BOICOT - Tapia Nadine PDF

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BOICOT

Al tener 8 años, mi hermano Isaías tenía 5. Así que desde su edad, y mi


edad, todo está prácticamente grabado. Bueno, al menos gran parte. Cuando era
chica, filmábamos muchos videos en familia. Todo comenzó ese año.
Para cada cumpleaños era normal la foto, y el video con el canto del feliz
cumpleaños de los invitados, el soplar las velitas. Pero ese año, mi madre
comenzó a grabar prácticamente una filmografía de nuestra vida. Era un poco
incómodo, aunque con el tiempo te acostumbrabas, es que aunque no pareciera,
recuerdo como si fuera ayer cuando tenía 8, y hoy ya tengo 17,y…es entendible
desde mi punto de vista, el deseo de mi madre de querer guardar recuerdos de
cada momento, especial o no, porque los años se pasan en un abrir y cerrar de
ojos…
Especialmente ante los ojos de una madre, y no digo que del padre no, pero la
madre es la madre, es quien nos acunó 9 meses en su vientre, quien nos daba su
alimento, quien albergó nuestro corazón junto al de ella.
Mi Madre es muy especial, siempre alegre, siempre solidaria, siempre pesada.
Sus gritos hacia mi hermano y hacia mí de “levántate que se hace tarde para ir a
la escuela”, de “a ver si aprendes ya a tender la cama que sola no se va a hacer”,
de “arriba que son las 7:30” (y eran las 6 para que podamos desayunar antes de ir
a la escuela), son como audios de voces de whatsapp que quedan grabados en la
memoria interna de mi cerebro.

Mi familia está compuesta por mi padre, Esteban, mi madre Ariadna, quien escribe
Antonella, e Isaías.
Mi padre es guardia cárcel, mi madre maestra de primaria, y nosotros, bueno…sus
pequeños retoños.
Llegaron mis 9 años en marzo de 2010, y allí estaba la filmación de mi madre.
Todo era hermoso, ese día vinieron muchos de mis primos, a celebrar conmigo.
Recibí el mejor regalo de todos, una guitarra. Es que adoro la música, y mi
pensamiento es que debía aprender cuando fuera chica, porque cuando fuera
grande, ya no podría hacerlo.
En julio Isaías cumplió sus 6 años, y todo quedó registrado en video, cuando por
su ansiedad a querer soplar las velitas, corrió hacia la mesa, y llegando a ella,
tropezó, y enterró su cabeza en la torta, jajaja! Qué momento gracioso, y qué
bueno que haya pruebas de ello. Por suerte no había velas encendidas aún.

En noviembre del 2010 cumplía años mi madre, ese año cumplía sus 40, y quería
celebrarlo a lo grande, ya que según ella no sabía si a los 50 iba a llegar porque
quien sabe qué pueda pasar!! Así que…así se hizo.
Alquiló un salón cercano a casa, lo decoró con su color favorito, el lila. La
acompañé a la florería para comprar un ramo de Lilas. De allí nos fuimos a la casa
de la modista, a retirar el vestido para su fiesta. Un hermoso vestido blanco,
mangas cortitas al hombro, un cinturón plateado en su cintura, y al centro, una flor
Lila de strass, tan brillante como su sonrisa. Vaya que iba a ser una gran fiesta, y
vaya que mi madre sabía cómo celebrar. Esa noche, iba a ser su noche.
Llegado el atardecer comenzamos a prepararnos, mi madre nos apresuraba para
estar a tiempo. Mientras tanto ella, tardó una eternidad en el cuarto de baño, y
cuando por fin se abrió la puerta del baño, quedé muda. Sosteniendo en sus
manos el ramo de flores lilas, y con una sonrisa tímida esbozó un:
-Y qué tal? Cómo me veo?
Y en mi cabeza mis pensamientos hablaban:
-Qué bien le quedaba ese vestido blanco.
-Qué hermoso ramo de flores
-Qué hermosa sonrisa.
Palabras en la cabeza, que sólo pude traducir con una tímida sonrisa nerviosa en
un:
-Bien mamá. Estás bien.
Lo cierto es que por dentro pensaba que ella era un ángel, un ser humano que
irradiaba bondad y amor en su máxima expresión.
Antes de partir hacia el salón, mamá tomó la filmadora y dijo:
-Hoy es el gran festejo del año. Llegaron mis 40!, y como siempre me acompañan
mis más grandes tesoros! Somos los Cervantes-Peña listos para partir!-…
Y tipo reality show, al salir de casa, un equipo de filmación nos grababa. Ellos se
iban a encargar de retratar todo el festejo.

Cuando llegamos, nos bajamos del auto con Isaías, y mi tía Maribel nos
acompañó hacia la puerta.
Caminamos sobre el hermoso césped verde, mientras el fuego de unos
candelabros sobre el suelo nos dirigían hacia la entrada del salón. Me recordaba a
las pistas de aterrizaje de los aviones.
Ni bien llegábamos hacia la entrada del salón, observamos un hermoso arco de
globos plateados y lilas, a unos 5 metros de la puerta. Mi padre que se adelantó
sólo unos pasos de nosotros, esperaba al final de ese hermoso arco, con el bello
ramo de flores Lilas.
De fondo, se veían todos los invitados. Amigos de infancia, compañeros del
trabajo, familia grande entre abuelos, tíos, primos, etc. Estaban todos!
Nos colocamos al lado de mi padre, y de repente las luces se apagan.
El equipo de filmación se coloca, y el Dj con unas tenues luces bajas, coloca el
tema elegido por mi madre para su entrada…Quien no ha escuchado el hit de
Ricardo Arjona “SEÑORA DE LAS 4 DÉCADAS”??
Y con esa canción de fondo, mi madre Ariadna realizaba su entrada triunfal.
Al llegar al arco, recibe sus flores de parte de mi padre, y alzando el ramo sobre su
cabeza comienza a moverse junto al ritmo de la música, mientras su voz canta un
fuerte:
-Señoraaa, no le quite años a su vida, póngale vida a los años, que es mejor!
Y en forma de coro, todo el salón empezó a cantar.
--Señoraaa, no le quite años a su vida, póngale vida a los años, que es mejor!
Recuerdo y se me eriza la piel, realmente emocionante.
El menú fue exquisito, la fiesta fue fenomenal. El castillo inflable y metegol para
nosotros los chicos era lo que más me gustaba de esa fiesta, obviamente. Tenía 9
años.
Y ahora pienso en el cuidado al detalle de mi madre. Pensó en todo, cada uno de
los presentes tuvimos una fiesta que disfrutamos a nuestra forma.
Llegado el momento de cantar el feliz cumpleaños, me sorprendo al ver que la
torta, era rectangular y de 3 pisos. Tenía forma de escuela, su pasión.
Hay momentos que quedan en la memoria, y memoria que vuelve a esos
momentos. Y éste era uno de ellos. No se me olvida la cara de felicidad de mi
madre, mientras le cantaban el Cumpleaños Feliz, ni el brillo de sus ojos por la
emoción de estar rodeada de todos sus afectos.
Esa noche la fiesta culminó al amanecer. Fue perfecta para ella, perfecta para mí,
perfecta para todos.
Hasta estoy pensando en celebrar de esa forma mis 20, 30, 40, 50, etc. Hasta
donde llegue en edad.

En el verano 2010-2011, nos fuimos de vacaciones en familia, con destino a


Brasil. La idea de todos era volar por primera vez en avión, y conocer el mar.
Al subir al avión, acomodarnos, se enciende el motor. Veo cómo comienza a
dirigirse a la pista, y yo con mi ansiedad de niña le digo a mi madre:
-Mamá, va muy despacio el avión. No vamos a poder volar.
Mi madre rió, y me miró. De repente, me ensordeció el sonido de la turbina,
agarramos velocidad, y despegamos. Qué fantástico! Ver todo desde arriba, ver el
cielo, las nubes. Nos esperaba un vuelo de 4 horas aproximadamente.
Ya desde la ventanilla del avión, antes de aterrizar, se veía la gran masa de agua
azul. Enorme, inmenso. Y la felicidad que cargábamos no nos entraba en el
cuerpo.
Nuestro destino era una isla, conocida como el Morro de São Paulo.
Sólo podíamos llegar en barco hacia allí, así que, bien qué conocimos el mar.
Me atrevo a describirlo como el paraíso en la tierra, con 4 playas una más bella
que la otra. Una arquitectura colonial entre pequeños callejones, donde no
transitan vehículos de 4 ruedas, sin embargo había servicio de taxi.
Cómo era posible? Al anclar el barco al muelle, una fila de hombres con carretillas
ofrecían su servicio de taxi para llevar nuestras valijas, bolsos, y pertenencias,
hasta el alojamiento. En mi vida hubiera pensado que ese servicio fuera tan útil,
pero tan útil, porque el peso del equipaje entre tanta subida y bajada, nos hubiera
hecho demorar horas hasta llegar al hospedaje.

Ni bien nos reciben, empezamos a ponernos nuestros trajes de baño.


Primera parada: Playa 1. Papá admiraba la belleza del mar, Isaías corría hacia el
mar junto a mí, y mamá quedó al último del camino, tan tranquila y serena, hasta
llegar al lado de mi padre.
Tomó su mano, y los 2 caminaron juntos hacia el mar, donde estábamos Isaías y
yo.
Luego de disfrutar del agua, se sentaron en la playa, y comenzaron a grabar
videos.
Conforme iban pasando los días, íbamos conociendo cada playa del Morro.
La quinta noche decidimos cenar en la playa, a orillas del mar, y por miedo a que
con mi hermano nos metiéramos al agua, mi padre se quedó con nosotros, y
mamá fue a la zona de bares y restaurantes a comprar comida para compartir.
Pasaba el tiempo y mamá no llegaba. Era normal que se demorara, por la gente
que cenaba en bares, pero ya llevaba un buen rato, y a decir verdad, moría del
hambre.
Con mi padre decidimos que iríamos a buscarla, así que entre los 3 levantamos
nuestras cosas, y empezamos a recorrer la isla. Pasamos 2 horas recorriendo
cada bar, kiosko, y negocio de comida que hubiera en la zona, y mamá no estaba.
La angustia empezó a calar hondo primero en Isaías, y después en mí.
Pensaba que podría haberle pasado algo, y nosotros no estábamos allí para
ayudarla.
Volvimos al hostel a dejar nuestras cosas para seguir con la búsqueda sin cargas
innecesarias, y para nuestra sorpresa, la comida que mamá había comprado
estaba en la mesa de entrada de la habitación, y la cámara estaba prendida
grabando hacia dentro del lugar.
Comenzamos a gritar con Isaías:
-Mamá, mamá!!
Mi padre:
-Ariadna, Ariadna, estás aquí dentro?
Y al buscar, no había nadie.
Dejamos las ojotas de lado, y nos calzamos nuestras zapatillas para poder
caminar más rápido y mejor.
Al abrir la puerta con mucha prisa para salir, vemos que de frente mamá venía
corriendo hacia nosotros preocupada, y nos abrazamos.
Mi padre, angustiado, le pregunta:
-Ariadna, amor, dónde te habías metido? Te estuvimos esperando y buscando por
horas.
A lo que mi madre responde:
-No es cierto, yo los estuve esperando a ustedes para comer aquí, cómo
habíamos quedado, y nunca llegaron. La comida se enfriaba y empecé a
preocuparme de si les habría pasado algo a ti o a los niños, y salí hacia la playa
donde estábamos. Cuando llegué y no los vi, empecé a ver y recorrer cada local, y
lugar de ésta isla, y no los encontré…luego me crucé con el hombre de la
recepción, quien me informó que habían estado buscándome, y aquí estoy.
Esteban: - Pero Ariadna, quedamos en que íbamos a cenar en la playa, tú ibas a
comprar la comida, y yo me quedaba allí mismo esperándote con Anto e Isaías,
por qué razón no volviste a la playa?
Ariadna:-No es cierto!, quedamos en que cenaríamos aquí, y no llegaron. Lamento
lo sucedido, pero ya que estamos juntos, podemos calmarnos, respirar profundo, y
comer finalmente?
Esteban:-Sí mi amor, nos mal entendimos. Ahora todos juntos inhalamos…Y
exhalamos…Inhalamos, y exhalamos…Bien!; ahora, a comer!
Recuerdo esa noche, como si fuera ayer. Allí comenzó todo.

Corría el mes de febrero del año 2011, y mi madre ya se preparaba para volver a
dictar clases. Con entusiasmo, preparaba las planificaciones del año escolar,
pensando en diversas actividades para realizar con sus alumnos.
Marzo era un mes de inicios para mí, porque comenzaba en ese mes las clases, y
también porque el día 3 de ese mes cumplía años.
Y llegó el día, recuerdo que era jueves. Mamá entró con su filmadora cantándome
el feliz cumpleaños, y me entregó un regalo: un parlante con micrófono para,
poder cantar, y conectar mi guitarra allí.
Amaba como ella creía en mí, incluso más de lo que yo misma lo hacía conmigo.
El día sábado iban a festejarme el cumpleaños, el número 10!
Papá llegó tan cansado de su guardia nocturna, que sólo quería descansar, y mi
madre cocinó bastante porque iban a venir mis compañeros y amigos, primos, y
otros familiares.
Todo tuvo que hacerlo ella sola, o con la poca ayuda que yo podía ofrecerle.
Luego de arduo trabajo, mi mamá me envía a bañarme. Quedaban por meter las
últimas 2 bandejas de empanadas árabes al horno, y ella me aseguró que se
encargaba de cocinarlas.
Me tomé mi tiempo en el aseo, porque en la fiesta quería estar tan impecable
como mi madre en sus 40, al fin y al cabo, sólo nos separaban unos números.
Salí de bañarme, me vestí, ella me peinó, y se fue a bañar.
Ni bien se terminaba de preparar, comenzó a llegar gente.
Y entre amigos, primos, compañeros, y familiares, me fui a divertir con mis
invitados.
Mientras saltábamos a la cuerda, veo que empieza a salir humo de adentro de la
casa. Y en la poca visibilidad que había, veo a mi padre sacando las 2 bandejas
de empanadas que mamá había dejado. Eran, carbón.
Esteban: -Ariadna, cómo vas a olvidar esto? Mirá cómo está la casa. No se ve
nada por el humo ni se puede respirar bien.
Ariadna:- Tranquilízate Esteban, que yo no he sido. O has sido tú, o fue Antonella,
yo jamás iría a bañarme dejando la cocina o el horno prendido.
Esteban:- Lo hablaremos en la noche a ver qué sucedió. Encarguémonos de esto
de inmediato.
Después de ese pequeño incidente, la fiesta continuó sin imprevistos. Al llegar la
noche, nos sentábamos a cenar las sobras del cumpleaños, y la pregunta de mi
padre llegó a la mesa:
Esteban:- Antonella, a la tarde estuviste ayudando a mamá con la comida, y
durante la fiesta, encuentro que había 2 bandejas de empanadas cocinándose, o
debería decir carbonizándose. Tú las metiste?
Antonella:- No papá. Terminamos de armar las empanadas con mamá y ella me
envió a bañarme. Así que me fui, y me dijo que se encargaría ella misma.
Ariadna:- Dí la verdad Antonella, Has sido tú. Yo jamás cometería ese error de
dejar el horno prendido con comida. Esteban, dile algo.
Esteban: Y qué puedo decirle? Ya me contó su versión, y no sé quién dice la
verdad, y quién miente. Pero vamos a sacarnos la duda con tu camarita filmadora,
a ver quién fué.
Observando la filmación, mi padre descubre que fue mamá quien se había
encargado, tal cual yo le había dicho.
Mamá avergonzada, dice:
-No entiendo qué ha pasado, yo creí haber hecho todo antes de bañarme. Cómo
pude ser tan descuidada? Perdón hija, no sé por qué la confusión…
Y esa, fue la segunda.

Seguía marzo de 2011 y las clases iniciaban para todos, menos para papá.
Mamá se encontraba comenzando a conocer a sus alumnos nuevos.
La segunda semana de clases, observo a mi mamá llevando muy enojada a un
niño fuera del salón, hacia la dirección.
Pedí permiso de ir al baño, y fui a espiar. Me extrañaba ver a mi madre tan
enojada, ella no era así, y esa reacción jamás la había visto, ni el día que rompí el
televisor a mis 6 años por correr en la casa.
Cuando entra a dirección, exige que el niño firme el libro de disciplina por estar
fuera de clase.
Yo escuchaba todo, y la directora le pregunta al niño:
-Por qué usted niño se encuentra fuera de clases cuando la maestra está en el
aula?
Alumno:- Ella me dejó. Pedí permiso de ir al baño, y al volver al aula se enojó
tanto, y me retó por no estar en clase. Créame señora directora, pregúntele a
cualquiera de mis compañeros, yo en el aula pedí permiso, y ella me dejó. No
quiero firmar por algo que no hice queriendo.
Directora:- Ariadna eso es cierto? Quédate aquí con el alumno, voy al aula a
preguntar.
Allí salí corriendo hacia el aula de mi madre, y me senté de espaldas para que la
directora no viera que yo no estaba en mi aula, al fin y al cabo quería saber qué
estaba pasando. Si ese niño decía la verdad, o si mentía. Cada vez dudaba más
porque mi madre se venía confundiendo últimamente, y ahora estaba con un enojo
tan cegado, que es algo que nunca vi en ella.
Al entrar la directora, los niños la saludan:
Alumnos:- Bue nos días Se ño ri ta Di rec to ra. (Saludo habitual)
Directora:- Buenos días alumnos. Quisiera que alguien me cuente qué pasó con la
seño Ariadna, y su compañero.
Una niña levanta la mano y pregunta:
-Señora directora, no le va a decir a la seño Ariadna? No quiero que se enoje
conmigo, da miedo.
Directora: -Todo lo hablado en ésta aula quedará entre nosotros, tranquila.
Alumna:- Está bien. Estábamos en clases y Adrián le pidió permiso a la seño para
ir al baño. Cuando él sale del aula, la señor Ari nos estaba enseñando
matemáticas, pero… yo estudio matemáticas con mi papá, y me doy cuenta de
que los resultados de las sumas estaban mal, y entonces se lo digo.
Ella me contesta que yo sólo era una alumna, y que una alumna no puede saber
más que la seño, y se enojó mucho. Empezó a temblar y hablar en voz baja
diciendo que quién me creía que era, que era una niña engreída, y mientras ella
se hablaba sola, Adrián volvió del baño y ella gritó: -Adriáaaan! Qué haces fuera
de clase cuando yo estoy en el aula? Ahora por vivo a firmar el libro de disciplina.
Y se fueron.
Directora: - Alumnos, las cosas pasaron así como las cuenta su compañera?
Alumnos:- Sí señora directora.

Cuando la directora salió del aula, corrí hacia mi salón, no quería firmar el libro de
disciplina por la misma causa que mi madre acusaba a su alumno.
Así que, sorprendida, mi día escolar terminó. Nos volvimos a casa con mamá e
Isaías, ella lucía cansada, y confundida.
Me atreví a preguntarle:- Mamá, qué tal tu día?
A lo que ella contestó:- Muy bien mi niña, vamos avanzando con la clase.
Me mintió en la cara, y yo en ese momento enfurecí por dentro.
Esperaba que llegara la cena para que al hablar con papá sobre su día, realmente
le contara lo que sucedió. Y el momento llegó, pero ella sólo dijo:
-Mi día estuvo bien. Luego te cuento.
No podía entender cómo era capaz de hacer algo así. Por qué mentir? Por qué
ocultar?...Qué le pasa a mi mamá?; esos pensamientos me hacían ruido en la
cabeza y estaba tan enojada que esa noche, no pude dormir.
Escuché que mis padres levantaban la mesa, lavaban los platos, y se fueron a
acostar.
Al no poder dormir, daba vueltas en la cama, y mis ganas de ir al baño eran más
fuertes que mi sueño, así que fui, pero no volví a mi dormitorio.
Vi la puerta entreabierta de la habitación de mis padres, y me acerqué a escuchar.
Esteban:- Ariadna, no puedo entender lo que me has contado. Tú dices una parte
de los hechos, y el resto dice otra. No siempre puede estar equivocado el resto.
Ya ésta es la tercera vez que te confundes, y ahora con el toque de que te enojas.
Pasó en la playa, pasó en el cumpleaños de Antonella, y ahora en la escuela.
Tendrás que sacar un turno al médico urgente. Algo te está pasando, y no es la
edad.
Ariadna:- Lo sé, intento recordar la sucesión de los hechos y me cuesta. Creo que
dije algo, y no lo hice, o viceversa. Y hay algo que no te he dicho, y es que me
equivoqué en una tonta suma de matemáticas. Puedes creerlo? Una tonta suma
que cualquier niño haría, y de hecho la hicieron, y me la corrigieron. No puedo
entender cómo pude equivocarme. Esteban, lo lamento. Estoy cansada y necesito
dormir.
Esteban:- Descansa por hoy, mañana te acompaño al hospital para que te vean.
Y así terminaba mi noche, de un día extraño. Me fui a la cama, a intentar dormir.

Las siguientes 2 semanas, nos íbamos con mi vecina Margarita a la escuela,


porque mamá debía ir al médico a hacerse estudios.
Un viernes de abril, llegan mis padres de buscar los resultados. Ambos se
quedaron en el auto hablando y abrazándose, se veía una triste escena.
Pero sorprendentemente al cruzar la puerta, los dos entraron con una sonrisa, y
nos abrazaron. Dijeron que mamá tenía episodios olvidadizos, que con medicación
se curaba. Esa noche jugamos juegos de mesa, nos filmamos haciendo caras
tontas, y de allí, mamá empezó a medicarse, y a ir con menor frecuencia a la
escuela.

Yo no entendía mucho, pero si mis padres lo decían, es porque estaba todo bien.
Un día llegamos de la escuela con Isaías, y encontramos a mamá tirada en el
piso, llorando en la cocina. La situación era un poco incómoda ya que olía a
heces, por lo que mandé a Isaías arriba a su habitación, le indiqué que llamara a
papá y le comente, hasta que pudiera hablar con mamá.
Entre lágrimas me pidió perdón, me dijo que hoy era de esos días en que la
medicación no le funcionó, y olvidó a dónde se encontraba el baño. A lo que yo
sonriendo le dije:- Mamá, el baño no es móvil, siempre está en el mismo lugar…y
ella, rió.

Las filmaciones empezaron a ser más frecuentes, cada vez más. Cuando Isaías
aprendió a dividir, mamá hizo una pequeña fiesta entre nosotros 4. Hizo un
bizcochuelo de chocolate, que rellenó con dulce de leche y merengue. Vaya! Qué
sorpresa. Cuando yo aprendí a dividir no me hicieron esa fiesta, pero estaba bien.

El tiempo siguió pasando, y entre filmaciones de rutinas diarias, momentos


especiales y cumpleaños, mamá empezaba a olvidarse de más cosas.
Por qué la medicación no funcionaba?
Ya era habitual el tener que indicarle dónde quedaba el baño. Qué pasaría
después? Habrá que explicarle cuál es cada lugar y para qué sirve?

Ya entrada en el secundario, mis estudios requerían más de mi tiempo, por lo que


nos turnábamos como pudiéramos para que mamá no quedara sola.
Un día al salir de la escuela, había gente realizando encuestas sobre salud.
Me abordaron a la salida preguntándome:
Encuestadora:- Buenas tardes, quisiera educarte sobre una enfermedad que
quizás la conoces, o quizás no. Has escuchado hablar del Alzheimer?
Antonella:- Hola, estoy apurada porque tengo que cuidar a mi madre. No he oído
sobre eso.
Encuestadora:- No hay problema. Sólo es completar un formulario de 4 preguntas
con múltiples opciones, y te diremos el resultado.
Y de mala gana, accedí.
Pregunta 1: ¿Sabe con qué parte del cuerpo se relaciona el Alzheimer?
A- Rodilla.
B- Páncreas
C- Cabeza
D- Riñón
Pregunta 2: ¿En qué edad cree que comienza la enfermedad?
A-0 a 20 años
B- 25 a 40 años
C- 40 a 60 años
D- 60 a 80 años

Pregunta 3: ¿Cuáles son los síntomas del Alzheimer?


A- Tos, fiebre y mareos
B- Vómitos y diarrea
C- Sarpullido en el cuerpo
D- Confusión, mal humor, pérdida de memoria

Pregunta 4: ¿Tiene cura?


A-Si
B-No

Bien. Resumiendo en la pregunta 1 contesté que el Alzheimer se relacionaba con


el páncreas, que comenzaba de 0 a 20 años, y que producía sarpullido en el
cuerpo. Al entregar mi formulario, la encuestadora me dice:
-Veo que no les han enseñado de ésta enfermedad en la escuela.
El Alzheimer tiene síntomas como confusión, mal humor, y pérdida de memoria.
Obviamente esto está relacionado con la cabeza. Actualmente no tiene cura, y se
da frecuentemente en personas de 60 años en adelante, aunque se han
comprobado casos en personas cercanas a los 40 años. Ve con Dios hija, e
instrúyete para el futuro.
Me fui leyendo el folleto con la información sobre el Alzheimer, y eso, reunió todas
las piezas. Caían mis lágrimas en el colectivo, pensando en que mamá era uno de
esos casos, y por eso la medicación no funcionaba.
ACTUALMENTE NO TIENE CURA. Resonaba esa oración en mi cabeza todo el
tiempo, y empecé a informarme más ayudada por mi teléfono. Allí, mi
rompecabezas terminó de armarse. Para no preocuparnos, intuí que mis padres lo
estuvieron ocultando. Pero con qué sentido? Si nos íbamos a dar cuenta de todos
modos.

Pasaron 2 años, se acercan mis 15. Una fecha importante para la vida de una
mujer. Quisiera tener a mi mamá tan lúcida como en su fiesta de 40, pero no
puedo. Mamá no sólo se ha olvidado del baño, de las habitaciones, y de la cocina.
Se ha olvidado de a qué se va al baño, no sabe hacer sus necesidades.
Nuestra casa es un sinfín de papeles con indicaciones, para mamá. Pero entre
tantos papeles, se pierde.
Su coordinación del cuerpo le está fallando, ahora usa bastón para caminar.
Han sido 5 años difíciles; cada cosa que olvida ella, es un puñal a mi corazón.

He comenzado a trabajar en la fotocopiadora de la escuela, en el turno tarde,


porque pronto habrá que ayudar con los gastos para que una enfermera la
atienda. Quisiera que todo sea como antes, pero debo ser fuerte por ella, y para
ella.
Ahora soy yo quien filma videos de la vida. Miramos revistas juntas, algunas
películas, nos hacemos peinados y simulamos tener una cita de madre e hija.
Isaías ya la ha tenido, al cumplir sus 10. Dijo que ningún regalo sería tan bueno,
como el tener su primera cita con su madre.
Papá sigue de guardia cárcel, ha pedido un traslado del sector donde se
encuentra y aún no se lo dan.

Llegan mis 15, un 3 de marzo de 2016. No tengo las palabras de mamá


diciéndome si me veo bonita, si el vestido que elegí está lindo…pero la tengo.
La tengo a ella, quien con su bastón y dificultad para caminar, se acerca al espejo
donde me preparaba, y me acaricia la cabeza dulcemente.
Sólo ese gesto me dio las fuerzas para seguir con una noche un tanto gris, porque
desde sus 40 siempre imaginé que en mis 15 mamá bailaría conmigo, cantaría
conmigo, saltaría conmigo como hizo en su fiesta, y eso ya no va a ocurrir.
Al entregar mis velas del árbol de la vida, la primera va dirigida hacia mis padres.
Para mi sorpresa, papá toma el micrófono y dice:
-Dulce Antonella, es un orgullo ver en lo hermosa mujer que te estás convirtiendo.
Con tu madre, estamos orgullosos, y tenemos una sorpresa para ti.
Las luces se apagan, y del techo desciende una pantalla…En él aparece mi
mamá, en distintos días, y distintos lugares de la casa, sentada en una silla,
acompañada de mi papá que le decía: Acción!
Y el video empezó a correr:
-Querida Antonella. Cómo verás me encuentro en el baño según tu padre, aquí
sentí mis primeras contracciones una madrugada antes de tenerte.
Ahora nos encontramos en la habitación, según tu padre, dónde a rastras llegué
informándole de tu llegada.
Me encuentro sentada junto a la puerta de salida de casa, según tu padre, porque
aquí comenzaba una nueva aventura para nosotros, pero sobre todo para mí.
Fue aquí dónde hiciste tu primera aparición en la casa. Y por más que ésta
enfermedad quiera quitármelo, y quizás me olvide, mantendré el tiempo que más
pueda ese recuerdo en mi memoria.
Querida Antonella, ahora estamos en la cocina donde fuiste creciendo, en cuerpo
y alma. Compartimos tantos momentos alrededor de ésta mesa, que espero que
no se te olviden, y que me recuerdes siempre así, por más que cueste.
Sé alegre como eres, compañera, amiga. Sé solidaria con la gente, ayuda a
quienes te rodean. No juegues a ser la fuerte de la familia porque está permitido
caer las veces que sea necesario, y sobre todas las cosas, mi hijita hermosa, mi
primer amor, ten presente que hay cosas que la memoria puede borrar, pero el
corazón no, y es el amor profundo que siento por ti. Gracias por tu vida, ahora
empieza a vivirla. Feliz cumpleaños Anto!

Lloré de tanta emoción, porque sé lo que papá tiene que haber estado con mamá,
recordándole cada cosa, acompañándola a cada parte de la casa para poder
filmar, y sé del esfuerzo de ella por recordar y coordinar cada oración y palabra
que salió de su boca. Sentí su amor abrazándome al corazón.

Los últimos tiempos fueron los más difíciles de nuestras vidas. Internamos a
mamá en un geriátrico, porque al poco tiempo de mis 15 perdió la capacidad de
caminar. La enfermera no bastaba, y nuestros tiempos eran muy acotados para
hacernos cargo de ella. Hasta quise dejar el colegio, y papá no me dejó.
En su fase final ya no nos reconocía. Qué mal nos tuvo eso a nosotros, porque por
más videos que le mostráramos de todo los momentos compartidos, ella, sólo
miraba la televisión como si fuese una película, no recordaba nada, aunque unas
pocas veces, su cerebro dejaba de hacer corto-circuito y de repente se acordaba,
y empezaba a llorar.
Mamá perdió también su capacidad de tragar, de hablar...y en las últimas de
respirar. Solía estar con respirador artificial, y sonda nasogástrica todo el tiempo.
Yo sabía que en cualquier momento se olvidaría de respirar por completo, y me
sentía mal por pedirle a Dios que me la devuelva, o que se la lleve. Sentía que era
lo correcto, que ya no iba a sufrir más. Pero a la vez quería que no se fuera.
En mis últimas visitas al hospital, tuve la oportunidad de entrar a verla, y tomé su
mano. Le hablé, contándole quién era yo, presentándome ante ella.
Recuerdo haberle preguntado que si algo de lo que yo le decía, le sonaba familiar,
que si se acordaba de mí, y que de ser así, apretara mi mano…y la apretó.
Allí supe que mamá seguía ahí, sin fuerzas, débil, luchando contra su propio
cuerpo para estar lo más presente, aunque con poco éxito.

El 15 de Mayo de 2019 mamá olvidó cómo respirar, y su cuerpo se apagó.


Hoy es 15 de septiembre, se cumplen 4 meses de su partida, y pienso mucho.
Recuerdo mucho. Pero sobre todo, pienso y recuerdo a la vez.

Aún recuerdo a mamá entrando a la gran fiesta del siglo, sus 40 años. Donde sin
saber presagió que: Festejaba porque no sabía si iba a llegar a los 50, y así fue.
Intuición?Percepción?Deja Vú?, quien lo sabe.
Recuerdo su hermosa sonrisa, su alegría desbordante. Últimamente prefiero
pensarla así, abriendo la puerta del baño, con su vestido blanco, y sus flores lilas
en sus manos. Quiero pensar que de esa forma, ella está descansando en el más
allá, en el paraíso, en el limbo, en el cuarto plano, o como sea. Y que es feliz.

Pienso en mamá, y a veces lloro de emoción, otras de tristeza porque la extraño.


Pienso en el tiempo que pasó filmando nuestras vidas, para no olvidar, y al final,
sin querer, lo hizo.
Pero lo que más pienso, es en esto:

Lo que viví con mamá es algo que no le deseo a nadie, aunque hay mucha gente
que en éste momento lo está padeciendo de ambas partes, tanto el enfermo,
como su entorno.
Pienso que tan completos somos los humanos, como una computadora que
resuelve y que siente, pero un virus se inserta en el sistema (nuestro cuerpo), y no
hay anti-virus que pueda destruirlo.
Pasa con enfermedades como la leucemia, donde vi a tantos padres esperando a
sus hijos salir de quimioterapias, viendo como sus cuerpos fallaban. Algunos
volvían a casa, otros no.
Pasa con enfermedades como el Alzheimer, el cuál lo viví a flor de piel.
Espero algún día, encuentren la cura para éstas enfermedades que comparten
similares características.
Es difícil digerir el saber que enfermaste de algo que no tiene cura.
Es un auto-golpe, un auto-puñal.
Y en un mundo tan avanzado en ciencia y tecnología…considero que no hay nada
peor que ser boicoteado por tu propio cuerpo.

Mi nombre es Antonella Cervantes Peña, voluntaria de la Asociación de la Lucha


contra el Alzheimer.

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