Subsidio MATERIALES SESIÓN 2 Ok
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ORACIÓN
“Quiero servirte, Señor”
Señor Jesús,
me pongo a tu disposición para el servicio de tu
reino,
para el trabajo que creas conveniente,
para empezar y volver a empezar
cuantas veces sean necesarias.
Señor Jesús,
quiero contar contigo como un aliado seguro que
me defienda y me guie sin imponerme qué hacer,
invitándome a colaborar en libertad
como es propio de tu amor.
Señor Jesús,
deseo servirte con lo que tengo, y como soy.
Aunque sea débil y te falle cuenta conmigo de
nuevo porque, para mí, poder servirte es un
premio, una bendición.
AMÉN.
TESTIMONIO DE UN CATEQUISTA
Hola soy Joaquín, nunca pensé que iba a ser catequista
y menos que iba a participar en un grupo parroquial.
Llegué a la Parroquia hace 11 años, como muchos de
los jóvenes que llegan a la catequesis de
Confirmación, invitado por un amigo de mi
promoción de colegio. Al principio asistía por
cumplir, pero conforme avanzó la preparación, y
gracias al testimonio de los catequistas que me
prepararon, llegué a finalizar la Confirmación, y fue
su testimonio de vida lo que me motivo a ser
catequista, pues comprendí que CRISTO nos necesita
a cada uno de nosotros para que llevemos su mensaje
a todos lados y a cualquier persona y como a mí me
transmitieron otros la fe, yo me siento llamado a
hacerlo con los demás. Por eso creo que es necesario
concientizar a las nuevas generaciones a continuar la
labor de extender el mensaje de Jesús.
PROFUNDIZACIÓN BIBLICA:
Texto: Jn 20, 21
De Jesús, crucificado y resucitado, nosotros recibimos la misión, la misma que Él recibió del Padre.
Y, también para nosotros Él repite: “¡La paz esté con ustedes!”. La repetición recalca la importancia
de la paz. Construir la paz forma parte de la misión. La paz que Jesús nos deja significa mucho más
que ausencia de guerra. Significa construir un conjunto humano armonioso, en el que las personas
puedan ser ellas mismas, con todo lo necesario para vivir, y donde puedan vivir felices y en paz. En
una palabra, quiere decir construir una comunidad, según la “comunidad” del Padre, del Hijo y del
Espíritu Santo.
Juan ha cuidado mucho la escena en que Jesús va a confiar a sus discípulos su misión.
Quiere dejar bien claro qué es lo esencial. Jesús está en el centro de la comunidad llenando a todos
con su paz y su alegría, pero a los discípulos les espera una misión. Jesús no los ha convocado solo
para disfrutar de Él, sino para hacerlo presente en el mundo.
Jesús los “envía”. No les dice en concreto a quiénes han de ir, qué han de hacer o cómo han de
actuar: “Como el Padre me ha enviado, así también los envío Yo”. Su tarea es la misma de Jesús.
No tienen otra: la que Jesús ha recibido del Padre. Tienen que ser en el mundo lo que ha sido Él. Ya
han visto a quiénes se ha acercado, cómo ha tratado a los más desvalidos, cómo ha llevado
adelante su proyecto de humanizar la vida, cómo ha sembrado gestos de liberación y de perdón.
Jesús los envía ahora para que “reproduzcan” su presencia entre la gente.
No obstante, Jesús sabe que sus discípulos son frágiles. Más de una vez ha quedado sorprendido
de su “fe pequeña”. Necesitan su propio Espíritu para cumplir su misión. Por eso, se dispone a hacer
con ellos un gesto muy especial. No les impone sus manos, ni los bendice, como hacía con los
enfermos y los pequeños: exhala su aliento sobre ellos y les dice “Reciban el Espíritu Santo”. El
gesto de Jesús tiene una fuerza que no siempre sabemos captar. Según la tradición bíblica, Dios
modeló a Adán con “barro”; luego sopló sobre él su “aliento de vida”; y aquel barro se convirtió en un
“viviente”. Eso es el ser humano: un poco de barro, alentado por el Espíritu de Dios. Y eso será
siempre la iglesia: barro alentado por el Espíritu de Jesús. Creyentes frágiles y de fe pequeña:
cristianos de barro, diáconos, sacerdotes y obispos de barro, comunidades de barro… Solo el
Espíritu de Jesús nos convierte en iglesia viva.
Las zonas donde su Espíritu no es acogido quedan “muertas”. Nos hacen daño a todos, pues nos
impiden actualizar la presencia viva de Jesús. Muchos no pueden captar en nosotros la paz, la
alegría y la vida renovada por Cristo. No hemos de bautizar sólo con agua, sino infundir el Espíritu
de Jesús. No solo hemos de hablar de amor, sino amar a las personas como las amaba Él.
PROFUNDIZACIÓN DOCTRINAL:
¿Qué significa ser “testigos de Cristo”?
Significa que el Espíritu Santo nos ayuda a vivir la fe cristiana y a dar testimonio de ella ante
los demás mediante nuestro ejemplo.
¿Cómo podemos ser luz del mundo? ¿Cómo podemos dar testimonio de Cristo en medio de
los hombres?
El signo característico del cristiano auténtico es el amor, el amor a Dios y el amor a los
hermanos.
Seremos sal de la tierra, luz del mundo, en la medida que seamos testigos fieles del amor sin
límites de Jesucristo en nuestra propia vida. Es la única prueba convincente de que Él sigue
vivo: que nuestra comunidad cristiana, nuestras familias, cada uno de nosotros vivamos con
tanto amor y entrega servicial, que los demás sientan ganas de unirse a nosotros. Que ellos
solo puedan explicarse nuestra entrega cristiana, admitiendo que cristo se ha hecho vivo de
nuevo en nosotros.
TESTIGO DE CRISTO EN EL MUNDO EN PROFUNDIDAD:
El Papa Francisco, en la Jornada Mundial de la Juventud, les pidió a los jóvenes que sean
revolucionarios. Y no sólo el Papa…, incluso, Dios quiere que sean revolucionarios, creativos,
valientes. Y los quiere tanto que creó un Sacramento para que lo seamos…
Si bien Dios pudo haber decidido hablarnos desde el Cielo, como lo hizo en el Bautismo de Jesús o
en la Transfiguración, o pudo haber hecho que su voz saliese desde el fondo de la tierra, quiso
entregarnos su Palabra, de una forma muy específica; de boca en boca. Dios quiso que el amor
manifestado en su palabra fuera anunciado y entregado de generación en generación por medio de
hombres y mujeres específicos: Moisés habló en nombre de Dios ante los egipcios y el pueblo
escogido; los profetas hablaron ante reyes y todo Israel; María con sus “Sí” habló a todas las
generaciones, etc…
La forma que Dios ha escogido para acercarse a nosotros es a través de nosotros mismos, los seres
humanos. Por eso, quiere darnos todo lo que necesitamos, así como hace más de dos mil años, en
Pentecostés hizo que los apóstoles, hombres débiles, cobardes, que estaban escondidos y
encerrados, salieran y se llenaran de la fuerza de Dios y lo anunciaran ante todos los pueblos.
Hoy a los cristianos, catequistas, guías, animadores, jóvenes… se nos confía la misión de llevar el
tesoro de nuestra fe a los demás. Dios cuenta con nosotros para que otros los puedan conocer. Y
esa fuerza en la debilidad, ese poder, esa Gracia, nos llega de una manera privilegiada para
compartirlo hoy en el Diocesano; somos llamados de forma muy especial a ser testigos de Dios en
este mundo, a ser luz para muchos, a que nuestro comportamiento, acciones y vida entera hablen y
anuncien a Dios.