DERECHO CIVIL Nombre

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TITULO III

NOMBRE

Nombre: Derecho y deber


A rtículo 19.- Toda persona tiene el derecho y el deber de llevar un nombre. Este incluye
los apellidos.
C oncordancias:
C. art. 2 inc. 1); C.P.C. arts. 826, 827; LEY 26497 arts. 26, 21, 30, 31, 32; LEY 27411 art. 2.

V íc t o r G uevar a P e z o

El nombre es el conjunto de vocablos que tiene por fin cumplir tres funciones jurídicas:
1) individualizar, identificar a cada persona, a efecto de que pueda ejercer los derechos que
le corresponde y cumplir las obligaciones que le toca; 2) evitar que dicha persona así como
sus derechos y obligaciones puedan ser confundidos con los de otras, 3) denotar los vínculos
familiares de esa persona.

En nuestro sistema jurídico el nombre está constituido por el pre nombre y los apellidos.

En las antiguas civilizaciones europeas y asiáticas (Griega, Hebrea, etc.) el prenombre


era suficiente elemento identificador, dado el pequeño número de habitantes de los pueblos
que las integraban. En cambio Roma, que en su momento de esplendor llegó a tener alrede­
dor de un millón de habitantes, debió agregarle al prenombre (pre nomen) otros elementos
que hicieran inconfundible la identificación, tales como la pertenencia a una gen (nomen) o
a una familia (cognomen) o la realización por el titular de actos dignos de homenaje, reco­
nocimiento o recordación (agnomen). A la caída de Roma se abolió el complicado sistema
romano, adoptando el más simple de los bárbaros, que empleaba también sólo prenombres y
resultaba más adecuado y bastante para la vida de los feudos. Al advenimiento de las monar­
quías y crecimiento consiguiente de las ciudades se hizo nuevamente necesario el uso de ele­
mentos identificatorios adicionales a los prenombres, que se originaron principalmente a par­
tir de patronímicos y gentilicios, o sea los actuales apellidos.

El Código Civil francés de 1804 no considera el derecho al nombre en su articulado.


El Código civil alemán legisla en su artículo 12 sobre la usurpación de nombre y en su Libro
Cuarto, de Derecho de Familia, acerca de los apellidos que corresponde a los hijos legítimos
e ilegítimos. El Código civil italiano de 1942 desenvuelve el tema con mayor amplitud. En
su artículo 6 proclama que “Toda persona tiene derecho al nombre que se le atribuye por la
ley” y que en el nombre se comprende el nombre de pila y el apellido; en el 7 dicta disposi­
ciones de protección contra la usurpación; el 8 concede el derecho de accionar en busca de
protección a quien, aun sin llevar el nombre discutido o indebidamente usado, tenga interés
en ejercer defensa por razones por razones familiares; el 9 protege el derecho de los seudóni­
mos que hubieran adquirido la importancia del nombre.

No obstante que nuestro primer Código Civil, que entró en vigencia en 1832, estable­
ció en la Sección Sexta del Libro I, De las personas y sus derechos, artículos 415 a 453, la
existencia de los Registros Civiles dependientes del Estado (para reemplazar en sus atribucio­
nes registrales a las parroquias), éstos no funcionaron sino a partir de 1872. Hasta entonces
ART. 19 DERECHO DE LAS PERSONAS

los nacimientos (y los nombres), matrimonios y defunciones siguieron inscribiéndose en las


parroquias.
El Código de 1852 no alberga disposiciones regulatorias del nombre.

El Código de 1936 sólo contiene seis artículos respecto del nombre: Dos (el 13
y 14), destinados a proteger el derecho al nombre frente a la contestación o cambio
por terceros y a la usurpación o uso por otras persona de nombre ajeno. Los otros cua­
tro (15, 16, 17 y 18), dedicados a ordenar lo concerniente a los cambios de nombre
por el titular del mismo. Nada establece sobre las características jurídicas del derecho
al nombre.

El Código de 1984 mejora sustancial y exhaustivamente, a través de 14 artículos (del


19 al 32), la regulación de esta importante institución jurídica. El artículo 19 establece tres
prescripciones:

1) Que toda persona tiene derecho de llevar un nombre;

2) Que tiene además la obligación de tenerlo;

3) Que el nombre está compuesto por el o los prenombres más los apellidos.

El derecho al nombre, como lo conocemos y concebimos actualmente, es de reciente


desarrollo teórico normativo. Todos los derechos fundamentales se han venido caracteri­
zando y afirmando a partir de la conversión de súbditos a ciudadanos que experimentaron los
individuos desde las revoluciones político-jurídicas que introdujeron ese importante cambio.

Según Messineo, el nombre es uno de los elementos de la identidad estática, conjunta­


mente con la filiación, el sexo, la imagen, el lugar y fecha de nacimiento. La identidad diná­
mica está dada por las aspiraciones y convicciones ideológicas, políticas y morales de cada
individuo. Para Fernández Sessarego la identidad de una persona “es el conjunto de atribu­
tos y características que permiten individualizar a la persona en sociedad. Todo aquello que
hace que cada cual sea uno mismo y no otro”.

En cuanto a nuestro actual Código de 1984, el primer proyecto de la Comisión Refor­


madora, publicado en 1980, contenía ya (artículo 22) un precepto que obligaba a las perso­
nas a tener un nombre (“Toda persona debe tener un nombre”). Este dispositivo se repite en
los artículos 122 del segundo proyecto, publicado en 1981, y del tercero publicado en 1982.
Es en el proyecto de la Comisión Revisora, publicado en 1984, que recién aparece el tenor
del artículo actualmente vigente, más terminante en su imperatividad (“Toda persona tiene
el derecho y el deber de llevar un nombre”)

Respecto al o los prenombres no hay norma que los regule. Hasta bien entrado el siglo
XX, sobre todo en el interior del país, era costumbre ponerles a los recién nacidos varios
prenombres y entre estos, infaltablemente, los del santo o santos correspondientes al día del
nacimiento, según el santoral de la iglesia católica. Esto, en observancia de lo dispuesto por
el Papa Gregorio el Grande, que gobernó la iglesia católica entre los años 590 a 604. En la
actualidad se ha abandonado prácticamente esta costumbre religiosa, practicada durante
siglos como jurídica, y se ha secularizado y banalizado tanto el uso de los prenombres que
muchos padres inscriben a sus hijos con prenombres propicios para la burla, el ridículo o
por lo menos la extravagancia o excentricidad. Una rápida revisión en el RENIEC permite
encontrar prenombres extraños que para los padres pueden tener algún significado pero
que originan, sin duda, más de un disgusto y contrariedad a sus hijos (v.gr. Chao, Cine,
NOMBRE ART. 19

Ecologito, Pepsi, Tsu Chi, Trigo, Trance, Cachorro, Achis, Calcio, Entel, Pringles, Zz, Luci­
fer, Academia, Chalet, Dimisión, Remisión, Pilsen, Sal, Agua, Marlboro, Norte, Sur, Dólar,
Banco, Papadiamantoupek, Alinotorpino, Tempertorpek, Estudios, Lechuguita, Dodge,
entre los publicables). En otros países (Argentina, España, Alemania) hay normas que impi­
den que se pueda poner a los hijos prenombres vulgares, ridículos, irreverentes, equívocos;
los registradores tienen la facultad de no aceptarlos. En El Perú se intentó hacer lo mismo
en reguardo de la respetabilidad, tranquilidad y dignidad de quienes son víctimas del capri­
cho y majadería de sus padres. Para ello, en el Reglamento de Inscripciones del RENIEC
aprobado por el Decreto Supremo 015-98-PCM se incorporó el artículo 33 que establecía lo
siguiente: “La persona no podrá tener más de dos prenombres. No podrá ponerse prenom­
bres que por sí mismos o en combinación con los apellidos resulten extravagantes, ridícu­
los, irreverentes, contrarios a la dignidad o el honor de la persona, así como al orden públi­
cos o a las buenas costumbres, que expresen o signifiquen tendencias ideológicas, políti­
cas y filosóficas, que susciten equívocos respecto del sexo de la persona a quien se pretende
poner, o apellidos como prenombres.- El Registrador es la persona autorizada para denegar
las inscripciones que se soliciten en contravención de lo dispuesto en el párrafo anterior de
este artículo”. Desde luego que la observación que hicieran los registradores ante la solici­
tud de inscripción de un nombre inconveniente podía ser apelada a instancias superiores,
de conformidad con la Ley del Procedimiento Administrativo General, creándose así un
espacio para revisar la negación y para la reconsideración por los inadvertidos padres. Tal
fue sin embargo la reacción que, en nombre de una supuesta libertad vulnerada, originó la
norma, que prontamente fue derogada. Como consecuencia de ello, siguen registrándose
prenombres que afectan a los hijos que tienen que llevarlos con disgusto y a veces con ver­
güenza o hacer, mucho tiempo después, costosos y engorrosos trámites para cambiarlos.

DOCTRINA
GUEVARA PEZO, Víctor. Personas naturales. Gaceta Jurídica. Lima, 2004; MESSINEO. Manual de Dere­
cho Civil y Comercial. Tomo II. Doctrinas Generales. Ediciones Jurídicas Europa-América. Buenos Aires,
1972; FERNÁNDEZ SESSAREGO. El derecho a la identidad personal, en Tendencias actuales y perspec­
tivas del Derecho Privado y del Sistema Jurídico Latinoamericano. Cultural Cuzco. Lima, 1990; Abuso de
derecho. Astrea. Buenos Aires, 1992 y El histórico problema de la capacidad jurídica, en Diez Años. Código
Civil peruano. Tomo I. Universidad de Lima. 1995; VEGA MERE. Derecho Privado. Tomo I. Grijley. Lima,
1996.

JURISPRUDENCIA
TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
La partida de nacimiento contiene el nombre de la persona
L a partida de nacimiento constituye un asiento registral y sus certificaciones instauran probanza legal: i) D el hecho de la
vida, ii) De la generación materna y paterna, salvo las omisiones por legitimidad, iii) D el apellido fam iliar y del nombre
propio {...} (S T C E xp . N ° 0 2 2 7 3 -2 0 0 5 -P H /T C , f j . 12).

Definición del prenombre o nombre de pila


E l nombre es el elemento característico individual del sujeto, libre de toda vinculación preestablecida. Se refiere a l nombre de
pila, el cual es libre y es elegido por los padres o por el que hace la inscripción en el registro civil. L a elección de un segundo
o más nombres es facultativa. E l nombre recoge datos históricos de la persona que la singularizan de los demás y provee la
información base para la emisión del D N I. (S T C E x p . N ° 0 2 2 7 3 -2 0 0 5 -P H /T C , f j . 13).

Conservación del nombre


{...} Una vez que se asigna una cierta denominación a cada individuo, surge la necesidad de que éste conserve el nombre
que se le ha dado. Su eventual modificación podría generar confusión e impediría la identificación de la persona. De a hí
ART. 19 DERECHO DE LAS PERSONAS

que el titular tenga también el deber de mantener la designación que le corresponde { ...} (S T C E xp . N ° 02 2 7 3 -2 0 0 5 -
P H / T Q f j . 20).

El nombre como contenido del derecho a la identidad


{ ...} cuando una persona invoca su identidad, en principio lo hace para que se la distinga frente a otras. A u n cuando a
menudo ta l distinción pueda percibirse con suma facilidad a p a rtir de datos tan elementales como el nombre o las carac­
terísticas físicas (por citar dos ejemplos), existen determinados supuestos en que ta l distinción ha de requerir de referentes
mucho más complejos, como puede ser el caso de las costumbres, o las creencias (por citar otros dos casos) {...} (S T C E xp.
N° 0 2 2 7 3 -2 0 0 5 -P H /T C , f j . 23).
CORTE SUPREMA
El nombre es un atributo esencial de la persona
Que, entre los atributos esenciales de la persona, ocupa un lugar primordial el derecho a la identidad consagrado en el inciso
1 del artículo 2 de la Constitución Política del Estado, el cual comprende el derecho a un nombre, a conocer a sus padres
y conservar sus apellidos, el relativo a tener una nacionalidad y la obligación de que el Estado reconozca su personalidad
jurídica (Cas. N° 2 7 2 6 -2 0 1 2 -D el S a n ta ).

El derecho al nombre como expresión del derecho a la identidad


El derecho a l nombre, además de ser un atributo de la personalidad, es una manifestación del derecho a la identidad; tiene
el carácter de derecho fundam ental a l encontrarse amparado en el artículo segundo, inciso uno de la Constitución Política
del Perú que establece que “toda persona tiene derecho: ( ...) a su identidad” (Cas. N ° 0 1 9 8 -2 0 0 8 -L im a ).

Finalidad del derecho al nombre


{ ...} la identidad tiene relación con varios otros derechos, dentro de los cuales como ya se ha afirmado encontramos el dere­
cho a l nombre, que es la designación con la cual se individualiza a l sujeto y que le permite distinguirse entre los demás
(Cas. N ° 0592-2013-Ayacucho).

164
Apellidos del hijo
Artículo 20.- A l hijo le corresponde elprimer apellido delpadre y elprimero de la madre (*).
Concordancias:
C.C. arts. 361, 362, 313, 315, 2083

J u a n C a r l o s E s q u iv e l O v ie d o

En las sociedades primitivas, en las ciudades de escasa población, las personas solamente
tenían un nombre de pila. Fue recién con el crecimiento de la población que se agregó al nom­
bre de pila un sobrenombre con la finalidad de distinguir a las personas de otras homónimas.
De tal modo se solía identificar a las personas adicionándole a su nombre de pila la palabra
“hijo de”, así por ejemplo: Hugo hijo de Manuel; luego tal expresión fue reemplazada por
la terminación “ez”. Así, Fernández, Diéguez, González, significaban hijo de Fernando, de
Diego, de Gonzalo. Otras veces el sobrenombre se tomaba de su oficio: Labrador, Herrero,
Escribano, Tejedor; o de una característica o defecto físico: Blanco, Rojo, Cano, Cojo, Calvo.
Los señores feudales tomaban el nombre de sus tierras, anteponiendo la partícula “de”. Con
el transcurso del tiempo, estos sobrenombres o apodos se fueron haciendo hereditarios y se
transformaron en lo que hoy se denomina apellido (BORDA).

Ahora bien, la doctrina define al apellido como el nombre de familia, debido a que la
adquisición de este se encuentra supeditado a la clase de filiación que corresponda a la per­
sona. En tal sentido es que nuestro Código Civil regula en este artículo los apellidos que
deben llevar los hijos, sin distinguir si son matrimoniales o extramatrimoniales, conforme
a lo dispuesto por la modificatoria al artículo 20 efectuada por la Ley N° 28720.

Como se recordará, antes de la vigencia de la Ley N° 28720, el Código Civil regulaba


en el artículo 20 los apellidos que les correspondían a los hijos matrimoniales y en el artículo
21 los apellidos de los hijos extramatrimoniales. Así, en la versión original del artículo 20 se
establecía que al hijo matrimonial le correspondía el primer apellido del padre y el primer
apellido de la madre. Por su parte, el artículo 21 original disponía que al hijo extramatrimo­
nial solo le correspondía los apellidos del progenitor que lo reconocía y en caso hubiera sido
reconocido por ambos le correspondía el primer apellido de ellos.

La Ley N° 28720, modificatoria de los mencionados artículos 20 y 21 del Código Civil,


bajo el argumento de que es discriminatorio que al hijo extramatrimonial solo se le permita
llevar el apellido de la madre y no el apellido del supuesto progenitor, cambió el régimen de
los apellidos a tal punto que no solo se le permite a la madre otorgarle el apellido del supuesto
progenitor sino también consignar en la partida del menor el nombre de este, configurándose
de esta forma la usurpación de su nombre y afectándose su honor al publicitar en un docu­
mento público que es una persona que no reconoce a sus hijos.

Al respecto, la doctrina nacional se ha pronunciado en el sentido de que si lo que se quiso


evitar es esa discriminación ¿por qué no se le otorgó el derecho a la mujer de incorporar un
apellido delante del suyo sin hacer la innecesaria e intrascendente mención del padre?, solu­
ción que estaría acorde con la norma del artículo 23 que permite al registrador otorgar un
nombre adecuado al recién nacido con progenitores desconocidos (ESPINOZA ESPINOZA).

(*) Texto según modificatoria efectuada por la Ley N° 28720 del 25/04/2006. 165
ART.20 DERECHO DE LAS PERSONAS

En cuanto a lo que establece el artículo 20 de Código acotado, se puede decir que este
regula la cantidad de los apellidos de las personas, sin hacer distinción si nacieron o no den­
tro del matrimonio. En tal sentido, es que se establece que este solo debe llevar dos apellidos,
el primero del padre y el primero de la madre.

Al respecto, se considera que este dispositivo elimina la posibilidad de los apellidos lla­
mados “compuestos”, en la medida en que estos no cumplen a cabalidad la función indivi-
dualizadora que es propia del nombre (FERNÁNDEZ SESSAREGO).

Sobre el particular consideramos que cuando el artículo en comentario dispone que el


apellido que le corresponde al hijo es el primero de ambos padres, está impidiendo que el hijo
tenga más de dos apellidos, evitando que se genere un apellido compuesto. Sin embargo, si
el primer apellido del padre o la madre es compuesto, tal apellido se transmitirá a su hijo, sin
que ello signifique una contravención al artículo en comentario.

Ahora bien, tal prohibición de tener más de un apellido, salvo el caso de los apellidos
compuestos, no constituye ningún inconveniente para que una persona por uso o por cos­
tumbre yuxtaponga a sus apellidos los segundos o ulteriores de la línea paterna o materna,
ya que en cierto modo puede considerarse que pertenecen a cada persona todos los apellidos
de sus descendientes conocidos (LUCES GIL).

Por otra parte, si bien es cierto que por costumbre el apellido paterno suele preceder al
materno, sin embargo consideramos que dicho orden puede ser invertido en el sentido de
que el apellido de la madre preceda al del padre, puesto que el artículo en comentario solo
se limita a establecer cuántos y cuáles patronímicos debe tener el hijo matrimonial, pero no
señala de manera taxativa el orden en que se deben asignar. Además, si tenemos en cuenta
que no se puede distinguir en donde la ley no distingue creemos que se podría asignar a un
menor como primer apellido el de la madre y como segundo el del padre; eliminando de esta
forma la prioridad del apellido del padre, que en cierta forma discrimina y al de la madre
(DE CICO, citada por ESPINOZA ESPINOZA).

En cuanto a la inscripción del nombre, el Reglamento de Inscripciones del Registro


Nacional de Identificación y Estado Civil aprobado por Decreto Supremo N° 015-98-PCM,
regula la forma como se debe efectuar la inscripción del nacimiento de los hijos matrimonia­
les, es así que establece en su artículo 35 que la inscripción del nacimiento hecha por uno o
ambos padres, con la presentación del certificado de matrimonio de estos, prueba la filiación
del inscrito; quedando a salvo el derecho de impugnación establecido en el Código Civil.

De igual forma, el artículo 38 del referido Reglamento señala que, cuando la inscrip­
ción la efectúe la madre, el registrador quedará obligado a inscribir la paternidad del cón­
yuge con la presentación del acta de matrimonio de los padres. Asimismo, el registrador ten­
drá dicha obligación si el hijo hubiera nacido dentro de los 300 días siguientes a la disolu­
ción del vínculo matrimonial.

Tal disposición concuerda con lo establecido en el artículo 361 del Código Civil, puesto
que el registrador con la sola presentación del acta matrimonial o la copia certificada de la
partida de matrimonio, estará en la obligación de inscribir al recién nacido como hijo matri­
monial, y por ende se le asignará a este el primer apellido de ambos padres.

Por su parte, el artículo 21 del Código Civil, modificado por la Ley N° 28720, regula la
forma de inscripción de los hijos extramatrimoniales, señalando que: “Cuando el padre o la
madre efectúe separadamente la inscripción del nacimiento del hijo nacido fuera del vínculo
166
NOMBRE ART. 20

matrimonial, podrá revelar el nombre de la persona con quien lo hubiera tenido. En este
supuesto, el hijo llevará el apellido del padre o de la madre que lo inscribió, así como del pre­
sunto progenitor, en este último caso no establece vínculo de filiación. Luego de la inscripción,
dentro de los treinta (30) días, el registrador, bajo responsabilidad, pondrá en conocimiento
del presunto progenitor tal hecho, de conformidad con el reglamento. Cuando la madre no
revele la identidad del padre, podrá inscribir a su hijo con sus apellidos”.

DOCTRINA
BORDA, Guillermo A. Manual de Derecho Civil. Parte general. Perrot. Buenos Aires, 1986; ESPINOZA ESPI-
NOZA, Juan. Derecho de las Personas. Editorial Rodhas. Lima, 2006; FERNÁNDEZ SESSAREGO, Carlos.
Derecho de las Personas. Librería Studium Editores. Lima, 1987; LUCES GIL, Francisco. El nombre civil de
las personas naturales en el ordenamiento jurídico español. Bosch, Casa editorial. S.A. Barcelona, 1978; MES-
SINEO, Francesco. Manual de Derecho Civil y Comercial. Jurídica Europea-América. Buenos Aires, 1979;
PUIG BRUTAU, José. Fundamentos de Derecho Civil. Primera parte. Parte general, sujeto y objeto de dere­
cho. Bosch, Casa Editorial S.A., Barcelona, 1979; VON TUHR, Andreas. Derecho Civil. Teoría General del
Derecho Civil Alemán. Volumen I. Depalma. Buenos Aires, 1946.

JURISPRUDENCIA
TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
Definición y contenido del apellido
Designación común de una estirpe que cada uno porta debido a su pertenencia a l grupo y a l a que se diferencia por este ape­
lativo. E l apellido es el nombre de la fam ilia que sirve para distinguir a las personas, y es irrenunciable e inmodificable.
Debe fig urar primero el apellido paterno y luego el apellido materno.

CORTE SUPREMA
Si el apellido del demandante no coincide con el apellido paterno de la causante, no puede existir
derecho sucesorio
{ ...} el accionante no ha presentado ni testamento ni declaración ju d icia l que lo acredite como heredero o titular del dere­
cho que reclama; es más, de la revisión de sus medios probatorios como su partida de nacimiento y su D N I se desprende que
el apellido materno del señor Duilio Castillo Chonsen no coincide con el apellido paterno de su madre (E sp era n za C hon-
cen Escobedo) { ...} (Cas. N ° 2 8 5 4 -2 0 1 0 -D e lS a n ta ).

El apellido es el nombre de la familia


Es primordial considerar que el apellido es la designación común de una estirpe que cada uno porta debido a su pertenen­
cia a l grupo fa m ilia r y a la que se diferencia por este apelativo. E l apellido es el nombre de la fam ilia que sirve para dis­
tinguir a las personas, y es irrenunciable e inmodificable (Cas. N ° 3582-2013-L im a ).

Primero va el apellido paterno y luego el apellido materno


En el casoperuano, debefigurar primero el apellido paterno y luego el apellido materno. E l apellido no puede cambiarse respecto
a l que consta en la partida de nacimiento, salvo por tramitación administrativa oju d icia l (Cas. N ° 3582-2013-L im a ).

167
Inscripción del nacimiento
Artículo 21.- Cuando el padre o la madre efectúe separadamente la inscripción del naci­
miento del hijo nacido fuera del vínculo matrimonial, podrá revelar el nombre de la per­
sona con quien lo hubiera tenido. En este supuesto, el hijo llevará el apellido del padre o
de la madre que lo inscribió, así como del presunto progenitor, en este último caso no esta­
blece vínculo de filiación.
Luego de la inscripción, dentro de los treinta (30) días, el registrador, bajo responsabi­
lidad, pondrá en conocimiento del presunto progenitor ta l hecho, de conformidad con el
reglamento.
Cuando la madre no revele la identidad del padre, podrá inscribir a su hijo con sus
apellidos (*).
Concordancias:
C.C. arts. 386 y ss., 2084

M a n u e l B e r m ú d e z T a p ia

1. Introducción
El ámbito del registro de un hijo procreado fuera del vínculo matrimonial, registra una
serie de variables que permite demostrar el severo nivel de deficiencia en el ámbito de tutela
de derechos, especialmente en recién nacidos y niños.

La legislación nacional en este ámbito no ha tomado en cuenta el contexto y proyección


de una situación de registro de identidad que no responde a una verdad biológica, y los regis­
tros estadísticos en el ámbito judicial permiten detallar que desde hace más de veinte años
los problemas vinculados al “registro”, a la “consignación de una identidad” y a la inscripción
indebida de un dato en el “registro de identidad” son asuntos judicializados que no revisten
de una notoriedad significativa pese a los elementos jurídicos evaluados.
El contexto dinámico en el cual se desarrollan las relaciones internacionales en el ámbito
familiar pueden variar en el tiempo forma radical y pueden provocar una serie de situaciones
derivadas y complementarias en base al “registro de identidad” de un hijo, como por ejem­
plo, la determinación de alimentos o la reguiación de una tenencia o un régimen de visitas.

Inclusive el empleo de técnicas procesales de exclusión de derechos como el uso de la


“bala de plata” pueden apreciarse en estos conflictos judicializados.
Conviene por tanto analizar la proyección temática que puede derivarse del análisis del
presente artículo.

2. Elementos de evaluación en el registro e identificación


de un hijo nacido fuera de una relación matrimonial
Consideramos que el nivel de deficiencia en la redacción del artículo en evaluación es
sumamente grave porque, entre otros elementos es posible identificar los siguientes puntos:

168 (*) Texto según modificatoria efectuada por la Ley N° 28720 del 25/04/2006.
NOMBRE ART. 21

a) La posibilidad de que se generen varios procedimientos en la inscripción de un hijo


nacido fuera de una relación matrimonial en el Registro Civil.

En este ámbito podemos detallar las sub categorías en las cuales se evidencian los pro­
cedimientos que son permitidos por la legislación nacional:

i. En el caso donde la madre registra al hijo siendo conviviente y la pareja participe


en el registro del hijo.

ii. En el caso donde la madre registra al hijo siendo conviviente y la pareja no parti­
cipe en el registro del hijo sin que este actúe de mala fe.

Situación que se observa en casos donde la pareja registra una separación que no
involucra una sitaución negativa en la relación, pero que materialmente impide el
registro conjunto del hijo.
Hacemos esta diferenciación porque el contexto decimonónico del Código Civil
sólo hace una determinación del contexto matrimonial en el registro de identidad
de un hijo.
iii. En el caso donde la madre registra al hijo siendo conviviente y la pareja no parti­
cipa en el registro pero porque rechaza la paternidad.

En este punto, es posible identificar las siguientes situaciones diferentes:


• Cuando la madre incluye el dato del progenitor en el registro de identifica­
ción del hijo.

• Cuando la madre omite el dato del progenitor en el registro de identificación


del hijo.
• Cuando la madre incluye un dato de una persona diferente al progenitor en
el registro de identificación del hijo.
• Cuando la madre incluye en el registro de identificación del hijo sus propios
datos o los datos de un ascendiente, usualmente el padre, para efectos de no
dejar un espacio “vacío” en la identificación del hijo.

iv. En el caso donde la madre registra al hijo teniendo una relación afectiva con el
progenitor quien participa en el procedimiento.

v. En el caso donde la madre registra al hijo teniendo una relación afectiva con el
progenitor pero este rehuye al reconocimiento del hijo.

En los casos iv, y v observamos que ocurren las mismas consecuencias de lo deta­
llado en el punto iii.
vi. En el caso donde la madre registra al hijo sin llegar a identificar al progenitor.

Una situación que puede ser provocado por situaciones graves, generalmente en
casos de violación sexual y en donde la madre puede actuar en base a los alcances
del punto iii, antes expuesto.
Nótese la diferencia con respecto del registro de un hijo procreado en una rela­
ción matrimonial donde la madre registra al hijo estando casada y el cónyuge es
el padre biológico. 169
ART. 21 DERECHO DE LAS PERSONAS

En este punto, no hay incoveniente alguno porque confluyen en una misma situa­
ción la “verdad biológica”, la “verdad administrativa” y la “inscripción”.

Por ello no hay mayor inconveniente en la participación del “padre” por cuanto la
identificación de su condición de cónyuge permite la inscripción automática del
hijo. En este ámbito, o participa directamente o se consigna su identidad en la par­
tida de nacimiento del hijo.

vii. En el caso donde el progenitor registra al hijo no estando casado pero sí en una
relación con la madre.

En el trámite administrativo se le indicará al progenitor que deberá asistir con la


madre para la generación del registro de identificación del hijo.

viii. En el caso donde el progenitor registra al hijo pero ha ejecutado un procedimiento


de tratamiento de reproducción asistida y no participa la madre (ni la biológica, ni
la que tiene voluntad procreacional).
Solo en este punto, el Registro Civil condicionará negativamente el trámite de la
inscripción de identificación de un hijo porque no es posible “asumir” que el varón
pueda tener hijos sin la participación de una mujer.
Un punto negligente si se toma en cuenta que es posible la “adopción individual”
de un menor y en la cual a un varón no se le impone una condición mayor que el
superar los requisitos administrativos y psicológicos que detalla el Ministerio de
la Mujer y Poblaciones Vulnerables.
b) La posibilidad de que se pueda registrar a un hijo con una identidad que no necesa­
riamente le corresponde.
En este punto, es posible detallar que el “registro” de identificación puede ser alterado
por quien ejecuta el procedimiento de inscripción.
Téngase en cuenta que en este tipo de situaciones surgen dos variables:
i. El que participa del registro conoce la identidad biológica del hijo a ser inscrito.
ii. El que participa del registro conoce su desvinculación biológica del hijo a ser ins­
crito y a pesar de ello opta por continuar el procedimiento de registro.
iii. El euqe participa del registro no conoce la identidad biológica del hijo a ser ins­
crito y asume como válida su paternidad a indicación de la madre.
Las tres variables son útiles al momento de la evaluación de una impugnación de pater­
nidad porque las consecuencias en la determinación del “consentimiento de voluntad” en la
generación de un acto jurídico son de referencia sustancial.
c) El hecho de que se pueda registrar a un niño sin conocimiento o participación de
un progenitor.
Vinculado a lo expuesto en el punto a)
d) El hecho de que la administración pública sea displicente en el registro de la identi­
ficación de un niño.
Situación que consideramos muy peligrosa para el establecimiento de una “seguridad
jurídica” que es competencia exclusiva de la administración pública.
Sin embargo, debemos detallar que esta situación se debe a la estructura tradicional
de valorar los contextos íntimos y privados familiares, sin tomar en cuenta que el “registro”
NOMBRE ART. 21

e “identificación” de un hijo son asuntos de naturaleza pública, porque involucra un acto


administrativo.
e) La flexibilización negativa de la seguridad jurídica, en particular la que atañe a un niño.
Cuando el niño va creciendo y surgen dudas, cuestiones o un proceso judicial en el
cual se consigne el error en su identificación surge un contexto en el cual es posible generar
varios resultados:
i. La tutela de una identidad en base al carácter dinámico del mismo, mantenién­
dose los apellidos de quien resulta no era el progenitor.
ii. La tutela de una identidad basada en la verdad biológica que permite la variación
de los datos registrados para excluir un “primer” apellido y consignar el dato bio­
lógico correcto con el apellido del auténtico procreador.
iii. La tutela de los derechos del “progenitor” consignado.

Sin embargo, la realidad judicial detalla que en estos casos este tipo de situaciones no
permite la generación de procesos de reparación civil y tampoco permite evaluar la punición
de estos hechos a la persona que registró o provocó el registro de identificación de un hijo
en forma dolosa.
No se toma en cuenta que en este ámbito, el hijo ha sido también afectado por esta situa­
ción, salvo se considere el hecho de que no es un sujeto de derechos.
f) El riesgo potencial de que en el futuro se requiera “modificar” la identidad de un
niño, en donde pueden llegar a ser contradictorios la “verdad biológica” y el “registro de iden­
tificación”, debiéndose evaluar la “identidad dinámica” del niño que probablemente ya sea
o adolescente o adulto.
g) El escaso nivel de punición a la discrecionalidad negativa de los progenitores de ins­
cribir la identificación de un niño sin que esta responda a una verdad biológica.
El abuso de derecho que puede generarse al “imponer” una paternidad sin que esta sea
acreditada biológicamente es un factor que al final provoca tres situaciones de lesiones: i. Al
propio “hijo”, ii. Al “progenitor” imputado de una paternidad, como regla general, iii. A la
seguridad jurídica, por cuanto se genera un “documento público” el cual al tener una condi­
ción legal genera una consecuencia que no es “valorada” objetivamente.
Como se puede observar, al año 1984 el procedimiento consignado en el Código Civil
detallaba sólo una referencia parcial que ha sido constantemente alterada por la propia inte­
racción de las personas que participan en el registro de identidad de un hijo, sean progenito­
res o terceras personas que figuran en el acto administrativo.

DOCTRINA
CORNEJO CHAVEZ. Derecho Familiar peruano. Décima edición. Gaceta Jurídica Editores. Lima, 1999;
ESPINOZA ESPINOZA. La Ley N° 28720 y el mal entendido derecho a la identidad del menor. Actualidad
Jurídica. Tomo 150. Gaceta Jurídica. Lima, 2006; TERRY GAMARRA. Un nombre acorde con nuestra rea­
lidad. En: Homenaje a José León Barandiarán. Tomo III. Fondo Editorial del Congreso del Perú. Lima, 2000.

JURISPRUDENCIA
T R IB U N A L CO NSTITUCIO NAL
C ontenido de la partida de nacim iento
{L a partida de nacimiento} es el documento a través de cual se acredita el hecho del nacimiento y, por ende, la existencia
de una persona. Con este asiento registral y sus certificaciones correspondientes en los registros civiles se deja constancia del
hecho inicial o determinante de la existencia de una personalidad humana. { ...} L a partida de nacimiento constituye un
asiento registral y sus certificaciones instauran probanza legal:
ART. 21 DERECHO DE LAS PERSONAS

D el hecho de la vida.
De la generación materna y paterna, salvo las omisiones por legitimidad.
D el apellido fa m iliar y del nombre propio.
De la edad.
D el sexo.
De la localidad en que surge a la existencia, que lleva consigo la nacionalidad.
De la soltería, mientras no se ponga nota marginal del matrimonio.
Es el documento que acredita la filiación y paternidad, la nacionalidad por la estirpe, la mayoridad automática, por el
transcurso del lapso legal, y la inscripción en otros registros, para efectos causales. L a partida de nacimiento en sí, y las
notas marginales correspondientes, debe constituir microbiografía jurídica de cada persona. De acuerdo con la legislación
de cada país, está establecido que el registro civil expide documentos que los interesados utilizan con el objeto de acreditar
los hechos que han sido motivo de registro. En algunos países se expide solamente un tipo de documento para cada especie de
hecho, el cual es una copia textual del asiento efectuado originalmente para realizar la inscripción del hecho en el registro;
a este documento se denomina partida. En otros países los documentos se expiden para cada hecho y pueden ser de texto dife­
rente, según el objeto a l cual esté destinado. {.. JM ediante estos datos se corrobora la form alidad y legalidad de la infor­
mación que se consigna en la partida de nacimiento, de acuerdo a la legislación peruana. L a partida de nacimiento debe
contener el nombre y apellido, así como la edad, estado civil, naturaleza, profesión u oficio y domicilio de las partes que
intervienen en el acto de inscripción (S T C E xp . N ° 0 2 2 7 3 -2 0 0 3 -P H /T C ).
CORTE SUPREMA
Solo procede una vez la inscripción del nacimiento en los registros civiles
Está probada la existencia de dos partidas de nacimiento de la demandada, lo cual no ha sido negado por ésta y que la
segunda inscripción no podía efectuarse porque ya se encontraba inscrito su nacimiento en el Registro Civil, por lo tanto la
segunda inscripción es nula, y consecuentemente, residía igualmente nula la protocolización de la sucesión intestada mate­
ria de autos porque ha sido elaborada sobre la base de la referida segunda partida de nacimiento de la emplazada, dispo­
niéndose la cancelación tanto de la multicitada partida así como de la inscripción preventiva y definitiva de la anotada
sucesión {Cas. N ° 2 0 2 8 -2 0 1 2 -A req u ip a ).
Obligación de expedir nueva partida de nacimiento ante reconocimiento o sentencia declaratoria de
paternidad
{ ...} sin mediar proceso ju d icial de filiación se anotó el reconocimiento sin asentar una nueva partida o acta de nacimiento
no observando que el reconocimiento se efectuó con fecha diez de marzo del año m il novecientos ochenta y siete y la modifica­
toria del artículo 3 8 7 del Código Procesal C ivil se dio mediante la Ley 2 9 0 3 2 el día cinco de junio del año dos m il siete
que dispuso la obligación de asentar una nueva partida o acta de nacimiento en el reconocimiento o sentencia declaratoria
de la paternidad o maternidad {Cas. N ° 2630-2 0 1 2 -C a ñ ete).

Improcedencia del pedido de exclusión del apellido del padre bajo el argumento que pueden coexis­
tir apellidos homónimos
En cuanto a la inaplicación del artículo veintiuno del Código Civil, si bien es verdad que la norma acotada dispone que
a l hijo extramatrimonial le corresponden los apellidos del progenitor que lo haya reconocido, también lo es que debe velarse
por el interés del menor, debiéndose proteger sus derechos de identidad y a l nombre, razón por la que no resulta amparable
el pedido de excluir el apellido paterno del nombre de la menor, máxime cuando el citado apellido no es un atributo par­
ticular del actor porque pueden coexistir apellidos homónimos {Cas. N° 3 8 0 2 -2 0 0 0 -A ncash).

L72
Apellidos del adoptado
Artículo 22.- El adoptado lleva los apellidos del adoptante o adoptantes.
El hijo de uno de los cónyuges o concubinos puede ser adoptado por el otro. En tal caso,
lleva como prim er apellido el del padre adoptante y como segundo el de la madre bioló­
gica o, el prim er apellido del padre biológico y el prim er apellido de la madre adoptante,
según sea el caso(*).
Concordancias:
C.C. arts. 377/ C.P.C. art. 781; C.N.A. art. 115

J u l io D u r a n d C a r r ió n

1. Análisis del artículo


Este artículo tiene una explicación lógica por cuanto el adoptado es por lo general un
expósito o un menor abandonado moral y materialmente que se incorpora a nueva familia,
que lo acoge como si fuera de él, por ello la filiación original del adoptado pierde su efecto
jurídico y es sustituida por el apellido del adoptante o los adoptantes.

El hijo adoptivo adquiere una familia no solamente desde el punto de vista espiritual y
afectivo, sino también desde el punto de vista jurídico, lo que implica una integración total
de adoptante y adoptado, lo que guarda plena relación con lo dispuesto en el artículo 377 del
Código Civil que establece que el adoptado asume la calidad de hijo del adoptante y deja de
pertenecer a su familia consanguínea.

La adopción es una figura jurídica de raigambre social y como tal es un acto muy soli­
dario y muy humano, por ello se trata de un acto con mucho contenido de amor. En este sen­
tido todas las normas que regulan la adopción deben ser simples para facilitar y promover esta
alternativa de paternidad, ello implica la sanción de normas jurídicas acordes a la realidad, para
no mediatizar los legítimos deseos de quienes quieren adoptar. Hay una serie de disposicio­
nes administrativas al respecto, pero es importante este artículo por que releva el apellido de
la familia natural para ser sustituido por el de la familia adoptante, lo cual es, a su vez, muy
positivo porque tiene un gran efecto psicológico y social que le permitirá al adoptado un pro­
ceso de integración familiar seguro y armonioso con toda la familia que lo recibe con amor.

Elaborar un asiento registral para dar fe de una adopción no es acto simple, sino que
debe revestir ciertas formalidades por que se está dando lugar a una partida de nacimiento
de una persona y como tal, la partida será su documento que la acredite como persona iden­
tificada con los apellidos de sus padres adoptantes, por ello se debe tener mucho cuidado con
este tipo de registros, más aún si tenemos en cuenta que la futura vida de relación y el pro­
ceso de socialización natural del adoptado se hará a partir de los apellidos que tenga en su
condición de adoptado.
Por lo expuesto, es pertinente comentar los aspectos legales mas importantes relacio­
nados con el procedimiento de adopción. Así, por ejemplo, cuando se sancionó la Ley de
Competencia Notarial en Asuntos No Contenciosos, Ley 26662 y su modificatoria a través
de la Ley 26809, se han establecido una serie de pautas legales para viabilizar la adopción de
mayores de edad, disponiendo la extensión de una nueva partida de nacimiento, por ejemplo.

(*) Segundo párrafo incorporado por la Ley N° 30084 del 22/09/2013. 173
ART. 22 DERECHO DE LAS PERSONAS

El 2 de abril de 2001 se ha publicado la Ley N° 27442, promulgada el 16 de marzo


último por medio de la cual se modifica el Artículo 379 del Código Civil.

La norma ha modificado aspectos procedimentales de la adopción en la parte ejecutora,


esto es cuando se materializa registralmente.

Las inscripciones de adopción anteriores a la Ley N° 27442 se han venido efectuando por
los Registradores de Estado Civil de la República, teniendo en cuenta las precisiones siguientes:

La inscripción registral de la adopción es un acto que emana de un mandato admi­


nistrativo o judicial. En consecuencia, es una inscripción de oficio.

En los actos administrativos de oficio sólo interviene el funcionario público auto­


rizado y debe consignar obligatoriamente la decisión judicial o administrativa que
sustenta el asiento.

La intervención de un declarante en una inscripción de oficio implica dos actos


(constitutivo y declarativo) que se contraponen.

Dada la condición de Registro Jurídico de los Registros de Estado Civil, las formalida­
des que conforman el acto registral deben mantener un estricto ceñimiento normativo, por
lo que en atención al carácter imperativo de la norma modificada por Ley N° 27442, deberá
tenerse en consideración una serie de pautas procedimentales, que con mucho acierto el Jefe
del RENIEC ha dispuesto para todos los registradores civiles a través del Oficio Circular N°
001-2001 JEF/RENIEC del 4 de abril del 2001. Dichas pautas son las siguientes:

1) De acuerdo a la norma la Resolución Administrativa, Judicial o Escritura Pública


que aprueba la adopción deberá ser comunicada a la Oficina de Registro de Estado
Civil donde se registró el nacimiento del adoptado, para que proceda conforme
dispone el artículo modificado.

2) El Registrador de Estado Civil deberá anotar en la parte marginal o en “Anota­


ciones Textuales” de la Partida de Nacimiento original, el Acta siguiente: “Por la
Resolución Administrativa (o judicial o por Escritura Pública) el titular de la pre­
sente Partida ha sido adoptado p o r .... xxxxx...... por lo que se dispone el archiva-
miento de la presente Partida, manteniendo su vigencia únicamente para los efec­
tos de los impedimentos matrimoniales”.

3) Simultáneamente, se deberá extender la nueva Partida de Nacimiento del adoptado


en el Libro de Nacimientos Ordinario de la Oficina de Registro de Estado Civil,
en la que se consignará como Declarante a el o los padres adoptantes, quienes par­
ticiparán del acto registral firmando la Partida por tratarse de un acto declarativo,
personal y directo.

4) Encontrándose prohibida toda mención respecto de la adopción, no podrá consig­


narse en la nueva Partida de Nacimiento la Resolución Administrativa, judicial o
Escritura Pública que dispone la adopción

En mérito de la disposición precedente, para los efectos de dar cumplimiento a la expe­


dición de certificaciones de la Partida original obligatoria para la inscripción en el Regis­
tro Unico de Identificación de las Personas Naturales, así como para los efectos de estable­
cer los impedimentos consanguíneos en la Declaración, Matrimonial, conforme dispone el
último párrafo del Artículo 379 del Código Civil y para el cese de la adopción que establece
174
NOMBRE ART. 22

el Artículo 385 del Código Civil, deberá consignarse en la parte de anotación textual de la
nueva Partida el número y año de la Partida original.

La expedición de certificaciones de la nueva Partida de Nacimiento se limitará al cuerpo


principal de la misma.

Estas disposiciones del RENIEC nos parecen muy acertadas porque no hacen sino resca­
tar la función evaluadora que tienen los registradores civiles, porque ellos no pueden ser meros
agentes receptores de un documento, ni mucho menos pueden inscribir mecánicamente un
acto registral, sino que su rol va mucho mas allá, ellos deben estudiar, analizar la documen­
tación que reciben y tomar todas las medidas de seguridad jurídica para garantizar no solo la
idoneidad de una inscripción sino también su validez, para que puedan surtir efectos jurídicos.

Entendemos que se quiera promover las adopciones como una alternativa para que muchos
niños abandonados tengan una familia que los acoja y les proporcione los cuidados que su
familia natural no ha podida dárselos, pero también es importante que para efectos de la ins­
cripción de estas adopciones se tengan en consideración los principios registrales y las normas
que sustentan el registro civil, para seguridad jurídica de los propios titulares de las partidas.

2. Alcances de la modificación efectuada por la Ley N ° 30084

El 21 de septiembre de 2013, se promulgó la Ley N° 30084 que agrega un párrafo al


artículo 22 del Código Civil precisando la figura que debería seguirse en aquellos casos que
los adoptantes sean esposos o convivientes y den una familia natural al adoptado, lo cual sin
lugar a dudas llena un gran vacío en la legislación sobre adopciones y en esencia es un avance
en el Derecho de Familia, que por años se mantuvo inerte ante una sociedad cambiante y
llena de presiones sociales crecientes y extendidas, que reclamaba una código civil más cer­
cano a los fenómenos sociales, que han cambiando las relaciones humanas y familiares y por
ende las normas creadas desde antiguo para regularlas.

El artículo 22 en referencia, establece lo siguiente:


«Artículo 22.- El adoptado lleva los apellidos del adoptante o adoptantes.
El hijo de uno de los cónyuges o concubinos puede ser adoptado por el otro. En
tal caso, lleva com o primer apellido el del padre adoptante y com o segundo el de
la madre biológica o, el primer apellido del padre biológico y el primer apellido
de la madre adoptante, según sea el caso». (El énfasis es nuestro)

De esta manera se hizo más eficiente el trámite registral civil de la adopción del hijo
de uno de los cónyuges por parte del otro, dando sentido lógico jurídico a un tema de suma
importancia en el Derecho, fortaleciendo la institución de la familia, favoreciendo su unidad
y su permanencia en el tiempo. Es así como el Derecho se adapta a la vida y a sus continuos
cambios, dejándose guiar por las necesidades humanas y cumpliendo su rol de facilitador
de relaciones interpersonales, porque como decía el Derecho es esencia vida, vida humana,
regida por normas que encarnan valores, como expresaba el maestro Mario Alzamora Valdez,
articulando jurídicamente la máxima del famoso libro de Recasens Sicches, Vida Humana,
Sociedad y Derecho,
Se reclamaba una solución que permitiese determinar con suficiencia conceptual, pre­
cisión normativa y coherencia sistémica que el nombre que tendría el adoptado, en el caso
en que este sea hijo de un cónyuge o concubino y, a su vez, vaya a ser adoptado por el otro
175
ART. 22 DERECHO DE LAS PERSONAS

cónyuge o concubino, sea estructurado de una manera tal que permita centrarse a los adoptan­
tes como familia y el adoptado tenga un seno familiar donde pueda cumplir su proyecto vital.

El artículo 22 del Código Civil, antes de ser modificado, solo contemplaba la situación
jurídica de que el adoptado fuera una persona ajena al adoptante, por lo que se regulaba de la
siguiente manera: «Artículo 22.- El adoptado lleva los apellidos del adoptante o adoptantes».
De esta forma, se excluía la posibilidad de generar un vínculo de padre e hijo entre el adop­
tante y el adoptado hijo de su cónyuge, ya que este último no llevaría los apellidos de ambos,
como un hijo de ellos, sino que, por una imprecisión de la ley, debía llevar los apellidos del
adoptante. Felizmente esta situación ha sido superada por la Ley N° 30084, poniendo al
Código Civil a la vanguardia de las nuevas tendencias del Derecho Civil de cara al siglo XXI.

DOCTRINA
FERNANDEZ SESSAREGO. Derecho de las Personas, Exposición de motivos y comentarios al Libro Pri­
mero del Código Civil Peruano. Librería Studium Editores. Lima, 1986; ESPINOZA ESPINOZA. Derecho
de las Personas. Tercera edición. Ed. Huallaga. 2001; ALTERINI. Derecho Privado. Segunda edición actua­
lizada. Primera reimpresión. Abeledo-Perrot. Buenos Aires, 1977; Abelenda. Derecho Civil. Parte general.
Tomo II. Astrea. Buenos Aires, 1980; ACUNA ANZORENA. Consideraciones sobre el nombre de las perso­
nas. Abeledo-Perrot. Buenos Aires, 1961; CIOCCO y SÁNCHEZ URITE. El nombre de las personas natu­
rales. Abeledo-Perrot. Buenos Aires, 1970; Vial del Río y Lyon Puelma. Derecho Civil. Teoría General de los
Actos Jurídicos y de las Personas. Ediciones Universidad Católica de Chile. Santiago; MESSINEO. Manual de
Derecho Civil y Comercial. Tomos II y III. Ediciones Jurídicas Europa América. Buenos Aires, 1979; AGUI-
LAR GORRONDONA. Derecho Civil. Personas. Universidad Católica Andrés Bello. Caracas, 1963; RUBIO
CORREA. El ser humano como persona natural. PUCP. Lima, 1995.

176
Nombre del recién nacido de progenitores desconocidos
Artículo 23.- El recién nacido cuyos progenitores son desconocidos debe ser inscrito con el
nombre adecuado que le asigne el registrador del estado civil.

Concordancias:
C. art. 2 inc. 1); C.C. art. 19 LEY 26497 art. 48

M a n u e l B e r m ú d e z T a p ia

1. I n t r o d u c c ió n
Analizando el ámbito de proyección del “Interés Superior del Niño” es posible ubicar
en la realildad una situación anacrónica y disfuncional en la empleabilidad de este metaprin-
cipio y es el caso del artículo en evaluación.
El contenido del metaprincipio está orientado a desarrollar una búsqueda creativa y a
generar un resultado creativo, que exige la experiencia de quien plantea su empleo. En cam­
bio, el principo, es un tipo de norma que regula algo por estar basado en una evolución de
las reglas que vienen de la costumbre y que se han institucionalizado, formando parte de las
leyes, usualmente en el ámbito del desarrollo de parámetros generales preliminares, como
suele suceder en los Códigos (Suárez, 20006, p. 83).
Considerando que el contenido dogmático de ambos términos resulta ser confuso, la
referencia práctica permite detallar la diferenciación:
a) Cuando se emplea un principio, como el de la buenafe, su alcance y contenido está
directamente relacionado con un hecho o acto en particular.
b) Cuando se emplea un metaprincipio se debe tener en cuenta un valor adicional para
poder generar su alcance específico, según sea el caso.
Por ello, los metaprincipios como dignidad, debido proceso, tutela judicial efectiva requie­
ren de ser complementados por otros elementos para así poder ser aplicados a una situación
específica.
Lo detallado permite determinar la naturaleza jurídica del “Interés Superior del Niño”
como un metaprincipio, porque este no es aplicable de modo directo y abstracto dado que
sólo es posible de emplear cuando se registran variables complementarias y vinculadas, como:
a) Cuando surga una situación contradictoria con terceras personas, generalmente
sus progenitores, quienes también registra una condición de “sujetos de derechos”.
Entonces como las tres personas, una familia en crisis o donde se registren incon-
venietnes de carácter legal, son “sujetos de derechos”, por principio de igualdad,
no es posible considerar elementos que permitan una diferenciación de condicio­
nes que pueden determinar derechos y obligaciones. Ante esta situación, es que la
empleabilidad del ISN permite ponderar los derechos del hijo frente a sus propios
progenitores y esta situación sólo se da en casos donde surga la duda metodológica
al momento de determinar una condición tuitiva.
b) Cuando el Estado debe ejecutar o una Política de Estado o una Política Pública
a favor de niños y adolescentes, por cuanto deberá tener en cuenta el contexto de
vulnerabilidad y vulneración de este grupo poblacional.
ART. 23 DERECHO DE LAS PERSONAS

Por tanto, el ISN no es un elemento que pudiera ser aplicado de modo directo en
cualquier circunstancia y la mejor evidencia se registra en el análisis del presente
artículo.

2. El abandono material ante el escaso registro


de una base de datos biológico
En el país como en la gran mayoría de países en el mundo, al menos desde una pers­
pectiva formal, no existen bases de datos biológicos en los cuales se pueda determinar una
“identificación biológica” ante situaciones en las cuales la identidad de una persona pueda
ser requerida.
Eventualmente esto es mucho más próximo a la evaluación de la identidad de una per­
sona fallecida y sobre el cual inclusive la Corte Interamericana de Derechos Humano no ha
logrado brindar un alcance real, objetivo y práctico a favor de los deudos de quienes fueron
víctimas en casos de genocidio o asesinato selectivo por parte del Estado.
Casos como el de “La Cantuta vs. Perú” en la Corte Interamericana de Derechos Huma­
nos, como muchos otros donde se evalúa la desaparición o el asesinato, constituyen una refe­
rencia en la cual la identificación biológica se convierte en la última esperanza para lograr
vincular a una persona determinada con una realidad familiar (Rincón, 2010, p. 60) que se
encuentra en un segundo nivel de victimización.
En este sentido, la importancia de valorar el “derecho a la verdad” permite detallar que
este aspecto técnico detallado es un factor que sólo se ha tratado en el ámbito penal y cons­
titucional, pese a que en esencia se está analizando un contexto donde priman las relaciones
familiares, generalmente en situaciones fatales.
Y el análisis del presente artículo nos permite detallar que en casos donde un niño recién
nacido es abandonado por sus progenitores, el procedimiento de generar su “identificación”
resulta ser ejecutada por la administración pública, sin que se tenga en cuenta:
a) La condición de protección del niño en situación de abandono. Parecería ser que
la lectura del artículo en mención hace énfasis en el “nombre” pero no en lo más
importante que es la protección de su integridad.
b) La obligación de buscar a los progenitores o de asignar un nivel de tutela para así
atenuar el impacto negativo que produce el abandono.
Situaciones que pueden ser observadas principalmente porque el Código Civil respon­
diendo a una tradición histórica detallada en el Código Civil francés de 1804 y al Codex
de Justiniano se “concentran” en elementos normativos autonómicos sin tomar en cuenta el
contexto en el cual se encuentran vinculados con otros elementos de necesaria regulación.
La falta de una atención humana a una situación de extrema gravedad por ejemplo no
ha sido atendida en la Comisión que ha planteado las Reformas al Código Civil de 1984 y se
mantiene el esquema de “analizar” individualmente los artículos como si estos fueran exclu-
yentes frente a los alcances de otros artículos y este artículo en evaluación permite detallar
tal situación.
A consecuencia de lo detallado, es posible generar el análisis de los siguientes puntos:
a) La inscripción de una identidad es asumida por un funcionario público sin parti­
cipación de un órgano jurisdiccional que registre el estado de abandono material.
NOMBRE ART. 23

Luego de la “inscripción” de carácter administrativo recién participa el órgano


jurisdiccional y consideramos que esta situación es un error.
b) El nivel de acción de la administración pública se ejecuta sin un control judicial,
en particular en la determinación de la “identidad”, del “lugar de residencia” o del
“nivel de atención” a favor de su desarrollo.

En este sentido, ¿bajo que parámetros el funcionario que ejecuta la inscripción


desarrolla dicho procedimiento?

Eventualmente y puede suceder, el procedimiento de inscripción en el registro de


estado civil se puede ejecutar sin que se haya desarrollado por los progenitores un
verdadero abandono. Téngase en cuenta que en los últimos años se han registrado
muchos casos de secuestros de bebes y ante la posibilidad de ser capturados, los
captores de niños optan por ejecutar un abandono del niño.

En estas circunstancias, el registro del nombre debería estar a cargo de un juez,


a quien se le debería requerir que también se declare la condición de abandono
material y de este modo registrar una identidad (nombre) y se desarrolle el proce­
dimiento de atención y cuidado al niño en una entidad pública para que así con
una “adopción”, por ejemplo, se pueda reducir el período de tiempo en el cual el
niño queda sujeto al cuidado del Estado.

c) El “registro” de una identidad en un menor en situación de abandono permite


detallar que no hay un procedimiento derivado, en forma obligatoria, que per­
mita observar una reacción de las entidades estatales en la protección del niño
en dicha situación.

El artículo en evaluación solo se detiene en un aspecto puntual y no logra vincu­


larse con alguna acción específica que permita:

i. Que el órgano jurisdiccional, pueda disponer de un procedimiento que regule


la guarda o cuidado del menor en situación de abandono.

ii. Que los órganos fiscales y policiales puedan iniciar el procedimiento de inda­
gación e identificación de los progenitores para determinar las condiciones en
las cuales se ejecutó el abandono material.

iii. Que los órganos de la administración pública puedan ejecutar una acción de
atención inmediata ante una situación de emergencia extrema, considerando
el hecho de que se trata de un “recién nacido” en situación de abandono.

DOCTRINA
Rincón, Tatiana (2010) Verdad, justicia y reparación: la justicia de la justicia transicional. Bogotá, Editorial Uni­
versidad del Rosario; Suárez Molano, José Olimpo (2006) Crítica a la razón en la filosofía del siglo X X . Antio-
quía, Universidad de Antioquía

179
Derecho de la mujer de llevar el apellido del marido
Artículo 24.- La mujer tiene derecho a llevar el apellido del marido agregado a l suyo y a
conservarlo mientras no contraiga nuevo matrimonio. Cesa ta l derecho en caso de divor­
cio o nulidad de matrimonio.
Tratándose de separación de cuerpos, la mujer conserva su derecho a llevar el apellido del
marido. En caso de controversia resuelve el juez.

Concordancias:
C .C .arts. 29, 2 1 4 yss., 332 y ss., 348 y ss.

M a n u e l B e r m ú d e z T a p ia

1. Introducción
Los patrones sociales, culturales y políticos son usualmente constantes en los países
donde impera el uso del sistema jurídico romano-germánico con elementos adicionales canó­
nicos y franceses, como ocurre en el Perú.
De este modo, el empleo de los “apellidos” mantiene una tradición histórica que data de
las épocas preexistentes al Imperio Romano y que en dicho momento se institucionalizó, deta­
llándose en forma específica la importancia de la familia, como eje socio cultural y político
de vital importancia en la gestión del Estado y de la propia sociedad.
Sin embargo, en la actualidad, el análisis del uso de los “apellidos” permite detallar algu­
nas referencias particulares:
a) En países como Brasil, por ejemplo, el uso del apellido en la identificación de un
hijo no necesariamente guarda relación al orden tradicional del “padre” y luego de
la “madre”, y muy por el contrario, el apellido preferente es el de la madre.
b) En Argentina, la visión de grupos sociales feministas y de ideología de género logra­
ron modificar el contenido del Código Civil en el año 2015 generando una. pari­
dad formal y objetiva entre varón y mujer, evidenciándose este punto en la regu­
lación del divorcio que ya no requiere de una condición especifica para iniciar su
trámite.
Por tanto, corresponde evaluar la importancia de mantener en la legislación civil un
artículo “tradicional” en un contexto en el cual la identidad y la vinculación familiar no guar­
dan la misma relación sociocultural como en antaño mas aún en contextos donde la violencia
sobre la mujer constituye un patrón referencial negativo que incide gravemente en la propia
dignidad de la “mujer”, si se toma en cuenta el carácter extensivo del término “de”, el cual
hace referencia al cónyuge que en esencia anula la identidad primigénia generando una con­
dición de identificado nueva que inclusie es extendida hasta en casos de separación de hecho.

2. El patrón histórico en la formación de los apellidos


El apellido constituye una herramienta que identifica a las personas en la sociedad, en
particular generando condiciones que denotan su estatus social, cultural, económico, pol-
tico y étnico.
Por tanto es un factor que genera inclusión y a la misma vez genera exclusión y por ello
su importancia es muy significativa en las sociedades de todo el mundo y su referencialidad
es tal que el carácter hereditario es derivado como signo característico.
NOMBRE ART. 24

Esto permitía identificar a los hijos naturales de quienes eran procreados fuera de una
relación matrimonial y permitía excluir a determinadas familias del acceso a cargos públicos
en casi toda la historia de la humanidad.

Sin embargo un factor muy histórico es el hecho del empleo del apellido solo a los varo­
nes y esto está vinculado al hecho de la condición de sujeto con derechos, que es diferente a
“sujeto de derechos” y principalmente porque a la mujer se le consideró siempre un elemento
poblacional dependiente o del padre o del cónyuge.

De este modo, Juan Sebastián Eián (2001, p. 11) detalla que en España hasta 1870 las
mujeres eran inscritas en el registro de identidad con los apellidos del marido y si era soltera,
la inscripción genera la feminización del apellido paterno.

Una referencia muy generalizada en el contexto europeo que se hizo extensivo en Amé­
rica, sobre todo en el sur del continente pero porque permitía generar una referencia histó­
rica y social: la pertenencia a una familia dirigida por un varón que tenía como antecedente
al antiguo pater familis romano.
En el ámbito anglosajón, la variable está detallada en el uso del prefijo “de”, por cuanto
a la situación matrimonial, la mujer adiciona a su apellido el del cónyuge, generándose el “sis­
tema del doble apellido”, descartándose el apellido materno original.

En Italia y Argentina, quien sigue el ejemplo del primero, el apellido “materno” es anu­
lado por el sistema administrativo a causa de una tradición socio cultural que denota el des­
uso del uso de los dos apellidos y pondera solo el empleo de uno.

3. Las críticas frente a la identificación de una mujer casada


con respecto del uso del apellido del cónyuge
El análisis del presente artículo permite detallar estos aspectos puntuales:

a) El derecho de la mujer de llevar el apellido del cónyuge, el cual se adiciona al suyo.

En forma sustancial, la mujer “incorpora” a una identidad ya generada, estable y


socialmente aceptada un nuevo apellido más el prefijo que indica un uso tradicio­
nal de “pertenencia”.

El carácter valorativo social de “pertenencia” a una nueva familia que es diferente


a la original representa un valor inadmisible en la actualidad por cuanto dismi­
nuye la dignidad de la persona que se encuentra “en facultad” de proceder a gene­
rar dicho cambio.
En términos objetivos, esta “adición” de apellidos igualmente constituye una refe­
rencia negativa en el ámbito de la seguridad jurídica porque surge un “nombre”
diferente al que se registraba antes de un matrimonio.

b) El derecho de “conservar” el apellido del cónyuge luego del divorcio o nulidad del
matrimonio mientras no se genere un nuevo matrimonio por parte de la mujer.

En forma mucho más negativa que lo detallado en el punto precedente, observa­


mos que la mujer pierde su carácter autonómico respecto de su identidad al “con­
servar” una referencia a una condición “que ha finalizado” pero que permite exten­
der en el tiempo un status socio familiar.
ART.24 DERECHO DE LAS PERSONAS

Eventualmente si el excónyuge opta por contraer un segundo matrimonio con otra


persona, en el registro civil tendría a “dos mujeres” registradas con su apellido como
si ambas mantuvieran en el mismo tiempo una misma referencia conyugal sin que
esto genere derechos y obligaciones como matrimonios paralelos.

c) En caso de separación de cuerpos e inclusive una separación de hecho, surge el


“derecho” de “conservar” el apellido del cónyuge.

Conforme a lo detallado previamente, la disfuncionalidad del contenido del artículo


en evaluación nos permite detallar que la “identidad” que suele estar impregnada
de muchos elementos de validación y otorgamiento de garantías para evitar su des­
naturalización se flexibiliza cuando se trata de identificar a una mujer que ha con­
traído un matrimonio, se ha divorciado o se ha separado.
Una referencia que puede constatarse en el ámbito del registro de hijos procrea­
dos por mujer casada pero con pareja diferente al cónyuge y que eventualmente
se observa en el ámbito del registro civil nacional porque la declarante al mante­
ner el “apellido del esposo más el prefijo ‘de’” registra dicha condición o estatus
civil en forma complementaria al registro del padre biológico, quien debe asumir
este hecho que puede generar una situación incorrecta en la inscripción del hijo
de ambos.

4. El contexto disfuncional de una regulación


normativa anacrónica
Durante los últimos treinta años se han registrado más convivencias que matrimonios,
como también se ha registrado el hecho de un mayor número de nacimientos de hijos en
familias monoparentales.
Un hecho que permite cuestionar la legitimidad del artículo en evaluación en la actua­
lidad porque impone en forma indirecta:
a) Una condición de prevalencia del matrimonio frente a otras manifestaciones socio
familiares para la generación de una “familia”.
En este punto, téngase en cuenta que la jurisprudencia desde el año 2006 tutela
la facultad de cualquier persona de generar el tipo de familia que considere apro­
piado para su propia realidad.
Este antecedente proviene de la referencia y alcances de la STC N° 09332-2006-
PA/TC y es que en dicha circunstancia se tuteló la institucionalidad de la “fami­
lia ensamblada”.
b) Una situación disfuncional porque permite flexibilizar la identidad de una persona
a raíz de la generación de un acto jurídico, sin tomar en cuenta que solo se condi­
ciona a la “mujer” y no al varón.
c) Una referencia negativa que se extiende en la sociedad al conservarse la condición
vinculante de pertenencia a una persona y/o familia ajena a la original.
d) Una condición que no visibiliza a la mujer en la actualidad, tomando en cuenta
que la mitad de la Población Económicamente Activa (PEA) son mujeres y por
tanto esa autonomía económica, laboral, profesional, social y cultural respecto de
sus propias familias queda anulada con la referencia que involucra el alcance del
presente artículo en evaluación.
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NOMBRE ART.24

d) Un patrón vinculado a la preservación de valores sociales negativos, especialmente


en la población masculina porque al extender su apellido sobre la cónyuge, pro­
cura establecer una condición sujeta a un factor psicológico que no resulta válido
en un contexto donde la igualdad material entre varones y mujeres es un objetivo
de Política de Estado.
e) Una condición vinculada a un contexto íntimo y privado que no genera una con­
dición pública en el ámbito de la modificación de una identificación, conforme los
alcances del artículo 30 del Código Civil.

DOCTRINA
Elián, Juan Sebastián (2001) E l gran libro de los apellidos y la heráldica. Barcelona, Ediciones Robinbook.

JURISPRUDENCIA
PLENOS CASATORIOS
Declarado el divorcio, la mujer pierde el derecho de llevar el apellido de su marido
El primer efecto o consecuencia -común a todas las causales- es el de la disolución o rompimiento del vínculo matrimonial
y, con ello, el término de los deberes morales que derivan del matrimonio, como son: cohabitación, fid elid a d y asistencia
mutua. Se incluye además el cese del derecho de la mujer a llevar el apellido del marido agregado a l suyo (artículo 2 4 del
Código Civil) (Cas. N ° 4664-2010-Puno. III Pleno Casatorio. Considerando 43).

CORTE SUPREMA
Disuelto el vínculo matrimonial, la mujer deja de tener el derecho de llevar el apellido de su cónyuge
{ ...} debe declararse el fenecimiento del derecho de la cónyuge de llevar el apellido del marido y del derecho sucesorio entre
ambos cónyuges (Cas. N ° 958-2010-Puno).

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