REPORTAJE
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REPORTAJE
Las políticas sobre la marihuana han cambiado, y su consumo con fines médicos y
recreativos se ha legalizado en varios estados. Estas modificaciones sugieren que la
marihuana está ganando más aceptación en la sociedad. Por ese motivo, es
particularmente importante que las personas comprendan qué es lo que se sabe,
tanto sobre los efectos perjudiciales para la salud como los posibles beneficios
terapéuticos que se atribuyen a la marihuana.
La marihuana, también llamada weed, herb, pot, grass, bud, ganja, Mary Jane y una
gran cantidad de otros términos callejeros, es una mezcla gris-verdosa de hojas y
flores secas y trituradas del cannabis sativa, la planta del cáñamo. Algunas
personas fuman marihuana en cigarrillos arrollados llamados porros; muchas usan
pipas, pipas de agua (a veces llamadas bongs) o cigarros de marihuana llamados
blunts (que por lo común se arman cortando un cigarro a lo largo y reemplazando
todo o parte del tabaco con marihuana). La marihuana también se puede usar para
preparar té y, especialmente cuando se vende o consume con fines medicinales, a
menudo se mezcla en alimentos (comestibles) como brownies, galletas o dulces.
Las formas más potentes de marihuana incluyen la sinsemilla (proveniente de
plantas femeninas de atención especial) y las resinas concentradas que contienen
altas dosis de los ingredientes activos de la marihuana, como el aceite de hachís
similar a la miel, el budder suave y ceroso y el firme shatter, con aspecto de ámbar.
Estas resinas son cada vez más populares entre quienes las consumen con fines
recreativos o médicos.
El THC, que actúa por medio de los receptores cannabinoides, también activa el
sistema de recompensa del cerebro que gobierna la respuesta a comportamientos
placenteros saludables, como el sexo y la comida. Al igual que la mayoría de las
drogas que las personas usan en forma indebida, el THC estimula las neuronas del
sistema de recompensa del cerebro, que liberan el mensajero químico llamado
dopamina en cantidades mayores de las que se observan normalmente en la
respuesta a estímulos gratificantes naturales. La oleada de dopamina le “enseña” al
cerebro a repetir la conducta gratificante, lo que contribuye a las propiedades
adictivas de la marihuana.
Los efectos de la marihuana sobre el cerebro. Cuando se fuma marihuana, su
ingrediente activo, THC, viaja por el cerebro y el resto del cuerpo, produciendo sus
efectos. En el cerebro, el THC se adhiere a los receptores de cannabinoides que se
encuentran en las células nerviosas, lo que afecta la forma en que estas células
funcionan y se comunican unas con otras. Los receptores de cannabinoides son
abundantes en las partes del cerebro que regulan el movimiento, la coordinación, el
aprendizaje y la memoria y funciones cognitivas más complejas como el juicio y el
placer.
Al igual que el humo del tabaco, el humo de la marihuana irrita la garganta y los
pulmones y puede causar tos intensa cuando se consume. También contiene
niveles de alquitrán y sustancias químicas volátiles similares a los del humo del
tabaco, lo que suscita preocupación en cuanto al riesgo de que cause cáncer y
enfermedades pulmonares.
El consumo de marihuana se vincula con la inflamación de las vías respiratorias
grandes, una mayor resistencia de las vías aéreas e hiperinflación pulmonar, y
quienes fuman marihuana con regularidad reportan más síntomas de bronquitis
crónica que quienes no fuman. En un estudio se determinó que quienes fuman
marihuana con frecuencia visitan más al médico para consultar por problemas
respiratorios que las personas que no fuman. En algunos estudios de casos se ha
propuesto que debido a los efectos inmunodepresores del THC, fumar marihuana
puede aumentar la predisposición a contraer infecciones pulmonares como
neumonía en las personas que tienen inmunodeficiencias. Sin embargo, un amplio
estudio de cohortes con enfermos de sida no confirmó dicho vínculo. Fumar
marihuana también puede debilitar la respuesta inmunitaria del aparato
respiratorio, lo que aumenta la posibilidad de que la persona contraiga infecciones
pulmonares, incluso neumonía. Estudios realizados con animales y seres
humanos no han determinado que la marihuana aumente el riesgo de contraer
enfisema.
Informes sobre muertes relacionadas con el vapeo de marihuana
Una de las dificultades para comparar los riesgos de la marihuana y el tabaco para
la salud pulmonar tiene que ver con la gran diferencia en el modo en que se
consumen estas sustancias. Si bien las personas que fuman marihuana con
frecuencia inhalan con mayor profundidad y retienen el humo en los pulmones
durante más tiempo que lo que comúnmente se retiene el humo del tabaco, los
efectos de la marihuana duran más tiempo, por lo que las personas que fuman
marihuana pueden fumar con menos frecuencia que las que fuman cigarrillos.
Asimismo, el hecho de que muchas personas consuman tanto marihuana como
tabaco hace difícil establecer el grado exacto en que la marihuana aumenta el
riesgo de contraer cáncer de pulmón, si es que existe. Estudios con animales y
citocultivos también han sugerido que el THC y el CBD pueden tener efectos
antitumorales, lo cual ha sido propuesto como un motivo por el que no se
observan, como se anticipaba, vínculos más sólidos entre el consumo de
marihuana y el cáncer de pulmón, pero es necesario investigar más para
responder esta pregunta.
Algunos datos sugieren que el riesgo de sufrir un ataque cardíaco que tiene una
persona durante la primera hora después de fumar marihuana es casi cinco veces
más alto que su riesgo natural. Esta observación se podría deber en parte a que la
marihuana eleva la presión arterial (en algunos casos) y la frecuencia cardíaca y
reduce la capacidad de la sangre de transportar oxígeno. La marihuana también
puede causar hipotensión ortostática (vértigo o mareos al ponerse de pie), lo cual
puede aumentar el riesgo de sufrir desmayos y caídas. Con frecuencia, la
exposición repetida da lugar a que se adquiera tolerancia a ciertos efectos
cardiovasculares. Estos efectos en la salud se deben examinar más a fondo, en
particular ante el aumento del consumo de “marihuana medicinal" entre personas
que tienen problemas de salud y personas de edad avanzada que pueden tener una
mayor vulnerabilidad inicial debido a factores de riesgo cardiovascular relacionados
con la edad.
CBD no tiene las propiedades gratificantes del THC, e informes anecdóticos indican
que puede ser prometedor para el tratamiento de trastornos convulsivos, entre otros.
En Estados Unidos se está probando un medicamento líquido a base de CBD
llamado Epidiolex para el tratamiento de dos formas graves de epilepsia infantil: el
síndrome de Dravet y el síndrome de Lennox-Gastaut.
En general, los investigadores consideran que los medicamentos como estos, que
usan sustancias químicas purificadas derivadas de la planta de marihuana o
basadas en ella, son más prometedores desde el punto de vista terapéutico que el
uso de la planta de marihuana entera o sus extractos crudos. La elaboración de
fármacos con sustancias derivadas de plantas como la marihuana ofrece numerosos
retos. Estos derivados pueden contener cientos de sustancias químicas activas y
desconocidas y puede resultar difícil elaborar un producto con dosis correctas y
uniformes de esas sustancias. El uso de la marihuana como medicamento también
representa otros problemas, como por ejemplo los efectos perjudiciales de fumar y
el deterioro cognitivo que induce el THC. No obstante, cada vez son más los
estados que han legalizado la dispensación de marihuana o sus extractos a
personas que padecen de diversos trastornos de salud.
Otra inquietud relacionada con la “marihuana medicinal” es que se sabe poco del
efecto a largo plazo que su consumo puede tener en las personas que son más
vulnerables a causa de su salud o su edad, como los adultos mayores o los
pacientes de cáncer, sida, enfermedades cardiovasculares, esclerosis múltiple u
otros trastornos neurodegenerativos. Será necesario continuar investigando para
determinar si las personas cuya salud se ve afectada por una enfermedad o su
tratamiento (como la quimioterapia) corren un mayor riesgo de sufrir efectos
adversos por el consumo de marihuana.
Los trastornos por el consumo de marihuana parecen ser muy similares a los
causados por el consumo de otras sustancias, aunque las consecuencias clínicas a
largo plazo pueden ser menos graves. En promedio, los adultos que procuran recibir
tratamiento para trastornos por el consumo de marihuana la han consumido casi
todos los días durante más de diez años y han intentado dejar de hacerlo más de
seis veces. Las personas que tienen trastornos por el consumo de marihuana, en
especial los adolescentes, con frecuencia también tienen otros trastornos
psiquiátricos (comorbilidad). También pueden consumir otras sustancias e incluso
ser adictos a otras sustancias, como por ejemplo cocaína o alcohol. Los estudios
disponibles indican que el tratamiento eficaz de un trastorno de salud mental con los
tratamientos habituales, que incluyen medicamentos y terapias conductuales, puede
ayudar a reducir el consumo de marihuana, en particular en quienes consumen
mucho y quienes tienen otros trastornos mentales crónicos. Los siguientes
tratamientos conductuales han demostrado ser prometedores