Historia III - La Formacion de - Eggers-Brass, Teresa (Author)

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CAPÍTULO 5

Entre las Provincias Unidas y la


Confederación Argentina

Los gobiernos provinciales después de la caída del Gobierno


Central
Las Provincias Unidas del Río de la Plata dejaron de tener como gobierno nacional al
Directorio tras la batalla de Cepeda del 1º de febrero de 1820. Los caudillos victoriosos,
jefes de fuerzas regionales apoyados en cuerpos armados, exigieron a los dirigentes
políticos de Buenos Aires que organicen ese distrito no ya como capital del Estado, sino
como una provincia más, a fin de estar en un plano de igualdad. La igualdad sería legal,
porque económicamente Buenos Aires estaba por sobre las demás provincias: la Banda
Oriental había sido invadida por los portugueses en 1817, el norte y Cuyo habían con-
tribuido mucho a las guerras por la independencia, y las provincias del litoral atacaron
a Buenos Aires para frenar su constante lucha contra los caudillos.
A partir de la batalla de Cepeda, cada provincia se gobernó en forma autónoma y se
eligió su propio gobernador, sin un Gobierno Central que los nuclee. Esta situación de
autonomías provinciales perduró hasta el 3 de febrero de 1852, fecha de la batalla de
Caseros en la que el gobernador entrerriano, Justo José de Urquiza, derrocó al gobernador
bonaerense, Juan Manuel de Rosas, y comenzó la organización nacional. Sin embargo,
desde la sanción de la Ley Fundamental (1825), las provincias delegaron las relaciones
exteriores de la Nación en el Gobernador de Buenos Aires, salvo el breve lapso de la
Presidencia de Bernardino Rivadavia, entre 1826 y 1827, en el cual, lógicamente, las
relaciones exteriores fueron manejadas por el Poder Ejecutivo Nacional.
Esto demuestra que, pese a la proclamación como «República» de algunas provincias,
primaba la intención de los caudillos de organizarse en un Estado, para lo cual hicieron
varios tratados interprovinciales.

Federalismo, regionalismo, localismo


Artigas se proclamó federal, y pronto, muchos caudillos que surgieron oponiéndose al
centralismo de Buenos Aires se titularon a sí mismos «federalistas». Las élites dirigen-
tes que apoyaban al depuesto Directorio, los llamaban despectivamente «anarquistas»
(generadores de anarquía o falta de gobierno), porque se oponían a que Buenos Aires
fuera la Capital: si no lo aceptaban, era porque fomentaban el desorden.

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Entre las Provincias Unidas y la Confederación Argentina

¿Qué quieren los federalistas?


La Gaceta de Buenos Aires, 15 de diciembre de 1819
«¿Por qué pelean los anarquistas? ¿Quiénes son ellos? [...] Los federalistas quieren no sólo que
Buenos Aires no sea la Capital, sino que, como perteneciente a todos los demás pueblos, divida con
ellos el armamento, los derechos de aduana y demás rentas generales: en una palabra, que se esta-
blezca una igualdad física entre Buenos Aires y las demás provincias, corrigiendo la naturaleza que
nos ha dado un puerto y unos campos, un clima y otras circunstancias que la han hecho físicamente
superior a otros pueblos, y a la que por las leyes inmutables del orden del Universo, está afectada
cierta importancia moral de un cierto rango. Los federalistas quieren, en grande, lo que los demó-
cratas jacobinos en pequeño. El perezoso quiere tener iguales riquezas que el hombre industrioso;
el que no sabe leer, optar a los mismos empleos que los que se han formado estudiando; el vicioso
disfrutar el mismo aprecio que los hombres honrados.»

Actividades

a) Confecciona un cuadro sinóptico con los objetivos de los federalistas que se analizan en
este capítulo y en el Nº 3.
b) La Gaceta expone las ideas del Gobierno Central sobre sus opositores. Razona las causas
por las cuales los denomina «anarquistas».
c) Averigua quiénes eran los jacobinos y qué querían, y trata de explicar con tus palabras la frase
«Los federalistas quieren en grande lo que los demócratas jacobinos en pequeño».
d) ¿Por qué los porteños pensaban que Buenos Aires era superior?

Entre los que se declaraban federalistas hay que diferenciar a los líderes que tenían en
la mente los postulados del federalismo (que luchaban porque triunfe la organización
de la República con un Gobierno Central que respete las autonomías provinciales), de
los que eran simplemente localistas, que querían un gobierno propio para la defensa
de sus intereses, sin preocuparse por una determinada forma de gobierno para la or-
ganización nacional. Por ejemplo, Mendoza quería separarse en 1810/1811 de Córdoba,
y Jujuy de Salta. No es que quisieran desligarse de la Nación, pese a expresar Jujuy que
quería ser considerada «como una pequeña República que se gobierne a sí misma, con
su Constitución propia para dirimir todas sus controversias»; proponían una amistad
y cooperación entre las provincias que mantuviera la integridad del país. Según el his-
toriador Enrique M. Barba, muchos de sus reclamos ni siquiera eran regionales, (que
tuvieran en cuenta la región, que abarcaba varias provincias) sino apenas locales. Los
dirigentes centralistas temían que los federales provocasen la ruptura de la Nación
que se estaba gestando; por esa causa, los representantes de las provincias se veían
obligados a aclarar sus intenciones si sus reclamos tenían un tinte federalista. Gorriti
(representante de Jujuy) decía:

«Se podrá objetar que vamos a tocar en el tema federaticio, pero yo repongo que vamos
a estrechar y fortificar la unión de todo el cuerpo del Estado con el Gobierno supremo
constituido por los mismos pueblos».

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CAPÍTULO 5

Unitarios y porteños
A mediados de la década de 1820 comenzó a utilizarse
la palabra «unitario» para designar a los centralistas
que propiciaban la unidad de régimen, oponiéndose a
los federales. Antes de 1820 se los llamaba «directoria-
les» por defender el Gobierno del Director Supremo, o
«monarquistas», por apoyar la centralización del país Bandera Federal
bajo el mando de un monarca extranjero que viniese a
gobernar nuestras tierras, en forma independiente de
otras naciones, estableciendo una Constitución. Cuando
se logró superar la crisis gubernativa en Buenos Aires en
1820 surgió el concepto de «Partido del Orden» para los
partidarios del Gobierno de Martín Rodríguez, frente al
desorden que implicaban caudillos y montoneras.
Muchas veces se habla de «unitarios» como sinónimo de
«porteños» y de «federales» refiriéndose a los caudillos
y a la gente del interior. Esto introduce a confusiones, ya
que hubo caudillos que se proclamaron unitarios –como
Facundo Quiroga–, y gente de Buenos Aires que era fede-
ral –como Manuel Dorrego, Manuel Moreno, Miguel Soler,
Pedro Agrelo–.
Hay que tener cierto cuidado con el encasillamiento de
estos conceptos, porque algunos líderes se proclamaron
federales cuando en realidad sólo defendían sus propios
intereses o los de su provincia, o para obtener el apoyo del Manuel de Sarratea
pueblo que sí se identificaba con el federalismo. También
hubo personas con fuertes intereses económicos que apo-
yaron primero a unitarios y después a federales o vicever-
sa, dependiendo de qué facción garantizara –en determi-
nado momento– el orden necesario para una buena evo-
lución de la economía provincial y, por ende, de la propia.
Podemos ver este oportunismo en los antiguos directoria-
les Carlos de Alvear, Manuel de Sarratea y Nicolás Herrera,
que trabaron alianzas con los caudillos del litoral y con
el caudillo chileno José Miguel Carrera (que pasó en 1814
al territorio del Río de la Plata y se opuso a la conducción
de San Martín en la Guerra de la Independencia). En una
carta que Herrera le escribió a Carrera se transparenta
esta falta de compromiso con los ideales:
«Para nosotros es preciso tomar el partido de la federación
si queremos movernos de nuestro baluarte. No se olvide
que esa será dentro de muy breve tiempo la situación que
se produzca: la federación vendrá y nosotros debemos
aprovecharla». Carlos de Alvear

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Entre las Provincias Unidas y la Confederación Argentina

La crisis del año 20 (1820)


En la provincia de Buenos Aires hubo anarquía durante la primera parte del año de 1820,
porque varias personalidades y facciones querían gobernar, tanto entre los partidarios
del federalismo como de los directoriales y del Partido del Orden.
Para mostrar algunos de los sucesos que afectaron al país en ese momento brindamos
un cuadro cronológico de ese año tan especial.

Cronología del año 1820

08/01 Sublevación de tropas del Ejército del Norte comandadas por Juan B. Bustos en Arequito, Santa Fe.
20/01 Derrota de José Artigas por los invasores portugueses en Tacuarembó.
01/02 Derrota del Director Supremo José Rondeau en Cepeda.
02/02 Los pobladores de los suburbios festejan la derrota directorial rompiendo más de 400 faroles.
11/02 Renuncia de Rondeau; el poder recae en Cabildo de Buenos Aires.
El Cabildo nombra a Miguel Irigoyen Gobernador Interino (había sido el último Gobernador-
12/02
Intendente, cargo de menor jerarquía).
16/02 Mediante un Cabildo Abierto se elige una Junta de Representantes en Buenos Aires.
17/02 La Junta de Representantes elige Gobernador a Manuel de Sarratea.
Se firma el Tratado de Pilar entre los gobernadores Sarratea, Estanislao López (Santa Fe) y
23/02
Francisco Ramírez (Entre Ríos).
Contrarrevolución directorial de Juan R. Balcarce: Balcarce es proclamado Gobernador Interino
06/03
de Buenos Aires. Dos gobernadores en forma simultánea.
13/03 Soler apoya a Sarratea, quien es confirmado como Gobernador.
02/05 Presión directorial: renuncia Sarratea y es elegido Gobernador Ildefonso Ramos Mejía.
Muerte de Belgrano. Día de los tres Gobernadores de Buenos Aires, o el primero de dos días sin
20/06 Gobernador: por presión de López y Ramírez, Ramos Mejía renuncia, y deja el Gobierno a cargo del
Cabildo porteño. Al mismo tiempo, el Cabildo de Luján elige Gobernador de la provincia a Soler.
22/06 Soler se hace cargo de la Gobernación. Delega el mando en Manuel Dorrego (Gobernador Interino).
Soler es derrotado por López en Cañada de la Cruz. López hace designar por el Cabildo de Luján
28/06 a Carlos de Alvear como Gobernador de Buenos Aires. La Junta de Representantes no lo acepta
y nombra Gobernador a Dorrego.
12/08 Victoria de Dorrego sobre López en Pavón.
Sin apoyo militar de Martín Rodríguez ni de Juan Manuel de Rosas, Dorrego es derrotado por
02/09
López en Gamonal.
05/09 Derrota de Artigas por Ramírez.
26/09 Junta de Representantes nombra Gobernador a Rodríguez .
Insurrección de Manuel Pagola y otros federales bonaerenses contra Rodríguez. Intervención de
01/10
Rosas con sus «Colorados del Monte» en la represión. Dorrego es desterrado.
24/11 Tratado de Benegas entre Buenos Aires y Santa Fe.
02/12 Malón de ranqueles y Carrera sobre la ciudad de Salto.

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CAPÍTULO 5

Tras la batalla de Cepeda se firmó el primero de los tratados interprovinciales entre


los gobernadores de Buenos Aires (Manuel de Sarratea), Santa Fe (Estanislao López)
y Entre Ríos (Francisco Ramírez): el Tratado de Pilar. Éste reconocía a la federación
como el sistema de gobierno que debía regir a la Nación, y convocaba a las provincias
a un Congreso en San Lorenzo (Santa Fe). Pese a que Sarratea se había volcado, según
vimos, al federalismo, actuó como representante de la élite porteña, de acuerdo a sus
intereses. Aprovechó la firma del tratado de paz para transformar la derrota militar en
victoria diplomática, y logró enfrentar a los caudillos entre sí, al rebajar a Artigas de
su categoría de Protector de los Pueblos Libres a simple Gobernador, en igualdad de con-
diciones que López y Ramírez, hasta ese momento, considerados como lugartenientes
del líder oriental. Se estableció una cláusula secreta de entrega de armamentos, pero
no se aclaraba que serían para Artigas ni se comprometían los firmantes a declarar la
guerra a los portugueses para liberar el territorio de la Banda Oriental, que era lo que
Artigas necesitaba. Debido a eso, El Protector consideró este tratado como una traición
de sus antiguos subordinados, y se enfrentó en batalla a Ramírez. Pero ya sus fuer-
zas de correntinos, misioneros y orientales habían sido duramente golpeadas por los
portugueses en Tacuarembó. Por esta causa, fue vencido por el caudillo entrerriano en
sucesivas batallas entre junio y julio de 1820. Artigas debió abandonar la lucha y exi-
liarse en Paraguay. Poco después los portugueses incorporaron a Uruguay como parte
de Brasil con el nombre de Provincia Cisplatina.
Como se puede observar en el cuadro cronológico, en Buenos Aires se produjeron golpes
de Estado para imponer candidatos de las distintas facciones, pero incluso los Gober-
nadores que se decían federales (Soler, Dorrego) lucharon contra López, que quería
imponer al voluble Alvear. Finalmente, apoyado por Rosas, el Gobierno de Buenos Aires
se estabilizó con Martín Rodríguez, que firmó el Tratado de Benegas con López. Por este
pacto se estipulaba la paz y armonía entre Buenos Aires y Santa Fe, y la reunión de un
Congreso en Córdoba, que fue la provincia mediadora. Pero continuó con la estrategia
de debilitar a los caudillos sembrando la discordia entre ellos mismos. En el Tratado se
establecía una indemnización por perjuicios de guerra a la provincia de Santa Fe: 30.000
vacunos, garantizados por el estanciero Juan Manuel de Rosas, que así inauguraba su
presencia en el ámbito político. De este modo, Ramírez fue dejado de lado; al sentirse
traicionado, enfrentó a López y murió tras su derrota.

Unitarios contra Federales

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