REPORTAJE

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INTRODUCCIÓN

Las políticas sobre la marihuana han cambiado, y su consumo con fines médicos y
recreativos se ha legalizado en varios estados. Estas modificaciones sugieren que la
marihuana está ganando más aceptación en la sociedad. Por ese motivo, es
particularmente importante que las personas comprendan qué es lo que se sabe,
tanto sobre los efectos perjudiciales para la salud como los posibles beneficios
terapéuticos que se atribuyen a la marihuana.

Dado que la marihuana distorsiona la percepción y deteriora la memoria a corto


plazo y la capacidad de juicio, puede disminuir el desempeño escolar o laboral y
crear riesgos al conducir un vehículo.

También afecta sistemas del cerebro que continúan desarrollándose hasta la


etapa inicial de la adultez, por lo que el consumo regular por parte de los
adolescentes puede tener efectos negativos y duraderos en su desarrollo
cognitivo; eso los pondría en una situación de desventaja competitiva y
posiblemente interferiría con su bienestar de varias otras maneras. Además,
contrariamente a lo que se cree, la marihuana puede ser adictiva, y consumir
marihuana durante la adolescencia puede aumentar la probabilidad de tener otros
problemas de consumo o adicción.

Si el fumar marihuana o consumirla de alguna otra forma tiene efectos terapéuticos


que superan los riesgos de salud es todavía un interrogante abierto que la ciencia
no ha resuelto. Si bien muchos estados permiten ahora la dispensación de
marihuana con fines medicinales y hay cada vez más datos anecdóticos de la
eficacia de compuestos derivados de la marihuana, la Administración de Alimentos y
Medicamentos de Estados Unidos (FDA) no ha aprobado la “marihuana medicinal”.
Sin embargo, durante décadas ha habido medicamentos seguros basados en
sustancias cannabinoideas derivadas de la planta de marihuana, y se están creando
más.
Este informe de investigación pretende ser un resumen útil de las últimas
conclusiones científicas sobre la marihuana y sus efectos en quienes la consumen a
cualquier edad.
¿Qué es la marihuana?

La marihuana, también llamada weed, herb, pot, grass, bud, ganja, Mary Jane y una
gran cantidad de otros términos callejeros, es una mezcla gris-verdosa de hojas y
flores secas y trituradas del cannabis sativa, la planta del cáñamo. Algunas
personas fuman marihuana en cigarrillos arrollados llamados porros; muchas usan
pipas, pipas de agua (a veces llamadas bongs) o cigarros de marihuana llamados
blunts (que por lo común se arman cortando un cigarro a lo largo y reemplazando
todo o parte del tabaco con marihuana). La marihuana también se puede usar para
preparar té y, especialmente cuando se vende o consume con fines medicinales, a
menudo se mezcla en alimentos (comestibles) como brownies, galletas o dulces.
Las formas más potentes de marihuana incluyen la sinsemilla (proveniente de
plantas femeninas de atención especial) y las resinas concentradas que contienen
altas dosis de los ingredientes activos de la marihuana, como el aceite de hachís
similar a la miel, el budder suave y ceroso y el firme shatter, con aspecto de ámbar.
Estas resinas son cada vez más populares entre quienes las consumen con fines
recreativos o médicos.

La principal sustancia psicoactiva (es decir, que altera la mente) de la marihuana,


que es responsable de la mayor parte de los efectos embriagadores que buscan las
personas, es el delta-9- tetrahidrocannabinol (THC). Esta sustancia se encuentra en
la resina que producen las hojas y los brotes, principalmente de la planta hembra de
cannabis. La planta también contiene más de 500 sustancias químicas, incluidos
más de 100 compuestos que están relacionados químicamente con el THC y se
conocen como cannabinoides.

¿Qué efectos tiene la marihuana?


Cuando se fuma marihuana, el THC y otras sustancias químicas de la planta pasan
de los pulmones al torrente sanguíneo, que rápidamente los transporta a través del
cuerpo y hasta el cerebro. La persona comienza a sentir los efectos en forma casi
inmediata. Muchos experimentan una euforia placentera y una sensación de
relajación. Otros efectos comunes, que pueden variar ampliamente de persona a
persona, incluyen una mayor percepción sensorial (por ejemplo, colores más
brillantes), risa, alteración de la percepción del tiempo y aumento del apetito.
Si la marihuana se consume en alimentos o bebidas, los efectos demoran un poco
más, por lo general aparecen después de 30 minutos a una hora, porque la droga
debe pasar primero por el sistema digestivo. Al comer o beber marihuana, la
cantidad de THC que ingresa al torrente sanguíneo es considerablemente menor
que cuando se fuma una cantidad equivalente de la planta. Debido a los efectos
más lentos, es posible que las personas consuman inadvertidamente más THC del
que tenían intención de consumir.

Las experiencias placenteras con la marihuana no son de ningún modo universales.


Hay personas que, en vez de relajación y euforia, sienten ansiedad, miedo,
desconfianza o pánico. Estos efectos son más comunes cuando se consume
demasiada cantidad, cuando la marihuana es más potente de lo esperado o si la
persona no tiene experiencia. Quienes han consumido grandes dosis de marihuana
pueden experimentar una psicosis aguda, que incluye alucinaciones, delirio y la
pérdida del sentido de identidad personal. Estas reacciones desagradables, si bien
temporales, se diferencian de los trastornos psicóticos más duraderos (como la
esquizofrenia) que pueden estar relacionados con el consumo de marihuana en
personas vulnerables.
Si bien cantidades detectables de THC pueden permanecer en el organismo
durante días o incluso semanas después del consumo, los efectos visibles de fumar
marihuana por lo general duran entre una y tres horas; los de consumir alimentos o
bebidas con marihuana pueden durar muchas horas.

¿Cómo produce sus efectos la marihuana?

Los cannabinoides endógenos como la anandamida actúan como


neurotransmisores porque envían mensajes químicos entre las células nerviosas (
neuronas) a través de todo el sistema nervioso. Afectan las regiones del cerebro
que influyen en el placer, la memoria, el pensamiento, la concentración, el
movimiento, la coordinación y la percepción del tiempo y el espacio. Debido a esta
similitud, el THC puede adherirse a moléculas llamadas receptores cannabinoides
en las neuronas de estas regiones del cerebro y activarlas, lo que altera varias
funciones mentales y físicas y causa los efectos descritos anteriormente. La red de
comunicaciones neurales que utiliza estos neurotransmisores cannabinoides,
llamada sistema endocannabinoide, desempeña una función clave en el
funcionamiento normal del sistema nervioso, de modo que interferir con ella puede
tener efectos profundos.

Por ejemplo, el THC puede alterar el funcionamiento del hipocampo y la corteza


orbitofrontal, que son regiones del cerebro que permiten que una persona cree
recuerdos nuevos y cambie su foco de atención. Por lo tanto, el consumo de
marihuana disminuye la capacidad de pensar e interfiere con la capacidad de una
persona para aprender y realizar tareas complicadas. El THC también altera el
funcionamiento del cerebelo y los ganglios basales, que son regiones del cerebro
que regulan el equilibrio, la postura, la coordinación y el tiempo de reacción. Este es
el motivo por el cual quien ha consumido marihuana podría no estar en condiciones
de conducir en forma segura y podría tener problemas para realizar deportes u otras
actividades físicas.
Las personas que han consumido grandes dosis de la droga pueden experimentar
una psicosis aguda, que incluye alucinaciones, delirio y la pérdida del sentido de
identidad personal.

El THC, que actúa por medio de los receptores cannabinoides, también activa el
sistema de recompensa del cerebro que gobierna la respuesta a comportamientos
placenteros saludables, como el sexo y la comida. Al igual que la mayoría de las
drogas que las personas usan en forma indebida, el THC estimula las neuronas del
sistema de recompensa del cerebro, que liberan el mensajero químico llamado
dopamina en cantidades mayores de las que se observan normalmente en la
respuesta a estímulos gratificantes naturales. La oleada de dopamina le “enseña” al
cerebro a repetir la conducta gratificante, lo que contribuye a las propiedades
adictivas de la marihuana.
Los efectos de la marihuana sobre el cerebro. Cuando se fuma marihuana, su
ingrediente activo, THC, viaja por el cerebro y el resto del cuerpo, produciendo sus
efectos. En el cerebro, el THC se adhiere a los receptores de cannabinoides que se
encuentran en las células nerviosas, lo que afecta la forma en que estas células
funcionan y se comunican unas con otras. Los receptores de cannabinoides son
abundantes en las partes del cerebro que regulan el movimiento, la coordinación, el
aprendizaje y la memoria y funciones cognitivas más complejas como el juicio y el
placer.

¿La marihuana es adictiva?

El consumo de marihuana puede llevar al consumo problemático, conocido como


"trastorno por consumo de marihuana", el cual puede tomar la forma de adicción en
casos graves. Datos recientes sugieren que el 30% de las personas que consumen
marihuana pueden sufrir del trastorno por consumo de marihuana en alguna
medida. Las personas que comienzan a consumir marihuana antes de los 18 años
tienen entre cuatro y siete veces más probabilidades de adquirir un trastorno por
consumo de marihuana que las personas adultas.

Los trastornos por consumo de marihuana por lo general se asocian con la


dependencia, que es cuando una persona presenta síntomas de abstinencia cuando
no consume la droga. Quienes consumen frecuentemente marihuana a menudo
reportan irritabilidad, dificultad para dormir, problemas de estado de ánimo, menos
apetito, deseos intensos de la droga, inquietud o varias otras formas de molestias
físicas que alcanzan un máximo en la primera semana después de dejar el consumo
y duran hasta dos semanas. La dependencia de la marihuana se da cuando el
cerebro se adapta a grandes cantidades de la droga y reduce la producción de sus
propios neurotransmisores endocannabinoides y la sensibilidad a ellos.
El trastorno por consumo de marihuana se convierte en adicción cuando la persona
no puede dejar de consumir la droga, aun cuando interfiere con muchos aspectos de
su vida. Las estimaciones de la cantidad de personas adictas a la marihuana son
controversiales, en parte porque los estudios epidemiológicos del abuso de drogas a
menudo usan la dependencia como sustituto de la adicción, a pesar de que es
posible ser dependiente sin ser adicto. Esos estudios sugieren que el 9% de las
personas que consumen marihuana se volverán dependientes de la droga, y el
porcentaje aumenta al 17% en quienes comienzan a consumir la droga en la
adolescencia.

Cada vez más potente

La potencia de la marihuana, según lo indican las muestras confiscadas, ha


aumentado constantemente durante las últimas décadas. A principios de la década
de 1990, el contenido promedio de THC en las muestras de marihuana confiscadas
era de alrededor del 3.7%. En el 2014, fue del 6.1%. Además, nuevos métodos
populares para fumar o ingerir el aceite de hachís con alto contenido de THC que se
extrae de la planta de marihuana (una práctica que se conoce como dabbing)
pueden hacer que la persona reciba niveles muy altos de THC. El extracto común
de marihuana contiene más del 50% de THC, y algunas muestras superan el 80%.
Estas tendencias causan preocupación en el sentido de que las consecuencias del
consumo de marihuana podrían ser peores que en el pasado, especialmente entre
quienes recién empiezan a consumir la droga o en personas jóvenes, cuyo cerebro
todavía está en desarrollo.
Los investigadores no conocen todavía la dimensión completa de las consecuencias
cuando el cuerpo y el cerebro (especialmente el cerebro en desarrollo) se ven
expuestos a altas concentraciones de THC, ni si los recientes aumentos en las
visitas a las salas de emergencia por parte de personas con resultados positivos a
las pruebas de detección de marihuana están relacionados con la mayor potencia
de la droga. Tampoco se conoce en qué medida las personas ajustan el consumo en
función de la mayor potencia y consumen menos o fuman la droga de otra manera.
Estudios recientes sugieren que las personas experimentadas pueden ajustar la
cantidad que fuman o inhalan según la potencia que creen pueda tener la
marihuana que están usando, pero no pueden compensar completamente las
variaciones en la potencia.

¿Cuáles son los efectos a largo plazo de la marihuana en el cerebro?

Hay datos sólidos derivados de investigaciones con animales y un número creciente


de estudios con seres humanos que indican que la exposición a la marihuana
durante el desarrollo puede causar cambios adversos en el cerebro en el largo
plazo, o incluso cambios permanentes. Las ratas expuestas al THC antes de nacer,
al poco tiempo de nacidas o durante la adolescencia, tuvieron problemas notables
con tareas específicas de aprendizaje y memoria cuando tuvieron más edad. El
deterioro cognitivo en las ratas adultas expuestas al THC durante la adolescencia
está asociado con cambios estructurales y funcionales en el hipocampo. Los
estudios con ratas también demuestran que la exposición al THC durante la
adolescencia está asociada con la alteración del sistema de recompensa, lo que
aumenta la probabilidad de que un animal se autoadministren otras drogas (por
ejemplo, heroína) cuando tiene oportunidad de hacerlo.
Los estudios imagenológicos del impacto de la marihuana en la estructura cerebral
de los humanos muestran resultados disímiles. Algunos de ellos sugieren que el
consumo regular de marihuana en la adolescencia está asociado con alteraciones
en la conectividad y un volumen reducido de ciertas regiones específicas del
cerebro que participan en una gran variedad de funciones ejecutivas, como la
memoria, el aprendizaje y el control de los impulsos, en comparación con personas
que no consumen la droga. Otros estudios no han hallado diferencias estructurales
significativas entre el cerebro de las personas que consumen y las que no
consumen marihuana.
Varios estudios, entre ellos dos extensos estudios longitudinales, sugieren que el
consumo de marihuana puede causar deterioro funcional en las habilidades
cognitivas, pero el grado y la duración del deterioro depende de la edad en que la
persona comenzó a consumir la droga, la cantidad que consumió y la duración del
consumo.

La marihuana, la memoria y el hipocampo.

Distribución de los receptores cannabinoides en el cerebro de las ratas. La imagen


del cerebro revela altos niveles (en naranja y amarillo) de receptores cannabinoides
en muchas áreas, incluidas la corteza, el hipocampo, el cerebelo y el núcleo
accumbems (estriado ventral).

La marihuana deteriora la memoria porque el THC altera la forma en que el


hipocampo, un área del cerebro responsable de la formación de recuerdos, procesa
la información. La mayor parte de los datos que respaldan esta afirmación provienen
de estudios con animales. Por ejemplo, las ratas expuestas al THC en el útero, al
poco tiempo de nacidas o durante la adolescencia, mostraron problemas notables
con tareas específicas de aprendizaje y memoria cuando tuvieron más edad.
Además, el deterioro cognitivo en las ratas adultas está asociado con cambios
estructurales y funcionales en el hipocampo debido a la exposición al THC durante
la adolescencia.
A medida que las personas envejecen, pierden neuronas en el hipocampo, lo que
disminuye la capacidad de aprender información nueva. La exposición crónica al
THC puede acelerar la pérdida de neuronas del hipocampo relacionada con la edad.
En un estudio, las ratas expuestas al THC todos los días durante 8 meses
(aproximadamente el 30% de su expectativa de vida) mostraron un nivel de pérdida
de células nerviosas a los 11 o 12 meses de edad equivalente al de ratas del doble
de edad que no habían estado expuestas al THC.

¿La marihuana es una droga de inicio?

Hay investigaciones que sugieren que es probable que el consumo de marihuana


preceda al consumo de otras drogas legales o ilegales y la adicción a otras
drogas. Por ejemplo, un estudio que utilizó datos longitudinales delhalló que los
adultos que reportaron el consumo de marihuana durante la primera etapa de la
encuesta tuvieron más probabilidad de contraer un trastorno por consumo de
alcohol en un plazo de tres años que los adultos que no consumieron marihuana;
las personas que consumieron marihuana y ya tenían un trastorno por consumo
de alcohol tuvieron un mayor riesgo de que su trastorno por consumo de alcohol
empeorase. El consumo de marihuana también está asociado a otros trastornos
por consumo de drogas, incluida la adicción a la nicotina.
La exposición temprana de roedores adolescentes a los cannabinoides disminuye
la reactividad de los centros de recompensa de dopamina en el cerebro más
tarde, en la etapa adulta. En la medida en que estos hallazgos se extiendan por
generalización a los humanos, podrían ayudar a explicar la mayor vulnerabilidad a
la adicción a otras drogas de abuso más adelante en la vida que se ha reportado
en la mayoría de los estudios epidemiológicos de personas que comienzan a
consumir marihuana a temprana edad. También concuerda con experimentos con
animales que muestran la capacidad del THC de preparar el cerebro para
aumentar la respuesta a otras drogas. Por ejemplo, las ratas a las que se les
había administrado THC anteriormente mostraron respuestas de comportamiento
intensificadas no solo cuando se las expuso nuevamente al THC sino también
cuando se las expuso a otras drogas, como la morfina. Este fenómeno se conoce
como sensibilización cruzada.
Estos hallazgos concuerdan con la idea de que la marihuana es una "droga de
inicio". Sin embargo, la mayoría de las personas que consumen marihuana no
pasan a consumir otras drogas más potentes. Además, la sensibilización cruzada
no es exclusiva de la marihuana. El alcohol y la nicotina también ceban el cerebro
para que responda con mayor intensidad a otras drogas y, al igual que la
marihuana, generalmente se consumen antes de que la persona avance al
consumo de otras drogas más dañinas.
Es importante notar que, además de los mecanismos biológicos, existen otros
factores—como el ambiente social en el que se desenvuelve una persona—que
también son clave para el riesgo que tiene esa persona de consumir drogas. Una
alternativa a la hipótesis de la marihuana como droga de inicio es que las
personas que son más vulnerables al consumo de drogas son simplemente más
propensas a comenzar con sustancias que están disponibles con facilidad, como
la marihuana, el tabaco o el alcohol, y sus interacciones sociales posteriores con
otras personas que consumen drogas aumentan la posibilidad de que prueben
otras sustancias. Son necesarias más investigaciones para explorar esta
cuestión.

¿Cómo afecta el consumo de marihuana la vida escolar, laboral y social?

Las investigaciones han demostrado que los efectos negativos de la marihuana


sobre la atención, la memoria y el aprendizaje pueden durar días o semanas
después de que se disipan los efectos agudos de la droga, según los
antecedentes de consumo de la persona. En consecuencia, alguien que fuma
marihuana todos los días puede estar desempeñándose a un nivel intelectual
disminuido constantemente o la mayor parte del tiempo. Hay datos considerables
que sugieren que los estudiantes que fuman marihuana tienen resultados
educativos más pobres que sus pares que no fuman. Por ejemplo, un análisis de
48 estudios pertinentes halló que el consumo de marihuana está asociado con
menos logros educativos (es decir, menos posibilidades de graduarse). Un
análisis reciente de datos de tres amplios estudios halló que los adolescentes que
consumen marihuana regularmente tuvieron marcadamente menos
probabilidades de terminar la escuela secundaria u obtener un título que sus
pares que no consumían marihuana. También tuvieron una probabilidad mucho
más alta de volverse dependientes, consumir otras drogas e intentar suicidarse.
Varios estudios también han identificado una conexión entre el consumo intenso
de marihuana e ingresos más bajos, mayor dependencia de los programas de
bienestar, desempleo, conductas delictivas y menor satisfacción con la vida.

En qué medida el consumo de marihuana es causa directa de estas asociaciones


continúa siendo una pregunta abierta que requiere más investigación. Es posible
que otros factores predispongan independientemente a las personas tanto al
consumo de marihuana como a los varios resultados negativos en la vida, tal
como el abandono de la escuela. Ahora bien, las personas reportan que perciben
que su consumo de marihuana influye en los resultados pobres de una variedad
de parámetros que miden los logros y la satisfacción con la vida. Un estudio, por
ejemplo, comparó personas que consumían o habían consumido marihuana con
intensidad durante mucho tiempo con un grupo de control que reportó haber
fumado marihuana al menos una vez en la vida, pero no más de 50 veces. Todos
los participantes tenían antecedentes similares de educación e ingresos, pero se
hallaron diferencias importantes en sus logros educativos. Una cantidad menor de
las personas que reportaron consumo intenso de cannabis completaron la
universidad, y una cantidad mayor tenía un ingreso anual en la unidad familiar de
menos de $30,000. Cuando se les preguntó cómo afectaba la marihuana su
habilidad cognitiva, sus logros profesionales, su vida social y su salud física y
mental, la mayoría en el grupo de consumo intenso reportó que la marihuana
había tenido efectos negativos en todas esas áreas de su vida.

Los estudios también han sugerido conexiones específicas entre el consumo de


marihuana y las consecuencias adversas en el trabajo, tales como mayor riesgo
de lesiones o accidentes. Un estudio con trabajadores del servicio de correos halló
que los empleados que habían tenido un resultado positivo de marihuana en el
análisis de orina realizado para detectar drogas previo al empleo tuvieron un 55%
más de accidentes industriales y un 75% más de ausentismo en comparación con
quienes arrojaron resultados negativos para el consumo de marihuana.

¿Qué efectos tiene la marihuana en la salud de los pulmones?

Al igual que el humo del tabaco, el humo de la marihuana irrita la garganta y los
pulmones y puede causar tos intensa cuando se consume. También contiene
niveles de alquitrán y sustancias químicas volátiles similares a los del humo del
tabaco, lo que suscita preocupación en cuanto al riesgo de que cause cáncer y
enfermedades pulmonares.
El consumo de marihuana se vincula con la inflamación de las vías respiratorias
grandes, una mayor resistencia de las vías aéreas e hiperinflación pulmonar, y
quienes fuman marihuana con regularidad reportan más síntomas de bronquitis
crónica que quienes no fuman. En un estudio se determinó que quienes fuman
marihuana con frecuencia visitan más al médico para consultar por problemas
respiratorios que las personas que no fuman. En algunos estudios de casos se ha
propuesto que debido a los efectos inmunodepresores del THC, fumar marihuana
puede aumentar la predisposición a contraer infecciones pulmonares como
neumonía en las personas que tienen inmunodeficiencias. Sin embargo, un amplio
estudio de cohortes con enfermos de sida no confirmó dicho vínculo. Fumar
marihuana también puede debilitar la respuesta inmunitaria del aparato
respiratorio, lo que aumenta la posibilidad de que la persona contraiga infecciones
pulmonares, incluso neumonía. Estudios realizados con animales y seres
humanos no han determinado que la marihuana aumente el riesgo de contraer
enfisema.
Informes sobre muertes relacionadas con el vapeo de marihuana
Una de las dificultades para comparar los riesgos de la marihuana y el tabaco para
la salud pulmonar tiene que ver con la gran diferencia en el modo en que se
consumen estas sustancias. Si bien las personas que fuman marihuana con
frecuencia inhalan con mayor profundidad y retienen el humo en los pulmones
durante más tiempo que lo que comúnmente se retiene el humo del tabaco, los
efectos de la marihuana duran más tiempo, por lo que las personas que fuman
marihuana pueden fumar con menos frecuencia que las que fuman cigarrillos.
Asimismo, el hecho de que muchas personas consuman tanto marihuana como
tabaco hace difícil establecer el grado exacto en que la marihuana aumenta el
riesgo de contraer cáncer de pulmón, si es que existe. Estudios con animales y
citocultivos también han sugerido que el THC y el CBD pueden tener efectos
antitumorales, lo cual ha sido propuesto como un motivo por el que no se
observan, como se anticipaba, vínculos más sólidos entre el consumo de
marihuana y el cáncer de pulmón, pero es necesario investigar más para
responder esta pregunta.

¿Qué efectos tiene la marihuana en otros aspectos de la salud física?

A los pocos minutos de inhalar el humo de la marihuana, la frecuencia cardíaca se


acelera, las vías respiratorias se relajan y se expanden y los vasos sanguíneos de
los ojos se dilatan, por lo que los ojos se ven enrojecidos. La frecuencia cardíaca,
que normalmente es de 70 a 80 latidos por minuto, puede aumentar de 20 a 50
latidos por minuto o incluso duplicarse en algunos casos. Este efecto puede
intensificarse si se consumen otras drogas en combinación con la marihuana.

Algunos datos sugieren que el riesgo de sufrir un ataque cardíaco que tiene una
persona durante la primera hora después de fumar marihuana es casi cinco veces
más alto que su riesgo natural. Esta observación se podría deber en parte a que la
marihuana eleva la presión arterial (en algunos casos) y la frecuencia cardíaca y
reduce la capacidad de la sangre de transportar oxígeno. La marihuana también
puede causar hipotensión ortostática (vértigo o mareos al ponerse de pie), lo cual
puede aumentar el riesgo de sufrir desmayos y caídas. Con frecuencia, la
exposición repetida da lugar a que se adquiera tolerancia a ciertos efectos
cardiovasculares. Estos efectos en la salud se deben examinar más a fondo, en
particular ante el aumento del consumo de “marihuana medicinal" entre personas
que tienen problemas de salud y personas de edad avanzada que pueden tener una
mayor vulnerabilidad inicial debido a factores de riesgo cardiovascular relacionados
con la edad.

Algunos estudios han demostrado un vínculo claro entre el consumo de marihuana


en la adolescencia y un mayor riesgo de contraer un tipo de cáncer testicular de
gran malignidad (tumor testicular germinal no seminomatoso) que aparece
predominantemente en los hombres jóvenes. La aparición temprana de cánceres
testiculares comparada con la del cáncer de pulmón y otros tipos de cáncer indica
que, independientemente del modo en que contribuya la marihuana, esa
contribución se puede acumular en tan solo unos pocos años de consumo.

Hay estudios que demuestran que en casos aislados el consumo crónico de


marihuana puede causar el síndrome de hiperemesis cannabinoide, que es un
trastorno caracterizado por episodios recurrentes e intensos de náuseas, vómitos y
deshidratación. Se ha determinado que este síndrome ocurre en personas menores
de 50 años de edad que han consumido marihuana durante mucho tiempo. El
síndrome de hiperemesis cannabinoide puede llevar a quienes lo padecen a la sala
de emergencia con frecuencia, pero se puede resolver cuando la persona deja de
consumir marihuana.

¿La marihuana es segura y eficaz como medicina?

Las posibles propiedades medicinales de la marihuana y sus componentes han sido


tema de investigación y polémica durante décadas. En sí, el THC tiene beneficios
medicinales comprobados en ciertas formulaciones. Se han aprobado
medicamentos elaborados a base de THC, tales como el dronabinol (Marinol®) y la
nabilona (Cesamet®), recetados en forma de píldoras para el tratamiento de
náuseas en pacientes que reciben quimioterapia para el cáncer, y para estimular el
apetito en pacientes que tienen síndrome consuntivo debido al sida.
También se han aprobado o se están estudiando otros medicamentos elaborados a
base de marihuana. El nabiximol (Sativex®), un atomizador bucal disponible
actualmente en el Reino Unido, Canadá y varios países europeos para el
tratamiento de la espasticidad y el dolor neuropático que pueden acompañar la
esclerosis múltiple, combina el THC con otra sustancia química de la marihuana
denominada cannabidiol (CBD).

CBD no tiene las propiedades gratificantes del THC, e informes anecdóticos indican
que puede ser prometedor para el tratamiento de trastornos convulsivos, entre otros.
En Estados Unidos se está probando un medicamento líquido a base de CBD
llamado Epidiolex para el tratamiento de dos formas graves de epilepsia infantil: el
síndrome de Dravet y el síndrome de Lennox-Gastaut.

En general, los investigadores consideran que los medicamentos como estos, que
usan sustancias químicas purificadas derivadas de la planta de marihuana o
basadas en ella, son más prometedores desde el punto de vista terapéutico que el
uso de la planta de marihuana entera o sus extractos crudos. La elaboración de
fármacos con sustancias derivadas de plantas como la marihuana ofrece numerosos
retos. Estos derivados pueden contener cientos de sustancias químicas activas y
desconocidas y puede resultar difícil elaborar un producto con dosis correctas y
uniformes de esas sustancias. El uso de la marihuana como medicamento también
representa otros problemas, como por ejemplo los efectos perjudiciales de fumar y
el deterioro cognitivo que induce el THC. No obstante, cada vez son más los
estados que han legalizado la dispensación de marihuana o sus extractos a
personas que padecen de diversos trastornos de salud.

Otra inquietud relacionada con la “marihuana medicinal” es que se sabe poco del
efecto a largo plazo que su consumo puede tener en las personas que son más
vulnerables a causa de su salud o su edad, como los adultos mayores o los
pacientes de cáncer, sida, enfermedades cardiovasculares, esclerosis múltiple u
otros trastornos neurodegenerativos. Será necesario continuar investigando para
determinar si las personas cuya salud se ve afectada por una enfermedad o su
tratamiento (como la quimioterapia) corren un mayor riesgo de sufrir efectos
adversos por el consumo de marihuana.

Tratamientos disponibles para los trastornos por consumo de marihuana

Los trastornos por el consumo de marihuana parecen ser muy similares a los
causados por el consumo de otras sustancias, aunque las consecuencias clínicas a
largo plazo pueden ser menos graves. En promedio, los adultos que procuran recibir
tratamiento para trastornos por el consumo de marihuana la han consumido casi
todos los días durante más de diez años y han intentado dejar de hacerlo más de
seis veces. Las personas que tienen trastornos por el consumo de marihuana, en
especial los adolescentes, con frecuencia también tienen otros trastornos
psiquiátricos (comorbilidad). También pueden consumir otras sustancias e incluso
ser adictos a otras sustancias, como por ejemplo cocaína o alcohol. Los estudios
disponibles indican que el tratamiento eficaz de un trastorno de salud mental con los
tratamientos habituales, que incluyen medicamentos y terapias conductuales, puede
ayudar a reducir el consumo de marihuana, en particular en quienes consumen
mucho y quienes tienen otros trastornos mentales crónicos. Los siguientes
tratamientos conductuales han demostrado ser prometedores

Terapia cognitivo-conductual: Un tipo de psicoterapia que les enseña a las


personas estrategias para identificar y corregir conductas problemáticas a fin de
aumentar el autocontrol, dejar de consumir drogas y abordar una diversidad de
problemas que con frecuencia acompañan dichas conductas.

Control de contingencias: Un método terapéutico de control que se basa en el


control frecuente de la conducta que se desea cambiar y el otorgamiento (o la
eliminación) de recompensas tangibles y positivas cuando ocurre (o no) la conducta
que se desea cambiar.

Terapia de estímulo motivacional: Una forma sistemática de intervención


destinada a producir un cambio rápido de motivación interna. La terapia no intenta
tratar a la persona sino movilizar sus recursos internos para el cambio y la
participación en el tratamiento.
En la actualidad, la FDA no ha aprobado ningún medicamento para el tratamiento
del trastorno por consumo de marihuana, pero hay mucha investigación en este
campo. Dado que los problemas para dormir ocupan un lugar prominente en la
abstinencia de marihuana, algunos estudios están examinando la eficacia de
medicamentos que combaten el insomnio. Entre los que se han identificado como
más prometedores en estudios preliminares o en estudios clínicos pequeños se
cuentan zolpidem (Ambien®), que ayuda a conciliar el sueño; un medicamento
contra la ansiedad y el estrés denominado buspirona (BuSpar®), y un medicamento
contra la epilepsia denominado gabapentina (Horizant®, Neurontin®), que puede
mejorar el sueño y, posiblemente, la función ejecutiva. También se están estudiando
el suplemento alimenticio N-acetilcisteína y sustancias químicas denominadas
inhibidores FAAH, que pueden reducir los síntomas de abstinencia por medio de la
inhibición de la descomposición de los cannabinoides propios del organismo. Las
estrategias futuras incluyen el estudio de sustancias denominadas moduladores
alostéricos, que interactúan con los receptores cannabinoides para inhibir los
efectos gratificantes del THC.

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