11 Pobres y Profetas El Camino de La VR
11 Pobres y Profetas El Camino de La VR
11 Pobres y Profetas El Camino de La VR
Formación Permanente
2020 Profetas del Reino
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POBRES Y PROFETAS. EL CAMINO DE LA VIDA RELIGIOSA
Cf. A. Spadaro, “Entrevista al P. Adolfo Nicolás Pachón, general de los jesuitas”: Razón y fe
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1415 (2016) 121-131. En esta entrevista, el P. Adolfo Nicolás habla del profetismo en profundidad.
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actitud estática se rompió con el Concilio Vaticano II. Es en este momento cuando
la parte más ilustrada y abierta de los obispos y de los teólogos, y el mismo papa
Juan XXIII, el gran protagonista de esta convocatoria, perciben que el mundo había
cambiado profundamente y que el lenguaje de la Iglesia ya no era el lenguaje del
mundo.
Fue este concilio quien afirmó, hace 60 años, que vivíamos unos cambios
profundos y acelerados (cf. GS 5ss.), pero se quedó corto. En los años 60 el mundo
no había entrado aún en la “sociedad del conocimiento”, concepto de Nico Stehr
(1994) 2, ni en la “sociedad de la información”, término acuñado por el actual
ministro de universidades de España, Manuel Castell, en 1996. El capitalismo ha
entrado en una nueva era como consecuencia de la revolución tecnológica
producida por la electrónica digital. Y esto es imparable. Ya se empieza a hablar de
la revolución cuántica, que no solo es un avance cuantitativo sino exponencial, que
afectará tanto a la economía, la ciencia o las comunicaciones, como a la vida de las
personas 3. Está claro que, en estos momentos, el conocimiento es la clave de todo
el proceso social, y quien quede fuera de él está excluido del sistema.
Pero estos no son los únicos diagnósticos. Deberíamos complementarlos con los
de la “sociedad del espectáculo” (Debord), la “sociedad del cansancio, la
transparencia y el psicopoder” (Byung Hul-Chan) o la “sociedad líquida” (Zygmunt
Bauman), terminología muy afortunada, porque describe muy bien lo que sentimos:
nada es fundamental, todo está bailando como un corcho en el agua 4.
Al mismo tiempo que estos nuevos paradigmas se han ido abriendo espacio, otro
concepto ha impactado en estos últimos años: la postmodernidad. Ella descubrió
que la razón humana y la vida misma no se pueden reducir a la ciencia, bien pulida
por Galileo y Newton, olvidando dimensiones como la sensibilidad, las emociones,
la vivencia del tiempo o de la historia. Pero la postmodernidad, como maestra de la
sospecha, ha terminado por agotarse a sí misma, dado que nada hay cierto, ni
siquiera como punto de partida.
Todos estos conceptos y paradigmas, a su vez, conviven con los grandes
problemas que tienen que afrontar el mundo y la Iglesia, como la ecología, el
2 Lo que Bacon había formulado como un lema de la modernidad: “El conocimiento es poder”, se
convierte en una realidad a finales del siglo XX. El conocimiento y la relación espuria de los big
data y los algoritmos permiten apoderarse o, al menos, influir decisivamente en las personas y en
las sociedades.
3 Para advertir el alcance de esta afirmación, invito a buscar en la web a José Ignacio Latorre,
matemático físico cuántico, quien explica de manera pedagógica en varios vídeos de YouTube hacia
dónde va el mundo cuántico.
4 De estos temas existe una abundante bibliografía. Una síntesis de todo ello la podemos encontrar
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POBRES Y PROFETAS. EL CAMINO DE LA VIDA RELIGIOSA
3. El profetismo en el s. XX
El Concilio Vaticano II significó un aldabonazo en la vida de la Iglesia, de toda
la Iglesia: jerarquía, laicado, vida religiosa, formación, vida pastoral, liturgia…
También en el tema del profetismo 6. No hay un solo aspecto que no se viera
afectado por el mayor acontecimiento de la Iglesia universal de los últimos siglos.
Juan XXIII supo canalizar la necesidad de adaptar la Iglesia a los cambios
profundos y acelerados que se vivían en el mundo. Lo que repetimos ahora de que
no estamos en una época de cambios, sino en un cambio de época ya lo decían los
teólogos y escritores del postconcilio. Con la aceleración de la vida, las
transformaciones en las costumbres, la producción, las telecomunicaciones…,
después de sesenta años estamos ya en otro cambio de época. Por eso, el Cardenal
Martini, arzobispo de Milán, pidió un Concilio Vaticano III 7. Mientras tanto, el
papa Francisco se afana por recuperar el espíritu pastoral y la apertura del Concilio
Vaticano II, y se enfrenta a la fuerte oposición de una buena parte de la jerarquía y
del clero, tal como vemos a diario.
La formación que recibimos en España los religiosos y seminaristas en los años
posteriores al concilio fue muy diversa, como no podía ser menos. Pero no solo los
centros teológicos eran diversos, también los profesores: desde la más rancia
5 Recordemos que estamos celebrando el Vº aniversario de la Encíclica Laudato Si’, que, de forma
magistral, trata este tema de la ecología.
6 El profeta de hoy deberá tener en cuenta el mundo, sentirse muy cercano a sus alegrías y
esperanzas, según la primera fase de la Constitución Gaudium et spes. Pero, además, habrá de ser
ecuménico, porque fuera de la Iglesia también hay salvación (Unitatis Redintegratio), y esto seguro
que los profetas de Israel lo verían con ojos de extrañeza.
7 Cf. A. Tornielli, Carlo María Martini. El profeta del diálogo, Sal Terrae, Santander 2013, 223ss.
En este capítulo 18, el autor analiza la frase de Martini que se hizo viral: la Iglesia tiene un retraso
de doscientos años.
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teología y moral de los más mayores hasta la preocupación por una teología
renovada de los más jóvenes, que venían con otra mentalidad, que ya habían crecido
con el espíritu y las enseñanzas del Vaticano II. Hay que reconocer que, con los
años, uno se vuelve más rígido, le cuesta aceptar nuevos paradigmas, nuevas
costumbres, y esto afecta también a las instituciones religiosas, tanto en el ámbito
personal como colectivo, habida cuenta del elevado número de personas que está
más allá de la edad de la jubilación.
En el ámbito del profetismo podemos decir que, en nuestros centros de teología
agustino-recoleta, había un cierto déficit de reflexión y de lectura de teólogos
abiertos a esa dimensión profética, como los teólogos de la liberación. Tampoco
existía mucho interés en lo que se cocinaba fuera de España, ni siquiera en Europa,
que es donde nació la teología política, promovida por Jean Baptiste Metz y Karl
Rahner, además de otros doctores que iluminaron el camino de los futuros teólogos
de la liberación de América Latina.
Sin embargo, en el plano particular, los jóvenes estudiantes nos interesábamos
por esos temas relacionados con la teología más abierta, pastoral y profética del
Concilio Vaticano II. De forma general, todos conocíamos o habíamos leído a
alguno de los teólogos o personajes del ámbito europeo y latinoamericano, como
Helder Cámara, Gustavo Gutiérrez, Joseph Cardijn, fundador de JOC, Arturo Paoli,
Pedro Casaldáliga, Leonardo Boff, Mons. Romero, por mencionar algunos de
ellos 8, todos dentro de una ortodoxia de teología de liberación al margen de los
extremos de los curas guerrilleros, encarnados por Camilo Torres o Gaspar Laviana.
Hasta la caída del Muro de Berlín, en la sociedad mundial se asistía a una lucha
no solo ideológica entre el capitalismo y el socialismo. También había una
preocupación por la justicia y por la solidaridad. Recordemos los movimientos de
la HOAC o de la HOC, el Movimiento por un Mundo Mejor (MMM), de Ricardo
Lombardi SJ, las grandes encíclicas sociales y muchas otras iniciativas más
humildes.
Los religiosos que íbamos a Latinoamérica, por ejemplo, no nos preocupaba
llevar hábito religioso ni talar (me refiero al clergyman), la capa o el bonete; ni se
nos pasaba por la mente. Lo menciono, porque el año pasado conocí a religiosos
que venían de América con esa capa antediluviana que, cuando no había calefacción
en los conventos de España, venía muy bien en invierno. Me quedo perplejo y
preocupado cuando veo a algunos curas jóvenes que se vuelven a poner el bonete,
la sotana y el fajín. A título personal, recuerdo que, cuando llegó el papa Juan Pablo
II a Costa Rica en 1983, nos obligaron a todos los religiosos a ponernos el
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POBRES Y PROFETAS. EL CAMINO DE LA VIDA RELIGIOSA
clergyman o el hábito para poder entrar en la catedral de San José. Más de uno nos
tuvimos que comprar una camisa de cura para tal acontecimiento. Un poco después,
la Vicaría de México hizo un álbum conmemorativo de los 50 años en el que salía
una foto de todos los frailes con el hábito. Por supuesto que la mitad de los frailes
no teníamos hábito, y nos lo tuvimos que pasar de unos a otros, como el velo que
se pasaban las mujeres para comulgar.
Parece que hay una revalorización de esos signos clericales. Sin tener que ir muy
lejos, en una reunión de arciprestazgo de la Diócesis de Getafe de este año 2020, le
oí hablar amargamente a un diácono de que su párroco no llevaba vestimenta talar.
Desde luego, nuestras inquietudes y preocupaciones eran otras.
9 Quiero mencionar un libro que ha levantado ampollas en todo el mundo, F. Martel, Sodoma.
Poder y escándalo en el Vaticano, Roca Editorial, Barcelona 2019. Es muy fácil escandalizarse y
negarlo todo; pero eso ya no lleva a ninguna parte, ya no cuela. He leído ese libro y me parece muy
serio y muy bien informado.
10 Cf. A. Laborde, “Los abusos sexuales en la Iglesia. Una lista negra de siete mil sacerdotes
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ya hacía más de treinta años que las primeras víctimas, algunos sacerdotes en activo,
lo habían denunciado por pederasta.
Después le llegó el turno a Chile, con personajes como Karadima y otros,
incluidos obispos, protegidos igualmente por el Cardenal Sodano, que fue nuncio
en Chile antes de hacerse cargo de la Secretaría de Estado del Vaticano. Ya sabemos
lo que esto implicó para la Iglesia chilena hasta llegar a pedir el papa Francisco la
renuncia a todos los obispos. La plaga llegó también a otros personajes de
trayectoria ejemplar en el ámbito social, como el jesuita Renato Poblete. En este
momento hay ciento cincuenta y ocho clérigos y religiosos acusados de pederastia
en Chile.
Y de Chile podemos pasar a Perú, donde el fundador del ‘Sodalicio de vida
cristiana’, Luis Fernando Fígaro, un laico juzgado y condenado por pederasta, era
un “individuo ejemplar” hasta que se descubrió su doble estilo de vida, sus
obsesiones y sus hechos indecentes. O a su vecino Brasil, donde se ha abierto
investigación a ‘Los Heraldos del Evangelio’ debido a presuntos casos de abusos
sexuales a menores y abusos de conciencia y autoridad que salpicarían al propio
fundador, João Scognamiglio Clá Dias, y a otros superiores de esta entidad. En este
país existen otras instituciones recién creadas, muy en consonancia con las
anteriores en sus formas psicopatológicas de vida, sus modelos religiosos
atemporales y al margen del Evangelio, sus obsesiones políticas de aversión a todo
cristianismo social, que están siendo escrutados por el Dicasterio para la Vida
Religiosa.
No hay país de América que no esté manchado por la pederastia, especialmente
en EE. UU. y Canadá. Ya conocemos los juicios realizados y las compensaciones
multimillonarias que se han pagado a las víctimas. En Europa los escándalos han
sido también descomunales, sobre todo en Irlanda, Bélgica y Alemania. Si saltamos
de continente, en Australia los casos se multiplican a miles. El Diario.es calcula
que los casos de abusos de menores pueden llegar a 100.000 11.
En instituciones laicas también se ha dado este fenómeno. Así, los fundadores
de El Arca Internacional, Jean Varnier y Thomas Philippe, también han sido
condenados por abusos sexuales de mayores. Esto ha constituido un golpe terrible
para muchos cristianos de a pie, que nadan entre la duda y el rechazo de la fe.
Desgraciadamente, a los abusos de todo tipo suele ir unida una vida de confort.
Todos los abusadores mencionados manejaban grandes cantidades de dinero,
proyectos de mucho relumbre. La pobreza elegida no suele ir acompañada de la
pederastia y el abuso de poder.
11 Jesús Bastante, en Diario.es, 2-09-2018. Esta es la cifra que maneja ECA Global, institución
dedicada a estudiar los temas de pederastia en la Iglesia.
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nuestro nombre, nuestro anagrama. Las palabras del papa Francisco en Santa Marta
son bien explícitas a este respecto:
La capacidad de la Iglesia para una colaboración imprescindible en la construcción del bien
común, renunciando a un protagonismo que nos ha hecho mucho daño 12.
5.2. Comunidades encarnadas
El confinamiento de las personas ha redoblado la presencia virtual de la Iglesia.
Es posible que esto llegue para quedarse, pero, como afirma el papa Francisco, el
cristianismo es una religión encarnada. Necesitamos la presencia real, el contacto
cordial. Hasta los protestantes pentecostales han descubierto que la síntesis entre
espiritualidad pentecostal y signos sacramentales responde mejor a las necesidades
populares. Es posible que en Europa abunden más las líneas espirituales de tipo new
age, algo desencarnadas; pero curiosamente ellos también terminan buscando
expresiones sensibles: velas, incienso, algunas imágenes, etc. Para mí, continúa
Mons. Fernández, arzobispo de La Plata,
una misa online es casi un contrasentido. El aspecto sacramental de la espiritualidad católica
es una prolongación del misterio de la Encarnación, de manera que para nosotros nunca será lo
mismo una misa que una escuela dominical. La misa necesita la carne, la cercanía sensible, la
presencia física. Creo que tenemos que ser muy responsables para cuidar la salud y la vida de
nuestro pueblo y no podemos forzar el regreso de las misas con pueblo, pero tampoco podemos
decir que nos da lo mismo o que tenemos que orientarnos hacia una espiritualidad virtual 13.
Me resultan igualmente interesantes las opiniones vertidas en la entrevista citada
por el director de la revista Vida Religiosa, Luis Alberto Gonzalo, sobre el uso de
internet en este tiempo del coronavirus:
Es un medio abierto, plural y muchas veces anónimo... En él conviven grandes verdades con
verdades a medias y algunas falsedades… Ha prestado y está prestando una gran ayuda en
tiempos de confinamiento y ruptura social. La Iglesia se sirve de sus posibilidades para hacer
llegar su mensaje y, honestamente, creo que presta un consuelo y una atención que de otro
modo aumentaría la carencia que supone el confinamiento… Pero hemos de ser críticos, no
todo vale. Hay mucha confusión, vulgarización y exhibición incluso en una propuesta tan
honesta como es significar que Jesús acompaña al pueblo que sufre. En ocasiones, en estos
días, hemos podido convertir el medio en fin, hemos podido quedarnos en lo que, como
protagonistas, queríamos decir, sin importarnos tanto las repercusiones que pueda tener. Hemos
abusado multiplicando celebraciones y signos que, con buena intención, han podido convertir
el misterio de Dios en un supermercado «a la carta» de misas.
5.3. Comunidades que se convierten y reinventan
Y Mons. Fernández, también en la entrevista referida, expresa:
No sé si conviene sacar conclusiones apresuradas acerca de lo que vendrá. Nadie lo sabe.
Creo que hay que partir del principio de que esta situación de distanciamiento social es
antinatural y provisoria. Sé que algunos científicos sostienen que las pandemias serán cada vez
https://www.religiondigital.org/opinion/Luis-Alberto-Gonzalo-Iglesia-espectaculo-director-vida-
religiosa-revista-misionero-reflexion-coronavirus_0_2225177507.html.
13 Monseñor Víctor Fernández, arzobispo de La Plata, entrevista en Religión Digital, el 27-04-
2020: https://www.religiondigital.org/opinion/Monsenor-Victor-Manuel-Fernandez-personas-
ayuda-presencia-iglesia-emergencia-coronavirus-virtual-sacramentos-muerte-
argentina_0_2226377348.html.
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más frecuentes, pero eso tiene sus causas, y debería obligarnos a detener un poco la marcha y
a repensar la orientación del mundo para evitar que eso ocurra. En todo caso, habrá que asumir
una vida más austera y asignar más recursos a prevenir y anticiparse a estas situaciones.
Desde la Laudato Si’ bien podemos hablar de una conversión ecológica que
abarca lo social, lo económico, lo natural, lo trabajado, lo lúdico…
Luis Alberto Gonzalo continúa afirmando en el artículo-entrevista de Religión
Digital que
necesitamos perder retórica y ganar testimonio. En este momento de situaciones límite por
el coronavirus, la estructura eclesiástica se ha quedado obsoleta y adolece de clericalismo.
Necesitamos el tiempo post-virus para reconstruir, «reinventar» una estructura que, a todas
luces, necesita renovación. Esta crisis y sus consecuencias necesitan menos palabras y
exhibición celebrativa y más personas de palabra: silencio, escucha y oración… Necesitamos
instituciones que respondan a las necesidades y las búsquedas de las personas. Muy
probablemente se impondrá una revisión de las estructuras que actualmente tenemos.
Desaparecerán «entes» que su consistencia solo existe en el peso de la historia. Recuperaremos
espacios más versátiles y humanos; más veraces.
Y concluye:
En la vida consagrada hace tiempo estamos en un proceso de reorganización inconcluso, se
impone una identificación explícita de misión y comunión para servir a la sociedad y al Pueblo
de Dios, y adquirir sentido en ello. Necesitamos perder retórica y ganar testimonio. Viene una
Iglesia y una organización eclesial que, si no quiere perder definitivamente el pulso de sentido
y servicio a su sociedad, ha de abandonar el autobombo, la «autojustificación», el «virus del
congreso para contar lo que hacemos» y abrazar el cenáculo, la vida oculta, el tú a tú, la cercanía
y la calle. Evidentemente, esta opción hará caer muchas estructuras, funciones y dependencias,
por obsoletas.
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15 Para todo el que tenga interés en la figura de Pedro Arrupe, recomiendo el libro de P. M. Lamet,
Arrupe, testigo del siglo XX, profeta del XXI, Editorial Mensajero, Bilbao 2014.
16 Cf. P. Arrupe, La vida religiosa ante un reto histórico, Sal Terrae, Santander 1978.
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17Me gustaría señalar la anécdota que revela Lamet sobre su afición a la música clásica, y que, sin
embargo, solo asistió a un concierto en toda su vida, siendo como era el general de los jesuitas, con
unas posibilidades infinitas de participar en la vida cultural de todo el mundo.
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Pero no está de más evocar que una opinión, dicha en un momento concreto, no se
convierte en fundamental. Para situar las citas anteriores en un contexto más amplio,
el mismo Martini, dos años antes, dijo que la Iglesia nunca había estado tan
floreciente como en los últimos años en muchos ámbitos y, lo más importante:
A la Iglesia no debe vérsela únicamente en su aspecto institucional, identificándola, por si
fuera poco, con la jerarquía, es decir, con los sacerdotes, obispos y el papa. La Iglesia está
formada por todos los que creen en Jesucristo 19.
Estas palabras reconfortan, porque nos recuerdan que lo más grande de la Iglesia
es la fe de los sencillos, de las viejitas.
Dos objetivos señala Martini para la renovación de la Iglesia: el primero es hacer
llegar a Cristo; las personas deben encontrar a Cristo. El segundo es inclinarse
sobre una sociedad herida. Jesucristo, nos dice Martini, dejó la tranquilidad de la
aldea de Nazaret, para irse a vivir a Cafarnaúm, una ciudad abierta y convulsa.
¡Cómo nos recuerda esta idea al papa Francisco, cuando afirma que la Iglesia vive
en un campo de batalla, que nuestra sociedad está herida y necesita consuelo! La
Iglesia y la vida religiosa serán samaritanas o no serán nada.
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Deusto. Creo que está a punto de salir el segundo folleto, y este trabajo va en esta
misma dirección.
Constato también que, en uno de los últimos protocolos del Generalato,
Protocolo CG 85/2020, con motivo de la pandemia del Coronavirus, se habla de
nuestra Orden desde esta perspectiva profética. De cualquier manera, se trata de
algo muy actual. Antes de esto, se organizaban congresos misioneros o cosas
parecidas, pero les faltaba dar ese salto de calidad que dieron en la Compañía de
Jesús en el 1974, tal como hemos mencionado.
Sin embargo, el hecho de que no haya habido una reflexión teológica
manifestada en artículos y en libros no quiere decir que no haya habido profetas y
obras proféticas en nuestra Orden. Basta repasar nuestra historia en Filipinas, en
América o en España 21.
Desde mi experiencia personal, que es desde donde hablo ahora y que
circunscribo a mis cuarenta años de sacerdote y mis destinos en Costa Rica y
España, hemos llevado una vida austera y comprometida. Bien recuerdo, al
comienzo de los 80, tiempos difíciles denominados como la Década perdida de
América Latina, en los que los agustinos recoletos del Sarapiquí, que es donde residí
durante nueve años, vivíamos con mucha sobriedad, en casas sencillas,
compartiendo incluso el baño, con el mobiliario pobre y escaso; la comida era
popular, no había ningunas delicatessen, la ropa era para andar por casa, sin teléfono
fijo siquiera, sin carreteras asfaltadas para atender bastantes comunidades, con
mucha preocupación por los problemas de la gente, con mucha implicación, pero
sin emitir declaraciones públicas ni salir en revistas; no teníamos pinta de teólogos
de la liberación por nuestro lenguaje o manifestaciones.
Tenemos que afirmar que, aun reconociendo que nuestro pensamiento ha estado
más orientado hacia una espiritualidad más mística, no han faltado profetas en
nuestra Orden que, a su modo, han luchado desde la sencillez de vida y desde la
inserción en el pueblo, cercanos a las gentes sencillas y pobres. Y no solo en las
misiones filipinas, donde se realizó esa labor descomunal de construir templos,
casas religiosas, colegios y universidades, de vivir en lugares muy pobres y
apartados acompañando a los fieles cristianos, o posteriormente en las misiones de
América Latina, donde se llevó a cabo una labor semejante; también en los
conventos de España se compartía con la gente más de lo que imaginamos.
Recordemos los momentos de pestes, de pobreza absoluta: cómo se repartía a
los pobres la comida; asimismo, en los momentos de normalidad, existía una
relación humana con los vecinos y la gente cercana a los religiosos. Pienso que los
partidarios de la vida interior con las puertas cerradas de los conventos nunca
21 Cf. Á. Martínez Cuesta, Historia de los Agustinos Recoletos. Vol. I: Desde los orígenes hasta
el siglo XIX, AVGVSTINVS, Madrid 1995; Vol. II. El siglo XIX, AVGVSTINVS, Madrid 2015.
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POBRES Y PROFETAS. EL CAMINO DE LA VIDA RELIGIOSA
tuvieron mucho éxito a largo plazo. La vida y los afectos, las alegrías y
preocupaciones de los demás son nuestras alegrías y penas… Al final, el ser humano
no puede construir su religiosidad al margen de la vida misma.
Concluyo este apartado diciendo que nos ha faltado un poco de coherencia
teológica entre lo que se ha vivido de forma profética y la reflexión manifestada en
nuestras revistas, teologados y filosofados, doctrina de los capítulos generales y
provinciales, bastante trufada de pensamiento tradicional, al margen de las grandes
líneas de la nouvelle théologie o de otras tendencias desarrolladas en la segunda
mitad del siglo XX. Una buena prueba de todo esto sería nuestra revista Todos
misioneros, donde se mostraba el quehacer misionero y social de la provincia de
San Nicolás de Tolentino, pero al margen de cualquier reflexión y cuestionamiento
teológico-social.
A fecha de hoy, esta provincia mantiene una labor social importante en La
Ciudad de los Niños, en Costa Rica; en el CARDI, en México; en el Lar Santa
Mónica, en Fortaleza; en los Centros Esperanza, en el Amazonas; en las parroquias,
con su acompañamiento de la gente; en los colegios, con su labor social y educativa,
además de otras acciones más particulares que se realizan de forma anónima o con
escasa propaganda. Y es también muy importante señalar la labor de Arcores, en el
ámbito de la Orden, como nuevo buque que quiere surcar las procelosas aguas del
siglo XXI, cada vez más agitadas.
Los jóvenes aspirantes tienen por delante un futuro muy retador. No pueden
conformarse con celebraciones y ritos. Hay que comprometerse con la vida y con
la gente de las periferias existenciales incluso, como dice el Papa, aunque se
accidenten.
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CONCLUSIONES
Durante los días que he dedicado a escribir estas páginas me he encontrado con
varias noticias del Vaticano y de diversos institutos de vida religiosa en las que se
insiste en este aspecto profético que debe caracterizar la vida religiosa. Me preocupa
un poco que esta moción venga de arriba, como tantas otras que han ido apareciendo
a lo largo de los últimos años y, al final, queda muy poco de todo eso. El profetismo,
un estilo de vida profético, es difícil que venga de arriba. Normalmente los que
están en las alturas suelen ser muy recelosos de los profetas. La excepción del papa
Francisco, sin embargo, me anima a pensar de forma positiva, aunque tengamos por
delante una carrera de fondo a través del desierto.
No pretendo concluir esta colaboración proponiendo una serie de reflexiones.
Espero que la lectura del mismo haya producido esos pensamientos. Sí quiero
insistir, empero, en algunos aspectos que me parecen más fundamentales:
• La experiencia de los grandes profetas del pasado y del presente solo se
puede entender desde una vida de oración y de profundidad. En la homilía
del papa Francisco en la Iglesia del Gesù del 3 de enero de 2014, dijo: “Solo
cuando se está centrado en Dios se puede ir a las periferias del mundo”.
En segundo lugar, la sencillez y frugalidad de vida, porque ser profeta es ser
hombre de periferias, y en las periferias no hay abundancia ni confort.
Tercero, el compromiso con la vida en todas sus expresiones, como decía
Luis Alberto Gonzalo: abrazar el cenáculo, el tú a tú, la cercanía y la calle.
Las tres dinámicas tienen que ir juntas. Los profetas que aparecen en este
artículo participan en mayor o menor medida de esta forma de vivir:
Cámara, Arrupe, Martini, Francisco, Romero, etc.
• Para ser un profeta se requiere conocer en profundidad la sociedad y los
graves problemas que afronta. Hay que conocer, como dijo el Concilio
Vaticano II, los “signos de los tiempos”. No se trata de un conocimiento
profesional ni exhaustivo, sino de un conocimiento integral-sapiencial:
conocer el todo de todas las cosas, como dijo Fernand Braudel acerca de la
historia. La pobreza como signo del profetismo ha de ser una pobreza que
interpele a nuestro tiempo. No es la pobreza tal como se entendía en la Edad
Media. Hoy urge una pobreza solidaria, de un compromiso con los pobres y
las nuevas pobrezas. Si nuestros aspirantes a la vida religiosa viven lejos de
la realidad, en una nube espiritual, no hay nada que hacer.
• Existe un dicho más o menos popular que afirma que, para que haya
república, tiene que haber republicanos, gente convencida que viva los
ideales de la república. Sucede igual en la vida religiosa: si queremos que
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sea profética, tiene que haber profetas. No nos podemos conformar con las
efemérides, con la historia pasada. No bastan las celebraciones.
• La profecía mira al presente y al futuro. Sin embargo, existe una tentación
de la que poco se habla: la tentación de Jonás, la huida de los compromisos,
el no querer afrontar preguntas cruciales de nuestro tiempo. De este modo
nos negamos a afrontar seriamente el Vaticano II, la teología
contemporánea, los riesgos de las cuestiones fronterizas, la conversión de
nuestros paradigmas de siempre, los rostros interpelantes de los más
desfavorecidos… Es más cómodo mantenerse en posturas rígidas y casi
fundamentalistas: estas nos brindan una falsa seguridad. En este sentido,
afirmó De Lubac que hay que distinguir el servicio a la verdad católica de
la intransigencia de la fe, a través de la cual deseamos muchas veces
imponer a los demás, incluso al Papa, nuestras propias valoraciones.
• La educación en la pobreza no es una educación en el ahorro para que la
institución sea cada vez más rica. La educación en la pobreza es educación
en la mirada compasiva hacia los más maltratados, heridos, necesitados. La
gente difícilmente va a entender que hablemos de pobreza y sigamos
teniendo grandes propiedades mobiliarias e inmobiliarias como institución,
aunque en el foro personal vivamos con relativa pobreza. He mencionado la
frase de Martini sobre la riqueza de la Iglesia que nos tiene que hacer pensar.
Es hora de compartir más lo que tenemos. Es hora de vivir de forma más
ecológica: menos viajes, menos congresos; más ganarse el pan con el sudor
de la frente, más saber lo que valen las cosas. Sería partidario de entregar a
los religiosos un dinero cada mes y que compraran todo lo que sale del
ámbito alimentario: que pagaran su móvil, sus libros, su ropa, sus artículos
de aseo, etc., y que tuvieran que organizar sus gastos con limitación previa,
como hace la gente común. Para vivir en la pobreza profética se tiene que
ser un adulto. Esa mentalidad infantil de acudir al ecónomo para pedir todo
lo que se necesita no cuadra con una vivencia responsable de la vida. Todo
esto tendría que empezarse a vivir en las casas de formación, y esto es solo
un aspecto, quizá el más epidémico, de la pobreza. No olvidemos que, sin
la pobreza que viene del Espíritu, no se cierra el círculo virtuoso de la
pobreza.
• Termino con una reflexión de Adolfo Nicolás acerca de la opción
preferencial que se puede aplicar también a la educación en la pobreza:
“Tradujimos ‘opción preferencial’ como ‘obligación moral’ y nos sentimos
justificados al exigir esto a todos, bajo la amenaza de considerarlos menos
cristianos, menos comprometidos, menos evangélicos. Cuando lo llevamos
al extremo, ni siquiera podíamos tratar con ellos como hermanos y
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Orden de Agustinos Recoletos
Instituto de Espiritualidad e Historia