Comprension 4 - Lenguaje
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LENGUAJE
COMPRENSIÓN LECTORA 1
EL TROMPO EN LA VITRINA
Había una vez un trompo que llevaba mucho tiempo en la vitrina de un viejo
almacén.
Llevaba tantos años allí, que ya no sabía cuánto tiempo había pasado. Había visto
muchos niños pararse frente a la vitrina y siempre creía que uno de esos niños lo
compraría y lo haría bailar en el círculo que se divisaba desde allí; pero no, el tiempo
pasaba y todos sus hermanos que estaban con él en la caja ya habían sido vendidos.
Solo quedaba él, esperando a algún niño que lo quisiera comprar.
Pasaba el tiempo y el trompo seguía viendo a los niños que pasaban por la calle. Ya ni
siquiera se detenían a mirar la vitrina, ahora los niños la usaban para apoyarse mientras
se entretenían con un aparato extraño en sus manos. Ese día uno de esos mismos
aparatos llegó a la vitrina y el trompo fue dejado en un rincón para darle el mejor lugar al
recién llegado. Su nombre era Game-Boy. Los niños ya no usaban trompos para jugar,
ahora la moda eran estos juegos tecnológicos.
Nuestro amigo estaba tan triste, pensaba que nunca podría bailar para algún niño, hasta
un día en que un pequeño pecoso entregó todas las monedas que tenía en manos del
vendedor y el trompo fue sacado de la vitrina y colocado en esas pequeñas manitas que
lo acariciaban. ¡Cuánta emoción sintió entonces! Y qué alegría cuando el pequeño
enrolló en su cuerpo una cuerda y lo lanzó para bailar en el círculo hecho en la tierra,
mientras sus amigos veían con admiración las proezas del pequeño pecoso.
Esa tarde nadie usó su Game-Boy; todos querían aprender a hacer bailar al trompo del
pequeño pecoso.
Había una vez un granjero muy pobre llamado Hernán, que se pasaba todo el día
soñando con hacerse muy rico. Una mañana estaba en el establo -soñando que tenía un
gran rebaño de vacas- cuando oyó que su mujer lo llamaba.
-¡Eduardo, ven a ver lo que he encontrado! ¡Oh, éste es el día más maravilloso de
nuestras vidas!
Al volverse a mirar a su mujer, Hernán se frotó los ojos, sin creer lo que veía. Allí estaba
su esposa, con una gallina bajo el brazo y un huevo de oro perfecto en la otra mano. La
buena mujer reía contenta mientras le decía:
-No, no estás soñando. Es verdad que tenemos una gallina que pone huevos de oro.
¡Piensa en lo ricos que seremos si pone un huevo como éste todos los días! Debemos
tratarla muy bien.
Durante las semanas siguientes, cumplieron estos propósitos al pie de la letra. La
llevaban todos los días hasta la hierba verde que crecía junto al estanque del pueblo, y
todas las noches la acostaban en una cama de paja, en un rincón caliente de la cocina.
No pasaba mañana sin que apareciera un huevo de oro.
Hernán compró más tierras y más vacas. Pero sabía que tenía que esperar mucho tiempo
antes de llegar a ser muy rico.
-Es demasiado tiempo -anunció una mañana-,Estoy cansado de esperar. Está claro que
nuestra gallina tiene dentro muchos huevos de oro. ¡Creo que tendríamos que sacarlos
ahora!
Su mujer estuvo de acuerdo. Ya no se acordaba de lo contenta que se había puesto el
día en que había descubierto el primer huevo de oro. Le dio un cuchillo y en pocos
segundos Hernán mató a la gallina y la abrió.
Se frotó otra vez los ojos, sin creer lo que estaba viendo. Pero esta vez, su mujer no se
rió, porque la gallina muerta no tenía ni un solo huevo.
-¡Oh, Hernán! -gimió- ¿Por qué habremos sido tan ambiciosos? Ahora nunca llegaremos
a ser ricos, por mucho que esperemos
3. ¿Con qué soñaba Hernán?
A. Con encontrar huevos de oro.
B. Con viajar muchísimo.
C. Con hacerse rico.
D. Con tener muchas vacas.
EL ZORRO Y EL PRINCIPITO
Y dijo el Zorro: - "Cazo gallinas y los hombres me cazan a mí. Todas las gallinas y
todos los hombres son iguales; por consiguiente, me aburro constantemente. Si tú me
domésticas, mi vida será más alegre, estará llena de sol y conoceré el rumor de unos pasos
diferentes a todos los demás. Los otros pasos me harán esconder bajo la tierra, los tuyos
me llamarán fuera de la madriguera, como música.
- ¡Por favor domestícame! - pidió el Zorro al Principito.
- Bueno -, respondió el Principito, pero no tengo mucho tiempo, debo conocer
muchas cosas.
- Sólo se conocen bien las cosas, si las domesticamos - dijo el Zorro - los hombres
no tienen tiempo para conocer nada. Lo compran todo hecho en las tiendas y como no hay
tiendas donde vendan amigos, los hombres no tienen amigos. Si quieres un amigo,
domestícame.
-¡Mira, mira los pingüinos! ¡Qué lindos son! Parece que nos están esperando y nos
quieren saludar- expresó Tomás absolutamente embobado-. Señores pingüinos, desde
hoy tenéis nuevos vecinos y muy simpáticos: la familia Reyes De la Fuente completa
ante ustedes, en su nombre y el mío os saludo con todo respeto y afecto. He dicho.
- ¿Cómo se las arreglan con tanto hielo? Ni siquiera tienen una parca como yo –preguntó
Panchito- ¿Se morirán congelados en el invierno, papá?
- No, hijo, qué va, la naturaleza es una madre muy sabia y los ha preparado
convenientemente. Los pingüinos han adaptado su organismo para soportar
temperaturas bajísimas. Si tú los miras bien verás que tienen un plumaje muy tupido,
pero lo que más los protege es una capa de grasa que funciona como aislante, mucho
mejor que una parca. Si hiciera calor se morirían sofocados. Ahora, cuando la
temperatura baja demasiado, ellos simplemente se tiran al agua, porque nadan muy bien,
y buscan por instinto, condiciones mejores. ¿Está claro?
- No los veremos más, entonces –dijo Panchito preocupado.
Los pingüinos siempre vuelven al lugar donde nacieron - agregó don Esteban-. Cuando
llega la primavera regresan otra vez para reproducirse y formar una familia.
Eso será si no se lo comen los tiburones, las orcas o los capturan los cazadores de
pingüinos - puntualizó doctamente Tomás-. Lo sé, lo leí en un libro, cuando era tan
pequeñito como Panchito.
- No te creo nada, estás inventando Tomy, y no soy chico- alegó el niño enfurruñado.
-¿Cuántos pingüinos alcanzas a ver?- preguntó el padre, mirando hacia los témpanos
donde estaban las pingüineras.
- No podría contarlos- contestó Tomás. –Son demasiados, más de mil, mucho más,
podría decir multitudes.
- Son tantos, porque han vuelto a su hogar, a los témpanos de hielo antártico, han
sobrevivido al viaje de otoño y por eso podemos gozar de su presencia. Los veremos a
menudo. No están en peligro de extinción todavía. Esta soledad los ha protegido.
Luego volvieron lentamente a su casa sin dejar de contemplar ese mundo tan distinto
que los recibía en un día de primavera que quedaría para siempre grabado en su
memoria.
Está ubicado en la intersección de las calles Gran parque y Los cerros. Tenemos a su
disposición una gran y variada muestra de figuras de cera, tamaño natural, de grandes
estrellas de la música mundial. Nuestro propósito es que usted y su familia se acerquen
más al mundo de la música y pasen una agradable tarde, recorriendo el museo con ayuda
de nuestro personal que lo guiará, y luego podrá deleitarse con la presentación de
algunos artistas en nuestros jardines centrales.
El horario de atención es: martes a domingos de 12:00 a 18:30 hrs. El valor de las
entradas es de: $ 1500, niños y adultos mayores; $3000 para los adultos.