El Derecho Vial
El Derecho Vial
El Derecho Vial
EL DERECHO VIAL
Una rama jurídica naciente en Latinoamérica
masificación del vehículo automotor, genio dúplice cuya mano benéfica aporta
libertad y satisfacción a infinitas necesidades, mientras, con la maléfica, siega y
hiere directa o insidiosamente a los individuos, los núcleos y a la comunidad
entera.
Por supuesto que no es nada malo pues, por ejemplo, esa actitud ha
conducido al descubrimiento de la veta del “Derecho de Daños”, rama jurídica
rebosante de humanismo y sentido de justicia ante la cual se abren insospechables
perspectivas mostradas por su abundante y calificada literatura reciente. Es
indudable que la masividad y variedad inelencable del perjuicio causado por el
drama viario ha sido el factor generador de esta especialización del Derecho Civil,
puesto que, exceptuadas las guerras, se trata de la mayor fuente del mismo.
la concepción del siniestro de tránsito y de las conductas que le dan origen, como
especies propias del Derecho Civil o Penal, según el aspecto de la responsabilidad
que se encuentre en discusión. Quiere decir que, virtualmente se ha prescindido -
hasta hace poco- de la riquísima trama jurídica que organiza el mundo del “antes”,
una de cuyas funciones, pero solo una, es integrar, aportar contenido sustancial a
la textura abierta de las normas civiles y penales reguladoras de la responsabilidad.
2 - Anuncios de un despertar
Muy lejos de adquirir signo negativo, pese a una segunda guerra mundial,
otras guerras y varias recesiones, desde los 20 -y en pronunciado ascenso tendiente
a la vertical desde los 60- la motorización continuó extendiéndose como una gran
mancha de aceite, incluyendo a las sociedades del Tercer Mundo, pues todos los
estratos económicos -salvo los propiamente marginales- terminan accediendo a ella
debido al fenómeno, cada ves mas veloz, del descarte del “auto usado”, el cual, una
vez vendido por el primer propietario, recorre un circuito capilar de “depreciación-
cambio de mano” en dirección descendente a través de las respectivas pirámides
nacionales de ingresos.
de modo tal que hoy está situada en un punto virtualmente ubicado mas allá de los
umbrales de las potencialidades psicofísicas del conductor medio, e incluso, de las
condiciones de tolerancia geométricas, constructivas y operativas de las redes viales
existentes. Aquí reside una parte sustantiva del “lado negro”, pues, al incremento de
los parques y las potencias, se corresponde -en forma no exactamente proporcional-
el aumento de la siniestralidad en cifras absolutas, (uno de cuyos efectos es la
aceleración del flujo de procesos penales y demandas civiles). Por lo mismo, no es
exagerado que se haya calificado a esta época como: “era de la motortanasia”,
literalmente, de la muerte causada por motor (5).
El derecho, una y otra vez, ha debido ponerse “a caballo” del fenomenal ritmo,
conforme lo exhiben, tanto la cantidad de convenciones internacionales sobre la
materia, como el número de naciones adherentes a ellas, entre las que cabe citar:
París 1926 (dos), Ginebra 1931, Washington 1943, Ginebra 1949, Ginebra 1958,
Viena 1968 (dos), a través de las cuales se procuró el establecimiento de normas
universales uniformes para regular aspectos críticos (seguridad, organización,
conducta, señalización, homologación, etc.), y, a la vez, operar como modelos
obligatorios de las respectivas legislaciones nacionales de los países signatarios.
Estos breves trazos permiten entrever la riqueza -y el vacío relativo que aquí
reina- del universo jurídico del “antes” de la ocurrencia del siniestro y su daño, esto
es, la dimensión deontológica del deber ser estructurado para evitarlos, el
instrumento jurídico para instalar y tutelar la normalidad del tránsito y, con ello,
salvaguardar la vida, la integridad de hombres y bienes y del mismo orden público.
Sin embargo, para evitar el juego inexorable de aquellas leyes causales, con
anterioridad el legislador humano había dictado una ley jurídica estableciendo que,
en virtud de las posiciones relativas que el Sr. X y el Sr. Y ocupaban en la vía, este
se encontraba autorizado a continuar su marcha libremente sin interferencia
pasando “antes”, en tanto, aquel estaba obligado a aminorar o detenerse -ceder el
11
Es posible que el ejemplo deje la falsa impresión de que las fuerzas naturales y
sus leyes actúan solamente contra el hombre, lo cual no es exacto. Ellas son ciegas y
fatales en cuanto, dadas en los hechos las condiciones cuali-cuantitativas de sus
hipótesis -de no interponerse un factor extraño- producen, siempre y en todos
lados, el mismo resultado, pero este puede ser perfectamente a favor, en beneficio.
Es axiomático que, dentro de límites amplios, es posible evitar, dominar y emplear
las entidades físicas, como lo enseña el devenir histórico de la humanidad, que no
ha sido solo de lucha contra la naturaleza, sino, de aprovechamiento de la misma a
través del descubrimiento empírico o racional de sus leyes -ciencia- y la ideación de
procedimientos prácticos para utilizarlas a favor, o sea, tecnología., cuyo inicio
probable fué el mítico garrote, arma primigenia representativa del manejo inteligente
de las leyes de la mecánica para multiplicar el poder de agresión, (quizá, la ventaja
tecnológica determinante de la supervivencia de la especie corporalmente mas débil).
En este contexto el automóvil es, básicamente, una máquina terrestre autónoma
multiplicadora de la fuerza y la velocidad mediante el dominio inteligente de las
normas naturales que rigen la masa, el movimiento, la energía y el trabajo.
“(...) la norma del caso proclama, o declara, quizá sin proponérselo, la identidad
y la autonomía didáctica, técnica y funcional -o descentralización conceptual- del
Derecho de Tránsito dentro del ordenamiento por cuanto, al reconocérsele
explícitamente la titularidad de un sector delimitado de conductas humanas para su
juzgamiento prioritario, se le separa y distingue ontológicamente de las restantes ramas
del Derecho.- Este deslinde, marcado legislativamente en forma inequívoca, conduce
de suyo al tratamiento teórico-doctrinario independiente bajo las condicionantes
16
8 - Conclusiones y objetivos
2º - En la medida que ninguna otra rama del ordenamiento posee objeto igual,
ni sujetos, fines, principios, instituciones o procedimientos similares, dicho sistema
es el único válidamente aplicable para confrontar, valorar y juzgar los hechos y actos
comprendidos en su ámbito. Esto es sin perjuicio de que, reclamando la misma
conducta, puedan concurrir normas de otra naturaleza para la satisfacción de sus
fines particulares., v. gr. del Derecho Penal, Civil, etc.
No es una invitación ni, menos, una sugerencia; es una orden terminante que
ha puesto al juzgador de cara a un universo enorme y apenas explorado, el cual, por
añadidura, no es comprensible ni explicable solo a través de las normas jurídicas
positivas y de lo que de ellas se deduce sino, además, en virtud de la naturaleza de
los elementos fenoménicos que intervienen, impone recurrir a fuentes técnicas
multidisciplinarias variadas y sumamente complejas en si mismas .
9 - Reto y privilegio
NOTAS
(1) Irureta, Victor A. - Accidentología Vial y Pericia - La Rocca - Buenos Aires - 1996
(2) Editada por Rubinzal Culzoni, Santa Fé, 1995
(3) Ambas editadas por B de F en Buenos Aires en 1995 y 1997 respectivamente
(4) Rae, John B. - El Automóvil Norteamericano - Ed. Limusa - Mexico - 1968
(5) Weston, Paul B. - Dirección y Control de Tránsito - Ed. Limusa - Mexico - 1987, p. 11
(6) Existe una edición en español publicada en 1955 en Buenos Aires por la Administración Gral. de
Vialidad Nacional de la R.A.
(7) Ghersi, Carlos A. - Accidentes de Tránsito; Derechos y Reparación de Daños - Ed. Universidad -
Buenos Aires - 1995
(8) En Italia: Archivio Giuridico della Circolazione e dei Sinistri Stradali y Rivista di Responsabilitá Civile
,y, en España: Revista de Derecho de la Circulación
(9) Rotondi, Mario - Instituciones de Derecho Privado - Ed. Labor S.A. - 1955, p. 2
(10) Tabasso, Carlos - Derecho del Tránsito..., p. 46 y ss.