Juan Carlos Arbelaez
Juan Carlos Arbelaez
Juan Carlos Arbelaez
Le conocí en el año 2006, cuando remitido del hospital San José, llegué a su
consultorio en la clínica del Country ubicada en el norte de la ciudad de Bogotá. . Una
clínica muy bien dotada que por tradición ha sido espacio de atención médica para
personas con gran capacidad de pago, pero que atiende a personas provenientes de
los planes obligatorios en salud como era mi caso y el de muchos otros pacientes de
diversas situaciones.
El tratamiento duró un par de meses, durante los cuales me ordenó no hablar. Todo
era por medio de gesto o escritos. La comunicación con mi esposa e hijos y demás
familia se hacía por estos medios. Todos los días iba a recibir la descarga de
radioterapia con isotopos de Cobalto III. Las sesiones que eran de lunes a viernes se
realizaban en el centro de tratamiento a unas cuatro cuadras al norte de la clínica del
country; de suerte que iba a su consultorio solo cuando él lo pedía. Siempre me
sorprendió y aun todavía, la manera como hacia sus lecturas de progreso en mi
tratamiento: me saludaba con voz más suave que la primera vez, como haciéndose
cómplice de mi silencio obligado y luego, se quedaba inspeccionando mi cuello. No me
tocaba, no me preguntaba. Miraba mi cuello en un ángulo de 270 grados. Con sus ojos
viajaba de izquierda a derecha y de derecha a izquierda sobre mi cuello. Su ceremonia
no excedía un minuto. Al finalizar, me decía “vamos bien profe”; haremos otras tantas
sesiones. Y así en varias ocasiones. Siempre la misma lectura. Al finalizar, casi tres
meses después de la primera sesión, me dijo “por fin terminamos profe; yo creí que se
nos reventaba. Le dimos un tratamiento fuerte. Todo salió bien” Me dio un par de
espaldarazos que movieron todas mis estructuras e hicieron brotar un par de
lágrimas como gesto de gratitud y felicidad. Ya con libertad para hablar, le dije
Gracias Doctor Arbeláez. Salí de su consultorio con un remolino de sentimientos y lo
primero que decidí fue llamar a mi esposa quien se sorprendió al escuchar mi voz
después de casi tres meses de silencio. Me regañó por estar hablando pero se suavizó
cuando le comenté que habíamos terminado el tratamiento; que iba para la casa, que
toda había terminado en beneficio de todos.
Ignoro cuantos pacientes han sido atendidos por el oncólogo Juan Carlos Arbeláez
antes de tratarme y cuantos han sido tratados con éxito después de mi caso. Ayer,
doce años después de mi salida victoriosa, tuve una cita con el ortopedista, quien en
su búsqueda de mis antecedentes médicos, se encontró con mi situación del cáncer.
Me interrogó por el tratamiento, por los resultados, por quien había dirigido el
proceso. Cuando le comenté el nombre de mi oncólogo, amplió su mirada, se acomodó
de nuevo en su silla giratoria. “lo conozco” me dijo, “gran medico y
oncólogo” .”Además, añadí- una gran persona”. Él asintió en silencio. Acto seguido me
dijo: El doctor Juan Carlos Arbeláez, tiene cáncer de piel.
No tengo nada para el tratamiento de su cáncer de piel. Solo hay estas líneas , doctor
Arbelaez
Hernando Suarez
Julio 28/2018