Cuentos de Vicenç Riera Llorca
Cuentos de Vicenç Riera Llorca
Cuentos de Vicenç Riera Llorca
Cuentos y escritos
de Vicenç Riera Llorca
en La Nación
Santo Domingo
2010
Comisión Permanente de Efemérides Patrias
Archivo General de la Nación, volumen CX
Título: Cuentos y escritos de Vicenç Riera Llorca en La Nación
Compiladora: Natalia González Tejera
De esta edición:
© Comisión Permanente de Efemérides Patrias
Calle Arístides Fiallo Cabral, Núm. 4, Gazcue,
Santo Domingo, D. N., República Dominicana
Tel. 809-535-7285, Fax. 809-362-0007
ISBN: 978-9945-074-03-1
Introducción / 13
Vida y obra de Vicenç Riera Llorca / 27
Cuentos
Pension de Famille / 33
Aleu se divierte / 39
Puerto Internacional / 45
El inocente Juan / 51
El fugitivo / 59
Remordimiento / 65
En una playa francesa / 71
Turistas y señores buscan color / 77
El camisero sarnoso / 83
Una criada con desgracia / 87
Escritos
El judío se cansó de errar / 95
El judío coge el arado / 101
El francés en Francia / 107
Como en su casa / 111
–9–
Presentación de los libros del 70º
aniversario del exilio español
– 11 –
12 Vicenç Riera Llorca
1
Carlos Esteban Deive, Las emigraciones canarias a Santo Domingo, siglos
xviiy xviii, Fundación Cultural Dominicana, Inc., Santo Domingo, 1991;
Manuel Hernández González, La colonización de la frontera dominicana 1680-
1796, Colección General del Archivo General de la Nación (AGN), Vol.
XXV, Santo Domingo, 2006; M. Hernández González, Expansión funda-
cional y crecimiento en el norte dominicano (1680-1795). El Cibao y la bahía de
Samaná, Colección General del AGN, Vol. XXVII, Santo Domingo, 2007;
M. Hernández González, El sur dominicano (1680-1795). Cambios sociales y
transformaciones económicas, Colección General del AGN, Vol. LXV, Santo
Domingo, 2008.
– 13 –
14 Vicenç Riera Llorca
2
Francisco J. Peynado, Por la inmigración. Estudio de las reformas que es necesario
emprender para atraer inmigrantes a la República Dominicana, Imprenta y libre-
ría de la J. R. Vda. García, Santo Domingo, 1909.
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3
Eran tropas del ejército colonial francés usadas para la represión.
4
Organización de ayuda apoyada por el Gobierno de España en el exilio,
dirigida por Juan Negrín.
18 Vicenç Riera Llorca
5
Ver periódicos Listín Diario y La Opinión, ediciones de noviembre de 1939 a
febrero de 1940.
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6
AGN, Secretaría de Interior y Policía, Dirección de Migración, Permiso de
residencia a extranjeros residentes en el país, 133 legajos, 1940.
20 Vicenç Riera Llorca
7
Juan Alfonseca Giner de los Ríos, «El exilio español en la República Domi-
nicana», Pan, trabajo y hogar. El exilio español en América Latina, Dolores Plá
Brugat, compiladora, Instituto de Migración/Centro de Estudios Migra-
torios, México, 2007, p. 195 en adelante.
Cuentos y escritos de Vicenç Riera Llorca en La Nación 23
1
AGN, Archivos de la Presidencia, Secretaría de Interior y Policía, legajo co-
munistas peligrosos, 1941.
– 27 –
28 Vicenç Riera Llorca
2
Diccionari d’escriptors en llengua catalana, Edicions 62, Barcelona, 1998 en
www.escriptors.com/autors/rierallorcav/index.html
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34 Vicenç Riera Llorca
– 39 –
40 Vicenç Riera Llorca
6 de marzo, 1940, p. 5
Puerto Internacional
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46 Vicenç Riera Llorca
7 de marzo, 1940, p. 7
El inocente Juan
– 51 –
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Juan se resiste.
El bizco dice amablemente:
—Es muy sencillo. Le vamos a enseñar; usted comprenderá
enseguida.
Juan se acerca a la mesa.
Miguel le explica el juego; Tomás interviene, de vez en cuan-
do, para aclarar lo que cree que Juan no entiende. Juan escucha
atentamente y hace algunas preguntas.
—Bueno; creo que he comprendido.
Se sienta y empieza el juego.
Durante un rato la suerte parece indecisa, pero poco a poco
el dinero se va amontonando ante el bizco y ante Juan.
Este, cada vez que tiene las cartas entre sus dedos, vacila. Su
juego hace reír a todos. Solo el gordo, que está perdiendo ya
mucho dinero, no se ríe.
—Estoy ya harto de jugar con tipos que no saben; son siem-
pre los que ganan.
Y da un puñetazo sobre la mesa.
Juan, azarado, deja sus cartas. Apoya sus manos sobre los
brazos del sillón y parece que se va a levantar.
Araceli se precipita sobre él.
—¿Por qué se va usted? Siga jugando y no haga caso.
En voz baja le murmura al oído:
—Está de mal humor porque pierde. ¡Qué se fastidie!
Anochece. El bizco dice:
—Dad la luz.
Rafaela se levanta y aprieta el botón del interruptor. La lám-
para se enciende.
Continúa el juego y ahora parece que la suerte se decide por
Miguel.
Tomás está también de mal humor y mira torvamente al bizco.
Este da las cartas.
De pronto Tomás se levanta y le aferra la mano.
—Estas cartas están señaladas.
Miguel palidece.
—¿Qué quiere usted decir?
56 Vicenç Riera Llorca
8 de marzo, 1940, p. 5
El fugitivo
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60 Vicenç Riera Llorca
15 de marzo, 1940, p. 8
Remordimiento
[...] Pedro pasa ante los que quedan en la fila, se sienta junto
a la puerta de su barraca, cara al sol, y moja en el café trozos de
pan que engulle lentamente.
Algunos de los que en la fila iban tras él vienen, con sus latas
llenas de café, a sentarse a su lado.
—¿Qué te pasa?
Pedro se vuelve.
—¿A mí? Nada.
—Te veo muy preocupado.
Se encoge de hombros y no contesta.
Cuando acaba su café, se levanta. Clava su lata en la fuente y
entra en la barraca.
El suelo de esta está cubierto de paja, que deja un pasillo, de
la puerta al fondo. Sobre ella duermen los refugiados. Pedro ve
a cinco compañeros que no se han levantado; están enfermos.
Va a su sitio y toma la maleta, colocada en un estante clavado en
la pared, a un metro sobre el punto en donde pone su cabeza
cuando duerme.
La deja en el suelo, sobre la paja, y la abre. En el fondo de la
tapa hay pegado el retrato de una mujer; es Marina, su esposa.
Queda un rato contemplándolo.
Recuerda el hogar, y evoca las escenas de cuando él volvía de
su trabajo, cansado, malhumorado, y su mujer, siempre alegre,
salía, sonriente, a recibirle. Muchos días el acogía sus caricias y
– 65 –
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Una lágrima corre por las mejillas de Pedro, y una idea em-
pieza a afirmarse en su pensamiento.
Llenan grandes sacos con la paja que desparramada por el
suelo ha servido de cama durante unas semanas. Afuera, carros
cargados con balas de paja nueva esperan. Pedro llena lentamen-
te un saco y en un momento en que el guardián está distraído
mete en él su pequeña maleta. Arregla bien la paja para que
nada delate la presencia de la maleta.
Sale, tras otros, con el saco a cuestas.
Atraviesan el campo de concentración. Llegan a las alambra-
das y pasan ante los centinelas, acompañados de un guardia. Se
alejan y descienden un declive del terreno hasta el borde de un
barranco, en donde vacían los sacos.
El guardia les vigila, algo rezagado.
Pedro le mira de reojo, y cuando le ve de espaldas, regañando
a uno que se ha quedado atrás, se esconde tras unas matas, coge
su maleta y –tapado a la vista de sus compañeros y del guardia
por rocas y matas– baja hasta el barranco y se aleja corriendo.
A unos quinientos metros se para y se muda la ropa.
Mira el reloj. Llegará a la estación con el tiempo justo para
tomar el expreso de París.
Pero el tren llega con algo de retraso y Pedro tiene que
aguardar un rato sobre el andén.
No le inquieta la presencia de los gendarmes; no piensa en
los riesgos a que le expone su evasión. Piensa solo en su mujer y
en la vida que habrá de rehacer. Le obsesiona el deseo de que su
mujer encuentre en él a un marido amoroso que le haga olvidar
al hombre brutal que fue en otro tiempo. Siente una verdadera
angustia al pensar en lo mal que trató a Marina.
Llega el tren.
A las ocho de la mañana el expreso llega a la estación de Aus-
terlitz y en pocos minutos vuelca sus pasajeros sobre los andenes.
Pedro pasa, indiferente, ante los gendarmes y sale a la calle.
Toma un taxi.
—¿A dónde vamos?
68 Vicenç Riera Llorca
19 de marzo, 1940, p. 8
En una playa francesa
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72 Vicenç Riera Llorca
21 de marzo, 1940, p. 8
Turistas y señores buscan color
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78 Vicenç Riera Llorca
—It is exciting!
En una mesa, un hombre ligeramente borracho, explica un
cuento. Sus amigos no le entienden y se ríen a carcajadas. Parece
que el cuento es triste y el borracho se enfada.
Se levanta, agarra una botella y asegura, muy serio, que va
a romperla sobre la cabeza de uno. Pero en aquel momento el
camarero llega con una botella llena; el borracho la coge, la
compara con la que él tiene vacía, da esta al camarero, llena su
vaso, se sienta y bebe.
Las dos turistas exclaman a una:
—It is exciting!
Y una de ellas toma notas en un librito de cantos dorados
encuadernado con piel.
Los noruegos cantan.
Los norteamericanos les escuchan atentamente; la del libro
añade nuevas notas.
Uno de los marineros echa su silla para atrás y cae de es-
paldas; otro se levanta y queda vacilante, sin decidirse a andar;
uno de sus compañeros le agarra por un brazo y quiere hacerle
sentar. Él se resiste; forcejean y derriban la mesa. Las botellas y
los vasos quedan hechos añicos en el suelo, en el cual las bebidas
derramadas forman un charco. Las muchachas chillan. El dueño
corre presuroso. Uno de los noruegos levanta la mano, en un
gesto tranquilizador, y le da un fajo de billetes. El hombre dirige
una ojeada a los destrozos y otra a los billetes y toma estos sin
decir una palabra; experto, ha hecho su cálculo rápidamente;
no pierde.
Levantan de nuevo la mesa; los marinos se sientan otra vez y
les sirven nuevas bebidas.
Entran tres jóvenes elegantes. Algunas chicas les saludan al-
borozadamente, como viejos amigos. Son concurrentes asiduos
que gustan, de vez en cuando, de alejarse de su ambiente y de
venir a estos barrios populares, como los turistas, en busca de
color. Tienen spleen y hay que combatirlo. Se sientan.
—¿Os divertís mucho? –pregunta uno de ellos.
80 Vicenç Riera Llorca
4 de abril, 1940, p. 15
El camisero sarnoso
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86 Vicenç Riera Llorca
18 de junio, 1940, p. 6
Una criada con desgracia
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Bien o mal –la señora más bien diría que mal– Dolores sirve
desde hace ya unos días en casa de doña Alicia. Un día esta se
entera de que Dolores pasa sus horas de ocio –y algunas más– en
el baile y lo comenta con su marido.
—Parece que es una locura lo que esta chica siente por el
baile.
Don Jacinto se vuelve para Dolores que en aquel momento
pasa por la sala con un cubo y una escoba.
—Oye: me han dicho que bailas muy bien el merengue.
La muchacha esconde la cara en el brazo arqueado apoyado
en el mango de la escoba y se ríe.
—¿Es verdad?
—No sé…
Cuentos y escritos de Vicenç Riera Llorca en La Nación 89
21 de junio, 1940, p. 6
Escritos
El judío se cansó de errar
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2 de marzo, 1940, p. 7
El judío coge el arado
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102 Vicenç Riera Llorca
4 de marzo, 1940, p. 7
El francés en Francia
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108 Vicenç Riera Llorca
Entre las del segundo grupo fue destacando gracias a los acon-
tecimientos políticos que hicieron de los amos de Ile-de-France
los jefes de Francia, la que con el tiempo ha sido el francés.
Este, a fines del siglo xi empezaba a competir con el proven-
zal en algunos géneros literarios. Luego empezó a competir con
el latín en la Administración y en la Justicia y sus progresos, en
este terreno, culminaron en 1539, con la Ordonnace de Villers-
Cotterets, que hizo obligatorio el uso del francés en la Justicia y
en la Administración Pública.
La difusión del francés se intensificó con el empleo de la
imprenta. Fue, porque era la lengua oficial, la lengua de los lite-
ratos, y adquirió, con el cultivo, riqueza y brillantez.
En el siglo xvii el conocimiento del francés empezó a exten-
derse más allá de las fronteras de Francia.
Entretanto, las otras lenguas de este país –aun el provenzal–
quedaban reducidas a lenguas regionales, que no se usaban ya
oficialmente, que no eran ya cultivadas literariamente y que eran
desconocidas fuera de los límites de la provincia en donde se
hablaban.
El prestigio del francés era ya deslumbrante y con el tiempo
se calificaban de «patois» a los otros idiomas. La calificación era
aceptada sin discusión y tenía el sentido de dialecto.
Pero se da el caso que Francia ha llegado al siglo xx sin haber
conseguido que el francés lo hablen todos los franceses.
12 de marzo, 1940, p. 5
Como en su casa
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112 Vicenç Riera Llorca
5 de junio, 1940, p. 6
Imágenes de refugiados
españoles en Ciudad Trujillo,
República Dominicana
Cuentos y escritos de Vicenç Riera Llorca en La Nación
Flandre, primer barco en llegar a Ciudad Trujillo con refugiados españoles, el 7 de noviembre de 1939.
Fuente: periódico La Información, edición del 8 de noviembre de 1939.
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Maestros titulares en el día de la inauguración del nuevo edificio de Bellas Artes, entre ellos: Josep Gausachs, Manolo
Pascual, José Vela Zanetti, Francisco Vázquez Díaz (Compostela), Eugenio Fernández Granell, Ángel Botello Barros,
entre otros. Fuente: DO AGN F Conrado 2037.
Vicenç Riera Llorca
Cuentos y escritos de Vicenç Riera Llorca en La Nación 119
José Vela Zanetti y familia. Este muralista inició su obra pictórica en Ciudad
Trujillo, lugar donde realizó grandes murales con motivo del Primer Centena-
rio de la República en 1944. Colaboró activamente en la Escuela Nacional de
Bellas Artes en 1942. Fuente: DO AGN F Conrado 1990-B.
Cuentos y escritos de Vicenç Riera Llorca en La Nación 121
Fotograma de una obra de teatro dirigida por Emilio Aparicio y Antonia Blanco Montes. Fuente: Álbum
de la familia Aparicio-Blanco.
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126 Vicenç Riera Llorca
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134 Vicenç Riera Llorca
Vol. CIII Escritos diversos. Emiliano Tejera, edición conjunta del Archivo
General de la Nación y el Banco de Reservas, Santo Domingo,
D. N., 2010.
Vol. CIV Tierra adentro. José María Pichardo, segunda edición, Santo Do-
mingo, D. N., 2010.
Vol. CV Cuatro aspectos sobre la literatura de Juan Bosch. Diógenes Valdez,
Santo Domingo, D. N., 2010.
Vol. CVI Javier Malagón Barceló, el Derecho Indiano y su exilio en la República
Dominicana. Compilación de Constancio Cassá Bernaldo de Qui-
rós, Santo Domingo, D. N., 2010.
Vol. CVII Cristóbal Colón y la construcción de un mundo nuevo. Estudios, 1983-
2008. Consuelo Varela, edición de Andrés Blanco Díaz, Santo
Domingo, D. N., 2010.
Vol. CVIII República Dominicana. Identidad y herencias etnoculturales indígenas.
J. Jesús María Serna Moreno, Santo Domingo, D. N., 2010.
Vol. CIX Escritos pedagógicos. Malaquías Gil Arantegui, edición de Andrés
Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2010.
Colección Juvenil
Vol. I Pedro Francisco Bonó. Textos selectos. Santo Domingo, D. N., 2007
Vol. II Heroínas nacionales. Roberto Cassá, Santo Domingo, D. N., 2007.
Vol. III Vida y obra de Ercilia Pepín. Alejandro Paulino Ramos, segunda
edición de Dantes Ortiz, Santo Domingo, D. N., 2007.
Vol. IV Dictadores dominicanos del siglo xix. Roberto Cassá, Santo Domin-
go, D. N., 2008.
Vol. V Padres de la Patria. Roberto Cassá, Santo Domingo, D. N., 2008.
Vol. VI Pensadores criollos. Roberto Cassá, Santo Domingo, D. N., 2008.
Vol. VII Héroes restauradores. Roberto Cassá, Santo Domingo, D. N., 2009.