Priestley Transferencia

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Gentileza del Programa ADIM para la cátedra

Musicoterapia III - UBA


Profesor: Lic. Diego Schapira

Mary Priestley

Transferencia y Contratransferencia
Naturaleza de la Transferencia

Del libro Essays on Analytical Music Therapy. Barcelona Publishers. 1994


Ensayo Ocho
Traducción: Lic. Diego Schapira

En su primer trabajo, Freud se refirió al fenómeno de transferencia como “asociación


errónea”, cuando reconoció que algunos de sus pacientes estaban considerándolo con
emociones que eran pertinentes a relaciones anteriores en sus vidas, normalmente
parentales. Al principio esta transferencia, como la denominó temprana, se consideró
como un perturbación y obstáculo en el trabajo de recordar traumas olvidados. Desde
1917 Freud llegó a la plena comprensión de que la transferencia presenta al paciente
una oportunidad de oro para revivir el pasado en una manera que sería educativa, dando
su visión en las reacciones emocionales habituales y la posibilidad de crecimiento y
cambio en la relación terapéutica del ahora. Escribió en “Terapia Analítica” (1917) que
la transferencia se vuelve como un tipo de campo de batalla entre la libido y todas las
fuerzas opositoras de su expresión, y que la relación con el analista era el lugar de
reunión para esta lucha.
Dentro de la transferencia el paciente repite conductas emocionales que usó en el
pasado como una defensa contra el recuerdo del dolor y ansiedad de su vida más
temprana. El terapeuta, sin embargo, no reacciona a la manera que el objeto temprano -
la madre o madre substituta - hizo en su vida temprana, y su contestación e
interpretaciones le permiten al paciente liberarse de su repetición compulsiva y empezar
a experimentar nuevas maneras de actuar y responder. La visión que el paciente
adquiere le ayuda a través de la etapas de: a) la comprensión del cómo el y por qué
actuó emocionalmente tal como lo hizo en el pasado; b) cómo está actuando en el
presente (sin posibilidades de cambios); y c) cómo está cercano al acto, pero ahora con

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la posibilidad de cambiar su conducta, y finalmente remediar su necesidad de actuar de
esta manera en el presente en lugar de recordar el pasado.
El poder de las emociones evocadas en los impulsos de la transferencia positiva impulsa
al paciente remitiéndolo a esforzarse con las tareas de vida dónde puede esperar
encontrar la satisfacción que no se le proporcionó dentro de la relación terapéutica.
También le da el valor para enfrentar las emociones dolorosas que había reprimido.
La transferencia negativa, dudar o detestar al terapeuta, o transferencia sexual, desearlo
sexualmente, fue observada por Freud como una forma de resistencia, o defensa, como
uno lo expresaría hoy.
Ciertamente es esencial para el terapeuta descubrir la transferencia negativa, trabajarla
en las sesiones y descubrir dónde se origina. En caso de que él no logre hacer esto, el
paciente puede actuar externamente en contra de todo tipo de autoridad inocente,
fomentar formas y conseguir entrar en serios problemas o complicación emocional
negativa. Además, está el peligro que quiera interrumpir la terapia al mismo momento,
cuando ella más necesita continuarla. De igual manera, la transferencia sexual debe
descubrirse y reflejarse o de otro modo estaría la posibilidad de que el paciente actúe
afuera compulsivamente estos deseos advirtiendo numerosos encuentros sexuales
perversos y apresurados.
Por supuesto la conducta del terapeuta es muy importante en la evocación de ciertos
tipos de transferencia. Restaurar la confianza a la conducta maternal, incluye el dar
consejos, engendrar la conducta regresiva en el paciente. Ponerse al lado de sus
defensas en ninguna parte asegura obtener comodidad. Las conductas frías, arrogantes
pueden evocar una transferencia negativa o el abandono inesperado del paciente; por
otro lado un acercamiento sobreacogedor puede asustar a algunos pacientes también, y
dar lugar a una transferencia materna negativa.
Todos los terapeutas tienen su propio estilo dependiendo de sus personalidades
individuales; pero siempre es útil para un terapeuta ser consciente de su tendencia
principal y trabajar para contrarrestar esto cuando sea necesario.
Cuando el paciente está proyectando sus objetos internos delante del terapeuta, eso
continúa cuando su relación permite cambiar, su relación para su reintroyección de los
objetos internos deseados se habrán alterado y debería con el tiempo poder vivir más
cómodamente con sí misma y con los otros.
Muchos, pero no todos, los psicoterapeutas trabajan sobre la premisa que todos lo que
los pacientes hablan se refiere a su relación con el terapeuta y sus objetos más cercanos.
Todo relato de sus eventos externos también se interpreta de esta manera y tales
interpretaciones son denominadas “interpretaciones de transferencia.” Este
acercamiento ayuda a enfocar la emoción del paciente firmemente en la relación
terapéutica donde es trabajada externamente entre ellos. (Puede sentirse
extremadamente claustrofóbico y frustrando al paciente. Por ejemplo si paciente ha
dejado su chaleco afuera y ha estado sintiendo demasiado frío y cuando pide encender el
fuego lo que ella estaría diciendo es que le gustaría que su relación pasara a ser algo

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más calurosa, puede sentirse a algunos pacientes como una invitación a experimentar
una denegación psicópata de su conocimiento físico).
Ha sido expuesto por musicoterapeutas que han tenido experiencias de este tipo de
terapia usando interpretaciones de transferencia en la parte verbal de la terapia, sin que
lo hagan o no, la improvisación en dúos ofrece una oportunidad especial para la
expresión y exploración de la emoción de transferencia.
Con el uso de ejercicios de imaginación utilizando improvisación musical, el
musicoterapeuta tiene una herramienta útil con la cual descubrir los orígenes y la gama
emocional completa de la transferencia negativa o positiva. El paciente puede
improvisar en el rol del terapeuta, mientras el terapeuta interpreta al paciente; de esta
manera el paciente puede encontrarse recobrando su proyección y estando en contacto
con el dueño real de estas emociones. Puede, si es lo bastante libre, fantasear sobre lo
que le gustaría hacer con el terapeuta, y notar qué siente su ego al estar durante este
ejercicio.
Como estos sentimientos y fantasías son permitidos para el desarrollo, crece la
capacidad de amar del paciente, la tolerancia del terapeuta y calor moderado le ayudan a
juzgarse más favorablemente, atreverse a extender la mano a otros siendo amado y a su
vez sin prejuzgarse.
Cuando yo era estudiante de musicoterapia un doctor asombroso y disertante dijo:
“¿Transferencia? Ciertamente yo no permito que nada así tenga lugar.” Pero la
transferencia siempre está allí, no sólo entre los pacientes y terapeutas sino puede
observarse en las relaciones de personas con sus sacerdotes, peluqueros, mozos,
pedicuros y maestros por hacer mención de algunos sin que fomenten de otro modo el
rol parental. Uno no puede evitarlo y, de hecho, el terapeuta ignora esto a causa de su
peligro, aunque cuando es consciente de ello, tiene el derecho para decidir de qué
modo usarlo. Por ejemplo, probablemente habría preferido no hacer ninguna
interpretación de la transferencia si estuviera sometiendo a un paciente durante una
enseñanza terapéutica, aunque podría ser consciente que su paciente estaba viéndolo
como su padre severo y está elaborando un lugar para mitigar ese rol y/ o interpretarlo.
Recibir el amor de un paciente con humildad, sabiendo que lo que uno hace lo hace
teniendo esperanza en sus relaciones amorosas del futuro, y recibiendo su odio con
compasión, sabiendo que malamente su amor se dañó en el pasado en el que estaba
anhelando ser curado y ofrecerse a la vida nuevamente, son aspectos importantes de
trabajar con la transferencia.
Si estas actitudes no se mantienen, también el terapeuta puede sentirse imaginariamente
exaltado al ser el destinatario de tanta adulación, o, percibir que este amor no es para él,
tratar los sentimientos del paciente con desprecio. De igual modo puede sentir odio en
la venganza al odio del paciente. Pero aquí entraríamos en el terreno de la
contratransferencia.
Racker (1968) describe tres formas distintas de contratransferencia. La primera es la
propia transferencia del terapeuta distorsionada en su relación al paciente. La segunda
que él llama “identificación complementaria” es causada por la identificación del
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terapeuta con los objetos internos del paciente que se han proyectado delante de él. La
tercera que él llama “identificación armoniosa” son “aquellos contenidos psicológicos
que surgen en el analista por causa de la empatía lograda con el paciente y que
realmente reflejan y reproducen lo más reciente de los contenidos psicológicos.” A
propósito, el primer artículo acerca de la utilidad de la contratransferencia como una
“herramienta” psicoanalítica fue escrito por Paula Heimann en 1950.
Con el propósito de simplificar llamaré a éstas “herramientas” contratransferencia,
c–contratransferencia y e–contratransferencia (Priestley 1985a) y dedicaré una sección
separada a cada una. Debido a que, como hablamos generalmente en la literatura
analítica, solo se usa un término para los tres fenómenos, ha surgido un cierto grado de
confusión. Ellos de hecho se sienten diferentes en el terapeuta cuando ocurren y
necesitan ser aclarados por el terapeuta recientemente calificado. Winnicott (1965)
escribió, “¿no sería a estas alturas bueno permitir al término contratransferencia revertir
su significado de lo que nosotros esperamos eliminar por selección y análisis y el
entrenamiento de analistas? Esto nos dejaría libre para discutir muchas cosas
interesante que los analistas pueden hacer con pacientes psicóticos que estan
temporalmente retrocedidos y dependientes, para que nosotros podamos usar el término
de la Pequeña Margaret: “La repuesta total del analista a las necesidades del paciente.”
Pero personalmente prefiero usar una simple palabra, la e -contratransferencia, en lugar
de estas diez palabras de la frase, por otro lado, el uso de e -contratransferencia no es
solamente la prerrogativa de los analistas.

Contratransferencia

Hay sólo cuatro referencias a la contratransferencia en las obras completas de Freud


comparadas a setenta y siete referencias a la transferencia (excluidas en las notas). No
está claro de estas referencias si él distinguió entre diferentes tipos de
contratransferencia, pero probablemente parecería que haya hablado acerca de la
contratransferencia y e -contratransferencia cuando, en 1910, escribió que analistas se
habían llegado a ser conscientes de la contratransferencia y que esta debía ser
reconocida y superada durante el análisis.
Después, en “Observaciones en el Amor de Transferencia” (Obras Completas, Volumen
XII, 1915) hablando de las tentaciones involucradas en el trabajando con pacientes
femeninas enamoradas, escribió que en su opinión el analista no debe dejar la
neutralidad que ha sido adquirida hacia el paciente conservando el control de la
contratransferencia.
Ambas la idea de “superar” y “conservar la transferencia bajo control” incluyen dentro
de ellas el ingrediente esencial de conocimiento de la distorsión, intención con la cual
Freud defendió el análisis personal. Más recientemente se ha buscado la ayuda de un
supervisor para señalar los puntos ciegos del terapeuta en sus fase inicial de trabajo
profesional por ser de ayuda inapreciable. Parece inseguro aquí que Freud estuviera
pensando en e-contratransferencia porque el terapeuta no tendría tanta necesidad para
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“superar” y “conservar bajo control” estas identificaciones armoniosas tal como lo
entendemos y hacer uso de ellas en sus interpretaciones.
Quizás la escasez de literatura temprana sobre contratransferencia clásica fue debido a
este sentimiento de que era algo para superar y verificar. La clara observación de
Winnicott en el odio contratransferencial (1951) implica que esto fue una indicación de
que el analista necesitó más análisis. Él dijo: “Analizando buenos terapeutas no
experimenté sentimientos contratransferenciales de esta naturaleza.” En ese caso, esto lo
hace sumamente difícil para aquellos terapeutas que los experimentan sintiendo que
pueden ir a alguien más experimentado en su campo y pedir ayuda. Para el
musicoterapeuta que ha tenido un análisis, alguna psicoterapia analítica o musicoterapia
analítica posiblemente larga, hay posibilidad de autoanalizarse o, mejor todavía, trabajar
la situación por medio de la técnica del splitting con un colega que haya tenido algún
tipo de entrenamiento en este tipo de trabajos. Pero para el musicoterapeuta que no haya
tenido ninguna preparación existe el riesgo de que la manifestación de la
contratransferencia no sea reconocida como algo que necesita ser entendido y
neutralizado o simplemente no reconocida en absoluto, y el paciente puede sufrir en el
proceso.
Racker (1968) escribió que habitualmente la transferencia positiva evoca a menudo
contratransferencia positiva con un poco de sentimientos maníacos en el terapeuta, y
nuevamente, por la ley del talión, la transferencia negativa evoca a menudo
contratransferencia negativa con un poco de sentimientos depresivos. Sin embargo, un
terapeuta conocido por mí, experimentó sentimientos de desprecio profundo por su
adorado paciente y ésta era una defensa maníaca contra su tristeza al no recibir el amor
que anhelaba a causa de otro origen.
Parece bastante obvio que una contratransferencia negativa deba ser analizada; como
una opinión de si mismo como terapeuta, o incluso como un ser humano, es bajar por
los sentimientos activos de odio hacia alguien que se supone que está a su cuidado con
el propósito de curarse. Pero es menos obvio que su contratransferencia positiva
también debe examinarse puesto que podría caer en modelos seductores de una relación
simbiótica temprana, produciendo el crecimiento y desarrollo de una saludable
sensación de separación difícil de otro modo imposible de lograr para su paciente.
Envidiar puede ser una emoción difícil para combatir en la contratransferencia. El
paciente puede estar significativamente mejor parado económicamente que el terapeuta
que, regresando de unas modestas vacaciones en el campo, puede encontrar sus
sentimientos difíciles de contener ante las descripciones de su paciente de su miseria
neurótica en el Caribe. En caso de que él esté solo y a veces triste, los cuentos de su
paciente de sus pruebas en compañía de su extensa y amorosa familia pueden ser duros
de llevar. El paciente puede estar mejor dotado por la naturaleza de más belleza, físico
más fuerte y mayor talento en las artes. El terapeuta tendrá que examinar las raíces de su
envidia y ver qué dolor del pasado está alimentándolo.
Una complicación especial puede ser causada por una situación de triángulo con el
paciente y otra persona involucrada en el mismo caso, a menudo un doctor o un
psicólogo. No sería raro si hay escasa realimentación por el colega médico, y el
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inconsciente del terapeuta puede ver al paciente y al doctor como una pareja parental
que lo excluye sintiéndose degradado y castrado. Por consiguiente él puede encontrar
difícil trabajar con el paciente, experimentando su autoridad como terapeuta como
persona socavada. Alternativamente, su inconsciente puede ver a la pareja como si fuera
su madre y joven hermano llegando juntos de alguna situación mutuamente gratificante
detrás de sus espaldas, y dejándolo en compañía de sentimientos de celos
terapéuticamente destructivos en la sesión.
Las personas arriban a la terapia por las varias razones inconscientes. Muchas veces hay
un sentimiento de haber dañado un objeto (la persona amada) en el pasado,
frecuentemente en una fantasía inconsciente de destrucción que pueden estar en
conflicto desgraciadamente con una realidad como la muerte, enfermedad o
prolongación de la ausencia. Así la terapia es un acto de reparación para el objeto, y una
afirmación del Yo como una persona curada. Por lo tanto, se enfrentan con el paciente
que se niega a progresar, todos los sentimientos viejos del terapeuta de destructividad, y
la culpa que ellos producen, bien sabido pueden ser una emoción de odio hacia el
paciente. La negación del paciente para progresar se vuelve una prueba horrorosa no
precisamente de la incapacidad del terapeuta para curar, sino de su ineptitud total para
la profesión de la salud. Él se odia a si mismo y odia la compañía del paciente. En
algunas alas del hospital se ven pacientes agonizando de esta manera y en consecuencia
experimentan el aislamiento emocional aunque ellos mientras puedan cuidarse
físicamente bien. Morir se siente como un fracaso para el equipo médico. Es la
respuesta imperdonable a la terapia. Quizás es por eso que las personas dicen que hay
semejante atmósfera buena en algunos hospicios dónde se vive fructíferamente hasta
que el fallecimiento es el plan aceptado. Con otros terapeutas, sin hijos, la terapia es
vista como una prueba de su capacidad de vencer sobre su propio padre siendo una
madre perfecta. Tienen problemas de separación, y para sus pacientes la respuesta
imperdonable es curarse y abandonar al terapeuta. Llegan a encerrarse en la simbiosis
madre perfecta – niño perfecto que, aunque se curen y necesiten incluso durante un
tiempo, puede llegar a estancarse, sofocar y finalmente ser mutuamente destructiva.
Racker (1968) describe al terapeuta masoquista que pone todo su sadismo en su
paciente y entonces permite que este lo controle al punto de ser incapaz de cobrarle una
cuota razonable, terminar las sesiones a tiempo o hacer una cantidad útil de
intervenciones. De hecho el terapeuta opta por una buena paternidad. Cuando el
terapeuta puede explorar mas allá sus propios sentimientos agresivos y es capaz de
percibirlos puede hacer uso de su creatividad en las sesiones, la terapia puede mejorar
notablemente.
Los musicoterapeutas probablemente determinan primero tener conocimiento de la
contratransferencia como una intimación que las emociones entre la díada terapéutica se
están volviendo inmanejables. Él se encuentra bajo el dominio de sentimientos que no
puede entender y aún se siente controlado por estos. No puede apartar el caso de su
mente, lo estorba en su tiempo libre y la hora del crepúsculo. Puede sentir que él tiene
para justificar, su tratamiento del caso y los descubrimientos que están teniendo
argumentos internos propios acerca de los momentos privados ocasionales.

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Es entonces necesario examinar el caso y ver si hay algo en él que podría sugerir que su
inconsciente está viendo a este paciente como una figura de su pasado. El inconsciente
ve sólo grupos infinitos. De esta manera el terapeuta de un paciente hombre viejo
arrogante puede confundirlo con un tío injusto que lo ha castigado cuando niño, junto
con todo otro hombre viejo arrogante en su imaginación. Aceptando al paciente,
pensamiento consciente y discriminación, o lo que Blanco llama el pensamiento
asimétrico, desenredarlos y comprender a su paciente sólo como su único, original Yo.
Es en este proceso de desenredo que llega a tener un poco de musicoterapia analítica
con un terapeuta más experimentado. Al improvisar en el rol de su paciente, el terapeuta
puede llegar a descubrir quién, del pasado, él ha llegado a confundir con este paciente.
De hecho recupera su proyección.
Después, realizando algunos ejercicios alternados de splitting en el rol de paciente y de
terapeuta, junto con su supervisor en el rol opuesto, puede nuevamente comenzar a
ponerse en contacto con el residuo de emoción de su relación original y trabajar
honestamente en esto. Puede llevarle un tiempo muy corto ganar intuición en la
situación actual, y el terapeuta puede sentir que esto es todo lo que necesita. Excavar
más profundamente dentro de las capas de emoción inexpresadas con sus residuos de
resentimiento y dolor puede, no obstante, ser un asunto más largo; pero siempre a la
larga singularmente valioso para su trabajo.
De este modo cada paciente puede enseñarle a su terapeuta algo sobre sí mismo,
especialmente aquello que él encuentra más difícil. En los casos más difíciles, es un
crecimiento doloroso para ambos terapeuta y paciente que alcanzan resultados
terapéuticos como la contratransferencia apuntando siempre a áreas preciadas para el
desarrollo del self. El terapeuta que lo ignora estafa a ambos a sí mismo y a su paciente.

Identificaciones complementarias
o C–contratransferencia

Las identificaciones complementarias o c–contratransferencia, ocurren cuando el


terapeuta se identifica con una de las introyección del paciente; o, como uno podría
decir, cuando introyecta la introyección de su paciente y la asume. Por ejemplo: podría
comportarse como la madre o el padre estricto su malcriado paciente. Esto es, por
supuesto, un proceso inconsciente, ¿pero cómo es reconocido por el terapeuta? En
algunos casos, él no está enterado conscientemente de eso y el infortunado paciente no
se sujeta a una “experiencia emocional correctiva” sino que experimenta una afirmación
negativa porque el terapeuta y paciente representan una relación infortunada del pasado

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del paciente. (Notando que en la c- contratransferencia la situación es una repetición del
pasado del paciente, no del terapeuta como en la contratransferencia Freudiana).
La c -contratransferencia puede alcanzar al conocimiento del terapeuta a través de una
pregunta intranquila de “¿Por qué estoy haciendo/ diciendo esto?” y un dudoso
sentimiento de acting out del carácter, no una vez, sino una y otra vez con un paciente
en particular. Hasta cierto punto la mayoría de los terapeutas cambian sutilmente con
cada paciente y esto es parte de su sensibilidad normal; pero en el caso de la
c–contratransferencia, ellos pueden ser conscientes de algún modo de estar avanzando
en una transformación que no les agrada. Claro cuando esta es una manera de actuar
injusta, fría o agresiva, un terapeuta cálido puede estar apurado por descubrir algo
estando equivocado; pero también puede pasarlo por encima adorando, estropeando o
sobreprotegiendo introyecciones que podrían ser un poco más difícil desenredar por
semejante terapeuta.
Algunos de los primeros analistas se permitieron intencionalmente representar algunas
de las c–contratransferencias para acelerar el desarrollo de una transferencia fuerte. Por
ejemplo: con un paciente que había tenido un padre estricto semejante al analista
empezaría siendo sumamente estricto y gradualmente se volvería más tolerante para
señalar dónde el paciente podría atreverse a interactuar con él y aprender a estar de pie
ante su figura paterna externa o introyectada. Sin embargo, este maniobrar artificial no
fue generalmente aprobado o considerado necesario.
Donde se sospecha, la c-contratransferencia, los musicoterapeutas pueden encontrar
útil pedirle al paciente que haga una escultura musical de su familia de origen. Pondrán
varios instrumentos para representar a los diferentes miembros de su familia,
acomodando los asientos a distancias que representan qué cerca o lejos ella se siente
emocionalmente de cada uno. El terapeuta se sienta entonces en el asiento del paciente
cerca del xilófono y el paciente va rodeando cada instrumento a la vez que improvisa la
música para describir cómo siente cada sensación relativas o su percepción sobre ella.
Cuando alcanza uno cuya introyección está identificando con el terapeuta, él puede
darse cuenta de que éste es el carácter que está obligándole a imitar; y puede ser posible
para ellos tener una discusión fructífera sobre esta influencia del carácter en su vida,
ambos en el pasado y en el presente por medio de la introyección y exteriorización.
Aunque esto no puede liberar al terapeuta completamente de su identificación, será por
lo menos más consciente de qué está pasando; y a veces el paciente también puede
poder incluso señalar cómo ella está experimentando su conducta cuando está como su
objeto original. Esto puede provocar insight y cambios en ambos lados.
Racker (1968) explica que las identificaciones complementarias aparecen en torno al
paciente tratando al analista (o terapeuta) como su objeto interno o proyección y
sintiéndose tratado como este objeto y comportándose en identificación con él. Explica
allí que eso parece ser una relación armoniosa (o e– contratransferencia) acá que al
menos él es consciente de esto lo más probable es que sea conducido por las
identificaciones complementarias (o c– contratransferencia).
A través de la resolución de la c–contratransferencia el terapeuta puede volverse cada
vez más abierto para mayor empatía e– contratransferencia y mucho puede trabajarse y
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aprenderse por medio del paciente durante este proceso cuando el insight de la pareja se
desarrolla. Es posible de esta manera para un paciente desarrollar alguna relación más
constructiva y menos autodestructiva para la introyección de un pariente anhelado
muerto hace tiempo pero todavía con una poderosa influencia negativa internamente.
Después de que el terapeuta ha comprendido la relación del paciente a estas
introyecciones, él puede gradualmente aprender a aceptar la proyección del paciente
conscientemente, pero cambiando su carácter sutilmente para que el paciente aprenda a
relacionarse a él (a través de él) de una manera más fructífera, primero externamente y
después internamente cuando esta lo reintroyecte. Sin embargo, incluso con esta visión,
puede ser sumamente difícil para el terapeuta cambiar la c–contratransferencia. No
obstante, una vez comprendida y con esfuerzo, la c– contratransferencia ofrece un rico
campo para el desarrollo de la habilidad del paciente para relacionarse a otros y para
vivir consigo mismo más apaciblemente. Irrealmente, conduce a una situación
mutuamente destructiva para la pareja terapéutica. Hay, con la c– contratransferencia,
una disminución del sentimiento del terapeuta, una disminución de sus poderes de
libertad, visión y amplitud emocional. Por supuesto, cada terapeuta experimentará la
c– contratransferencia diferentemente; pero es útil para un terapeuta aclarar la
experiencia en su propia mente de algún modo, para poder reconocerla más fácilmente
cuando ocurre de nuevo.
Reservadamente yo imagino esta condición similar a subsistir en un huevo de
cáscara blanda en el cual la presión está aplicando tan fuerte una cierta conducta
fuera de mí hacia el infortunado paciente. Dr. J. W. Redfearn (1992) dice que la
c– contratransferencia sólo se siente natural a sí mismo; el paciente la evoca y se provee
de ella a partir de años de hábito. Sin embargo, el sentimiento de presión y encierro es
muy real a mí aún cuando yo comprenda que esta imagen es completamente personal.
Pero el conocimiento está en la esencia de todas las formas de contratransferencia, y si
producir una imagen ayuda al terapeuta a enfocarlo entonces él no debe dudar hacerlo
así. Investir dentro de semejante término analítico higiénico, estas experiencias parece
bastante exactas y manejables --- en realidad ellas pueden ser sumamente fantasmales al
terapeuta que las experimenta por vez primera.

E - CONTRATRANSFERENCIA

Racker (1968) escribe sobre la identificación armoniosa (e– contratransferencia) como


“la resonancia del exterior hacia el interior” (Pág. 128). Me agradó, puesto que la
e– contratransferencia siempre me ha dado la imagen de puntear un instrumento de
cuerda (el paciente) cuya música resuena en su cuerda simpatizante (el terapeuta), y la
misma palabra armoniosa, que literalmente significa “cuerda de compañía”, afirma esta
imagen. El terapeuta puede encontrar una y otra gradualmente cuando trabaja, o con una
rapidez que puede alarmarlo, reconocer las resonancias simpáticas de alguno de los
sentimientos del paciente a través de su propia emoción y/ o conciencia somática. A
menudo éstas son emociones reprimidas que no están disponibles aún para el

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conocimiento consciente del paciente pero también pueden ser sentimientos que están
en proceso de hacerse consciente, en tal caso pueden ser muy dinámicos e influir en el
terapeuta, sobre todo cuando está improvisando.
El musicoterapeuta trabaja con las emociones del paciente, es generalmente para la
emoción que el terapeuta desarrolla esta respuesta. Con los curadores físicos puede estar
lo que los sanadores rusos llaman el “efecto eco” durante el cual el curador responde al
dolor del paciente por una molestia correspondiente en su propio cuerpo. Yo he
encontrado a varios sanadores espirituales ingleses que hicieron uso de esta respuesta, y
también he sido consciente de sentir algún de dolor de cabeza de los pacientes cuando
ellos se sentaban primero en la silla opuesta o antes de que comenzaran a hablar.
Muchas veces la respuesta ocurre en forma de espejo, es decir, el lado izquierdo del
paciente es sentido en el lado derecho del terapeuta.
Aun cuando no haya ninguna investigación en este fenómeno, parece estar más
difundido de lo que uno podría imaginar por lo poco expresado acerca de esto incluso
en los círculos terapéuticos. Posiblemente esto es debido a que es difícil de explicar y
no utilizable para examinar debido a su in confiabilidad, los sanadores rusos han dicho
que las tormentas colocaron su mecanismo temporalmente fuera de acción. Hay también
una variación, una costumbre primitiva dónde los maridos se quedan en sus cama
cuando sus esposas están en el trabajo, y entonces experimentan las contracciones del
nacimiento como si ellos estuvieran dando a luz, incluso hasta el punto donde las
esposas pueden tener poco conocimiento de su seria incomodidad.
En el caso del musicoterapeuta analítico, dónde la respuesta es normalmente puramente
emocional, tengo solamente un limitado número de ejemplos para bosquejar. Cuando
enseño en la e– contratransferencia el terapeuta invariablemente me cuestiona, “Cómo
sabe usted que aquellos sentimientos son del paciente?.” Mi respuesta a eso es debido a
que yo normalmente experimento estos sentimientos particulares en una forma muy
concentrada en la región del plexo solar de un modo que yo no experimento mis propias
emociones que son sentidas más difusas. (En conversación con el difunto Dr. Louis
Zinkin, analista Jungiano, y Jean Hindson, un psicoterapeuta, ellos estaban de acuerdo
que ellos sentían las emociones del paciente en el misma área mientras ellos mismos
daban la terapia). Se sumado a esto el conocimiento del terapeuta lo que a aprendido
de sus propias emociones durante el propio trabajo analítico, más los cálculos
intelectuales acerca de si estos sentimientos pudieran plausiblemente ser reprimidos o
aparecen emociones del paciente casi en ese momento particular.
Bion (1955) escribe del uso de la e– contratransferencia con los pacientes psicópatas:
“El analista que intenta, en nuestro presente estado de ignorancia, el tratamiento de tales
pacientes, debe estar preparado para descubrir que durante una considerable proporción
de tiempo analítico la única evidencia en que un interpretación puede basarse es esa
que es producida por la contratransferencia.” Está claro que él se refiriere a la e–
contratransferencia. Después escribe: “La objeción que proyectan mis conflictos y
fantasías hacia el paciente no pueden y no deben desecharse fácilmente. La deferencia
debe quedar en la dura realidad de la situación analítica, es decir en la presente
condición de conocimiento psicoanalítico el analista no puede confiar en un cuerpo de

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conocimientos bien autenticados. Además, debe asumir que su propio análisis ha ido lo
bastante lejos para producir malas interpretaciones desastrosas e inseguras.”
Esto refuerza la creencia que el terapeuta puede ganar mucho por algo protegido y
concentrar el trabajo en sus propias emociones, y esto ayudará en su valoración de la
situación cuando él se encuentra a sí mismo experimentando la e– contratransferencia.
Este fenómeno no se restringe a ciertas personas, pero puede desarrollarse fácilmente
sin entender o visualizar incluso en niños que pueden responder a emociones
medioambientales experimentadas en compañía de ataques biliosos, asma u otros
desórdenes psicosomáticos.
Por otro lado algunos terapeutas especializados pueden encontrar estas resonancias
emocionales sumamente difícil de poner a punto, y pueden tener que hacer un esfuerzo
especial de autoexaminación para comprender cualquier idea personal de qué emociones
pueden estar reprimiendo sus pacientes en un momento dado. Los terapeutas
encontraron que ciertas emociones son más fácil para responder que otras. Un terapeuta
encontró que con el enojo, pánico, tristeza profunda o júbilo eso era bastante simple
para separar la emoción del paciente de la suya propia totalmente de manera hábil . La
emoción que encontró inválido realmente era un sentimiento desesperado de
insuficiencia. Él dijo que tenía una batalla real con si mismo al trabajar con pacientes
que le dieron esta emoción. Excepto cuando había tenido éxito separándolo y
devolviéndolo al paciente (siempre en palabras puesto que él no había encontrado aún
cómo expresar esta emoción particular musicalmente) siempre había tenido importantes
resultados, conduciendo al paciente por encima del esfuerzo y no sólo usando su
energía únicamente en la proyección. Esto llevó a una mitigación inmediata de los
propios sentimientos del terapeuta mientras pudiera entender que él no solo estaba
resonando sino también identificándose con esta emoción desconcertante en él.
La e–contratransferencia es una herramienta útil que fue escrita por varios analistas.
Rosenfeld (1955) escribió: “En mi opinión la comprensión intuitiva inconsciente del
psicoanalista de lo que un paciente está llevando hacia él es un factor esencial en todo
análisis, y depende de la capacidad del analista para usar su contratransferencia como
un sensible tipo de “juego receptor.” Tratando esquizofrénicos que tienen semejantes
dificultades verbales, la comprensión intuitiva inconsciente del analista por medio de la
contratransferencia * es más importante aun, porque eso lo ayuda para determinar que
es lo realmente importante en ese momento. Pero el analista también debe ser capaz
para formular conscientemente lo que él ha reconocido inconscientemente, y
transmitirlo al paciente en una forma que pueda entender.”
El asterisco refiere a una cita de Paula Heimann (1950) en que ella supone “que la
respuesta emocional del analista a su paciente dentro de la situación analítica representa
una de las herramientas más importantes para su trabajo. La contratransferencia del
analista es un instrumento de investigación dentro del inconsciente del paciente.”
La e–contratransferencia del terapeuta depende de su sensibilidad y libertad para
experimentar las emociones entrantes. Pero su habilidad para formularla
conscientemente y usarla para beneficio de su paciente depende de su claridad de
pensamiento. Si llega a ser desbordado por la emoción reprimida de su paciente e
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incapaz de pensar e interpretar ante él, estaría yendo de hecho en una mala dirección,
sumamente incómoda, y con la terapia en una condición totalmente estática.
Sin embargo la e– contratransferencia puede ser difícil de interpretar, y el poder de las
reacciones emocionales a veces bloquea temporalmente la claridad de pensamiento.
Esto devuelve experiencia para aprender a preservarse totalmente a pesar de eso, sin
hacer ningún esfuerzo para librarse de la incomodidad que estas emociones pueden
producir, y preguntarse lo que ellas pueden estar queriendo decir al paciente y cómo
devolverlos en una forma aceptable, sea esta musical o verbal.
Además del conocimiento interno de la emoción del paciente, algunos terapeutas
experimentan una cierta perturbación en varias partes de su cuerpo. Por ejemplo una
contratransferencia sexual pueden experimentarse como un tipo molesto de calor
moderado en la región genital que es bastante diferente la excitación sexual normal.
Sobre esto Racker (1968) escribió: “de paso, me gustaría mencionar que a veces el
analista--si su inconsciente está bien conectado con el del paciente–puede percibir su
represión o separación fuera de la excitación sexual a través de sus propias sensaciones
sexuales, “inducido” de cierto modo por el paciente.”
Ciertos pacientes muy perturbados producen en el terapeuta sentimientos de aguda
incomodidad en la cabeza, que son más fuerte en el contacto inicial y qué desaparecen
después de semanas o unos meses de sesiones semanales. No puedo explicar esto pero
parece ser una reacción hacia una función perturbada de algún tipo en el paciente.
Ciertos estados de enojo reprimido o lágrimas en el paciente pueden producir
sentimientos de tensión --- casi sofocante--- en la garganta del terapeuta. Esto puede ser
bastante desagradable para el terapeuta pero es fácilmente dispersado expresando esa
emoción en la música.
El grado inusual de la experiencia del terapeuta se relaciona al grado de separación del
paciente de su emoción. Así psicoterapeutas, que en la actualidad examinan
rápidamente la crema de pacientes disponibles, sentirán probablemente las reacciones
de su e– contratransferencia más conectadas y naturales. Pero aun cuando un
musicoterapeuta debe estar trabajando con un paciente más integrado e inteligente,
debe tener cuidado de racionalizar sus emociones y debe preguntarse, “el paciente está
empujando esto dentro de mí?.” Él siempre debe tener cuidado con las formas variadas
de contratransferencia
Algunas manifestaciones de e– contratransferencia no obstante únicamente aparecen
mientras el musicoterapeuta está improvisando. Una respuesta a un fuerte sentimiento
inconsciente de invalidez, de insuficiencia y pánico puede ser un sentimiento cercano
de parálisis en los dedos del terapeuta que puede estar tocando algo sumamente difícil.
En este caso el terapeuta sólo puede liberarse de esta respuesta llevando cuidadosamente
este sentimiento de impotencia paralizando verbalmente al conocimiento del paciente. A
veces es más fácil hablar sobre la emoción en la e– contratransferencia si el terapeuta lo
expresa primero en su improvisación y entonces atrae la atención del paciente hacia él
diciendo algo como: “Ahí parecía haber un sentimiento de excitación (tristeza o enojo)
para que yo lo colocara en la música.” Entonces sí el paciente está dispuesto a
ordenarlos. Si no, eso no le importa, pueden regresar después a él.
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Otra curiosa manifestación de e– contratransferencia que puede venir sólo durante una
improvisación, es la e– contratransferencia de la melodía. Esto es diferente desde las
melodías ya compuestas que uno de mis colegas dice vienen a ella mientras improvisa
con pacientes y qué ella introduce dentro de la música. Normalmente en el examen uno
encuentra que el título o palabras de estas melodías (normalmente las canciones) son
pertinente para la situación. La e– contratransferencia melódica normalmente se
convierte en lo mismo que el terapeuta toca con gran convicción, el paciente escucha
con atención extasiada y lo acompaña muy suavemente. Un paciente dijo, sobre la cinta
escuchada, “Cuándo usted representó que, era yo.” Si el paciente no está dispuesto,
entonces, no escuchará, y será solo sentimiento para el terapeuta. Algunos de los
últimos temas de Beethoven tienen la calidad de e– contratransferencia melódica
representando quizás la fe perdida y esperanza padecidas por la humanidad.
Lleva años de experiencia en la terapia uno a uno para desarrollar este conocimiento de
e– contratransferencia en una herramienta realmente útil para la exploración del
inconsciente del paciente. Eso involucra ambas, voluntad para experimentar
frecuentemente estados de emoción profundos e incómodos y también para desarrollar
el control mental en las fases de estas experiencias. No es algo con lo que uno pueda
decidir no tener nada. Está allí, con un mensaje que puede descifrarse. Negarse a
observar este mensaje puede dejar al terapeuta en una incomodidad aguda y a la terapia
en un estado de estancamiento.
La e– contratransferencia ofrece una posibilidad única para el propio desarrollo del
terapeuta en su trabajo; ofrece un desafío a encontrarse con gran concentración, valor y
puede traer una rica recompensa en el incremento de la habilidad para entender y ayudar
a sus pacientes.

Ejemplos clínicos
Transferencia

Yo estaba trabajando con un hombre de 32 años con esquizofrenia hospitalizado que


estaba llevando a cabo la rehabilitación. Él estaba muy ansioso por apostar en las
carreras de caballo, y esta actividad formó parte de su relación muy íntima con su
madre. En el trabajo, él y uno de sus compañeros habrían echado fuera al corredor de
apuestas, colocaron sus apuestas para las carreras de la tarde y entonces escucharon
clandestinamente los resultados en una radio diminuta. ¡Su charla sobre el asunto
brevemente despertaba mi interés y yo incluso puse una apuesta pequeña en una de sus
informaciones calientes con respecto al Derby, y gané su afecto a causa de la
inadvertida desigualdad de condiciones (posiblemente un ejemplo de c -
contratransferencia)! En aquel momento como consecuencia me olvidé por completo de
eso. Cerca de la próxima gran carrera, posiblemente el Gran Nacional, él entró en todo
rosado y expectante para preguntarme cómo había hecho. Su mirada de frustración y
desilusión fue verdaderamente lastimosa cuando se dio cuenta que yo había tenido
totalmente desconocimiento de la carrera que había ese día, que yo no era su madre y
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este pequeño espacio de excitación mutua entre ellos era un espacio muerto entre
nosotros. Su música describe que la competencia era bastante erótica.
Mi intercambio verbal con este hombre estaba en una base de sostén y yo casi no hacía
interpretaciones en absoluto, trabajando principalmente con ejercicios de imaginación
para ayudar a conectar su mundo interno y externo, y repetición de la realidad para
ayudarlo a enfrentar su próximo paso en la vida. Pero el conocimiento de su
transferencia materna ayudó a que yo fuera una alternativa no posesiva liberándolo del
carácter de su madre.

Contratransferencia clásica

Hasta leer “Colección de Periódicos en Esquizofrenia y Asuntos Relacionados” del Dr.


Searles (1965) yo pensaba que la contratransferencia, en el clásico sentido Freudiano,
era algo más o menos eliminado por un minucioso análisis y que su aparición indicaba
que se necesitaba más análisis. Por un lado estoy de acuerdo con esto pero también
puede ser el análisis mismo de un terapeuta bien analizado. Después de todo, el mismo
conocimiento que existe en una contratransferencia, indica un cierto nivel de visión
interior y autoconocimiento en el terapeuta. Teniendo esta suma de visión interior
querrá seguramente estimularla examinando de donde proviene esta contratransferencia,
trabajando por medio de ambos sentimientos solo o, muchas veces a pesar del caso
conmigo, con la ayuda de un colega a través de la musicoterapia, o con mi supervisor.
El hecho que yo haya estado leyendo Searles a priori de esta experiencia me permitió
abrirme a él sin pánico o espanto.
La paciente con quien estaba trabajando era una joven mujer de treinta y dos, soltera,
inteligente, musical, y verbalmente expresiva. Ella era delgada, de media estatura y
tenía abundante cabello castaño. Trabajando con ella de algún modo tenía tiempo para
cuestionar mi impulso para comportarme más como un amigo que un terapeuta. De
hecho una vez relacioné brevemente a ella un episodio de mi propia vida al darme
cuenta agudamente que había salido de mi rol de terapeuta por la mirada confundida en
su cara, aunque era de hecho bastante pertinente al asunto bajo exploración. Algunas
sesiones después mientras ella estaba hablando ávidamente sobre algo, vi su cabeza
reemplazada por la cabeza de mi hermana gemela con ese mismo abundante cabello
castaño. Permaneció por espacio de un segundo entonces una diapositiva a distancia
como la transferencia de una niña que se convierte nuevamente en la cara de mi
paciente con la nariz más puntiaguda y la barbilla afilada. Así que era una hermana
contratransferencial. Tomé el mensaje del inconsciente agradecidamente y trabajé en él
con mi supervisor al próximo día. El sentimiento que estaba detrás de eso que yo
realizaba no quise trabajarlo con este paciente sino representarlo como había hecho a
medias con mi hermana. Este descubrimiento restauró nuestra relación profesional en
seguida y pude entregarme amigablemente pero advirtiendo la inclinación hacia
cualquier sentimiento fraternal que aún circulara por mi mente.

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C - contratransferencia y E - contratransferencia

La paciente era una mujer de cuarenta y seis años que trabajaba como secretaria médica.
Ella vivía sola en un departamento de Londres pero bajaba a Oxford cada viernes para
pasar el fin de semana con su madre y hermana mayor, volviendo casa el domingo por
la tarde. Esta era su única salida cuatro tardes por semana en su propio departamento
ajustándose entre los quehaceres domésticos, vida social, un grupo de la iglesia y su
sesión semanal conmigo. Siendo bastante tímida, con semejantes sentimientos severos
de insuficiencia que éstos habían llevado a un intento de suicidio dos años antes de que
empezara el trabajo conmigo, esta era la vida social que padecía.
Cuando ella era más joven había tocado el violín y, en general, en nuestras
improvisaciones, rechazó los instrumentos de percusión, salvo durante un interludio
ocasional en el xilófono, en favor de la melodía (un simple instrumento de viento). La
habilidad para mantener una línea melódica en este instrumento parecía ser importante
para ella.
En nuestro intercambio verbal yo me sentía obligado a guiarla y decirle qué hacer, por
qué y cuándo hacerlo. Luché contra esto, era bastante chocante para mí con respecto a
semejantes inclinaciones ínter terapéuticas; y después me di cuenta que me había
identificado con la introyección que controla la figura materna. La madre, realmente,
aún vivía y se comportaba de una misma manera permisiva. Después de que nosotros
tuviésemos algunas charlas sobre cómo su madre y hermana siempre le hicieron
sentirse desvalida e inadecuada, mi compulsión para guiarla se redujo un poco; pero a
pesar de eso estaba siempre allí acechando, esperando para avanzar en esa dirección
cuándo yo menos lo esperara y me reprimiera por el pensamiento optimista
representado por “Qué estoy haciendo?” Esta c - contratransferencia sólo tuvo lugar
durante la parte verbal de nuestra terapia.
Durante nuestra improvisación sus melodías ejecutadas evolucionaron gradualmente
desde los pequeños conductos de fluidos ansiosos, explorando el alma de las frases con
pequeñas experiencias rítmicas en forma de una suma de patrones de trémolos o
mordentes como decoración. La e-contratransferencia que yo experimenté fue una
sensación de enajenación de júbilo. Al principio no vi ninguna manera de llevar esto a
una manifestación externa cuando improvisé principalmente diatónicamente, y
parecíamos estar pegados en el mismo pequeño y viejo mundo con esa intensidad,
elevando sentimiento de júbilo explotando en mi Yo interior. Después comencé a usar
grupos de disonancias que parecían describirme algo de un éxtasis nato de dolor; esto
me dio un cuadro de mayor honestidad de la gestalt y consoló la presión que sentía
dentro de mi. La paciente dijo sin embargo que antes de la grabación estaba totalmente
despreocupada de mi música. No ejercí presión sobre su conocimiento de eso en
absoluto pero permití que las cosas tomar su curso. Después dije que allí parecía haber
un sentimiento de excitación que no estaba vinculado a nada en particular. Ella
respondió que venía teniendo un sentimiento extraño de excitación esa mañana
caminando hacia el subte, y de vez en cuando tenía esto. En simples palabras relacioné
esto con alcanzar un retroceso por la simbiosis ambivalente con la madre.
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Después volvimos a hablar de la relación con su padre. Ella lo experimentó tal como
siempre lo había pensado “bastante inútil” intelectualmente continuando con una
enfermedad de niñez, operado y falto de enseñanza. Sin embargo, ella logró pasar dos
de seis de sus niveles de examen 0. El comentario de su padre “podría haber sido peor,”
aunque me pareció bastante amistoso y animado, ella lo experimentó como cortante y
devastador. Improvisamos en esto, ella en el rol de padre y yo como ella. Su
representación no tuvo extensa fluidez y explorando suavemente pero ahora sonando
esforzado, y no dándome señales de júbilo sino de sentimientos desesperados
bloqueados, denigrantes y generalmente no dejándolo ser. Discutimos esto y fue
exactamente el sentimiento que ella había tenido en esta relación. Ella también me
aseguró ansiosamente que amó muchísimo a su padre, que había muchas bromas y
juegos en la familia; pero su hermana era considerada como la “inteligente ” mientras
ella era la “tonta.” Esta particular e- contratransferencia era, yo creo, mucho que
comunicar con relación a otros generalmente en el intercambio social con sus torpes
pausas y penetrante mirada fija. También podría ser parte de la razón de por qué este
aspecto de su vida era tan ingrato.

Otra E - contratransferencia

La paciente, una estudiante de enfermería de 31 ejerciendo en un psiquiátrico agudo


masculino, tocaba con expresión muy pequeña y hablaba en voz muy baja. En su tercer
sesión (quincenal) ella optó por sentarse al lado, derecho, con la silla reclinada y
preguntó si podía tocar el piano en lugar del xilófono. Cuando pregunté sobre esto ella
dijo sentirse vulnerable en la silla y que prefería sentirse con el control de cosas. Yo dije
que esto tal vez era por qué ella eligió ser una enfermera dónde su rol como
controladora estaba claramente definido. Ella dijo que por otra parte era una persona
muy pasiva, cediendo fácilmente a cualquier voluntad propia y quedándose en compañía
de los deseos de otros. A ella le gustaba esta compañía de su madre viuda. Durante esta
conversación yo había experimentado una fuerte, e inequívoca contratransferencia
sexual. Hice accesible este tema. Ella había tenido algunas experiencias sexuales, pero
solamente en un breve encuentro obtuvo algún placer de eso; desgraciadamente ella no
volvió a ver a ese hombre. En el momento ella lo hizo sin pensar en absoluto sobre el
sexo, eso era lo que “las otras” hacían.
Nosotros improvisamos un poco de música tal como “Los Otros Sexuales”. Ella estaba
en el piano y luego cuando escuchamos que representaba la parte de atrás estuvimos de
acuerdo que era una música horrorosamente fea. Ella de hecho había tenido a su cara
atornillada mientras tocaba; era cómo se había sentido de hecho mientras mantenía
contacto sexual, dijo. Pero dinámicamente esa fue la música más vívida que había
producido. Estábamos en la huella de la energía sexual reprimida que se había vuelto
tan útilmente conocida para mí durante nuestra discusión.
Terminamos la sesión con una improvisación en la que ella era su “Yo Asexuado” (en
los instrumentos) y yo toqué el piano como “Los Otros Sexuales”, muy romántica y

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apasionadamente. Este tiempo ella dijo que pudo tocar en compañía de mi música sin
atornillar a su cara, y sin ni siquiera sentirse separada ausente, envidiosa, o involucrada.
Quizás ella estaba en la posición de un niño feliz que tiene un cómodo conocimiento
inconsciente del contacto sexual de los padres. Cuando estábamos discutiendo las dos
improvisaciones que habíamos simplemente tocado, todas las huellas de una e-
contratransferencia sexual habían desaparecido. Era de este modo consciente que ella
había sido colocada de alguna manera en contacto con sus sentimientos sexuales, y que
la e - contratransferencia me había guiado a esta energía reprimida.

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