Espana - La Victoria Era Posible - Prologo
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Santiago Lupe
Una escuela que debía servir para la preparación de las próximas revolucio-
nes que desataría la guerra imperialista que se inició solo seis meses después
de la entrada de Franco en Madrid.
Desde el CEIP queremos hacer llegar al lector del siglo XXI estos textos
que contribuyen a poder conocer uno de los procesos revolucionarios más
importantes del siglo XX, cuyas lecciones merecen ser conocidas por los
jóvenes y trabajadores que vienen saliendo a la lucha al calor de la actual
crisis capitalista. La revolución española estuvo atravesada por grandes
debates de programa y estrategia que lejos de ser exclusivo objeto de histo-
riadores vuelven a la escena en la actualidad.
La lucha por las demandas democráticas estructurales, el rol de las dife-
rentes direcciones del movimiento obrero como los reformistas o anarco-
sindicalistas, el papel de los estalinistas como verdugos de la revolución, el
de las formaciones políticas de la pequeñoburguesía, las grandes políticas
de conciliación de clases como el Frente Popular como freno de la revolu-
ción, el papel de grupos que oscilaban entre un discurso que hablaba de
revolución y una práctica que iba a remolque de los sepultureros de esta, las
oportunidades que se abrieron para la construcción de una dirección obrera
revolucionaria y la necesidad de la misma para la victoria son algunas de las
cuestiones que el lector de hoy va a poder encontrar en estas páginas.
Al acercarse a ellas resulta inevitable trazar las comparaciones con los
procesos de la lucha de clases y fenómenos políticos que se vienen dando
desde el inicio de la crisis capitalista. Sin duda, es el mejor uso que podemos
hacer de estos escritos. Como el conjunto de las publicaciones del CEIP,
el presente volumen persigue contribuir a que las nuevas generaciones de
luchadores de la juventud y la clase trabajadora no partamos de cero en los
combates que la actual crisis capitalista promete generar.
6 Ibídem, p. 85.
7 “Clase, partido y dirección”, p. 429.
nacionalista, ya que para las importantes tareas nacionales de cada grupo era
imprescindible “seguir con cuidado el trabajo de las demás secciones de la
Oposición de Izquierda Internacional”14, así como los puntos más candentes
de la lucha de clases en el mundo, como era en aquel momento Alemania y
el constante ascenso del NSPD. Trotsky consideraba que estas tareas inter-
nacionales estaban claramente devaluadas en el grupo español y las conside-
raba cruciales para la formación de sus dirigentes y cuadros. Por eso para él
“la principal desgracia de la Oposición española” era que “sus dirigentes se
han obstinado en mantenerla alejada de la vida y luchas intestinas de otras
secciones, quitándole así todo acceso a la experiencia internacional, que es
irremplazable”15.
disminuyen cada día y pierden toda autoridad sobre las masas obreras”17.
Sin embargo, tal y como advertía Trotsky, el PCE seguía siendo el que usur-
paba las banderas de la Revolución de 1917 y de la URSS.
La claudicación de los dirigentes socialistas en octubre del ‘34 será para
muchos militantes socialistas el “contacto con la realidad” que los llevará a
romper con sus direcciones. Pero no lo harán dirigiéndose a una ICE que se
había negado a ingresar para combatir a esos mismos dirigentes. Tampoco a
una ICE que, como veremos, en Cataluña actuaba en alianza con el BOC,
que ponía al movimiento obrero detrás del presidente de la Generalitat.
A lo largo de 1934 y 1935 los oposicionistas españoles rehúsan entrar a
las Juventudes Socialistas mientras el estalinismo comienza a desorganizar y
cooptar a la joven ala izquierda del socialismo.
Finalmente será el PCE, bajo la nueva dirección de Pasionaria y José
Díaz, quien logrará ir atrayendo a sus filas a miles de militantes radicali-
zados de las Juventudes Socialistas y la UGT. Un proceso que culminará
con la fusión de las Juventudes Socialistas y Comunistas en las Juventudes
Socialistas Unificadas, meses antes del inicio de la guerra civil. Dicha fusión
significará para Trotsky “que los mercenarios de la Internacional Comunista
van a burlar y destruir las mejores energías revolucionarias”18. La oportu-
nidad perdida por la ICE era aprovechada por el estalinismo que lograría
desviar y “reeducar” a la mayoría de esos jóvenes detrás de las banderas del
estalinismo.
17 Emilio Ruiz ( Juan Andrade) “El ingreso del estalinismo en las Alianzas Obreras
y su campaña contra el trotskismo”, Comunismo Nº 39, septiembre de 1934.
18 “¿Qué deben hacer los bolcheviques en España?”, p. 253.
19 Ver en el anexo a esta edición: “Resolución del Comité Ejecutivo de la ICE”.
20 Ver en el anexo a esta edición: “Carta a un camarada norteamericano”.
22 Ver en el anexo a esta edición: Jean Rous, “Informe sobre la fusión de la ICE
(sección de la LCI) y el BOC”, pp. 476-8.
una amarga experiencia con los límites que esa coalición imponía a la reali-
zación de sus aspiraciones democráticas y sociales.
Los cinco meses del gobierno del Frente Popular antes de la guerra civil
estuvieron marcados por un ascenso galopante de la lucha de clases comba-
tido desde el mismo gobierno. La misma promesa de liberación de los presos
políticos y restitución en sus puestos de trabajo de los obreros despedidos fue
llevada adelante por manifestaciones a las prisiones y huelgas obreras antes
de que el nuevo gobierno tuviera tiempo de decretarlas. La lenta y limitada
reforma agraria del “bienio reformista”, nuevamente puesta en marcha, fue
cuestionada por la ocupación de fincas en Extremadura y Andalucía llevada
a cabo por decenas de miles de campesinos. En todas las ciudades se vivi-
rán grandes huelgas locales y de diversos sectores desde la construcción de
Madrid hasta los dependientes de comercio en Barcelona. En este clima, el
POUM tratará de incrementar su crítica ante el gobierno del Frente Popular,
pero lo hará permaneciendo en el mismo, como lo demostraba su intención
de integrar las candidaturas de la coalición para las elecciones municipales
de abril de 1936, que finalmente quedaron aplazadas. Trotsky, en días pre-
vios al inicio de la guerra civil, señalaba como “a cada tentativa de crítica
del Frente Popular –y Maurín y Nin ahora hacen intentos desesperados en
ese sentido–, los burgueses radicales, los socialdemócratas y los comunistas
replicarán inevitablemente: ‘¡Pero si ustedes mismos han participado en la
constitución del Frente Popular y han firmado su programa!’”25. Y de una
manera que resultará premonitoria de cuál iba a ser la política del POUM
en las semanas siguientes añadía: “los pequeños crímenes y las pequeñas
traiciones que, en período normal, pasan casi desapercibidos, encuentran un
eco poderoso en el momento de la revolución”26.
y se imponía sobre las ruinas del Estado republicano, o este sería quien lo
liquidase por medio de la integración o la eliminación directa de los nuevos
organismos. Una disputa que en mitad de la guerra civil contra el fascismo
tomó la forma del debate entre “primero ganar la guerra” por un lado, o
hacer la revolución y la guerra al mismo tiempo, por el otro.
Trotsky planteará desde el principio la relación dialéctica entre lo mili-
tar y lo político. Para él “(...) en el plano puramente militar, la revolución
española es más débil que sus enemigos. Pero su fuerza consiste en que
es capaz de arrastrar a amplias masas. Incluso es capaz de privar a los
oficiales reaccionarios de su ejército. Solo hace falta llevar adelante seria y
sagazmente el programa de la revolución socialista”27. Desde los primeros
días, propuso el programa con el cual el proletariado en armas podía ser
capaz de imprimir una derrota a las tropas fascistas: “Es preciso proclamar
la necesidad de que la tierra, los talleres, las fábricas, deben pasar desde
ahora mismo de las manos de los capitalistas a las del pueblo. En las zonas
donde el poder está en manos de los obreros, hay que avanzar hacia la rea-
lización práctica de este programa. El ejército fascista no resistiría más de
veinticuatro horas a la ejecución de un programa semejante. Los soldados
atarían de pies y manos a los oficiales para llevarlos al más cercano Estado
Mayor de las milicias obreras”28.
También insistió en la necesidad de pelear por la liberación de las colonias
africanas. Si el proletariado español tomaba las banderas de la lucha nacional
de los combatientes marroquíes contra el protectorado español iban a ganar
un valioso aliado, pero el gobierno del Frente Popular se negó sistemática-
mente a una política así que debilitaba los intereses del imperialismo español
y era rechazada también por el Frente Popular francés por temor al contagio
en sus colonias. Los frentes populares se desnudaban como los defensores
de “izquierda” de los intereses imperialistas francos e hispanos. Como con-
secuencia, Franco pudo contar en Marruecos con una estable retaguardia y
logró hacerse de una importante reserva de mercenarios a su servicio entre
una población sumida en la pobreza.
La concepción de lo político y lo militar en Trotsky emanaba de la expe-
riencia histórica viva en la que había jugado un rol clave como fundador
y dirigente del Ejército Rojo: la guerra civil rusa. En sus declaraciones a
la Comisión Dewey en México explicaba cómo “durante nuestra guerra
civil ... no creo que hayamos salido victoriosos debido a la ciencia militar.
Es falso. Triunfamos gracias a nuestro programa revolucionario. Le dijimos
al campesino: ‘La tierra es vuestra’. Y el campesino, que se había ido con
los blancos, comparó a los bolcheviques con las guardias blancas y dijo:
34 García Oliver, El eco de los pasos, ed. Ruedo Ibérico, pp. 176-7.
40 Ver en el anexo a esta edición: “El problema del poder en la revolución”.
impulsadas por los sindicatos, optando por formar las suyas propias y ocupar
sus propios sectores en el frente.
Esta orientación de defensa del pequeño aparato propio, podríamos decir
sectaria, tenía su contracara oportunista en que les permitía abstenerse de
dar lucha política contra las direcciones socialistas y anarquistas. Un método
diplomático que fue combatido por Trotsky desde el comienzo de los años
‘30. Primero, en las relaciones con Maurín y su Federación Catalano-Balear,
después hacia las direcciones de la CNT-FAI, y por último, hacia los gobier-
nos del Frente Popular, ante los cuales el POUM se ubicaba como consejero,
llegando incluso a integrarse en el catalán.
El método de Nin era el reflejo de una política centrista, que oscilaba
entre zigs de izquierda y zags oportunistas, y que llevaron a que el POUM
llegara muy mal preparado para aparecer con la autoridad y el respeto nece-
sario entre los obreros más avanzados en los momentos que estos estaban
rompiendo con sus direcciones. Trotsky lo definía de la siguiente manera:
“El centrismo de izquierda, sobre todo en condiciones revolucionarias, está
siempre dispuesto a adoptar de palabra el programa de la revolución socia-
lista, y no se muestra avaro en frases sonoras. Pero la fatal enfermedad del
centrismo es su incapacidad para sacar de estas concepciones generales con-
clusiones valientes de táctica y organización. (...) Los dirigentes del POUM
(...) no habían hecho nada serio para preparar esta revolución socialista ya
que esta preparación solo podía pasar por una movilización despiadada,
valiente, implacable, de los obreros anarquistas, socialistas y comunistas
contra sus dirigentes traidores. No había que tener miedo de separarse de
estos dirigentes, de convertirse en los primeros tiempos en una secta, aunque
fuesen perseguidos por todo el mundo”54.
El mismo método seguido por Nin para construir el POUM era repeti-
do en el plano internacional. La abstención de los oposicionistas españoles
en las principales discusiones de la Oposición Internacional y la alineación
con los sectores que van rompiendo con ella por criterios personales era
una muestra de la incomodidad de Nin y los suyos en un agrupamiento
internacional que apostaba por la discusión franca y abierta de los grandes
problemas de programa y estrategia revolucionaria en los principales países.
La diplomacia como método nacional tuvo su correlato a nivel internacional
con el abandono, en 1935, del Movimiento por la IV Internacional a cambio
de la fusión con el BOC y el ingreso al Buró de Londres, un agrupamiento
heterogéneo y unido por acuerdos generales que terminará estallando al
calor de la revolución española cuando varios de sus miembros terminen del
lado del Frente Popular y la política del estalinismo en España.
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Sobre la edición
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