Alianzas Electorales - Partidos Politicos - Dictadur

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¿Qué es una dictadura?

Dictadura es un sistema político donde el poder se reduce a las manos de unas pocas
personas y que no sigue los principios democráticos. No obstante, puede haberlas de
muchos tipos, independientemente de la ideología.
La dictadura es un sistema de gobierno donde el poder se concentra en una persona o un
grupo de personas que no están sometidas a las leyes, el control y separación de poderes
características de una democracia. Además, las dictaduras se caracterizan por una falta de
pluralismo político y por vulnerar, mediante el control autoritario de la sociedad, los derechos
y libertades civiles de la población.
No obstante, “dictadura” es un término lo suficientemente amplio como para que quepan en
él sistemas políticos tan diferentes como el de Corea del Norte, la Alemania nazi, la España
franquista o la actual Arabia Saudí. Esto genera controversias y diferentes categorizaciones:
dictaduras personalistas o de partido; dictaduras fascistas o comunistas, en función a su
ideología; dictaduras militares, civiles, familiares, monárquica,también dictaduras autoritarias
o totalitarias, según su grado de control sobre la población.
Las dictaduras en América Latina desde 1945
Curiosamente, en su origen el término tenía unas implicaciones muy distintas. Surgió en la
antigua Roma, en el período de la República (509 a.C.-27 a.C.), durante el cual la dictadura era
un cargo público que el Senado concedía a un individuo en situaciones de crisis. El dictador
debía ser una persona capacitada a quien se le otorgaban poderes especiales para gestionar
una guerra o una crisis económica, pero siempre ostentaba el cargo de manera temporal y
estaba sometido a las decisiones del Senado. Sin embargo, el militar Julio César logró ser
nombrado dictador perpetuo por el Senado romano tras ganar una guerra civil. César ocupó
el cargo dos años hasta su asesinato en el 44 a.C., acaparando el poder y sin responder ante
las leyes de la República. Este recuerdo es el que marca la diferencia entre el significado
original del término como cargo público y su concepción moderna como tirano.
Desde entonces, el término de dictadura se ha empleado para denominar a los llamados
“caudillismos” de América Latina de finales del siglo XIX, como los del mexicano Antonio
López de Santa Anna o el argentino Juan Manuel de Rosas. También a los regímenes
europeos de principios del siglo XX, como el fascismo del italiano Benito Mussolini o la
dictadura militar de Miguel Primo de Rivera en España. Todos ellos asentaron la idea de
dictadura aplicada a los regímenes “monocráticos” (del griego, ‘el poder de uno’) modernos,
pero que nada tenían que ver con las monarquías absolutistas del Antiguo Régimen. En
cualquier caso, el siglo XX vio el surgimiento de regímenes dictatoriales muy diversos,
como el de Pinochet en Chile, militar y derechista; la monarquía absoluta y teocrática saudí; la
dictadura comunista de partido de la República Popular China; o el régimen personalista
nazi de Adolf Hitler.
Pese a la sencillez que pueda aparentar, una de las fórmulas más habituales de identificar una
dictadura es contraponerla a una democracia. Una democracia se caracteriza por la pluralidad
de partidos, la defensa de libertades individuales, la división de poderes o la elección de los
gobernantes mediante la participación ciudadana activa y competitiva. Por el contrario, una
dictadura suele poseer los rasgos diametralmente opuestos, aunque ciertas dictaduras
también pueden tener rasgos aparentemente democráticos, como la existencia de otros
partidos —minoritarios y sin capacidad de llegar al poder— o la celebración de elecciones
fraudulentas.
El estado de la democracia en el mundo
Este criterio es el que utiliza el Índice de Democracia anual de la revista The Economist, que
sitúa a todos los países del mundo en un eje en el que la dictadura y la democracia son los
extremos, pero con cuatro categorías según su grado de democratización: democracias
plenas, democracias imperfectas, regímenes híbridos y regímenes autoritarios. Según este
Índice, algunos de los países que se incluyen en la última categoría, los menos democráticos
del mundo, son Corea del Norte, Arabia Saudí, China o Irán. En el extremo opuesto, entre los
más democráticos, están Noruega, Suecia, Islandia o Nueva Zelanda.

Partido político
Se entienden como partidos políticos a entidades de interés público creadas para promover la
participación de la ciudadanía en la vida democrática y contribuir a la integración de la
representación nacional; quienes los conforman, comparten objetivos, intereses, visiones de
la realidad, principios, valores y proyectos para ejecutar total o parcialmente en gobiernos
democráticos de países. Estos son los encargados de presentar candidaturas a ocupar
diferentes cargos políticos. Para eso movilizan el llamado apoyo electoral. También
contribuyen a organizar y orientar la labor legislativa, articulan y agregan nuevos intereses y
preferencias en la ciudadanía.

Es esencial para contribuir a estructurar el apoyo político a determinados programas,


intereses socio-económicos y valores. También interpreta y defiende las preferencias de los
ciudadanos, forma gobiernos, y establece acuerdos políticos en el ámbito legislativo.3

El concepto de partido político ha sido definido de diferentes maneras según el momento


histórico y la específica realidad sociocultural. Stefano Bertolini lo define como un grupo de
individuos que participan en elecciones competitivas con el fin de hacer acceder a sus
candidatos a los cargos públicos representativos, y por su parte Ramón Cotarelo lo define
como toda asociación voluntaria perdurable en el tiempo dotada de un programa de gobierno
de la sociedad en su conjunto, que canaliza determinados intereses, y que aspira a ejercer el
poder político o a participar en él mediante su presentación reiterada en los procesos
electorales.

TIPOS DE PARTIDOS POLITICOS

Desde un enfoque institucional Maurice Duverger diferencia entre:

• Partidos de creación interna (partidos de cuadros): nacen en el seno del Parlamento. En


un principio se presentaron como facciones que se disputaban el poder, por ejemplo
los Tories (conservadores) y los Whigs (liberales) en Inglaterra, especialmente durante
el siglo XIX. Tenían una connotación negativa, se creía que actuaban en desmedro del
bien común persiguiendo intereses egoístas. Pero con el tiempo se tornó evidente la
imposibilidad de mantener una relación directa entre el pueblo y sus representantes.
Para responder a las nuevas demandas sociales, se requiere una mayor organización, y
entonces se pasa de un escenario de inorganicidad a otro crecientemente orgánico.

• Partidos de creación externa (partidos de masas): surgen a partir de la lucha por la


extensión de los derechos políticos entre fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX.
Aparecen estrechamente vinculados con grupos que realizaban sus actividades fuera
del Parlamento, como los sindicatos, entidades religiosas y periódicos. Por ejemplo,
el Partido Laborista británico. Los partidos de masas resolvían los problemas de
financiación que requiere el funcionamiento de un partido mediante el reclutamiento
masivo de afiliados. Su organización solía ser una estructura piramidal jerárquica: la
base estaba formada por los militantes y la cúspide por la élite dirigente del partido. A
cambio de los recursos aportados por los militantes, las élites dirigentes se
comprometían a defender los intereses de sus afiliados, razón por la que a diferencia de
los partidos de cuadros presentaban una ideología muy claramente definida.

Estos dos modelos de partido quedaron obsoletos por la evolución que sufrieron las
democracias durante el siglo XX. Otto Kirchheimer y otros autores propusieron nuevas
formas de partidos cuya organización interna difería substancialmente de las dos anteriores:

• Partidos multicompresivos ("Catch-all"): es una innovación introducida por Kircheimer.


Durante la segunda mitad del siglo XX, el crecimiento económico y el desarrollo
del estado del bienestar supusieron una mejora en las condiciones generales de la
población, y difuminaron la distinción entre masas obreras y élites, surgiendo una clase
social heterogénea de límites difusos, la clase media. Por esa razón progresivamente se
hizo más difícil que partidos socialdemocrátas tradicionales, tuvieran un apoyo tan
amplio como anteriormente. Eso hizo surgir organizaciones con estrategias
interclasistas, cuyo mensaje político se dirigía a grupos más amplios. Al mismo tiempo,
la aparición de medios de comunicación de masas favoreció que muchos partidos
pasaran de una organización burocrática que movilizaba electorados a una estructura
más flexible que recurría a los medios para la difusión de ideas. Estos partidos dejaron
de ser partidos defensivos con una ideología compacta, para ser organizaciones con
una estrategia ofensiva de captura masiva de votos vía mensajes en los medios de
comunicación, lo cual sin duda influyó en una pérdida de carga ideológica.

• Partidos "cártel": al dejar muchos partidos de tener un grupo social de referencia bien
definido, renunciaron a la lealtad de recursos y a buen número de presupuestos
ideológicos. Como alternativa de financiación, muchas estructuras partidarias pasaron
a depender de recursos públicos. Esta fuente llevó a los partidos a funcionar como
cárteles que impedían o trataban de impedir el acceso a dicho recurso por parte de
competidores, razón por la que se los describe con el término "cartel" tomado de los
economistas de la competencia imperfecta. En un sistema dominado por partidos de
tipo "cártel", los partidos mayoritarios forman una clase política homogénea que impide
la competencia de nuevas formaciones, lo cual maximiza su financiación y los
beneficios para sus miembros. Estos partidos usan su posición hegemónica para
reservarse la mayor parte de las ayudas públicas (sean subvenciones o prerrogativas
de cualquier naturaleza, como ser espacios gratuitos en los multimedios de difusión),
buscando excluir a partidos minoritarios. Este tipo de estructuras favorecen
el bipartidismo, y tienden a reducir el número de partidos con representación
parlamentaria.

Comparación entre los modelos de partido

Partido de Partido
Partido de masas Partido cártel
cuadros multicomprensivo

Período
Siglo XIX 1880-1960 1945- 1970-
hegemónico

Tipo de Sufragio Sufragio extendido / Sufragio


Sufragio universal
sufragio censitario Sufragio universal universal
Reformar/cambiar la Política como
Mejoras sociales
Distribuir sociedad profesión
Objetivos (sin cambios
privilegios (alta carga (políticos
estructurales)
ideológica) gestores)

Coordinada
Dinámica de Lucha partidaria
Gestionada y Movilización del entre
competición por el electorado
controlada electorado partidos
electoral común
dominantes

En declive, Escasa, sin


Tipo de Escasa y Masiva, homogénea
heterogénea funciones
militancia elitista y activa
y más pasiva relevantes

Contactos Cuotas y
Fuente de Contribuciones de Subvenciones
personales contribuciones
recursos diversas fuentes estatales
del candidato de militantes

Teórico del Maurice Richard Katz


Maurice Duverger Otto Kirchheimer
modelo Duverger Peter Mair

En cambio, desde un enfoque sociológico o genérico adquieren relevancia ciertas divisiones


sociales estructurales acaecidas durante el proceso de formación de los Estados nacionales y
de la economía moderna. Se destacan dentro de esta corriente Seymour Lipset y Stein
Rokkan, quienes desarrollan la teoría de los clivajes históricos. Se refieren a cuatro fisuras
importantes:

• Conflictos entre países centrales y periféricos: diversas poblaciones se resisten a las


imposiciones lingüísticas, religiosas o políticas de las grandes potencias
colonizadoras. Surgimiento de partidos regionales que reivindican la identidad cultural
de ciertos grupos.

• Problemas en la relación entre Iglesia y Estado: se disputan el control de la educación y


el ordenamiento de las demandas sociales. Formación de partidos confesionales y
laicos.

• Diferencias entre el campo y la ciudad: emergen partidos urbanos y agrarios.

• Tensiones entre capitalistas y trabajadores: la defensa de la propiedad y la libre


empresa se enfrenta a los reclamos de los sindicatos. Nacen los partidos socialistas y
los movimientos obreros. Se consolida la distinción entre partidos de derecha y de
izquierda.

¿QUÉ ES LA PARTICIPACIÓN POLÍTICA?


La participación política es cualquier acción realizada por un individuo o grupo con la
finalidad de incidir en una u otra medida en los asuntos públicos. Estas acciones pueden
orientarse hacia la elección de cargos públicos, la acción de los actores políticos y las
propias políticas públicas. La participación incluye entonces a todas aquellas actividades
voluntarias ejercidas por la ciudadanía de manera individual, que se pretende que influyan
directa o indirectamente sobre las elecciones políticas en diversos niveles del sistema
político, como han señalado dos de los principales estudiosos de la participación política en
Estados Unidos, Max Kaase y Alan Marsh en 1979.
La participación puede darse de manera individual o colectiva y es muy relevante para el
funcionamiento de un sistema político. Por un lado, tiene impacto sobre los propios
individuos que se involucran en la actividad política y, por el otro, afecta a la comunidad a
partir de la influencia que dicha participación puede tener en las decisiones y políticas
públicas del sistema político. Participar incluye tanto las conductas más convencionales y
demandadas por el sistema político (como el voto) hasta aquellas acciones no
convencionales que incluyen actividades que incluso podrían ser calificadas como ilegales o
violentas

ALIANZAS ELECTORALES

I. Concepto

Alianza electoral es la unión temporaria de dos o más partidos políticos con el fin de concurrir
unidos a la competencia electoral, presentando la misma candidatura en todos o algunos de
los niveles de gobierno (federal o nacional, provincial, local) y en todas o algunas de las
categorías de cargos a elegir.

En algunas legislaciones se acuerda el derecho de formar alianzas electorales entre sí o con


partidos políticos u otras organizaciones políticas habilitadas para la presentación de
candidatos. La legislación de Guatemala autoriza a los Comités Cívicos Electorales a formar
alianzas, aunque sólo en el nivel municipal. En Perú se acuerda el derecho de formar alianzas
también a las Agrupaciones Independientes. La legislación dominicana, por el contrario,
prohíbe a las Agrupaciones Políticas Accidentales Independientes la formación de alianzas
con partidos políticos u otras agrupaciones similares.

Las legislaciones de muchos países latinoamericanos utilizan la denominación «coalición» en


lugar de alianza (vgr. Brasil, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, México). La
literatura política reserva, sin embargo, el término «coalición» para el acuerdo de varios
partidos para la formación de gobierno en los sistemas parlamentarios. La formación de una
coalición, en el sentido tradicional, es una unión post-electoral, mientras que la alianza es una
unión pre-electoral (vgr. la Alianza, en Argentina, o la Concertación por la Democracia, en
Chile).

II. Caracterización

La alianza tiene una finalidad esencialmente electoral, por eso su formación y registro se
vincula a un determinado acto electoral (vgr. Argentina, Brasil, México, Perú, República
Dominicana). La alianza electoral persigue, generalmente, el fin de maximizar las
posibilidades de éxito de los partidos que la integran en una determinada elección, ya por una
decisión de estrategia política (vgr. en un sistema de partidos con un partido dominante, los
partidos de oposición si compiten individualmente pierden, pero unidos tienen chances de
ganar), ya porque el propio sistema electoral genera incentivos a la formación de bloques
(vgr. el sistema binominal chileno o el sistema de ballotage para la elección presidencial en
Argentina). La legislación boliviana contempla la posibilidad de formar alianzas no sólo «con
fines únicamente electorales» sino también para «ejecutar programas específicos de acción
política conjunta».

La alianza implica la unificación de candidaturas (total o parcial) y, por tanto, supone la


prohibición de presentación paralela y simultánea de candidaturas distintas por parte de los
partidos miembros. Así lo disponen expresamente las legislaciones de México, Nicaragua y
Perú. Esta unificación de la candidatura ofrecida no permite discriminar el aporte real en
votos de cada uno de los partidos miembros. En otros sistemas, el mismo resultado se logra
a través de la presentación de una misma candidatura por parte de los partidos
individualmente considerados, sin formalizar alianza alguna. Los votos obtenidos por la
candidatura se suman a los efectos de determinar el resultado electoral y los diferentes
partidos pueden discriminar su potencial electoral. En Argentina el tema no está regulado
expresamente, pero la Justicia Electoral ha autorizado en numerosas ocasiones la sumatoria
de votos. En El Salvador, los partidos que integran una alianza pueden optar por presentarse
bajo un símbolo único o presentando la candidatura común bajo el símbolo de cada partido
miembro independientemente. En estos casos la ley expresamente dispone que «Los votos
que obtenga la coalición será la suma de los votos válidos obtenidos por los partidos
coaligados». Otras legislaciones prohíben expresamente esta mecánica; por ejemplo, la ley
dominicana dispone que «a los partidos y agrupaciones que no hayan hecho pacto de alianza
o coalición, no podrán sumárseles los votos para los fines de una elección aunque hubiesen
presentado los mismos candidatos».

Otra finalidad que puede buscarse con la incorporación a una alianza de un partido –
generalmente con escaso caudal electoral– es la de salvar al partido de la cancelación o
caducidad de su personería, beneficiándose del caudal total de votos que obtiene la alianza a
los fines de determinar el caudal mínimo de votos exigido para mantener la personería o
registro (vgr. Argentina). Algunas legislaciones excluyen expresamente esta posibilidad o
disminuyen los incentivos para que los partidos conformen alianzas con este fin. Así, por
ejemplo, en México la legislación establece que en caso de alianzas, los partidos miembros
conservarán su registro «si la votación de la coalición es equivalente a la suma de los
porcentajes del 2% de la votación emitida, que requiere cada uno de los partidos políticos
coaligados». Asimismo establece que el acuerdo de coalición debe fijar el orden de prelación
de los partidos para la conservación del registro en caso de que no se alcance el porcentaje
de votos necesarios para que todos los miembros conserven el registro. En Guatemala, la ley
determina que el total de votos obtenidos por la coalición se divide entre los partidos
coaligados, para determinar si cada uno de ellos obtuvo el porcentaje de votos necesarios
para mantener su registro.

La característica esencial de la alianza electoral es su carácter temporario, lo que justifica


que, más allá de la unificación de la representación ante los órganos electorales para todo lo
relativo al acto electoral en cuestión, los partidos miembros de la alianza conservan su
individualidad, autonomía, personería y registro. (vgr. Argentina, Bolivia, El Salvador,
Guatemala, México, Panamá, República Dominicana). La alianza se distingue, así, de las
uniones o fusiones de carácter permanente que implican el surgimiento de un nuevo partido
con la disolución o extinción de los partidos miembros (unión) o, por lo menos, la extinción
de alguno de los partidos involucrados y su incorporación a otro (fusión). El carácter
temporal de la alianza es remarcado uniformemente en el derecho electoral latinoamericano
(vgr. Argentina, El Salvador, México, Panamá, Paraguay, República Dominicana). Algunas
leyes disponen expresamente que la alianza se extingue en el momento en que la autoridad
electoral competente da a conocer el resultado definitivo de la elección (vgr. El Salvador,
Paraguay, México).
La constitución de una alianza es una decisión de máxima trascendencia para un partido
político, ya que afecta directamente no sólo sus chances electorales, sino su propio perfil
programático o ideológico. En muchas legislaciones se regula con detenimiento la formación
de alianzas y se exige que la decisión sea tomada por la máxima autoridad de cada uno de los
partidos miembros, con mayorías especiales, previéndose además las formas de recurrir
contra dicha decisión y las exigencias de registro ante la autoridad electoral y de publicidad
de su constitución (vgr. Argentina, Bolivia, Brasil, Costa Rica, El Salvador, Guatemala,
México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana).

La alianza, al momento de su formación, debe adoptar una denominación, sigla y símbolo


para su identificación. Una medida interesante de transparencia de la oferta electoral ante el
ciudadano es la exigencia de que en la propaganda y en la boleta electoral conste no sólo la
denominación de la alianza, sino también la indicación de los partidos que la integran, tal
como lo prevé la ley brasileña. Otra solución es la adoptada por la legislación del Salvador
donde los partidos miembros pueden optar entre utilizar un símbolo único o la suma de los
símbolos de todos los partidos miembros. Idéntico criterio utiliza el código mexicano,
aclarando que cuando se opta por mantener los símbolos individuales de los partidos
miembros, debe agregarse la aclaración «en coalición».

La constitución de una alianza hace necesario que los partidos miembros resuelvan una serie
de cuestiones organizativas para el funcionamiento del conjunto (dirección, representación,
administración, contabilidad, etc.). El acuerdo de constitución de la alianza funcionará como
norma fundamental del grupo. Las legislaciones latinoamericanas delegan en el acuerdo de
partidos miembros la resolución de muchas de estas cuestiones, entre ellas la forma de
selección de los candidatos y la distribución de las candidaturas entre los partidos miembros
(vgr. Argentina, Costa Rica, El Salvador, Paraguay, México).

La alianza puede ser total o parcial según se refiera a todos los niveles y cargos a cubrir en
una elección o sólo a algunos. La mayoría de las legislaciones latinoamericanas acepta estas
dos formas de alianza, sin mayores cortapisas (vgr. Argentina, Brasil, Costa Rica, Honduras,
Nicaragua, Paraguay, República Dominicana). La legislación brasileña autoriza que los
partidos políticos integren, para un mismo acto electoral, alianzas diversas para los distintos
cargos a cubrir en la elección. En Ecuador, se autorizaron, en el pasado, alianzas para las
candidaturas unipersonales pero no para las pluripersonales; la ley vigente autoriza la
formación de alianzas para ambos tipos de candidaturas. México contempla las alianzas
parciales, pero es más exigente en los requisitos para su autorización que el resto de las
legislaciones latinoamericanas.

Un problema interesante que plantean las alianzas, cuando se trata de elecciones a cuerpos
deliberativos, es la relacionada con la bancada o grupo parlamentario al que se incorporan los
electos. En algunos países, la legislación contempla expresamente la situación. El código
mexicano dispone que terminada la elección y disuelta automáticamente la coalición, «los
candidatos a senadores o diputados de la coalición que resultaren electos quedarán
comprendidos en el partido político o grupo parlamentario que se haya señalado en el
convenio de coalición». Otra solución es la conformación de un grupo parlamentario
representativo de la alianza (vgr. Argentina). Esta solución resulta particularmente importante
en los casos en que se toma en cuenta el número de integrantes de los grupos parlamentarios
a los efectos, por ejemplo, de la asignación de cargos en el cuerpo colegiado.

La participación de los partidos en alianzas plantea algunas cuestiones prácticas


relacionadas con el financiamiento de las campañas, especialmente en cuanto a los aportes
públicos. Por ejemplo, en algunas legislaciones el financiamiento público es calculado en
función de los votos obtenidos por los partidos en la última elección. ¿Cómo se asignarán
entre los partidos miembros de la alianza los votos obtenidos por ésta a los fines del cálculo
del aporte en la próxima elección? En Argentina, por ejemplo, cuando se trata de fijar el
aporte para la alianza, se suman los votos obtenidos en la elección anterior por los partidos
miembros de la alianza. La ley mexicana dispone que cuando, con relación al financiamiento
público de la campaña, se deba tomar en cuenta la fuerza electoral, «se considerará la del
partido coaligado que haya obtenido la mayor votación en la última elección federal».
También debe preverse cómo se distribuirá el caudal de votos de la alianza entre los partidos
miembros para el caso de una futura elección en la que los partidos –o algunos de ellos– se
presenten individualmente. La legislación salvadoreña exige que el acuerdo de alianza
determine la forma de distribución.

Otra cuestión a resolver es la relativa a la distribución entre los partidos miembros del aporte
que reciba la alianza con motivo de la elección. Algunas legislaciones han optado por un
modelo convencional para la solución de estos problemas y exigen que el acuerdo escrito en
el que conste la formación de la alianza establezca expresamente la forma de distribución del
aporte público (vgr. Argentina, Costa Rica, El Salvador, México, Paraguay). A falta de acuerdo
al respecto, se toman otros parámetros, por ejemplo: proporción relativa de afiliados que
registra cada partido miembro de la alianza (vgr. Argentina) o cantidad de legisladores electos
que tiene cada partido miembro de la alianza (vgr. Bolivia).

A efectos de los topes de gastos para campaña, de la rendición de cuentas y de la asignación


de espacios en radio y televisión, la alianza es considerada como un partido político (vgr.
Argentina, México). En Brasil, al inscribir los candidatos los partidos deben fijar el tope de los
gastos que realizarán durante la campaña; en el caso de las alianzas este límite debe fijarse
individualmente por cada uno de los partidos miembros.

Vocablos de referencia:

Coalición de partidos
Competición política
Partidos políticos
Financiamiento de los partidos políticos

Bibliografía:

Jost, S.: Los partidos políticos en las Constituciones y Legislaciones, Fundación K. Adenauer,
Bolivia, 1998.
Le Duc, L., Niemi, R. y Norris, P.: Comparing Democracies. Elections and voting in global
perspective, Sage Publications, California, 1996.
Lijphart, A.: Electoral systems and party systems, Oxford University Press, Oxford, 1995.
Nohlen, D.: Sistemas electorales y partidos políticos, FCE, México, 1994.
Panebianco, A.: Modelos de Partido. Organización y poder en los partidos políticos, Alianza,
Madrid, 1982.
Vallés, J. y Bosch, A.: Sistemas electorales y gobierno representativo, Ariel, Barcelona, 1997.
Páginas en internet:
IFES: www.ifes.org
IDEA: www.idea.int

Delia FERREIRA RUBIO

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