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Revista de la Facultad de Derecho y Ciencia Política


Vol. 11, n.º 11, enero-junio, 2022 • Publicación semestral. Lima, Perú
ISSN: 2519-7274 (En línea) • ISSN: 2410-5937 (Impreso)
DOI: 10.31381/iusinkarri.v11n11.4645

LA POLÍTICA Y LA ÉTICA
Ethics and public policy
Alejandro Rojo Martínez
Universidad Ricardo Palma
(Lima, Perú)
Contacto: [email protected]
https://orcid.org/0000-0003-4074-6782

RESUMEN
El presente artículo tiene como objetivo tratar la política y orientarla a
que en el futuro las personas de la presente generación ingresen a ella
a servir a los demás, la tomen con vocación de servicio y no como una
forma de vida en la cual puedan obtener beneficios para sí mismas.
Palabras clave: política; ética; valores; vocación.
Términos de indización: política; ética; valores morales (Fuente:
Tesauro Unesco).

ABSTRACT
The purpose of this article is to deal with politics and to orient it, so
that in the future the people of the present generation enter it to serve
others, take it with a vocation of service and not as a way of life in
which they can only benefit themselves.
Key words: public policies; ethics; values; vocation.

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Alejandro Rojo Martínez

Indexing terms: politics; ethics; moral values (Source: Unesco


Thesaurus).

Recibido: 30/07/2021 Revisado: 30/11/2021


Aceptado: 31/03/2022 Publicado en línea: 29/06/2022
Financiamiento: Autofinanciado.
Conflicto de interés: El autor declara no tener conflicto de interés.

La finalidad de este artículo es orientar la política para que en el


futuro quienes quieran dedicarse a ella, lo hagan para servir a los
demás y no para buscar su propio beneficio.
Pero primero veamos de dónde proviene el término política.
Según Marcel Prelot, la palabra política proviene de las voces
griegas polis, politeia, tá politiká y politike.
Polis: Significa la ciudad, la villa, la comarca, la reunión de
ciudadanos que forman la ciudad.
Politeia: Se refiere al Estado, la Constitución, el régimen
político, la república y la ciudadanía, entendiendo este término
como derecho cívico y político.
Tá politiká: Es plural neutro de politikos, y quiere decir las
cosas políticas, las cosas cívicas, todo aquello que concierne
al Estado, la Constitución, el régimen político, la república, la
soberanía.
Politike: Término que se empleaba para referirse al arte de la
política, era la abreviación de politike techné.
Concepto. Si tenemos que darle un concepto dentro de los
muchos que existen, es que la política es una actividad humana
y una relación interhumana. Dentro del ámbito de la política
existen prácticas sociales en las que se manifiesta y expresa la
interacción del hombre; las actividades económicas, jurídicas,
artísticas, religiosas, pedagógicas, deportivas, técnicas son rela-
ciones intersubjetivas.

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La política y la ética

Justamente la política, al tratar las actividades antes mencio-


nadas, tiene que hacer que quien ingresa a ella lo haga con el único
fin de servir a los demás.
Actualmente en el mundo entero, y el Perú no es ajeno a ello,
estamos viviendo una pandemia de las más terribles, que no se
había visto jamás. Al menos quien suscribe este artículo no había
presenciado antes un hecho semejante al que estamos experi-
mentando, me refiero a la COVID-19, que demanda que aque-
llas personas que tienen la misión de tomar decisiones y sacar
adelante a un país, deben hacerlo pensando en el bienestar del
pueblo y no en el de ellos mismos.
Esta pandemia ha atacado a nuestro país en muchos ámbitos,
el primero de ellos es la salud. Atravesamos una de las peores
crisis sanitarias, con hospitales que no se abastecen de camas UCI;
faltan plantas de oxígeno, que podrían salvar muchas vidas huma-
nas; las famosas vacunas aún no tienen la suficiente eficacia o
no llegan al porcentaje deseado que requiere la población. Todo
esto hace que caigamos en una crisis de las peores que ha sufrido
nuestro país, es ahí cuando los políticos tienen que aplicar medi-
das adecuadas para evitar que estos males afecten a los poblado-
res, sobre todo a los más vulnerables y así se puedan evitar tantas
muertes de nuestros compatriotas.
Otro sector que se ve afectado es el económico, pues a causa
de la cuarentena a la que nos vimos sometidos para evitar el con-
tagio de la terrible enfermedad, las personas más necesitadas no
podían salir a trabajar para poder alimentar a sus respectivas
familias, y no percibían ningún apoyo del gobierno de turno.
Del mismo modo, otro sector afectado por esta pandemia es el
de educación. Muchos estudiantes del sector público y privado se
han quedado sin estudiar, sobre todo los del sector público, que
al no contar con plataformas digitales o tecnológicas, o con señal
de internet, se han visto perjudicados en uno de los principales
derechos que tienen las personas al igual que la salud. Con la
educación podemos salir adelante como país y se pueden formar

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Alejandro Rojo Martínez

verdaderos seres humanos que sean la verdadera generación


del futuro que demanda el Perú.
Ante todo lo manifestado, nos hacemos la siguiente interro-
gante: ¿por qué la política es considerada como actividad humana
y una relación interhumana? La política es el conjunto de activi-
dades que se asocian con la toma de decisiones en grupo u otras
formas de relaciones de poder entre los individuos. El filósofo
griego Aristóteles decía que el hombre —nos referimos a la per-
sona, hombre y mujer— es un zoon politikon, un animal político,
es el único ser capaz de hacer política, capaz de tomar decisiones,
pero se refiere también al arte del gobierno de los Estados, pro-
moviendo la participación ciudadana al poseer la capacidad de
distribuir y ejercer el poder en una sociedad.
La política debe ser entendida como una vocación; como el
arte, si cabe el término, de servir a los demás y no servirse de los
demás. Quienes ingresan a la política deben tener muy claro que
hay personas que esperan su ayuda para solucionar sus proble­
mas, que tomen decisiones por todos aquellos que mediante el
voto confiaron en ellos. Pero en la actualidad nos tocamos con una
realidad nada grata para la población del país, porque algunos
políticos ven a la política como una forma de beneficiarse a sí
mismos, sin importarles lo que suceda con el pueblo que los
eligió o, lo peor de todo, propician una mala práctica de valores,
es decir, la corrupción.
La política debe ser entendida también desde un punto de vista
axiológico, vale decir, ético y moral, en el cual los políticos al ser
denominados «padres de la patria» prediquen con el ejemplo
respecto a cómo servir a las personas, solucionarles sus proble­
mas, hacer una patria más digna, más grande, donde los padres
les puedan decir a sus hijos este es el país donde siempre quise
vivir y hoy te dejo esta herencia, un Estado en el que se respeten
las normas, empezando por las autoridades y terminando por el
último ciudadano que habita en la nación.
Estamos ad portas del bicentenario de la independencia de
nuestro país, con la culminación de la primera vuelta de los

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La política y la ética

comicios electorales, y vemos rostros nuevos que postulan a ser


los futuros «padres de la patria» y presentan propuestas a sus
electores. Estas no solo deben ser buenas, sino que deben cum-
plirlas, pues la palabra de una persona es ley, y la ley se cumple.
Los candidatos también deben practicar valores, actuar con
honestidad, ya que al postular a un cargo tan importante saben
que van a representar a miles de personas que depositaron su
confianza en ellos, como aspirantes a ocupar una curul en el
Congreso.
La práctica de valores también va dirigida a aquellos que bus-
can llegar a la más alta magistratura del país: la presidencia de
la República, cargo que se ostenta para solucionar los principa-
les problemas que aquejan a la población de un país o Estado, sin
ningún tipo de distinción. Recordemos que cuando un presidente
gobierna, lo hace para todo un país y no para una élite determi-
nada o para el grupo de amigos que lo rodean.
La parte jurídica debe ingresar aquí, de manera que las leyes
se apliquen para todos por igual, es decir, que si alguien no
cumple con las normas dadas para la población de un país, será
pasible de una sanción. Se debe empezar porque esas normas
sean cumplidas, en primer lugar, por las autoridades y ellas den
el ejemplo. Y en caso no lo hagan, devendrá una sanción. Así, el
resto de la población verá que efectivamente no hay privilegios a la
hora de aplicar las normas o leyes, sino que estas son iguales para
todos. Por eso la ley entre sus características es general, es para
todos, y es obligatoria, se cumple sí o sí, sino cabe una sanción de
por medio.

LA POLÍTICA Y LA ÉTICA
El tema de los valores éticos y morales está muy relacionado con
la política; sin embargo, los valores lamentablemente se han per-
dido, lo que afecta de una manera terrible no solo al ámbito polí­
tico, sino en general a la sociedad. Ello trae consigo un terrible
mal llamado corrupción.

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La ética es tratada por muchos autores, entre ellos Aristóteles,


filósofo estagirita que manifestaba que la ética busca el bien del
individuo, mientras que la política busca el bien de la comunidad.
Las acciones de los seres humanos responden a una finalidad, a
una causa última, que es la felicidad; la virtud es el medio para
alcanzarla, y esta se encuentra en el justo medio de nuestras
decisiones y acciones en la vida.
Por su parte, Santo Tomás de Aquino distingue, al igual que
Aristóteles, dos clases de virtudes: las morales y las intelectuales.
Por virtud entiende un hábito selectivo de la razón que se forma
mediante la repetición de actos buenos, esta consiste en un tér-
mino medio, de conformidad con la razón. A la razón le corres-
ponde dirigir al hombre hacia su fin y el fin del hombre tiene que
estar acorde con su naturaleza, por lo que la actividad propia-
mente moral recae sobre la delibe­ración, es decir, sobre el acto
de la elección de la conducta.
Dicho esto, es el propio ser humano el que tiene que elegir la
conducta que ha de emplear a la hora de tomar una decisión. En
el caso de los políticos, fueron elegidos para servir al pueblo, la
función que tienen que cumplir es la de velar por los intereses
de las personas que votaron por ellos aplicando dentro de esa
función una conducta ética, en la que primen los valores, donde
sean un ejemplo de honradez, sobre todo, y de honestidad, y que
se entienda de una vez que la política es un servicio a las personas
que eligieron a un determinado político, que tiene que practicar
la política como una vocación.
Nos preguntamos qué se entiende por vocación. Si tuviése-
mos que dar un concepto básico, podríamos decir que es la incli-
nación que una persona siente para dedicarse a un modo de vida
y puede estar relacionada tanto con lo profesional (trabajo, pro-
fesión) como con lo espiritual. La palabra vocación proviene del
latín vocatio, que significa ligado al campo profesional. Ciertos
seres humanos sienten una inclinación a servir a los demás, ese
es su modo de vida, para eso vinieron al mundo, a cumplir una
misión encomendada, cual es servir a los demás, que las per-
sonas sientan que alguien vela por ellos, sin interés alguno de

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La política y la ética

por medio, sino por el simple hecho de que sean felices, de que
vivan en un mundo de felicidad al sentirse servidos por quien
eligieron.
Ese tipo de vocación la demuestran los docentes al momento
de enseñar a sus alumnos para que sean grandes profesionales,
pero sobre todo personas de bien para la sociedad. El mejor
regalo que un docente recibe es ver a sus alumnos hechos grandes
profesionales y seres humanos de bien para la sociedad. De igual
manera, un político debe actuar con vocación, servir a los demás
ayudándolos a resolver sus problemas, y que se vean realizados,
puesto que confiaron en él y puedan decir no nos equivocamos.
Servir a las personas más necesitadas es su verdadera función y
así como un maestro sirve a los demás desde las aulas, sin mediar
algún interés, esa debería ser la verdadera razón de ser un buen
político.
Tenemos como ejemplo grandes políticos de antaño que hoy
no están ya con nosotros, pero dejaron huella con su actuar
y sobre todo con sus conductas éticas, que es lo que les falta a
algunos políticos. Debemos recordar que un buen político es como
un buen docente. Las personas son como los alumnos para sus
profesores, que siempre los evalúan; la actuación de los políticos
siempre es evaluada, por eso en la actualidad tienen que emular
a los grandes políticos del pasado.
La relación entre la moral y la política tiene una larga histo-
ria, ya que los grandes filósofos relacionaron la política con los
valores. Es el caso de Platón cuando dice «El fin de la política es
la justicia», y agrega: «La única razón moral que justifica que una
persona participe en la polis es su capacidad de servir a los
demás». Con ello quiere decir que para ser políticamente moral,
debo servir a los demás; si se hace política al margen de esta
intencionalidad, ya no se es moral.
De otro lado, Aristóteles manifiesta que el fin del Estado es
el bien común y no el bien de una oligarquía. Esa tendencia de
relacionar la política bajo principios morales se repitió a lo largo
de todo el pensamiento político clásico, entre los romanos como

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Alejandro Rojo Martínez

Cicerón, Polibio y Séneca; en la Edad Media, también San Agustín


y Santo Tomás, padres de la iglesia.
Kant por su lado manifiesta: «El hombre es un fin en sí mismo
y no un medio o instrumento al servicio de otros hombres». Pero
afirma que «solo las cosas tienen precio, los hombres no tienen
precio porque tienen dignidad» y manifiesta que el ciudadano es
a la vez legislador y súbdito.
Cabe mencionar que además de existir una conducta prag-
mática, la conducta se rige por los valores que son aprendidos y
asumidos a lo largo de nuestras vidas y cómo nos desenvolvemos
en función de aquellos. Lo anterior significa que los valores no son
simples enunciados que están fuera de las relaciones humanas,
sino que forman parte y están inmersos en ellas.
La política con el correr de los años ha ido evolucionando en el
mundo y no puede estar exento de esto el Perú, en donde antaño
daba gusto ir al Congreso a ver a los parlamentarios, que eran
verdaderos políticos de renombre y tenían vocación de servi-
cio para con su sociedad. Su solo nombre era sinónimo de res-
peto y eran considerados verdaderamente «padres de la patria»,
pues representaban al país de una forma desinteresada y daban
prestigio a la política peruana.
Sin embargo, con el correr de los años la política en el Perú se
ha ido deteriorando, nos preguntamos por qué. Una de las causas
puede ser que en los partidos políticos ya no había verdaderos
cuadros políticos, es decir, militantes formados ideológicamente
para, de llegar al poder, servir a su país. Por el contrario, se invi­
taba a personas que no tenían nada que ver con el partido, con el
único fin de llegar al poder y velar por sus propios intere­ses y no
por los intereses de la patria.
De igual manera se elige a los representantes a un cargo público
utilizando el método llamado «la dedocracia», esto es, se elige a
un representante por ser allegado al líder del partido, pero no
necesariamente por mérito. Eso genera no solo crisis en el par­
tido, sino, sobre todo, crisis en la sociedad.

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La política y la ética

La política como actividad principal de una polis o sociedad


debe ser considerada como la mejor y la más noble de las
actividades, donde prime el hecho de servir a los demás, sobre
todo a las personas de las clases más necesitadas, que ponen sus
esperanzas de vida en quienes postulan tanto a la presidencia de
la República como al Congreso para que los representen y sirvan
en las necesidades que demandan.
Es momento de que nos unamos como peruanos, y en vísperas
de elegir nuevas autoridades que tomen el mando de nuestro
país, les pidamos que se comprometan a trabajar por el Perú
para sacarlo de la situación en que se encuentra actualmente.
Vemos en los medios de comunicación rostros nuevos, tanto de
politólogos que hacen un análisis concienzudo de la política en
nuestro país —felicitaciones por eso—, como de jóvenes, futuros
políticos, que piensan en servir a su país algún día. Por un lado,
nos toca decirle a la «Generación del Bicentenario» que si su
meta es hacer de la política una vocación —como esperemos que
sea—, donde el fin supremo sea servir a su patria y sobre todo
a los más necesitados, deben prepararse bien en los asuntos
políticos que competen al país, a fin de llegar bien a sus electores
y cumplir con las promesas que hacen para que vean que esta
nueva generación cumple con lo que promete. Lo fundamental
es actuar siempre con valores, la política como cualquier otra
actividad que realice el ser humano debe ser hecha primero con
vocación, con ganas de servir a la población. Se debe hacer de la
política un apostolado, y sentirse a gusto de que el elector se vea
servido por las personas por las que votó. Por otro lado, deben
actuar con decencia, con valores, puesto que quienes los siguen,
generacionalmente hablando, verán en ellos un modelo. Es por
eso que necesitamos rostros nuevos, bien preparados y sobre
todo bien formados axiológicamente hablando.
Hoy en día la política ha cambiado, estamos en una era en la
cual la tecnología entra a tallar, juega un rol importante en la vida
de un país. Me refiero a la política virtual, donde las campañas
incluso se realizan en las redes sociales. Estamos comunicados

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o mejor dicho interconectados por medio de las redes y de esta


forma todas las personas sabemos qué hace cada uno de los
candidatos con el solo hecho de hacer un clic, algo jamás pensado
antes, una forma mucho más ágil y dinámica de hacer política.
Es necesario que los jóvenes intervengan en política en nuestro
país, creo que de ellos tenemos mucho que aprender. Solo les
sugiero que cuando ingresen a esta actividad —me refiero a la
política como una carrera—, la desarrollen con vocación de ser-
vicio, así como un docente cuando enseña a sus estudiantes,
pues en sus manos está el futuro del país. Los pedagogos tienen
la noble misión de formar verdaderos seres humanos para que
mañana más tarde sean hombres y mujeres de bien para nuestra
sociedad. Por eso es de vital importancia que en las escuelas y en
las universidades se imparta una asignatura de carácter obliga-
torio como la ética. En este caso se debe aplicar a la política, para
que los estudiantes puedan ver que antes esta era un servicio
a la sociedad. Los grandes maestros de la Grecia antigua, como
Sócrates, Platón y Aristóteles, decían que el fin de hacer política
es servir al pueblo y generar el bien común a las personas.
Esas enseñanzas deben quedar plasmadas en las mentes de
nuestros jóvenes, y los docentes tenemos la obligación de seguir
implantándoles esos principios axiológicos desde las aulas si
queremos que sean no solo buenos profesionales, sino sobre todo
los buenos políticos que nuestro país demanda.
Nos hacemos la siguiente pregunta: ¿desde cuándo se descuidó
la ética en la política? En la práctica política contemporánea la
disciplina ética ha perdido importancia. ¿Quién forma a los gober-
nantes en ética pública? ¿Quién se preocupa por transmitirles
valores? El descuido de la ética en la formación de los gober-
nantes ha generado por un lado que aquellos que ocupan cargos
públicos, cuando carecen de principios éticos, desvíen los fines
originales de la política al encontrarse demasiado obsesionados
por sus intereses personales y partidistas. A su vez, el olvido de
la ética en los gobernantes ha generado su corrupción moral.

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La política y la ética

Lamentablemente, tenemos que decir que resurge «la ley de


la selva», donde impera el más fuerte y «el hombre se convierte
en un lobo para el hombre», como decía Hobbes. Se reavivan
confusiones respecto a si una situación es correcta o no, incluso
existe cierto rechazo a las normas éticas, ya que estas son menos
atractivas o estimulantes que los principios individuales. El dis-
frute individual del dinero y los bienes materiales sin duda atrae
mucho más que el goce colectivo de estos. Una sociedad sin recur-
sos éticos genera una transformación en la conducta de sus miem-
bros basada en antivalores.
Lo que es antiético e inmoral, al extenderse en la vida práctica
diaria, se torna normal e incluso es visto positivamente. La inmo-
ralidad atrae actos inmorales. La gravedad de restar importancia
a los valores éticos radica en el hecho de que las personas que
durante su infancia y juventud viven al margen de estos princi-
pios difícilmente los aceptan una vez alcanzada la madurez.
Aristóteles (1982) en su obra Política señaló: «la bajeza en los
seres humanos es una cosa insaciable, porque en su naturaleza
ese apetito es ilimitado y la gran mayoría de la humanidad vive
para satisfacer ese apetito». Cuando un individuo carece de ética
y ejerce el poder, no mide el alcance de sus actos y puede cometer
acciones irracionales o bestiales.
La ética aplicada a la función pública implica servicio a la ciu-
dadanía, es además un importante mecanismo de control de la
arbitrariedad en el curso del poder público, un elemento clave
para la creación y el mantenimiento de la confianza en la admi-
nistración y sus instituciones al elevar la calidad de la Adminis-
tración pública mediante la conducta honesta, eficiente, objetiva
e íntegra de los funcionarios en la gestión de los asuntos públicos.
La ética no puede ser ignorada por los gobernantes, pues ella
orienta hacia lo que es conveniente y justo para la comunidad
política. Auxilia en la toma de decisiones, ejercita la mente a través
de la deliberación. Es un pilar en el actuar. Indica qué es lo que
debe hacerse y qué omitirse, resuelve dudas, aconseja, presenta

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Alejandro Rojo Martínez

principios, da sabiduría, entendimiento, prudencia, ecuanimidad,


capacidad de juicio en la toma de decisiones.
La combinación de los conocimientos éticos aunados a los polí-
ticos da como resultado personas íntegras con sólidos principios,
responsables para el trabajo y con respeto por el cargo. Es el equi-
librio o justo medio de que hablaban los griegos. Los valores éti-
cos insertados en las personas que operan en el ámbito público y
cultivado de manera adecuada coadyuvan a que la función pública
sea más eficiente. De igual manera, ayudan a reivindicar la ima-
gen del funcionario, del gobernante, del político y en general de
aquellos que se encuentran en el ámbito de acción del servicio
público.
Ningún gobierno tendrá verdadero éxito en la realización de
sus objetivos si antes no integra la ética en la formación de su per-
sonal. Todo Estado cuenta con políticos que tienen por función
gobernar, aunque algunos lo hacen bien y otros no tanto. La dife-
rencia entre unos y otros radica en que aquellos que lo hacen
bien es porque cuentan en sus filas con personas que poseen con-
ciencia, libertad, decisión, carácter, autoridad, es decir, principios
y valores. Finalmente, convendrá recordar las palabras del sabio
Confucio sobre la manera de actuar de un buen gobernante:

El gobernante se haya obligado, sobre todo a perfeccionar su


inteligencia y su carácter para conseguir la virtud; si obtiene la
virtud recibirá el afecto del pueblo, si goza del afecto del pue-
blo, su poder se extenderá por toda la región; si ha adquirido el
poder sobre la región, le resultará fácil alcanzar la prosperidad
del Estado.

La ética estudia los actos del individuo. Cada acto en el com-


portamiento tiene un nombre. Aristóteles explicó en su tratado
de ética en qué consistían cada una de las diferentes actitudes del
ser humano, entre las cuales se encuentran las siguientes: a la per-
sona que siempre se molesta se le denomina iracunda y al estado
de ánimo ira; aquel que ambiciona riquezas desmesuradas es el
avaro y el estado es la avaricia; quien delibera con sano juicio es

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La política y la ética

prudente y el estado de ánimo es la prudencia; el que habla con


la verdad es verídico y al estado de ánimo se le denomina vera-
cidad, etc.
Todo individuo a lo largo de la vida adopta hábitos específicos
para aplicarlos en su conducta diaria, de esta manera va adqui-
riendo principios éticos y formando su identidad y carácter. Así,
la ética es la disciplina del conocimiento que estudia las actitudes,
los hábitos y las costumbres del ser humano. Estudia y explica
el porqué de la conducta humana y propone formas deseables
para actuar. Se posee ética cuando se logra establecer, para uno
mismo, un conjunto de virtudes que se tornan principios bajo
los cuales se rige la conducta. El ethos del hombre es la tierra
fértil de donde brotan todos los actos humanos que dan funda-
mento a una forma o modo de vida.
Una vez conocidas, al ser estudiadas, las formas de compor-
tamiento humano, la ética las clasifica. Por un lado, en aquellos
actos que benefician, son positivos o convenientes al ser humano
en tanto que no perjudican ni a uno mismo ni a otro, por el contra-
rio, ayudan a los semejantes, por ejemplo, la justicia, la libertad,
la lealtad o la prudencia. A estos se les denominó virtudes. Por
otro lado, se encuentran aquellos actos que perjudican, son nega-
tivos o inconvenientes porque no benefician tanto al que lo realiza
ni al que lo recibe; a estos se les denominó vicios. Son ejemplos la
injusticia, el despotismo, la traición o la imprudencia. Una iden-
tificación de las principales virtudes señaladas por la ética en la
antigüedad son las siguientes: amabilidad, cordialidad, amistad,
autoridad, capacidad, compromiso, fortaleza, generosidad, honor,
humildad, jovialidad o buen humor, justicia, lealtad, libertad,
magnanimidad, magnificencia, moderación, paciencia, prudencia,
respeto, sabiduría, sinceridad, sobriedad, templanza, valor, vera-
cidad o franqueza.
Lo contrario a la virtud es el vicio, la disposición a hacer el mal.
Respecto de los dos tipos de actitudes, ya desde la Grecia clásica
se señaló que las virtudes son mejores, aunque son más difíciles
de alcanzar, por eso la mayoría de las personas se inclina por los

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Alejandro Rojo Martínez

vicios. El sabio Aristóteles escribió que «Por naturaleza somos


más inclinados a la intemperancia y deshonestidad que a la
modestia». Algunos de los vicios más comunes en la conducta
del ser humano señalados en la ética clásica son la ambición, la
ira, la adulación, la indiferencia, la cobardía, la envidia, la malevo-
lencia, la vulgaridad o mal gusto, el desenfreno, la insensibilidad,
la mentira, la jactancia, la pereza y la injusticia.
El estudio de la ética señala que las virtudes constituyen el equi-
librio moderado en la conducta de la persona, mientras que los
vicios a su vez conllevan dos situaciones extremas. Por ejemplo,
respecto al uso que el ser humano hace del dinero, en un extremo
está el avaro, quien anhela acumular; y en el otro se halla el pró-
digo, quien derrocha sus recursos. El equilibrio entre ambos, el
«justo medio», es en este caso aquel que hace uso del dinero con
quien debe, cuanto debe, como debe y donde debe. En relación
con el carácter, aquel a quien todo molesta y se encuentra cons-
tantemente de mal humor es el irascible, su opuesto es aquel que
nunca se molesta, el justo medio entre ambos es el apacible. En
el campo de los placeres, en un extremo está el desenfrenado o
intemperante, su opuesto es el insensible o frío, es decir, que no
siente placer alguno, el justo medio se encuentra en el sobrio,
moderado o templado. En palabras de Aristóteles:

La virtud es por consiguiente una disposición a actuar de manera


deliberada, consistente en una medida relativa a nosotros, deter-
minada por la razón y del modo en que la determinaría el hombre
prudente. Es una medida entre dos vicios, uno por exceso y otro
por defecto. De esta manera todo justo medio es una virtud.

Justamente la virtud o al menos una de las virtudes que debe


tener toda persona es la honradez al momento de actuar, más si
lo hace en el uso de una función desde el punto de vista político,
es decir, al servir a quienes depositaron su confianza cuando el
político era candidato, cuando los electores creían en él porque
confiaban en que su situación económica y en general de vida
iba a cambiar totalmente. Sin embargo, en muchas ocasiones los
políticos cuando toman el poder cambian su forma de actuar, la

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La política y la ética

ambición y el poder les gana y actúan de otra manera, ya no son


las mismas personas que ofrecieron cambiar la situación política
de sus electores y a menudo piensan en cómo mejorar la situación
de ellos mismos. Creo que si hacen esto, se equivocaron de rumbo,
porque se debe tener bien en claro cuál es la función de un polí­
tico: servir a los demás y no servirse de los demás.
La primera vuelta de estos comicios ha culminado. Esto nos
pone en una situación en la cual tendremos que elegir entre dos
candidatos dentro de poco. Al electorado ya no se le puede estar
engañando, ya abrió los ojos y se dio cuenta de la realidad por
la que atraviesa nuestro país desde el punto de vista político y
axiológico. Los políticos de hoy y sobre todo esos rostros nuevos
que ingresan al campo político tienen que hacerlo pensando
que su labor principal es ayudar a los que más lo necesitan, a
aquellos que confiaron en ellos. Hoy les toca a los futuros «padres
de la patria» demostrar, como se diría en términos deportivos,
en la cancha, que realmente han cambiado, para que los electores
volvamos a creer en ellos, que dentro de poco su objetivo será
reconstruir todo el Perú, no solo políticamente, sino conductual­
mente; con esto me refiero a valores, para que las generaciones
futuras vean que la política no es mala, sino que algunos políticos,
con sus conductas erróneas, la hacen mala. Por ello es momento
de recobrar la política como esa actividad humana de la que tanto
hablaron Platón y Aristóteles, el arte de servir a los demás y
buscar el bien común, ahí está la razón de ser de esta actividad.
No olvidemos esa frase tan conocida del filósofo Aristóteles,
el hombre es un zoon politikon, un animal social porque vive con
seres de su misma especie y desde el cargo en que se encuentre
tiene que servirlos. También es un «animal político», pues fue
hecho para servir a los demás, y el fin fundamental de un Estado
debe ser el bien común para todos, sin importar quiénes votaron
por ellos y quiénes no.
Dentro de muy poco estaremos celebrando el bicentenario
de la proclamación de la independencia del Perú, y tenemos que
mostrar nuestro mejor rostro no solo a nuestros compatriotas,
sino a nivel mundial. ¿Cómo lo haremos? Cambiando la forma de

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Alejandro Rojo Martínez

actuar de nuestros gobernantes, forjando un país nuevo, donde


las normas se cumplan; donde todo se haga correctamente; donde
nuestros gobernantes se preocupen por los más necesitados en
todos los campos, salud, educación, etc.; donde tengamos los
mismos servicios y nos vean como un país en el que se puede vivir
de una manera segura; donde no impere el desorden y la violencia.
Es decir, seamos una nación educada sobre todo en los ámbitos
en los cuales se desenvuelve un Estado.
La política y la moral deben ir de la mano, enseñarse en la
sociedad, primero los valores, no solo desde el hogar, sino poner-
los en práctica. Recordemos que los valores son un conjunto de
normas que se dan en la sociedad y deben ser respetadas por
todos los seres humanos que vivimos en ella para ser considerados
personas morales y éticas. A la vez se debe tener vocación de ser-
vicio. Quien ocupa un cargo público debe ayudar a quienes más lo
necesitan, ya que después de todo gracias a ellos están en su cargo.
La crisis que atravesamos en cuanto a valores se refiere, rela-
cionada con el campo político, no es un mal reciente, tiene mucho
tiempo en nuestro país y poco o nada se ha hecho por mejorar. Los
gobiernos de turno, a fin de beneficiarse, llevados por la ambición
de poder, hacen de la política un negocio más que un servicio. Es
por ello que no se ha encontrado un remedio adecuado que cure
al Perú de este mal que lo aqueja.
Aristóteles manifiesta que la verdadera felicidad consiste en
obrar bien, la actividad es para el Estado todo, lo mismo que para
los individuos en particular, y que el fin supremo de la vida es
necesariamente el mismo para el individuo que para los hom-
bres reunidos y para el Estado en general.
El gobierno perfecto que buscamos es, precisamente, aquel
que garantiza al cuerpo social el mayor grado de felicidad. La
felicidad, según se ha dicho, es inseparable de la virtud, y así, la
república perfecta, en la que la virtud de los ciudadanos será una
verdad en toda la extensión de la palabra, se dará en la medida
en que el Estado cumpla bien su función: el bien común de los
ciudadanos.

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La política y la ética

Para que un Estado sea eficiente necesita que las personas que
lo habitan vean satisfechas sus necesidades primordiales, todos
por igual, con un accionar correcto de parte de sus autorida-
des, en donde el trabajo que realizan, lo hagan en beneficio de la
población que los eligió, que brinden servicios a la población del
Estado y a personas que por uno u otro motivo se encuentran en
él. La felicidad de las personas de la que habla Aristóteles es jus-
tamente eso, que el Estado sirva a todos por igual, que las per-
sonas ya no estén pasando por las penurias que cada día vemos,
producto de una mala administración de quienes nos gobiernan.
Esto debe cambiar de una vez, si es necesario sacar de sus pues-
tos a los malos funcionarios o trabajadores públicos y colo-
car a personas idóneas, por medio de la meritocracia, para que
así el Estado pueda brindar un rostro nuevo a sus habitantes.
¿Pero realmente existe un Estado perfecto? Creemos que no,
nada en este mundo es perfecto, solo Dios, pero tratemos de llegar
a un Estado en el que al menos las personas puedan vivir de una
manera cómoda, donde no se pasen penurias para poder vivir
bien, donde la gente trabaje de una manera en que no le falten los
servicios básicos a nadie, y esto es función del Estado por medio
de sus autoridades.
Por eso ingresar a la política demanda una labor titánica en la
que lo principal es trabajar duro y parejo por el bienestar de
toda la población. Las personas que ostentan un cargo público lo
deben hacer con los valores que les fueron enseñados en casa, es
decir, esas normas que la sociedad impone y que deben seguirse
de una manera correcta para ser personas moralmente recono­
cidas por nuestra sociedad y éticas ante esa misma sociedad y
nuestra familia.
Hoy en día creemos que los padres de familia tienen una tarea
que cumplir en cuanto a la educación de sus hijos, velar porque
no solo se les transmitan conocimientos, sino que las escuelas
cumplan con el rol fundamental en la formación de verdaderos
seres humanos que apoyen a la sociedad. Nos estamos refiriendo
a una educación basada en valores, principios que se tienen que

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Alejandro Rojo Martínez

enseñar a una persona desde la niñez y que la acompañarán a lo


largo de su vida. Estos principios, sobre todo, deben ponerlos en
práctica en la sociedad, para que sea mejor y, por ende, genere
mejores ciudadanos. Ciudadanos cuya meta sea, en caso de que
ingresen a la política, servir a su país, de manera que apliquen
valores en su actuar cotidiano. Y de no dedicarse a la política,
que sean verdaderos seres humanos, con los mismos valores,
puesto que las futuras generaciones serán quienes puedan orga-
nizar una sociedad mejor donde vivir, forjarse un futuro, buscar
su bienestar y el de los suyos y así poder vivir de una manera
en que los servicios que la sociedad nos brinda lleguen a todos
por igual, y poder decir que el Estado que tanto anhelamos —si
bien es cierto no llegará a ser perfecto como quisiéramos—, sí
podrá ser eficaz para todos, que es lo que se pretende al final.
Ese es, al fin y al cabo, el fin fundamental del Estado.
Hemos tratado cómo la política, en su relación con otras cien-
cias, se relaciona de manera fundamental con la axiología, esto
es, con el estudio de los valores, en cuanto a la conducta del ser
humano en una sociedad. Y es de mucha importancia por cuanto
un Estado será mucho mejor y eficaz si su población tiene una
conducta digna que llevar para con su sociedad.
En la medida en que llevemos siempre con nosotros valores que
nos hagan sentir verdaderos seres humanos, es decir, personas
de bien, aportaremos mucho a la sociedad y a nuestra familia. Es
lo que esperamos también de nuestros futuros gobernantes, que
no solo apliquen los valores a la hora de ejercer sus funciones,
sino sobre todo que sirvan de ejemplo a las futuras generaciones
que quieran incursionar en el campo de la política, que sirvan a
sus conciudadanos, que tanto esperan de ellos, y así cambiemos
de una buena vez el rostro tan negativo que nuestra sociedad
muestra ante el mundo.
Esperemos, pues, que nuestro país cambie con los valores
que tanto le demandamos a su población, y podamos hacer ver
en el Perú un Estado en donde las personas quieran vivir y ser
atendidas de la mejor manera. El Perú es un país que no es menos

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La política y la ética

que ninguno, por el contrario, tenemos mucho que aportar, y lo


haremos si todos juntos trabajamos en el mismo sentido, para
sacarlo adelante y volver a ser la nación que nuestros padres
nos dejaron.
La ética ha sido tratada por muchos autores: Aristóteles dice
que esta se ocupa de definir el bien del hombre, lo que es bueno
para cada uno. Sócrates señala sobre la ética que la práctica del
bien perfecciona al ser humano y, por el contrario, la práctica del
mal corrompe su naturaleza. Hegel manifiesta sobre la moral
que no es el resultado de un contrato social, sino un crecimiento
natural que surge en la familia y culmina en un plano histórico
y político. Santo Tomás sostiene que la ética es toda acción que
tiende hacia un fin, y el fin es el bien de una acción.
Estos conceptos pertenecen a algunos autores que se refirieron
a lo que es la ética en la vida de un ser humano. Pero nos queda-
mos con la definición matemática del valor, algo nunca visto por
quien suscribe este artículo. Este concepto de la ética numérica
la dio el matemático árabe Al-Khwarizmi:

Le preguntaron al gran matemático árabe Al-Khwarizmi sobre el


valor del ser humano, y este respondió:
Si tiene ética, entonces su valor es = 1.
Si además es inteligente, agréguele un cero y su valor será = 10.
Si también es rico, súmele otro cero y será = 100.
Si por todo eso es además una bella persona, agréguele otro
cero y su valor será = 1000.
Pero, si pierde el 1, que corresponde a la ética, perderá todo
su valor pues solamente le quedarán ceros. Así de sencillo: sin
valores éticos ni principios sólidos no queda nada, solamente
corrupción y malas personas (Graciani, 2018, párrs. 2-7).

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Alejandro Rojo Martínez

REFERENCIAS

Aristóteles (1982). Política. Aguilar.


Graciani, M. (2018). ¿Cuál es el valor de una persona? El Correo
de Andalucía. https://elcorreoweb.es/opinion/columnas/
cual-es-el-valor-de-una-persona-YA4442881
Miró Quesada, F. (2019). Ciencia política de la liberación. Primera
parte. Universidad Ricardo Palma.
Weber, M. (1919). La política como vocación. https://copmadrid.
es/webcopm/recursos/pol1.pdf

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