Lectura de Heidi
Lectura de Heidi
Lectura de Heidi
1. Palabras desconocidas
1. Esplendido: Que destaca por sus cualidades extraordinarias.
2. Hondonada: Terreno que está más hondo que las zonas que lo
rodean.
3. Pastorear: pastoreo es un método de cría de animales mediante el
cual se permite que el ganado doméstico deambule al aire libre y
consuma vegetación
4. Prados: Terreno llano y húmedo donde crece o se cultiva la hierba
que sirve de pasto al ganado.
5. Holgazán: Descanso y tranquilidad que disfruta la persona que
tiene poco o nada que hacer.
6. Procurar: intentar conseguir o lograr un objetivo o un fin.
7. Desván: Parte más alta de una casa, inmediata al tejado, que
generalmente tiene el techo inclinado; se utiliza para guardar cosas
viejas o que no se usan habitualmente.
8. Caldero: Caldera pequeña de fondo casi semiesférico, en especial
la de una sola asa que va de lado a lado.
9. Lecho: Cama, mueble donde las personas duermen o descansan.
10. Egolatría: Culto y veneración que una persona se profesa
a sí mismo.
11. Larvado: Se aplica al fenómeno o emoción que no se
manifiesta abierta y claramente.
12. Recóndita: Que está muy escondido, reservado y oculto.
13. Elucubración: Pensamiento o reflexión sobre algo
conseguido tras un intenso trabajo intelectual.
14. Ignoto: Que es desconocido o que no ha sido descubierto.
15. Histrión: Persona que habla o actúa haciendo gestos de
manera exagerada y marcando excesivamente su expresión.
16. Esencia: La naturaleza de las cosas. Espíritu.
17. Entorno: Ambiente, alrededor.
18. Enjuto: Delgado, flaco, seco, chupado.
19. Zaino: persona traidora o desleal.
20. Vitriolo: ácido sulfúrico en altas concentraciones.
2. Conteo de palabras: 650
Una joven y una niña iban tomadas de la mano por los Alpes.1 Era una hermosa mañana de
sol, y el aroma del pasto y de las ores perfumaba el aire. La joven era grande y robusta, y se
llamaba Dete. La niña no tenía más de cinco años. Su nombre era Heidi. A pesar del calor, iba
vestida como si estuviera en pleno invierno. Llevaba puestos dos vestidos, una pañoleta de
lana atada al cuello y un par de zapatos pesados y duros. Al cabo de una hora llegaron a la
aldea de Dor i,2 situada entre el valle y la cadena de montañas. Era la aldea natal de Dete y los
lugareños la saludaban al pasar. Una mujer de aspecto alegre se asomó por la ventana de una
de las casitas y gritó: —¡Un momento, Dete! Si sigues por ese camino, vamos juntas. Al salir de
la cabaña, la mujer, que se llamaba Barbel, vio a Heidi y preguntó: —Es la hija de tu hermana…
la huérfana, ¿no? Sí —dijo Dete—. La llevo con el viejo de la montaña. Se va a quedar con él. —
¿Estás loca, Dete? El viejo te va a mandar de vuelta apenas te vea aparecer. Las mujeres
caminaban juntas y la niña las seguía detrás. —Es su abuelo, Barbel. Le toca hacer algo por ella
—dijo Dete. —La verdad, no me gustaría estar en el lugar de la niña —dijo Barbel—. Nadie
sabe mucho sobre el viejo, salvo que vive en las cumbres, no habla con nadie y jamás va a la
iglesia. Si de casualidad baja a la aldea, la gente se aparta porque le tiene miedo. —Sigue
siendo su abuelo de cualquier manera —insistió Dete—, y su obligación ahora es cuidarla. Yo
debo ir a Fráncfort,3 porque tengo la posibilidad de entrar como personal doméstico en una
casa. —Me gustaría saber qué le pesa tanto en la conciencia al viejo para vivir allá arriba, sin
hablar nunca con nadie… —siguió Barbel—. Se cuentan muchas historias sobre él… Tu
hermana te habrá contado alguna, ¿no? ¿Es tan huraño como dicen en el pueblo? —Si después
no las vas a repetir por ahí, podría contarte algunas cosas… —¡Pero, Dete! —exclamó Barbel
un poco ofendida—. ¿Te parece que no sé guardar un secreto? Vamos, cuéntame. Dete giró
para cerciorase de que Heidi no la escuchara. Pero, entusiasmadas con la charla, ninguna de
las mujeres se había dado cuenta de que la niña había desaparecido. Se detuvieron a escrutar
el sendero por el que venían y sus inmediaciones. —¡Allá está! —exclamó por n Barbel,
señalando las montañas—. Allá… ¿la ves? Está con Pedro, el pastor. No te preocupes, él la va a
cuidar bien. Ahora cuéntame del viejo. —De todas formas, no hace falta que la cuide mucho…
—dijo Dete—. Es una niña muy despierta para su edad. Por suerte, porque ahora le va a hacer
falta. Su abuelo tiene apenas una cabaña y un par cabras. —Pero no siempre fue así, ¿no? —
preguntó Barbel, ansiosa por saber más acerca del viejo. —¡Todo lo contrario! —exclamó
Dete—. Sus padres tenían una de las granjas más grandes y hermosas que te puedas imaginar.
Él era el hijo mayor. Su hermano menor era un chico muy tranquilo y trabajador. Pero él no;
nunca hacía nada, le gustaba vivir como un gran señor. Se la pasaba viajando, bebiendo y
jugando, y en poco tiempo perdió todo el patrimonio familiar en apuestas. Dicen que su padre
y su madre murieron del disgusto. Y que su hermano, a quien dejó en la miseria, se fue del país
por vergüenza. A él también dejaron de verlo durante mucho tiempo. Algunos decían que se
había enrolado en el ejército. La cuestión es que un día, quince años después, apareció con un
niño, Tobías. Era su hijo. Pero todos le cerraron las puerta de la casa.
3. Cálculo de palabra por minuto: 125 palabras por cada minuto
4: Tiempo de lectura: 5 min leí 1 Capítulo
4: Estrategia para identificar: Lo que use es el subrayado y
sumillado para poder hallar la idea principal y secundaria
5: Resumen: Este libro trata acerca una niña llamada Heidi, ella
vivía con su tía pero a la tía le habían ofrecido un muy buen
trabajo así que ella tuve en mente dejar a Heidi con “El solitario”
el cual era su abuelo lo apodaron de esa forma debido que vivía
lejos y solo, cuando ellas llegaron el abuelo las desprecio cuando
la tía le dice que nunca vio, El abuelo acepto no con mucho
agrado pero luego Heidi le dijo si le podía mostrar la casa él lo
hizo de inmediato, Ingresando a ella le encanto la escalera y el
eno así que armo allí su habitación, también constaba de una
hermosa vista. Heidi también se hace amiga de un niño pastor,
Pedro, con quien sube a las montañas para hacer pastar a las
cabritas. La vida de Heidi es pacífica y feliz, hasta que un día
viene su tía de regreso para llevársela consigo a la gran ciudad de
Francfort. Allí Heidi ve transformarse radicalmente su vida, sufre
y extraña a su abuelo, pero se hace amiga de una niña rica, Clara,
a la que oficia de acompañante. Clara es inválida y está muy sola,
y la compañía de Heidi transforma su vida. Finalmente, la
pequeña podrá regresar a los Alpes junto con su abuelo y
continuar sus aventuras,