146.

1
signos. Otros proyectos posteriores tuvieron como objeto enseñar a usar algunos
símbolos geométricos de plástico (llamados «lexigramas»), que correspondían a
palabras de nuestro vocabulario. El chimpancé Lana aprendió a usar hasta 200,
aunque siempre con fines pragmáticos. También se logró que otros dos chimpancés,
Sherman y Austin, se sirvieran de los lexigramas para comunicarse entre ellos. Los
más recientes experimentos tienen como fin enseñar este lenguaje a otras especies
de chimpancés. Así, un bonobo o chimpancé pigmeo llamado Kanzi no sólo ha
llegado a usar con pericia los lexigramas, sino que entiende algunas frases del
inglés5. Estos estudios, que muestran la capacidad de aprendizaje de algunos
primates, han llevado a algunos autores como E. O. Wilson a sostener que «la
capacidad para comunicarse por medio de símbolos y sintaxis sí está dentro de las
capacidades del simio»6. ¿Es esto así? ¿hay alguna diferencia esencial entre el
lenguaje humano y el de los simios?

Es preciso señalar que el lenguaje humano posee unos rasgos únicos, que lo
distinguen no sólo cuantitativa, sino cualitativamente de los diferentes modos de
comunicación animal7. Entre los elementos distintivos del lenguaje humano podemos
destacar, en primer lugar, que en el habla humana no hay una base instintiva
apreciable. El lenguaje humano no es el resultado de un instinto, mientras que el
lenguaje animal es instintivo e involuntario. En el caso de los animales, el lenguaje es
una función relativamente simple que cuenta con órganos más o menos específicos
para cumplirla. Por el contrario, el lenguaje humano no es una función programada
filogenéticamente. No existen órganos exclusivos del lenguaje. Por otra parte —como
subrayó Kroeber— el lenguaje animal es el mismo en los animales aislados y en el
grupo, transmitiéndose de modo biológico8. Por el contrario, el lenguaje humano no
puede ser explicado sólo desde la biología porque el ser humano habla siempre una

5
El debate continúa vivo. Frente a fervientes partidarios de la capacidad de simbolización de los primates, muchos
autores han puesto de relieve las deficiencias de los métodos usados e insisten en la discontinuidad radical entre el modo en
el que los chimpancés usan determinados símbolos y el lenguaje humano.
6
E. O. WILSON, Sobre la naturaleza humana, FCE, México 1983, p. 46.
7
Cfr. J. VICENTE ARREGUI-J. CHOZA, Filosofía del hombre, Rialp, Madrid 1992, pp. 263-268; M. HARRIS,
Introducción a la antropología, pp. 454-458.
8
Cfr. A. KROEBER, Antropología general, FCE, México 1946, cap. 6.

2
lengua concreta que es un producto cultural y que se transmite social-mente. Para
que alguien aprenda a hablar es preciso que exista una lengua que aprender.
Aunque la capacidad lingüística sea espontánea, toda lengua es siempre un producto
cultural. No hay nada en los genes de un español que haga que vocablos como
«agua», «perro» o «casa» formen parte de su lenguaje. La idea de una lengua «natu-
ral» carece de sentido.

En segundo lugar, el lenguaje animal no es vehículo de comunicación. Para


aclararlo podemos recurrir a la distinción de Bateson entre lenguaje icónico y dígito 9.
Un sistema de comunicación es icónico si la relación entre el mensaje y la señal es
relativamente simple y directa. Cada signo representa uno sólo y siempre el mismo
mensaje. A menudo, la correspondencia entre el mensaje y la señal es de tipo físico.
Así, por ejemplo, las abejas descubren la ubicación de la fuente del néctar olfateando
los granos de polen adheridos a las patas de sus compañeras. Los chimpancés
comunican amenazas de violencia rompiendo ramas y agitándolas o arrojándolas.
Además, estos signos son ante todo señales de sus estados individuales, sus nece-
sidades o su relación con otros animales. Es decir, los signos o señales son
expresión de sus emociones y sensaciones, pero no se refieren a objetos.

El lenguaje propiamente humano es dígito. Un sistema de comunicación es


dígito si los mensajes se construyen a partir de elementos diversos entre sí, siendo
las relaciones entre signos y mensajes arbitrarias. Las cualidades físicas de los
signos son totalmente irrelevantes para los mensajes como muestra la diversidad de
lenguas. Además, esta comunicación humana se basa prioritariamente en signos que
hacen referencia a objetos o cosas. No se refiere sólo a estados interiores, sino que
hace referencia específica a partes concretas del entorno. El hecho mismo de que
cualquier persona pueda decir cualquier frase con una amplia variedad de
entonaciones indicadoras de un amplio abanico de actitudes (sorpresa, admiración,

9
Cfr. G. BATESON, Steps to an Ecology of Mind, Ballantine Books, New York 1972. Vid. exposición de J. L. GUMPERTZ - A. BENNET,
Lenguaje y cultura, pp. 13-19.

3
ira, alegría) muestra que el sentido de la proposición es distinto de cualquier emoción
concreta.

Es obvio que en el ser humano, además del lenguaje dígito hay también un
lenguaje icónico. El grito de dolor, la expresión facial, el lloro, etc., pertenecen al
lenguaje icónico. Esta expresión es involuntaria, instintiva y no requiere ser
aprendida. El lenguaje icónico es común a hombres y animales y en ambos casos
tiene raíces instintivas y transmisión biológica. Pero hay también en el ser humano
una expresión distinta, que es voluntaria, deliberada y controlada. Esa expresión se
hace en una lengua concreta aprendida y transmitida en un entorno socio-cultural. Es
en este segundo lenguaje en el que es posible la referencia específica a objetos.

En tanto que sistema digital, el lenguaje humano muestra gran flexibilidad y


capacidad de adaptación. Además posee lo que se ha denominado dualidad o doble
articulación, es decir, los sonidos y las palabras del lenguaje muestran pautas
independientes. Así podemos combinar distintos sonidos (primera articulación) para
formar mensajes diferentes (segunda articulación). Los cuatro sonidos «g», «a», «t»,
«o» de la palabra «gato» no significan nada en sí mismos. Sólo al combinarse dan
como resultado un significado. El efecto de la dualidad se puede ver si pensamos en
la cantidad de palabras que pueden obtenerse con sólo cambiar un sonido de la
palabra «gato» (por ejemplo, «mato», «rato», «cato», etc., o «gano», «galo», «gajo»,
etc.). Combinando un número limitado de sonidos —en castellano son
aproximadamente 43— se puede construir un número infinito de palabras.

En tercer lugar, el lenguaje humano, frente al animal, goza de universalidad


semántica. Se entiende por tal la capacidad de transmitir información sobre aspectos,
ámbitos, propiedades, lugares o acontecimientos del pasado, presente o futuro,
reales, posibles o imaginarios, cercanos o lejanos. Con el lenguaje podemos emitir y
comprender un número ilimitado de mensajes. Incluso podemos nombrar las lagunas
o huecos de nuestra experiencia, lo desconocido. Otra manera de decir lo mismo es
subrayar que el lenguaje humano es, desde el punto de vista semántico,
infinitamente productivo. Con ello se quiere decir que a cualquier expresión
lingüística siempre podemos agregar otra cuyo contenido informativo no pueda

4
predecirse a partir de la información de las precedentes, y que podemos continuar
añadiendo informaciones sin pérdida de la eficiencia con que se recibe tal
información. Los estudios sobre los «lenguajes» de los animales ponen de relieve los
límites de su productividad, mientras que los seres humanos somos capaces de
producir un número ilimitado de mensajes acerca de un número infinito de campos.

Otro componente del concepto de «universalidad semántica» es el


desplazamiento. Un mensaje está desplazado cuando el emisor o el receptor no
tienen ningún contacto directo o inmediato con las condiciones o acontecimientos a
los que se refiere. Por ejemplo, no tenemos dificultad de hablar sobre un partido de
fútbol antes de que ocurra o una vez que ha ocurrido. Esto contrasta con la comuni-
cación animal. Para los antropoides, por ejemplo, es preciso el contacto con la fuente
de peligro para dar una señal de alarma. Un animal no dice «¡Cuidado!, puede haber
un leopardo al otro lado de la colina». En cambio, en la comunicación humana, tanto
el emisor como el receptor están a menudo desplazados, como cuando alguien habla
a otro de cómo comportarse en el futuro.

Por último, el lenguaje humano posee reflexividad o capacidad metalingüística.


Es decir, con el lenguaje podemos decir cualquier cosa sobre la misma lengua. Esta
es una propiedad tan característica del lenguaje humano que ni los más entusiastas
defensores de la comunicación animal pueden descubrir en la misma. Esta propiedad
del lenguaje se halla en íntima conexión con la capacidad de abstracción y
generalización propia de los seres racionales.

En conclusión, el lenguaje compete de manera propia e intrínseca únicamente al


ser humano. A algunas especies animales se les atribuye de manera en cierto modo
abusiva, por la apariencia externa que algunos de sus aspectos guardan con el
sistema lingüístico humano.

1.1.2. La capacidad simbólica del ser humano

Ahora bien, ¿cuál es la razón de que hablar sea una tarea propiamente
humana? El fundamento de la posibilidad del lenguaje reside en el carácter racional
de los seres humanos. El hombre no habla porque tiene lengua, sino inteligencia. El

5
ser humano se manifiesta como un «ente que habla»10 precisamente porque tiene
inteligencia y conoce. Pero, como observó el neokantiano E. Cassirer (1874-1945),
no basta la racionalidad para expresar lo específico del hombre11. Con el término
«razón» no se abarca toda la riqueza de la vida cultural del hombre. Por eso sostiene
que lo distintivo del ser humano es ser animal simbólico, animal symbolicum, capaz
de convertir en signo todo lo que toca, como atestiguan los juegos infantiles. El
hombre, a diferencia de los animales, no está obligado instintivamente a responder al
mundo de la naturaleza; su mundo es por ello mucho más amplio y rico que el mundo
animal. Gracias al lenguaje, la religión y la ciencia, los seres humanos han construido
su propio universo, un universo simbólico, que les posibilita entender e interpretar,
articular y organizar, sintetizar y unlversalizar su experiencia. En el lenguaje el
hombre descubre un poder inusitado, la capacidad de construir un «mundo
simbólico».

A nadie se le escapa la importancia de estas reflexiones, mediante las que se


intenta recuperar el mundo propiamente humano frente a la tiranía del saber que a
veces ha caracterizado a las ciencias experimentales. La filosofía clásica expresaba
algo parecido a lo que afirmaba Cassirer cuando explicaba que el lenguaje es
continuatioo naturae, la continuación de la naturaleza. El ser humano es más que
naturaleza y por eso está llamado a continuarla y lo realiza mediante el lenguaje, el
arte, el derecho, es decir, el mundo de las construcciones humanas. Al trascender
mediante el espíritu el mundo natural, el hombre se abre más allá de lo natural al
mundo de lo simbólico. El hombre es más que naturaleza y por eso la continúa
construyendo un mundo no natural, el mundo de los símbolos. El ser humano está en
el mundo cultivándolo y, al hacerlo, añade, continúa al mundo12.

En definitiva —como escribe Choza— «el lenguaje reproduce la síntesis de


materialidad y espiritualidad que caracteriza al ser humano»13. En efecto, el lenguaje

10
M. HEIDEGGER, El ser y el tiempo, § 34, p. 184.
11
Cfr. E. CASSIRER, Filosofía de las formas simbólicas, vol. 1: El lenguaje, FCE, México 1971.
12
Cfr. L. POLO, Quién es el hombre. Un espíritu en el mundo, RIALP, Madrid, 1991, pp. 161-174.
13
J. CHOZA, Manual de antropología filosófica, Rialp, Madrid 1988, p. 159.

6
es material en tanto que está distendido espacio-temporalmente, y por otra parte
tiene las características propias del espíritu: la infinitud y la reflexividad. El lenguaje
es infinito en cuanto que puede nombrarlo todo, puede aprehenderlo todo: todo lo
que hay e incluso lo que no hay (universalidad semántica). Y es reflexivo en cuanto
que se nombra o se dice a sí mismo: lo que es el lenguaje se expresa también en el
propio lenguaje (reflexividad).

1.2. Lenguaje y cultura

Entre lenguaje y cultura se da una relación de intercambio recíproco. Por una parte el
lenguaje es un producto cultural, que refleja en parte una cultura, pero, por otra parte,
el lenguaje es condición de la cultura y contribuye a crearla. La cultura es condición
del lenguaje, pero el lenguaje es también condición de la cultura.

El lenguaje, como actividad libre del hombre, y también como producto de esa
actividad, constituye un fenómeno cultural14. Todo acto lingüístico es un acto creador
que, en cuanto tal, posee las características creadoras del espíritu humano, que es
productor de una cultura. El lenguaje «es una forma de cultura, quizá la más
universal de todas, y, de todos modos, la primera que distingue inmediata y neta-
mente al hombre de los demás seres»15, como ya hemos señalado.

La conexión entre lenguaje y cultura fue acentuada especialmente en el ámbito


del idealismo alemán. El lenguaje, a juicio de Hegel, es la «actualidad de la cultura».
Humboldt y, posteriormente, Karl Vossler subrayaron que la actividad lingüística
representa un objetivarse del sujeto que, al actuar, da forma por sí mismo a todo un
cosmos, y después de haber actuado, contempla su producto como algo distinto de
sí mismo, listo para moldearse en nuevos actos expresivos. El lenguaje es
considerado como la creación, arte, realizada por un espíritu libre.

El lenguaje es manifestación de una cultura, pues cada lengua contiene los


saberes, ideas y creencias acerca de la realidad que comparte una comunidad. Por

14
Cfr. M. CASADO, Lenguaje y cultura, Síntesis, Madrid, 1988, pp. 27 ss.
15
E. COSERIU, Principios de semántica estructural, Gredos, Madrid 1977, pp. 77 s.

7
eso se puede hablar del «tesoro» de la lengua. El lenguaje es la primera forma de la
que el ser humano dispone para fijar y objetivar el conocimiento de sí mismo y del
mundo. A través de la palabra, que da un nombre a las cosas y a los objetos, el
mundo adquiere la fisonomía de un mundo humano y familiar. El ser humano se rela-
ciona con el mundo, en el que está implantado, objetivándolo. En este proceso de
objetivación interviene el lenguaje de forma decisiva. «La conducta lingüística —
explica Llano— es una señalada manifestación de la actividad objetiva del hombre
ante el mundo que le permite una creciente independencia del hic et nunc. Por medio
del lenguaje —revelador del pensamiento— se hace posible un recuerdo de lo que
ha sido, una valoración de la experiencia con vistas a futuras experiencias, un "tener
en cuenta" lo alejado en el tiempo y en el espacio»16.

Además, en cuanto constituye un saber transmisible, el lenguaje es un hecho


cultural. En el lenguaje cristaliza lo que largas generaciones han ido acumulando. A
través de la palabra se transmite la riqueza de la cultura: los significados del mundo y
de las cosas se abren mediante la palabra a todo nuevo ser humano que entra a
formar parte de la sociedad.

Pero el lenguaje, además de ser él mismo cultura, es condición de la misma


porque es el lenguaje el que funda la comunidad, en el cual se basa toda cultura. En
efecto, la comunidad lingüística es una condición previa de toda cultura, pues sin ella
no se podrían realizar actividades humanas comunes. Toda la persona, toda la vida
intelectual y social se estancan y quedan en un estado embrionario cuando está
ausente el lenguaje. «Es el lenguaje el que hace del hombre un animal político» 17. La
palabra, junto con la acción —explica H. Arendt— insertan al ser humano en el
mundo: «mediante la acción y el discurso, los hombres muestran quiénes son,
revelan activamente su única y personal identidad y hacen su aparición en el mundo
humano»18.

16
A. LIANO, El futuro de la libertad, Eunsa, Pamplona 1985, p. 39.
17
H. ARENDT, La condición humana, Paidós, Barcelona, 1993, p. 16.
18
H. ARENDT, La condición humana, p. 203.

8
Las lenguas no sólo son receptáculos pasivos que se limitan a recibir y reflejar
una cultura. La lengua no sólo recibe, sino que influye sobre los individuos. Hasta
qué punto el lenguaje condiciona la cultura será un tema que abordaremos en el
capítulo cuarto, al ocuparnos de la hipótesis del relativismo lingüístico.

1.3. El origen del lenguaje

Una cuestión distinta de la capacidad lingüística del ser humano es la que se


refiere al modo en que los hombres han ido elaborando de hecho los distintos
lenguajes. Son diversos los interrogantes sobre esta cuestión. El primero se
relaciona con la pregunta acerca de cuándo surgió el lenguaje. Por «origen» del
lenguaje se entiende también la explicación del modo en el que surgió. Finalmente,
atenderemos a cómo se aprende un lenguaje.

1.3.1. El surgimiento del lenguaje

Se ha especulado durante siglos sobre el origen del lenguaje humano. ¿Cuál es


la lengua hablada más antigua del mundo?, ¿se han desarrollado todas las lenguas
desde una fuente común?, ¿qué lengua se hablaba en el Paraíso?, ¿cómo se
formaron las palabras en un principio? Estas preguntas resultan fascinantes y han
dado lugar a experimentos y debates cuya historia se remonta a hace 3000 años. Ya
Heródoto nos cuenta que el rey egipcio Psamético I, que reinó en el siglo Vil a. C,
pretendiendo descubrir cuál era el lenguaje más antiguo, dio dos niños a un pastor
para que los criara junto con su rebaño evitando que nadie pronunciara nunca una
palabra delante de ellos. Según cuenta la leyenda ambos niños pronunciaron a la vez
la palabra «becos», que el rey tomó como palabra frigia, por lo que pensó que el
frigio era el lenguaje más antiguo. Hoy sabemos que esto no es cierto y que el frigio
formaba parte de una familia de lenguas. Experimentos de este tipo se han ido
sucediendo a lo largo de la historia. Federico II de Hohenstaufen (1194-1250) y Jaco-
bo IV de Escocia (1473-1513), entre otros, realizaron pruebas similares. Sin
embargo, ninguno de estos experimentos ha tenido éxito. No poseemos un
conocimiento directo de los orígenes y desarrollo inicial del lenguaje.

9
Otro tipo de experimentos se relaciona con los llamados niños lobo, criados en
estado salvaje por animales o que se han mantenido aislados de todo contacto
social. Las experiencia de estos niños no apoyan en absoluto las ideas de Psamético
I. Sólo algunos informes mencionan las capacidades lingüísticas de los niños y el
cuadro que pintan es bastante claro: ninguno podía hablar y la mayoría no
comprendía el habla. Es más, la mayor parte de los intentos de enseñarles a hacerlo
fracasaron. Sólo en casos excepcionales se consiguió que aprendieran algunas
palabras; en el mejor de los casos aprendieron no más de 120 palabras19.

La cuestión del origen del lenguaje llegó a ser objeto de fuertes controversias
durante el siglo pasado, hasta el punto de que en 1866 la Sociedad de Lingüística de
París se vio obligada a suspender cualquier debate sobre la cuestión. Sin embargo,
desde la segunda mitad del siglo XX y a la luz de nuevos hallazgos fósiles, se ha
acrecentado el interés por el tema. La paleontología se ha preguntado cuándo
comenzó a hablar el hombre. Se considera que para que exista el habla resulta
indispensable junto a una determinada configuración del tracto vocal, la maduración
cerebral (que posibilitaría el discurso abstracto) y la capacidad de relacionarse con el
medio. Sin embargo, no existe actualmente ninguna hipótesis claramente definida
sobre el origen del lenguaje humano. Mientras que para algunos investigadores el
lenguaje sería un fenómeno relativamente reciente surgido hace tan sólo 30.000
años, y otros hablan de 60.000 a 200.000 años, buena parte de los investigadores
consideran que la capacidad simbólica debe retrotraerse hasta 2 o 3 millones de
años20.

Desde el punto de vista filogénico y evolutivo el principal problema es que no


existen órganos específicos del lenguaje, de modo que no puede estudiarse cómo
han ido evolucionando. Todos los elementos y factores morfológicos y fisiológicos
que entran en juego en el lenguaje tienen ya una función biológica distinta: los labios,
la lengua, la garganta (incluyendo las cuerdas vocales, que no tienen de suyo función

19
Cfr. D. CRYSTAL, Enciclopedia del lenguaje de la Universidad de Cambridge, Taurus, Madrid, 1994, pp. 288 s.
20
Cfr. El estado de la cuestión en M. E. LANDSBERG, <<Origins of Language>>, en R. ASHER (ed.) The
Encyclopedia of Language, vol. 5, pp. 2886-2891.

10
lingüística, sino fonética), los pulmones y el encéfalo. Sabemos que el lenguaje se
encuentra vinculado con el encéfalo, es decir, la corteza cerebral adaptativa. Una
lesión en determinadas zonas del encéfalo impide el desarrollo del lenguaje. Pero,
aunque hay una vinculación de lenguaje con la corteza adaptativa, la mera existencia
de esa corteza no implica la existencia de habla: si el niño no vive en un medio
lingüístico, no aprenderá a hablar. Por esto, aunque es cierto que el lenguaje surge
en el cerebro humano, por otra parte, el cerebro llega a ser humano, a conformarse
de modo humano, precisamente mediante el lenguaje o, en términos más generales,
por la cultura y la educación.

1.3.2. La adquisición del lenguaje

El origen y adquisición del lenguaje es un tema que ha preocupado a todas las


culturas. En casi todas ellas se pueden encontrar relatos que asocian por lo general
el origen del lenguaje a un don divino. Según la tradición judía, el hebreo era el
lenguaje del paraíso. El dios del sol, Amaterasu, fue el creador del lenguaje para los
japoneses. En la China fue el Hijo del Cielo, T´ien-tzu, quien dio el lenguaje a los
hombres. Otras culturas vinculan el origen con la creación del hombre. Estos relatos
ponen de relieve la admiración que en el mismo hombre provoca su capacidad de
hablar.

Las primeras teorías filosóficas sobre el lenguaje —abandonadas hace muchos


siglos— adoptaron una perspectiva naturalista, es decir, sostenían la existencia de
una relación natural entre los objetos y sus nombres. Las palabras serían, en cierto
modo, imitaciones de las cosas. Esta teoría fue sostenida por Pitágoras y por los
estoicos, y el mismo Platón en el Cratilo sostiene que hay palabras que guardan una
relación natural con los objetos, mientras que otras son convencionales. Sin
embargo, ya en la antigüedad, Demócrito, Aristóteles y los epicúreos sostuvieron que
el lenguaje surge por convención.

Las teorías dominantes durante muchos siglos han tenido, sin embargo, un
marcado acento empirista. Los partidarios del empirismo sostienen que el lenguaje
dígito humano ha surgido como evolución del lenguaje icónico. El lenguaje surgiría

11
de las imitaciones que las personas llevaban a cabo de los sonidos del ambiente. El
lingüista danés Otto Jespersen (1860-1943) clasificó estas teorías en cuatro grupos a
los que añadió el suyo propio21. Para unos el lenguaje surge por imitación de las
llamadas de los animales; el «guau» del perro habría hecho que el hombre primitivo
designara el perro con el nombre de «guau-guau» (teoría del «guau-guau»). Para
otros, surgió de los sonidos instintivos provocados por el dolor, la ira y otras
emociones en el ser humano (teoría del «ay-ay»). Una tercera variante supone que el
lenguaje surgió porque las personas reaccionaban a los estímulos del mundo a su
alrededor y producían espontáneamente sonidos que, en alguna manera, reflejaban
el ambiente o estaban en armonía con él (teoría del «ding-dong»). Según otra
versión, el lenguaje surgió porque las personas emitían gruñidos, comunales y
rítmicos, debido al esfuerzo físico cuando trabajaban juntas, que con el tiempo se
desarrollaron en cantos y, de este modo, en lenguaje (teoría del «aaah-tú»).
Finalmente, se ha sostenido también que el lenguaje surgiría del lado romántico de la
vida: sonidos asociados con el amor, el juego, los sentimientos poéticos y, quizás,
incluso la canción (teoría del «la-la»).

Cada una de estas teorías aporta un punto de luz o sombra sobre esta cuestión
difícil de esclarecer. Una grave dificultad de estas teorías es la suposición de que
existe una evolución en el lenguaje humano, desde el lenguaje icónico al dígito. A
este respecto Sapir objetó que si el lenguaje surgiera por evolución, debería haber
unos lenguajes más evolucionados que otros, y que, por tanto, debería poder
establecerse una jerarquía de lenguajes según fueren más primitivos o más
evolucionados22. Pero parece que en lo que a complejidad y riqueza fonológica,
semántica y sintáctica se refiere, no cabe establecer diferencias entre los lenguajes
de los pueblos primitivos y los más recientes. Todos los pueblos tienen gramáticas
plenamente desarrolladas y todas son igualmente complejas. No hay lenguajes más
complejos o difíciles de aprender que otros: un niño tarda el mismo tiempo en

21
Cfr. O. JESPERSEN, Progress in Language, Macmillan, London, 1894 (nueva ed. John Benjamins, Amsterdam,
1993), pp. 329-331.
22
Cfr. E. SAPIR, El Lenguaje. Introducción al estudio del habla, F.C.E., México, 1954.

12
aprender cualquiera de los idiomas existentes si nace en el seno de esa comunidad
lingüística.

Además, estas teorías pueden explicar en parte la dimensión fonética del


lenguaje y algunos aspectos de la semántica, pero parece que resultan inoperantes
respecto a la sintaxis, es decir, no explican que existan unas leyes que rijan el uso
del lenguaje. Este es el problema más complejo a la hora de abordar el origen del
lenguaje. Las palabras pueden expresar, significar cosas en virtud de unas deter-
minadas reglas según las cuales dichas palabras se articulan entre sí formando
frases, que a su vez se articulan entre sí. Aunque esas reglas no sean en la
actualidad plenamente conocidas, están operando desde el principio a un nivel no
consciente.

Un último tipo de teoría —de carácter racionalista— es la sostenida por Noam


Chomsky y el estructuralismo contemporáneo, que tienden a pensar que hay unos
universales del lenguaje y unas estructuras básicas que aparecen de golpe y que,
entonces, sólo entonces, el universo entero se vuelve significativo. Desde luego, el
caso de Helen Keller —la sordomuda ciega norteamericana— y el modo súbito en el
que a partir de un momento determinado aprendió a hablar, induce a pensar en un
acontecimiento de este tipo. Para Chomsky la explicación está en que existen unos
universales del lenguaje innatos (del mismo modo en que Descartes admite unas
ideas innatas)23. Poseemos internalizados de modo inconsciente los esquemas
mediante los cuales se realiza la competencia lingüística.

La teoría de Chomsky ha sido ampliamente discutida. Hilary Putnam ha


subrayado acertadamente que esta hipótesis resulta admisible si por «universales
innatos» entendemos la capacidad de todo organismo de aprender algo 24. Sin
embargo, si entendemos que existen unos «contenidos innatos», hemos de rechazar
esta hipótesis por innecesaria, ya que existen otras hipótesis más clarificadoras del
problema. Putnam destaca que es empíricamente cuestionable que en todas las

23
Cfr. N. CHOMSKY, El lenguaje y el entendimiento, Seis Barral, Barcelona, 1972.
24
H. PUTNAM, «The "Innateness Hypothesis" and Explanatory Models in Linguistics», en J. SEARLE (ed.), The Philosophy of
Language, Oxford Univ. Press, Oxford 1971, pp. 130-139.

13
lenguas se den las mismas categorías sintácticas. Además, no se puede separar el
conocimiento de un idioma de la inteligencia, como realiza Chomsky; es cierto que
todas las personas saben hablar en torno a los cinco años, pero cabe hacerlo con
mayor o menor perfección.

1.3.3. El aprendizaje del lenguaje

Durante mucho tiempo se ha sostenido que el lenguaje surge por un proceso de


imitación y reforzamiento. Según la opinión popular, los niños aprenden a hablar
copiando las emisiones que oyen en torno suyo y fortaleciendo sus respuestas con
las repeticiones, correcciones y otras reacciones de los adultos. Esta visión fue
extendida por la escuela conductista, que dominó la psicología americana desde los
años 30 hasta finales de los 50. En el campo de la lingüística sostuvo esta tesis
Bloomfield y en el de la lógica Quine. Según Quine, el lenguaje se aprende al
relacionar las palabras con observaciones sensibles. Por ejemplo, señalando un
tomate (función ostensiva), la sangre, etc., y aplicando la palabra «rojo», el niño
aprende su significado. Después, por imitación, aprende a combinar las palabras y
formar sentencias que tienen relación con situaciones observables. «Aprender una
lengua —afirma— es aprender la significación de sus oraciones y, por lo tanto,
aprender qué observaciones contarían como evidencia favorable y como evidencia
contraria a esas oraciones»25.

El problema principal de esta posición es, sin embargo, precisamente el


solipsismo, es decir el problema de cómo salir de la propia subjetividad. Si el
significado de las palabras viene dado por el hecho de que al decir «rojo» se señala
algo rojo y si las proposiciones fundamentales del lenguaje son observacionales,
entonces el significado viene dado por una sensación. Pero si el significado de la
palabra «rojo» viene dado por la sensación visual que yo experimento, como sólo yo
tengo acceso a mis sensaciones, y sólo a las mías, ignoro totalmente qué es lo que
los demás significan con la palabra «rojo». Para evitar el peligro de solipsismo Quine
dice que el valor veritativo de una sentencia observacional ha de ser «admitido en

25
Cfr. W. O. QUINE, Las raíces de la referencia, Revista de Occidente, Madrid, 1977, p. 54.

14
toda ocasión por todo miembro de la comunidad lingüística que es testigo de la
ocasión»26.

Ahora bien, la postura de Quine no resulta aceptable. Desde un punto de vista


lógico cabe decir que la definición ostensiva —la que se realiza mostrando algo— y
las sentencias observacionales no son el fundamento del lenguaje. Para verlo baste
con considerar que la función ostensiva sólo funciona cuando ya está claro todo el
uso del lenguaje. Yo puedo definir «rojo» señalando algo rojo sólo cuando mi
interlocutor conozca la gramática de la palabra «color». Se puede aprender un
lenguaje mediante definiciones ostensivas e imitación, como subraya Wittgenstein,
sólo cuando se conoce ya otro lenguaje27. Si una persona no conoce la gramática del
término «color» no le sirve una definición ostensiva de «rojo». La definición ostensiva
presupone el conocimiento del lenguaje. Por otra parte, el recurso a la
intersubjetividad para evitar el solipsismo, no está fundado porque la objetividad no
se funda en la intersubjetividad —como Quine pretende— sino que es más bien la
objetividad la que funda la intersubjetividad.

Desde un punto de vista lingüístico cabe señalar contra el conductismo, que el


aprendizaje del lenguaje no es fruto sólo de un mecanismo de estímulo-respuesta.
En los últimos años se ha apreciado que este principio no explicaría todos los hechos
del desarrollo del lenguaje. Existen dos tipos de datos que apoyan esta crítica. El pri-
mer tipo se deriva del modo en que los niños manejan las formas gramaticales
irregulares28. Existe un estadio en el que las formas irregulares (por ejemplo, la forma
del pasado «cupo», la del participio «roto» o la de presente «sé») se reemplazan por
otras basadas en las formas regulares del verbo como «cabio», «rompido» o «sabo».

26
W.O. QUINE, Las raíces de la referencia, p. 55.
27
La definición ostensiva –explica- puede servir para aprender otro lenguaje, pero no el propio (cfr. L.
WITTGENSTEIN, Investigaciones filosóficas, Crítica, Barcelona, 1988, § 32).
28
Esta observación fue desarrollada por S. M. Ervin-Tripp, «Imitación y cambio estructural en el lenguaje de los
niños», en AA. VV., Nuevas direcciones en el estudio del lenguaje, Revista de Occidente, Madrid 1974, pp. 187-
217. Lo mismo se ha comprobado en otras lenguas. Cfr. G. AGUADO, El desarrollo del lenguaje de 0 a 3 años,
Cepe, Madrid 1995, pp. 101-144.

15
Es evidente que los niños asumen que el uso gramatical es regular e intentan
descubrir por sí mismos cómo «deberían» ser esas formas. Su aprendizaje no puede
deberse a un proceso de imitación, pues los adultos no dicen cosas como «cabio»,
«rompido» o «sabo». El otro tipo de dato se basa en que los niños parecen
incapaces de imitar con exactitud las construcciones gramaticales de los adultos,
incluso cuando se les invita a que lo hagan. Hay estructuras (por ejemplo, «Nadie me
quiere») que resultan difícilmente asimilables para el niño (que tiende a decir «Nadie
no me quiere»).

Las limitaciones de las teorías conductistas condujeron en la década de 1960 a


una propuesta alternativa: se supone que los niños nacen con una capacidad innata
de desarrollar el lenguaje. El aprendizaje del lenguaje es tan rápido —normalmente a
los cinco años se domina la gramática de la lengua— que ha llevado a Chomsky y
McNeill a mantener que esto sólo es posible postulando que las categorías
universales de la gramática no son adquiridas sino que son innatas. En este sentido
se ha mantenido que lo innato no serían tanto las categorías gramaticales como el
conjunto de principios con los que se construyen las hipótesis y se establecen las
inferencias empleadas para procesar y almacenar información lingüística. Es decir, lo
innato sería la «disposición para adquirir el lenguaje».

Otras teorías sostienen que la adquisición del lenguaje debe concebirse en el


contexto del desarrollo intelectual del niño. Las estructuras lingüísticas surgirían
únicamente si se dispone de fundamentos cognitivos ya establecidos. Así, antes de
poder emplear estructuras de comparación (por ejemplo, «este coche es más grande
que ése») los niños deben haber desarrollado la capacidad conceptual para realizar
juicios relativos al tamaño. La explicación más influyente en este sentido proviene del
modelo de desarrollo cognitivo propuesto por el psicólogo ginebrino Jean Piaget
(1896-1980).

Sin duda, la adquisición del lenguaje es debida a diversos factores. Las


destrezas de imitación, un mecanismo general de aprendizaje y el conocimiento
cognitivo desempeñan un papel de guía en el curso de la adquisición del lenguaje.

16
Cuál sea el elemento más relevante y cuál es la interdependencia entre los diversos
factores es un tema abierto aún a la investigación.

BIBLIOGRAFÍA

CASADO, M., Lenguaje y cultura. Síntesis, Madrid 1988.


CHOZA, J., Manual de antropología filosófica, Rialp, Madrid 1988.
GILSON, E., Lingüística y filosofía, Gredos, Madrid 1974.
GUMPERTZ, J. L. - BENNET, A., Lenguaje y cultura, Anagrama, Barcelona 1981.
Harris, M., Introducción a la antropología general, Alianza, Madrid, 1983.
Polo, L., Quién es el hombre. Un espíritu en el mundo, Rialp, Madrid, 1991.
VICENTE ARREGUI, J. - CHOZA, J., Filosofía del hombre, Rialp, Madrid, 1992.

17
LECTURA 2
2 Comunicación oral y escrita

Comunicación, expresión y lenguaje


El hombre es una criatura que se comunica, así lo afirma H. Dalziel Duncan (citado en Ferrer,
1994:21) cuando señala que, por su naturaleza y para satisfacer sus necesidades, el hombre ha
debido comunicarse con sus semejantes utilizando señales, movimientos o signos, pues nadie
puede existir en un grupo o una sociedad sin alguna forma de comunicación.

Comunicación
Comunicar es llegar a compartir algo de nosotros mismos. Es decir, es una cualidad racional y
emocional específica del hombre que surge de la necesidad de ponerse en contacto con los de-
más, cuando intercambia ideas que adquieren sentido o significación de acuerdo con experiencias
previas comunes. Varios autores1 definen este fenómeno llamado comunicación. Según Ferrer
(1994:25), consiste en

la creación de significados compartidos a través de procesos simbólicos.

Lo anterior significa que (como afirma Wilbur Schramm,2 1972:17), aunque las personas ten-
gan marcos de referencia distintos —porque piensen, vivan y hablen en forma diferente—, en el
momento de establecer comunicación tienen un propósito de entendimiento, es decir, pretenden
lograr algo en común por medio del mensaje que intentan compartir.

A A C B B

Los diversos modos en que los seres humanos intercambiamos ideas, desde la señal, el gesto
o la imagen, hasta la palabra hablada o escrita —todos los signos, símbolos y medios por los cua-
les transmitimos significados y valores a otros seres humanos—, constituyen lo que llamamos
formas de expresión (Paoli, 1985:67).

Expresión
La palabra expresión proviene del término latino expressus que
significa “exprimido”, “salido”.
Para transmitir una expresión basta con manifestarla, se dé
o no la recepción por parte de otra persona. En cambio, el con-
cepto de comunicación proviene del prefijo latino cum = con
y munus = común, de donde se deriva communis, que quiere
decir “comunidad” o “estado en común” (Fernández Collado y
L. Dahnke [1986:3]).
Al revisar los conceptos de expresión y comunicación, la
diferencia básica que observamos es la siguiente: para expre-
sar basta con manifestar algo de nosotros mismos; en cambio,

1
Cooley, Bryson, Mann, Oliver, Langer, Johnson, Monteigne, R. Wriglat, Simons, Berenstein e I. A. Richards, entre
otros.
2
Para Wilbur Schramm, uno de los principios básicos de la teoría general de la comunicación es que los signos pueden
tener solamente el significado que la experiencia del individuo permita leer en ellos, ya que sólo es posible interpretar
un mensaje dependiendo de los signos que conocemos y de los significados que hemos aprendido a atribuirles; esto es
lo que constituye el “marco de referencia”, y es en función de él como los individuos pueden llegar a compartir algún
significado.
La comunicación oral 3

para comunicar necesitamos tener la intención de compartir


“Expresar” es simplemente “sacar”; es “manifestar los
ese algo con otros; entonces, la comunicación no supone sólo pensamientos y las impresiones de nuestra realidad
expresar ideas o sentimientos y transmitirlos a otros, el ver- por medio de la palabra, gestos o actitudes”; “es la
dadero sentido de la comunicación está en nuestra intención representación, a través de símbolos e imágenes, de
de enviar mensajes para provocar una respuesta en los demás, una manifestación de nuestra propia individualidad,
pues dicha respuesta es la que nos permitirá saber que fuimos y puede estar dirigida o no a otro sujeto”.
comprendidos por los demás. (E. Ander-Egg y J. Aguilar, 1985:17.)
Con base en las definiciones citadas, hay comunicación
cuando en una expresión que corresponde a la realidad de
un sujeto hay intercambio de ideas con otro u otros; cuan-
do existe la intención psicológica de unión; cuando dos o más
individuos logran pensar y sentir en tal forma que las ideas
de unos se vuelven bienes compartidos de los otros, se hacen
comunes.

Lenguaje
El medio por el que nos comunicamos los seres humanos se
llama lenguaje, el cual se puede definir como “un conjunto
de signos estructurados que dan a entender una cosa” (Mo-
rris, 1985:37). En sus orígenes, el hombre se comunicaba
con lenguajes no verbales, mediante su cuerpo y sus órga-
nos sensoriales: la voz, el gesto, los movimientos, los ojos.
Cada forma, sonido o identificación humana constituían una
señal que identificaba a un hombre con otro, relacionaban una cosa con otra, iban de un te-
rritorio a otro; por eso el lenguaje es la “facultad propia del hombre para la expresión de sus
ideas” (Blake y Haroldsen, 1980:7) y se considera “el vehículo primario para la comunicación”
(Ferrer, 1994:25).
El lenguaje nace como el más trascendental de los inventos que ha desarrollado el hombre
para comprender su mundo, y desempeña una función central en las sociedades civilizadas, pues
influye tanto en su nivel de desarrollo y progreso como en el del conocimiento. Al igual que la
comunicación, el lenguaje tiene una naturaleza social, pues los humanos tenemos facultad de
hacernos entender por otros medios (sonidos, mímica, dibujos, etcétera, aunque ningún lenguaje
funcionaría si no existiera la interacción humana, como dice Rafael Seco (citado en Fernández de
la Torrente, 1990:7):

El lenguaje es el gran instrumento de comunicación de que dispone la humanidad, íntimamen-


te ligado a la civilización, hasta tal punto que se ha llegado a discutir si fue el lenguaje el que
nació de la sociedad, o fue la sociedad de la que nació del lenguaje.

Funciones del lenguaje


Bühler (citado en El lenguaje de J. Roca Ponds, 1973:13) distingue tres funciones trascendentales
del lenguaje, que acompañan a las intenciones básicas del hombre cuando quiere comunicarse
con otros:3
1. La función representativa: es aquella por la cual el lenguaje llega a transmitir un conte-
nido. Requiere un sistema de signos representativos de sucesos o cosas. Es propia sola-
mente del hombre, que es capaz de simbolizar con ideas su realidad.

3
Bühler (citado en El lenguaje de J. Roca Ponds, p. 13) habla sobre estas funciones con un sentido biológico o genético
del lenguaje, que son trasladadas a la actividad psíquica del hombre y en especial a su facultad de hablar.
4 Comunicación oral y escrita

2. La función expresiva: es la que manifiesta el estado psíquico del hablante. A diferencia


de la anterior, esta función también puede encontrarse en las expresiones de ciertos ani-
males; por ejemplo, las aves cuyo canto no es un llamado a las aves vecinas, sino una ex-
presión de su estado afectivo. En la comunicación del hombre dicha función se manifiesta
con singular claridad y es notoria, sobre todo, en el lenguaje de los niños.
3. La función apelativa o de llamada: por medio de ésta se actúa sobre el oyente para di-
rigir o atraer su atención. Puede compararse con las señales de tránsito de las grandes
ciudades o, por ejemplo, con el ladrido del perro que ahuyenta. El lenguaje es, en primer
término, una llamada al oyente.

El lenguaje verbal
“Es el atributo que distingue notablemente al hombre” (Blake y Haroldsen, 1980:7) y pertenece
a la gente, a los grupos, a los países. Con el lenguaje verbal las ideas se traducen en palabras. Las
palabras tienen que ver con los cambios de pensamiento y con la evolución de nuestros pueblos
en todas sus actividades; tales cambios influyen en los distintos modos de decir o nombrar las
cosas; surge así otro término ligado a la expresión, al lenguaje y a la comunicación humana: la
lengua (Ferrer, 1994:23-25).

Lengua
Es la manera en que un grupo o una sociedad utilizan el len-
guaje verbal acorde a su región, forma de vivir y comportarse.
Como explica Ferdinand de Saussure, el habla es el uso,
el instrumento individual, y la lengua la estructura, el tejido
gramatical, el pensamiento organizado de un pueblo o una
sociedad; la lengua es la que une a las personas y, en gran
medida, hace a una nación (Ferrer, 1994:29).
Es así como expresión, lenguaje, lengua y habla se funden
en el concepto de comunicación; el lenguaje es “el sistema
de signos articulados que denota un significado y sirve como
vehículo para la interacción”. La lengua es “la red compleja,
cambiante, de adaptaciones diversas, según el modo de vivir
de cada pueblo” (Edward Sapir, citado por Ferrer, 1994: 20-30).
El habla y la expresión son de uso individual. De aquí la frase
La lengua es el habla de las mayorías; es el reflejo popular: Quien no habla con los demás y como los demás,
del acontecer cotidiano y del decir coloquial de la corre el riesgo de no ser entendido.
gente.
(Ferrer, 1994:23-25.)

LENGUAJE LENGUA

Vehículo para Modos de decir


la comunicación HABLA o nombrar
de ideas uso las cosas
individual
COMUNICACIÓN

Interacción e intercambio
de ideas con otros
B.  CARACTERÍSTICAS DE LA LENGUA 

La lengua es el ordenamiento mental de los planteamientos verbales convencionales que permite 
la interacción con otros, por medio de los mensajes. Las estructuras lingüísticas,  en esta etapa del 
proceso comunicativo, mantienen un patrón general sistemático (por ejemplo, un idioma).  

“Las  normas  que  deben  ajustarse  a  la  lengua  son,  por  ejemplo:  prosódicas  (de  pronunciación),  ortográficas  (de 
escritura), semánticas, (de significado), gramaticales (de estructura de la oración), puntuación (usos de signos de 
puntuación, auxiliares y de entonación de la oración).” (Bolaños, 1997, p. 56).  

La  lengua,  de  acuerdo  con  los  planteamientos  anteriores,  es  social,  pertenece  a  una  comunidad 
lingüística, es decir, regula que un idioma no se convierta en un ente anárquico.  “La lengua es social 
por definición, en el sentido de que existe en todos, pero a la vez va más allá de todos.” (D΄Alton, 1990, p. 32) 

Otra característica de la lengua es su carácter histórico. La lengua es producto de una evolución en 
el tiempo. Aunque muchos términos y estructuras lingüísticas han cambiado, a veces de forma o 
de significado, la lengua los conserva en su  bagaje cultural. La palabra caballero para la sociedad 
del  siglo  XVI,  no  tiene  el  mismo  significado  que  para  la  sociedad  del  siglo  XXI;  sin  embargo,  su 
estructura se mantiene intacta. Veamos un ejemplo: la expresión Vuestra merced, de los inicios de 
nuestro  idioma,  se  transformó  luego  en  vuesarced,  voacé,  vucé,  vuced,  vusted  y  luego,  en  el 
pronombre personal de segunda persona singular usted. (Penny, p.164‐165). 


 
C.  CARACTERÍSTICAS DEL HABLA 

El habla, a diferencia de la lengua, es individual o particular. Es la forma como se manifiesta cada 
individuo,  es  la  marca  personal  en  el  proceso  comunicativo.  Esta  característica  permite  que  se 
desencadenen  otras  más;  por  ejemplo,  al  ser    individual,  el  ordenamiento  del  discurso  es 
asistemático (aunque no por la libre); esto significa que la estructuración de cada mensaje puede 
sufrir alteraciones de forma, entre ellos sintácticas, pero su contenido se mantiene. 

‐ “Ayer, vi a tu hermano en el concierto” 

 ‐“En el concierto, ayer, pude ver a tu hermano.” 

 ‐“He visto a tu hermano, ayer, en el concierto” 

Asimismo,  el  habla  es  actual.  La  época  marca  la  pauta  para  el  tipo  de  estructuras  lingüísticas  y 
vocabulario (y su significado) que se deben usar.  

En  conclusión,  el  habla  es  la  parte  psicofísica  del  proceso  comunicativo.  Es  la  pieza  concreta, 
tangible, mediante algunos de los sentidos de los intervinientes en el proceso comunicativo. 


 
La lengua es un proceso mental o psíquico; se deposita en el cerebro, donde las imágenes acústicas se asocian con 
conceptos. El habla es psicofísica, porque incluye la fonación. La lengua es un sistema, como código; al hablar, el 
hablante selecciona las palabras que le interesan para elaborar los mensajes que desea comunicar. (Bolaños, 1997, 
p. 54). 

 
Para otra época y otro entorno social, la palabra chiva 
  significó enojado. Para la juventud actual,  quiere decir muy 
bonito o muy agradable 
 

El habla robustece  la lengua, pues del uso cotidiano se toman el léxico, los significados, los giros idiomáticos, las 
estructuras  que  rigen  un  idioma:  el  habla  es  dinámica,  está  en  constante  cambio  y  la  lengua,  medianamente 
estática, porque las transformaciones no son constantes, sino periódicas. 

La división de los términos en lengua y habla, se da con fines pedagógicos, pues ambos conceptos son, en la praxis, 
indivisibles, por la correlación que existe entre ambos. El habla se explica en términos de la lengua y la lengua se 
justifica en términos del habla. 

  LENGUAJE  LENGUA  HABLA 

10 
 
La comunicación oral 5

Naturaleza social de la comunicación


La comunicación es un fenómeno social en constante dinamismo y alteración,
porque está sujeta a los cambios de pensamiento del hombre, a las modifica-
ciones del lenguaje a través del tiempo y a los efectos que la misma dinámica
del proceso va provocando en los individuos o grupos que interactúan.
En un valioso estudio sobre el tema, Ray L. Birdwhistell escribió: “La
comunicación, para mí tanto ayer como hoy, es la estructura dinámica que
sostiene el orden y la creatividad en el seno de la interacción social” (citado
en Ferrer, 1994:29).
Fernández Sotelo (1990:14) hace referencia a la naturaleza social de
la comunicación, describiendo cuatro características que la definen: 1. se
integra con personas; 2. es transaccional; 3. es dinámica; 4. influye recípro-
camente.
1. Se integra con miembros o personas que tienen la posibilidad de
relacionarse y conocerse. Esto implica que necesita existir la po-
sibilidad de reunión, para que la comunicación se vuelva realidad,
manifestándose en sentido plural. Es el otro quien nos dará un sen-
tido, y solamente compartiendo se puede buscar ese momento de unión para lograr el fin
común y ponerle significado a las expectativas y respuestas de ambos.
2. Es transaccional por la interacción de personas que pueden comunicarse entre sí y logran
entenderse, pues sin el intercambio de ideas no lograríamos compartir experiencias per-
sonales, ni habría conceptos como humanidad, fraternidad, cooperación, etcétera; tam-
poco existiría la ciencia y viviríamos en un mundo en donde la vida no tendría sentido.
El enfoque transaccional condiciona, en gran medida, la forma de sentir del hombre en
relación con el mundo que le rodea y con el ambiente en el que se tiene que comunicar.
3. Es dinámica porque la comunicación fluye en forma continua, en un dinamismo de fuer-
zas en cambio constante que no pueden considerarse elementos inmutables o fijos en el
tiempo y el espacio. La comunicación permite vislumbrar una cantidad de particulari-
dades que interactúan de manera siempre dinámica,
variable e irrepetible, afectando en diversas formas a
los participantes del proceso.
4. Afecta recíprocamente; si ya quedó claro el carácter
personal, transaccional y dinámico de la comunica-
ción, no será difícil entender que el hombre no está
solo, que hay otros seres conviviendo con él y, como
por instinto tiene conciencia de sí mismo, de igual
modo debe tener algún propósito respecto de los de-
más para ser. El sentido de la existencia humana tiene
su base primordial en el encuentro con los demás y su
efecto. Los hombres, por el hecho de necesitarse, en-
contrarse y comunicarse, estarán conscientes de que
toda relación humana implica una influencia recípro-
ca y efectos mutuos.

De acuerdo con tales características de su naturaleza social y los conceptos relacionados que
hemos tratado, la comunicación humana implica:
• compartir con otras personas
• lograr significados comunes
• ejercer una influencia recíproca
• vivir en comunión
• tener una interacción continua
La comunicación oral 13

actitud o reforzar creencias y valores. Este propósito se diri-


ge al convencimiento racional y emotivo de las personas para
que piensen de cierta manera. Ejemplos que manifiestan este
propósito de la comunicación oral son: convencer a la gente
de no utilizar productos que dañen nuestro planeta; participar
en una discusión y expresar nuestros puntos de vista a favor o en
contra; hacer que un público crea en los beneficios de cuidar
la salud, etcétera.
El propósito general de actuar, que se realiza también me-
diante la función apelativa o directiva, intenta dirigir o llevar al
oyente a un grado de motivación que lo impulse a realizar
alguna acción. Este propósito se considera también persuasi-
vo, ya que procura influir en las creencias o actitudes de las
personas, pero mediante argumentos bien estructurados que
atiendan a las necesidades o expectativas del oyente; el comu-
nicador tratará de “mover” el pensamiento de aquél para que decida actuar. Ejemplos de este tipo
de propósito en la comunicación oral son la cátedra de un maestro que motiva a sus alumnos para
que estudien más sus materias; el entrenador que motiva a sus deportistas para que obtengan el
triunfo; el jefe que promueve a sus empleados para que sean más productivos, etcétera.
Pueden ser muchos los objetivos que la gente tenga para comunicarse en forma más especí-
fica, pero los propósitos generales representan las intenciones que tienen las personas al comu-
nicarse oralmente.

Comunicación oral y escrita


Cuando tenemos el propósito de comunicarnos, logramos hacerlo mediante
dos tipos de comunicación que utilizan el lenguaje verbal: hablar y escribir.
Desde niños aprendemos a hablar y después, a partir de la educación
escolar formal, a escribir; por eso, hablar puede parecernos un proceso más
fácil que escribir, debido a que la palabra escrita está sujeta a una estructu-
ra o sintaxis, a una ortografía, etcétera; sin embargo, escribir bien resulta
de mucha utilidad para ordenar ideas y manejar con mayor precisión el
vocabulario en el momento de hablar, porque los errores y las deficiencias
al escribir generalmente se reflejan al hablar; aunque las dos habilidades
son procesos comunicativos diferentes en cuanto a conocimientos y habili-
dades, ambas son producto de un razonamiento verbal y son, por lo tanto,
complementarios, aunque con diferencias notables que conviene analizar
para entender mejor la comunicación oral.
• La comunicación oral está ligada a un tiempo, es siem-
pre dinámica en un continuo ir y venir. Normalmen-
te, las personas interactúan hablando y escuchando; el
hablante tiene en mente al oyente y el oyente al hablan-
te. La comunicación escrita está ligada a un tiempo
y espacio, es más estática, y permanece. En general,
el escritor está lejos del lector, además, a menudo no
sabe quién será el que reciba el mensaje (como en la
mayoría de los libros). La comunicación escrita perma-
nece en el tiempo y el lector puede leer o “escuchar” al
autor cuantas veces quiera. La comunicación escrita se
hace más dinámica cuando se asemeja a la oral, como
en el caso de las cartas personales y de los mensajes a
través de la computadora, en los que escribimos casi
igual que como hablamos.
La comunicación oral 15

Resumen
El hombre es un ser social por naturaleza, por lo cual cos son: el emisor, quien envía el mensaje; el mensaje,
para alcanzar sus metas y objetivos requiere de la co- con su contenido y tratamiento; el receptor, quien
municación con sus semejantes. Las personas necesitan recibe el mensaje. Se añaden a éstos, los elemen-
compartir lo que observan, piensan y sienten a través de tos que indican la respuesta y fidelidad del mensaje,
un lenguaje; por eso la comunicación se define como como son la retroalimentación y el posible ruido, los
la creación de significados compartidos por medio de medios o canales utilizados para hacer llegar hasta
diversos fenómenos simbólicos. el destinatario el mensaje y, finalmente, el contexto
Examinando la comunicación como proceso so- social; todos son variables y producirán un efecto en
cial, se distingue su dinamismo, ese movimiento los resultados del proceso.
continuo que pone énfasis en las características de su La comunicación humana, como proceso, se dis-
naturaleza: dinámica, transaccional, personal y afec- tingue por su dinamismo o movimiento continuo que
tiva. De acuerdo con tal naturaleza, el ser humano pone énfasis en las características de su naturaleza
también presenta características propias para la co- social, integrada por personas que mediante transac-
municación, ya que él mismo se considera un sistema ciones de ideas influyen entre sí y se integran como
generador de mensajes con capacidad para recibir in- miembros de un grupo, el cual, para satisfacer sus
formación, procesarla y transmitirla. expectativas y cumplir objetivos, se comunica con el
El lenguaje, como la comunicación, se considera propósito de informar, de entretener, de persuadir o
de naturaleza social, pues nace en la gente y propicia de actuar.
la interacción de los grupos y la formación de socie- En la comunicación humana encontramos dos
dades. Los dos se complementan, ya que el lenguaje formas de manejar el lenguaje verbal: la oral y la es-
es un mero instrumento para comunicarse y la comu- crita. Ambas utilizan el razonamiento verbal, pero se
nicación necesita del lenguaje para funcionar. diferencian en cuanto el uso de habilidades por parte
Al hablar de comunicación oral hablamos tam- de las personas para la transmisión de sus ideas. La
bién de la lengua o el modo particular de expresarse comunicación escrita es más razonada, estructurada
de un grupo o pueblo. y hasta cierto punto estática y permanente; en cam-
Para estudiar y comprender mejor cómo funcio- bio, la comunicación oral se distingue por su dinamis-
na la comunicación humana, es necesario detener mo, su espontaneidad y su rapidez para expresar
la dinámica del proceso y observar cada uno de ideas, aunque las personas cometen muchos errores
los elementos que la componen mediante la repre- al hablar, como son las repeticiones, las frases incom-
sentación de modelos. Los modelos sirven para ver pletas o las fallas de pronunciación.
la interrelación de los componentes y sus efectos o El lenguaje como vehículo primario de comuni-
resultados tendientes a la aceptación o el rechazo cación, sea oral o escrito, es el que cumple con esa
de la comunicación. Diversos modelos demuestran función vital para el ser humano de compartir sus
estos componentes; entre los que se consideran bási- ideas y sentimientos con otros.

Definición de conceptos
Después de estudiar el capítulo 1, escriba las siguientes definiciones:

1. Comunicación efectiva

2. Competencia comunicativa

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