Coleccion Lima Lee 5 Transito Poetico
Coleccion Lima Lee 5 Transito Poetico
Coleccion Lima Lee 5 Transito Poetico
Editado por:
Municipalidad de Lima
Jirón de La Unión 300 - Lima
www.munlima.gob.pe
—3—
Hildebrando Pérez Grande
(Lima, 1941)
—5—
Caballo Bayo
Los caballos se cansan
De galopar
Sobre tierra sombría.
De comer manzanas, azúcar
Y alguna rala ración
De hojas de hierba.
Los caballos se cansan
De volar
Por valles oxidados,
Páramos inhóspitos, paisajes
Montaraces. Secretamente
Anhelan
Algún derby glamoroso,
Tal vez una pasarela victoriosa,
Y no fiambre y no fiebre y no fuete.
Ah, los caballos. Los solitarios,
Los buenos para nada. Esas
Mulas insufribles.
De rato en rato
Beben en abrevaderos
Amables, extraviados
En tardes para el olvido.
Beben para calmar sus ansias
Y apagar la sed
Que les quema el pellejo
Cuarteado
Por el sol
Y alguna mano bruta.
Sólo
Las yeguas
Descifran los relinchos y los golpes
Que al aire sueltan
—7—
Para aplacar
Sus furias y sus penas.
Sólo
Las caballinas, las cavillacas.
Ay, mi torpe lenguaje
Caballuno. Sólo
Ellas les regalan
La dicha
Infinita de caracolear
Bajo las ramas
De aquellos huarangos marchitos,
Que sin preguntarles sus nombres
Ni dónde vienen ni para dónde van,
Les abren las puertas
De la eternidad
Que dura apenas más que un relincho
Espumoso,
Como las olas de la mar. Fieles
A su doctrina
No son corceles divinos,
Ni bereberes criollos. Pero
Sí, amantes incurables.
Inútil
Trote, compañero, inútil
Tu cantar. Tarde
O Temprano,
La muerte
Acabará
Contigo
A caballazo limpio.
A quema hueso.
A mata sueño.
¡A caballar! ¡A caballar! ¡A caballar!
—8—
Blooper
Ni guardavalla ni espantapájaros
Blanca Varela
— 10 —
No todo está perdido:
La muerte
No se equivoca.
Es infalible.
Patea con los dos pies,
Con la cabeza,
Con el codo y la rodilla
Y la oreja
Y en el alma.
Como la palabra
Soledad.
Recuerda que ya juegas
El suplementario
Y se te viene encima la ceniza
Que arañó tu frente
Con la punta
De un cuchillo rencoroso.
No será el último beso
Que recibas
En tu área chica.
Pero sí
El pitazo final que calcina tu cuaderno
De candelabros limpios, oraciones
Silenciosas, ríos
Desollados y algún suspiro
A la limeña,
Que todavía brilla en tus labios
Ya mustios
Ya morados
Ya santos.
Oh guardapenas
Oh guardallantos
¡Rey de los autogoles!
— 11 —
Marco Martos
(Piura, 1942)
— 13 —
Bofedales
Anduve por callejones, por las ciénagas de Lima,
por las barandas del puente de Barranco, por las agujas,
y en todos lados distinguí, en el fervor de la noche,
a la hermosura con su vestido de flores, sus palmeras,
sus agudos cantares en los principios del verano,
y luego, arropada de negras prendas y bufandas de colores,
cruzando toda la inmensa bahía de la costa verde, subiendo
a los bofedales donde nacen las altas nieblas, los manantiales,
la mollizna de los virreyes, las garúas del invierno.
Altas cúpulas,
callejuelas estrechas
de tenderetes multicolores,
pulular de gente
en los atardeceres del verano
y el velo blanco de la muerte
que vio Melville.
Lima semeja a un fantasmal,
horrísono y descascarado barco
a la deriva, imagen real
de la decadencia, algarabía
de cornetas y bocinas,
grito presuntuoso del animal
que vive en cada hombre.
Lima está colmada de basura,
de validos y paniaguados,
de gente mezquina
— 15 —
que ha sentado sus reales
en todos los grupos sociales
y que saca ventajas de cualquier
ligero privilegio.
Pero aun así la queremos
como al pariente baldado
al que se protege
con la secreta esperanza
de un día curarlo para siempre.
Tiene sus misterios
escondidos, lugares
que son verdaderos oasis
para el viandante fatigado.
Y hay amigos, amigos de verdad
en medio de la marea vocinglera.
Y puedes encontrar amor,
Diógenes, si lo buscas
con tu linterna.
— 16 —
ADN
Si vivieras lejos de Lima escribirías:
Dejar las ciudades produce extrañeza
aunque hayamos pensado volver a sus calles.
Nos despedimos de lo vivido
que entra en el tumulto de los años.
Nada será igual si regresamos
y llevamos un perfume amarillo
impregnado en la piel
que durará mientras respiremos.
Todo lo vemos en un instante
y observamos en el espejo
una lágrima ajena que cae.
Dante pensaba volver a Florencia
¿recuerdas?
— 17 —
Martín Adán
He visto a Martín Adán
en los altos del hotel Plaza de Lima,
en esos pisos de madera crujiente,
bebiendo la menta de sus afectos.
Sus labios son verdes.
Días de la holganza del verano,
de vida abierta entre bastones
y sombreros de tafilete.
Es el crepúsculo en el bar
y la mano pulposa
rasga papeles y acaso escribe
mientras ronronea el gato
que parece perro por sus modales.
Los bigotes se semejan
a los de su dueño efímero,
y los ojos fosforescentes
del poeta rasgan la noche
que comienza, felinos.
Es 1958.
La rosa ha deshojado
sus pétalos
y la piedra todavía
no aparece.
— 18 —
Enrique Verástegui
(Cañete, 1950)
— 19 —
Amanecer en San Valentín
I
Te he preferido al dulzor de la noche
esta noche en diciembre, un viento ligeramente helado
y hermoso como un Concerto para címbalo de Durante
[acaricia
tu inaccesible tristeza
y yo me acerco a ti
para hacerte girar y envolverte en mis brazos como a una
[triste chiquilla
desprotegida en la noche.
Y te he preferido a la noche esta noche larguísima
como tu vida, triste como tus ojos posándose en mí ahora
[que
elevas tu copa—sonrisa levísima
Como un entreabrirse de flores al sol—para brindar
por todo lo mucho, o poco, que yo he podido ofrecerte
y cruzando este punto en que la primavera se ha tornado
[verano
tu palabra adorada
me transfiere a un instante posible y tranquilo,
cuerpo entreabriéndose para eternizarse
bajo mi cuerpo que te recibe.
Dulce y perfecto como he imaginado tu vida te he conducido
a mí para abrevar
en mis labios, y te he levantado por encima
de la noche de Lima
y el tiempo que pasa y no vuelve
es esta casa
a donde hemos vuelto a danzar
como con Nietzsche sobre campos de heno,
verdad en un tiempo aún irrealizado
y lejano.
— 21 —
¿Qué hay más allá del pasado, qué aquí en tu cintura
[serenamente batiéndose
como ramas de belleza en mis manos?
El Concerto se agota como este trago en diciembre,
trazamos un arco sobre el arco intranquilo de la noche
[donde
pasión y locura
y este milagro de vernos caminar por sobre una ciudad
[obstinada
en florear
desde sus maceteros colgados nos restituye a la luz,
a esta verdad que yo he puesto en tus labios ahora.
Y te he llevado, girasol en mis manos, a dar
tres vueltas elípticas en torno a ti misma en un ruedo del
[Rímac,
un trago entrelazado
a tu nombre en la noche de la victoria, o Magdalena
donde contemplar este mar
(que es helado y tiene una orquesta iluminada bajo sus aguas
tranquilas y dulces).
Pero te he preferido al dulzor de la noche esta noche
en diciembre y tus labios en “Bertolotto” eran ciruelas
dulcísimas
bajo este ardor de labios que te mordían.
Y girando a una vuelta de ti, y apretado a ti, te he visto
sonreír levemente, dirigirte
conmigo sobre una esquina solitaria en diciembre en que
[eras
tranquilidad para ti
y silencio,
todo el tiempo del mundo perdido sin ti.
— 22 —
II
— 23 —
de garúa por encima
de las copas, probando que mi tesis
—un último anarquista y una conciencia estética
III
— 24 —
locura: esta vida
como una obra de música es nuestra propia belleza
y belleza, lucidez que destruye las circunstancias
de su propio mundo hostil es el mejor invento,
— 25 —
y con una bellísima fuente llena de faunos y mujeres
[desnudas
en cuyos bordes hemos venido
a besarnos tiene un misterio de poesía sólo percibido por
[nosotros.
Conversábamos de todo esto y lo duro que es vivir
en este tiempo donde sólo el amor es un milagro capaz de
[sostener
nuestro mundo
y pienso que la cuestión de pareja es sal en las legumbres
[del día.
Sal,
no condimento, ni mucho menos hojarasca
para entrever mejor el sentido actual del futuro
( y no sólo el pasado). Sin embargo en ti mismo está,
como en un jardín que ha empezado a florecer, tu propia
[liberación
y tu tranquila capacidad para realizar
a esta necesidad no sólo del cuerpo —libre cuando se une a
[otro cuerpo
en la noche bajo el deseo— que, además, moldea
bellamente a su época como una arquitectura de vidrio
[sobre columnas de
acero,
allí estás tú, y allí estamos, flor en las manos,
este libro como un amor que nos ha liberado
a ti y a mí de aquello que vuelve a caer
como hoja marchita
en el fondo del estanque
donde nos abrazamos.
¿Qué más podré agregar a esta cuestión en que una liberación
sólo puede provenir
de ti misma, y en donde tú misma debes entenderte como
[centro
de un universo
— 26 —
complementado a la obra en común, marido y mujer,
luchar por cosas aún posible y bellas?
Te he lanzado mis brazos a tu cintura para arrancarte del
[otoño,
y tú juegas con mis cabellos encrespados
como con un racimo de uvas, estos versos
palpando tus caderas poderosísimas ahora en la madrugada
de Lima cuando sabemos
que un colectivo nunca ha podido tener dos timones que
[partan
en direcciones opuestas
y estas palabras son flores en tus dulces cabellos,
tus senos arden bajo mis labios, últimos compases
de un Concerto para címbalo donde esta madrugada,
mañana, antes, y siempre
habrá nacido como todo en nosotros mismos.
— 28 —
Roger Santiváñez
(Piura, 1956)
— 29 —
Lima
Oh ciudad de Lima
por el centro viejo y destrozado
masas de obreros a las 6 a.m. repletan omnibuses
mercaderes ambulantes rompen sus gargantas
y en la noche viajan a sus cerros
y las solas barrocas catedrales ya no brillan
ni los patios coloniales
— 31 —
Centro de Lima
Anticuchera abofetea mis labios proferidos
Mientras suben las nubes exquisitas tras
Bambalinas lindas de anilina en el Paseo
— 32 —
Plegaria
Amo tu sonrisa de rosa sobre mí
Moviéndote eres un mar devastador
Que posee entera paradisíaca luz
— 33 —
Ante la muerte de Carlos Magán
Boui in memoriam
— 34 —
Óscar Limache
(Lima, 1958)
— 35 —
Nocturno de la avenida Inca Garcilaso de la Vega
(antes Wilson)
Vas por la selva, y continuamente te preguntas cosas.
Luis Britto García
— 37 —
La loca alacrán
La loca alacrán
despertó de oscuro
en su paisaje lunar
fierros desmonte
yerbas cacas de perro
subibajas de basura
Rodeada de seres queridos
puso fuego a la noche
árboles casas dormidas
urbanizaciones postes
hilos de luz
— 39 —
Entre alarmas y focos pálidos
filtraron los petates su aroma escorpión
— 40 —
Final
Para mi padre,
que llegó en tren
Y adentro
todo era oscuro en los callejones
los gatos peleadores que rajaban el techo
la escala apolillada por donde íbamos a los
[pájaros
el río atrás
con su ferrocarril de alambre
— 41 —
costeaba las cargas de la compañía de gas
pasaba entre los brillos del estadio de madera
cruzaba las aguas
que fluían lentas desde el ojo original
revisaba las puertas falsas de los depósitos
daba visto bueno a los pestillos
y seguía su calmo tranco hacia los muelles de niebla
— 42 —
Carolina Fernández
(Lima)
— 43 —
sin jazmines en el pelo ni rozas en la cara
sonríe la calabaza cuando el gato gris
se abalanza sobre llorosas uvas
que se sienten secuestradas como
una manzana mordida enclaustrada
en habitaciones humanas tan lúgubres
como una cebolla cortada con lágrimas.
S/t
libre
y sigiloso mi cuerpo se
desliza para sumergirse y columpiarse
en el caparazón de la gran ciudad en altamar,
antes del amanecer se dispondrá a escalar hacia
las primera estrella que avecina en el horizonte la
estrella tiene el brillo azul labios gruesos y
un rostro desguarnecido el olor del ajenjo y
la hierbabuena conseguirán avivar
la llama perdida en el socavón
de la gran ciudad.
— 45 —
el país de fgp
en las alturas del san cristóbal
los espera mama julia
ella cose todo el tiempo
zurce las heridas y lava prendas de vestir
va a la orilla del mar y defiende con su pecho
la vida a borbotones
— 46 —
Miguel Ildefonso
(Lima, 1970)
— 47 —
El extraño camino de la poesía de Abel
Si la poesía dijera algo
quiero entonces que diga:
“o reche modo to edire de za tau dari do pradera coco”,
que en español peruano dice algo así como:
“oh saudade un viento azul se lleva nuestras angustias”.
— 49 —
Entre Ayacucho y Andahuaylas,
pueblos andinos del Perú (perdonen la tristeza), hay
[precipicios
donde hasta la Vida misma pasa como algo extraño,
y las vísceras y las uñas y el carro en que se viaja
pertenecen a una nueva Metafísica.
— 50 —
Las aves son hijas del paraíso
En La Parada nadie espera que el gallo cante
para empezar a trabajar.
Sin embargo, los peladores esperamos que el sol
suba hasta la punta del cerro,
y que el agua sea como el infierno para estas almas
que sacrificamos todos los días.
A mí me enseñaron a rezar y a matar los pollos
desde pequeño.
Agarrarlos de las alas y de las patas,
darles un golpe de puño en la cabeza
y abrirles el cuello es cosa de pan y no de la tentación.
Así formé a mi familia que vive en San Cosme,
mi mujer que está gestando
y mis dos hijos que también aprenderán a resistir
el infierno, sus plumas, el sudor
y más que el propio sudor, la sangre.
Cuando ya hemos pelado a todas las aves
y éstas se exhiben como falsos trofeos para su venta
y mis dos hijos corren tras un polluelo
que se ha escapado de la jaula,
recuerdo que yo también corrí mucho,
mucho antes que el gallo cante en La Parada.
— 51 —
Tilsa Otta
(Lima, 1982)
— 53 —
S/t
En bus al Ministerio de Relaciones Exteriores
camino largo y paciente bajo el sol de La Victoria
más que bienvenido para recoger mis documentos
de la ventanilla nueve
apostillados
en una esquina complicada hay ropa en el suelo
prendas blanquiazules sobre mantas
de todas las tallas y gorras
la vendedora de espaldas
una familia de frente
el bebé en brazos a punto
de ser iniciado con una pequeña camiseta
la madre inserta sus brazos regordetes en las mangas
sin cuidado y la pasajera de atrás
comenta
Cómo molestan a la criatura
que está sin embargo muy tranquila
como si no fuera con ella
la pasión, el sentimiento, el mediocre campeonato local
la tradición popular y sonreímos
porque le queda a la medida y el carro arranca
pasamos el estadio de Alianza
y a unos metros
un hombre dibujado en la pared
un futbolista
César Cueto
El poeta!
exclama un pasajero
Generación del 70
agrego en silencio
— 54 —
S/t
— 56 —
Becky Urbina
(Lima, 1983)
— 57 —
Parque Kennedy
Leía a solas en una banca del parque y sentí que alguien se
acercaba.
Apenas levanté la mirada, ya estaba a mi lado.
Un gato con larga cola a rayas y mirada desafiante.
— 59 —
Lunes plastificado
En el día bursátil el sudor
de los hombres se
transforma en números
Lêdo Ivo
— 60 —
Tomas otro taxi a cambio de otra moneda brillante.
Ves caminar casas conocidas, las mismas pistas, las mismas
[personas.
Lunes 9 p.m.
Tu cama te protege de la lluvia de Lima.
Bajo las desteñidas sábanas cierras los ojos. Cambio de chip.
— 61 —
Karina Valcárcel
(Lima, 1985)
— 63 —
Retrato de boda
Mi madre es mucho de mí
y yo, tanto de ella
que a veces miro su foto de boda
y pienso que no disté mucho de vestirme de blanco
o casarme a los diecinueve.
Miro su rostro de adolescente monócroma
con una vincha de flores,
la sonrisa que deja ver una fila de dientes ordenados
y pienso que debe ser difícil para ella
saber que tengo la mordida profunda
que los aparatos de ortodoncia
no lograron corregir los malos hábitos de mi boca
y sin embargo
podemos sentarnos a tomar una taza de café
una tarde cualquiera y hablar del desamor
como quien pela papas para el guiso del almuerzo.
Mi padre aparece a su izquierda
lleva una flor en la solapa
que sospecho sustrajo de la vincha de mi madre,
mi padre sustrajo durante mucho tiempo flores de la vida
[de mi madre
y sin embargo pueden sentarse al desayuno,
cortar con el mismo cuchillo el pan
hablar del desamor y comentar los noticiarios
como quien sumerge la memoria en la bañera.
A veces los tres nos sentamos en la mesa
y no miramos más la foto de boda
pero siempre podemos
volver a juntarnos
dentro de un mismo cuadro
aunque nadie capture los instantes
— 65 —
Árbol
De un árbol de elefantes
se desprende un elefante maduro.
La caída del curioso fruto
ocasiona un temblor que agita las casas aledañas
alterando a los vecinos
que de cinco en cinco
se aproximan al lugar de la caída
que es ahora una depresión perfectamente redonda.
Se discuten varias medidas para resolver
el destino del elefante
el uso de la cavidad
la prevención ante la llegada de la primavera
se forma sindicatos y grupos de protesta
convocan elecciones
Pelean
gritan
lloran
ríen
prometen
pero nadie cuestiona
la naturaleza del árbol.
— 66 —
ÍNDICE
Marco Martos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13
Bofedales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15
Diatriba y amor a Lima . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15
ADN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 17
Martín Adán . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .......................... 18
Enrique Verástegui . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 19
Amanecer en San Valentín . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 21
Roger Santiváñez . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 29
Lima . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 31
Centro de Lima . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 32
Plegaria . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 33
Ante la muerte de Carlos Magán . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 34
Becky Urbina . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 57
Parque Kennedy . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ..................... 59
Lunes plastificado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .................... 60