Evacua Informe Protección 6121-2021 Final
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Que, dentro de plazo, vengo en evacuar el informe ordenado por SS Ilustrísima en estos autos,
solicitando, en virtud de los argumentos de hecho y de derecho que se expresan a continuación,
el rechazo de la presente acción, por ser manifiestamente infundada, con expresa condena en
costas:
La recurrente, en resumidas cuentas, señala que el municipio a que represento habría realizado
actuaciones ilegales y arbitrarias por parte de esta entidad, consistentes en infracciones a la
garantía constitucional de la igualdad ante la ley, el derecho a la libertad de trabajo y el derecho
de propiedad, por las razones que expone, con motivo de la no renovación de su contrata para
el año 2022.
Sin perjuicio de que la tramitación de esta acción es, fundamentalmente, informal, no deja de
ser cierto que las sentencias que se dictan por las cortes de apelaciones y, por cierto, por la
Excelentísima Corte Suprema, son tales; es decir, sentencias definitivas, las que, al alero de lo
dispuesto en el artículo 175 del Código de Procedimiento Civil, artículo enmarcado en el Libro
Primero de dicho cuerpo legal, denominado “Normas Comunes a Todo Procedimiento”,
producen la acción o excepción de cosa juzgada.
En efecto, de la lectura del presente recurso, desde la página 3 hasta la 19, nada menos, toda su
narrativa corresponde al recurso de protección interpuesto por la actora en causa rol 10839-
2020, recurso que fue conocido por SS Ilustrísima y por vuestro superior jerárquico, acogiendo
la acción incoada por la recurrente, fallos que se encuentran ejecutoriados -hace mucho- y
cumplidos.
Así las cosas, existiendo triple identidad legal en todo aquello que se narra en las páginas
antedichas, esta parte se ve en la obligación de oponer la excepción de cosa juzgada, lo cual
procede pues esta fue una de las partes del litigio y por verificarse la llamada “triple identidad
legal”.
Así, lo que intenta la recurrente, otra vez, es ensuciar el recurso con argumentos falaces que, a
mayor abundamiento, ya han sido parte de un anterior recurso que ya se encuentra resuelto,
con sentencia definitiva ejecutoriada y cuyo contenido se encuentra íntegramente cumplido por
esta recurrida, como consta de la simple revisión del expediente electrónico de la causa rol
10839-2020, de este mismo tribunal de alzada.
En consecuencia, respecto de todo aquello que se utiliza como fundamento de hecho, entre las
páginas 3 y 19 del presente recurso, por tratarse de las mismas partes, la misma cosa pedida y
la misma causa de pedir, es que se opone excepción de cosa juzgada, de manera que SS
Ilustrísima no tenga en cuenta estos argumentos, por ser, además de todo lo anteriormente
indicado, completamente extemporáneo, puesto que se trata de hechos (sin perjuicio de la
falsedad de muchas de sus acusaciones sin fundamento) que habrían ocurrido durante el año
2020.
Por todo lo anterior, en virtud de lo dispuesto en los artículos 175 y 177 del Código de
Procedimiento Civil, aplicables en la especie, así como, también, lo dispuesto en el artículo 310
del mismo cuerpo legal, opongo excepción de cosa juzgada respecto de todo aquello señalado
entre las páginas 1 y 26, ambas inclusive, del presente recurso de protección, por cuanto, al ser
planteados por la actora como “fundamentos de hecho” de la acción constitucional de marras,
intenta forzar a SS Ilustrísima a considerarlos como tales a la hora de dictar el fallo de la presente
causa, antecedentes que han servido para un recurso de protección previamente tramitado y
sobre el cual ya existe sentencia definitiva ejecutoriada.
Con base en los mismos fundamentos y, en el evento de que SS Ilustrísima no acoja la excepción
perentoria de cosa juzgada, en los términos indicados ut supra, esta recurrida opone excepción
perentoria de prescripción, toda vez que, más allá de que los supuestos hechos (y todas las
falacias de la recurrente) fueron fundamento para el recurso de protección causa rol 10839-
2020, lo cierto es que, incluso si todos y cada uno de dichos acontecimientos fuesen verídicos y
comprobados -que no lo son- lo cierto es que su ocurrencia, de acuerdo con lo que plantea la
propia contraria, exceden, con mucho, el plazo de 30 días ordenado por el auto acordado del
ramo y, por cierto, no pueden ser vinculados de ninguna manera con los fundamentos del
decreto impugnado, de manera que, para todos los efectos, estos antecedentes de hecho del
recurso de protección, sencillamente, son extemporáneos.
Por lo anterior, opongo, en virtud de lo dispuesto en el artículo 310 del Código de Procedimiento
Civil, excepción perentoria de prescripción, respecto de todo aquello señalado entre las páginas
3 y 19, ambas inclusive, del presente recurso de protección, por cuanto, al ser planteados por la
actora como “fundamentos de hecho” de la acción constitucional de marras, intenta forzar a SS
Ilustrísima a considerarlos como tales a la hora de dictar el fallo de la presente causa,
antecedentes que, incluso si fueran ciertos y estuviesen fehacientemente comprobados -lo cual
no es así- exceden, con mucho, el plazo de 30 días a que se refiere el auto acordado de la
Excelentísima Corte Suprema para la tramitación de recursos de protección.
En subsidio de todo lo anterior y, para el improbable caso de que SS Ilustrísima rechace las
excepciones perentorias antes planteadas, esta parte viene, por los mismo argumentos, en
solicitar a vuestro ilustre tribunal de alzada, que tenga por no presentado el recurso de
protección de marras en todo lo expuesto como “fundamentos de hecho” entre las páginas 3 y
19 del libelo pretensor, por cuanto se refiere a hechos sobre los cuales existe sentencia definitiva
firme y, además, por estar fuera del plazo de 30 días a que se refiere el auto acordado de la
Excelentísima Corte Suprema para la tramitación de recursos de protección.
Lo anterior, por cuanto, como se ha dicho, se intenta -artificiosamente- vincular el actual recurso
de protección con el anteriormente interpuesto por la misma recurrente, el cual lo fue contra
un decreto alcaldicio completamente diferente al que motiva la actual acción constitucional, lo
que se constituye en una fútil tentativa de la contraria por hacer creer que esta parte ha obrado
con ánimo de represalia, pero, para evitar tener que probar lo que no puede, evita ocupar la vía
idónea, que es la denuncia de tutela en sede laboral.
Así, la actora pretende hacerse valer de los mismos errores que SS Ilustrísima cometió en el
pasado (y sigue cometiendo en sus fallos sobre esta materia), para, con pseudo argumentos y
mucha parafernalia lacrimógena, intentar conmover a los miembros de este tribunal de alzada,
desatendiendo los evidentes fundamentos de que consta el decreto alcaldicio que se impugna
por esta vía y convirtiendo ambos procesos (el anterior, terminado, y el actual) en uno solo, lo
cual, sencillamente, no procede desde ningún punto de vista.
Con todo, es dable hacer presente que, como es evidente y de conocimiento de SS Ilustrísima,
hay hechos que esta parte no controvierte (y no lo hizo antes), como las fechas de sus
nombramientos, los períodos y, sobre todo, sus funciones, todas adscritas al convenio
municipal con el Servicio de Impuestos Internos, tal y como ella lo expresa.
La verdad, SS Ilustrísima, es que este recurso de protección comienza en su página 19, al final.
La contraria, luego de repetir (incluso con burdos errores como hablar del año 2020 como de
“este año”) todo lo que fue su acción del recurso anterior, el 10839-2020, señala lo siguiente:
“Que me reintegre (sic) a mis labores teniendo nuevamente graves problemas con las
autoridades del municipio desde un inicio y que ahora tengo decretada una enfermedad laboral”.
(énfasis y subrayado propio). Más allá de la paupérrima redacción, es dable señalar que esto es,
sencillamente, una mentira descarada, que no hace sino dar cuenta de la mala fe procesal con
que litiga el abogado de la contraria, toda vez que supo, o no menos que debió saber sobre el
sentido y alcance jurídico de la expresión “enfermedad laboral”, así como de la existencia de
la resolución1 de un órgano competente, a saber la Asociación Chilena de Seguridad (ACHS),
que señalaba que la enfermedad era común y no profesional (o laboral) y, de igual manera
convalidó tal falsedad al patrocinar el recurso de marras con el único propósito de inducir
maliciosamente al error a vuestra señoría Ilustrísima, intentando de paso perjudicar a esta parte,
como se acreditará.
Así, siendo el suscrito una “autoridad municipal” que, inclusive, se preocupó de que el fallo de
SS Ilustrísima se cumpliese, malamente ella pudo haber tenido problemas con autoridades del
municipio, dado que, por lo demás, ella ni siquiera desempeñaba sus funciones atendiendo a
otras autoridades y, ciertamente, el señor alcalde y los señores concejales jamás visitan ni
visitaron su lugar de trabajo.
Por demás, como esta parte lo acreditará, la supuesta “enfermedad laboral”, a la que se refiere
con más detalle en lo sucesivo, no existe. La resolución número 7, de la Asociación Chilena de
Seguridad, estableció que la enfermedad de la actora es común.
Así, llega a la verdadera brutalidad de acusar a funcionarios, pero, como siempre, sin
nombrarlos, de “eliminar manualmente el registro diario”, por lo cual el suscrito, desde ya,
anuncia reserva de acciones. A esto, suma que pidió a la directora de Desarrollo de Personas,
doña Karen López, registrar su asistencia por un medio alternativo, lo cual, lisa y llanamente, no
corresponde y, precisamente, es lo que esta última le habría indicado lo que sí: un ordinario de
su jefatura directa, a dicha dirección municipal, indicando que, en determinados días, la
funcionaria registró su asistencia, pero, por razones que desconoce, esto no aparece en el
comprobante. SS Ilustrísima: todos los directores, mes a mes, lo hacemos, sin inconveniente
alguno para los funcionarios, ya sea por errores de este tipo o porque los funcionarios, por
diversas razones, deben cumplir sus funciones fuera del municipio y, por lo tanto, marcan su
ingreso después del horario de entrada (08:30 a 09:00) o antes del horario de salida (17:30 a
18:00).
Como preámbulo, esta parte estima que son ilustradores los 3 últimos párrafos de la parte de
“LOS HECHOS” del recurso y, que creemos, son el corolario que sustenta la teoría del caso de la
recurrente, razón por la que nos permitimos reproducirlos íntegramente sin alteración alguna
como a continuación sigue.
- Párrafo antepenúltimo:
“En diciembre del año en curso fui notificada de la no renovación de mi contrata, decisión
contenida en el acto impugnado, esto es el Decreto Alcaldicio N°4853 de 30 de noviembre de
2021 argumentando para ello una transitoriedad de mis servicios inherente al cargo a contrata
y que no serán necesarios mis servicios debido a que otra persona hará mis labores, sin decir
nada más y por lo tanto carece de total fundamentación y con una expresión genérica pretende
cumplir con el estándar de legalidad exigido para estos caso infraccionándolo patentemente.”
Sostener que el decreto alcaldicio número 4853 argumenta que otra persona hará las labores
de la recurrente es falso de falsedad absoluta, basta leer el acto administrativo para constatar
que dicho argumento no existe en otro lugar que no sea la imaginación de la recurrente. Es más,
de contratarse a alguien para cumplir dicha función, la municipalidad estaría excediendo su
ámbito de atribuciones, extendiéndose al cumplimiento de funciones propias de otro órgano (el
Servicio de Impuestos Internos) y sin el consentimiento de dicho órgano, lo que le acarrearía
responsabilidad al jefe del Servicio, cuestión que no ha ocurrido y le será imposible a la contraria
acreditar.
- Párrafo penúltimo:
La contraria sostiene que existe una motivación oculta detrás de la dictación del acto
administrativo impugnado ¿Cuál sería? No existe ninguna alusión a ella. A este respecto, la
recurrente debe tener presente que en virtud de lo dispuesto en el inciso final del artículo 3 de
la ley número 19.880 que Establece Bases de los Procedimientos Administrativos que rigen los
Actos de los Órganos de la Administración del Estado dispone que “Los actos administrativos
gozan de una presunción de legalidad […]”
¿Cuál sería el “fundamento oculto” que desestimaría dicha presunción? Se instala la duda, pero
no se aporta ninguna luz que permita dar razón de los dichos de la recurrente.
“Por otra parte, en cuanto a los fundamentos que esgrime el Municipio, debo señalar
que son precarios, en verdad nulos antecedentes aportados por la municipalidad en ningún caso
son útiles para justificar su decisión ni mucho menos son válidos desde un punto de vista legal,
no solo basta con decir que otra persona hará mi trabajo. En efecto, en el Decreto impugnado
no se explica por qué razón, o bajo qué criterios, las autoridades municipales decidieron
precisamente terminar anticipadamente mi contrata y no la de otros funcionarios. Es decir, no
se explica cuál fue el elemento diferenciador que llevó a que el Alcalde decidiera cesar mis
funciones como empleado municipal y mantener en sus puestos de trabajo a otros funcionarios
en idéntica calidad jurídica.” (sic) (subrayados propios).
El argumento de que los fundamentos que esgrime el municipio “son precarios, en verdad nulos”
debe desestimarse, toda vez que, en principio, y, solo haciendo un examen meramente formal
del acto administrativo, de la sola lectura del decreto alcaldicio número 4853, se advierte la
existencia de nada menos que 36 considerandos, constando, incluso, la motivación del ejercicio
de una facultad discrecional como es el término del convenio que vinculaba al municipio con el
Servicio de Impuestos Internos, la que, por cierto, está en plena coherencia con la motivación
que se adujo ante dicho órgano y que además consta en el oficio 767 de fecha 20 de julio de
2021.
Siguiendo el principio goebbeliano que se traduce en la frase “miente miente que algo queda”,
la recurrente reitera la idea que “otra persona hará su trabajo”, en circunstancias que la
afirmación es absolutamente falaz y no hace sino demostrar la falta de comprensión lectora
de la recurrente al analizar el decreto impugnado o un ánimo deliberado de mentirle (una vez
más) a vuestra Ilustrísima Señoría. Creemos, en efecto, que se trata de lo último, toda vez que
el escrito fue patrocinado por un letrado (tal vez, no del todo, en cualquier caso).
De lo general a lo particular: ¿Por qué el decreto alcaldicio número 4853/2021 es legal en todas
sus partes?
A este respecto, el profesor Bermúdez sostiene que: “El acto administrativo es legal, ajustado a
Derecho o al principio de juridicidad, cuando cumple con todas las exigencias que el
ordenamiento jurídico le impone […] agrega que, el acto administrativo […] es legal y jurídico
cuando:
Ha sido dictado dentro de la competencia de la Administración Pública (legalidad
competencial o atributiva)
Cuando ha sido dictado dentro de un procedimiento administrativo y en la forma que
prescribe la ley (legalidad formal)
Cuando el acto administrativo en su contenido es compatible y no contradictorio con el
ordenamiento jurídico vigente (legalidad material)2. […].
Las primeras corresponden a las del artículo 3 de la LOCM y también se conocen como funciones
privativas o esenciales, en tanto que, las segundas, corresponden a las del artículo 4, y se
conocen como funciones no privativas o no esenciales. Respecto a estas últimas es pertinente
citar el encabezado del artículo 4, que prescribe “Las municipalidades, en el ámbito de su
2 Bermúdez Soto, Jorge. Derecho Administrativo General, tercera edición, Legal Publishing, 2014, P.548.
territorio, podrán desarrollar, directamente o con otros órganos de la Administración del Estado,
funciones relacionadas con: […]” (destacado propio).
Por otra parte, el artículo 8 de la LOCM prescribe que, “Para el cumplimiento de sus funciones,
las municipalidades podrán celebrar convenios con otros órganos de la Administración del
Estado, en las condiciones que señale la ley respectiva, sin alterar las atribuciones y funciones
que corresponden a los municipios.”
El empleo del vocablo “podrán” del precitado artículo demuestra la intención del legislador en
orden a disponer que ejercicio de las funciones del artículo 4 y la celebración de los convenios
del artículo 8 (LOCM) es discrecional, de manera que, en virtud de su autonomía, es el municipio
el llamado a decidir si cumple o no con estas funciones, y, de cumplirlas, bajo qué condiciones,
sujeto a qué plazo, así como también es soberano de decidir el sobre el mérito que hace
procedente la disposición del término de la función, naturalmente, dentro del marco del
principio de juridicidad.
En su cláusula novena, el convenio con el Servicio de Impuestos Internos solo exigía para ponerle
término al convenio, la comunicación de la intención de poner término con 30 días de
anticipación.
Sin perjuicio de lo anterior, el municipio, como lo dijimos, superó el estándar, toda vez que
consta en el oficio el oficio número 787, del 20 de julio de 2021, que se expresa cuáles fueron
las razones precisas que motivaron la decisión, aun cuando se tratara de una decisión de
carácter discrecional respecto a una función no esencial y sin existir nada en el convenio suscrito
entre sus partes que obligase al municipio a expresar causa para terminarlo.
Basta leer el considerando vigésimo cuarto del decreto impugnado para constatar aquello. No
creemos menester reiterarlo, puesto que se explica por sí solo, por lo que invitamos a SS
Ilustrísima a, sencillamente, leerlo.
Basta leer los considerandos vigésimos quinto y sexto del decreto impugnado para constatar
aquello. Igual cosa respecto de lo indicado en el apartado anterior.
Basta leer los considerandos vigésimos séptimo, octavo y noveno y trigésimo, trigésimos
primero y segundo del decreto impugnado para constatar aquello. Otra vez, nos remitimos a lo
anterior sobre la falta de necesidad de citar dichos argumentos.
En otras palabras, lo anterior se puede comprobar mediante un simple ejercicio lógico: si existe
una función “F” que atender y, para cumplir esa función se contrata a X, de mediar la falta de F,
la contratación de ”X” deja de tener causa, máxime si se trata de una función no esencial.
Así las cosas, el actuar municipal contenido en el decreto recurrido se ve sustentado por lo
expresado en el dictamen número 156.769, de 2021, de la Contraloría General de la República,
que expresa, en el apartado denominado “Motivación”, lo siguiente:
“El artículo 11 de la ley N° 19.880, dispone, en lo que interesa, que "Los hechos y fundamentos
de derecho deberán siempre expresarse en aquellos actos que afectaren los derechos de los
particulares, sea que los limiten, restrinjan, priven de ellos, perturben o amenacen su legítimo
ejercicio". Por su parte, el artículo 41, inciso cuarto, del mismo cuerpo legal, establece que las
resoluciones finales contendrán la decisión, que será fundada.
Así, los actos administrativos en que se materialice la decisión de no renovar una designación,
de hacerlo en condiciones diversas en los términos antes precisados, o la de poner término
anticipado a ella, deberán contener “el razonamiento y la expresión de los hechos y fundamentos
de derecho en que se sustenta"; por lo que no resulta suficiente para fundamentar esas
determinaciones la expresión "por no ser necesarios sus servicios" u otras análogas.
De conformidad con los dictámenes Nos 23.518, de 2016, y 9.317 y 11.316, ambos de 2017, todos
de esta Entidad de Control, tampoco basta la mera referencia formal a los motivos invocados
por la autoridad, toda vez que ello no permite conocer, de su sola lectura, cuál fue su raciocinio
para arribar a tal decisión.
En el mismo sentido, y tal como se señaló en el dictamen N° 11.318, de 2017, de este origen, es
objetable que las decisiones antes mencionadas se fundamenten en que “se estudiarán e
implementarán modificaciones en las funciones y una reestructuración en materia de personal
de acuerdo a las nuevas políticas a instaurar”, puesto que ese tipo de argumentos se limita a
hacer referencia a una circunstancia futura, eventual e hipotética, sin contener los
razonamientos y los antecedentes de hecho y derecho que sirven de sustento a determinaciones
de esa especie.
A su vez, tampoco resulta suficiente la alusión a argumentos genéricos que podrían justificar la
decisión respecto de cualquier funcionario a contrata, sin explicar la adopción de la medida en
relación a la persona afectada. En tal sentido, la mera referencia a “deficiencias presupuestarias
del servicio” no permite conocer la razón por la que la autoridad decidió alterar el vínculo con
ese funcionario y no con el resto de los servidores que se encuentran en las mismas condiciones.
De este modo, y en concordancia con los dictámenes Nos 12.248 y 18.901, ambos de 2017, y de
este Órgano de Control, podrán servir de fundamento para prescindir o alterar el vínculo con un
funcionario, y en la medida que se encuentren suficientemente acreditados mediante la cita de
los antecedentes que respaldan esa decisión, entre otros:
- La modificación de las funciones del órgano y/o su reestructuración, que hagan innecesarios los
servicios del empleado o requieran que este desarrolle funciones diversas a las desempeñadas,
o por un lapso inferior al año calendario.
- La supresión o modificación de planes, programas o similares, o una alteración de su
prioridad, que determinen que las labores del funcionario ya no sean necesarias o dejen de
serlo antes de completarse el año siguiente.
- Nuevas condiciones presupuestarias o de dotación del servicio que obliguen a reducir personal
(aplica dictamen N° 25.143, de 2017, de esta Entidad de Control).”
Luego, el inciso segundo del artículo 3 del mismo cuerpo legal dispone que “La Administración
del Estado deberá observar los principios de responsabilidad, eficiencia, eficacia […]”
Agrega el artículo 5 que “Las autoridades y funcionarios deberán velar por la eficiente e idónea
administración de los medios públicos y por el debido cumplimiento de la función pública”.
8. “Contravenir los deberes de eficiencia, eficacia y legalidad que rigen el desempeño de los
cargos públicos […]”
La contraria señala que “transitoriedad no equivale a precariedad”. Estamos de acuerdo con eso;
por ello es que este municipio renueva, consistentemente, la mayoría de los vínculos a contrata.
Sin embargo, dado lo anteriormente expuesto, teniendo en cuenta el hecho de que la decisión
de no renovar su contrata se ajustó a derecho, en forma y contenido, es que no existe infracción
de ningún tipo que merezca el reproche de SS Ilustrísima ni, menos todavía, que se acoja el
presente recurso de protección.
Esta parte ha dejado meridianamente claro que, en el marco de la dictación del decreto
alcaldicio impugnado, se cumplió con todos los requisitos de forma y contenido de la ley número
19.880. De igual manera, hemos dicho que el mentado decreto, como buen acto administrativo
que es, está revestido de una presunción de legalidad que la actora no ha contestado de forma
alguna ni, tampoco, ha ofrecido pruebas de que exista alguna hipótesis de desvío de poder en
el mentado acto administrativo, que permita colegir que existía una intención o una motivación
distinta a aquella que, claramente, aparece expresada en el decreto alcaldicio.
Como SS Ilustrísima ha podido ver, no existe acto arbitrario o ilegal por parte de este municipio
este caso. La recurrente alega la existencia de tres garantías, supuestamente, vulneradas. En
primer lugar, habla de la igualdad ante la ley (número 2 del artículo 19 de la Constitución Política
de la República); no obstante, sus fundamentos no corresponden a dicha garantía, pues señala
que dicha infracción se produce desde que se incurre en una “discriminación arbitraria” (que no
existe), dándosele “un trato al margen del ordenamiento jurídico” (ya hemos visto que no), por
“motivos discriminatorios” (discriminar, por sí solo, no es malo, lo es hacerlo en forma arbitraria,
pero no renovar la contrata de una funcionaria cuya contratación, únicamente fundada en la
existencia de un convenio que ha sido terminado dentro del marco de la legalidad, por cierto,
no es una discriminación arbitraria. Al revés, es una decisión razonada y que apunta a proteger
y preservar el patrimonio municipal y el cumplimiento de la ley, como se ha expresado
previamente).
Por otro lado, considerar que se le ha dado un trato desigual porque existen otros funcionarios
a quienes sí se les renovó la contrata para el presente año es, derechamente, pueril, puesto que,
si ello ocurrió es porque, precisamente, analizados los antecedentes de estos, se determinó que
sus servicios seguían siendo necesarios, mientras que los de la recurrente, al estar adscritos a
un convenio ya fenecido, no lo eran.
Por lo tanto, en atención a esas circunstancias, sí se les renovó el vínculo. Que ella no conozca
las situaciones de los demás funcionarios es lógico, si se considera que es un tema estrictamente
personal de cada uno de ellos.
Con todo, el artículo 19, número 16, no es aplicable a los empleos públicos. De igual manera, la
libertad de trabajo dice más relación con la posibilidad de ejercer un empleo cualquiera,
mientras este no esté prohibido. Este derecho no ha sido conculcado por el municipio de manera
ninguna. Solo se ha terminado su contrata, en el marco de las atribuciones legales del alcalde.
Finalmente, sobre el derecho de propiedad, esto, sencillamente, no es así. No existe un derecho
de propiedad sobre el empleo público ni, tampoco, existe un derecho de propiedad sobre “el
derecho a la estabilidad en el empleo” ni sobre “la protección del trabajo”. El nombramiento de
una persona a contrata, para servir en un cargo público, la une con la repartición del Estado
mediante un vínculo estatutario que convierte a la persona en representante de aquel, no
ostentando derecho de propiedad alguno sobre su empleo y, por lo tanto, no existiendo
infracción alguna. En buenas cuentas, el empleo público es más del Estado que del propio
funcionario. Con todo, los únicos que, eventualmente, podrían alegar alguna forma de
propiedad sobre el cargo son los funcionarios de planta. Este no es el caso de la ex servidora.
12. El recurso de protección, con todo, no es la vía idónea para discutir este asunto.
POR TANTO,