Planificación Familiar Natural
Planificación Familiar Natural
Planificación Familiar Natural
La Planificación Familiar Natural (PFN) es una herramienta que ayuda a los esposos a planificar
responsablemente el número de hijos en la familia, sin afectar el carácter unitivo y procreativo
del matrimonio. Los esposos deben discernir juntos, con generosidad y delante de Dios, el
número de hijos de acuerdo a sus posibilidades físicas, psicológicas, económicas y/o de otra
índole, de tal manera que puedan desarrollar una paternidad responsable.
La PFN sirve tanto para buscar el embarazo, como para espaciarlo; y para utilizarla
adecuadamente es necesario conocer los periodos fértiles e infértiles de la mujer, considerando
que estos son variables de una persona a otra. Así, en el caso de desear el embarazo, los esposos
deben tener relaciones íntimas en el día más fértil de la mujer o en los días cercanos a éste, caso
contrario las relaciones deben limitarse a los periodos infértiles de la mujer.
Este tipo de planificación respeta el carácter unitivo y procreativo del matrimonio, porque,
aunque los esposos decidan tener relaciones íntimas en los periodos infértiles para no
embarazarse, aceptan siempre esta posibilidad. De esta manera, se está amando a la persona
en su integralidad, pues no se excluye su potencialidad para ser padre o madre. Tal como San
Juan Pablo II afirma: “Las relaciones sexuales del hombre y de la mujer en el matrimonio no
tienen el pleno valor de una unión de personas más que cuando suponen una aceptación de la
posibilidad de la procreación” (Amor y responsabilidad, p. 116).
Como conocedora y guardiana de las verdades más profundas de la persona humana y del
matrimonio, la Iglesia ha explicado en diferentes documentos los fundamentos de la PFN.
Mencionaremos aquí el significado de estar abiertos a la vida y el fundamento de la regulación
natural de la procreación.
La Iglesia enseña que “todo acto matrimonial en sí mismo debe quedar abierto a la transmisión
de la vida” (Humanae vitae 11), esa apertura no se refiere a tener muchos hijos, sino que se trata
de un discernimiento que respeta con reverencia el plan creador de Dios.
Así, el Catecismo de la Iglesia Católica señala que, los esposos al ser partícipes de la intención
creadora y de la paternidad de Dios, deben ser responsables con esta misión: “En el deber de
transmitir la vida humana y educarla, que han de considerar como su misión propia, los cónyuges
saben que son cooperadores del amor de Dios Creador y en cierta manera sus intérpretes. Por
ello, cumplirán su tarea con responsabilidad humana y cristiana” (CEC 2367)
Ahora, para llevar a cabo estas diferentes decisiones conforme al corazón de Dios, la intención
de los esposos debe ser siempre amar y no utilizar. Al respecto, San Juan Pablo II explica:
“Cuando el hombre o la mujer, que tienen relaciones conyugales, excluyen de manera absoluta
o artificial la posibilidad de la paternidad o de la maternidad, la intención de cada uno de ellos
se desvía y se concentra en el mero goce: “la persona cocreadora del amor” desaparece, no
queda más que “el copartícipe del acto erótico”. Ahí reside lo más incompatible con la buena
orientación del acto de amor” (Amor y responsabilidad, p. 121). Como se puede observar, la
Iglesia busca proteger a los esposos para que no se desvíen del amor verdadero, cayendo en el
egoísmo o en el mero placer, los orienta para que sus relaciones íntimas sean una auténtica
unión de personas abiertas a la transmisión de la vida y les enseña que la regulación de la
procreación debe estar orientada a la paternidad responsable.
Asimismo, la Iglesia explica por qué la anticoncepción es contraria al amor: “Al lenguaje natural
que expresa la recíproca donación total de los esposos, el anticoncepcionismo impone un
lenguaje objetivamente contradictorio, es decir, el de no darse al otro totalmente: se produce
no sólo el rechazo positivo de la apertura a la vida, sino también una falsificación de la verdad
interior del amor conyugal, llamado a entregarse en plenitud personal. [...] Esta diferencia
antropológica y moral entre la anticoncepción y el recurso a los ritmos periódicos implica [...]
dos concepciones de la persona y de la sexualidad humana irreconciliables entre sí” (Familiaris
Consortio 32).
Los beneficios de la PFN son múltiples, pues tal como lo menciona el Catecismo: “Estos métodos
respetan el cuerpo de los esposos, fomentan el afecto entre ellos y favorecen la educación de
una libertad auténtica” (CEC 2370). La PFN ayuda a los esposos a crecer en el amor verdadero,
pues se trata de buscar siempre el bien del cónyuge sin egoísmo, cultivando juntos la virtud de
la castidad conyugal.
La PFN no causa daño físico ni psicológico como lo hacen otros métodos, se debe tener claro
que las razones para preferir la PFN a otros métodos son más que religiosas. A continuación, se
presentan varias razones para no usar anticonceptivos:
https://catholic-link.com/19-razones-para-no-usar-anticonceptivos/
Otras organizaciones no religiosas explican también los beneficios de la PFN así como los
perjuicios de los anticonceptivos. Por ejemplo, “Population Research Institute” expone en el
siguiente video los pros y los contras de la PFN:
https://www.youtube.com/watch?v=1ompNSK_qUM