Poemas de La Generacion 27

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Los mejores poemas de la Generación del 27

La lista podía dar para 100 poemas, pero voy a intentar


resumirla en 10. A continuación puedes leer mi selección
con los mejores poemas de la Generación del 27. Déjame
un comentario con tus versos preferidos de este grupo
poético.

Índice

1. Insomnio
2. Soneto de la guirnalda de rosa
3. Aquí está la orilla blanca
4. Cerré mi puerta al mundo
5. Insomnio(Diego rivera)
6. Después del amor
7. Amaranta
8. Contigo
9. Amor oscuro
10. Carne de mi carne
Datos interesantes
 ¿Cuál es el escritor más importante de la Generación del 27?
R:Federico García Lorca (1898-1936) Es, sin duda alguna, el poeta más
universal de toda la Generación del 27 y, quizá, de toda la poesía escrita en
español.

 ¿Cuáles son los temas principales de la Generación del 27?


R: temas principales: Destino trágico, el amor como frustración, la soledad, la
naturaleza y la muerte

 ¿Cuáles fueron los objetivos para el arte de la época propuestos por la


Generación del 27?
R: aquí el objetivo inicial de la Generación del 27, la creación de un mundo
poético propio, bello y coherente, tendente a la perfección, donde no quepa más
que la realidad poética. Como añadiría Jorge Guillén, no se trataba de crear
un mundo sino su imagen
 1 INSOMNIO (Dámaso Alonso)

Madrid es una ciudad de más de un millón de cadáveres

(según las últimas estadísticas).

A veces en la noche yo me revuelvo y me incorporo en este

Nicho en el que hace 45 años que me pudro,

Y paso largas horas oyendo gemir al huracán, o ladrar los

Perros, o fluir blandamente la luz de la luna.

Y paso largas horas gimiendo como el huracán, ladrando como

Un perro enfurecido, fluyendo como la leche de la ubre

Caliente de una gran vaca amarilla.

Y paso largas horas preguntándole a Dios, preguntándole por

Qué se pudre lentamente mi alma,

Por qué se pudren más de un millón de cadáveres en esta

Ciudad de Madrid,

Por qué mil millones de cadáveres se pudren lentamente en el


mundo.

Dime, ¿qué huerto quieres abonar con nuestra podredumbre?

¿Temes que se te sequen los grandes rosales del día,

Las tristes azucenas letales de tus noches?


 2 Soneto de la guirnalda de rosas (Federico García Lorca)

¡Esa guirnalda! ¡pronto! ¡que me muero!

¡Teje deprisa! ¡canta! ¡gime! ¡canta!

Que la sombra me enturbia la garganta

Y otra vez viene y mil la luz de enero.

Entre lo que me quieres y te quiero,

Aire de estrellas y temblor de planta,

Espesura de anémonas levanta

Con oscuro gemir un año entero.

Goza el fresco paisaje de mi herida,

Quiebra juncos y arroyos delicados.

Bebe en muslo de miel sangre vertida.

Pero ¡pronto! Que unidos, enlazados,

Boca rota de amor y alma mordida,

El tiempo nos encuentre destrozados.


 3 Aquí en esta orilla blanca (Pedro Salinas)

Aquí

En esta orilla blanca

Del lecho donde duermes

Estoy al borde mismo

De tu sueño. Si diera

Un paso mas, caerla

En sus ondas, rompiéndolo

Como un cristal. Me sube

El calor de tu sueño

Hasta el rostro. Tu hálito

Te mide la andadura

Del soñar: va despacio.

Un soplo alterno, leve

Me entrega ese tesoro

Exactamente: el ritmo

De tu vivir soñando.

Miro. Veo la estofa

De que está hecho tu sueño.

La tienes sobre el cuerpo

Como coraza ingrávida.

Te cerca de respeto.
A tu virgen te vuelves

Toda entera, desnuda,

Cuando te vas al sueño.

En la orilla se paran

Las ansias y los besos:

Esperan, ya sin prisa,

A que abriendo los ojos

Renuncies a tu ser

Invulnerable. Busco

Tu sueño. Con mi alma

Doblada sobre ti

Las miradas recorren,

Traslúcida, tu carne

Y apartan dulcemente

Las señas corporales,

Por ver si hallan detrás

Las formas de tu sueño.

No lo encuentran. Y entonces

Pienso en tu sueño. Quiero

Descifrarlo. Las cifras

No sirven, no es secreto.

Es sueño y no misterio.

Y de pronto, en el alto
Silencio de la noche,

Un soñar mío empieza

Al borde de tu cuerpo;

En él el tuyo siento.

Tú dormida, yo en vela,

Hacíamos lo mismo.

No había que buscar:

Tu sueño era mi sueño.

 4 Cerré mi puerta al mundo (Emilio Prados)

Cerré mi puerta al mundo;

Se me perdió la carne por el sueño…

Me quedé, interno, mágico, invisible,

Desnudo como un ciego.

Lleno hasta el mismo borde de los ojos,

Me iluminé por dentro.

Trémulo, transparente,

Me quedé sobre el viento,

Igual que un vaso limpio

De agua pura,

Como un ángel de vidrio

En un espejo
 5 Insomnio (Gerardo Diego)

Tú y tu desnudo sueño. No lo sabes.

Duermes. No. No lo sabes. Yo en desvelo,

Y tú, inocente, duermes bajo el cielo.

Tú por tu sueño, y por el mar las naves.

En cárceles de espacio, aéreas llaves

Te me encierran, recluyen, roban. Hielo,

Cristal de aire en mil hojas. No. No hay vuelo

Que alce hasta ti las alas de mis aves.

Saber que duermes tú, cierta, segura

Cauce fiel de abandono, línea pura,

Tan cerca de mis brazos maniatados.

Qué pavorosa esclavitud de isleño,

Yo, insomne, loco, en los acantilados,

Las naves por el mar, tú por tu sueño.

 6 Después del amor (Vicente Aleixandre)

Tendida tú aquí, en la penumbra del cuarto,

Como el silencio que queda después del amor,

Yo asciendo levemente desde el fondo de mi reposo

Hasta tus bordes, tenues, apagados, que dulces existen.

Y con mi mano repaso las lindes delicadas de tu vivir


Retraído.

Y siento la musical, callada verdad de tu cuerpo, que hace

Un instante, en desorden, como lumbre cantaba.

El reposo consiente a la masa que perdió por el amor su

Forma continua,

Para despegar hacia arriba con la voraz irregularidad de

La llama,

Convertirse otra vez en el cuerpo veraz que en sus límites

Se rehace.

Tocando esos bordes, sedosos, indemnes, tibios,

Delicadamente desnudos,

Se sabe que la amada persiste en su vida.

Momentánea destrucción el amor, combustión que

Amenaza

Al puro ser que amamos, al que nuestro fuego vulnera,

Sólo cuando desprendidos de sus lumbres deshechas

La miramos, reconocemos perfecta, cuajada, reciente la

Vida,

La silenciosa y cálida vida que desde su dulce exterioridad

Nos llamaba.

He aquí el perfecto vaso del amor que, colmado,

Opulento de su sangre serena, dorado reluce.

He aquí los senos, el vientre, su redondo muslo, su acabado


Pie,

Y arriba los hombros, el cuello de suave pluma reciente,

La mejilla no quemada, no ardida, cándida en su rosa

Nacido,

Y la frente donde habita el pensamiento diario de nuestro

Amor, que allí lúcido vela.

En medio, sellando el rostro nítido que la tarde amarilla

Caldea sin celo,

Está la boca fina, rasgada, pura en las luces.

Oh temerosa llave del recinto del fuego.

Rozo tu delicada piel con estos dedos que temen y saben,

Mientras pongo mi boca sobre tu cabellera apagada.

 7 Amaranta (Rafael Alberti)

Rubios, pulidos senos de Amaranta,

Por una lengua de lebrel limados

Pórticos de limones desviados

Por el canal que asciende a tu garganta.

Rojo, un puente de rizos se adelanta

E incendia tus marfiles ondulados.

Muerde, heridor, tus dientes desangrados,

Y corvo, en vilo, al viento te levanta.

La soledad, dormida en la espesura

Calza su pie de céfiro y desciende


Del olmo alto al mar de la llanura.

de,

Y gladiadora, como un ascua impura

Entre Amaranta y su amador se tiende.

 8 Contigo (Luis Cernuda)

¿Mi tierra?

Mi tierra eres tú.

¿Mi gente?

Mi gente eres tú.

El destierro y la muerte

Para mi están adonde

No estés tú.

¿Y mi vida?

Dime, mi vida,

¿qué es, si no eres tú?

 9 Amor oscuro (Manuel Altolaguirre)

Si para ti fui sombra

Cuando cubrí tu cuerpo,

Si cuando te besaba

Mis ojos eran ciegos,

Sigamos siendo noche,

Como la noche inmensos,


Con nuestro amor oscuro,

Sin límites, eterno…

Porque a la luz del día

Nuestro amor es pequeño.

 10 Carne de mi carne (Juan Larrea)

Entre lirios de falsa alarma

La insistencia de una avispa deja adivinar tu cuerpo

El ardor ahoga una presa demasiado mía para ser fingida

Nodriza de dos filos sobre su lecho de convidado

El ardor deshace el nudo de la marisma viviente

Donde el amor te esparce y se retira

El ancla de tu palidez se sumerge

Hasta la detención de las formas es aquí

Donde la lluvia se pinta de azul el corazón

Y furtiva una corriente de aire

Desmiente ese gesto que significa ignoro

El bello blanco que ofrezco

El ojo lava su párpado al borde confuso de la duda

Y descompone tu cabeza en siete ruiseñores mórbidos

Lo hay ya necesidad de apagar nuestras heridas

Espacio por sí mismo se olvida para plegarse a tus alas

JOSHUA CLEMENTE REYES ISLAS 3-A

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