SC5183-2020 Infidelidad Umh 2

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ÁLVARO FERNANDO GARCÍA RESTREPO

Magistrado ponente

SC5183-2020

Radicación n.° 11001-31-10-023-2013-00769-01

(Aprobado en sesión virtual de quince de octubre de dos mil veinte)

Bogotá, D. C., dieciocho (18) de diciembre de dos mil


veinte (2020).-

Decide la Corte el recurso extraordinario de casación


interpuesto por HENRY ALFONSO GUARÍN AVELLANEDA
frente a la sentencia proferida el 11 de diciembre de 2015 por
la Sala de Familia del Tribunal Superior del Distrito Judicial
de Bogotá, en el proceso ordinario que en su contra adelanta
SANDRA PÉREZ ORTIZ.

ANTECEDENTES

1. En la demanda traída a la jurisdicción el 10 de


septiembre de 20131, se solicitó declarar la existencia de la

1
Folio 24 del c. 1.

1
Radicación n.°11001-02-03-000-2020-00697-00

unión marital de hecho entre Sandra Pérez Ortiz y Henry


Alfonso Guarín Avellaneda, desde el 10 de marzo de 1996
hasta el 30 de julio de 2013, y la correspondiente sociedad
patrimonial que conformaron las partes por el mismo
período, la cual se encuentra disuelta. Se pidió asimismo
que, en caso de oposición, se condenara en costas al
convocado.

2. En respaldo de dichas súplicas, se narraron los


hechos que enseguida se compendian:

2.1. La demandante y el demandado sostuvieron una


unión marital de hecho, continua e ininterrumpida por más
de diecisiete años, que inició el 10 de marzo de 1996 y
finalizó el 30 de julio de 2013, fecha esta última en la cual,
aquella cambió de residencia a raíz de “los malos tratos y la
violencia” que junto con su hijo recibió por parte de la familia
de Henry Alfonso Guarín Avellaneda.

2.2. Durante la convivencia de la pareja no se


procrearon hijos, pero ellos construyeron un patrimonio
compuesto por un lote ubicado en Bogotá, los cánones
generados por ese inmueble y la posesión sobre un terreno
también localizado en la capital de la República.

2.3. No obstante que la convivencia bajo el mismo techo


culminó el 30 de julio de 2013, ella siguió pendiente de la

2
Radicación n.°11001-02-03-000-2020-00697-00

comida, la ropa y el cuidado médico del accionado, pues vive


a “una cuadra”2.

3. Notificado por aviso el demandado, por intermedio de


apoderado judicial contestó el libelo inicial, pronunciándose
sobre cada uno de los hechos, oponiéndose a las
pretensiones y formulando las siguientes excepciones de
mérito:

(i) “Ausencia de presupuestos y requisitos de la unión


marital convocada”: En soporte de esta, expuso que el
demandado no convivió de manera permanente y singular
con la accionante, pues inicialmente fue una relación
arrendador – arrendataria, después acreedora y deudor y por
último un vínculo de servicios para que ella atendiera los
quehaceres de la casa y lo asistiera como enfermo.

(ii) “Abuso del derecho”: apoyada en que sin bases


serias, la demandante pide que se declare la existencia de
una unión marital de hecho, buscando inducir a error a la
administración de justicia.

(iii) “Improcedencia por extemporaneidad de la acción”:


sustentada en que bajo el supuesto de que hubiere existido
la unión marital de hecho, la acción para solicitar sus efectos
patrimoniales caducó, toda vez que la demandante dejó el

2
Folios 2 al 6, y 27 al 29 del c.1.

3
Radicación n.°11001-02-03-000-2020-00697-00

local que se le arrendó en la casa del demandado en


septiembre de 2012, además de que ella sostenía una
relación sentimental con Ernesto Galindo Daza desde el
2010, mientras que el convocado sostenía un vínculo con
Raquel Tinjacá desde 1994.

(iv) “Excepción genérica”: consistente en que de hallarse


probados los hechos constitutivos de excepción, deberá
declararse oficiosamente, de acuerdo con lo dispuesto en el
artículo 306 del Código de Procedimiento Civil3.

4. Para cerrar la primera instancia, el Juzgado


Veintitrés de Familia en Oralidad de Bogotá dictó sentencia el
22 de junio de 2015, por medio de la cual, tuvo por no
probadas las defensas de mérito planteadas por el
demandado; declaró que entre Henry Alfonso Guarín
Avellaneda y Sandra Pérez Ortiz existió una unión marital de
hecho “desde el año 1996 hasta el año 2013”, al igual que
una sociedad patrimonial por idéntico lapso, disuelta y en
estado de liquidación; dispuso inscribir la determinación en
el registro civil de nacimiento de cada uno de los compañeros
permanentes; y condenó en costas al extremo accionado4.

5. Apelado el fallo por la parte vencida, el Tribunal, en el


suyo de 11 de diciembre de 2015, lo confirmó en su

3
Folios 61 a 75
4
Folios 275 a 312 del c. 1.

4
Radicación n.°11001-02-03-000-2020-00697-00

integridad y condenó en costas de la instancia a la


recurrente5.

LA SENTENCIA IMPUGNADA

1. Para ratificar la decisión del a-quo, el juzgador de


segunda instancia empezó por constatar que no había causal
de nulidad que invalidara lo actuado, y que estaban
presentes los denominados presupuestos procesales.

2. Luego realizó algunas anotaciones legales y


doctrinales sobre la unión marital de hecho, hizo otras sobre
la carga de la prueba en estos asuntos y advirtió que pese a
que el a-quo no determinó el día y el mes del inició y
terminación del vínculo sostenido por las partes, no haría
ningún pronunciamiento sobre ese tópico, por cuanto nada
dijo la demandante al respecto.

3. Enseguida relacionó y dio cuenta del contenido de


cada una de las pruebas acopiadas para el proceso, esto es,
las documentales; los testimonios solicitados por la parte
demandante (José Antonio Díaz, Norma Constanza Cárdenas
Rodríguez, Gloria Esperanza Martínez Sarmiento, Michel
Eduardo Pérez Ortiz, Eunice Londoño Herrera); las
declaraciones pedidas por el extremo accionado (Bernarda
León de Montenegro, Daniel Melo Forero, Israel Vargas

5
Folios 31 a 62 del c. del Tribunal.

5
Radicación n.°11001-02-03-000-2020-00697-00

Camargo, Abraham José Ramos Celys, Jennifer Andrea


Medina López, Jonathan Ferney Sacristán Poveda, Clara Inés
Silva Páez); las deposiciones decretadas de oficio (Ernesto
Galindo Daza, Henry Guarín Mejía, José Alfonso Nicanor
Mendoza Camacho y Adelina Morales Rivera); y los
interrogatorios de las partes.

4. Con sustento en las pruebas recopiladas, el Tribunal


advirtió que la mayoría de los testigos coincidieron en afirmar
que entre Sandra Pérez Ortiz y Henry Alfonso Guarín
Avellaneda existió una unión marital de hecho por más de
dos años, pues:

José Antonio Díaz (vecino de la pareja) manifestó que la


convivencia entre Sandra y Henry se dio desde 1995 y 1996,
y que aquella ayudó a construir el lote, y agregó que ellos dos
se comportaban como marido y mujer.

Eunice Londoño dijo que la pareja principiò su relación


en los años 1995 y 1996, y dio detalles de los sitios en los
que habitaron los compañeros antes de irse a la casa del
demandado en el barrio San Cristóbal, añadiendo que la
unión se mantuvo hasta 2013.

Constanza Cárdenas Rodríguez, a pesar de no dar


cuenta de la fecha de inicio de la relación, sí contó que
conoce a las partes del proceso desde hace siete años, y que

6
Radicación n.°11001-02-03-000-2020-00697-00

cuando los visitaba observaba su comportamiento como


esposos.

Gloria Esperanza Martínez Sarmiento dio cuenta del


conocimiento de los compañeros, desde cinco años atrás,
porque trabajó en la casa de ellos como guarnecedora, donde
corroboró el trato que se dispensaban como esposos. Agregó
que la pareja se separó por el maltrato de los hijos de Henry
a Sandra, situación que se constata con las diligencias
administrativas aportadas.

Michel Eduardo Pérez Ortiz relató que la demandante es


su progenitora, y que desde que él tenía cuatro años de edad,
las partes viven como compañeros, sin que Sandra tenga que
pagar nada por vivir en el hogar común, así como tampoco
recibir nada a cambio por los cuidados dispensados a Henry.
Expuso, adicionalmente, que los problemas se presentaron
por los reclamos provenientes de los familiares de Henry.

Danilo Melo Forero expuso ser amigo de las partes, y


dar constancia de que ellos vivían juntos, y de que
públicamente se comportaban como compañeros.

Ernesto Galindo Daza señaló que trabajó para Henry y


Sandra durante los años 2008 a 2011, cuidando un
parqueadero, y que durante ese lapso, ellos se comportaron
como pareja.

7
Radicación n.°11001-02-03-000-2020-00697-00

5. El ad-quem indicó, además, que a pesar de que las


declaraciones no señalaron específicamente el tiempo de
terminación de la relación sostenida por las partes, existen
documentos que sirven para determinarla, como la
declaración suscrita por los contendientes el 5 de julio de
2013, en la que manifestaron que son compañeros
permanentes, y el formulario con el que el demandado afilió a
la demandante a la EPS SURA, con indicación de ser su
compañera permanente desde aquella fecha.

Lo anterior, precisó el colegiado, “constituye confesión


extrajudicial, en el sentido que existió una relación marital
entre las partes, y que tiene correspondencia con las
manifestaciones traídas por la actora que dicha relación dio
lugar su terminación (sic) como lo reclama la demandante en
su pretensión, porque se repite para dicha fecha, según el
escrito las partes se encontraban manteniendo el vínculo de
solidaridad que caracteriza este tipo de uniones”.

Destacó ese juzgador, igualmente, que de acuerdo con


providencias de esa Corporación, la afiliación al sistema de
seguridad social en salud “es un indicio serio de persistencia
de las relaciones de solidaridad propias de la unión familiar
sobre las que estructuran tales beneficios sociales, solidaridad
que por lo demás queda en evidencia”.

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Radicación n.°11001-02-03-000-2020-00697-00

6. Sobre los demás testimonios, el fallador expresó que


no aportan muchos datos al presente asunto para
controvertir las anteriores declaraciones, por ser totalmente
contradictorios con los documentos aportados al plenario,
como son el formulario de afiliación a la EPS y la medida de
protección ante la Comisaría de Familia, solicitada por
Sandra respecto de Henry Leonardo Guarín Silva, hijo del
demandado, escritos que constituyen “plena prueba de la
existencia de la unión aquí reclamada”.

Además, indicó, que aparece un documento aportado


por la parte accionada, en el que Sandra deja constancia de
que el 11 de diciembre de 2013 recibe de manos de su
compañero permanente, Henry Guarín, una suma de dinero,
quedando así claro que las versiones de Bernarda León de
Montenegro, Israel Vargas Camargo, Abraham José Ramos
Celys, Jennyfer Andrea Medina López, Jonathan Ferney
Sacristán Poveda, Clara Inés Silva Páez, Henry Guarín Mejía,
José Alfonso Nicanor Mendoza Camacho y Adelina Morales
Rivera, “son parcializadas y resalt(an) un interés notorio por
favorecer al demandado con sus aserciones”.

7. Concluyó el Tribunal que debía ratificarse la


providencia impugnada, por estar establecida la unión
marital de hecho y la sociedad patrimonial entre Sandra
Pérez Ortiz y Henry Alfonso Guarín Avellaneda, “desde el año
1996 hasta el año 2013”6.

6
Folios 31 a 62 del c. del Tribunal.

9
Radicación n.°11001-02-03-000-2020-00697-00

LA DEMANDA DE CASACIÓN

Tres cargos se formulan contra la sentencia que se


deja extractada, todos montados sobre la base de la causal
primera del artículo 368 del Código de Procedimiento Civil,
vigente para el momento de interposición del recurso
extraordinario de que aquí se trata.

La tripleta de embates, además, se despachará


conjuntamente, por resultar comunes las consideraciones
necesarias para su resolución.

PRIMER CARGO

Acusa la sentencia del Tribunal por violar


indirectamente los artículos 1, 2, 3, 6 y 7 de la Ley 54 de
1990, con las modificaciones de la Ley 979 de 2005, a
consecuencia de errores de hecho en la apreciación de las
pruebas, particularmente al haber omitido el examen de los
testimonios indicativos de que la demandante sostuvo en el
mismo tiempo que dijo convivir con el demandado, una
relación afectiva con Ernesto Galindo, con lo cual quedó
acreditado que se incumplió el presupuesto de la
singularidad, propio de la unión marital de hecho.

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Radicación n.°11001-02-03-000-2020-00697-00

En desarrollo de la censura, expuso:

1. La sentencia reprochada pretermitió, cercenó y


mutiló el contenido objetivo de la prueba testimonial, tal y
como se demuestra al ocuparse de cada uno de los relatos de
Bernarda León de Montenegro, Israel Vargas Camargo,
Abraham José Ramos Celys, Jennifer Andrea Medina López,
Jonathan Ferney Sacristán Poveda, Clara Inés Silva Páez,
Henry Guarín Mejía, José Alfonso Nicanor Mendoza Camacho
y Adelina Morales Rivera, de quienes el Tribunal dijo que no
aportaban muchos datos al presente asunto y que eran
contradictorios con la prueba documental.

2. La testigo Bernarda León de Montenegro fue


enfática en afirmar que Sandra Pérez se marchó de la casa de
Guarín Avellaneda en el 2012, y que consiguió pareja: “un
muchacho Ernesto Galindo que estaba allí por esos días”.
Además, ese relato sobre la fecha en que salió Sandra de la
casa de Henry, coincide con lo dicho al respecto por el hijo de
la demandante.

3. La declaración de Jennifer Andrea Medina López


refiere que Sandra Pérez Ortiz se fue en el año 2012, y que la
afiliación de esta última al sistema de seguridad social en
salud por parte de Henry, fue producto del agradecimiento
que él mostró porque ella lo cuidaba, y porque estaba
enferma. En la parte final de su narración, la testigo señaló
que la demandante y Ernesto están en unión libre, y que
ellos van a su casa y la amenazan.

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Radicación n.°11001-02-03-000-2020-00697-00

4. Jonathan Ferney Sacristán Poveda, al ser


preguntado sobre si sabía que la demandante hubiera
sostenido alguna relación sentimental, respondió
afirmativamente, señalando que con Ernesto Galindo, pues
“los veía a finales del 2009 y a inicios del 2010, él iba y se
quedaba por días y se iba, ellos no se presentaban”.

5. Clara Inés Silva Páez refirió que en el 2009 se


presentaron “problemas terribles”, dado que la demandante
“entró” a Ernesto al local, y ellos se mostraban ante la
sociedad como pareja, y es en agosto de 2012 cuando ella se
va de la casa de Henry, y toma un apartamento a la vuelta
con Ernesto. Añadió que cuando Ernesto y Sandra supieron
que ella iba a declarar, aquél la agredió y esta asustó a sus
niñas. En los documentos aportados a la declaración, se
relacionó a Adelia Morales Rivera, llamada posteriormente de
oficio a declarar, quien confirmó que en agosto de 2012 le
arrendó un apartamento a la pareja conformada por Sandra
Pérez Ortiz y Ernesto Galindo, que es a su vez el sitio
reportado por la demandante, por su hijo Michel y por
Ernesto como residencia.
6. Henry Guarín Mejía expuso de manera clara,
espontánea y libre de sospechas, las circunstancias
relacionadas con la presencia de Sandra Pérez en la casa de
su padre, y el hecho de que Ernesto comenzó a vivir en ese
mismo lugar con la demandante, y que para agosto de 2012
se trasladaron a un inmueble de la carrera 3 Este N° 7-70 de
Bogotá. Declaró, igualmente, sobre una obligación dineraria
del demandado con la accionante, solucionada el 11 de

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diciembre de 2013, cuando aquella había abandonado la


casa de Henry, el padre.

7. José Alfonso Nicanor Mendoza Camacho dijo ser la


persona que aconsejó a Henry Alfonso Guarín Avellaneda
para que Sandra fuera beneficiaria de su pensión, afiliación
que se dio el 5 de julio de 2013, cuando Sandra ya no vivía
en la casa de Henry.

8. Adelina Morales Rivera indicó que en su casa tenía


un apartamento desocupado, y entonces vino Sandra a
pedirle que se lo arrendara para tres personas, es decir, ella
junto con su hijo Michael Pérez Ortiz y Ernesto Galindo
Daza, precisando que esto fue, “exactamente”, el 10 de agosto
de 2012. Agregó que tiempo después esa pareja salió de su
casa, para instalarse al frente donde un señor Carlos,
anotando, asimismo, que los denunció ante la Fiscalía por
lesiones personales. Por último, la declarante aseguró que
antes de 2012 no conocía a Sandra.

9. De lo dicho fluye el error de hecho evidente en el


que incurrió el Tribunal al no apreciar los testimonios
reseñados, ya que los mismos permiten deducir sin
complicaciones los hechos que se pretenden acreditar por el
demandado en sus excepciones.

Así, la sentencia censurada cercenó los apartes que se


refieren a la relación de Sandra Pérez con Ernesto Galindo, y
supuso contradicciones con las pruebas documentales, entre
ellas, la afiliación a seguridad social de la demandante, que

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data del 5 de julio de 2013, época para la que Sandra ya


había abandonado la residencia de Henry, con la pretensión
de demandarlo.

Eso significa que la vinculación a seguridad social de la


accionante como beneficiaria del demandado, acto
reconocido por los dos grupos de testigos, se realizó en un
momento en el que ya no habitaba con el señor Guarín, no
pudiéndose inferir así, como lo hizo el Tribunal, “indicio serio
de relaciones maritales”, menos si varios medios probatorios
señalaron que para el 2012, Sandra Pérez no residía en el
mismo lugar que Henry, el convocado a juicio.

Tampoco se advierte contradicción con las diligencias


administrativas surtidas ante la Comisaría Cuarta de Familia
de Bogotá, porque cuando estas se dieron, 18 de julio de
2012, Sandra residía en el mismo lugar con el demandado,
pero a raíz del “impasse” ocurrido, ella se fue a otro lugar
para morar.

10. El error del ad-quem trasciende a la decisión que


adoptó, porque de no haberlo cometido, hubiera podido
apreciar que la demandante sostuvo una relación marital de
hecho con Ernesto Galindo, que descartaba el elemento de la
singularidad esencial en el vínculo perseguido en la
demanda, con lo que procedía revocar la decisión de primer
grado.

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SEGUNDO CARGO

En este se denuncia la sentencia del Tribunal como


violatoria, por vía indirecta, de los artículos 1, 2, 5 y 8 de la
Ley 54 de 1990, y el precepto 2535 del Código Civil, en virtud
de errores de hecho en la apreciación de las pruebas, pues
no obstante obrar elementos para a partir de ellas establecer
la ocurrencia de la prescripción, el juzgador se negó a
reconocerla.

En la justificación del embate, el casacionista expuso:

1. Los medios de prueba “mal valorados” son:

(i) La actuación “proferida” por la Comisaría Cuarta de


Familia de Bogotá, que impuso medida de protección a favor
de Sandra Pérez y en contra de Henry Leonardo Guarín Silva,
continuada el 18 de julio de 2012, fecha en la que la
accionante “confiesa” que “… lo último que me voy pero que el
señor Henry Guarín queda bajo mi responsabilidad en la
comida y cuidados médicos”, y que está relacionada con que
ella tomó en arriendo un apartamento de manos de Adelina
Morales Rivera al mes siguiente, el 10 de agosto de 2012.

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(ii) Un formato de la EPS SURA del 5 de julio de 2013,


por medio del cual los suscribientes manifestaron bajo la
gravedad del juramento, que conviven en forma exclusiva,
permanente y bajo el mismo techo como compañeros
permanentes.

(iii) Un contrato de “mutuo acuerdo” (sic) signado el 11


de diciembre de 2013.

(iv) El certificado expedido por dicha entidad promotora


de salud, en el que consta que Henry Alfonso Guarín
Avellaneda está registrado en el POS para el “05/07/2013”.

(v) Los testimonios solicitados por la parte demandante:


José Antonio Díaz, Norma Constanza Cárdenas Rodríguez,
Michel Eduardo Pérez Ortiz y Eunice Londoño Herrera.

(vi) Las declaraciones solicitadas por el extremo


accionado: Bernarda León de Montenegro, Daniel Melo
Forero, Israel Vargas Camargo, Abraham José Ramos Celys,
Jennifer Andrea Medina López, Jonathan Ferney Sacristán
Poveda y Clara Inés Silva Páez.

(vii) Los testimonios decretados de oficio: Ernesto


Galindo Daza, Henry Guarín Mejía, José Alfonso Nicanor
Mendoza Camacho y Adelina Morales Rivera.

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(viii) Los interrogatorios de parte de Sandra Pérez Ortiz y


Henry Alfonso Guarín Avellaneda.

2. De un lado, los desatinos fácticos del Tribunal


consistieron en dar por demostrado, sin estarlo: la existencia
de una unión marital de hecho por un lapso superior a dos
años; la fecha de la relación de las partes; que la convivencia
de Sandra y Henry inició el 1996 y terminó en el 2013; que
con un formulario de afiliación en salud se prueba la
existencia de una unión marital de hecho; que las diligencias
o actuaciones surtidas ante una Comisaría de Familia de
Bogotá son “plena prueba” de la relación reclamada; y que la
pareja se comportó siempre como marido y mujer.

Y del otro, en no dar por probado, estándolo, que


Sandra Pérez Ortiz dejó de residir en la calle 9 Sur No. 1B-92
Este, desde agosto de 2012; que la demandante tomó en
arriendo junto con Ernesto Galindo, el 10 de agosto de 2012,
un apartamento en la carrera 3 E No. 7-70; y que el
precitado inmueble es el lugar de residencia de la
demandante, de su hijo Michel Pérez Ortiz y de Ernesto
Galindo, como lo confiesa el mandatario de la parte actora en
sus escritos.

3. Se afirmó en el fallo cuestionado, que la mayoría de


los testimonios escuchados fueron coincidentes en aseverar

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Radicación n.°11001-02-03-000-2020-00697-00

que entre Sandra Pérez Ortiz y Henry Alfonso Guarín


Avellaneda existió una unión marital de hecho por espacio de
más de dos años; sin embargo, eso no es cierto al examinar
cada una de las declaraciones a las que dio credibilidad el
Tribunal:

(i) José Antonio Díaz dijo que “no sabe exactamente


cuándo empezó la convivencia entre ellos”; “que las partes
vivieron en la calle 9 con carrera 3 del barrio la María por más
de diez años, señalando que ella le ayudó a armar el lote y
construir” y “que no sabe la dirección de la casa en el Restrepo
y que los dos no viven juntos como desde el año 2009 o 2010”.

(ii) Norma Constanza Cárdenas Rodríguez indicó que


visitó la casa de la pareja, “encontrando que ellos dormían en
habitaciones aparte”; “que notó que eran pareja porque la
gente lo comentaba y porque ella le lavaba y le planchaba” y
“que Sandra pagaba como arriendo el servicio de luz”.

(iii) Gloria Esperanza Martínez Sarmiento expresó que


“Sandra y Henry compartían la misma habitación y que no
sabía si entre ellos existía algún contrato de arrendamiento”;
que “en la misma casa vivían los hijos de Henry y que uno de
ellos, Leonardo era muy grosero con la señora Sandra”; “que
no se sabe desde cuando se separaron, pero cree que fue hace
un año”; y que “la pareja se tuvo que separar por el maltrato
que le impartían los hijos de Henry a la señora Sandra”,

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maltrato que ocurrió en el 2008 y que se sancionó en el


2012.

(iv) Michel Eduardo Pérez Ortiz, hijo de la demandada,


dijo tener 18 años; haber llegado a vivir a la calle 9 Sur N°
1B-92 Este, cuando tenía cuatro años, y que residió en la
casa de Henry hasta el mes de septiembre de 2012, cuando
se mudó a la carrera 3 Este No. 7-70.

(v) Eunice Londoño Herrera aseguró que las partes en


contienda se fueron a vivir, más o menos, entre los años
1995 y 1996, y que su relación fue de marido y mujer hasta
el 2013; y que en ese lapso visitó la casa de la pareja en tres
o cuatro oportunidades, y que fue Sandra quien le comentó
que se había librado de esa familia, la de Henry, después de
reseñar el maltrato proveniente del hijo de este.

4. Bastan los anteriores testimonios para desvirtuar la


precisión (que no es tal) invocada por el Tribunal sobre las
fechas en las que se llevó a cabo la relación de las partes,
pues quedó demostrado que el traslado de residencia de
Sandra Pérez Ortiz ocurrió en agosto de 2012, con lo que se
estructuró la prescripción del artículo 8 de la Ley 54 de 1990,
porque la demanda se presentó sólo hasta el 10 de
septiembre de 2013.

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5. Para abundar, las declaraciones descartadas por el


Tribunal sí son contundentes y aportan la fecha en que
“culminó la residencia de Sandra en la casa de Henry
Guarín”: Sandra Pérez Ortiz en el acta MP 272 del 12 de julio
de 2012 dijo “me voy pero (…) el señor Henry Guarín queda
bajo mi responsabilidad en la comida y cuidados médicos, no
más”; Bernarda León de Montenegro afirmó que “Sandra
Pérez se fue de la casa del señor Guarín Avellaneda en el año
2012”; Michel Eduardo Pérez Ortiz, a la pregunta de hasta
cuándo estuvo viviendo en la casa de Henry Alfonso Guarín,
respondió que “hasta el 2012”; Adelina Morales Rivera
certificó que el 10 de agosto de 2012 arrendó un inmueble a
Sandra y a Ernesto Galindo; Jennifer Andrea Medina López
refirió que la accionante “se fue en el 2012”, “de junio a julio
de 2012”; Clara Inés Silva Páez dijo que “en agosto de 2012
ella (Sandra) se va de la casa de Henry y tom(a) un
apartamento a la vuelta de la casa en arriendo con el esposo
Ernesto Galindo”; y el hijo del demandado, Henry Guarín
Mejía, expuso que Ernesto Galindo y Sandra, “en el mes de
agosto de 2012 se trasladaron al inmueble de la carrera 3
Este No. 7-70”, y que el 11 de diciembre de 2013, a Sandra se
le pagó una obligación dineraria que tenía el demandado, es
decir, cuando ella había abandonado la casa de aquél.

6. El Tribunal en su sentencia no se ocupó


objetivamente de la concordancia de las anteriores versiones,
con las que se establecía la unión marital de hecho entre
Sandra y Ernesto a partir del 2010 o por lo menos del 2012,
fecha en la que tomaron de manera conjunta un

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apartamento en arriendo, según declaración de la


arrendadora y la confesión de la accionante, al decir, en julio
de 2012, que se iba de casa de Henry.

7. Para negar la prescripción, el juzgador de segunda


instancia entró en el campo de las suposiciones, pues derivó
de una afiliación a seguridad social efectuada el 5 de julio de
2013, la existencia de la unión marital de hecho hasta esa
fecha, atribuyendo, además, la calidad de confesión
extrajudicial a las declaraciones juramentadas sobre el
vínculo, que materialmente no aparecen en el expediente.

8. De haberse dado por probado, como lo estaba, que


Sandra Pérez no residía para el 2012 en el mismo lugar que
el demandado, y de haber asumido que la afiliación de ella al
sistema de seguridad social en salud por parte de Henry
Alfonso Guarín, en el 2013, fue “un acto de mera
solidaridad”, se imponía para el Tribunal acoger la excepción
de prescripción, tal como fue alegada.

TERCER CARGO

Se acusa la sentencia del Tribunal de haber


quebrantado indirectamente la ley sustancial por haberse
incurrido en error de derecho en la apreciación de las
pruebas, lo que condujo a dejar de aplicar el artículo 8 de la

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Ley 54 de 1990 y el 2535 del Código Civil, y a aplicar


indebidamente los preceptos 1, 2 y 5 de aquella ley.

En apoyo de su censura, el recurrente expuso los


siguientes argumentos:

1. En transgresión del artículo 187 del Código de


Procedimiento Civil, el Tribunal dejó de valorar las pruebas
en su conjunto a efecto de obtener un resultado homogéneo
sobre el cual edificar la decisión, pues, utilizó un método que
evidencia fragmentación y aislamiento de las pruebas, así
como la constitución de dos bandos de testigos, para de
forma fácil catalogar a uno como convincente, y al otro de no
creíble.

2. Adelina Morales Rivera dijo en su testimonio que


arrendó un inmueble a Sandra Pérez Ortiz y Ernesto Galindo
Daza, ubicado en carrera 3 E No. 7-70 de Bogotá, lo que fue
confirmado por la propia demandante, el hijo de ella y el
apoderado de la parte actora, al referir el sitio como
residencia desde 2012 y lugar para notificaciones.

Sin embargo, en la sentencia impugnada no se ve el


relacionamiento de la declaración de Adelina con la de las
otras dos personas mencionadas, y tampoco con lo relatado
por los testigos Jennifer Andrea Medina López, Jonathan
Ferney Sacristán Poveda, Clara Inés Silva Pérez y Henry

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Guarín Mejía, entre otros, ya que de haberlo hecho, tendría


que haber admitido que Sandra Pérez Ortiz no vive en la casa
del demandado Henry Guarín Avellaneda, desde el mes de
agosto de 2012, fecha con la que se establece que transcurrió
más de un año “desde cuando Sandra Pérez Ortiz se va de la
casa de Henry Guarín Avellaneda, hasta cuando presentó la
demanda”, lapso demostrativo de la prescripción de la
acción.

3. El Tribunal ignoró el documento fechado el 18 de


julio de 2012, en el que la demandante confesó que el 9 de
julio de ese año, estando presente Ernesto a quien le llevó un
ponqué, se fue de la casa del demandado, pero que quedaba
bajo su responsabilidad la comida y cuidados médicos de
este, lo que concuerda con el grupo de testigos descartados
en el fallo controvertido, toda vez que ellos precisaron:

(i) José Antonio Díaz: “… que los dos no viven juntos


como desde el año 2009 o 2010”.

(ii) Norma Constanza Cárdenas Rodríguez: “que ellos


dormían en habitaciones aparte, es por eso que Sandra dice
que entró con Ernesto a su cuarto”.

(iii) Gloria Esperanza Martínez Sarmiento: “que la pareja


se tuvo que separar por los maltratos que le impartían los hijos
de Henry con la señora Sandra”.

23
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(iv) Michael Pérez Ortiz, hijo de la demandante: “que


estuvieron viviendo en la casa de Henry hasta el mes de
septiembre de 2012 y que se fueron a vivir a la carrera 3 E No.
7-70”.

(v) Eunice Londoño Herrera: “que fue Sandra quien la


llamó y le dijo que por fin se había librado de esa familia,
después de hacer alusión al maltrato de Henry Leonardo, hijo
del demandado”.

(vi) Bernarda León Montenegro: “que la señora Sandra


Pérez se fue de la casa del señor Guarín Avellaneda en el año
2012”.

(vii) Jennifer Andrea Medina López: “que Sandra se fue


en el 2012”.

(viii) Clara Inés Silva Páez: que “en agosto del 2012 ella
se va de la casa de Henry”.

(ix) Henry Guarín Mejía: “que en el mes de agosto de


2012 se trasladaron al inmueble de la carrera 3 Este No. 7-
70”.

24
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(x) Adelina Morales Rivera: “¿Eso cuándo fue? Fue


exactamente el 10 de agosto de 2012, ¿y usted le arrendó? Sí
yo le arrendé”.

Con esas citas quedó demostrado que el Tribunal


desatendió el deber de valorar las pruebas en conjunto, toda
vez que, al confrontarlas con el referido documento, sin aislar
ni inutilizar su contenido, habría concluido que la acción
estaba prescrita.

4. En su fallo, el Tribunal resaltó que no existía


concordancia sobre la terminación de la relación sostenida
por las partes, y por eso, acudió a la declaración suscrita por
ellas el 5 de julio de 2013, en la que dicen que son
compañeros permanentes desde esa fecha, para formalizar la
afiliación de Sandra como beneficiaria de Henry, a la
seguridad social.

Pero si ese juzgador se hubiera percatado de la


declaración de José Alfonso Nicanor Mendoza, pudo haber
establecido que tal afiliación se hizo para que atendieran en
salud a Sandra, dada su enfermedad, y para que la pensión
no se perdiera.

Con la negativa a dar credibilidad a ese declarante,


quien fue el encargado de diligenciar el formulario, se violó el
artículo 187 del Código de Procedimiento Civil, más si “de

25
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manera incorrecta” se le dio alcance “a un documento sin


autenticar (la declaración que obra a folio 12) del cual supone
una presunta confesión extrajudicial del demandado”, además
que la “certificación que obra a folio 268 y 269 no fue tenida
en cuenta para incorporarse el proceso”.

Tampoco se percató el ad-quem de que los escritos


obrantes a folios 270 y 274, se refieren a la calidad de
pensionado de Henry Alfonso Guarín, donde no hay
beneficiario, por lo que no se explica entonces el proceder de
ese juzgador, al apartar y aislar documentos con mérito
probatorio, y dejar de confrontarlos con otros que no lo
tienen, “para deducir de estos hechos contrarios a la verdad”,
habida cuenta que “si la señora Sandra convivió con el señor
Henry Guarín por ‘los 17 años’ que se dice ‘estableció el
Tribunal’, qué explicación lógica, coherente, racional tiene que
la haya afiliado al sistema de salud uno o dos meses de
finiquitada la supuesta convivencia”.

Esa afiliación obedeció, entonces, a una manifestación


de solidaridad con una persona para la cual el demandante
no niega la existencia de una amistad, de convivencia en la
misma casa, y de quien se recibían servicios domésticos y
con quien se trababan hasta relaciones negociales, como el
contrato de mutuo cuya obligación se pagó el 11 de
diciembre de 2013, documentado en un escrito “en el que se
señala la condición de excompañero permanente”, y no de
compañero como lo aseguró el Tribunal.

26
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5. También por omitir la valoración conjunta de las


pruebas, el ad-quem se “atrevió a determinar que la supuesta
relación fue desde 1996”, no obstante que “Michael Pérez
Ortiz (hijo de la demandante) nació en diciembre de 1995 –
dijo tener 18 años para la fecha en que rindió la declaración el
26 de agosto de 2014 y haber llegado de 3 o 4 años a la casa
de Henry Guarín”, por lo que “si restamos los 18 años a la
fecha de la declaración nos da 1996 y si a esta le sumamos
los 3 o 4 años que tenía de edad cuando llegó a la casa de
Henry Guarín, se establece que fue en el año 2000”.

6. El yerro denunciado es trascendente, por cuanto


condujo a negar la prescripción que fue propuesta en la
contestación de la demanda.

CONSIDERACIONES

1. Lo planteado en los cargos

Viene del resumen que acaba de efectuarse, que en este


asunto todos los cargos giran en torno a la valoración de las
pruebas realizada por el juzgador de segunda instancia. En
efecto:

En el primero se censura la omisión en ponderar


algunos testimonios que, asegura el impugnante, dan cuenta

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de una relación sentimental de la demandante con un


tercero, Ernesto Galindo, lo que daría al traste con el
requisito de la singularidad exigido como presupuesto para
declarar la existencia de la unión marital de hecho sobre la
que versa la demanda.

En el segundo se alega también la incursión en errores


fácticos, esta vez en la apreciación de los testimonios a los
que dio crédito el Tribunal, porque -se afirma- estos no son
precisos sobre las fechas en que se llevó a cabo la relación de
las partes y particularmente su terminación, ocurrida en
agosto de 2012, de acuerdo con otras pruebas, con lo que se
configuró el fenómeno prescriptivo alegado.

Y en el tercero y último, se cuestiona la sentencia que


desató la apelación de hacer incursionar en los terrenos del
desatino de derecho, al dejar de valorar las pruebas en su
conjunto, porque el Tribunal fragmentó y aisló los medios de
acreditación, sin reparar en las conexiones de cada uno de
ellos, lo que de haber hecho, le habría servido para acoger la
excepción sobre la prescripción de la sociedad patrimonial
entre compañeros permanentes.

Así las cosas, para despachar esos tres cargos, se


empezará por recordar en qué consiste cada uno de los
errores denunciados, desde el punto de vista legal y
jurisprudencial; posteriormente se harán algunas
anotaciones sobre la singularidad como requisito de la unión

28
Radicación n.°11001-02-03-000-2020-00697-00

marital de hecho y la prescripción prevista en el artículo 8 de


la Ley 54 de 1990; y al final, se entrará en el análisis puntual
de cada uno de los errores denunciados, extractando,
postreramente, la conclusión que sea del caso.

2. Los errores en la valoración de las pruebas en


sede de casación

Por hacer relación los cargos a errores de hecho y de


derecho en la valoración de las pruebas, conviene,
preliminarmente, una reseña sucinta sobre lo que se
entiende por cada uno de ellos.

Así, en forma reiterada ha señalado esta Corporación,


que la infracción indirecta de la ley sustantiva conlleva
siempre inconformidad con la labor de investigación en el
campo de los hechos, producto de una deficiente
apreciación de las pruebas, materializada en errores de
hecho o de derecho.

Se presentan los llamados yerros fácticos, cuando el


juzgador supone, omite o altera el contenido de los medios
de convicción, siempre y cuando dicha anomalía influya en
la forma en que se desató el debate, de tal manera que de
no haber ocurrido otro fuera el resultado.

29
Radicación n.°11001-02-03-000-2020-00697-00

Por su parte, se dan los errores de derecho, cuando


media la violación de normas de disciplina probatoria que
atañen con la aportación, admisión, producción o
estimación de la prueba: “[E]n esta clase de error,
diversamente a lo que sucede con el de hecho, siempre se
parte de que el juzgador es consciente de la presencia del
medio, solo que al evaluarlo no lo hace con sujeción a la
preceptiva legal” (CSJ SC 137 de 13 de oct. de 1995,
exp.3986).

En esta última clase de error se incluye, igualmente, el


reclamo concerniente a no valorar en su conjunto las
pruebas, como lo exige el artículo 187 del Código de
Procedimiento Civil -ahora 176 del Código General del
Proceso-, precepto, según el cual, “Las pruebas deberán ser
apreciadas en conjunto, de acuerdo con las reglas de la sana
crítica, sin perjuicio de las solemnidades prescritas en la ley
sustancial para la existencia o validez de ciertos actos. El
juez expondrá siempre razonadamente el mérito que le
asigne a cada prueba”.

Sobre el yerro de derecho por no apreciarse


aunadamente las pruebas, en reciente sentencia de
casación, SC3249-2020, se dijo que

“La apreciación en conjunto de los medios demostrativos guarda


relación con el denominado principio de unidad de la prueba, que
impone un examen concentrado de todos ellos con independencia
de su naturaleza y del interés del sujeto que los aportó, en
palabras de Devis Echandía, ‘Significa este principio que el
conjunto probatorio del juicio forma una unidad, y que, como tal,
debe ser examinado y apreciado por el juez, para confrontar las
diversas pruebas, puntualizar su concordancia o discordancia y

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Radicación n.°11001-02-03-000-2020-00697-00

concluir sobre el convencimiento que de ellas globalmente se


forme’. Esta exigencia se relaciona también con el principio de
adquisición o comunidad de la prueba, por virtud del cual, ésta
no pertenece a quien la aporta, sino que una vez practicada e
introducida legalmente es del proceso y, por lo tanto, ‘debe
tenérsela en cuenta para determinar la existencia o inexistencia
del hecho a que se refiere, sea que resulte en beneficio de quien
la adujo o de la parte contraria, que bien puede invocarla. Como
el fin del proceso es la realización del derecho mediante la
aplicación de la ley al caso concreto y como las pruebas
constituyen los elementos utilizados por el juez para llegar a ese
resultado, nada importa quien las haya pedido o aportado’7.
Desde esa perspectiva, en el sistema de la sana crítica adoptado
por nuestro ordenamiento procesal civil, la apreciación probatoria
es una operación de carácter crítico y racional que no puede
cumplirse de manera fragmentada o aislada, sino en conjunto,
con base en las reglas de la lógica, la ciencia y la experiencia,
que, necesariamente, comprende el cotejo o comparación de todos
los medios suasorios allegados al proceso, con el fin de
establecer sus puntos de convergencia o de divergencia. A partir
de ese laborío, el Juez, en cumplimiento de esta exclusiva
actividad procesal, le asigna mérito a las pruebas de acuerdo al
grado de convencimiento que le generen y emite su veredicto
acerca de los hechos que, siendo objeto de discusión, quedaron
demostrados en el juicio. Respecto a la trasgresión del artículo
187 del Código de Procedimiento Civil que impone la apreciación
de las pruebas en su conjunto, la jurisprudencia de la Corte ha
sostenido que da lugar a un error de derecho, por
desconocimiento de una prescripción legal instituida para evaluar
las pruebas. No obstante, según se explicó en SC 25. Nov. 2005,
exp. 1998-00082-01, cuando se invoca esta causal de casación,
la labor del impugnante no puede limitarse a enunciar el
presunto yerro, sino que debe demostrar que la valoración
probatoria fue realizada respecto de cada medio probatorio
individualmente considerado, de manera aislada, sin conectarlo
con los demás que obren en el plenario, y se puntualizó, ‘Como es
natural, en procura de que ese error aparezca, debe el
impugnante demostrar que la tarea evaluativa de las distintas
probanzas cumplida por el sentenciador se llevó a cabo al
margen del análisis de conjunto pedido en el artículo 187, o sea,
poniendo de manifiesto cómo la apreciación de los diversos
medios lo fue de manera separada o aislada, sin buscar sus
puntos de enlace o de coincidencia. Este y no otro debe ser el
criterio a seguirse cuando de individualizar este tipo de yerro se
trata. En consecuencia, si, con prescindencia de las conclusiones
obtenidas en el campo de los resultados de la prueba, pues es

7
Ibid. pág. 110.

31
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asunto que cae en el terreno rigurosamente técnico, la referida


tarea valorativa se ciñó a la norma citada, no será admisible la
prédica del error cuando bajo el pretexto de su demostración, lo
que persigue es la sustitución del examen de conjunto realizado
por el sentenciador por el que proponga el recurrente’”.

3. La singularidad como exigencia para declarar la


unión marital de hecho

Uno de los aspectos que se pretende evidenciar con los


errores denunciados, es la falta de singularidad de
convivencia que, de acuerdo con las pretensiones de la
demanda, sostuvieron Sandra Pérez Ortiz y Henry Alfonso
Guarín Avellaneda.

Por ello, antes de entrar en el estudio concreto de los


yerros denunciados, cumple indicar en qué consiste dicho
presupuesto de toda unión marital de hecho.

De acuerdo con la jurisprudencia de la Sala:

“La singularidad de la comunidad de vida, conforme lo asentó


esta Corporación en la referida decisión, ‘atañe con que sea solo
esa, sin que exista otra de la misma especie’, tema que también
abordó en el fallo proferido el 5 de septiembre de 2005 (exp.
1999 0150 01), en el que luego de trasuntar apartes de la
ponencia para el primer debate de la ley en comento, precisó que
la exposición de motivos en ella contenida permite entender que
‘las expresiones lingüísticas ‘comunidad de vida permanente y
singular’, empleadas en la Ley 54 de 1990, todas a una
convergen en la exigencia de exclusividad, y por fuerza de las
reglas de la lógica, la pluralidad de relaciones de similar
naturaleza destruye la singularidad’ (destaca la Sala). Empero,
y esto hay que subrayarlo firmemente, una vez establecida una
unión marital de hecho, la singularidad que le es propia no se
destruye por el hecho de que un compañero le sea infiel al otro,

32
Radicación n.°11001-02-03-000-2020-00697-00

pues lo cierto es que aquella, además de las otras circunstancias


previstas en la ley, cuyo examen no viene al caso, sólo se
disuelve con la separación física y definitiva de los compañeros;
por supuesto que como en ella no media un vínculo jurídico de
carácter solemne que haya que romper mediante un acto de la
misma índole, su disolución por esa causa no requiera
declaración judicial. Basta, entonces, que uno de los compañeros,
o ambos, decidan darla por terminada, pero, claro está, mediante
un acto que así lo exteriorice de manera inequívoca. Trátase,
entonces, de una indeleble impronta que la facticidad que
caracteriza el surgimiento y existencia de esa especie de
relaciones les acuña (CSJ, SC del 10 de abril de 2007, Rad. n.°
2001 00451 01; se subraya).

Más recientemente, la Corte al reiterar su criterio


respecto de la citada exigencia, y señalar que la infidelidad,
per se, no descarta la estructuración de una unión marital de
hecho, dijo que

(…) Es dable colegir, entonces, que la singularidad, entendida en


el mencionado sentido de exclusividad o ausencia de pluralidad,
es un requisito que debe concurrir para el surgimiento de una
unión marital de hecho, pues sólo ante su presencia, resultaría
viable deducir de la convivencia de los compañeros, que en cada
uno de ellos, en verdad, existió la recíproca voluntad de fundar
una familia, con todo lo que ello supone, según ya quedó
explicado, y que, por consiguiente, la comunidad de vida que
conformaron, sí es constitutiva de la institución en comento, cuyo
reconocimiento dependerá, además, de que los integrantes de
dicha relación la hayan preservado y continuado en el tiempo.
(…) Pertinente es precisar, adicionalmente, que después de
constituida la unión marital de hecho, la singularidad, sin duda,
sigue siendo elemento fundamental de la comunidad de vida
emprendida por la pareja. Con otras palabras, el normal
desarrollo de dicho vínculo estará siempre soportado, en gran
medida, en la circunstancia de que los miembros de la pareja,
día a día, continúen compartiendo su vida, en lo fundamental, en
forma exclusiva entre ellos. Empero, como puede ocurrir que uno
de los compañeros, o ambos, sea infiel al otro, por sostener una
relación afectiva o amorosa con una tercera persona, ya sea de
manera accidental o transitoria, ora debido a una vinculación que
tenga algún grado de continuidad, es del caso advertir que esta
circunstancia, per se, e independientemente del reproche que en

33
Radicación n.°11001-02-03-000-2020-00697-00

otros ordenes pueda comportar dicha conducta, no destruye


automáticamente la singularidad de la unión marital que, como
en precedencia se anotó, desde la conformación de la familia
originada en los lazos naturales y durante toda su vigencia, le ha
servido de sustento, siempre y cuando que sus elementos
esenciales, como la cohabitación, la colaboración, el apoyo y el
socorro mutuos, se mantengan, es decir, en tanto que el vínculo
sobreviniente no desplace por completo al preexistente.
(…)Corolario de lo señalado, es que, de conformidad con la
normatividad vigente, la ausencia de singularidad para el
momento en el que se pretende haya de surgir una unión marital
de hecho, es circunstancia suficiente para impedir que,
jurídicamente, pueda tenérsele como tal. Y que, durante la
vigencia de la unión, es decir, después de haberse constituido
en debida forma el estado originado en los vínculos naturales,
el debilitamiento del elemento en estudio -singularidad- por los
actos de infidelidad de los compañeros permanentes, sólo puede
desvirtuar el mencionado requisito y destruir la unión marital de
hecho si la nueva relación, por sus características, sustituye y
reemplaza a la anterior y se convierte en un nuevo estado marital
para sus integrantes, o, en su defecto, si los actos de deslealtad
entre los compañeros producen el resquebrajamiento de la
convivencia por ocasionar la ‘separación física y definitiva de los
compañeros’ (CSJ, SC del 12 de diciembre de 2011, Rad. n.°
2003-01261-01; se subraya)”8.

4. La prescripción de las acciones de disolución y


liquidación de la sociedad patrimonial entre
compañeros permanentes

El otro tema que, a propósito de los errores


probatorios denunciados, se propone el casacionista poner
de presente, es el de la prescripción de la acción
encaminada a que se declare disuelta y en estado de

8
El criterio expuesto, es jurisprudencia reiterada de la Corte en los fallos de 19 de diciembre de 2012
(Rad. n.° 2008-00444-01), SC 17157 del 11 de diciembre de 2015 (Rad. n.° 2006-01231-01) y
SC4003-2018.

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Radicación n.°11001-02-03-000-2020-00697-00

liquidación la sociedad patrimonial que, se afirma,


conformaron la demandante y el demandado.

Por eso, bueno es recordar, preliminarmente, que el


artículo 8 de la Ley 54 de 1990 contempla el llamado
término prescriptivo para interponer las acciones de
disolución y liquidación de la sociedad patrimonial entre
compañeros permanentes, pues, en efecto, ese canon indica
que “[l]as acciones para obtener la disolución y liquidación de
la sociedad patrimonial entre compañeros permanentes,
prescriben en un año, a partir de la separación física y
definitiva de los compañeros, del matrimonio con terceros o
de la muerte de uno o de ambos compañeros”.

En relación con ese plazo, la Corte expuso que

“‘[l]as acciones para obtener la disolución y liquidación de la


sociedad patrimonial entre compañeros permanentes, prescriben
en un año, a partir de la separación física y definitiva de los
compañeros, del matrimonio con terceros o de la muerte de uno o
de ambos compañeros’, sin condicionarlo mutatis mutandis, a la
declaración judicial de la unión marital y de la sociedad
patrimonial, conforme señaló la Corte, en sentencia de 1° de junio
de 2005, pues ‘que la ley reclame una declaración –no
necesariamente judicial- de certeza de la existencia de la citada
sociedad patrimonial, no puede traducir que la irrupción del
término prescriptivo de la acción encaminada a disolverla y
liquidarla, esté condicionada a que medie sentencia ejecutoriada
o acta de conciliación que de fe de esa sociedad, pues si se miran
bien las cosas, es apenas lógico que la disolución tenga lugar
cuando la vigencia de la sociedad patrimonial llega a su fin, con
independencia de si media o no la referida declaración. Tal la
razón para que la ley ponga pie en tres hechos que, en sí mismos
considerados, son bastante para ultimar la unión marital entre
compañeros permanentes y, desde luego, a sus efectos

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Radicación n.°11001-02-03-000-2020-00697-00

patrimoniales, como son el distanciamiento definitivo de la


pareja, la celebración de matrimonio con un tercero, o el
fallecimiento de uno de ellos. De esta forma, a no dudarlo, se
otorgó seguridad a los asuntos familiares en materias tan
delicadas como la prescripción de las acciones vinculadas al
finiquito del patrimonio común de los compañeros, cuyo plazo no
puede manejarse en términos contingentes como sería la
duración de un pleito judicial encaminado a que se reconozca la
existencia de la unión marital de hecho y de la respectiva
sociedad patrimonial, pues si así fuera, quedaría incierto el
momento en el que despuntaría el plazo prescriptivo, cuyo
cómputo, por expresa voluntad del legislador, quedó
condicionado a la configuración de situaciones objetivas
vinculadas a la disolución de la familia estructurada por vínculos
naturales, concretamente a la verificación de uno de los
acontecimientos que integran el aludido trinomio, ex lege’ (cas.
civ. 1º de junio de 2005, [SC-108-2005], exp. 7921). Adviértase,
entonces que la acción judicial tendiente a la declaración de la
unión marital de hecho, podrá ejercerse durante su existencia,
aún unidos los compañeros permanentes y, por ende, antes de
su terminación o después de ésta y es imprescriptible en lo
relativo al estado civil. Contrario sensu, ‘el derecho a pedir la
disolución y liquidación, ministerio legis, nace cuando fenece la
sociedad patrimonial, no así cuando se declara que ella existió’
(cas. civ. 1º de junio de 2005, [SC-108-2005], exp. 7921), sino con
‘la separación física y definitiva de los compañeros, del
matrimonio con terceros o de la muerte de uno o ambos
compañeros’, situaciones objetivas desde cuya ocurrencia, puede
ejercerse la acción y computa el plazo prescriptivo (artículo 8º,
Ley 54 de 1990). Por tanto, la hermenéutica impone la
imprescriptibilidad de la acción declarativa de la unión marital de
hecho en lo atañedero al estado civil y la prescriptibilidad de la
acción judicial para la ‘disolución y liquidación’ de la sociedad
patrimonial, cuyo término de prescripción es de un año contado a
partir de la terminación de la unión marital por separación física
y definitiva de los compañeros -de mutuo consenso elevado a
escritura pública ante notario o expresado en acta de
conciliación- sentencia judicial, matrimonio de uno con un sujeto
diferente, o muerte, ya real, ora presunta (artículos 5º [3º, Ley
979 de 2005] y 8º Ley 54 de 1990) (…)”9.

9
CSJ SC de 11 de marzo de 2009, Rad. 2002-00197-01, reiterada en SC-7019-2014.

36
Radicación n.°11001-02-03-000-2020-00697-00

La brevedad de ese lapso extintivo, por lo demás, no


fue óbice para que el referido artículo pasara el examen de
exequibilidad, ya que, en palabras de la Corte
Constitucional, C-114 de 1996,

“Por sus mismas características, y especialmente por haberse


originado en una unión libre, es razonable que la acción
encaminada a demostrar la existencia y disolución de la
sociedad patrimonial entre compañeros permanentes, prescriba
en un término relativamente breve, contado a partir de la
separación física y definitiva de los compañeros, del matrimonio
con terceros o de la muerte de uno o ambos compañeros. Por eso,
el término de un año, fijado por el artículo 8° de la ley 54, no
parece insuficiente. Con mayor razón, si se tiene en cuenta que el
término se interrumpe con la sola presentación de la demanda,
como expresamente lo determina el parágrafo del artículo
últimamente citado. Y recuérdese que, como se ha dicho, tal
término, por mandato del artículo 2541 del Código Civil, se
suspende en favor de las personas señaladas en el artículo 2530
del mismo, y de la herencia yacente, por ser un término de
prescripción y no de caducidad (…) Téngase en cuenta, además,
que al llegar a declararse inexequible la expresión demandada,
habría que aplicar el artículo 2536 del Código Civil, que en su
inciso primero establece: ‘La acción ejecutiva se prescribe por
diez años, y la ordinaria por veinte’. Tendríamos, entonces, que a
partir del fallecimiento de uno de los compañeros permanentes o
de ambos, empezaría a contarse un término de veinte años, para
pedir la declaración de existencia y disolución, y la consecuente
liquidación, de la sociedad patrimonial. Nada sería más
contrario a la seguridad jurídica (…) Por otra parte, no es ésta la
única prescripción que tiene señalado un término relativamente
breve, en guarda, de la seguridad jurídica y en defensa,
precisamente, de la estabilidad familiar”.

5. Análisis concreto de los cargos

5.1. El primer cargo, cuyo eje central radica en


denunciar que el Tribunal cometió errores de hecho al
preterir los testimonios que dieron cuenta de una

37
Radicación n.°11001-02-03-000-2020-00697-00

convivencia paralela de la demandante con Ernesto


Galindo, no está llamado a buen suceso, por los motivos
que a renglón seguido se exponen:

5.1.1. El ad-quem dejó sentado que no daba crédito a


los testimonios diferentes a aquellos de los que se sirvió
para ratificar el acogimiento de las pretensiones de la
demanda, es decir, que descartó consciente y expresamente
las declaraciones (previamente resumidas en el fallo) de
Bernarda León de Montenegro, Israel Vargas Camargo,
Abraham José Ramos Celys, Jennifer Andrea Medina López,
Jonathan Ferney Sacristán Poveda, Clara Inés Silva Páez,
Henry Guarín Mejía, José Alfredo Nicanor Mendoza
Camacho y Adelina Morales Rivera, por considerar que ellas
eran parcializadas al mostrar un interés notorio en
favorecer al demandado, porque no aportaban muchos
datos al juicio, y por cuanto resultaban contradictorias con
pruebas documentales, como la afiliación de la accionante a
seguridad social en salud por cuenta del convocado, la
medida de protección otorgada a favor de la reclamante por
un Comisaría de Familia y el escrito que relaciona el pago
de una obligación dineraria por parte de Henry Alfonso
Guarín Avellaneda a favor de Sandra Pérez Ortiz.

Así las cosas, al contrastar la denuncia por omisión


incorporada en el embate con lo dicho sobre los respectivos
testimonios en la sentencia confutada, se advierte que el
desatino fáctico esgrimido es inexistente, toda vez que el

38
Radicación n.°11001-02-03-000-2020-00697-00

juzgador de segundo grado sí se refirió en su providencia a


las declaraciones que echa de menos el casacionista, al
punto que una a una las mencionó y compendió10, para
luego (en indudable desarrollo del mandato previsto en el
inciso segundo del artículo 187 del Código de Procedimiento
Civil consistente en exponer “siempre razonadamente el
mérito que le asigna a cada prueba”), restarles mérito
demostrativo, por las diversas razones que acaban de
anotarse, prefiriendo, de contera, al otro grupo de testigos
conformado por los relatos de José Antonio Díaz, Eunice
Londoño, Constanza Cárdenas, Gloria Esperanza Martínez
Sarmiento, Michel Eduardo Pérez Ortiz, Danilo Melo Forero
y Ernesto Galindo Daza, a los que otorgó plena credibilidad,
ya que “dieron cuenta de las circunstancias de tiempo, modo
y lugar para explicar lo que saben y les consta”, y porque “la
mayoría de ellos fue coincidente en afirmar, que entre
Sandra Pérez Ortiz y Henry Alfonso Guarín Avellaneda,
existió una unión marital de hecho por espacio de más de
dos años”.

5.1.2. Ahora bien, la decisión del Tribunal consistente


en no atribuirle mérito demostrativo a los testimonios de
Bernarda León de Montenegro, Israel Vargas Camargo,
Abraham José Ramos Celys, Jennifer Andrea Medina López,
Jonathan Ferney Sacristán Poveda, Clara Inés Silva Páez,
Henry Guarín Mejía, José Alfredo Nicanor Mendoza
Camacho y Adelina Morales Rivera (cuestión que escapa a
los terrenos del desatino fáctico, alusivo a la desatención

10
Folios 41 a 53 del c. del Tribunal.

39
Radicación n.°11001-02-03-000-2020-00697-00

del juzgador en la observación material de la prueba),


tampoco es constitutiva de ninguna otra clase de error
probatorio.

En efecto, una de las causas que ese Colegiado


esgrimió para no concederles credibilidad a dichos
testimonios (la parcialidad y el notorio interés de los
deponentes por favorecer al demandado), se encuentra en el
artículo 218 del Código de Procedimiento Civil: “Son
sospechosas para declarar las personas que en concepto del
juez, se encuentren en circunstancias que afecten su
credibilidad o imparcialidad, en razón de parentesco,
dependencia, sentimientos o interés con relación a las
partes o sus apoderados, antecedentes personales u
otras causas” (se subraya); y se puede corroborar con lo
relatado por:

(i) Henry Guarín Mejía al manifestar tener parentesco


con el demandado, por ser uno de sus hijos (cd. fol. 225 del
c. 1).

(ii) Jennifer Andrea Medina López al expresar ser


nuera del accionado y esposa del hijo Henry Leonardo
Guarín (folios 188 a 190 ib.), personas respecto de las
cuales, según documentos que obran en el expediente, la
Comisaría Cuarta de Familia de Bogotá impuso medida de
protección a favor de “Sandra Pérez Ortiz y de sus hijos” (10
de noviembre de 2008, folios 8 a 10) y sanción a Henry

40
Radicación n.°11001-02-03-000-2020-00697-00

Leonardo por incumplimiento de esa orden (18 de julio de


2012, folios 14 a 16),

(iii) Adelina Morales Rivera al exponer en su relató que


denunció penalmente a la demandante y a Ernesto Galindo
Daza, por incidentes que ocurrieron en un inmueble que les
arrendó desde el 10 de agosto de 2012 (cd. folio 225), y

(iv) Clara Inés Silva Páez al decir que fue compañera


del demandado y madre de Henry Leonardo Guarín, hijo del
enjuiciado, persona a la que se le impuso medida de
protección en beneficio de la accionante Sandra Pérez Ortiz
(folios 193 a 197).

En cuanto a los demás testimonios cuya credibilidad


se descartó, si bien el Tribunal no explicitó individualmente
los motivos para quitarles credibilidad, al final no se aprecia
como absolutamente infundada esa determinación, si se
observa de su contenido (relacionado por el ad-quem) que
en ellos no se suministraron datos relevantes para dilucidar
la contienda (en unos casos), o que hay contradicciones
ostensibles en sus versiones (en otros), particularmente en
lo que se refiere al aspecto que se pretende poner de
presente en el primer cargo, relativo a la falta de
singularidad de la convivencia de Sandra Pérez Ortiz y
Henry Alfonso Guarín Avellaneda, por haberse presentado
–se afirma- una relación paralela y similar entre aquella y
Ernesto Galindo Daza. En efecto:

41
Radicación n.°11001-02-03-000-2020-00697-00

(i) Bernarda León de Montenegro, quien declaró en


julio de 2014, expresó ser empleada del demandado desde
veinte años atrás, y dijo conocer a la demandante desde
hacía ocho años, pero no saber su apellido, y que Henry –el
convocado- la llevó a su casa por las dificultades que ella
pasaba, arrendándole un local para que viviera con los tres
hijos de ella, cuyos nombres desconocía. Indagada sobre la
fecha hasta la cual moró allí la accionante, respondió que
“ella vivió allí hasta el 2012, ella se consiguió su pareja y
salió no recuerdo el mes, eso fue a mitad o finalizado el año,
se conquistaron con un muchacho Ernesto Galindo que
estaba allí por esos días en el lote (…) vivieron la señora
Sandra y el señor Ernesto en la casa de don Henry unos dos
o tres meses, eso fue en el 2012”. Preguntada la testigo
sobre el trato que el enjuiciado le daba a Michael Eduardo
Pérez Ortiz, hijo de la demandante, respondió que “él lo
trataba como a un hijo”. Al final, cuestionada sobre la
frecuencia con la que visitaba la casa del accionado, la
declarante indicó que “yo no entro a la casa de él hace
aproximadamente 10 años” (folios 170 a 174).

La propensión de la testigo por favorecer los intereses


del demandado emerge, entonces, del vínculo laboral que
ella relaciona por un período de veinte años, y las
contradicciones, porque mientras que no sabe siquiera el
apellido de la demandante o de sus hijos, sí expresa con
total naturalidad y precisión, el nombre completo del
compañero con el que se fue a vivir Sandra y la fecha en la

42
Radicación n.°11001-02-03-000-2020-00697-00

que ello ocurrió, pese a que destacó que desde hace diez
año no visita la casa de Henry Alfonso Guarín Avellaneda.

(ii) Israel Vargas Camargo, en su deposición, no


ofreció mayores detalles sobre el objeto de la litis, por
cuanto si bien dijo conocer al demandado desde hacía
aproximadamente 30 o 35 años, expresó que se enteró de la
llegada de Sandra a la casa de Henry, porque le contaron
(cd. folio 172).

(iii) Abraham José Ramos Celys, acerca de su falta de


conocimiento de la situación que involucra a las partes,
expuso que si bien conoce a Henry de toda la vida y a
Sandra de hace aproximadamente siete años, nunca entró
a su casa, no sabe nada y ellos son solo conocidos (cd.
folio 182).

(iv) Jonathan Ferney Sacristán Poveda, quien fue


escuchado en declaración el 8 de septiembre de 2014,
señaló que nació y se crio en la casa de Henry, el
demandado, y que Sandra llegó a ese sitio en el 2006 o
2007. Indicó, igualmente, que en la casa vivían también
otros dos hijos del convocado, Leonardo y Henry, y que la
demandada le colaboraba al accionado, cocinándole y
dándole los medicamentos, pero nunca los vio dormir
juntos. Comentó el testigo, asimismo, algunos problemas de
convivencia con Sandra, y que se fue de ese sitio en el 2010,
anotando después que en el 2011. Sobre Sandra, expuso el

43
Radicación n.°11001-02-03-000-2020-00697-00

declarante, que no se fue del mencionado lugar antes del


2010, y que le consta que ella y Ernesto Galindo
sostuvieron una relación sentimental, pues, apuntó: “yo los
vi ahí a finales del 2009 e inicios del 2010, él iba y se
quedaba por días y se iba, ellos no se presentaban, no sé si
aún persiste esa relación” (folios 190 a 193).

De lo expuesto por el testigo se tiene, en consecuencia,


que en lo que quiere llamar la atención el cargo, esto es, la
falta de singularidad de la convivencia cuya declaración se
depreca en la demanda, la versión entregada por Jonathan
Ferney tampoco aporta mayores detalles (como
genéricamente indicó el Tribunal), en la medida en la que
sobre el alegado vínculo de Sandra con Ernesto, señaló que
se trataba de una relación sentimental (lo cual no es
sinónimo de convivencia o unión marital de hecho),
cimentada en una época (2009 y 2010), de la cual no volvió
a tener noticia.

(v) José Alfonso Nicanor Mendoza Camacho manifestó


que conoce al demandante desde hace 30 años y a la
demandada desde hace 18, pero que nunca vio relación
entre ellos, y no constarle si entre Sandra y Ernesto Galindo
existió relación sentimental.

Es decir, que el propio dicho del declarante, justifica el


motivo general del Tribunal para no otorgarle mérito, y que
consistió en que no aportaba muchos datos al proceso.

44
Radicación n.°11001-02-03-000-2020-00697-00

En el anterior orden de cosas, estaban más que


justificadas las razones que llevaron al sentenciador de
segunda instancia a descartarle credibilidad a los testigos
que acaban de mencionarse, por lo que el cargo,
encaminado a denunciar error de hecho por no haberse
acogido sus relatos, no puede abrirse paso, precisándose,
en todo caso, que si bien la legislación procesal no establece
ninguna presunción de sospecha contra el testigo por el
simple hecho de su parentesco, dependencia, sentimientos
o interés con relación a las partes o sus apoderados, o por
sus antecedentes personales u otras causas, tal valoración
se deja “al concepto del juez”, y acá, la misma, como acaba
de describirse, no devino arbitraria o antojadiza.

5.1.3. Desde otra óptica, cabe señalar que si el primer


cargo se dirigió a demostrar la comisión de errores de hecho
al omitirse por el Tribunal un grupo de testimonios –según
se aseveró acreditativos de otra comunidad de vida paralela
entre la demandante y un tercero- debe admitirse que
tácitamente se asiente en el embate (solo en este) que existe
en el proceso otro grupo de declaraciones y de pruebas que
dan fe de la unión marital de hecho entre Sandra Pérez
Ortiz y Henry Alfonso Guarín Avellaneda, con el
cumplimiento de los respectivos requisitos, verbigracia,
permanencia y singularidad, sin que la selección de este
último conjunto demostrativo comporte la incursión en un
desatino fáctico o de derecho, puesto que, bien lo ha
pregonado la Sala, “cuando se está frente a dos grupos de

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Radicación n.°11001-02-03-000-2020-00697-00

pruebas, el juzgador de instancia no incurre en error evidente


de hecho al dar prevalencia y apoyar su decisión en uno de
ellos con desestimación del restante, pues en tal caso su
decisión no estaría alejada de la realidad del proceso” (CSJ,
SC del 18 septiembre de 1998, Rad. 5058). Y en otro caso,
de esta misma especie, en similar sentido indicó que “si en el
proceso, como el propio recurrente lo advirtió, existen dos
grupos de pruebas, uno que avala la posición que asumió el
ad quem, esto es, que las relaciones amorosas que
vincularon a (…) con la actora y con la señora (…),
supusieron la cohabitación de los miembros de cada una de
las parejas así formadas, y otro que se contrapone a esa
conclusión, en la medida en que desvirtuó que aquél y la
última hubiesen llevado su relación hasta la convivencia, no
es admisible que el Tribunal, al optar por uno de ellos,
hubiese cometido el error de derecho allí denunciado, toda
vez que, en criterio de esta Corporación, ‘[l]a selección de un
grupo de pruebas respecto de otro, tampoco constituye per se
un error de derecho por ausencia de apreciación conjunta’, en
la medida que tal ‘escogencia es, en línea de principio, fruto
de la apreciación, análisis y confrontación integral de los
elementos probatorios, lo cual excluye la conculcación del
artículo 187 del Código de Procedimiento Civil (Cas. Civ.,
sentencia de 2 de diciembre de 2011, expediente No. 25899-
3103-001-2005-00050-01)” (CSJ, SC del 19 de diciembre de
2012, Rad. n.° 2008-00444-01.

Lo expuesto es, en definitiva, abundante para concluir


que el cargo primero no se abre paso.

46
Radicación n.°11001-02-03-000-2020-00697-00

5.2. El segundo embate tampoco prospera, por las


razones que a continuación se ponen de manifiesto:

5.2.1. Se recuerda que en la sentencia atacada, el


sentenciador afirmó, previo su respectivo análisis, que la
mayoría de los testimonios fueron coincidentes en aseverar
que entre Sandra Pérez Ortiz y Henry Alfonso Guarín
Avellaneda existió una unión marital “por espacio de más de
dos años”, y que si bien es cierto, los declarantes José
Antonio Díaz, Eunice Londoño, Norma Constanza Cárdenas
Rodríguez, Gloria Esperanza Martínez Sarmiento, Michel
Eduardo Pérez Ortiz y Danilo Melo,

“no señalan específicamente el tiempo de terminación de la


relación, pues hay algunos como es el caso del señor José
Antonio Díaz quien dijo que la misma se terminó en el año 2009 y
2010. La señora Eunice dijo que según lo que le contó la señora
Sandra por teléfono, fue en junio de 2013, Norma Constanza
Cárdenas no refirió fecha de terminación, la señora Gloria
Esperanza Martínez, dijo que creía que había sido hacía un año
(declaración recibida el 26 de agosto de 2014), por su parte el
joven Michel dijo que la relación se terminó finalizando el mes de
septiembre del año 2012, y Ernesto Galindo Daza dijo haber
trabajado para las partes hasta finales del año 2011, lo cual
como se puede ver, no existe concordancia sobre el extremo
temporal de la terminación de la relación, no obstante, se debe
resaltar que existen documentos que sirven como base para
determinar tal asunto…”.

Por su parte, la tesis básica y estructural del cargo es


la de que la relación de lo relatado por cada uno de los
testigos nombrados anteriormente, desvirtúa la precisión

47
Radicación n.°11001-02-03-000-2020-00697-00

que a partir de ellas sentó el Tribunal sobre las fechas en


las que se llevó a cabo la relación de las partes (año 2013),
siendo la correcta “agosto de 2012”, cuando Sandra Pérez
Ortiz cambió su lugar de residencia.

Con el preindicado contraste, se advierte con facilidad


que este segundo cargo, en el segmento reseñado, aparece
con la deficiencia técnica de desenfoque, pues, el genuino
argumento del fallador colegiado de segundo grado, en parte
alguna, como lo afirmó el casacionista, asignó o extrajo
certeza de los testimonios (a los que dio crédito) en torno a
la fecha en la que terminó la convivencia cultivada por
Sandra Pérez Ortiz y Henry Alfonso Guarín Avellaneda, al
punto que en la sentencia que desató la apelación, tuvo el
sentenciador que acudir a la prueba documental, para
establecer el momento de culminación de la convivencia de
dicha pareja.

De manera que semejante alegación sobre los


testimonios, no se acompasa o relaciona con lo que
verdaderamente extractó el juzgador del grupo de testigos a
los que otorgó veracidad, y por lo mismo, la censura que
achaca errores de hecho por haber inferido de tales
declaraciones, certidumbre sobre el punto culminante de la
convivencia, es asimétrica o desviada del verdadero
raciocinio del Tribunal.

48
Radicación n.°11001-02-03-000-2020-00697-00

Anótese, además, que en este embate –lo precisó desde


el comienzo el casacionista- el objetivo es evidenciar la
prescripción de la acción relativa a la sociedad patrimonial
entre compañeros permanentes, y no los presupuestos de la
comunidad de vida surgida entre Sandra Pérez Ortiz y
Henry Alfonso Guarín Avellaneda, por lo que ningún
propósito tendría entrar a examinar un supuesto yerro
fáctico en la apreciación de los testimonios obrantes en el
plenario, en lo tocante a las condiciones para la existencia
de una unión marital de hecho entre las mencionadas
personas.

5.2.2. Frente a la aserción del recurrente sobre errores


de hecho por descartar el Tribunal las declaraciones de
Bernarda León de Montenegro, Adelina Morales Rivera,
Jennifer Andrea Medina López, Clara Inés Silva Páez y
Henry Guarín Mejía, que en su sentir eran indicativas del
finiquito de la relación entre Sandra Pérez y Henry Alfonso
Guarín en agosto de 2012, debe decirse, como se apuntó al
analizar el anterior cargo (el primero), que en la no
apreciación del contenido de esos testimonios no hay yerro
alguno, en la medida en la que previo compendio de cada
uno de sus dichos, el juzgador les restó credibilidad
atendiendo tres criterios: (i) mostrar un interés notorio en
favorecer al demandado, (ii) no aportar muchos datos al
juicio, y (iii) ser contradictorias con las pruebas
documentales.

49
Radicación n.°11001-02-03-000-2020-00697-00

Y esos criterios, ya se explicó, a la luz de la


normatividad procesal y las particularidades de cada
testigo, no se advirtieron como injustificadas o caprichosas,
de manera que, en síntesis, ningún desatino probatorio
puede endilgarse a tal exclusión, y menos fundarse un error
de hecho por no contemplarse las versiones de cada uno de
esos declarantes.

Además, también se dijo atrás, ningún desfase


probatorio se comete por escoger, entre dos marcados
grupos de testigos, aquél que le ofrece al juzgador un mayor
grado de credibilidad, por carecer de cercanía o parentesco
con las partes, por no tener ninguna intención en las
resultas del asunto, por no estar manifiestamente inclinado
a favorecer a uno de los contendientes, o por ser más
completa y coherente su narración, entre muchos otros
motivos.

5.2.3. En lo que hace a otro segmento del ataque, si


bien es verdad el Tribunal no señaló en su providencia el
contenido de la declaración dada por la demandante en la
Comisaría Cuarta de Familia de Bogotá, esa omisión no
trasciende a lo decidido y tampoco prueba la prescripción
alegada por la demandada, pues allí no hay confesión sobre
que la terminación de la unión marital de hecho de que
aquí se viene tratando, se hubiera producido en el mes de
agosto de 2012. En efecto:

50
Radicación n.°11001-02-03-000-2020-00697-00

La declaración de Sandra Pérez Ortiz, ante la referida


autoridad administrativa, va más allá de la fragmentada
relación hecha en el recurso de casación (me voy pero el
señor Henry Guarín queda bajo mi responsabilidad en
la comida y cuidados médicos, no más), porque en el
curso de la audiencia pública celebrada el 18 de julio de
2012, dentro del incidente de incumplimiento de una
medida de protección seguido contra Henry Leonardo
Guarín Silva, la aquí demandante dijo:

“Lo que pasó fue que yo soy guarnecedora y mi trabajo ha estado


muy escaso, no he tenido trabajo suficiente, como soy la que veo
por el papá de él (Henry Leonardo Guarín Silva), me vi en la
obligación de vender comidas en la casa, había tres personas
que allí comían, porque yo les vendía, son Wilson, Ernesto y
Jairo, entonces ellos entraban a mi casa a almorzar y este señor
(haciendo referencia a Henry Leonardo Guarín Silva) se ha
propuesto hacerme la vida imposible, diciéndome que yo soy la
moza de uno de estos señores, que de Ernesto, me dice que yo
me la paso culiando con ese señor frente a mis hijos, que
supuestamente estuvo en Ferrari difamando de mí, que ese señor
se la pasaba comiéndose a la esposa del papá, en la semana
llegó en tres ocasiones borracho, llegó a maltratarme, a
insultarme, a decirme un montón de vulgaridades que están
escritas en la denuncia, desafiando a mis hijos a pelear,
diciéndoles que yo soy una vagabunda y esas cosas”.

Preguntada sobre el día en el que ocurrieron los hechos


referidos, contestó:

“El 24 de junio que fue cuando llegó como un loco, rompió todo, me
insultó, desafió a mis hijos a pelear, mi hijo de 16 años iba a salir
pero no se lo permití, también el 27 y 29 de junio, fue así toda la
semana”.

51
Radicación n.°11001-02-03-000-2020-00697-00

Interrogada respecto de si previo a los hechos referidos,


el denunciado la había agredido a ella o a sus hijos, señaló:

“Sí, a mis hijos, como una semana antes de lo del veinticuatro de


junio. Hace escándalos frecuentemente en la casa en donde
vivimos. Testigos están el Sr. José Lugo y el señor Tomás, que me
tocó pedirle el favor de que llamara a la policía, también han
estado mis hijos Maikol Eduardo Ortiz y Jhon Rojas Pérez que es
mi otro hijo que tiene 26 años”.

Y finalmente, advertida sobre si tenía algo más que


agregar a su declaración, expresó:

“Que yo me voy de ahí, pero él en medio de sus borracheras dice


que él me va a pagar los siete millones de pesos que me deben, que
no tengo interés de quitarle la casa ni nada de eso, pero mi esposo
dice que no quiere depender de los hijos porque él dice que los hijos
siempre han sido así problemáticos. Mi esposo se llama Henry
Guarín Avellaneda, él se da cuenta de todo, tiene parkinson y
fibrilación auricular y una arritmia cardiaca. El día 9 de julio,
estuvimos en una reunión con el señor Ernesto que es socio de un
automóvil que yo adquirí, el día lunes llegamos a la casa y yo traía
unos platos en la mano de ponqué, abrí la puerta, sonó duro y el
señor Ernesto dijo ‘ahora van a decir que llegaron esos perros
hijueputas’, yo le dije que ya estaba acostumbrada a eso,
entramos a mi cuarto y ahí estaba mi hijo Cristian Alexander de 20
años de edad, entonces mi hijo me dijo que no me pusiera a decir
nada duro, porque ahora se calentaban las cosas y que él tenía las
piernas adoloridas como para darse a discutir, entonces el señor
Leonardo inmediatamente llamó inmediatamente al hermano
Leonardo (sic) a decirle que nosotros habíamos llegado a hacer
escándalo en la casa y a decirle que yo estaba tratando mal al
papá, siendo que mis hijos estaban ahí, y se dieron cuenta que no
era así. Lo último que me voy pero que el señor Henry Guarín
queda bajo mi responsabilidad en la comida y cuidados médicos,
no más”11.

11
Folios 14 a 16 del c. 1.

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Radicación n.°11001-02-03-000-2020-00697-00

El contexto de toda la declaración de la demandante


vertida ante la Comisaría de Familia, no permite observar la
confesión de aquella sobre la terminación de la unión marital
de hecho sostenida con Henry Alfonso Guarín Avellaneda, en
agosto de 2012, ya que lo apuntado por ella allí fue la
intención de irse de la casa que compartía no solo con Henry
(el padre) sino con los hijos de este y los propios, por los
problemas de maltrato y de convivencia con los
descendientes de su compañero, especialmente con Henry
Leonardo, pero sin que ello implicara la ruptura definitiva de
su proyecto de vida con Henry Alfonso, toda vez ella fue clara
en manifestar que se iba, pero, que continuaba a cargo de
Henry (el padre), en su alimentación y medicamentos, actos
que implican dedicación exclusiva, y de suyo provienen de
alguien que persigue aferrarse a un vínculo marital, y no de
quien lo cierra para siempre.

Por lo mismo, no se encuentra que de la mera


manifestación de “irse” pueda necesariamente deducirse el
hecho de la culminación de una unión marital de hecho, toda
vez que ya lo ha dicho la Corte, la permanencia de la
convivencia está dado por la estabilidad, continuidad o
perseverancia en la comunidad de vida, “al margen de
elementos accidentales involucrados en su devenir, como
acaece con el trato sexual, la cohabitación o su notoriedad,
los cuales pueden existir o dejar de existir, según las

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Radicación n.°11001-02-03-000-2020-00697-00

circunstancias surgidas de la misma relación fáctica o


establecidas por los interesados”12 (se resalta).

5.2.4. Descartada la confesión de la demandada en


torno a que la unión marital de hecho terminó en agosto de
2012, y quedando en pie también el criterio del Tribunal,
relativo a no darle crédito a varios testimonios, entre ellos,
de Adelina Morales Rivera, de quien se asegura fue la
persona que en dicho mes y año arrendó a Sandra, a
Ernesto y a Michel Eduardo Pérez Ortiz, un inmueble para
que los tres vivieran como familia; ninguna objeción cabe
hacerle al sentenciador por no ocuparse de la concordancia
entre esos medios, además, que el ataque al fallo, por no
apreciar aunadamente las probanzas es, como se anticipó,
cuestión propia del error de derecho, y no de hecho, último
que fue el postulado en el segundo embate.

5.2.5. En otro apartado del cargo, el recurrente estima


que el Tribunal supuso la prueba de la terminación de la
unión marital de hecho en el 2013, a partir de unas
declaraciones juramentadas sobre el vínculo, “que
materialmente no aparecen en el expediente”, y de la
afiliación de la demandante a seguridad social en salud
como beneficiaria de Henry Alfonso Guarín Avellaneda,
atribuyéndole la calidad de confesión.

12
CSJ SC 1656-2018

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Radicación n.°11001-02-03-000-2020-00697-00

Así pues, dada la Corte en la tarea de corroborar el


yerro denunciado, rápidamente observa que la declaración
de los interesados, aportada para la correspondiente
vinculación a seguridad social en salud, sí aparece en el
plenario, pues ciertamente que ese es el escrito que obra a
folio 12 del cuaderno 1, y cuyo texto es como sigue:

“Por medio de la presente manifestamos, bajo la gravedad del


juramento, libre y espontáneamente, lo siguiente: 1. Que
convivimos en forma exclusiva, permanente y continua bajo el
mismo techo, como compañeros permanentes. 2. Esta declaración
la hacemos libre y espontáneamente con el fin de dar
cumplimiento a lo preceptuado en el Decreto 1703 de 2012 para
poder afiliarnos como compañeros permanentes al Sistema
General de Seguridad Social en Salud. 3. Que conocemos las
consecuencias consagradas en el Código Penal y en la
normatividad general del Sistema General del Seguridad Social
en Salud por el suministro de información falsa con el fin de
obtener los beneficios de dicho sistema. Rendimos la presente
declaración, a los 05 días del mes de julio del año 2013”. Firman
“Cotizante” y “Compañera”.

Y enseguida de ese documento, está en el expediente el


“Formulario de Afiliación y Novedades a la EPS SURA”,
radicado el “05/07/2013”, donde se informa que el
cotizante es “Henry Alfonso Guarín” y los beneficiarios
“Pérez Ortiz Sandra” y “Ortiz Michael Eduardo”.

Como queda visto, no hay o resulta inexistente el


error de hecho por suposición de dicha prueba, y lo que
tiene que ver con la naturaleza de esas declaraciones, esto
es, si confesión o indicios, no entra en los linderos del
desatino fáctico, sino del de derecho, en el que se supone la

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conformidad con el contenido objetivo de la prueba, pero se


reclama su indebida estimación, por mediar la violación de
normas de disciplina probatoria que atañen con la
aportación, admisión, producción o estimación de la misma:
“[E]n esta clase de error, diversamente a lo que sucede con el
de hecho, siempre se parte de que el juzgador es consciente
de la presencia del medio, solo que al evaluarlo no lo hace
con sujeción a la preceptiva legal” (CSJ SC 137 de 13 de oct.
de 1995, exp.3986).

5.2.6. Por último, el error de hecho en la apreciación


del documento que denominaron contrato de “mutuo
acuerdo” (sic), no pasó de su simple postulación, faltando
entonces la consabida demostración del desatino, consistente
en relacionar lo que objetivamente dice el medio, para
contrastarlo con lo que sobre el mismo dijo o debió decir el
Tribunal, evidenciando así el manifiesto o notorio error
cometido.

Y, en todo caso, prescindiendo de ese defecto formal en


el planteamiento del cargo, cumple indicar que ese
documento (folio 127 del c. 1.) no incide en la conclusión del
Tribunal respecto del año en el que culminó la unión de la
demandante y del demandado (2013), porque el acuerdo que
allí se incorpora, además de que fue firmado el 11 de
diciembre de 2013, hace relación al pago de una deuda de
Henry Alfonso Guarín Avellaneda para con Sandra Pérez de
Ortiz, afirmándose al comienzo que aquél es el “excompañero

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permanente” de ella, pero sin dar más datos sobre el punto


definitivo de ese vínculo marital.

Lo dicho pone de manifiesto que el segundo cargo no


prospera.

5.3. Resta por analizar el tercer cargo, en el que se


denuncia la violación indirecta de la ley sustancial, porque el
Tribunal dejó de valorar las pruebas en su conjunto, según el
mandato previsto en el artículo 187 del Código de
Procedimiento Civil; reparo que, se adelanta, no cuenta con
respaldo, porque del contenido del fallo confutado se observa
que el sentenciador no desatendió dicha prescripción de
linaje probatorio.

Precisamente, la sentencia no solo hizo una relación y


compendio detallado de las pruebas recaudas en el proceso
(documentos, testimonios e interrogatorios de parte), sino
que fue a partir del escrutinio mancomunado y conexo de las
declaraciones a las que razonadamente dio crédito y de
documentos como un formulario de afiliación a salud, las
diligencias ante la Comisaría de Familia y la constancia de
pago de una obligación civil, que sostuvo las conclusiones
sobre la efectiva existencia de una unión marital de hecho
entre Sandra Pérez Ortiz y Henry Alfonso Guarín Avellaneda,
desde 1996 a 2013.

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Adrede no tuvo en cuenta el Tribunal un grupo


específico de declaraciones (las de Bernarda León de
Montenegro, Israel Vargas Camargo, Abraham José Ramos
Celys, Jennifer Andrea Medina López, Jonathan Ferney
Sacristán Poveda, Clara Inés Silva Páez, Henry Guarín Mejía,
José Alfonso Nicanor Mendoza Camacho y Adelina Morales
Rivera), pero atendiendo precisamente el mandato de
ponderación conjunta, fundamentó el porqué de ese proceder
en otras probanzas, y ratificando con ellas la existencia de la
comunidad de vida pretendida:

“(S)iendo totalmente contradictorias tales aseveraciones con las


pruebas documentales traídas al plenario como es el formulario de
vinculación de la señora Sandra Pérez como compañera
permanente del señor Henry Alfonso Guarín Avellaneda, en
calidad de beneficiaria al sistema de seguridad social en salud,
aunado ello, existen pruebas tales como las diligencias
administrativas adelantadas ante la Comisaría Cuarta de Familia
de la ciudad y que trata de una medida de protección que instauró
la señora Sandra Pérez en contra del señor Henry Leonardo Guarín
Silva hijo del aquí demandado (…), documentos que dejan entrever
que la señora Sandra Pérez señaló como dirección de residencia la
misma que se dijo en el expediente era el domicilio de la pareja
Guarín Pérez, esto es la calle 9 Sur No. 1C-92 Este, barrio Buenos
Aires, además que el señor Henry Guarín Avellaneda es su esposo
y que el demandado allí era su hijastro, manifestaciones que en
ningún momento fueron objeto de reproche por el señor Henry
Leonardo hijo del acá demandado y él solo se refirió a que tenía
que hacer respetar a su progenitor, además de (que) dichos
documentos constituyen plena prueba de la existencia de la unión
aquí reclamada, existe un documento aportado por el pasivo de la
acción y suscrito por el señor Henry Alfonso Guarín Avellaneda y
Sandra Pérez Ortiz el día 11 de diciembre de 2013, dentro del cual
se expresa el pago de una obligación del primero para con la
señora Sandra, y en él ésta aclara que recibe de manos de su
compañero permanente Henry Guarín una suma de dinero,
quedando para la Sala totalmente claro que las afirmaciones de los
citados señores son parcializadas y resaltando un interés notorio
en favorecer al demandado con sus aserciones…”.

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Corroborado queda, en consecuencia, que sí existió una


panorámica auscultación de las pruebas, razón suficiente
para desestimar el cargo, debiéndose señalar, en todo caso,
que al consistir el error de derecho en un defecto que enfoca
su mira en la contemplación jurídica y no material de la
prueba, lo alegado en este embate (tercero) sobre la no
valoración de los testimonios de Adelina Morales Rivera y
José Alfonso Nicanor Mendoza, la supuesta confesión de la
demanda en el trámite adelantado en la Comisaría Cuarta de
Familia de Bogotá, los escritos que militan a folios 270 y 274
del c. 1. referidos a la afiliación a pensión del demandado,
entre otros, no es posible plantearlo por esta vía, porque la
preterición de la prueba, bien se sabe, es una cuestión que
concierne solo al error de hecho.

Ahora bien, no obstante que ninguno de los cargos


prosperó, resulta pertinente señalar que el presente caso
ameritaba por parte de los juzgadores de instancia, un
análisis desde la perspectiva de género, porque muchas de
las manifestaciones que se expresaron por la parte
demandada y por algunos de los testigos, en relación con el
papel que desempeñaba Sandra Pérez Ortiz en la vida de
Henry Alfonso Guarín Avellaneda y la de su más cercano
grupo familiar, son producto de estereotipos que reflejan el
menosprecio hacia la mujer que ocupa la mayor cantidad de
su tiempo en el cuidado del hogar, y más si su condición
socio-económica de origen es precaria.

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De ahí que, de haber aprovechado el enfoque de género


para abordar este contencioso, el Tribunal, por ejemplo,
hubiera podido contextualizar de mejor manera los sucesos
de violencia intrafamiliar que fueron la antesala de la
finalización del lazo convivencial que por más de una década
ató a las partes, y afianzar con ello, la conclusión sobre la
prolongación del vínculo hasta el 2013, que no sobra decirlo,
quedó incólume ante el fracaso de los embates propuestos.

6. Conclusión

Todo cuanto viene de exponerse conlleva el fracaso de


los tres cargos estudiados, y a la condena en costas para la
parte recurrente.

DECISIÓN

En mérito de lo expuesto, la Corte Suprema de


Justicia, Sala de Casación Civil, administrando justicia en
nombre de la República de Colombia y por autoridad de la
Ley, NO CASA la sentencia de 11 de diciembre de 2015,
proferida por la Sala de Familia del Tribunal Superior del
Distrito Judicial de Bogotá, en el proceso adelantado por
Sandra Pérez Ortiz contra Henry Alfonso Guarín Avellaneda.

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Costas del recurso a cargo del recurrente. En la


liquidación de costas, inclúyase la suma de seis millones de
pesos ($6.000.000), por concepto de agencias en derecho,
teniendo en cuenta que la parte opositora replicó la
demanda.

Cópiese, notifíquese y oportunamente, devuélvase


el expediente al Tribunal de origen.

LUIS ARMANDO TOLOSA VILLABONA

Presidente de la Sala

ÁLVARO FERNANDO GARCÍA RESTREPO

AROLDO WILSON QUIROZ MONSALVO

LUIS ALONSO RICO PUERTA

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OCTAVIO AUGUSTO TEJEIRO DUQUE

FRANCISCO TERNERA BARRIOS

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