Alacena 55

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55 La Guelaguetza

Lic. Manuel Zárate Aquino


uede para los historiadores, para los antropólogos, en plumas, el algodón, el barro, la plata y el oro, midieron el tiem-
una palabra para los investigadores, la no fácil tarea po, fueron guerreros, fueron poetas.
de explicar satisfactoriamente el origen de los prime-
ros habitantes de América; la tarea no CATORCE RAZAS
menos difícil de seguir, paso a paso, las
incursiones de múltiples grupos portado- El mapa etnográfico de América registra la existencia de un
res de sus respectivas características raciales, abigarrado conjunto de grupos; ese mapa se hace más complejo
de diversas culturas y de las más pintorescas costumbres. por lo que respecta a lo que hoy es México, y se vuelve casi inin-
teligible cuando del Estado de Oaxaca se trata, Zapotecas, Mix-
GRANDEZA DE NUESTROS ANTEPASADOS tecas, Mazatecas, Mijes, Chinantecas, Chatinos, Cuicatecas,
Mexicanos, Chochos, Zoques, Huautecos, Triquis, Chontales y
Cualesquiera que hayan sido los orígenes de los primeros Amuzgos son los grupos raciales más importantes en territorio
hombres de América, lo cierto es que éstos, en el curso de los oaxaqueño.
siglos inventaron relatos llenos de poesía para envolver en el
mágico ropaje de la leyenda sus primeras andanzas; poblaron Cada uno de estos grupos alcanzó, en la precolonia, diverso
el mundo de dioses ora terríficos como Huitzilopoxtli. Ora so- grado de desarrollo cultural sin que aun los menos evoluciona-
lemnes como los que representaban la vida y la muerte, ligados dos, sean despreciables desde este punto de vista. Consumada la
unos con los elementos y las cosechas, y otros con intervención conquista, y en marcha la mestización, no solamente hubo fu-
en actividades como la danza y el canto, alcanzaron notable de- sión de sangre, sino también fusión de culturas. Las actividades
sarrollo en la agricultura, construyeron templos y palacios de productivas, las artes, la alimentación, el vestido, en general las
extraordinario esplendor, alcanzaron extremos insuperados en costumbres, no son, en cada región de Oaxaca sino la resultante
el arte lapidario, aprovecharon al máximo materiales como las de lo español con lo indígena; pero como los grupos indígenas
son muchos, en cada caso se obtuvo una resultante distinta, lo presentes salidos de las manos siempre laboriosas e inteligentes
que hace de Oaxaca el más impresionante conjunto de prácti- de los habitantes de la Entidad.
cas religiosas, de costumbres, de indumentarias, de música, de
danzas, etc. Originándose así el más rico folklore que pudiera Y de 1951 a la fecha, se comenzó a llamar “GUELAGUET-
imaginarse. ZA” a toda ocasión en que representativos de los grupos racia-
les que habitan territorio oaxaqueño, lucen la policromía de sus
INTEGRACIÓN DE LO OAXAQUEÑO trajes, derrochan el caudal de su música, hacen alarde de coreo-
grafía y exhiben los resultados maravillosos de su ingenio y de
No ha sido ardua la tarea de inbuir en la mente de cada uno su trabajo.
de los habitantes de lo que políticamente recibe el nombre del
Estado Libre y Soberano de Oaxaca, la idea de lo oaxaqueño. Pero la guelaguetza de máximas proporciones es la que, bajo
Muy a pesar de las distancias, de la falta de vías de comunica- los auspicios del Gobierno del Estado, tiene lugar, anualmente,
ción y de múltiples factores negativos, el Istmeño permaneció en la ya legendaria Rotonda de la Azucena en el día llamado
aislado del resto del Estado, pero siempre se sintió oaxaqueño; “LUNES DEL CERRO”, y que se repite a los ocho días.
el tuxtepecano recibió gran influencia del Estado limítrofe, pero
siempre pensó en Oaxaca; los mixtecas de Huajuapam han La Sierra Juárez con la blancura del traje de sus mujeres y
mantenido fuertes relaciones con el vecino Estado de Puebla y, con el Jarabe Serrano; la Cañada Oaxaqueña, con la elegancia
a pesar de que también son mixtecas quienes habitan al sur de del vestido de Huauteca y sus sones Huautecos; Tuxtepec, con
Puebla, el mixteca huajuapeño se ha sentido parte integrante de la inigualable policromía de sus huipiles y la flor de piña: La
la comunidad oaxaqueña. Las vías de comunicación, y la aten- Costa con sus Chilenas y sus Zapateados: La Mixteca con su
ción de los últimos regímenes estatales han comenzado a prestar Jarabe y la profunda emotividad de su Canción; El Istmo con la
a las diversas regiones del Estado, han venido a determinar en suntuosidad del traje de tehuana, la belleza de sus mujeres y la
los últimos años el fortalecimiento de la unidad espiritual de cadencia de la Llorona y La Sandunga; y los Zapotecas del Valle
quienes habitamos este jirón de tierra mexicana. Central con sus Chinas, el Jarabe de Ejutla y la incomparable
Danza de la Pluma, hacen del Lunes del Cerro fiesta de color,
LA GUELAGUETZA de luz, de ritmo, de vigor, de optimismo y de vida.

En 25 de abril de 1932 tuvo lugar un hecho de enorme tras- A quienes lean estas líneas es menester decirles que el Lunes
cendencia para la integración espiritual de Oaxaca: en esa oca- del Cerro en Oaxaca es algo indescriptible. Quien quiera disfrutar-
sión, por primera vez, llegaron de todos los confines del Estado, lo, debe venir a esta tierra en donde fueron posibles las ciclópeas
embajadas que traían la misión de rendir homenaje a la Ciudad construcciones de Monte Albán, y Mitla; debe venir a esta tierra
Capital. El Valle Central se vio invadido, de pronto, por hom- en donde los hombres nacieron de las hojas que caían de unos
bres y mujeres que hablaban idiomas distintos, que portaban árboles que crecieron en las márgenes del Rio de Achiutla; debe
las más variadas y vistosas indumentarias, y que traían exóticos venir a esta tierra en donde una princesa no dudó al ofrendar su
frutos propios de los diversos climas del Estado, así como ricos vida para obtener el triunfo de sus raza y en donde, el más esforza-
do de los flechadores, venció en singular combate al sol!.

Revista Oaxaca en Mexico, 1963

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