Rebelión de Andresote: Andresote, Apodo Del Zambo Andrés López Del Rosario, Se Alzó en Armas, Entre

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Movimientos precursores de la Independencia


El proceso de la emancipación hispanoamericana y en particular de Venezuela se incuba y desarrolla a
todo lo largo del siglo XVIII. Motines, asonadas, rebeldías, insurrecciones de carácter individual o
colectivo se suceden en ese período. Casi todas eran manifestaciones del descontento de los criollos, de
los indios y de los esclavos por causas económicas y sociales, más que políticas; eran casi todas una
repetida protesta contra las contribuciones, impuestos, gravámenes, injusticias, abusos y exacciones a
que eran sometidos por las autoridades españolas. En cuanto a los esclavos, manifestaban su anhelo
común de conseguir la libertad. Todos esos movimientos en Venezuela no pueden ser considerados
como precursores de la independencia nacional; pero sí contribuyeron a unificar y fortificar el
sentimiento nacional de una población que ya manifestaba de un modo u otro, aún sin ideal definido, su
repudio al sistema imperante; son eslabones de una larga cadena de reivindicaciones y protestas. He
aquí los principales: a) La rebelión de Andresote en el valle del Yaracuy (1730-1733);  b) el motín de
San Felipe el Fuerte (1741); c) la rebelión de El Tocuyo (1744); d) la insurrección de Juan Francisco de
León (1749-1751), y e) el movimiento de los Comuneros de los Andes (1781). A ellos habría que
agregar otros que además de las motivaciones económicas y sociales que los originaron, también se
proponían cambios políticos, que fueron los siguientes:  a) movimiento de José Leonardo Chirino y José
Caridad González (1795); b) conspiración de Manuel Gual y José María España (1797);  c) tentativa de
Francisco Javier Pirela (1799), y d) invasiones de Francisco de Miranda (1806). Veamos brevemente
cada una de esas acciones:

Rebelión de Andresote: Andresote, apodo del zambo Andrés López del Rosario, se alzó en armas, entre
1730 y 1733, contra las autoridades españolas, a pesar de que su insurrección en el valle del Yaracuy
iba dirigida contra los funcionarios de la Compañía Guipuzcoana que ponían obstáculos al contrabando
entre la costa y la isla de Curazao; su levantamiento tuvo éxito al principio pero se vio obligado a
abandonar la lucha; con algunos seguidores, se embarcó en una balandra holandesa y nunca regresó a
Venezuela. Pero en las montañas del Yaracuy quedó el foco de la sublevación que sólo llegó a ser
dominada gracias a la colaboración que misioneros capuchinos prestaron a las autoridades.

Rebelión de San Felipe: Movimiento organizado por la población sanfelipeña, liderada por los notables
de la ciudad, en contra de la designación de Ignacio de Basazábal como teniente y justicia mayor de
San Felipe, funcionario enviado por el gobernador Gabriel de Zuloaga con el fin de erradicar el
contrabatido realizado por casi todos los sectores socioeconómicos de los valles del Yaracuy. Basazábal
debía proceder de común acuerdo con el gobernador y con la Compañía Guipuzcoana. El 4 de enero de
1741 fue destituido de su cargo Basazábal y tomaron el control de la ciudad los capitulares,
encabezando a la población en armas que estaba dispuesta a combatir cualquier intento de pacificación
violenta. Analizada la situación de la provincia, a Zuloaga no le quedó otro camino que enfrentar el
movimiento por medios pacíficos, hecho que se logró el 16 de febrero siguiente.
Rebelión de El Tocuyo: Movimiento en el que participó un heterogéneo grupo de habitantes de la
ciudad de El Tocuyo, integrado tanto por gente del común como por influyentes vecinos, algunos de
ellos miembros del cabildo local. Estalló el n de mayo de 1744 en desobediencia a la orden dada por el
gobernador Gabriel de Zuloaga de reunir 200 soldados españoles y 150 indios flecheros con destino a la
defensa de Puerto Cabello. Los amotinados alegaban que no marcharían a dicho puerto por las
condiciones de insalubridad allí reinantes y por el temor de tener que someterse a la tutela de la
Compañía Guipuzcoana. La ciudad y los alrededores permanecieron bajo control de los rebeldes
durante varios meses, pues aún para diciembre de ese año, Zuloaga informaba al Rey la situación,
indicándole que no había hecho nada al respecto temiendo el maltrato de cualquier comisionado que
enviara, y porque la situación de peligro que aún reinaba en el mar Caribe le impedía movilizar tropas
hacia El Tocuyo.

Insurrección de Juan Francisco de León: «teniente cabo de guerra y juez de comisos» en Panaquire,


Juan Francisco de León, en abril de 1749, se puso a la cabeza de unos 800 amotinados, descontentos
contra los procederes de la Compañía Guipuzcoana. Se presentaron armados en Caracas y como el
gobernador no cumplía su palabra de expulsar a la compañía, León volvió meses más tarde a la cabeza
de 8.000 manifestantes. En 1751 organizó una tercera manifestación armada. El y su hijo Nicolás
fueron derrotados; se entregaron después de haber huido; llevados a España, León murió allí y más
tarde su hijo regresó a Venezuela. El movimiento reflejaba el descontento de los colonos y aunque su
propósito no era romper con España, representó el primer eslabón del proceso integrador de la
nacionalidad venezolana. Algunos historiadores le restan importancia a la rebelión de León en el
proceso de emancipación, no así Arístides Rojas y Vicente Lecuna quienes lo sitúan como el iniciador
de dicho proceso. «...La plaza de la Candelaria [escribe Lecuna] es el Monte Sacro de Venezuela. En
ella se inició la lucha por la libertad individual, cuando Juan Francisco de León, en el siglo XVIII,
levantó el estandarte contra la tiranía de la Compañía Guipuzcoana...». Los primeros movimientos
insurreccionales, no tenían un ideal definido. Es sólo en la 5 últimas décadas del siglo XVIII, cuando
verdaderamente se inicia el período de la emancipación que en Hispanoamérica arranca de las
rebeliones de Túpac Amaru en el Alto Perú, en 1780, y de los Comuneros de Nueva Granada, en 1781.

Rebelión de los Comuneros de los Andes: Movimiento de protesta que estalló en la región andina
venezolana en mayo de 1781 contra la política fiscalista del Gobierno español que desde Caracas era
ejecutada por el intendente José de Ábalos. Gritando consignas contra el mal gobierno y los elevados
impuestos, los comuneros se apoderaron de San Cristóbal, Lobatera, La Grita, Mérida y otros lugares,
pero no pudieron dominar Trujillo. Encabezados por líderes como Juan José García de Hevia,
confiscaron el dinero y el tabaco de las oficinas reales y desconocieron y apresaron a las autoridades.
Fuerzas militares enviadas desde Caracas y Maracaibo sometieron a los comuneros a fines de octubre
de ese año; los dirigentes fueron encarcelados y enjuiciados, pero en agosto de 1783 el rey Carlos III
les concedió un indulto total.
Movimiento de José Leonardo Chirino y de José de la Caridad González:   Tuvo todos los indicios de
una verdadera insurrección de carácter social clasista y aun político. Los historiadores están de acuerdo
en reconocer su importancia; José Gil Fortoul menciona ese suceso diciendo que con él empezó en
Venezuela el movimiento revolucionario de emancipación; Eloy G. González lo califica como uno de
los antecedentes de la Independencia; Pedro Manuel Arcaya destaca su importancia en el proceso
emancipador y Federico Brito Figueroa y Eleazar Córdova Bello, lo consideran como una verdadera
revolución social. José Leonardo Chirino, a la cabeza de unos 350 alzados entre negros, zambos e
indios, marchó sobre Coro, pasó por las armas a varios blancos pudientes y quemó haciendas.
Reclamaban la supresión de los impuestos, el establecimiento de la ley de los franceses, es decir la
República, la igualdad de todos los ciudadanos, la abolición de los privilegios y la libertad de los
esclavos y la entrega del gobierno a un cacique indígena. Derrotados por las autoridades, fueron
severamente castigados: Chirino, juzgado por la Real Audiencia, fue condenado el 10 de diciembre de
1796 a ser descuartizado; su compañero José de la Caridad González fue asesinado en las calles de
Coro. Esta rebelión de corte haitiano va a dejar muchas secuelas en todas las agrupaciones de esclavos
y va a mantener un estado de agitación en localidades como Cumaná, Carúpano, Cariaco, Río Caribe y
Maracaibo.

Conspiración de Manuel Gual y José María España: La más importante y la primera tentativa de
separación de España para establecer una República independiente. Sus instigadores: Manuel Gual,
capitán retirado y José María España, justicia mayor de Macuto. Para llevar a cabo su proyecto tomaron
contacto con algunos españoles republicanos deportados de España y otros ciudadanos, entre los cuales
estaban Juan Bautista Picornell, Manuel Cortés Campomanes, Sebastián Andrés, José Lax, Manuel
Montesinos Rico y Juan Xavier Arrambide. Un grupo de mulatos de La Guaira también estaba
comprometido en el proyecto de sublevación. Su programa indica que se trataba de una verdadera
revolución igualitaria político-social. Estaba contenido en las  Ordenanzas cuyos artículos 32, 33 y 34
declaraban la igualdad natural entre todos los habitantes, la abolición del pago de tributos indígenas, la
repartición de tierras entre estos y la abolición de la esclavitud. El artículo 44 creaba una escarapela
cuatricolor como bandera de la futura República libre. Las «proclamas» eran el vehículo
propagandístico encaminado a buscar adeptos a la revolución. Asimismo hicieron circular la traducción
de los Derechos del hombre y del ciudadano, hecha por Picornell y canciones revolucionarias como La
canción americana y La carmañola americana. El proyecto de conspiración fue descubierto el 13 de
julio de 1797. Gual y España se refugiaron en Trinidad donde continuaron su propaganda
revolucionaria. España regresó clandestinamente a Venezuela; capturado, fue condenado el 8 de mayo
de 1799 a la pena de muerte, arrastrado por las calles de la cola de un caballo, ahorcado en la plaza
Mayor (hoy plaza Bolívar) y descuartizado. Varios de sus cómplices también fueron ahorcados. Gual
murió, probablemente envenenado por un realista, en Trinidad en 1800.
Tentativa de Francisco Javier Pirela: La conspiración de Gual y España había encendido los ánimos y
creado un ambiente propicio al desarrollo de las ideas «subversivas» en Venezuela y el área del Caribe;
revolucionarios sinceros, aventureros y aun piratas veían con agrado el progreso de las ideas de libertad
e igualdad y trataron de aprovecharlo, cada uno a su manera. El mulato Francisco Javier Pirela, sastre
de profesión y subteniente de una compañía de milicias pardas, y el negro Joseph Francisco Suárez,
empleado del vicario eclesiástico, se pusieron de acuerdo para organizar una sublevación en Maracaibo.
Tenían el apoyo y complicidad de los hermanos Juan Gaspar y Agustín Bocé, corsarios provenientes de
Puerto Príncipe (Haití) que llegaron a Maracaibo con sus goletas  El Bruto y La  Patrulla, el 6 de mayo
de 1799. Pirela proporcionaría 200 hombres del cuerpo de milicias, quienes con la ayuda de las
tripulaciones de los corsarios, debían «...embestir la ciudad, saquearla, matar a los blancos y ricos,
echar por tierra el gobierno español y establecer la República...», según lo indica el informe del
Consejo de Indias al Rey. La conspiración debía estallar en la noche del 19 de mayo. El santo y seña
era la palabra «Antillen»; en la mañana del mismo día, la conspiración fue denunciada al gobernador
Juan Ignacio Armada, marqués de Santa Cruz, por un cabo acantonado en la ciudad. El mismo Pirela, 4
horas antes de estallar la conspiración, confesó todo el plan al gobernador. Hubo 68 reos en prisiones
separadas. Pirela fue condenado a 10 años de cárcel y enviado al castillo El Morro de La Habana por el
crimen de «rebelión y lesa majestad».

Invasiones de Francisco de Miranda: Los primeros movimientos o insurrecciones, y en particular la


conspiración de Gual y España, tuvieron repercusiones no solamente en las esferas revolucionarias de
América Latina y el Caribe, sino también en los medios de los exiliados hispanoamericanos
establecidos en Europa. En esos grupos de patriotas, jesuitas, políticos escapados de las cárceles de
España o de América, criollos liberales y sus representantes en Londres, París y aun en Cádiz, que
preparan la emancipación hispanoamericana, se destaca en primer plano la figura de Francisco de
Miranda, verdadero Precursor de la Independencia de Venezuela e Hispanoamérica. Londres, desde
1784, se convirtió en el centro de sus primeras actividades patrióticas buscando el apoyo y ayuda
necesarias para liberar a América que llama Colombia. De 1785 a 1789 recorre Europa buscando el
respaldo a sus ideas; se alista en el ejército de la Revolución Francesa persiguiendo el mismo fin, pero
no es sino en 1805 cuando podrá ejecutar su primera acción bélica. Va a Estados Unidos donde
organiza, con la ayuda de amigos norteamericanos, su primera expedición hacia Venezuela. Está en
Haití en 1806 donde el 12 de marzo crea e iza en su buque anclado en Jacmel, la primera bandera de
Venezuela. Pensaba que el pueblo estaba preparado ya para apoyarlo. Había sido el más grande
proselitista de la revolución. Ya circulaba, mandada a traducir por él, la famosa  Carta a los españoles
americanos de Juan Pablo Viscardo y Guzmán: «...la primera proclama de la revolución americana...»,
en palabras de Mariano Picón Salas. El 27 de abril de 1806 se presentó frente a Ocumare de la Costa
con sus 3 goletas Leander, Bee y Bacchus. La expedición traía 200 hombres entre norteamericanos,
ingleses y antillanos. Atacados sus barcos por fuerzas mayores, y capturadas 2 de sus goletas, se retiró
a Barbados y Trinidad. Pero vuelve al ataque, y el 3 de agosto de 1806, acompañado esa vez por más de
400 hombres, desembarca en La Vela de Coro. Por primera vez ondeaba su bandera en tierra
venezolana, en lo que él llamaba el continente colombiano. Aunque la población de Coro no lo apoya,
Miranda aprovecha su estancia para hacer circular una proclama de liberación así como otros
documentos patrióticos. Las fuerzas que llegan para oponerse a él lo obligan a abandonar Coro pocos
días después. No recibió el apoyo que esperaba y en Caracas, mantuanos y vecinos notables demuestran
su más completa lealtad a la Corona; el Cabildo de esa ciudad pone precio a su cabeza, quema su efigie
y lo califica de «monstruo abominable» y de «traidor». De regreso a Londres, sigue su infatigable obra
propagandística a favor de la independencia hasta su vuelta a Venezuela en 1808. Había dedicado más
de 40 años de su vida a luchar por la independencia de Hispanoamérica. Los movimientos aislados o
colectivos que tuvieron lugar más tarde en Venezuela, como es el caso de la conspiración de los
mantuanos de 1808, más bien pueden ser considerados como los prolegómenos de la independencia.
EN EL PRESENTE TRABAJO se ponen en relación documentos históricos y de ficción sobre Francisco de Miranda, el
precursor de la independencia hispanoamericana. La voz de Miranda, leída desde La Colombeia, gigantesco
archivo de sesenta y tres volúmenes organizados con particular celo por el Precursor1; los documentos secretos e
inéditos recopilados por Ángel Grisanti en el libro Miranda juzgado por los funcionarios españoles de su
tiempo (1954), que recoge las injurias e improperios de los funcionarios españoles y las diatribas de sus enemigos
(p. 5) y la novela del escritor argentino Mario Szichman Los papeles de Miranda  (2000), texto que propone una
lectura del personaje desde la ficción, permiten poner en relación diferentes miradas e interpretaciones, lo que
confiere al personaje y a su proyecto una nueva dimensión.

2Francisco de Miranda, el Precursor de la Independencia Hispanoamericana, concibió América como una gran
Nación. Las ideas de este visionario y revolucionario hombre de armas, de vasta cultura y controversial
personalidad, quien dedicó la vida a concebir e intentar llevar a cabo la gran hazaña libertaria, ejercieron una
influencia fundamental en el proceso de emancipación de Venezuela y América.

3Miranda participó en las tres grandes revoluciones que, entre finales del siglo XVIII y principios del XIX,
constituyeron eventos fundamentales en el proceso de transformación de la estructura geopolítica de occidente: la
Independencia de los Estados Unidos, la Revolución Francesa y la Independencia de América Hispana. Su
pensamiento y su avasallante personalidad constituyen referentes historiográficos y ficcionales sin par.

4Sebastián Francisco de Miranda nació el 28 de marzo de 1750. A los veintiún años, partió hacia España con la
intención de ingresar al ejército real. A partir de este momento, la necesidad de demostrar su calidad, limpieza de
sangre y nobleza del nombre, el deseo de formarse intelectual y militarmente y la obsesión por registrar
meticulosamente todas sus vivencias, ideas e intercambios de información marcaron su itinerario. Esta etapa de la
vida de Miranda es puesta en escena por Szichman en la novela, en lo que el protagonista llama «primer borrón y
cuenta nueva» (Szichman, 2000: 21).

5En 1780 Miranda acompañó a Cagigal en una expedición hacia América comandada por Victorio de Navia, con la
misión de unirse a los franceses para apoyar a los angloamericanos contra Inglaterra. Llegan a La Habana y
permanecen allí tres años. Durante este tiempo una serie de acontecimientos cambió el rumbo de la carrera militar
del joven capitán. Tras la toma de Pensacola, Estados Unidos, cuya participación activa en mayo de 1781 le valió
el ascenso a teniente coronel, fue injustamente acusado de un incidente provocado por la visita del general
Campbell, quien en su escala en la Habana visitó la fortaleza. El año siguiente el intercambio de prisioneros con los
ingleses en Jamaica y las circunstancias que rodearon la victoria de Cagigal en las Bahamas fueron usados para
acusarlo de contrabando y traición. La orden se sumaba a otra anterior emitida por la Inquisición.

6En el argumento de la novela, el «segundo borrón y cuenta nueva» (ibid.: 84) ocurre en 1783. Miranda huía de la
justicia española desde Cuba hacia los Estados Unidos. Con 33 años el personaje inició un largo recorrido cuya
naturaleza y propósitos permiten considerarlo un viaje de formación. En 1785 llegó a Europa y tras escribir al rey
Carlos III una carta en la que renunciaba al ejército y exigía el reembolso del dinero pagado por la patente de
capitán, recorrió los países del viejo continente y algunos de Asia, con la intención de informarse y adiestrarse para
organizar e instituir un nuevo gobierno en América. A lo largo de sus recorridos dedicó tiempo a escribir
impresiones, anécdotas, reflexiones, etc. Estos manuscritos conforman el Archivo de viajes y estadías  de La
Colombeia,  «Memoria del mundo» que puede leerse como una bitácora de ese viaje de formación realizado por
Miranda.

7En 1789 regresó a Londres en busca de ayuda para llevar a cabo una expedición libertadora contra el imperio
español en América. En 1792, tras fallidos intentos por lograr el apoyo del gobierno inglés, Miranda se fue a
Francia, donde le nombraron general del ejército y participó en la guerra de la Revolución Francesa contra los
monarquistas austríacos. En 1798 volvió a Londres. El espíritu liberal e iconoclasta de Miranda le llevó a
sintonizar con las ideas de los autores de la Ilustración francesa. Sus vivencias, observaciones y reflexiones sobre
la forma de gobierno de los Estados Unidos, de las cortes europeas, la rusa, y en particular la inglesa, le
permitieron formular un proyecto político para el gran país que soñaba y al que denominaba Colombia en honor a
Cristóbal Colón.

8Con miras a llevar a término el proceso que emprendiera el estado español contra Miranda se organizó un complot
para perseguirlo y cercarlo. Desde su llegada a Londres y durante su largo periplo europeo y asiático, se le vigiló
con el fin de encontrar la circunstancia adecuada para arrestarlo, apoderarse de sus papeles y llevarlo a España,
donde sería juzgado y condenado. Tal tarea se encomendó a Bernardo del Campo, ministro español en la capital
inglesa, quien se fue ganando la confianza de Miranda y lo persuadió para que viajara a Francia, donde sería más
fácil llevar a cabo el plan. El conde de Floridablanca era el encargado de dar las directrices y mantenerse en
contacto con del Campo. La correspondencia sostenida entre estos dos personajes y otros representantes del
gobierno español en los países que visitó Miranda durante los años de su viaje y recopilada por Grisanti, demuestra
el atractivo que el mismo ejerció sobre las cortes que visitó. Si bien el genio, el desenfado y el conocimiento de
Miranda lo hicieron acreedor de elogios y amabilidades –Napoleón Bonaparte dijo de él, «ese Quijote que no está
loco, tiene fuego sagrado en el alma» (en línea)–, la insistencia del gobierno español en desacreditarlo y
perseguirlo, paradójicamente contribuyó a forjar la imagen legendaria de este hombre como «símbolo de libertad,
no solamente en Europa, sino también en América… modelo a imitar y el maestro a escuchar» (Bohórquez, 2006:
149).

9Miranda se consideraba súbdito español y se negó a participar en ninguna empresa que fuera en contra de los
intereses de la corona española hasta 1790 cuando, tras cuatro años de intentar obtener un desagravio, ante el
rechazo que sintió de parte del rey y sus personeros y convencido de la inutilidad de sus gestiones, renunció de
manera definitiva al reino español. Rotos los vínculos con la madre patria, inició sus acciones en pro de la
independencia de la América meridional, y la cimentación de esa nueva patria que soñaba.

10En los documentos recopilados por Grisanti, que Szichman incorpora y re-escribe en la novela, se puede apreciar
la valoración que los adversarios políticos de Miranda tenían sobre él. Lo describen como traidor, malvado,
revoltoso y perverso. Sin embargo, Del Campo en su informe comenta: «Parece mozo instruido, de grande
actividad y de muchísimo fuego. Es feliz en la expresión y su trato personal son propios para agradar a las gentes.»
(Grisanti, 1954: 67). Entre las cualidades que le atribuye se encuentran «imaginación exaltada, luces y
conocimientos más que medianos, fervor y vehemencia en su expresión, y sobre todo una actividad extraordinaria»
y concluye: «con tal conjunto de calidades si este joven llegara a verse exasperado y reducido a abrazar el partido
de servicio extrangero, creo que preferirá siempre todo lo que sea acción, movimiento y singularidad, a seguir una
vida quieta y indiferente» (ibid.: 106). A pesar de las recomendaciones hechas por Del Campo, así como también
las del Conde de Aranda quien en carta a Floridablanca comenta acerca de Miranda:

No sé las causas de su desvio ó desgracia, que pueden ser de las que no admiten compostura; pero si fuesen
suceptibles, el ser Criollo, el tener travesura, el poseer las lenguas principales de Europa, el haversela viajada como
hace, y hecho conocimientos, serían consideraciones para ver de recogerlo a buenas no pudiendo a malas. (Ibid.:
185)
11José de Gálvez, Ministro de Indias, su implacable perseguidor, particularmente desde que conociera el proyecto
emancipador de Miranda, rechazó todos los intentos de reconsideración de su causa. Sin embargo, no será hasta
1812, año en que sus propios compatriotas lo traicionaron y lo entregaron, que el generalísimo Francisco de
Miranda pise una cárcel española.

12Luego de recorrer Europa buscando ayuda infructuosamente, pasó a los Estados Unidos donde finalmente
consiguió apoyo para emprender en 1806 una expedición a las costas venezolanas. El 3 de agosto desembarcó en
La Vela de Coro, tomó el fortín, izó la bandera y leyó la proclama de libertad. Nueve días más tarde, los
participantes de este episodio abandonaban la localidad tras su fracaso. El Precursor regresó a Caracas en 1810 por
solicitud de los compatriotas que viajaron a Londres en busca de ayuda para la gesta independentista, entre los que
se encontraba Simón Bolívar. A su llegada le otorgaron el grado de Teniente General de los ejércitos de Venezuela.
El 23 de abril 1812 fue nombrado General en Jefe de toda la Confederación Venezolana, con plenas facultades y se
le confirieron poderes dictatoriales con la finalidad de que defendiera al país del ataque del capitán general español
Juan Domingo de Monteverde. Las circunstancias no fueron favorables a los patriotas y el 12 de julio, Bolívar
perdió Puerto Cabello y Miranda se vio obligado a capitular. La madrugada del 31 del mismo mes, Miranda fue
hecho prisionero por un grupo de jóvenes oficiales del ejército venezolano y entregado a los españoles. Esta etapa
de la vida del personaje constituye material de una interesante interpretación ficcional en la novela de Mario
Szichman.

13El súbdito del rey de España, capitán Sebastián Francisco de Miranda, quien pasó de ser un soldado fiel a
desertor y luego a conspirador, muere a causa de una apoplejía a los sesenta y seis años en la prisión de la Carraca,
en Cádiz, el 14 de julio de 1816.

ada como la n° VIII, correspondiente al n° 3, en consecuencia de la Conferencia tenida en Hol (...)

armen BOHÓRQUEZ, el problema de la identidad americana comienza a precisarse y a tomar dimens (...)

14Ya en la primera propuesta que Miranda hiciera al primer ministro inglés William Pitt2, señalaba como las
principales causas del descontento de los habitantes de la América hispana la discriminación que los españoles
europeos hacen con los criollos, los controles de la Inquisición y las injusticias cometidas contra los nativos. Un
mes más tarde presentaba al gobierno inglés el «Plan para la formación, organización y establecimiento de un
gobierno libre e independiente en América meridional»3.

15La lectura del pasado que el creador hace desde la ficción permite licencias mucho más amplias que las usadas
por el historiador. Si bien la novela dialoga con los documentos, el autor re-elabora el discurso histórico sin estar
limitado por las barreras de la fundamentación, la comprobación y la confrontación que se le exige a la Historia.

16En la novela Los papeles de Miranda, Mario Szichman articula las voces que están en las fuentes
historiográficas, la de Miranda y las de sus adversarios, y las actualiza. Así, el texto constituye un intento de
interpretación del pasado desde ese surco que se vislumbra en los testimonios históricos cuando se habla de las
humillaciones y desprecios a los que los mantuanos caraqueños expusieron al padre de Miranda, quien fuera
acusado de mulato y despojado de su cargo de capitán del batallón unificado de voluntarios blancos de Caracas, y
asoma la posibilidad de que la vida del hijo haya sido modelada por la necesidad de reivindicar el mancillado
nombre del padre y salvar el honor de la familia. De esta manera la novela, sin abandonar del todo los textos
fundamentales de la historia, apuesta a una versión de los hechos que puede tomar orientaciones o rumbos
distintos.

17El personaje se configura desde la primera persona y la voz del protagonista se convierte en la expresión de
mundo interior. Gracias a la ficción, la aproximación a la verdad histórica se hace a partir de esos silencios y
grietas que suele guardar la historia. Los recursos de los que se vale la novela permiten al lector reconocer al
personaje en su interioridad, en sus temores, descubrir su lado más humano, conflictivo, contradictorio y anti-
heroico.
18La acción de la novela comienza la noche del 31 de julio de 1812 en La Guaira y concluye la madrugada del
primero de agosto del mismo año. En esta historia enunciada autodiegéticamente, Francisco de Miranda, desde la
Casa de Aduana, en La Guaira, ordena sus papeles y, en función de los mismos, va recordando su vida y
relatándola a su criado Pedro José en flash-backs. El autor utiliza como eje del relato los papeles de Miranda, los
cuales constituían el más preciado tesoro del Generalísimo. El protagonista se pasea entre sus «amados papeles»
(p. 14), elige documentos, expurga, ordena, pasa en limpio, borra; intenta limpiar la mancha de la humillación
heredada del padre. Principio y fin de su trayectoria:

La humillación que empezó con mi padre está finalmente por alcanzarme. Y para que no me alcance debo
frenarme. Frenarme y enfrentarla. Así las apuestas de una vida, de varias vidas inacabadas, podrán transformarse
en el destino que acabo de fabricarme. […] De la Caracas que me vio nacer a la Caracas que me ha condenado a
muerte. De la humillación primera a la humillación última. (p. 18)

19El autor toma como punto de partida, para el recorrido de la vida del personaje, el momento en que Miranda,
después de haber encontrado refugio en la fragata Sapphire tras la capitulación ante Monteverde, regresa al puerto
de La Guaira. Este hecho da un giro trágico al destino del personaje. La novela ofrece una posible explicación de
ese inesperado acontecimiento al ofrecer una versión del asunto que no tiene ningún referente historiográfico:

Cuando me disponía a huir en la Sapphire apareció el maldito papel. Una simple sentencia, […] Ese insidioso trozo
de papel escrito por alguien que me comprendía muy bien, sumado a esa gente que no comprendía en absoluto que
se me había enfriado el guarapo –que seguía confiando en mí contra toda esperanza, contra toda evidencia– me
hicieron desandar los pasos, reformular mis planes, asignarle un nuevo papel al general Miranda, algo que no
figuraba en mis antecedentes, y crear un personaje que ha perdido toda coherencia y tiene muy poco que ver con su
vida pasada.» (Szichman, 2000: 13-14)

20En el último apartado de la segunda parte, Miranda dará nombre propio al autor del papel que se convertirá en su
sentencia:

El único papel que no he podido conservar es un papel que debo asumir por cuenta de otros. La esquela que deslizó
Bolívar por debajo de la puerta de mi camarote. Tres párrafos. Mi condena y mi salvación. ¿Qué otra cosa podía
esperarse del hijo del tendero? La puerta de escape de esta imposible situación, lo único que hace plausible mi
retorno a tierra firme cuando La Sapphire estaba a punto de zarpar. No existe otra explanation. Yo mismo me
siento tan intrigado como todos los que me rodean ante esta trama que no tenía prevista y que es la única capaz de
cortar el nudo gordiano. […] Sin el papel que recibí de Bolívar, nothing makes sense. (p. 169-170)

21Esta aclaración final del protagonista ratifica, desde la ficción, la tesis sostenida por Miranda ante Pitt y más
tarde ratificada por los historiadores, de que las pugnas entre los peninsulares y los criollos, aunadas a las
diferencias raciales y sociales, jugaron un papel fundamental en el desarrollo de los procesos independentistas en
América Latina.

22El tratamiento del tiempo es uno de los elementos fundamentales de la novela. Szichman explora el concepto de
circularidad temporal:

¿Por qué no quise seguir huyendo? Tal vez en algún momento la rueda debía cesar de girar. Y en el punto en que la
detuve le puedo dar a mi biografía el viso de lo inevitable. Si mi historia carece de principio, medio o fin, al menos
puedo darle el aspecto de un incesante retorno a las fuentes. (Szichman, 2000: 18)

23Ese «incesante retorno a las fuentes» puede interpretarse como un intento de reflexionar sobre el tiempo de la
historia, que no se define en sí mismo como totalmente lineal, o totalmente imaginativo; a su vez, propone una
estructura temporal que ofrece mayores posibilidades al narrador, cuando éste trata de explorar la vida de un ser tan
complejo como Miranda. En el texto se ponen en relación el tiempo mítico del eterno retorno y el ficcional, cuyos
movimientos no son ordenados, continuos, ni cronometrados, para así construir otras posibilidades de sentido.
24El texto propone una particular manera de concebir la relación entre pasado, presente y futuro, que oscila entre la
inevitable consecución del destino trágico del personaje y la clara conciencia que el protagonista tiene de que a
través de la escritura se puede reconstruir la realidad:

Mi vida es un libro abierto en muchas páginas a la vez. Y en cada una de ellas están marcados el promisorio
comienzo y el deterioro final. Como las arañas, soy incapaz de remendar la tela y siempre debo hacer borrón y
cuenta nueva. (p. 21)

25Tanto en la novela, como en La Colombeia, Miranda intenta desesperadamente legar una versión de su historia
que restituya el sentido a su existencia: «En unas horas necesito tener una historia que pueda legar a la posteridad»
(p. 18), «inventar mi propio destino como inventé mis pasados, reconstruyéndome incesantemente, abominando de
la cronología» (p. 147). Frente a las posibilidades de que la palabra dicha llegue a malinterpretarse o a desaparecer,
la escritura luce como una versión que ofrece la posibilidad de ser eterna. Es así cómo el personaje ve asegurado su
destino en la permanencia de esos papeles que, con tanto celo, ha llevado, traído y guardado a lo largo de su
existencia real y novelesca:

siempre expresamos por escrito tanto nuestra pureza como nuestras buenas intenciones. Es nuestra malicia lo que
sigue siendo oral. Mejor eliminarlas de nuestra historia y que nuestros documentos terminen convirtiéndose en
nuestras leyendas. (p. 56)

26La selección que hace el autor de los episodios de la vida de Miranda y la forma en que se organizan estos
eventos dentro del texto permiten establecer cierta distancia entre lo que tradicionalmente ha dicho la historia y lo
que la novela propone, y diseñar un personaje signado por la fatalidad de su origen. Una última conjetura se asoma,
la rivalidad de Bolívar y Miranda, representantes de los dos grupos sociales con mayores aspiraciones y derechos
políticos en la colonia.

27En las páginas finales, el protagonista imagina al lector virtual en su intento por reconstruir el pasado y justifica
la imposibilidad de comprobar el por qué de su fatal decisión, ya que la posible evidencia ha desaparecido:

Un futuro historiador se rascará la cabeza pensando que no había justificación alguna para el abandono de la
Sapphire. (Aunque estoy seguro que encontrará una explicación plausible. Es la misión de todo historiador poner
orden en el desatino). Pero si el abandono parece caprichoso, lo que está por ocurrir le dará el sello de lo inevitable.
¿Se le ocurrirá a alguien resolver este misterio? ¿Por qué el general Miranda decidió abandonar la protección de la
bandera inglesa para aceptar retornar a una fortaleza que se permutó en prisión? ¿Desandará algún historiador los
pasos que me llevaron de la fortaleza de la Sapphire, y de la Sapphire nuevamente a tierra firme? Es imposible,
pues la única prueba ha sido quemada. Por supuesto, Bolívar sabía en qué terreno arar. (p. 170)

28Miranda, produjo y organizó ese inmenso archivo llamado La Colombeia, para que diera cuenta de su vida, con
la clara conciencia de que la palabra escrita era su pasaporte a la trascendencia. Los documentos históricos que
Grisanti recopiló, diálogo alterno con ese primer texto, permiten reconstruir y completar el perfil de este hombre
legendario y controversial en quien la producción de la evidencia escrita llegó a ser una manía u obsesión. Del lado
de la ficción, la novela de Szichman se apropia de las memorias del otro y de los otros ofreciendo una
interpretación distinta de la historia, con la intención de construir una verdad posible desde ese espacio de la
libertad y de la subjetividad que es la literatura.

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BIBLIOGRAPHIE

BOHÓRQUEZ, Carmen L., 2006, Francisco de Miranda. Precursor de las independencias de la América Latina,
Caracas, El perro y la rana.

«Francisco de Miranda», en Historia de Venezuela para todos, Fundación polar,


GRISANTI, Ángel, 1954, Miranda juzgado por los funcionarios españoles de su tiempo, Caracas, Jesús E. Grisanti.

KADIR, Djelal, 1984, «Historia y novela: tramatización de la palabra», en González Echeverría, Roberto
(compilador), Historia y ficción en la narrativa Hispanoamericana, Monte Ávila, p. 297-307.

MIRANDA, Francisco de, Colombeia (en línea), http://franciscodemiranda.org/colombeia/

ID., Diario de Moscú y San Petersburgo, en 1977, Diario de viajes y escritos políticos, Madrid, Ed. Nacional,
edición preparada por Mario H. Sánchez Barba.

SZICHMAN, Mario, 2000, Los papeles de Miranda, Caracas, El Centauro ediciones.

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NOTES
El proyecto independentista
de Miranda
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El año de 1806 Francisco de Miranda invadió las costas de Venezuela con el propósito de iniciar la independencia
de Latinoamérica. Miranda tuvo siempre la firme determinación de conseguir la independencia de su patria y de
todas las colonias dependientes de la monarquía española. Por esta razón se le conoce como el precursor de la
Independencia latinoamericana.

EL HIJO MAYOR DE SEBASTIÁN Y FRANCISCA

Francisco de Miranda, el mayor de los seis hijos del matrimonio de Sebastián Miranda y Francisca Rodríguez,
había cursado estudios de latinidad en la Escuela de Menores del Colegio Santa Rosa de Lima. En 1764 empezó el
curso de Artes de la Real Pontificia Universidad de Caracas, pero no concluyó los estudios. Mientras permaneció
en Venezuela tampoco se animó a educarse en el campo militar.

AL SERVICIO DE LA CORONA ESPAÑOLA

Al llegar a España, Miranda comenzó su carrera militar y estuvo durante varios años al servicio de la Corona. Tuvo
problemas con sus superiores y en más de una ocasión fue arrestado por insubordinación. En 1783, decidió
separarse del ejército español y viajó a los Estados Unidos. Allí conoció de cerca las prácticas republicanas de esta
nueva nación, independizada de Inglaterra en 1777.

VIAJE POR EL GRAN LIBRO DEL UNIVERSO

Miranda llegó a Londres a principio de 1785. En agosto abandonó la capital inglesa y durante cuatro anos recorrió
las principales ciudades de Europa y Asia. El mismo Miranda dijo que este viaje tuvo como propósito buscar la
forma de gobierno que pudiese asegurar el establecimiento de una sabia y sensata libertad en las colonias
latinoamericanas.

APOYO PARA EL PROYECTO DE INDEPENDENCIA

Miranda regresó a Inglaterra y en 1790 comenzó a negociar con el primer ministro inglés William Pitt el apoyo de
la Corona británica para independizar a las colonias latinoamericanas. Desanimado, y sin obtener resultados
después de dos anos de correspondencia, propuestas y reuniones, decidió dirigir su mirada a la Francia
revolucionaria.
MIRANDA Y FRANCIA EN TIEMPOS DE LA REVOLUCIÓN

Llegó a París en marzo de 1792. Pocos meses después ingresó al ejército francés. Se vio envuelto en intrigas y
conflictos entre los revolucionarios franceses y estuvo en prisión en varias oportunidades, logrando siempre salir en
libertad. Por su compromiso con los hechos de armas de la Revolución francesa, su nombre figura en el Arco del
Triunfo de París.

EL ACTA DE PARÍS

Después de cinco años de permanecer en Francia y antes de partir a Inglaterra, Miranda firmó con otros
latinoamericanos el Acta de París, el 22 de diciembre de 1797. En ella se comprometían a tomar medidas
encaminadas a procurar la independencia americana y a dialogar y conseguir el apoyo de Inglaterra y los Estados
Unidos a favor de su proyecto.

UN NUEVO FRACASO CON LOS INGLESES

A su llegada a Inglaterra, Miranda nuevamente se encontró con William Pitt para negociar el apoyo a la
independencia de América. Durante ocho años trató de persuadir a los ingleses sin ningún resultado. Al finalizar el
ano de 1805, no había obtenido el apoyo de ningún gobierno europeo. Viajó entonces a los Estados Unidos a fin de
obtener el respaldo necesario para armar una expedición a las costas venezolanas.

APOYO EN ESTADOS UNIDOS

En diciembre de 1805, Miranda se entrevistó con el secretario de Estado James Madison y el presidente Tomas
Jefferson, quienes sí apoyaron su proyecto sin comprometer al gobierno de los Estados Unidos. Fue entonces a
Nueva York a comprar un barco y armarlo con el dinero que había logrado reunir: era el barco Leander, con el que
vendría a las costas venezolanas.

COMIENZA LA TRAVESÍA

El 2 de febrero de 1806, Miranda partió de Nueva York hacia Haití, en donde reunió más gente y contrató dos
embarcaciones más: la Baccus y la Bee. Después de muchos percances logró embarcar a toda la tripulación, en su
mayoría norteamericanos, y el 28 de marzo, cuando cumplía 56 anos, se dirigió a Ocumare de la Costa en
Venezuela.

ARRIBO A LAS COSTAS VENEZOLANAS

El 27 de abril de 1806, los expedicionarios llegaron a las costas de Ocumare, sin percatarse de que las autoridades
españolas estaban al tanto de sus movimientos. Se inició el enfrentamiento y dos de los barcos de Miranda (Bee y
Baccus) fueron apresados. El general y los tripulantes del Leander lograron huir rápidamente con rumbo a
Granada, de allí a Barbados y al final a Trinidad, en donde consiguieron refugio.

PRISIONEROS, JUZGADOS Y CONDENADOS

Los sesenta prisioneros fueron juzgados, declarados culpables de piratería, rebelión y asesinato, y recibieron
sentencia de muerte. Diez de ellos, los oficiales, fueron ahorcados, decapitados y sus cabezas expuestas en las
entradas de las principales ciudades del país. Los demás fueron condenados a prisión. Poco tiempo después,
algunos escaparon y escribieron sobre su peripecia.

UNA NUEVA EXPEDICIÓN


Aún después del desastre del primer desembarco, Miranda insistió en su propósito y logró el auxilio de Alejandro
Cochrane, jefe de las fuerzas navales de Barbados, y del general Hislop, gobernador de Trinidad, para armar la
nueva expedición. Los días 24 y 25 de julio del mismo año zarparon de Trinidad el Leander, siete buques de guerra
ingleses y una goleta también inglesa.

IMPRENTA Y PROCLAMAS

Para el nuevo intento de desembarco en las costas de Coro, Miranda no llevó solamente soldados y armas, sino
también la primera imprenta que llegó a Venezuela. Allí imprimió su proclama “A los pueblos habitantes del
continente americocolombiano” y la “Carta dirigida a los españoles americanos”, del ex jesuita Juan Pablo
Viscardo, para distribuirlos entre la población.

SÍMBOLOS PARA UNA NUEVA REPÚBLICA

Entre las ideas de Miranda estaba la de difundir los símbolos del nuevo gobierno que se formaría si triunfaba su
movimiento. Fue así como antes de partir de Haití había mandado a hacer uniformes para su ejército y, sobre todo,
a confeccionar una bandera de tres colores: amarillo, azul y rojo; la que quedó, en esencia, como la estandarte de
nuestra república actual.

DESEMBARCO EN LA VELA

El 3 de agosto de 1806 se produjo el desembarco, con muy poca resistencia, en la costa del pueblo de La Vela. De
allí se dirigieron a Coro. Izaron la bandera tricolor en la torre de la iglesia parroquial y Miranda mandó a fijar en
sitios públicos su proclama y otros documentos. Encontraron la ciudad desierta: la población había huido y se había
refugiado en las montanas.

LAS COSAS NO SUCEDIERON COMO SE ESPERABA

Aquel ejército expedicionario, compuesto en su totalidad por extranjeros y en particular por ingleses, que tenían la
fama bien ganada de piratas y saqueadores, no recibió el apoyo armado que Miranda esperaba. Miranda mismo era
una persona absolutamente ajena y desconocida en la Venezuela de principios del siglo XIX.

FRACASA LA EXPEDICIÓN

Pocos días después del desembarco, Miranda y su ejército abandonaron Coro y se dirigieron a la Vela. Luego,
debido a la dificultad para aprovisionarse de agua, aunada a la carencia de mulas y caballos, y la falta de apoyo de
la población (que había huido), evacuaron el lugar. Además, Miranda supo que el gobernador Manuel Vasconcelos
reunía un considerable ejército en Caracas y Valencia para perseguirlos.

A pesar de los funestos resultados de la expedición, Miranda aún pretendía convencerse a sí mismo y a su
desanimada tripulación de que los habitantes de Venezuela veían con buenos ojos su proyecto y detestaban al
gobierno español.

Luego del fracaso de sus dos expediciones, Miranda se retiró a Trinidad donde Permaneció hasta octubre de 1807
acosado por sus acreedores, quienes esperaban que al triunfar en su gesta por la independencia, Miranda les
devolviera el dinero prestado.

MIRANDA CONTINÚA SU LUCHA

En el año 1808, Miranda regresó a su casa de Londres en compañía de su esposa Sara Andrews y de sus dos hijos.
Desde Inglaterra insistió en su propósito y dos años más tarde, al ocurrir los hechos del 19 de abril de 1810 en
Caracas, regresó a Venezuela y se comprometió activamente con el movimiento independentista.
2
Independencia de Haití
La independencia de Haití marcó el final de la esclavitud colonial francesa en la colonia de Saint-Domingue,
ahora conocida como Haití. Esto se logró a través de una revuelta masiva de esclavos y una guerra de guerrillas
librada por esclavos negros y personas de color libres contra el ejército colonial francés y los propietarios de
esclavos entre los años 1791 y 1804. En el momento de la independencia, Haití era la segunda nación de las
Américas en lograrla —solo después de Estados Unidos, en 1776—. Haití también fue el primer país de América
Latina y el Caribe en separarse de sus amos coloniales, lo que provocó un efecto dominó en las Américas. Dado
que los combatientes y vencedores eran en su mayoría de ascendencia africana, Haití también tenía el título de ser
la primera república negra.

Índice

 1Antecedentes

 2La Revolución y la Guerra de Independencia

o 2.1La Revolución

o 2.2La Guerra de Independencia

 3Independencia

o 3.1Declaración de la independencia

o 3.2El estado y primer imperio de Haití

o 3.3La Sociedad Haitiana después

 4Referencias

 5Enlaces externos

Antecedentes[editar]
La parte de la Española ahora reconocida como Haití había sido colonizada anteriormente por España, luego
francesa como parte del Tratado de Ryswick en 1697 después del hostigamiento de bucaneros franceses y luchas
navales entre españoles y franceses. Después de adquirir esta tierra, los franceses comenzaron a importar esclavos
africanos en grandes cantidades. La colonia ganó mucha riqueza a través de la exportación de azúcar, índigo y
tabaco. En un momento, Saint-Domingue fue la colonia más rica del mundo, superando la riqueza de las colonias
americanas, británicas y españolas. Esta riqueza se logró mediante el exceso de trabajo de los esclavos africanos.
Se decía que los esclavos en el Caribe francés sufrían el peor trato. El "Código Negro" regularizar la forma en que
los franceses trataban a los esclavos. Acogió con satisfacción todo tipo de métodos gráficos de tortura que violaban
los derechos humanos básicos. Como resultado, hubo esporádicas revueltas de esclavos y comunidades cimarronas
formadas antes del gran levantamiento de 1791. Uno de los cimarrones prerrevolucionarios más notables incluyó
a Mackandal, quien regularmente envenenaba y hostigaba a los amos de esclavos blancos hasta su captura. Las
personas de raza mixta también se enfrentaron a mucha discriminación. Por lo general, se les prohibía poseer
tierras y eran más bajos que los blancos ricos y, a menudo, pobres de la casta social. En 1789, un
hombre mulato llamado Vincent Ogé intentó iniciar un levantamiento, sin embargo, fue atrapado y roto en una
rueda.
La Revolución y la Guerra de Independencia[editar]
La Revolución[editar]
El 22 de agosto de 1791 se inició un levantamiento de esclavos en la parte norte de la isla, que pronto abarcó toda
la colonia. En los dos primeros meses, los esclavos rebeldes mataron hasta 2 mil blancos y destruyeron 280
plantaciones.
El 4 de abril de 1792, en Francia y sus colonias, se proclamó la igualdad de todas las personas libres,
independientemente del color de su piel, y se envió una comisión a Santo Domingo, que intentó oponerse
simultáneamente a la élite blanca local y reprimir el levantamiento esclavista.
François Dominique Toussaint Louverture pronto se convirtió en el líder de los rebeldes. El 4 de febrero de 1794,
la Convención Nacional proclamó la abolición de la esclavitud. En mayo del mismo año, el general francés Etienne
Laveaux convenció à L'ouverture para que se pusiera del lado de Francia. Gran Bretaña y España, que lucharon
contra la Francia revolucionaria, intentaron apoderarse de una rica colonia, pero Louverture derrotó a los españoles
en 1795 y luego a los británicos en 1798. En 1798, Gabriel Eduville, autorizado por el Directorio, que llegó de
Francia, intentó restaurar la esclavitud y crear una división entre negros y mulatos. Ese mismo año, Louverture
obligó a Eduville a abandonar Haití. En 1799-1800, Louverture reprimió el levantamiento de los mulatos liderado
por los generales André Rigaud y Alejandro Petion. En 1800-1801, sus tropas ocuparon Santo Domingo, la parte
oriental de la isla que perteneció a España hasta 1795.
El 7 de julio de 1801, la Asamblea Colonial adoptó una constitución, según la cual Santo Domingo seguía siendo
posesión de Francia, pero recibió autonomía, y Toussaint-Louverture se convirtió en gobernador vitalicio.
Finalmente se abolió la esclavitud. Pero el primer cónsul de Francia, Napoleón Bonaparte, se negó a reconocer la
constitución y al final del año envió una fuerza expedicionaria bajo el mando de su cuñado Charles Leclerc a la isla
para restaurar el poder francés. El 29 de enero de 1802, Leclerc desembarcó en Haití con su ejército. A él se
unieron los mulatos Rigo y Petion. Muchos de los aliados de Louverture se pasaron al lado francés, incluido su
socio más cercano Jean Jacques Dessalines. El 5 de mayo, Louverture aceptó una tregua propuesta por Leclerc,
quien prometió no restaurar la esclavitud. Louverture fue puesto bajo arresto domiciliario en su finca, y el 6 de
junio, por orden de Leclerc, fue enviado con su familia a Francia, donde murió el 7 de abril de 1803.
La Guerra de Independencia[editar]
Durante varios meses, la isla estuvo bajo control francés. El 20 de mayo de 1802, por decreto de Bonaparte, se
restableció la esclavitud en Haití. En octubre de 1802, Petion y Dessalines se rebelaron nuevamente. Al mismo
tiempo, se inició una epidemia de fiebre amarilla, de la que murió Leclerc, y una parte importante de su cuerpo (20
mil personas). En mayo de 1803, los rebeldes de la facción mulata y la facción negra se unieron en una reunión
conocida como la "convención de Arcahaie", donde los rebeldes consolidaron el poder en un general, Juan-Jocobo
(Jean-Jacques) Dessalines. Fue en esta reunión que se creó la bandera haitiana rasgando la bandera francesa en tres,
descartando la parte blanca (que simboliza la eliminación de los franceses), y uniendo las bandas roja y azul para
mostrar la unidad entre las poblaciones negra y mulata. En 1803, Gran Bretaña, que reanudó la guerra con Francia
un año después del Tratado de Paz de Amiens, comenzó a ayudar a los rebeldes. El bloqueo británico de Haití hizo
imposible que los franceses enviaron refuerzos a la isla. El 18 de noviembre de 1803, los franceses son finalmente
derrotados y el 29 de noviembre abandonan la parte occidental de Haití. Parte de la fuerza expedicionaria, incluido
su nuevo comandante Donacien Rochambeau, fue capturada por los británicos. Pero los franceses pudieron
mantener el control sobre Santo Domingo, la parte oriental de la isla.

Independencia[editar]
Declaración de la independencia[editar]
El 1 de enero de 1804, Dessalines, el nuevo líder bajo la constitución dictatorial de 1805, declaró a Haití una
república libre en nombre del pueblo haitiano, a lo que siguió la masacre de los blancos restantes. Su secretario
Boisrond-Tonnerre declaró: "¡Para nuestra declaración de independencia, deberíamos tener la piel de un hombre
blanco como pergamino, su cráneo como tintero, su sangre como tinta y una bayoneta como pluma!" Haití era la
primera nación independiente en América Latina, la primera nación independiente poscolonial liderada por negros
en el mundo, y la única nación cuya independencia se obtuvo como parte de una exitosa rebelión de esclavos.
Dessalines se asignó todo el poder a sí mismo, al tomar el título de "gobernador general vitalicio", que reemplazó
nueve meses después por el de "emperador". Su establecimiento de una dictadura de facto estaba, de hecho,
implícito en el texto de la declaración también:
Recuerda que sacrifique todo para unirse en tu defensa; familia, hijos, fortuna, y ahora soy rico solo con tu libertad;
mi nombre se ha convertido en un horror para todos los que quieren la esclavitud. Déspotas y tiranos maldicen el
día que fui nacido. Si alguna vez te negaste o te quejaste mientras recibían esas leyes que el espíritu que guarda tu
destino me dicta para tu propio bien, merecerías el destino de un pueblo ingrato ".
Además, no hay afirmación de "derechos republicanos", o cualquier "derecho" en absoluto dentro de la
declaración. En cambio, la idea de independencia en este contexto se restringe a la libertad de la esclavitud, no a la
liberalización. Esta sería una característica destacada en el gobierno de Alexandre Petion que llegó un par de años
después. La declaración se puede rastrear desde la rebelión de esclavos de 1791 hasta la constitución de 1801 de
Louverture, quien creó una sociedad autoritaria que transfirió el control absoluto de los franceses a Dessalines.
Además, aunque tuvo éxito, Dessalines optó por una revolución sólo "en un país". Esto se ha relacionado con la
necesidad de calmar los temores de rebelión de sus vecinos británicos, debido a que la armada británica controlaba
las rutas marítimas en ese momento. En tres párrafos conciliadores que contrastan con el tono estridente del resto
del documento, Dessalines pide a sus compatriotas que:
"Asegúrense, sin embargo, de que un espíritu misionero no destruya nuestro trabajo; dejemos que nuestros vecinos
respiren en paz; que vivan tranquilos bajo las leyes que ellos mismos se han hecho, y que no nos declaremos, como
tizones revolucionarios, los legisladores del Caribe, ni que nuestra gloria consista en perturbar la paz de las islas
vecinas. A diferencia de la que habitamos, la suya no ha sido empapada de la sangre inocente de sus habitantes, no
tienen venganza que reclamar de la autoridad que protege ellos."
El estado y primer imperio de Haití[editar]
Una de las primeras acciones de Dessalines después de la independencia fue la aniquilación de los colonos. La
masacre de 1804 fue llevada a cabo contra la población blanca restante de colonos franceses, enemigos y traidores
de la revolución, por la población negra de Haití por orden de Jean-Jacques Dessalines, quien declaró a los
franceses como bárbaros, exigiendo su expulsión y venganza. por sus crímenes. La masacre, que tuvo lugar en todo
el territorio de Haití, se llevó a cabo desde principios de febrero de 1804 hasta el 22 de abril de 1804. Durante
febrero y marzo, Dessalines viajó por las ciudades de Haití para asegurarse de que sus órdenes se cumplieran. A
pesar de sus órdenes, las masacres a menudo no se llevaron a cabo hasta que él personalmente visitó las ciudades.
La legión polaca que desertó a los rebeldes, los colonos alemanes y los estadounidenses se salvó de esta ordenanza.
El país fue dañado por años de guerra, su agricultura devastada, su comercio formal inexistente. Por tanto, hubo
que reconstruir el país. Para realizar este objetivo, Dessalines adoptó la organización económica de la servidumbre.
Proclamó que cada ciudadano pertenecería a una de dos categorías, trabajador o soldado . Además, proclamó el
dominio del Estado sobre el individuo y, en consecuencia, ordenó que todos los trabajadores fueran atados a una
plantación . Aquellos que poseían habilidades fuera del trabajo de la plantación, como la artesanía y los artesanos,
estaban exentos de esta ordenanza.la jornada laboral se redujo en un tercio. No obstante, su principal motivador fue
la producción, y con este objetivo concede mucha libertad a los supervisores de las plantaciones. Sin poder usar el
látigo, muchos en cambio recurrieron a lianes, que eran enredaderas espesas abundantes en toda la isla, para
persuadir a los trabajadores de que siguieran trabajando. Muchos de los trabajadores compararon el nuevo sistema
laboral con la esclavitud, al igual que el sistema de Toussaint L'Ouverture, que causó resentimiento entre
Dessalines y su gente. Los trabajadores recibieron una cuarta parte de toda la riqueza producida por su trabajo. Sin
embargo, logró reconstruir gran parte del país y elevar los niveles de producción, reconstruyendo así lentamente la
economía.
Dessalines pagó grandes sumas de dinero para liberar esclavos en barcos de esclavos cerca de la costa haitiana.
Pagó los gastos de regreso de los miles de refugiados haitianos que partieron durante la revolución.
Temiendo el regreso de las fuerzas francesas, Dessalines primero expandió y mantuvo una fuerza militar
significativa. Durante su reinado, casi el 10% de los hombres sanos estaban en servicio activo, lo que resultó en
una fuerza militar de hasta 37.000 hombres. Además, Dessalines ordenó la construcción de fortificaciones masivas
en toda la isla, como la Citadelle Laferrière, la fortaleza más grande del hemisferio occidental. Las ciudades y
centros comerciales se trasladaron al interior del país, mientras que los menos importantes se mantuvieron en la
costa, para que pudieran ser incendiados por completo para desanimar a los franceses; muchos comentaristas creen
que está hiper militarización contribuyó a muchos de los problemas futuros de Haití. De hecho, debido a que los
hombres jóvenes en forma eran los que tenían más probabilidades de ser reclutados por el ejército, las plantaciones
se vieron privadas de la mano de obra necesaria para funcionar correctamente.
Había una creciente frustración entre los trabajadores, las élites y Dessalines. Una conspiración liderada por las
élites mulatas finalmente condujo al asesinato de Dessalines y a dos estados soberanos separados de Haití.
La Sociedad Haitiana después[editar]
Tras el asesinato de Dessalines, otro de los generales negros de Toussaint, Henri Christophe, le sucedió en el
control del norte, mientras que Alexandre Pétion presidió el gobierno mulato en el sur. Había grandes diferencias
en el gobierno entre la república de Petion y lo que eventualmente se convertiría en el reino de Christophe. Si bien
la república del sur no se centró tanto en el desarrollo económico y puso más atención en la distribución liberal de
la tierra y la educación, el reino del norte llegó a ser relativamente rico, aunque la distribución de la riqueza fue
cuestionada. Como resultado de los acuerdos comerciales temporales entre Christophe, los Estados Unidos y las
colonias británicas, Christophe pudo reconstruir la región norte. Hubo grandes inversiones en educación y obras
públicas, infraestructura militar y muchos castillos, siendo el más notable el palacio Sans Souci en Milot. Sin
embargo, al igual que sus predecesores, esto se logró mediante el trabajo forzoso que finalmente condujo a su
caída. Por el contrario, Petion era amado por su pueblo, pero despreciado por su homólogo del norte. Un gran
esfuerzo de Christophe para tomar Port-au-Prince a mediados de 1812 fracasó. Los mulatos fueron acosados por
una bolsa de rebelión negra en su retaguardia desde febrero de 1807 hasta mayo de 1819. Un líder negro llamado
Goman mantuvo vivo el espíritu enojado de Dessalines en las montañas del sur de Grand-Anse, resistiendo varias
expediciones punitivas de mulatos. Finalmente, en 1819, el nuevo líder mulato, Jean-Pierre Boyer, envió seis
regimientos a Grand-Anse para descubrir a Goman. El rebelde negro quedó atrapado y disparado desde un
acantilado de 300 metros de altura. En 1820, la nación isleña finalmente se reunificó cuando Christophe, enfermo y
rodeado de nuevas rebeliones, se suicidó. Boyer con 20.000 soldados marchó hacia Cap-Haïtien, la capital del
norte, poco después para establecer su poder sobre todo Haití. No mucho después, Boyer pudo asegurar la
cooperación con el general del vecino Haití español, y en febrero de 1822 comenzó una unificación de 22 años con
el estado oriental. Esto marcó el final del período posrevolucionario.
Independencia de Haití
Desde finales del siglo XVII, la parte occidental de la Isla de Santo Domingo (La Española) está en manos
francesas. Un siglo después, el cultivo de la caña de azúcar convierte a la actual Haití en una de las colonias más
prósperas del Caribe gracias a la demanda de los recién independizados Estados Unidos. Para hacer frente a ella los
propietarios dependen de la mano de obra esclava que era suministrada por los mercaderes de la metrópoli. La falta
de autonomía política y económica, así como la exclusión de los mulatos de los centros de decisión van gestando
un conflicto social y racial que estallará tras la Revolución Francesa.

La Francia Revolucionaria proclamó en la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano (1789) la
igualdad de los hombres. En 1790 los mulatos y los negros empiezan a reclamar el fin de la discriminación racial.
La Asamblea Francesa empezó a reconocer derechos sólo a los mulatos hijos de padres libres. Negros y mulatos
libres se prepararon para la guerra con los blancos. En 1791, el jamaicano Dutty Boukman (Jamaica, ¿?-Haití, c.
1791) puso en marcha la eliminación de la esclavitud y de los blancos en la parte francesa de la Isla. La violencia
de la guerra fue extrema por los distintos bandos.

Muchos de los esclavos rebeldes se refugiaron en la parte española, e incluso Toussaint L’Ouverture (Isla de Santo
Domingo, 1743-La Cluse-et-Mijoux, Francia, 1803), líder de la independencia haitiana, logró formar parte de la
oficialidad del ejército español, consiguiendo el liderazgo de los esclavos de la parte francesa en 1793. Poco más
tarde, Francia abole la esclavitud aunque la guerra continúa en Haití. En 1799, el conflicto se transformó en una
guerra entre esclavos, encabezados por Toussaint L’Ouverture, y mulatos, encabezados por André Rigaud (Aux
Cayes, Haití, 1761-Haití, 1811). De este enfrentamiento salió victorioso el primero.
Mientras todo esto sucedía en la parte francesa, España en virtud del Tratado de Basilea (1795) cede sus territorios
de La Española, el primer territorio español en el Nuevo Mundo, a la Francia revolucionaria. Pero la toma de
posesión francesa no se producirá hasta que en 1801 Toussaint L’Ouverture ocupe la parte española. El nuevo
poder busca establecer un sistema de gobierno que cambia los cabildos por municipalidades, abre los puertos al
comercio inglés y americano, impone un sistema de monocultivo, pero no evita la huida de los criollos hacia el
continente, al tiempo que establece una constitución que libera a los esclavos de su servidumbre.

Napoleón manda tropas para frenar la situación que acabará con el destierro de Toussaint L’Ouverture, su
programa de gobierno y la ocupación francesa. El gobierno francés se centrará en recuperar parte de la economía
preexistente, defenderá el territorio del norte de las invasiones haitianas y se prepará para la recuperación de su
colonia, pero no tendrán esta oportunidad. En 1804, el general Jean Jacques Dessalines (Cormiers, Haití, 1758-
Pont-Rouge, Haití, 1806) proclamará la independencia de Haití y se erigirá en emperador.

Dessalines, que ejerce un poder tiránico y decreta el exterminio de la población blanca no útil para sus intereses,
será asesinado en 1806. Tras su muerte, la isla se divide en dos: la parte sur gobernada por el mulato Alexandre
Pétion (Puerto Príncipe, Haití, 1770-Puerto Príncipe, Haití,1818) y la parte norte por Henry Christophe (Isla de
Granada, 1767-Puerto Príncipe, Haití,1820), de raza negra, que impone de manera despótica su mandato hasta
1820, año de su suicidio. Ese año, Pierre Boyer (Puerto Príncipe, Haití, 1776-París, Francia, 1850) reunifica la isla.

Mientras esto ocurre en América, Napoleón (Ajaccio, Francia, 1769-Isla de Santa Elena, 1821) invade la Península
Ibérica en 1808. Este hecho es aprovechado por un sector criollo encarnado por Juan Sánchez Ramírez (Cotuí,
República Dominicana, s. XVIII-¿?, 1811), para canalizar el descontento de la población de origen español contra
la ocupación francesa. Las derrotadas tropas francesas evacuaron la parte española a finales de ese año.

Los sucesos violentos que rodean la independencia haitiana producen miedo y un efecto contagio en la zona del
Caribe, produciéndose rebeliones entre otros lugares, en las costas de Venezuela (Coro, 1795).

EEUU y la independencia de Haití: la constitución y la cuestión de la raza

 Thomas Jefferson despotricaba contra los negros haitianos llamándoles "los caníbales de la república
terrible" comparándoles con asesinos
 John Adams ayudó a la lucha independentista de Toussaint L'Ouverture, reabriendo las relaciones de
comercio con los negros de Saint Domingue
NILDA GARAY MONTAÑEZUniversidad de Alicante
Actualizado: 13/10/2014 13:05 horas
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Desde el inicio de la Revolución en Saint Domingue la sociedad estadounidense, especialmente del Sur cuya
economía dependía de la esclavitud, no aceptaba tales "revueltas negras". Ello no evitaría la existencia de
manifestaciones en el ámbito público a favor de los hechos políticos en Haití. Por ejemplo, Abraham Bishop
animó a la Revolución Francesa, defendió la rebelión haitiana y criticó la desigualdad de las personas por el color
de la piel. Arremetió con sus críticas a Los Federalistas (The Federalist Party) considerándolos como una
agrupación de aristócratas que defendían los intereses de las clases altas.
A finales de 1791, Bishop, Obispo de Connecticut, ante la noticia de los levantamientos de los negros en Saint
Domingue, escribió "Los Derechos del Hombre Negro" en el pequeño periódico de Boston The Argus en donde
argumentaba en defensa de los derechos de los negros. Este hecho causó inquietud en la mayoría de la sociedad
estadounidense.
El desarrollo de la Revolución haitiana fue un asunto que captó la atención de Estados Unidos durante
las Administraciones de Adams y Jefferson. John Adams fue el Segundo Presidente de Estados Unidos y
gobernó desde 1797 hasta 1801. Thomas Jefferson fue el tercero, entre 1801 y 1809. Tras 13 años de lucha, Haití
declaraba su independencia en 1804.

Thomas Jefferson (1743-1826), tercer presidente de los Estados Unidos.


Políticamente, ante los acontecimientos en Haití el gobierno de los Estados Unidos tenía que tomar una
posición. Adams simpatizaba con la revolución haitiana, creía en los valores liberales y comerciaba con los
líderes de la Revolución. Uno de los federalistas, Alexander Hamilton, como parte del Gobierno de Adams
mantuvo comunicación con L'Ouverture, la simpatía de aquél por la Revolución era evidente. De Jefferson es
sabido que admiraba la política y la cultura francesa- Era francófilo. No escapaba de los prejuicios raciales.
Si, por un lado, en 1776 propuso -sin éxito- la supresión del comercio de esclavos, por otro lado utilizaba un
discurso acorde con las exigencias del sistema capitalista que necesita encubrir las desigualdades. Al respecto,
Matthewson afirma que Jefferson despotricaba contra los negros haitianos llamándoles "los caníbales de la
república terrible" y comparándoles con asesinos (Carta de Jefferson a Aaron Burr, Philadelphia, 11 de Febrero
1799).
Durante su administración, Adams había ayudado a la lucha independentista de Toussaint L'Ouverture,
reabriendo las relaciones de comercio con los negros de Saint Domingue, enviando buques de guerra para ayudar al
general negro contra las fuerzas pro-franceses en la Isla.

John Adams (1797-1801), segundo presidente de los Estados Unidos.


Posteriormente, esta cooperación serviría para incentivar los proyectos de Dessalines quien quería edificar la
nueva sociedad haitiana contando con la ayuda de Estados Unidos, pero Jefferson decidió no proseguir con la
política internacional iniciada por Adams, rechazando la oportunidad de establecer vínculos con Haití.
El reconocimiento de Haití como Estado Independiente por parte de Estados Unidos fue imposible en aquel
entonces. No obstante, Jefferson mantuvo las relaciones exclusivamente comerciales. En la política
estadounidense, el asunto central fue el destino del comercio americano con Haití. (Jefferson a Aaron Burr, 11 de
febrero 1799. Jefferson Papers. Library of Congress)

Ayuda indirecta a la revolución

Algunos historiadores de las revoluciones del siglo XVIII y XIX consideran que la política económica del
Gobierno de Jefferson facilitó indirectamente el triunfo de la revolución haitiana. Matthewson sostiene que para
algunos puede parecer una victoria parcial de Estados Unidos, porque el comercio americano había sido esencial
para la derrota de los franceses por las tropas negras, como fue también el rechazo de Jefferson a ayudar a la
expedición Leclerc con préstamos, créditos o un embargo. Se considera que los haitianos probablemente no
habrían ganado su independencia sin la ayuda estadounidense. Sin embargo, Jefferson, después de haber ayudado
a los haitianos alzados a conseguir la independencia de Francia, se negó a reconocer a la República haitiana e
impuso un embargo al comercio con los rebeldes.
La victoria de Haití, habiendo contado con la ayuda de los Estados Unidos, provocó reacciones de los defensores
de la esclavitud. La sociedad norteamericana, especialmente de la zona Sur, estaba atenta a las noticias políticas
sobre la revolución en Saint Domingue y le inquietaba sus repercusiones porque afectaría negativamente a sus
intereses económicos.

Por su parte, las autoridades tomaron medidas para silenciar las críticas a la esclavitud que hacían referencia a tal
Revolución. En 1804, John James Negrin, dueño de una imprenta en Charleston, publicó la Declaración de
independencia de Haití, siendo procesado y encarcelado por ocho meses tras ser acusado de incitar a la
insurrección.

La independencia de EE. UU. y América Latina


El 4 de julio de 1776, los Estados Unidos se declararon independientes. ¿Qué consecuencias tuvo ello para
América Latina? Una entrevista con el Prof. Dr. Norbert Rehrmann, catedrático de la Universidad Técnica de
Dresde
   

En 1776 tiene lugar la independencia de Estados Unidos, en 1789 la Revolución Francesa, en 1810 comienza
el movimiento independentista en la América española y en 1812, la guerra británico-estadounidense.
¿Existen interrelaciones históricas entre todos esos sucesos históricos?
Existe toda una serie de interrelaciones. La Revolución Francesa proporcionó el marco intelectual, a través de
libros y franceses que visitaron América Latina, desempeñando un importante papel. Para muchos criollos, no
necesariamente un papel muy positivo, porque el radicalismo de la Revolución Francesa también despertó grandes
temores en América del Sur. La independencia de Estados Unidos, por el contrario, fue entusiastamente saludada, a
pesar de que en América del Sur se sabía muy poco sobre América del Norte.

Óleo de John Trumbull "Declaración de la Independencia" de los Estados Unidos, obra de 1816. El original cuelga
en la rotonda del Capitolio.

Muy pocas personalidades latinoamericanas habían visitado hasta entonces Estados Unidos. Francisco de Miranda
fue uno de los visitantes más conocidos y escribió un "Diario", con conceptos extraordinariamente positivos hacia
Estados Unidos. Miranda, el precursor del movimiento independentista venezolano, se manifestó realmente
entusiasmado con Estados Unidos.
¿Hubo influencias directas de Estados Unidos sobre la independencia de América Latina?

La Declaración de Independencia de los Estados Unidos en un impreso de 1823 (detalle).


No, como lamentablemente debieron constatar las elites criollas al comienzo del movimiento independentista.
Miranda tuvo la esperanza de que Estados Unidos prestara también apoyo militar. Simón Bolívar, que al regreso de
su segundo viaje a Europa, en 1807, estuvo un par de semanas en Estados Unidos, también había tenido esa
esperanza, pero ese apoyo práctico, militar, no tuvo lugar. Por el contrario, existe un largo intercambio epistolar de
Bolívar con el Encargado de Estados Unidos para América del Sur, Baptist Irvine, en el que Bolívar se queja
amargamente de que Estados Unidos no sólo no ayudaba, sino que había puesto incluso algunos barcos y armas a
disposición de los realistas. Es decir, el apoyo militar que los criollos habían esperado poder obtener de Estados
Unidos no se produjo.
¿Y cuáles fueron las influencias ideológicas de la Revolución en Estados Unidos sobre América del Sur?

Simón Bolívar (1783-1830).


El movimiento independentista estadounidense tuvo carácter modélico para los criollos en América del Sur. Éstos
vieron que la independencia de una poderosa madre patria era posible y en esa época Inglaterra era más poderosa
que España. Y si los norteamericanos habían logrado desembarazarse de Inglaterra, los criollos contaron con que a
los sudamericanos les iba a resultar aún más fácil independizarse de una España debilitada. No obstante, la
influencia ideológica fue muy ambivalente. Veamos dos ejemplos. Primero, a la mayoría de los criollos no les
gustaba el federalismo de los Estados Unidos. Bolívar era un centralista férreo y la mayoría de los caudillos del
movimiento independentista eran también centralistas. Segundo, los criollos también veían con recelo el sistema
político liberal de Estados Unidos.
¿Fueron las influencias de las tradiciones políticas británicas más fuertes en Estados Unidos que en América
del Sur, donde quizás se impusieron más las ideas francesas?

Francisco de Miranda (1750-1816).


No necesariamente. Inglaterra también fue un modelo para los movimientos independentistas criollos, sobre todo
en lo que respecta al sistema bicameral. Recordemos el debate sobre el Senado hereditario que proponía Simón
Bolívar. En América del Sur, los criollos encontraban muy interesantes los elementos constitucionales británicos,
porque, a través de una segunda cámara, ofrecían la posibilidad de frenar las influencias de una democracia liberal.
El mismo Bolívar había estado en Inglaterra, junto con Francisco de Miranda, que había estudiado muy
intensamente ese sistema inglés y había recomendado adoptar el sistema constitucional inglés tal cual en América
del Sur.
¿Qué papel desempeñó la Doctrina Monroe, formulada en Estados Unidos en 1823, para la estabilización de
las jóvenes repúblicas latinoamericanas?
Ésa esa una vasta área. Hoy, cuando se discute sobre la Doctrina Monroe sin particulares conocimientos históricos,
por lo general se apunta al imperialismo norteamericano y su expansionismo, que sin duda existieron. Y ése fue
también el motivo principal de la Doctrina Monroe: la legitimación del "Manifest Destiny", el destino manifiesto,
la idea de que Estados Unidos estaba destinado a dominar, por sus méritos, todo el continente, desde Alaska hasta
Tierra del Fuego. Pero asimismo hay que tener en cuenta que en aquellos tiempos también estaban muy vivos el
imperialismo y el colonialismo europeos. La Doctrina Monroe también se dirigió contra esas actividades europeas,
los varios intentos de reconquista llevados a cabo por España, por ejemplo en Perú o en Chile en el correr del siglo
XIX, el imperialismo francés en México en los años 30 o la instalación de un emperador, Maximiliano, en México
en los años 60 del siglo XIX. El imperialismo europeo estaba aún muy activo y es comprensible que los Estados
Unidos temieran que de Sudamérica pudieran venir peligros si las potencias europeas volvían a poner pie allí. Es
necesario recordar que en aquella época Estados Unidos no tenía mucho poder, ni siquiera una flota, como sí la
tuvo luego hacia fines de siglo.

Prof. Dr. Norbert Rehrmann, TU Dresde.


El Prof. Dr. Norbert Rehrmann  se especializa en historia, cultura y política de América Latina y España. Es
miembro del consejo editorial de la revista Imago Americae. Docente invitado del DAAD en Argentina y
Venezuela. Regularmente realiza estadías de investigación en España y América Latina. Es autor, entre otras
obras, de una Historia de América Latina, una Historia de la naturaleza, la técnica y las ciencias naturales en
España y América Latina y una biografía de Simón Bolívar.
Entrevista de Pablo Kummetz
Editora: Emilia Rojas Sasse

Al hablar sobre el origen de las revoluciones liberales en la historia se tiende a hablar siempre de las que tuvieron
lugar en Francia y Estados Unidos, olvidando una igual de relevante y que fue clave para el futuro de las colonias
y el esclavismo, siendo esta la que tuvo lugar en Haití. Para conocer esta enorme revolución y su importancia en la
historia, en esta lección de unProfesor vamos a hablar de la revolución de Haití: causas y consecuencias.
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Causas de la revolución de Haití
Al igual que cualquier revolución, lo sucedido en Haití fue la consecuencia de una grave crisis en numerosos
aspectos que causaron que la población se levantara en armas contra las grandes desigualdades existentes, siendo
esa la razón por la que en este apartado debemos enumerar las numerosas causas que trajeron el inicio de este
evento clave en la historia mundial. Las causas de la revolución de Haití fueron las siguientes.
Los problemas esclavistas
Al igual que gran parte de las islas del Caribe, en Haití la economía se basaba en el esclavismo, siendo esencial
para la producción de productos como el azúcar, el cacao o el café. En esta, situación Haití se convirtió en una de
las colonias más rentables del mundo, causando que los esclavos tuvieran cada vez más trabajo y su situación
fuera más complicada y dura. La mortalidad de los esclavos era cada vez mayor, ya fuera por el excesivo trabajo
pero también por enfermedades como la malaria o la fiebre amarilla.
Aparición de los cimarrones
La grave crisis de los esclavos hizo que muchos de estos huyeron a la selva y se convirtieran en los
llamados cimarrones, siendo esclavos rebeldes que vivían como podían y que en ocasiones atacaban a los
esclavistas para conseguir alimentos y suministros. La aparición de los cimarrones fue el comienzo de la formación
de grandes grupos rebeldes que luchaban contra la esclavitud y con el paso del tiempo serían la base de las
revueltas esclavistas.
La demografía
La necesidad de mano de obra para seguir produciendo el azúcar necesario para su venta a Europa hizo que
la población esclava aumentara a gran velocidad, causando que en poco tiempo fueran mucho mayor su número
que el de esclavistas. Aunque se llevaron a cabo centenas de asesinatos y castraciones por castigo esto no fue
suficiente y en un punto el número de esclavos era de 10 por cada esclavista, causando que una rebelión fuera muy
factible.
Desigualdades sociales
Otra de las causas de la revolución de Haití es la gran desigualdad social que existía. A mediados del siglo XVIII,
los propietarios de las tierras iniciaron a crear un sistema rígido de clases sociales para que los negros y mulatos
no fueran igual ante la ley que los blancos, causando una enorme contradicción en cuanto a las razas, ya que a
veces no estaba del todo claro la diferenciación entre determinadas clases. Esta situación creyó un enorme odio
entre los negros y mulatos contra los blancos, ya que pensaban que no era justa tanta discriminación.
La influencia de la Revolución Francesa
Poco tiempo antes del inicio de la revolución de Haití había tenido lugar en Francia la llamada Revolución
Francesa, siendo una revolución liberal que al haber tenido lugar en la metrópoli de Haití tuvo una enorme
influencia en el pensamiento de la colonia. Las ideas de la revolución y de que todas las personas eran iguales,
incluso los esclavos, hizo que los haitianos vieran con buenos ojos las ideas ilustradas.

Imagen: Slideshare
Consecuencias de la revolución haitiana
Para continuar esta lección, debemos enumerar las consecuencias de la revolución de Haití y que trajo la
independencia de esta región. Las principales consecuencias de la revolución haitiana fueron las siguientes:
 Independencia de Haití: fue capaz de vencer a Francia, causando la independencia para formar la nueva nación
de Haití y expulsando al gobierno colonial francés de la isla, formando el conocido como Primer Imperio de Haití.
 La violencia no terminó con la victoria en la guerra, sino que poco después tuvo lugar la masacre de 1804 en la
que muchos franceses y criollos que se habían quedado en la región fueron asesinados por los nativos que odiaban
todo lo que tenía que ver con los franceses.
 Influencia a otras rebeliones de esclavos: La rebelión fue ejemplo de revolución radical y también la única de la
historia que fue realizada por los esclavos, siendo un evento que solo podemos encontrar como ejemplos parecidos
eventos en la Edad Antigua siendo un ejemplo la rebelión de los gladiadores en Roma. Fueron muchos los intentos
de revoluciones de esclavos en muchas partes de la zona americana, pero ninguna tuvo el efecto que lograron los
haitianos.
 Se abolió la esclavitud, siendo una de las primeras regiones en lograr esta hazaña completamente.
 Frenó la invasión napoleónica: Se considera que la libertad de Haití bloqueó los planes de Napoleón de tomar
los Estados Unidos, ya que su idea era hacerlo desde la isla que aún era colonia francesa.
 País para exiliados: Haití sirvió durante años como base para personas exiliadas por sus ideas políticas,
especialmente por mexicanos en la época de la independencia.
 Revolución que influenció a personalidades: entre las personas más influenciadas por la revolución
encontramos a revolucionarios como José de San Martín, pero también a líderes contra el racismo como Malcolm
X que demuestran que la importancia de la revolución se mantuvo durante décadas.
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Juan Francisco de León


Biografía

León, Juan Francisco de. El Hierro (Santa Cruz de Tenerife), 1692 – Cádiz, 2.VIII.1752. Capitán poblador y juez
del valle de Panaquire en Venezuela.
Oriundo de Canarias, llegó a Venezuela y se estableció en Caracas, donde vivió con su mujer, Lucía García, con la
que tuvo catorce hijos. En febrero de 1733, junto a Juan Rodríguez de Camejo, se dirigió al juez pesquisador y
comandante general de la provincia de Venezuela, Martín de Lardizábal (1732-1737), para que procediera a darle
cumplimiento al permiso otorgado el 30 de octubre de 1733, por Real Cédula, para la fundación de Panaquire. El
acto formal de fundación se realizó el 4 de marzo de 1734, por el grupo constituido por León junto a Juan
Rodríguez Camejo, Cristóbal Izquierdo y Diego Núñez de Aguiar. Entre 1732 y 1741 León aprendió a escribir,
según consta en la documentación existente en la época. Se le considera el iniciador y promotor del cultivo del
cacao en Panaquire, en 1742 tenía unos catorce mil árboles plantados en sus tierras (como se expresa en el censo
que se realizó ese año, por orden del gobernador y capitán general de la provincia de Venezuela, Gabriel José de
Zuloaga). En 1744 el gobernador le nombró comisario de la jurisdicción real del valle de Panaquire con facultad de
“hacer sumarios, prender personas y conocer las causas civiles y criminales” contra cualquier persona. Este
nombramiento le obligó a residir en dicho valle, donde descubrió nuevas tierras hacia El Guapo. Por esto, se puede
decir que a mediados del siglo xviii era capitán poblador y juez del valle de Panaquire en Venezuela, y también
colonizó los valles de Curiepe y El Guapo, con posesiones de tierras en todos ellos. Pero el 7 de marzo de 1749, el
nuevo gobernador de la provincia, Luis Francisco Castellanos (1747-1749), nombró a Martín de Echevarría cabo
de guerra y teniente de justicia de Panaquire, destituyendo de esta forma a León de su cargo, con intención de
acabar con el contrabando del cacao.
La Compañía Guipuzcoana de Caracas se fundó en 1728 con la pretensión de fomentar la economía venezolana y
combatir el contrabando, pero al ejercer el monopolio del comercio venezolano, perjudicaba los intereses
comerciales y contrabandísticos de parte de la aristocracia terrateniente criolla, así como la acción ejercida por los
funcionarios de la compañía en el Gobierno venezolano. Desde 1745, el conde de San Javier y Alejandro Blanco
iniciaron la conspiración contra la Compañía para poner fin a su predominio comercial y para excluir a los
españoles venidos de España en el Gobierno, y apoyándose en los criollos y los isleños (canarios), dedicados estos
últimos a la agricultura y al contrabando, hicieron público en España que si no se atendía a sus pretensiones se
alzarían contra la metrópolis. Asimismo, en 1749, el gobernador Luis Francisco de Castellanos envió a Martín de
Echevarría, empleado de la Compañía Guipuzcoana, como cabo de guerra y juez de comisos, a luchar contra el
contrabando de los holandeses de Curazão en los valles de Penaquire y Caucagua. El 3 de abril, Juan Francisco
León, teniente en guerra, se negó a dejar su cargo e inició una rebelión contra la Compañía Guipuzcoana de
Caracas de varios miles de personas, la mayoría de “pardos” y canarios contra Caracas, y unos días más tarde, el 19
de abril, le escribió al gobernador desde El Chacao, en nombre de los habitantes del valle, en el que rechazaba el
nuevo nombramiento y exigía la anulación de la Compañía y la expulsión de sus empleados de Venezuela, al
mismo tiempo que rechazaba un intento de negociación iniciado por el municipio de Caracas, entrando en Caracas
el 20 de abril, pero para que no pareciera una posición de fuerza, optó por la vía legalista e hizo incoar un proceso
sobre la conducta de la Compañía, a través de un Cabildo Extraordinario (constituido por personas de sesenta años,
que posteriormente serían claves para el proceso de independencia), en el que declararon haber sido perjudicados
por la Compañía Guipuzcoana, por lo que al final el gobernador cedió a la presión de la aristocracia venezolana
decretando la expulsión de los miembros de la Compañía. A partir de ese momento León parecía el dueño de la
situación política en Venezuela, pero el gobernador, para no cumplir lo prometido, se refugió en La Guaira y pidió
refuerzos, y aunque no tuvo éxito el primer ataque de León, con la segunda insurrección intimidó a Castellanos,
que finalmente decidió suspender la actividad de la Compañía, el 6 de agosto de 1749, a la vez que León retiró las
masas de la rebelión aristocrática criolla. Seguidamente llegó Francisco Galindo, un oidor de Santo Domingo, que
tomó constancia de que el proceso incoado recogía numerosas quejas de los miembros rebeldes contra la
Compañía, el factor de la misma, Juan Manuel de Goizueta, y el gobernador, mientras que la Compañía replicó con
un manifiesto que ponderaba su labor comercial. Al mismo tiempo que desde España se envió un nuevo
gobernador, el marino Julián de Arriaga, futuro ministro español, que desembarcó con refuerzos militares (mil
quinientos infantes y un escuadrón de Caballería) el 18 de noviembre de 1749, y logró que se restableciera las
funciones de la Compañía por seis meses, pero de nuevo León exigió la libertad comercial e inició otro
movimiento rebelde, con el que entró en Caracas, pero Arriaga lo sometió como también hizo con otro grupo de
protesta procedente de Aragua. Pero como Arriaga apreció que el movimiento tenía un trasfondo mayor o creyó no
poder acabar con él o estar deseoso de volver a la política española, pidió su relevo, siendo sustituido por Felipe
Ricardos, que llegó a Venezuela el 21 de mayo de 1751 (cuyo gobierno se prolongó hasta 1757), con seiscientos
soldados de Infantería e instrucciones de castigar el movimiento rebelde criollo y restablecer los servicios de la
Compañía. Al mismo tiempo, el conde de San Javier y dos comisionados venezolanos fueron detenidos en Madrid.
Ricardos actuó severamente prendiendo al teniente de gobernador Domingo de Aguirre y a otras personas,
enviando algunos de ellos presos a España. Mientras que León, condenado a muerte, huyó con sus partidarios, con
la ayuda de varios barcos holandeses e ingleses de Panaquire, y vagó por Los Llanos hasta que, cansado de huir, el
9 de diciembre de 1751 escribió al gobernador Ricardos para expresarle su rendición, a finales de enero de 1752, y
se entregó a las autoridades con su hijo Nicolás. Entre el 9 y el 12 de febrero y el 28 de marzo de 1572 fue enviado,
con otros cómplices, preso a España, donde contrajo viruela, y murió en el hospital de Cádiz, el 2 de agosto de
1752. Posteriormente, el 25 de septiembre de 1752, se ejecutó la orden de Ricardos de que “fuese derribada y
destruida la casa de habitación que Juan Francisco de León tenía en la plaza de Candelaria [en Caracas] [...] y su
solar fuese regado y sembrado de sal”, y además fueron condenados sus hijos a servir en el ejército español en las
plazas africanas, aunque a uno de ellos se le permitió regresar a Venezuela en 1773.
El carácter de esta rebelión muestra un precedente del movimiento independentista venezolano, y, según algunos
autores, León fue su precursor, aunque a él sólo le movían intereses económicos y prerrogativas políticas para su
propio beneficio, pues hacía público que sus pretensiones no iban contra el rey de España, salvo cuando
Castellanos huyó de Caracas, y asimismo se esforzó siempre en mantenerse dentro de la legalidad, aunque se
cuestionaba la autoridad y luchó contra la Compañía Guipuzcoana, que el Monarca autorizó su monopolio e
incluso tenía interés económico en ella.
 
Bibl.: Documentos relativos a la insurrección de Juan Francisco de León, Caracas, Instituto Venezolano de
Cultura Canarias, 1949; E. B. Núñez, Juan Francisco de León, o el levantamiento contra la Compañía
Guipuzcoana, Caracas, Ávila Gráfica, 1949; F. Morales Padrón, Rebelión contra la Compañía de
Caracas,  Sevilla, Escuela de Estudios Hispanoamericanos, 1955; J. F. León, Diario de una insurgencia, Caracas,
Consejo Municipal del Distrito Federal, 1971; D. W. Fernández, Juan Francisco de León y su
descendencia,  Caracas, Instituto Venezolano de Cultura Canaria, 1979; G. Bleiberg (dir.), Diccionario de Historia
de España,  Madrid, Alianza, 1981; L. G. Castillo Lara, La aventura fundacional de los isleños. Panaquire y Juan
Francisco de León,  Caracas, Academia Nacional de la Historia, 1983; M. Pérez Vila, La revolución campesina de
Juan Francisco de León, Caracas, Mario González, 1984; R. Caldera, Juan Francisco de León y su
descendencia,  Islas Canarias, Instituto Venezolano de Cultura Canaria, 1986 (2.ª ed.); VV. AA., Diccionario de
Historia de Venezuela,  Caracas, Fundación Polar, 1988.

4
10 de mayo de 1795: La rebelión de los esclavos que consolidó la idea de la libertad en la colonia

El 10 de mayo de 1795, José Leonardo Chirinos y José Caridad González comandan un levantamiento contra los
hacendados esclavistas del imperio español.

Exigían los siguientes objetivos: la aplicación de la "Ley Francesa", que conllevaba la implantación de una
República democrática; la libertad de los africanos y la abolición de la esclavitud; la supresión de los atributos
pagados por los indígenas y los impuestos como la alcabala y la eliminación de la aristocracia blanca.

José Leonardo Chirinos (25.04.1754), nativo de la población de Curimagua, Estado Falcón, fue un zambo libre con
ideas revolucionarias; buscaba el establecimiento de una República igualitaria y la abolición de la esclavitud en
Venezuela.

Chirinos trabajaba en la hacienda propiedad de José Tellería, donde se casa con una esclava llamada María de los
Dolores con quien tuvo tres hijos.

En esta plantación, Chirinos tuvo oportunidad de viajar por las antillas porque José Tellería buscaba mercados para
su producción agrícola, llevándose como ayudante a Chirinos.

En uno de estos periplos por Haití, Chirinos tuvo contactos con los seguidores de Brion, quienes le dan a conocer el
proceso liberador en esa isla del Caribe los procesos independentistas, la implantación de un gobierno igualitario y
la abolición de la estructura esclavista, así como de los principios de igualdad impulsados por la Revolución
Francesa.

A su regreso al Estado Falcón, Chirinos toma contacto con José Caridad González, nativo del Congo y muy
versado en los ideales revolucionarios de la Francia del Siglo XVIII. Juntos protagonizan el levantamiento del 10
de mayo de 1795.

Esta rebelión fracasa. Chirinos fue traicionado por un amigo esclavo y hecho prisionero en agosto de 1795, juzgado
por la Real Audiencia es condenado a la horca, -condena cumplida el 10 de diciembre de 1796- y su cuerpo
desmembrado.

A pesar del fracaso de la insurrección, la misma tuvo grandes repercusiones porque llamó la atención de las
autoridades coloniales sobre la existencia de la injusticia que se cometían en las haciendas y en las minas contra la
clase humilde y es considerada como el movimiento que inspiraría más tarde los intentos de independencia de José
María España y Pedro Gual, teniendo dentro de la sociedad venezolana, de finales del Siglo XVIII, un impacto
político, social y económico que sacudiría las conciencias de la ilustración en Caracas.

Movimiento de José Leonardo Chirino


   

(Domingo, 10 de Mayo de 1795)

El 10 de mayo de 1795 José Leonardo Chirino acaudilló con los negros de Coro un movimiento que ha sido
considerado como génesis de la Independencia americana.

La insurrección se originó a raíz de un baile en Macanillas en el Valle de Curimagua, de donde era nativo Chirino.
De aquí pasaron a la de El Socorro, donde asesinaron a algunas personas influidos por el licor. Después irían a
tomar Coro, cuyos vecinos ya estaban preparando la defensa, de modo que los insurrectos fueron vencidos
fácilmente.

Habiendo fracasado en el intento, Chirino trata de reorganizarse. Escribe al cacique y a los indios de Pecaya,
pidiéndoles incorporación a la lucha y prometiéndoles que no pagarían demora, esto es, un tributo especial de los
indígenas y que ahora se les cobraba en dinero efectivo. Sin embargo, la suerte estaba echada. La persecución que
desató el Teniente de Justicia Ramírez Valderrain tuvo todas las características de una cacería humana. Chirino fue
apresado, condenado a muerte, trasladado a Caracas, donde fue ejecutado el 10 de diciembre de 1796.

Este movimiento, de hondas raíces sociales, llamó la atención de las autoridades coloniales sobre las diferencias
existentes y las injusticias, particularmente en lo tocante al cobro de impuestos a las Clases humildes. Ahora bien:
¿tenía José Leonardo un programa básico de ideología política? Sabemos de sus intenciones de orden social y
económico, pero en cuanto a lo político no basta que haya proclamado la ley de los franceses aspirando instaurar
un régimen republicano, porque se ignora hasta qué punto José Leonardo Chirino estaba preparado para lograr tal
cambio. En todo caso, no fue estéril, porque a la postre se redujeron los impuestos y se cobraron con sentido más
humano, pero yo no lo considero con fines propiamente independentistas, como sí lo tuvieron, por ejemplo, los de
Gual y España, Miranda, Bolívar, etc.

5
La Conspiración de Gual y España
Movimiento revolucionario organizado en La Guaira y Caracas en 1797, por Manuel Gual y José María España;
puede ser considerado como uno de los antecedentes más cercanos de los sucesos del 19 de abril de 1810. En
relación a sus máximos dirigentes, tenemos que el primero, guaireño, era militar retirado (capitán), hijo de un
oficial que unos 50 años antes había defendido al puerto de La Guaira contra los ataques navales de los ingleses. El
segundo desempeñaba el cargo de teniente de justicia de Macuto. En términos generales, se trató de un proyecto
revolucionario igualitario, republicano y democrático, con proyección hacia el resto del continente. En la conjura
participaron individuos de todas las clases sociales, exceptuando a los mantuanos. En tal sentido figuraron entre los
conjurados comerciantes como Manuel Montesinos Rico; los abogados criollos Nicolás Ascanio y Luis Tomás
Peraza; los ingenieros militares Patricio Ronán y Juan Lartigue de Condé (francés al servicio de la monarquía
española); funcionarios de la Real Hacienda como Joaquín Sorondo, Juan José Mendiri, Martín Goinaga; y el
párroco de La Guaira, Juan Agustín González. También formaron parte de la conspiración abogados y letrados, así
como muchos artesanos, es decir: albañiles, zapateros, herreros; muchos sargentos, cabos y soldados, unos pardos y
algunos blancos. En síntesis, se trataba de una rebelión de gente de lo que podía ser considerado como un sector
medio, que pretendía hacer de la provincia de Venezuela una república democrática independiente.
En la conspiración de Gual y España desempeñaron un importante papel varios revolucionarios españoles que
encabezados por el educador y escritor Juan Bautista Picornell, habían pertenecido a una logia masónica madrileña
que había organizado en la capital de España un golpe de Estado que tenía como propósito derrocar el régimen
monárquico e instaurar una República al estilo de la francesa. Este movimiento en el que también estaban
implicados el profesor de matemáticas Sebastián Andrés y el de humanidades José Lax, así como el miembro del
Real Colegio de Pajes, Manuel Cortés Campomanes, debía estallar el 3 de febrero de 1796, día de San Blas. Pero
los mismos fueron delatados antes de lograr su objetivo siendo apresados, juzgados y condenados a muerte, pena
que les fue conmutada por la del encierro en predios de América, gracias a la intervención del embajador de
Francia. En diciembre de 1796 y a comienzos de 1797, los 4 conspiradores europeos fueron llegando al puerto de
La Guaira, donde se les encerró en las bóvedas. Al poco tiempo Picornell y sus compañeros entraron en contacto
con Gual y España, reforzando sus ideas revolucionarias. El movimiento que tuvo su foco en La Guaira desde
donde se extendió rápidamente a Caracas; contó con un conjunto de documentos teóricos e instrucciones de
carácter organizativo práctico. Inclusive se previeron cantos revolucionarios como la Carmañola americana,
inspirada en su homónima francesa, y una canción americana surgida de la propia entraña del medio social, aunque
con influencia de La Marsellesa.
Entre los meses de abril y junio de 1797 se realizaron diversas reuniones de los conjurados, en casa de España, en
la de Ronán, en la de Mendiri. Gual quien no vivía en La Guaira, sino en Santa Lucía, asistía también a dichos
encuentros, alojándose en casa del ingeniero Ronán. En una de las reuniones celebradas en casa de España, éste
exhortó a los presentes a derramar su sangre por la patria si fuese preciso, a la vez que recibía su juramento de
fidelidad y les exhortaba a guardar secreto. Los conspiradores se llamaban entre si "hermanos", expresión que
funcionaba además como santo y seña para reconocerse. Asimismo, como símbolo de su movimiento crearon una
escarapela de 4 colores (blanco, azul, amarillo y rojo), el cual representaba las 4 etnias que participaban en él:
blancos, pardos, indios y negros. La primera acción llevada a cabo por los conspiradores fue la de organizar la fuga
de los presos españoles que se encontraban en las bóvedas del puerto de La Guaira, hecho que se efectuó el 4 de
junio, con la complicidad de los carceleros. No obstante, vale la pena señalar que para ese momento sólo existían 3
prisioneros, pues José Lax había sido trasladado poco antes a Puerto Cabello. En cuanto a Sebastián Andrés,
después de fugarse, subió a Caracas, donde fue arrestado el día siguiente. Por su parte, Picornell y Cortés
Campomanes se escondieron en un lugar llamado La Vigía de Chacón, cuyo vigilante, un soldado pardo, los
protegió hasta el 16 de junio, cuando pudieron salir hacia la casa de España en Macuto; desde donde se arreglaría
su salida a Curazao el 26 de junio. De Curazao, Picornell y Cortés pasaron a la isla de Guadalupe, colonia francesa.
Desde allí o en la ciudad de Santo Domingo (que en esta época estaba también dominada por los franceses),
Picornell hizo imprimir numerosos ejemplares de La Canción Americana, cuyo estribillo decía: "... Viva tan solo el
Pueblo/ el Pueblo Soberano./ Mueran los opresores, / Mueran sus partidarios.... " y más de 2.000 del folleto titulado
Derechos del hombre y del ciudadano, con máximas republicanas y un discurso preliminar dirigido a los
americanos, con el pie de imprenta apócrifo "Madrid, en la imprenta de la Verdad, 1797". Luego de esto, se dedicó
a promover su introducción clandestina en Tierra Firme.
Mientras tanto en La Guaira la conspiración seguía su curso. En tal sentido, el movimiento fue fijado para el 16 de
julio, día de la Virgen del Carmen. El comerciante Manuel Montesinos Rico, quien vivía en Caracas, había
recibido de Gual el encargo de promover la conspiración en la capital. El 11 de julio, Montesinos intentó captar
para el movimiento al oficial de Milicias de Pardos, insinuándole que facilitara a los conjurados el acceso a la
armería del cuartel el día 16. No obstante, Chirinos no se dejó convencer y habló con varios compañeros y luego
con el capellán de su batallón y éste con uno de los párrocos de la catedral, por que la noticia finalmente llegó a
oídos del gobernador y capitán general Pedro Carbonell ya avanzada la tarde del día 13. El primero de los
conjurados en ser arrestado fue Montesinos Rico, en cuya casa fueron encontrados documentos revolucionarios,
algunos escritos por él y otros por Picornell. Entre estos manuscritos se encontraban las Ordenanzas, las cuales
comenzaban de la siguiente manera: "... En el nombre de la Santísima Trinidad y de Jesús, María y José, amén...", a
lo que seguían 44 artículos en los que se establecían las bases del nuevo gobierno revolucionario, declarando que el
movimiento era hijo de "la razón, de la justicia y de la virtud", que la esclavitud quedaba abolida y que los 4
fundamentos de los derechos del hombre eran "igualdad, libertad, propiedad y seguridad". Gual enterado de la
captura de Montesinos, bajó a La Guaira en la noche del día 14 con la intención de adelantar el estallido del
movimiento. Sin embargo, al desistir Ronán de su participación en la conspiración, Gual y España decidieron partir
rumbo a las Antillas. El objetivo de los conjurados, luego de haberse apoderado de La Guaira y Caracas, era enviar
comisionados a las capitales de las provincias de la capitanía general y a otras poblaciones importantes, con una
copia de las Ordenanzas y una circular dirigida a las autoridades de cada lugar en las que se les conminaba a
sumarse al movimiento.
pLa reacción de las autoridades españolas ante el movimiento conspirativo no se hizo esperar, siendo detenidas
numerosas personas tanto en La Guaira como en Caracas. Por la captura de Gual y España quienes recorrieron
Curazao, Guadalupe, Martinica, Saint Thomas, Saint Croix y Trinidad, se ofrecían 500 pesos de recompensa, y en
caso de presentar resistencia la cantidad aumentaba a 10.000 pesos por Gual (que era militar) y de 5.000 pesos por
España. A pesar de la recompensa que se ofrecía por su captura, España desembarcó disfrazado de marinero en el
puerto de La Guaira a fines de enero de 1799, logrando llegar a su casa de Macuto donde pudo esconderse. Allí
permaneció unos 3 meses hasta que decidió iniciar una rebelión contra el nuevo gobierno en Caracas de Manuel
Guevara Vasconcelos. Denunciado por uno de sus esclavos, España fue arrestado y conducido a la capital a fines
de abril. Juzgado sumariamente, fue condenado a muerte el 6 de mayo y ejecutado el 8, en la plaza Mayor de
Caracas (actual plaza Bolívar). Otros conspiradores ejecutados fueron el soldado Manuel Pino y el cabo Agustín
Serrano en Caracas y el sargento José Ruiseñol, el artillero José Narciso del Valle y el albañil Juan Moreno en La
Guaira. Manuel Gual permaneció en la isla de Trinidad, desde donde se comunicó con el Precursor Francisco de
Miranda, quien estaba en Londres. En mayo de 1799 Gual publicó una Alocución dirigida a sus compatriotas,
excitándoles a seguir combatiendo por la independencia. El 25 de octubre de 1800 murió en San José de Oruña
(Trinidad), probablemente envenenado por un espía. Picornell y Cortés Campomanes sobrevivieron.
Aunque la Conspiración de Gual y España fracasó como movimiento revolucionario en julio de 1797 y se
extinguió definitivamente con la muerte de sus principales líderes José María España en 1799 y Manuel Gual en
1800, los textos que se difundieron durante la misma tuvieron una considerable influencia en el movimiento
emancipador de Hispanoamérica. El documento más importante que emanó de la Conspiración de Gual y España
fue el de los Derechos del hombre y del ciudadano con varias máximas republicanas y un discurso preliminar
dedicado a los americanos, el cual contenía como parte central el texto de los Derechos del hombre y del
ciudadano, traducidos de la declaración francesa que precedió al acta constitucional del 24 de junio de 1793. En
definitiva, analizando los documentos relacionados con el movimiento conspirativo de Gual y España, se puede
concluir que esta conjura es la de mayor contenido teórico, la más orgánica y completa, con perfecta definición de
ideario y fines, de todos los movimientos precursores de la independencia de la América meridional.

La rebelión de los comuneros en los Andes abonó el terreno para la lucha definitiva contra España

memoriasdevenezuela / 6 octubre, 2016

Mapa de Mérida colonial. Colección Jesús Rondón Nucete. Imágenes cortesía de Néstor Abad Sánchez.

Uno de los episodios más determinantes del siglo XVIII, tanto para la metrópoli como para América, fue el cambio
dinástico de la Corona española. Carlos III, rey de España, proveniente de la Casa de los Borbón, aplicaría una
serie de reformas en las colonias americanas con el fin de obtener mayores beneficios económicos y políticos, no
solo para tener el control político de las mismas, sino también para frenar el gran azote de las alforjas: el
contrabando.

Frente a estas medidas, las clases oprimidas fueron rebelándose muy pronto desde Lima hasta Quito, desde Trujillo
a El Socorro: los esclavos, campesinos, pequeños comerciantes, inclusive los blancos criollos. Más allá de las
divisiones político-territoriales entre los virreinatos y las capitanías, los pueblos asentados a lo largo de la
cordillera de los Andes, demostrarían que formaban parte de una región histórica: “una federación de
revoluciones”, como diría Arciniegas.

La rebelión comunera original tendría como epicentro central la ciudad de El Socorro (actual Departamento de
Santander, Colombia). El 16 de marzo de 1781, sus habitantes protestarían contra las medidas implementadas por
el régimen español. Allí tuvo importante papel Manuela Beltrán, quien bajo el lema “¡Arriba el Rey y muera el mal
gobierno!”, rompería el edicto que obligaba a cancelar los nuevos tributos.

Este hecho se propagaría en varios rincones del Virreinato de la Nueva Granada convirtiéndose el movimiento en
una verdadera fuerza popular, constituyéndose en un nuevo gobierno revolucionario integrado por los
terratenientes Juan Francisco Berbeo y Salvador Plata, entre otros.

 LA TRAICIÓN INEVITABLE


Ante el rápido avance de los comuneros, el gobierno de Santa Fe firma unas capitulaciones en la comunidad de
Zipaquirá, en las cuales se aceptan casi todas las peticiones de los rebeldes.

Pero estas eran letra muerta. Su aceptación solo era una estrategia para ganar tiempo y poder organizar la reacción
contra los insurgentes. Con ellas el pueblo tomaba el poder central, liderado por el mestizo de origen pobre José
Antonio Galán.

Pero, temerosos de que el movimiento se popularizara y sus metas se radicalizaran, los falsos capitanes Berbeo y
Plata comienzan a negociar con las autoridades coloniales para frenar la sublevación, traicionando y entregando a
Galán, el más popular y aguerrido de los jefes del movimiento comunero neogranadino, a los funcionarios
españoles.

Sin embargo, las autoridades judiciales reaccionarían en contra de la sublevación, reduciendo pronto a todos los
implicados. Con todo y esto, el movimiento cruzaría las fronteras hacia territorio venezolano.

EL MALESTAR LLEGA A LOS ANDES VENEZOLANOS

De igual forma que en El Socorro, el detonante del movimiento de los comuneros venezolanos fue económico: el
cobro de nuevos impuestos y los estancos a los productos tales como el tabaco, el chimó y el aguardiente. Con esto,
el Estado colonial se reservaba la comercialización y venta, prohibiendo su cultivo, de lo cual se exceptuaban los
lugares avalados por el intendente.

Para ello, se adoptaron severas medidas de fiscalización, destrucción de siembras, decomisos, embargos de bienes
e incluso la prisión de algunos productores. Y aunque la acción de los comuneros fue integrada y apoyada por
sectores de todas las clases sociales, los que emprendieron la lucha fueron los pequeños agricultores, labradores y
artesanos, entre ellos gran cantidad de mujeres dedicadas a la producción de tabaco.

LOS ANDES REVELADOS


Para junio de 1781, por Mérida y La Grita circulan los primeros panfletos que instan a la insurrección, en los cuales
se dan vivas al rey y se culpa a los funcionarios adminis- trativos por los atropellos. Aunado a esto, desde Cúcuta y
Pamplona llegarían a San Antonio del Táchira emisarios de los comuneros de El Socorro.

Esta confluencia de intereses impulsaría con más fuerza el levantamiento. Se suman a la lucha las poblaciones de
San Cristóbal y Lobaterra, y logran tomar La Grita el 11 de julio, teniendo como líder a Juan José García de Hevia,
designado como capitán general del alzamiento.

Entre el 15 y el 25 de julio tomarían Bailadores, Estanques, Lagunillas, El Morro, Acequias, Pueblo Nuevo y Ejido.
El 28 de julio entran triunfantes a Mérida. Saben los rebeldes que es indispensable seguir llevando la insurrección a
los pueblos vecinos. La meta era extender el movimiento hasta Trujillo, Barinas, e incluso Caracas. En este punto
la alarma es tal que el gobernador de Maracaibo, Manuel de Ayala, y el de la Provincia de Venezuela, Luis de
Unzaga y Amézaga, ordenan la salida de una expedición en contra de los comuneros reunidos en aquella ciudad.

EL CABILDO DE TRUJILLO SE OPONE


Tras la adhesión de la mayoría de las ciudades andinas, el cabildo y gran parte del pueblo trujillano prefirieron no
sumarse a la insurrección e incluso amenazaron con enfrentarla y se declararon fieles a la Corona. Bien sabían los
sublevados que el apoyo de Trujillo era clave para avanzar hasta Barinas y luego Caracas: sin ellos el movimiento
perdería coherencia.
Liquidado el cabecilla máximo del movimiento comunero en el continente, Túpac Amaru II (José Gabriel
Condorcanqui Noguera), el 18 de mayo de 1871 en el Cuzco, la rebelión que asumía fortaleza regional en la Nueva
Granada había sido derrotada, y desde Maracaibo y Caracas se aproximaban contingentes militares para aplastar el
levantamiento. En efecto, el miedo a la represión mermó el apoyo popular de la revuelta: deserciones y traiciones
dieron fin al levantamiento.

CAPITULACIÓN DE UN MALESTAR
El gobernador de Maracaibo había prometido perdonar a los rebeldes si se rendían. Pero dudando de su palabra, los
comuneros, tras su rendición en el mes de octubre, resolvieron huir a otras regiones de Venezuela e incluso a la
Nueva Granada.

Para junio de 1782, se comenzaron a abrir expedientes a los líderes implicados en el movimiento. No obstante, el 6
de agosto de 1782, el virrey Caballero y Góngora concede el indulto a todos los comuneros, siendo ratificado por
otro del propio rey Carlos III el 31 de enero de 1783. Así concluían las jornadas heroicas de los comuneros
venezolanos; sin el terreno abonado por ellos, difícilmente se comprenda la rápida incorporación de los pueblos
andinos a la lucha independentista del siglo XIX.

Los comuneros, Francisco de Miranda y la francmasonería en Venezuela (1779-1810)

Resumen
Los nombres de los comuneros gritenses están inmortalizados como símbolos regionales que identifican plazas,
avenidas, escuelas, liceos, y polideportivos. Igualmente, representan una primitiva organización paramasónica,
quienes se reunían al interno de cofradías, capellanías, y hermandades para salvar la persecución política española
y religiosa, por parte de la Inquisición. Las repercusiones políticas de este Movimiento Comunero de La Grita han
sido mayormente ocultadas por la historiografía tradicional, al deformar el sentido popular del movimiento, y
catalogar al líder Juan José García de Hevia como un terrateniente, rico. Las repercusiones en la independencia
tendrán su manifestación con la presencia de José Ignacio García de Hevia, quien fue uno de los firmantes de la
declaración de adhesión al Acta de la Independencia, el 11 de octubre de 1810; y Francisco Javier García de Hevia
quien fue fusilado en 1816 en Bogotá, por sus luchas a favor de la independencia. Lo propio sucede con la
presencia de los masones en los movimientos pre-independentistas; aunque no hay consenso en los historiadores
respecto a la fecha de fundación de las logias masónicas en Venezuela, es innegable la participación de las mismas.
En tal sentido, hay por lo menos dos tendencias; una, la que sostiene que hay masonería en 1804, y otra, la que
afirma que la primera logia masónica fue fundada por Francisco de Miranda en 1811 y, en consecuencia, antes de
esa fecha no hay presencia de masones en la independencia venezolana.
 El presente trabajo estudia la participación de los Libres de Color en la Revolución de Caracas, y la percepción
que estos desarrollaron sobre ese proceso político. Para tales fines, se aplica una metodología ‘desde abajo’,
conjugada con un análisis prospectivo conceptual sobre la noción de ‘igualdad’ que manejaban. El autor argumenta
que dado que los Libres de Color no conformaban un sector homogéneo en términos etno-estamentales, esto
incidió sobre las posturas políticas de los miembros de aquel sector etno-social, afectando con ello el curso de los
acontecimientos. También indica que desde los años 1790s comienzan a aparecer nociones más abstractas de
aquella noción, asociadas al concepto de ciudadanía moderna, debido sobre todo al impacto del ejemplo franco-
antillano. Esta tendencia se habría consolidado luego de 1811, con la aparición de un sector político radical,
liderado por Miranda. Concluye aseverando que durante dicho proceso revolucionario se desarrollo un complejo
conflicto de intereses y motivaciones, en la que los ideales modernos y las aspiraciones etno-sociales tradicionales
afines a la igualdad de derechos, convivieron y hasta se enfrentaron a veces en forma cruenta, como se viera en la
‘guerra etno-civil’ que estallara en 1812.
7
LEER Y ANALIZAR LAS PREGUNTAS ANTERIORES, DE ALLI SURGE LA RESPUESTA

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